~ Vampire Knight: Academia Cross ~
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    Mensaje por Nokku Damaru Lun Sep 13, 2010 8:32 pm

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    Mensaje por Jack Wintersnow Sáb Ene 04, 2014 2:47 pm

    Estaba consiguiendo el control. Si, eso es, Fraiah no podía con mis super poderes. Tenía que sucumbir ante las cosquillas para después arrastrarse y pedirme piedad. No sabía con quien se estaba enfrentando. Y entonces me agarró del pelo. Puse cara de espanto ¡No, mi pelo no! Y además me amenazaba, quería que lo dejase, pero lo había empezado ella. No sabía que hacer, no podía escaparme, estaba completamente atrapado entre las manos de aquella mujer, que sujetaba con fuerza mis cabellos. No me dejaba elección.
    La miré sin decirla nada, enarqué una ceja y con la punta de los dedos indices la hice cosquillas en las costillas, intentando que me soltara, iba a levantarme para alejarla de mi pelo, no quería quedarme pelado. Mi plan iba a funcionar a la perfección, podría terminar con Fraiah con el siguiente almohadazo cuando me levantara, pero, por desgracia no fue así. Me tropecé con mi propio pelo y me caí hacia delante. Todo ocurrió en un momento. Todavía estaba confuso pero cuando me enteré tenía la cabeza enterrada en una de las almohadas del sofá, justo al lado de donde descansaba Fraiah. Un poco más a la izquierda y nos dábamos un cabezazo. Uno de mis brazos descansaba sobre la cintura de la chica y el otro lo tenía incómodamente colocado sobre el perfil del sofá. Había sido un K.O ya no había nada que hacer. Resoplé un poco y pude notar como las cabellos de Fraiah me hacían un poco de cosquillas en el moflete. Si, todo era confuso con tanto pelo. Y como era todo tan confuso decidí no hacer nada, estaba cómodo, estaba feliz. Todo me olía a ella y podía sentir la calidez de su cuerpo al lado del mio como el abrazo apasionado de una madre que se encuentra con su hijo después de años de soledad.

    No quería que el momento acabara nunca. Tenía que ir a la Asociación, prepararme para la fiesta, teníamos que hacer todo eso. Pero en ese momento Fraiah me había convencido. Tal vez me había mostrado algo hosco y reacio pero ahora que estaba algo más cansado y alegre no quería moverme del sitio.  

    Si antes me sentía aplastado por el peso de unas oscuras paredes que se cerraban cada vez más dentro de mi ahora me sentía oprimido por la presión que ejercía sobre esas mismas paredes gracias a una sensación de comodidad y calidez que las empujaba hasta los límites de mi pecho. Era como una explosión de fuegos artificiales en la noche más negra. Estaba cegado, anonadado, pero alegre, feliz de poder ver aquel espectáculo.


    Esta bien... tú ganas, no puedo contigo, yo... simplemente no puedo

    Con ese sencillo susurro me sumí en la calidez de aquella noche. Y pensar que hacía un par de días queríamos matarnos. Y pensar que los dos nos habíamos sumido en un mar de lágrimas, sin importarnos quienes éramos compartimos nuestro dolor, nuestra pena, nuestra soledad. Y la verdad, después de haber podido compartir aquello con Fraiah no me volví a sentir tan solo.
    Me había equivocado: no importa si mis habilidades responden o no,  usaría todo mi poder para proteger a la única persona con la que no me sentía solo. Era muy sencillo, no había nada que discutir ahí.


    Gracias

    Volví a susurras mientras escondía mi cabeza en la almohada un poco más. Ya habría tiempo para enfrentarse a los peligros. Además ¿Qué iba a hacer con ese sueño y ese cansancio? Y creo que no podía caminar muy bien, todavía tendrían que pasar unas horas hasta que se me sanaran los huesos.
    Era diferente, era diferente a cuando me reía o estaba con Nokku. Si, también sentía que el me comprendía, sentía un amor fraternal que nos unía y nos une pero con Fraiah era diferente. Al contrario, no era protección lo que sentía si no que me daba la sensación de que si lograba protegerla todo estaría bien, que nada más importaba. Me quería explicar a mi mismo con palabras racionales que era todo aquello pero cuanto más lo intentaba más me confundía. Mis emociones en esos momentos eran como unas arenas movedizas que te atrapan cada vez más y más si no dejas de pensar en ellos. Pero yo no quería dejar de pensar en ello, era agradable, era como si tuviera plumas en el pecho en lugar de un agujero. Me sentía ligero a la vez que atrapado e inmóvil. Me era imposible saber que hacer o como comportarme porque mi racionalidad se estaba volviendo completamente loca. Lo mejor, decidí, era dejarlo correr. "No es cuestión de salvarte o no, es cuestión de que me siento invencible si en medio de la lucha estas tú, es cuestión de que no podrán asesinarme si tu permaneces en mi mente. Has llegado, has tomado el control de mis emociones y no puedo hacer nada, no puedo contigo. Simplemente no puedo"
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Sáb Ene 04, 2014 8:42 pm

    Lo tenía aferrado fuertemente de sus cabellos. Definitivamente, no se iba a librar de ella con tanta facilidad. Él quería jugar, pues perfecto, ahí tenía su lindo juego. Pero ahora debería enfrentar las "dulces" consecuencias. Los cabellos rubios de Jack se enredaban entre sus finos y delicados dedos, aunque eran lo suficientemente fuertes como para doblegar al muchacho. Fraiah parecía estar luchando por domesticar una bestia, tirando suavemente de él y tratando de mantenerlo fuera de juego. En el rostro de la chica podía apreciarse el desafío y la victoria. Sus ojos estaban fijos en los de Jack, cuyo cuerpo la amenazaba constantemente en esa posición, siendo posible en cualqueir momento que los dados cayeran en su favor en vez del suyo. Fraiah no quería perder. No quería perder contra él.

    Y cayó. Cayó como una mosca, a su lado.

    Fraiah se apartó un poco en cuanto el cuerpo de Jack cedió. Se había asustado con tan solo pensar que pudiese caer sobre ella y le diera ventajas sobre algún aspecto, aunque en realidad este pensamiento era una excusa, pues lo que en verdad temía era el contacto con él, ese contacto tan extraño y misterioso que aún no podía llegar a interpretar. Cuando Jack estaba cerca se sentía segura y débil a la vez. Era una sensación curiosa que albergaba su pecho y, por momentos, amenazaba con hacer que su corazón de saliese del mismo. Le exaltaba tenerlo cerca, por múltiples motivos, y aún no entendía ninguno de ellos. Sin embargo, aquel temor se embriagó de calidez y comodidad en cuanto el brazo de Jack descansó sobre su cintura, rodeando su cuerpo. Fraiah dejó de respirar. Una extraña electricidad se apoderó de cada una de sus vértebras. Giró apenas el rostro para ver el suyo, pero estaba oculto entre almohadones. Los cabellos de Fraiah estaban sueltos y despeinados, debido a que la coleta que tenía hecha se deshizo en medio de esa batalla campal. Ahora, sus mechones acariciaban una de las mejillas de Jack con suavidad. Fraiah observó la situación, se observó a sí misma y acabó por observarlo a él. Giró su cuerpo un poco en dirección al muchacho, moviéndose lo más sutil posible, permitiendo que el brazo de Jack sintiese la cintura de Fraiah moviéndose debajo de él. Se quedó de lado, observando a Jack con ojos impacientes y brillantes. Tenía tantas preguntas...

    Fraiah estaba cerrando sus ojos, presa del cansancio y de la victoria, pero entonces escuchó su "gracias". Abrió los ojos de repente, pero se mantuvo en silencio. Sus labios quisieron decir algo, pero no pudo articular palabra. ¿Por qué? No lo sabía. Tal vez vergüenza, tal vez pena de estropear el momento. Se sentía realmente a gusto, y la temperatura del cuerpo de Jack le recordaba mucho a Nokku. Era esa calidez intensa provocada por la sangre caliente que circulaba por su organismo. Él era tan parecido y, a su vez, tan diferente a Nokku.

    - Gracias -susurró finalmente, del mismo modo que él, sólo que ella decidió continuar, aclarando los motivos-. Gracias por salvarme... tantas veces. E incluso ahora, por salvarme de mí misma -musitó, acercando tímidamente una de sus manos al rostro de Jack y apartando sus rubios cabellos, propinando una suave caricia en su mejilla-. ¿Por qué has llegado justo en este momento? Podrías haberte demorado más, pero no lo hiciste. Aquí estás y yo... -se mordió el labio inferior, intentando obtener valor-. Y yo... te lo agradezco -finalizó, con un tono de voz mas bien bajo y dulce, diferente a otras veces donde lo único que sabía hacer era atacarlo y llenarlo de insultos.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Dom Ene 05, 2014 12:28 am

    Cuando el ángel señalo con su dedo a aquel chaval todos pensaron que se había vuelto loco
    ¿Por qué elegir a un harapiento y abandonado niño de entre todos ellos?
    "Porqué él es el único que podrá comprender el regalo que le voy a conceder, porque él es el único al que todavía no se lo han dado..."


    No sabía como podían soportar los vampiros tener un pecho donde no hay un corazón que late continuamente, debía de ser una sensación absolutamente aterradora. Fraiah debía comprender esa sensación, y sin embargo pude oír perfectamente como el sonido de un cúmulo de latidos se aceleraba cada vez más debajo de nosotros. Las vibraciones sobre las almohadas y el sofá se podían escuchar perfectamente si permanecías callado y prestabas atención. Era como si nosotros dos nos hubiéramos quedado callados mientras algo dentro de nosotros gritaba a pleno pulmón. Ella me obligó a mirarla, me obligó a mirar aquellos ojos. Podría decir que me daban miedo, me daban miedo porque eran exageradamente preciosos. Sus iris parecían dos grandes amatistas, rodeadas de unas pestañas largas y elegantes. Eran hipnóticos. Su mano acarició mis cabellos y mi mejilla. Tragué saliva. Ella me estaba dando las gracias ¿Estaba soñando? Tal vez, tal vez todo no era más que un sueño, tal vez nunca había conocido a Fraiah. Pero era un sueño demasiado dulce como para dejarlo escapar.
    "Jack, Jack ¿Qué haces? Maldita sea ¿Qué demonios haces" Eso era todo lo que podía pensar, pero no podía responderme, porque no podía contestar a la pregunta, no tenía ni idea de lo que hacía. Mi brazo descansaba por encima de su cintura y eso me ponía nervioso a la vez que me relajaba. Antes había sido una mera casualidad que mi brazo estuviera ahí, pues me había tropezado, pero ahora que los dos nos habíamos girado y estamos de cara mi brazo ya no estaba meramente apoyado sobre ella. Cada uno de mis dedos de mi mano izquierda podían sentir la calidez de su cintura. Era como si estuviera sujetándola para que no se cayese del sofá, pero no, no era así. Era un contacto tonto, irrelevante, pero en realidad todos sabemos que eso significaba mucho más que un simple gesto de descuidado por mi parte. Cerré los ojos por un instante y cuando quise abrirlos un brillo amarillo se dejó asomar entre ellos.
    Madre mía ¿Que llevaba ese café? Por primera vez miré a aquella mujer directamente a la cara, sin tapujos, de cerca. Podía sentir su aliento en mi cara, podía oír el latido de su corazón y podía apreciar su aroma como si fuera un vampiro sediento de sangre.
    Estaba tan guapa. Tan cálida. Tan... "Jack, eh, Jack, despierta, tienes que despertar" Mi parte racional, por llamarlo de alguna manera aun se resistía a los encantos de aquel ser. No sabía si ella lo hacía a propósito o era realmente así, pero pronto me dí cuenta de que mis músculos ya no me respondían "Deja de hablarte a ti mismo, ya no hay vuelta atrás, tú has querido esto, llevas queriendo esto desde que entraste en esa estúpida iglesia, desde que la cogiste entre tus brazos" ¿Me había estado engañando a mi mismo? Si, y de que manera más descarada, y todo porque más tarde me enteré de quien era ella pero ¿Qué demonios importa eso? Me daba igual quién era ella. No quería nada de su pasado, quería simplemente a Fraiah, a esa Fraiah que se mostraba débil y emocionalmente desnuda ante mi.
    Y pensar que ella era la chica dura. Aun en esos momentos, cuando se suponía que podíamos, que debíamos mostrarnos tal y cómo éramos yo tenía miedo de dejarme ver completamente. Ella no mentía, todas sus palabras eran ciertas. Y yo estaba ahí, atontado, sin saber que decir, sin saber si debía de salir corriendo para ocultar mis sentimientos y no "estropearlo" todo aún más o debía dejarme llevar. Bueno, en realidad no sabía lo que pasaría si me dejaba llevar, nunca me dejaba llevar. Siempre tenía que tenerlo todo calculado. "Me temo que si... yo... bueno,  llegados a este punto.. oh. Cállate de una vez!".
    Deslicé mi mano libre lentamente por el sofá y me sentí libre, me sentí libre cuando sonreí ante el roce de su mano contra mi piel y me sentí aun más libre cuando pasé mi mano derecha por debajo de su mentón y me acerqué hasta su cara. Como un confidente, como si fuera a contarle el mayor secreto del mundo, como si fuera a entregarle la llave del universo, porque era así como me sentía. La miré a los ojos, sin miedo, sin tapujos.


    Yo solo te agradezco... que existas

    Y entonces parpadeé, o al menos quise parpadear, porque me incliné, me incliné hacia ella, necesitaba decírselo más de cerca, necesitaba decírselo con palabras que ella entendiera. ¿Y acaso no era esa una manera más íntima y sincera de decírselo? Quería agradecérselo todo mediante sus labios. Dejé que el Titanic y el iceberg se chocaran como dos fuerzas opuestas y a la vez iguales, pues al final acaban fusionándose. Al igual que aquel barco gigante estaba predestinado a encontrarse con el mortal monstruo de hielo, nuestros labios estaban predestinados a encontrarse, a rozarse unos con otros, a acariciarse como dos gatos que se saludan al pasar por la calle, como dos plumas que se chocan en el aire antes de caer al suelo, como dos corrientes de viento que se encuentran y se rozan entre ellas hasta que la caliente asciende y la fría se queda  a ras del suelo. Esa era mi manera de decirle lo mucho que me alegraba de que ella simplemente existiera.
    Mi pulso se aceleraba, pero yo sentía que se paraba. Mi mundo se paraba y a la vez iba demasiado rápido. Los recuerdos surcaron fugazmente mi cerebro durante ese extrañamente largo parpadeo y una lágrima decidió salir de paseo por mi mejilla, escapándose de uno de mis ojos. No sabría explicar si era de felicidad, de tristeza, o de que diablos era, solo sé que me sentía extrañamente bien, me sentía como abrigado. ¿Era aquella la sensación de tener a alguién más que a ti mismo en la historia de tu vida? y si era así ¿Cómo había osado el mundo privarme de aquella sensación hasta el momento? Tal vez eso explicaba mi lágrima: la frustración que sentía por no haber logrado antes sentir nada de aquello a la vez que compartía la sensación de alivio de por fin conseguirlo y comprender que ese sentimiento era imposible de comprender.
    "Si a esto lo llaman veneno deseo con todo mi alma estar envenenado hasta el fin de mis días"

    No sabía lo que hacía y tampoco me importaba si después de aquella muestra de afecto Fraiah me odiaba o me deseaba la muerte, simplemente dejé que mis músculos, tendones y huesos reaccionaran a su voluntad y criterio. Mi brazo izquierdo empujó ligeramente a Fraiah hacia fuera de los límites del sofá, erá más cómodo dar un beso cuando tu cuerpo está más cerca de la otra persona. Mi mano derecha, por su lado, bailó por la mejilla de aquella chica llamada Fraiah y se enredó en los cabellos que ella poseía detrás del cuello, acariciando a la vez este sin quererlo. Nunca pude imaginar que se podía sentir a alguien tan de cerca, nunca pensé que se podía sentir tan de cerca a una persona que aprecias tanto. Era como si hubiera un cuchillo de placer a medio clavar en mi pecho y cuanto más se acercaba Fraiah más clavaba ese cuchillo hasta el fondo de mi corazón. La sensación no era mágica, era única. En esos momentos lo odiaba todo, lo odiaba todo con todo mi alma por haberme mantenido lejos de ella por todo ese tiempo. Odiaba todo lo que me rodeaba a la vez que necesitaba tenerla cerca como un niño recién nacido necesitaba a su madre. Porqué realmente ¿Qué clase de madre le podía esperar a alguien nacido en un laboratorio, a alguién que se ha criado en las calles más oscuras de una ciudad cruel y fría? Si, eso era lo que Jack andaba buscando desde su nacimiento, unos brazos que lo aceptaran con gentileza, con ternura, con amor.
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Dom Ene 05, 2014 1:40 am

    Dulces palabras hechas para el silencio, no para hablar.
    Joven corazón para el Amor, no para el Dolor.

    Fraiah no sabía qué decir. Ahora mismo sus ojos esperaban alguna respuesta de Jack, algún gesto, algo que le indicara que realmente estaba bien agradecérselo, que él en verdad aceptaría su agradecimiento, pues temía que no sería el único. Y, ansiosa, lo obligó a mirarla, y desesperadamente parecía buscar respuesta en aquellas esmeraldas brillantes e inocentes, pero a su vez letales y salvajes. Fraiah deslizó suavemente su mano por su mejilla. Era cálida, tan cálida que le producía extrañas sensaciones. Cerró los ojos un momento, y el recuerdo de Nokku volvió, pero esta vez atormentándola. No podía entenderlo, pero era la primera vez en la cual deseaba no pensar en él, y se sentía una traicionera, una hipócrita. Fraiah frunció el ceño, dolorida por dentro, y bajó un poco el rostro, rompiendo con aquel contacto visual. Sin embargo, aquello no duró demasiado...

    El brazo que Jack poseía rodeando la cintura de la chica, se tensó un poco. Los dedos de su mano, suavemente, contornearon la curva de su cadera. Fraiah abrió los ojos de repente, sin respiración. Y para ese entonces, la otra mano de Jack, suave y abrumadora, sostenía su mentón, obligándole esta vez a ella a mirarlo a los ojos. Y entonces lo vio... Vio aquel amarillo intenso; aquel matiz de trigo en plena temporada cubriendo sus ojos por completo, aquellos ojos que alguna vez fueron verdes e intensos. Entonces sintió un escalofrío, luego otro. Fraiah cerró los ojos otra vez, permitiendo que su cálida y envolvedora mano recorriera con sus dedos cada centímetro de la piel de su cuello, tras descender por su pálida mejilla. Fraiah sentía que esta sensación estaba asfixiándola, como si Jack fuese un verdadero depredador a punto de capturarla por completo y devorar hasta la más íntima parte de su alma. ¿Por qué se sentía así, tan inocente y sumisa de repente? Tan doblegada y... sensible. Y le dolía, este contacto le dolía en lo más hondo, pues era misterioso y prohibido. Bajo este mismo techo, en este mismo sillón, las manos de Nokku también rozaron su cuerpo delicadamente, envolviéndola. Y ahora... Ahora ya no podía echarse atrás. No podía ser la chica fría y desafiante de siempre. No podía continuar manteniendo aquel muro de hielo entre ambos. Ahora se sentía desnuda ante él, desnuda en cuanto a su alma y su corazón. Y no podía respirar, esta sensación de embriaguez y desesperación le comprimía el pecho, del mismo modo en que el pecho de Jack se acercó peligrosamente al suyo, acortando las distancias.

    Un ápice de rebeldía envolvió el cuerpo de Fraiah, pretendiendo resistirse, pero acabó entregándola aún más. Parpadeó un segundo y, en cuanto abrió los ojos de nuevo, los labios de Jack estaban peligrosamente cerca. Los brazos del joven cazador se encargaban de rodear diversas zonas de su cuerpo, apresándola y acercándola. Fraiah deslizó la mano que se encontraba en la mejilla de Jack, aparantando aquella lágrima -que no comprendía pero sobre la cual no quería preguntar-, hasta depositarla sobre el pecho de él, como quien intenta marcar distancia, detener aquello. Pero entonces sus labios rozaron los suyos, anesteciándola, drogándola. El susurro de sus palabras provocó que el corazón de Fraiah diera un vuelco. No podía hacer esto, no debía hacerlo, pero cada emoción de su cuerpo se había alineado para desearlo fervientemente. Deseaba a Jack. Lo deseaba intensamente, y todo este tiempo sus instintos lo habían mantenido a raya, alejado, por el simple hecho de no querer asumir la verdad. Pues, ¿quién podría comprender semejante situación? Ella, la novia del difunto Nokku Damaru, ahora estaba disfrutando indecorosamente en el sofá con su hermano. Fraiah tenía miedo. Tenía miedo de lo que Jack pensase de ella, como de lo que creerían sus amigos, los demás miembros de la Asociación. La joven ya tenía mala fama por su naturaleza indómita e híbrida, y ahora todos creerían que iba cazando Presidentes por doquier. Su alma y su corazón estaban abiertos y dispuestos hacia Jack ahora mismo, pero su mente no. Su mente no la dejaba en paz ni un segundo.

