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Casa de Nokku Damaru
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Re: Casa de Nokku Damaru
Kasha...
Una voz de ultratumba que provenía desde las escaleras surcó el salón como un helado soplo. Me había despertado hacia buen rato, de hecho, casi no había dormido en toda la noche. Efectivamente, llevaba en las escaleras desde antes de que Kasha entrara por la puerta. Kasha era siempre demasiado evasiva y oscura, pero era una de mis mejores cazadores, no le iba a echar nada en cara. Aun así, no me gustaba nada como se estaban tornando las cosas todo acabaría bañado en sangre. Y el aliento de batalla seguía atravesando mi pecho, no había pasado ni una semana desde la última vez que había matado a un pura sangre y aunque pareciera mucho más tranquilo y sereno de lo normal mi sangre se encontraba en constante ebullición. Baje las escaleras poco a poco, con el pecho vendado, portando una cara de cansancio.
Finalmente bajé y me quedé frente a Kasha, no dije nada, pensé que ella ya se habría dado cuenta de lo que esa mirada mía expresaba, era la mirada de alguien que sabe ya demasiado y que esta decidiendo que hacer. La mirada de un asesino, y la mirada de un maestro a la vez.
Supongo... que tendré que matar a Marcus con mis propias manos
Susurré desviando la mirada unos momentos
Y en cuanto a Alec, es cosa del viejo, no se casi nada de el. Últimamente el es quién recluta a los novatos...¿ Sabes que el cazador más veterano es en realidad un vampiro?
Aludí a Alucard lanzandole una pequeña indirecta a kasha, aunque lo había hecho casi sin pensar y no sabía si ella lo entendería.
No creo que Fraiah encuentre nada... en fin, espero que vuelva pronto.
Dije mientras me sentaba en un sofá que estaba en frente de Kasha.
Una voz de ultratumba que provenía desde las escaleras surcó el salón como un helado soplo. Me había despertado hacia buen rato, de hecho, casi no había dormido en toda la noche. Efectivamente, llevaba en las escaleras desde antes de que Kasha entrara por la puerta. Kasha era siempre demasiado evasiva y oscura, pero era una de mis mejores cazadores, no le iba a echar nada en cara. Aun así, no me gustaba nada como se estaban tornando las cosas todo acabaría bañado en sangre. Y el aliento de batalla seguía atravesando mi pecho, no había pasado ni una semana desde la última vez que había matado a un pura sangre y aunque pareciera mucho más tranquilo y sereno de lo normal mi sangre se encontraba en constante ebullición. Baje las escaleras poco a poco, con el pecho vendado, portando una cara de cansancio.
Finalmente bajé y me quedé frente a Kasha, no dije nada, pensé que ella ya se habría dado cuenta de lo que esa mirada mía expresaba, era la mirada de alguien que sabe ya demasiado y que esta decidiendo que hacer. La mirada de un asesino, y la mirada de un maestro a la vez.
Supongo... que tendré que matar a Marcus con mis propias manos
Susurré desviando la mirada unos momentos
Y en cuanto a Alec, es cosa del viejo, no se casi nada de el. Últimamente el es quién recluta a los novatos...¿ Sabes que el cazador más veterano es en realidad un vampiro?
Aludí a Alucard lanzandole una pequeña indirecta a kasha, aunque lo había hecho casi sin pensar y no sabía si ella lo entendería.
No creo que Fraiah encuentre nada... en fin, espero que vuelva pronto.
Dije mientras me sentaba en un sofá que estaba en frente de Kasha.
- Nokku Damaru
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Edad : 30
Re: Casa de Nokku Damaru
Cuando vi bajar a Nokku, puse mala cara, tsk., debi ser mas cuidadosa, no deberia haber dicho nada a Fraiah. Pero cuando dijo que seria el quien mataria a Marcus le mire un tanto desafiante.
- Cuando estuviste en mi casa, la idea era que yo mataria a Marcus, se lo suficiente de el como para tenderle una trampa, y si lo hago yo, dudo que Bella intente interferir, cosa que pretende hacer, por eso vine yo antes, dice que Marcus ha cambiado y que no debemos matarlo, tan solo decirle que se marche- le explique a Nokku seria desde la silla en la que estaba sentada.
- Con respecto a Alec, te refieres a Alucard, verdad?, le preguntare a el entonces, pero la verdad, dudo que reconozca al vampiro que me encontre, tengo la sensacion de que es uno de esos chupasangres o un vampiro que intenta jugar con nosotros- le dije mientras que le miraba, da igual la opcion que fuera, no era nada bueno encontrarse con mas vampiros problematicos estando ahora en esta situacion
- Cuando estuviste en mi casa, la idea era que yo mataria a Marcus, se lo suficiente de el como para tenderle una trampa, y si lo hago yo, dudo que Bella intente interferir, cosa que pretende hacer, por eso vine yo antes, dice que Marcus ha cambiado y que no debemos matarlo, tan solo decirle que se marche- le explique a Nokku seria desde la silla en la que estaba sentada.
- Con respecto a Alec, te refieres a Alucard, verdad?, le preguntare a el entonces, pero la verdad, dudo que reconozca al vampiro que me encontre, tengo la sensacion de que es uno de esos chupasangres o un vampiro que intenta jugar con nosotros- le dije mientras que le miraba, da igual la opcion que fuera, no era nada bueno encontrarse con mas vampiros problematicos estando ahora en esta situacion
- Kasha Oskan
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Edad : 32
Localización : en el infierno
Re: Casa de Nokku Damaru
Escuche atentamente a Kasha y suspiré lentamente. Yo no podía obligar a Kasha a no interferir y a intentarlo ella misma, bueno, de hecho si podía, pero no lo iba a hacer, era completamente libre.
Esta bien, encárgate tu de el, pero si noto que se te va de las manos no dudaré en intervenir
Dije tranquilamente con una voz calmada pero cargada de seriedad.
Y en cuanto a ese vampiro, será mejor que no haga estupideces o simplemente le ejecutaré
Miré por la ventana como si hubiera dicho algo normal, me había cansado de los buenos tratos, cualquiera que desafiara la seguridad de mis amigos lo pagaría con su vida.
Me preguntaba si Fraiah iba a tardar mucho en aparecer, tenía ganas de verla, y de regañarla un poco, no puede irse a si por así a la asociación, podría encontrar cosas que tal vez no la agraden en absoluto. Ya no me picaba el pecho, había terminado de cicatrizar. Con un movimiento algo lento pero decidido agarré las vendas de mi pecho y tire de ellas, arrancándolas al momento. Una gran cicatriz surcaba mi pecho como recuerdo de mi última batalla, había sido bastante feroz y la espada de ese maldito bastardo estaba escandalosamente afilada. Suspire de nuevo, tenía que acabar con todos esos vampiros problemáticos.
Por cierto... ¿Que hay de Ziel?
Esta bien, encárgate tu de el, pero si noto que se te va de las manos no dudaré en intervenir
Dije tranquilamente con una voz calmada pero cargada de seriedad.
Y en cuanto a ese vampiro, será mejor que no haga estupideces o simplemente le ejecutaré
Miré por la ventana como si hubiera dicho algo normal, me había cansado de los buenos tratos, cualquiera que desafiara la seguridad de mis amigos lo pagaría con su vida.
Me preguntaba si Fraiah iba a tardar mucho en aparecer, tenía ganas de verla, y de regañarla un poco, no puede irse a si por así a la asociación, podría encontrar cosas que tal vez no la agraden en absoluto. Ya no me picaba el pecho, había terminado de cicatrizar. Con un movimiento algo lento pero decidido agarré las vendas de mi pecho y tire de ellas, arrancándolas al momento. Una gran cicatriz surcaba mi pecho como recuerdo de mi última batalla, había sido bastante feroz y la espada de ese maldito bastardo estaba escandalosamente afilada. Suspire de nuevo, tenía que acabar con todos esos vampiros problemáticos.
Por cierto... ¿Que hay de Ziel?
- Nokku Damaru
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Edad : 30
Re: Casa de Nokku Damaru
No me gustaba nada la idea, pero era el jefe y ya habia aprendido hace tiempo lo que ocurre si no hago caso de lo que me dicen, aunque no me haga ninguna gracia.
- Esta bien, gracias por dejarme hacerlo a mi manera y con lo de ese vampiro, tengo la extraña sensacion de que acabara siendo como tu dices, pero aun no se la razon- le dije con tranquilidad.
Le observe cuando se quito las vendas, no me sorprendi, estaba acostumbrada a ver cicatrices, para nosotros, los cazadores, era algo habitual, asi que ver una cicatriz de ese calibre, no era nada nuevo.
- Ziel..., bueno, esta saliendo al mismo tiempo con Bella y con Marcus- arrugue la nariz al pensar en ello, de pensar en salir con Marcus, me daban arcadas- Ziel a desarrollado doble personalidad, esta perdiendo la cabeza, no quiere que me acerque a Marcus, al igual que Bella, porque dicen que ha cambiado, que ahora es bueno y que no les hara nada, por eso vendra Bella a verte. Marcus..., tengo la sensacion que esta intentando evitar morder a Ziel por lo que pude ver en mi ultimo encuentro con el, y esta mas debil que antes, le costo esquivar los ataques de ese extraño vampiro y no es demasiado poderoso, o al menos su aura no lo era- le dije pensativa, parecia que estaba hablando conmigo misma, pero se lo contaba porque igual el sabia mas de la cuenta y la razon por la que Marcus empezaba a estar debil cuando nunca lo habia estado.
En ese preciso momento, mi movil sono, tenia una nueva mision, no era el mejor momento, la verdad, pero debia ir, suspire y mire a Nokku.
- Cuando sepa algo mas, te informare, y seguire detras de Marcus hasta que me digas lo contrario- me levante de la silla mientras que me ponia mi mascara y sali de alli
- Esta bien, gracias por dejarme hacerlo a mi manera y con lo de ese vampiro, tengo la extraña sensacion de que acabara siendo como tu dices, pero aun no se la razon- le dije con tranquilidad.
Le observe cuando se quito las vendas, no me sorprendi, estaba acostumbrada a ver cicatrices, para nosotros, los cazadores, era algo habitual, asi que ver una cicatriz de ese calibre, no era nada nuevo.
- Ziel..., bueno, esta saliendo al mismo tiempo con Bella y con Marcus- arrugue la nariz al pensar en ello, de pensar en salir con Marcus, me daban arcadas- Ziel a desarrollado doble personalidad, esta perdiendo la cabeza, no quiere que me acerque a Marcus, al igual que Bella, porque dicen que ha cambiado, que ahora es bueno y que no les hara nada, por eso vendra Bella a verte. Marcus..., tengo la sensacion que esta intentando evitar morder a Ziel por lo que pude ver en mi ultimo encuentro con el, y esta mas debil que antes, le costo esquivar los ataques de ese extraño vampiro y no es demasiado poderoso, o al menos su aura no lo era- le dije pensativa, parecia que estaba hablando conmigo misma, pero se lo contaba porque igual el sabia mas de la cuenta y la razon por la que Marcus empezaba a estar debil cuando nunca lo habia estado.
En ese preciso momento, mi movil sono, tenia una nueva mision, no era el mejor momento, la verdad, pero debia ir, suspire y mire a Nokku.
- Cuando sepa algo mas, te informare, y seguire detras de Marcus hasta que me digas lo contrario- me levante de la silla mientras que me ponia mi mascara y sali de alli
- Kasha Oskan
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Edad : 32
Localización : en el infierno
Re: Casa de Nokku Damaru
El chico escucho con atención a su subordinada y decidió salir de su casa, había pasado demasiado tiempo fuera, había demasiadas cosas que hacer.
- Nokku Damaru
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2032
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Re: Casa de Nokku Damaru
El viento se había calmado poco a poco y finalmente pude llegar a la casa de Nokku. Ese era el único lugar que conocía de todo ese paraje y de todos modos, a partir de ese día yo me alojaría ahí así que no habría ningún problema en dejar a ese mujer ahí ¿Me equivoco?
Abrí la puerta con cuidado, portando conmigo a la joven y observé aquél salón. Asi que ese era el salón de Nokku. Se sentía tan cogedor, tan cálido, era perfecto. El presidente había estado ahí hacia tan solo unas horas antes de irse para su última misión. Su olor me embotó ligeramente los sentidos. Eso era estupendo, era como si su esencia todavía estuviera junto a nosotros, realmente sentía como si pudiera abrazar a mi hermano, era como si el estuviera a mi lado. A diferencia de otras muchas personas yo no rechazaba los temas que tenían que ver con el paso de la muerte por un lugar, seguramente otro se hubiera alejado de la casa de Nokku, como por cortesía o por miedo a romper un tabú ancestral, pero todo eso eran tonterías. Esas personas eran las que solo se agarraban al pasado. No digo que el pasado no sea importante, sería imprudente decir que no lo es, de echo sin nuestro pasado no somos nadie, pero... ¿No es acaso el presente igual de importante que el pasado que tenemos a nuestra espalda? Sonreí complacido y caminé unos pasos hasta uno de los sofás que había en el salón. Dejé a aquella misteriosa dama en el aquel cómodo lugar y la tapé un poco mejor con mi traje. Aquella mujer debió de haber pasado por un muy mal trago, sus ropas realmente estaban llenas de sangre seca, tal vez de Nokku. Suspiré, no, de cualquier forma esa sangre ya no era de el, porque el ya no existía en este mundo como algo físico, al ahora los cuidaba de otra forma.
Me senté al lado de la chica, a sus pies, estaba agotado. Había sido un muy largo trayecto cargando con ella. Levanté la cabeza para mirar el techo y dejé que mi cuerpo entero descansara por unos momentos, levanté los brazos y los apoyé sobre el sofá, a la altura de mi cuello, como si fuera un crucifijo. Me podría dormir en cualquier momento... ya estaba empezando a pensar en cosas extrañas, formas, retazos de antiguos recuerdos. Mis ojos se cerraron definitivamente y mi mano derecha comenzó a resbalarse por propia inercia hacia abajo. No me estaba dando cuenta de la escena, pero pronto lamentaría haberme quedado dormido.
Noté algo blandito bajo mis dedos y pensé que era una almohada, se sentía tan cálida ¿Porqué no cogerla para abrazarla? Puse morritos e intente agarrar aquello que confundí fatalmente con una almohada. Inmediatamente mi cara se tornó seria, abrí solo el ojo derecho y lentamente, muy lentamente empecé a girar mi pupila hacia mi brazo. "oh,no,no MIERDA" pensé mientras retiraba mi brazo apresuradamente, me levantaba como un rayo y nervioso intente alejarme de la chica, cosa que no logre porque con mi torpeza trastabille y caía hacia atrás
Wuoooooo!
Grité mientras me golpeaba la espalda contra el respaldo del sofá y rodaba por el suelo hasta quedar tendido bocabajo, con una mueca de dolor en la cara y una lagrima que se desprendía de uno de mis ojos. Eso... eso había sido muy peligroso. Me levanté lentamente, recuperando el aliento por el fatal golpe y con el terror plasmado en mi cara observé a la muchacha. No se había despertado. Desvié la mirada hacia mi mano derecha, a la cual agarre por la muñeca y lo miré con ojos de culpa.
Estúpido... ¿que crees que haces haces?...
Susurré al tiempo que una gota de sudor frío se deslizaba por mi mejilla. "Será mejor que me vaya ya, antes de que se despierte y me entierre junto a mi hermano" pensé casi sollozando para mis adentros. Mi pulso iba a mil, había estado a punto de morir y solo de pensar lo que hubiera pasado si esa mujer se hubiera despertado mi corazón se me ponía de corbata.
Me paré junto a la puerta y me giré... "mi traje TT.TT" no tenía remedio, ella lo necesitaba más que yo en ese momento, esa almohada no estaba todavía lo suficientemente caliente... me abofetee a mi mismo mientras salía velozmente de la casa por pensar aquello, cerrando apresuradamente la puerta detrás de mi. " ¿Y ahora como le digo a Nokku que le he sobado el culo a su amiga?" Unas líneas negras de preocupación aparecieron en mi frente al tiempo que me abrazaba a mi mismo ¿Porque diablos hacía tanto frío?
Abrí la puerta con cuidado, portando conmigo a la joven y observé aquél salón. Asi que ese era el salón de Nokku. Se sentía tan cogedor, tan cálido, era perfecto. El presidente había estado ahí hacia tan solo unas horas antes de irse para su última misión. Su olor me embotó ligeramente los sentidos. Eso era estupendo, era como si su esencia todavía estuviera junto a nosotros, realmente sentía como si pudiera abrazar a mi hermano, era como si el estuviera a mi lado. A diferencia de otras muchas personas yo no rechazaba los temas que tenían que ver con el paso de la muerte por un lugar, seguramente otro se hubiera alejado de la casa de Nokku, como por cortesía o por miedo a romper un tabú ancestral, pero todo eso eran tonterías. Esas personas eran las que solo se agarraban al pasado. No digo que el pasado no sea importante, sería imprudente decir que no lo es, de echo sin nuestro pasado no somos nadie, pero... ¿No es acaso el presente igual de importante que el pasado que tenemos a nuestra espalda? Sonreí complacido y caminé unos pasos hasta uno de los sofás que había en el salón. Dejé a aquella misteriosa dama en el aquel cómodo lugar y la tapé un poco mejor con mi traje. Aquella mujer debió de haber pasado por un muy mal trago, sus ropas realmente estaban llenas de sangre seca, tal vez de Nokku. Suspiré, no, de cualquier forma esa sangre ya no era de el, porque el ya no existía en este mundo como algo físico, al ahora los cuidaba de otra forma.
Me senté al lado de la chica, a sus pies, estaba agotado. Había sido un muy largo trayecto cargando con ella. Levanté la cabeza para mirar el techo y dejé que mi cuerpo entero descansara por unos momentos, levanté los brazos y los apoyé sobre el sofá, a la altura de mi cuello, como si fuera un crucifijo. Me podría dormir en cualquier momento... ya estaba empezando a pensar en cosas extrañas, formas, retazos de antiguos recuerdos. Mis ojos se cerraron definitivamente y mi mano derecha comenzó a resbalarse por propia inercia hacia abajo. No me estaba dando cuenta de la escena, pero pronto lamentaría haberme quedado dormido.
Noté algo blandito bajo mis dedos y pensé que era una almohada, se sentía tan cálida ¿Porqué no cogerla para abrazarla? Puse morritos e intente agarrar aquello que confundí fatalmente con una almohada. Inmediatamente mi cara se tornó seria, abrí solo el ojo derecho y lentamente, muy lentamente empecé a girar mi pupila hacia mi brazo. "oh,no,no MIERDA" pensé mientras retiraba mi brazo apresuradamente, me levantaba como un rayo y nervioso intente alejarme de la chica, cosa que no logre porque con mi torpeza trastabille y caía hacia atrás
Wuoooooo!
Grité mientras me golpeaba la espalda contra el respaldo del sofá y rodaba por el suelo hasta quedar tendido bocabajo, con una mueca de dolor en la cara y una lagrima que se desprendía de uno de mis ojos. Eso... eso había sido muy peligroso. Me levanté lentamente, recuperando el aliento por el fatal golpe y con el terror plasmado en mi cara observé a la muchacha. No se había despertado. Desvié la mirada hacia mi mano derecha, a la cual agarre por la muñeca y lo miré con ojos de culpa.
Estúpido... ¿que crees que haces haces?...
Susurré al tiempo que una gota de sudor frío se deslizaba por mi mejilla. "Será mejor que me vaya ya, antes de que se despierte y me entierre junto a mi hermano" pensé casi sollozando para mis adentros. Mi pulso iba a mil, había estado a punto de morir y solo de pensar lo que hubiera pasado si esa mujer se hubiera despertado mi corazón se me ponía de corbata.
Me paré junto a la puerta y me giré... "mi traje TT.TT" no tenía remedio, ella lo necesitaba más que yo en ese momento, esa almohada no estaba todavía lo suficientemente caliente... me abofetee a mi mismo mientras salía velozmente de la casa por pensar aquello, cerrando apresuradamente la puerta detrás de mi. " ¿Y ahora como le digo a Nokku que le he sobado el culo a su amiga?" Unas líneas negras de preocupación aparecieron en mi frente al tiempo que me abrazaba a mi mismo ¿Porque diablos hacía tanto frío?
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Lentamente, la calidez regresaba al cuerpo de Fraiah. La chica, que hace momentos atrás no conseguía calmar su alma en pena, ahora parecía tan sumisa y apacible. Respiraba con naturalidad, relajada. Su cuerpo ya no padecía el frío de aquel mármol mortífero. Fraiah estaba bien... Al menos en apariencia. Inconscientemente, su cabeza se giró hacia un lado. Unos mechones de su cabello cayeron sobre su cuello. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente ya? ¿Unas... tres o cuatro horas? Sin contar, claro, las que estuvo inconsciente en aquella iglesia.
Al cabo de un rato, su mente empezó a accionar. Imágenes.. Imágenes de aquella noche regresaban, pero se entremezclaban con un montón de momentos felices. Fraiah se encontraba en una heladería y frente a ella había una persona... pero no podía ver su rostro. La joven reía. Reía sin parar. Pero no había más que sombra alrededor del rostro de su acompañante. Sin embargo, pudo ver su sonrisa. El muchacho se inclinó hacia adelante y, en de repente, el rostro de él se iluminó.
Nokku se había inclinado en su sueño para besarla.
Aquella visión no era más que el recuerdo de aquel día donde juntos salieron a pasear. Sin preocupaciones, disfrutando como simples adolescentes. La inmensa felicidad de aquel día nadie podría quitársela. Fraiah, recostada sobre aquel sofá, elevó su brazo, buscando vanamente aferrar aquel recuerdo, tocar a Nokku, aunque simplemente acariciase el aire. Una lágrima rodó por su mejilla y, entonces, despertó.
Sus enormes ojos violáceos se abrieron de par en par. La chica se quedó observando su mano fijamente. ¿Qué...? Parpadeó un par de veces, confusa, y dejó caer el brazo. ¿Por qué se sentía todo tan cálido? La chica miró a su alrededor y, entonces, sus pupilas se contrajeron. Se sentó de repente en el sofá y su corazón se aceleró. ¿Qué hacía ella en la casa de Nokku? Observó el traje que estaba cubriendo su cuerpo. Por un momento la desesperación de la esperanza la invadió. La chica apartó aquel atuendo verde y se puso de pie. Corrió por el hall y subió las escaleras. ¿Esto era un sueño? Llegó hasta la habitación de Nokku y abrió la puerta. Y, entonces, supo que esto debía ser alguna clase de equivocación. ¿Cómo había llegado allí? Fraiah se dejó caer de rodillas. No tenía sentido. Nada tenía sentido. Sus deseos estaban trastornándola. Se cubrió el rostro con ambas manos y mordió su labio inferior. ¿Por qué...?
- Por qué estoy aquí. ¡Por qué no te basta todo este dolor! -gritó, como si de repente estuviera enfadada con Nokku por aparecer allí. En cierto sentido, como si estuviera enfadada por no dejarla partir junto a él. Fraiah se puso de pie y bajó las escaleras. No podía permanecer allí. No podía permanecer con los recuerdos. Al pasar por el hall otra vez, se detuvo al ver un retrato de ella y Nokku un día de verano. Un día de verano exactamente igual al presente. La chica agarró la fotografía y la guardó en un cajón. Tras hacer aquello, caminó hacia la puerta. Debía irse de allí. Debía alejarse y debía hacerlo rápido. No había en ella un corazón que soportase tanta pérdida y dolor.
Finalmente, Fraiah desapareció. Y se llevó consigo todo el misterio.
Al cabo de un rato, su mente empezó a accionar. Imágenes.. Imágenes de aquella noche regresaban, pero se entremezclaban con un montón de momentos felices. Fraiah se encontraba en una heladería y frente a ella había una persona... pero no podía ver su rostro. La joven reía. Reía sin parar. Pero no había más que sombra alrededor del rostro de su acompañante. Sin embargo, pudo ver su sonrisa. El muchacho se inclinó hacia adelante y, en de repente, el rostro de él se iluminó.
Nokku se había inclinado en su sueño para besarla.
Aquella visión no era más que el recuerdo de aquel día donde juntos salieron a pasear. Sin preocupaciones, disfrutando como simples adolescentes. La inmensa felicidad de aquel día nadie podría quitársela. Fraiah, recostada sobre aquel sofá, elevó su brazo, buscando vanamente aferrar aquel recuerdo, tocar a Nokku, aunque simplemente acariciase el aire. Una lágrima rodó por su mejilla y, entonces, despertó.
Sus enormes ojos violáceos se abrieron de par en par. La chica se quedó observando su mano fijamente. ¿Qué...? Parpadeó un par de veces, confusa, y dejó caer el brazo. ¿Por qué se sentía todo tan cálido? La chica miró a su alrededor y, entonces, sus pupilas se contrajeron. Se sentó de repente en el sofá y su corazón se aceleró. ¿Qué hacía ella en la casa de Nokku? Observó el traje que estaba cubriendo su cuerpo. Por un momento la desesperación de la esperanza la invadió. La chica apartó aquel atuendo verde y se puso de pie. Corrió por el hall y subió las escaleras. ¿Esto era un sueño? Llegó hasta la habitación de Nokku y abrió la puerta. Y, entonces, supo que esto debía ser alguna clase de equivocación. ¿Cómo había llegado allí? Fraiah se dejó caer de rodillas. No tenía sentido. Nada tenía sentido. Sus deseos estaban trastornándola. Se cubrió el rostro con ambas manos y mordió su labio inferior. ¿Por qué...?
- Por qué estoy aquí. ¡Por qué no te basta todo este dolor! -gritó, como si de repente estuviera enfadada con Nokku por aparecer allí. En cierto sentido, como si estuviera enfadada por no dejarla partir junto a él. Fraiah se puso de pie y bajó las escaleras. No podía permanecer allí. No podía permanecer con los recuerdos. Al pasar por el hall otra vez, se detuvo al ver un retrato de ella y Nokku un día de verano. Un día de verano exactamente igual al presente. La chica agarró la fotografía y la guardó en un cajón. Tras hacer aquello, caminó hacia la puerta. Debía irse de allí. Debía alejarse y debía hacerlo rápido. No había en ella un corazón que soportase tanta pérdida y dolor.
Finalmente, Fraiah desapareció. Y se llevó consigo todo el misterio.
- Fraiah B. Eslin
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Humor : Volátil
Re: Casa de Nokku Damaru
Aquel vampiro me había causado muchos problemas, y esperaba que la cazadora le diera su merecido, despreciaba a esa clase de personas y más si eran vampiros. El cuerpo de Fraiah se sentía lívido y frío. Aquel neófito había hecho un buen trabajo intentando acabar con la vida de la muchacha, porque había estado a punto de conseguirlo. La sangre de mi frente tiño unos mechones de mi cabello y mientras corría se me metió en el ojo derecho dejandome ligeramente a la vez que me daba un aspecto tétrico y agresivo al mismo tiempo. También me dolía bastante el pecho, tenía una buena raja en el músculo del pectoral, había sido demasiado descuidado con ese chico. Nunca pensé que un vampiro recién convertido pudiera hacer todo eso, era demasiado exagerado. La próxima vez no lo subestimaría, acabaría con su resistencia en un solo ataque. Aunque eso pudiera ser demasiado rudo.
Llegué exhausto a la puerta de mi nueva casa, el antiguo hogar de Nokku. Abrí la puerta de una patada y dejé que esta se tambaleara y crujiera ante tal agresión. Pasé a dentro y miré con el ojo izquierdo a todas partes, pues tenía el derecho tapado a causa de la sangre. Abajo hacía todavía frío, ya se estaba haciendo de noche y lo mejor sería tratarla en las habitaciones en vez de en el salón. Cerré la puerta con la pierna sin girarme y emprendí mi carrera escaleras arriba. Una vez allí, en la incipiente oscuridad, la claridad de mis amarillentos iris me guiaron hasta la habitación más cercana. Rápidamente tumbé a Fraiah en la cama y comprobé su pulso. Seguía con vida... a duras penas. "Si tan solo no nos hubiéramos encontrado con ese vampiro... tal vez te hubiera podido conocer un poco más y... no habrías sufrido esas mordeduras" Pensé mientras me limpiaba con la manga la sangre de la cara, restregándola aun más por mi rostro pero permitiendo ahora que pudiera ver con ambos ojos. No esperé más tiempo, corrí hasta el baño y busque en los estantes, tenía que haber un kit o algo por algún lado. Y efectivamente, había un pequeño botiquín con vendas, gasas, alcohol etílico y algunas tiritas que seguramente nadie llegaría a usar.
Volví junto a aquella mujer y comencé a poner en práctica todo lo que sabía sobre primeros auxilios. En primer lugar, con un trapo largo hice un nudo en el antebrazo de Fraiah, apretando fuertemente para frenar un poco la ya de por si débil circulación de su brazo. Después, con cuidado retiré las vendas improvisadas de su muñeca, estaban empapadas en sangre y cuando retiré el último trozo pude comprobar como desde los dos agujeros de su muñeca saltaba un pequeño reguero de sangre. Tapé la herida lo más rápido que pude, mojé una gasa en alcohol etílico y lalimpie "Si estuvieras despierta seguramente esto te dolería bastante" Pensé mientras no paraba de trabajar a toda velocidad, por alguna extraña razón mi chica, mi bestia interior, no parecía reacia a prestarme su ayuda, me estaba dando sin parar las energías necesarias para poner a salvo a esa mujer, no lo comprendía muy bien pero estaba enormemente agradecido, sin su ayuda ni siquiera hubiera podido llegar a casa sin desplomarme por el camino "Los humanos somos tan débiles... incluso Nokku... sin ayuda no somos nada" Era amargo pensar eso pero en parte era verdad, aunque en otro momento me hubiera golpeado a mi mismo por pensar asi en ese instante acepté esa forma de ver las cosas mientras no paraba de manipular vendas y trapos sucios con sangre. Finalmente, con un movimiento uniforme y rápido vendé la muñeca de la chica con satisfactorios resultados: ya no sangraba, ya no corría peligro de muerte. Solo tenía que descansar durante un largo periodo de tiempo. Todo parecía estar bien, pero algo no cuadraba, todavía olía a sangre seca, y era de ella ¿Alguna herida anterior? Pero eso seguramente estaría debajo de su vestido... no podía simplemente hacer cualquier tontería que me viniera a la mente, luego me tomarían todos por un pervertido. Suspiré. Con sumo cuidado empecé a tantear por el vestido de Fraiah, teniendo cuidado con no tocar donde no debía y descubrí que tenía unos vendajes mal puestos a la altura del abdomen. Tenía que hacerlo, era la única forma, si no conseguía curarla bien podría infectarse y moriría. Asentí para mi mismo y con un pequeño cuchillo rompí la tela a la altura del abdomen, de todas formas ese vestido ya no tenía remedio con toda esa sangre y con todos esos rasguño. Vi que tenía razón, la chica tenía otra herida, y también era reciente. Había un poco de sangre seca en las vendas. También las corté con cuidado y se las quité sin provocar ninguna hemorragia. De nuevo con un trapo empapado en alcohol limpié la zona y me aseguré de que estaba todo desinfectado y sin sangre. La puse una gasa y la vendé con vendas limpias. Ahora si había acabado
Hacía frío y ella podría pillar un resfriado a lo tonto así que le pasé una manta por encima, pero eso no parecía suficiente pues tampoco parecía abrigar demasiado y no sabía donde guardaba Nokku los edredones. De pronto me acordé, mi traje estaba abajo, y era la mar de cálido en situaciones como esas. Bajé las escaleras y a punto estuve de caerme cuando sentí que la energía que me habían prestado poco a poco me abandonaba, ya no la necesitaba. Mis iris brillaron con ese verde tan amable momentos antes de que me tuviera que agarrar a la barandilla para no caerme bajo el propio peso de mi cuerpo. Estaba agotado. Me acerqué al sofá, recogí lentamente mi traje y me dispuse a subir los escalones cuando me acordé de que había una chimenea en la casa. Eso sería estupendo para hacer que ella entrara en calor más rápido. Me acerqué como dubitativo a la chimenea y comprobé que afortunadamente había unos troncos al lado, por suerte no tendría que salir a buscar madera. La encendí y después de observar un rato como aquel fuego consumía los troncos, como hipnotizado, me dirigí de nuevo a la habitación en la que descansaba Fraiah.
La noche ya había llegado a nuestras tierras y la luz del sol se había escondido definitivamente. Le puse el traje por encima a Fraiah y observé su rostro... se veía tan dulce mientras dormía. Sonreí ligeramente sin muchas ganas a causa del dolor de todos mis huesos y me olvide completamente de la mancha roja que recorría mi pecho, me había acostumbrado al picor de la herida y ya no sangraba así que me olvide de prestarle atención a pesar de que cualquiera que me hubiera visto en ese momento diría que había salido de una carnicería. Me acerqué una silla de madera que había pegada a una de las paredes de la habitación y me senté junto a la muchacha. La sangre de mi rostro ya se había secado y eso me daba un aspecto aún más demacrado que antes, parecía un zombie.
