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Cafeteria
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Cafeteria
Recuerdo del primer mensaje :
Esta es la cafeteria, hay bastantes mesas asi que cabe mucha gente
Esta es la cafeteria, hay bastantes mesas asi que cabe mucha gente
- Kaien Cross
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Re: Cafeteria
Observó durante un rato a la chica y se percató de que se había quedado dormida. Esperando a que despertara, miró con detenimiento aquel mapa y no entendía por qué nunca se le había dado bien entenderlos. Había tantas lineas. calles y carreteras que no se aclaraba nunca. Cómo alguien puede lograr entenderlo, es frustrante.. susurró mientras se frotaba la cara. Un movimiento llamó su atención, la chica ya había despertado pero su cara lo decía todo en cuanto le vio. Estaba algo asustada. Mizuki se echó hacia atrás con la silla permitiendole a la chica un mayor rango de visión. Levantó las manos dándole a entender que no tenía nada que temer. Soy Mizuki Unari, encantado de conocerla. Estrechó su mano en "son de paz". A continuación la chica se disculpó algo avergonzada, Mizuki la entendía perfectamente. Uno no suele preguntar asi como así y menos un desconocido que se sienta en una mesa que ya está ocupada. Tranquila, es normal, no me conoces de nada rió y se arrimó a la mesa de nuevo para indicarle lo que quería. Bueno, se supone que estoy buscando un hotel que está por los alrededores pero soy incapaz de encontrarlo, y en el mapa no lo pone. Dijo agitando las manos mientras maldecía por aquel maldito mapa. O me han timado o está anticuado, o las dos cosas. Mizuki empezó a pensar que se había equivocado de pueblo, pero ya había caminado tanto y estaba tan harto que ya le daba igual. Solo quería un lugar donde pasar la noche y ya se organizaría a la mañana siguiente.Además, por lo que pudo ver durante todo este tiempo, no parecía un mal pueblo y la gente era amigable. A excepción de una señora que le dio con el bolso nada más llegar por querer cogerle una manzana. "Ah, humanos", pensó para si.
- Mizuki Unari
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Re: Cafeteria
Ciertamente aquel chico le pareció una ternura desde un principio. Si tenía un mal hábito era el de abrazar a cualquier persona por menos afinidad que tuviese, pero se contuvo a sus instintos maternales y solo sonrió y de igual forma estrechó su mano con el joven. -El gusto es mio... ¿Puedo llamarte Mizuki?- Ladea su cabeza mientras le observa esperando su respuesta, luego de unos momentos decide presentarse.-MI nombre es Elyse, Elyse Gallagher.- Dice mientras se señalaba el pecho con su dedo indice. Posteriormente tomó con delicadeza el mapa y lo observó detenidamente. Había varios hoteles pero gracias a Dios todos estaban bastante alejados como para que se pudiesen confundir. Lo primero que hizo es intentar ubicarse bien en que sector del mapa estaba cada uno, ya para hacerse una idea de para donde agarrar al comenzar.
-La verdad es que este no parece un mapa oficial del pueblo...- Dice lanzando un suspiro, claramente notaba muchos errores ortográficos en los nombres de las calles, y la calidad del mismo no parecía ser muy buena, por lo menos a comparación de los otros mapas que había visto alguna vez.-No me extraña que te hayas perdido.- Dice para luego lanzar una leve risa, y luego observarle.-Permiso.- Se pone en pie y se sienta en una de las sillas más próximas al chico y acomoda un poco el mapa para que ambos puedan ver bien, pues le molestaba mucho el echo de tener que estar al revés iba a complicar aún más las cosas, seguramente se iba a terminar equivocando y lo mandaría para cualquier lado y no, así no era la cosa, tenía que explicarle bien, pues comprendía de alguna forma la situación que estaba sobrellevando.-Eres un extranjero ¿No es así?- Preguntó con una sonrisa, ella también lo era y se había perdido una vez buscando el odioso hotel, que daba la casualidad se encontraba por esas zonas. –Por aquí hay varios hoteles, pero hay uno que está bastante bien escondidito- Dijo señalando el mapa los respectivos lugares.-¿Recuerdas el nombre?- Dice observando al joven con una amplia sonrisa, pues le urgía desde adentro el ayudarle.-Yo también me perdí por este lugar buscando hoteles…-Ríe un tanto despreocupada, el hecho le había causado bastante gracia. -Te voy a ayudar, pero si no me entiendes algo, puedes preguntarme.-Le sonríe.-Cualquier cosa, yo dentro de un rato me estaré yendo, no tengo muchas cosas por hacer aquí, así que no tengo problema.- Lleva su vista al mapa, para ver como comenzar a explicarle el asunto.
-La verdad es que este no parece un mapa oficial del pueblo...- Dice lanzando un suspiro, claramente notaba muchos errores ortográficos en los nombres de las calles, y la calidad del mismo no parecía ser muy buena, por lo menos a comparación de los otros mapas que había visto alguna vez.-No me extraña que te hayas perdido.- Dice para luego lanzar una leve risa, y luego observarle.-Permiso.- Se pone en pie y se sienta en una de las sillas más próximas al chico y acomoda un poco el mapa para que ambos puedan ver bien, pues le molestaba mucho el echo de tener que estar al revés iba a complicar aún más las cosas, seguramente se iba a terminar equivocando y lo mandaría para cualquier lado y no, así no era la cosa, tenía que explicarle bien, pues comprendía de alguna forma la situación que estaba sobrellevando.-Eres un extranjero ¿No es así?- Preguntó con una sonrisa, ella también lo era y se había perdido una vez buscando el odioso hotel, que daba la casualidad se encontraba por esas zonas. –Por aquí hay varios hoteles, pero hay uno que está bastante bien escondidito- Dijo señalando el mapa los respectivos lugares.-¿Recuerdas el nombre?- Dice observando al joven con una amplia sonrisa, pues le urgía desde adentro el ayudarle.-Yo también me perdí por este lugar buscando hoteles…-Ríe un tanto despreocupada, el hecho le había causado bastante gracia. -Te voy a ayudar, pero si no me entiendes algo, puedes preguntarme.-Le sonríe.-Cualquier cosa, yo dentro de un rato me estaré yendo, no tengo muchas cosas por hacer aquí, así que no tengo problema.- Lleva su vista al mapa, para ver como comenzar a explicarle el asunto.
- Elyse Gallagher
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Re: Cafeteria
Observó atentamente a la chica, sin perderse en ninguno de los detalles que tenía. El gusto es mio... ¿Puedo llamarte Mizuki? Sonrió ante aquella pregunta, pues claro que le podía llamar así, ¿ese era su nombre no? Claro, ese es mi nombre después de todo. Respondió mientras reía. Encantado de nuevo Elyse, tienes un nombre muy bonito y poco común. La sinceridad ante todo, aunque Mizuki tenía la manía de decir todo aquello que le pasara por la cabeza, y eso no es bueno en muchas situaciones. Prestó atención a las indicaciones que le ofrecía, pero para su desilusión aquel mapa no era el correcto. Genial, maldito sea el que me lo haya vendido.. Timador de los.. en ese momento se calló. Estaba molesto, y no era adecuado que ante una dama se dijeran todas esas cosas de mal gusto. Disculpa, me molesta bastante, con razón que haya tenido problemas en llegar hasta aquí. suspiró y se apoyó en el respaldo de la silla. Miró a uno de los camareros y después a Elyse. ¿Te apetece tomar algo? Yo invito, has sido muy amable. Sonrió mientras llamaba al camarero.
A continuación Elyse se sentó a su lado, para tener una visión mejor del mapa. ¿Cómo podía haber sido tan ingenuo? Es verdad que hacía mucho tiempo que no salía de aquel templo, por no decir que no había salido nunca de allí. Pero había interactuado con la gente que se había presentado allí para orar. Esa era buena gente, no como con la que se había encontrado recientemente. Volvió a prestar atención a Elyse, agitó la cabeza y respondió lo más rápido que pudo.Sí, no soy de aquí, hace mucho que no salía de mi templo... Y ya ves, estoy bien perdido. Se llevó una mano a la cabeza como síntoma de fatiga. Mmm si no recuerdo mal, el hotel se llamaba Luz de Luna, o eso creo. Sino, debe ser muy parecido. Dijo con una sonrisa mientras volvía la vista hacia el mapa. Bueno,supongo que es normal que la gente se pierda mientras busca algún hotel, no es nada fácil. Comenzó a reír. Deberían de ponerlos todos juntos y en zonas accesibles, asi la gente no se perdería con tanta facilidad, o por lo menos gente como nosotros. Volvió a reír. No podía evitarlo, también hacia bastante tiempo que no lo hacía, desde aquella vez..
Asintió lentamente ante sus palabras. Se alegraba de haberla encontrado, si no fuera por ella seguiría perdido en este pueblo. Muchas gracias Elyse, pero antes de irnos debes pedir algo, estás obligada. Sonrió y llevó la vista al camarero esperando a que nos decidiéramos.
PD: siento muchisimo la espera T^T los exámenes no me permitieron pasarme por aqui T^T
A continuación Elyse se sentó a su lado, para tener una visión mejor del mapa. ¿Cómo podía haber sido tan ingenuo? Es verdad que hacía mucho tiempo que no salía de aquel templo, por no decir que no había salido nunca de allí. Pero había interactuado con la gente que se había presentado allí para orar. Esa era buena gente, no como con la que se había encontrado recientemente. Volvió a prestar atención a Elyse, agitó la cabeza y respondió lo más rápido que pudo.Sí, no soy de aquí, hace mucho que no salía de mi templo... Y ya ves, estoy bien perdido. Se llevó una mano a la cabeza como síntoma de fatiga. Mmm si no recuerdo mal, el hotel se llamaba Luz de Luna, o eso creo. Sino, debe ser muy parecido. Dijo con una sonrisa mientras volvía la vista hacia el mapa. Bueno,supongo que es normal que la gente se pierda mientras busca algún hotel, no es nada fácil. Comenzó a reír. Deberían de ponerlos todos juntos y en zonas accesibles, asi la gente no se perdería con tanta facilidad, o por lo menos gente como nosotros. Volvió a reír. No podía evitarlo, también hacia bastante tiempo que no lo hacía, desde aquella vez..
Asintió lentamente ante sus palabras. Se alegraba de haberla encontrado, si no fuera por ella seguiría perdido en este pueblo. Muchas gracias Elyse, pero antes de irnos debes pedir algo, estás obligada. Sonrió y llevó la vista al camarero esperando a que nos decidiéramos.
PD: siento muchisimo la espera T^T los exámenes no me permitieron pasarme por aqui T^T
- Mizuki Unari
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Re: Cafeteria
Los días en la academia solían ser algo agobiantes, más cuando las tareas y las actividades especiales se convertían en un gran problema, aun siendo un vampiro se me exigía estudiar, nada raro en realidad, sin embargo si era agotador.
El gran privilegio de encontrarme en esta formidable escuela, eran también, sus alrededores. Maravilloso. Salir a disfrutar de todo después de tanto estrés.
No solo era curioso ver como los humanos convivían entre si, si no que también me causaba cierta admiración sus construcciones en el pequeño pueblo.