    "Nokku, perdóname, pero yo... yo realmente...", dijo en algún punto de su mente, sin ser capaz de concluir la disculpa, justo cuando el momento de tensión y anhelo llegaba a su punto culmine. Abrió los ojos y los entrecerró, entreabriendo sus labios, ansiosa por poder acaparar un poco de aire para sus pulmones, los cuales, sellados por los nervios, se negaban a  cumplir su función. Y en medio de aquella ínfima acción, sintió el electrizante contacto. Jack invadió todo su espacio y, de repente, cada uno de sus pensamientos. La culpa se disipó junto con todos sus miedos y fantasmas. Fraiah aferró la camisa de Jack en la zona de su pecho, acercándolo a sí. La tibieza de sus labios la poseyeron, haciéndole perder el control. Ella sentía que en ese momento sería capaz de enviarlo todo al diablo: al diablo la maldita Asociación, al diablo los traidores desertores, al diablo los vampiros y toda su mierda, al diablo la Academia...

    Al diablo ella misma.

    Fraiah capturó el rostro de Jack con ambas manos, mientras aquel beso que comenzó suave y tímido se volvía, lentamente, intenso. Los rojos labios de Fraiah dejaron rastro en los rosados labios de Jack sin remedio alguno. Sus manos, lentamente, se deslizaron rodeando el cuello del muchacho, envolviéndolo del mismo modo en que él la envolvía. "Llévatelo todo", susurró contra sus labios, casi en un desesperado gesto, en un arrebato de pasión desmedida. "Llévate todo este dolor lejos, Jack, ya... ya no lo necesito", murmuró nuevamente, egoísta, pensando por única vez solo en ella, sólo en esta extraña e inmensa felicidad, sólo en Jack, olvidándose de todo y de todos. Un viento helado y penetrante abrió la ventana  de par en par, y la luna llena emergió desde el exterior, bañando la humilde morada con su intensa luz.


    Besa, mientras tus labios sigan rojos.
    Ama, mientras la Noche esté escondida del Alba marchita.~
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    Mensaje por Jack Wintersnow Dom Ene 05, 2014 12:49 pm

    Jajajajaja ¿Y cómo iba a poder disculparme después por todo aquello si lo estaba disfrutando con cada hebra de mi ser? ¿Qué explicación daría? Pues ninguna, esta claro, todos podían pensar lo que quisieran, podrían decir lo que les plazca, pero después de ver aquello no creo que nadie tuviera las agallas necesarias para intentar siquiera separarnos. Estaba harto de estúpidas etiquetas, de tabús, del miedo a no hacer algo por lo que piensen los demás. Cuando no tienes amigos comprendes que todo eso no es más que una fachada, una mentira. Pero esta bien, había conseguido arrancar la mascará de Fraiah, al igual que ella había conseguido romper la mía a golpes, y ahí estábamos, escondiendo nuestros rostros en el lugar más seguro, en el lugar más cercano al otro.
    Eran momentos de locura, de pasión, momentos humanos, momentos que se graban en tu cabeza y que nunca vas a poder olvidar. La ropa que se había puesto Fraiah le quedaba algo grande y el perfil de su cuerpo se tensaba contra mi camisa. Era suave, caliente como el infierno y sobre todo completamente irresistible. Tal vez era cosa de la chimenea o de la misteriosa salsa, pero sentía calor, no lo entendía muy bien, pero pude suponer que era porque mi pecho estaba a punto de reventar gracias al ritmo acelerado con el que corazón seguía bombeando sangre. Ella podría comprender todo aquello pero yo nunca me había puesto nervioso al lado de una mujer, el contacto siempre fue casual, artificial, exterior ¿Y cómo podía ella llegar hasta donde nadie podría haber llegado jamás? Repasé el contorno de su columna vertebral, deslizando mi brazo por su espalda mientras que con mi mano derecha enredaba aun más mis dedos en su cabello.

    Sus manos al principio se aferraron a mi pecho, tímidos, inseguros, culpables, pero esa sensación pronto desapareció cuando esas delicados dedos pasaron a rodear mi rostro, con pasión, implacables, al igual que sus labios, que atraparon los míos con ganas. En un principio no tenía la intención de seguir con aquello, había sido un acto impulsivo, más tarde debería afrontar las consecuencias, pero no fue así, de una manera u otra Fraiah me respondió. Por algún motivo ella respondió, me beso también, ya no era un simple roce, pude sentir como sus labios se resbalaban contra los míos con fuerza, ya no era una caricia, se había convertido en el postre del que no habíamos podido disfrutar. Me susurró con sus labios pegados a los míos y yo simplemente sonreí y me apegué a ella aún más, si es que eso era posible, hasta que los dos estuvimos satisfechos.

    No se cuanto había pasado ¿Segundos, minutos? La ventana estaba abierta y la luna se reflejaba en nuestras blancas pieles. El contacto de nuestros labios finalmente terminó pero en vez de apartarme o mirarla a los ojos dirigí mi boca hasta su oído, para poder responder a sus plegarias.


    Me lo llevaré... Todo.

    Después de eso nos separamos ligeramente, pude mirarla de nuevo a los ojos y me sentía mucho mejor a la vez que me sentía mucho más nervioso que antes. Cerré los ojos mientras me levantaba, tenía que cerrar la ventana si no quería que nos muriésemos de frío ahí dentro. Me acerqué para cerrarla y no pude evitar quedarme mirando la luna, estaba preciosa. No recordaba haberla visto nunca tan bonita. Así que en ese maldito pueblo había cosas por las que valía la pena luchar al fin y al cabo, bien, pues entonces yo estaba dispuesto a luchar hasta el final.
    Me quedaría un rato más mirando ese paisaje, hasta que me tranquilizase un poco y empezara a sentir frío, después tendríamos que dormir, nos esperaban días duros y llenos de desafíos.


    Me lo llevaré lejos.
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Dom Ene 05, 2014 5:34 pm

    No necesitaba más. No necesitaba más que ese contacto, que sentirse segura entre sus brazos. Fraiah disfrutó cada roce, cada milésima de segundo en que sus cuerpos estuvieron tan cerca. Las cálidas manos de Jack otorgaban caricias candentes sobre su cuerpo, y Fraiah las aceptaba, las aceptaba sin tapujos. En todos estos meses había estado tan sola, tan desolada, y había sido tan frío y triste, pero él llegó de repente, y pareció cambiarlo todo. Aún podía recordar la luz de sus ojos el primer día en que se vieron. Ante tal recuerdo, Fraiah intensificó el beso, capturando sus labios delicada pero decididamente. Creía que podría estar así eternamente, pero la eternidad no es algo que se concede para la felicidad.

    Cuando el fulgor pareció apaciguarse, Fraiah luchó por llenar sus pulmones de aire otra vez. Bajó la mirada, pues no sabía cómo sostener la suya. Podía sentir la respiración de Jack tan cerca que su columna no dejaba de llenarse de escalofríos, más aún al tener su brazo rodeándola. Sus labios se acercaron, esta vez, a su oído, susurrando aquellas palabras. Fraiah cerró los ojos, como si su voz fuera la música que calmaba la fiera de su interior. Ella no dijo ni una palabra más, se limitó a escuchar y a sentirse apreciada y protegida. Y, finalmente, se armó de valor para mirarlo a los ojos. Los oscuros iris violáceos se encontraron con aquel brillante verde otra vez. Una ínfima sonrisa recorrió los labios de Fraiah, mientras una de sus manos se atrevía a otorgarle otra tenue caricia a Jack, deslizánse por su blanca mejilla.

    Cuando él se levantó para cerrar la ventana, Fraiah tuvo ganas de levantarse y salir corriendo. Tuvo un momento de raciocinio que odió y a la vez amó. ¿Qué estaba haciendo? Pero sacudió la cabeza y se hundió aún más entre los almohadones. Estaba cansada, y el aire fresco que estaba entrando por la ventana le daba más sueño aún. Se irguió un poco para ver el cuerpo de Jack a contraluz. Sonrió con suavidad y se recostó sobre el sofá otra vez. Se sentía tranquila, y ojalá esta tranquilidad continuase. Ahora... Ahora ya no quería dejarlo solo. Sus ojos comenzaron a cerrarse, inevitablemente. El descanso fue finalmente concedido para su cuerpo, y Fraiah quedó completamente dormida en aquel sofá, en aquella sala de estar que tantas cosas vivió y vio. Ya mañana sería otro día, y habría que hacer los preparativos para la fiesta, y además debería volver a la cafetería para ver cómo solucionarían los destrozos. Pero las preocupaciones, mejor dejarlas para después..
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    Mensaje por Jack Wintersnow Sáb Mar 08, 2014 3:58 pm

    Una ágil, sarcástica y escurridiza determinación recorrió mi piel cuando me giré para observar de nuevo el rostro de Fraiah. Las palabras sobraban y de todos modos ya no había nada que decir. Habíamos tenido un más que agradable desliz. Fue un pequeño e insignificante desliz en realidad, pero los dos sabíamos que eso significaba mucho.
    Realmente ¿Qué diablos estaba haciendo? No lo sabía con seguridad pues todo eso era nuevo para mi, pero algo me decía que había cruzado una línea que tal vez me tendría que haber abstenido a cruzar. Metí los dedos de mi mano derecha en la espesa mata de pelo que colgaba de mi cabeza y cerré los ojos, suspirando por unos momentos. Después lancé una mirada cómplice a Fraiah antes de subir las escaleras que desembocaban en el piso de arriba. Ya era hora de dormir, y había que ir a la fiesta de navidad.

    Spoiler:
    Finalmente, después de pasar la noche nos dirigimos a esa fiesta con la esperanza de que nada malo pasara.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Miér Mar 12, 2014 8:00 pm

    Descendí de las laderas de nieve cargando los dos cuerpos que me había encontrado. La nieve había helado mis huesos y mi piel, pero no había conseguido paralizarme, iba a seguir hacia delante sin importar que. Habíamos recorrido un largo camino y esperaba que mereciera la pena. Tragué saliva y continué hasta la puerta de casa. La abrí con esfuerzo pues estaba helada y finalmente entramos a tropezones. Estaba abandonada, fría, solitaria. Hacía tanto tiempo que nadie se pasaba por ahí...

    Cerré la puerta detrás de mí y dejé a Fraiah y a Ziel en el suelo, acto seguido me desplomé, estaba agotado y congelado. Poco después tomé algo de aire y me incorporé, había que darse prisa, el peligro no había pasado. Encendí las luces y primero llevé a Fraiah hacia el sofá más cercano, después hice lo mismo con Ziel. Gracias a Dios que ninguno de los dos pesaba demasiado.
    Subí arriba y traje mantas, muchas mantas, mogollón de mantas. Sepulté a los dos en una montaña de mantas y después me fui directo a la chimenea. Y no había madera. Cerré los ojos por un momento, aguantándome las ganas de mandar todo a volar y subí a por una chaqueta de Nok. No era mi estilo pero por lo menos abrigaban.

    Salí a fuera y conseguía algo de madera medio mojada por la nieve. El caso era tener madera, ya se secaría. La calentaría a bofetones si hacía falta. Me metí a casa todo lo rápido que pude para no helarme de nuevo y llené la chimenea de ramas y troncos. Cogí las cerillas e intenté prender el fuego. Evidentemente no me salio.  Me harté de gastar cerillas pero no podía hacer otra cosa, tenía que encender esa chimenea como sea. Enarqué una ceja y apreté la mandíbula, frustrado ante mis fracasos. No pude aguantar más y expulse un rebelde grito de autoridad hacia la endemoniada chimenea.

    ¡Enciéndete, maldita sea!

    Una llamarada, pura, salvaje, surgió inmediatamente de entre las ramas más secas. Retrocedí incrédulo al tiempo que el crepitar de la madera hacia eco en toda la casa. Había conseguido encender la chimenea, pero, eso había sido demasiado extraño. No le presté demasiada atención en realidad, solo me sorprendí. Últimamente mis poderes hacían cosas muy raras, no me importaba. Siempre que me enfadaba mis habilidades salían a flote de una y otra forma. Al fin y al cabo yo era el experimento perfecto del mismo científico que había creado a mi hermano ¿Era el más fuerte o más débil? Y si era más fuerte ¿Por qué yo seguía vivo y el estaba muerto? La fuerza solo es una estúpida palabra, nunca se puede ser lo suficientemente fuerte. Y menos alguien como yo.

    Mientras el calor invadía de nuevo la casa de Damaru subí arriba para darme una ducha. La vida de Fraiah y Ziel ya no corría peligro, creo. Así que decidí dedicarme a mi mismo un poco, necesitaba descansar y calentarme. Entré al baño, me desvestí, ni quise mirarme en el espejo, donde se reflejaban las decenas de cicatrices que me había ganado durante los últimos meses. Puse el agua caliente y me introduje en ese pequeño torrente de agua. El agua no estaba especialmente caliente pero al contacto con la piel me ardía, era normal, había pasado muco tiempo ahí fuera. Era un dolor muy intenso y peculiar, pero me aguanté, necesitaba ese calor, aun si me parecía que me estaba quemando. Era como bañarse en las lenguas de llamaradas de un dragón. Me quedé medio dormido ahí, no quería salir del agua. Simplemente me quedé parado mirando la nada, pensando en todo lo que había pasado sin inmutarme. Cerré los ojos y dejé que el sonido del agua golpeando mi cuerpo lo invadiera todo. Dejé de pensar, dejé de preocuparme y por un momento me olvide del paso del tiempo.
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Jue Mar 13, 2014 2:58 pm

    ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? Horas, días.. Ya había perdido la maldita cuenta. Dentro de su mente, todo era confuso; dentro de su mente, todo era blanco, impoluto, como la nieve. Su cuerpo había estado al borde de yacer congelado entre los árboles del bosque para siempre. De todos modos, era preferible eso a ser abusada y mancillada por esos patanes traidores. Si Fraiah tuviera que elegir una muerte ahora mismo, sin duda escogería perecer entre la naturaleza fría. Sin embargo, el azar le había brindado otra oportunidad. Y como si fuera poco contar las veces que Jack la había rescatado del peligro inminente, ahora una nueva ocasión de aquellas emergía. Parecía que el pasado se repetía una y otra vez, y por algún motivo y alguna fuerza desconocida, él siempre acababa dando con ella en el momento más oportuno. Y así la nieve se transformó en fuego, en hálito de vida, obsequiando una oportunidad más tanto a ella como a Ziel.

    La pequeña casa estaba en silencio. Fraiah podía sentir en sus helados pómulos la tenue brisa cálida de los leños comenzando a arder con fiereza. Su cuerpo desnudo estaba cubierto de mantas, alimentando el escaso calor que su cuerpo conservaba. Lentamente, su dedo índice se movió. Un pequeño y fugaz movimiento, pero suficiente para dar la señal de vida justa. Su mente comenzaba a despertar entre la calidez inesperada. Y pronto, sus párpados se irguieron. De forma sutil, pero lo hicieron. La pesadez que invadía su cuerpo era tal que la envolvía en confusión y desesperación, y aquellas emociones aumentaban ante el hecho de que no podía mover su cuerpo con libertad, pues aún la gelidez se apoderaba de sus miembros. Fraiah no sentía las piernas y los brazos apenas se estaba recuperando. Cuando consiguió abrir los ojos del todo y mirar a su alrededor, se alteró. Se sobresaltó y tambaleó hacia un lado. Pretendiendo sostenerse con las mantas, las sujetó, pero estas cayeron al suelo junto con su cuerpo débil y maltratado. Un ligero nerviosismo invadió su sistema, hasta que lo "ligero" pasó a ser "severo". ¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido? Miró sus brazos tembloroso y advirtió heridas y moretones. Sus labios temblaban y el cansancio y el frio le obligaban a cerrar los ojos otra vez. Quiso apartar las mantas, pero vaya sorpresa la que se llevó cuando se encontró completamente desnuda bajo ellas. Emitió un pequeño chillido y atisbó a ponerse de pie de un salto, pero el intento fue vano. Sus piernas no respondieron y acabó cayendo al suelo, peligrosamente cerca del fuego, ocasionando un gran estruendo en toda la casa y viendo, delante de ella, como un mechón de castaño cabello estaba a punto de ser carbonizado. Sus pupilas se volvieron ínfimas y, entonces, recién allí reconoció el lugar: la casa de Nokku. El sentimiento que la invadió solo alimentó su desesperación anterior, porque eso quería decir que estaba a salvo, ¿verdad? Pero entonces, ¿dónde yacía aquel que la había rescatado? Los sucesos que ocurrieron el último día dentro de la Nueva Asociación estaban borrosos en su cabeza. Apenas podía recordar el momento en que encontró a Ziel tendido en aquella camilla, completamente diferente, con el cabello blanco, como estaba ahora, postrado en aquel sofá. Apenas podía recordar lo que había hecho ella, pero misteriosamente halló entre sus helados cabellos unas sigilosas astillas de cristal, las cuales claramente no pertenecían a la nieve. Fraiah las jaló y las quitó. Eran tres, pero probablemente hubiese más. En ese instante, al estar en contacto con aquel material, comenzó a recordar más partes olvidadas de lo ocurrido: el momento en que casi abusan de ella y donde todo comenzó.

    Quedó paralizada. Quedó paralizada ante aquella imagen devastadora. Se abrazó a sí misma un momento y sintió más frío que nunca, pese a estar a escasos centímetros de la chimenea. Al sentir la piel tan descubierta, le provocó indignación y vergüenza. Con desesperación y nerviosismo, buscó tantear con la mano una de las mantas, para poder cubrirse, y apenas pudo conseguir una. Se envolvió en ella pero perdió el equilibrio al estar sentada luchando por mantenerse estable, y allí estaba Fraiah nuevamente de cara al suelo. Emitió un quejido. La cabeza se le partía a causa de la presión del temor y los recuerdos. En ese momento notó sobre su cuello, al pasar los dedos suavemente, las pequeñas cicatrices de la mordida de Ziel, que había cicatrizado con el correr de los días. Miró en su dirección, y recordó que ella lo había ayudado a despertar. No sabía cómo, pero lo había hecho, y probablemente quien la sacó a ella de allí fue él. Y así los recuerdos se arremolinaban, haciéndola enloquecer suavemente con la fatalidad de los sucesos. ¿Por qué..? ¿Por qué ocurría aquello? Fraiah se mordió el labio inferior, ahogando un llanto. Jack... él... ¿Dónde estaba él? ¿Cómo había llegado ella hasta la casa de Nokku si no fuera por él? Los desertores... ellos no debieron haberlo encontrado aún, entonces... ¿por qué no estaba en su campo de visión? Nuevas agitaciones envolvían su alma y su corazón. Fraiah intentó ponerse de pie otra vez, pero nuevamente no lo logró. Sus piernas continuaban demasiado torpes e insensibles. Y, nuevamente, en el suelo, con apenas la manta cubriendo su cuerpo, sus violáceos ojos se perdieron en la madera de aquella cabaña. Sus labios, ansiosos y desesperados, se entreabrieron sutilmente.
    - J-jack... -susurró bajo, muy bajo. Instantáneamente, cerró los ojos. Los volvió a abrir y miró en la dirección que se encontraba Ziel. Luego, sus pupilas se dirigieron a las escaleras otra vez-. J-jack -intentó clamar por él otra vez, pero acabó por bajar la cabeza y pegar su mejilla al suelo, completamente exhausta, mientras su cuerpo se tomaba el tiempo necesario para devolverle el calor natural y, con ello, la vida que le faltaba.

    La vida que ellos habían pretendido robarle.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Jue Mar 13, 2014 4:56 pm

    Manso, imperturbable, atento bajo el agua. No abrí los ojos hasta que escuché el sonido de un golpe. No me estremecí ni me sorprendí, sin embargo eso basto para romper mi concentración y avisarme de que alguno de esos dos había despertado. Sus músculos no deberían de haber adquirido todavía suficiente calor para responder correctamente a sus impulsos nerviosos, se habría tropezado al intentar levantarse del sofá.
    Apagué al agua de la ducha y salí pacientemente de esta. Sequé debidamente mi cuerpo y suspiré antes de ponerme los pantalones. Cogí de nuevo la toalla y salí del baño secándome los pelos de la cabeza que era lo que más tardaba en secar. Di dos largos pasos hacia las escaleras porque me pareció escuchar la tenue voz de Fraiah. Giré mi cabeza hacia el salón cuando estuve a la altura de las escaleras con una mirada trasparente, serena, casi fría. Y allí estaba ella, tirada en el suelo, debilitada, todavía agarrotada por los golpes del frió sobre su delicada piel. Volví a girar la cabeza hacia una de las habitaciones de arriba y no supe si ella se había dado cuenta de mi presencia o si seguía mirando el suelo. De cualquier manera me metí en la antigua habitación de mi difunto hermano mayor y cogí una camiseta blanca. Me quedaba perfecta, pero se me pegó algo al cuerpo, al parecer tampoco me había secado tan bien, siempre me pasaba lo mismo. Dejé la toalla sobre la cama y después bajé las escaleras.

