Londres

La nota había aparecido aquella mañana sobre la mesa de la habitación de hotel en la que se hospedaba, no estaba firmada, pero el moreno había reconocido al instante esas ridículas florituras a las que su hermana llamaba caligrafía. Pensó en ignorar aquella invitación, pero tenía curiosidad por saber que le llevaba a querer reunirse con él dadas las circunstancias de su último encuentro, sus amenazas habían sido bien claras y no iba a ceder ante ninguna tontería que se le pasara ahora por la cabeza. Cada día le impresionaba más lo estúpida que podía llegar a ser. No tenía muy claro cuanto tiempo llevaba en el lugar, pero era ya bastante, su vida parecía estancada, sus planes eran una frustración continua y no tenía muy claro que hacer a continuación, pero, por suerte, tenía una eternidad para decidirlo. Quizá aquella era la oportunidad para avanzar un poco ¿qué podía perder? Tomó la chaqueta del armario y abandonó el hotel.

Odiaba el Londres de esta época, las calles estaban abarrotadas, el tráfico era insufrible y la gente ya no se apartaba a su paso como hacia antaño, parecía que sus títulos y riquezas ya no significaban nada, la gente de a pie no parecía comprender la importancia de la familia Donovan, el poder que su padre había conseguido, a día de hoy no era más que un vago recuerdo. La vida moderna había estropeado el encanto de la ciudad. Chasqueó la lengua mientras se abría paso entre la muchedumbre, aquel lugar estaba terriblemente abarrotado, el dulce aroma de la sangre humana que le rodeaba se mezclaba con el del humo de los coches, el sudor de los turistas y la comida que algunos llevaban, la mezcla era realmente desagradable, ya podría pasar alguna joven apetitosa por su lado, que ni se plantearía alimentarse, solo de pensarlo se le revolvía el estómago. Luke Donovan odiaba las multitudes, ahora entendía porque había sido aquel el lugar escogido, testigos de sobra y un pura sangre un tanto incómodo.

Quizá no sea tan estúpida como pensaba.

Se detuvo junto a la estatua que ocupaba el centro de la plaza. Percibía miradas fijas en él, generalmente de chicas jóvenes, alzó una ceja mirando a la más dercana que rápidamente apartó la mirada completamente sonrojada. La garganta le ardió durante un breve instante. Se había alimentado la noche anterior, pero se le comenzaba a antojar hacerlo de nuevo. Pero por más que la idea de recibir a su "querida" hermana con las manos manchadas de sangre se le hacía bastante interesante, no era para nada inteligente, demasiados testigos.

Seguía mirando a la joven humana, que con cada instante parecía sentirse más halagada, lo cual era comprensible, no todos los días un apuesto pura sangre como Luke posaba los ojos sobre una simple humana como ella. Oh, que divertido sería atravesar aquella delicada garganta con sus colmillos...Y entonces una esencia conocida interrumpió sus pensamientos, torció el gesto con desagrado.

Cruzó los brazos, clavando la vista en su hermana que ahora se encontraba frente a él. Y pensar que en algún momento de su vida le tuvo aprecio, cuando era muy pequeño se divertía jugando con ella, no recordaba en que momento comenzó a despreciarla, pero fue mucho antes de todo el daño que le causó, quizá fuera cuando aprendió a sonreir del modo en el que lo hacia en ese momento, detestaba esa expresión. Lo único que le apetecía ahora era ver como lo pasaba mal. No pronunció palabra alguna, se limitó a escuchar las estupideces que salían de la boca de Kairi, cuando acabó se quedó unos instantes en silencio, antes de estallar en carcajadas. Definitivamente, era estúpida.
-¿Eres consciente de lo que acabas de decir? -su tono era burlón y la expresión de su rostro se había tornado divertida, como si no pudiera creerse lo que estaba escuchando- ¿Crees que puedes llegar ahora, decir que has arreglado todo y hacer como si no hubiera pasado nada? Eres más ingenua de lo que jamás habría imaginado. -se llevó la mano a la frente negando con la cabeza mientras sus labios se curvaban ligeramente- Kairi, Kairi, Kairi ¿quieres el puesto en el consejo? ¡Todo tuyo! Yo te lo cedo, pero creo que no es tan fácil ¿sabes? Creo que tu relación con Katrina y Adam no es muy buena ¿me equivoco? No creo que ellos te dejen pasar siquiera del umbral de la puerta. -Imaginaba la situación a medida que pronunciaba aquellas palabras, sin ninguna duda aquello podría tener un resultado satisfactorio, sería divertido ver como su hermana intentaba hacer uso de aquella posición- Allá tú, ambas cosas son tuyas, no te preocupes, pero, hay cierto detalle que no termina de convencerme...-hizo una breve pausa, no todo iba a ser de color rosa para ella, tenía que darle otra mala noticia- ¿No vas a molestarme más? Eso es difícil, querida hermana, tu sola existencia es una molestia para mí y ¿de verdad crees que voy a dejarte tranquila para que seas feliz y esas cosas que tanto te gustarían? Olvidate, da igual que estés dispuesta a no meterte más en mi camino, yo no voy a dejarte ser feliz, no lo mereces, no después de todo lo que hiciste, puedes hacer lo que quieras, puedes tener lo que quieras, pero no pienso dejar de ocuparme de que tu vida sea todo lo miserable que me sea posible.

Nadie conseguía el perdón de Luke Donovan después de haberle causado algún mal, nadie. Comenzó a alejarse de allí, sin dirigir ni una sola mirada más a su hermana, no quería escuchar más estupideces, sus intenciones eran claras y nada iba a pararle. Se perdió entre la multitud.