Un lugar donde podía reunirme a pasar un poco el rato, había encontrado en café muy cómodo. Entre y una pequeña campanilla anuncio mi llegada, como era de costumbre una de las maseras me saludo y yo asentí con una leve sonrisa. Había gran número de mesas, pero mi asiento favorito se encontraba en el lado derecho de la puerta, junto a una ventana, si pasaba al lugar soló podía sentarme a ver un poco. Tome lugar en mi respectivo asiento, el menú ya se encontraba en la mesa, lo hojee un poco para ver que de todo me resultaba mas apetitoso, pero lo que en realidad quería era un poco de... sangre. Sacudí mi cabeza un poco para quitar de mi esa suculenta idea, si el presidente de habitación me escuchaba seguro estaría en problemas.
-Debo tratar de pensar en otra cosa.-
El gran privilegio de encontrarme en esta formidable escuela, eran también, sus alrededores. Maravilloso. Salir a disfrutar de todo después de tanto estrés.
No solo era curioso ver como los humanos convivían entre si, si no que también me causaba cierta admiración sus construcciones en el pequeño pueblo.
Un lugar donde podía reunirme a pasar un poco el rato, había encontrado en café muy cómodo. Entre y una pequeña campanilla anuncio mi llegada, como era de costumbre una de las maseras me saludo y yo asentí con una leve sonrisa. Había gran número de mesas, pero mi asiento favorito se encontraba en el lado derecho de la puerta, junto a una ventana, si pasaba al lugar soló podía sentarme a ver un poco. Tome lugar en mi respectivo asiento, el menú ya se encontraba en la mesa, lo hojee un poco para ver que de todo me resultaba mas apetitoso, pero lo que en realidad quería era un poco de... sangre. Sacudí mi cabeza un poco para quitar de mi esa suculenta idea, si el presidente de habitación me escuchaba seguro estaría en problemas.
-Debo tratar de pensar en otra cosa.-
- Ulliel Lindemann
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Re: Cafeteria
Corrí. Corrí por las calles como si una horda de animales salvajes me persiguiese. Pero, ¿acaso no son peores que estos los, justamente, salvajes, de nuestros compañeros? Tras aquel furtivo encuentro con los imbéciles que me hacían la vida imposible todos los días, arrastré conmigo a Weiss. No podíamos permanecer en la Academia. Era mejor irnos sin ser vistas, y luego desmentir todo lo que ellos puedan decir para culparnos por algo. Después de todo, no se me daba tan mal mentir. ¿Y quién no le creería a una excelente alumna como yo? Bueno, lo sé, lo sé. Lo de "excelente" es exagerar un poco, pero lo importante es que se entendió el sentido de lo que quise transmitir.
Al llegar a la cafetería, entré con gran ímpetu e impulso. Quien me viera, no dudaría en pensar que yo era una chica demasiado enérgica. Guié a Weiss hacia una mesa que estaba al lado de otra que se encontraba junto a la ventana. Alguien estaba sentado en esta última. Refunfuñé para mis adentros. Ese era el sitio que más me gustaba de la cafetería y había otra persona ocupándolo. Inflé los mofletes, observándolo, pero antes de ser demasiado evidente, desvié la mirada hacia la camarera. Le sonreí y sujeté la carta entre mis manos. Noté que estas me temblaban. "¿Pero qué..?" Sacudí la cabeza, quitándole importancia a mis nervios, y me decidí a elegir qué tomar. Sería una tarde larga, sobre todo cuando lo primordial era encontrar una excusa perfecta para no acabar amonestada.
Al llegar a la cafetería, entré con gran ímpetu e impulso. Quien me viera, no dudaría en pensar que yo era una chica demasiado enérgica. Guié a Weiss hacia una mesa que estaba al lado de otra que se encontraba junto a la ventana. Alguien estaba sentado en esta última. Refunfuñé para mis adentros. Ese era el sitio que más me gustaba de la cafetería y había otra persona ocupándolo. Inflé los mofletes, observándolo, pero antes de ser demasiado evidente, desvié la mirada hacia la camarera. Le sonreí y sujeté la carta entre mis manos. Noté que estas me temblaban. "¿Pero qué..?" Sacudí la cabeza, quitándole importancia a mis nervios, y me decidí a elegir qué tomar. Sería una tarde larga, sobre todo cuando lo primordial era encontrar una excusa perfecta para no acabar amonestada.
- Luce Leonhardt
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Re: Cafeteria
Elyse parecía estar ausente y el camarero ya empezaba a cansarse de esperar. Mizuki no paraba de mirar la carta, viendo innumerables cosas que el no entendía. Una taza de té por favor. Y sin más, tiró la carta en la mesa pensando por qué Elyse estaría de ese modo. No había conocido a nadie más desde que llegó al pueblo, y es su guía, o por lo menos lo era. Mizuki odiaba este tipo de situaciones, un silencio que no puede romperse...
Comenzó a tararear una bella canción que le recordaba a esos días en los que fue feliz con su amada. Y ahora está lejos, muy lejos de él. Abstrayéndose de sus pensamientos, el camarero por fin le trajo su té. Le venía bien relajarse y pensar en otra cosa. Muchas gracias. dijo cogiendo su té, dándole un pequeño sorbo. En ese momento entró un chico, y parecía ser una vampiro. Sin pensarlo Mizuki se levanto de su asiento, llevando su té de la mano y pidiendole disculpas de antemano a Elyse. Se dirigió a la mesa en la que estaba sentado el chico. ¿Puedo? preguntó mirando el asiento que quedaba libre. Tenía que ir conociendo a alguien en el pueblo, sino seguiría perdido y eso no le agradaba nada.
Sin esperarlo siquiera, la puerta le golpeo en la cabeza, haciendo que ésta acabara dentro del té. ¡Ay! ¡Ay! ¡Me quemo! soltó el té y se tapó la nariz y los labios, que habían quedado bañados por el suculento té. ¡Pero que ha pasado! se preguntó hasta que vio a las dos culpables, ya sentadas en la mesa. Se acercó a la morena señalandole su nariz. Has hecho que me queme la nariz y los labios, duele. le dijo medio llorando. Esperaba una disculpa por su parte, aunque solo quería divertirse un poco. La chica parecía nerviosa, sus manos estaban temblando, y ahora no hacía frío. Disculpa mi pregunta pero, ¿ha pasado algo? Sabía que era raro que un desconocido preguntara aquello, pero así era el "pequeño" y educado Mizuki.
Comenzó a tararear una bella canción que le recordaba a esos días en los que fue feliz con su amada. Y ahora está lejos, muy lejos de él. Abstrayéndose de sus pensamientos, el camarero por fin le trajo su té. Le venía bien relajarse y pensar en otra cosa. Muchas gracias. dijo cogiendo su té, dándole un pequeño sorbo. En ese momento entró un chico, y parecía ser una vampiro. Sin pensarlo Mizuki se levanto de su asiento, llevando su té de la mano y pidiendole disculpas de antemano a Elyse. Se dirigió a la mesa en la que estaba sentado el chico. ¿Puedo? preguntó mirando el asiento que quedaba libre. Tenía que ir conociendo a alguien en el pueblo, sino seguiría perdido y eso no le agradaba nada.
Sin esperarlo siquiera, la puerta le golpeo en la cabeza, haciendo que ésta acabara dentro del té. ¡Ay! ¡Ay! ¡Me quemo! soltó el té y se tapó la nariz y los labios, que habían quedado bañados por el suculento té. ¡Pero que ha pasado! se preguntó hasta que vio a las dos culpables, ya sentadas en la mesa. Se acercó a la morena señalandole su nariz. Has hecho que me queme la nariz y los labios, duele. le dijo medio llorando. Esperaba una disculpa por su parte, aunque solo quería divertirse un poco. La chica parecía nerviosa, sus manos estaban temblando, y ahora no hacía frío. Disculpa mi pregunta pero, ¿ha pasado algo? Sabía que era raro que un desconocido preguntara aquello, pero así era el "pequeño" y educado Mizuki.
Última edición por Mizuki Unari el Sáb Nov 22, 2014 7:52 pm, editado 1 vez
- Mizuki Unari
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Re: Cafeteria
Mi tranquilidas fue, ligeramente perturbada. Una jovencilla había entrado de forma muy notoria a la cafeteria. Su energetica actitud no pudo ser pasada desapercibida. Parecia ser alguien agradable y un tanto, más, interesante. No aparte lo ojos de ella, de alguna forma me causaba alguma clase de curiosidad. ¿La habría visto en alguna otra parte? No estaba del todo seguro, pero esa intensa sensación me decia que sí.
Al momento que ella tomaba el menú la observe más. En el tiempo que había pasado conviviendo con los humanos comprendí que para algunos les resultaba incomodo que otra los mirara de forma persistente. Ahora solo me sentia aburrido, lo unico que deseaba era encontrar forma de pasar un poco el rato.
Le hice una seña a la mesera y ordene. Procure hablar de forma sutil, pero fuerte.
-Podrías traerme un cappuchino moka, por favor. Ah, y unos de esos panecillos que aveces hacen, gracias.-
No era muy digno de mi ser algo impertinente, pero hoy deseaba pasar un rato más agradable.Me levante de mi mesa y me dirigi a la continua, solo me quede de pie unos segundos.
-¿Puedo? Le pregunte mostrando una sonrisa de lado.
Común en mi no lo era, yo preferia ser más solitario, pero quizás su energía tan vivaz me causaba un poco de atracción. Después de todo tenía ya una idea de donde podriamos haber nos visto.
Un joven se había acercado también, lo mire un poco y volví la mirada a ella.
-Pero no quiero importunar- Le dije seguido de un ademan educado.
Al momento que ella tomaba el menú la observe más. En el tiempo que había pasado conviviendo con los humanos comprendí que para algunos les resultaba incomodo que otra los mirara de forma persistente. Ahora solo me sentia aburrido, lo unico que deseaba era encontrar forma de pasar un poco el rato.
Le hice una seña a la mesera y ordene. Procure hablar de forma sutil, pero fuerte.
-Podrías traerme un cappuchino moka, por favor. Ah, y unos de esos panecillos que aveces hacen, gracias.-
No era muy digno de mi ser algo impertinente, pero hoy deseaba pasar un rato más agradable.Me levante de mi mesa y me dirigi a la continua, solo me quede de pie unos segundos.
-¿Puedo? Le pregunte mostrando una sonrisa de lado.
Común en mi no lo era, yo preferia ser más solitario, pero quizás su energía tan vivaz me causaba un poco de atracción. Después de todo tenía ya una idea de donde podriamos haber nos visto.
Un joven se había acercado también, lo mire un poco y volví la mirada a ella.
-Pero no quiero importunar- Le dije seguido de un ademan educado.
- Ulliel Lindemann
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Re: Cafeteria
Mi mirada viajó por aquel menú hasta detenerse en la zona de las malteadas. Alegre, como si con sólo ver la palabra "frutilla" allí escrita me hubiese olvidado de todo el mal rato pasado con anterioridad en la Academia, pedí la respectiva malteada. También pedí unos panecillos.