    Fraiah se veía tan frágil, tan vulnerable. Si había sobrevivido era porque no la habían querido matar, entonces ¿Con que propósito la habían mantenido con vida? ¿Para abusar sexualmente de ella... o para algo más? De cualquier manera ella se veía traumatizada, totalmente decaída. Me acerqué a ella sin hacer ruido, como respuesta a esa llamada suya que no llegué a escuchar. Si continuaba tirada en el suelo se pondría enferma, y parecía que no estaba dispuesta a gastar fuerzas en levantarse para tumbarse de nuevo en el sofá. Me agaché a su lado y me di cuenta, me acordé, de que estaba desnuda, de que solo la manta protegía su cuerpo. No me interesaba su cuerpo y menos cuando ella estaba en ese estado así que la cogí en brazos con cuidado y la volví a llevar al sofá, intentando que no se cayera la manta en ningún momento, no me apetecía tener una riña estúpida con ella sobre lo pervertidos que eran los hombres. Cuando la dejé allí puse delicadamente una de mis manos sobre su frente para comprobar la temperatura de su cuerpo, y advertí que estaba recuperándose poco a poco del frío que había pasado, claro que a lo mejor se ponía enferme y pillaba un resfriado. Mi chaqueta estaba en el sofa, junto a la de Ziel, que se habían caído del cuerpo de Fraiah mientras esta se revolvía en su sitio antes de caer del sofá. Volví a ponérselas por encima y sin decir ni una palabra, sin expresar ni una emoción, fui hacia donde estaba Ziel. El estado de ese joven vampiro me preocupaba un poco más. No se había movido en ningún momento y no mostraba signos evidentes de vida. El calor de la chimenea debía haberle reanimado pero este seguía en un estado de coma. Me quedé parado al lado de el, escuadriñandole por completo. Su cuerpo estaba cambiado, habían estado experimentando con él, pobre chico. Seguramente también habían estado experimentando con Fraiah. De alguna manera se habían enterado de que ella no era una humana normal, pero ¿De donde salió ese filtro de información? ¿Acaso alguien más aparte de Nokku sabía eso? No importa, Fraiah me lo contaría cuando se recuperase por completo, si quería.

    Tapé el cuerpo inmóvil de Ziel con una manta por si acaso y me fui a la cocina para preparar un buen té. Ya que Fraiah estaba despierta se tendría que llevar algo a la boca. La nieve es una zorra que deshidrata mucho más rápido que el calor del desierto, debía de estar sedienta. Cogí la tetera, la llené de agua y puse el agua a hervir. Mientras tanto saqué unas bolsitas de té y las dejé sobre la mesa. Abrí un pequeño armario y encontré unas deliciosas y dulces galletas. Las saqué de su escondite y las deje también sobre la mesa al tiempo que el agua de la tetera empezaba a hervir. Apagué el fuego y después de sacar dos vasos puse los sobres de té en estos. Entonces puse el agua hirviendo en las tazas y saqué el azúcar, del cuál eche unas cuantas cucharadas en cada recipiente. En mi vaso eche además algo de agua fría porque no quería quemarme, pero el de Fraiah lo dejé igual porque no sabía como le gustaba el té a ella, o si no le gustaba de ninguna manera. En cualquier caso eso la calentaría un poco y le devolvería ese color rosado a sus mofletes. Cogí dos cucharillas y las metí en cada vaso, para que pudiéramos remover el azúcar y el té además de romper ese monótono silencio y el crepitar de la chimenea con los sutiles repiqueteos que hace el metal contra la cerámica. Con esto y unas cuantas galletas fui hasta el sofá en el que estaba tumbada ella y me senté a sus pies, apoyando las galletas y las dos tazas de té sobre la mesa que teníamos enfrente.

    Tal vez Fraiah no acabaría de reconocerme, mi mirada había cambiado, mi dulce, inocente y divertida expresión también se había apagado, ya no se podía decir que tenía el animo de un niño ni el júbilo de un chaval. Quise suspirar pero me aguanté y opté por mantener mi recta e indiferente, pero a la vez suave y serena, actitud. Agarré la punta de metal de la cuchara de mi taza de té y comencé a remover lentamente el azúcar que se había depositado en el fondo de esta. Afuera la nieve caía como una torrencial lluvia que pasa a cámara lenta. La nieve nos sepultaría a todos si no paraba de nevar.
    Si te preguntar por mi actitud normalmente te mandaría a pasear, pero realmente en ese momento simplemente me encontraba calmado. Podría también decir que me sentía un poco mal porque había dejado que le pasara todo aquello a la chica que tanto me gustaba, pero también me sentía algo feliz por haber podido encontrarla por fin. Mi situación emocional no era algo del todo explicable, me había convertido en algo diferente durante esos meses y he de reconocer que todo me iba mejor desde entonces. Levanté la taza de té y sorbí un poco de ese cálido y reconfortante líquido de color casi marrón. Sentí como se deslizaba por mi esófago y como se depositaba en mi estómago, provocando una extraña sensación de calidez, como si tuviera un suave carbón incandescente justo en el centro de mi cuerpo. Todo estaba pasando tan rápido...
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Vie Mar 14, 2014 2:15 am

    "Jack". No podía pensar en alguien más o en algo más. El simple hecho de estar en esta casa le recordaba un grato pasado, pero también un precioso presente que creyó perdido. Él, el hermano de Nokku, debía estar por allí, en alguna parte. De otro modo, ¿cómo habían llegado Ziel y ella allí? Era imposible que Ziel hubiera dado con la casa. Era excesiva casualidad, y esta no entraba en su parámetro de suerte ese día. Ni siquiera recordaba qué había ocurrido allí dentro, en la Nueva Asociación -como tantos le llamaban y ella había tenido el honor de ver con sus propios ojos- más que vagas imágenes de cadáveres, sangre y cristales. Había cristales por todas partes y...

    Sus pupilas se hicieron ínfimas de nuevo.

    Fraiah oyó el rechinar de las escaleras. Por primera vez deseó tener un arma a mano. Por primera vez sintió en la calidez de aquella casa que un día fue un hogar muy hermoso, el temor de que alguien despreciable e ingrato de poner sus pies en ese suelo estuviera allí, con ellos, a merced de la existencia de ambos otra vez. Fraiah apenas se incorporó un poco para ver a Ziel, el cual seguía inconsciente. Hubiera maldecido por dentro, pero no tenía ánimos siquiera para eso. El cuerpo le pesaba tanto, el frío le carcomía los huesos de una manera endemoniada. El calor no bastaba aún para compensar el entumecimiento, y frente a esta nueva sospecha, frente a esta nueva posible amenaza, desearía poder al menos ponerse de pie. No obstante, las respuestas a sus dudas -las cuales la estaban acribillando por dentro- llegaron antes de lo esperado. En su campo de visión un par de zapatos negros afloró. Fraiah se quedó inmóvil, en el suelo, sin mover un pelo siquiera, hasta que aquella sombra que proyectaba el fuego tomó la forma y la amabilidad de un ser querido. Su cuerpo se elevó del suelo, envuelto cuidadosamente en aquella manta azul, y fue depositado con delicadeza sobre el sofá otra vez. Fraiah apenas había tenido la oportunidad de ver su rostro de frente, pero aquel perfil bastaba para indicarle que estaba en buenas manos, aunque... ¿qué ocurría con él? ¿Por qué no hablaba? Su cabello... su cabello ya no era extenso, lacio y dorado. Si bien continuaba con aquellas tonalidades que propaga la espiga, ya no había rastros de la larga trenza que lo caracterizaba. Los ojos confusos y sorprendidos de Fraiah solo podían observarlo, sin ser capaces de apartarlos, pues no tenía el valor para dejar de apreciar el milagro que estaba divisando, pues Jack, fuera como fuese, estaba allí, ante ella, cargándola hasta aquel sofá, sin mediar palabra pero transmitiendo lo justo y necesario con sus actos. Y esto.. esto no podía ser una mera ilusión. Esta vez, se sentía real. El lugar, el ambiente, la calidez... Esto ya no era el efecto anesteciante de las drogas ni nada por el estilo. O, al menos, ella pretendía creer aquello, pues no soportaba la idea de estar fantaseando y que su cuerpo, aún inconsciente, se encontrase postrado en una camilla, amarrado con cadenas y lleno de sueros y sustancias extrañas.

    Parecía una niña. Apenas fue dejada en el sofá, sus ojos violáceos, inocentes, viajaban siguiendo la imagen de aquel hombre de cabellos rubios. Por un momento, sus pupilas se detuvieron en los verdes iris de él. Los había visto antes, tantas veces, pero transmitían un matiz diferente entre medio de aquel color esmeralda. Parecían fríos, distantes, ajenos a ella, completamente. Y mientras la silueta se alejaba, las manos de Fraiah se hacían unos pequeños puños, nerviosos, ocultos bajo las mantas. Y suspiró, suspiró profunda pero imperceptiblemente. En lo oculto, a pesar de sentirse tranquila otra vez, tenía miedo. A pesar de haberse visto entre los brazos seguros del joven cazador, por un momento se sintió indefensa y extraña, sintiendo al otro como un mero desconocido. Y no pudo hacer otra cosa más que mirar a Ziel otra vez, tan inconsciente y dormido. El único ser que había compartido con ella todos estos sufrimientos y las esperanzas que otorgaba la desesperación, no podía verla, ni hablarle. No podía hacerla sentir tranquila como antes, allí dentro, incluso cuando todo parecía irse al traste. Y suspiró otra vez, escuchando a lo lejos el chillido de la tetera con el agua hirviendo dentro de ella, del mismo modo que hirvió su propia sangre aquel día, donde construyó un camino de sangre para cavar su propia huida, su propia salida.

    Cuando la figura de Jack emergió con las tazas de té y las galletas, se sintió más pequeña de lo normal. Se encogió un poco de hombros, aún somnolienta a causa del desgaste que el frío invierno había provocado en su delgado cuerpo. Los labios de la muchacha temblaban de forma tenue, pero constante. En cuando Jack se sentó a sus pies, en el mismo sofá, sus negras pupilas viajaron hacia la taza que se encontraba a su lado, aguardando porque sus torpes manos la tomaran. Pero antes de ejecutar cualquier movimiento para alimentarse al menos un poco, decidió observarlo otra vez. Sus ojos, su semblante, todo su rostro parecía haber cambiado en todo este tiempo. Poseía rasgos más rudos, más severos. ¿Acaso todo cazador estaba destinado a padecer las mismas transformaciones? Bastaba recordar rostros para poder asegurar su hipótesis. Pero lo que más le llamaba la atención era el por qué había cortado su cabello. Fraiah bajó la mirada, sin poder creer aún el alivio de estar en aquella casa, frente a esa persona tan reconfortante. Pues a pesar de que se conocían relativamente poco, habían vivido juntos en escaso tiempo las cosas más peligrosas y extrañas. ¿Cuántas veces la había salvado de una muerte segura? Ya casi había perdido la cuenta. ¿Cuántas veces habían estado así, uno frente al otro, en silencio por un buen rato? Fraiah, que había bajado la cabeza, volvió a erguirla, alzando en mentón tímidamente, y observándolo a los ojos otra vez. No sabía cómo tenía el valor para hacerlo. Se sentía ínfima, idiota, por dejarse engañar tan fácilmente, por acabar lejos de él cuando sabía perfectamente que la necesitaba, pues Jack estaba solo con un millón de toneladas de responsabilidad encima de sus hombros, y ella, así como si nada, se dio el lujo de desaparecer de su vida sin poder ayudarlo. Se sentía culpable, pero más que nada, se sentía una estúpida cría que a pesar de haber vivido las peores cosas, no era capaz de madurar y endurecer su carácter. Jamás sería una guerrera, no sabía en qué estaba pensando Nokku cuando pretendió hacer de ella una mujer con espíritu de lucha. Ella jamás sería como Kasha. La sangre de cazadora que corría por sus venas fue un error de nacimiento, estaba segura. No tenía "talento" para ello. Solo era buena siendo la estúpida doncella en peligro, ¿verdad? Pero, pasados unos minutos, dejó de culparse. Dejó de pensar de más, para poder ser capaz de aprovechar aquel pequeño instante que le otorgaba el Destino.

    - J-jack... -susurró al cabo de un rato, tímida, sublime. Levantó los ojos hacia él y, lentamente, sacó una de sus manos desde debajo de  la manta, extendiéndola hacia su dirección. En su antebrazo pudieron notarse, desagradables, la pequeñas heridas y manchas que había ocasionado el encierro y unos muy malos tratos. Al verlas, Fraiah echó su mano hacia atrás otra vez, deteniéndose. No quería que él la viera así. No quería que viera la debilidad en su interior, por más que ya la conociera. Prefería que él guardase aquella imagen de joven rebelde y hostil; aquella impresión que le dio los primeros días, solo para sentirse segura dentro de su propio ser. Sin embargo, no había en ella fuerza actual que le permitiera ser así. Ya no podía esconderse, pues no había lugar donde hacerlo. Ella, al igual que se encontraba desnuda entre esas mantas, estaba completamente desnuda ante él en cuanto a sus sentimientos y emociones. Sus transparentes pupilas, aunque inocentes, podían ser el reflejo exacto de las torturas que recibió allí dentro, del sufrimiento y la desesperación. Bajó la mirada otra vez y desvió sus ojos hacia la taza de té. Una estúpida sonrisa se adueñó de sus labios, pequeña pero intensa, solo que se borró con rapidez. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no derramaron ninguna. Su boca, no obstante, se preparó para hablar otra vez:
    - C-cuánto... ¿Cuánto tiempo ha.. pasado? -se atrevió a preguntar, siendo consciente de que un par de semanas estuvo cautiva, pero jamás imaginaría que fueran alrededor de cuatro meses, o quizás un poco más. Cada día significó para ella una eternidad. Allí dentro había perdido la noción del tiempo en varias oportunidades, estando al borde de enloquecer. Clavó sus ojos en él de nuevo y, mordiendo su labio inferior, intentando controlar la congoja, emitió una última pregunta-. ¿Podrías... venir aquí? -susurró, suplicante, sintiendo cómo una lágrima rodaba por su mejilla al tiempo que le solicitaba que se acercase a ella. Lágrima que se apresuró por limpiar, aprovechando aquel instante para apartar sus ojos de los suyos otra vez, avergonzada. Pero más allá de todo sentimiento tortuoso y oscuro, yacía aquel deseo de estar entre esos brazos otra vez, segura, envuelta en un abrazo que lograse hacerla dormir como niña y soñar con un mañana mejor otra vez.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Vie Mar 14, 2014 2:02 pm

    Pesadez. Cansancio. El agotamiento se encontraba dentro del cuerpo del neófito después de salir de los laboratorios. El frío invernal que hacía fuera, solía hacer bien a alguien de su naturaleza, pero quizá esto no encajara demasiado con la idea que tenía el neófito acerca de ser un vampiro. Adoraba el calor, extrañamente. Tal vez se había acomodado a aquella sensación humana, que ahora le costaba abandonarla por el resto de la eternidad. En cambio, tampoco se podía negar que el frío se hubiera adueñado de sus huesos y los entumeciera, hasta el punto de no lograr moverse adecuadamente por sí mismo. Por eso aún no conseguía ejecutar ni un solo gesto o un mero movimiento. Además, su cuerpo necesitaba descansar, sanar las heridas que habían provocado los disparos de los cazadores, en intento de que ambos sujetos de experimentos lograran escapar. Sin embargo, quizá la nueva esencia que habían introducido en él, había causado más de un estrago. Primero a los mismos cazadores, quienes se quedaron sin su juguete; segundo, a Ziel, pues cargar con un aura que no te pertenece era demasiado cansado. Su débil cuerpo debía acostumbrarse a la fuerte presencia que habitaba su interior de ahora en adelante, sin siquiera contar con su propio aura para poder defenderse de ella. De aquí la otra razón por la que el vampiro aún estuviera descansando, aparte de estar desconectado por el bien de sus heridas.

    Su rostro blanquecino parecía más impoluto que nunca, ahora que sus cabellos eran mucho más claros e invernales. Sus orejas se camuflaban con su cabello y pareciera que sus facciones más animales hubieran desaparecido tras ese rostro angelical. Pero, realmente, en esa posición, bajo las mantas, un descontrolado vampiro con una esencia aún más descontrolada, tallado en el mármol, descansaba. Quizá simplemente para pasar el tiempo. O quizá esperando que alguien se acordara de la rareza de su antiguo color de pelo y volviera a por él. No obstante, ni Bella ni Marcus iban a aparecer en este bonito pasaje acogedor, donde la chimenea se encontraba encendida y el calor proporcionado era más que suficiente para los tres. De tal triste manera, sin los suyos, debía despertar por su bien. No podía darse el descuido de quedar dormitando, en aquel estado de coma eternamente, sino todo lo contrario. Debía alimentarse y “entrenar” su cuerpo para soportar la carga que residía en él, hasta lograr adaptarse a ella. Ahora más que nunca, Ziel Carphatia estaba obligado a demostrar que podía valerse perfectamente por sí mismo, sin la necesidad de que alguno de los dos vampiros estuviera a su lado en caso de caer. Tendría que levantarse solo, aprender a controlar su sed, a hacerlo todo sin la cuerda de seguridad que lo sostenía. Aunque seguramente esto fuera demasiado difícil para él y automáticamente buscara una forma de socializar y sentirse rodeado del cariño que le sustrajeron a Fraiah y a él.

    Dos prolongaciones surgieron de repente de su cabeza, asomando por el brazo del sofá. Sus orejas se levantaron veloces, escuchando los susurros de la chica por el auxilio de Jack, el chinchineo de la cucharilla sobre la taza de café o el sonido que provocaban los dos corazones que allí residían. Puntiagudas y peludas, esperaron curiosas por algún otro sonido que lo despertara más efectivamente. Y si algo conseguía espabilar sus sentidos, era sin duda: su apetito.
    Los párpados subieron lentamente. Dos ojos dispares, uno amarillo y el otro azul, se clavaron sobre Fraiah y Jack con atención. Sus orejas se balancearon hacia atrás en cuanto reconoció a la chica. Hizo un leve gemido a modo de saludo, y seguidamente, sin apenas moverse, miró las galletas sobre la mesa una vez detectadas. Su estómago rugió, rompiendo el pequeño silencio formado. Tenía hambre. Pero no un hambre de desear fervientemente la sangre de ambos, sino uno de querer algo sustancial que llevarse a la boca. La esencia que llevaba dentro ansiaba comer algo, lo que realmente luchaba contra la necesidad de su cuerpo por beber sangre y alimentarse correctamente. Pero, ¿por cuál de las dos se decidiría?

    Por la primera, sin duda.

    Lentamente comenzó a incorporarse, apartando las mantas de encima, dejándolas a la altura de su rodilla. Verdaderamente podía apreciarse el color blanquecino de su cabello y cómo este habría crecido en desmesura durante las últimas semanas, llegándole por los hombros aproximadamente. Incluso se comprobaba su sed con solo ver la delgadez que había adoptado su fisionomía en los últimos meses. Quizá su rostro siguiera prácticamente intacto, pero su cuerpo, tan menudo por el maltrato, acarreaba el resto del peso como vampiro y no se parecía absolutamente a un chico de su edad y estatura. Pero no se quejaba de la sed, no se quejaba del maltrato, pues su voz se había silenciado mucho antes de entrar en esa jaula de cristal para ser devorado. Incluso sus más adorados recuerdos se habían marchado de su mente. Se encorvó hacia delante e inmediatamente sus ojos volvieron a cerrarse, como si estuviera tratándose de un muñeco articulado. En su brazo izquierdo podían apreciarse las costuras a las mordeduras de los otros vampiros y en su espalda, pequeños hilos que adornaban sus cicatrices ya ocultas por la regeneración. Realmente aquel laboratorio le había cambiado la vida de principio a fin. Tanto a Fraiah Eslin como a Ziel Carphatia, quien sufrió la tragedia tres veces sobre sus carnes. Y quizá daba las gracias por salir con apenas un par de disparos, pero por su propio pie, a diferencia del resto de veces. Sinceramente, le debía mucho a su compañera de habitación, la cual le había otorgado fuerzas cuando estaba carente de cualquiera de ellas. Sin embargo, el agradecimiento llegaría con el tiempo, así cuando sus recuerdos regresaran a antes de la intervención que decidía su vida.
    Gimió de nuevo y bostezó, mostrando el filo de sus alargados colmillos, despuntando sobre sus labios. Tanteó el tronco hacia atrás, y volvió a dejarse caer sobre el sofá. Se giró hacia ambos y terminó por rebozarse entre las mantas. Su rostro mostraba el cansancio y el excesivo calor que inundaba su cuerpo, así como al tratarse de un niño pequeño. Su temperatura se había elevado con tantas mantas y eso le perjudicaba por la esencia que llevaba dentro, la cual estaba más bien acostumbrada a las bajas y frías temperaturas del invierno. De ahí a que hubiera sobrevivido tan bien a la nevada que estaba cayendo afuera. Sin embargo, se encontraba tan a gusto, que ni siquiera se movió de su sitio durante un largo rato más, manteniéndose un riguroso silencio por su parte.