Sonreía de nuevo. Lo había conseguido, ella seguía con vida. Mis músculos parecieron ponerse de acuerdo con mi cerebro cuando ambos empezaron a sentirse muy pesados. Mis párpados querían cerrarse y mi cerebro solo pensaba en dormir, pero no quería, no quería perder de vista a la chica ni por un momento. Tenía que asegurarme de que su herida no se abría de nuevo, tenía que asegurarme de que ella seguiría bien. Pero el sueño simplemente me invadió por completo sin pedirme permiso y quedé tendido en la silla, completamente dormido mientras la luna iluminaba la pureza de la chica y la sangrienta imagen que todo mi cuerpo presentaba. Ofrecíamos un dulce contraste.
Recuerdos felices, recuerdos de los pocos momentos plácidos que había pasado en mi vida se vieron reflejados en mis sueños mientras en mi cara se dibujaba una sonrisa de niño. No había más sangre.
Llegué exhausto a la puerta de mi nueva casa, el antiguo hogar de Nokku. Abrí la puerta de una patada y dejé que esta se tambaleara y crujiera ante tal agresión. Pasé a dentro y miré con el ojo izquierdo a todas partes, pues tenía el derecho tapado a causa de la sangre. Abajo hacía todavía frío, ya se estaba haciendo de noche y lo mejor sería tratarla en las habitaciones en vez de en el salón. Cerré la puerta con la pierna sin girarme y emprendí mi carrera escaleras arriba. Una vez allí, en la incipiente oscuridad, la claridad de mis amarillentos iris me guiaron hasta la habitación más cercana. Rápidamente tumbé a Fraiah en la cama y comprobé su pulso. Seguía con vida... a duras penas. "Si tan solo no nos hubiéramos encontrado con ese vampiro... tal vez te hubiera podido conocer un poco más y... no habrías sufrido esas mordeduras" Pensé mientras me limpiaba con la manga la sangre de la cara, restregándola aun más por mi rostro pero permitiendo ahora que pudiera ver con ambos ojos. No esperé más tiempo, corrí hasta el baño y busque en los estantes, tenía que haber un kit o algo por algún lado. Y efectivamente, había un pequeño botiquín con vendas, gasas, alcohol etílico y algunas tiritas que seguramente nadie llegaría a usar.
Volví junto a aquella mujer y comencé a poner en práctica todo lo que sabía sobre primeros auxilios. En primer lugar, con un trapo largo hice un nudo en el antebrazo de Fraiah, apretando fuertemente para frenar un poco la ya de por si débil circulación de su brazo. Después, con cuidado retiré las vendas improvisadas de su muñeca, estaban empapadas en sangre y cuando retiré el último trozo pude comprobar como desde los dos agujeros de su muñeca saltaba un pequeño reguero de sangre. Tapé la herida lo más rápido que pude, mojé una gasa en alcohol etílico y lalimpie "Si estuvieras despierta seguramente esto te dolería bastante" Pensé mientras no paraba de trabajar a toda velocidad, por alguna extraña razón mi chica, mi bestia interior, no parecía reacia a prestarme su ayuda, me estaba dando sin parar las energías necesarias para poner a salvo a esa mujer, no lo comprendía muy bien pero estaba enormemente agradecido, sin su ayuda ni siquiera hubiera podido llegar a casa sin desplomarme por el camino "Los humanos somos tan débiles... incluso Nokku... sin ayuda no somos nada" Era amargo pensar eso pero en parte era verdad, aunque en otro momento me hubiera golpeado a mi mismo por pensar asi en ese instante acepté esa forma de ver las cosas mientras no paraba de manipular vendas y trapos sucios con sangre. Finalmente, con un movimiento uniforme y rápido vendé la muñeca de la chica con satisfactorios resultados: ya no sangraba, ya no corría peligro de muerte. Solo tenía que descansar durante un largo periodo de tiempo. Todo parecía estar bien, pero algo no cuadraba, todavía olía a sangre seca, y era de ella ¿Alguna herida anterior? Pero eso seguramente estaría debajo de su vestido... no podía simplemente hacer cualquier tontería que me viniera a la mente, luego me tomarían todos por un pervertido. Suspiré. Con sumo cuidado empecé a tantear por el vestido de Fraiah, teniendo cuidado con no tocar donde no debía y descubrí que tenía unos vendajes mal puestos a la altura del abdomen. Tenía que hacerlo, era la única forma, si no conseguía curarla bien podría infectarse y moriría. Asentí para mi mismo y con un pequeño cuchillo rompí la tela a la altura del abdomen, de todas formas ese vestido ya no tenía remedio con toda esa sangre y con todos esos rasguño. Vi que tenía razón, la chica tenía otra herida, y también era reciente. Había un poco de sangre seca en las vendas. También las corté con cuidado y se las quité sin provocar ninguna hemorragia. De nuevo con un trapo empapado en alcohol limpié la zona y me aseguré de que estaba todo desinfectado y sin sangre. La puse una gasa y la vendé con vendas limpias. Ahora si había acabado
Hacía frío y ella podría pillar un resfriado a lo tonto así que le pasé una manta por encima, pero eso no parecía suficiente pues tampoco parecía abrigar demasiado y no sabía donde guardaba Nokku los edredones. De pronto me acordé, mi traje estaba abajo, y era la mar de cálido en situaciones como esas. Bajé las escaleras y a punto estuve de caerme cuando sentí que la energía que me habían prestado poco a poco me abandonaba, ya no la necesitaba. Mis iris brillaron con ese verde tan amable momentos antes de que me tuviera que agarrar a la barandilla para no caerme bajo el propio peso de mi cuerpo. Estaba agotado. Me acerqué al sofá, recogí lentamente mi traje y me dispuse a subir los escalones cuando me acordé de que había una chimenea en la casa. Eso sería estupendo para hacer que ella entrara en calor más rápido. Me acerqué como dubitativo a la chimenea y comprobé que afortunadamente había unos troncos al lado, por suerte no tendría que salir a buscar madera. La encendí y después de observar un rato como aquel fuego consumía los troncos, como hipnotizado, me dirigí de nuevo a la habitación en la que descansaba Fraiah.
La noche ya había llegado a nuestras tierras y la luz del sol se había escondido definitivamente. Le puse el traje por encima a Fraiah y observé su rostro... se veía tan dulce mientras dormía. Sonreí ligeramente sin muchas ganas a causa del dolor de todos mis huesos y me olvide completamente de la mancha roja que recorría mi pecho, me había acostumbrado al picor de la herida y ya no sangraba así que me olvide de prestarle atención a pesar de que cualquiera que me hubiera visto en ese momento diría que había salido de una carnicería. Me acerqué una silla de madera que había pegada a una de las paredes de la habitación y me senté junto a la muchacha. La sangre de mi rostro ya se había secado y eso me daba un aspecto aún más demacrado que antes, parecía un zombie.
Sonreía de nuevo. Lo había conseguido, ella seguía con vida. Mis músculos parecieron ponerse de acuerdo con mi cerebro cuando ambos empezaron a sentirse muy pesados. Mis párpados querían cerrarse y mi cerebro solo pensaba en dormir, pero no quería, no quería perder de vista a la chica ni por un momento. Tenía que asegurarme de que su herida no se abría de nuevo, tenía que asegurarme de que ella seguiría bien. Pero el sueño simplemente me invadió por completo sin pedirme permiso y quedé tendido en la silla, completamente dormido mientras la luna iluminaba la pureza de la chica y la sangrienta imagen que todo mi cuerpo presentaba. Ofrecíamos un dulce contraste.
Recuerdos felices, recuerdos de los pocos momentos plácidos que había pasado en mi vida se vieron reflejados en mis sueños mientras en mi cara se dibujaba una sonrisa de niño. No había más sangre.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
La felicidad de los humanos es tan efímera como su propia existencia.
Aquel cazador lo había logrado. De una forma inimaginable, pero lo había conseguido. Había salvado la vida de Fraiah en dos ocasiones desde que él se atrevió a poner un pie sobre este maldito pueblo. Primero, la había rescatado de la frialdad de la tumba de Nokku cuando el frío acechaba su cuerpo ligero de ropas. Y, hace unas horas, había evitado que un vampiro se llevara su vida. Si bien el neófito no tenía verdaderas intenciones de asesinarla, no había podido con sus instintos. Y Fraiah, con su estúpida y patética bondad de siempre, le había ofrecido lo más preciado que tenía para conservar lo que quedaba de su rota existencia: su sangre.
Dos veces le había salvado la vida; de ninguna de las dos ocasiones ella tenía idea. Qué casualidades más curiosas, ¿verdad? Y más curioso sería su despertar y su consecuente reacción, pues nuevamente sus ojos hallarían la calidez de la casa de aquel novio fallecido que jamás regresará. Como si la ironía de la vida y sus múltiples vueltas llevaran a Fraiah a un callejón sin salida -a un círculo vicioso de nunca acabar- una y otra vez, la joven lo primero que vería al despertar sería aquel sitio que tantos recuerdos albergó y alberga; sería aquella sensación de placidez bañada en tristeza...
Sería el segundo despertar tras apreciar de cerca el oscuro abismo de los ojos de la Muerte.
La herida de Fraiah ya no sangraba. Su respiración se había normalizado, relativamente. Era leve, algo entrecortada, pero lograba ingresar el suficiente oxígeno al organismo de la chica como para que continuara con vida. No obstante, no movió un solo músculo. Ni siquiera tembló su dedo índice. La joven estaba completamente inconsciente, recuperándose internamente de sus heridas emocionales y psicológicas y, externamente, de sus heridas físicas. Lamentablemente, unas eran más difíciles de curar que otras.
Lamentablemente, su alma no cicatrizaría hasta dentro de un largo tiempo que amenazaba con ser Eterno.
La noche había caído y la tenue luz de la Luna irradiaba belleza en el interior de aquella pequeña habitación. Esa habitación en la cual tantas veces Fraiah estuvo con Nokku, ya sea discutiendo con él, cuidándolo luego de misiones que lo dejaban exhausto y herido, o simplemente durmiendo tranquilamente. Esa misma cama había albergado el cuerpo de Fraiah cuando Nokku lo regresó a la humanidad a la cual siempre perteneció. Estos, junto con otros recuerdos, recorrían fugazmente la mente de la chica. Apenas apretó sus párpados como muestra de que estaba soñando. Entre todas las bellas imágenes, también llegaron las feas. Incluso pinturas espontáneas del suceso reciente con Ziel llegaban hasta ella. Las palabras de aquel chico habían sido canalizadas por los sentidos de Fraiah aunque no pudo responderle. Lo había oído en medio de su inconsciencia, y lo había guardado todo en su interior.
- N-no... él... él no t-tiene la c-culpa... -susurró de manera casi imperceptible, pues apenas movía sus labios para ello. Ladeó la cabeza hacia un lado mientras el cazador dormitaba en aquella silla de madera. Varios mechones de su cabello castaño se deslizaron por su rostro y pecho y cayeron hacia un lado. Fraiah apretó los párpados otra vez. No quería que le hicieran daño a Ziel. Él simplemente estaba devastado y tenía mucho que aprender. Ambas cosas son una combinación fatal para un neófito. ¿Acaso nadie podía comprender eso? ¿Por qué les costaba tanto tratarlo con cariño? Ella misma había visto a ese chico en la casa de Kasha una vez, completamente debilitado por la falta de sangre, maltratado y humillado por aquel vampiro loco y lascivo que ahora quién sabe cómo lo trata. Simplemente, ella lo había visto en sus últimos momentos como humano, antes de su ruina completa. Él solo quería amor y compasión, entonces... ¿por qué sólo le otorgaban intolerancia y rencor? De todos modos, tampoco culpaba a Kasha o al Desconocido cazador. Ella era su amiga y él, simplemente, no conocía a Ziel y quería cumplir con su deber. Realmente, no culpaba a nadie y a su vez culpaba a todos. ¿Quién podría entender una mente tan enroscada como la de Fraiah Blade Eslin? Excesiva bondad autodestructiva y desbordante oscuridad luminosa. Así era como ella se sentía últimamente. Así era como la Vida y el Destino la habían forjado. Ella misma, en su diminuta y letal existencia, era un arma de doble filo; una reluciente espada de diamante capaz de soportarlo todo y cortarlo todo.
La chica, en medio de su somnolencia, apretó una de sus manos en un puño, justo la mano que poseía la muñeca desgarrada. ¿Por qué él no estaba con ella para cuidarla y protegerla? ¿Por qué no estaba para brindarle su cariño y amor? Su sonrisa bastaba para darle luz a su vida; su risa a causa de sus malos chistes bastaba aún más para alegrarle la vida por completo. ¿Dónde estaba aquel preciado ser? ¿Por qué se lo habían arrebatado tan injustamente?
Una lágrima rodó por la mejilla de la chica al tiempo que sus labios murmuraron de forma agonizante un nombre: "Nokku". Él, quien era su más profundo y eterno sueño; su más codiciado y certero deseo. Él, ángel oscuro, caballero y verdugo. Él, único en cada aspecto.
- ¿Por qué..? Nok... -sus labios volvieron a murmurar palabras relacionadas a su persona, pero era casi imposible comprenderlas. De por sí eran apenas audibles, y más difícil resultaba entonces entenderlas. Se trataba de un diálogo efímero como la existencia de ella, como la existencia de todos los humanos, y se trataba a la vez de un diálogo entre una mujer que ama y su fallecido amante.
¿Acaso es tu sacrificio el que me mantiene con vida cada día?
¿Acaso es tu sangre la que se derrama a cambio de la mía en cada ocasión?
¿Acaso es tu sangre la que se derrama a cambio de la mía en cada ocasión?
~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Unas horas más transcurrieron. Fraiah, quien se encontraba sumida en aquel letargo, comenzó a reaccionar. Lentamente, sus ojos se abrieron de par en par. Parpadeó con pesadez. Comenzó a flexionar los dedos de sus manos, pues apenas sentía sus extremidades. ¿Qué había ocurrido? ¿Por qué se encontraba acostada en una cama? Los recuerdos afloraron con rapidez luego de su despertar y, entonces, comprendió todo. Aquel chico, Ziel, se había descontrolado y había bebido de ella hasta dejarla inconsciente. Había estado cerca, ciertamente, de matarla, pero no lo hizo. Fraiah intentó incorporarse, pero desistió. Aún se encontraba confundida, y aún más cuando apreció aquella habitación. Sus pupilas se dilataron. Su corazón se aceleró. Su pulso se alteró. ¿Otra vez estaba en la casa de Nokku? ¿Por qué despertaba en un lugar como ese cada vez que ocurría algo? Sobre todo... ¿cómo llegaba hasta allí? Su corazón dio un vuelco mientras intentaba razonar y reaccionar. Sin embargo, al girar un poco su cabeza, lo vio.
Cabellos dorados y sueño apacible. Aspecto de príncipe, alma de cazador.
Tragó saliva. Estaba confundida. ¿Por qué él estaba en la casa de Nokku? ¿Por qué ella había terminado allí? Miró su propio cuerpo y advirtió las vendas, una de ellas en zonas que no le hubiera gustado que él observase. Fraiah siempre había sido muy pudorosa, y más aún con extraños. Regresó sus ojos a él. Parecía exhausto, realmente cansado. La chica se encontraba exaltada pero no podía hacer nada al respecto. Sentía que si se levantaba de allí caería al suelo irremediablemente a causa de la debilidad que sentía en su cuerpo. No obstante, la tensión de su alma y corazón estaban acribillándola desde dentro. Se llevó una mano a la cabeza, a la altura de su frente. ¿Qué demonios estaba ocurriendo aquí? No podía continuar en aquella cabaña. No podía soportarlo... La incertidumbre y la confusión estaban atormentándola. Aún así, relajó su cuerpo. Se quedó mirando el techo. Esto debía ser una pesadilla, un mal sueño. Entonces, ¿por qué parecía tan malditamente real?
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
Retazos de recuerdos, lazos destrozados, dolor, soledad... frío, un rincón oscuro y húmedo. Un viento desolador, gritos ahogados por la lejanía, el olor de la sangre, el miedo a perder algo más que la vida. Había vuelto a ser un niño, con el pelo aun corto, asustadizo, débil... estaba confuso, perdido, desesperado. Jadee de miedo en mis sueños mientras intentaba ocultarme aun más en aquel oscuro, frió y húmedo rincón de piedra. Una risa tétrica que parece venir de todos lados. Me tapé con las manos, haciéndome un ovillo.
Noo... déjame por favor
Era lo único que mi boca podía emitir, un corto quejido, un lamento, una llamada de auxilio tan débil que ni siquiera yo mismo era capaz de escuchar con claridad. La risa paró en seco, pero un nuevo sonido aún más terrorífico invadió mi mente: el siniestro chirrido de unas garras siendo expuestas al frío cemento de la calle, el insoportable sonido de decenas de huesos partiéndose, la agobiante experiencia de tener que escuchar desde la penumbra como los músculos son desgarrados por seres diabólicos mientras el eco de la sangre salpicando el suelo corrompía mi cordura.
Para... detén esto...
Sollocé de nuevo mientras me tapaba los oídos para no escuchar nada de eso pero un frío siberiano recorría mi piel, me estaba helando a un ritmo inhumano. Pude exhalar una pequeña nube de bao mientras me encogía de nuevo en mi rincón. Unos pasos, unos pesados y oscos pasos se acercaban poco a poco hacia mi en la oscuridad. La figura de un monstruo agigantado se perfiló delante de mis ojos. Era una criatura que no dejaba de sonreírme, desafiándome. Lo miré con los ojos bañados en lagrimas mientras seguía intentando pasar desapercibido.
Y... ¿Quién me lo va a impedir? Jujujujuju.... ¿Tú?
Su alargado y delgado dedo me señalo con su afilada y sucia uña, me podría matar con un simple movimiento de su muñeca. El terror era insoportable, no quería estar ahí, no quería seguir con aquello.
Nadie puede... él tampoco pudo trshshshsh
Susurró aquel demonio mientras que llevaba su mano hacia su espalda, llevaba algo y parecía que quería enseñármelo. Lentamente, aun con la sonrisa en su rostro, arrastró su brazo con un objeto colgando. Era redondo, tenía mucho pelo azul y unos hilillos rojos se deslizaban desde su base hasta el suelo. El demonio bajó el objeto hasta depositarlo a mis pies. No podía creer lo que estaba viendo, no quería aceptarlo, era... su cabeza. La cabeza de Nokku. En ese momento me olvide de respirar, de llorar, de existir. Mis pensamientos se paralizaron en aquel nombre, Nokku. "No...no...." negué ligeramente con la cabeza sin poder apartar la vista de aquel objeto mientras aquel endiablado ser me miraba y no paraba de reírse.
Con un quejido y el chasquido de mi rodilla me puse en pié, imponiéndome a esa figura, a la que no le llegaba ni a la altura de la cintura. Mi consternación comenzó a convertirse rápidamente en furia y rencor y finalmente pasó a un estado de calmada determinación. Levanté la mirada, mostrándole a aquella pesadilla unos ojos libres de miedo, de nerviosismo, de desequilibrio. Eran unos ojos llenos de un odio profundo y arraigado que se mostraba en una forma completa y aparentemente pasiva. Si habían acabado con la única persona que me importaba en el mundo entonces yo tendría que ser el doble de fuerte, el doble de resistente.... No iba a dejar que la muerte fuera en vano, antes me arrancaría un brazo. Ninguna entidad se podría interponer en mi camino y detenerme en mi avance hacia ese objetivo. El día en el que habían asesinado a Nokku también hubieran de presenciar el nacimiento de un hombre con una determinación totalmente inaplacable, inquebrantable.
Rugí esperándome cualquier reacción. No me importaba si se cabreaba o no ese bicho, lucharía contra el si hacía falta. Pero en lugar de eso aquel mundo, aquella dimensión de sufrimiento simplemente comenzó a derrumbarse, a descomponerse poco a poco mientras yo me despertaba, sobresaltado.
Abrí lentamente los ojos, me había dormido completamente y los primeros rallos de sol me golpeaban en mis semi cerradas pupilas. Me tapé del sol con el antebrazo y miré a Fraiah-chan. Estaba bien... eso era estupendo. No advertía a diferenciar si ella estaba dormida o despierta pues mis ojos no se habían acostumbrado todavía a la intensa luz. De cualquier forma, todo me olía a sangre, no me había podido lavar desde la batalla, mi cara estaba entera cubierta de ese líquido negro, sangre seca que se resquebrajaba en mi mejilla y la parte inferior de mi labio.
Finalmente todo había salido bien al final, no podía estar más contento. Me preguntaba si la otra cazadora estaría bien ella sola con ese vampiro... seguramente si. Suspiré, había cosas que hacer, como... ducharme y comer algo, tenía un hambre atroz, me podría comer un momut... hmmmm caaaarne. Divague un poco en mis pensamientos golosos mientras observaba dubitativo por la ventana, era un día precioso, pero... había algo raro, no sabía decir que era exactamente pero algo me molestaba. Me encogí de hombros y me dispuse a levantarme de la silla.
Un dolor agudo y muy molesto recorrió mi pecho. La herida, me había olvidado de ella, me había descuidado y por imprudente e impulsivo ese vampiro había conseguido alcanzarme. Si tan solo hubiera reaccionado de manera más fría en vez de lanzarme furioso al ataque al ver que esa chica estaba en peligro nada de eso hubiera ocurrido... oh... tal vez ella tampoco estaría allí. En ese caso merecía la pena sufrir heridas diez veces más peligrosas que esa.
Me llevé una mano al pecho y sentí como mis fuerzas me abandonaban. Un bajón en ese momento tan oportuno hizo que me precipitara al suelo, ya que no tenía a ningún sitio al que agarrarme, además lo vi todo blanco por unos momentos. Caí de rodillas con un golpe seco y con una mueca de dolor en la boca. Había aterrizado bien, aunque el descenso había sido muy lento porque mis piernas consiguieron aguantar parte de mi peso antes de ceder. Bakame. "¿Hace cuánto tiempo que no comes baka? Es normal que te pasen estas cosas. Después de la depresión, el viaje, el frio, más frio y la batalla deberías estar ingresado en el hospital más cercano" me dije a mi mismo mientras intentaba soportar el dolor del pectoral. Sonreí, la situación era muy cómica, siempre me pasaban cosas de ese estilo por no tener cuidado suficiente, realmente tenía muy mala suerte. solté un imperceptible quejido cuando me di cuenta de que mi rasgado camisón se había pegado a la herida de mi pecho a causa de la sangre. Era algo doloroso y poco higiénico. Tendría que arrancarme literalmente esas telas del cuerpo, y sabía que me iba a doler. Pero sería más fácil quitarlo con agua, tenía que humedecerlo. Me ducharía con el camisón, si, eso sería lo ideal.
Apoyé una mano en la cama de Fraiah mientras intentaba levantarme como un viejo invalido que aun no quiere aceptar que no se puede mover bien por cuenta propia. Ese pequeño rasguño no era nada en comparación con lo que había conseguido y la falta de sangre en mis músculos y el azúcar de esta misma era un insignificante precio a pagar por mis acciones. Al fin y al cabo solo tenía que llegar a la cocina y devorarlo todo... tenía que haber comida abajo, Nokku no era capaz de pasar unas horas sin meterse un trozo de carne a la boca y eso ea algo que por primera vez agradecía ¿Se recuperaría pronto esa chica?
Noo... déjame por favor
Era lo único que mi boca podía emitir, un corto quejido, un lamento, una llamada de auxilio tan débil que ni siquiera yo mismo era capaz de escuchar con claridad. La risa paró en seco, pero un nuevo sonido aún más terrorífico invadió mi mente: el siniestro chirrido de unas garras siendo expuestas al frío cemento de la calle, el insoportable sonido de decenas de huesos partiéndose, la agobiante experiencia de tener que escuchar desde la penumbra como los músculos son desgarrados por seres diabólicos mientras el eco de la sangre salpicando el suelo corrompía mi cordura.
Para... detén esto...
Sollocé de nuevo mientras me tapaba los oídos para no escuchar nada de eso pero un frío siberiano recorría mi piel, me estaba helando a un ritmo inhumano. Pude exhalar una pequeña nube de bao mientras me encogía de nuevo en mi rincón. Unos pasos, unos pesados y oscos pasos se acercaban poco a poco hacia mi en la oscuridad. La figura de un monstruo agigantado se perfiló delante de mis ojos. Era una criatura que no dejaba de sonreírme, desafiándome. Lo miré con los ojos bañados en lagrimas mientras seguía intentando pasar desapercibido.
Y... ¿Quién me lo va a impedir? Jujujujuju.... ¿Tú?
Su alargado y delgado dedo me señalo con su afilada y sucia uña, me podría matar con un simple movimiento de su muñeca. El terror era insoportable, no quería estar ahí, no quería seguir con aquello.
Nadie puede... él tampoco pudo trshshshsh
Susurró aquel demonio mientras que llevaba su mano hacia su espalda, llevaba algo y parecía que quería enseñármelo. Lentamente, aun con la sonrisa en su rostro, arrastró su brazo con un objeto colgando. Era redondo, tenía mucho pelo azul y unos hilillos rojos se deslizaban desde su base hasta el suelo. El demonio bajó el objeto hasta depositarlo a mis pies. No podía creer lo que estaba viendo, no quería aceptarlo, era... su cabeza. La cabeza de Nokku. En ese momento me olvide de respirar, de llorar, de existir. Mis pensamientos se paralizaron en aquel nombre, Nokku. "No...no...." negué ligeramente con la cabeza sin poder apartar la vista de aquel objeto mientras aquel endiablado ser me miraba y no paraba de reírse.
Con un quejido y el chasquido de mi rodilla me puse en pié, imponiéndome a esa figura, a la que no le llegaba ni a la altura de la cintura. Mi consternación comenzó a convertirse rápidamente en furia y rencor y finalmente pasó a un estado de calmada determinación. Levanté la mirada, mostrándole a aquella pesadilla unos ojos libres de miedo, de nerviosismo, de desequilibrio. Eran unos ojos llenos de un odio profundo y arraigado que se mostraba en una forma completa y aparentemente pasiva. Si habían acabado con la única persona que me importaba en el mundo entonces yo tendría que ser el doble de fuerte, el doble de resistente.... No iba a dejar que la muerte fuera en vano, antes me arrancaría un brazo. Ninguna entidad se podría interponer en mi camino y detenerme en mi avance hacia ese objetivo. El día en el que habían asesinado a Nokku también hubieran de presenciar el nacimiento de un hombre con una determinación totalmente inaplacable, inquebrantable.
¡¡¡CALLATE!!!
Rugí esperándome cualquier reacción. No me importaba si se cabreaba o no ese bicho, lucharía contra el si hacía falta. Pero en lugar de eso aquel mundo, aquella dimensión de sufrimiento simplemente comenzó a derrumbarse, a descomponerse poco a poco mientras yo me despertaba, sobresaltado.
Abrí lentamente los ojos, me había dormido completamente y los primeros rallos de sol me golpeaban en mis semi cerradas pupilas. Me tapé del sol con el antebrazo y miré a Fraiah-chan. Estaba bien... eso era estupendo. No advertía a diferenciar si ella estaba dormida o despierta pues mis ojos no se habían acostumbrado todavía a la intensa luz. De cualquier forma, todo me olía a sangre, no me había podido lavar desde la batalla, mi cara estaba entera cubierta de ese líquido negro, sangre seca que se resquebrajaba en mi mejilla y la parte inferior de mi labio.
Finalmente todo había salido bien al final, no podía estar más contento. Me preguntaba si la otra cazadora estaría bien ella sola con ese vampiro... seguramente si. Suspiré, había cosas que hacer, como... ducharme y comer algo, tenía un hambre atroz, me podría comer un momut... hmmmm caaaarne. Divague un poco en mis pensamientos golosos mientras observaba dubitativo por la ventana, era un día precioso, pero... había algo raro, no sabía decir que era exactamente pero algo me molestaba. Me encogí de hombros y me dispuse a levantarme de la silla.
Un dolor agudo y muy molesto recorrió mi pecho. La herida, me había olvidado de ella, me había descuidado y por imprudente e impulsivo ese vampiro había conseguido alcanzarme. Si tan solo hubiera reaccionado de manera más fría en vez de lanzarme furioso al ataque al ver que esa chica estaba en peligro nada de eso hubiera ocurrido... oh... tal vez ella tampoco estaría allí. En ese caso merecía la pena sufrir heridas diez veces más peligrosas que esa.
Me llevé una mano al pecho y sentí como mis fuerzas me abandonaban. Un bajón en ese momento tan oportuno hizo que me precipitara al suelo, ya que no tenía a ningún sitio al que agarrarme, además lo vi todo blanco por unos momentos. Caí de rodillas con un golpe seco y con una mueca de dolor en la boca. Había aterrizado bien, aunque el descenso había sido muy lento porque mis piernas consiguieron aguantar parte de mi peso antes de ceder. Bakame. "¿Hace cuánto tiempo que no comes baka? Es normal que te pasen estas cosas. Después de la depresión, el viaje, el frio, más frio y la batalla deberías estar ingresado en el hospital más cercano" me dije a mi mismo mientras intentaba soportar el dolor del pectoral. Sonreí, la situación era muy cómica, siempre me pasaban cosas de ese estilo por no tener cuidado suficiente, realmente tenía muy mala suerte. solté un imperceptible quejido cuando me di cuenta de que mi rasgado camisón se había pegado a la herida de mi pecho a causa de la sangre. Era algo doloroso y poco higiénico. Tendría que arrancarme literalmente esas telas del cuerpo, y sabía que me iba a doler. Pero sería más fácil quitarlo con agua, tenía que humedecerlo. Me ducharía con el camisón, si, eso sería lo ideal.
Apoyé una mano en la cama de Fraiah mientras intentaba levantarme como un viejo invalido que aun no quiere aceptar que no se puede mover bien por cuenta propia. Ese pequeño rasguño no era nada en comparación con lo que había conseguido y la falta de sangre en mis músculos y el azúcar de esta misma era un insignificante precio a pagar por mis acciones. Al fin y al cabo solo tenía que llegar a la cocina y devorarlo todo... tenía que haber comida abajo, Nokku no era capaz de pasar unas horas sin meterse un trozo de carne a la boca y eso ea algo que por primera vez agradecía ¿Se recuperaría pronto esa chica?
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Re: Casa de Nokku Damaru
Fraiah no había conseguido pegar un ojo otra vez. Al menos, no había conseguido hacerlo realmente. Si cerraba los ojos, era simplemente para pensar. Quería conservar la calma, porque si no lo hacía sabía perfectamente que saldría corriendo de aquella casa como la primera vez que se encontró allí luego de despertar de un desmayo. Fraiah suspiró. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué ese hombre la había llevado allí? ¿Qué tenía que ver con Nokku? ¿Acaso… acaso habían vendido su casa luego de su muerte? No, eso no podría ser posible, ella lo hubiera sabido de antemano si ese fuera el caso y lo habría evitado a toda costa. Jamás permitiría que un desconocido usurpase el lugar que por derecho le pertenecía a su novio, aunque este ya no se encontrara en el plano de los vivos…
Suspiró otra vez. La mente iba a mil. Sin embargo, escuchó un ruido seco y abrió los ojos de repente. Al girar el rostro, vio a aquel hombre soportando su peso a duras penas. Fraiah tragó saliva. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Él era un desconocido… Ella estaba a su cuidado –o al menos eso supuso por el vendaje y la comodidad de la cama- y ciertamente no sabía cómo accionar. Aún así, el instinto de Fraiah actuó primero. La chica elevó su torso y se sentó en la cama. Clavó sus ojos sobre él. No se encontraba bien. Parecía débil y dolorido. La joven arrugó el ceño, en señal de tristeza. No le agradaba que las personas sufrieran heridas por su culpa. En este momento, por curioso que pareciera, no podía sentirse mal por su propia pena. Era como si a pesar de saber dónde se encontraba, los recuerdos que ese lugar acarreaba y la desdicha que aconteció sobre los habitantes de este pueblo hace unos días, no pudiera sentirse deprimida y desolada como horas anteriores. Parecía que el efecto de aquel vampiro aún perduraba en ella. Y Fraiah, lo único que se preguntaba, era hasta cuándo.