- Y que tengan mucho chocolate, por favor -acoté, dejando en claro mi apetencia por los dulces, y sin dejar de sonreír en ningún momento. Pues, claro, ¿acaso qué se piensa? ¿Que no voy a estar feliz? Cuando de comida se trata -y más si son dulces- nadie puede permitirse estar triste. Y sí, yo era una glotona por naturaleza, pero al menos agradecía ser de contextura delgada y no engordar ni aunque me coma veinte pasteles seguidos.
La camarera se retiró y miré a Weiss. Parecía ensimismada. ¿Acaso no iba a pedir nada? Estiré cuidadosamente mi brazo hasta que mi dedo índice picó su nariz. Lo hice una, dos, tres veces. Acabé por enarcar una ceja.
- ¿Weiss..? -intenté llamar su atención, pero entonces fue mi atención la que fue atraída hacia otro sitio. Giré la cabeza, confundida. ¿Qué? ¿Qué estaba diciendo? ¿Me estaba hablando a mí? Un muchacho de cabello blanquecino se posicionó al lado de nuestra mesa, acusándome. Mi expresión fue de un anonadamiento total-. ¿E-eh? -apenas pude emitir. Miré a Weiss, pero esta no se inmutó. Así que volví a mirarlo. En el repentino momento de su aparición no me había dado cuenta, pero ahora que lo veía mejor y menos sorprendida, me percataba de su extraño atuendo y de sus curiosos ojos. Y.. ¡¿Estaba llorando?! Giré mi cabeza hacia un lado y otro. ¿Yo le había hecho eso? Entonces, como una secuencia de imágenes, rememoré el instante en el cual ingresé a la cafetería: estaba nerviosa, inquieta, tenía miedo que los prefectos o el Director se enterasen del "pequeño" disturbio ocasionado con dos de mis compañeros y, encima, la mesa en la cual siempre me siento ya estaba ocupada por alguien más. En medio de todo ese desborde emocional y mental, abrí la puerta de repente. Había notado un pequeño golpe, como si una roca se estrellara con la madera al ser abierta, pero no le di importancia. Y ahora..
- Y ahora me vengo a enterar de que esa roca era su cabeza.. -comenté, más para mí que para él, riendo algo nerviosa y también algo tímida, quizás deseando que la tierra me tragase también. Había cerrado mis ojos por un momento, pero volví a abrirlos en cuanto él preguntó aquello. La sorpresa fue mayor. ¡¿Es que acaso no estaba llorando?! Y ahora se lo veía de lo más bien. Era un chico raro. Miré a Weiss y la pateé por debajo de la mesa. Tal vez mejor deberíamos irnos, ¿no? Hablar con extraños no es algo recomendable, pero.. ¿pero cómo me iría sin quedar como una imbécil? "Ya, Luce, cálmate; ¿qué demonios te pasa?"
Suspiré y lo observé, completamente segura de mí misma, al menos en apariencia.
- Siento lo de antes -dije, mentón en alto y señalando hacia la puerta-. Y no, no ha pasado nada. Estamos bien -aclaré, quitándole importancia al asunto y pretendiendo ser algo borde, respondiendo por Weiss y por mí. En el momento en que mis ojos se cruzaron con los suyos, aparté la mirada. Me daba algo de miedo. ¿Dónde habría conseguido esas lentillas felinas? Y justo cuando estaba debatiendo en mi interior qué hacer, una nueva silueta aparece. "Vaya, yo que creía que aquí estaría tranquila..", pensé. Y, al alzar la vista, esperando encontrar las palabras justas para alejar a ambos individuos, me quedé pasmada, boquiabierta.
Alto, rubio, elegante. Oh, por Dios, oh, por Dios. Y yo con el cabello así de desarreglado y con este uniforme horrendo. Miré de un lado a otro nuevamente. ¿Por qué Weiss tenía que empanarse en un momento así? Y lo más importante: ¿desde cuándo ocurría esto de que chicos extraños y extrañamente atractivos se acercaran a mí? Y en cuanto me percaté de mi expresión de idiota, tragué saliva y alcé ambas cejas, comenzando a sonreír, permitiendo que una suave risita se escapara entre mis labios.
- Eh.. no, creo que puedes sentarte y que no... molestas -acabé por susurrar, y entonces me di cuenta de lo que había dicho. Dentro mío quería golpear mi cabeza contra la mesa una y otra vez. Miré al otro muchacho-. Tú también puedes sentarte si quieres -agregué, entrecerrando los ojos. Él había venido a mí con una acusación, no amablemente como el otro muchacho, pero aún así yo no era descortés ni antisocial, así que me pareció adecuado invitarle a compartir esta improvisada merienda. De todos modos, eso no quitaba el hecho de que toda esta situación fuera de lo más extraña y yo no supiera qué diablos hacer.
La camarera llegó con mi pedido, y observó extrañada al joven que no tenía su nariz quemada. Él estaba en otra mesa antes, por lo que pareció extrañarse por el cambio. Aún así, dejó su pedido en la nuestra. Entonces, lo miré. ¿Dónde lo había visto? Entrecerré los ojos, pensativa, y fue en ese momento que advertí el escudo de la Academia Cross en su abrigo. Lo miré, sorprendida. ¿Él también era alumno de allí?
- Y que tengan mucho chocolate, por favor -acoté, dejando en claro mi apetencia por los dulces, y sin dejar de sonreír en ningún momento. Pues, claro, ¿acaso qué se piensa? ¿Que no voy a estar feliz? Cuando de comida se trata -y más si son dulces- nadie puede permitirse estar triste. Y sí, yo era una glotona por naturaleza, pero al menos agradecía ser de contextura delgada y no engordar ni aunque me coma veinte pasteles seguidos.
La camarera se retiró y miré a Weiss. Parecía ensimismada. ¿Acaso no iba a pedir nada? Estiré cuidadosamente mi brazo hasta que mi dedo índice picó su nariz. Lo hice una, dos, tres veces. Acabé por enarcar una ceja.
- ¿Weiss..? -intenté llamar su atención, pero entonces fue mi atención la que fue atraída hacia otro sitio. Giré la cabeza, confundida. ¿Qué? ¿Qué estaba diciendo? ¿Me estaba hablando a mí? Un muchacho de cabello blanquecino se posicionó al lado de nuestra mesa, acusándome. Mi expresión fue de un anonadamiento total-. ¿E-eh? -apenas pude emitir. Miré a Weiss, pero esta no se inmutó. Así que volví a mirarlo. En el repentino momento de su aparición no me había dado cuenta, pero ahora que lo veía mejor y menos sorprendida, me percataba de su extraño atuendo y de sus curiosos ojos. Y.. ¡¿Estaba llorando?! Giré mi cabeza hacia un lado y otro. ¿Yo le había hecho eso? Entonces, como una secuencia de imágenes, rememoré el instante en el cual ingresé a la cafetería: estaba nerviosa, inquieta, tenía miedo que los prefectos o el Director se enterasen del "pequeño" disturbio ocasionado con dos de mis compañeros y, encima, la mesa en la cual siempre me siento ya estaba ocupada por alguien más. En medio de todo ese desborde emocional y mental, abrí la puerta de repente. Había notado un pequeño golpe, como si una roca se estrellara con la madera al ser abierta, pero no le di importancia. Y ahora..
- Y ahora me vengo a enterar de que esa roca era su cabeza.. -comenté, más para mí que para él, riendo algo nerviosa y también algo tímida, quizás deseando que la tierra me tragase también. Había cerrado mis ojos por un momento, pero volví a abrirlos en cuanto él preguntó aquello. La sorpresa fue mayor. ¡¿Es que acaso no estaba llorando?! Y ahora se lo veía de lo más bien. Era un chico raro. Miré a Weiss y la pateé por debajo de la mesa. Tal vez mejor deberíamos irnos, ¿no? Hablar con extraños no es algo recomendable, pero.. ¿pero cómo me iría sin quedar como una imbécil? "Ya, Luce, cálmate; ¿qué demonios te pasa?"
Suspiré y lo observé, completamente segura de mí misma, al menos en apariencia.
- Siento lo de antes -dije, mentón en alto y señalando hacia la puerta-. Y no, no ha pasado nada. Estamos bien -aclaré, quitándole importancia al asunto y pretendiendo ser algo borde, respondiendo por Weiss y por mí. En el momento en que mis ojos se cruzaron con los suyos, aparté la mirada. Me daba algo de miedo. ¿Dónde habría conseguido esas lentillas felinas? Y justo cuando estaba debatiendo en mi interior qué hacer, una nueva silueta aparece. "Vaya, yo que creía que aquí estaría tranquila..", pensé. Y, al alzar la vista, esperando encontrar las palabras justas para alejar a ambos individuos, me quedé pasmada, boquiabierta.
Alto, rubio, elegante. Oh, por Dios, oh, por Dios. Y yo con el cabello así de desarreglado y con este uniforme horrendo. Miré de un lado a otro nuevamente. ¿Por qué Weiss tenía que empanarse en un momento así? Y lo más importante: ¿desde cuándo ocurría esto de que chicos extraños y extrañamente atractivos se acercaran a mí? Y en cuanto me percaté de mi expresión de idiota, tragué saliva y alcé ambas cejas, comenzando a sonreír, permitiendo que una suave risita se escapara entre mis labios.
- Eh.. no, creo que puedes sentarte y que no... molestas -acabé por susurrar, y entonces me di cuenta de lo que había dicho. Dentro mío quería golpear mi cabeza contra la mesa una y otra vez. Miré al otro muchacho-. Tú también puedes sentarte si quieres -agregué, entrecerrando los ojos. Él había venido a mí con una acusación, no amablemente como el otro muchacho, pero aún así yo no era descortés ni antisocial, así que me pareció adecuado invitarle a compartir esta improvisada merienda. De todos modos, eso no quitaba el hecho de que toda esta situación fuera de lo más extraña y yo no supiera qué diablos hacer.
La camarera llegó con mi pedido, y observó extrañada al joven que no tenía su nariz quemada. Él estaba en otra mesa antes, por lo que pareció extrañarse por el cambio. Aún así, dejó su pedido en la nuestra. Entonces, lo miré. ¿Dónde lo había visto? Entrecerré los ojos, pensativa, y fue en ese momento que advertí el escudo de la Academia Cross en su abrigo. Lo miré, sorprendida. ¿Él también era alumno de allí?
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Re: Cafeteria
La joven de ojos cafés parecía una chica encantadora, parecía ser alguien mas sonriente de lo que yo esperaba. Justo antes tomar asiento contemple al individuo de blanca cabellera, un tanto curioso por sus prendas, era obvio que no se trataba de un estudiante de la academia Cross Sin embargo no pase por alto su presencia, no era digno de mi ser grosero, por lo cual me presente para que todos conociera mi nombre.
-Mi nombre es Lindemann, Ulliel Lindemann.- Junte ambos de mis pies y realicé una leve reverencia, con mi mano derecha pegada al pecho, justo en el corazón Levante lentamente mi cuerpo, recuperando mi recta postura.
Con tranquilidad tome la silla y la jale para poder sentarme, la amable mesera dejo mi capuchino moka en la mesa junto con un grande plato con diversos panecillos, había de chocolat, vainilla y uno que otro con un poco de glaseado blanco. Sonreí al ver los de vainilla que era de mis favoritos. Aun que no tome ninguno, no empezaría a comer hasta que todos se encontrarán listos.
