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Cafeteria
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Cafeteria
Recuerdo del primer mensaje :
Esta es la cafeteria, hay bastantes mesas asi que cabe mucha gente
Esta es la cafeteria, hay bastantes mesas asi que cabe mucha gente
- Kaien Cross
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Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Cafeteria
Fraiah estaba aguardando por el pedido, con su mejor expresión de joven tonta y desentendida del mundo. Sin embargo, su interior estaba en caos. Tenía delante de sí a uno de esos "hijos" de aquel ser tan horrible y despreciable. A uno de los engendros de ese tal "Padre", el culpable de la muerte de Nokku. Y, aunque luchaba con su mente, por momentos no podía lograrlo y apretaba sin querer la libreta que llevaba entre sus manos. Para su suerte, aquel sujeto tuvo que decir esas palabras burdas y mirarla de aquel modo, pues así parecería que su nerviosismo se debía a eso y no a otra cosa. Aunque, francamente, si no fuera por el caos de sus pensamientos, ahora mismo le estaría partiendo la cara al medio, y le importaba un comino que fuera un vampiro o un mutante. Qué más daba. No obstante, también debía pensar en su reciente trabajo: no estaba dispuesta a perderlo por un ser como él ni mucho menos por sus comentarios desubicados.
Intentó sonreír y asintió. ¿Así que solo eso? ¿Nada más extraño? Cómo detestaba cuando los vampiros se hacían los listillos haciéndose pasar por humanos.
- Ya se lo traigo, señor -murmuró, haciendo una pequeña reverencia y dándose la vuelta para salir en la dirección de la barra, pero entonces su cuerpo chocó contra el de su compañera, la cual comenzó a hablarle velozmente y algo sonrojada. Fraiah frunció el ceño ante sus inentendibles comentarios, pudiendo sacar en limpio solo lo siguiente: "¿Qué va a pedir el cliente? Porque aquel hombre de la otra mesa quiere lo mismo que pida él". Fraiah, ante tan extravagantes palabras, observó por encima del hombro de la chica. Abrió los ojos muy grande.
Esto debía ser algún chiste de mal gusto.
- ¿Y si el cliente ha pedido veneno? -susurró, casi inconscientemente, para sí misma, perdida en la cabellera rubia que se encontraba a escasos pasos. Entonces, miró a la joven y sonrió como si nada sucediera, quitándole importancia a su comentario aunque la muchacha preguntara a qué se había referido con eso-. Ya les llevo el pedido a ambos, entonces -dijo con rapidez y salió directo hacia la barra. Allí, ordenó los dos cafés con dos azucarillos y, tras unos momentos, se dirigió a las mesas.
Primero, fue a la de Jack. Dejó la taza con inocente brusquedad sobre la mesa. Lo miró unos momentos, pero parecía ensimismado con la lluvia exterior. Fraiah frunció el ceño. ¿Por qué estaba él allí? Es decir, cualquiera podía venir a la cafetería, pero ¿por qué estaba justo cuando aquel vampiro había llegado? Fraiah había aprendido a no creer en las coincidencias, ciertamente.
- Aquí tiene -musitó, llamando su atención, pero con rapidez se volteó y se dirigió a la otra mesa.
- Aquí está su café con dos azucarillos, señor. Que lo disfrute -dijo con entusiasmo, sonriendo ampliamente, como se supone que toda camarera debería hacer. Y, tras ponerse seria por unos instantes, echó un vistazo al contorno del rostro del vampiro y se volteó, comenzando a caminar hacia la barra nuevamente, para poder inspeccionarlo todo y tener una visión general de la cafetería y todos sus clientes, en especial dos de ellos.
Intentó sonreír y asintió. ¿Así que solo eso? ¿Nada más extraño? Cómo detestaba cuando los vampiros se hacían los listillos haciéndose pasar por humanos.
- Ya se lo traigo, señor -murmuró, haciendo una pequeña reverencia y dándose la vuelta para salir en la dirección de la barra, pero entonces su cuerpo chocó contra el de su compañera, la cual comenzó a hablarle velozmente y algo sonrojada. Fraiah frunció el ceño ante sus inentendibles comentarios, pudiendo sacar en limpio solo lo siguiente: "¿Qué va a pedir el cliente? Porque aquel hombre de la otra mesa quiere lo mismo que pida él". Fraiah, ante tan extravagantes palabras, observó por encima del hombro de la chica. Abrió los ojos muy grande.
Esto debía ser algún chiste de mal gusto.
- ¿Y si el cliente ha pedido veneno? -susurró, casi inconscientemente, para sí misma, perdida en la cabellera rubia que se encontraba a escasos pasos. Entonces, miró a la joven y sonrió como si nada sucediera, quitándole importancia a su comentario aunque la muchacha preguntara a qué se había referido con eso-. Ya les llevo el pedido a ambos, entonces -dijo con rapidez y salió directo hacia la barra. Allí, ordenó los dos cafés con dos azucarillos y, tras unos momentos, se dirigió a las mesas.
Primero, fue a la de Jack. Dejó la taza con inocente brusquedad sobre la mesa. Lo miró unos momentos, pero parecía ensimismado con la lluvia exterior. Fraiah frunció el ceño. ¿Por qué estaba él allí? Es decir, cualquiera podía venir a la cafetería, pero ¿por qué estaba justo cuando aquel vampiro había llegado? Fraiah había aprendido a no creer en las coincidencias, ciertamente.
- Aquí tiene -musitó, llamando su atención, pero con rapidez se volteó y se dirigió a la otra mesa.
- Aquí está su café con dos azucarillos, señor. Que lo disfrute -dijo con entusiasmo, sonriendo ampliamente, como se supone que toda camarera debería hacer. Y, tras ponerse seria por unos instantes, echó un vistazo al contorno del rostro del vampiro y se volteó, comenzando a caminar hacia la barra nuevamente, para poder inspeccionarlo todo y tener una visión general de la cafetería y todos sus clientes, en especial dos de ellos.
- Fraiah B. Eslin
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Humor : Volátil
Re: Cafeteria
- música ambiente:
Y mientras ellas visten sus tiernas pieles de ovejas los cazadores de la noche nos afilamos los colmillos con cada uno de sus pasos hacia la oscuridad
La lluvia seguía hipnotizándome mientras las camareras hacían su trabajo. Si bueno, podríamos decir que estaba embobado con el paisaje de la calle mojada, pero realmente estaba volcando toda mi atención en ese sujeto. Mientras Fraiah le tomaba nota me percaté de que la temblaban las piernas al mismo tiempo que la mirada lasciva de ese ser recorría cada curva de su cuerpo. Cerré los ojos y me obligué a mi mismo a mantener la misma compostura indiferente, a no sentir nada por el momento. No quería sentir.. ¿Celos? No, imposible. De cualquier modo, si por casualidad ese tipo tenía algún tipo de habilidad psíquica podría detectarme, aunque a pesar por su comportamiento dudaba que pudiera tener ningún poder de esa clase.
"Así que es eso, te gusta el juego ¿Verdad? Acabo de verlo en tus ojos, no puedes engañarme. Solo matas por diversión y solo por diversión te mezclas con los humanos. Debe ser muy divertido para ti poder manipular a seres tan blandos y fáciles de corromper como nosotros" Cada uno de mis errantes pensamientos iba dirigido a analizar al sujeto de la mesa de enfrente. Y como ya había demostrado en otro momento, yo no era de los que se podían quedar sentados por mucho tiempo así que pronto actuaría. Suspiré lentamente y me llevé una grata sorpresa cuando Fraiah me trajo un café. "Caliente como el infierno, suave como el cielo, así es como deberían de servir un buen café" Deslicé cautelósamente mis dedos por la taza y la levanté para tomarme un pequeño pero exquisito sorbo de ese líquido que me sustentaba la cafeína que necesitaba para mantenerme despierto.
Sonreí de medio lado entonces. A aquel tipo le gustaba jugar, y seguro que también le encantaba llamar la atención y ser único. Bien, jugaríamos entonces. Esperé a que la otra camarera, rubia, de ojos verdes y saltones y con un semblante serio pero inocente, pasara por mi lado para llamar su atención. Levanté un poco el brazo y la miré directamente a los ojos para que se acercara a su cliente, Yo.
En cuanto se arrimó para escuchar mi petición simplemente la volví a mirar a los ojos y sonreí.
¿Sabes? No nos hemos presentado antes, te fuiste tan rápido que ni siquiera pude preguntarte tu nombre. Yo soy Jack
Yo... yo soy Elisa ¿En que puedo atenderle ahora caballero?
Jajajaja Elisa... Un nombre precioso, hmmm ¿Te lo pusieron por tu madre?
Si... pero¿Cómo? ¿Cómo puede usted saber eso?
Es... un nombre poco común, y algo antiguo, tu madre debió de quererte mucho para ponerte un nombre tan bello. Y claro, pensándolo bien ¿Cómo no querer tanto a algo tan bello como tú? Jajajaja
La chica simplemente se quedó paralizada y sus pómulos comenzaron a enrojecer por momentos, sus manos comenzaron a temblar y parecía que no sabía muy bien que responder. Perfecto
Señor... yo...
Tranquila.... lo comprendo, me he dado cuenta de lo que esta pasando aquí, debe haber sido muy duro perder a varias de tus amigas de repente. Esta cafetería esta medio abandonada ahora y te sientes sola. Nadie conoce su paradero ahora, las otras camareras han desaparecido sin más ¿Verdad? Debes tener un gran vació en tu interior.
Dije mientras me levantaba de la silla poco a poco. La chica seguía anonadada con las melódicas e hipnotizantes palabras que salían como un coro de voces dulces y comprensibles de mis labios.
Intentas ocultarlo, pero lo veo en tus ojos, ese vació. Déjame ayudarte. Te sentirás mejor en unos instantes. Solo... déjate llevar.
Sujete una de sus manos y con mi brazo libre acaricia su mejilla apartando uno de sus rubios mechones, inclinándome hacia ella en el proceso. Tentando a la cordera sin llegar a morderla ¿Cómo respondería aquél vampiro cuando se diera cuanta de que un simple humano había conseguido a su presa antes que Él, un vampiro, un señor de la oscuridad, aquel ser que puede tener a todas las humanas que quiere en el momento que quiere? Yo, desde mi inocente posición había lanzado una daga imbuida en veneno directa a su orgullo.
La camarera comenzó a hiperventilar, pero no parecía resistirse, más bien, aún con todo el mundo mirando ella simplemente también se inclinó hacia mí, dejando que sus pechos descansaran sobre mi como si de una muñeca se tratase. Había dado completamente en el clavo y la pobre haría lo que le pidiese. Dejé que nuestras caras se acercasen pero que nunca llegasen a tocarse. La verdad es que empezaba a tener calor, y no era mi culpa, era como si la muchacha de repente hubiera comenzado a tener una fiebre terrible, así, sin más.
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
Y sin demasiada espera, un café solo, con dos azucarillos, apareció ante él. Era una taza blanca con unos dibujos de flores no demasiado llamativos. Roger ni pudo disfrutar siquiera del placer de decir "gracias" a la camarera, la cual se marchó instantáneamente, dejándose ver únicamente la espalda. No prestó mucha más atención a eso. A lo que los ojos del pervertido no pudieron evitar mirar fue lo que estaba haciendo el cliente de delante suya. Aquel joven rubio que se había sentado en una mesa cercana. Entre sus brazos se encontraba una de las camareras, que por su rostro, se encontraba ... mareada... al menos psicológicamente. El joven se la estaba camelando y no lo hacía nada mal, para ser un humano. Pero... ¿cuál era la intención de todo esto? ¿Acaso era un Don Juan y se llevaba a todas las mujeres que deseaba? Pero Roger encontró otra posibilidad. ¿Le podían estar retando? ¿A quién es capaz de conseguir mas presas? La delicadeza no era lo suyo y mucho menos las palabras amables, pues su paciencia no era la suficiente en momentos tiernos y empalagosos. Tenía claro que al cordero no se le podía dejar ni un segundo más ni un segundo menos con vida. ¿Por qué ibas a regalarle un instante más de vida si te lo puedes llevar ya? Roger lo veía como lo más lógico.
Sin embargo, su instinto le decía, comunicaba y avisaba que ese humano amoroso no era alguien normal, proveniente de la casualidad. Venía del sino, del destino, del amanecer, del anochecer. Estaba escrita su llegada aquí, y era él quien lo había hecho. Era ese chico quien había unido pluma y tinta para marcar y dejar dicho que iba a venir aquí. Y a Roger... bueno... en su diccionario persona explicaba que eso era una llamada de atención. Efectivamente, le estaba retando. Y lo hacía... a su juego preferido: al del vampiro.
En ese momento, pulsó el botón ON, y sus sensores se reactivaron. Imitar a los humanos no estaba mal, pero ser quien realmente eres es lo mejor y más cómodo. Su aura reapareció y observó el del chico. Se mostraba con capacidades, como las de un vampiro o tal vez como las de cazavampiros. A Roger le daba igual, vampiro o humano. Si había que matar a alguien lo mataba y punto.
Así que, echó un sorbo al café, ya preparado con sus azucarillos.
¡JA JA! ¡JA JA!-se reía macabramente y en un tono que todos los presentes pudieron oir.
Y de repente, el hombre que bebía whisky en la barra y que molestaba a Roger desde el principio, comenzó a expulsar su metálica sustancia carmesí como si una fuente de vino espeso emergiese de su cuello. Gritos agonizantes surgieron poco a poco y Roger continuaba riendo. Te toca, humano.
Sin embargo, su instinto le decía, comunicaba y avisaba que ese humano amoroso no era alguien normal, proveniente de la casualidad. Venía del sino, del destino, del amanecer, del anochecer. Estaba escrita su llegada aquí, y era él quien lo había hecho. Era ese chico quien había unido pluma y tinta para marcar y dejar dicho que iba a venir aquí. Y a Roger... bueno... en su diccionario persona explicaba que eso era una llamada de atención. Efectivamente, le estaba retando. Y lo hacía... a su juego preferido: al del vampiro.
En ese momento, pulsó el botón ON, y sus sensores se reactivaron. Imitar a los humanos no estaba mal, pero ser quien realmente eres es lo mejor y más cómodo. Su aura reapareció y observó el del chico. Se mostraba con capacidades, como las de un vampiro o tal vez como las de cazavampiros. A Roger le daba igual, vampiro o humano. Si había que matar a alguien lo mataba y punto.
Así que, echó un sorbo al café, ya preparado con sus azucarillos.
¡JA JA! ¡JA JA!-se reía macabramente y en un tono que todos los presentes pudieron oir.
Y de repente, el hombre que bebía whisky en la barra y que molestaba a Roger desde el principio, comenzó a expulsar su metálica sustancia carmesí como si una fuente de vino espeso emergiese de su cuello. Gritos agonizantes surgieron poco a poco y Roger continuaba riendo. Te toca, humano.
- Roger Anderson
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Re: Cafeteria
Fraiah se había cruzado de brazos mientras lo observaba todo desde la barra. Miró el techo, observó a los clientes –sin excepción- hasta que permitió que sus ojos se perdieran en la triste belleza de la lluvia cayendo irremediablemente. Un suave suspiro escapó de sus labios. La tarde parecía marchar pacíficamente aunque algo en su interior le incomodaba. Tal vez era la presencia de ese vampiro y la latente palpitación de Nokku por sus venas. Quizás era la presencia de Jack, aquel cazador tan extraño y enigmático, que había llegado de buenas a primeras cambiando el rumbo de las cosas. Sin embargo, por más que lo pensase detenidamente, no podía encontrar el motivo adecuado para su preocupación en ese momento. Cerró los ojos levemente, parpadeando, y regresando la vista al frente.
Los vio.
¿Qué demonios estaba ocurriendo ante sus ojos? Fraiah frunció el ceño, escandalizada y anonadada. ¿Qué se suponía que estaba haciendo Elisa? Mas aun, ¿qué se suponía que estaba haciendo Jack con ella? ¿Acaso ese hombre está loco? ¿Acaso ella es una imbécil fácil de persuadir? Fraiah miró hacia todas partes. No podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Así de serio se tomaba el trabajo esta gente? ¿O era que aquí los clientes tenían ciertas… libertades que ella no conocía? Fuera lo que fuese, ella no lo permitiría. No pondría en riesgo ni su trabajo ni el de su compañera. Y mucho menos por un imbécil que no tiene nada mejor que hacer.
Con paso decidido, comenzó a caminar entre las mesas. Observó los rostros de los demás presentes hablando por lo bajo y observando la mesa donde se encontraba el cazador con la camarera. Ambos estaban poniendo incómodos a los demás clientes y estaban escandalizando la cafetería. No podía entender por qué se comportaban de aquel modo, pero se los preguntaría claramente justo en ese momento:
- ¿Qué se supone que haces? –inquirió, emergiendo desde detrás de Jack y apartando a la rubia de él. Le dio la espalda al cazador y la miró fijamente-. Elisa, ¿me estás escuchando? ¿Eres tonta o qué? Estás llamando la atención de todos. ¿Acaso quieres que te echen? Tú misma me has dicho lo estricto que es el jefe. Puedes dejar estas cosas para luego, fuera de tu sitio de trabajo –sentenció, atravesándola con la mirada. La chica, titubeante y shockeada, comenzó a alejarse de allí con ojos brillantes. ¿Qué demonios le había hecho este hombre?
Fraiah se volteó, entonces, hacia Jack.
- ¿Y tú quién mierda te crees? Esto no es un prostíbulo. Y si te busca ir en búsqueda de diversión, por lo menos búscate una inteligente que tenga mínimo dos dedos de frente como para hacer de cuenta que va a sacar la basura cuando pretende revolcarse contigo –dijo con brusquedad, pero sin levantar la voz para no llamar la atención de los demás más de lo que ya la estaban llamando-. Si no tienes nada mejor que hacer aquí, te pediría que te vayas. La verdad es que no me apetece en lo absoluto perder mi empleo por idiotas como ella ni tarados como tú –dictaminó, pero en ese momento, los gritos rompieron con la concentración de Fraiah e, inevitablemente, con sus palabras hostiles.
Se volteó de repente y miró hacia la barra. El color carmesí de la sangre se reflejó en sus pupilas. Fraiah dio dos pasos hacia atrás, horrorizada. ¿Qué..? Su respiración comenzó a agitarse y todos sus músculos sucumbieron ante un incesante temblor. El hombre que estaba atendiendo allí ahora yacía tumbado sobre la barra tras haberse desangrado. Fraiah divisó el impacto de su cuerpo contra la cálida madera del lugar. La sangre, deslizándose, parecía una catarata infernal. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué era todo aquello? Fraiah se llevó una mano a la boca pero, instantáneamente, intentó recuperar la compostura. Tragó saliva y miró a su alrededor. ¿Quién había sido? ¿Qué estaba pasando allí? La incertidumbre fue total hasta que aquella carcajada llegó hasta sus oídos. Aquel vampiro al cual le sirvió su café se estaba riendo ampliamente, cómodamente, como si todo aquello le hiciera gracia. Fraiah estaba por demás de confundida. Dio otros pasos hacia atrás, hasta que trastabilló con una mesa y detuvo su andar. Negó con la cabeza. No podía dejar de rememorar esa noche trágica en su mente. Había visto esa misma expresión placentera ante la muerte esa misma velada. La gente gritando a su alrededor; el terror siendo sembrado. ¿Qué clase de habilidad poseía ese ser? ¿Acaso había sido él? ¿Pero cómo? Continuaba allí sentado como si nada…
- Esto no puede estar pasando –susurró para sí misma, con la mirada perdida en aquel ser y en el panorama sangriento que parecía haber creado. Fraiah, en su fuero interno, no podía dejar de hacerse una pregunta: ¿por qué todo sitio al cual llegaba se inundaba de sangre irremediablemente?
Los vio.
¿Qué demonios estaba ocurriendo ante sus ojos? Fraiah frunció el ceño, escandalizada y anonadada. ¿Qué se suponía que estaba haciendo Elisa? Mas aun, ¿qué se suponía que estaba haciendo Jack con ella? ¿Acaso ese hombre está loco? ¿Acaso ella es una imbécil fácil de persuadir? Fraiah miró hacia todas partes. No podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Así de serio se tomaba el trabajo esta gente? ¿O era que aquí los clientes tenían ciertas… libertades que ella no conocía? Fuera lo que fuese, ella no lo permitiría. No pondría en riesgo ni su trabajo ni el de su compañera. Y mucho menos por un imbécil que no tiene nada mejor que hacer.
Con paso decidido, comenzó a caminar entre las mesas. Observó los rostros de los demás presentes hablando por lo bajo y observando la mesa donde se encontraba el cazador con la camarera. Ambos estaban poniendo incómodos a los demás clientes y estaban escandalizando la cafetería. No podía entender por qué se comportaban de aquel modo, pero se los preguntaría claramente justo en ese momento:
- ¿Qué se supone que haces? –inquirió, emergiendo desde detrás de Jack y apartando a la rubia de él. Le dio la espalda al cazador y la miró fijamente-. Elisa, ¿me estás escuchando? ¿Eres tonta o qué? Estás llamando la atención de todos. ¿Acaso quieres que te echen? Tú misma me has dicho lo estricto que es el jefe. Puedes dejar estas cosas para luego, fuera de tu sitio de trabajo –sentenció, atravesándola con la mirada. La chica, titubeante y shockeada, comenzó a alejarse de allí con ojos brillantes. ¿Qué demonios le había hecho este hombre?
Fraiah se volteó, entonces, hacia Jack.
- ¿Y tú quién mierda te crees? Esto no es un prostíbulo. Y si te busca ir en búsqueda de diversión, por lo menos búscate una inteligente que tenga mínimo dos dedos de frente como para hacer de cuenta que va a sacar la basura cuando pretende revolcarse contigo –dijo con brusquedad, pero sin levantar la voz para no llamar la atención de los demás más de lo que ya la estaban llamando-. Si no tienes nada mejor que hacer aquí, te pediría que te vayas. La verdad es que no me apetece en lo absoluto perder mi empleo por idiotas como ella ni tarados como tú –dictaminó, pero en ese momento, los gritos rompieron con la concentración de Fraiah e, inevitablemente, con sus palabras hostiles.