Bajó la mirada y continuó observando al hombre. Iba a hablar, pero él se puso de pie y se sostuvo con la madera de la cama. Fraiah, en ese instante, pudo ver su rostro. Levantó el brazo que no poseía la herida en la muñeca y apoyó su mano sobre el hombro del hombre, para ayudarle a sostenerse. La redondez del iris violeta de la chica se clavó en los ojos esmeraldas de él. Fraiah mostraba una extraña fortaleza interna, quizás algo oscura, quizás algo benevolente… Tenía un brillo agridulce en los ojos que denotaban misterio y profundidad de pensamientos en el abismo oscuro de sus pupilas. Al cabo de unos momentos, habló:
- ¿Se encuentra bien? –preguntó, de manera respetuosa, pues no sabía quién era y no iba a tratarlo como a cualquier persona conocida, pues no le parecía lo correcto tanta confianza, y mucho menos luego de haberle ayudado y salvado la vida. Ah, ¿qué haría Fraiah si supiera que esta no era la primera vez? Quién sabe-. Siéntese –ordenó delicadamente, pues quería evitar que él acabara desmayado en el suelo. Observó su aspecto, el corte que tenía en el pecho y la tela del camisón que se había pegado a la herida. Hizo una pequeña mueca de desagrado con la boca-. Eso debe doler… Si no lo cura, puede infectarse –comentó, ascendiendo su mirada desde el pecho del muchacho hasta sus ojos otra vez.
Definitivamente, ese hombre estaba herido, cansado y hambriento. ¿Quién diría que un sujeto con su aspecto acabaría metido entre pleitos de vampiros? Fraiah jamás hubiera creído que era cazador. Distaba mucho de parecer uno. Fraiah realmente estaba confundida, tanto por el lugar donde se encontraba, como por la identidad desconocida de aquel sujeto. Sin embargo, lo único que ella tenía claro ahora era que debía ayudarlo igual que él lo había hecho.
- Permítame ayudarlo –susurró, quitándose las mantas de encima y sentándose en el borde de la cama junto a él. Fraiah observó que su vestido estaba rasgada en el abdomen. Abrió los ojos. No se veía nada de su cuerpo que no debiera ser visto, así que lo dejó estar. Miró a su alrededor e iba a dirigirse al armario para abastecerse con los primeros auxilios, pero se detuvo. También habría podido ir a la cocina, pero se detuvo igualmente ante la idea. Aunque ella supiera el lugar de cada cosa allí, no debía demostrar su conocimiento acerca de la casa. No frente a un desconocido frente al cual no quería admitir quién era ella en verdad y acribillarle de preguntas acerca de qué demonios hacía él habitando la casa de su amado difunto.
- Ehm… ¿dónde tiene el botiquín de primeros auxilios? Primero lo ayudaré con eso y, luego, si me permite, puedo hacerle algo de comer –susurró, mirándolo por encima de su hombro, pues se encontraba dándole la espalda. Fraiah consideraba que ayudarle era lo correcto. Además, si lo hacía pronto, más rápido podría irse de allí y alejarse de los tan sentidos recuerdos.
Suspiró otra vez. La mente iba a mil. Sin embargo, escuchó un ruido seco y abrió los ojos de repente. Al girar el rostro, vio a aquel hombre soportando su peso a duras penas. Fraiah tragó saliva. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Él era un desconocido… Ella estaba a su cuidado –o al menos eso supuso por el vendaje y la comodidad de la cama- y ciertamente no sabía cómo accionar. Aún así, el instinto de Fraiah actuó primero. La chica elevó su torso y se sentó en la cama. Clavó sus ojos sobre él. No se encontraba bien. Parecía débil y dolorido. La joven arrugó el ceño, en señal de tristeza. No le agradaba que las personas sufrieran heridas por su culpa. En este momento, por curioso que pareciera, no podía sentirse mal por su propia pena. Era como si a pesar de saber dónde se encontraba, los recuerdos que ese lugar acarreaba y la desdicha que aconteció sobre los habitantes de este pueblo hace unos días, no pudiera sentirse deprimida y desolada como horas anteriores. Parecía que el efecto de aquel vampiro aún perduraba en ella. Y Fraiah, lo único que se preguntaba, era hasta cuándo.
Bajó la mirada y continuó observando al hombre. Iba a hablar, pero él se puso de pie y se sostuvo con la madera de la cama. Fraiah, en ese instante, pudo ver su rostro. Levantó el brazo que no poseía la herida en la muñeca y apoyó su mano sobre el hombro del hombre, para ayudarle a sostenerse. La redondez del iris violeta de la chica se clavó en los ojos esmeraldas de él. Fraiah mostraba una extraña fortaleza interna, quizás algo oscura, quizás algo benevolente… Tenía un brillo agridulce en los ojos que denotaban misterio y profundidad de pensamientos en el abismo oscuro de sus pupilas. Al cabo de unos momentos, habló:
- ¿Se encuentra bien? –preguntó, de manera respetuosa, pues no sabía quién era y no iba a tratarlo como a cualquier persona conocida, pues no le parecía lo correcto tanta confianza, y mucho menos luego de haberle ayudado y salvado la vida. Ah, ¿qué haría Fraiah si supiera que esta no era la primera vez? Quién sabe-. Siéntese –ordenó delicadamente, pues quería evitar que él acabara desmayado en el suelo. Observó su aspecto, el corte que tenía en el pecho y la tela del camisón que se había pegado a la herida. Hizo una pequeña mueca de desagrado con la boca-. Eso debe doler… Si no lo cura, puede infectarse –comentó, ascendiendo su mirada desde el pecho del muchacho hasta sus ojos otra vez.
Definitivamente, ese hombre estaba herido, cansado y hambriento. ¿Quién diría que un sujeto con su aspecto acabaría metido entre pleitos de vampiros? Fraiah jamás hubiera creído que era cazador. Distaba mucho de parecer uno. Fraiah realmente estaba confundida, tanto por el lugar donde se encontraba, como por la identidad desconocida de aquel sujeto. Sin embargo, lo único que ella tenía claro ahora era que debía ayudarlo igual que él lo había hecho.
- Permítame ayudarlo –susurró, quitándose las mantas de encima y sentándose en el borde de la cama junto a él. Fraiah observó que su vestido estaba rasgada en el abdomen. Abrió los ojos. No se veía nada de su cuerpo que no debiera ser visto, así que lo dejó estar. Miró a su alrededor e iba a dirigirse al armario para abastecerse con los primeros auxilios, pero se detuvo. También habría podido ir a la cocina, pero se detuvo igualmente ante la idea. Aunque ella supiera el lugar de cada cosa allí, no debía demostrar su conocimiento acerca de la casa. No frente a un desconocido frente al cual no quería admitir quién era ella en verdad y acribillarle de preguntas acerca de qué demonios hacía él habitando la casa de su amado difunto.
- Ehm… ¿dónde tiene el botiquín de primeros auxilios? Primero lo ayudaré con eso y, luego, si me permite, puedo hacerle algo de comer –susurró, mirándolo por encima de su hombro, pues se encontraba dándole la espalda. Fraiah consideraba que ayudarle era lo correcto. Además, si lo hacía pronto, más rápido podría irse de allí y alejarse de los tan sentidos recuerdos.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
Me dolía, no me encontraba bien. Tenía que curarme y además, los recuerdos de ese sueño comenzaron a emponzoñar mis emociones. Todo mi pasado y mi triste y solitario presente comenzaba a desfilar delante de mis narices ¿Por qué ahora? Siempre que estaba débil algo venía para intentar hundirme del todo, el mundo definitivamente era muy cruel.
Me había conseguido levantar pero pronto sentí la necesidad de tumbarme. Noté una mano sobre mi hombro y me sobresalté "¿Que demon..?" pensé antes de girarme rápidamente hacia Fraiah. Estaba despierta, maldita sea, me habría visto desplomarme, que vergüenza. Su cara, sus sutiles gestos... me sonrojé irremediablemente, era la primera vez que veía esa expresión en el rostro de aquella enigmática mujer. Rápidamente ella me preguntó si me encontraba bien. Boba, claro que estaba bien, la que debería estar tumbada y sin moverse era ella no yo.
Si, no se preocupe, solo es un rasguño
Sonreí amablemente momentos antes de que ella me ordenara que me sentara. No supe bien porque pero obedecí inmediatamente. Me senté junto a mi traje, que descansaba a los pies de la muchacha. No sabía muy bien que debía pensar, hacer o decir asi que decidí que simplemente me dejaría llevar por el instinto. Aquella mujer había sufrido algo completamente impensable en un periodo tan corto de tiempo y sin embargo no parecía derrotada, más bien era como si estuviera más decidida a seguir, ella, a pesar de todo el dolor que descansaba sobre sus hombros sabía que no podía detenerse, pues de esa manera la muerte de su amigo... no sería en vano. Ella lo comprendía.
Tragué saliva y escuche atentamente sus delicadas palabras. Eran como una única y perfecta sinfonía de vocales. Dolor... si, si que dolía pero ¿Por qué se preocupaba por mi? Yo solo era un desconocido, no debía significar nada para ella, yo la había ayudado porque era mi trabajo y además ella era la amiga de mi difunto hermano y... no se, en realidad sentía que aunque no fuera cazador y aunque mi hermano no hubiese conocido a aquella mujer la habría ayudado con el mismo esmero y dedicación, pero, ¿Quién sabe?
Esa calidez, su manera de ponerse a mi lado, no podía explicar con sencillez lo que estaba comenzando a sentir. Y no, no era nada de eso, no eran mariposas en el estomago y mi mente no estaba realmente confusa por la presencia de esa chica. Estaba como colapsado en realidad. Sentía unas irresistibles ganas de caerme ahí mismo, de desmayarme, de dejar que Fraiah cuidara de mi. Quería llorar, me dolía el pecho, pero no por la herida. Quería enredarme en la sensación maternal que desprendía esa mujer. Necesitaba desahogarme... o simplemente era que nunca había conocido a nadie que se preocupara realmente por mi, aparte del peliazul, al que veía una vez al año.
Mientras aun me encontraba lleno de sangre, algo que debería haber achantado a la chica y que sin embargo no hizo, y sumido en mis pensamientos ella me preguntó por el botiquín, sin moverse del sitio, como si la casa fuera un lugar desconocido para ella ¿Por qué actuaba así? ¿Acaso no sabía ella que esa era la casa de Nokku? Eso no tenía sentido ninguno, claramente ella había estado en la tumba de mi hermano. "jajajajaja, es cierto, ella no sabe que yo también estuve allí, supongo que simplemente no confía en mi" ¿Cómo iba ella a saberlo si me fui tan pronto como pude cuando la dejé en la casa? Suspiré y la miré mientras ella no sabía que hacer
Este lugar... debe traerte recuerdos de él... lo siento, no pensé en que podría ser doloroso para ti, pero de cualquier forma, no es bueno ignorar los recuerdos ¿no?
Pronuncié lentamente cada una de las palabras, para que no sonaran atrevidas ni agresivas. Tal vez le fuera a costar bastante, pero tenía que aceptar los hechos y seguir hacia delante. Me levanté lentamente con una mueca de dolor y comencé a irme despacio de la habitación mientras mi traje aun descansaba a los pies de la cama, parecía que al final ese era la parte de mi ropa que mejores condiciones presentaba pues mi camisón ya no tenía remedio y mis pantalones habían sido bañados en pequeños regueros de sangre mientras que el traje solo había tenido que arropar a aquella dama. Me apoyé en el marco de la puerta antes de salir, tenía que mantener la compostura, no podía parecer un niño débil y acobardado en ese momento. Continué hasta el baño y una vez allí me relajé, soltando un largo suspiro. Que situación más delicada y rara. Abrí el agua de la ducha y me metí con el camisón aun pegado a mis carnes. Con el primer contacto ya pude sentir el escozor del agua caliente limpiando mi herida. Apreté la mandíbula y poco a poco comencé a despegar esa ropa blanca de mi piel. Varios senderos de sangre comenzaron a recorrer mi cuerpo,tiñendome por un momento de rojo. El suelo de la ducha se tornó carmesí también mientras mi respiración se tornaba algo acelerada y entrecortada.
Tarde unos minutos más en limpiar la herida y en parar la hemorragia. Solo esperaba que esa chica no volviera a escaparse sin más... o tal vez si, no lo sabía, ella podría hacer lo que le viniera en gana al fin y al cabo así que mi opinión ahí no importaba. No le di más importancia mientras me secaba el pelo y acto seguido me ponía los pantalones, tampoco quería que la señorita se llevase una sorpresa, su estado era delicado y un susto repentino podría hacer que se desmayara de nuevo. Una macabra idea recorrió mis pensamientos y sonreí maliciosamente durante unos segundos. Definitivamente no se me podía dejar solo, mi mente era demasiado malvada.
Ya me encontraba mejor, la herida no dolía tanto y podía moverme sin miedo a que se me abriera por culpa de la ropa, pues no llevaba nada en la parte de arriba. No quería vendarla, ya que en realidad no había sido muy profunda y la herida debía airearse para curarse más rápido. Ya había comenzado a cicatrizar así que supuse que... en unos días ya solo tendría una pequeña cicatriz. Por suerte o por desgracia mi capacidad de regeneración, al igual que mi apetito, era mucho mayor que el de las personas normales.
Salí del baño, que estaba enfrente de la habitación en la que había dejado a Fraiah, y sonriendo abiertamente la busque con la mirada.
Me había conseguido levantar pero pronto sentí la necesidad de tumbarme. Noté una mano sobre mi hombro y me sobresalté "¿Que demon..?" pensé antes de girarme rápidamente hacia Fraiah. Estaba despierta, maldita sea, me habría visto desplomarme, que vergüenza. Su cara, sus sutiles gestos... me sonrojé irremediablemente, era la primera vez que veía esa expresión en el rostro de aquella enigmática mujer. Rápidamente ella me preguntó si me encontraba bien. Boba, claro que estaba bien, la que debería estar tumbada y sin moverse era ella no yo.
Si, no se preocupe, solo es un rasguño
Sonreí amablemente momentos antes de que ella me ordenara que me sentara. No supe bien porque pero obedecí inmediatamente. Me senté junto a mi traje, que descansaba a los pies de la muchacha. No sabía muy bien que debía pensar, hacer o decir asi que decidí que simplemente me dejaría llevar por el instinto. Aquella mujer había sufrido algo completamente impensable en un periodo tan corto de tiempo y sin embargo no parecía derrotada, más bien era como si estuviera más decidida a seguir, ella, a pesar de todo el dolor que descansaba sobre sus hombros sabía que no podía detenerse, pues de esa manera la muerte de su amigo... no sería en vano. Ella lo comprendía.
Tragué saliva y escuche atentamente sus delicadas palabras. Eran como una única y perfecta sinfonía de vocales. Dolor... si, si que dolía pero ¿Por qué se preocupaba por mi? Yo solo era un desconocido, no debía significar nada para ella, yo la había ayudado porque era mi trabajo y además ella era la amiga de mi difunto hermano y... no se, en realidad sentía que aunque no fuera cazador y aunque mi hermano no hubiese conocido a aquella mujer la habría ayudado con el mismo esmero y dedicación, pero, ¿Quién sabe?
Esa calidez, su manera de ponerse a mi lado, no podía explicar con sencillez lo que estaba comenzando a sentir. Y no, no era nada de eso, no eran mariposas en el estomago y mi mente no estaba realmente confusa por la presencia de esa chica. Estaba como colapsado en realidad. Sentía unas irresistibles ganas de caerme ahí mismo, de desmayarme, de dejar que Fraiah cuidara de mi. Quería llorar, me dolía el pecho, pero no por la herida. Quería enredarme en la sensación maternal que desprendía esa mujer. Necesitaba desahogarme... o simplemente era que nunca había conocido a nadie que se preocupara realmente por mi, aparte del peliazul, al que veía una vez al año.
Mientras aun me encontraba lleno de sangre, algo que debería haber achantado a la chica y que sin embargo no hizo, y sumido en mis pensamientos ella me preguntó por el botiquín, sin moverse del sitio, como si la casa fuera un lugar desconocido para ella ¿Por qué actuaba así? ¿Acaso no sabía ella que esa era la casa de Nokku? Eso no tenía sentido ninguno, claramente ella había estado en la tumba de mi hermano. "jajajajaja, es cierto, ella no sabe que yo también estuve allí, supongo que simplemente no confía en mi" ¿Cómo iba ella a saberlo si me fui tan pronto como pude cuando la dejé en la casa? Suspiré y la miré mientras ella no sabía que hacer
Este lugar... debe traerte recuerdos de él... lo siento, no pensé en que podría ser doloroso para ti, pero de cualquier forma, no es bueno ignorar los recuerdos ¿no?
Pronuncié lentamente cada una de las palabras, para que no sonaran atrevidas ni agresivas. Tal vez le fuera a costar bastante, pero tenía que aceptar los hechos y seguir hacia delante. Me levanté lentamente con una mueca de dolor y comencé a irme despacio de la habitación mientras mi traje aun descansaba a los pies de la cama, parecía que al final ese era la parte de mi ropa que mejores condiciones presentaba pues mi camisón ya no tenía remedio y mis pantalones habían sido bañados en pequeños regueros de sangre mientras que el traje solo había tenido que arropar a aquella dama. Me apoyé en el marco de la puerta antes de salir, tenía que mantener la compostura, no podía parecer un niño débil y acobardado en ese momento. Continué hasta el baño y una vez allí me relajé, soltando un largo suspiro. Que situación más delicada y rara. Abrí el agua de la ducha y me metí con el camisón aun pegado a mis carnes. Con el primer contacto ya pude sentir el escozor del agua caliente limpiando mi herida. Apreté la mandíbula y poco a poco comencé a despegar esa ropa blanca de mi piel. Varios senderos de sangre comenzaron a recorrer mi cuerpo,tiñendome por un momento de rojo. El suelo de la ducha se tornó carmesí también mientras mi respiración se tornaba algo acelerada y entrecortada.
Tarde unos minutos más en limpiar la herida y en parar la hemorragia. Solo esperaba que esa chica no volviera a escaparse sin más... o tal vez si, no lo sabía, ella podría hacer lo que le viniera en gana al fin y al cabo así que mi opinión ahí no importaba. No le di más importancia mientras me secaba el pelo y acto seguido me ponía los pantalones, tampoco quería que la señorita se llevase una sorpresa, su estado era delicado y un susto repentino podría hacer que se desmayara de nuevo. Una macabra idea recorrió mis pensamientos y sonreí maliciosamente durante unos segundos. Definitivamente no se me podía dejar solo, mi mente era demasiado malvada.
Ya me encontraba mejor, la herida no dolía tanto y podía moverme sin miedo a que se me abriera por culpa de la ropa, pues no llevaba nada en la parte de arriba. No quería vendarla, ya que en realidad no había sido muy profunda y la herida debía airearse para curarse más rápido. Ya había comenzado a cicatrizar así que supuse que... en unos días ya solo tendría una pequeña cicatriz. Por suerte o por desgracia mi capacidad de regeneración, al igual que mi apetito, era mucho mayor que el de las personas normales.
Salí del baño, que estaba enfrente de la habitación en la que había dejado a Fraiah, y sonriendo abiertamente la busque con la mirada.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Fraiah continuaba de pie dándole la espalda. Apenas escuchó su voz quitándole importancia a la herida, lo observó por unos instantes más y, acto seguido, apartó la mirada. ¿Acaso aquel necio quería que le tomara una infección? Un pequeño suspiro surgió del interior de Fraiah y escapó, por fin, por la abertura leve de sus labios. Se dio la vuelta completamente y lo miró directamente a los ojos. Los fríos pero amables iris de Fraiah se clavaban en los del muchacho como dagas verdaderamente afiladas e inquisidoras. Él la había ayudado, y por más que ella desconfiara de su persona, quería retribuirle aquella molestia. ¿Qué clase de ser descarado y desconsiderado no actuaría de ese modo?
- Si no haces algo con eso, por mínimo que sea, corres el riesgo de que se infecte. Además, te lo ha hecho un vampiro. No es lo mismo que si vas por la calle y simplemente te tropiezas y permites que el suelo te arañe -dijo sin más, hablando de forma pausada pero certera. Tras unos momentos, Fraiah volvió a darse la vuelta y comenzar a observar a su alrededor. ¿Y bien? ¿Dónde comenzaría a buscar el botiquín una completa extraña? Mientras la joven se debatía falsamente su escondite, las palabras de Jack azotaron su espalda como verdaderos latigazos de hierro.
Frío. Un frío escalofrío recorrió su columna vertebral. Cada uno de sus huesos pudo sentirlo. El cabello de Fraiah se meció hacia adelante, ocultando su mirar. Un extraño vacío se formó, entonces, en su pecho. Aquel agujero negro y profundo que la partida de Nokku Damaru había dejado y que, estaba segura, nadie jamás podría rellenar. ¿Por qué dijo aquello? ¿A qué se debía esa tortura innecesaria? Pero no lo culpaba, pues al fin y al cabo tenía razón. Aquel extraño no tan extraño, llevaba puntos a favor en sus palabras dichas de manera tan cortés, como si de aquel modo buscara menguar el dolor.
- No; creo que no lo es. Del mismo modo que su ausencia no es algo que pueda repararse -murmuró secamente, con la mirada perdida en alguna fina línea del suelo pero con una intensidad desgarradora en el brillo mordaz de sus pupilas. Fraiah apretó uno de sus puños, pero al instante lo deshizo. Control. Eso era lo único que necesitaba. No haría que el sacrificio y la lucha de Ziel contra sus instintos hayan sido en vano, aunque por poco llegara casi a matarla. En todo caso, tampoco haría de su probabilidad de muerte algo sin valor.
Escuchó que el muchacho se levantó y, automáticamente, se dio la vuelta. Lo vio sostenerse costosamente en el marco de la puerta para, luego, avanzar hacia el baño. Fraiah, con aquel brillo oscuro y repentino que se adueñaba de su mirada, lo continuó observando. Escuchó la ducha y dio apenas unos pasos hacia el armario. Allí abrió la puerta y observó que había en el lugar algunas prendas suyas. Frunció el ceño y quitó de las perchas sus vestidos y camisas. No eran más de cinco prendas, por lo cual podía esconderlas con facilidad. Las hizo un bollo arrugado y las arrojó sobre el mueble, bien atrás, casi contra la pared, de modo que no sería capaz de divisarlas aquel tipo a menos que se subiera a una escalera. La chica, tras realizar la hazaña, echó un rápido vistazo al baño y vio que él aún no salía. Cogió el botiquín que había dentro de un cajón y cerró las puertas. Lo puso sobre la cama y se cruzó de brazos, esperando. Aquel hombre sabía algo acerca de ella, pero nada decía que lo supiera todo. Probablemente, las palabras de Kasha en las calles al nombrar a Nokku lo alertaron de la familiaridad de los presentes con el difunto. Quizás, incluso, aquel cazador fue transferido desde quién sabe dónde y la misma Asociación ordenó que se alojara en la casa deshabitada de quien fue el Presidente. A Fraiah no se le ocurrió en ningún momento que aquel sujeto pudo haber sido quien la dejó aquí hace tres noches. Realmente, no tenía ningún motivo para pensar o creer que él tuviera alguna especie de relación con Nokku.
Aguardó allí unos momentos más, hasta que finalmente la puerta se abrió. Sus miradas se encontraron y Fraiah la apartó, deslizándola hasta el botiquín que yacía sobre la cama. Sí, ella sabía su ubicación y él ya sabía que la conocía. Hizo un breve gesto con el mentón, indicándole que sería mejor que se curara un poco con algún líquido desinfectante. Luego, caminó otra vez hacia el armario y lo abrió. Suspiró al ver una de las típicas sudaderas negras de Nokku y la descolgó. Se la tendió al rubio.
- Sería adecuado que se vista. No querrá pescar un odioso resfriado de verano por abrigarse y desabrigarse tan bruscamente -opinó, mirándolo pero desviando la mirada al cabo de unos momentos-. Iré a ver qué puedo hacer para la cena. Luego, consideraré mi deber con usted saldado y me iré a casa -sonrió suavemente, observándolo al pasar, pero sabiendo perfectamente que si se iba de allí, el Destino no le deparaba ningún hogar confortable. Tendría que ir a la Academia y buscar su habitación, como en los viejos tiempos-. Creo que ya he perdido mi trabajo y ni siquiera comencé a ejercerlo, así que no pretendo perder horas de estudio también... -comentó mientras bajaba las escaleras, encogiéndose ligeramente de hombros, intentando hacer de su situación y la de todos algo más ameno y, ¿por qué no? divertido. No tenía sentido que continuara mostrándole mala cara a ese pobre muchacho.
Llegó a la cocina y abrió la nevera. Frunció el ceño, pensativa, examinando todo lo que allí había. Se llevó el dedo índice a la punta de la nariz, mientras se mordía el labio inferior en signo de meditación culinaria.
- Si no haces algo con eso, por mínimo que sea, corres el riesgo de que se infecte. Además, te lo ha hecho un vampiro. No es lo mismo que si vas por la calle y simplemente te tropiezas y permites que el suelo te arañe -dijo sin más, hablando de forma pausada pero certera. Tras unos momentos, Fraiah volvió a darse la vuelta y comenzar a observar a su alrededor. ¿Y bien? ¿Dónde comenzaría a buscar el botiquín una completa extraña? Mientras la joven se debatía falsamente su escondite, las palabras de Jack azotaron su espalda como verdaderos latigazos de hierro.
Frío. Un frío escalofrío recorrió su columna vertebral. Cada uno de sus huesos pudo sentirlo. El cabello de Fraiah se meció hacia adelante, ocultando su mirar. Un extraño vacío se formó, entonces, en su pecho. Aquel agujero negro y profundo que la partida de Nokku Damaru había dejado y que, estaba segura, nadie jamás podría rellenar. ¿Por qué dijo aquello? ¿A qué se debía esa tortura innecesaria? Pero no lo culpaba, pues al fin y al cabo tenía razón. Aquel extraño no tan extraño, llevaba puntos a favor en sus palabras dichas de manera tan cortés, como si de aquel modo buscara menguar el dolor.
- No; creo que no lo es. Del mismo modo que su ausencia no es algo que pueda repararse -murmuró secamente, con la mirada perdida en alguna fina línea del suelo pero con una intensidad desgarradora en el brillo mordaz de sus pupilas. Fraiah apretó uno de sus puños, pero al instante lo deshizo. Control. Eso era lo único que necesitaba. No haría que el sacrificio y la lucha de Ziel contra sus instintos hayan sido en vano, aunque por poco llegara casi a matarla. En todo caso, tampoco haría de su probabilidad de muerte algo sin valor.
Escuchó que el muchacho se levantó y, automáticamente, se dio la vuelta. Lo vio sostenerse costosamente en el marco de la puerta para, luego, avanzar hacia el baño. Fraiah, con aquel brillo oscuro y repentino que se adueñaba de su mirada, lo continuó observando. Escuchó la ducha y dio apenas unos pasos hacia el armario. Allí abrió la puerta y observó que había en el lugar algunas prendas suyas. Frunció el ceño y quitó de las perchas sus vestidos y camisas. No eran más de cinco prendas, por lo cual podía esconderlas con facilidad. Las hizo un bollo arrugado y las arrojó sobre el mueble, bien atrás, casi contra la pared, de modo que no sería capaz de divisarlas aquel tipo a menos que se subiera a una escalera. La chica, tras realizar la hazaña, echó un rápido vistazo al baño y vio que él aún no salía. Cogió el botiquín que había dentro de un cajón y cerró las puertas. Lo puso sobre la cama y se cruzó de brazos, esperando. Aquel hombre sabía algo acerca de ella, pero nada decía que lo supiera todo. Probablemente, las palabras de Kasha en las calles al nombrar a Nokku lo alertaron de la familiaridad de los presentes con el difunto. Quizás, incluso, aquel cazador fue transferido desde quién sabe dónde y la misma Asociación ordenó que se alojara en la casa deshabitada de quien fue el Presidente. A Fraiah no se le ocurrió en ningún momento que aquel sujeto pudo haber sido quien la dejó aquí hace tres noches. Realmente, no tenía ningún motivo para pensar o creer que él tuviera alguna especie de relación con Nokku.
Aguardó allí unos momentos más, hasta que finalmente la puerta se abrió. Sus miradas se encontraron y Fraiah la apartó, deslizándola hasta el botiquín que yacía sobre la cama. Sí, ella sabía su ubicación y él ya sabía que la conocía. Hizo un breve gesto con el mentón, indicándole que sería mejor que se curara un poco con algún líquido desinfectante. Luego, caminó otra vez hacia el armario y lo abrió. Suspiró al ver una de las típicas sudaderas negras de Nokku y la descolgó. Se la tendió al rubio.
- Sería adecuado que se vista. No querrá pescar un odioso resfriado de verano por abrigarse y desabrigarse tan bruscamente -opinó, mirándolo pero desviando la mirada al cabo de unos momentos-. Iré a ver qué puedo hacer para la cena. Luego, consideraré mi deber con usted saldado y me iré a casa -sonrió suavemente, observándolo al pasar, pero sabiendo perfectamente que si se iba de allí, el Destino no le deparaba ningún hogar confortable. Tendría que ir a la Academia y buscar su habitación, como en los viejos tiempos-. Creo que ya he perdido mi trabajo y ni siquiera comencé a ejercerlo, así que no pretendo perder horas de estudio también... -comentó mientras bajaba las escaleras, encogiéndose ligeramente de hombros, intentando hacer de su situación y la de todos algo más ameno y, ¿por qué no? divertido. No tenía sentido que continuara mostrándole mala cara a ese pobre muchacho.
Llegó a la cocina y abrió la nevera. Frunció el ceño, pensativa, examinando todo lo que allí había. Se llevó el dedo índice a la punta de la nariz, mientras se mordía el labio inferior en signo de meditación culinaria.
Los recuerdos alivian el dolor de mi interior.
Ahora sé por qué: Todos mis recuerdos te mantienen cerca de mí.
Ahora sé por qué: Todos mis recuerdos te mantienen cerca de mí.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
Parecía como si mi buen humor por fin estuviera comenzando a invadir de nuevo mi cuerpo. Los recuerdos, el dolor, nada de eso podría pararme "Jajajaja tengo que dar lo mejor de mi mismo, y la única manera de hacerlo es siendo fuerte" me dije a mi mismo mientras Fraiah desviaba su mirada. No quería que nuestros ojos se cruzaran por más tiempo del indicado, era normal, seguramente debía de ser muy incomodo para ella tener a alguien como yo cerca en un momento como ese, estaba seguro de que ella me dirigía la palabra por cortesía, por mero agradecimiento, era como mi premio por haberla salvado, como un tesoro. No estaba seguro de haber podido hacer lo mismo que ella en el momento en el que me entere de la muerte de mi hermano, pero ella permanecía tan fuerte, tan decidida a seguir, tan resistente a la perdida... pero sin embargo se la veía destrozada por dentro. No me gustaba verla así, no me gustaba ver así a nadie.
Ella tenía el botiquín a su lado. Suspiré. Realmente no lo necesitaba, era mejor si se curaba solo. Me toqué la herida que tenía encima del ojo y gruñí un poco. Picaba bastante. En el fondo ella tenía razón, no es como si fuera una herida normal y corriente, me la había hecho un vampiro. Me senté en la cama mientras ella se levantaba y se dirigía al armario. Saqué un paño y volví a utilizar el alcohol etílico, esta vez para curar mis heridas y no las de ella. No me quejé, el contacto de ese líquido esterilizado dolía como el diablo pero no podía quejarme, ya no era un crió, había dejado de serlo hacía ya muchos años. Mientras aún me estaba aplicando un paño con el alcohol en la frente la muchacha descolgó una de las cazadoras de Nokku. Sentí inmediatamente un quemazón que iba mucho más allá de lo físico en mi pecho. Esa cazadora... esa desgastada cazadora era la misma que había usado el para nuestro entrenamiento. Agaché instantáneamente la mirada en cuanto me la tendió y me tape la boca y la nariz con mi mano libre al tiempo que la chaqueta se quedaba a mi lado, en la cama, ese olor... La chica pronunció unas palabras que apenas escuché y se fue hacia abajo. En cuanto supe que ya no me estaba mirando una lágrima solitaria, rebelde, se resbaló por mi mejilla, ocultándose bajo la piel de mi mano. Había sido un golpe tan duro e inesperado que no pude soportarlo. Es cierto que los recuerdos no eran malos, pero la melancolía que sentí en ese momento me colapso, era como intentar detener la corriente de un gran río solo con las manos. Era imposible. Finalmente me destapé la cara y dejé que los olores de la casa volvieran a invadir mis fosas nasales. Nokku... agarré su chaqueta, aferrándome a ella con la mano con una fuerza que no había calculado bien. De nuevo esa melancolía se hacía más grande mientras el vació que tenía en mi pecho, ese gigante vació por haber perdido a la única persona que apreciaba, se retorcía contra las paredes de mi tórax y me rasgaba por dentro. Casi tenía ganas de vomitar. Pero sonreí, sonreí mientras otras dos lágrimas se derramaban hasta estrellarse en el negro cuero la chaqueta que en ese momento estaba abrazando con fuerza. "Hermano... "
Me sequé los ojos con el antebrazo y suspiré profundamente. Ella realmente no se había dado cuenta de que mi traje estaba justo en los pies de la cama, medio tapado por el edredón, agadecía que no se hubiera fijado en el, si no, podría reconocerme al instante y podría saber con seguridad que había sido yo, y no otro el que la había traído a casa.