    Las orejas de su cabeza se movieron de adelante hacia atrás, despertándose poco a poco con la cantidad de sonidos que podía escuchar por sus prolongaciones, y puso el resto de su cuerpo en funcionamiento.  Alzó la cabeza y sus ojos felinos se clavaron sobre los de Fraiah. A continuación, observaron a Jack y tensó sus músculos inmediatamente. ¿Qué le había hecho a ella para que despertara? ¿Y por qué podía percibir el sufrimiento de ella con tan solo olfatear la atmósfera? Eso no le gustaba demasiado, así como la primera confianza que tuvo con el cazador nada más verlo, ahora comenzaba a disiparse rápidamente.

    Se escuchó un gruñido procedente del sofá contrario a ambos humanos. Dos de sus colas comenzaron a moverse agitadamente sobre su espalda, apareciendo de entre las mantas. Para lo que al neófito respecta, la situación se interpretaba como que Él le había hecho algo a Fraiah y por eso sus ojos se hallaban vacíos y faltos de color. Y no podía consentírselo. En un inesperado movimiento se levantó del sofá, pese a no tener aún todas las fuerzas completas. Las manchas de sangre se habían secado en la zona que efectuaron los disparos, pero ya no quedaba rastro alguno de éstos. Hubo un extraño sonido y cuando cualquiera de ambos quisiera darse cuenta, Ziel ya se encontraba cargando la katana en su mano, apuntando directamente hacia Jack. Protectoramente, bordeó la mesa y se puso delante de Fraiah, haciendo de escudo para su débil cuerpo. Él la iba a cuidar y la iba a proteger, así como ella lo había conseguido. Sus ojos brillaron de rabia hacia él y seguidamente se ensombrecieron tétricamente. Los suyos los habían traicionado a ambos y golpeado hasta la inconsciencia. Y pagarían por ello. Gruñó de nuevo y bufó al cazador, mostrando sus colmillos con despiadada agresividad. Puede que Jack los hubiera rescatado de entre la nieve y acomodado en un sofá con una pila de mantas por encima para coger calor, pero eso no significaba que fuera alguien en quien confiar. Y por el momento, la única que tenía ese derecho era Eslin, a quien seguramente estuviera perjudicando con su actuar ofensivo hacia su cercano familiar.

    Finalmente, el neófito no vaciló y se lanzó a por el cazador.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Vie Mar 14, 2014 4:52 pm

    El té estaba delicioso, pero no era exactamente lo que estaba buscando, yo necesitaba algo más ¿Chocolate tal vez? No... déjalo , ni siquiera yo lo entiendo. Fraiah estaba ahí, cansada, derrotada, triste y yo estaba tan distante, tan frió, tan cambiado. Yo ya sabía que nada volvería a ser como antes, pero esta bien, las cosas debían seguir su flujo natural. Fraiah pronunció débilmente mi nombre y yo miré hacia abajo, sin dirigirla la mirada. En lugar de ir a abrazarla plácidamente simplemente puse mi mano sobre su tobillo, que estaba cómodamente tapado por las mantas. Era como si le quisiera decir "Lo se, estoy aquí, no te preocupes, no te pasará nada mientras este aquí, pero no soy el mismo". Mientras tanto Ziel se despertó. Su cuerpo estaba muy cambiado. No le presté demasiada atención, tampoco tenía nada en contra de él, si me daba problemas ya vería como solucionarlos. Cogí de nuevo la taza de té mientras el chico se desperezaba. Pude escuchar el rugido de su estómago momentos antes de que se levantara decidido del sofá. Si que era enérgico. Pensé en decirle que se volviera a tumbar pero pasé, el ya era mayorcito para saber lo que hacía, si por casualidad tenía alguna herida que se pudiera abrir entonces eso sería su culpa. Sus felinas pupilas se clavaron en mi y yo le miré, enarcando una ceja manteniendo mi semblante indiferente ¿Quería algo? Pues tenía una bonita boca para decírmelo. Yo no iba a mover un dedo por el si eso era lo que pretendía.
    Pero de repente este desenvaino su katana. Estaba rígido, asustado, tenso. Que desperdicio, con una katana tan bonita y un cuerpo tan poco preparado para ella. Era como darle una tarta a un cerdo. Ziel se puso al lado de Fraiah y me apuntó con su arma, como si fuera a poder cortarme empuñando la katana con una sola mano y con las fuerzas que tenía. Ni siquiera estaba seguro de si podría clavármela. Le miré de arriba abajo mientras me comía una galleta. Mal, mal y mal. Sus piernas no estaban bien colocadas, su mirada era demasiado hosca y poco flexible y además sus brazos estaban rígidos. Si no estuviera apuntándome con la punta de la katana pensaría que estaba riéndose de mí, eso o que se estaba preparando para ir a talar un árbol a espadazos.

    Demasiado tenso, no conseguiría nada. Que estúpido ¿Así pretendía defender a Fraiah? Si realmente yo fuera alguien que quisier hacerles daño le quitaría ese precioso arma y luego lo partiría en cachitos como castigo. Pero no iba a hacer nada de eso, claramente. Me levanté sin apresurarme y quedé en frente del vampiro. Estaba completamente desarmado y aun así me mantenía tranquilo en frente de Ziel.

    Ziel se lanzó hacia mi. Pobre chico ¿Alguna vez conseguiría tomar la decisión correcta? Desde que le conocí en los callejones no le he visto más que cagarla una y otra vez. Algún día aprenderá, eso esta claro, si no, morirá. Dí un paso al frente justo antes de que Ziel pudiera tocarme con el filo de su katana. Como había dicho antes: sus brazos estaba demasiado rígidos y a esa distancia tan corta no podría cambiar la dirección de la katana si decidía clavármela o algo por el estilo, pero de cualquier manera el estaba a muchos años de entrenamiento de alcanzar mi nivel de manejo de la espada. Bobo, si estas tan cerca de alguien nunca empuñas el arma con una mano a menos que la estés desenvainando para realizar un contraataque sorpresa. Pensé en desarmarlo y usar su arma en su propia contra, pero es que tampoco me apetecía hacer gran cosa. Aun recuerdo como había llegado a ese nivel de calma, donde nada podía perturbarme . Me había convertido en un ente compuesto por agua, dejándome llevar, adaptándome a cualquier forma. No había manera de que alguien como Ziel pudiera cortarme, no importa lo fuerte o rápido que fuera. Alargué la mano que más cerca estaba de la katana de Ziel y agarré la empuñadura de su arma antes de que pudiera intentar herirme. Desde esa posición, con su brazo atacante inmovilizado, antes de que pudiera reaccionar, levanté rápidamente mi brazo libre y golpeé con una exagerada potencia el mentón del chico con la palma de la mano. Me ayudé de la fuerza y la velocidad con la que estaba Ziel avanzando hacia mi y a la posición de mis pies para realizar un golpe que podría parecer inofensivo a simple vista pero que realmente poseía el doble de poder que si lo hubiéramos hecho desde una posición normal y estática. Solté la empuñadura de la katana de Ziel y dejé que su cuerpo se elevara del suelo para luego caer al suelo o lo que sea. Debería desmayarse ahí mismo, debería caer al suelo y quedarse ahí dormido un rato más con su katana tirada al lado, pero yo realmente no sabía cuanto poder albergaba ese chico ahora en su interior, pero una vez más, todo eso carecía de importancia, si hacía falta le volvería demostrar a ese gamberro que no necesitaba ni usar mi poder ni defenderme con armas para vencerlo sin esfuerzos. Ya lo había dicho hacía cuatro meses, yo no era como Nokku en absoluto.

    Me mantuve todavía sin mostrar ningún signo de emoción, aun habiendo derrotado a alguien que venía con claras intenciones de hacerme daño. Para mi ese encuentro con Ziel fue de lo más trivial, no significaba en absoluto una amenaza par mí y tampoco me iba a parar en darle ninguna charla moral, ni siquiera iba a explicarle cuáles habían sido sus errores o lo inútil que había sido ese intento de proteger a Fraiah. Si el chico estaba dispuesto a aprender lo aprendería todo con ese gancho que le había regalado con la palma de la mano.

    Recogí mi vacía taza de té y la llevé a la cocina. Podría quedarme y responder a las preguntas de Fraih, pero cualquier cosa que saliera de mi boca quedaría sofocado por la imagen de su amigo derrotado así que decidí callarme. Después me dirigí a las escaleras y las subí sin más. No me apetecía estar en un ambiente de tensión, si esos dos tenían algo de lo que hablar les daría tiempo de hacerlo, les había salvado por voluntad propia, ellos no me debían nada y si querían irse podían hacerlo en cualquier momento, nunca se lo echaría en cara a ninguno de los dos, ni siquiera el episodio del repentino ataque de celos de Ziel. Nada de eso me importaba. Tenía que prepararme para combatir a los cazadores que ahora vendrían detrás de las huellas que había dejado para salvar a esos dos porque evidentemente no me había molestado en ocultarlas y tampoco conocía como usar mi poder para ocultar la casa ni nada por el estilo.
    Me metí en una de las habitaciones y conseguí encontrar algo de ropa que le valdría a Fraiah, no podía estar todo el rato desnuda. Saqué unos pantalones de chándal, una camiseta y una sudadera. Pensé que con eso valdría para que la chica no tuviera que pasar vergüenza. Bajé, dejé la ropa a sus pies sin prestar atención a los dos sujetos y después, como no sabía que hacer ahí abajo, subí de nuevo para meterme en la habitación de los instrumentos. Escogí el violín y suavemente comencé a tocar unas delicadas notas. Vistiendo aún mi uniforme de la universidad, del que no sentía la necesidad de deshacerme, parecía un joven músico que se disponía a dar una demostración de su talento para un grupo de jueces. Pero la verdad es que yo solo lo hacía para poder meterme de lleno en mi mundo, para no tener que estar sin hacer nada y a la vez para poder disfrutar un rato de los sonidos de aquél asombroso instrumento de cuerda. Dejé que mi mirada se perdiera de nuevo en la nada y me aislé en mi tranquilo universo de agua calmada. Me enterré de lleno en mi precioso océano de soledad.

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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Sáb Mar 15, 2014 12:10 am

    Un abrazo. Tan sólo eso habría bastado pero, al parecer, era pedir demasiado.

    Fraiah observó la mano blanca y cálida sobre la manta que cubría su tobillo. Sus ojos violáceos, cubiertos por una fina capa cristalina, intensa, se perdieron en el contorno de los dedos del hombre. Los labios de la chica se unieron en una fina línea, acentuando con el gesto dos pequeños holluelos que se formaron en la zona inferior de sus mejillas, cerca de las comisuras. Tragó saliva, reteniendo la presión en su pecho. De acuerdo, lo entendía. Ella quería un abrazo, una pequeña cercanía, una mínima muestra de afecto que le otorgase valor, pero él, por algún motivo que ella desconocía, no estaba dispuesto a otorgárselo. Si Fraiah Eslin se encontraba con vida en ese momento y no murió congelada antes, se lo debía a Jack Wintersnow. Sin embargo, ¿de qué valió arrancarla de la frialdad para introducirla en una aún peor? El ambiente era tenso, silencioso, y se volvía cada vez peor conforme transcurrían los minutos. Un ligero temblor se adueñó de los labios de la joven, pero retuvo cada una de las palabras que tal vez deseara murmurar. Ya había dicho suficiente. A decir verdad, por cómo se mostraba Jack respecto a sus preguntas, creía que había hablado de más.

    Una taza de té vacía; una taza de té humeante. Fraiah había oído a Ziel, removiéndose entre las mantas. Desvió su mirada de la mano de Jack para observar el brebaje. Se veía caliente, placentero para un estómago atrofiado por las bajas temperaturas. Había pensando en tomarlo, pero aquella idea se esfumó en cuanto su campo de visión se cruzó con la silueta de Ziel. Él, adormilado, la observaba con aquellos dispares ojos, llamativos e ingenuos en su apariencia. Fraiah quiso sonreírle, inútilmente, pues al no poder soportar la presión del llanto acabó por desviar la mirada. Ella creyó que él lo entendería, pero la realidad distaba de ello. Fraiah no conocía la verdad tras la nueva apariencia del neófito. Aunque era consciente de que habían estado experimentando con él, no había tenido oportunidad antes para hablarle o verlo en acción, para comprobar con sus propios ojos que ese chico estaba perdido, no recordaba siquiera cómo articular una sílaba o cómo comportarse como una persona. Entonces, ante aquel descuido de sus brillantes ojos entristecidos, el pequeño animal acorralado que yacía en el interior del joven vampiro, despertó. Alerta, creyendo que el cazador estaba hiriendo a Fraiah o que pensaba hacerlo, se puso de pie, rompiendo distancias y enfrentándolo. Fraiah apenas sintió el silbido del aire en su oído, removiendo un fino mechón de cabello. Con el rabillo del ojo, captó la blanquecina e inmaculada figura del vampiro. Lentamente, como si un río manso y lento corriera a través de su cuerpo, los ojos de Fraiah se fueron agrandando y ensanchando. Asimismo, su boca por mero acto reflejo se entreabrió. Sus pupilas se dilataron y se volvieron ínfimas, y entonces el sonido feroz del filo cortando el aire se oyó.

    - ¡Ziel..! ¡NO! -alcanzó a gritar. En un arrebato de consciencia y determinación, donde comprendió lo que su mente no quería entender, Fraiah reunió fuerzas y se impuso para detener aquello, pero fue inútil, pues ninguno de los dos hombres parecieron querer oírla. Ella, por su parte, apenas estaba recuperando la movilidad de las piernas. No podía ponerse de pie e interponerse así como así. De todos modos, luchó con ella misma y logró sentarse, apoyando las manos en el sofá. Aún cubierta de mantas, continuó gritando. Esta vez, se dirigió a Jack-. ¡Detente! ¡No lo golpees! -ordenó, ¿pero para qué? Para nada, evidentemente. ¿Por qué le importaría al cazador lo que le dijese una joven inexperta como ella? Probablemente se defendiera diciendo que si no lo golpeaba, él nunca aprendería. De todos modos, ni él ni ella sabían la verdad sobre Ziel, y Fraiah atribuía a su comportamiento inexplicable la razón de estar perdido y atormentado aún por el encierro y los maltratos. Ziel tan solo no reconoció a Jack en aquel momento, pero era normal luego de estar encadenado por meses, sin ver la luz del sol y siendo solo presa del castigo.

    Cuando la riña pareció concluir, Fraiah se llevó ambas manos sobre los labios y cerró los ojos, sintiendo cómo la presencia de Jack se alejaba e iba hacia la cocina. Todo su cuerpo temblaba, pues aquella situación la había atacado por sorpresa y ahora no sabía qué hacer. Ascendió ambas manos por su rostro hasta cubrir sus ojos, y luego se echó el cabello hacia atrás. Sus nervios estaban completamente alterados. Su pecho subía y bajaba estrepitosamente. ¿Por qué? ¿Acaso no era suficiente lo ocurrido en todas estas semanas de cautiverio? ¿Por qué demonios Jack actuaba así? ¿Por qué no hablaba? ¿Por qué no le dedicaba, al menos, una sonrisa para que se sintiera segura? Por un momento hasta creyó que él era el enemigo, que solo estaba dándole esos cuidados para recomponerla, engañarla y devolverla a la sala de experimentación "donde pertenecía". Tenía miedo y se sentía como una extraña en la casa de un desconocido. Ya le parecía mentira que esta fuese en verdad la casa de Nokku, aquel hombre que, a pesar de su fuerte temperamento y su comportamiento impulsivo, jamás le negó una muestra de afecto, por mísera que fuese. Y, finalmente, allí se encontraba, en el sitio que una vez fue un cálido hogar; en el lugar donde una vez, junto a Nokku, soñó con un futuro agradable y reluciente. Allí estaba, en soledad entre la compañía de dos personas, soñando sola con el borroso pasado.

    La silueta de Jack emergió nuevamente en la sala de estar solo para dejar algo de ropa a los pies de Fraiah. Ella, otra vez, no lo miró. Simplemente permitió que hiciera lo que tenía que hacer y se fuera a inmiscuirse a su mundo. Oyó el rechinar de los escalones de madera y, luego de unos segundos, notó cómo la sombra de aquel hombre carismático y sensible desaparecía, consumiendo cada ápice de aquel muchacho que ella creyó conocer, al menos, un poco. Y cuando todo estuvo en silencio; cuando ya nadie la estaba observando, no lo soportó más. Ahogó un chillido con su mano y cerró los ojos, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Vio el cuerpo de Ziel tendido en el suelo y la angustia se hizo más grande. No sabía si estaba inconsciente o no, pero no se quedaría sin averiguarlo. Él, a pesar de todo, no había actuado por el mero hecho de pretender hacerle daño a alguien. Ziel había querido defenderla, porque por algún motivo que desconocía, no había reconocido al cazador. Y mientras meditaba las opciones, alcanzó con sus trémulos brazos la ropa, y se puso la sudadera. Con las piernas envueltas aún en la manta, intentó ponerse de pie. Se rodeó con la calidez de las telas y, con esfuerzo, se arrodilló en el suelo. Ahora que el calor había aumentado, podía moverse mejor. Observó la taza de té, aún humeante, y la sujetó delicadamente con sus dedos, pasando dos de ellos por el pequeño doblez de porcelana que le permitía tomarla. Irremediablemente, los recuerdos de una canción que Angelique solía cantarle antes de dormir, fueron revividos por el aroma del té en pleno invierno, cuando la nieve aterraba las calles. Fraiah se mordió el labio inferior y comenzó a tararearla, como si pudiera encontrar consuelo en la melodía; como si la letra de dicho tema otorgase algún tipo de felicidad embriagadora. La nostalgia la invadió al mismo tiempo que las notas provenientes de un violín invadían su alma. Fraiah dirigió su mirada hacia las escaleras y otra lágrima cayó. Aún así, continuó tarareando la melodía que Angelique le había enseñado, para luego pasar a murmurar algunas sílabas que componían los versos. Y, extrañamente, el violín que sonaba allí arriba parecía unirse a sus palabras melancólicas y azotadas por el llanto.

    -Everytime you kissed me, I trembled like a child, gathering the roses  we sang for the hope -susurraba-. Your very voice is in my heartbeat, sweeter than my dream, we where there in everlasting bloom -continuaba, murmurando bajo, entre respiro y respiro, mientras levantaba un poco la cabeza de Ziel con su mano libre al tiempo que guiaba hacia sus labios la taza de té. La calidez de la bebida los tocó con su suave tacto, y unos hilillos líquidos se dirigieron hacia el interior de su boca. Cuando Fraiah pudo detectar que el muchacho lo había ingerido, dejó la taza por un momento y tomó el pequeño plato con galletas. Las observó y lo dejó en el suelo, justo a su lado. Sujetó una y le dio una pequeña mordida. Era dulce, muy dulce. Su apetito pareció abrirse ante aquel contacto, pero no continuó comiendo. La dejó a un lado para poder agarrar una para Ziel. Se la acercó a la boca, esperando alguna respuesta. Ella luego comería, pero primero quería hacer reaccionar al muchacho y que también pudiese alimentarse. Mientras aquella escena se desarrollaba, las lágrimas no cesaban. Pues Fraiah sabía perfectamente que allí arriba yacía un hombre solitario donde, tiempo atrás, otro hombre solitario sembró la calidez en esta pequeña cabaña que ella llamaba hogar. Allí había yacían, sepultados, los más hermosos y tristes recuerdos. Y Fraiah, por un momento, creyó sentir a su lado a alguien de pie. Sin embargo, al desviar la vista, no halló a nadie. Miró hacia las escaleras otra vez, creyendo que tal vez Jack hubiese descendido, pero no, pues el violín continuaba deleitando el ambiente. Pero a ella no, a ella nada podía deleitarla. Solamente aquellos dulces y amargos recuerdos, que albergaba en el pecho, y que en situaciones como estas acudían a su consuelo y a su desdicha. No pudo evitar pensar en Nokku y sentirlo cerca. ¿Cómo sería todo si él aún estuviera aquí, con vida? ¿Cómo sería todo con su presencia en la casa? Posiblemente Jack no hubiera aparecido o, tal vez, ambos vivieran juntos. Le resultó extraño pensar en ello, pero entonces supo que Jack jamás podría ser como Nokku y que aquel que tanto amaba se había ido para siempre. Y con la melodía de Angelique entremezclándose con el violín de Jack, su corazón palpitó, entremezclando pasado y presente de forma unánime. Provocando que sus sentimientos entrasen en combate, en medio de una lucha interminable. De repente sus labios callaron y su cuerpo no efectuó ningún otro movimiento.

    De repente, en ese momento, supo que el pasado no regresaría, que Nokku Damaru jamás volvería y que ella, con luces y sombras, debería aprender a amar o a odiar a ese hombre que ahora, intruso, habitaba este suelo.

    - I h-harbour all the old affection, roses of the past... Darkness falls and... summer will be gone. J-joys of the d-daylight, shadows of the starlight, everything was s-sweet by your side, m-my love... Ruby tears have come to me, for your last words. I'm here just signing my song of woe, waiting.. for you.., m-my love... I will be here dreaming in the past, until you come, u-until we close... our... eyes...