Se volteó de repente y miró hacia la barra. El color carmesí de la sangre se reflejó en sus pupilas. Fraiah dio dos pasos hacia atrás, horrorizada. ¿Qué..? Su respiración comenzó a agitarse y todos sus músculos sucumbieron ante un incesante temblor. El hombre que estaba atendiendo allí ahora yacía tumbado sobre la barra tras haberse desangrado. Fraiah divisó el impacto de su cuerpo contra la cálida madera del lugar. La sangre, deslizándose, parecía una catarata infernal. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué era todo aquello? Fraiah se llevó una mano a la boca pero, instantáneamente, intentó recuperar la compostura. Tragó saliva y miró a su alrededor. ¿Quién había sido? ¿Qué estaba pasando allí? La incertidumbre fue total hasta que aquella carcajada llegó hasta sus oídos. Aquel vampiro al cual le sirvió su café se estaba riendo ampliamente, cómodamente, como si todo aquello le hiciera gracia. Fraiah estaba por demás de confundida. Dio otros pasos hacia atrás, hasta que trastabilló con una mesa y detuvo su andar. Negó con la cabeza. No podía dejar de rememorar esa noche trágica en su mente. Había visto esa misma expresión placentera ante la muerte esa misma velada. La gente gritando a su alrededor; el terror siendo sembrado. ¿Qué clase de habilidad poseía ese ser? ¿Acaso había sido él? ¿Pero cómo? Continuaba allí sentado como si nada…
- Esto no puede estar pasando –susurró para sí misma, con la mirada perdida en aquel ser y en el panorama sangriento que parecía haber creado. Fraiah, en su fuero interno, no podía dejar de hacerse una pregunta: ¿por qué todo sitio al cual llegaba se inundaba de sangre irremediablemente?
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
- música de fondo:
¿Por quién me tomas? Solo estaba provocándole para que hiciera una tontería en vez de lanzarse sobre tu cuello...
Me aparté por unos momentos haciendo una mueca de asco cuando comencé a oler el pestilente aroma de la sangre, después me volvía a acercar a su oído.
¿No te das cuenta de que hueles como Nokku? No se todavía porque pero los vas a atraer con la misma facilidad que él. Estos tipos te seguirán a todas partes... Quédate atrás, déjame este a mi.
Me separé completamente de ella y me levanté, mirando directamente al vampiro. Salí de mi improvisado escondite con paso elegante y despreocupado, no tenía prisa ninguna. Miré a mi rival de arriba a bajo y sentí como una rabia desbordante comenzaba a surgir de mi interior. Esta no era en absoluto como la que había sentido hacía tan solo unos momentos: era una furia dolorosa, desbordante, oprimía mi pecho y quería salir a cualquier coste ¿Quién se pensaba que era ese tipo como para ir tomando la vida de la gente sin más? No iba a permitir que jugara con los humanos, no mientras yo estuviera cerca.
Cerré los ojos por un instante y al abrirlos, igual que aquella vez en los callejones, mis iris se habían vuelto completamente amarillos. La expresión de mi rostro ya no denotaba ni amabilidad, ni alegría, ni diversión, ni siquiera miedo. Él ya se había dado cuanta de que yo no era un humano normal así que no valía la pena ocultarlo por más tiempo.
Te parece... ¿Divertido? Matar a alguien que no se puede defender... es exactamente lo mismo que si gritaras a los cuatro vientos que eres débil y que esa es tu única forma de redimirte en frente de tus debilidades mentales.
Mi voz sonaba apagada, de nuevo indiferente, seria. Fraiah había dicho en casa de Nokku que un crió como yo nunca podría ocupar el puesto del Presidente. Había dado por hecho que yo solo era un inmaduro e inútil hombre. Un nuevo golpe de energía sacudió mi cuerpo entero, haciéndome cosquillas en la columna vertebral y acto seguido en el resto del cuerpo. A estas alturas incluso se podía ver mi aura. Esa energía de color ámbar que flotaba y no paraba de moverse alrededor de cada una de mis extremidades. Iba a demostrarle de una vez por todas de lo que era capaz.
En realidad... mis habilidades seguían reprimidas, lo único que había conseguido es hacer que se agitaran en mi interior liberando parte de ese aura que siempre dormía en mi cuerpo, pero... la determinación fue siempre mi arma más poderosa.
¿Qué te parece si dejas en paz a todos los demás y te centras en mí?...¿O no tienes agallas?
Mientras terminaba de provocarle para intentar centrar toda su furia solo sobre mí metí la mano debajo de la chaqueta. En unos instantes un grito metálico y agradable invadió por unos instantes mis oídos mientas el resplandeciente filo de mi katana salía de debajo de mis ropas. Era un arma creada completamente con el metal madre y podría cortar la carne de un vampiro sin problemas porque evidentemente: había sido creada con el único propósito de eliminar vampiros.
No quería dejar que mi oponente fuera el primero en realizar un movimiento y era totalmente consciente de que desconocía las habilidades de este, por lo que podría derrotarme en un instante si me acercaba sin más, pero no podía arriesgarme a que matara a nadie más. Sin pensármelo dos veces apunté con la punta de mi katana hacia el pecho de mi oponente y comencé a correr hacia él. Al llegar a su altura, a la cuál podría ser perfectamente atravesado por mi arma, realicé un corte en diagonal ascendente, desde la izquierda hacia la derecha, intentando cortar primero su hígado, o por lo menos, la zona del cuerpo que se suponía que ocultaba ese órgano.
"Soy un buen cazador, soy un luchador, tengo lo que hace falta para vencer, pero... lo sé, no estoy preparado para lidiar con enemigos de este tipo, no puedo usar mi poder, solo espero que ella pueda escapar a tiempo y que yo pueda aguantar lo suficiente" Mis pensamientos no paraban de golpearme mientras yo ejecutaba mi movimiento. Lo había sentido desde un principio, en cuanto olí la esencia de ese vampiro me había dado cuenta de que era muchísimo más fuerte de lo normal. Pero no me había echado atrás. No es como si me estuviera suicidando ni nada por el estilo, solo hacía mi trabajo, pero de cualquier forma... no podía dejar que matara a nadie más y menos aun que tocara siquiera a Fraiah. Le iba a demostrar que los humanos no eramos simples títeres inútiles y débiles "Mi voluntad de fuego quemará a mis enemigos e impedirá que mi cuerpo desfallezca sin importar las heridas de este" Era una estupidez, lo sabía, pero necesitaba creer que esas palabras eran reales ¿Cómo iba si no a intentas siquiera ocupar el puesto del líder de la asociación? Solo tenía que derrotar a ese tipo ¿Cierto? Así... la salvaría.
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
No comprendía lo que estaba ocurriendo, pero su mente había sido bloqueada por millares de recuerdos. La mayoría de ellos eran bellos, pero luego se teñían de rojo al igual que esa sala. Fraiah no podía moverse. Estaba atónita, con la mirada perdida, intentando buscar respuestas que jamás hallaría en su interior. Entonces, sin poder rehusarse o hacer algo al respecto, se vio arrastrada por un fuerte brazo que rodeó su cintura. En cuanto reaccionó otra vez, una mesa yacía verticalmente a sus espaldas a modo de protección.
Parpadeó un par de veces y, entonces, su voz resonó en sus oídos. Fraiah miró de reojo el perfil de Jack y se percató de lo tensa que estaba. Tenía miedo. En verdad estaba asustada, pues los resquicios de la noche en que Nokku murió aún persistían y Fraiah no dejaba de sentirse sola y desolada en su interior, aunque por fuera se esforzase por aparentar fortaleza. En su mente, en su corazón, a solas con ella misma y con su alma, Fraiah continuaba siendo la joven dulce y amable, temerosa y débil, de siempre...
Cuando Jack dijo aquellas palabras, Fraiah decidió mirarlo a los ojos. El violáceo de sus iris se entremezcló con el verde de los suyos, pero se percató de que el tono esmeralda comenzaba a mezclarse con otra gama de color algo más amarillenta. Fraiah tragó saliva y apoyó sus manos sobre el suelo, haciendo presión con sus dedos. ¿Qué quería decir con que ella olía como Nokku? ¿Qué tenía que ver ella con esos vampiros? Más allá de que fueron los culpables de la muerte de Nokku y por eso los detestaba, nada más los relacionaba. Nokku era un radar para los vampiros porque por un lado le temían y, por el otro, ansiaban destruirlo a causa de conocer su potencial y saber perfectamente que él podría exterminarlos. Pero ella, francamente, no tenía nada de eso. Fraiah era incapaz de matar una mosca. Entonces, se encontraba realmente confusa. Además, ella no era más que la viuda de Damaru. No era su hermana ni nada por el estilo como para que huela como él y su sola presencia se sintiera como la del ex-presidente. No obstante, algo hizo "click" en su mente: la conversión.
Cuando Fraiah se percató del por qué de las palabras de Jack, él ya no estaba allí junto a ella. La joven se arrodilló y se asomó para ver lo que ocurría. ¿Entonces era eso? Cuando Nokku la volvió humana, lo hizo con su sangre. Entonces, ¿eso explica por qué ella huele como él? Si ese era el caso, una extraña alegría le recorría el cuerpo. Se abrazó a sí misma. ¿Nokku no se había ido para siempre, entonces? ¿Continuaba con ella, protegiéndola? Una tenue sonrisa emergió adornando su rostro temeroso. Ese sentimiento se hizo cada vez más fuerte, y comenzó a brindarle fuerzas. "Nokku, que tu voluntad nunca se desvanezca", pensó. Alrededor de una de sus manos que yacían sobre el suelo, un pequeño círculo de cristal se formó. Era una capa muy fina, casi imperceptible, que se encontraba debajo de su palma. Fraiah ni se percató del hecho y, en ese momento, sus ojos vieron a Elisa, corriendo como una desquiciada cerca de donde ese vampiro se encontraba. Llegó hasta la barra y comenzó a andar de un lado a otro, sin saber qué hacer. Fraiah se volvió seria de repente y chasqueó la lengua. Maldición. Si no hacía algo, ella podría acabar muerta también.
Sólo necesitó unos instantes de determinación.
Se puso de pie tras un rato. Comenzó a circular agachada, procurando no llamar la atención. Llegó hasta ella mientras Jack desafiaba al vampiro y lo amenazaba con el filo de su katana. La sujetó por la muñeca y la arrastró consigo hacia la cocina del lugar, abriendo la puerta que conectaba dicha sala con un estrecho pasillo que conducía a los cambiadores masculinos y femeninos. Ambas muchachas corrían a gran velocidad: una arrastrando a la otra. Cuando estuvieron frente al cambiador de mujeres, Fraiah abrió la puerta y ambas ingresaron, cerrándola tras de sí.
El silencio del lugar provocaba que la respiración agitada de ambas se oyera perfectamente. Fraiah miró a Elisa y la sujetó por los hombros, moviéndola un poco. La muchacha parecía estar en shock. Sus ojos brillaban con temor y tristeza.
- Elisa, necesito que te tranquilices y pienses -musitó, intentando contenerla de algún modo y luchando por encontrar una forma de sacarla viva de aquí-. ¿Hay alguna puerta trasera que provea una salida de emergencia? ¿Dónde está la puerta que da al callejón de aquí a la vuelta? -preguntó con rapidez, pero procurando que sus palabras sonaran claras.
Parpadeó un par de veces y, entonces, su voz resonó en sus oídos. Fraiah miró de reojo el perfil de Jack y se percató de lo tensa que estaba. Tenía miedo. En verdad estaba asustada, pues los resquicios de la noche en que Nokku murió aún persistían y Fraiah no dejaba de sentirse sola y desolada en su interior, aunque por fuera se esforzase por aparentar fortaleza. En su mente, en su corazón, a solas con ella misma y con su alma, Fraiah continuaba siendo la joven dulce y amable, temerosa y débil, de siempre...
Cuando Jack dijo aquellas palabras, Fraiah decidió mirarlo a los ojos. El violáceo de sus iris se entremezcló con el verde de los suyos, pero se percató de que el tono esmeralda comenzaba a mezclarse con otra gama de color algo más amarillenta. Fraiah tragó saliva y apoyó sus manos sobre el suelo, haciendo presión con sus dedos. ¿Qué quería decir con que ella olía como Nokku? ¿Qué tenía que ver ella con esos vampiros? Más allá de que fueron los culpables de la muerte de Nokku y por eso los detestaba, nada más los relacionaba. Nokku era un radar para los vampiros porque por un lado le temían y, por el otro, ansiaban destruirlo a causa de conocer su potencial y saber perfectamente que él podría exterminarlos. Pero ella, francamente, no tenía nada de eso. Fraiah era incapaz de matar una mosca. Entonces, se encontraba realmente confusa. Además, ella no era más que la viuda de Damaru. No era su hermana ni nada por el estilo como para que huela como él y su sola presencia se sintiera como la del ex-presidente. No obstante, algo hizo "click" en su mente: la conversión.
Cuando Fraiah se percató del por qué de las palabras de Jack, él ya no estaba allí junto a ella. La joven se arrodilló y se asomó para ver lo que ocurría. ¿Entonces era eso? Cuando Nokku la volvió humana, lo hizo con su sangre. Entonces, ¿eso explica por qué ella huele como él? Si ese era el caso, una extraña alegría le recorría el cuerpo. Se abrazó a sí misma. ¿Nokku no se había ido para siempre, entonces? ¿Continuaba con ella, protegiéndola? Una tenue sonrisa emergió adornando su rostro temeroso. Ese sentimiento se hizo cada vez más fuerte, y comenzó a brindarle fuerzas. "Nokku, que tu voluntad nunca se desvanezca", pensó. Alrededor de una de sus manos que yacían sobre el suelo, un pequeño círculo de cristal se formó. Era una capa muy fina, casi imperceptible, que se encontraba debajo de su palma. Fraiah ni se percató del hecho y, en ese momento, sus ojos vieron a Elisa, corriendo como una desquiciada cerca de donde ese vampiro se encontraba. Llegó hasta la barra y comenzó a andar de un lado a otro, sin saber qué hacer. Fraiah se volvió seria de repente y chasqueó la lengua. Maldición. Si no hacía algo, ella podría acabar muerta también.
Sólo necesitó unos instantes de determinación.
Se puso de pie tras un rato. Comenzó a circular agachada, procurando no llamar la atención. Llegó hasta ella mientras Jack desafiaba al vampiro y lo amenazaba con el filo de su katana. La sujetó por la muñeca y la arrastró consigo hacia la cocina del lugar, abriendo la puerta que conectaba dicha sala con un estrecho pasillo que conducía a los cambiadores masculinos y femeninos. Ambas muchachas corrían a gran velocidad: una arrastrando a la otra. Cuando estuvieron frente al cambiador de mujeres, Fraiah abrió la puerta y ambas ingresaron, cerrándola tras de sí.
El silencio del lugar provocaba que la respiración agitada de ambas se oyera perfectamente. Fraiah miró a Elisa y la sujetó por los hombros, moviéndola un poco. La muchacha parecía estar en shock. Sus ojos brillaban con temor y tristeza.
- Elisa, necesito que te tranquilices y pienses -musitó, intentando contenerla de algún modo y luchando por encontrar una forma de sacarla viva de aquí-. ¿Hay alguna puerta trasera que provea una salida de emergencia? ¿Dónde está la puerta que da al callejón de aquí a la vuelta? -preguntó con rapidez, pero procurando que sus palabras sonaran claras.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
El rojo seguía tiñendo la barra. Roger lo observaba con el rabillo del ojo, pues estaba contado el tiempo que tardaba en extinguirse la fuente de sangre de aquel tipo al que había matado de forma instantanea. Si velocidad podía llegar a los limites de la luz. Soy más rápido que la luz. Ni siquiera eso puede superarme... o eso pensaba él. Y de repente, el chico rubio tiró una mesa al suelo y se parapetó junto con la chica. Roger enarcó una de sus cejas, añadiendo una rebelde mueca.
16 segundos.-dijo Roger a la vez que el rubito salía de su escondite.
Cuando este se puso frente a él, lo apuntó con su hoja. Era una espada japonesa, como la de padre. Conocía bien esa clase de espadas y no le asustaban ni un poquito. Se le pasó por la cabeza que podía estar imbuida en alguna clase de energía o similar que matara vampiros, pero no contaba con que fuera ni un cazavampiros ni un científico ni nada similar. Con lo cuál, asumió enfrentarse a él como si fuera un simple humano. Este se dirigió a él con palabras provocativas que le resultaron casi tan divertidas como el haber exterminado a ese humano
¿Divertido? Mm... por supuesto.-se detuvo, manteniendo la tensión en el aire.-Amo la diversión.-dijo realizando una especie de reverencia. ¿Acaso tú no? Antes me había parecido que disfrutabas aprovechándote de camareras "indefensas"... tal vez deberías replantearte quien es el que grita a los cuatro vientos que eres débil.
Y el continuó hablando. Lo escuchaba perfectamente mientras los observaba detenidamente. De arriba a abajo. Quería identificarlo, guardarlo en su base de datos. En ese transcurso de tiempo llego a la conclusión de que le recordaba a alguien. No por su aspecto, sino... por su olor... la energía que desprendía. ¿No será... pero fue interrumpido cuando la chica a la que había ocultado tras esa mesa, era vista por los huecos que había entre las patas de las mesas y las sillas. Estaba escapando. No se iba a molestar en perseguirla, pues realmente, no había venido a por ella, o al menos no de forma consciente, pero Roger había comprendido que significaba algo para este chico. Fraiah era amiga del chico. Un punto débil... pobre iluso... Estaba claro que no le iba mucho el tema de ser discreto o la dulce lluvia le trastornado los sentidos.
¡Oh, vamos! No te contengas. Empuña tu hoja con todas tus fuerzas. Súmale tu potencial. Añadele tus deseos. Y tus venganzas... tus sentimientos de amor, odio... ¡TODO! Necesitaras todo eso para derrotarme. Nada sobra, todo falta.-decía con rapidez y con tono enigmático.
Pretendía encenderle, que le abriera su corazón o lo que fuera que tuviera dentro. Sus fuerzas, sus energías. Que blandiera su espada contra su enemigo. Eso haría que Roger se encendiera también y que alcanzara la euforia. Y tras eso el chaval se lanzó con su espada contra Roger. Al principio creyó que su ataque sería de frente, como una apuñalada en el corazón, pero después se convirtió en tajo ascendente. En un inicio le sorprendió, pero lo esquivó con cierta facilidad. Se inclinó hacia atrás con un paso veloz y con la flexión de su cuerpo necesaria para evitar su corte. Sin embargo, este pasó muy cerca de su rostro, rozándole la nariz. Ese fue un movimiento sencillo. No el del espadachín. No. El de Roger. Ni el sabía si lo había hecho incoscientemente, pero pudo percibir que su espada tenía algo. Era lo que había pensado, pero rechazado igualmente.
En ese momento, como si de un contraataque se tratase, agarró la empuñadura de la espada del chico, chocó su cuerpo con el del chico y se la quitó de las manos, empujándolo después lejos de él de un codazo. Cogió la espada con delicadeza y tranquilidad. La observaba detenidamente y la admiraba. Acariciaba su hoja y probó su filo, cortándose la yema de su dedo índice.
Es una bonita espada.-soltó Roger sin mirarle siquiera.-Pensé que sería una normal y corriente pero ya veo que no. Lo que significa... que eres alguien especial. Vamos, escúpelo. ¿Un cazavampiros?
Y le lanzó su espada furtivamente, después de limpiar la sangre impregnada en el filo. Le atrevesaría el craneo. Pero su intención era devolvérsela. Esperó a que le tuviera y se prepara. Cuando vio el momento, se lanzó a por él. Iba a bastante velocidad. Le propinaría un fuerte puñetazo en la frente que lo mandaría al final de la habitación. Logró llegar a su posición con un salto, un salto que dejó una marca en el suelo de la cafetería. Podría matarlo de un solo golpe. Estaría el chico listo para evitarlo, o para encajarlo como dios manda.
OFF: siento la tardanza T.T
16 segundos.-dijo Roger a la vez que el rubito salía de su escondite.
Cuando este se puso frente a él, lo apuntó con su hoja. Era una espada japonesa, como la de padre. Conocía bien esa clase de espadas y no le asustaban ni un poquito. Se le pasó por la cabeza que podía estar imbuida en alguna clase de energía o similar que matara vampiros, pero no contaba con que fuera ni un cazavampiros ni un científico ni nada similar. Con lo cuál, asumió enfrentarse a él como si fuera un simple humano. Este se dirigió a él con palabras provocativas que le resultaron casi tan divertidas como el haber exterminado a ese humano
¿Divertido? Mm... por supuesto.-se detuvo, manteniendo la tensión en el aire.-Amo la diversión.-dijo realizando una especie de reverencia. ¿Acaso tú no? Antes me había parecido que disfrutabas aprovechándote de camareras "indefensas"... tal vez deberías replantearte quien es el que grita a los cuatro vientos que eres débil.
Y el continuó hablando. Lo escuchaba perfectamente mientras los observaba detenidamente. De arriba a abajo. Quería identificarlo, guardarlo en su base de datos. En ese transcurso de tiempo llego a la conclusión de que le recordaba a alguien. No por su aspecto, sino... por su olor... la energía que desprendía. ¿No será... pero fue interrumpido cuando la chica a la que había ocultado tras esa mesa, era vista por los huecos que había entre las patas de las mesas y las sillas. Estaba escapando. No se iba a molestar en perseguirla, pues realmente, no había venido a por ella, o al menos no de forma consciente, pero Roger había comprendido que significaba algo para este chico. Fraiah era amiga del chico. Un punto débil... pobre iluso... Estaba claro que no le iba mucho el tema de ser discreto o la dulce lluvia le trastornado los sentidos.
¡Oh, vamos! No te contengas. Empuña tu hoja con todas tus fuerzas. Súmale tu potencial. Añadele tus deseos. Y tus venganzas... tus sentimientos de amor, odio... ¡TODO! Necesitaras todo eso para derrotarme. Nada sobra, todo falta.-decía con rapidez y con tono enigmático.
Pretendía encenderle, que le abriera su corazón o lo que fuera que tuviera dentro. Sus fuerzas, sus energías. Que blandiera su espada contra su enemigo. Eso haría que Roger se encendiera también y que alcanzara la euforia. Y tras eso el chaval se lanzó con su espada contra Roger. Al principio creyó que su ataque sería de frente, como una apuñalada en el corazón, pero después se convirtió en tajo ascendente. En un inicio le sorprendió, pero lo esquivó con cierta facilidad. Se inclinó hacia atrás con un paso veloz y con la flexión de su cuerpo necesaria para evitar su corte. Sin embargo, este pasó muy cerca de su rostro, rozándole la nariz. Ese fue un movimiento sencillo. No el del espadachín. No. El de Roger. Ni el sabía si lo había hecho incoscientemente, pero pudo percibir que su espada tenía algo. Era lo que había pensado, pero rechazado igualmente.
En ese momento, como si de un contraataque se tratase, agarró la empuñadura de la espada del chico, chocó su cuerpo con el del chico y se la quitó de las manos, empujándolo después lejos de él de un codazo. Cogió la espada con delicadeza y tranquilidad. La observaba detenidamente y la admiraba. Acariciaba su hoja y probó su filo, cortándose la yema de su dedo índice.
Es una bonita espada.-soltó Roger sin mirarle siquiera.-Pensé que sería una normal y corriente pero ya veo que no. Lo que significa... que eres alguien especial. Vamos, escúpelo. ¿Un cazavampiros?
Y le lanzó su espada furtivamente, después de limpiar la sangre impregnada en el filo. Le atrevesaría el craneo. Pero su intención era devolvérsela. Esperó a que le tuviera y se prepara. Cuando vio el momento, se lanzó a por él. Iba a bastante velocidad. Le propinaría un fuerte puñetazo en la frente que lo mandaría al final de la habitación. Logró llegar a su posición con un salto, un salto que dejó una marca en el suelo de la cafetería. Podría matarlo de un solo golpe. Estaría el chico listo para evitarlo, o para encajarlo como dios manda.