Me levanté con paciencia, colgué la chaqueta de Nokku Damaru y me aproxime a la cama de nuevo. Mi traje... eso era lo que necesitaba. A pesar de ser una simple prenda, tal vez algo cara, era un objeto que significaba mucho para mi, pues había pasado por muchos momentos difíciles con ella. Tenía unas pequeñas y casi imperceptibles manchas de sangre que se le habían pegado de Fraiah. La agité en el aire y me la puse con un solo movimiento. Abrí los ojos, algo sorprendido. Ese aroma, mi traje olía un poco a ella. Me relajé de nuevo y volví a sonreír para mi mismo, recientemente me acababa de dar cuenta de otra cosa. Toda la casa, la esencia de ese lugar, no solo desprendía el intenso aroma de mi hermano, que era muy conocido para mi, si no que también poseía la fragancia de esa mujer. Al principio no le presté atención a aquella perfumada presencia pero ahora que me volvía a poner el traje, que estaba completamente impregnado en el olor de los cabellos de esa mujer, me había dado cuenta de que ella... ella había pasado mucho tiempo en ese lugar, más que cualquier otra persona a parte de mi hermano ¿Habría residido ella aquí con él? Me encogí de hombros. La única manera de confirmar eso era que me lo dijera ella misma, y no iba a presionarle en ese momento, al menos no mucho.
Comencé a bajar las escaleras y con los ojos cerrados comencé a procesar en mi mente las frases que ella me dijo antes de salir de la habitación, esas frases que había ignorado por el impacto de esa prenda que ella me tendió. "..mi casa, ella dijo que tenía que irse a su casa..." Ya había pillado a esa chica haciéndose la tonta una vez y esta era la segunda "Jack Wintersnow puede ser muchas cosas señorita, puede ser torpe, descuidado, demasiado emotivo tal vez e incluso algo idiota, pero lo que esta claro es que no es ningún tonto" Pensé mientras me acercaba con pasos débiles a la cocina. Ella pertenecía a este lugar, lo sentía, lo sabía. Y ella solo quería escaparse, quería distraerse, necesitaba enterrar sus recuerdos, esa sería su manera de superarlos. Me quedé mirándola en la puerta de la cocina con esos ojos esmeralda que transmitían confianza y compresión. Yo no quería que hiciera nada de eso, siendo egoístas: yo quería que ella se quedara, aunque fuera solo unos momentos más, unas horas, unos días. Porque a pesar de su actitud alejada y osca me sentía reconfortado con su presencia. No la podía dejar escapar sin más.
Llevaba puesto el mismo traje del que me había deshecho en la escena de la tumba. Era lo único que me podía poner realmente, no es que buscara que ella me reconociera sin más, de hecho esperaba ocultarle ese pequeño detalle para siempre, no pretendía que ella se sintiera aun más en deuda conmigo, eso no era como u negocio, yo la había ayudado en la tumba porque sentía la necesidad de hacerlo, no porque quisiera nada a cambio. Yo odiaba a las personas que ayudaban a otros esperando algo a cambio. Ella no parecía haber notado del todo mi presencia, o me ignoraba mientras cocinaba. Me acerqué un par de pasos, aun manteniendo una prudencial distancia entre nosotros y tragué lentamente saliva. Que bien olía ¿Dónde habría aprendido a cocinar tan bien aquella muchacha?
Él realmente... no te contó nada de su pasado ¿Verdad? -sonreí amargamente mientras me apoyaba en la pared llamando su atención con aquellas palabras, y una vez que sentí que la tenía proseguí - no... no quiero que te vayas, se... esta casa esta impregnada con tu fragancia, se que perteneces a este lugar. Yo... si te quedas yo algún día te lo contaré Todo... sobre mi, sobre él
Había sido muy directo, demasiado directo, corría el riesgo de espantarla, de hacer que me pegara con la sartén y que luego se fuera corriendo. Tal vez todo había sido una equivocación y yo me volvería a quedar solo. Solo... no, yo no quería eso. Desvié la mirada hacia la esquina que hacía la pared con el suelo. No quería que me dejara, pero eso era una decisión que tenía que tomar por ella misma. Ciertamente yo estaba utilizando mi información como chantaje pero era la única carta que tenía, si no hacía algo estaba seguro de que ella se iría y que me costaría volver a contactar con ella de una forma tan cercana. Porque si ella se ponía a estudiar o a trabajar ¿Cómo iba yo a acercarme a ella? Sería casi imposible. Pero pensándolo bien ¿Por qué ella?... "Porque yo siento que ella es la única que ha logrado conocer a esa persona incluso mejor que yo y... yo soy el único que conoce esa parte de esa persona que a ella le gustaría conocer, por eso" Mis pensamientos eran algo confusos, pero sentía que estaba en lo cierto. Ella era como el presente de Nokku y yo era su pasado, tendríamos que encontrarnos algún día si o si. Era como si una fuerza inexplicable nos atrajera el uno al otro, por mucho que ella me evitara o finalmente decidiera que no querría saber nada de mi yo aparecería de nuevo a su lado. Aparecería junto a ella sin siquiera darme cuenta. "Jajajajaja que bobo, ya estas desvariando Jack, ni siquiera la conoces y hablas como si lo supieras todo sobre ella" En ese momento tuve ganas de darme un bofetón a mi mismo, salir de la cocina, salir de esa casa y desaparecer de la vida de esa chica para no confundirla más... pero mi cuerpo no se movió, mi mirada quedó tendida en esos alargados cabellos y mi capacidad de actuar se disolvió con ese aroma perfumado. "Además... tengo hambre, me muero de hambre, no puedo hacer nada si no como... madre, que buena pinta tiene eso..." Sonreí mientras evitaba que me sonaran demasiado las tripas o que se me cayera la baba.
Ella tenía el botiquín a su lado. Suspiré. Realmente no lo necesitaba, era mejor si se curaba solo. Me toqué la herida que tenía encima del ojo y gruñí un poco. Picaba bastante. En el fondo ella tenía razón, no es como si fuera una herida normal y corriente, me la había hecho un vampiro. Me senté en la cama mientras ella se levantaba y se dirigía al armario. Saqué un paño y volví a utilizar el alcohol etílico, esta vez para curar mis heridas y no las de ella. No me quejé, el contacto de ese líquido esterilizado dolía como el diablo pero no podía quejarme, ya no era un crió, había dejado de serlo hacía ya muchos años. Mientras aún me estaba aplicando un paño con el alcohol en la frente la muchacha descolgó una de las cazadoras de Nokku. Sentí inmediatamente un quemazón que iba mucho más allá de lo físico en mi pecho. Esa cazadora... esa desgastada cazadora era la misma que había usado el para nuestro entrenamiento. Agaché instantáneamente la mirada en cuanto me la tendió y me tape la boca y la nariz con mi mano libre al tiempo que la chaqueta se quedaba a mi lado, en la cama, ese olor... La chica pronunció unas palabras que apenas escuché y se fue hacia abajo. En cuanto supe que ya no me estaba mirando una lágrima solitaria, rebelde, se resbaló por mi mejilla, ocultándose bajo la piel de mi mano. Había sido un golpe tan duro e inesperado que no pude soportarlo. Es cierto que los recuerdos no eran malos, pero la melancolía que sentí en ese momento me colapso, era como intentar detener la corriente de un gran río solo con las manos. Era imposible. Finalmente me destapé la cara y dejé que los olores de la casa volvieran a invadir mis fosas nasales. Nokku... agarré su chaqueta, aferrándome a ella con la mano con una fuerza que no había calculado bien. De nuevo esa melancolía se hacía más grande mientras el vació que tenía en mi pecho, ese gigante vació por haber perdido a la única persona que apreciaba, se retorcía contra las paredes de mi tórax y me rasgaba por dentro. Casi tenía ganas de vomitar. Pero sonreí, sonreí mientras otras dos lágrimas se derramaban hasta estrellarse en el negro cuero la chaqueta que en ese momento estaba abrazando con fuerza. "Hermano... "
Me sequé los ojos con el antebrazo y suspiré profundamente. Ella realmente no se había dado cuenta de que mi traje estaba justo en los pies de la cama, medio tapado por el edredón, agadecía que no se hubiera fijado en el, si no, podría reconocerme al instante y podría saber con seguridad que había sido yo, y no otro el que la había traído a casa.
Me levanté con paciencia, colgué la chaqueta de Nokku Damaru y me aproxime a la cama de nuevo. Mi traje... eso era lo que necesitaba. A pesar de ser una simple prenda, tal vez algo cara, era un objeto que significaba mucho para mi, pues había pasado por muchos momentos difíciles con ella. Tenía unas pequeñas y casi imperceptibles manchas de sangre que se le habían pegado de Fraiah. La agité en el aire y me la puse con un solo movimiento. Abrí los ojos, algo sorprendido. Ese aroma, mi traje olía un poco a ella. Me relajé de nuevo y volví a sonreír para mi mismo, recientemente me acababa de dar cuenta de otra cosa. Toda la casa, la esencia de ese lugar, no solo desprendía el intenso aroma de mi hermano, que era muy conocido para mi, si no que también poseía la fragancia de esa mujer. Al principio no le presté atención a aquella perfumada presencia pero ahora que me volvía a poner el traje, que estaba completamente impregnado en el olor de los cabellos de esa mujer, me había dado cuenta de que ella... ella había pasado mucho tiempo en ese lugar, más que cualquier otra persona a parte de mi hermano ¿Habría residido ella aquí con él? Me encogí de hombros. La única manera de confirmar eso era que me lo dijera ella misma, y no iba a presionarle en ese momento, al menos no mucho.
Comencé a bajar las escaleras y con los ojos cerrados comencé a procesar en mi mente las frases que ella me dijo antes de salir de la habitación, esas frases que había ignorado por el impacto de esa prenda que ella me tendió. "..mi casa, ella dijo que tenía que irse a su casa..." Ya había pillado a esa chica haciéndose la tonta una vez y esta era la segunda "Jack Wintersnow puede ser muchas cosas señorita, puede ser torpe, descuidado, demasiado emotivo tal vez e incluso algo idiota, pero lo que esta claro es que no es ningún tonto" Pensé mientras me acercaba con pasos débiles a la cocina. Ella pertenecía a este lugar, lo sentía, lo sabía. Y ella solo quería escaparse, quería distraerse, necesitaba enterrar sus recuerdos, esa sería su manera de superarlos. Me quedé mirándola en la puerta de la cocina con esos ojos esmeralda que transmitían confianza y compresión. Yo no quería que hiciera nada de eso, siendo egoístas: yo quería que ella se quedara, aunque fuera solo unos momentos más, unas horas, unos días. Porque a pesar de su actitud alejada y osca me sentía reconfortado con su presencia. No la podía dejar escapar sin más.
Llevaba puesto el mismo traje del que me había deshecho en la escena de la tumba. Era lo único que me podía poner realmente, no es que buscara que ella me reconociera sin más, de hecho esperaba ocultarle ese pequeño detalle para siempre, no pretendía que ella se sintiera aun más en deuda conmigo, eso no era como u negocio, yo la había ayudado en la tumba porque sentía la necesidad de hacerlo, no porque quisiera nada a cambio. Yo odiaba a las personas que ayudaban a otros esperando algo a cambio. Ella no parecía haber notado del todo mi presencia, o me ignoraba mientras cocinaba. Me acerqué un par de pasos, aun manteniendo una prudencial distancia entre nosotros y tragué lentamente saliva. Que bien olía ¿Dónde habría aprendido a cocinar tan bien aquella muchacha?
Él realmente... no te contó nada de su pasado ¿Verdad? -sonreí amargamente mientras me apoyaba en la pared llamando su atención con aquellas palabras, y una vez que sentí que la tenía proseguí - no... no quiero que te vayas, se... esta casa esta impregnada con tu fragancia, se que perteneces a este lugar. Yo... si te quedas yo algún día te lo contaré Todo... sobre mi, sobre él
Había sido muy directo, demasiado directo, corría el riesgo de espantarla, de hacer que me pegara con la sartén y que luego se fuera corriendo. Tal vez todo había sido una equivocación y yo me volvería a quedar solo. Solo... no, yo no quería eso. Desvié la mirada hacia la esquina que hacía la pared con el suelo. No quería que me dejara, pero eso era una decisión que tenía que tomar por ella misma. Ciertamente yo estaba utilizando mi información como chantaje pero era la única carta que tenía, si no hacía algo estaba seguro de que ella se iría y que me costaría volver a contactar con ella de una forma tan cercana. Porque si ella se ponía a estudiar o a trabajar ¿Cómo iba yo a acercarme a ella? Sería casi imposible. Pero pensándolo bien ¿Por qué ella?... "Porque yo siento que ella es la única que ha logrado conocer a esa persona incluso mejor que yo y... yo soy el único que conoce esa parte de esa persona que a ella le gustaría conocer, por eso" Mis pensamientos eran algo confusos, pero sentía que estaba en lo cierto. Ella era como el presente de Nokku y yo era su pasado, tendríamos que encontrarnos algún día si o si. Era como si una fuerza inexplicable nos atrajera el uno al otro, por mucho que ella me evitara o finalmente decidiera que no querría saber nada de mi yo aparecería de nuevo a su lado. Aparecería junto a ella sin siquiera darme cuenta. "Jajajajaja que bobo, ya estas desvariando Jack, ni siquiera la conoces y hablas como si lo supieras todo sobre ella" En ese momento tuve ganas de darme un bofetón a mi mismo, salir de la cocina, salir de esa casa y desaparecer de la vida de esa chica para no confundirla más... pero mi cuerpo no se movió, mi mirada quedó tendida en esos alargados cabellos y mi capacidad de actuar se disolvió con ese aroma perfumado. "Además... tengo hambre, me muero de hambre, no puedo hacer nada si no como... madre, que buena pinta tiene eso..." Sonreí mientras evitaba que me sonaran demasiado las tripas o que se me cayera la baba.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Fraiah ya había encontrado los elementos necesarios para hacer de ellos una magnífica cena, si es que conservaba aún ese talento. Cortó un ají rojo en pequeños cuadrados, con cuidado de no rebanar su propio dedo, y luego continuó haciendo el mismo trabajo sobre un ají verde. Asimismo, prosiguió con una cebolla. Inevitablemente, los ojos comenzaron a arderle. Emitió un pequeño chillido de queja. Maldita sea. Siempre olvidaba los buenos trucos para evitar que esto sucediera, como meter el alimento en la heladera, sin su cáscara, y luego de un rato comenzar a cortarlo. O, uno mucho más rápido -aunque en cierto sentido mortífero si se extiende el tiempo- dejar de respirar mientras se corta la cebolla. En fin, se había olvidado todo eso y mucho más, y por esa razón las lágrimas rodaban por sus mejillas. ¿Quién lo diría? Fraiah no estaba llorando porque quisiese. De todos modos, si lo hiciera, ¿habría alguna diferencia? Incluso podría utilizarlo como excusa. No obstante, se resistió a la tentación, y con una sonrisa continuó preparando los ingredientes.
En el refrigerador había unas tres porciones de carne. Sonrió. Nokku siempre se jactó de su naturaleza carnívora. Fraiah dejó sobre el mármol de la cocina. Suspiró, pensativa. ¿Por dónde debería continuar? ¡Ah, claro, el arroz! Alzó ambas cejas y abrió una pequeña puerta de la alacena. De allí retiró una sartén y una cacerola bastante grande. Prosiguió a colocar los pimientos con la cebolla en la sartén con un poco de aceite, para cocinarlos un poco. En ese instante, consideró que la cacerola sería innecesaria, por lo cual la guardó. Comenzó a tararear una canción. Sí, estaba controlando su mente al mismo tiempo que su corazón. Trataba de no pensar en lo malo aunque esto la rodease y por momentos se sintiera asfixiada. Pasaron unos minutos y consideró que sí necesitaba otro recipiente: la carne. Abrió la alacena nuevamente y sacó de allí una pequeña plancha para cocinar aquellos retazos de una pobre vaca. A ella nunca le había gustado demasiado la carne. Prefería optar por ser vegetariana, pero durante toda su niñez la obligaban a ingerir carnes rojas a causa del hierro. Qué porquería. Pero en fin... Además, estando en la casa de Nokku, no tenía muchas opciones para elegir: era carne o.. carne.
Pasaron unos cuantos minutos. Fraiah no se había percatado de la presencia de ese muchacho hasta que sintió sus pasos acercándose. La joven se volteó a verlo y le echó una rápida mirada encima. Parecía hambriento por su modo de mirar la comida, pero también parecía algo triste y melancólico. No se había fijado bien en su traje. Quizás eso fue lo mejor que pudo pasarle, pues ya estaba lo suficientemente confundida como para agregar más interrogantes e incógnitas a la cuestión. De todos modos, él no tuvo que hacer nada más que hablar para sembrar el caos dentro de Fraiah otra vez.
La chica, que se encontraba tranquilamente preparando aquella comida, dejó caer suavemente la cuchilla sobre la mesa, acompañando el movimiento del objeto con su mano, y así evitando que el filo pudiese ocasionar algún daño a cualquiera de los dos. No había efectuado esa acción por puro capricho o ímpetu del momento, mas bien porque el impacto de sus palabras no le dejaron otra opción. Sus ojos se tiñeron de duda e incomprensión. Su alma dio un vuelco y su mente comenzó a analizar con velocidad desmesurada cada una de las sílabas pronunciadas por ese hombre.
"Él realmente... no te contó nada de su pasado ¿Verdad?". Fraiah bajó la mirada. ¿A quién se estaba refiriendo? Ella no quería asumir la realidad, y lo cierto era que prefería hacerse pasar por tonta. Tragó saliva y apenas miró al rubio de reojo. No quería que su mirada se cruzase con la suya otra vez. Temía que él descubriera en la transparencia de sus violáceos iris la verdad sobre su inmaculada tristeza. Lentamente, parpadeó. La sonrisa que poseía hace unos momentos se intercambió por una expresión gélida y pensativa. Escuchó sus próximas palabras. Una palpitación potente de su corazón amenazó con arrojarlo fuera de su pecho. Fraiah miró a los ojos a aquel hombre finalmente. Sus ojos, otra vez, se cruzaron. Su respiración se había acelerado pero sabía disimular su exaltación interior. Retiró completamente la mano de aquel cuchillo, volteándose y quedándose de pie frente a él.
"Si te quedas, yo algún día te contaré todo… sobre mí, sobre él".
Fraiah, aún con sus ojos clavados en los suyos, esbozó una ligera sonrisa. Se encogió de hombros, desinteresadamente, y de entre sus labios una suave risa escapó.
- Me quedaré, aunque no sé de qué hablas. –musitó, mintiendo descaradamente, aunque los hechos y las palabras iban transformándose en algo más claro que el agua. Realmente Fraiah no quería asumir que había algún tipo de relación entre aquel hombre y Nokku, o quizás no quisiera admitir que le daba angustia y pavor conocer el difícil pasado al cual Nokku aludió a lo largo de su vida, si bien jamás le contó nada preciso y sincero.
La chica, tras mirarlo por unos instantes más, notó cómo sus ojos comenzaban a empañarse. Esta vez, no era por la cebolla, pero atribuiría la causa a aquel alimento. Restregó ligeramente sus párpados y se volteó, continuando con la comida. Todo rastro de una sonrisa falsa se borró. Todo rastro de imperturbabilidad se esfumó. Fraiah estaba nerviosa; estaba nerviosa y tenía miedo. Se encontraba en aquella casa con una persona a la cual desconocía por completo y que, a pesar de ello, sentía que podía llegar a conocerla a ella de un modo veloz y temerario. Un ligero temblor se adueñó de sus manos. ¿Por qué…? ¿Por qué ese hombre se dirigía a Nokku de aquella manera? ¿Por qué podía ser capaz de sentir que ella estuvo aquí durante mucho tiempo? ¿Por qué parecía tan ignorante de las cosas así como tan conocedor de todo? Fraiah apretó sus labios. Control. Nuevamente quería que el control llegara a ella y la sacase de semejante situación incómoda. Un leve suspiro escapó de sus labios.
- ¿Quieres ir poniendo la mesa? –preguntó, dulcemente, pero con cierta tensión palpable en el aire, como si creyera -ilusamente- que lograría desvirtuar la conversación, olvidar lo sucedido, y continuar como si nada hubiera ocurrido. Si había algún tipo de conexión entre ambos a causa del difunto Nokku Damaru, lo más prudente sería evitarlo.
En el refrigerador había unas tres porciones de carne. Sonrió. Nokku siempre se jactó de su naturaleza carnívora. Fraiah dejó sobre el mármol de la cocina. Suspiró, pensativa. ¿Por dónde debería continuar? ¡Ah, claro, el arroz! Alzó ambas cejas y abrió una pequeña puerta de la alacena. De allí retiró una sartén y una cacerola bastante grande. Prosiguió a colocar los pimientos con la cebolla en la sartén con un poco de aceite, para cocinarlos un poco. En ese instante, consideró que la cacerola sería innecesaria, por lo cual la guardó. Comenzó a tararear una canción. Sí, estaba controlando su mente al mismo tiempo que su corazón. Trataba de no pensar en lo malo aunque esto la rodease y por momentos se sintiera asfixiada. Pasaron unos minutos y consideró que sí necesitaba otro recipiente: la carne. Abrió la alacena nuevamente y sacó de allí una pequeña plancha para cocinar aquellos retazos de una pobre vaca. A ella nunca le había gustado demasiado la carne. Prefería optar por ser vegetariana, pero durante toda su niñez la obligaban a ingerir carnes rojas a causa del hierro. Qué porquería. Pero en fin... Además, estando en la casa de Nokku, no tenía muchas opciones para elegir: era carne o.. carne.
Pasaron unos cuantos minutos. Fraiah no se había percatado de la presencia de ese muchacho hasta que sintió sus pasos acercándose. La joven se volteó a verlo y le echó una rápida mirada encima. Parecía hambriento por su modo de mirar la comida, pero también parecía algo triste y melancólico. No se había fijado bien en su traje. Quizás eso fue lo mejor que pudo pasarle, pues ya estaba lo suficientemente confundida como para agregar más interrogantes e incógnitas a la cuestión. De todos modos, él no tuvo que hacer nada más que hablar para sembrar el caos dentro de Fraiah otra vez.
La chica, que se encontraba tranquilamente preparando aquella comida, dejó caer suavemente la cuchilla sobre la mesa, acompañando el movimiento del objeto con su mano, y así evitando que el filo pudiese ocasionar algún daño a cualquiera de los dos. No había efectuado esa acción por puro capricho o ímpetu del momento, mas bien porque el impacto de sus palabras no le dejaron otra opción. Sus ojos se tiñeron de duda e incomprensión. Su alma dio un vuelco y su mente comenzó a analizar con velocidad desmesurada cada una de las sílabas pronunciadas por ese hombre.
"Él realmente... no te contó nada de su pasado ¿Verdad?". Fraiah bajó la mirada. ¿A quién se estaba refiriendo? Ella no quería asumir la realidad, y lo cierto era que prefería hacerse pasar por tonta. Tragó saliva y apenas miró al rubio de reojo. No quería que su mirada se cruzase con la suya otra vez. Temía que él descubriera en la transparencia de sus violáceos iris la verdad sobre su inmaculada tristeza. Lentamente, parpadeó. La sonrisa que poseía hace unos momentos se intercambió por una expresión gélida y pensativa. Escuchó sus próximas palabras. Una palpitación potente de su corazón amenazó con arrojarlo fuera de su pecho. Fraiah miró a los ojos a aquel hombre finalmente. Sus ojos, otra vez, se cruzaron. Su respiración se había acelerado pero sabía disimular su exaltación interior. Retiró completamente la mano de aquel cuchillo, volteándose y quedándose de pie frente a él.
"Si te quedas, yo algún día te contaré todo… sobre mí, sobre él".
Fraiah, aún con sus ojos clavados en los suyos, esbozó una ligera sonrisa. Se encogió de hombros, desinteresadamente, y de entre sus labios una suave risa escapó.
- Me quedaré, aunque no sé de qué hablas. –musitó, mintiendo descaradamente, aunque los hechos y las palabras iban transformándose en algo más claro que el agua. Realmente Fraiah no quería asumir que había algún tipo de relación entre aquel hombre y Nokku, o quizás no quisiera admitir que le daba angustia y pavor conocer el difícil pasado al cual Nokku aludió a lo largo de su vida, si bien jamás le contó nada preciso y sincero.
La chica, tras mirarlo por unos instantes más, notó cómo sus ojos comenzaban a empañarse. Esta vez, no era por la cebolla, pero atribuiría la causa a aquel alimento. Restregó ligeramente sus párpados y se volteó, continuando con la comida. Todo rastro de una sonrisa falsa se borró. Todo rastro de imperturbabilidad se esfumó. Fraiah estaba nerviosa; estaba nerviosa y tenía miedo. Se encontraba en aquella casa con una persona a la cual desconocía por completo y que, a pesar de ello, sentía que podía llegar a conocerla a ella de un modo veloz y temerario. Un ligero temblor se adueñó de sus manos. ¿Por qué…? ¿Por qué ese hombre se dirigía a Nokku de aquella manera? ¿Por qué podía ser capaz de sentir que ella estuvo aquí durante mucho tiempo? ¿Por qué parecía tan ignorante de las cosas así como tan conocedor de todo? Fraiah apretó sus labios. Control. Nuevamente quería que el control llegara a ella y la sacase de semejante situación incómoda. Un leve suspiro escapó de sus labios.
- ¿Quieres ir poniendo la mesa? –preguntó, dulcemente, pero con cierta tensión palpable en el aire, como si creyera -ilusamente- que lograría desvirtuar la conversación, olvidar lo sucedido, y continuar como si nada hubiera ocurrido. Si había algún tipo de conexión entre ambos a causa del difunto Nokku Damaru, lo más prudente sería evitarlo.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
La impresión que me daba aquella mujer era de inestabilidad y de fortaleza a la vez. Mis palabras entraron en su corazón como lanzas y pronto su tez indiferente y calculadora se volvió débil y triste. Estaba claro, no podía engañarme "Es simple, no creo que haya muchas personas capaces de engañarme con nada que tenga que ver con él" Pensé mientras cerraba los ojos para desviar la mirada de ella. Otra vez se hizo la tontas diciendo que no sabía de que la estaba hablando. Sus mentiras no hacían más que reforzar mi convicción, Fraiah necesitaba ayuda, no podría superarlo sin más, aquel vació que tenía en su corazón era demasiado grande, oprimiría su pecho y acabaría por destruirla, y la mejor parte residía en que ella no haría nada para evitarlo. En cierto modo podía comprenderlo ¿Qué más le daba si el ya no estaba a su lado para apoyarla?
Asentí ante su propuesta. Claro, podría la mesa. Cenaríamos en el salón, supuse. Pero yo no sabía donde estaba cada cosa. Me quedé mirando pensativo los armaritos de la cocina y me encogí de hombros. Rápidamente empecé a mirar en todos como si estuviera desesperado por encontrar lo que necesitaba. Finalmente, con una amplia sonrisa recogí todo. Dos cuchillos, dos tenedores, cucharas, platos medianos, un par de vasos, el mantel y servilletas. Después agarré con la boca una botella de agua que había en la cocina y fui caminando hacia el salón con dificultad acrobática, me desequilibraba todo el rato de un lado hacia otro. Una gota de sudor frío surcó mi mejilla mientras me acercaba cada vez más a la mesa del salón. Dejé las cosas todas juntas antes de suspirar y voltearme para mirar a Fraiah fugazmente. Ella no necesitaba que yo viniera a hacerla más daño, todavía no estaba preparada para recibir mi información. Era demasiado pronto y me gustaba la sensación que provocaban en mi piel todos esos ases que tenía bajo la manga.
¿Sabes? Todavía no nos hemos presentado jajajaja que descuido...
Dije sonriendo mientras cerraba los ojos y comenzaba a colocar cada cosa en su sitio. Primero el mantel, después los platos, las servilletas, los cubiertos a cada lado del plato, los vasos y finalmente el agua. Me sonrojé inmediatamente con la idea que se me acaba de cruzar por la mente cuando acabé de echar el agua al vaso de Fraiah y levantaba la cabeza para mirar por encima mi pequeña obra. Realmente... eso se asemejaba mucho a una cita. Tragué saliva, mi perversa mente siempre me jugaba esas malas pasadas, como la escena del sofá. Me sonrojé el triple al recordarlo. "¿Y si se había dado cuenta y no estaba en realidad dormida?... ¿Y si cuando se fije en mi traje me recuerda y piensa que soy un pervertido? Mierda, mierda ¿Qué debo hacer? El traje... tengo que deshacerme de el" Comencé a quitarme un el traje pero me paré nada más empezar al darme cuenta de que eso sería aun peor " ¡¡Si me lo quito si que pensará que soy un pervertido!! Mierda mierda" Empecé a mirar hacia todos lados nervioso y ruborizado mientras intentaba esconder mi cara de la mirada de Fraiah y retrocedía lentamente hacia mi asiento. Otra gota de sudor surcó mi frente mientras la esperaba "Es imposible que no se de cuenta, va a estar sentada en frente" Desvié mi mirada hacia la pared, para que no pudiera ver la reacción de mi cara. Era pánico, un profundo terror. Ya no tenía salida. Agaché la cabeza, como rendido y suspire, solo tenía que dejarme llevar por la situación. Fraiah comenzaba a acercarse con la comida y entre mi hambre y mi nerviosismo pensé que me iba a morir ahí mismo. Empezaba a tener calor, mucho calor. Quería quitarme el traje... pero eso era imposible. Además, la maldita expresión de indiferencia y tosquedad de Fraiah me hacía ponerme aun más nervioso, era como si cualquier cosa que ella pudiese decir fuera a ser algo malo, o peor, algo vergonzoso.
Me tranquilicé de repente, no tenía sentido seguir nervioso, se suponía que las mujeres nunca fueron un problema para mi ¿No?
Me llamo Jack Wintersnow, vengo de la academia de Siberia por asuntos tanto profesionales como personales, pero supongo que eso no te preocupa en absoluto jejejeje es un placer poder haberte conocido y agradezco que me estés echando una mano con eso ^__^
Dije señalando la comida que ya estaba en la mesa. Yo no solía cocinar mucho, o al menos no tenía ni idea de hacer lo que ella había hecho. Yo solo cocinaba a lo troglodita lo que encontraba y me lo zampaba, normalmente no tenía tiempo para andar aprendiendo a hacer nada más complicado que un un buen filete a la plancha. Ella se portaba muy bien conmigo a pesar de que me intimidaba, la oscuridad de su ser realmente ofuscaba completamente cualquier bondad que saliera de sus ojos o su boca, prácticamente la temía. O mejor dicho, temía decirle cualquier cosa que no fuera apropiada, por eso intente no volver a mencionar a Nokku. Era un miedo extraño, nunca había sentido esa sensación, sinceramente, preferiría estar enfrentándome a un ejercito de vampiros pero por otro lado la curiosidad me picaba tanto que daría cualquier cosa por continuar con esa velada.
Lo único que debía hacer era ser yo mismo e intentar que ella estuviera a gusto, porque al fin y al cabo...
Oye.. Somos amigos ¿No?
Pregunte mientras miraba mi plato como hipnotizado. Lo último que quería era descubrir que ella solo estaba ahí por cortesía, por agradecerme mi gesto, yo quería que ella se quedara ahí por voluntad propia, porque en caso contrario, ese rechazo seria bastante duro, además, yo odiaba las relaciones formales, las cenas con superiores o con personas que están a mi cargo. Cuando eso pasa el ambiente se carga de una tensión casi palpable y me hacía sentir muy incomodo. ¿Qué pensaría ella de mi? ¿Habría conseguido despertar su curiosidad? Bueno, de cualquier modo mis pensamientos no cambiarían, no me serviría de nada preocuparme de su respuesta. Simplemente cogí un trozo de carne y lo deposité gentilmente sobre mi plato. Olía tan bien... me olvide de pensar por un momento, me olvide de que no estaba solo, me olvide de respirar incluso. Deslicé mi tenedor con cuidado, no quería dañar innecesariamente esa obra de arte culinaria antes de que alcanzara mi boca. Pinché la carne y con el cuchillo desgarré sus cocinados y tiernos ligamentos. No parpadee en todo el proceso, solo levanté el tenedor con la carne y me lo llevé a la boca.