    Y la doncella siguió cantando, hasta que las lágrimas carcomieron su corazón y, luego, su voz.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Sáb Mar 15, 2014 11:57 pm

    Aquello no iba a volver a suceder. No lo permitiría. Bajo ningún concepto. Y por esta misma razón, es por la que el neófito, en un ataque impulsivo de querer defender a Fraiah de la presencia del extraño que los había rescatado, atacó. Llevaba la katana por delante del resto del cuerpo y según su movimiento, se preveía que primero iba a blandir su arma para incrustarla dentro del cuerpo de Jack. Sin embargo, como había ocurrido en la mayoría de ocasiones de su pasado, no logró hacer impacto sobre él. Sus colmillos salieron en un bufido, aunque sus brazos siguieron la trayectoria que tenían, aun si el cazador quería detenerlo. Pero, ¿acaso había perdido tanta hazaña después de salir de los laboratorios y convertirse en un cachorro aparentemente manso? Agachó la cabeza repentinamente y uno de sus pies retrocedió. Su mano se abrió de repente y entonces la katana que ambos sujetaban por su mango, se deshizo mágicamente entre sus dedos. ¿No tenía, pues, otras intenciones? ¿O quizá el neófito supo en primer momento de la confianza de Jack Wintersnow?

    Sonó un gruñido procedente de su garganta y una extraña sonrisa pareció dibujarse por sus labios; aunque realmente todo era fruto de la imaginación, ya que un zorro no podría llegar a sonreír a pesar de habitar en un cuerpo humano. ¿O sí? Su cuerpo se balanceó hacia atrás frente al golpe de su contrincante, cosa que no le sorprendió verdaderamente, pues casi incluso estaba esperándolo. Tampoco se quedó quieto, esperando el golpe, así como pudiera suceder el resto de veces. Nuevamente, en un autoreflejo, actuó. El brazo que tenía libre arrancó desde atrás y se detuvo un instante para volver a armarse con una alargada y afilada daga que había conseguido materializar con su nuevo y precioso don. Sin dudarlo ni un solo momento intentó arrebatarle la vida a Jack, justo en el hueco que se espaciaba cada vez más entre ambos. No obstante, la daga volvió a desaparecer antes de que el cazador pudiera llegar a adivinar su repentina maniobra. El grito de Fraiah logró desconcentrar al neófito y detener cada uno de sus ágiles movimientos con una sola voz. Puede que el mensaje que recibiera por sus orejas resultara ser para que lo matara realmente, pero el tono rasgado de su voz a punto de resquebrajarse en miles de pedazos, le indicó todo lo contrario. De esta manera, a disposición de Eslin como cualquier fiel vasallo –justo al igual que hace un tiempo como lo hizo con Marcus O’Conell–, se dejó caer al suelo.

    Su cabeza golpeó antes que el resto de su tronco, pero apenas se inmutó su expresión. ¿Qué significaba aquel golpe frente a los maltratos que él ya había sufrido antes? ¿Qué podía conseguir ese movimiento en seco frente a un vampiro? Un mero rasguño. Y tal vez por eso no lo tomó siquiera en cuenta, como si realmente el neófito hubiera podido percibir la diferencia que existía entre uno y otro. Su olfato no le engañaba, aunque lo hiciera su deducción normalmente, ya que Jack tampoco podría decir que era completamente humano. Ni siquiera Fraiah podría llegar a decirlo. Pero el silencio retumbó dentro de su cabeza, allá en donde sus recuerdos habían sido sepultados por una nueva presencia dentro de su pecho, compartiendo un pequeño trozo de su alma; apoderándose de todo lo que tuviera Ziel Carphatia. Por tanto, se quedó en el suelo, petrificado y con los ojos abiertos, estudiando el comportamiento del hombre antes de marcharse. Estaba bien. Por el momento estaba todo en regla. Su contrincante podría haberlo matado quizá –desde luego no con su katana–, en cambio no lo había hecho. Su manada entonces debería agradecerle. Además de eso, aquel hombre solitario de cabellos claros, era quien al parecer los había rescatado de la nevada y llevado a un lugar caliente donde poder recuperar sus heridas. Sin embargo, no significaba que pudiera ganarse la confianza de Ziel tan fácilmente. Antes no se fiaba del cazador, ni tampoco del resto de sus compañeros; suficiente con confiar ciegamente en Marcus y Bella. No obstante, ahora, sin un pasado que consultar, cualquiera que se pudiera acercar a él y Fraiah, podría resultar una verdadera amenaza para sus instintos. Y por eso, debía proteger a la chica que estaba a punto de romperse sobre el sofá.

    Aquel golpe sobre su cabeza ni siquiera había podido conseguir dejarle inconsciente. En otro tiempo, sin duda lo habría hecho. Pero ahora la naturaleza del joven había cambiado y por ende, también sus habilidades y por extraño que sonase, también sus costumbres. Arqueó la columna en cuanto vio a Eslin acercándose para comprobar su estado. Sus orejas danzaron de adelante hacia atrás. Gimió alegre y se dio la media vuelta para quedar tumbado sobre el suelo, inclinado sobre los brazos y entrelazando sus colas entre sí. ¿Iban a jugar? ¿Le iba a dar algo a cambio de haberse detenido? Si ella hubiera gritado un minuto más tarde, seguramente el violinista que tocaba en el piso de arriba tuviera una daga clavada en el centro de su pecho, ahogando su existencia; del mismo modo en que, indirectamente, estaba presionando la fragilidad de Fraiah para ahogarla aún más en su llanto. ¿De qué servía entonces que la hubiera rescatado, si después se atrevía a apuñalarla en la Soledad? ¿Tenía sentido permanecer en la casa de su difunta pareja y convivir con un extraño por conseguir un techo donde refugiarse? Al menos eso sería lo que Ziel estaría pensando de ser consciente de la situación, cosa que distaba bastante de lo que ocurría en verdad. Ladeó la cabeza y enseñó sus colmillos, girando el tronco, esperando que su compañera diera el primer paso de querer jugar con él. Jugando se olvidaban las penas, ¿no? O al menos eso es lo que pensaría un niño en esta ocasión, o lo que pensaría un neófito sin ningún tipo de recuerdo humano.

    Aceptó la taza que le ofrecían y se agachó para que el líquido vertiera y pudiera beber con mejor comodidad. Disgustado con el sabor y la temperatura, se retiró enseguida y cerró los ojos, gimiendo y sacudiendo sus colas del escalofrío que lo recorrió. Desde luego, el té no era una de sus grandes fascinaciones, ni ahora, ni antes, ni después. El rugido de su estómago volvió a recordarle que debía alimentarse sin falta para recuperar fuerzas y ser entonces, un adversario digno de combatir. Y de repente, la bendición de las galletas se posó delante de él. Sus colas se estiraron, sorprendidas y emocionadas al mismo tiempo. Reptó lentamente hasta acercarse a la bandeja y observó a Fraiah, esperando su consentimiento. Olfateó el dulce y tímidamente agarró una con los dientes y retrocedió disimuladamente para que no se la quitaran. Una vez un poco más lejos, cubrió la galleta con sus antebrazos y dio un mordisco. Gimió de nuevo, halagado con el manjar que estaba degustando en este instante. Desde luego, para un cachorro era mejor la leche y unas buenas galletas, a un té caliente. Miró a Fraiah por segunda vez y empezó a reptar para seguir comiendo a su lado. Esta vez agarró tres y se las tragó de un golpe, así hasta casi terminar la bandeja.

    Con las que quedaron, comprensivo, las acercó con la nariz a Fraiah. Ella también debía alimentarse y seguramente la bebida caliente le sentara mejor que a él, de modo que por supuesto se la acercó. Gimió y sus distintos ojos de color se clavaron sobre sus pupilas. Sus orejas se balancearon, permaneciendo ambas puntiagudas y atentas por la triste melodía que entonaba. Y entonces, curioso, más curioso que un cachorro pero menos que un niño que aprender a conocer, llevó una mano hacia su rostro. Se detuvo a un cierto margen y con delicadeza, su dedo índice detuvo la lágrima que corría por su mejilla en ese momento. Se la llevó hacia sí y la observó con detenimiento. La lamió, averiguando el sabor salado de esta y realizó la misma operación. Detuvo una, dos, tres... así hasta que cada uno de sus dedos tenía una de sus lágrimas. Ladeó la cabeza, sin entender. ¿Y ahora qué hacía con ellas? Las dejó sobre la superficie de la mesa, esperando a que se secaran con el calor de la habitación. Volvió a mirarla y echó las orejas hacia atrás. Se inclinó sobre ella y golpeó con la frente su hombro, al igual que si intentara animar a la chica. Luego, se alzó de nuevo y dio un lametón sobre su mano, depositando finalmente la cabeza sobre su regazo, cual cachorro. Bostezó, deslumbrando sus colmillos con la luz del fuego.

    Él estaba aquí y por eso no debía llorar, no debía estar triste porque Jack estuviera arriba. Él la iba a comprender hasta donde consiguieran sus instintos, a animarla cuando su cielo estuviera gris y a proteger como a su manada, acompañándola allá a donde fuese. Quizá estuviera diciéndole algo con las letras de la melodía o quizá no fuera hacia su persona, pero en ningún momento logró entender nada de lo que decía; sólo sentir la pena que contagiaba su alma con únicamente mirarla a los ojos.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Dom Mar 16, 2014 5:46 pm

    Las notas volaron por toda la casa y se depositaron en el alma de los tres que la habitaban, pero la tensión y la angustia se había instalado en nuestros corazones. Fraiah ya no era la misma, lo sentía, y una rabia corrosiva crecía dentro de mí ¿Que había sido yo para ella todo ese tiempo? ¿Una almohada a la que poder abrazar por la noche? ¿Un hermano mayor?¿Un juguete? No, me temo que para ella yo no era nada más que un sustituto de su antiguo novio.
    Y ¿Qué decir del otro vampiro que descansaba abajo? Nada, era mejor ni pensar en el asunto. Dejé de tocar el instrumento y lo deposité en el suelo. Este ya no era mi hogar, nunca lo había sido. Solo era un extranjero. Sobraba ahí. Además ¿Qué era eso? ¿Ella necesitaba muestras de afecto? Por favor. ¿Era ese mi impuesto por poder quedarme ahí? ¿Tenía que estar haciéndole la pelota a la gente para que me aceptara? No, lo siento, me niego. Todos en el pueblo iban de víctimas y tal vez tuvieran razón pues sus vidas no habían sido la alegría de la huerta, pero a mi eso no me importaba. Soledad, una maldición para muchos, una bendición para mi ahora. Había perdido a lo único que intenté querer y después de eso me volví más fuerte, estaba mucho más seguro estando sin nadie ¿Por qué iba a querer quedarme por más tiempo en esa casa, al lado de Fraiah y de ese vampiro con serios problemas de dependencia emocional? Nokku me había encargado la tarea de encargarme de la Asociación ¿Qué diablos hacía entreteniéndome preparando tés y galletas?

    Me dirigí a la antigua habitación de Nokku, donde tenía algo de ropa guardada y me vestí con una nueva indumentaria. Tapé mi uniforme de la universidad con una chaqueta larga y después salí decidido de la habitación. Joder ¿En qué había estado pensando? ¿Soledad? Siempre estuve mejor solo y no me tuve que preocupar de ese tema hasta que murió mi hermano. Ahora ya era un hombre, no podía estar todo el día lloriqueando por tonterías.
    Bajé las escaleras. Pensé en coger mi chaqueta verde también, pero no, la había estado llevando demasiado tiempo, esa prenda tenía demasiados recuerdos pesados, alegres. La dejé estar, al lado de cuerpo semidesnudo de Fraiah y después me encaminé hacia la puerta. Agarré el frió pomo y giré ligeramente mi cabeza, con una suave y ligera sonrisa en mi rostro, si es que a aquello se le podía llamar sonrisa.

    Ha sido un placer, disfrutar de la casa de mi hermano.

    Ronronee aquellas palabras antes de abrir la puerta y dejar que una ráfaga de viento y nieve entrara en la casa. Con aquella última frase esperé dejar claro que Él ya no iba a volver y que yo no era como Él en absoluto. No iba a morir y no iba a dejar que esos estúpidos hicieran lo que quisieran.Salí decidido, sin detenerme, y cerré la puerta detrás de mí con un delicado chasquido.
    Si no eliminaba pronto las huellas que había dejado en la nieve estaba seguro de que vendrían de nuevo aquellos cazadores rebeldes. Esta vez, sin la carga de esos dos cuerpos, me podía mover libremente por la nieve sin dejar un rastro evidente. Comencé a ocultar las pesadas huellas que había dejado anteriormente y así, poco a poco comencé a alejarme hacia el bosque. Todavía tenía mucho trabajo que hacer. En el bosque estaba una de las entradas a las bases de los rebeldes porque dudo que Ziel se haya podido alejar demasiado de la salida de ese infierno sin desfallecer bajo aquel árbol. Tenía que encontrar a esos cabrones y acabar con todos ellos.

    Además tenía que encontrarme con Yagari y con Kasha, al menos ellos no tendrían nada que echarme a la cara, dudo que me pidieran abracitos tampoco. Teníamos  un cáncer que extirpar llamado cazadores rebeldes y los íbamos a aplastar. Con la ayuda de mis mejores cazadores conseguiría eliminarlos. Pero por otro lado también tenía que terminar de erradicar a los vampiros que habían servido a ese Vladimir, esa bastardo que había asesinado sin honor a mi hermano, esa escoria que había arrancado el corazón, por la espalda, del hombre más fuerte de la Asociación. Él lo había hecho sin escrúpulos. Todos ellos mataban sin escrúpulos, y la mejor forma de deshacerse de un asesino es contratando a otro asesino. Bien, entonces me convertiría en otro asesino, vendería mi humanidad a la bestia que no dejaba de roncar en mi interior para poder pagarles a aquellos bastardos con la misma moneda que ellos habían estado pagando a la gente del pueblo durante decadas.

    Puedes escuchar mis pensamientos ¿No es así? Dejaré que te alimentes con mi sangre y juntos los aplastaremos a todos.

    Sabía que ella podía escucharme. Hacía mucho tiempo que no la hablaba pero en aquél momento, en la chimenea, ella me demostró que seguía estando ahí, y que tarde o temprano tendría que usarla porque era una parte de mi. Sin mi poder yo moriría inmediatamente porque los dos somos uno, no me pasaba lo mismo que a Nokku, que no tenía tanta dependencia de su propia esencia, pudiendo llegar a controlarla sin problemas. Pero yo no podía hacer eso porque si mis poderes fallaban yo también lo haría. Solo nos hacía falta comprendernos un poco más, nos faltaba comunicación, como a una pareja con problemas. Claro que mi relación con la lo que dormía dentro de mí poco tenía que ver con el amor o el afecto.
    Seguí limpiando mis huellas mientras disfrutaba de la nevada y me iba adentrando cada vez más y más en los bosques. Los cazadores ya no encontrarían la casa de Damaru. Esos dos ya estaban a salvo, al menos por el momento.
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Dom Mar 16, 2014 9:56 pm

    Un suspiro acabó por expulsar del cuerpo de Fraiah toda fuerza existente. Si algo le quedaba de valor, este ya se había esfumado. Su mente no cesaba de recordar y su alma no cesaba de anhelar. Sus ojos violáceos, concentrados en la figura de Ziel, mostraban en su interior el martirio constante de una maldición no llevada con facilidad por su pequeño cuerpo. Pues, ¿cuánto podía soportar una persona? ¿Cuánto podía sufrir? Había un límite para todo, y para ello también. Fraiah había soportado demasiado durante esos duros meses. Había mantenido el mentón erguido hasta el último momento, incluso cuando su cuerpo quedó desnudo, a la intemperie, frente a tantos ojos perversos. Incluso en ese momento, su espíritu se impuso, y la voluntad de la esencia que este llevaba consigo, no demoró en hacerse notar y desplegó su presencia. Gracias a ello, Ziel estaba allí; y gracias a Ziel, ella estaba allí. Y gracias a Jack... gracias a él ambos estaban a salvo y con vida, pudiendo disfrutar de la calidez de esta pequeña cabaña de madera en las afueras del bosque.

    Mientras Ziel se incorporaba, Fraiah ya había acercado a él las galletas. Hizo una mueca de disgusto y ella se extrañó. ¿Acaso no le gustaba el té? Ah, claro, era un vampiro. ¿Cómo se suponía que le gustase algo así? Sin embargo, había tenido la esperanza de que, al menos, lo aceptase para calentar sus fríos huesos. En ese momento, pensó que tal vez otra bebida le sentara mejor.
    - ¿Qué tal algo de... leche? -preguntó, como normalmente alguien haría, pues era el único método para saber si la otra persona quería algo o no. No obstante, ¿cómo adivinaría Fraiah que aquel muchacho había sido completamente mancillado? Quizás su siguiente accionar lo diría todo, pues ¿qué humano come las galletas de aquella manera? En un momento dado, Fraiah creyó que lo hacía en broma, para intentar hacerla reír, pero luego comenzó a preocuparse. Frunció el ceño ante sus gestos y acciones. La forma en que comía, las posiciones que adoptaba en el suelo, su modo de llamar la atención-. ¿Ziel..? -lo llamó, dudando de su identidad francamente. ¿Este era el mismo joven que había estado allí encerrado con ella? ¿Era él verdaderamente? Fraiah miró a su alrededor, pero no había nadie que pudiese darle respuestas. Parpadeó un par de veces, confundida, y secó sus ojos. Era una pena que aunque quisiera, no pudiera refrenar el llanto. Las lágrimas continuaban surgiendo. La joven suspiró y se cubrió los ojos, respiró hondo encogiendo los hombros, para luego soltar todo el aire de su interior mediante un gesto algo brusco. En ese instante, una gélida mano se posó en su mejilla. Fraiah se sobresaltó un poco, pero levantó la mirada para apreciar los dispares ojos de Ziel. Desvió un momento su vista hacia las galletas. Tal vez debía comer otra, solo para recobrar fuerzas, pero... ¿No sería mejor preparar la cena? Sí, eso justamente. Preparar la cena para los tres y comenzar de nuevo, como si nada castastrófico hubiese ocurrido. Además, ¿qué demonios hacía allí sentada? Debía hablar con Jack y explicarle lo que había visto y lo que había vivido allí dentro. Todo dato podía ser una pista importante. Pero entonces, en medio de sus deseos por recomponerse, el desgano regresó y su semblante se oscureció de nuevo. Las lágrimas rodaron, pero no cayeron. Fueran atrapadas por delicados dedos y luego guiadas hacia la mesa. Fraiah ladeó un poco la cabeza, examinando aquella acción, sin poder llegar a comprender lo que Ziel pretendía. Desde luego, agradecía el gesto, el estar junto a ella y querer alegrarla, pero... ¿pero por qué no le hablaba? ¿Por qué se comportaba tan raro? Aunque lo conocía poco, podía asegurar que él no era así-. Ziel, ¿qué ocurre? ¿Te sucede algo? ¿Hay algo... hay algo que quieras decirme? -preguntó, acercando una de sus manos a él y rozando su hombro. Pero el muchacho acabó por arrojarse sobre su regazo, apoyando su blanquecina cabeza en él. Fraiah se quedó con las manos en el aire, como quien estaba por hacer algo y lo deja a medias. Su semblante se mostró sorprendido y preocupado a la vez, pero entonces unos pasos provenientes de la escalera la distrajeron.

    "Ha sido un placer disfrutar de la casa de mi hermano".

    Frío. Aquellas palabras sonaron revestidas de un tremebundo frío, peor que el que habitaba en el exterior. Fraiah observó al hombre que estaba de pie frente a la puerta, y en cuanto esta fue abierta, el gélido viento embistió su rostro, como si se tratase de un golpe refrescante para hacer entrar en razón a un idiota. Y quizás eso era lo que era, después de todo. Porque estaba allí, sentada en el suelo, viendo cómo todo ocurría delante de sus ojos, sin apenas mover un dedo. Estaba viendo como Jack Wintersnow, aquel hombre que había presionado sobre su corazón con una tierna aguja, estaba dispuesto a marcharse. La mirada clara y transparente de Fraiah reflejaba asombro e inocencia. En verdad no conocía el verdadero significado de esa frase, hasta que vio la puerta cerrada y sintió el vacío que de repente la envolvía.

    - Jack... -susurró, atontada-. Qué... -retuvo sus palabras. Bajó la mirada para observar a Ziel y su estomago se revolvió. Unos inexplicables nervios inundaron su cuerpo y la incertidumbre jamás fue tan grande. Sus manos descendieron hasta la cabeza de Ziel, otorgando a esta unas suaves caricias, pero el rostro de Fraiah no podía demostrar suavidad o ternura, pues realmente no podía demostrar nada. Respiró profundo, intentando entablar conversación con su interior en busca de respuestas, pero cómo podía ser tan tonta. Una y otra vez, lo era. Una y otra vez, hería a las personas menos indicadas, pero cuando creía que lo único que debía hacer era ponerse de pie e ir a buscar a Jack para intentar hablar con él de forma decente y explicarle todo lo que sentía y ocurría, su orgullo malvado llegaba para invadirla. ¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que disculparse? ¿Acaso debía disculparse por ser mancillada contra su voluntad? ¿Acaso tenía que pedirle perdón a Jack por todo lo que había padecido? ¡Ella no lo había pedido, maldita sea! ¡Ella no había pedido ni eso, ni enamorarse de un hombre que estaba destinado a ser asesinado a sangre fría! Ella no había pedido nada de eso, y mucho menos podía obligar a su corazón. Pero ahora.. Ahora, él, tan insensible, le había negado un abrazo y se había marchado. Un calor furioso subió por sus venas y llegó hasta su pecho. Fraiah tensó un poco los músculos de sus brazos, enredando un poco los cabellos de Ziel entre sus dedos.
    - Qué demonios... ¡¿QUÉ DEMONIOS PASA CONTIGO?! -gritó, envuelta en ira y decepción, mirando hacia la puerta por la cual el ser destinatario de su pregunta se había ido. Porque era exactamente aquello lo que ocurría: qué diablos ocurría con Jack Wintersnow.