OFF: siento la tardanza T.T
- Roger Anderson
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Re: Cafeteria
Desde un principio sabía claramente que mis probabilidades de ganar eran realmente bajas. Me había dado cuenta, pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Luchar, solo me quedaba luchar.
Mi ataque fue esquivado con suma facilidad con un movimiento simple y sencillo. Era rápido, más rápido que yo. Su mano agarró la empuñadura de mi espada. No estaba dispuesto a entregarle mi arma así que me aferré fuertemente a ella, pero nuestros cuerpos chocaron y sentí como su codo se clavaba en mi hombro, apartándome con una brutalidad digna de un oso. Sentí como mis huesos chirriaban bajo el peso de ese golpe letal para un humano cualquiera pero inofensivo por parte del vampiro.
Observé como admiraba mi katana, la miro y después se cortó un poco dejando que la sangre del vampiro corrió por el filo de mi arma. El neófito formulo una pregunta pero yo no le respondí, mi mente no estaba ahí en esos momentos. Fraiah se había ido, se había ido y yo me había quedado solo con ese monstruo. Tragué saliva. Solo esperaba que no se hubiera quedado por ahí escondida y que hubiera salido corriendo en busca de ayuda o algo... lo que sea menos permanecer cerca de ese vampiro.
Vi como aquella bestia me lanzaba el arma y la esquivé por poco. Recogí la reliquia de la armería de Kasha y volví a enfrentarme al vampiro. Me estaba empezando a poner serio. Podía defenderme de el, definitivamente lo lograría. Suspiré y me concentré. En ese instante mi enemigo desapareció. Apreté la mandíbula y rápidamente levanté ambos brazos, haciendo una x a la altura de mi cabeza. En efecto, era demasiado rápido para mi, suerte que pude predecir su golpe instintivamente. El radio de mi brazo izquierdo crujió con un sonido seco mientras yo prácticamente no podía oír nada más que un molesto pitido en mis oídos, al mismo tiempo que notaba como mi cuerpo se elevaba del suelo y atravesaba la cafetería. Caí sobre una mesa, partiendola en varias partes por la fuerza de mi lanzamiento y me quedé ahí tendido por unos instantes sin poder hacer nada. Estaba mirando hacia arriba sin poder respirar ni oír nada.
Quise sentir miedo, en ese momento estaba deseando sentir el pánico, el terror frente a la muerte para poder sacar fuerzas y salir de ahí, pero no, no podía. Dentro de mi, no sentía nada, mi furia se había apagado, era como si me hubiesen purgado desde dentro hacia fuera. No pensaba en nada, solo intentaba respirar como un pez fuera del agua mientras una lágrima se desplegaba de mis incrédulos ojos.
Pude tragar aire, como si hubiera estado nadando por varios minutos y en ese momento lo vi, al vampiro saltando hacia mi. Si su cuerpo me impactaba a esa velocidad definitivamente se acabaría todo. Gruñí y utilizando mi brazo derecho, apoyado en el suelo, me impulse hacia el lado y rodé, con cuidado de no clavarme la katana. Una ola de polvo y astillas azotó mi espalda en cuanto el neófito aterrizó, creando una onda expansiva por la intensidad del golpe. Me levanté medio tambaleándome y le miré con unos ojos tranquilos, analizadores mientras mi cuerpo se veía débil y ya demacrado aun cuando llevábamos unos 30 segundos de combate.
Mi poder no respondía más ¿Qué estaba pasando? Siempre que me encontraba en peligro esa extraña energía me otorgaba la fuerza suficiente para sobrevivir, pero ahora no. "¿Puede ser que... nunca antes había luchado para proteger a alguien?" Me sorprendí a mi mismo al darme cuenta de eso "Recuerda, en los callejones ni siquiera tuviste que pensarlo, tus poderes reaccionaron cuando...ella estaba en peligro y no tú" Me estaba hablando a mi mismo, y tenía razón, esa vez fue la primera vez que no use mis poderes para protegerme a mi, si no para proteger a aquella mujer. ¿Será que ahora ya no puedo usarlos para salvarme? "No es eso, yo lo he decidido así en realidad... ahora mi objetivo es proteger a los demás, y estoy dispuesto a morir por mi objetivo, punto."
¿Y si te digo que si, que si soy un cazavampiros? ¿Qué harás? ¿Saldrás corriendo o simplemente me atacarás con más ira? Reconócelo, te da igual quién soy, solo quieres diversión, y sangre.
Le hablaba como si fuéramos conocidos, como si realmente estuviéramos al mismo nivel y no, en esos momentos yo todavía estaba bastante por debajo de su nivel de combate. Levanté mi katana apuntando al vampiro sin razón aparente y me quedé mirándolo. No podía darme por vencido. Volví a la carrera, esta vez más agresivo que antes. Salté encima de mi oponente, sin dejar de apuntarle con el filo de mi katana en ningún momento y traté de atravesarle el pecho.
Mi ataque fue esquivado con suma facilidad con un movimiento simple y sencillo. Era rápido, más rápido que yo. Su mano agarró la empuñadura de mi espada. No estaba dispuesto a entregarle mi arma así que me aferré fuertemente a ella, pero nuestros cuerpos chocaron y sentí como su codo se clavaba en mi hombro, apartándome con una brutalidad digna de un oso. Sentí como mis huesos chirriaban bajo el peso de ese golpe letal para un humano cualquiera pero inofensivo por parte del vampiro.
Observé como admiraba mi katana, la miro y después se cortó un poco dejando que la sangre del vampiro corrió por el filo de mi arma. El neófito formulo una pregunta pero yo no le respondí, mi mente no estaba ahí en esos momentos. Fraiah se había ido, se había ido y yo me había quedado solo con ese monstruo. Tragué saliva. Solo esperaba que no se hubiera quedado por ahí escondida y que hubiera salido corriendo en busca de ayuda o algo... lo que sea menos permanecer cerca de ese vampiro.
Vi como aquella bestia me lanzaba el arma y la esquivé por poco. Recogí la reliquia de la armería de Kasha y volví a enfrentarme al vampiro. Me estaba empezando a poner serio. Podía defenderme de el, definitivamente lo lograría. Suspiré y me concentré. En ese instante mi enemigo desapareció. Apreté la mandíbula y rápidamente levanté ambos brazos, haciendo una x a la altura de mi cabeza. En efecto, era demasiado rápido para mi, suerte que pude predecir su golpe instintivamente. El radio de mi brazo izquierdo crujió con un sonido seco mientras yo prácticamente no podía oír nada más que un molesto pitido en mis oídos, al mismo tiempo que notaba como mi cuerpo se elevaba del suelo y atravesaba la cafetería. Caí sobre una mesa, partiendola en varias partes por la fuerza de mi lanzamiento y me quedé ahí tendido por unos instantes sin poder hacer nada. Estaba mirando hacia arriba sin poder respirar ni oír nada.
Quise sentir miedo, en ese momento estaba deseando sentir el pánico, el terror frente a la muerte para poder sacar fuerzas y salir de ahí, pero no, no podía. Dentro de mi, no sentía nada, mi furia se había apagado, era como si me hubiesen purgado desde dentro hacia fuera. No pensaba en nada, solo intentaba respirar como un pez fuera del agua mientras una lágrima se desplegaba de mis incrédulos ojos.
Pude tragar aire, como si hubiera estado nadando por varios minutos y en ese momento lo vi, al vampiro saltando hacia mi. Si su cuerpo me impactaba a esa velocidad definitivamente se acabaría todo. Gruñí y utilizando mi brazo derecho, apoyado en el suelo, me impulse hacia el lado y rodé, con cuidado de no clavarme la katana. Una ola de polvo y astillas azotó mi espalda en cuanto el neófito aterrizó, creando una onda expansiva por la intensidad del golpe. Me levanté medio tambaleándome y le miré con unos ojos tranquilos, analizadores mientras mi cuerpo se veía débil y ya demacrado aun cuando llevábamos unos 30 segundos de combate.
Mi poder no respondía más ¿Qué estaba pasando? Siempre que me encontraba en peligro esa extraña energía me otorgaba la fuerza suficiente para sobrevivir, pero ahora no. "¿Puede ser que... nunca antes había luchado para proteger a alguien?" Me sorprendí a mi mismo al darme cuenta de eso "Recuerda, en los callejones ni siquiera tuviste que pensarlo, tus poderes reaccionaron cuando...ella estaba en peligro y no tú" Me estaba hablando a mi mismo, y tenía razón, esa vez fue la primera vez que no use mis poderes para protegerme a mi, si no para proteger a aquella mujer. ¿Será que ahora ya no puedo usarlos para salvarme? "No es eso, yo lo he decidido así en realidad... ahora mi objetivo es proteger a los demás, y estoy dispuesto a morir por mi objetivo, punto."
¿Y si te digo que si, que si soy un cazavampiros? ¿Qué harás? ¿Saldrás corriendo o simplemente me atacarás con más ira? Reconócelo, te da igual quién soy, solo quieres diversión, y sangre.
Le hablaba como si fuéramos conocidos, como si realmente estuviéramos al mismo nivel y no, en esos momentos yo todavía estaba bastante por debajo de su nivel de combate. Levanté mi katana apuntando al vampiro sin razón aparente y me quedé mirándolo. No podía darme por vencido. Volví a la carrera, esta vez más agresivo que antes. Salté encima de mi oponente, sin dejar de apuntarle con el filo de mi katana en ningún momento y traté de atravesarle el pecho.
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
La chica estaba en estado de shock y no respondía. Fraiah se llevó una mano a la frente, nerviosa; suspiró y luego volvió a mirarla.
- No hay tiempo, Elisa. Las personas que están dentro pueden morir. Sí, morir, no me mires de ese modo. ¡Actúa, demonios! -le dio un suave empujón y se volteó, y entonces la chica, con lágrimas rodeándole las mejillas, comenzó a hablar. Le indicó el camino asomándose un poco al pasillo y señalando el sendero y la puerta que debía abrir al doblar a la derecha. Por unos momentos, Fraiah se perdió en medio de esa explicación, observándola y preguntándose a dónde había viajado su anterior inocencia e ingenuidad. Esa chica tenía todo lo que ella había perdido en un abrir y cerrar de ojos: la ignorancia.
Sacudió la cabeza y la sujetó de la muñeca.
- Escúchame bien -murmuró mirándola a los ojos-. Necesito que corras por ese pasillo, que no pares hasta salir al exterior y ve a pedir ayuda. Yo te cubriré e iré a sacar de allí a los clientes -dictaminó y le dio un suave empujón otra vez, esta ocasión en dirección a la salida de emergencia. Elisa, asintió con la cabeza y se limpió las lágrimas, saliendo de allí a gran velocidad. Fraiah se la quedó observando por unos momentos y cerró los ojos, intentando buscar quién sabe qué cosa en su interior. Al cabo de unos segundos, los abrió de nuevo y comenzó a correr en dirección a la cocina, para luego llegar al salón en donde se llevaba a cabo la pelea. Podía oír los fuertes golpes y el sonido tajante del metal rechinando. Se asomó por la puerta y allí los vio. Fraiah se mordió el labio inferior. Sentía cómo el corazón amenazaba con salírsele del pecho. Jack no se veía bien, pero estaba haciendo lo posible para lidiar con aquel monstruo. Y ella, por más que le pesase admitirlo, no quería que algo malo le ocurriera. Aunque las cosas estuvieran muy tensas entre ambos desde que ella descubrió su verdadera identidad, no podía negar el hecho de que él la había ayudado demasiadas veces ya.
Apretó el puño y salió de allí, decidida. Comenzó a correr entre las mesas y comenzó a levantar a la gente que yacía oculta, temblando del terror. Los condujo como pudo hacia la cocina, a unos acompañándolos y a otros indicándoles el camino apresuradamente con la mano. Fraiah se encontraba agitada y pensando en millones de cosas a la vez. Por suerte ese día no había muchos clientes. Estaba logrando hacer bien esa parte del trabajo, pero aún quedaba lo más difícil: buscar algún método para ayudar a Jack. Mientras pensaba rápidamente en ello, sujetó de la mano a una pequeña niña que había perdido de vista a su madre. Fraiah la levantó en brazos y corrió con ella hasta la cocina, ingresó y cerró la puerta. Le cedió la niña a una muchacha que estaba allí esperándola, temiendo por su seguridad. Fraiah agradeció el gesto y le dijo que todo estaba bien, que llevara la niña fuera y pidiera ayuda. Finalmente, Fraiah apoyó la espalda contra la puerta. ¿Qué era lo que ella podía hacer? No podía hallar respuesta o solución rápida sola. Siempre había sido una inútil que solo sabía chillar y llorar. Pero había cambiado, había cambiado y tras el gran muro de cristal se hallaba oculta, perdida, aquella Fraiah temerosa y sensible. Aunque vestigios de ella quedaran, ahora mismo la seriedad y la preocupación se adueñaban de cada centímetro de su cuerpo. Había madurado, y este no era momento para llorar. Además, ya no existían en su vida aquellos brazos en los cuales protegerse y permitirse ser débil.
En ese instante, vio a su lado un cajón lleno de botellas de cerveza. Estas, eran de vidrio. Fraiah parpadeó un instante y se le ocurrió una idea. Movió el cajón cerca de la puerta y la abrió. Al instante, comenzó a arrojarlas con todas sus fuerzas hacia el vampiro, directo a su cabeza y pecho, así como también a sus hombros. En cada movimiento, acrecentaba su fuerza. Su respiración agitada se unía a su desesperación y, ambas, le otorgaban un extraño valor. Jack iba directo a perforar su blanco, pero aquel vampiro era excesivamente poderoso y rápido. Tal vez de esta manera pudiese distraerlo y dificultarle la defensa, si bien sabía perfectamente que no lograría derrotarlo.
- Bestia de mierda -dijo entre dientes, focalizando todo su odio en él. Por seres como él Nokku había perdido la vida. Solo un iluso dejaría pasar esta oportunidad de arremetar justamente con el objeto de la ira. Y ella, claramente, había dejado de ser ilusa hace tiempo.
- No hay tiempo, Elisa. Las personas que están dentro pueden morir. Sí, morir, no me mires de ese modo. ¡Actúa, demonios! -le dio un suave empujón y se volteó, y entonces la chica, con lágrimas rodeándole las mejillas, comenzó a hablar. Le indicó el camino asomándose un poco al pasillo y señalando el sendero y la puerta que debía abrir al doblar a la derecha. Por unos momentos, Fraiah se perdió en medio de esa explicación, observándola y preguntándose a dónde había viajado su anterior inocencia e ingenuidad. Esa chica tenía todo lo que ella había perdido en un abrir y cerrar de ojos: la ignorancia.
Sacudió la cabeza y la sujetó de la muñeca.
- Escúchame bien -murmuró mirándola a los ojos-. Necesito que corras por ese pasillo, que no pares hasta salir al exterior y ve a pedir ayuda. Yo te cubriré e iré a sacar de allí a los clientes -dictaminó y le dio un suave empujón otra vez, esta ocasión en dirección a la salida de emergencia. Elisa, asintió con la cabeza y se limpió las lágrimas, saliendo de allí a gran velocidad. Fraiah se la quedó observando por unos momentos y cerró los ojos, intentando buscar quién sabe qué cosa en su interior. Al cabo de unos segundos, los abrió de nuevo y comenzó a correr en dirección a la cocina, para luego llegar al salón en donde se llevaba a cabo la pelea. Podía oír los fuertes golpes y el sonido tajante del metal rechinando. Se asomó por la puerta y allí los vio. Fraiah se mordió el labio inferior. Sentía cómo el corazón amenazaba con salírsele del pecho. Jack no se veía bien, pero estaba haciendo lo posible para lidiar con aquel monstruo. Y ella, por más que le pesase admitirlo, no quería que algo malo le ocurriera. Aunque las cosas estuvieran muy tensas entre ambos desde que ella descubrió su verdadera identidad, no podía negar el hecho de que él la había ayudado demasiadas veces ya.
Apretó el puño y salió de allí, decidida. Comenzó a correr entre las mesas y comenzó a levantar a la gente que yacía oculta, temblando del terror. Los condujo como pudo hacia la cocina, a unos acompañándolos y a otros indicándoles el camino apresuradamente con la mano. Fraiah se encontraba agitada y pensando en millones de cosas a la vez. Por suerte ese día no había muchos clientes. Estaba logrando hacer bien esa parte del trabajo, pero aún quedaba lo más difícil: buscar algún método para ayudar a Jack. Mientras pensaba rápidamente en ello, sujetó de la mano a una pequeña niña que había perdido de vista a su madre. Fraiah la levantó en brazos y corrió con ella hasta la cocina, ingresó y cerró la puerta. Le cedió la niña a una muchacha que estaba allí esperándola, temiendo por su seguridad. Fraiah agradeció el gesto y le dijo que todo estaba bien, que llevara la niña fuera y pidiera ayuda. Finalmente, Fraiah apoyó la espalda contra la puerta. ¿Qué era lo que ella podía hacer? No podía hallar respuesta o solución rápida sola. Siempre había sido una inútil que solo sabía chillar y llorar. Pero había cambiado, había cambiado y tras el gran muro de cristal se hallaba oculta, perdida, aquella Fraiah temerosa y sensible. Aunque vestigios de ella quedaran, ahora mismo la seriedad y la preocupación se adueñaban de cada centímetro de su cuerpo. Había madurado, y este no era momento para llorar. Además, ya no existían en su vida aquellos brazos en los cuales protegerse y permitirse ser débil.
En ese instante, vio a su lado un cajón lleno de botellas de cerveza. Estas, eran de vidrio. Fraiah parpadeó un instante y se le ocurrió una idea. Movió el cajón cerca de la puerta y la abrió. Al instante, comenzó a arrojarlas con todas sus fuerzas hacia el vampiro, directo a su cabeza y pecho, así como también a sus hombros. En cada movimiento, acrecentaba su fuerza. Su respiración agitada se unía a su desesperación y, ambas, le otorgaban un extraño valor. Jack iba directo a perforar su blanco, pero aquel vampiro era excesivamente poderoso y rápido. Tal vez de esta manera pudiese distraerlo y dificultarle la defensa, si bien sabía perfectamente que no lograría derrotarlo.
- Bestia de mierda -dijo entre dientes, focalizando todo su odio en él. Por seres como él Nokku había perdido la vida. Solo un iluso dejaría pasar esta oportunidad de arremetar justamente con el objeto de la ira. Y ella, claramente, había dejado de ser ilusa hace tiempo.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
El rival de Roger voló e impactó contra una mesa. Su golpe había surtido efecto, pero no encontraba satisfacción. Comprendía perfectamente que no estaba utilizando todas sus capacidades para luchar contra él. Eso le desagradaba un poco, pues por alguna razón sentía que ese chico era fuerte. Su olor... ¿de qué me suena? ¿Acaso estaba ocultando su poder o todo no era más que un farol? Era una duda bastante puñetera, pero ello no implicaba la imposibilidad de derrotarlo. El placer y la diversión serían menor, pero... qué se le va a hacer...
El chico se levantó de la mesa partida. Lo hacía lentamente y tras finalizar, lo miró tranquilo y pasivo. Contestó a su pregunta, aunque su respuesta no fuera la esperada.
-Eres más astuto de lo que pareces, ¿sabes?-dijo Roger con un tono divertido, a la vez que movía sus pies y se rascaba la nariz, mostrando una actitud despreocupada.-Si, tienes razón, solo trato de divertirme, pero esos momentos en los que estás embadurnado del fragor de la batalla, de la sangre y el sudor, e intercambias tus o mis últimas palabras con tu rival... me gustan. Creo que es bueno conversar con tu víctima o tu némesis por última vez, ¿entiendes?
Y terminó, contentó por compartir una opinión de combate con otro luchador. En realidad, no disfrutaba confraternizando con sus enemigos, pero pensaba que eran... como colegas de profesión, aunque fueran enemigos. Y aun lo miraba hasta que se dio cuenta de muchas de las personas que aun había en la cafetería estaban siendo ayudadas por Fraiah, de quien se había olvidado durante un rato. No le importó, pues no buscaba la sangre de esa chica, aunque tampoco buscaba la sangre de su rival, simplemente había ido allí a pasar el rato, y mira donde te has metido.... Así que, tras ese inciso, Roger corrió de nuevo contra el rubio y le ofreció unos cuantos golpes. El chico supo compaginarlos bien, esquivando los golpes de Roger pero fallando sus ataques de espada. Fueron unos instantes muy intensos, llenos de fuerza y velocidad. Pero en ese momento, no esperó que una botella de vidrio le diera en la cabeza. No le dolió, aunque acertó bien en su cabeza pero eso hizo que Roger se desconcentrara y buscara a su atacante. Y lo hizo, Fraiah volvía al ataque.
-Tú, maldita zorra-espetó rabioso.
Un hilo de sangre resbalaba por su frente. Eso le daba una expresión aun más aterradora. Roger había entrado en furia y no pudo evitar liberar un poco más de su poder. Se desplazó instantáneamente hacia dos sillas y se las lanzó a su contrincante igual de rápidas que su desplazadamiento y después saltó vertiginosamente hacia Fraiah. Atravesó el marco de la puerta y en ese mismo momento, es decir, en el aire, la agarró por la cabeza y la tiró al suelo. Estaba postrada y agarrada por la frente. Se mostraba angustiada e hiperventilaba. Estaba ciega, pues la mano de Roger era bastante grande y le cubría la vista.
-Oh, pequeña traviesa. No está bien interrumpir la batalla de dos hombres.soltó magniáticamente.
Elevaba su brazo y estiraba los dedos de sus manos. Iba a atravesarla en el vientre, a extraerla las tripas y a terminar con su inútil vida. Despídete.
El chico se levantó de la mesa partida. Lo hacía lentamente y tras finalizar, lo miró tranquilo y pasivo. Contestó a su pregunta, aunque su respuesta no fuera la esperada.
-Eres más astuto de lo que pareces, ¿sabes?-dijo Roger con un tono divertido, a la vez que movía sus pies y se rascaba la nariz, mostrando una actitud despreocupada.-Si, tienes razón, solo trato de divertirme, pero esos momentos en los que estás embadurnado del fragor de la batalla, de la sangre y el sudor, e intercambias tus o mis últimas palabras con tu rival... me gustan. Creo que es bueno conversar con tu víctima o tu némesis por última vez, ¿entiendes?