Tarde un rato en empezar a masticar y cuando más lo hacía más impresionada se volvía mi mirada. Era jugoso, sabroso, estaba al punto de sal y tan hecho como a mi me gustaba. Tragué la carne y levanté mi mirada hacia Fraiah. Seguía como consternado, mirándola a ella pero a la vez mirando el vació con los labios un poco entreabiertos. Un segundo más tarde recuperé la conciencia y mis pupilas comenzaron a brillar mientras sentía como la felicidad recorría todo mi cuerpo.
Yo... nunca he probado nada igual
Dije mientras dos pequeñas lagrimas de felicidad se escapaban de mis últimamente demasiado llorosos ojos. No había nada más que decir. Nunca pensé que la comida pudiera tener tal impacto en alguien, pero aquellos sabores me habían enloquecido por un momento y estaba tan feliz que me daba igual todo lo demás.
Me tranquilicé un poco y miré por la ventana, se estaba haciendo de noche de nuevo ¿Por qué el tiempo pasaba tan rápido? Cogí el vaso de agua y dejé que el refrescante líquido templara un poco mis emociones. Nunca me había alegrado tanto de salir herido de una batalla, definitivamente me hubiese dado igual si aquel vampiro me hubiese hecho algo más serio si con eso hubiera podido lograr revivir la experiencia de ese día. Y aún faltaba la respuesta de Fraiah, pero jejejeje yo ya estaba flotando en mi nube de comida, creo que ni siquiera me impresionaría si ella me dijera que es un hombre en realidad. Nada importaba.
Aun así en el fondo de mi ser, debajo de aquella apariencia apacible y despreocupada descansaba, acechando, esa parte de mi que nunca salía al exterior. Dicen que las personas que mejor sonríen son las que más han sufrido... entonces eso explicaría el vuelco que dio mi pecho al ver por primera vez la sonrisa de aquella mujer. Lo que me sorprendió no fue su intensa y poderosa belleza y aparente inocencia si no su malestar. De entre todos, a pesar de ser un desconocido, yo era la persona que mejor podía comprenderla, al fin y al cabo yo también había perdido a la persona más importante de mi vida y no solo eso, aquel bobo, intrépido e imprudente peliazul también era la única persona que me había llegado a importar, yo no tenía más amigos. Pero la carta que me envió días antes de morir dejaba claras sus intenciones, su sacrificio no solo habría servido para salvar la vida de sus compañeros si no también para rescatar a su pequeño hermano de esa corrosiva soledad que le/me intentaba arrancar el corazón cada día que pasaba en la academia de mi país natal. Esa parte de mi, ese océano de amargura estaba empezando a ser presionado por un pequeño riachuelo de felicidad que venía del exterior, de las cosas que me estaban pasando tan rápido en ese pueblo. Y cuando el agua del rió se mezcla con la salinidad del océano no puede más que volverse salada también.
Espero que algún día... este furioso y solitario océano se convierta en un enorme, apacible y dulce lago, ayúdame por favor, nunca podré lograrlo solo.
Asentí ante su propuesta. Claro, podría la mesa. Cenaríamos en el salón, supuse. Pero yo no sabía donde estaba cada cosa. Me quedé mirando pensativo los armaritos de la cocina y me encogí de hombros. Rápidamente empecé a mirar en todos como si estuviera desesperado por encontrar lo que necesitaba. Finalmente, con una amplia sonrisa recogí todo. Dos cuchillos, dos tenedores, cucharas, platos medianos, un par de vasos, el mantel y servilletas. Después agarré con la boca una botella de agua que había en la cocina y fui caminando hacia el salón con dificultad acrobática, me desequilibraba todo el rato de un lado hacia otro. Una gota de sudor frío surcó mi mejilla mientras me acercaba cada vez más a la mesa del salón. Dejé las cosas todas juntas antes de suspirar y voltearme para mirar a Fraiah fugazmente. Ella no necesitaba que yo viniera a hacerla más daño, todavía no estaba preparada para recibir mi información. Era demasiado pronto y me gustaba la sensación que provocaban en mi piel todos esos ases que tenía bajo la manga.
¿Sabes? Todavía no nos hemos presentado jajajaja que descuido...
Dije sonriendo mientras cerraba los ojos y comenzaba a colocar cada cosa en su sitio. Primero el mantel, después los platos, las servilletas, los cubiertos a cada lado del plato, los vasos y finalmente el agua. Me sonrojé inmediatamente con la idea que se me acaba de cruzar por la mente cuando acabé de echar el agua al vaso de Fraiah y levantaba la cabeza para mirar por encima mi pequeña obra. Realmente... eso se asemejaba mucho a una cita. Tragué saliva, mi perversa mente siempre me jugaba esas malas pasadas, como la escena del sofá. Me sonrojé el triple al recordarlo. "¿Y si se había dado cuenta y no estaba en realidad dormida?... ¿Y si cuando se fije en mi traje me recuerda y piensa que soy un pervertido? Mierda, mierda ¿Qué debo hacer? El traje... tengo que deshacerme de el" Comencé a quitarme un el traje pero me paré nada más empezar al darme cuenta de que eso sería aun peor " ¡¡Si me lo quito si que pensará que soy un pervertido!! Mierda mierda" Empecé a mirar hacia todos lados nervioso y ruborizado mientras intentaba esconder mi cara de la mirada de Fraiah y retrocedía lentamente hacia mi asiento. Otra gota de sudor surcó mi frente mientras la esperaba "Es imposible que no se de cuenta, va a estar sentada en frente" Desvié mi mirada hacia la pared, para que no pudiera ver la reacción de mi cara. Era pánico, un profundo terror. Ya no tenía salida. Agaché la cabeza, como rendido y suspire, solo tenía que dejarme llevar por la situación. Fraiah comenzaba a acercarse con la comida y entre mi hambre y mi nerviosismo pensé que me iba a morir ahí mismo. Empezaba a tener calor, mucho calor. Quería quitarme el traje... pero eso era imposible. Además, la maldita expresión de indiferencia y tosquedad de Fraiah me hacía ponerme aun más nervioso, era como si cualquier cosa que ella pudiese decir fuera a ser algo malo, o peor, algo vergonzoso.
Me tranquilicé de repente, no tenía sentido seguir nervioso, se suponía que las mujeres nunca fueron un problema para mi ¿No?
Me llamo Jack Wintersnow, vengo de la academia de Siberia por asuntos tanto profesionales como personales, pero supongo que eso no te preocupa en absoluto jejejeje es un placer poder haberte conocido y agradezco que me estés echando una mano con eso ^__^
Dije señalando la comida que ya estaba en la mesa. Yo no solía cocinar mucho, o al menos no tenía ni idea de hacer lo que ella había hecho. Yo solo cocinaba a lo troglodita lo que encontraba y me lo zampaba, normalmente no tenía tiempo para andar aprendiendo a hacer nada más complicado que un un buen filete a la plancha. Ella se portaba muy bien conmigo a pesar de que me intimidaba, la oscuridad de su ser realmente ofuscaba completamente cualquier bondad que saliera de sus ojos o su boca, prácticamente la temía. O mejor dicho, temía decirle cualquier cosa que no fuera apropiada, por eso intente no volver a mencionar a Nokku. Era un miedo extraño, nunca había sentido esa sensación, sinceramente, preferiría estar enfrentándome a un ejercito de vampiros pero por otro lado la curiosidad me picaba tanto que daría cualquier cosa por continuar con esa velada.
Lo único que debía hacer era ser yo mismo e intentar que ella estuviera a gusto, porque al fin y al cabo...
Oye.. Somos amigos ¿No?
Pregunte mientras miraba mi plato como hipnotizado. Lo último que quería era descubrir que ella solo estaba ahí por cortesía, por agradecerme mi gesto, yo quería que ella se quedara ahí por voluntad propia, porque en caso contrario, ese rechazo seria bastante duro, además, yo odiaba las relaciones formales, las cenas con superiores o con personas que están a mi cargo. Cuando eso pasa el ambiente se carga de una tensión casi palpable y me hacía sentir muy incomodo. ¿Qué pensaría ella de mi? ¿Habría conseguido despertar su curiosidad? Bueno, de cualquier modo mis pensamientos no cambiarían, no me serviría de nada preocuparme de su respuesta. Simplemente cogí un trozo de carne y lo deposité gentilmente sobre mi plato. Olía tan bien... me olvide de pensar por un momento, me olvide de que no estaba solo, me olvide de respirar incluso. Deslicé mi tenedor con cuidado, no quería dañar innecesariamente esa obra de arte culinaria antes de que alcanzara mi boca. Pinché la carne y con el cuchillo desgarré sus cocinados y tiernos ligamentos. No parpadee en todo el proceso, solo levanté el tenedor con la carne y me lo llevé a la boca.
Tarde un rato en empezar a masticar y cuando más lo hacía más impresionada se volvía mi mirada. Era jugoso, sabroso, estaba al punto de sal y tan hecho como a mi me gustaba. Tragué la carne y levanté mi mirada hacia Fraiah. Seguía como consternado, mirándola a ella pero a la vez mirando el vació con los labios un poco entreabiertos. Un segundo más tarde recuperé la conciencia y mis pupilas comenzaron a brillar mientras sentía como la felicidad recorría todo mi cuerpo.
Yo... nunca he probado nada igual
Dije mientras dos pequeñas lagrimas de felicidad se escapaban de mis últimamente demasiado llorosos ojos. No había nada más que decir. Nunca pensé que la comida pudiera tener tal impacto en alguien, pero aquellos sabores me habían enloquecido por un momento y estaba tan feliz que me daba igual todo lo demás.
Me tranquilicé un poco y miré por la ventana, se estaba haciendo de noche de nuevo ¿Por qué el tiempo pasaba tan rápido? Cogí el vaso de agua y dejé que el refrescante líquido templara un poco mis emociones. Nunca me había alegrado tanto de salir herido de una batalla, definitivamente me hubiese dado igual si aquel vampiro me hubiese hecho algo más serio si con eso hubiera podido lograr revivir la experiencia de ese día. Y aún faltaba la respuesta de Fraiah, pero jejejeje yo ya estaba flotando en mi nube de comida, creo que ni siquiera me impresionaría si ella me dijera que es un hombre en realidad. Nada importaba.
Aun así en el fondo de mi ser, debajo de aquella apariencia apacible y despreocupada descansaba, acechando, esa parte de mi que nunca salía al exterior. Dicen que las personas que mejor sonríen son las que más han sufrido... entonces eso explicaría el vuelco que dio mi pecho al ver por primera vez la sonrisa de aquella mujer. Lo que me sorprendió no fue su intensa y poderosa belleza y aparente inocencia si no su malestar. De entre todos, a pesar de ser un desconocido, yo era la persona que mejor podía comprenderla, al fin y al cabo yo también había perdido a la persona más importante de mi vida y no solo eso, aquel bobo, intrépido e imprudente peliazul también era la única persona que me había llegado a importar, yo no tenía más amigos. Pero la carta que me envió días antes de morir dejaba claras sus intenciones, su sacrificio no solo habría servido para salvar la vida de sus compañeros si no también para rescatar a su pequeño hermano de esa corrosiva soledad que le/me intentaba arrancar el corazón cada día que pasaba en la academia de mi país natal. Esa parte de mi, ese océano de amargura estaba empezando a ser presionado por un pequeño riachuelo de felicidad que venía del exterior, de las cosas que me estaban pasando tan rápido en ese pueblo. Y cuando el agua del rió se mezcla con la salinidad del océano no puede más que volverse salada también.
Espero que algún día... este furioso y solitario océano se convierta en un enorme, apacible y dulce lago, ayúdame por favor, nunca podré lograrlo solo.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Estoy a punto de rendirme. No sé a dónde ir.
No hay otro camino que no sea el Final..
pero yo no tengo nada que perder; nada que defender.
¿Podrías dirigirte a mi? No quieras alejarte. Estoy en tí desde ayer..
Con los ojos vacíos.
Tengo fantasmas en mi interior. ¿Te atreverías a ver?
No hay otro camino que no sea el Final..
pero yo no tengo nada que perder; nada que defender.
¿Podrías dirigirte a mi? No quieras alejarte. Estoy en tí desde ayer..
Con los ojos vacíos.
Tengo fantasmas en mi interior. ¿Te atreverías a ver?
Fraiah le había dicho que se quedaría. Le había dicho a un casi completo extraño que se quedaría con él en la casa de su amante fallecido. ¿En qué cabeza entraba semejante acto desconsiderado y peligroso? ¿Cómo pudo ella responder tal cosa? Pero lo cierto era que fue lo primero que se le ocurrió para salir del apuro. El apuro, justamente, y la desesperación. Aquel hombre había hecho alusión a un ser único e irreemplazable en esta tierra. Fraiah se sentía acorralada en su propia libertad de hacer lo que quisiera. Porque ese hombre había logrado encerrarla en una jaula sin escapatoria en cuestión de segundos. Sus lamentables alas ya sin plumas, se veían imposibilitadas de volar y salir de allí simplemente. La chica, con ojos brillantes y acuosos, continuaba cocinando, dándole la espalda a aquel sujeto y planteándose en su interior qué sería lo mejor. Miró la cuchilla entre sus manos... No, ¿cómo podría cruzarse semejante idea atroz sobre su cabeza? Sacudió su melena al moverse. ¿En qué diablos se había convertido? ¿En qué demonios estaba pensando?
Cerró los ojos y suspiró. Dejó todo lo que estaba haciendo para relajarse unos momentos. "Fraiah, piensa con la cabeza, no con los pies" se dijo a sí misma. Luego, comenzó a revolver el arroz junto con todos los pimientos y retiró los filetes de la plancha. Debería llevar una cosa por vez si no quería echar todo a perder. Sus pequeñas manos no podían cargar con todo, ciertamente. Entonces, sujetó primero la cacerola con el arroz y se dirigió al salón. Mientras caminaba, no miró ni un solo momento al joven. Dejó la cacerola y apenas percibió que él se encontraba sentado allí. No quería que sus ojos se cruzaran, pero al regresar con los filetes, se percató de que él había colocado los platos y cubiertos enfrentados. Tragó saliva. ¿A qué le temía? ¿A que él le hiciera algo o, peor aún, a que descubriera la verdad bajo sus ojos? Realmente le temía más a lo segundo que a lo primero, pues si él acabara haciéndole cualquier cosa e, incluso, matándola, le haría un favor. Su alma ya no podía sentir nada. Absolutamente nada.
Observó cómo él se servía un filete. Recordó que había mencionado que ellos no se habían presentado. Cuando sus palabras sonaron en sus oídos, Fraiah no le había respondido. Se había quedado pensando, ensimismada, en todo lo que estaba sintiendo. Por un momento le pareció que él estaba nervioso, incluso más que ella. Apenas sonrió ante la idea de que se encontraran en las mismas condiciones. Aunque fuera por motivos diferentes, acababan siendo los mismos. La incomodidad de dos extraños que ya no lo eran tanto compartiendo la mesa en una noche de verano y en una casa que no les pertenece.
Se sentó frente a él y oyó sus comentarios.
- Si tus asuntos personales no tienen nada que ver conmigo, creo que entonces no me preocupa -bromeó ligeramente, intentando volver a ser ella y luchando, sobre todo, con romper aquel muro de hielo que ella misma había construido entre ambos momentos atrás-. Has venido de muy lejos... Mi nombre es Fraiah; Fraiah Blade Eslin. Y no agradezcas, lo hice porque quiero, aunque debo admitir que en un principio solo lo hacía por puro compromiso -dijo al fin, levantando la mirada y clavando sus ojos en los suyos por primera vez desde que tomó asiento. Ni siquiera sabía por qué le dijo aquello. Quizás fuera porque no quería que en él quedara una impresión tan fría y distante de ella. Y, en ese momento, él entreabrió los labios para hablar otra vez.
"Oye.. Somos amigos ¿No?"
Sus palabras acallaron todo los demás sonidos que pudieran oírse dentro de la casa. Fraiah estaba a punto de servir el arroz en ese momento. Se quedó mirándolo, sorprendida. Aquel chico... -o mejor dicho, Jack, ya que ahora sabía su nombre- se encontraba totalmente solo. En ese momento pudo ver todo lo que antes ignoró. El brillo melancólico y alegre de sus ojos. La felicidad emergente entre quién sabe cuántos recuerdos tristes. Fraiah no se había percatado de eso antes, porque otra vez, egoísta, había estado pensando sólo en ella y las muchas maneras que tenía de huir de aquí y de la presencia de ese hombre. Automáticamente, desvió la mirada de la suya y le sirvió un planto abundante de arroz. Era necesario que volviera a ponerse en movimiento antes que él se diera cuenta de algo de lo que pudo llegar a pensar. Sonrió suavemente mientras dejaba la cuchara en su lugar y volvía a sentarse.
- Deberías tener más cuidado cuando llamas así a alguien -murmuró, perspicaz, mirándolo otra vez. La desconfianza que Fraiah había alimentado en su corazón era completamente evidente-. Mejor esperemos a que termine esta jornada para decir qué somos. Quién sabe... tal vez mañana volvamos a ser dos completos extraños; o peor, tal vez seamos enemigos -susurró luego, inclinándose un poco sobre la mesa y socavando con sus ojos cada pensamiento de Jack que pudiese aflorar; cada gesto y cada sensación. Fraiah acabaría intimidándolo del todo y, tal vez, ganándose su desprecio. ¿Pero acaso eso le importaba? Últimamente, su inocencia y bondad se entremezclaba peligrosamente con una astucia despiadada y una oscuridad poco habitual.
Pasados unos minutos, acabó por reír suavemente luego de aquel momento de tensión y se limpió delicadamente los labios con una servilleta.
- De acuerdo, de acuero, somos amigos -dijo finalmente, como si aquello fuera una especie de extravagante contrato entre ambos. Fraiah se había dejado llevar por el sendero que sus propios pensamientos destructivos tramaban y había dicho palabras bastante hostiles de una manera demasiado amable para ser verdad. La chica, riéndose de Jack en su propia cara por la expresión que mostró, comenzó a cortar finamente el filete y a llevar, lentamente, pequeños trozos a su boca. A continuación, comió un poco de arroz.
- Me alegra que te guste. Hacía mucho que no cocinaba para alguien. Ya temía estar perdiendo la habilidad para ello -comentó, ya un poco más libremente. Había logrado bloquear las inseguridades y las dudas de su mente por el simple hecho de poder disfrutar al menos algo en este día. Una comida no era una cosa tan mínima como para desaprovecharla. Mucho menos, una cena en compañía de alguien que, aunque apenas conocieras, sabías perfectamente que sería imposible que algo malo emergiera de sus actos. Fraiah no se había percatado de ello antes, pero sí ahora. Lo había sentido y visto a través de sus gestos y miradas; incluso sus palabras extremadamente confiadas. Era un chico que estaba más perdido que ella en este pueblo. Ahora mismo, luchaba con su lado más impío para poder concentrarse en ayudar a alguien en vez de ahogarse en su propio martirio constante.
Vio las lágrimas que escapaban por sus ojos. En un primer momento, se asustó un poco. ¿Acaso le había puesto demasiado picante al arroz? Pero, luego, sonrió al darse cuenta de que aquello era resultado de una confluencia de emociones que, junto al sabor de la comida, habían logrado embriagarlo. Fraiah ladeó un poco la cabeza y, mirándolo con interés -por ser tan raro espécimen- se llevó otro trozo de carne a la boca.
- Fraiah B. Eslin
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Humor : Volátil
Re: Casa de Nokku Damaru
Sentía por momentos como mi estómago comenzaba a enamorarse de ese manjar. Carne, arroz, verduras. Madre mía ¿Qué más podía pedir un chico como yo? Y lo mejor de todo: lo habían preparado para mi. No cabía en mi gozo. Bien es cierto que al principio, tal y como había previsto las palabras de Fraiah-chan habían sido rudas e intimidantes, pero ya no colaba. Era imposible que alguien que me había preparado aquella cena y que había aceptado a quedarse conmigo albergara dentro sentimientos de desconfianza de ese tipo. No debía ser difícil en realidad confiar en alguien como yo: transparente como el agua. Así era. Nunca había tenido amigos, ni compañeros, ni una familia real, yo no sabía como ocultar mis verdaderos sentimientos, no sabía como mentir bien, era torpe en las relaciones sociales y además "¿Por qué demonios no para de mirarme de esa manera? Siento que esta intentando mirar dentro de mi, no se que hacer con esto TT.TT" Pensé mientras ladeaba la cabeza a la vez que lo hacía Fraiah, intrigado por su repentina actitud, al mismo tiempo que masticaba un poco de su delicioso arroz. Yo no sabría decir en realidad si ella era o no una chica extraña porque nunca me había molestado en conocer la personalidad de ninguna mujer anteriormente ¿Era eso lo que sentía al tener un amigo? Era una sensación ambigua, cálida, reconfortante pero extraña. Me seguía sintiendo nervioso a pesar de que ella me dijo que podríamos ser amigos, de hecho, estaba aun más nervioso que antes, con la diferencia de que esta vez desconocía el origen de esa torpeza emocional mía.
Terminamos de comer y suspiré, satisfecho. Había sido estupendo. Me levanté y cogía los platos para llevarlos a la cocina. Había conseguido controlar un poco mis nervios pero la presencia de esa mujer me alteraba. Lo asumí, no intentaba luchar contra ello, de todos modos no sabría como hacerlo. Si, no tenía sentido oponerse a mis propios sentimientos. Simplemente sonreí amablemente, aunque realmente sonreí para que ella no se diera cuenta de todo lo que pasaba por mi cabeza. Empecé a recoger los platos con los ojos entrecerrados y lentamente comencé a preguntarme sobre aquella chica ¿Quién era ella en realidad? ¿Qué relación tenía con Nokku? Y lo más importante ¿Porqué demonios olía tan extraño? No me refería al hecho de que evidentemente, su olor me atrajera, si no que también me daba algo de pavor, ese olor no era normal. Esa chica ocultaba algo muy grande. Su sangre, cuando su sangre se vertió en las calles lo sentí pero lo había ignorado, olía muy parecida a la de Nokku ¿Por qué? Había demasiadas cosas que yo no conocía. Demasiadas incógnitas. Estaba confuso. Toso ese pueblo escondía decenas de secretos y yo lo único que sabía era el nombre de aquella mujer. Nada más...
Pero ¿Acaso necesitaba conocer algo más? Ella estaba ahí, cansada, con falta de sangre todavía y me había aceptado, a pesar de no conocerme de nada, a pesar de que la había traído a casa de su difunto amigo, a pesar de que.. yo no era absolutamente nadie. A pesar de todo ella me sonreía. Apreté el puño con rabia, ella estaba pasando por un infierno y aún así se esforzaba tanto por hacer como si nada pasara. Estaba de espaldas a ella, en la cocina, dejando los platos, así que supuse que ella no podría ver mi expresión. Sentía odio, odio por cualquiera que hubiera sido la causa de la desgracia de esa muchacha. Era tan pura y a la vez estaba tan manchada por la malicia de ese maldito pueblo que me avergonzaba con solo mirarla. Esa era la razón de mi timidez, esa era en parte la razón de mi nerviosismo y la razón real por la que me sentía intimidado. Suspiré de nuevo en mi confusión. "Esta bien, todo estará bien Jack, solo no te dejes llevar" pensé mientras volvía y terminaba de ayudar a Fraiah. Llegué a la conclusión de que la única razón por la que los dos nos estábamos soportando era porque realmente los dos estábamos demasiado solos.
"No tenemos nada y seguimos bailando en esta vacía pista de baile, sin música, sin gente, seguimos marcando nuestros pasos como si eso fuese a salvarnos" Una sensación de armonía, de sinfonía, mezclada con una determinación fría y aguda recorrió todo mi cuerpo. No podía volver a dejar que la nada se adueñase de nuestras almas, no podía, no la conocía de nada pero yo tampoco era nadie así que no me importaba. Evitaría que esa expresión, esos ojos que no miran a ningún lado volvieran a presentarse en la actitud de la muchacha igual que tampoco dejaría que la nada me invadiera a mi. Porque la nada era como un veneno, como un fuego que arrasa rápidamente con un bosque de árboles secos. La nada se hospedaba en el alma de alguien cuando el dolor germina, como forma de defensa ante el mundo, dejándonos vacíos, faltos de emoción, de dolor, de sentido. Es justo eso, la vida dejaba de tener sentido.
Empecé a lavar los platos, al fin y al cabo la invitada era Fraiah, no yo. Simplemente no la dejaría hacer la labor que por deber me pertenecía a mi ¿O eso era solo una escusa para poder esconder mi rostro por unos momentos? Si, tal vez también fuera eso, no quería que ella me mirase en ese momento, primero me tenía que recuperar un poco, dejar mis ideas claras. Me centré en mi labor y antes de que me pudiera dar cuenta todo estaba limpio. Ya no podía hacer nada para distraerme. La noche nos abrigaba de nuevo y sentí una extraña sensación de calidez. Era extraño, de día solía tener frió pero cuando el sol se escondía me sentía mucho mejor ¿Sería algo psicológico? No lo sabía, seguramente se debiera a que me encantaba la noche, el momento en el que te puedes ocultar, escapar de todo y todos. Suspiré mientras dejaba el último tenedor en su cajón. Me giré para ver a Fraiah y al verla simplemente no supe que decir. Tragué saliva. No, ella no podía entenderme y a mi en ese momento me resultaba imposible seguir sonriendo, simplemente no podía. Necesitaba escaparme un rato
Lo siento.. yo... estoy algo cansado, iré arriba
Dije, como dando por hecho que me iba a dormir. Con un paso lento e irregular subía las escaleras sin mirarla a la cara. Sentí la presión de su mirada en mi espalda y pensé que me daba igual, no podía aguantarlo más. Sabía que mi hermano se enfadaría si me viera triste y me prometía constantemente a mi mismo que no volvería a estar así, pero no podía evitarlo, tenía que soltarlo para que ese vacío, que cada vez me oprimía más el pecho comenzase a desaparecer poco a poco. Nokku, en el piso de arriba tenía un piano, yo ya lo sabía, el tenía todo tipo de instrumentos originales, a él le encantaba la música, igual que a mi. En este tipo de situaciones ninguno eramos muy bueno con las palabras y la única manera que encontrábamos de expresarnos era mediante esas cuerdas, esas pulsaciones, esas canciones que nos hacían desahogarnos. Cualquiera que nos escuchase tocar podría comprendernos más allá de lo que podrían permitir las palabras expresarnos. Bueno, en realidad, fui yo el que le enseño a tocar al tiempo que el me enseño a luchar, pero esa no era una historia interesante, así que siempre la dejaba de lado. El piano se encontraba en una habitación grande, solitaria, sin ningún mueble. Me sorprendía que en una casa tan pequeña pudiera haber realmente una habitación así. Sobre las paredes descansaban, un poco polvorientos un sin fin de violines, guitarras y demás instrumentos de Nok. Me acerqué a la silla del piano y le quité el polvo de encima. Todo parecía pasar más lento mientras hacía eso "El tiempo se para para mí y mientras tanto tu recuerdo y la ausencia de tu amistad me flagelan como dos grandes monstruos, dispuestos a acabar con mi corazón, dispuestos a acabar con todo lo que soy" Pensé mientras levantaba la tapa y observaba en esa incipiente oscuridad cada una de las teclas. La luz de la luna se filtraba por la ventana, a través de las cortinas, dándome una lúgubre pero más que suficiente visibilidad de todo. Mis dedos comenzaron a deslizarse por esas blancas teclas y pude sentir como mi corazón abandonaba mi pecho y pasaba a invadir toda la casa, con cada nota musical.
Ella me oiría, lo sabía, ella podría comprenderme, lo sabía e incluso ella podría utilizar mis sentimientos en mi contra, pero también lo sabía y no me importaba en absoluto. Simplemente dejé que cada una de las notas golpearan como martillos mi pecho y desprendieran poco a poco ese pesado dolor que sentía en mi interior. Aún con los ojos húmedos ,por haber derramado un par de lágrimas por la cena que Fraiah me preparó, apreté los dientes unos contra los otros mientras un nudo se hacía en mi garganta y más lágrimas huían de mis llorosos ojos. Las lágrimas, como gotas de roció, resbalaban por la curvatura de mis mejillas y recorrían mi cuello para fundirse con la tela de mi traje. Algunas, rebeldes, saltaban cada vez que pestañeaba para cerrar fuertemente los ojos y humedecían las teclas que poco a poco trasladaban mi ser hacia otro lugar, hacia mis recuerdos. Las sonrisas, los llantos, los gritos, los abrazos, ese lazo era demasiado preciado para mi, dios mio, era el único lazo que tenía y era más que obvio que una persona no puede sobrevivir si carece de lazos, y así es como me sentía en ese momento, muerto. Estaba muerto por dentro aunque mi cuerpo siguiera con vida, por esa misma razón era en realidad imposible leer mi verdadero ser, en cuanto Nokku murió todo en mi interior se fue con el, derramándose por mis ojos en forma de dolorosas lágrimas el día de su muerte. No había llorado en 10 años y ahora lo hacía cada día, sin poder evitarlo. Aquella mujer, aquella dulce, dura y misteriosa mujer había metido sus manos dentro de mi, había intentado averiguar quien era yo y cuando me dí cuenta de que yo en realidad no era nadie y que no tenía nada que mostrarle a esa chica me sentí muy triste, abatido. Yo solo quería ser feliz ¡Maldita sea! Yo le había perdido de nuevo, y esta vez era PARA SIEMPRE. Apreté aun más la mandíbula y lloré, lloré. Era un llanto desesperado, derrotado, pero vivo, estaba vivo. "¡¿Por qué me has vuelto a dejar solo?!" Grité en mis pensamientos porque me era imposible articular palabra ninguna.
"¿Por qué te sacrificaste hermano? ¿No pudiste encontrar otra salida?" Mi vació de pronto se llenó de agonía. Era la única manera. La nada de mi pecho debía ser rellenada con algo y lo único que yo tenía oculto dentro de mi era ese océano de salada amargura. Dejé que las aguas de los males lo ocuparan todo mientras que lo más dulce de mi cuerpo, de mi ser, se escapaba en mis lágrimas. Finalmente, dejando que mi pequeño sollozo se derritiera con las notas comencé a finalizar la melodía, ya era suficiente por un día. Con un cuidado sublime y delicado susurro toqué las últimas notas con una sola mano y me quedé ahí, tendido encima de la silla, como la armadura abandonada de un caballero. Puse ambas manos sobre la tapa del piano, tapándolo y me quedé solo en la oscuridad.
Yo... No tengo a nadie ahora
Conseguí vocalizar mientras el nudo de la garganta oprimía mi esófago, dificultandome la respiración. No era consciente de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Solo me concentraba en tomar y expulsar aire, aire vació y melancólico mientras agachaba la cabeza en frente del piano, dejando que mis cabellos taparan mi cara al tiempo que mis ojos brillaban con el reflejo de la luna en la pulida madera del gigante instrumento que descansaba en frente de mi.
Terminamos de comer y suspiré, satisfecho. Había sido estupendo. Me levanté y cogía los platos para llevarlos a la cocina. Había conseguido controlar un poco mis nervios pero la presencia de esa mujer me alteraba. Lo asumí, no intentaba luchar contra ello, de todos modos no sabría como hacerlo. Si, no tenía sentido oponerse a mis propios sentimientos. Simplemente sonreí amablemente, aunque realmente sonreí para que ella no se diera cuenta de todo lo que pasaba por mi cabeza. Empecé a recoger los platos con los ojos entrecerrados y lentamente comencé a preguntarme sobre aquella chica ¿Quién era ella en realidad? ¿Qué relación tenía con Nokku? Y lo más importante ¿Porqué demonios olía tan extraño? No me refería al hecho de que evidentemente, su olor me atrajera, si no que también me daba algo de pavor, ese olor no era normal. Esa chica ocultaba algo muy grande. Su sangre, cuando su sangre se vertió en las calles lo sentí pero lo había ignorado, olía muy parecida a la de Nokku ¿Por qué? Había demasiadas cosas que yo no conocía. Demasiadas incógnitas. Estaba confuso. Toso ese pueblo escondía decenas de secretos y yo lo único que sabía era el nombre de aquella mujer. Nada más...