-Si gustan ordenar algo más sientan se en confianza, yo pagare todo- Cuando se trataba de gastar yo nunca encontraba ningún inconveniente.
Su mirada me alerto, era tan obvio y no me había percatado. Su uniforme era de la clase diurna. Yo llevaba puesta una gabardina beige donde se apreciaba en el lado derecho el escudo de la institución, a pesar de su energetica actitud resultaba ser alguien muy observadora.
-Si, también soy alumno de la academia Cross vengó de la clase nocturna.- Sonreí y por un lapso de segundo uno de mis colmillos salio a relucir.
-Mi nombre es Lindemann, Ulliel Lindemann.- Junte ambos de mis pies y realicé una leve reverencia, con mi mano derecha pegada al pecho, justo en el corazón Levante lentamente mi cuerpo, recuperando mi recta postura.
Con tranquilidad tome la silla y la jale para poder sentarme, la amable mesera dejo mi capuchino moka en la mesa junto con un grande plato con diversos panecillos, había de chocolat, vainilla y uno que otro con un poco de glaseado blanco. Sonreí al ver los de vainilla que era de mis favoritos. Aun que no tome ninguno, no empezaría a comer hasta que todos se encontrarán listos.
-Si gustan ordenar algo más sientan se en confianza, yo pagare todo- Cuando se trataba de gastar yo nunca encontraba ningún inconveniente.
Su mirada me alerto, era tan obvio y no me había percatado. Su uniforme era de la clase diurna. Yo llevaba puesta una gabardina beige donde se apreciaba en el lado derecho el escudo de la institución, a pesar de su energetica actitud resultaba ser alguien muy observadora.
-Si, también soy alumno de la academia Cross vengó de la clase nocturna.- Sonreí y por un lapso de segundo uno de mis colmillos salio a relucir.
- Ulliel Lindemann
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Re: Cafeteria
Miré al peliblanco que aún no había tomado asiento. ¿Qué esperaba? ¿A que me arrepintiera? No tendría problema en "accidentalmente" golpear su nariz otra vez. Hoy no era uno de mis mejores días, así que sería mejor si él no decidía tentar a la suerte. Aún así, sonreí, porque los demás no tienen por qué soportar mi mal genio si no tienen la culpa de nada. Por lo tanto, como si nada pasara, le hice un ademán de manos al joven, indicando que se sentara de una vez. En ese instante, el otro muchacho se presentó. Lo miré algo sorprendida. Ulliel.. ¿por qué sentía que me sonaba de algo? Quizás sólo fueran especulaciones mías.
- Yo soy Luce y ella es Weiss -señalé a mi compañera que continuaba empanada-. Encantada de conocerte, Ulliel -sonreí y miré al otro muchacho-. ¿Y tú..? ¿Cómo te llamas? Si voy a compartir una merienda con alguien, a menos quisiera saber sus nombres -reí, pues era lo más lógico, y lo del golpecito ya había pasado, por lo que ya podía sentirse en confianza él también. Sin embargo, quedé absorta antes las palabras del joven de cabellos rubios. Lo miré, abriendo los ojos de par en par. ¿A qué se debía tanta amabilidad? Sacudí ambas manos delante de mi cuerpo, en señal de negativa, algo nerviosa, y quitándole importancia al asunto-. Eh, no, no, así está bien, agradezco la cortesía, pero no te preocupes -dije entre pequeñas risas algo exaltadas. Y cuando se percató de mi sorpresa al mirar su escudo de la Academia, como si me hubiese leído la mente, dijo aquello. En ese momento recuperé la compostura y suspiré suavemente-. Yo también voy allí, pero a la Clase Diurn... -no terminé de pronunciar aquella palabra, cuando me percaté de lo que ocurría: yo, Luce Leonhardt, estaba compartiendo una mesa en la cafetería con... ¡¿Un alumno de la Clase Nocturna?! Oh, por Dios. Eso lo explicaba todo. Esa apariencia, ese porte, esa elegancia... ¡¿pero qué demonios estaba haciendo?! Me estaba comportando como una idiota, y delante de uno de aquellos por el cual todas mis compañeras -e incluso yo, de vez en cuando- morimos de admiración. Pero, tranquila. Debía permanecer tranquila. Tal vez me había confundido con alguien y por eso se acercó. Quién sabe. De todos modos, debía aparentar normalidad. Pues nada malo ocurría en hablar con él, ¿verdad? Aún no entendía por qué la Academia era tan estricta con la división de Clases, pero esta no era la Academia, era una simple cafetería, y normalmente las personas son sociables y acaban por conocerse de un modo u otro.
Tras un breve silencio, volví a sonreír.
- ¿Hace mucho que estudias en la Academia? -pregunté, intrigada. Después de todo, si ibamos a compartir estos aperitivos juntos, de algo habría que hablar, ¿no?
- Yo soy Luce y ella es Weiss -señalé a mi compañera que continuaba empanada-. Encantada de conocerte, Ulliel -sonreí y miré al otro muchacho-. ¿Y tú..? ¿Cómo te llamas? Si voy a compartir una merienda con alguien, a menos quisiera saber sus nombres -reí, pues era lo más lógico, y lo del golpecito ya había pasado, por lo que ya podía sentirse en confianza él también. Sin embargo, quedé absorta antes las palabras del joven de cabellos rubios. Lo miré, abriendo los ojos de par en par. ¿A qué se debía tanta amabilidad? Sacudí ambas manos delante de mi cuerpo, en señal de negativa, algo nerviosa, y quitándole importancia al asunto-. Eh, no, no, así está bien, agradezco la cortesía, pero no te preocupes -dije entre pequeñas risas algo exaltadas. Y cuando se percató de mi sorpresa al mirar su escudo de la Academia, como si me hubiese leído la mente, dijo aquello. En ese momento recuperé la compostura y suspiré suavemente-. Yo también voy allí, pero a la Clase Diurn... -no terminé de pronunciar aquella palabra, cuando me percaté de lo que ocurría: yo, Luce Leonhardt, estaba compartiendo una mesa en la cafetería con... ¡¿Un alumno de la Clase Nocturna?! Oh, por Dios. Eso lo explicaba todo. Esa apariencia, ese porte, esa elegancia... ¡¿pero qué demonios estaba haciendo?! Me estaba comportando como una idiota, y delante de uno de aquellos por el cual todas mis compañeras -e incluso yo, de vez en cuando- morimos de admiración. Pero, tranquila. Debía permanecer tranquila. Tal vez me había confundido con alguien y por eso se acercó. Quién sabe. De todos modos, debía aparentar normalidad. Pues nada malo ocurría en hablar con él, ¿verdad? Aún no entendía por qué la Academia era tan estricta con la división de Clases, pero esta no era la Academia, era una simple cafetería, y normalmente las personas son sociables y acaban por conocerse de un modo u otro.
Tras un breve silencio, volví a sonreír.
- ¿Hace mucho que estudias en la Academia? -pregunté, intrigada. Después de todo, si ibamos a compartir estos aperitivos juntos, de algo habría que hablar, ¿no?
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Re: Cafeteria
Mi búsqueda por sangre puras me había llevado a conocer todo tipo de lugares, culturas y sensaciones. Desde lo más repugnante hasta lo más hermoso, olores, colores, texturas... había recorrido el mundo entero siguiendo las débiles pistas que encontraba a mi paso, sin siquiera saber si eran verdaderas o no.
La única asesora en mi búsqueda implacable era mi voz interna, ella me dictaba la razón, lo correcto y lo que seguía a continuación.
Había recorrido muchos kilómetros desde una ciudad lejana hasta este pueblo, sólo yo, mi chofer y mis pertenencias: ropas, joyas y dinero -no que necesitara de él en gran medida, la mayoría de las veces lo utilizaba para premiar a los acompañantes ocasionales que cruzaban mi camino-.
Sin embargo, me sentía algo aburrida, solitaria... ^¿lo normal en una sangre pura con tantos años encima?^.
Al llegar a este nuevo lugar, el chofer estacionó cerca de la plaza del pueblo, podía ver distintos apartados de ventas y recreación que tanto disfrutaban los humanos ^tss... esa raza tan... peculiar^, miré por la ventana unos segundos antes de que me abriera la puerta y bajara del coche.
-Veamos quién puede quitarme este aburrimiento...
Dije al aire con voz suave y algo jubilosa, fruto de mi entusiasmo ante tal reto: encontrar compañía para jugar. Mis ojos revoloteaban de puesto en puesto, de cara en cara, analizando a las personas, buscando quien me llamase la atención.
Emprendí un paso ligero pero firme hacia el centro del lugar, girando la cabeza un poco, buscando, esperando...
-¡Chofer!, lleva mis cosas al lugar que te dije, yo llegaré después...
Tenía planeado disfrutar un rato de mí misma y de mis brillantes y entretenidas sesiones de juego, para lo cual debía encontrar primeramente un acompañante. Los mejores especímenes para tal objetivo, eran las feminas; tan delicadas, indefensas y tan ilusas... no encontraba mayor satisfacción que responder ante sus súplicas *sonríe*, "Sara nee-sama" me llamaban, con sus angelicales voces... mis niñas tan malcriadas, pero tan queridas hasta que se extinguían.
^¿dónde podré encontrar alguien así?^ Veía todo tipo de personas, niños, ancianos, hombres y mujeres... pero no jovencitas, al menos no las jovencitas que llamaran mi atención.
Al escanear los puestos una vez más, localicé una cafetería... tenía pinta de sorbetería, por lo que anunciaba una buena elección para empezar.Entré al recinto abriendo la puerta yo misma ^no debería suceder...^, observé a la multitud que se había congregado ahí y para mi sorpresa me encontré con un vampiro, seguramente de la academia de Caien... pero lo que más llamó mi atención fueron unos grandes ojos marrón, tan llenos de vida, unas mejillas que parecían sonrojadas, seguramente por la presencia de aquél joven vampiro... no pude quitarle mi atención, ^ella tiene que ser...^
La única asesora en mi búsqueda implacable era mi voz interna, ella me dictaba la razón, lo correcto y lo que seguía a continuación.
Había recorrido muchos kilómetros desde una ciudad lejana hasta este pueblo, sólo yo, mi chofer y mis pertenencias: ropas, joyas y dinero -no que necesitara de él en gran medida, la mayoría de las veces lo utilizaba para premiar a los acompañantes ocasionales que cruzaban mi camino-.
Sin embargo, me sentía algo aburrida, solitaria... ^¿lo normal en una sangre pura con tantos años encima?^.
Al llegar a este nuevo lugar, el chofer estacionó cerca de la plaza del pueblo, podía ver distintos apartados de ventas y recreación que tanto disfrutaban los humanos ^tss... esa raza tan... peculiar^, miré por la ventana unos segundos antes de que me abriera la puerta y bajara del coche.
-Veamos quién puede quitarme este aburrimiento...
Dije al aire con voz suave y algo jubilosa, fruto de mi entusiasmo ante tal reto: encontrar compañía para jugar. Mis ojos revoloteaban de puesto en puesto, de cara en cara, analizando a las personas, buscando quien me llamase la atención.