Y terminó, contentó por compartir una opinión de combate con otro luchador. En realidad, no disfrutaba confraternizando con sus enemigos, pero pensaba que eran... como colegas de profesión, aunque fueran enemigos. Y aun lo miraba hasta que se dio cuenta de muchas de las personas que aun había en la cafetería estaban siendo ayudadas por Fraiah, de quien se había olvidado durante un rato. No le importó, pues no buscaba la sangre de esa chica, aunque tampoco buscaba la sangre de su rival, simplemente había ido allí a pasar el rato, y mira donde te has metido.... Así que, tras ese inciso, Roger corrió de nuevo contra el rubio y le ofreció unos cuantos golpes. El chico supo compaginarlos bien, esquivando los golpes de Roger pero fallando sus ataques de espada. Fueron unos instantes muy intensos, llenos de fuerza y velocidad. Pero en ese momento, no esperó que una botella de vidrio le diera en la cabeza. No le dolió, aunque acertó bien en su cabeza pero eso hizo que Roger se desconcentrara y buscara a su atacante. Y lo hizo, Fraiah volvía al ataque.
-Tú, maldita zorra-espetó rabioso.
Un hilo de sangre resbalaba por su frente. Eso le daba una expresión aun más aterradora. Roger había entrado en furia y no pudo evitar liberar un poco más de su poder. Se desplazó instantáneamente hacia dos sillas y se las lanzó a su contrincante igual de rápidas que su desplazadamiento y después saltó vertiginosamente hacia Fraiah. Atravesó el marco de la puerta y en ese mismo momento, es decir, en el aire, la agarró por la cabeza y la tiró al suelo. Estaba postrada y agarrada por la frente. Se mostraba angustiada e hiperventilaba. Estaba ciega, pues la mano de Roger era bastante grande y le cubría la vista.
-Oh, pequeña traviesa. No está bien interrumpir la batalla de dos hombres.soltó magniáticamente.
Elevaba su brazo y estiraba los dedos de sus manos. Iba a atravesarla en el vientre, a extraerla las tripas y a terminar con su inútil vida. Despídete.
- Roger Anderson
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Re: Cafeteria
Concentración, disciplina, valor. Una mezcla de sensaciones vacías que bullían en mi interior y que me consumían durante la batalla. La determinación y habilidad de un Samurai, la lealtad de un perro callejero, la rabia desatada de un alma solitaria que llevaba vagando por este desolado mundo demasiado tiempo.
Es cierto, mi poder no reaccionaba, pero no me importaba, nada de eso importaba cuando estaba luchando con todo mi alma. Sería imparable, sin importar con la fuerza que me golpearan.
Me había lanzado sobre mi enemigo sin pensármelo dos veces. Las gotas de sangre de la barra seguían cayendo una a una al suelo como si estuvieran siendo empujadas por una pequeña fuente de agua de algún macabro parque de atracciones mientras yo comenzaba a darme cuenta de todo lo que me rodeaba.
Podía oírlos, podía escuchar cada uno de los latidos de los corazones de las personas de aquel lugar, cada uno de aquellos aterrados y confusos latidos de desesperación. También podía apreciar el reflejo del sol sobre el cristal de la ventana, ese reflejo que crearía un efecto vintage para cualquiera que se hubiera molestado a observarlo, incluso podía darme cuenta de las pequeñas astillas que saltaban y salpicaban el suelo de la cafetería con cada nueva silla o mesa que rompíamos mi contrincante o yo en este tétrico baile de golpes sin compasión. Mi agitada respiración se suavizó y dejé que el aire de mi alrededor acariciara mis mejillas mientras las facciones de mi enemigo se volvían violentas y divertidas al mismo tiempo. Lo veía venir, estaba preparándose para cargar contra mí. Sería una batalla algo complicada pues yo aún estaba en el aire y no tenía ningún punto de apoyo. Cuando nuestros cuerpos por fin se acercaron intenté insertar mi katana en el pecho de la bestia, pero fue un intento fallido de nuevo. Observé como el filo desmesuradamente afilado de mi arma cortaba el aire a la vez que el vampiro realizaba un movimiento sencillo y elegante para esquivar esa estocada. Su brazo ascendió hasta mi e intentó golpearme en la cara, pero estaba preparado y esta vez la adrenalina que recorría cada uno de los rincones de mi nervioso cerebro reacciono como una bomba de relojería. Las cosas de mi alrededor dejaron de ir lento, dejé de fijarme en los detalles y todo pareció estallar para mi. Era una sensación increíble. Sin siquiera preocuparme de como esquivé aquel puñetazo ascendente, moviendo la cabeza ligeramente hacia un lado, solté una de las manos de la empuñadura de mi katana, para dejarla colgando a un lado y poder usar una de mis manos para otra cosa. Quería contraatacar y la furia dentro de mi me impulsaba enormemente a hacerlo. Los puños eran más rápidos que la espada así que sin moverme de mi lugar en el aire descargue con una velocidad perforarte mis nudillos sobre la cara del vampiro, el cual esquivo mi golpe de la misma manera que lo había hecho yo. Acto seguido sentí como la pierna de mi contrincante ascendía en una linea curva perpendicular al suelo, intentando acertar a mis miembros bajos para desestabilizarme. Si esa parada me daba en las piernas desde abajo me mandaría volando lejos. Pero lo hice de nuevo y sin tener que pensarlo ni un instante recogí mis piernas sobre mi torso y cuando su pierna fue a golpearme simplemente volví a separar las rodillas de mi abdomen y me apoyé en la espinilla de mi contrincante con las puntas de mis zapatos, pudiendo así permanecer un rato más en el aire. Me impulsé hacia arriba desde la pierna de mi rival, bajándola y subiéndome a mi al mismo tiempo. Desde esa posición aventajada y a la vez peligrosa intenté propinarle una buena patada a mi rival en la cara. De nuevo este se lo paró levantando su antebrazo. El choque de nuestras extremidades resonó en la cafetería y levantó un poco de viento en el lugar.
Finalmente pude caer al suelo y cuando me disponía a levantar de nuevo mi katana una furtiva botella silbó en el aire y golpeó el cráneo del neófito.
Giré mi cabeza y pude apreciar la figura de Fraiah. Mi corazón se sobresaltó por un momento y pude sentír miedo por primera vez en toda la batalla ¿Qué hacía ella ahí? ¿No había salido corriendo? No, estaba claro que ella no era así y ni siquiera me había dado cuenta de que había estado ayudando a los rezagados porque estaba demasiado volcado en el intercambio de golpes que estaba manteniendo con mi rival.
Aquel maquiavélico ser la insultó y no pude evitar gruñir al mismo tiempo que esperaba la reacción del vampiro. Este, con una velocidad completamente inhumana agarró dos sillas y me las lanzó. No podía hacer otra cosa que esquivarlas así que me tiré al suelo y rodé al mismo tiempo que el sonido de la madera rota resbalaba por mis tímpanos. En cuanto acabé mi maniobra evasiva me dí cuenta "Mierda, es una distracción" Rápidamente levanté la cabeza, justo a tiempo para ver como el corpulento cuerpo de aquel vampiro se abalanzaba y tiraba al suelo a Fraiah. Inmediatamente mis pupilas se dilataron y sentí como mi corazón literalmente se paraba al tiempo que la cabeza de Fraiah golpeaba el suelo y sus quejidos resonaban en la sala.
Eso fué lo último que escuche, el débil, asustado pero rebelde quejido de aquella mujer.
Una luz de tono claroscuro y confuso empezó a nublarlo todo y sentí como mis brazos dejaban de tensarse para caer rendidos a mis lados mientras mis rodillas se clavaban decididamente en el parquet flotante de la cafetería. Mi corazón se había quedado completamente parado pero sentía como dentro de mi empezaban a sacudirse nuevas sensaciones, destellos de esperanza. Por cada una de mis paralizadas venas comenzó a fluir de nuevo la sangre a pesar de no ser propulsada por mi corazón, con energías renovadas y llenas de poder. Podía percibirlo en cada fibra de mis músculos, pero seguía sintiendo un gran y doloroso vació en mi pecho que no había parado de crecer desde que llegué a este pueblo. Mis manos y pies comenzaron a arder al mismo tiempo que sentía que mi pecho se congelaba. Era una sensación agradable, poderosa pero escalofriante y terrorífica a la vez. Mis agotados pulmones comenzaron a expulsar cada vez menos dióxido de carbonó y sentí como una lágrima de desesperación cubría uno de mis ciegos ojos. No sabía que estaba pasando. Era un proceso tan rápido, doloroso y confuso al mismo tiempo que no sabía como reaccionar. Yo solo quería salvar a Fraiah, quería salvarla de nuevo, solo quería eso, pero mi cuerpo no respondía. Quería blandir mi espada pero mis dedos no se movían. Quería ponerme de pié pero mis pies se negaban a levantarse.
No podía rendirme, no me rendiría. Aquel estúpido y monstruoso ser iba a asesinarla. No lo podía permitir, maldita sea. "MUEVETE" Pero de nada servía gritarme a mi mismo dentro de mi cabeza. Finalmente cuando dí mi último aliento de aparente vida en ese estado sentí como una calma desbordante invadía mi cuerpo por completo, una calma pacífica y agradable. Todo se volvió blanco y pensé que estaba muerto, pero eso no tenía sentido, nada de esto tenía sentido. Yo quería salvar a Fraiah "Por favor...reacciona"
De repente, unos angelicales y anónimos brazos femeninos me rodearon desde atrás y noté como unos perfilados labios se acercaban a mis oídos. La extraña figura que me sostenía movió lentamente su boca y pude oír claramente como una suave y delicada voz me susurraba "Iko... Jack"
En ese instante un mar de sensaciones volvió a abordarme al mismo tiempo que mis pulmones se ponían a trabajar nuevamente y tragaban aire por primera vez en dos insignificantes pero eternos segundos. La energía que recorría mis venas llegó finalmente a mi corazón y sentí con agrado un intenso calor, esta vez en todo mi cuerpo.
Ba Dum.
Mi corazón latió con una fuerza singular mientras mis músculos recuperaban la capacidad de moverse y yo abría los ojos de nuevo. No podía explicar lo que había pasado con exactitud, pero no había tiempo que perder y tampoco es que hubiera podido explicarlo ni con todo el tiempo del mundo. Me puse de pié y dejé la katana en el suelo.
Un mar de energía salía ahora de mi cuerpo, levantando a mi alrededor una gran estela de vapor y polvo. Las sillas y mesas que había cerca simplemente salieron volando. Mis iris eran completamente amarillos y brillaban con una intensidad descontrolada. Observé como la mano de aquel vampiro se elevaba en forma de cuchilla, para después poder bajar y atravesar el vientre de Fraiah. "Primero tendrás que pulverizarme " Pensé antes de emprender una rápida y calculada carrera hacia ellos.
No podía permitir que aquel vampiro hiriera más a Fraiah así que no perdía mi tiempo en golpearlo o en decirle nada para persuadirlo: simplemente me lo lleve por delante, agarrándole con una mano del pecho, lo levanté y lo estrellé contra la pared, haciendo prácticamente un agujero en esta misma. Un aluvión de polvo y trozos de cerámica de las baldosas de la pared saltaron por todos lados y nos quedamos mirando cara a cara el vampiro y yo. Mis facciones habían cambiado completamente, había dejado de permanecer pasivo y atento. Literalmente estaba mostrandole mis colmillos y gruñendole. En el fondo los humanos no eramos tan distintos de los animales en aspectos como este. Esta claro que en una situación normal hubiera intentado solucionar las cosas hablando pero en casos extremos como ese se acababa utilizando la ley de la selva. La violencia como solución a la violencia. Golpee su cara con un potente cabezazo que hizo temblar la cafetería, provocando que el polvo de nuestro alrededor se disipara con una onda, dejando a la vez paso a una nueva ola de suciedad en forma de polvo que nos rodeó. Cuando pude volver a vislumbrar de nuevo su cara un hilillo de sangre también recorría mi frente.
Mis pupilas penetraron en sus rojos y sedientos ojos y sentí rabia al darme cuenta que había estado a punto de perder, tal vez, a la única persona que me importaba realmente. Porque realmente ya no me quedaba nada ni nadie y ella era lo único a lo que me había conseguido agarrar para seguir cuerdo, para seguir luchando, aunque creo que nunca reconocería nada de eso.
Resoplé en la cara de mi contrincante antes de hablar.
O abandonas el recinto inmediatamente... o me veré obligado a tomar medidas drásticas
Mi voz sonaba ronca, poderosa e impaciente. Parecía un viejo zorro que le estaba gruñendo a una pequeña rata. Realmente quería matarlo, quería extreminar a ese vampiro allí mismo, pero mi sentido común nunca me abandonaba y sabía que si continuábamos luchando Fraiah podría salir gravemente herida así que incluso en ese estado de completo descontrol había conseguido pronunciar una frase digna de un sherif o un guarda. Aun a pesar de todo mi mirada le estaba indicando claramente que en ese momento tenía los medios y las ganas para matarlo y no dudaría ni un instante en hacerlo. Tenía suerte de que yo no fuera Nokku, porqué ahora mismo mi mano estaría atravesando su desprotegido pecho en vez de estar simplemente agarrándolo.
~Porqué la noche en que aquel cordero bañado en la sangre de sushermanos se levante para luchar contra las bestias los lobos aullarán con la furia de un mil Dioses sediento de venganza~
Es cierto, mi poder no reaccionaba, pero no me importaba, nada de eso importaba cuando estaba luchando con todo mi alma. Sería imparable, sin importar con la fuerza que me golpearan.
Me había lanzado sobre mi enemigo sin pensármelo dos veces. Las gotas de sangre de la barra seguían cayendo una a una al suelo como si estuvieran siendo empujadas por una pequeña fuente de agua de algún macabro parque de atracciones mientras yo comenzaba a darme cuenta de todo lo que me rodeaba.
Podía oírlos, podía escuchar cada uno de los latidos de los corazones de las personas de aquel lugar, cada uno de aquellos aterrados y confusos latidos de desesperación. También podía apreciar el reflejo del sol sobre el cristal de la ventana, ese reflejo que crearía un efecto vintage para cualquiera que se hubiera molestado a observarlo, incluso podía darme cuenta de las pequeñas astillas que saltaban y salpicaban el suelo de la cafetería con cada nueva silla o mesa que rompíamos mi contrincante o yo en este tétrico baile de golpes sin compasión. Mi agitada respiración se suavizó y dejé que el aire de mi alrededor acariciara mis mejillas mientras las facciones de mi enemigo se volvían violentas y divertidas al mismo tiempo. Lo veía venir, estaba preparándose para cargar contra mí. Sería una batalla algo complicada pues yo aún estaba en el aire y no tenía ningún punto de apoyo. Cuando nuestros cuerpos por fin se acercaron intenté insertar mi katana en el pecho de la bestia, pero fue un intento fallido de nuevo. Observé como el filo desmesuradamente afilado de mi arma cortaba el aire a la vez que el vampiro realizaba un movimiento sencillo y elegante para esquivar esa estocada. Su brazo ascendió hasta mi e intentó golpearme en la cara, pero estaba preparado y esta vez la adrenalina que recorría cada uno de los rincones de mi nervioso cerebro reacciono como una bomba de relojería. Las cosas de mi alrededor dejaron de ir lento, dejé de fijarme en los detalles y todo pareció estallar para mi. Era una sensación increíble. Sin siquiera preocuparme de como esquivé aquel puñetazo ascendente, moviendo la cabeza ligeramente hacia un lado, solté una de las manos de la empuñadura de mi katana, para dejarla colgando a un lado y poder usar una de mis manos para otra cosa. Quería contraatacar y la furia dentro de mi me impulsaba enormemente a hacerlo. Los puños eran más rápidos que la espada así que sin moverme de mi lugar en el aire descargue con una velocidad perforarte mis nudillos sobre la cara del vampiro, el cual esquivo mi golpe de la misma manera que lo había hecho yo. Acto seguido sentí como la pierna de mi contrincante ascendía en una linea curva perpendicular al suelo, intentando acertar a mis miembros bajos para desestabilizarme. Si esa parada me daba en las piernas desde abajo me mandaría volando lejos. Pero lo hice de nuevo y sin tener que pensarlo ni un instante recogí mis piernas sobre mi torso y cuando su pierna fue a golpearme simplemente volví a separar las rodillas de mi abdomen y me apoyé en la espinilla de mi contrincante con las puntas de mis zapatos, pudiendo así permanecer un rato más en el aire. Me impulsé hacia arriba desde la pierna de mi rival, bajándola y subiéndome a mi al mismo tiempo. Desde esa posición aventajada y a la vez peligrosa intenté propinarle una buena patada a mi rival en la cara. De nuevo este se lo paró levantando su antebrazo. El choque de nuestras extremidades resonó en la cafetería y levantó un poco de viento en el lugar.
Finalmente pude caer al suelo y cuando me disponía a levantar de nuevo mi katana una furtiva botella silbó en el aire y golpeó el cráneo del neófito.
Giré mi cabeza y pude apreciar la figura de Fraiah. Mi corazón se sobresaltó por un momento y pude sentír miedo por primera vez en toda la batalla ¿Qué hacía ella ahí? ¿No había salido corriendo? No, estaba claro que ella no era así y ni siquiera me había dado cuenta de que había estado ayudando a los rezagados porque estaba demasiado volcado en el intercambio de golpes que estaba manteniendo con mi rival.
Aquel maquiavélico ser la insultó y no pude evitar gruñir al mismo tiempo que esperaba la reacción del vampiro. Este, con una velocidad completamente inhumana agarró dos sillas y me las lanzó. No podía hacer otra cosa que esquivarlas así que me tiré al suelo y rodé al mismo tiempo que el sonido de la madera rota resbalaba por mis tímpanos. En cuanto acabé mi maniobra evasiva me dí cuenta "Mierda, es una distracción" Rápidamente levanté la cabeza, justo a tiempo para ver como el corpulento cuerpo de aquel vampiro se abalanzaba y tiraba al suelo a Fraiah. Inmediatamente mis pupilas se dilataron y sentí como mi corazón literalmente se paraba al tiempo que la cabeza de Fraiah golpeaba el suelo y sus quejidos resonaban en la sala.
Eso fué lo último que escuche, el débil, asustado pero rebelde quejido de aquella mujer.
Una luz de tono claroscuro y confuso empezó a nublarlo todo y sentí como mis brazos dejaban de tensarse para caer rendidos a mis lados mientras mis rodillas se clavaban decididamente en el parquet flotante de la cafetería. Mi corazón se había quedado completamente parado pero sentía como dentro de mi empezaban a sacudirse nuevas sensaciones, destellos de esperanza. Por cada una de mis paralizadas venas comenzó a fluir de nuevo la sangre a pesar de no ser propulsada por mi corazón, con energías renovadas y llenas de poder. Podía percibirlo en cada fibra de mis músculos, pero seguía sintiendo un gran y doloroso vació en mi pecho que no había parado de crecer desde que llegué a este pueblo. Mis manos y pies comenzaron a arder al mismo tiempo que sentía que mi pecho se congelaba. Era una sensación agradable, poderosa pero escalofriante y terrorífica a la vez. Mis agotados pulmones comenzaron a expulsar cada vez menos dióxido de carbonó y sentí como una lágrima de desesperación cubría uno de mis ciegos ojos. No sabía que estaba pasando. Era un proceso tan rápido, doloroso y confuso al mismo tiempo que no sabía como reaccionar. Yo solo quería salvar a Fraiah, quería salvarla de nuevo, solo quería eso, pero mi cuerpo no respondía. Quería blandir mi espada pero mis dedos no se movían. Quería ponerme de pié pero mis pies se negaban a levantarse.
No podía rendirme, no me rendiría. Aquel estúpido y monstruoso ser iba a asesinarla. No lo podía permitir, maldita sea. "MUEVETE" Pero de nada servía gritarme a mi mismo dentro de mi cabeza. Finalmente cuando dí mi último aliento de aparente vida en ese estado sentí como una calma desbordante invadía mi cuerpo por completo, una calma pacífica y agradable. Todo se volvió blanco y pensé que estaba muerto, pero eso no tenía sentido, nada de esto tenía sentido. Yo quería salvar a Fraiah "Por favor...reacciona"
De repente, unos angelicales y anónimos brazos femeninos me rodearon desde atrás y noté como unos perfilados labios se acercaban a mis oídos. La extraña figura que me sostenía movió lentamente su boca y pude oír claramente como una suave y delicada voz me susurraba "Iko... Jack"
En ese instante un mar de sensaciones volvió a abordarme al mismo tiempo que mis pulmones se ponían a trabajar nuevamente y tragaban aire por primera vez en dos insignificantes pero eternos segundos. La energía que recorría mis venas llegó finalmente a mi corazón y sentí con agrado un intenso calor, esta vez en todo mi cuerpo.
Ba Dum.
Mi corazón latió con una fuerza singular mientras mis músculos recuperaban la capacidad de moverse y yo abría los ojos de nuevo. No podía explicar lo que había pasado con exactitud, pero no había tiempo que perder y tampoco es que hubiera podido explicarlo ni con todo el tiempo del mundo. Me puse de pié y dejé la katana en el suelo.
Un mar de energía salía ahora de mi cuerpo, levantando a mi alrededor una gran estela de vapor y polvo. Las sillas y mesas que había cerca simplemente salieron volando. Mis iris eran completamente amarillos y brillaban con una intensidad descontrolada. Observé como la mano de aquel vampiro se elevaba en forma de cuchilla, para después poder bajar y atravesar el vientre de Fraiah. "Primero tendrás que pulverizarme " Pensé antes de emprender una rápida y calculada carrera hacia ellos.
No podía permitir que aquel vampiro hiriera más a Fraiah así que no perdía mi tiempo en golpearlo o en decirle nada para persuadirlo: simplemente me lo lleve por delante, agarrándole con una mano del pecho, lo levanté y lo estrellé contra la pared, haciendo prácticamente un agujero en esta misma. Un aluvión de polvo y trozos de cerámica de las baldosas de la pared saltaron por todos lados y nos quedamos mirando cara a cara el vampiro y yo. Mis facciones habían cambiado completamente, había dejado de permanecer pasivo y atento. Literalmente estaba mostrandole mis colmillos y gruñendole. En el fondo los humanos no eramos tan distintos de los animales en aspectos como este. Esta claro que en una situación normal hubiera intentado solucionar las cosas hablando pero en casos extremos como ese se acababa utilizando la ley de la selva. La violencia como solución a la violencia. Golpee su cara con un potente cabezazo que hizo temblar la cafetería, provocando que el polvo de nuestro alrededor se disipara con una onda, dejando a la vez paso a una nueva ola de suciedad en forma de polvo que nos rodeó. Cuando pude volver a vislumbrar de nuevo su cara un hilillo de sangre también recorría mi frente.
Mis pupilas penetraron en sus rojos y sedientos ojos y sentí rabia al darme cuenta que había estado a punto de perder, tal vez, a la única persona que me importaba realmente. Porque realmente ya no me quedaba nada ni nadie y ella era lo único a lo que me había conseguido agarrar para seguir cuerdo, para seguir luchando, aunque creo que nunca reconocería nada de eso.
Resoplé en la cara de mi contrincante antes de hablar.