    - ¡IMBÉCIL! -gritó con todas sus fuerzas al cabo de unos segundos. No sabía para qué se esforzaba en confiar en los demás. Para qué se había preocupado por él. Por qué había elegido permitir que la golpeasen a cambio de no decir ni una palabra acerca de su existencia. ¿No hubiera sido más sencillo hablar largo y tendido sobre el señor Wintersnow y haber salvado su propio pellejo? Desde luego, pero Fraiah nunca elegía la opción sencilla, al parecer. Ella también conocía el sentido del honor, y había estado dispuesta a entregar su vida a cambio de que algo de bien prevaleciera en esa maldita Asociación de Cazadores. ¿Pero para qué? ¿Para que otra mierda habite en ella? No podía creerlo. Y deseaba con todas sus fuerzas que esto fuera tan solo un mal sueño. Otro de los tantos. Pero para su pesar, era tan real como el infierno que corría por sus venas en ese momento. Y, sin querer y sin darse cuenta, sus fuertes emociones desataron otra vez el misterio que habitaba en ella. Sus manos, aferradas al cabello de Ziel, comenzaron a actuar en detrimento de sus deseos. La energía de Ziel comenzó a ser drenada de repente, absorbiendo lenta y paulatinamente su vida. Fraiah no se dio cuenta de que algo marchaba mal hasta que sus lágrimas, al caer, se estrellaron con una suave capa de cristal que recubría uno de los mechones del neófito. Instantáneamente, ante aquella imagen, la joven se echó hacia atrás. Respirando de forma nerviosa, miró a su alrededor, confundida. Regresó sus ojos hacia Ziel y se llevó una mano a la boca. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué ocurría? Y como si del momento justo se tratase, los recuerdos de la última noche en la Nueva Asociación llegaron hasta ella. Lo estaba haciendo, otra vez. Emitió un pequeño chillido y notó bajo una de sus manos -la que estaba apoyada en el suelo- la palma dibujada en cristal sobre la madera. Emitió otro pequeño grito, sobresaltada. Cómo... ¿cómo podía ella estar haciendo eso? La cabaña pronto comenzó a recubrirse de aquel mismo cristal. De forma lenta pero letal, estaba siendo convertida en una estatua de cristal más, en una especie de monumento, tal y como los cazadores y el propio Nobuchika aquella noche.

    - Ziel... ¡Ziel! -lo llamó, mientras se ponía de pie torpemente y sin dudarlo un segundo se vestía, aprovechando que él no la estaba viendo. Dejó caer las mantas y unos pantalones cubrían la parte inferior de su cuerpo. Incluso alrededor de las mantas el cristal se formaba-. Necesitas irte de aquí, tienes que ir allí... y encontrar ayuda... algo -tartamudeaba, agarrándose la cabeza con ambas manos. El cristal ascendió hasta el techo, cubriendo cada mueble y cada espacio. La zona en la que se encontraba Ziel aún no había sido cubierta, pero pronto lo sería, y él sería sepultado con ella. Lo peor de todo era que no podía tocarlo, y no entendía por qué. Si lo hacía, comenzaba a sentir esa extraña electricidad en su cuerpo y él comenzaba a cubrirse de cristal irremediablemente. Debía hacer algo, o acabaría matándolo. Y, tras echar varias veces vistazos a su alrededor, halló el teléfono de la casa. ¿Aún tendría línea? Eso deseaba, a decir verdad. Lo sujetó y se apresuró a marcar el número, pero vio cómo de pronto el cristal comenzaba a cubrir el objeto-. No, no por favor. Vamos, atiende, Kasha. Atiende el maldito teléfono -murmuraba, nerviosa, pero la cazadora no respondió, y en su lugar saltó la casilla de mensajes-. Oh Kasha, por favor, no me hagas esto -marcó de nuevo el número, pero entonces optó por dejarle un maldito mensaje, con la esperanza de que lo oyese pronto, en ese preciso instante si fuera posible-. Kasha, soy Fraiah, necesito que vengas a la casa de Nokku de inmediato, no hay tiempo, es Ziel... Yo... creo que no está bien... -y su voz se vio interrumpida por el instantáneo estallido del teléfono. Completamente cubierto de cristal y con la energía de Fraiah presionándolo, el aparato colapsó y estalló, como si fuese un simple globo. Un trozo del objeto rasgó su mejilla mediante el impacto, y la atención de Fraiah viajó hasta Ziel. Notó que al haberse alejado de su radio, el cristal demoraba más en alcanzarlo, pues se concentraba en el sitio más próximo a ella. Entonces, divisó las escaleras-. Ziel, quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí y tan solo... tan solo no te muevas -ordenó, sigilosa, tragando saliva e intentando calmar sus nervios mediante inhalaciones profundas. Se echó a correr escaleras arriba, trastabillando en el camino, y llegó hasta las habitaciones superiores. Notó cómo el cristal bajo sus pies ascendía, incluso, sobre sus piernas. Se movió con rapidez, exaltada, y entró en la habitación de Nokku, aquella sala llena de recuerdos. Comenzó a husmear en los cajones. Algo debería haber. Algo que detuviese esto, simplemente algún medio para pararlo al menos por un rato... Pero todo lo que tocaba se consumía irremediablemente, quedando atrapado en aquella cárcel hermosa y letal a la vez que otorgaba el imponente cristal. Fraiah pegó su espalda a la pared, cerrando los ojos. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué se suponía que debía hacer? No entendía qué le ocurría a Ziel y ahora, para sumarle algo de acción al asunto, ocurría esto. Sus recuerdos de aquella noche eran borrosos, pero estaba segura, ahora más que nunca, que este extraño fenómeno había tenido algo que ver con su escape de allí. Pero ahora, más que un salvamento, era como estar cavando su propia tumba y también la de su compañero allí dentro-. Alguien, por favor -suplicaba, deseando que cualquiera, bueno o malo, apareciera si es que sabía cómo frenar aquello. Pero lo más curioso de todo era que Fraiah no conocía la única verdad, sencilla y práctica, que había sobre este asunto: la única forma de frenar el problema, era dejando inconsciente al ente ejecutante, justo como había ocurrido en la Nueva Asociación. ¿Pero cómo demonios ella iba a saberlo? ¿Cómo demonios iba a golpearse la cabeza hasta la inconsciencia?
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    Mensaje por Kasha Oskan Dom Mar 16, 2014 10:52 pm

    Conseguimos llegar con rapidez a la casa gracias al sobreesfuerzo de Kai, respiraba entrecortado, pero aun podia aguantar un poco mas, aun asi, le pedi que se mantuviera en la puerta y no dejara que nadie saliera de alli.
    Antes que nada, por precaucion, debido a las otras muchas veces en las que ziel perdia el juicio y atacaba a todo lo que se le ponia por delante, entre en la casa con la cadena de puas alrededor de mi cuerpo para que si intentaba tocarme se pinchara y se pensara dos veces volver a hacerlo.
    - Fraiah!!, donde estas?!- no solo llamaba para que Fraiah contestara, sino que en caso de que Ziel me oyera, me atacara a mi y no a ella, es decir, conseguir cambiar el objetivo de Ziel a mi, convertirme en su presa
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    Mensaje por Jack Wintersnow Dom Mar 16, 2014 11:59 pm

    Tsk... ¿Se había descontrolado? No era posible, no había pasado ni cinco minutos. Sentí el claro poder de Nokku desatarse como un animal dentro de la casa. Estaba tapando las huellas cuando lo sentí, y de pronto pasaron Kasha y su novio a mi lado. Estaba tumbado en la nieve y no me vieron. "Malditos, las huellas, tapar las jodidas huellas, nos seguirán hasta aquí" Pensé en hacer el trabajo que ellos no se habían molestado en hacer por las prisas pero me retraje. Fraiah necesitaba ayuda una vez más y sinceramente, dudaba que alguien pudiera no salir lesionado si se acercaba a Fraiah. Excepto yo. El poder de Nokku no podía dañarme, por eso siempre acababa ganándole en las batallas: yo no podía usar mis poderes porque no sabía y el no podía porque no me hacían efecto, y dado que yo estaba acostumbrado a luchar sin habilidades... finalmente ganaba (aunque ciertamente le ganaba porque mis habilidades, al estar completas, si que le dañaban a él cuando yo conseguía liberarlas). Corrí detrás de Kasha y entré en la casa. Estaba todo lleno de cristales, Ziel estaba allí, no se como, mientras Kasha se ponía a llamar a voces a Fraiah.

    Eh, Kasha. Vigila a Ziel y avísame si al casa comienza a irse abajo. Es Fraiah, yo me ocupo de ella.

    A pesar de que no nos habíamos visto en cuatro meses yo aparecía ante ella y le lancé unas rápidas y tajantes ordenes. Bueno, después de todo ese era mi trabajo y tenía que llegar cuanto antes a Fraiah. Sabía que Ziel podría ser un problema, ese chico solo daba problemas, y Kasha sabría como ponerlo en su lugar, o eso creo.

    Corrí por el salón y subí las escaleras de cuatro en cuatro. A mi paso el cristal se deshacía y mis pies fueron dejando huellas de "normalidad" por allí donde yo pisaba.
    Fraiah estaba completamente derrotada, presa de los poderes de Nokku, de la sangre cazadora que corría por sus venas. "Idiota... sabías desde el principio que solo yo puedo acabar con lo que tu empezaste, me pusiste una carga que nunca te pedí" Y mientras me quejaba en mi interior sentí la mano de alguien en mi hombro. Era Él, ese despreocupado y alocado muchacho que tantos problemas me estaba dando incluso muerto. Avancé lentamente hasta la habitación de los enamorados y la miré. Me hubiera gustado poder mirarla con aquellos ojos enamoradizos de antaño, pero la realidad me había golpeado con tanta fuerza que mi corazón se había vuelto a cubrir de aquella montaña de nieve que lo encerraba. Podría haber evitado todo aquello habiendo mostrando algo de cariño y compresión hacia unos minutos, pero eso era imposible. Yo no iba a fingir ningún sentimiento, así todo lo que hiciera saldría directamente de mi pecho y no simplemente de mi cerebro. Pero, en ese momento no sabía como reaccionar.

    Los cristales seguían surgiendo del cuerpo de Fraiah pero en cuanto se acercaban a mi se evaporaban como por arte de magia.  Suspiré. Si hubiera sido otro, si por ejemplo Ziel o Kasha fueran los que pudiesen acercarse así a Fraiah todo sería más fácil y yo podría volver a aislarme de todo aquello. No quería sentir, tenía miedo de sentir. Sentir era doloroso, y sin embargo allí estaba ella, necesitaba ayuda, necesitaba ayuda y yo estaba allí, sin saber si darle o no la mano.
    Sentí como mi corazón comenzaba a latir más rápido. Ahora estábamos de nuevo solos, después de tanto tiempo y algo me decía que tenía que actuar. Me cabreé conmigo mismo cuando me di cuenta de que mi corazón latía con más fuerza y persistencia que con la que yo le decía que lo hiciera. No estaba haciendo ejercicio ni estaba muy agobiado, entonces ¿Por qué se encabritaba mi estúpido pecho?

    Tomé aire y di cinco pasos más, hasta situarme a la altura de Fraiah. Sin pararme siquiera alargué mis brazos, los pasé por detrás del pequeño cuerpo de la muchacha y la apreté contra mí a la vez que cerraba los ojos. Era incómodo, no entendía nada, no quería hacerlo pero lo deseaba y lo necesitaba por otro lado. Puse mi cabeza de forma que no pudiera verme la cara y me sonrojé. Quería refunfuñar y escaparme de allí y a la vez quería que el momento nunca acabase.

    Poco a poco los cristales de esa mujer, la que tanto me dolía recordar, comenzaron a deshacerse. Yo no quería... ella me haría daño, se iría de nuevo, la quitarían de mi lado cuando más la necesite, y además... ella no me quería a mi, quería a Nokku. Que rabia me daba eso, solo ser un sustituto. La apreté con más fuerza, con pasión mientras un gran nudo se formaba en mi garganta. Quería llorar de nuevo, como en aquellas veces, quería dejarme llevar, pero no lo permití. Apreté con fuerza mi mandíbula y ahogué mis lágrimas. "Ahora soy un hombre Fraiah, ya no soy solamente -el hermano de Damaru- soy libre ahora" Y sin embargo quería vender mi libertad por la sonrisa de aquella mujer. Que estúpido. ¿Cómo podía odiar y querer tanto a una misma persona? ¿Cómo podía querer alejarme de ella para no verla más y a la vez poder quedarme a su lado para protegerla?
    ¿Acaso estaba predestinado a vivir en esa confusión e incertidumbre?

    Idiota... pensé que habías muerto.

    La apreté contra mi cuerpo como si quisiera aplastarla, no podía reprimir aquello que estaba surgiendo en mi interior, sepultado por cuatro meses.

    Yo no soy Nokku, y por eso no pude salvarte ¿No lo entiendes?

    ¿Porqué ella seguía queriendo mis abrazos si yo no podía protegerla, si yo no podía asegurar su vida para el día de mañana? Yo solo era capaz de asegurar mi propia supervivencia.
    De nuevo aquella sensación de letargo me invadió y sentí como mi cuerpo era dominado por una ola de salvaje energía. Mis pupilas se incendiaron en un mar esmeralda y los cristales que habían sepultado la casa Damaru comenzaron a deshacerse, dejando miles de minúsculos fragmentos de cristal flotando en el aire. No abrí los ojos por un miedo irracional que recorrió mi columna vertebral cuando todo aquello ocurrió, no quería que ella volviera a ver ese lado mio, así que esperé hasta que sentí que mi cuerpo volvía a la normalidad. Y bueno... aflojé mi agarre, pero no me atrevía ni quería soltar a la muchacha todavía. Había tenido mucho frío durante ese invierno y de pronto podía sentir al calor regresar. Era cálido, abrazar a Fraiah, pero seguía teniendo miedo, miedo a perder de nuevo ese calor.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Lun Mar 17, 2014 1:08 pm

    I'm only human, I've got a skeleton in me
    But I'm not the villain, despite what you're always preaching.
    Don't you ever wonder how we survive?

    Sus orejas se balancearon frente a las preguntas de Fraiah, quedándose finalmente de punta, atentas a lo que pudiera entender. Pero, ¿qué iba a comprender de sus palabras, si todos sus recuerdos habían sido sepultados en cuanto su nueva aura entró? Lo único que podía guiarle en la conversación, era mirarla a los ojos y sentir el estado de ánimo de ella, y aun así no era suficiente para lograr saber qué pedía. Ladeó la cabeza, curioso, enredando sus dos colas entre sí, contento. ¿Qué estaba diciéndole? ¿Acaso no se había comportado bien y había dejado a Jack marchar? Entonces, ¿por qué sus emociones seguían turbándose cada vez más? ¿Por qué sus ojos no dejaban de expulsar agua por los lagrimales? ¿Qué era esta sensación que le hacía entristecer? ¿Cuál era el nombre de su actuar? Eran preguntas que interiormente parecía hacerse el neófito, pese a que no supiera articular ni una sola sílaba de su lenguaje o un mero gesto de persona normal y corriente. Pero, ¿acaso Fraiah podría saber lo que piensa un vampiro neófito sin recuerdos? ¿Acaso podía introducirse en su mente y adivinar qué se pasaba por su mente? De ninguna manera.

    ¿Te sucede algo?

    Ojalá hubiera podido comprender y responder a su pregunta. Ojalá pudiera recuperar todo lo que había perdido en esos laboratorios y soltar la carga que soportaba su pecho. Ojalá hubiera podido explicarle todo lo que sabía ahora. Pero, ahora, ni siquiera sabía expresar las mismas lágrimas que Fraiah. Hasta sus emociones habían sido enterradas entre sus recuerdos. Y qué envidia correría por su cuerpo de saberlo. Sin embargo, a pesar de ello, olvidar tal vez fuera su única salvación antes de perder deliberadamente la cabeza. Puede que su única cura, por el momento, fuera quedarse al lado de la persona que le había regalado las fuerzas para continuar; que lo siguiera acariciando de la forma en que estaba haciéndolo ahora. Ya que, aunque no pudiera llegar a comprenderlo, Fraiah también estaba consolando al empedrado corazón de Ziel en ese instante. A fin de cuentas, ambos habían perdido. Ella, había perdido a Nokku antes de entrar y la dignidad como persona. Él había perdido a las únicas personas que le quedaban, había perdido su cuerpo, había perdido sus recuerdos, su propia alma incluso. Entonces, ¿no podían comprenderse el uno al otro hasta donde sus límites alcanzaran?

    Verdaderamente, él la veía como alguien de su manada, debido a ese extraño vínculo que ella formó al traspasarle la energía necesaria como para salir de los laboratorios y salvarse ambos del martirio que llevaban sobre su piel. No obstante, aun si sus dilatadas pupilas estaban cubiertas de inocencia, de ilusión y delicadeza, era imposible conocer cómo de fragmentado estaba su alma. Y quizá en eso podrían parecerse Jack Wintersnow y Ziel Carphatia. ¿Quién podría soportar la pérdida de dos seres amados al mismo tiempo? ¿Acaso el neófito no parecía ser el sustituto de la mujer del pasado de Marcus? ¿Acaso creía que no estaba cansando de andar perdiendo siempre?  ¿Ha pensado siquiera el tiempo que han pasado solos, buscando a alguien que los necesitara? ¿Les quedaba algo a lo que agarrarse en este momento? Aquí venía la gran diferencia entre ambos. Jack aún podía aferrarse a Fraiah si se esforzaba en romper la hiedra de su corazón, pues indirectamente era parte de su familia. Pero, ¿a quién iba a sostenerse él? ¿Kai? Su hermano ni siquiera se preocupaba por él y sus desapariciones. Constantemente parecía verlo como una simple amenaza contra los humanos, como un problema con el que estar lidiando siempre. Incluso pensaría en lo degenerado que estaba cuando hizo un pacto con un vampiro por mantener una vida que merecía la pena. En definitiva, era un estorbo para su perfecta vida con Kasha. No tenía sentido que siguiera preocupándose porque su hermano pequeño estuviera en cualquier lío, cuando hacía meses que llevaba desaparecido y ni siquiera pareció esforzarse en buscarlo. Su propia prioridad tras abandonar su casa, era encontrar a Fraiah y después, encontrar el lugar donde él se encontraba. ¿Acaso se equivocaba el día que recapacitó sobre ello, en los laboratorios? Los cazadores seguían rondando en las calles y sus nervios no se alteraron lo más mínimo. Luego, ¿cuánto podía soportar una persona? Nadie podía llegar a saberlo. En cambio, si de algo podía entender aquel cachorro de apariencia mansa y ojos dispares de color, era sobre el límite que se puede alcanzar antes de caer en el pozo más hondo de todos. Al menos, tenía la suerte de haber perdido todo su pasado, antes de comenzar con una nueva vida, quizá lejos de la civilización humana.

    El portazo sembró la soledad para la mujer y el frío para el neófito, quien agradeció la pequeña corriente de aire que se formó con la puerta. Y tras ello, los gritos frustrados de Fraiah, cargados de ira e incomprensión, comenzaron a surgir. Sus orejas se echaron hacia atrás, gimiendo por el excesivo volumen que había expulsado por sus cuerdas vocales. Su oído se había vuelto mucho más sensible que antes, y por tanto, su voz estaba taladrándole tan delicados y sensibles tímpanos. A la siguiente vez, su instinto fue el de taparse las orejas de su cabeza con ambas manos, asustado. Hasta el pelaje de sus colas se había erizado de repente. El cachorro se incorporó rápidamente y miró a Fraiah, dejando de enredar las colas que surgían de su espalda. El silencio se formó por un segundo y la intranquilidad en su cuerpo entró para desbordarle de preguntas: ¿Por qué estaba vociferándole así? ¿Acaso había hecho algo que no debió? ¿No le gustaba que se hubiera acercado a ella? ¿Puede que estuviera echándole fuera de la casa, ya que Jack se había marchado principalmente por su culpa? Retrocedió un par de pasos, sin entender la indignación de ella. Gimió, arrepentido de lo que había provocado inconscientemente y se agachó hacia delante, como si estuviera pidiendo disculpas a cambio.