Emprendí un paso ligero pero firme hacia el centro del lugar, girando la cabeza un poco, buscando, esperando...
-¡Chofer!, lleva mis cosas al lugar que te dije, yo llegaré después...
Tenía planeado disfrutar un rato de mí misma y de mis brillantes y entretenidas sesiones de juego, para lo cual debía encontrar primeramente un acompañante. Los mejores especímenes para tal objetivo, eran las feminas; tan delicadas, indefensas y tan ilusas... no encontraba mayor satisfacción que responder ante sus súplicas *sonríe*, "Sara nee-sama" me llamaban, con sus angelicales voces... mis niñas tan malcriadas, pero tan queridas hasta que se extinguían.
^¿dónde podré encontrar alguien así?^ Veía todo tipo de personas, niños, ancianos, hombres y mujeres... pero no jovencitas, al menos no las jovencitas que llamaran mi atención.
Al escanear los puestos una vez más, localicé una cafetería... tenía pinta de sorbetería, por lo que anunciaba una buena elección para empezar.Entré al recinto abriendo la puerta yo misma ^no debería suceder...^, observé a la multitud que se había congregado ahí y para mi sorpresa me encontré con un vampiro, seguramente de la academia de Caien... pero lo que más llamó mi atención fueron unos grandes ojos marrón, tan llenos de vida, unas mejillas que parecían sonrojadas, seguramente por la presencia de aquél joven vampiro... no pude quitarle mi atención, ^ella tiene que ser...^
- Sara Shirabuki
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Re: Cafeteria
Oh, vamos. ¿Tan mala era para entablar una conversación decente? Noté cómo mis dos acompañantes inesperados se habían quedado mudos. Puse los ojos en blanco y cuando mi pedido estuvo sobre la mesa, bebí del sorbete con mi mejilla recargada sobre mi mano. Sin embargo, saqué aquella mala cara pronto, pues me percaté de algo esencial: los hombres suelen ser más lindos cuando están callados. Y aunque esta frase siempre fuese utilizada por ellos para caracterizarnos a nosotras, las mujeres, yo me vanagloreaba de, en este momento, haberle sacado provecho y haber invertido los tantos. Si bien no podía negar que ese joven perteneciente a la Clase Nocturna era tan deslumbrante y perfecto como mis compañeras describían a tales alumnos, no podía negar que en su estado silencioso yo podía observarlo mejor, aprovechando su empanamiento. ¿Y si lo secuestraba? ¿Acaso alguien se daría cuenta? ¿Lo echarían de menos? Parpadeé un par de veces ante tal pensamiento. Reí ligeramente para mí misma. Qué tonta, por supuesto que la respuesta a esas últimas preguntas sería un enorme “sí”. Pues, ¿cómo no echar de menos semejante belleza caída del mismísimo Olimpo? Y cuando me percaté de lo babosos que eran mis pensamientos y de lo imbécil que estaba quedando para conmigo misma, sacudí la cabeza y bajé la mirada por unos instantes. “Ah, Luce, nunca cambias”.
La puerta de la cafetería se abrió de par en par. La campanilla sonó. Me encontraba distraída, pero entonces un insistente murmullo invadió el lugar. ¿A qué se debía el repetino alboroto? Levanté la mirada y entonces la vi. Mis pupilas se ensancharon, a la vez que una expresión sumamente asombrada invadía mi rostro. Aquella mujer había irrumpido en el lugar y había logrado captar la atención de todos. A decir verdad, era muy elegante, sumamente sofisticada. Su largo cabello rubio era lo que más había llamado mi atención. “Qué hermosa es”, pensé, sumamente asombrada. Y entonces me miré a mí misma, y miré al muchacho que tenía delante, y volví a mirarla a ella. ¿A quién quería engañar? Era evidente que yo resultaba una piltrafa humana, un pequeño bufón, al lado de alguien como ella.
La puerta de la cafetería se abrió de par en par. La campanilla sonó. Me encontraba distraída, pero entonces un insistente murmullo invadió el lugar. ¿A qué se debía el repetino alboroto? Levanté la mirada y entonces la vi. Mis pupilas se ensancharon, a la vez que una expresión sumamente asombrada invadía mi rostro. Aquella mujer había irrumpido en el lugar y había logrado captar la atención de todos. A decir verdad, era muy elegante, sumamente sofisticada. Su largo cabello rubio era lo que más había llamado mi atención. “Qué hermosa es”, pensé, sumamente asombrada. Y entonces me miré a mí misma, y miré al muchacho que tenía delante, y volví a mirarla a ella. ¿A quién quería engañar? Era evidente que yo resultaba una piltrafa humana, un pequeño bufón, al lado de alguien como ella.
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Re: Cafeteria
Ella se había ganado mi atención con tan sólo reaccionar ante mi llegada, sus ojos me indicaban ternura, juventud, inocencia… cualidades exquisitas que poseían la mayoría de mis niñas. Se veía en edad de pertenecer a una secundaria, y como la única cercana era la academia, era de suponer que asistía a la misma, quizá podía ganarme a sus amigas ^ después de ganármela a ella ^.
No me explicaba que hacía alguien de la clase nocturna con ella ^tss… “mi compañero de clase”, hijo de no sé quién^
*Sonríe* Posaba sus ojos en mí, después en su acompañante... como si estuviera buscando alguna similitud ^ pálida piel por mucho niña ^ No sabía si el vampiro ya la hubiese reclamado como suya, tenía entendido que estaba prohibido hacer ese tipo de cosas ^ no para mí ^, sin embargo eso no me preocupaba en lo más mínimo, después de todo, como orden natural de las cosas, debía acceder a cederme a esta humana, la orden de un sangre pura no era jamás refutada por la demás comunidad de vampiros, a menos claro, que se tratase de otro sangre pura, pero seguramente no era ese el caso.
Dirigí mis pasos fluidamente, pero suaves en dirección a la chica, asintiendo en forma de saludo, con una sonrisa disimulada, me acerqué lo suficiente para sentir su aroma *inhala discretamente* ^ hmmm… dulce, fresca y apetitosa… digna de una sesión de juegos ^ , sin detenerme, me senté en una butaca cercana, manteniendo contacto visual con mi futuro entretenimiento.
Una mesera del lugar se acercó a mi con un menú en sus manos, ofreciéndomelo tímidamente, casi temblando… al parecer le era difícil verme a la cara.
-No tengas miedo dulzura *sonríe*, no te morderé ^ no a ti ^ .
Dije no estando segura si los demás podían irme, pero era seguro que estaban algo alarmados, esperando mi siguiente movimiento… tomé a la mesera por el brazo con una mano mientras le quitaba el menú con la otra, al tiempo que la acercaba a mí con algo de brusquedad para ser sincera; su rostro se encontraba a pocos centímetros del mío, desvié mi boca a un lado de su oído y le susurré:
-Cuando me sienta aún más aburrida, vendré por tí…
Al decir la última palabra en el oído de la mujer, dirigí mis ojos a la chica de inocentes ojos marrón con cierto grado de picardía. Solté a la mesera para que pudiera respirar, con suerte lejos de mí. Aún en la distancia, podía escuchar el rápido latir de la mujer que había sido parte de la diversión, aunque algo tímida, no era de mi agrado, si me la topara en otras condiciones, sólo serviría de alimento. Mi atención seguía siendo de esa frágil humana, si en ese día no la llevaba conmigo, en la academia no tendría salida.*Sonríe*
No me explicaba que hacía alguien de la clase nocturna con ella ^tss… “mi compañero de clase”, hijo de no sé quién^
*Sonríe* Posaba sus ojos en mí, después en su acompañante... como si estuviera buscando alguna similitud ^ pálida piel por mucho niña ^ No sabía si el vampiro ya la hubiese reclamado como suya, tenía entendido que estaba prohibido hacer ese tipo de cosas ^ no para mí ^, sin embargo eso no me preocupaba en lo más mínimo, después de todo, como orden natural de las cosas, debía acceder a cederme a esta humana, la orden de un sangre pura no era jamás refutada por la demás comunidad de vampiros, a menos claro, que se tratase de otro sangre pura, pero seguramente no era ese el caso.
Dirigí mis pasos fluidamente, pero suaves en dirección a la chica, asintiendo en forma de saludo, con una sonrisa disimulada, me acerqué lo suficiente para sentir su aroma *inhala discretamente* ^ hmmm… dulce, fresca y apetitosa… digna de una sesión de juegos ^ , sin detenerme, me senté en una butaca cercana, manteniendo contacto visual con mi futuro entretenimiento.
Una mesera del lugar se acercó a mi con un menú en sus manos, ofreciéndomelo tímidamente, casi temblando… al parecer le era difícil verme a la cara.
-No tengas miedo dulzura *sonríe*, no te morderé ^ no a ti ^ .
Dije no estando segura si los demás podían irme, pero era seguro que estaban algo alarmados, esperando mi siguiente movimiento… tomé a la mesera por el brazo con una mano mientras le quitaba el menú con la otra, al tiempo que la acercaba a mí con algo de brusquedad para ser sincera; su rostro se encontraba a pocos centímetros del mío, desvié mi boca a un lado de su oído y le susurré:
-Cuando me sienta aún más aburrida, vendré por tí…
Al decir la última palabra en el oído de la mujer, dirigí mis ojos a la chica de inocentes ojos marrón con cierto grado de picardía. Solté a la mesera para que pudiera respirar, con suerte lejos de mí. Aún en la distancia, podía escuchar el rápido latir de la mujer que había sido parte de la diversión, aunque algo tímida, no era de mi agrado, si me la topara en otras condiciones, sólo serviría de alimento. Mi atención seguía siendo de esa frágil humana, si en ese día no la llevaba conmigo, en la academia no tendría salida.*Sonríe*
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Re: Cafeteria
Me había quedado completamente prendida de aquella figura, pues no podía creer que existiese tanta perfección junta en un mismo cuerpo. Algo malo debería tener, ¿no es así? Y quizás estaba en lo correcto al pensar de este modo. Sin embargo, mientras la veía ingresar, se me ocurría pensar que tal vez se tratase de alguna actriz, alguna modelo... No lo sabía con claridad, pero era una simple ocurrencia que no me parecía tan descabellada. Después de todo, ¿cómo mantener así de perfecto el cabello si no se es esa clase de personas? Desvié mi mirada hacia uno de mis mechones castaños, disimuladamente. Al tocarlo, por poco sentía que se iba a rasgar mi piel como si el contacto de la misma fuese con el filo de una hoja de papel.
Puse los ojos en blanco y bebí otro poco de mi bebida. Continué con esa expresión desganada y resignada por la vida. No había señal de signos vitales de mis dos acompañantes, y mucho menos de Weiss, quien ya se había perdido en una nebulosa profunda desde hacía horas. Suspiré, con pesadez, pero entonces observé cómo la mujer rubia que había entrado clavaba sus ojos en mí. Parpadeé un par de veces. "¿E-eh? ¿M-me.. m-me está saludando?", pensé, estupefacta. Sonreí con algo de nerviosismo, pero levanté una de mis manos para saludar amablemente. Después de todo, no hay que ser descortés. De todos modos, un pequeño escalofrío me recorrió. Su mirada resultaba algo intimidante, y para mi desgracia, ella se sentó a escasa distancia de nuestra mesa, y aún clavaba sus ojos en mí. ¿Acaso me veía como una potencial compradora de sus productos de belleza? ¿Tal vez quería que me encargue de la publicidad de su marca en este pueblo? Sé que mi carisma alcanza límites insospechados, pero vamos, tampoco para tanto...