O abandonas el recinto inmediatamente... o me veré obligado a tomar medidas drásticas
Mi voz sonaba ronca, poderosa e impaciente. Parecía un viejo zorro que le estaba gruñendo a una pequeña rata. Realmente quería matarlo, quería extreminar a ese vampiro allí mismo, pero mi sentido común nunca me abandonaba y sabía que si continuábamos luchando Fraiah podría salir gravemente herida así que incluso en ese estado de completo descontrol había conseguido pronunciar una frase digna de un sherif o un guarda. Aun a pesar de todo mi mirada le estaba indicando claramente que en ese momento tenía los medios y las ganas para matarlo y no dudaría ni un instante en hacerlo. Tenía suerte de que yo no fuera Nokku, porqué ahora mismo mi mano estaría atravesando su desprotegido pecho en vez de estar simplemente agarrándolo.
~Porqué la noche en que aquel cordero bañado en la sangre de sus
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
Click~
Había funcionado. Había logrado llamar su atención y depositar sobre él al menos una partede toda esa furia acumulada que acabaría por no dejarla vivir. Aún así, las cosas siempre debían ponerse difíciles, pues nada salía perfectamente bien y todo parecía trocarse inevitablemente hacia la fatalidad. Y así estaban la humana y el vampiro. Así lo había decidido el Destino.
Aquel ser envió con fuerza dos sillas hacia el cazador, con motivo de apartarlo y mantenerlo entretenido por unos segundos, los cuales utilizaría para realizar su hazaña e, incluso, le sobraría tiempo. Fue así que Fraiah simplemente parpadeó una vez. En un abrir y cerrar de ojos, el vampiro estaba delante de ella con su temible figura, derribando la puerta de la cocina y dejando un gran estruendo tras su aparición en la pequeña sala. Fraiah apenas tuvo tiempo para retroceder, pues su velocidad fue abismal en comparación a la suya. Sin embargo, no tuvo miedo. A diferencia de temerle, lo enfrentó. Lo miró fijamente a los ojos, clavando en él la profundidad de aquel violáceo rojizo que teñía sus pupilas. La joven apretó los puños, respirando con precipitación. Aunque su mente se encontrara apacible mientras enfrentaba el peligro, su cuerpo mostraba los signos físicos del miedo. Ella misma era, en ese instante, una paradoja viviente: valentía y cobardía habitando un mismo cuerpo.
Sabía que no valía la pena huir, porque sabía que no podía hacerlo.
Tan pronto como sus ojos lo vieron venir, del mismo modo, con la misma velocidad mortífera, él la sujetó por la cabeza y la elevó con brutalidad y violencia, hasta lograr que su cuerpo embistiera el suelo luego de que su cráneo sintiera la presión del cemento sobre cada resquicio de sus huesos. Un quejido emanó involuntariamente de entre sus labios. El dolor se adueñó de su cabeza hasta el punto de adueñarse también de sus pensamientos. Realmente fue un golpe duro, y hasta creyó que iba a morir en ese preciso instante. Sus ojos se cerraron, apretándose con fuerza, y el rostro de Nokku emergió en su consciencia. La chica intentó abrir los ojos, pero no podía ver absolutamente nada. Estaba atolondrada, mareada, cegada. Un pequeño hilo de sangre comenzó a deslizarse por el suelo, justo debajo de sus cabellos, manchándolos y cubriéndolos. Tenía la suerte de que el golpe no fuera fatal, aunque quién sabe. Tal vez tenía la suerte de no ser una simple humana.
Lentamente, fue cobrando la visión. Sus ojos se mantenían abiertos de forma tenue. Su respiración era inconexa. Su pecho se elevaba vertiginosamente. Sin embargo, logró ver aquella mano asesina. Logró identificar la posición de esos dedos finos y letales preparados para perforarla y acabar con su vida. Una suave sonrisa se formó en los labios de la chica. ¿Este era el fin? ¿Aquí acababa todo finalmente? Bueno, al menos sabría que moriría por devolverle el favor a alguien; al menos lo haría por la persona que tantas veces la había auxiliado y hacia la cual tan poco afecto y respeto había dirigido. Sus ojos, tornándose levemente en un intenso carmesí, acabaron por cubrirse del violeta de siempre, eliminando de ella toda posibilidad de escape y fuerza interior. Un último aliento, una última sonrisa… Fraiah parecía, incluso, desafiar al vampiro. Elevó una de sus manos y la posó sobre la mano opresora de su cabeza. ¿Qué intentaba? No lo sabía, simplemente lo había hecho como un acto reflejo. Pero, cuando creyó que todo estaba perdido, en medio del silencio sintió la velocidad tajante cortando el aire. De repente, toda presión sobre ella desapareció, quedando simplemente el dolor. Fraiah abrió los ojos otra vez y divisó la figura de aquel hombre. Sin embargo, sus sentidos abatidos le estaba jugando una mala pasada y no podía distinguir su cabello rubio, sino que en su lugar, veía el familiar tono azulado que se entremezclaba con el azabache. Además, la fiereza con la que embistió a aquel ser, el gruñido que llegó hasta sus oídos…
Fraiah cerró los ojos y sus labios se movieron en un “Nokku” perfecto. Estiró su mano hacia él… Entonces, la ilusión se disipó. Sus ojos vieron con claridad, los colores comenzaron a ser bien distinguidos. Fraiah suspiró de la sorpresa y el impacto, pero más que nada por la forma burda en la que ella misma cayó en el invento de sus fantasías. Aquí no estaba Nokku, este no era ningún lugar agradable ahora y quien estaba luchando con ese vampiro desquiciado era ni nada más ni nada menos que Jack, la figura viviente de Nokku en muchos sentidos, quizás por el importante papel que lo había traído al pueblo. Y, cuando todo volvió a su lugar dentro de su mente, la joven atinó a sentarse. Lo hizo con dificultad y se llevó una mano a la cabeza. Hizo una mueca de dolor. Jack, tenía que ayudarlo, pues aquel vampiro era demasiado fuerte. Ella miró su mano y notó que estaba completamente cubierta de sangre. Intentó ponerse de pie, pero no fue posible, por lo que intentó, en medio de sus mareos y confusiones, sujetar una escoba que se encontraba a pocos centímetros de su cuerpo. Probablemente, era la que estaba tras la puerta y que, al ingresar el vampiro, se cayó al suelo en medio de la lucha. Fraiah alcanzó a rozarla con los dedos y, en cuanto lo hizo, la sujetó con fuerza. Entonces, en un instante de lucidez, miró a su objetivo y puso todo su empeño en ello. Se puso de pie mientras la ira la alimentaba por dentro, brindándole energía y fuerzas para sostenerse. Sus ojos apacibles se volvieron rojos de repente, como hacía mucho tiempo atrás. Apretó la mandíbula y de un ágil y brutal movimiento, envió el palo de la escoba directamente al cuerpo del vampiro, sin dañar a Jack pero pasando a su lado, hasta procurar incrustarse en el hombro del asqueroso ser. Tras realizar la hazaña, la chica se sujetó la cabeza y se tambaleó hacia atrás, pero su cuerpo no cayó al suelo ni se sostuvo en el vacío.Sintió como alguien sostenía su delgado ser, a medida que sus ojos amenazaban con cerrarse otra vez. Todo aquel ímpetu energético por ayudar a aquella persona que tan poco conocía pero que extrañamente tan cercana sentía, se estaba desvaneciendo.
La espalda de Fraiah embistió contra la calidez de un cuerpo humano, que rápidamente la sujetó por los hombros y la atrajo hacia sí, alejándola del centro de la batalla. La figura masculina que la arrastraba procuró tapar su boca con una mano mientras que con la otra la aprisionaba por la cintura, aunque francamente no significaría mucho esfuerzo mantenerla quieta, pues estaba al borde de perder la consciencia. Entonces, éste la llevó por el pasillo que daba a los cambiadores y los baños, cerrando la puerta y dejando a Jack y al vampiro encerrados en la cocina. Quien se llevaba a Fraiah ingresó en el baño de las mujeres y cerró la puerta, y en ese momento todo se volvió aún más turbio.
- Tú, pequeña basura. No eres más que una zorra manipuladora –espetó aquel hombre, agarrándola del cuello y golpeando su cuerpo contra la pared. Fraiah apenas podía distinguir la figura-. Dime, ¿con qué lo has engañado? ¿Cómo lograste que él te protegiera e hiciera todo lo que tú querías? A los seres como tú les depara la muerte, y nuestro Jefe se está encargando perfectamente de ello –siseó aceleradamente, sonriendo de lado y aumentando la fuerza del agarre-. ¿Qué mierda eres tú? –inquirió con bronca, no pudiendo discernir acerca de la enigmática naturaleza de Fraiah. El hombre parecía perder la paciencia, pero estaba agradecido de que esa muchacha hubiera salido en busca de ayuda. No le importaba mucho quién era aquel que estaba lidiando con el vampiro, pues parecía poder arreglárselas. En cambio, si le importaba la oportunidad que había obtenido para impresionar al Jefe llevándole a la chica. Entonces, regocijándose en su supuesta victoria, acercó su rostro al de ella, sujetando ahora su mentón con violencia, pero sin dejar de aprisionarla con su feroz mano sobre su delicado cuello.
- Nosotros ya sabemos que tú conspiraste para asesinar al Presidente.
Y tras esas palabras, Fraiah no pudo oír nada más.
Había funcionado. Había logrado llamar su atención y depositar sobre él al menos una partede toda esa furia acumulada que acabaría por no dejarla vivir. Aún así, las cosas siempre debían ponerse difíciles, pues nada salía perfectamente bien y todo parecía trocarse inevitablemente hacia la fatalidad. Y así estaban la humana y el vampiro. Así lo había decidido el Destino.
Aquel ser envió con fuerza dos sillas hacia el cazador, con motivo de apartarlo y mantenerlo entretenido por unos segundos, los cuales utilizaría para realizar su hazaña e, incluso, le sobraría tiempo. Fue así que Fraiah simplemente parpadeó una vez. En un abrir y cerrar de ojos, el vampiro estaba delante de ella con su temible figura, derribando la puerta de la cocina y dejando un gran estruendo tras su aparición en la pequeña sala. Fraiah apenas tuvo tiempo para retroceder, pues su velocidad fue abismal en comparación a la suya. Sin embargo, no tuvo miedo. A diferencia de temerle, lo enfrentó. Lo miró fijamente a los ojos, clavando en él la profundidad de aquel violáceo rojizo que teñía sus pupilas. La joven apretó los puños, respirando con precipitación. Aunque su mente se encontrara apacible mientras enfrentaba el peligro, su cuerpo mostraba los signos físicos del miedo. Ella misma era, en ese instante, una paradoja viviente: valentía y cobardía habitando un mismo cuerpo.
Sabía que no valía la pena huir, porque sabía que no podía hacerlo.
Tan pronto como sus ojos lo vieron venir, del mismo modo, con la misma velocidad mortífera, él la sujetó por la cabeza y la elevó con brutalidad y violencia, hasta lograr que su cuerpo embistiera el suelo luego de que su cráneo sintiera la presión del cemento sobre cada resquicio de sus huesos. Un quejido emanó involuntariamente de entre sus labios. El dolor se adueñó de su cabeza hasta el punto de adueñarse también de sus pensamientos. Realmente fue un golpe duro, y hasta creyó que iba a morir en ese preciso instante. Sus ojos se cerraron, apretándose con fuerza, y el rostro de Nokku emergió en su consciencia. La chica intentó abrir los ojos, pero no podía ver absolutamente nada. Estaba atolondrada, mareada, cegada. Un pequeño hilo de sangre comenzó a deslizarse por el suelo, justo debajo de sus cabellos, manchándolos y cubriéndolos. Tenía la suerte de que el golpe no fuera fatal, aunque quién sabe. Tal vez tenía la suerte de no ser una simple humana.
Lentamente, fue cobrando la visión. Sus ojos se mantenían abiertos de forma tenue. Su respiración era inconexa. Su pecho se elevaba vertiginosamente. Sin embargo, logró ver aquella mano asesina. Logró identificar la posición de esos dedos finos y letales preparados para perforarla y acabar con su vida. Una suave sonrisa se formó en los labios de la chica. ¿Este era el fin? ¿Aquí acababa todo finalmente? Bueno, al menos sabría que moriría por devolverle el favor a alguien; al menos lo haría por la persona que tantas veces la había auxiliado y hacia la cual tan poco afecto y respeto había dirigido. Sus ojos, tornándose levemente en un intenso carmesí, acabaron por cubrirse del violeta de siempre, eliminando de ella toda posibilidad de escape y fuerza interior. Un último aliento, una última sonrisa… Fraiah parecía, incluso, desafiar al vampiro. Elevó una de sus manos y la posó sobre la mano opresora de su cabeza. ¿Qué intentaba? No lo sabía, simplemente lo había hecho como un acto reflejo. Pero, cuando creyó que todo estaba perdido, en medio del silencio sintió la velocidad tajante cortando el aire. De repente, toda presión sobre ella desapareció, quedando simplemente el dolor. Fraiah abrió los ojos otra vez y divisó la figura de aquel hombre. Sin embargo, sus sentidos abatidos le estaba jugando una mala pasada y no podía distinguir su cabello rubio, sino que en su lugar, veía el familiar tono azulado que se entremezclaba con el azabache. Además, la fiereza con la que embistió a aquel ser, el gruñido que llegó hasta sus oídos…
Fraiah cerró los ojos y sus labios se movieron en un “Nokku” perfecto. Estiró su mano hacia él… Entonces, la ilusión se disipó. Sus ojos vieron con claridad, los colores comenzaron a ser bien distinguidos. Fraiah suspiró de la sorpresa y el impacto, pero más que nada por la forma burda en la que ella misma cayó en el invento de sus fantasías. Aquí no estaba Nokku, este no era ningún lugar agradable ahora y quien estaba luchando con ese vampiro desquiciado era ni nada más ni nada menos que Jack, la figura viviente de Nokku en muchos sentidos, quizás por el importante papel que lo había traído al pueblo. Y, cuando todo volvió a su lugar dentro de su mente, la joven atinó a sentarse. Lo hizo con dificultad y se llevó una mano a la cabeza. Hizo una mueca de dolor. Jack, tenía que ayudarlo, pues aquel vampiro era demasiado fuerte. Ella miró su mano y notó que estaba completamente cubierta de sangre. Intentó ponerse de pie, pero no fue posible, por lo que intentó, en medio de sus mareos y confusiones, sujetar una escoba que se encontraba a pocos centímetros de su cuerpo. Probablemente, era la que estaba tras la puerta y que, al ingresar el vampiro, se cayó al suelo en medio de la lucha. Fraiah alcanzó a rozarla con los dedos y, en cuanto lo hizo, la sujetó con fuerza. Entonces, en un instante de lucidez, miró a su objetivo y puso todo su empeño en ello. Se puso de pie mientras la ira la alimentaba por dentro, brindándole energía y fuerzas para sostenerse. Sus ojos apacibles se volvieron rojos de repente, como hacía mucho tiempo atrás. Apretó la mandíbula y de un ágil y brutal movimiento, envió el palo de la escoba directamente al cuerpo del vampiro, sin dañar a Jack pero pasando a su lado, hasta procurar incrustarse en el hombro del asqueroso ser. Tras realizar la hazaña, la chica se sujetó la cabeza y se tambaleó hacia atrás, pero su cuerpo no cayó al suelo ni se sostuvo en el vacío.Sintió como alguien sostenía su delgado ser, a medida que sus ojos amenazaban con cerrarse otra vez. Todo aquel ímpetu energético por ayudar a aquella persona que tan poco conocía pero que extrañamente tan cercana sentía, se estaba desvaneciendo.
La espalda de Fraiah embistió contra la calidez de un cuerpo humano, que rápidamente la sujetó por los hombros y la atrajo hacia sí, alejándola del centro de la batalla. La figura masculina que la arrastraba procuró tapar su boca con una mano mientras que con la otra la aprisionaba por la cintura, aunque francamente no significaría mucho esfuerzo mantenerla quieta, pues estaba al borde de perder la consciencia. Entonces, éste la llevó por el pasillo que daba a los cambiadores y los baños, cerrando la puerta y dejando a Jack y al vampiro encerrados en la cocina. Quien se llevaba a Fraiah ingresó en el baño de las mujeres y cerró la puerta, y en ese momento todo se volvió aún más turbio.
- Tú, pequeña basura. No eres más que una zorra manipuladora –espetó aquel hombre, agarrándola del cuello y golpeando su cuerpo contra la pared. Fraiah apenas podía distinguir la figura-. Dime, ¿con qué lo has engañado? ¿Cómo lograste que él te protegiera e hiciera todo lo que tú querías? A los seres como tú les depara la muerte, y nuestro Jefe se está encargando perfectamente de ello –siseó aceleradamente, sonriendo de lado y aumentando la fuerza del agarre-. ¿Qué mierda eres tú? –inquirió con bronca, no pudiendo discernir acerca de la enigmática naturaleza de Fraiah. El hombre parecía perder la paciencia, pero estaba agradecido de que esa muchacha hubiera salido en busca de ayuda. No le importaba mucho quién era aquel que estaba lidiando con el vampiro, pues parecía poder arreglárselas. En cambio, si le importaba la oportunidad que había obtenido para impresionar al Jefe llevándole a la chica. Entonces, regocijándose en su supuesta victoria, acercó su rostro al de ella, sujetando ahora su mentón con violencia, pero sin dejar de aprisionarla con su feroz mano sobre su delicado cuello.
- Nosotros ya sabemos que tú conspiraste para asesinar al Presidente.
Y tras esas palabras, Fraiah no pudo oír nada más.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
Era una profunda rabia y furia la que expulsaban mis ojos hacia la criatura que estaba bajo él. Ella no podía verlo, pero era increíble. Roger se sentía como si la estuviese penetrando con un rayo que provenía de sus pupilas, que le hacía añicos y perforaba su ser, aunque para nada era lo que estaba ocurriendo realmente.¡Muere, muere! ¡Quémate y pulverízate con mi rabia!, pensaba él.
Y con su brazo en alto, estaba claro que no iba a quedar nada de la pobre chiquilla. Iba a morir y nadie iba a poder detenerle. Pero no pasaron ni dos segundos desde que se mentó esas palabras, pues forzosamente se despegó de su presa y chocó contra una pared cercana. Había perdido por un momento la consciencia, algo que no suponía ningún problema para Roger, pero al despertar se encontró con algo que lo sorprendió. Ante él, agarrándolo de los hombros. Se asombró, abriendo sus ojos ampliamente e incluso se le escapó un quejido. No tuvo tiempo siquiera de asimilar su rostro, pues el rubito lo golpeó con su cabeza, y no veas que golpe; hizo retumbar toda la cafetería y la cabeza de Roger se incrustó en la pared. Eso le había dolido y no pudo esperar otro ataque más. Era esa estupida mujer, le clavó, sin atraversalo, una escoba en el hombro. No pudo hacer nada para evitarlo. No supuso un dolor cuantioso pero lo notó. Roger sentía de nuevo la rabia y el cabreo por sus venas y los presentes lo notarían. Ahora solo matando a los dos se iba a sentir un poco a gusto, Después tendría que exterminar a todo el pueblo para poder dormir, y para olvidarme del tema... acabar con todo el mundo.
-Estúpido humano... Te vas a tragar tus propias palabras palabras.-inquirió Roger, violento, a la vez que mostraba una leve aura que lo envolvía.
Miraba a su contrincante con ojos furiosos, ojos que poseían llamas que iban empezar a soltar chispas, a empapar todo de esas chispas y hacer que todo explotara y desapareciera. Y que todo quedara como la mierda. Sería un espectáculo, aunque no para él.
De su frente caía un hilo de sangre que había sorteado su nariz y caído sobre sus labios. Le había causado un buen golpe y dejado una buena herida. No le importó abrirse más la herida, ya que le devolvió el golpe con otro cabezazo. Le expulsó de si a un par de metros, distancia suficiente para continuar con sus ataques. Dio un paso hacia adelante y le fue a propinar un puñetazo en la cara, en el lateral para ser más exacto. Venía desde abajo y era veloz.
-¡¡Aaagh!!-grito Roger a la vez que su puñetazo se dirigía a su objetivo.
Esperaba alcanzarlo, pero estaba ciego. No había percibido que se le había encendido la luz a su contrincante, un contrincante que ahora podía tener alguna posibilidad de matarlo. La furia le había arrancado los ojos y ahora era como un ejercito sin general, fuerte y poderoso, pero sin un palmo de mente.
Y con su brazo en alto, estaba claro que no iba a quedar nada de la pobre chiquilla. Iba a morir y nadie iba a poder detenerle. Pero no pasaron ni dos segundos desde que se mentó esas palabras, pues forzosamente se despegó de su presa y chocó contra una pared cercana. Había perdido por un momento la consciencia, algo que no suponía ningún problema para Roger, pero al despertar se encontró con algo que lo sorprendió. Ante él, agarrándolo de los hombros. Se asombró, abriendo sus ojos ampliamente e incluso se le escapó un quejido. No tuvo tiempo siquiera de asimilar su rostro, pues el rubito lo golpeó con su cabeza, y no veas que golpe; hizo retumbar toda la cafetería y la cabeza de Roger se incrustó en la pared. Eso le había dolido y no pudo esperar otro ataque más. Era esa estupida mujer, le clavó, sin atraversalo, una escoba en el hombro. No pudo hacer nada para evitarlo. No supuso un dolor cuantioso pero lo notó. Roger sentía de nuevo la rabia y el cabreo por sus venas y los presentes lo notarían. Ahora solo matando a los dos se iba a sentir un poco a gusto, Después tendría que exterminar a todo el pueblo para poder dormir, y para olvidarme del tema... acabar con todo el mundo.
-Estúpido humano... Te vas a tragar tus propias palabras palabras.-inquirió Roger, violento, a la vez que mostraba una leve aura que lo envolvía.
Miraba a su contrincante con ojos furiosos, ojos que poseían llamas que iban empezar a soltar chispas, a empapar todo de esas chispas y hacer que todo explotara y desapareciera. Y que todo quedara como la mierda. Sería un espectáculo, aunque no para él.
De su frente caía un hilo de sangre que había sorteado su nariz y caído sobre sus labios. Le había causado un buen golpe y dejado una buena herida. No le importó abrirse más la herida, ya que le devolvió el golpe con otro cabezazo. Le expulsó de si a un par de metros, distancia suficiente para continuar con sus ataques. Dio un paso hacia adelante y le fue a propinar un puñetazo en la cara, en el lateral para ser más exacto. Venía desde abajo y era veloz.
-¡¡Aaagh!!-grito Roger a la vez que su puñetazo se dirigía a su objetivo.
Esperaba alcanzarlo, pero estaba ciego. No había percibido que se le había encendido la luz a su contrincante, un contrincante que ahora podía tener alguna posibilidad de matarlo. La furia le había arrancado los ojos y ahora era como un ejercito sin general, fuerte y poderoso, pero sin un palmo de mente.