Pero ¿Acaso necesitaba conocer algo más? Ella estaba ahí, cansada, con falta de sangre todavía y me había aceptado, a pesar de no conocerme de nada, a pesar de que la había traído a casa de su difunto amigo, a pesar de que.. yo no era absolutamente nadie. A pesar de todo ella me sonreía. Apreté el puño con rabia, ella estaba pasando por un infierno y aún así se esforzaba tanto por hacer como si nada pasara. Estaba de espaldas a ella, en la cocina, dejando los platos, así que supuse que ella no podría ver mi expresión. Sentía odio, odio por cualquiera que hubiera sido la causa de la desgracia de esa muchacha. Era tan pura y a la vez estaba tan manchada por la malicia de ese maldito pueblo que me avergonzaba con solo mirarla. Esa era la razón de mi timidez, esa era en parte la razón de mi nerviosismo y la razón real por la que me sentía intimidado. Suspiré de nuevo en mi confusión. "Esta bien, todo estará bien Jack, solo no te dejes llevar" pensé mientras volvía y terminaba de ayudar a Fraiah. Llegué a la conclusión de que la única razón por la que los dos nos estábamos soportando era porque realmente los dos estábamos demasiado solos.
"No tenemos nada y seguimos bailando en esta vacía pista de baile, sin música, sin gente, seguimos marcando nuestros pasos como si eso fuese a salvarnos" Una sensación de armonía, de sinfonía, mezclada con una determinación fría y aguda recorrió todo mi cuerpo. No podía volver a dejar que la nada se adueñase de nuestras almas, no podía, no la conocía de nada pero yo tampoco era nadie así que no me importaba. Evitaría que esa expresión, esos ojos que no miran a ningún lado volvieran a presentarse en la actitud de la muchacha igual que tampoco dejaría que la nada me invadiera a mi. Porque la nada era como un veneno, como un fuego que arrasa rápidamente con un bosque de árboles secos. La nada se hospedaba en el alma de alguien cuando el dolor germina, como forma de defensa ante el mundo, dejándonos vacíos, faltos de emoción, de dolor, de sentido. Es justo eso, la vida dejaba de tener sentido.
Empecé a lavar los platos, al fin y al cabo la invitada era Fraiah, no yo. Simplemente no la dejaría hacer la labor que por deber me pertenecía a mi ¿O eso era solo una escusa para poder esconder mi rostro por unos momentos? Si, tal vez también fuera eso, no quería que ella me mirase en ese momento, primero me tenía que recuperar un poco, dejar mis ideas claras. Me centré en mi labor y antes de que me pudiera dar cuenta todo estaba limpio. Ya no podía hacer nada para distraerme. La noche nos abrigaba de nuevo y sentí una extraña sensación de calidez. Era extraño, de día solía tener frió pero cuando el sol se escondía me sentía mucho mejor ¿Sería algo psicológico? No lo sabía, seguramente se debiera a que me encantaba la noche, el momento en el que te puedes ocultar, escapar de todo y todos. Suspiré mientras dejaba el último tenedor en su cajón. Me giré para ver a Fraiah y al verla simplemente no supe que decir. Tragué saliva. No, ella no podía entenderme y a mi en ese momento me resultaba imposible seguir sonriendo, simplemente no podía. Necesitaba escaparme un rato
Lo siento.. yo... estoy algo cansado, iré arriba
Dije, como dando por hecho que me iba a dormir. Con un paso lento e irregular subía las escaleras sin mirarla a la cara. Sentí la presión de su mirada en mi espalda y pensé que me daba igual, no podía aguantarlo más. Sabía que mi hermano se enfadaría si me viera triste y me prometía constantemente a mi mismo que no volvería a estar así, pero no podía evitarlo, tenía que soltarlo para que ese vacío, que cada vez me oprimía más el pecho comenzase a desaparecer poco a poco. Nokku, en el piso de arriba tenía un piano, yo ya lo sabía, el tenía todo tipo de instrumentos originales, a él le encantaba la música, igual que a mi. En este tipo de situaciones ninguno eramos muy bueno con las palabras y la única manera que encontrábamos de expresarnos era mediante esas cuerdas, esas pulsaciones, esas canciones que nos hacían desahogarnos. Cualquiera que nos escuchase tocar podría comprendernos más allá de lo que podrían permitir las palabras expresarnos. Bueno, en realidad, fui yo el que le enseño a tocar al tiempo que el me enseño a luchar, pero esa no era una historia interesante, así que siempre la dejaba de lado. El piano se encontraba en una habitación grande, solitaria, sin ningún mueble. Me sorprendía que en una casa tan pequeña pudiera haber realmente una habitación así. Sobre las paredes descansaban, un poco polvorientos un sin fin de violines, guitarras y demás instrumentos de Nok. Me acerqué a la silla del piano y le quité el polvo de encima. Todo parecía pasar más lento mientras hacía eso "El tiempo se para para mí y mientras tanto tu recuerdo y la ausencia de tu amistad me flagelan como dos grandes monstruos, dispuestos a acabar con mi corazón, dispuestos a acabar con todo lo que soy" Pensé mientras levantaba la tapa y observaba en esa incipiente oscuridad cada una de las teclas. La luz de la luna se filtraba por la ventana, a través de las cortinas, dándome una lúgubre pero más que suficiente visibilidad de todo. Mis dedos comenzaron a deslizarse por esas blancas teclas y pude sentir como mi corazón abandonaba mi pecho y pasaba a invadir toda la casa, con cada nota musical.
- ♫ Numb ♫:
Ella me oiría, lo sabía, ella podría comprenderme, lo sabía e incluso ella podría utilizar mis sentimientos en mi contra, pero también lo sabía y no me importaba en absoluto. Simplemente dejé que cada una de las notas golpearan como martillos mi pecho y desprendieran poco a poco ese pesado dolor que sentía en mi interior. Aún con los ojos húmedos ,por haber derramado un par de lágrimas por la cena que Fraiah me preparó, apreté los dientes unos contra los otros mientras un nudo se hacía en mi garganta y más lágrimas huían de mis llorosos ojos. Las lágrimas, como gotas de roció, resbalaban por la curvatura de mis mejillas y recorrían mi cuello para fundirse con la tela de mi traje. Algunas, rebeldes, saltaban cada vez que pestañeaba para cerrar fuertemente los ojos y humedecían las teclas que poco a poco trasladaban mi ser hacia otro lugar, hacia mis recuerdos. Las sonrisas, los llantos, los gritos, los abrazos, ese lazo era demasiado preciado para mi, dios mio, era el único lazo que tenía y era más que obvio que una persona no puede sobrevivir si carece de lazos, y así es como me sentía en ese momento, muerto. Estaba muerto por dentro aunque mi cuerpo siguiera con vida, por esa misma razón era en realidad imposible leer mi verdadero ser, en cuanto Nokku murió todo en mi interior se fue con el, derramándose por mis ojos en forma de dolorosas lágrimas el día de su muerte. No había llorado en 10 años y ahora lo hacía cada día, sin poder evitarlo. Aquella mujer, aquella dulce, dura y misteriosa mujer había metido sus manos dentro de mi, había intentado averiguar quien era yo y cuando me dí cuenta de que yo en realidad no era nadie y que no tenía nada que mostrarle a esa chica me sentí muy triste, abatido. Yo solo quería ser feliz ¡Maldita sea! Yo le había perdido de nuevo, y esta vez era PARA SIEMPRE. Apreté aun más la mandíbula y lloré, lloré. Era un llanto desesperado, derrotado, pero vivo, estaba vivo. "¡¿Por qué me has vuelto a dejar solo?!" Grité en mis pensamientos porque me era imposible articular palabra ninguna.
"¿Por qué te sacrificaste hermano? ¿No pudiste encontrar otra salida?" Mi vació de pronto se llenó de agonía. Era la única manera. La nada de mi pecho debía ser rellenada con algo y lo único que yo tenía oculto dentro de mi era ese océano de salada amargura. Dejé que las aguas de los males lo ocuparan todo mientras que lo más dulce de mi cuerpo, de mi ser, se escapaba en mis lágrimas. Finalmente, dejando que mi pequeño sollozo se derritiera con las notas comencé a finalizar la melodía, ya era suficiente por un día. Con un cuidado sublime y delicado susurro toqué las últimas notas con una sola mano y me quedé ahí, tendido encima de la silla, como la armadura abandonada de un caballero. Puse ambas manos sobre la tapa del piano, tapándolo y me quedé solo en la oscuridad.
Yo... No tengo a nadie ahora
Conseguí vocalizar mientras el nudo de la garganta oprimía mi esófago, dificultandome la respiración. No era consciente de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Solo me concentraba en tomar y expulsar aire, aire vació y melancólico mientras agachaba la cabeza en frente del piano, dejando que mis cabellos taparan mi cara al tiempo que mis ojos brillaban con el reflejo de la luna en la pulida madera del gigante instrumento que descansaba en frente de mi.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Continuaron disfrutando de la cena hasta que ambos se encontraron satisfechos. Fraiah suspiró y se dejó caer unos instantes hacia atrás en la silla. ¿Cuánto hacía que no probaba bocado alguno? Lo peor era que si no hubiera decidido hacer esta cena y no hubiera comido tan solo un poco, no se hubiera dado cuenta de la urgencia con la cual su organismo reclamaba nutrientes. Su apetito estaba inactivo desde hacía días; desde aquel día trágico, más precisamente. Fraiah no tenía ganas de comer ni ganas de levantarse de la cama. Hacía las cosas de forma mecánica por el simple hecho de que no podía dejarse estar, viendo cómo pasa el tiempo y cómo se consume lentamente en su nube de dolor anesteciante.
Observó cómo Jack se levantaba y apenas le dedicó una tenue pero dulce sonrisa. Parecía que la comida le había gustado y eso la alegraba. Era extraño, pero un atisbo de aquella Fraiah dulce e ingenua se sentía feliz viendo cómo otros salían beneficiados por alguna acción suya. Cuando él comenzó a llevar los platos a la cocina, ella estiró sus brazos. Vaya, estaba cansada. Comenzaba a recaer sobre su cuerpo todo el cansancio y los nervios del día, sumados al desgaste continuo que venía teniendo. Escuchó cómo Jack habría el grifo del agua y cómo comenzaba a lavar. ¿Por qué no le pedía ayuda para ello? Fraiah tuvo la intención de levantarse, pero algo le advirtió que sería mejor quedarse donde estaba. Algo en su interior le indicó que era mejor respetar el espacio del chico así como el suyo propio.
Algo no estaba bien.
El sonido del agua cesó y ella volteó un poco la cabeza. Escuchó sus palabras y se quedó pensativa, observándolo ascender las escaleras. Un brillo oscuro recorrió el semblante de Fraiah. Probablemente, si Jack lo hubiese visto, recapacitaría acerca de su invitación para que ella se quedase. La joven recorrió la silueta del muchacho mientras ascendía cada escalón. Cuando la espalda del hombre desapareció, Fraiah simplemente regresó su vista al frente. Allí, en el lugar donde Jack se sentó, era donde solía sentarse Nokku. Justo así. De este mismo modo. Frente a ella, sonriéndole y comiendo como una verdadera bestia cada una de sus comidas. Nokku era un animal cuando de cenas o almuerzos se trataba. Su hambre era voraz, pero su felicidad luego de cada comida era aún más grande. Fraiah, inevitablemente, se echó a reír en ese mismísimo momento. Unas finas lágrimas recorrieron su mejilla. Se llevó una mano al rostro, ocultando sus ojos. La risa de pronto se transformó en melancolía. Mordió su labio inferior y contuvo aquel nudo en la garganta lo más que pudo. ¿Pero cómo soportarlo cuando aquella melodía comenzó a sonar? La chica retiró la mano y abrió los ojos. Esa melodía era...
Era exactamente la misma que solía tocar Nokku cuando se encontraba triste.
Fraiah se puso de pie, mirando las escaleras. Tragó saliva, confundida y con el corazón lleno de una extraña esperanza ilusoria. En ese momento, a causa de las lágrimas que entorpecían su mirar, creyó ver la figura de Nokku justo delante de ella, dándole la espalda, a punto de subir las escaleras. Fraiah se restregó los ojos con rapidez y sacudió la cabeza.
- Ah, para ya... Deja de volverme loca, por favor -susurró, negando con la cabeza, incrédula pero con un alma deseando creer cada cosa que la acercara a él; cada sensación que acercara su espíritu al suyo-. Sabes que no deseo vivir sin ti, entonces, ¿por qué lo haces? ¿Por qué te empeñas por traerme aquí tan a menudo cuando lo único que quiero es alejarme? -agregó, hablando con el aire, simplemente, pero creyendo que Nokku podría escuchar sus palabras en algún momento-. Si al menos me dijeras que usaste algunos de tus trucos y acabaste por teñirte el cabello y te encuentras ahora allí arriba yo... -se echó a reír otra vez. ¿Cómo podía ser tan idiota?
¿Acaso no ves a la Muerte a tus espaldas, envolviéndote con sus alas y deseando que le pertenezcas? ¿No puedes apreciar en lo más mínimo que Ella no desea que tu pureza desaparezca en este mar de dolor y odio? Tan solo quiere atesorarte y llevarte a donde Él se encuentra. ¿No sería perfecto dejarse ir?
La voz de su mente regresó para jugar con ella y sus sentimientos. Aquel lado oscuro que lo único que hacía era llamar la desgracia volvió para poseer su corazón. "A veces no entiendo de qué lado estás; un día, apareces para salvarme y otro, simplemente, para enterrarme aún más" replicó a su Consciencia. Sonrió desganada mientras la melodía continuaba llenando su espíritu de un sinfín de sensaciones agradables y demoledoras. En ese momento, desvió la mirada hacia un mueble de la sala, y vio allí otro retrato. Parpadeó un par de veces y se acercó a él, sujetándolo entre sus manos.
Deslizó sus suaves dedos por la fotografía. Odiaba que el Destino alineara los acontecimientos para hacerlos creer simples casualidades. Odiaba que ese piano estuviera sonando ahora mismo, trayendo tantos recuerdos que esa maldita imagen plasmaba en un simple parpadeo. Fraiah abrió el cajón donde había guardado la otra fotografía hace unos días. No quería que estuvieran a la vista. Ya no. La arrojó dentro y lo cerró con algo de furia. Basta. Basta de toda esta pesadilla. Basta de estos preciados y endemoniados recuerdos. No podía más. De tan solo pensarlo, de tan solo recordar su cuerpo ensangrentado consumiéndose en el frío suelo de aquel salón, se le revolvía el estómago amenazando con expulsar cada cucharada de arroz ingerida. Fraiah apretó su mandíbula. Sus dientes superiores se encontraron con los inferiores, chocándose con rabia y dolor. Sus ojos se clavaron en aquellas escaleras.
- Cállate... -murmuró, dando un paso al frente-. Tan sólo... cállate -repitió, provocando que sus párpados se elevaran cada vez más y sus iris violáceos, refulgentes, quedaran a la vista-. ¡CÁLLATE! -acabó por gritar con todas sus fuerzas. Un extraño color carmesí se había adueñado de todo aquel violeta primaveral. Fraiah subió corriendo las escaleras. ¿Por qué sonaba aquel piano? ¿Quién osaba tocarlo y emitir tales notas musicales? ¿Con el permiso de quién? Ya no podía soportarlo. Simplemente, quería arrancar aquel problema de raíz. Ese cuarto era de Nokku. Si Nokku no estaba dentro -porque eso era, sencillamente, lógicamente imposible- entonces era aquel muchacho entrometido. Ya había alcanzado su límite. Podía aceptar que le estuvieran dando alojamiento en la morada de su difunto novio, pero ya era demasiado soportar que tocara sus cosas a su antojo y que embriagara el alma de Fraiah en una esperanza avasalladora que no existía.
La puerta del cuarto se abrió bruscamente. La silueta femenina se impuso con su sombra.
Los ojos carmesí de Fraiah se clavaron en la figura de Jack Wintersnow. Una mirada asesina, letal, decorada de forma encantadora y aterradora aquel rostro grácil e impoluto. Su cabello, extenso y castaño, caía sobre sus desnudos hombros. La joven no podía sentir otra cosa que no fuera el odio repentino de la frustrante situación. Se sentía desesperada y ultrajada. ¿Por qué? Pues que se lo pregunten a él, a ese joven intruso que osaba mover sus dedos con la gracia y la tristeza que ese piano reclamaba.
- Me pregunto por qué... -susurraron sus labios dulce y lentamente-. Mejor dicho, me pregunto si será posible cambiar el Destino de una persona entregándole a la Muerte otra que pueda suplantarla -continuó, como un verdadero canto poseído, atacando los sensibles oídos de Jack y tejiendo con su dolor una densa telaraña en su corazón. Dio unos pasos al frente, hasta llegar justo detrás del muchacho. Levantó con suavidad ambas manos, dispuesta a rodear el cuello de aquel hombre. Sabía que si se trataba de fuerza, no lo mataría. Pero ella tenía otra cosa que podría matarlo con el simple roce de su pura y blanca piel. El resplandor carmesí se intensificó por unos instantes. Era el momento. Si ella hacía aquello, su alma sentiría el alivio que ansiaba. Una de las ventanas de la habitación se abrió de repente. La brisa inundó la sala, alborotando el cabello de la muchacha como si intentara frenar su imprudente accionar. Fraiah entreabrió sus labios una vez más, mientras sus finos dedos se acercaban a su objetivo.
- Me pregunto... por qué Él, y no tú -sentenció.
Estaba a punto de cometer una atrocidad. Estaba a punto de abandonar la compostura y la noción de la realidad. El brillo de sus ojos amenazaba con teñirlo todo de un carmín infinito. Sin embargo, una corazonada provocó que se detuviera. Fraiah, nunca olvides quién eres. Parpadeó de golpe, mientras la luz de la luna empapaba su rostro con su tenue brillo. Sus ojos rojos, velozmente, se aplacaron. El violeta volvió a inundarlos y Fraiah, simplemente, dejó caer ambas manos sobre los hombros de Jack. Una suave risa femenina inundó la sala. La chica se inclinó hacia adelante y permitió que sus brazos envolvieran a aquel sujeto. Lo miró a los ojos fijamente, como si todo aquello fuera una extraña broma.
- Oye, ¿por qué tocas algo tan triste? ¿Por qué no vas a descansar? -inquirió, sonriendo, infantil y amable, como si nada hubiera ocurrido. La extrañeza que Jack sentiría era, sin embargo, idéntica a la que ella albergaba en su voluble y tierno corazón. Una sonrisa curiosa, bromista, puede ocultar las apariencias; pero los latidos feroces de su corazón jamás podrían ocultar las horrendas intenciones que se adueñaron de su cuerpo esa noche.
Observó cómo Jack se levantaba y apenas le dedicó una tenue pero dulce sonrisa. Parecía que la comida le había gustado y eso la alegraba. Era extraño, pero un atisbo de aquella Fraiah dulce e ingenua se sentía feliz viendo cómo otros salían beneficiados por alguna acción suya. Cuando él comenzó a llevar los platos a la cocina, ella estiró sus brazos. Vaya, estaba cansada. Comenzaba a recaer sobre su cuerpo todo el cansancio y los nervios del día, sumados al desgaste continuo que venía teniendo. Escuchó cómo Jack habría el grifo del agua y cómo comenzaba a lavar. ¿Por qué no le pedía ayuda para ello? Fraiah tuvo la intención de levantarse, pero algo le advirtió que sería mejor quedarse donde estaba. Algo en su interior le indicó que era mejor respetar el espacio del chico así como el suyo propio.
Algo no estaba bien.
El sonido del agua cesó y ella volteó un poco la cabeza. Escuchó sus palabras y se quedó pensativa, observándolo ascender las escaleras. Un brillo oscuro recorrió el semblante de Fraiah. Probablemente, si Jack lo hubiese visto, recapacitaría acerca de su invitación para que ella se quedase. La joven recorrió la silueta del muchacho mientras ascendía cada escalón. Cuando la espalda del hombre desapareció, Fraiah simplemente regresó su vista al frente. Allí, en el lugar donde Jack se sentó, era donde solía sentarse Nokku. Justo así. De este mismo modo. Frente a ella, sonriéndole y comiendo como una verdadera bestia cada una de sus comidas. Nokku era un animal cuando de cenas o almuerzos se trataba. Su hambre era voraz, pero su felicidad luego de cada comida era aún más grande. Fraiah, inevitablemente, se echó a reír en ese mismísimo momento. Unas finas lágrimas recorrieron su mejilla. Se llevó una mano al rostro, ocultando sus ojos. La risa de pronto se transformó en melancolía. Mordió su labio inferior y contuvo aquel nudo en la garganta lo más que pudo. ¿Pero cómo soportarlo cuando aquella melodía comenzó a sonar? La chica retiró la mano y abrió los ojos. Esa melodía era...
Era exactamente la misma que solía tocar Nokku cuando se encontraba triste.
Fraiah se puso de pie, mirando las escaleras. Tragó saliva, confundida y con el corazón lleno de una extraña esperanza ilusoria. En ese momento, a causa de las lágrimas que entorpecían su mirar, creyó ver la figura de Nokku justo delante de ella, dándole la espalda, a punto de subir las escaleras. Fraiah se restregó los ojos con rapidez y sacudió la cabeza.
- Ah, para ya... Deja de volverme loca, por favor -susurró, negando con la cabeza, incrédula pero con un alma deseando creer cada cosa que la acercara a él; cada sensación que acercara su espíritu al suyo-. Sabes que no deseo vivir sin ti, entonces, ¿por qué lo haces? ¿Por qué te empeñas por traerme aquí tan a menudo cuando lo único que quiero es alejarme? -agregó, hablando con el aire, simplemente, pero creyendo que Nokku podría escuchar sus palabras en algún momento-. Si al menos me dijeras que usaste algunos de tus trucos y acabaste por teñirte el cabello y te encuentras ahora allí arriba yo... -se echó a reír otra vez. ¿Cómo podía ser tan idiota?
¿Acaso no ves a la Muerte a tus espaldas, envolviéndote con sus alas y deseando que le pertenezcas? ¿No puedes apreciar en lo más mínimo que Ella no desea que tu pureza desaparezca en este mar de dolor y odio? Tan solo quiere atesorarte y llevarte a donde Él se encuentra. ¿No sería perfecto dejarse ir?
La voz de su mente regresó para jugar con ella y sus sentimientos. Aquel lado oscuro que lo único que hacía era llamar la desgracia volvió para poseer su corazón. "A veces no entiendo de qué lado estás; un día, apareces para salvarme y otro, simplemente, para enterrarme aún más" replicó a su Consciencia. Sonrió desganada mientras la melodía continuaba llenando su espíritu de un sinfín de sensaciones agradables y demoledoras. En ese momento, desvió la mirada hacia un mueble de la sala, y vio allí otro retrato. Parpadeó un par de veces y se acercó a él, sujetándolo entre sus manos.
- Spoiler:
Deslizó sus suaves dedos por la fotografía. Odiaba que el Destino alineara los acontecimientos para hacerlos creer simples casualidades. Odiaba que ese piano estuviera sonando ahora mismo, trayendo tantos recuerdos que esa maldita imagen plasmaba en un simple parpadeo. Fraiah abrió el cajón donde había guardado la otra fotografía hace unos días. No quería que estuvieran a la vista. Ya no. La arrojó dentro y lo cerró con algo de furia. Basta. Basta de toda esta pesadilla. Basta de estos preciados y endemoniados recuerdos. No podía más. De tan solo pensarlo, de tan solo recordar su cuerpo ensangrentado consumiéndose en el frío suelo de aquel salón, se le revolvía el estómago amenazando con expulsar cada cucharada de arroz ingerida. Fraiah apretó su mandíbula. Sus dientes superiores se encontraron con los inferiores, chocándose con rabia y dolor. Sus ojos se clavaron en aquellas escaleras.
- Cállate... -murmuró, dando un paso al frente-. Tan sólo... cállate -repitió, provocando que sus párpados se elevaran cada vez más y sus iris violáceos, refulgentes, quedaran a la vista-. ¡CÁLLATE! -acabó por gritar con todas sus fuerzas. Un extraño color carmesí se había adueñado de todo aquel violeta primaveral. Fraiah subió corriendo las escaleras. ¿Por qué sonaba aquel piano? ¿Quién osaba tocarlo y emitir tales notas musicales? ¿Con el permiso de quién? Ya no podía soportarlo. Simplemente, quería arrancar aquel problema de raíz. Ese cuarto era de Nokku. Si Nokku no estaba dentro -porque eso era, sencillamente, lógicamente imposible- entonces era aquel muchacho entrometido. Ya había alcanzado su límite. Podía aceptar que le estuvieran dando alojamiento en la morada de su difunto novio, pero ya era demasiado soportar que tocara sus cosas a su antojo y que embriagara el alma de Fraiah en una esperanza avasalladora que no existía.
La puerta del cuarto se abrió bruscamente. La silueta femenina se impuso con su sombra.
Los ojos carmesí de Fraiah se clavaron en la figura de Jack Wintersnow. Una mirada asesina, letal, decorada de forma encantadora y aterradora aquel rostro grácil e impoluto. Su cabello, extenso y castaño, caía sobre sus desnudos hombros. La joven no podía sentir otra cosa que no fuera el odio repentino de la frustrante situación. Se sentía desesperada y ultrajada. ¿Por qué? Pues que se lo pregunten a él, a ese joven intruso que osaba mover sus dedos con la gracia y la tristeza que ese piano reclamaba.
- Me pregunto por qué... -susurraron sus labios dulce y lentamente-. Mejor dicho, me pregunto si será posible cambiar el Destino de una persona entregándole a la Muerte otra que pueda suplantarla -continuó, como un verdadero canto poseído, atacando los sensibles oídos de Jack y tejiendo con su dolor una densa telaraña en su corazón. Dio unos pasos al frente, hasta llegar justo detrás del muchacho. Levantó con suavidad ambas manos, dispuesta a rodear el cuello de aquel hombre. Sabía que si se trataba de fuerza, no lo mataría. Pero ella tenía otra cosa que podría matarlo con el simple roce de su pura y blanca piel. El resplandor carmesí se intensificó por unos instantes. Era el momento. Si ella hacía aquello, su alma sentiría el alivio que ansiaba. Una de las ventanas de la habitación se abrió de repente. La brisa inundó la sala, alborotando el cabello de la muchacha como si intentara frenar su imprudente accionar. Fraiah entreabrió sus labios una vez más, mientras sus finos dedos se acercaban a su objetivo.
- Me pregunto... por qué Él, y no tú -sentenció.
Estaba a punto de cometer una atrocidad. Estaba a punto de abandonar la compostura y la noción de la realidad. El brillo de sus ojos amenazaba con teñirlo todo de un carmín infinito. Sin embargo, una corazonada provocó que se detuviera. Fraiah, nunca olvides quién eres. Parpadeó de golpe, mientras la luz de la luna empapaba su rostro con su tenue brillo. Sus ojos rojos, velozmente, se aplacaron. El violeta volvió a inundarlos y Fraiah, simplemente, dejó caer ambas manos sobre los hombros de Jack. Una suave risa femenina inundó la sala. La chica se inclinó hacia adelante y permitió que sus brazos envolvieran a aquel sujeto. Lo miró a los ojos fijamente, como si todo aquello fuera una extraña broma.
- Oye, ¿por qué tocas algo tan triste? ¿Por qué no vas a descansar? -inquirió, sonriendo, infantil y amable, como si nada hubiera ocurrido. La extrañeza que Jack sentiría era, sin embargo, idéntica a la que ella albergaba en su voluble y tierno corazón. Una sonrisa curiosa, bromista, puede ocultar las apariencias; pero los latidos feroces de su corazón jamás podrían ocultar las horrendas intenciones que se adueñaron de su cuerpo esa noche.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
Solo la oscuridad me rodeaba. El silencio mi mente albergaba y una extraña sensación confusa y ofuscaba mi mente. Estaba derrotado en frente del piano. La pequeña Fraiah había llegado hasta mi, guiada por su oído e impulsada por su rabia. Pude sentir sus ansias desde antes de que comenzara a subir las escaleras, desde antes de que ella entrara en la habitación con intención de acabar conmigo. Pero no tuve miedo, ni me extrañe. Simplemente me quedé en el sitio, derramando lágrimas como un niño. Mi pequeña obra pareció hacerla enfadar, claro... esta melodía, yo se la enseñe a Nokku y el debió de tocarla para desahogarse de la misma manera que lo hacía yo. El aura asesina de Fraiah invadió la habitación en cuanto ella entro. No me importaba. Todo hubiera sido más fácil si yo solo desapareciera. Si tan solo no hubiera aparecido en la vida de Nokku, si tan solo hubiera muerto aquel día... nada de esto estaría pasando. Si yo no estuviera para entrometerme en la vida de mi hermano el seguiría vivo... "¿Hermano? Por favor... tu no tienes familia, no tienes amigos, tu ya estas muerto Jack, siempre lo estuviste..." Aquella voz, femenina y mortal, dulce pero dolorosa resonó en mi cabeza como una puñalada en lo más hondo de mi corazón. Tenía razón, yo debería estar muerto y Nokku debería estar vivo. Entonces las suaves palabras de la muchacha me golpearon y sentí que todo a mi alrededor se partía en dos ~Me pregunto... por qué Él, y no tú~ Sus primeras palabras relacionadas a la muerte habían sido evadidas de cierta manera por mi cabeza, pero esa agresión tan directa hacia mi solo hizo que el corazón se me parara en seco por un único instante. Los delgados pero letales dedos de Fraiah desfilaban detrás de mi, amenazando con ahogarme, lo sentía, lo quería, lo deseaba "Vamos, hazlo" Pensé mientras esperaba a que ella hiciese algo. Si mi muerte calmaba su dolor entregaría mi vida, pues yo hasta el momento... simplemente no servía para nada más, si mi muerte la ayudaba ¿Por qué no recibirla con los brazos abiertos?
La voz de Nokku gritaba dentro de mi, llamándome desesperadamente "Jack..." No quería hacerle caso, me daba igual si a el le parecía bien o mal. Nokku no había logrado proteger su vida y quedarse con ella ¿Cómo esperaba que lo hiciera yo?... "¿Yo? ¿Nokku? ¿Fraiah?....Fraiah... Ella...esa sensación, esa ira... ella realmente... no era su amiga" De repente empecé a darme cuenta de todo, a relacionar hechos, a atacar cabos, todo estaba claro de repente. Estúpido ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Su olor por toda la casa, esa mirada demasiado melancólica, ese vació demasiado grande como para ser normal en su pecho, esa sonrisa desesperada, al borde de la locura. Fraiah amaba a Nokku. Y su incondicional amor se había transformado completamente en oscuridad.
El sentimiento de culpa que ya sentía hacía unos momentos se multiplico y mis lágrimas pasaron de ser melancólicas a ser furiosas ¿A qué demonios esperaba para hacerlo? "Acaba ya conmigo"
Los segundos se me hacían eternos y cada eternidad se me hacía insufrible. Sus delicadas manos finalmente se posaron en mis hombros y su instinto asesino fue, de repente, encerrado. Así que al final no se atrevería a hacerlo ¿Qué clase de broma era esa? ¿Acaso pretendía jugar conmigo? "Jack... fuiste tu el que le enseño sus emociones a ella primero, no deberías culparla por hacer eso" Había tantas voces en mi cabeza que sentí que me estaba volviendo loco. Quise tirarme de los pelos, quería apagar todas esas voces dentro de mi, quería acabar con mi estúpida y ridícula existencia.
Apreté fuertemente el puño al tiempo que Fraiah deslizaba sus brazos sobre mi cuerpo. Se sentía realmente como la caricia de una madre, como el amor infinito de una amante o como el cálido abrazo de la vida. Golpeé frustrado la tapa del piano con el puño mientras mis lágrimas seguían bañando mi preciado traje.
¿Por qué demonios... no lo has hecho?
Solté medio susurrando entre sollozos. No podía vocalizar bien por el nuevo nudo de mi garganta pero estaba seguro de que ella me entendería, y aunque no lo hiciera me daría igual, al fin y al cabo era una pregunta retórica, no necesitaba que me la contestase porque sabía que cualquier respuesta suya me haría aun más daño. "¿Por qué? ¿Por qué ella no llora aun cuando su dolor es más grande? No lo entiendo, me da rabia, me hace sentirme tonto, me hace sentirme débil" Pensé mientras me relajaba. Elevé gentilmente mis manos y levanté de nuevo la tapa del piano. "Lo comprendo... no te preocupes de nada Fraiah, si tu no lloras yo lo haré por los dos, por los tres" Tragué saliva con dificultad y puse mis gráciles dedos sobre la tapa del piano. "Y entonces transformaré tu dolor en felicidad" Cerré los ojos para concentrarme, me temblaban un poco las manos, y así no podría tocar.
Gomen... ahora tocaré algo especial para ti...
Dije convencido mientras me limpiaba las lágrimas con una manga del traje. Quería hacer que sonriera de verdad, o que llorase de verdad, pero que fuera lo que fuese fuera verdadero. Finalmente comencé a tocar.