Comencé a reírme sola, halagándome a mí misma. Qué patética. Sin embargo, aquella risilla que había huido de mis labios encontró silencio pronto, cuando vi cómo la mujer sujetaba a la mesera. Una extraña sensación me recorrió el cuerpo, más aún cuando vi que clavaba en mí sus azules ojos otra vez. Pero, en esta ocasión, los mismos tenían un brillo diferente. Frunció levemente el ceño, y bajé la mirada. ¿Por qué me sentía nerviosa de repente? Quizás... quizás necesitase tomar algo de aire, salir afuera, dejar de enroscarme pensando tonterías... Pero mi atención se desvió hacia la mesera, que se alejaba de aquella mesa casi huyendo. ¿Qué le habría dicho? Volví a mirar a la mujer, y aunque sabía que quizás sería más conveniente no llamar tanto su atención mirándola de esa manera, no podía evitarlo. Era misteriosa y, por qué no decirlo, me transmitía una sensación extraña. Por un momento, lo único que quise hacer fue levantarme de la silla y marcharme.
- Etto... -murmuré, tocando levemente el antebrazo de Ulliel. Quería decirle algo, aunque no sabía muy bien qué. Tal vez sólo quería aparentar hablar con alguien y ya. Pues, de repente, me sentía muy nerviosa.
Puse los ojos en blanco y bebí otro poco de mi bebida. Continué con esa expresión desganada y resignada por la vida. No había señal de signos vitales de mis dos acompañantes, y mucho menos de Weiss, quien ya se había perdido en una nebulosa profunda desde hacía horas. Suspiré, con pesadez, pero entonces observé cómo la mujer rubia que había entrado clavaba sus ojos en mí. Parpadeé un par de veces. "¿E-eh? ¿M-me.. m-me está saludando?", pensé, estupefacta. Sonreí con algo de nerviosismo, pero levanté una de mis manos para saludar amablemente. Después de todo, no hay que ser descortés. De todos modos, un pequeño escalofrío me recorrió. Su mirada resultaba algo intimidante, y para mi desgracia, ella se sentó a escasa distancia de nuestra mesa, y aún clavaba sus ojos en mí. ¿Acaso me veía como una potencial compradora de sus productos de belleza? ¿Tal vez quería que me encargue de la publicidad de su marca en este pueblo? Sé que mi carisma alcanza límites insospechados, pero vamos, tampoco para tanto...
Comencé a reírme sola, halagándome a mí misma. Qué patética. Sin embargo, aquella risilla que había huido de mis labios encontró silencio pronto, cuando vi cómo la mujer sujetaba a la mesera. Una extraña sensación me recorrió el cuerpo, más aún cuando vi que clavaba en mí sus azules ojos otra vez. Pero, en esta ocasión, los mismos tenían un brillo diferente. Frunció levemente el ceño, y bajé la mirada. ¿Por qué me sentía nerviosa de repente? Quizás... quizás necesitase tomar algo de aire, salir afuera, dejar de enroscarme pensando tonterías... Pero mi atención se desvió hacia la mesera, que se alejaba de aquella mesa casi huyendo. ¿Qué le habría dicho? Volví a mirar a la mujer, y aunque sabía que quizás sería más conveniente no llamar tanto su atención mirándola de esa manera, no podía evitarlo. Era misteriosa y, por qué no decirlo, me transmitía una sensación extraña. Por un momento, lo único que quise hacer fue levantarme de la silla y marcharme.
- Etto... -murmuré, tocando levemente el antebrazo de Ulliel. Quería decirle algo, aunque no sabía muy bien qué. Tal vez sólo quería aparentar hablar con alguien y ya. Pues, de repente, me sentía muy nerviosa.
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Re: Cafeteria
Ya era la tercera vez que el coche botaba por culpa de los baches de aquellas malditas calles y, por lo tanto, la tercera vez que Integra se clavaba los nudillos de su propia mano por estar apoyando la cara sobre la misma, apoyando el codo en la puerta del auto. Miró, con auténtica ira reflejada en sus claros iris, al conductor. El pobre hombre no tenía culpa del estado de las calles de aquel pueblo, pero sí tenía la culpa de que ella no pudiese estar calmando sus cada vez más crispados nervios con un puro entre los labios. Tenía que aguantarse las ganas y respetar que el conductor le había pedido que, por favor, no fumase dentro del coche debido a que tenía asma y aquello le afectaba. La mujer se recostó hacia atrás y dejó escapar un suspiro exasperado. Había respetado la petición de aquel hombre de no provocar que comenzase a asfixiarse de buenas a primeras (más que nada porque no tenía ganas de perder el tiempo), pero es que ahora era ella quien tenía ganas de estar estrangulándolo.
Se colocó bien las gafas y miró con desinterés hacia lo que se podía ver a través del cristal de la ventanilla. Le estaban dando nauseas de todos los rebotes que daba el coche. Maldita sea, ¡si hubiese querido estar aprisionada en una cabina que no para de moverse, se habría ido a una atracción de feria! Dios, necesitaba parar. Y urgentemente. La cazadora se echó hacia atrás el larguísimo pelo rubio, mientras buscaba con la mirada algún bar o alguna cafetería. Ya le servía cualquier cosa. Cansada de mirar hacia aquellas grises calles, se dirigió hacia el conductor, tratando de disimular inútilmente su hastío, pidiéndole que la llevase hacia la cafetería más cercana. Ciertamente, preferiría algo fuerte que le hiciera arder la garganta, pero teniendo en cuenta cual era su destino, sería mejor andar bien despierta. Entrecerró los ojos al pensar en el motivo que le había hecho viajar desde Inglaterra hasta Japón; un motivo lo suficientemente tentador como para movilizar a la misma Integra Fairbrook Wingates Hellsing a salir de la base de la Organización. Ya había calmado el revuelo de los demás líderes de la seguridad de su país y le había pedido disculpas y permiso personalmente a la Reina, por lo que por un lado, no tenía de qué preocuparse; en su país había conseguido la aprobación real y la mayoría de los que se le oponían se habían calmado. Claro que ninguno sabía el verdadero motivo ni en qué consistía lo que tenía que hacer. Y si alguno llegase a descubrirlo por un casual... Los labios de Integra se apretaron levemente. Si alguno lo descubría, fuese a decir algo o no, ella misma se encargaría con sus propias manos de que no pudiese volver a hablar.
El conductor se detuvo delante de una cafetería e Integra no dudó de abrir bruscamente la puerta del coche para salir. De reojo, pudo ver cómo el conductor suspiraba y se llevaba una mano a las sienes. ¿Tanta tensión estaba soportando? La mujer se sonrió maliciosamente. El pobre hombre no tenía por qué estar así; si había respetado el no asfixiarlo, mucho menos iba a meterle un tiro. No, al menos, hasta que llegase a su destino. Una vez fuera del auto, se puso bien la gabardina, cubriendo la pistola que llevaba pegada a uno de sus costados. Se colocó bien el cuello de la camisa y entró al establecimiento con expresión de indiferencia. Si algo destacaba de Integra era, además de aquel larguísimo pelo rubio, era la poca feminidad que desprendía. Caminaba con paso seguro, con las manos metidas en los bolsillos de la gabardina, escrutando el lugar y a la gente que en él había. Se sentó en una de las mesas que había libres y, tras encargar un café bien cargado y recibir una vacilante petición por parte de la camarera de que no fumase allí dentro, fijó su mirada sobre una figura que le había estado inquietando desde que sus zapatos habían pisado aquel lugar. Podría decir que hasta podía olerlos, como si se tratase de un sabueso rastreando a su presa.
Una Pura Sangre.
Aquella porte, aquella elegancia... Tan solo un vampiro podría ser así, y aquella mujer era, sin duda, de la parte más alta de la pirámide de la jerarquía de aquellos seres. ¿Habría notado aquella vampiresa la presencia de un cazador tan cerca suya? Una sonrisa divertida se dibujó en los labios de Integra al pensarlo, sonrisa que se hizo más ancha cuando se dio cuenta de que no paraba de mirar a una joven muchacha que había sentada no muy lejos de ella. Oh, vaya. ¿Qué estaría pensando por la cabeza de aquel monstruo? Y con lo de monstruo, ¿a quién se refería? ¿Al vampiro o a ella misma? Sea como sea, era una buena cazadora, ¿no? No podía dejar que un vampiro hiciese de las suyas delante de sus narices, y mucho menos tratándose de un Pura Sangre. La camarera le dejó en silencio el café y la cuenta sobre la mesa, dirigiéndole una mirada inquieta. Ya se había topado con dos mujeres muy extrañas en apenas unos minutos.
Sin duda, aquello podría tornarse muy divertido.
Se colocó bien las gafas y miró con desinterés hacia lo que se podía ver a través del cristal de la ventanilla. Le estaban dando nauseas de todos los rebotes que daba el coche. Maldita sea, ¡si hubiese querido estar aprisionada en una cabina que no para de moverse, se habría ido a una atracción de feria! Dios, necesitaba parar. Y urgentemente. La cazadora se echó hacia atrás el larguísimo pelo rubio, mientras buscaba con la mirada algún bar o alguna cafetería. Ya le servía cualquier cosa. Cansada de mirar hacia aquellas grises calles, se dirigió hacia el conductor, tratando de disimular inútilmente su hastío, pidiéndole que la llevase hacia la cafetería más cercana. Ciertamente, preferiría algo fuerte que le hiciera arder la garganta, pero teniendo en cuenta cual era su destino, sería mejor andar bien despierta. Entrecerró los ojos al pensar en el motivo que le había hecho viajar desde Inglaterra hasta Japón; un motivo lo suficientemente tentador como para movilizar a la misma Integra Fairbrook Wingates Hellsing a salir de la base de la Organización. Ya había calmado el revuelo de los demás líderes de la seguridad de su país y le había pedido disculpas y permiso personalmente a la Reina, por lo que por un lado, no tenía de qué preocuparse; en su país había conseguido la aprobación real y la mayoría de los que se le oponían se habían calmado. Claro que ninguno sabía el verdadero motivo ni en qué consistía lo que tenía que hacer. Y si alguno llegase a descubrirlo por un casual... Los labios de Integra se apretaron levemente. Si alguno lo descubría, fuese a decir algo o no, ella misma se encargaría con sus propias manos de que no pudiese volver a hablar.