    Lo que no entendía, era que algo había desactivado el don de Fraiah Eslin. Lo que no lograba asociar era el fenómeno que estaba criándose en la casa. Observó con detenimiento y curiosidad la formación de cristales alrededor de ella y su necesidad de salvarle la vida, pero aún así su inocencia conseguía relacionar la culpabilidad con él. Eso era lo único que, al parecer, no había cambiado en la forma de ser del neófito. Los cristales comenzaban a cubrir las paredes, los muebles, todo aquello que pillaba a su paso, pero él ni siquiera se inmutó. Su expresión permanecía con la misma inexpresividad de antes, y sus rodillas no tomaron la iniciativa de moverse y salvar la vida. Todos sus actos iban guiados de una respuesta por parte de Eslin. Una respuesta, que no habría podido comprender de todos modos. Y entonces, sus orejas volvieron a retorcerse, atentas. La chica subía las escaleras mientras le ordenaba todas aquellas cosas y se alejaba de él.

    “Quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí y tan solo...”
    Tan sólo cuida de la casa hasta que vuelva.

    Justamente las mismas palabras se repetían de nuevo en su cabeza, y la continuación de éstas, venían seguidas. Esta vez parecían cobrar más sentido que al principio. De entre su memoria contaminada, apareció alguien que decía lo mismo. Su rostro no podía verlo con claridad, sólo ver un pasillo forjado en madera, y su figura desaparecer con una mísera sonrisa; al igual que estaba viviéndolo ahora. Lo último antes de desaparecer de su cabeza, fue su mano levantada –en señal de despedida–, y su ancha sonrisa entre los labios. Verdaderamente, aquel recuerdo que había surgido tan improvisadamente, no formaba parte de él, sino de la personalidad que se había instalado en su cuerpo. Formaba parte de su pasado, hacía cientos de años, allá en donde el neófito ni siquiera había nacido. Pero, ¿acaso sabía que no era él quien formaba parte de esta memoria? Si aparecía dentro de su cabeza en la similitud de la situación, debía ser porque él también vivió ese momento tiempo atrás. Giró la cabeza hacia una de las paredes cubiertas de cristal, mirándose en su propio reflejo. No había cambiado absolutamente nada desde entonces. Quizá su rostro fuera más aniñado de cómo lo recordaba, dado que había mudado de cuerpo por culpa de Nobuchika y sus experimentos. Admiró las colas que surgían de su espalda, sacando las otras seis que completaban su forma de ocho colas, y la impaciencia de sus orejas sobresaliendo de su largo cabello blanco. A pesar de su gran semejanza, el reflejo del cristal tenía su pelo mucho más largo que el que tenía ahora, y sus ropas eran más tradicionales de la escasez que llevaba ahora -en donde sólo llevaba unos pantalones-. Tampoco se reflejaban las costuras de su brazo, ni de su abdomen; así como tampoco se sobreponía el color azul de uno de sus ojos, sobre los dos amarillos sobre los que se estaba mirando. Pocas diferencias albergaba, quizá por el traspase. Pero, sin lugar a dudas, su aspecto seguiría igual, sin importar en qué cuerpo estuviera el zorro Osaki.
    Bajó la cabeza hacia las bandeja de galletas sin terminar. Había perdido el apetito feroz de antes. Y en comparación, Ella también se había ido. Lo había hecho en el pasado –por a saber qué razón–, y ahora había vuelto a suceder. Y en aquel entonces no volvió a mostrar su sonrisa frente a sus ojos, del mismo modo en que se revivía ahora. Él siguió esperando por años, por décadas, por siglos. Y su figura jamás volvió a aparecer por ese pasillo cubierto de madera. Fraiah repitía la misma anécdota siglos después, abandonándolo en una casa diferente a la de esa sombra ennegrecida que resultó de su mente. Aquel ser que veía frente al cristal, con un ojo amarillo y otro azul, parecía sembrar el miedo en la gente por culpa de su aspecto. Quizá por ello, todos huían de él. ¿Cómo entonces no sentirse culpable por apartarla de él? ¿Cómo entonces no sentirse responsable de arrebatarle su felicidad? Ziel la obligó a quedarse con él de algún modo, creyendo que un tierno cachorro iba a colarse en la vida de ella tan sumamente fácil. En cambio, estaba muy equivocado.

    Fraiah realmente no lo necesitaba a él, sino a Jack Wintersnow.

    Y así, se quedó en el medio del salón, junto a la bandeja de galletas a medio terminar. Junto a ese té caliente que poco había satisfecho su paladar, junto al fuego que no paraba de arder la madera. Sin saber qué pensar, sin saber qué hacer en cuanto más gente entró en la casa. Sus ojos simplemente se pararon sobre todo aquel que decidía atreverse a detener la tragedia que estaba sucediendo. Se clavaron sobre Kasha durante unos segundos y después se fijaron sobre la cadena de su cuerpo. Se lo llevarían a la perrera, ¿no es así? Volverían a encerrarlo y golpearlo por causarle mal a la chica. Por eso ella había escapado a la planta superior. Sin embargo, pareció no importarle, pues ni siquiera reconoció su propio nombre cuando lo llamaron. ¿Qué tenía sentido para él? ¿Ahora mismo? Nada. Todos eran unos completos extraños para Ziel. No reconocía a nadie, y en nadie encontraba las orejas sobre su cabeza, ni las colas sobre su espalda. Aquí, el único diferente, era él.

    Miró de nuevo la puerta, sintiendo que alguien más se acercaba. Y ahí estaba sus cabellos dorados por segunda vez, esparciendo el aroma característico que lo diferenciaba. Lo siguió con los ojos, observándolo subir de nuevo hacia el piso de arriba para socorrerla, para brindarle aquel abrazo que tanto necesitaban sus huesos. Detuvo sus ojos en el final de las escaleras, sintiendo que aquella zona estaba prohibida para él, que el tacto de Fraiah se había vedado como el de los fallecidos Marcus y Bella, que sus sonrisas, jamás volverían a dedicarse para él, a menos que un milagro devolviera sus recuerdos y con estos, se consiguiera devolverle sus dos seres más preciados. De tal manera que, en alguna parte de su recóndito ser, sentía la necesidad de derramar una mísera lágrima para sentirse vivo y añorar a los que perdió. Aunque no lo reconociera, aunque no supiera expresarlo correctamente, nuevamente volvía a sentir envidia de Fraiah Eslin.
    Porque a ella sí que la estaban esperando.
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    Mensaje por Fraiah B. Eslin Lun Mar 17, 2014 6:36 pm

    Somebody hides inside my mind, we're bound together
    This is my confession
    Soulmate or enemy, a thorn in my relegion,
    realese my heart unfold my tongue.
    Save a place for me in heaven
    We'll meet another day

    Frío. Intenso frío. Y luego, calor. Un calor agobiante que enardecía la piel. Nuevamente, los síntomas de aquel fenómeno se manifestaban en el cuerpo de Fraiah debido a los impulsos de sus emociones. Cada instante en que un sentimiento fuerte afloraba, inevitablemente su nuevo y descontrolado don parecía activarse. Del mismo modo que amenazaba con destruirlo todo a su paso, también amenazaba con destruirla a ella, consumirla entre aquellos cristales puros y brillantes. Fraiah estaba arrinconada contra la pared, completamemente rodeada. Sus pies estaban cubiertos, al igual que sus piernas hasta la rodilla. No podía moverse por mucho que se esforzara en hacerlo. Ejercía fuerza con sus pantorrillas hacia todas las direcciones, pero los temibles cristales lo único que hacían era seguir creciendo y avanzando. No pudo evitar soltar un chillido en cuanto uno de sus brazos -que estaba suavemente apoyado en la pared- comenzó a ser adherido a ella mediante una capa de cristal también. De un rápido y explosivo movimiento, Fraiah alejó su miembro de allí y los cristales se rompieron. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Por qué razón estos cristales salían de su cuerpo? ¿A esto se refería Katrina cuando le dijo que irremediablemente iba a morir? Ella no quería morir, no iba a hacerlo. Pero al parecer, si era salvada de llevar una bestia sedienta de sangre en su interior, era condenada a morir sepultada por su mismo don cazador. ¿Por qué Nokku querría esto para ella? ¿Acaso necesitaba que lo recordase en su forma más extrema? ¿No le bastaba que lo tuviera en la memoria y en el corazón cada maldito día de su existencia? ¿También necesitaba usurpar su cuerpo con este inmenso poder que no podía controlar, invadiéndola y absorbiéndola?

    Fraiah cerró los ojos por un momento, respirando suavemente, intentando calmar su ímpetu. Recordó que Ziel continuaba allí abajo, que parecía no entender ni una palabra que le dijese, y que estaba en peligro por su culpa, por dejarse llevar por emociones que no iban a ninguna parte, pues ¿por qué perder el tiempo en Jack? ¿Por qué no dejarlo marchar, si al fin y al cabo él era solo un instrumento para levantar la Asociación de nuevo, para poner las cosas sobre su cauce? ¿Para qué lo quería ella aquí dentro, habitando la casa de Nokku y acercándose más de lo debido? Se habían besado, sí, ¿y eso qué? ¿Acaso significaba algo? La gente hoy por hoy se besa por cualquier cosa, ¿no es así? Fraiah simplemente sintió el impulso de acercarse. Simplemente el deseo inexplicable de mantenerlo cerca surgió en ese entonces, pero luego transcurrieron cuatro meses; cuatro meses donde no supo de él, y no lo culpaba, pues ella parecía estar bien escondida. Y todo ese tiempo, su corazón estuvo encerrado en un puño ajeno. Aún así, ella ansiaba con que llegase el momento de verlo otra vez, ¿y para que? ¿Para recibir esa indiferencia? ¿Para tener que sucumbir ante los malos recuerdos sin apenas poder obtener una caricia a cambio? Jack Wintersnow era un error en su vida. ¿Cómo pudo siquiera ponerlo en duda? Ella había sido la novia de Nokku, su hermano. ¿Cómo podía atreverse a enredarse con ese muchacho? ¿Qué clase de falta de respeto hacia el difunto era aquella? Encima en su propia casa... Definitivamente, el cazador no significaba nada. Fue solo un desliz, un juguete con el cual sentirse apreciada. Ella no lo necesitaba, tampoco lo quería dentro de su vida, ¿no es así? Debería comenzar a convencerse de ello, pues de lo contrario sucumbiría ante estas nuevas emociones que no podía controlar. Jack no era nada, absolutamente nada. Y se lo gravaría a fuego en la mente y en el corazón: nada. Porque él jamás podría suplantar a Nokku. Jamás podría hacerle sentir todo lo que él sí. Era estúpido pensar que un clavo quita otro clavo. Las cosas no funcionaban de ese modo, y Nokku, aunque muerto ya hace bastante tiempo, continuaba llenando cada resquicio de su ser, manteniendo en la sombra a su hermano; manteniéndolo en la Nada misma a la cual ella pretendía asimilarlo. Jack no ocupaba ni un mísero sitio en su corazón. Pero, entonces, ¿por qué dolía tanto su indiferencia? ¿Por qué por su indiferencia se encontraba en tal estado? ¿Por qué la afectaba tanto? Estúpida. ¿A quién pretendía engañar? Jack estaba más arraigado en su corazón conforme transcurría cada segundo que continuaba pensando en él.

    Abajo se oyó un portazo. Junto con aquel estruendo, la voz de Kasha resonó en la casa. Fraiah abrió los ojos, exaltada.
    - ¡Kasha! ¡Saca a Ziel de aquí y sal inmediatamente de la casa! ¡Llévalo a un lugar seguro! ¡Rápido! -ordenó, suplicante, desesperada. De reojo vio cómo algunos mechones de su cabello eran envueltos en una capa sutil y brillante. Y otra vez, el frío y el calor combatían en su cuerpo. La bestia y el cazador luchaban entre sí por el alma de la humana. ¿Quién devoraría a quién esta vez? Tres naturalezas diferentes conviviendo en un mismo cuerpo era demasiado peso para este. ¿Cómo conseguiría sobrevivir? ¿Cómo conseguiría escapar?

    Fraiah se sujetó la cabeza con ambas manos y gimió de dolor. Sentía de repente un fuego inexplicable en el tórax, al igual que su cabeza parecía que iba a estallar. Todos los recuerdos de la última noche en los laboratorios emergieron con tanta claridad que lograron estremecerla. Gritó otra vez y la ventana de la habitación se abrió, dejando entrar una intensa ráfaga de viento, acompañado de nieve y gelidez. Fraiah abrió los ojos y esta vez el color violáceo había mutado por el cyan, tal como había ocurrido aquella vez entre las paredes de la Nueva Asociación. Esa tonalidad tan conocida, tan particular de cierto cazador fallecido. Pero, casi al instante, el cyan se volvió turbio y el carmesí surgió con toda su braveza, provocando un intenso ardor en su garganta; el ardor de la sed descontrolada. Fraiah gimió otra vez de dolor y pegó su espalda a la pared. ¿Por qué los recuerdos caían como plomo sobre su mente? Vio a los cazadores, sus manos rasgando sus ropas, sus ojos pecaminosos; escuchó sus obscenas palabras. Y, luego, la Muerte. Todos y cada uno de ellos cayendo como plumas, siendo atravesados por cristales, convirtiéndose en ellos incluso. Y, finalmente, revivió la propia muerte de Nobuchika bajo sus manos, y el rescate a Ziel, para que luego él lograse sacarlos de allí. Todo aquello volvió a su mente, completando el hueco en blanco que había quedado de ese día.

    Las manos de Fraiah descendieron hasta su cuello esta vez. La temperatura que ahora poseía su piel era tan elevada que le resultaba molesta a la otra esencia que habitaba dentro de ella: aquel vampiro que se encontraba sepultado por la perspicacia de Damaru. Fraiah sentía que la respiración le fallaba y que no todo era perfecto como aquella noche. El instante en que se desató su don, pareció funcionar correctamente, sin hacerle daño a ella ni a quien intentaba proteger, pero esta vez... ¿Esta vez qué era lo que estaba mal? Además, Ziel estaba solo allí abajo. Aunque Kasha y Kai estuvieran con él, él estaba solo de todos modos. Había sufrido tanto, que parecía poseer las secuelas de ello. No quería abandonarlo, ¿pero cómo mantenerse a su lado en este estado? Y entonces los escalones rechinaron y una figura emergió en el umbral de la puerta de la habitación. Para ese momento, el cuerpo de Fraiah estaba semicubierto de cristales, y su cintura estaba siendo rodeada y adherida a la pared. Asimismo, el sendero de cristales ascendió hasta su cuello, y ella se vio obligada a levantar el mentón, buscando escapar de lo ineludible. La única explicación para esta situación era que, además de salirse de control, la naturaleza cazadora pretendía eliminar a la vampírica, buscando apresarla y destruirla. Era como si Fraiah se estuviese cazando a sí misma por el colapso de dones; dones que la primera vez que se mostraron parecían acoplarse perfectamente. ¿Y por qué ahora no? ¿Qué estaba funcionando mal? Tal vez fuera que esta vez el odio y el rencor invadieron su corazón, en vez de la nobleza y el deseo de proteger a quienes se aprecia, como sucedió antes con Ziel. Fraiah se había dejado llevar por emociones destructivas hacia Jack, y la respuesta a sus sentimientos fue igual de demoledora. Mientras los cristales la rodeaban y sembraban el caos sobre su cuerpo, una sensación avasalladora y excitante inundó su cuerpo. Fraiah ladeó la cabeza, como quien busca librarse de algo sin obtener resultados. Cerró los ojos y respiró profundo.

    - Suéltame... s-suélta... me -suplicaba, mientras la voz se volvía cada vez más sumisa. La temperatura de su cuerpo se había elevado y junto con eso venían los delirios de la fiebre. Como si ella viese a alguien a su lado, molestándola, incordiándola, le pedía que la soltase y se alejara-. ¡NOKKU, SUÉLTAME! -gritó de repente con todas sus fuerzas, con ira, pues su desvarío lo figuraba a él completamente cambiado, perverso, como si buscase herirla, tocarla de más, cuando era evidente que nadie más había allí a su lado. Y Fraiah intentaba removerse en la prisión de cristal que estaba invadiéndola, luchando por alejar de ella aquellas manos que la incordiaban. Parecía demente, completamente ida, pero era el exceso de energía y poder que no tenía ningún sitio a donde ir. Era el vampiro siendo torturado por un cazador, y ambos volviendo loca a la débil humana. Pero entonces los estallidos se oyeron, y el sendero de cristal que guiaba hacia ella estaba colapsando ante otra presencia-. ¡Suéltame! No.. no me toques.. No.. -continuaba rogando, más aún al ver la presencia que avanzaba hacia ella, la cual atemorizaba a la vampiresa que yacía en su interior, como un animal acorralado, hasta que el cuerpo de Fraiah, atrapado, delirante, caliente hasta los huesos, recibió aquel tacto-. Suél.. tame.. -y su voz de volvió suave, adormilada, mientras la prisión de cristal que estaba construyendo se desvanecía, dando paso a su libertad otra vez; mientras toda la energía que albergaba su cuerpo tenía a dónde ir, pues había encontrado un canal de desahogue, y ese era el cuerpo de Jack. El calor que la agobiaba se esfumaba con aquella sensación de letargo, pues su don verdadero -el don que había surgido en ella en el momento de su conversión a vampiro- sabía que necesitaba dejar fluir esa energía para poder liberarse del agobio que el don de Nokku estaba significándole a su frágil cuerpo híbrido. Y como si su corazón estuviese siendo agarrado por una fuerte garra, cada movimiento de Fraiah se paralizó, obligándola a abrir los ojos con dolor y necesidad. La presencia de Jack la volvía débil pero a la vez la salvaba de la autodestrucción a la cual Nokku Damaru la había condenado. Tal vez hubiera sido más sencillo no haber accedido a esa ambición y haberse quedado siendo un vampiro. Los problemas que le causaba su vampirismo no eran nada comparados a los que estaba causándole esta anomalía en su organismo. Y su pecho dolía. Ante aquel abrazo, su pecho parecía estar siendo atravesado por mil lanzas. Suponía que era el efecto de ser dominada y acorralada por lo único que podía detenerla; por la única persona a la cual quería cerca y lejos a la vez; el único ser que le inspiraba tanto temor y tanta seguridad a la vez. Se sentía como estar siendo apuñalada en lo más hondo. Incluso podría decir que tenía la sensación de percibir cómo su sangre cálida emanaba desde su pecho hasta el suelo. Era tal el dolor punzante pero tal el placer que sentía al encontrar esa paz para su cuerpo poseído, pues se había sentido como en el verdadero infierno. Y ahora, mediante la brisa helada que provenía desde el exterior, podía respirar con parsimonia. Y, lentamente, se fue debilitando, otorgándole toda la sobrecarga de su cuerpo al cuerpo de Jack, el cual seguramente lo asimilaría sin ningún problema, del mismo modo que ocurrió con Ziel esa noche.

    - ¿No pudiste.. hacer esto antes, c-cuando era todo lo que.. necesitaba? -preguntó, abriendo levemente sus ojos, una vez estos habían recuperado su violáceo color humano. Respiró suavemente contra su pecho, mientras sentía cómo sus brazos presionaban su cuerpo, envolviéndolo con fuerza, acentuando el dolor que sentía en el pecho, como si su corazón, recubierto de cristales, ahora estuviera siendo astillado por la explosión de los mismos ante el contacto con Jack-. Duele... s-se siente.. como el mismísimo infierno -susurró, parpadeando suavemente, hasta que en un momento sintió como si sus piernas fallasen. Suficiente energía había drenado, y era momento de detenerse, o acabaría inconsciente como en los laboratorios, cuando hizo lo mismo con Ziel. Y tal vez esa fuera la única forma de mantener a Fraiah a raya, manteniéndola débil y controlada, aunque fuese mediante sedantes, pero eso equivaldría a ir asesinándola lentamente. Las palabras de Jack llegaron a sus oídos. ¿Eso tenía para decirle? ¿Que había pensando que estaba muerta? ¿Y esa era razón para rechazarla? Pero.. ¿por qué se preocupaba? ¿Por qué su estómago parecía contener una piedra en su interior? A ella él no le importaba, él...

    Él le importaba asquerosamente mucho. Más de lo que se atrevía a considerar.