- Roger Anderson
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Re: Cafeteria
~La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo~
La frase de Platón resonó en mi cabeza como un hálito de esperanza ante mi pérdida paulatina de control sobre la situación. Mis acciones habían sido demasiado blandas de nuevo. Mientras yo me enzarzaba con aquel vampiro pude ver como unos brazos provenientes de las sombras se llevaban a Fraiah al mismo tiempo que la cabeza, dura como el mármol, de Roger impactaba en mi cráneo. Apreté los dientes y dejé que la vista se me nublara por unos instantes. Retrocedí inevitablemente dos pasos, dando a mi oponente la oportunidad de recomponerse. Yo no quería luchar con el, y mi estúpida actitud de "protector" nos podría llevar a la tumba tanto a mi como a la muchacha. Si tan solo hubiera rebanado su cabeza en vez de embestirlo todo sería diferente. Pero no. Nokku ya habría sacado a Fraiah del peligro, seguramente ya estarían en casa disfrutando de un té.
Tenía que elegir "Era hora de dejar de depender de una moral hipócrita y sobreprotectora" Si tenía que ser injusto para alcanzar la justicia que tanto deseaba lo haría. No me importaba, este mundo no es un cuento de hadas. El vampiro era un peligro inminente para la humanidad, su vida no valí nada, debía ser erradicado, sin embargo ¿Por qué me esforzaba en mantenerlo con vida?
Cuando quise ponerme en una posición defensiva el ya había salido de su agujero de la pared, como una alimaña que salta desde las sombras para arremeter con letal ferocidad sobre su presa encajó uno por uno sus nudillos en mi mandíbula. Perdí la conciencia por un segundo y medio, retrocedí dos pasos más y me caí al suelo. "Fraiah..."
Los dedos de mi mano se toparon con el filo de mi katana, había salido rodando cuando desperté mis habilidades. Agarré su empuñadura y me levanté. Un hilo de sangre salía de entre la comisura de mis labios. Escupí la sangre hacia el lado y volví a mirar a mi rival. Yo ya no estaba en desventaja y ya no estábamos jugando. El neófito había cambiado, se había cabreado, por fin se ponía seria la cosa, su bífida lengua ya no lanzaba insultos sarcásticos a diestro y siniestro. Un trozo del palo de la escoba que le había clavado Fraiah sobresalía de su hombro, pero no parecía importarle, solo era una molestia más, igual que la sangre que recorría río abajo su frente. Nos quedamos mirando unos momentos más, enardecidos, cabreados el uno con el otro, llenos de rabia, de frustración...de poder. Levanté la katana hasta la altura de mi hombro y le apunté con la punta, adquiriendo una posición amenazante. Tragué aire y por unos instantes aguanté la respiración. La rubia coleta que colgaba en mi espalda se agito levemente y con un nuevo brillo en mis ojos me lancé hacia mi rival. Recorrí rápidamente los cinco pasos que nos separaban e intente, desde la distancia de un metro y medio partir al vampiro en dos, recorriendo una línea diagonal desde su hombro izquierdo hasta la cadera. Realicé el movimiento con fuerza, con furia, con resentimiento, quería que ese demonio sufriera como habían sufrido los humanos a los que había asesinado, pero más importante, quería que comprendiera de una vez que más le valía no acercarse ni a mi ni a Fraiah porque me daba igual si el era un miembro importante del consejo o si formaba parte de una organización, o incluso si era el cabecilla de una banda de vampiros mutantes. Nada de eso me importaba, cualquiera que pusiera nuestra seguridad en peligro tendría que enfrentarse a mi.
Necesitaba acabar rápido con él, tenía que ir junto a Fraiah, y cuanto más me desesperaba más fuerza ganaban mis músculos y con mayor rapidez respondían mis extremidades.
La sensación me gustaba pero... algo no estaba bien. Con cada fibra de poder que se desprendía de la bestia que se hallaba sellada en mi interior más se acercaba mi mente a ese monstruo y nuestras voluntades se empezaban a fusionar. Poco a poco comencé a comprender lo que era la sed de sangre como acto de violencia, las ganas de masacrar, el placer de destruir a alguien indefenso. Comencé a desear matar, empezaba a disfrutar de la sensación de poder "Necesito destrozarlo, partirlo en cachitos, no importa cómo pero lo rebanaré hasta que no quede más que polvo de sus huesos" Yo quería salvar a Fraiah y a la vez esa loba solo quería despedazar algo con sus poderosa mandíbula. Tenía que controlarlo, yo era el que mandaba, no podía dejar que las emociones de ese animal interfirieran en mi forma de actuar, pero... realmente mi pecho ardía en el deseo de triturar a cualquier cosa que se acercara a Fraiah. Que paradójico.
Si ese vampiro era lo suficientemente astuto se daría cuenta de que en mis ojos ya no brillaba el fuego de un protector, si no la determinación de un asesino que estaría dispuesto a ir hasta los confines del universo con tal de poder acabar con su víctima.
~No es un humano, no es un monstruo. Algunos lo bendicen como si fuera un ángel, otros lo maldicen como si fuera un demonio. Pero a el nada de eso le importa. Estaba perdido en la frontera que separaba ambos extremos y si no quería caer al vació tenía que mantenerse recto. Pero, conforme la noche avanzaba y la luna comenzaba a bañarlo todo con su tenue pero poderosa luz, la línea comenzaba a hacerse cada vez más estrecha~
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
Un golpe seco. Un sonido que pareció triturar el aire.
Fraiah cayó al suelo sin remedio y se arrastró medio metro por las baldosas frías del cuarto de mujeres. Si había perdido el conocimiento por unos momentos, ahora, tras semejante golpe, acababa de recuperarlo. El hombre que la había arrastrado hacia ese sitio apartado, estaba cabreado. La había abofeteado con tal fuerza que había sido capaz de arrojarla al suelo sin esfuerzo. Fraiah era demasiado menuda, y en cierto sentido agradecía "la cortesía" de no haberle dado un golpe de puño. La chica abrió los ojos lentamente y ladeó su cuerpo, quedando medianamente boca arriba. Toció una vez, otra más. Sus labios estaban rosados, pero no porque tuviera algún tipo de maquillaje, sino por el mismo escozor del golpe. Su cabello, alborotado, se le enredaba en el cuello y le cubría el rostro, impidiéndole ver con claridad los movimientos de su atacante. Además, la herida ocasionada por el golpe del vampiro en su cabeza era la causante de su desmayo y su mareo constante.
Mientras el pecho de Fraiah se elevaba y se bajaba frenéticamente, intentaba su mente analizar las palabras que aquel sujeto había dicho. Apenas parpadeó para que un brillo carmesí surcara su mirar. Estaba furiosa, pero el dolor de su cuerpo era más poderoso que aquella emoción. Sin embargo, no podía perdonarse el estar allí tirada, como un animal a punto de ser sacrificado, y no levantarse y romperle cada uno de los huesos a ese mal nacido, que encima estaba hablando pestes de ella, como si su amor por Nokku no valiera una mierda.
- T-te conozco... y t-te estás e-equivocando... -susurró la muchacha, irguiendo su cuerpo a duras penas-. ¿Cómo puedes decir semejante estupidez? -inquirió e, instantáneamente, soltó una breve risa. Ante tal gesto, el hombre se acercó y la sujetó de sus largos cabellos, ejerciendo fuerza hacia arriba. Apretó la mandíbula, disponiéndose para escupir más palabras no agradables para los oídos de Fraiah:
- Cállate, arpía. ¿Qué te hace pensar que eres uno de nosotros? Tu linaje cazador está completamente corrompido por tu decisión de cooperar con vampiros; ¡por haberte convertido en uno! No creas que nosotros no sabemos tu pasado, eh -dijo, entre furioso y socarrón-. Y ahora haremos que pagues. Pagarás por ser una traidora para con tus padres biológicos y pagarás por ser una traidora con Nokku Damaru. Dime, ¿así de mucho le querías, que tenías que enviarlo a la ruina? -dijo elevando la voz-. Tú y ese mocoso son la misma porquería, nacida y resurgida de una sucia alcantarilla. Su sangre es impura, corrosiva... y es nuestro deber exterminarlos -sonrió, cínico. En ese momento, Fraiah intentaba analizar todas aquellas palabras, pero no tenían ningún sentido. ¿Por qué se la agarraban con ella? Sabía que a algunos cazadores de la Asociación ella no les caía bien, lo podía ver en sus ojos, en sus gestos... Pero jamás creía que llegarían a tal extremo.
- Oh, vamos... -rió la joven-. Nokku Damaru murió por la incompetencia de cazadores como tú, no por culpa de su novia, que al menos contribuía a prepararle la cena y alegrarle los días que miserables como ustedes le echaban a perder -siseó-. No intentes buscar un culpable cuando está muy claro quién es: Vladimir D'Shaitis. Y si tan mal se sienten por ser inútiles, no metan en el medio a una desgraciada viuda como yo y háganse cargo, pedazos de basura. Aún no puedo creer que hayan caído tan bajo. No crean que esto pasará por alto -continuó, negando con la cabeza, realmente indignada. Aunque sabía que sus palabras, en un tono tan áspero y hasta irónico, provocarían aún más al cazador, eso le importaba muy poco. Aunque por dentro tenían que masticar y tragarse el llanto, tenía que mostrarse fuerte y segura. Y, en ese momento, reparó en otra cosa, tras recibir otra abofeteada de parte del hombre-. ¿Y de qué mocoso hablas? ¿Otro más a quien echar culpas? -rió mirándolo a los ojos, desafiante en el carmesí en el cual estos se habían tornado.
- Ese mocoso se llama Ziel Carphatia, y es otra porquería surgida de quién sabe dónde, al igual que tú. De tan sólo observar esos ojos inyectados en sangre, me das asco. Y, sin embargo, mira qué tan humana te muestras. Eres un maldito monstruo manipulador. ¿Acaso convenciste a Damaru con tu aparente inocencia?
Tras esas palabras, todo orgullo y todo ímpetu de valentía se escabulló por los poros de su piel. Los ojos de Fraiah se abrieron como platos al escuchar ese nombre. ¿Ziel... Carphatia? En ese momento, su mente hizo un "click" y lo comprendió todo: ese cazador era parte de los rebeldes que se habían levantado contra la Asociación, y era parte de las mierdas que habían estado azotando al pobre muchacho al que ella le dio su sangre no hace demasiado tiempo, y que se le veía en el rostro y en sus acciones lo vulnerable que lo habían dejado. Entonces... ¿él estaba aún con vida? ¿No lo tenían ellos? En ese caso, ella debía hacer algo. Ahora, él no era el único blanco y estos desgraciados solo estaban buscando una excusa para eliminarla a ella también.
Mientras todos esos pensamientos surcaban su mente, el cazador le estaba hablando pero ella no respondió. Entonces, el hombre le dio otro golpe, soltándole el cabello y enviándola lejos otra vez. El cuerpo de Fraiah chocó contra un armario y este comenzó a caerse hacia adelante, pero ella reaccionó a tiempo y rodó perezosamente por el suelo, de modo que el mueble cayó a su lado apenas rasgando la piel de uno de sus brazos. La joven emitió un quejido de dolor.
- Pedazo de hijo de puta... -gruñó, maldiciéndolo. ¿Quién diría que la dulce Fraiah sería capaz de decir tales cosas y tener tanto rencor hacia alguien? Ahora no sólo era Vladimir y su séquito el centro de su amargura y odio, sino sujetos como este también-. Tú y tu grupo desertor le hicieron todo eso a ese pobre chico... No merecen ser llamados cazadores, porque son solo escoria. ¡Escoria peor que los vampiros! -gritó entre dientes, sentándose en el suelo y golpeando una silla con la pierna, enviándole hasta donde el cazador estaba, con la esperanza de golpearle. Acto seguido, recostó su espalda en la pared, agotada, adolorida y mareada, mirando fijamente al tipo. Si hasta ahora había durado, era porque este sujeto tenía mucho afán por hablar y hablar y hacerse notar. Típico de los idiotas, en el sentido más griego de la palabra. Sin embargo, ¿qué haría si llegaban más de ellos? Debía pensar en algo rápido y, luego, ir a la casa de Kasha a comunicarle urgentemente lo que estaba ocurriendo.
Fraiah cayó al suelo sin remedio y se arrastró medio metro por las baldosas frías del cuarto de mujeres. Si había perdido el conocimiento por unos momentos, ahora, tras semejante golpe, acababa de recuperarlo. El hombre que la había arrastrado hacia ese sitio apartado, estaba cabreado. La había abofeteado con tal fuerza que había sido capaz de arrojarla al suelo sin esfuerzo. Fraiah era demasiado menuda, y en cierto sentido agradecía "la cortesía" de no haberle dado un golpe de puño. La chica abrió los ojos lentamente y ladeó su cuerpo, quedando medianamente boca arriba. Toció una vez, otra más. Sus labios estaban rosados, pero no porque tuviera algún tipo de maquillaje, sino por el mismo escozor del golpe. Su cabello, alborotado, se le enredaba en el cuello y le cubría el rostro, impidiéndole ver con claridad los movimientos de su atacante. Además, la herida ocasionada por el golpe del vampiro en su cabeza era la causante de su desmayo y su mareo constante.
Mientras el pecho de Fraiah se elevaba y se bajaba frenéticamente, intentaba su mente analizar las palabras que aquel sujeto había dicho. Apenas parpadeó para que un brillo carmesí surcara su mirar. Estaba furiosa, pero el dolor de su cuerpo era más poderoso que aquella emoción. Sin embargo, no podía perdonarse el estar allí tirada, como un animal a punto de ser sacrificado, y no levantarse y romperle cada uno de los huesos a ese mal nacido, que encima estaba hablando pestes de ella, como si su amor por Nokku no valiera una mierda.
- T-te conozco... y t-te estás e-equivocando... -susurró la muchacha, irguiendo su cuerpo a duras penas-. ¿Cómo puedes decir semejante estupidez? -inquirió e, instantáneamente, soltó una breve risa. Ante tal gesto, el hombre se acercó y la sujetó de sus largos cabellos, ejerciendo fuerza hacia arriba. Apretó la mandíbula, disponiéndose para escupir más palabras no agradables para los oídos de Fraiah:
- Cállate, arpía. ¿Qué te hace pensar que eres uno de nosotros? Tu linaje cazador está completamente corrompido por tu decisión de cooperar con vampiros; ¡por haberte convertido en uno! No creas que nosotros no sabemos tu pasado, eh -dijo, entre furioso y socarrón-. Y ahora haremos que pagues. Pagarás por ser una traidora para con tus padres biológicos y pagarás por ser una traidora con Nokku Damaru. Dime, ¿así de mucho le querías, que tenías que enviarlo a la ruina? -dijo elevando la voz-. Tú y ese mocoso son la misma porquería, nacida y resurgida de una sucia alcantarilla. Su sangre es impura, corrosiva... y es nuestro deber exterminarlos -sonrió, cínico. En ese momento, Fraiah intentaba analizar todas aquellas palabras, pero no tenían ningún sentido. ¿Por qué se la agarraban con ella? Sabía que a algunos cazadores de la Asociación ella no les caía bien, lo podía ver en sus ojos, en sus gestos... Pero jamás creía que llegarían a tal extremo.
- Oh, vamos... -rió la joven-. Nokku Damaru murió por la incompetencia de cazadores como tú, no por culpa de su novia, que al menos contribuía a prepararle la cena y alegrarle los días que miserables como ustedes le echaban a perder -siseó-. No intentes buscar un culpable cuando está muy claro quién es: Vladimir D'Shaitis. Y si tan mal se sienten por ser inútiles, no metan en el medio a una desgraciada viuda como yo y háganse cargo, pedazos de basura. Aún no puedo creer que hayan caído tan bajo. No crean que esto pasará por alto -continuó, negando con la cabeza, realmente indignada. Aunque sabía que sus palabras, en un tono tan áspero y hasta irónico, provocarían aún más al cazador, eso le importaba muy poco. Aunque por dentro tenían que masticar y tragarse el llanto, tenía que mostrarse fuerte y segura. Y, en ese momento, reparó en otra cosa, tras recibir otra abofeteada de parte del hombre-. ¿Y de qué mocoso hablas? ¿Otro más a quien echar culpas? -rió mirándolo a los ojos, desafiante en el carmesí en el cual estos se habían tornado.
- Ese mocoso se llama Ziel Carphatia, y es otra porquería surgida de quién sabe dónde, al igual que tú. De tan sólo observar esos ojos inyectados en sangre, me das asco. Y, sin embargo, mira qué tan humana te muestras. Eres un maldito monstruo manipulador. ¿Acaso convenciste a Damaru con tu aparente inocencia?
Tras esas palabras, todo orgullo y todo ímpetu de valentía se escabulló por los poros de su piel. Los ojos de Fraiah se abrieron como platos al escuchar ese nombre. ¿Ziel... Carphatia? En ese momento, su mente hizo un "click" y lo comprendió todo: ese cazador era parte de los rebeldes que se habían levantado contra la Asociación, y era parte de las mierdas que habían estado azotando al pobre muchacho al que ella le dio su sangre no hace demasiado tiempo, y que se le veía en el rostro y en sus acciones lo vulnerable que lo habían dejado. Entonces... ¿él estaba aún con vida? ¿No lo tenían ellos? En ese caso, ella debía hacer algo. Ahora, él no era el único blanco y estos desgraciados solo estaban buscando una excusa para eliminarla a ella también.
Mientras todos esos pensamientos surcaban su mente, el cazador le estaba hablando pero ella no respondió. Entonces, el hombre le dio otro golpe, soltándole el cabello y enviándola lejos otra vez. El cuerpo de Fraiah chocó contra un armario y este comenzó a caerse hacia adelante, pero ella reaccionó a tiempo y rodó perezosamente por el suelo, de modo que el mueble cayó a su lado apenas rasgando la piel de uno de sus brazos. La joven emitió un quejido de dolor.
- Pedazo de hijo de puta... -gruñó, maldiciéndolo. ¿Quién diría que la dulce Fraiah sería capaz de decir tales cosas y tener tanto rencor hacia alguien? Ahora no sólo era Vladimir y su séquito el centro de su amargura y odio, sino sujetos como este también-. Tú y tu grupo desertor le hicieron todo eso a ese pobre chico... No merecen ser llamados cazadores, porque son solo escoria. ¡Escoria peor que los vampiros! -gritó entre dientes, sentándose en el suelo y golpeando una silla con la pierna, enviándole hasta donde el cazador estaba, con la esperanza de golpearle. Acto seguido, recostó su espalda en la pared, agotada, adolorida y mareada, mirando fijamente al tipo. Si hasta ahora había durado, era porque este sujeto tenía mucho afán por hablar y hablar y hacerse notar. Típico de los idiotas, en el sentido más griego de la palabra. Sin embargo, ¿qué haría si llegaban más de ellos? Debía pensar en algo rápido y, luego, ir a la casa de Kasha a comunicarle urgentemente lo que estaba ocurriendo.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
Su rival lo había desafiado. Había logrado poner contra las cuerdas a Roger, un temible vampiro capaz de mover mar y aire para satisfacer su sed de sangre. Esta vez era él el que se sentía presionado, con la impotencia agarrada en sus dos puños.
El rubito se avalanzaba hacia él con su espada. Iba a cortarlo en dos, por la mitad, lo que fuera, iba a exterminarlo. No iba a dejar que eso ocurriera, pero era inevitable que no iba a salir bien parado de esa. Roger no pudo esquivar su corte. Era rápido y el vampiro se encontraba en un momento de alta debilidad, debilidad ante ese humano. No lo soportaba ni un poquito.
Lo detuvo con su brazo. La hoja anti-vampiros se quedó clavada en su brazo. Perder ese brazo no era lo único de lo que podía temer (aunque se regeneraría), sino que el contacto del filo lo podría consumir. Le quemaba y si no se la quitaba de encima acabaría por matarlo. Se zafó de la hoja y su brazo se quedó colgando como un jamón y ascuas anaranjadas lo empezaban a deshacer en cenizas. Roger no dudó en arrancarselo con la boca y tirarlo. Si lo hubiera dejado ahí, el fuego lo habría terminado todo...
-¡Cabrón!-espetó Roger, mostrando sus afilados dientes.
Tenía que irse. En ese estado solo lograría perecer ante el chico. Convirtió la pared de su espalda en más escombros que lograron dejar un paso para que Roger pudiera escapar. Dio varios pasos hacia atrás y le dirigió la mirada una última vez.
-Esto... no quedará impune... estúpido humano...-finalizó.
Y se marchó con mucha velocidad, casi vertiginosa. En el fondo, se sentí tranquilo, pues aun no le había mostrado todo su poder. Las plumas negras del cuervo eran la verdadera cara de Roger, su verdadera fuerza.
El rubito se avalanzaba hacia él con su espada. Iba a cortarlo en dos, por la mitad, lo que fuera, iba a exterminarlo. No iba a dejar que eso ocurriera, pero era inevitable que no iba a salir bien parado de esa. Roger no pudo esquivar su corte. Era rápido y el vampiro se encontraba en un momento de alta debilidad, debilidad ante ese humano. No lo soportaba ni un poquito.
Lo detuvo con su brazo. La hoja anti-vampiros se quedó clavada en su brazo. Perder ese brazo no era lo único de lo que podía temer (aunque se regeneraría), sino que el contacto del filo lo podría consumir. Le quemaba y si no se la quitaba de encima acabaría por matarlo. Se zafó de la hoja y su brazo se quedó colgando como un jamón y ascuas anaranjadas lo empezaban a deshacer en cenizas. Roger no dudó en arrancarselo con la boca y tirarlo. Si lo hubiera dejado ahí, el fuego lo habría terminado todo...
-¡Cabrón!-espetó Roger, mostrando sus afilados dientes.
Tenía que irse. En ese estado solo lograría perecer ante el chico. Convirtió la pared de su espalda en más escombros que lograron dejar un paso para que Roger pudiera escapar. Dio varios pasos hacia atrás y le dirigió la mirada una última vez.
-Esto... no quedará impune... estúpido humano...-finalizó.
Y se marchó con mucha velocidad, casi vertiginosa. En el fondo, se sentí tranquilo, pues aun no le había mostrado todo su poder. Las plumas negras del cuervo eran la verdadera cara de Roger, su verdadera fuerza.
- Roger Anderson
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Re: Cafeteria
El filo de mi espada, letal y preciso atravesó el aire, silbó victorioso y finalmente alcanzó su objetivo. Como si aquella katana solo hubiera sido forjada con el propósito de cortar a Roger: atravesó la carne de su brazo como si fuera mantequilla y se quedó parada en su antebrazo. Podría ser una escena un tanto espeluznante pero no es que a mi me importase mucho, estaba demasiado concentrado en mi objetivo, estaba demasiado serio, me había fundido casi por completo con aquella esencia que dominaba mi cuerpo y la verdad: me sentía muy bien.