El conductor se detuvo delante de una cafetería e Integra no dudó de abrir bruscamente la puerta del coche para salir. De reojo, pudo ver cómo el conductor suspiraba y se llevaba una mano a las sienes. ¿Tanta tensión estaba soportando? La mujer se sonrió maliciosamente. El pobre hombre no tenía por qué estar así; si había respetado el no asfixiarlo, mucho menos iba a meterle un tiro. No, al menos, hasta que llegase a su destino. Una vez fuera del auto, se puso bien la gabardina, cubriendo la pistola que llevaba pegada a uno de sus costados. Se colocó bien el cuello de la camisa y entró al establecimiento con expresión de indiferencia. Si algo destacaba de Integra era, además de aquel larguísimo pelo rubio, era la poca feminidad que desprendía. Caminaba con paso seguro, con las manos metidas en los bolsillos de la gabardina, escrutando el lugar y a la gente que en él había. Se sentó en una de las mesas que había libres y, tras encargar un café bien cargado y recibir una vacilante petición por parte de la camarera de que no fumase allí dentro, fijó su mirada sobre una figura que le había estado inquietando desde que sus zapatos habían pisado aquel lugar. Podría decir que hasta podía olerlos, como si se tratase de un sabueso rastreando a su presa.
Una Pura Sangre.
Aquella porte, aquella elegancia... Tan solo un vampiro podría ser así, y aquella mujer era, sin duda, de la parte más alta de la pirámide de la jerarquía de aquellos seres. ¿Habría notado aquella vampiresa la presencia de un cazador tan cerca suya? Una sonrisa divertida se dibujó en los labios de Integra al pensarlo, sonrisa que se hizo más ancha cuando se dio cuenta de que no paraba de mirar a una joven muchacha que había sentada no muy lejos de ella. Oh, vaya. ¿Qué estaría pensando por la cabeza de aquel monstruo? Y con lo de monstruo, ¿a quién se refería? ¿Al vampiro o a ella misma? Sea como sea, era una buena cazadora, ¿no? No podía dejar que un vampiro hiciese de las suyas delante de sus narices, y mucho menos tratándose de un Pura Sangre. La camarera le dejó en silencio el café y la cuenta sobre la mesa, dirigiéndole una mirada inquieta. Ya se había topado con dos mujeres muy extrañas en apenas unos minutos.
Sin duda, aquello podría tornarse muy divertido.
- Integra F. W. Hellsing
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Re: Cafeteria
Aquella chica musitó algo hacia su acompañante, “etto…” logró pronunciar, al parecer ya le había puesto lo suficientemente incomoda, su voz lo daba a notar ^ tan transparente… ^ *sonríe* .
Desvié la mirada para beber un sorbo del té, que la misma mesera había puesto en la mesa sigilosamente a manera de que no la notara y no le molestara de nuevo ^ pequeña tonta ^. Su sabor era simple pero fresco, un té de hierba buena para empezar totalmente relajada mi historia en el lugar. Esta joven había notado ya que era de mi interés, mi próxima movida sería en los interiores de la academia, los bastos jardines de los que presumían serían un bonito escenario para alguno de mis juegos *sonríe*
De pronto me sentí observada desde lejos, era una presencia fuerte, algo que había sentido ligeramente con anterioridad, pero esta vez, era más fuerte… ^ ¿un cazador? ^. Pero claro, el director de la academia era uno de ellos después de todo, no sería raro encontrarme con alguno durante mi estadía en el pueblo, sin embargo no era algo de mi agrado, podía llevar a peleas innecesarias. Hasta ese momento no había roto ninguna “regla”, no tenía derecho alguno de llevarme con la asociación o siquiera intentar hacerme algo.
Volví mi rostro hacia la persona que ahora posaba sus ojos en mí. Se trataba de una mujer de apariencia ruda, hostil, de cabello largo y con lentes; toda una cazadora al asecho. Incliné la taza de té en mis labios para después elevar un poquitín la misma a manera de saludo hacia la humana cuya mirada me decía que posiblemente en su imaginación había visto un sin número de posibilidades para deshacerse de mí.
Permanecí en mi lugar hasta terminar la bebida, escuchando el murmullo de la gente, sintiendo las miradas y disfrutando los rostros llenos de distintas emociones, pronto anochecería y debía llevar mis pasos a la academia.
off : Luce disculpa la tardanza! problemas de internet :C . Integra, bienvenida!. Ambas disculpen el corto post, pero las fallas en el internet y una huelga en mi escuela me han estrenado algo jajaja.
- Sara Shirabuki
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Re: Cafeteria
De repente, estaba nerviosa. Estaba claro que ella era una mujer muy hermosa, llamativa, su porte era imponente y tal, pero por favor, que dejase de observarme así. Por unos momentos, creí que tenía algo en la cara. No lo sabía.. tal vez una mosca, rastros de comida, o tal vez era mi cara en sí, la cual resultaba llamativa por lo desordenada que estaba en comparación con la de ella, pues, claramente, su rostro era de una belleza sobrenatural. Y no, no estaba siendo una exagerada ni una poetisa desquiciada. Pensaba en serio estas cosas. Cualquier podría darse cuenta de ello, incluso mis dos acompañantes masculinos, de no ser porque parecían haber sido abducidos a una dimensión paralela.
A pesar de que quise llamar la atención de Ulliel, éste no parecía estar disponible ante mi llamado. Me quedé en silencio, entonces, y suspiré levemente. Ah, Luce Leonhardt, ¿desde cuándo te exaltas por algo tan mínimo? Sólo es una mirada, sólo es una desconocida mujer tomando un té en la cafetería, sólo...
La puerta se abrió. Giré mi cabeza hacia allí, como excusa perfecta para huir de aquella mirada penetrante. Cuando aprecié la figura que ingresaba, primero entrecerré los ojos, intentando afinar mi visión. Luego, fruncí mi boca. Sí, estaba tratando de discernir si aquello era un hombre o una mujer. Y estaba a punto de decantarme por la primera opción, hasta que observé ese curioso bulto en su pecho. Casi acabo por escupir mi bebida. Lo que hasta el momento creí que era "él"... ¡¿Era "ella"?! Ay, pero por favor. Cuando ésta se sentó, comencé a mirar hacia una mesa y otra, intercalando las dos mujeres que habían llamado mi atención. Las dos rubias, altas.. Ahora que veía bien a la segunda, hasta me atrevía a decir "esbeltas". Sin embargo, si comparaba a ambas... ¡Por el amor de Gokú!
Acabé por clavar mis ojos en la segunda, y noté al instante cómo ésta estaba casi devorando con la mirada a la otra. Muchas ideas pasaron por mi mente mientras escrutaba ambas melenas rubias y notaba lo poco cuidada que la llevaba la mujer de gafas. En ese momento, una idea salvaje cruzó por mi mente. Abrí los ojos muy pero muy grandes, más aún cuando noté que la Bella saludaba sutilmente con su taza a la Bestia. Regresé mis ojos a esta última, y el pensamiento de hace segundos regresó: ¡¿estarían enamoradas?!
Por poco salté de la mesa. Me puse de pie, con los ojos como platos y la boca más abierta que un buzón. Noté cómo la gente me observaba. Mis pupilas viajaron alrededor de las mesas, y lentamente comencé a reir, mientras golpeaba mi mesa con la palma de la mano, haciendo resonar la madera.
- Una araña.. había aquí una maldita araña... -musité, sin dejar de reír, algo nerviosa pero bastante convincente al fin. Una vez volví a tomar asiento, parpadeé, shockeada ante mi nuevo descubrimiento, observando disimuladamente a las dos mujeres mientras trataba de sacar más conclusiones.
Off: ¡No te preocupes! A veces pasa ^^
A pesar de que quise llamar la atención de Ulliel, éste no parecía estar disponible ante mi llamado. Me quedé en silencio, entonces, y suspiré levemente. Ah, Luce Leonhardt, ¿desde cuándo te exaltas por algo tan mínimo? Sólo es una mirada, sólo es una desconocida mujer tomando un té en la cafetería, sólo...
La puerta se abrió. Giré mi cabeza hacia allí, como excusa perfecta para huir de aquella mirada penetrante. Cuando aprecié la figura que ingresaba, primero entrecerré los ojos, intentando afinar mi visión. Luego, fruncí mi boca. Sí, estaba tratando de discernir si aquello era un hombre o una mujer. Y estaba a punto de decantarme por la primera opción, hasta que observé ese curioso bulto en su pecho. Casi acabo por escupir mi bebida. Lo que hasta el momento creí que era "él"... ¡¿Era "ella"?! Ay, pero por favor. Cuando ésta se sentó, comencé a mirar hacia una mesa y otra, intercalando las dos mujeres que habían llamado mi atención. Las dos rubias, altas.. Ahora que veía bien a la segunda, hasta me atrevía a decir "esbeltas". Sin embargo, si comparaba a ambas... ¡Por el amor de Gokú!
Acabé por clavar mis ojos en la segunda, y noté al instante cómo ésta estaba casi devorando con la mirada a la otra. Muchas ideas pasaron por mi mente mientras escrutaba ambas melenas rubias y notaba lo poco cuidada que la llevaba la mujer de gafas. En ese momento, una idea salvaje cruzó por mi mente. Abrí los ojos muy pero muy grandes, más aún cuando noté que la Bella saludaba sutilmente con su taza a la Bestia. Regresé mis ojos a esta última, y el pensamiento de hace segundos regresó: ¡¿estarían enamoradas?!
Por poco salté de la mesa. Me puse de pie, con los ojos como platos y la boca más abierta que un buzón. Noté cómo la gente me observaba. Mis pupilas viajaron alrededor de las mesas, y lentamente comencé a reir, mientras golpeaba mi mesa con la palma de la mano, haciendo resonar la madera.
- Una araña.. había aquí una maldita araña... -musité, sin dejar de reír, algo nerviosa pero bastante convincente al fin. Una vez volví a tomar asiento, parpadeé, shockeada ante mi nuevo descubrimiento, observando disimuladamente a las dos mujeres mientras trataba de sacar más conclusiones.
Off: ¡No te preocupes! A veces pasa ^^
- Luce Leonhardt
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Humor : hjskafhajksf (?)
Re: Cafeteria
¿Por qué demonios no se podía fumar dentro de un establecimiento? ''Porque molestaba a los no fumadores''. Joder, a ella le molestaban sus críos gritando, llorando y arrojando cosas sin cesar, y aun nadie se había molestado en prohibir ese comportamiento en los locales. El bajo tacón de sus zapatos golpeaba en un gesto impaciente el gesto, devolviéndole una mirada hostil a la camarera que le había atendido, la cual aun le dirigía miradas nerviosas. ¿Qué le pasaba ahora? No era de ella de quien debía desconfiar precisamente.
Bueno, quizás un poco sí.
Tenía calor. Quería quitarse la gabardina, pero no podía; si lo hacía, dejaría al descubierto el arma. Así que, con gesto de fastidio, resopló con hastío y se retiró el larguísimo pelo de un lado del cuello, echándoselo todo hacia el lado contrario, en un gesto demasiado femenino para ella. Hasta cuando ella misma se dio cuenta, se dedicó a sí misma una sonrisa socarrona. Quizás el cambio de aires le había afectado. Se echó hacia delante, apoyando ambos codos sobre la mesa. Que ahora, además de pedirle que no fumase, le pidiesen también que se comportara como una ''señorita''. Le dirigió una mirada peligrosa a la camarera cuando ésta volvió a mirarla, advirtiéndole en silencio. Ya la estaba molestando. ''Mal, muy mal. Así es como nunca conseguirás que te dejen propina''. Antes de centrar de nuevo su atención sobre el café que le habían puesto, volvió a observar a la Pura Sangre, la cual la sorprendió gratamente. Había vuelto su bonito rostro hacia Integra, alzando su taza con elegancia a modo de saludo. Vaya... Las cejas de la cazadora se alzaron, mostrando una expresión entretenida. Le devolvió el saludo de la misma manera, alzando un poco su taza y dedicándole una sonrisa sarcástica. Parecía ser que al final le iba a acabar gustando aquel país.