    - Si me tratas con esa... indiferencia, es similar a estarlo -respondió, reviviendo lo que había sentido allí abajo en cuanto él se fue, sin poder explicarse por qué razón le importaba. Qué tenía él que pudiese lograr que ella se preocupase, se interesara, se saliese de control por una mísera muestra de falta de interés hacia su persona. Y, al escuchar sus siguientes palabras, una fina y triste  sonrisa se formó en sus labios, aunque Jack no podía verlo debido a su posición, con su mejilla apoyada sobre su pecho-. Tienes razón, tú no eres él -susurró-. Pero Nokku tampoco puede salvarme, porque su amor por mí me ha condenado -concluyó, haciendo evidente la certeza de sus palabras. Nokku, impulsivo, dejándose llevar por sus fuertes sentimientos, no descansó hasta encontrar la forma de devolver a Fraiah su humanidad, pero no pensó en todas las consecuencias -o tal vez lo hizo pero no lo importó- y ahora, que él se había ido, la había dejado sola con el Caos dentro de su cuerpo-. Esto... esto mismo ocurrió esa noche, en la cual Ziel y yo pudimos escapar -murmuró, pero mordió su labio inferior, dispuesta a confesar la verdad de lo que sentía, mientras su mente apreciaba este abrazo y su corazón parecía volver a latir, inexplicablemente, más fuerte-. Tengo miedo, Jack. Es como sentir que mi cuerpo no me pertenece en esos momentos... -dijo mientras sus dos manos, que se encontraban sobre el pecho de Jack, cerraban sus dedos, aferrándose a su abrigo. Respiró hondo, y entonces los sentimientos afloraron, y ella se dio cuenta de que estaba entre los brazos del hombre que tanto despreciaba, pero que inexplicablemente tanto quería, a pesar de conocerlo poco, de rechazarlo, de intentar sacárselo de la cabeza. Pero él siempre volvía, ya sea para atormentarla o salvarle la vida -o ambas cosas al mismo tiempo-, desequilibrando cada célula de su cuerpo-. Cuando.. cuando te acercaste a mí, no te había reconocido. Tal vez fue por el delirio de la fiebre.. -comentó luego, recordando que la figura de Jack, en ese instante, se le había presentado lo menos humana posible, como si fuese una gran bestia la que avanzaba hacia ella, y no el cazador. En ese instante, sintió una punzada en el pecho, y emitió un pequeño quejido-. Qué... ¿qué me estás haciendo? -preguntó, inocente, atribuyendo con razón las causas de su reciente control y desvanecimiento a él. Sin embargo, alzó la vista para observarlo a los ojos, apoyando una de sus manos sobre su mejilla, para que él girase el rostro hacia ella. Él estaba tan cambiado, tan diferente. Su mirada esmeralda era más fría y distante, más certera y despiadada. ¿Y esto era su culpa? No, no podía serlo. ¿Quién era ella, después de todo, para obtener la atención de ese hombre? Era solo la novia de su difunto hermano, pero al mismo tiempo la mujer que le había hecho tanto daño indirecta y directamente, en un simple parpadeo. Pero ella se lo había advertido, y como dice aquel viejo dicho, "el que avisa no traiciona". Ella le haría daño, y lo sabía. Iba a herirlo, a lastimarlo, a engañarlo e ilusionarlo. Lo metería en problemas, le exigiría demasiado a cambio de muy poco, pues jamás pasó por su mente poner su atención en él y otorgarle a su existencia alguna importancia fuera de la responsabilidad que él debía ejercer como Presidente de la Asociación. Pero ahora, aún así, a pesar de todo eso, no podía dejar de mirar esos ojos; esos ojos verdes, profundos, llenos de inocencia e ingenuidad, pero maduros y severos, listos para mancharse con la sangre de cuantos fuera necesario. Y tal vez ese era el precio por ser quien era; ese era el precio para poder quedarse en este pueblo, perderlo todo para luego poder recuperarlo todo, pero con matices completamente cambiados.

    - ¿Algún día podrás perdonarme? -susurró, mirándolo a los ojos con aquellos iris violáceos, felinos y hechizantes que ella poseía, pero que de repente se volvieron escarlata, intensos, como si tras su reflejo de pureza yaciera alguna especie de mal; como si tras su reflejo de inocencia, la mayor de las perversiones se estuviera gestando. Pues así era Fraiah Eslin después de todo: un cordero con alma de lobo. E inevitablemente, Jack sería consumido por esos ojos, a menos que fuera lo suficientemente fuerte y consciente como para alejarse a tiempo.


    Standing in the summer breeze
    Inhaling life again
    The new day has come
    A chance to relive, forget and forgive.
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    Mensaje por Kasha Oskan Lun Mar 17, 2014 10:02 pm

    Obedeci las ordenes de Jack a regañadientes, pero que otra cosa podia hacer?, no estaba en mi casa, y parecia que esta vez los problemas no eran de Ziel, si no de Fraiah.
    En ese momento me percate de unos movimientos en el salon y levante el cuchillo al que estaba atado la cadena de puas; era Ziel, lo observe de arriba abajo, parecia inofensivo, no irradiaba ese aura extraño que antes irradiaba y que consideraba una señal de amenaza.
    Baje el cuchillo y lo segui mirando, seguia pareciendo que no estaba muy cuerdo, pero esta vez no iba a ser yo quien lo rescatara, era turno de Kai.
    - Kai, ven aqui, tu hermano esta aqui, tu no vas armado a simple vista, asi que se fiara mas de ti que de mi, asi que cogelo y llevatelo de aqui, yo ire despues, cuando averigüe que pasa y hable con Jack de algunas cosas y despues de buscar a Yagari y hablar con el- le dije mientras que me mantenia de pie atenta a que todo siguiera en orden en la casa y no se derrumbara.
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    Mensaje por Kai Olivier Lun Mar 17, 2014 10:12 pm

    Kasha me llamo, habia encontrado a mi hermano en el salon, mire a todos lados y cerre la puerta tras de mi.
    - Esta otra vez desquiciado?- pregunte antes de llegar al lado de Kasha y comprobarlo por mi mismo.
    Era cosa mia o parecia como si fuera un animalillo perdido?- saque del cinturon de la espalda mi pistola y se la entregue a Kasha para acercarme a mi hermano, o lo que se supone que era mi hermano.
    Alce las manos para que viera que no llevo nada.
    - Hola chico, donde te habias metido?, queria ir a buscarte, pero tu amiguito Marcus me hirió y no pude..., lo siento, siento haber tardado en encontrarte- me agache despacio a su lado y le enseñe esa sonrisa calida que el adoraba cuando eramos pequeños.
    - Vamos a salir de la casa un rato, Fraiah vendra en un rato, que me dices?- extendi mi mano con calidez mientras que sonreia para que se fiara de mi
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    Mensaje por Jack Wintersnow Mar Mar 18, 2014 4:32 pm

    Don`t be fooled
    I  was raised by
    the Wolves



    Los alaridos de aquella mujer penetraban en mis tímpanos y pretendían hacer que mi cabeza estallase. Sus cabellos se tornaban cristalinos y su mirada se transformaba cada vez más y más, convirtiéndo su cuerpo en una alocada orquesta de demencia. El dolor y el poder, combinados, hacían estragos en su pequeño cuerpo y eso, quisiera yo o no, me hacía daño a mi también. Verla así, siendo consumida poco a poco por esos poderes que no podía controlar. Era una escena cruel e innecesaria. Tan cruel e innecesaria...
    Cuanto más me acercaba a ella más se revolvían sus habilidades en el interior de su cuerpo, cristalizandolo todo a su paso. No me estaba enfrentando a ella, me enfrentaba a ese espíritu alocado y beligerante que reside dentro de cada persona, ese espíritu que te puede consumir si le das demasiado poder, si se le sobrealimentaba. Y Nokku lo había sobrealimentado de sobra.

    Yo la había rechazado cuando más me necesitaba con la excusa de que realmente yo necesitaba mi espacio después de haber pasado tanto tiempo solo. Pero como bien he dicho, solo eran excusas. Excusas por todos lados. La gente busca excusas para hacer todo tipo de estupideces, o mejor dicho, para no hacer nada. Excusas como "Es demasiado difícil" o "ya no vale la pena" o "ya no hay nada que hacer" todas esas cosas que paralizan la mente y el corazón de un hombre. Todo eso que me había paralizado, eso que me impidió acercarme a ELLA. No quería abrazarla porque tenía miedo, me aterrorizaba la idea de volver a tener que pasar por ese episodio de soledad.

    Cuando mis brazos se alargaron para tomar su rebelde cuerpo sus músculos se relajaron y su histérica voz se suavizo. A un ritmo lento y semipausado Fraiah fue recuperando el control entre mis brazos. Sus palabras eran suaves pero punzantes. Respiró contra mi pecho y sentí como su peso recaía sobre mí con más intensidad, como si la pobre ya no pudiese sostenerse por si misma de pie. La sujete preocupado por su comentario pero entonces ella me respondió con una frase que se me clavó por la espalda y atravesó mi pecho por completo, como si me estuviera empalando. ¿A qué se refería con eso de que si no tenía mi atención era como estar muerta? No, mentira, eso no podía ser cierto porque ella quería a Nokku. Ella ya me lo había expresado antes de varias maneras, que yo no era nadie, que mi existencia le era indiferente  ¡Joder! Me había tratado de la misma manera que los aldeanos de la zona en la que había vivido por años, excluyéndome, haciéndome entender que mi existencia era solo un error y que estaría mucho mejor muerto ¡Ella me había mirado con esos mismos ojos, con los misma mirada que me lanzaban esos estúpidos adultos cuando me llamaban Niño Demonio, Monstruo o Maldito! Pero ahora ella estaba colgando de mis brazos porque yo había acudido sin poder remediarlo a su ayuda.

    Yo no la quería, no podía tener dependencia de ella. Si me acercaba ella me patearía, como habían hecho todos. "¿Tienes hambre? Ven conmigo" Me decían y luego me golpeaban y me insultaban gritando que como me atrevía a pensar que aberraciones como yo tenían derecho a comida. A la gente nunca les agradó mi forma de mirarles, esos ojos llenos de odio y determinación les atravesaban y asustaban, yo era capaz de matar a cualquiera de ellos... o hubiera sido capaz si tuviera suficiente poder, y ellos lo sabían, por eso me repudiaban ¿Era eso lo que quería hacer Fraiah después de ver esa mirada mía?¿Quería que yo me acercase a ella para después golpearme y gritarme? No lo se, pero sus palabras parecían sinceras.

    Si, ella tenía razón, el amor de Nokku por ella podía haberla condenado, pero era cierto que también la había salvado, la culpa fue mía por no saber permanecer a su lado. Mientras estuviera ahí para cuidarla nada de eso ocurriría. Pero ¿A que se refería con eso de que aquella pequeña transformación ya había pasado antes? Esos bastardos de los laboratorios debieron de haber estado experimentando con el cuerpo de Fraiah, llevándola hasta los límites. Bien, pues se lo tenían muy merecido, si ese poder llegó a estallar en sus instalaciones estoy seguro de que Fraiah habrá causado unos terribles daños en su traidora organización. Pero ahora el cuerpo de Fraiah estaba inestable, necesitábamos encontrar una solución a todo aquello. El problema residía en que yo no sabía exactamente lo que la habían hecho en aquellas cuevas, no sabía a que clase de drogas se tuvo que someter la ex-novia de mi difunto hermano.

    Ella habló sobre como se sentía, sobre como su mente se abstraía mientas su cuerpo era dominado por aquella habilidad. Debía de ser horrible, además de que ella no pudo reconocerme cuando me acerqué a ella. Sus manos se aferraron a mi pecho y pude sentir por unos momentos su desesperación y su falta de fuerzas. Fue entonces cuando la apreté con más fuerzas contra mi, queriendo protegerla de todo el mundo. Mi bestia interior reaccionó con el poder de mi hermano. Fraiah emitió un pequeño quejido y los cristales de toda la casa comenzaron a deshacerse en un maravilloso espectáculo de magia azul. Su pregunta taladró en mi mente y yo me callé porque no sabía que responder, no sabía que era lo que la estaba haciendo, simplemente actuaba por instinto.

    Sus pequeñas manos danzaron entonces hacia mi rostro, apartándolo de su hombro. Mis esmeraldas pupilas destellaron en la oscuridad de la habitación y Fraiah pudo contemplar de nuevo aquel paisaje solitario y vació que pintaba mi mirada. Pero en vez de apartarse ella se quedó observando mi verde océano durante unos segundos más, como si estuviera buscando algo más dentro del desierto de mi inexpresivo rosto. Sus palabras rasgaron mis pensamientos y me pude dar cuenta de que ella sabía que yo había sufrido mucho por su ausencia, igual que lo había hecho ella por la mía ¿Por que era tan terco como para pensar que yo era el único que la necesitaba? ¿No era acaso algo reciproco? Pues tal vez no lo estaba siendo, tal vez yo siguiera siendo solo una figura, algo que representaba el recuerdo de mi hermano. Me separé un poco de Fraiah para que pudiésemos estar uno en frente del otro y así poder hablar sin susurrar. Fraiah estaba al lado de la pared y su cuerpo se tambaleaba hacia los lados mientras yo pensaba en mis próximas palabras.

    Ninguno de los dos tenemos la culpa de su muerte y sin embargo me siento culpable porque con su fallecimiento necesito llenar ese vació con la presencia de alguien más. Pero también sé que tú realmente haces lo mismo que yo. Es por eso que no quiero alejarme de ti pero a la vez tengo miedo de acercarme demasiado. Nadie me da la garantía de que no me abandonarás como a un perro callejero cuando te recuperes, siento que solo soy un pañuelo de usar y tirar y... no puedo permitirlo. Si eso significa que tendría que irme de aquí, lejos, a aislarme, lo haré.

    Mis palabras sonaban dulces pero su significado llevaba un letal veneno. Los pensamientos de ambos, los peores pensamientos de ambos salieron a flote con el flujo de mis palabras. Era como un torrente de verdad insensible que solo buscaba hacerse un hueco en la mente de sus oyentes. Podría haber sonreído, podría hacer una mueca, o algo, pero no pude, decir esas palabras era todo lo que podía hacer mientras mi corazón seguía escondido detrás de sus propias paredes de cemento helado. Yo seguía siendo el niño maltratado de antaño, con la diferencia de que ahora si tenía el poder de acabar con mis enemigos, y eso era exactamente lo que me hacía un hombre. La capacidad y la responsabilidad de ejercer o no ejercer ese poder sobre los demás aún si tenía que llevar el dolor de esos recuerdos durante toda mi vida.

    Me había cortado la trenza precisamente para poder avanzar y no quedarme estancado en mis recuerdos y Fraiah tenía, ahora, en sus manos el poder de decidir si se quedaba atrás, como un bonito recuerdo de algo que pudo haber sido o...  si iba a tomar cartas en el asunto que nos concernía.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Mar Mar 18, 2014 9:15 pm

    Continuó mirando a lo alto de las escaleras, sin siquiera llegar a pestañear. Sus colas tampoco albergaban el entusiasmo de moverse sin parar, así como hacían normalmente. En cambio, las dos prolongaciones que sobresalían de su pelo se hallaban erguidas, atentas a cualquier sonido que lo sacara de su ensimismamiento. Jack y Fraiah se encontraban arriba, pero él parecía más bien esperar a la segunda que al desconocido del primero. Por otra parte, sus dos ojos, con tan dilatadas pupilas, parecían preguntarse quién demonios era ella. Tanto como Eslin, tanto como la que había resurgido en su memoria. Pero, ¿cuál era la razón por la que ese recuerdo había aflorado de dentro? ¿Qué experimentó el ser de su interior hace cientos de años, para que el mundo se hubiera derribado en un momento? Eso no hacía nada más que dar vueltas alrededor de su blanquecina cabeza, intentando recordar cada mísera imagen que tuviera un mínimo de información. Por otra parte, el aroma de Fraiah era agradable y casi podría decir que lo había conocido mucho antes de los laboratorios, tal y como si ya supiera quién era. Sin embargo, la pena resultó entrar en sus ojos en cuanto ella subió hacia la segunda planta. Después, tras mirarse en el reflejo de uno de sus cristales, pareció entenderlo todo.

    Ella no pertenecía a su raza.

    Nada más escuchar su voz, los dispares ojos del neófito fueron a clavarse sobre Kasha, girando la cabeza hacia ella. No obstante, permaneció en su sitio, sin moverse ni un centímetro. A menos que ella decidiera avanzar, él conservaba su círculo de reflejo, justo para darle el tiempo que necesitaba en caso de tener que actuar contra ella. Por supuesto, tampoco llegó a entender nada de lo que decía la cazadora, de modo que la observó más detenidamente. No la reconocía, pero sin duda dedujo que tampoco pertenecía al mismo lugar del que él procedía. ¿Dónde estaba su cabello cano? ¿Por qué ella tampoco tenía orejas en su cabeza? Incluso su olor era igual de extraño que el que circulaba en los laboratorios, salvo que menos enfermizo. Lo que no conocía el tierno cachorro que la miraba, era que en realidad, sí que formó parte de los humanos tiempo atrás, pero al igual que el resto de cosas, no lo recordaba. Del mismo modo en que tampoco podía acusar a la sed, porque Bella y Marcus desaparecieron de sus recuerdos tras el experimento y con ellos, la necesidad agobiante que le quemaba la garganta se extinguió. Aquello que habitaba en su interior estaba alterando todo lo que llevaba dentro de una forma u otra. Su físico había cambiado drásticamente, hasta el punto de hacerle orejas sobre la cabeza, sacar dos colas permanentes en su espalda –con la posible extensión de ocho–, y hasta sus ojos y pelo habían cambiado de color, siendo ahora su cabello mucho más blanco que el de su hermano. Fuera lo que fuese, mezclaba sus recuerdos y le hacía sentirse mucho más animal, mucho más zorro que un verdadero vampiro neófito sediento. Pues, ¿cuántos de ellos disfrutaban con unas simples galletas a una sangre como la de Eslin? Podría haberla mordido en cualquier momento –ya que había tenido tiempo para ello–, y en cambio, todo lo que hizo fue totalmente lo contrario: la defendió de Jack, cuando, realmente, la amenaza se encarnaba en su cuerpo y no en el del cazador.

    Lamió su muñeca y después acarició sus orejas con la misma, al igual que si estuviera limpiándose. Bostezó, mostrando sus colmillos y volvió a mirar a la cazadora. Estaba cansado y quería relajarse en un lugar tranquilo, sin demasiada gente, por no decir apenas nadie. Pero, ¿sabía salir de allí? Entró inconsciente, así que el camino que recorrió se deshizo junto con las pisadas en la nieve que Jack se entretuvo en ocultar. Sin embargo, ambas pupilas se dilataron de repente tras ver a su hermano. Se fijaron en el color de su pelo, esperanzado. Las orejas danzaron, sacudiéndose rápidamente, quedando al final a como se hallaban antes, de punta. Algo había llamado su atención y la acaparaba totalmente: Él sí que tenía el mismo color de su cabello. Incluso sus ojos eran de color azul, justo como uno de los de Ziel. A su diferencia, Kai no tenía orejas y tampoco asomaba ningún tipo de cola tras él, pero de los allí presentes, era el que más se parecía físicamente a como era ahora. Gimió y ladeó la cabeza, sin entender lo que estaba tratando de comunicarle. ¿Por qué todo el mundo se esforzaba en hablarle un idioma que no conocía? Quizá fuera más fácil un lenguaje corporal para él, aunque los allí presentes no supieran del hecho.

    El neófito volvió a hacer el mismo gesto de antes y continuó mirándolo. Quizá el cazador conociera la forma para esconder ambos detalles que lo hacían pertenecer a su raza. Tal vez él consiguiera controlarlo algún día, pese a quedar mucho para entonces. Pero, ¿realmente estaba seguro de que él estuviera en su manada? ¿Por qué no había venido antes y por qué tampoco se encontraba en el bosque? Al acercarse tanto, apoyó las manos y retrocedió un par de pasos de seguridad con Kai, desconfiando de él. Puede que se pareciera ahora muchísimo más que antes, aunque no estaba del todo seguro. ¿Acaso su hermano no podría aparentar serlo para atarle y encerrarle de nuevo? Él era compañero, amigo, pareja, lo que fuera de Kasha. La cazadora de primeras lo miró y la cadena que rodeaba su cuerpo le avisó precaución. ¿Por qué entonces debía confiar en ellos? La sonrisa que Kai le dedicó tampoco logró encontrar un recuerdo al que parecerse, siendo su propio hermano un completo desconocido. Aunque antes también lo era, antes de enterarse que ambos pertenecían al mismo seno familiar. Pero en esta circunstancia era completamente diferente. La esencia de su interior, astuta y desconfiada, provocaba que Ziel Carphatia ya no se fiaba ni de su propia sombra.

    Siendo así, forjó su caparazón en contra de cualquier individuo que intentara entrar en su manada. Quizá con el tiempo Fraiah le demostrara que esta vez iba a cambiar y que no volvería a marcharse escaleras arriba, ni tampoco desaparecería por ese pasillo incierto, cubierto de madera. Quizá algún día Kai Olivier se ganara la confianza del neófito que resultaba su hermano y pudieran convivir tras la pérdida de Bella y Marcus. Pero hasta entonces, se mantendría alejado por su propio bien y seguridad. Bufó al cazador una vez se acercó más y le tendió la mano, enseñando sus colmillos en señal de advertencia e intimidación. Su costado evitó que llegara a rozarlo siquiera, volviendo a retroceder. Gruñó. Si se acercaba demasiado y ocupaba el territorio que tenía establecido, mordería sin dudar. Y suerte tendría si no decidía atacar con alguno de sus dones dormidos. Al fin y al cabo, los zorros se comportaban de este mismo modo, tan territoriales como amenazantes y ciertamente desconfiados y asustadizos. El cachorro por su parte, sintiéndose indefenso en aquella casa, se levantó y salió corriendo, lejos de Kai; parando finalmente a esconderse en el hueco formado en las escaleras. Se sentó en el suelo y pegó la espalda a la pared, desapareciendo del campo de visión. Alargó sus brazos e instintivamente rodeó sus rodillas, con el afán de protegerse bajo cualquier causa y quién sabe si desaparecer.

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