Era una pieza más delicada que la anterior, menos agresiva pero igual de emotiva. Todo mi pecho comenzó a doler mientras la tocaba, como si me estuvieran clavando varias agujas, y dejaba que mis lágrimas se desparramasen sobre las teclas. Esta pieza nunca se la había enseñado a nadie, nunca se la había tocado a ninguna persona. Era un canción especial, como ya había dicho. Había tardado mucho en componerla y realmente pensé que con ella podría liberar un poco de nuestro dolor. "Déjame ayudarte, deja que cargue este peso contigo, hasta que finalmente nos libremos de ello" Pensé. Todo era muy surrealista, pero tal vez eso fue lo más real que me había pasado en la vida. Aquellas manos, rodeándome, protegiéndome al mismo tiempo que me condenaban. No sabía si ella simplemente se estaba apoyando en mi o si realmente su acto prometía algo mucho mas cálido y dulce pero no pensé mucho en ello. Nunca nadie me había abrazado de una manera tan sutil y directa a la vez, era como si pasásemos de ser unos totales desconocidos a ser inseparables amigos ¿Qué tenía esa chica? ¿Cómo había podido llegar hasta mi tan rápido y tan hondo?
Mis dedos desfilaban con una fantástica delicadeza mientras poco a poco mis lágrimas de tristeza, de culpa se transformaban en lágrimas de felicidad. Reí mientras levantaba la cabeza, esta vez si quería ver su rostro, no quería ocultarme más detrás de mis cabellos dorados. Mientras otras dos gotas de ese agua tan salada resbalaban por mis pómulos yo sonreí abiertamente. Mis ojos, como dos grandes esmeraldas pulidas y empapadas en agua brillaban con la luz de la luna que se reflejaba en ellos y se clavaron en los de Fraiah inmediatamente y por unos instantes. Nunca había visto un purpura tan bello como el de sus ojos. Sus iris eran profundos, expresivos y grandes. Al igual que los míos. Cerré los párpados durante unos instantes y volví de nuevo la vista hacia las teclas del piano mientras no paraba de tocar. Los recuerdos de ella debían de ser muy bonitos, pero casi traumáticos ahora, es normal ¿Qué harias si de repente de quitan sin sentido alguno lo que más amas?. Y yo la había abordado con tantas cosas, haciendola daño sin querer a la vez que no me hubiera extrañado en absoluto si Fraiah hubiera decidido apuñalarme mientras más débil estaba. Pero todo lo contrario, ella recobró la esencia de su verdadero ser, su bondad y con eso me traspasó como una bala, parecía que me hubiese descubierto, había conseguido averiguar todo lo que tenía dentro de mi, mis sentimientos, o al menos una buena parte de ello. Tendría que tener cuidado, no podía dejar que ella percibiera ese malestar ahogado mio por los recuerdos de mi infancia, porque eso, si llegaba la hora, sería descubierto mucho más adelante.
La voz de Nokku gritaba dentro de mi, llamándome desesperadamente "Jack..." No quería hacerle caso, me daba igual si a el le parecía bien o mal. Nokku no había logrado proteger su vida y quedarse con ella ¿Cómo esperaba que lo hiciera yo?... "¿Yo? ¿Nokku? ¿Fraiah?....Fraiah... Ella...esa sensación, esa ira... ella realmente... no era su amiga" De repente empecé a darme cuenta de todo, a relacionar hechos, a atacar cabos, todo estaba claro de repente. Estúpido ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Su olor por toda la casa, esa mirada demasiado melancólica, ese vació demasiado grande como para ser normal en su pecho, esa sonrisa desesperada, al borde de la locura. Fraiah amaba a Nokku. Y su incondicional amor se había transformado completamente en oscuridad.
El sentimiento de culpa que ya sentía hacía unos momentos se multiplico y mis lágrimas pasaron de ser melancólicas a ser furiosas ¿A qué demonios esperaba para hacerlo? "Acaba ya conmigo"
Los segundos se me hacían eternos y cada eternidad se me hacía insufrible. Sus delicadas manos finalmente se posaron en mis hombros y su instinto asesino fue, de repente, encerrado. Así que al final no se atrevería a hacerlo ¿Qué clase de broma era esa? ¿Acaso pretendía jugar conmigo? "Jack... fuiste tu el que le enseño sus emociones a ella primero, no deberías culparla por hacer eso" Había tantas voces en mi cabeza que sentí que me estaba volviendo loco. Quise tirarme de los pelos, quería apagar todas esas voces dentro de mi, quería acabar con mi estúpida y ridícula existencia.
Apreté fuertemente el puño al tiempo que Fraiah deslizaba sus brazos sobre mi cuerpo. Se sentía realmente como la caricia de una madre, como el amor infinito de una amante o como el cálido abrazo de la vida. Golpeé frustrado la tapa del piano con el puño mientras mis lágrimas seguían bañando mi preciado traje.
¿Por qué demonios... no lo has hecho?
Solté medio susurrando entre sollozos. No podía vocalizar bien por el nuevo nudo de mi garganta pero estaba seguro de que ella me entendería, y aunque no lo hiciera me daría igual, al fin y al cabo era una pregunta retórica, no necesitaba que me la contestase porque sabía que cualquier respuesta suya me haría aun más daño. "¿Por qué? ¿Por qué ella no llora aun cuando su dolor es más grande? No lo entiendo, me da rabia, me hace sentirme tonto, me hace sentirme débil" Pensé mientras me relajaba. Elevé gentilmente mis manos y levanté de nuevo la tapa del piano. "Lo comprendo... no te preocupes de nada Fraiah, si tu no lloras yo lo haré por los dos, por los tres" Tragué saliva con dificultad y puse mis gráciles dedos sobre la tapa del piano. "Y entonces transformaré tu dolor en felicidad" Cerré los ojos para concentrarme, me temblaban un poco las manos, y así no podría tocar.
Gomen... ahora tocaré algo especial para ti...
Dije convencido mientras me limpiaba las lágrimas con una manga del traje. Quería hacer que sonriera de verdad, o que llorase de verdad, pero que fuera lo que fuese fuera verdadero. Finalmente comencé a tocar.
- ♫ It's your Day ♫:
Era una pieza más delicada que la anterior, menos agresiva pero igual de emotiva. Todo mi pecho comenzó a doler mientras la tocaba, como si me estuvieran clavando varias agujas, y dejaba que mis lágrimas se desparramasen sobre las teclas. Esta pieza nunca se la había enseñado a nadie, nunca se la había tocado a ninguna persona. Era un canción especial, como ya había dicho. Había tardado mucho en componerla y realmente pensé que con ella podría liberar un poco de nuestro dolor. "Déjame ayudarte, deja que cargue este peso contigo, hasta que finalmente nos libremos de ello" Pensé. Todo era muy surrealista, pero tal vez eso fue lo más real que me había pasado en la vida. Aquellas manos, rodeándome, protegiéndome al mismo tiempo que me condenaban. No sabía si ella simplemente se estaba apoyando en mi o si realmente su acto prometía algo mucho mas cálido y dulce pero no pensé mucho en ello. Nunca nadie me había abrazado de una manera tan sutil y directa a la vez, era como si pasásemos de ser unos totales desconocidos a ser inseparables amigos ¿Qué tenía esa chica? ¿Cómo había podido llegar hasta mi tan rápido y tan hondo?
Mis dedos desfilaban con una fantástica delicadeza mientras poco a poco mis lágrimas de tristeza, de culpa se transformaban en lágrimas de felicidad. Reí mientras levantaba la cabeza, esta vez si quería ver su rostro, no quería ocultarme más detrás de mis cabellos dorados. Mientras otras dos gotas de ese agua tan salada resbalaban por mis pómulos yo sonreí abiertamente. Mis ojos, como dos grandes esmeraldas pulidas y empapadas en agua brillaban con la luz de la luna que se reflejaba en ellos y se clavaron en los de Fraiah inmediatamente y por unos instantes. Nunca había visto un purpura tan bello como el de sus ojos. Sus iris eran profundos, expresivos y grandes. Al igual que los míos. Cerré los párpados durante unos instantes y volví de nuevo la vista hacia las teclas del piano mientras no paraba de tocar. Los recuerdos de ella debían de ser muy bonitos, pero casi traumáticos ahora, es normal ¿Qué harias si de repente de quitan sin sentido alguno lo que más amas?. Y yo la había abordado con tantas cosas, haciendola daño sin querer a la vez que no me hubiera extrañado en absoluto si Fraiah hubiera decidido apuñalarme mientras más débil estaba. Pero todo lo contrario, ella recobró la esencia de su verdadero ser, su bondad y con eso me traspasó como una bala, parecía que me hubiese descubierto, había conseguido averiguar todo lo que tenía dentro de mi, mis sentimientos, o al menos una buena parte de ello. Tendría que tener cuidado, no podía dejar que ella percibiera ese malestar ahogado mio por los recuerdos de mi infancia, porque eso, si llegaba la hora, sería descubierto mucho más adelante.
Aun cuando te vallas a caer yo estaré ahí para sujetarte, así que siéntete libre de caer todas las veces que quieras
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
“Fraiah, tú no quieres hacer esto”.
De aquel modo, rodeando el cuello de Jack con sus brazos y haciéndolos descansar sobre sus hombros, Fraiah permaneció. Se apoyó en su cuerpo al mismo tiempo que lo cobijó con aquel cariño retorcido y masacrado. Ella sonreía… Sonreía como una persona que no tenía otro remedio, pues sabía perfectamente que si no lo hacía acabaría volviéndose loca, consumiéndose, olvidando cada cosa que la hacía ser ella misma y no alguien más. Era como si su sonrisa fuese lo único que la mantenía con los pies sobre la tierra. Se trataba de una sensación inusual pero verdadera. Era como si el llanto lo único que lograse fuera arrebatarle cada atisbo de razón que conservaba su mente agotada. Su corazón, por otro lado, no podía encontrar consuelo alguno. Eso era ya evidente desde la noche de la fiesta. No podía fingir por mucho tiempo. Y aunque se esmerara, sabía que tarde o temprano acabaría destruyendo cada uno de sus intentos por estar mejor y no dejar de ser nunca ella misma. En este mismísimo momento, eso era evidente. Estuvo a punto de descargar su ira sobre un muchacho igual de perdido y solo como ella. Aunque no conociera sus motivos ni sus verdaderos pensamientos, al menos podía conocer sus sentimientos, porque aquellos ojos esmeralda eran más transparentes que la nítida y cristalina agua.
¿Por qué demonios… no lo has hecho?
Fraiah dejó caer sus párpados un momento. Esas palabras, sonaron como si en verdad él lo hubiese preferido así. Fraiah dejó de sonreír por unos instantes. Pero, al cabo de unos minutos, su risa resonó en la habitación. Iba a decirle “¿por qué no he hecho qué cosa?”. Pretendía hacerse la desentendida como la primera vez, allí abajo, en la cocina, pero las palabras no fueron capaces de salir de su boca. Ella no fue capaz de articular sílaba alguna. El nudo en su garganta era demasiado fuerte, demasiado atroz. Así que calló. Simplemente calló y escuchó su voz. Apreció cómo él se descargaba contra aquel piano. Cómo él sufría del mismo modo que ella o peor. Pero la pregunta era… ¿por qué? ¿Qué tenía él que ver con Nokku y esta casa? ¿Por qué parecía tan familiar como el primer día en que lo vio? ¿Por qué ahora mismo tocaba aquellas melodías con la misma gracia y melancolía con la cual lo hacía Nokku? Más allá de parecer la misma técnica, parecía la misma soledad y el mismo dolor. Cuando él dijo que iba a tocar algo para ella, Fraiah quiso retroceder mil pasos hasta huir de allí. No quería que él le regalase nada, ni siquiera una mísera sonrisa. Ella no lo merecía, porque había permitido que su egoísmo la gobierne otra vez y, de aquel modo tan insano, había pretendido llevarse su vida como si con eso lograra suplantar su pérdida.
Estúpida. Estúpida e imbécil. Le daba rabia su propia existencia.
Fraiah ahogó un suspiro y también un sollozo. Se llevó una de sus manos a la boca, negando con la cabeza. No podía soportar esto. Realmente, no podía. Era demasiado el dolor; era extremadamente agobiante la angustia. “No puedo hacerlo, Nokku; tendrás que perdonarme pero yo no puedo sonreír como tú lo hacías”, pensó. Cerró los ojos con fuerza, pero llegó un punto en donde no pudo más. La chica que estaba detrás de Jack, acabó por desmoronarse sobre él. Lo abrazó con fuerzas, mientras él sonreía entre lágrimas. Jamás había visto un semblante tan puro en un hombre y ella… Ella simplemente quería mancillarlo y destruirlo. Ella realmente quería destruir una de las pocas cosas inocentes que había visto en este pueblo luego de tanto tiempo de penumbra. Las lágrimas comenzaron a surgir en medio de aquella melodía. Fraiah no pudo contener más sus sentimientos. Dejó caer su cabeza hacia adelante, recargando su frente en el hombro de Jack. ¿Por qué él? ¿Por qué un extraño? Quizás fuera que podía sentirse libre a su lado, porque eran casi dos completos desconocidos. Podía ser ella misma en ese momento, porque como desconocidos que eran, no tenían nada que reclamarse el uno al otro.
Los cabellos de Fraiah acariciaron con suavidad la mejilla derecha de Jack y parte de su cuello. Las lágrimas cálidas comenzaban a empapar su hombro. Fraiah no hacía más que abrazarlo, como si en ese momento fuera lo único que sentía y lo único que quería. Interiormente, conocía a la perfección su estado. Sabía que si no se aferraba a alguien como en ese mismísimo momento, se derrumbaría por completo, como una tonta niña a la cual dejando sola en una habitación oscura y tiene miedo… Mucho miedo.
- Perdóname, Jack –susurró entre sollozos-. En verdad, yo no sabía lo que estaba haciendo –continuó, realmente avergonzada y aniquilada-. No soy quién para juzgar quién debe vivir o quién debe morir. Las cosas… las cosas simplemente se han dado así; así tenían que suceder, p-pero… -no fue capaz de continuar hablando. Sintió que sus rodillas cedían y que sus piernas ya no podrían soportar su cuerpo. Se irguió apenas un poco, dejando su rostro junto al de Jack por unos instantes. Una, dos, tres lágrimas más cayeron antes que el cuerpo de Fraiah cayera al suelo. Deslizó sus manos sobre los hombros y espalda de Jack, para acabar sentada en el suelo tras él. Se cubrió el rostro con ambas manos, negando con la cabeza. No otra vez. Ya había pasado por esto. ¿Por qué otra vez? ¿Por qué maldita razón debía rendirse de nuevo?
Porque le amaba. Le amaba desesperadamente y no volvería a verlo nunca más.
- No puedo hacerlo. Realmente… yo… -apretó los labios, intentando soportar la presión de su pecho-. Realmente él… lo era todo para mí –soltó por fin, sin atreverse a descubrir su rostro y que Jack la viera de ese modo-. Él lo era todo… y se ha ido… para siempre –susurró, de forma tan pausada y dolorosa, que sintió rencor por ella misma y su debilidad. Como si le estuviera hablando a las paredes de esa casa que albergaba tantos recuerdos, continuó quieta en aquella pequeña porción de suelo. Ese muchacho no tenía por qué apreciar semejante espectáculo. Él no tenía la culpa de nada.
Fraiah Eslin se había roto otra vez, cual muñeca de porcelana. Nuevamente, un único e intenso dolor le ganó a las mil razones que tenía para ser feliz. Porque, sencillamente, ese dolor provenía de la mayor felicidad que había sido acribillada unas noches atrás, y esta era la que sostenía la alegría de todas las demás.
De aquel modo, rodeando el cuello de Jack con sus brazos y haciéndolos descansar sobre sus hombros, Fraiah permaneció. Se apoyó en su cuerpo al mismo tiempo que lo cobijó con aquel cariño retorcido y masacrado. Ella sonreía… Sonreía como una persona que no tenía otro remedio, pues sabía perfectamente que si no lo hacía acabaría volviéndose loca, consumiéndose, olvidando cada cosa que la hacía ser ella misma y no alguien más. Era como si su sonrisa fuese lo único que la mantenía con los pies sobre la tierra. Se trataba de una sensación inusual pero verdadera. Era como si el llanto lo único que lograse fuera arrebatarle cada atisbo de razón que conservaba su mente agotada. Su corazón, por otro lado, no podía encontrar consuelo alguno. Eso era ya evidente desde la noche de la fiesta. No podía fingir por mucho tiempo. Y aunque se esmerara, sabía que tarde o temprano acabaría destruyendo cada uno de sus intentos por estar mejor y no dejar de ser nunca ella misma. En este mismísimo momento, eso era evidente. Estuvo a punto de descargar su ira sobre un muchacho igual de perdido y solo como ella. Aunque no conociera sus motivos ni sus verdaderos pensamientos, al menos podía conocer sus sentimientos, porque aquellos ojos esmeralda eran más transparentes que la nítida y cristalina agua.
¿Por qué demonios… no lo has hecho?
Fraiah dejó caer sus párpados un momento. Esas palabras, sonaron como si en verdad él lo hubiese preferido así. Fraiah dejó de sonreír por unos instantes. Pero, al cabo de unos minutos, su risa resonó en la habitación. Iba a decirle “¿por qué no he hecho qué cosa?”. Pretendía hacerse la desentendida como la primera vez, allí abajo, en la cocina, pero las palabras no fueron capaces de salir de su boca. Ella no fue capaz de articular sílaba alguna. El nudo en su garganta era demasiado fuerte, demasiado atroz. Así que calló. Simplemente calló y escuchó su voz. Apreció cómo él se descargaba contra aquel piano. Cómo él sufría del mismo modo que ella o peor. Pero la pregunta era… ¿por qué? ¿Qué tenía él que ver con Nokku y esta casa? ¿Por qué parecía tan familiar como el primer día en que lo vio? ¿Por qué ahora mismo tocaba aquellas melodías con la misma gracia y melancolía con la cual lo hacía Nokku? Más allá de parecer la misma técnica, parecía la misma soledad y el mismo dolor. Cuando él dijo que iba a tocar algo para ella, Fraiah quiso retroceder mil pasos hasta huir de allí. No quería que él le regalase nada, ni siquiera una mísera sonrisa. Ella no lo merecía, porque había permitido que su egoísmo la gobierne otra vez y, de aquel modo tan insano, había pretendido llevarse su vida como si con eso lograra suplantar su pérdida.
Estúpida. Estúpida e imbécil. Le daba rabia su propia existencia.
Fraiah ahogó un suspiro y también un sollozo. Se llevó una de sus manos a la boca, negando con la cabeza. No podía soportar esto. Realmente, no podía. Era demasiado el dolor; era extremadamente agobiante la angustia. “No puedo hacerlo, Nokku; tendrás que perdonarme pero yo no puedo sonreír como tú lo hacías”, pensó. Cerró los ojos con fuerza, pero llegó un punto en donde no pudo más. La chica que estaba detrás de Jack, acabó por desmoronarse sobre él. Lo abrazó con fuerzas, mientras él sonreía entre lágrimas. Jamás había visto un semblante tan puro en un hombre y ella… Ella simplemente quería mancillarlo y destruirlo. Ella realmente quería destruir una de las pocas cosas inocentes que había visto en este pueblo luego de tanto tiempo de penumbra. Las lágrimas comenzaron a surgir en medio de aquella melodía. Fraiah no pudo contener más sus sentimientos. Dejó caer su cabeza hacia adelante, recargando su frente en el hombro de Jack. ¿Por qué él? ¿Por qué un extraño? Quizás fuera que podía sentirse libre a su lado, porque eran casi dos completos desconocidos. Podía ser ella misma en ese momento, porque como desconocidos que eran, no tenían nada que reclamarse el uno al otro.
Los cabellos de Fraiah acariciaron con suavidad la mejilla derecha de Jack y parte de su cuello. Las lágrimas cálidas comenzaban a empapar su hombro. Fraiah no hacía más que abrazarlo, como si en ese momento fuera lo único que sentía y lo único que quería. Interiormente, conocía a la perfección su estado. Sabía que si no se aferraba a alguien como en ese mismísimo momento, se derrumbaría por completo, como una tonta niña a la cual dejando sola en una habitación oscura y tiene miedo… Mucho miedo.
- Perdóname, Jack –susurró entre sollozos-. En verdad, yo no sabía lo que estaba haciendo –continuó, realmente avergonzada y aniquilada-. No soy quién para juzgar quién debe vivir o quién debe morir. Las cosas… las cosas simplemente se han dado así; así tenían que suceder, p-pero… -no fue capaz de continuar hablando. Sintió que sus rodillas cedían y que sus piernas ya no podrían soportar su cuerpo. Se irguió apenas un poco, dejando su rostro junto al de Jack por unos instantes. Una, dos, tres lágrimas más cayeron antes que el cuerpo de Fraiah cayera al suelo. Deslizó sus manos sobre los hombros y espalda de Jack, para acabar sentada en el suelo tras él. Se cubrió el rostro con ambas manos, negando con la cabeza. No otra vez. Ya había pasado por esto. ¿Por qué otra vez? ¿Por qué maldita razón debía rendirse de nuevo?
Porque le amaba. Le amaba desesperadamente y no volvería a verlo nunca más.
- No puedo hacerlo. Realmente… yo… -apretó los labios, intentando soportar la presión de su pecho-. Realmente él… lo era todo para mí –soltó por fin, sin atreverse a descubrir su rostro y que Jack la viera de ese modo-. Él lo era todo… y se ha ido… para siempre –susurró, de forma tan pausada y dolorosa, que sintió rencor por ella misma y su debilidad. Como si le estuviera hablando a las paredes de esa casa que albergaba tantos recuerdos, continuó quieta en aquella pequeña porción de suelo. Ese muchacho no tenía por qué apreciar semejante espectáculo. Él no tenía la culpa de nada.
Fraiah Eslin se había roto otra vez, cual muñeca de porcelana. Nuevamente, un único e intenso dolor le ganó a las mil razones que tenía para ser feliz. Porque, sencillamente, ese dolor provenía de la mayor felicidad que había sido acribillada unas noches atrás, y esta era la que sostenía la alegría de todas las demás.
Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
- Fraiah B. Eslin
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Humor : Volátil
Re: Casa de Nokku Damaru
Las empapadas teclas de aquel viejo piano seguían subiendo y bajando, bailando al son del compás de mis dedos al tiempo que las palabras de aquella muchacha confesaban sus verdaderos sentimientos. El abrazo angelical de Fraiah me mantenía en la tierra al mismo tiempo que me permitía tener la sensación de estar pisando una nube, blanda, reconfortarle, pero inestable. Ella se había rendido junto a mi melodía, al comprender mi dolor no pudo encarcelar por más tiempo el suyo, era precioso " Lo único que necesitabas era un empujoncito, que te alejara de la locura, que te acercara a la triste realidad".
Cuando apoyó su cabeza en mi hombro pude apreciar perfectamente su fragancia. Su frescura llenaba mis pulmones con un aire melancólico mientras mi cerebro deliraba con tan exquisita experiencia. Sus lágrimas empaparon poco a poco mi traje y pude sentir la calidez de esas saladas gotas de dolor en mi piel. Un extraño y agradable cosquilleo recorrió mi columna vertebral mientras los cabellos de Fraiah acariciaban mi rostro. Cerré los ojos por unos momentos y seguí tecleando mientras las palabras de la muchacha resonaban, entre sollozos en la habitación. Ladee ligeramente la cabeza hacia la derecha, por puro instinto y la acaricie delicadamente con mi mejilla, como si de un felino se tratase.
Los brazos que me abrigaban y me protegían lentamente fueron deslizándose por mi cuello y mi espalda, haciéndome cosquillas durante el proceso. Fraiah se encontraba sentada detrás de mí, en el frió suelo, amparada por la oscuridad de mi sombra. La noche era muy profunda pero aun así la luna brillaba con una intensidad que podría incluso ofuscar el mismo sol.
Lentamente, cerré la tapa del piano. Ya era más que suficiente. Me levanté del pequeño asiento y después de girarme observe a aquella pequeña y frágil persona. Me limpié las lágrimas y con un semblante mucho más decidido y sereno que el anterior me senté de rodillas enfrente de ella. Yo realmente no aguantaba ver a la gente llorar, aunque en el fondo pensaba que las lágrimas eras muy hermosas, las lágrimas llevan mucho más que sus componentes físicos, llevan sentimientos, parte del alma de la gente, pero cuando llevaban tanto dolor me era imposible aguantar tales escenas. Fraiah había estado muy enamorada, y había sido muy feliz, y ahora tenía que pagar por toda esa felicidad... "Y una mierda... ¿Por qué tendría ella que pagar por nada? ¿Acaso la felicidad es una moneda de cambio? No permitiré que la soledad vuelva a invadir este pobre alma" Pensé enfadado con las reflexiones que a veces me hacía en mi interior. Esperé unos segundos, para el momento indicado mientras la miraba con una expresión que mostraba indiferencia pero que en realidad ocultaba una infinita compasión. Simplemente me incliné y la abracé, la abracé con fuerza. Era algo diferente al abrazo que ella me había regalado hacía unos momentos. Era verdad, nosotros eramos iguales pero tan diferentes a la vez... Mis manos la rodearon con un sentimiento protector, paternal, compasivo, mientras que sus delicadas manos me habían prácticamente acariciado antes de que se desplomase, como pidiéndome ayuda en realidad. Los humanos eramos capaces de comunicarnos mucho mejor con ese tipo de aciones que con las palabras, aunque no lo pareciera. Yo le había mostrado mis verdaderos sentimientos y ella a cambio me enseño los suyos, pero necesitaba ayuda para soportar la carga de todos esos recuerdos que me estaba mostrando, no iba a dejarla sola.
Enterré mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Ella no tenía la culpa de nada, yo tampoco, y sin embargo ahí estábamos, apoyándonos el uno en el otro, más por compasión que por compromiso, pues no teníamos compromiso alguno. Su contacto era cálido, pero extraño, su olor era embriagador pero sospechoso. No sabía a que se debía eso pero no le preste mucha atención, no era el momento de investigarla, no era el momento de sospechar de ella, no era el momento de que ella pudiera hacerme nada malo.
Vayas a donde vayas...digas lo que digas... sin importar las veces que te caigas.... yo estaré contigo Fraiah
Sentencié apretándola un poco más. No quería hacerla daño pero mi cuerpo se movía por si mismo. De nuevo no sabía lo que estaba haciendo, pero era completamente consciente de lo que estaba diciendo "Porque ahora ya somos más unos simples desconocidos.." Pensé. Recordé su sonrisa apenas unos minutos antes. Esa sonrisa solitaria que me tendía la mano de forma tímida e insegura asegurándome que eramos amigos. Esa mano que yo agarré con fuerza, no quería estar solo, no podría soportarlo. Mi trenza se resbaló hasta el suelo y tocó una de las puntas del cabello de Fraiah. No era algo que pudiera notar ni tampoco era algo importante pero aquel símbolo parecía haber sellado algo nuevo. Un lazo que surgió fuerte y poderoso entre nosotros
Era cierto: Nokku esta vez se había ido para siempre, pero su voluntad de fuego nunca se apagaría, pasaría de generación en generación, de cazador a cazador, de humano a humano, incluso los vampiros podrían sentirlo y nosotros, nosotros dos, esas dos personas al borde del abismo eramos los únicos portadores de esa voluntad. Incluso se podría decir que esa voluntad era lo que nos impedía caernos por este acantilado sin fin que se cernía delante de nuestras narices, nos agarraba fervientemente, negándose a dejarnos caer. Incluso después de morir Nokku seguía protegiéndonos. Si, era cierto, su voluntad nunca moriría. Era como una llama azul incombustible, un fuego fatuo que ardería y ardería hasta después del fin de los días. Y esa era la llama que rodeaba el reciente lazo que se había creado entre nuestras derrumbadas alma. Era una placentera cadena que nos rodeaba y nos calentaba con su llamarada eterna, evitaba que nos congeláramos como vagabundos en un día nevado. Su voluntad era la luz que manteníamos como farol en la oscuridad que nos rodeaba. Y gracias a eso pudimos encontrarnos, guiados por esa luz que desprendían nuestras cadenas. Inconscientemente me había acercado a aquella mujer, inconscientemente la había hablado de Nokku e inconscientemente la había abrazado porque desde mi oscuridad yo podía ver la débil pero poderosa luz que irradiaba mi difunto hermano desde ella.
Mi primer lazo había sido creado. El primero y más poderoso, el primero y más importante.
Cuando apoyó su cabeza en mi hombro pude apreciar perfectamente su fragancia. Su frescura llenaba mis pulmones con un aire melancólico mientras mi cerebro deliraba con tan exquisita experiencia. Sus lágrimas empaparon poco a poco mi traje y pude sentir la calidez de esas saladas gotas de dolor en mi piel. Un extraño y agradable cosquilleo recorrió mi columna vertebral mientras los cabellos de Fraiah acariciaban mi rostro. Cerré los ojos por unos momentos y seguí tecleando mientras las palabras de la muchacha resonaban, entre sollozos en la habitación. Ladee ligeramente la cabeza hacia la derecha, por puro instinto y la acaricie delicadamente con mi mejilla, como si de un felino se tratase.
Los brazos que me abrigaban y me protegían lentamente fueron deslizándose por mi cuello y mi espalda, haciéndome cosquillas durante el proceso. Fraiah se encontraba sentada detrás de mí, en el frió suelo, amparada por la oscuridad de mi sombra. La noche era muy profunda pero aun así la luna brillaba con una intensidad que podría incluso ofuscar el mismo sol.
Lentamente, cerré la tapa del piano. Ya era más que suficiente. Me levanté del pequeño asiento y después de girarme observe a aquella pequeña y frágil persona. Me limpié las lágrimas y con un semblante mucho más decidido y sereno que el anterior me senté de rodillas enfrente de ella. Yo realmente no aguantaba ver a la gente llorar, aunque en el fondo pensaba que las lágrimas eras muy hermosas, las lágrimas llevan mucho más que sus componentes físicos, llevan sentimientos, parte del alma de la gente, pero cuando llevaban tanto dolor me era imposible aguantar tales escenas. Fraiah había estado muy enamorada, y había sido muy feliz, y ahora tenía que pagar por toda esa felicidad... "Y una mierda... ¿Por qué tendría ella que pagar por nada? ¿Acaso la felicidad es una moneda de cambio? No permitiré que la soledad vuelva a invadir este pobre alma" Pensé enfadado con las reflexiones que a veces me hacía en mi interior. Esperé unos segundos, para el momento indicado mientras la miraba con una expresión que mostraba indiferencia pero que en realidad ocultaba una infinita compasión. Simplemente me incliné y la abracé, la abracé con fuerza. Era algo diferente al abrazo que ella me había regalado hacía unos momentos. Era verdad, nosotros eramos iguales pero tan diferentes a la vez... Mis manos la rodearon con un sentimiento protector, paternal, compasivo, mientras que sus delicadas manos me habían prácticamente acariciado antes de que se desplomase, como pidiéndome ayuda en realidad. Los humanos eramos capaces de comunicarnos mucho mejor con ese tipo de aciones que con las palabras, aunque no lo pareciera. Yo le había mostrado mis verdaderos sentimientos y ella a cambio me enseño los suyos, pero necesitaba ayuda para soportar la carga de todos esos recuerdos que me estaba mostrando, no iba a dejarla sola.
- Spoiler:
Enterré mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Ella no tenía la culpa de nada, yo tampoco, y sin embargo ahí estábamos, apoyándonos el uno en el otro, más por compasión que por compromiso, pues no teníamos compromiso alguno. Su contacto era cálido, pero extraño, su olor era embriagador pero sospechoso. No sabía a que se debía eso pero no le preste mucha atención, no era el momento de investigarla, no era el momento de sospechar de ella, no era el momento de que ella pudiera hacerme nada malo.