¿De qué familia de Pura Sangres sería aquella vampiresa? La cazadora le dirigía de vez en cuando, entre sorbo y sorbo, miradas cargadas de interrogantes. Se había informado todo lo posible antes de viajar hacia aquel pueblo sobre todo lo referente a las pocas familias de esa raza que quedaban; bueno, en realidad se había puesto a investigar sobre todo. Repasó su oxidado japonés, costumbres más extendidas, lugares... Y todo lo que le pudiese hacer falta. Movió la cucharilla dentro de la taza, mirando su contenido con aire aburrido, aunque por dentro era un mar de preguntas. Y aquello era algo que a Integra no le gustaba nada; le encantaba jugar, sí, pero siempre si tenía algún As bajo la manga para que la derrota fuese para su contrincante. Una mirada insistente acabó por llamar la atención de Integra. La mujer volvió la cabeza hacia la inquieta chiquilla que antes había estado mirando la Pura Sangre. ¿Y a esa qué le pasaba también? Miraba de forma intermitente a la vampiresa y a la cazadora, como si estuviese viendo un partido de tenis.
La observó saltar de la mesa como si tuviese un muelle en el trasero ¿Qué demonios? No, ahora en serio: ¿sería que Integra salía muy poco a lugares como aquel o que los que estaban allí reunidos aquel día eran sumamente extraños? La mujer clavó sus pupilas azules en la chiquilla, escrutándola sin ningún tipo de consideración hacia ella. Se reía sola y golpeaba la mesa como si tuviera un tic nervioso. Integra levantó una ceja, sin dejar de mirarla. Le dio otro sorbo a su aun humeante café y miró durante unos instantes a la vampiresa, para luego regresar la mirada hacia la chiquilla. E iba a seguir intimidándola con la mirada hasta que se acabase su café, pues quería llegar de buen humor a su destino. Ya allí se encargarían de sacarla de sus casillas.
Sin embargo, una mano repentina la devolvió a la oscura realidad hacia la que se dirigía. El conductor había acabado por ir a buscarla dentro del establecimiento, pues parecía ser que había prisa con algo. Con un gesto de disgusto, Integra le dio un último sorbo al café y encendió otro puro ignorando descaradamente el cartel que había en la pared de ''no fumar''. Dejó un par de libras sobre la mesa, sin prestarle atención a la camarera que, apurada e intimidada, trataba de llamar su atención para decirle que no aceptaban monedas extranjeras. Se encaminó a la puerta y salió de allí rápidamente, echándoles rápidos vistazos a su teléfono móvil
Vaya, ¿ya no podía ni tomarse un café tranquila? Sí que eran exigentes en Japón, sí.
Bueno, quizás un poco sí.
Tenía calor. Quería quitarse la gabardina, pero no podía; si lo hacía, dejaría al descubierto el arma. Así que, con gesto de fastidio, resopló con hastío y se retiró el larguísimo pelo de un lado del cuello, echándoselo todo hacia el lado contrario, en un gesto demasiado femenino para ella. Hasta cuando ella misma se dio cuenta, se dedicó a sí misma una sonrisa socarrona. Quizás el cambio de aires le había afectado. Se echó hacia delante, apoyando ambos codos sobre la mesa. Que ahora, además de pedirle que no fumase, le pidiesen también que se comportara como una ''señorita''. Le dirigió una mirada peligrosa a la camarera cuando ésta volvió a mirarla, advirtiéndole en silencio. Ya la estaba molestando. ''Mal, muy mal. Así es como nunca conseguirás que te dejen propina''. Antes de centrar de nuevo su atención sobre el café que le habían puesto, volvió a observar a la Pura Sangre, la cual la sorprendió gratamente. Había vuelto su bonito rostro hacia Integra, alzando su taza con elegancia a modo de saludo. Vaya... Las cejas de la cazadora se alzaron, mostrando una expresión entretenida. Le devolvió el saludo de la misma manera, alzando un poco su taza y dedicándole una sonrisa sarcástica. Parecía ser que al final le iba a acabar gustando aquel país.
¿De qué familia de Pura Sangres sería aquella vampiresa? La cazadora le dirigía de vez en cuando, entre sorbo y sorbo, miradas cargadas de interrogantes. Se había informado todo lo posible antes de viajar hacia aquel pueblo sobre todo lo referente a las pocas familias de esa raza que quedaban; bueno, en realidad se había puesto a investigar sobre todo. Repasó su oxidado japonés, costumbres más extendidas, lugares... Y todo lo que le pudiese hacer falta. Movió la cucharilla dentro de la taza, mirando su contenido con aire aburrido, aunque por dentro era un mar de preguntas. Y aquello era algo que a Integra no le gustaba nada; le encantaba jugar, sí, pero siempre si tenía algún As bajo la manga para que la derrota fuese para su contrincante. Una mirada insistente acabó por llamar la atención de Integra. La mujer volvió la cabeza hacia la inquieta chiquilla que antes había estado mirando la Pura Sangre. ¿Y a esa qué le pasaba también? Miraba de forma intermitente a la vampiresa y a la cazadora, como si estuviese viendo un partido de tenis.
La observó saltar de la mesa como si tuviese un muelle en el trasero ¿Qué demonios? No, ahora en serio: ¿sería que Integra salía muy poco a lugares como aquel o que los que estaban allí reunidos aquel día eran sumamente extraños? La mujer clavó sus pupilas azules en la chiquilla, escrutándola sin ningún tipo de consideración hacia ella. Se reía sola y golpeaba la mesa como si tuviera un tic nervioso. Integra levantó una ceja, sin dejar de mirarla. Le dio otro sorbo a su aun humeante café y miró durante unos instantes a la vampiresa, para luego regresar la mirada hacia la chiquilla. E iba a seguir intimidándola con la mirada hasta que se acabase su café, pues quería llegar de buen humor a su destino. Ya allí se encargarían de sacarla de sus casillas.
Sin embargo, una mano repentina la devolvió a la oscura realidad hacia la que se dirigía. El conductor había acabado por ir a buscarla dentro del establecimiento, pues parecía ser que había prisa con algo. Con un gesto de disgusto, Integra le dio un último sorbo al café y encendió otro puro ignorando descaradamente el cartel que había en la pared de ''no fumar''. Dejó un par de libras sobre la mesa, sin prestarle atención a la camarera que, apurada e intimidada, trataba de llamar su atención para decirle que no aceptaban monedas extranjeras. Se encaminó a la puerta y salió de allí rápidamente, echándoles rápidos vistazos a su teléfono móvil
Vaya, ¿ya no podía ni tomarse un café tranquila? Sí que eran exigentes en Japón, sí.
- Off:
- No pasa nada, ¡y muchas gracias! ^^
- Integra F. W. Hellsing
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Re: Cafeteria
El frío exterior calaba sus huesos. Aunque le gustase el invierno, tenía que admitir que aquí era muy crudo. Por eso, haciendo un recuento del poco dinero con el cual contaba, ingresó a la cafetería. Su única intención era tomar un café caliente y luego proseguir con su misión. Porque aunque probablemente esta fuese su única comida por unos días, ella no había venido aquí para alimentarse. Tenía muy claro su objetivo, y lo que había oído en la casa de aquella cazadora rondaba su mente sin cesar. Lisbeth le daba vueltas y vueltas al asunto, y por momentos apretaba su puño con fuerza. De hecho, lo estaba haciendo en este instante mientras la camarera permanecía a su lado hablándole. La mirada perdida de la joven cazadora expresaba tal hostilidad que la mujer se asustó un poco, hasta que ella se percató de su presencia. La miró con ojos sorprendidos, excusándose. Miró la carta y le indicó que sólo quería un café con leche.
Cuando la camarera se alejó, suspiró. Observó a través de los cristales de la ventana, pues su mesa estaba junto a esta. ¿Qué se suponía que debía hacer? Ya había intentado localizar a uno de esos tipos, pero exigían demasiado, y Lisbeth, para ser francos, no tenía nada para dar más que ella misma. Y no caería en eso. Se suponía que esto debía traerle alivio a su familia, no destruirla, pero cada día estaba más cerca de conocer que la realidad era más dura de lo que cualquiera de sus padres hubiera creído jamás. Pero no podía autodestruirse por ello. Debía hallar otra manera.
La camarera dejó su pedido sobre la mesa. Lisbeth sonrió, agradable, agradeciéndole. Bebió un sorbo y su expresión fue de un placer inigualable. ¡Caliente! ¡Al fin algo caliente luego de estos días de estar a la fuga, escondiéndose entre fríos escombros y la nevada feroz del bosque. Creía que allí estaría a salvo al menos por una hora. Podía tomarse el lujo de descansar un momento en la calidez de este lugar. Después de todo, nadie sabía quién demonios era ella aquí, y seguramente no lo sabrían nunca. Al menos ese era el plan. Muchas cosas debía averiguar primero, pero la más letal era aquella que no dejaba de dar vueltas en su cabeza. ¿Habría llegado demasiado tarde?
Dejó de pensar en cuanto el contenido de su taza se acabó. Suspirando con quietud, dejó el dinero sobre la mesa y se marchó del lugar.
Cuando la camarera se alejó, suspiró. Observó a través de los cristales de la ventana, pues su mesa estaba junto a esta. ¿Qué se suponía que debía hacer? Ya había intentado localizar a uno de esos tipos, pero exigían demasiado, y Lisbeth, para ser francos, no tenía nada para dar más que ella misma. Y no caería en eso. Se suponía que esto debía traerle alivio a su familia, no destruirla, pero cada día estaba más cerca de conocer que la realidad era más dura de lo que cualquiera de sus padres hubiera creído jamás. Pero no podía autodestruirse por ello. Debía hallar otra manera.
La camarera dejó su pedido sobre la mesa. Lisbeth sonrió, agradable, agradeciéndole. Bebió un sorbo y su expresión fue de un placer inigualable. ¡Caliente! ¡Al fin algo caliente luego de estos días de estar a la fuga, escondiéndose entre fríos escombros y la nevada feroz del bosque. Creía que allí estaría a salvo al menos por una hora. Podía tomarse el lujo de descansar un momento en la calidez de este lugar. Después de todo, nadie sabía quién demonios era ella aquí, y seguramente no lo sabrían nunca. Al menos ese era el plan. Muchas cosas debía averiguar primero, pero la más letal era aquella que no dejaba de dar vueltas en su cabeza. ¿Habría llegado demasiado tarde?
Dejó de pensar en cuanto el contenido de su taza se acabó. Suspirando con quietud, dejó el dinero sobre la mesa y se marchó del lugar.
- Lisbeth C.
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Localización : Juguemos en el bosque mientras el lobo no está.. ♫
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