El brazo del vampiro cayó al suelo y este tuvo que retirarse, no sin antes destruir una pared. Típico de los vampiros, destruir todo lo que encuentran. "Esta pelea se había acabado en cuanto decidiste levantar la mano a Fraiah estúpido, seguramente habrías podido acabar conmigo si no fuera por eso" Pensé mientras estudiaba los restos de la cafetería. Una sombra se había llevado a rastras a Fraiah antes. No había luchado a muerte con un vampiro para que de repente un estúpido acabara con todo por lo que había estado combatiendo. Enseñe los colmillos de nuevo al tiempo que un nuevo olor se filtraba por mi nariz. Cuero y barro. Era un cazador ¿Se trataba de uno de los desertores? Estaba claro que no sabía a que se estaba enfrentando. Ciertamente no me esperaba poder olfatear tan bien, después de todo ¿Qué clase de monstruo puede identificar el olor del cuerpo y el barro lejano por encima de una cafetería destruida llena de escombros, madera rota y sangre, mucha sangre. Así que era así como se sentía Nokku todo el tiempo, interesante.
Da igual, no había tiempo que perder pensando en tonterías. Me puse manos a la obra y comencé a seguir el rastro de sangre que había dejado la herida de la cabeza de Fraiah. Por el camino mi coleta se desató y una gran melena acarició toda mi espalda. Hacía siglos que no me sentía tan libre. De cualquier modo ¿A qué idiota se le ocurre coger y secuestras a la viuda del anterior presidente de la asociación, qué clase de suicida tenía que ser? Fuera como fuese pronto lo descubriría porque mi paciencia y humanidad había rebosado su límite, por gracia de algunos y desgracia de otros.
El rastro de sangre me llevó hasta los baños y con ello hasta Fraiah. Ante la imagen que se presentaba ante mi sentí que mi pecho se retorcía y que mis pupilas se dilataban. Pensé que el odio que sentía hacia Roger o hacia el asesino de mi hermanastro eran el máximo nivel de odio que un hombre podía alcanzar pero... no, esa ira era completamente inhumana. Dí un puntapié a la pared para llamar la atención del cazador, que se encontraba de espaldas a mi, quería ver su cara. Fraiah ya habría notado mi presencia pero ese inútil estaba demasiado entretenido en maltratar a aquella mujer. "Acaba con él, no lo pienses más, es lo que se merece, tienes que hacerlo" No habría compasión de ninguna clase, no me importaba si luego no podía interrogar al sujeto.
Así que además de todo... vosotros sois los que torturasteis al pequeño vampiro, haciendo que ese estúpido casi matara a Fraiah. En fin, es bueno saberlo, gracias por la información.
Gruñí sarcásticamente cuando el hombre se dio la vuelta porque realmente así era como sonaba mi voz, como si fueran gruñidos. La katana de mi mano ya no tenía sangre pues los restos del vampiro se habían incinerado así que no habría problema, el corte sería limpio.
El cazador empezó a reírse, como si de una broma se tratase ¿Qué podría hacer un estúpido chico con una katana que no sabía ni usar? Y encima iba con esos aires de superioridad. Si, mi imagen debía de ser muy graciosa para cualquier estúpido que no supiera lo que era la mirada de un asesino, un animal protector. Su risa no duró demasiado, solo unos segundos. Ni siquiera le dio tiempo a darse cuenta de lo que estaba pasando. Lo rebané, le partí en trozos, con un solo movimiento me puse en su espalda y en cuanto comencé a enfundar mi espada su cuerpo estalló en diminutos trozos de carne mutilada, salpicando mi cara con un poco de su sangre y llenando las baldosas de la pared y el suelo de sus asquerosos órganos triturados.
Me agaché enfrente de Fraiah mientras mis ojos volvían a la normalidad. Acaricié su mejilla para girar un poco su cabeza y comprobar su estado. Sus heridas no eran ninguna tontería. Necesitaba cuidados médicos y no había tiempo para pedir ayuda. La cogí en brazos, me daba igual si a ella le incomodaba o no le gustaba la idea, tenía varias contusiones y lo último que necesitaba era andar.
Salí poco a poco con Fraiah de la cafetería, sin decir nada, no sabía que decir la verdad. Estaba cansado y me sentía débil pero el hecho de tener que llevar a Fraiah a un lugar seguro me daba fuerzas, fuerzas ilimitadas.
Cuando recorrimos unos cuantos cientos de metros me dí cuenta de que la batalla contra el vampiro comenzaba a pasarme factura. Yo no era ningún super-humano y después del intercambio de golpes con aquel neófito muchos de mis huesos estaban agrietados si no resquebrajados. Apreté la mandíbula y me aguanté, no había tiempo para quejas. Aunque de todos modos comencé a cojear irremediablemente mientras cargaba con Fraiah. No hice caso de cualquiera de sus signos de desacuerdo con mi opción de llevarla, aún en ese estado yo era más rápido que ella y aunque no podía moverme a la velocidad del viento como Nokku si que podía llevarla a casa sin que tuviera que preocuparse de nada más. Simplemente tenía que quedarse quietecita sobre mis brazos.
Siento que tu primer día de trabajo haya acabado así... y tampoco es la mejor "primera cita" que me hubiera podido imaginar
Bromeé mientras sonreía con dificultad antes de salir del pueblo.
El brazo del vampiro cayó al suelo y este tuvo que retirarse, no sin antes destruir una pared. Típico de los vampiros, destruir todo lo que encuentran. "Esta pelea se había acabado en cuanto decidiste levantar la mano a Fraiah estúpido, seguramente habrías podido acabar conmigo si no fuera por eso" Pensé mientras estudiaba los restos de la cafetería. Una sombra se había llevado a rastras a Fraiah antes. No había luchado a muerte con un vampiro para que de repente un estúpido acabara con todo por lo que había estado combatiendo. Enseñe los colmillos de nuevo al tiempo que un nuevo olor se filtraba por mi nariz. Cuero y barro. Era un cazador ¿Se trataba de uno de los desertores? Estaba claro que no sabía a que se estaba enfrentando. Ciertamente no me esperaba poder olfatear tan bien, después de todo ¿Qué clase de monstruo puede identificar el olor del cuerpo y el barro lejano por encima de una cafetería destruida llena de escombros, madera rota y sangre, mucha sangre. Así que era así como se sentía Nokku todo el tiempo, interesante.
Da igual, no había tiempo que perder pensando en tonterías. Me puse manos a la obra y comencé a seguir el rastro de sangre que había dejado la herida de la cabeza de Fraiah. Por el camino mi coleta se desató y una gran melena acarició toda mi espalda. Hacía siglos que no me sentía tan libre. De cualquier modo ¿A qué idiota se le ocurre coger y secuestras a la viuda del anterior presidente de la asociación, qué clase de suicida tenía que ser? Fuera como fuese pronto lo descubriría porque mi paciencia y humanidad había rebosado su límite, por gracia de algunos y desgracia de otros.
El rastro de sangre me llevó hasta los baños y con ello hasta Fraiah. Ante la imagen que se presentaba ante mi sentí que mi pecho se retorcía y que mis pupilas se dilataban. Pensé que el odio que sentía hacia Roger o hacia el asesino de mi hermanastro eran el máximo nivel de odio que un hombre podía alcanzar pero... no, esa ira era completamente inhumana. Dí un puntapié a la pared para llamar la atención del cazador, que se encontraba de espaldas a mi, quería ver su cara. Fraiah ya habría notado mi presencia pero ese inútil estaba demasiado entretenido en maltratar a aquella mujer. "Acaba con él, no lo pienses más, es lo que se merece, tienes que hacerlo" No habría compasión de ninguna clase, no me importaba si luego no podía interrogar al sujeto.
Así que además de todo... vosotros sois los que torturasteis al pequeño vampiro, haciendo que ese estúpido casi matara a Fraiah. En fin, es bueno saberlo, gracias por la información.
Gruñí sarcásticamente cuando el hombre se dio la vuelta porque realmente así era como sonaba mi voz, como si fueran gruñidos. La katana de mi mano ya no tenía sangre pues los restos del vampiro se habían incinerado así que no habría problema, el corte sería limpio.
El cazador empezó a reírse, como si de una broma se tratase ¿Qué podría hacer un estúpido chico con una katana que no sabía ni usar? Y encima iba con esos aires de superioridad. Si, mi imagen debía de ser muy graciosa para cualquier estúpido que no supiera lo que era la mirada de un asesino, un animal protector. Su risa no duró demasiado, solo unos segundos. Ni siquiera le dio tiempo a darse cuenta de lo que estaba pasando. Lo rebané, le partí en trozos, con un solo movimiento me puse en su espalda y en cuanto comencé a enfundar mi espada su cuerpo estalló en diminutos trozos de carne mutilada, salpicando mi cara con un poco de su sangre y llenando las baldosas de la pared y el suelo de sus asquerosos órganos triturados.
Me agaché enfrente de Fraiah mientras mis ojos volvían a la normalidad. Acaricié su mejilla para girar un poco su cabeza y comprobar su estado. Sus heridas no eran ninguna tontería. Necesitaba cuidados médicos y no había tiempo para pedir ayuda. La cogí en brazos, me daba igual si a ella le incomodaba o no le gustaba la idea, tenía varias contusiones y lo último que necesitaba era andar.
Salí poco a poco con Fraiah de la cafetería, sin decir nada, no sabía que decir la verdad. Estaba cansado y me sentía débil pero el hecho de tener que llevar a Fraiah a un lugar seguro me daba fuerzas, fuerzas ilimitadas.
Cuando recorrimos unos cuantos cientos de metros me dí cuenta de que la batalla contra el vampiro comenzaba a pasarme factura. Yo no era ningún super-humano y después del intercambio de golpes con aquel neófito muchos de mis huesos estaban agrietados si no resquebrajados. Apreté la mandíbula y me aguanté, no había tiempo para quejas. Aunque de todos modos comencé a cojear irremediablemente mientras cargaba con Fraiah. No hice caso de cualquiera de sus signos de desacuerdo con mi opción de llevarla, aún en ese estado yo era más rápido que ella y aunque no podía moverme a la velocidad del viento como Nokku si que podía llevarla a casa sin que tuviera que preocuparse de nada más. Simplemente tenía que quedarse quietecita sobre mis brazos.
Siento que tu primer día de trabajo haya acabado así... y tampoco es la mejor "primera cita" que me hubiera podido imaginar
Bromeé mientras sonreía con dificultad antes de salir del pueblo.
- Jack Wintersnow
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Re: Cafeteria
El cazador había esquivado la silla y miraba a Fraiah con furia. Tras arrojarle unos cuantos insultos más, estaba a punto de devolverle el golpe. Planeaba echarle encima la silla, para devolverle el favor, pero en ese momento Fraiah se cubrió y agachó, logrando que la madera se estrellara contra el muro tras ella. La joven quedó en el suelo, recostada, y apenas levantó la cabeza lo vio: llevaba el cabello dorado suelto, salvaje, y sus ojos contenían una mirada agresiva y asesina que no había visto antes. En cuanto el cazador quiso acercarse a ella de nuevo, divertido por la situación y con ansias de seguir poniéndole las manos encima, Jack actuó.
La sangre salpicó el suelo. Fraiah se incorporó y quedó sentada contra la pared otra vez. Apartó la mirada y cerró levemente los ojos. Por un lado agradecía que el cazador estuviera tan entretenido con ella, pues eso le hizo a Jack las cosas mucho más fáciles, aunque con un estúpido como ese, cualquier cosa que hiciera funcionaría y de seguro sería pan comido quitarlo del medio. Sin embargo, un extraño temor inundó el cuerpo de la chica. Sentía como si la naturaleza vampírica dentro de ella rechazara el aroma y la energía de Jack. Era un temor curioso e inquietante, pero a su vez se sentía raramente segura.
Cuando todo acabó, sintió sus pasos acercándose. Antes de que los pies de Jack estuvieran frente a ella, se había percatado de cómo el filo de la katana cortó el aire antes de esconderse en su funda. La mano cálida de Jack obligó a Fraiah a que girara el rostro. La joven clavó sus ojos violáceos, levemente carmesíes, en él. La sangre que adornaba su blanco rostro lo hacían ver todo aún más tétrico, y ni hablar del desorden de sus cabellos. No obstante, no tuvo ninguna objeción. Tan solo quería estar en algún lugar segura, calentar su cuerpo frente a los leños y tomar un té. Quería calmar sus nervios y asimilar lo ocurrido, y Jack le estaba ofreciendo esa paz en ese momento.
Fraiah alzó ambos brazos, cual niña pequeña que quiere aferrarse a su padre, y rodeó el cuello de Jack con ambas manos. Una vez entre sus brazos, la joven suspiró suavemente y cerró los ojos, recostando su herida cabeza entre el pecho y uno de los hombros del cazador. Ya estaba a salvo, ¿verdad? Su respiración comenzó a acomodarse, tomando ritmos normales, y su temor se fue disipando: la humanidad le ganó al vampirismo una vez más, y sus sospechas y dudas sobre Jack se alejaron con aquella parte sangrienta que habitaba en su interior, en un sitio recóndito de su alma.
- Estás cansado... -susurró luego de unos cuantos metros de distancia recorridos-. Lo siento, Jack, y... gracias -concluyó. Apenas levantó la vista para mirarlo. Se sentía culpable porque él estuviera en ese estado y, encima, cargando con ella como si fuera su responsabilidad. Sin embargo, todos sus pensamientos culpables se dispersaron en cuanto oyó sus últimas palabras. Fraiah se puso bordó y apretó sus labios. Cerró los ojos y respiró hondo. Lo hubiera abofeteado, pero... estaba en deuda con él.
- Tienes suerte de haberme ayudado, porque sino ahora mismo te quebaría los huesos que te quedan intactos -aseguró, mordaz, pero una sutil e imperceptible sonrisa surgió después, en la oscuridad de la noche, mientras ambos se alejaban del pueblo.
La sangre salpicó el suelo. Fraiah se incorporó y quedó sentada contra la pared otra vez. Apartó la mirada y cerró levemente los ojos. Por un lado agradecía que el cazador estuviera tan entretenido con ella, pues eso le hizo a Jack las cosas mucho más fáciles, aunque con un estúpido como ese, cualquier cosa que hiciera funcionaría y de seguro sería pan comido quitarlo del medio. Sin embargo, un extraño temor inundó el cuerpo de la chica. Sentía como si la naturaleza vampírica dentro de ella rechazara el aroma y la energía de Jack. Era un temor curioso e inquietante, pero a su vez se sentía raramente segura.
Cuando todo acabó, sintió sus pasos acercándose. Antes de que los pies de Jack estuvieran frente a ella, se había percatado de cómo el filo de la katana cortó el aire antes de esconderse en su funda. La mano cálida de Jack obligó a Fraiah a que girara el rostro. La joven clavó sus ojos violáceos, levemente carmesíes, en él. La sangre que adornaba su blanco rostro lo hacían ver todo aún más tétrico, y ni hablar del desorden de sus cabellos. No obstante, no tuvo ninguna objeción. Tan solo quería estar en algún lugar segura, calentar su cuerpo frente a los leños y tomar un té. Quería calmar sus nervios y asimilar lo ocurrido, y Jack le estaba ofreciendo esa paz en ese momento.
Fraiah alzó ambos brazos, cual niña pequeña que quiere aferrarse a su padre, y rodeó el cuello de Jack con ambas manos. Una vez entre sus brazos, la joven suspiró suavemente y cerró los ojos, recostando su herida cabeza entre el pecho y uno de los hombros del cazador. Ya estaba a salvo, ¿verdad? Su respiración comenzó a acomodarse, tomando ritmos normales, y su temor se fue disipando: la humanidad le ganó al vampirismo una vez más, y sus sospechas y dudas sobre Jack se alejaron con aquella parte sangrienta que habitaba en su interior, en un sitio recóndito de su alma.
- Estás cansado... -susurró luego de unos cuantos metros de distancia recorridos-. Lo siento, Jack, y... gracias -concluyó. Apenas levantó la vista para mirarlo. Se sentía culpable porque él estuviera en ese estado y, encima, cargando con ella como si fuera su responsabilidad. Sin embargo, todos sus pensamientos culpables se dispersaron en cuanto oyó sus últimas palabras. Fraiah se puso bordó y apretó sus labios. Cerró los ojos y respiró hondo. Lo hubiera abofeteado, pero... estaba en deuda con él.
- Tienes suerte de haberme ayudado, porque sino ahora mismo te quebaría los huesos que te quedan intactos -aseguró, mordaz, pero una sutil e imperceptible sonrisa surgió después, en la oscuridad de la noche, mientras ambos se alejaban del pueblo.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Cafeteria
Era un día tranquilo en medio del invierno. Luego de un atareado día de clases se me había ocurrido pasear por un pueblo cerca de la academia que antes oí por otros estudiantes y que se ocurrió ir a ver, después de que terminara todos mis deberes del día entre los cuales estaban clases y demás, ya que se me antojaba despejarme, relajarme y podría aprovechar para ir a una cafetería de la que me contaron-¡No tiene nada de malo tomarse un descanso de vez en cuando! Sobre todo de mis asuntos como cazador que últimamente no han sido nada sencillos-murmure, caminando con las manos dentro de los bolsillos, mirando los alrededores y sintiendo algo de frió, mientras aun llevaba puesto mi uniforme de la clase del sol.
Frotaba mis manos entre si de vez en cuando, de mi boca salía aliento helado debido al clima y la temperatura tan baja de esta estación del año, lo único que me transmitía algo de calor, era una bufanda verde limón que abrazaba mi cuerpo, mientras mis pasos quedaban marcados por la blanca nieve que pisaba. Luego de un tiempo ¡No se cuando exactamente! Llegue a aquella cafetería de la que escuche-¡Un golpe de suerte supongo!-murmure, caminando en el lugar, en donde había una gran cantidad de mesas, ignorando todo a mi alrededor, y siendo ignorando por la mayoría de las personas por mi débil presencia, la cual se mantenía siempre y cuando no use el lado agresivo de mi personalidad o haga algo que me haga sobresalir o ser notado por los que me rodean.
Busque un lugar cómodo en que no hubiera tanto jaleo, como era probable que no me notaran camine para pedir algo que beber que aplacara el mal sabor de boca que tenia que se extendía hasta mi garganta, sin mencionar que me ayudara a combatir el frió, claro que desde que entre a este lugar todo se sentía mas cálido-¿Podría darme un chocolate caliente ¡Por favor! Y una malteada también?-pregunte asustando a una muchacha-¡Lo siento si la asuste!-me disculpe bajando la cabeza en forma de revendía y juntando mis manos, ella me explico verbalmente que no pasaba nada, que solo la sorprendí y lo típico que suele sucederme cuando paso inadvertido, me dijo que me lo llevaría a mi mesa en unos minutos, yo solo asistí con la mirada y regrese al lugar que había escogido.
Me quede sentado, haciendo ruido con mis dedos los cuales movía por la mesa consecutiva, hasta que más o menos, me trajeron lo que pedí en unos cinco minutos o más. Le agradecí con una sonrisa y la mujer se retiro en cuestión, desoyes de haberme devuelto el gesto, con una bandeja en la que trajo lo que ordene abrazada. Mientras, sorbía un poco de mí bebida sabor a fresa a través de un sorbote para endulzar mi garganta, y le echaba a mi café unas dos cucharadas de azúcar, luego de destapar algunos sobres, me quede observando algo entretenido lo que hacían los demás. Habían personas de todo tipo en este lugar, algunas se veían muy tranquilos, pero otros...-¡No tanto!-pensé en voz alta, mientras llevaba esta vez mi taza de café a mis labios para sorber el liquido no tan amargo por la azúcar.
Frotaba mis manos entre si de vez en cuando, de mi boca salía aliento helado debido al clima y la temperatura tan baja de esta estación del año, lo único que me transmitía algo de calor, era una bufanda verde limón que abrazaba mi cuerpo, mientras mis pasos quedaban marcados por la blanca nieve que pisaba. Luego de un tiempo ¡No se cuando exactamente! Llegue a aquella cafetería de la que escuche-¡Un golpe de suerte supongo!-murmure, caminando en el lugar, en donde había una gran cantidad de mesas, ignorando todo a mi alrededor, y siendo ignorando por la mayoría de las personas por mi débil presencia, la cual se mantenía siempre y cuando no use el lado agresivo de mi personalidad o haga algo que me haga sobresalir o ser notado por los que me rodean.
Busque un lugar cómodo en que no hubiera tanto jaleo, como era probable que no me notaran camine para pedir algo que beber que aplacara el mal sabor de boca que tenia que se extendía hasta mi garganta, sin mencionar que me ayudara a combatir el frió, claro que desde que entre a este lugar todo se sentía mas cálido-¿Podría darme un chocolate caliente ¡Por favor! Y una malteada también?-pregunte asustando a una muchacha-¡Lo siento si la asuste!-me disculpe bajando la cabeza en forma de revendía y juntando mis manos, ella me explico verbalmente que no pasaba nada, que solo la sorprendí y lo típico que suele sucederme cuando paso inadvertido, me dijo que me lo llevaría a mi mesa en unos minutos, yo solo asistí con la mirada y regrese al lugar que había escogido.
Me quede sentado, haciendo ruido con mis dedos los cuales movía por la mesa consecutiva, hasta que más o menos, me trajeron lo que pedí en unos cinco minutos o más. Le agradecí con una sonrisa y la mujer se retiro en cuestión, desoyes de haberme devuelto el gesto, con una bandeja en la que trajo lo que ordene abrazada. Mientras, sorbía un poco de mí bebida sabor a fresa a través de un sorbote para endulzar mi garganta, y le echaba a mi café unas dos cucharadas de azúcar, luego de destapar algunos sobres, me quede observando algo entretenido lo que hacían los demás. Habían personas de todo tipo en este lugar, algunas se veían muy tranquilos, pero otros...-¡No tanto!-pensé en voz alta, mientras llevaba esta vez mi taza de café a mis labios para sorber el liquido no tan amargo por la azúcar.
- Kuroko Tetsuya
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Re: Cafeteria
Natsuki había salido de su clase -a la cual había planeado no asistir en primera instancia- y ahora le apetecía ir a dar un paseo. Tras dar unas vueltas por el parque, su estómago rugió y le advirtió que lo mejor sería que fuese a comprar algo para comer a algún sitio. Debido al frío y a la nevada, la joven se llevó ambas manos al rostro, sobre sus labios, y permitió que su cálido aliento las inundara. Por su mente pasaron varios sitios al cual podría acudir, pero acabó por decantarse por la cafetería. Allí siempre tenían buena atención y prometían deliciosos bocadillos.
La joven avanzó por las calles hasta llegar al susodicho lugar. Sacudió suavemente su cabello largo y suelto, dispersando algunos copos de nieve que se habían posado en el cómodo y reconfortante gorro que traía puesto. Entró en el lugar y vio que estaba bastante llena de gente. No sabía si considerar eso como algo bueno o algo malo, en su defecto. Las preocupaciones de Natsuki se habían incrementado en el último tiempo y no le apetecía reparar en miradas que observasen su ceño fruncido y su mirar perturbado. De todos modos, ¿qué más daba? Si alguien le decía algo, lo enviaría lejos, no utilizando bonitas palabras, como solía hacer. Ah, ella y su fría actitud. Aunque quisiera ser amable, no podía evitar ser desconfiaza y ácida con quienes la rodeaban. Y si en algún momento demostraba todo el carisma que tenía encima, no podía evitar acompañarlo de esa seguridad soberbia característica de ella.