Vayas a donde vayas...digas lo que digas... sin importar las veces que te caigas.... yo estaré contigo Fraiah
Sentencié apretándola un poco más. No quería hacerla daño pero mi cuerpo se movía por si mismo. De nuevo no sabía lo que estaba haciendo, pero era completamente consciente de lo que estaba diciendo "Porque ahora ya somos más unos simples desconocidos.." Pensé. Recordé su sonrisa apenas unos minutos antes. Esa sonrisa solitaria que me tendía la mano de forma tímida e insegura asegurándome que eramos amigos. Esa mano que yo agarré con fuerza, no quería estar solo, no podría soportarlo. Mi trenza se resbaló hasta el suelo y tocó una de las puntas del cabello de Fraiah. No era algo que pudiera notar ni tampoco era algo importante pero aquel símbolo parecía haber sellado algo nuevo. Un lazo que surgió fuerte y poderoso entre nosotros
Era cierto: Nokku esta vez se había ido para siempre, pero su voluntad de fuego nunca se apagaría, pasaría de generación en generación, de cazador a cazador, de humano a humano, incluso los vampiros podrían sentirlo y nosotros, nosotros dos, esas dos personas al borde del abismo eramos los únicos portadores de esa voluntad. Incluso se podría decir que esa voluntad era lo que nos impedía caernos por este acantilado sin fin que se cernía delante de nuestras narices, nos agarraba fervientemente, negándose a dejarnos caer. Incluso después de morir Nokku seguía protegiéndonos. Si, era cierto, su voluntad nunca moriría. Era como una llama azul incombustible, un fuego fatuo que ardería y ardería hasta después del fin de los días. Y esa era la llama que rodeaba el reciente lazo que se había creado entre nuestras derrumbadas alma. Era una placentera cadena que nos rodeaba y nos calentaba con su llamarada eterna, evitaba que nos congeláramos como vagabundos en un día nevado. Su voluntad era la luz que manteníamos como farol en la oscuridad que nos rodeaba. Y gracias a eso pudimos encontrarnos, guiados por esa luz que desprendían nuestras cadenas. Inconscientemente me había acercado a aquella mujer, inconscientemente la había hablado de Nokku e inconscientemente la había abrazado porque desde mi oscuridad yo podía ver la débil pero poderosa luz que irradiaba mi difunto hermano desde ella.
Mi primer lazo había sido creado. El primero y más poderoso, el primero y más importante.
Y siento como desciende, desde los cielos, un rayo, un relámpago que atraviesa con titánica determinación mi océano de lágrimas saladas, un golpe que ilumina y da vida a toda la oscuridad que habitaba en mi interior. Un fuego electrificante que respondía a un único nombre... Fraiah.
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
Ella está perdida en la oscuridad, desapareciendo.
Yo todavía estoy por aquí, gritando su nombre.
Ella está rondando mi ensueño, tratando de sobrevivir.
Mi corazón se congela, estoy perdiendo mi mente.
Ayúdame... Estoy enterrada viva.
Yo todavía estoy por aquí, gritando su nombre.
Ella está rondando mi ensueño, tratando de sobrevivir.
Mi corazón se congela, estoy perdiendo mi mente.
Ayúdame... Estoy enterrada viva.
Estaba derrumbada, desolada. Otra vez, la pena inminente había aflorado. Llevándose su razón, su pensamiento, su estabilidad y su emoción. Su Eterno Amor por Nokku estaba logrando llevarla a la locura poco a poco. Se había transformado, todo aquel Querer tan puro e intenso, en un sentimiento oscuro y tortuoso. ¿Y por qué? ¿Por qué tenía que ocurrir algo tan trágico? Porque la Muerte del Amor era, definitivamente, algo tan devastador como la Muerte del propio ser sobre el cual recaía todo ese Amor.
"¿Es esto lo que quieres, Fraiah? ¿Es esto lo que deseas, aniquilar lo único que te queda de Él?". No, no quiero eso. Jamás. "Entonces, continúa sufriendo; pero transforma ese sufrimiento en algo tan impoluto y sagrado como lo que sentiste y sientes por Él".
Definitivamente, ella no iba a permitir que todo acabase. No podía aceptarlo ni consentirlo. No iba a concebir jamás que todo aquel amor desapareciera, abriéndole paso a la locura y la soledad extrema, envenenando su alma en un mar profundo de tristeza y anhelo desesperanzador. No. Jamás. Nokku lo era todo, absolutamente todo. Ella no podría dejarlo atrás... No podía simplemente arrojarse al egoísmo poco virtuoso del desvarío por la pérdida, como si su partida no tuviera ningún sentido.
Como si su sacrificio hubiera sido en vano.
Negó con la cabeza a sus propios pensamientos mientras sentía cómo Jack se posicionaba frente a ella. Aún cubría su rostro con sus pálidas manos. No fue en vano. Él lo hizo porque... los salvó a todos. Si Nokku no hubiera dado todo de sí por aquella causa, probablemente Vladimir les hubiera hecho lo que a él se le antojase. Pero... Nokku podría haber vivido. Él podría estar ahora mismo aquí, abrazándolos también y alejando con su vitalidad y calidez todo este dolor. Sin embargo, su propio objetivo le traicionó, porque fue tal su alegría al ver a Vladimir derrotado en el suelo que jamás pensó que un ser tan putrefacto e impío podría levantarse de nuevo. Quizás su error estuvo en cantar victoria antes de tiempo, pues no hay ninguna certeza de que Vladimir esté muerto y no regrese por cada uno de ellos, a cobrar venganza por lo que Nokku le hizo. Este y muchos pensamientos más rondaban la mente de Fraiah, haciendo incapaz la calma. La chica continuaba negando con la cabeza. Él lo era todo. Absolutamente todo. No se cansaba de repetirlo en su fuero interno. Nokku Damaru significó más para ella que cualquier otro amor que pudo tener. Ni con Crash ni con Sebastian había sentido una emoción similar. No podía describirla, no podía cuantificarla. Era tan infinito su sentir que ahora mismo estaba consumiéndola por dentro, y pretendía salir al exterior mediante el impulso tétrico y amenazante de la depresión en puro proceso.
Y bastaron dos segundos para que su mente volviese a la realidad. Bastaron dos segundos y un abrazo.
Fraiah abrió los ojos y descubrió sus propias manos. Acto seguido, descubrió el pecho cálido que se encontraba sosteniendo su rostro oculto. Fraiah giró lentamente las manos, depositando las palmas sobre aquel traje esmeralda. ¿Por qué..? Ella había intentando matarlo y, aún así, aquel muchacho no solo le había tocado una canción, sino que también estaba estrechándola entre sus brazos, cual padre protector cuando su pequeña niña llora a causa del terror que le provocan los fantasmas. Porque, ciertamente, Fraiah le temía a los fantasmas. Y no a los muchos que pudieran rondar por allí, sino a sus propios fantasmas. Esos que acechaban desde su interior, listos para dar un golpe certero en cualquier momento. Justo hace unos momentos, dos de ellos emergieron, y se llamaban Angustia y Rencor. La combinación de ambos la mayoría de las veces es fatal. Pero, ahora mismo, todo se había desvanecido. Fraiah continuaba llorando y su cuerpo recibía pequeños sobresaltos a causa de sus incontables intentos por reprimir las lágrimas. Aquel abrazo era extremadamente reconfortante, pero se sentía culpable por mendigar semejante gesto. Ella no lo merecía, y él lo sabía. Entonces...
¿Por qué?
Y como si la conmoción fuera escasa, las palabras de Jack se sumaron a aquel cúmulo de emociones contradictorias que portaba el pequeño y sumiso corazón de Fraiah. La chica, inevitablemente, levantó la mirada, despegando la frente de su pecho. Lo miró a los ojos. Aquellos profundos ojos verdes que transmitían tanto a la vez que no transmitían nada. Negó con la cabeza. ¿Por qué él, un Desconocido, parecía tan preocupado por ella? ¿Por qué decía palabras que sabía que quizás no cumpliría? Además, ella no las necesitaba. No necesitaba aquel cariño, no requería aquella protección. Negó con la cabeza otra vez. Estaba pensando egoístamente otra vez. Hace unos momentos fue muy consciente de que ambos necesitaban exactamente lo mismo: cargar con esta pesada mochila juntos. Pero las dudas crecían y crecían en su alma, en su corazón. ¿Realmente podía confiar en él? ¿Realmente era sincero? Sus ojos transmitían una transparencia que no dejaba lugar a dudas, pero... ¿acaso no había conocido gente así ya? Buenos actores los hay en todas partes.
- ¿Por qué... haces esto? ¿Por qué quieres atarte a alguien que apenas conoces? -preguntó irremediablemente, mirándolo fijamente a los ojos con la poca fuerza que le quedaba para imponerse ante alguien. Ahora mismo estaba entre sus brazos, siendo sostenida cual pequeña muñeca. Ya era tarde para plantearse el hecho de si él estaba con ella o en su contra. Realmente quería dormirse en esa calidez. Quería cerrar los ojos y perecer, sabiendo que al menos lo haría rodeada por su bondad y comprensión. Pero...
¿En qué demonios pensaba?
Se llevó una mano al rostro, otra vez, ocultando sus ojos. Se mordió el labio inferior. Basta. Otra cosa que no podía permitir era el hecho de venderse a cualquier muestra de afecto con tal de sentirse comprendida y acompañada. Apenas lo conocía, entonces... ¿por qué tanto acercamiento? ¿Qué diría Nokku si la viera? Se reiría por su extremada confianza con la gente... o tal vez la regañaría por su insensatez y descuido. Pero él... Él verdaderamente parecía conocer cosas de su difunto novio que nadie conocía. Sus ojos transmitían la jovialidad de un simple muchacho y la fuerza de mil mares en plena tempestad; la torpeza digna de un descuidado y la sabiduría de un anciano.
- Yo... Yo necesito irme, Jack. N-no... no puedo estar aquí. Realmente... me hace daño. Me hace daño esta situación, me hacen daño los recuerdos. Debo mantener mi mente ocupada en otra cosa, debo ir a buscar trabajo, debo asistir a la Academia, debo... -frenó su ejército de palabras, comprendiendo que sus excusas eran incoherentes y baratas. Se mordió el labio otra vez y volvió a mirarlo. ¿Por qué su contacto se sentía tan electrizante y aterrador a la vez? ¿Tan agradable y digno de desconfianza? Había algo en él... no sabía el qué, pero era algo que la acercaba y alejaba continuamente.
Dime, Jack. ¿Qué esconde el paisaje de tus ojos?
- Perdóname -dijo de repente, poniéndose de pie. Soltando, lenta pero fugazmente, aquel contacto tan anestesiante. Se echó el cabello hacia atrás con una mano y comenzó a caminar hacia la puerta, tambaleándose. Se apoyó unos momentos contra la pared, con la mirada perdida en algún punto del suelo. Respitó profundo, cerrando los ojos. Sus piernas temblaban, y no sabía por qué. Una fuerza demoledora estaba acercándola a Jack y a la vez alejándola, como si él fuera la clave de todo y a su vez la perdición. Se encaminó con rapidez hacia la habitación de Nokku. Tenía que buscar algo de ropa y marcharse de allí cuanto antes. Miró su vestido completamente arruinado y se lo quitó, quedando en ropa interior. Cerró la puerta, trabándola, y recargó la espalda sobre ella, mirando fijamente la ventana. El estómago se le revolvía a causa de los nervios y el caos de su mente. Se llevó una mano al pecho. Su corazón latía muy fuerte. Sentía que iba a salirse de su sitio. Levantó la vista hacia el armario y vio los vestidos arremolinados allí arriba. Acercó la cama y se puso de pie sobre el colchón, intentando alcanzarlos. Logró capturar uno blanco. Se encontraba algo manchado por el polvo. No le importó. Se lo puso y procuró que todo estuviese en su lugar y nada que no tuviera que verse, en efecto, se viera.
Se quedó quieta unos momentos, meditando. Caminaba de un lado a otro allí dentro. Vio la ventana como tentadora salida, pero no era lo correcto. Sabía que sería peligroso. Además, Nokku siempre -a causa de su paranoia e instinto cazador- dejaba trampas y todo tipo de cosas para prevenir peligros. ¿Qué le aseguraba que fuera a salir ilesa de aquel salto suicida? La única salida era la puerta de entrada, pero debía salir de allí para poder alcanzarla. Clavó sus ojos en la puerta de la habitación.
- Sabes que debes salir de aquí, entonces, hazlo -se dijo a sí misma. Caminó a gran velocidad hasta la puerta y sujetó el pomo. Lo giró, lista para ver qué había del otro lado. No sabía, ciertamente, si deseaba o no ver su extravagante, imponente pero inocente figura al otro lado.
Mi esperanza está en llamas.
Mis sueños están a la venta.
Y yo... bailo sobre un hilo.
Mis sueños están a la venta.
Y yo... bailo sobre un hilo.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Casa de Nokku Damaru
Llovía. Dentro de mi océano de pensamientos y sentimientos estaba comenzando a llover, una tormenta se cernía sobre mi. Lo necesitaba, lo quería. Tanto tiempo con una marea continuamente tranquila, tanto tiempo mirando los mismos parajes azulados, tanto tiempo sin sorprenderme, sin emocionarme, sin sentir, sin vivir. Las palabras de Fraiah golpeaban mi orgullo como pequeñas flechas lanzadas con furia contra una gigantesca muralla, no me importaba si ella no confiaba en mi todavía, era normal, sus sentimientos eran en realidad más confusos que los míos. Yo me regía por las leyes primarias de las sensaciones y a pesar de que muchas veces no lo parecía: siempre tenía muy claro lo que quería. Y eso se podía reflejar perfectamente en ese brillo extraño y curioso de mis ojos. Una letal e inquebrantable determinación bañada en inocencia, ignorancia e incluso algo de torpeza. Nokku me decía que yo era como un niño, que en realidad nunca deje de serlo. Decía que por eso eramos tan buenos amigos y... hermanos. Según sus palabras: yo no había tenido infancia, no había tenido la oportunidad de saber lo que era un abrazo caluroso o una sonrisa maternal, así que no había tenido unos padres que me enseñaran a como dejar de ser un niño. Y no lo lamentaba en absoluto, desde mi punto de vista la gente mayor era demasiado retorcida, egoísta, oscura, era pura escoria para mi. Odiaba a la gente así, que solo mira por su propio bien. Claro que yo también intentaba siempre llevar la ventaja de todas las situaciones, pero no sería capaz de abandonar a alguien, de lastimar a una persona que no puede defenderse, de hacer sufrir a un inocente.
Fraiah no dejaba de llorar y su confusión aumentaba por momentos. Suspiré. No tenía nada de que preocuparse, pobre alma en pena. Observé como se cubría el rostro con las manos y esbocé una sonrisa vaga y familiar ¿ Quería distraerse? Otra vez quería escapar, otra vez pensaba en no tener que pensar en el. Tenía que comprender que lo que tenía que hacer era soltar todo ese dolor, para comenzar a sonreír. Ese era el deseo de mi hermano, y así lo hice yo. Dejé que ella se disculpara y que se fuera a su habitación. Segundos más tarde me levanté. La noche poco a poco comenzaba a acabarse y ese sitio lleno de instrumentos realmente era como un altar, como un sitio en el que podría quedarme durante horas, incluso días. Pero otros asuntos requerían mi atención y llamaban a mi curiosidad.
Con pasos cortos y elegantes me acabé por acercar a la cerrada puerta que escondía a Fraiah. Me quedé parado enfrente de ella. Cerré los ojos y apoyé mi antebrazo en la pared a la vez que dejaba descansar mi frente sobre la madera de la puerta. "Pero dijo que se quedaba... no tiene a donde ir ahora realmente, además, tampoco puede irse sin más, su herida podría volver a abrirse, no es ninguna tontería y aunque finalmente decidiera irse... tenía que desayunar conmigo :3" pensé sonriendo mientras me sonrojaba un poco aún con los ojos cerrados "Jajajajaja que bien, dos citas seguidas en menos de un día" Bromeé para mi mismo para eliminar ese pesado sentimiento de pesadumbre que estaba rodeándome en esos momentos. Me incorporé y me quede mirando la decoración de la casa. Era tan rústico todo, tan acogedor, me encantada.
Ella abrió la puerta y pude vislumbrar que llevaba un vestido nuevo. Le quedaba muy bien. Tenía pensado decirle un par de cosas, pero no pude, me quede mirándola de arriba abajo... si parecía una pequeña princesa "Jajajajajaja" Me aguanté la risa para mi mismo y me tapé la boca para evitar que las carcajadas salieran al exterior. No lo entendía ni yo, pero simplemente la situación me hacía gracia.
Te ves genial con eso jajajaja pero tengo que jejeje decirte que no puedes irte sin más ¿Sabes? Tu herida no ha sanado, solo ha pasado un día Fraiah, atraerás a los niveles E o algo peor, además... tenemos que desayunar, se hace de día :3
Dije amablemente mientras no dejaba de mirarla, traspasándola con la mirada. Me giré como un bailarín hacia las escaleras y comencé a descenderlas haciendo movimientos demasiado exagerados para que fueran normales ¿No era estupendo? Tenía a una princesa en casa.
A medio camino de las escaleras me paré en seco. Me tensé. La serenidad acudió de nuevo a mi rostro. Una sombra cubrió mis ojos mientras me giraba un poco, lo suficiente como para poder ver de refilón la femenina figura. Yo sabía ya cosas de ella, de su pasado, de su relación con Nokku y sin embargo ella todavía no sabía nada de mi cuando era ella la que tenía que hacerme preguntas. Estaba seguro de que Fraiah tenía decenas de dudas sobre mi, pero no se había atrevido a preguntarme nada por alguna razón. Respetaba mi intimidad aun cuando esta invadía la suya propia. Me tensé incluso más y cerré los ojos.
Fraiah...La razón por la que yo estoy aquí es... para ser el próximo Presidente
Ya estaba dicho, ya había un cabo menos que atar, un secreto menos que ocultar bajo mi manga. Odiaba rebelar información a los demás, no sabía bien porque pero yo sentía que la información era poder y cuanta más información tuviera que los demás no conocieran más poder me otorgaba eso. Realmente me sentía como si estuviera entregándole poder sobre mi a esa mujer. Aunque claro, toda esa forma de pensar era en realidad una tontería.
Por favor.. no se lo digas a los cazadores, nadie lo sabe todavía
Mi petición era tal vez algo imposible de cumplir. Yo no podía obligarla a obedecer mis palabras, si ella quería podría correr la voz y en solo unas horas los cazadores más prestigiosos estarían en mis narices, diciéndome tonterías. Yo no quería tomar la responsabilidad todavía, la asociación se encontraba en el caos y un nuevo Presidente que sale de la nada solo causaría más alboroto, además podría haber problemas internos con mi liderazgo, era mejor dejarlo hasta que la cosa se calmase un poco. Eso me recordó a las palabras de aquel neófito, de aquel chico desesperado. Había gente muy mala en la asociación... me ocuparía de ellos, no pueden ir por ahí tomándose la justicia por sus propias manos, porque realmente no era justicia con lo que juzgaban a esos a los que cazaban, los castigaban con una crueldad y una falta de escrúpulos dignas de verdugos. No podía permitirlo.
Bajé las escaleras y suspiré "Ya esta, ya, no te estreses" Pensé mientras sentía la mirada de Fraiah sobre mi espalda. Si ella quería hacerme más preguntas relacionadas con el tema tendría que resolverselas, tendría que darle poder. Entré en la cocina y busqué un tazón. No... no quería cereales. Necesitaba esa maldita droga que la gente solía usar para despertarse, dejé el tazón en su sitio "Esta semana he dormido 8 horas escasas, maldita sea, me voy a dormir de pie" Cogí una taza normal y me quedé parado en frente de la máquina de hacer café. Empezaban a marcarse ojeras bajo mis párpados y supuse que Fraiah estaría igual, realmente no habíamos dormido casi nada. Si, quería café, eso debería arreglarlo todo. Miré la taza, de nuevo a la cafetera. Taza, cafetera, cafetera, taza. La situación era frustrante. Observé, parado, con indiferencia a la cafetera mientras me formulaba una sencilla frase " Si yo... no tengo ni idea de hacer café..."
Fraiah no dejaba de llorar y su confusión aumentaba por momentos. Suspiré. No tenía nada de que preocuparse, pobre alma en pena. Observé como se cubría el rostro con las manos y esbocé una sonrisa vaga y familiar ¿ Quería distraerse? Otra vez quería escapar, otra vez pensaba en no tener que pensar en el. Tenía que comprender que lo que tenía que hacer era soltar todo ese dolor, para comenzar a sonreír. Ese era el deseo de mi hermano, y así lo hice yo. Dejé que ella se disculpara y que se fuera a su habitación. Segundos más tarde me levanté. La noche poco a poco comenzaba a acabarse y ese sitio lleno de instrumentos realmente era como un altar, como un sitio en el que podría quedarme durante horas, incluso días. Pero otros asuntos requerían mi atención y llamaban a mi curiosidad.
Con pasos cortos y elegantes me acabé por acercar a la cerrada puerta que escondía a Fraiah. Me quedé parado enfrente de ella. Cerré los ojos y apoyé mi antebrazo en la pared a la vez que dejaba descansar mi frente sobre la madera de la puerta. "Pero dijo que se quedaba... no tiene a donde ir ahora realmente, además, tampoco puede irse sin más, su herida podría volver a abrirse, no es ninguna tontería y aunque finalmente decidiera irse... tenía que desayunar conmigo :3" pensé sonriendo mientras me sonrojaba un poco aún con los ojos cerrados "Jajajajaja que bien, dos citas seguidas en menos de un día" Bromeé para mi mismo para eliminar ese pesado sentimiento de pesadumbre que estaba rodeándome en esos momentos. Me incorporé y me quede mirando la decoración de la casa. Era tan rústico todo, tan acogedor, me encantada.
Ella abrió la puerta y pude vislumbrar que llevaba un vestido nuevo. Le quedaba muy bien. Tenía pensado decirle un par de cosas, pero no pude, me quede mirándola de arriba abajo... si parecía una pequeña princesa "Jajajajajaja" Me aguanté la risa para mi mismo y me tapé la boca para evitar que las carcajadas salieran al exterior. No lo entendía ni yo, pero simplemente la situación me hacía gracia.
Te ves genial con eso jajajaja pero tengo que jejeje decirte que no puedes irte sin más ¿Sabes? Tu herida no ha sanado, solo ha pasado un día Fraiah, atraerás a los niveles E o algo peor, además... tenemos que desayunar, se hace de día :3
Dije amablemente mientras no dejaba de mirarla, traspasándola con la mirada. Me giré como un bailarín hacia las escaleras y comencé a descenderlas haciendo movimientos demasiado exagerados para que fueran normales ¿No era estupendo? Tenía a una princesa en casa.
A medio camino de las escaleras me paré en seco. Me tensé. La serenidad acudió de nuevo a mi rostro. Una sombra cubrió mis ojos mientras me giraba un poco, lo suficiente como para poder ver de refilón la femenina figura. Yo sabía ya cosas de ella, de su pasado, de su relación con Nokku y sin embargo ella todavía no sabía nada de mi cuando era ella la que tenía que hacerme preguntas. Estaba seguro de que Fraiah tenía decenas de dudas sobre mi, pero no se había atrevido a preguntarme nada por alguna razón. Respetaba mi intimidad aun cuando esta invadía la suya propia. Me tensé incluso más y cerré los ojos.
Fraiah...La razón por la que yo estoy aquí es... para ser el próximo Presidente
Ya estaba dicho, ya había un cabo menos que atar, un secreto menos que ocultar bajo mi manga. Odiaba rebelar información a los demás, no sabía bien porque pero yo sentía que la información era poder y cuanta más información tuviera que los demás no conocieran más poder me otorgaba eso. Realmente me sentía como si estuviera entregándole poder sobre mi a esa mujer. Aunque claro, toda esa forma de pensar era en realidad una tontería.
Por favor.. no se lo digas a los cazadores, nadie lo sabe todavía
Mi petición era tal vez algo imposible de cumplir. Yo no podía obligarla a obedecer mis palabras, si ella quería podría correr la voz y en solo unas horas los cazadores más prestigiosos estarían en mis narices, diciéndome tonterías. Yo no quería tomar la responsabilidad todavía, la asociación se encontraba en el caos y un nuevo Presidente que sale de la nada solo causaría más alboroto, además podría haber problemas internos con mi liderazgo, era mejor dejarlo hasta que la cosa se calmase un poco. Eso me recordó a las palabras de aquel neófito, de aquel chico desesperado. Había gente muy mala en la asociación... me ocuparía de ellos, no pueden ir por ahí tomándose la justicia por sus propias manos, porque realmente no era justicia con lo que juzgaban a esos a los que cazaban, los castigaban con una crueldad y una falta de escrúpulos dignas de verdugos. No podía permitirlo.
Bajé las escaleras y suspiré "Ya esta, ya, no te estreses" Pensé mientras sentía la mirada de Fraiah sobre mi espalda. Si ella quería hacerme más preguntas relacionadas con el tema tendría que resolverselas, tendría que darle poder. Entré en la cocina y busqué un tazón. No... no quería cereales. Necesitaba esa maldita droga que la gente solía usar para despertarse, dejé el tazón en su sitio "Esta semana he dormido 8 horas escasas, maldita sea, me voy a dormir de pie" Cogí una taza normal y me quedé parado en frente de la máquina de hacer café. Empezaban a marcarse ojeras bajo mis párpados y supuse que Fraiah estaría igual, realmente no habíamos dormido casi nada. Si, quería café, eso debería arreglarlo todo. Miré la taza, de nuevo a la cafetera. Taza, cafetera, cafetera, taza. La situación era frustrante. Observé, parado, con indiferencia a la cafetera mientras me formulaba una sencilla frase " Si yo... no tengo ni idea de hacer café..."
- Jack Wintersnow
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Re: Casa de Nokku Damaru
"La esperanza juega a un juego perverso con la mente.
No puedo revivir lo que ya se ahogó."
No puedo revivir lo que ya se ahogó."
Y él estaba allí. Abrió la puerta y su respiración se detuvo. Sus verdes ojos la observaban con detenimiento. Fraiah se quedó completamente inmóvil. Apenas su pulso tembló. Dejó caer su mano, de todos modos, al cabo de unos segundos. Soltó la perilla y comenzó a respirar otra vez, de forma ajetreada. Estaba nerviosa, confundida, ahogada y enterrada con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Eran demasiadas emociones juntas. Y cuando iba a decirle que necesitaba irse de allí porque, de otro modo, terminaría por volverse loca, él comenzó a reír. La chica dio dos pasos hacia atrás, como si él fuera en verdad alguna especie de psicópata. Y, a decir verdad, si no fuera porque se quedó oyendo todo lo que dijo, hubiera creído aún más esa idea retorcida.
- Tú no puedes obligarme a quedarme -dijo mientras él adornaba el ambiente con su melódica voz. La chica alzó su muñeca y vio que la venda se había teñido un poco de sangre. Probablemente eso ocurrió a causa de tantos movimientos bruscos. Frunció el ceño y volvió a mirarlo-. ¿Y qué tiene que haya pasado un día? No voy a quedarme a vivir aquí por el simple hecho de pensar que debo estar a salvo -dijo, negando con la cabeza, entre enfadada e indignada, pero hablandó su forma de hablar al instante, no tenía por qué tratarlo mal. A su mente viajó el instante previo, donde sus gentiles brazos le otorgaban protección y comprensión. Dio dos pasos al frente-. Jack, no puedo estar aquí. Esta casa... esta casa está llena de recuerdos que no soporto, que no puedo enfrentar -murmuró mirándolo a los ojos, mientras que los suyos propios comenzaban a volverse cristalinos otra vez. Y él...
Él pareció no prestarle atención.
Jack comenzó a bajar las escaleras. Fraiah se mordió el labio inferior. ¿Por qué le daba tantas vueltas al asunto? ¿Por qué no se marchaba y fin de la cuestión? Él no tenía ningún derecho sobre ella. Fraiah era libre de hacer lo que quisiera, incluso de entregar su vida a cualquier vampiro sediento. Pero, sin embargo, allí estaba, viendo su silueta al descender las escaleras. Se puso de pie justo antes del primer escalón.
- ¡Jack! -gritó-. ¿Por qué no me escuchas? Me iré, ¿entiendes? Me iré -aclaró. No había para ella tiempo alguno para un desayuno, ni cordura que aguantase. Se llevó una mano al rostro. ¿Por qué se sentía mal siendo así? ¿Por qué no podía ser brusca y ruda con él cuando su estado de consciencia lo permitía, cuando no era un impulso meramente sádico y odioso? ¿Qué demonios tenía él? ¿Por qué seguía pareciendo tan... familiar?
Y entonces habló. Dijo unas palabras que tal vez hubiera preferido no oír.
Su mundo dio un vuelco. Su corazón cayó al suelo y rodó por las escaleras. ¿Qué era lo que acababa de oír? Su expresión pasó de ser nerviosa y exasperada a confusa e indignada.
- Q-qué... Qué estás diciendo -murmuró mientras lo veía descender. Al instante, depositó su mirar sobre los peldaños. No, esto no podía ser cierto-. Eso no puede ser... Nokku... ¿Por qué traerían a alguien para reemplazarlo así sin más? ¿Por qué no ocupa su lugar algún otro cazador experimentado? ¿Qué tiene que hacer un niño como tú en todo esto? -gritó, comenzando a bajar. Definitivamente, tantas emociones juntas acabarían con ellas. Lo veía tan despreocupado, tan tranquilo y sereno, que le reconfortaba al mismo tiempo que le daba bronca y repulsión-. ¡Te estoy hablando! -gritó con la furia de mil diablos, sin detenerse en el detalle de que él era mayor que ella y Fraiah, descaradamente, le faltaba el respeto como si lo conociera de toda la vida-. Es imposible... deja de bromear. ¡Deja de llenar mi cabeza con todas tus tonterías! ¿Qué pretendes? ¿Volverme loca? ¿Más de lo que estoy? -continuó, situándose en la entrada de la cocina y golpeando por mero impulso la pared con su mano herida-. ¿Quién mierda te crees para llegar, usurpar su casa y, encima, ocupar su lugar? -concluyó, bruscamente, agresivamente...
Su respiración se tornó acelerada e inconexa; más que antes. Él le daba la espalda y parecía estar muy ocupado intentando hacer un café. En ese momento, los ojos de Fraiah se turbaron a causa de las lágrimas contenidas. No podía concebir tal cosa. No podía soportarlo más. ¿Quién demonios era él? ¿De qué clase de agujero había salido para creer que tenía el poder de decirle a ella lo que se le antojara? No iba a permitir que alguien como él estuviera en la Asociación. No quería permitirlo, aunque sabía que poco la escucharían. La mayoría de los cazadores que querían a Nokku, a ella la odiaban. No entendía por qué, pero así era, por eso mismo iba poco al cuartel. Pero él...
Él no tenía ni una pizca de todo lo que tenía Nokku. Ese puesto a Nokku le quedaba chico y a él... a él le sobraba, simplemente.
- No les diré una mierda a los cazadores, porque se te reirían en la cara -gruñó luego, comenzando a caminar hacia él. Otra vez, la fuerza de su interior jugó con sus sentimientos. Sus ojos, con un leve tono carmesí, se fijaron en la cabeza de Jack. Fraiah lo obligó a voltearse y lo sujetó con ambas manos del cuello de su traje. Lo miró a los ojos-. ¿A qué estás jugando, Jack Wintersnow..? -arrastró cada palabra, poniendo todo su empeño en averiguar qué pretendía, de qué se trataba toda esta pésima actuación. Y, lentamente, comenzó a calmarse, pero no aflojó ni un momento su agarre-. ¿Quién eres tú... en verdad? -susurró, atravesando su mirada con la suya, como si pretendiese encontrar allí la respuesta. Rápidamente, la expresión de Fraiah optó ciertas tonalidades sombrías. Un extraño aire de persuasión y atrevimiento se apoderó de su cuerpo. Sus pensamientos y sus emociones se habían alineado para impedir que Jack pudiese mover un solo músculo. Lo tenía acorralado entre ella y el frío mármol de la cocina. Hablaría o hablaría. Él creía que la ayudaba, pero en realidad, estaba torturándola cada vez más. Y Fraiah estaba más ciclotímica que nunca, yendo y viniendo por el sendero de la amabilidad y la rudeza. Sentía calor en su cuerpo, en su alma en llamas. Y nunca se había percatado de que en verdad lo que la atemorizaba de él no era su personalidad tan extravagante, sino tu tétrico e imponente aroma. Como si ella fuera una pequeña cachorra, sentía la presencia oscura que habitaba en el interior de Jack. Oscuridad llena de secretos, de un pasado turbio y sinuoso...
Pero no se alejó. No se alejó ni un centímetro. Se quedó allí, intimidándolo -o pretendiendo hacerlo- a merced de su propio riesgo. Porque por más que ella pretendía tenerle acorralado, era Jack en verdad quien la tenía a ella. Pobre ingenua... Creer que estaba atrapando a un delincuente cuando en verdad estaba acosando a la persona que más podía comprenderla y ayudarla, arrojando sus dudas a un lado e intercambiando sus miedos por sueños.
Su aroma le embriagaba y despertaba en ella miles de alertas internas que no comprendía. Sus ojos continuaban fijos en los suyos y sus manos, tenaces, lo sostenían con determinación.
- Habla -ordenó, moviéndolo un poco, pero... ¿bastaría su autoritarismo para domesticar a aquel Desconocido?
- Fraiah B. Eslin
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