Natsuki suspiró y se dejó caer en una mesa cerca de la ventana. No había reparado en que justo delante de ella, en una mesa escasos centímetros alejada, se encontraba un compañero de su clase de historia. Natsuki estiró un poco los pliegues de la falda del uniforme de la Academia, y se dispuso a ponerse más cómoda en su asiento mientras observaba la carta, pensando en qué pedir. Suspiró otra vez, y no pudo evitar pensar en la llamada que había recibido hacía unos minutos. Debería hablar con Shima de esto, pero por alguna extraña razón, no quería hacerlo.
La joven avanzó por las calles hasta llegar al susodicho lugar. Sacudió suavemente su cabello largo y suelto, dispersando algunos copos de nieve que se habían posado en el cómodo y reconfortante gorro que traía puesto. Entró en el lugar y vio que estaba bastante llena de gente. No sabía si considerar eso como algo bueno o algo malo, en su defecto. Las preocupaciones de Natsuki se habían incrementado en el último tiempo y no le apetecía reparar en miradas que observasen su ceño fruncido y su mirar perturbado. De todos modos, ¿qué más daba? Si alguien le decía algo, lo enviaría lejos, no utilizando bonitas palabras, como solía hacer. Ah, ella y su fría actitud. Aunque quisiera ser amable, no podía evitar ser desconfiaza y ácida con quienes la rodeaban. Y si en algún momento demostraba todo el carisma que tenía encima, no podía evitar acompañarlo de esa seguridad soberbia característica de ella.
Natsuki suspiró y se dejó caer en una mesa cerca de la ventana. No había reparado en que justo delante de ella, en una mesa escasos centímetros alejada, se encontraba un compañero de su clase de historia. Natsuki estiró un poco los pliegues de la falda del uniforme de la Academia, y se dispuso a ponerse más cómoda en su asiento mientras observaba la carta, pensando en qué pedir. Suspiró otra vez, y no pudo evitar pensar en la llamada que había recibido hacía unos minutos. Debería hablar con Shima de esto, pero por alguna extraña razón, no quería hacerlo.
- Natsuki Sugimura
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Re: Cafeteria
Cerré mis ojos como una costumbre o una manía, cada vez que saboreaba alguna bebida o comía algún alimento dulce me sucedía. Lo bueno de ser poco notado es que no importa que haga, las personas nunca dirán nada y si lo dicen, dejarían pasar el tema al darse cuenta que no me importa o que no le presto la suficiente atención-No soy como cualquier persona como para prestarle atención a todo lo que pase o hagan, no importa sean de mi misma raza-murmure entre dientes. Luego de un par de minutos. Me percato que una chica llega, la cual me pareció conocida ¡No estaba muy seguro! Tal vez solo la vi por ahí o en la academia. Aunque tampoco es que deba darle tanta relevancia a una desconocida.
La ojee un poco. Al parecer no me había visto hasta ahora o mas bien, no se dio cuenta que yo estaba aquí. Se veía algo indecisa, seguramente no sabia que ordenar. Pensé, mientras la chica miraba la carta de pedidos. Mordí mi labio inferior, saque un papel de mucha relevancia y empecé a leerlo, ya que trataba de los últimos vampiros nivel E que había cazado, mientras embozando una sonrisa divertida y hasta placentera-Debo tomar una decisión pronto o será demasiado tarde. Sea lo que sea que suceda, estaré bien siempre que siga cazando a mis presas-afinque mi brazo, usando mi codo, luego puse mi mejilla sobre mi mano, para después soltar un largo suspiro de frustración, sumergiéndome en mi propio mundo, ignorando a la realidad en el proceso.
-Una humana eh? Su vida debe ser tan simple que hasta siento envidia por ella ¡Disfrutar de una vida normal debe ser relajante y hasta divertido! A diferencias de los que son como yo que tenemos una vida agitada y debemos cuidar nuestras espaldas a cada momento por el temor de que nos apuñalen la espalda ¡Eso no es diferente a un con nuestros "amigos"-reí levemente-Seria bueno ser solo un estudiante normal ¡Al menos por un rato!-pronuncie bajito, probando mi bebida y llamando a la mesera de hace rato con un gesto con la mano, mientras le pedía que me trajera unas galleras para acompañar mi café. Durante que esperaba, saque mi celular y revisaba mis llamadas y mensajes de texto.
La ojee un poco. Al parecer no me había visto hasta ahora o mas bien, no se dio cuenta que yo estaba aquí. Se veía algo indecisa, seguramente no sabia que ordenar. Pensé, mientras la chica miraba la carta de pedidos. Mordí mi labio inferior, saque un papel de mucha relevancia y empecé a leerlo, ya que trataba de los últimos vampiros nivel E que había cazado, mientras embozando una sonrisa divertida y hasta placentera-Debo tomar una decisión pronto o será demasiado tarde. Sea lo que sea que suceda, estaré bien siempre que siga cazando a mis presas-afinque mi brazo, usando mi codo, luego puse mi mejilla sobre mi mano, para después soltar un largo suspiro de frustración, sumergiéndome en mi propio mundo, ignorando a la realidad en el proceso.
-Una humana eh? Su vida debe ser tan simple que hasta siento envidia por ella ¡Disfrutar de una vida normal debe ser relajante y hasta divertido! A diferencias de los que son como yo que tenemos una vida agitada y debemos cuidar nuestras espaldas a cada momento por el temor de que nos apuñalen la espalda ¡Eso no es diferente a un con nuestros "amigos"-reí levemente-Seria bueno ser solo un estudiante normal ¡Al menos por un rato!-pronuncie bajito, probando mi bebida y llamando a la mesera de hace rato con un gesto con la mano, mientras le pedía que me trajera unas galleras para acompañar mi café. Durante que esperaba, saque mi celular y revisaba mis llamadas y mensajes de texto.
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Re: Cafeteria
Apretó la carta entre sus manos. ¿Por qué no podía arrojarlo todo al diablo y hacer su vida? Ah, porque era menor, su apellido hacía referencia a una poderosa familia de Japón y estos tenían el completo control sobre ella como si fuera una mercancía, un simple bien de cambio. Natsuki cerró los ojos un momento, creyó que iba a desmayarse de los nervios, pero lo soportó. Dejó que sus iris verdes -pues hoy no llevaba las lentillas violetas- vieran la luz de la cafetería una vez más. La camarera comenzó a acercarse, y la joven rapidamente eligió.
- Un té y dos panecillos, por favor -solicitó. La camarera se alejó tras asentir con la cabeza, sonriendo, y Natsuki se extrañó al ver que allí cambiaban el personal cada una semana.
Mientras aguardaba por su merienda, un ligero murmullo llegó hasta sus oídos. Natsuki levantó la vista y entonces sus pupilas se cruzaron fugazmente con las del muchacho que estaba sentado en la otra mesa. La joven frunció levemente el ceño. Le veía cara conocida. Ese cabello azul le recordaba a alguien, pero.. ¿A quién? Y entonces su mente hizo una especie de "click" y el recuerdo de su antiguo compañero, Ziel Carphatia, la asaltó. Ese sí que era un chico extraño. De un día para otro se cambió de clase y, como si fuera poco, estuvo encerrada con él en una habitación en la fiesta de máscaras...
Natsuki se echó hacia atrás de repente.
La mesa se tambaleó y el azúcar se derramó, cayendo el pequeño recipiente de cristal al suelo, provocando un estruendo y que toda la atención de las personas allí dentro fueran a parar a su diminuto cuerpo. La chica se quedó impactada, pero no por el hecho de haber roto aquel objeto, sino por lo que acababa de recordar de repente. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? ¿Por qué todos estos meses atrás sintió que había un agujero negro en su cabeza, en la zona que pertenecía a esos recuerdos? La chica se llevó una mano a la cabeza, y un joven se acercó para preguntarle si estaba bien. Ella asintió y lo ahuyentó al instante, borde y hosca como siempre. Mientras tanto, el murmullo de aquel joven continuaba, y Natsuki lo miró brevemente. Ahora se percataba de su identidad: era el nuevo estudiante. Sakamoto le había comentado sobre él y su parecido con Ziel. Ahora se daba cuenta. Aunque para ella no se parecían en nada. Solo en el color de cabello. Pero, ya se sabía cómo era Sakamoto. Esa mujercita no dejaba un títere con cabeza.
Cuando creyó calmarse, miró impaciente su móvil. ¿Debería llamar a Shima? ¿Debería compartir con su hermano sus preocupaciones? Comenzó a marcar algunas teclas, pero acabó por desistir. ¿Qué le importaba a él lo que ella pensara? ¿Acaso no se lo había dejado demasiado claro hacía ya unas horas? No tenía sentido hablar con él. Debería continuar, por ende, consultando todos sus problemas con su propia consciencia. Sería mejor que por su propia cuenta comenzase a conseguir algún lugar en el cual vivir, algún sitio al cual escapar.. Ah, qué maldita utopía. Y pensar que alguien se atrevía a decir, en ese lugar, que su vida era fácil. Si Natsuki hubiera escuchado a aquel muchacho, de seguro le hubiera plantado un buen golpe en la cara. Y, nuevamente, sus ojos viajaron hasta él. ¿Debería ser buena compañera y hacer su papel solidario con los nuevos? Y mientras más intentaba distraerse, más la atormentaba esa nueva imagen de la fiesta, que había aparecido repentinamente, sorprendiendo sus sentidos.
- Estupendo, como si tuviera poco con mi familia, ahora también me estoy volviendo loca -murmuró para sí, bajando la cabeza y encerrándose en sí misma unos momentos. Tal vez todo pasara en cuanto sus labios rozasen el tibio té. Y de hecho, una vez que concluyó y el alimento ya se encontraba en su sistema, se puso de pie. Dejó el dinero sobre la mesa y se marchó. Tan solo quería regresar a la Academia y acostarse, y dormir por tres semanas.
- Un té y dos panecillos, por favor -solicitó. La camarera se alejó tras asentir con la cabeza, sonriendo, y Natsuki se extrañó al ver que allí cambiaban el personal cada una semana.
Mientras aguardaba por su merienda, un ligero murmullo llegó hasta sus oídos. Natsuki levantó la vista y entonces sus pupilas se cruzaron fugazmente con las del muchacho que estaba sentado en la otra mesa. La joven frunció levemente el ceño. Le veía cara conocida. Ese cabello azul le recordaba a alguien, pero.. ¿A quién? Y entonces su mente hizo una especie de "click" y el recuerdo de su antiguo compañero, Ziel Carphatia, la asaltó. Ese sí que era un chico extraño. De un día para otro se cambió de clase y, como si fuera poco, estuvo encerrada con él en una habitación en la fiesta de máscaras...
Natsuki se echó hacia atrás de repente.
La mesa se tambaleó y el azúcar se derramó, cayendo el pequeño recipiente de cristal al suelo, provocando un estruendo y que toda la atención de las personas allí dentro fueran a parar a su diminuto cuerpo. La chica se quedó impactada, pero no por el hecho de haber roto aquel objeto, sino por lo que acababa de recordar de repente. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? ¿Por qué todos estos meses atrás sintió que había un agujero negro en su cabeza, en la zona que pertenecía a esos recuerdos? La chica se llevó una mano a la cabeza, y un joven se acercó para preguntarle si estaba bien. Ella asintió y lo ahuyentó al instante, borde y hosca como siempre. Mientras tanto, el murmullo de aquel joven continuaba, y Natsuki lo miró brevemente. Ahora se percataba de su identidad: era el nuevo estudiante. Sakamoto le había comentado sobre él y su parecido con Ziel. Ahora se daba cuenta. Aunque para ella no se parecían en nada. Solo en el color de cabello. Pero, ya se sabía cómo era Sakamoto. Esa mujercita no dejaba un títere con cabeza.
Cuando creyó calmarse, miró impaciente su móvil. ¿Debería llamar a Shima? ¿Debería compartir con su hermano sus preocupaciones? Comenzó a marcar algunas teclas, pero acabó por desistir. ¿Qué le importaba a él lo que ella pensara? ¿Acaso no se lo había dejado demasiado claro hacía ya unas horas? No tenía sentido hablar con él. Debería continuar, por ende, consultando todos sus problemas con su propia consciencia. Sería mejor que por su propia cuenta comenzase a conseguir algún lugar en el cual vivir, algún sitio al cual escapar.. Ah, qué maldita utopía. Y pensar que alguien se atrevía a decir, en ese lugar, que su vida era fácil. Si Natsuki hubiera escuchado a aquel muchacho, de seguro le hubiera plantado un buen golpe en la cara. Y, nuevamente, sus ojos viajaron hasta él. ¿Debería ser buena compañera y hacer su papel solidario con los nuevos? Y mientras más intentaba distraerse, más la atormentaba esa nueva imagen de la fiesta, que había aparecido repentinamente, sorprendiendo sus sentidos.
- Estupendo, como si tuviera poco con mi familia, ahora también me estoy volviendo loca -murmuró para sí, bajando la cabeza y encerrándose en sí misma unos momentos. Tal vez todo pasara en cuanto sus labios rozasen el tibio té. Y de hecho, una vez que concluyó y el alimento ya se encontraba en su sistema, se puso de pie. Dejó el dinero sobre la mesa y se marchó. Tan solo quería regresar a la Academia y acostarse, y dormir por tres semanas.
- Natsuki Sugimura
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Humor : De perros
Re: Cafeteria
Se encontraba bastante fatigada luego de una larga noche de trabajo. Desde que el sol se había posado, había estado dando vueltas, tanto por oficinas como por las calles y parques, en una de sus sesiones fotográficas para una revista de moda. Sinceramente, esa era la parte odiosa de su trabajo, de día clases de noche trabajo, y en el escaso tiempo que le quedaba entre que salida de la escuela y entrada a trabajar, lo ocupaba para realizar los quehaceres de la escuela y prepararse para salir. Lanzó un pesado suspiro, ya había amanecido. Se detuvo en frente de lo que parecía ser una cafetería << Que mejor que comenzar un nuevo día con una taza de café >>, fue lo que pensó al ver la fachada de aquel curioso lugar. Sintió rugir su estomago, estaba agotada y no había comido nada durante toda la noche, más que energizantes para mantenerse activa a lo largo de su jornada nocturna.
Tenía que agradecer que al día siguiente no tenía academia por ser fin de semana. Aunque esto al fin y al cabo no le alegraba en absoluto, preferiría más vale, salir con alguien a quedarse como una esclava de la compañía. Entró por fin al local y se sentó en una de las mesas más aisladas posibles del resto de las personas, de espalda a estas para no tener que verle el rostro e incomodarse innecesariamente. Tomó entre sus manos lo que parecía ser la carta del local. Había bastantes cosas deliciosas y como consecuencia muchas cosas se le antojaron. Por ella pediría todo, pero para ser sinceros, no tenía en mente quedarse mucho tiempo en el lugar, quería volver cuanto antes a los dormitorios y así poder descansar tranquila luego de un día tan trajinado como el que había pasado. Al fin y al cabo, terminó tomándose un tiempo bastante largo para decidirse que iba a encargar, aunque pasado unos minutos terminó por lanzar algo enfadada la carta sobre la mesa para luego taparse su boca y emitir un buen bostezo.
Tenía que agradecer que al día siguiente no tenía academia por ser fin de semana. Aunque esto al fin y al cabo no le alegraba en absoluto, preferiría más vale, salir con alguien a quedarse como una esclava de la compañía. Entró por fin al local y se sentó en una de las mesas más aisladas posibles del resto de las personas, de espalda a estas para no tener que verle el rostro e incomodarse innecesariamente. Tomó entre sus manos lo que parecía ser la carta del local. Había bastantes cosas deliciosas y como consecuencia muchas cosas se le antojaron. Por ella pediría todo, pero para ser sinceros, no tenía en mente quedarse mucho tiempo en el lugar, quería volver cuanto antes a los dormitorios y así poder descansar tranquila luego de un día tan trajinado como el que había pasado. Al fin y al cabo, terminó tomándose un tiempo bastante largo para decidirse que iba a encargar, aunque pasado unos minutos terminó por lanzar algo enfadada la carta sobre la mesa para luego taparse su boca y emitir un buen bostezo.
- Off Rol:
- Perdón si me equivoco en algo, la verdad que es la primera vez que roleo de esta forma xD (Temas colectivos para cada lugar de la trama ; - ; )
- Elyse Gallagher
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Re: Cafeteria
Mizuki llevaba horas deambulando por las calles del pueblo, no lograba entender cómo tanta gente entendía la dinámica que llevaba cada espacio. Él siempre había vivido en su templo con su mujer y sus ayudantes, ya era todo un reto el que hubiera llegado al pueblo. Pasó delante de un restaurante, había un montón de gente y le entró curiosidad. Se acercó a la puerta y miró por una de las ventanas. Todo el mundo estaba arreglado, muy guapos como para ser un día de diario normal y corriente. Mizuki tenía tanta hambre y había tantos humanos allí que abrió la puerta y entró. ¡Eh tu! Ni se te ocurra pisar por aquí.. Es una fiesta privada estúpido. Venga largo de aquí Sin más, el hombre que se atrevió a decirle esas palabras le agarró del kimono y le echó a la calle tirándolo al suelo. Arg, estúpido dice.. Se levantó, sacudiéndose el kimono, mirando la cara de aquel hombre, sin poder decir hacer nada más que suspirar.
Si yo tuviera otro tipo de filosofía ese no lo habría contado.. Mizuki maldecía. No entendía por qué los humanos estaban siempre a la defensiva. Siguió caminando y lo único que se le ocurrió fue sacar su pequeña botella de sake casero. Era una de las pocas cosas que le gustaba hacer y le hacían feliz. Se sentó en el suelo, sacando también su pequeño vaso. Cuando fue a beber se dio cuenta de que enfrente había una cafetería, perfecta para sentarse y mirar un buen mapa. Entró y se acercó a una chica que estaba sola, al parecer estaba aburrida. A lo mejor ella le podría ayudar. Etto...Hola, ¿puedo sentarme? preguntó algo tímido. No había entablado una conversación desde que salió del templo. Verás soy nuevo aquí, y aun con este mapa no me aclaro, ¿podrías ayudarme? Sin esperar a que la chica le contestara se sentó abriendo el mapa encima de la mesa.
Si yo tuviera otro tipo de filosofía ese no lo habría contado.. Mizuki maldecía. No entendía por qué los humanos estaban siempre a la defensiva. Siguió caminando y lo único que se le ocurrió fue sacar su pequeña botella de sake casero. Era una de las pocas cosas que le gustaba hacer y le hacían feliz. Se sentó en el suelo, sacando también su pequeño vaso. Cuando fue a beber se dio cuenta de que enfrente había una cafetería, perfecta para sentarse y mirar un buen mapa. Entró y se acercó a una chica que estaba sola, al parecer estaba aburrida. A lo mejor ella le podría ayudar. Etto...Hola, ¿puedo sentarme? preguntó algo tímido. No había entablado una conversación desde que salió del templo. Verás soy nuevo aquí, y aun con este mapa no me aclaro, ¿podrías ayudarme? Sin esperar a que la chica le contestara se sentó abriendo el mapa encima de la mesa.
- Mizuki Unari
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Re: Cafeteria
Se encontraba sosteniendo su cabeza con una de sus manos. Estaba realmente fatigada, y sin darse cuenta había caído dormida allí mismo. ¿Qué estaba sucediendo? Muchas cosas se pasaban por su cabeza mientras dormitaba. Varias palabras incomprensibles se escapaban suavemente de la comisura de sus labios. Sin embargo, sus sueños comenzaron a verse difusos, algo los estaba interrumpiendo. Unas palabras llegaron a sus oídos, pero no tenía mucha idea de lo que intentaban decir. De forma lenta abrió sus ojos, seguido de un pequeño bostezo. Con unas de sus manos comenzó a frotarse uno de sus ojos.Lo primero que pudo observar fue un mapa desplegado sobre la mesa, al principio pensó que era una simple jugarreta de su mente, sin embargo al levantar su vista, se encontró con la sorpresa de la extraña presencia de un joven sentado justo en frente de ella, en la misma mesa que se encontraba.-¡¿Eh?!- Lo primero que hizo fue dar un pequeño brinco sobre su propia silla, echándose hacia atrás asustada.-¿Q-quien eres tu?- Dijo mirándole con mala cara sin pensar mucho al respecto. Observó al joven desde la cabeza hacia los pies nerviosa, como acto instintivo. Lo primero que se le había venido a la mente era que el joven podría ser un acosador. Cuando era más chica, por los barrios en que vivía, tuvo que lidiar con muchos de estos, así que ya estaba preparada de alguna forma para cuando alguno nuevamente se le presentara.
Luego de unos claros momentos de silencio, ya despierta y en alerta, observó el mapa desplegado sobre la mesa. Fue ahí cuando le había caído la ficha -¡Ah!- Pensándolo bien, mientras entresoñaba había escuchado algo de un mapa. Lanzó un pesado suspiro, luego de deducir la situación. -Perdón, perdón...-Dice acomodándose bien en su silla mientras se arreglaba un poco el cabello por si las dudas.-Creo que acabo de actuar de una forma un tanto vergonzosa.- Dice llevando su mano a la nuca para sobarse, claramente avergonzada. -¿Qué es lo que querías? No escuché muy bien lo que me acabas de pedir.- Ríe levemente y le dedica una sonrisa. No sabía muy bien como comenzar la conversación, pues por dentro seguía un tanto preocupada por lo que acababa de suceder. << No parece un mal chico >> Dice mientras le dirigía unas indirectas miradas, aunque muy bien sabía que no debía juzgar por la apariencias aquella persona no le inspiraba ni un ápice de desconfianza y más aún cuando escuchó aquella tímida forma de dirigirse a ella. -Si son direcciones no tengo problema en ayudar- Dice sonriendole amplio, tratando de acertarle a su petición.
Luego de unos claros momentos de silencio, ya despierta y en alerta, observó el mapa desplegado sobre la mesa. Fue ahí cuando le había caído la ficha -¡Ah!- Pensándolo bien, mientras entresoñaba había escuchado algo de un mapa. Lanzó un pesado suspiro, luego de deducir la situación. -Perdón, perdón...-Dice acomodándose bien en su silla mientras se arreglaba un poco el cabello por si las dudas.-Creo que acabo de actuar de una forma un tanto vergonzosa.- Dice llevando su mano a la nuca para sobarse, claramente avergonzada. -¿Qué es lo que querías? No escuché muy bien lo que me acabas de pedir.- Ríe levemente y le dedica una sonrisa. No sabía muy bien como comenzar la conversación, pues por dentro seguía un tanto preocupada por lo que acababa de suceder. << No parece un mal chico >> Dice mientras le dirigía unas indirectas miradas, aunque muy bien sabía que no debía juzgar por la apariencias aquella persona no le inspiraba ni un ápice de desconfianza y más aún cuando escuchó aquella tímida forma de dirigirse a ella. -Si son direcciones no tengo problema en ayudar- Dice sonriendole amplio, tratando de acertarle a su petición.
- Elyse Gallagher
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