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Parque
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Parque
Recuerdo del primer mensaje :
En este pequeño parque podreis pasear
En este pequeño parque podreis pasear
- Kaien Cross
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Humor : Maravilloso~
Re: Parque
Sencillamente, podía acabar con el enigma ingresando a sus pensamientos y ya. Pero él siempre había considerado eso como jugar sucio. No le gustaba indagar en los asuntos ajenos, por eso casi nunca hacía uso de sus poderes mentales, a diferencia de Adam. Él todo el maldito tiempo se aprovechaba y se enorgullecía de eso. Otra cosa más por las que le tenía tanto asco. Era su hermano, sí, sangre de su sangre, pero parecía más su enemigo. Jamás lo entendería, de eso estaba seguro. Pero en ese aspecto no lo juzgaba, pues jamás alguien podría entenderlo a él. Christian estaba solo en el mundo a pesar de todo.
Escuchó su respuesta y esbozó una sonrisa ladeada. ¿La soledad, eh? Se llevó el cigarro a la boca y propinó la última calada. Lo arrojó al suelo y lo apagó con el pie. Dejó escapar el humo entre sus labios y giró el rostro para ver mejor a la mujer. Hasta el momento, no se había percatado de su exótica apariencia como hasta ahora. ¿Por qué llevaba esas extrañas gafas? De todos modos, no iba a preguntarle. Probablemente era algo que a él no le incumbía. Sus próximas palabras llegaron a sus oídos. Christian se irguió un poco en el banco y apoyó su espalda contra el respaldo. Suspiró levemente.
- No es que lo piense por el mero hecho de juzgar, sino que lo intuyo porque nueve de cada diez personas que pisan este pueblo no hacen más que molestar -comentó intentando ser sutil con cada palabra utilizada. No iba a decirle de buenas a primera que nueve de cada diez personas en este pueblo parecen ser vampiros mutantes que sólo buscan asesinar y desgarrar a cuantos puedan. Y aunque él pudiese desconfiar ahora mismo de ella, no veía el por qué. Probablemente, en cuanto le de motivos, por más Pura Sangre que fuera, él le dejaría unas cuantas cosas claras. Mientras todo marche en paz, no tenía derecho a desconfiar como un perro solitario.
Escuchó su respuesta y esbozó una sonrisa ladeada. ¿La soledad, eh? Se llevó el cigarro a la boca y propinó la última calada. Lo arrojó al suelo y lo apagó con el pie. Dejó escapar el humo entre sus labios y giró el rostro para ver mejor a la mujer. Hasta el momento, no se había percatado de su exótica apariencia como hasta ahora. ¿Por qué llevaba esas extrañas gafas? De todos modos, no iba a preguntarle. Probablemente era algo que a él no le incumbía. Sus próximas palabras llegaron a sus oídos. Christian se irguió un poco en el banco y apoyó su espalda contra el respaldo. Suspiró levemente.
- No es que lo piense por el mero hecho de juzgar, sino que lo intuyo porque nueve de cada diez personas que pisan este pueblo no hacen más que molestar -comentó intentando ser sutil con cada palabra utilizada. No iba a decirle de buenas a primera que nueve de cada diez personas en este pueblo parecen ser vampiros mutantes que sólo buscan asesinar y desgarrar a cuantos puedan. Y aunque él pudiese desconfiar ahora mismo de ella, no veía el por qué. Probablemente, en cuanto le de motivos, por más Pura Sangre que fuera, él le dejaría unas cuantas cosas claras. Mientras todo marche en paz, no tenía derecho a desconfiar como un perro solitario.
- Christian Blade
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Re: Parque
Lo mire entonces cuando pronuncio aquellas palabras, parecia joven, su aura lo delataba, me sentia una vieja la mayoria del tiempo pero, estar a lado de un vampiro infinitamente menor que yo me hacia sentirme mas vieja aun. Me percate de la mirada que me echo al ver mi atuendo y agradecio el hecho de no mencionar mis "gafas" si podrian llamarse asi, lo cierto es que siempre que conocia a alguien me preguntaba y le preguntaba pero nunca revelaba el secreto, hasta que, por una cosa o por la otra lo acababan descubriendo para infortunio de la victima.
Habia vivido mucho y habia visto mucho, mucha maldad y no tanta bondad, nunca me habia inmiscuido en las vidas de los mortales, preferia dejarlos libres, que vivieran sus cortas y apretadas vidas, levantandose para ir a la escuela o al trabajo, volver a casa y tratar como extraños a una familia que ni siquiera se conocia entre si. Eran unas vidas pobres y sumamente vacias, aunque la mia no era muy diferente, soloq ue ni trabajaba ni tenia una familia. En ocasiones hasta envidiaba alos humanos, ellos podian relacionarse sin problemas, se asentaban en un lugar y encontraban gente a la que querer y admirar, yo no tuve jamas nada de eso.
El tiempo habia moldeado mi caracter, los primeros cinco siglos fui bastante impulsiva y alocada pero, cuando has vivido tanto como yo el tiempo deja de parecerte real, sabes que no envejeceras y moriras por lo que tienes todo el tiempo del mundo, tiempo que al final acabas aborreciendo. Nueve de cada diez personas que pisan el mundo solo lo hacen para molestar.conteste seguidamente a su comentario sin dejar de mirarlo esbozando una sonrisa ladeada. Por suerte para ti, ese no es mi cometido. Conclui volviendo a mirar al frente. Y que, ¿no tienes un sitio donde ir? ¿Un hermano al que salvar de algun problema? ¿Una novia que requiera tu presencia cada noche? Pregunte melancolica.
Habia vivido mucho y habia visto mucho, mucha maldad y no tanta bondad, nunca me habia inmiscuido en las vidas de los mortales, preferia dejarlos libres, que vivieran sus cortas y apretadas vidas, levantandose para ir a la escuela o al trabajo, volver a casa y tratar como extraños a una familia que ni siquiera se conocia entre si. Eran unas vidas pobres y sumamente vacias, aunque la mia no era muy diferente, soloq ue ni trabajaba ni tenia una familia. En ocasiones hasta envidiaba alos humanos, ellos podian relacionarse sin problemas, se asentaban en un lugar y encontraban gente a la que querer y admirar, yo no tuve jamas nada de eso.
El tiempo habia moldeado mi caracter, los primeros cinco siglos fui bastante impulsiva y alocada pero, cuando has vivido tanto como yo el tiempo deja de parecerte real, sabes que no envejeceras y moriras por lo que tienes todo el tiempo del mundo, tiempo que al final acabas aborreciendo. Nueve de cada diez personas que pisan el mundo solo lo hacen para molestar.conteste seguidamente a su comentario sin dejar de mirarlo esbozando una sonrisa ladeada. Por suerte para ti, ese no es mi cometido. Conclui volviendo a mirar al frente. Y que, ¿no tienes un sitio donde ir? ¿Un hermano al que salvar de algun problema? ¿Una novia que requiera tu presencia cada noche? Pregunte melancolica.
- Daphne
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Re: Parque
Ambos seres de la noche parecían sumamente solitarios. ¿Y acaso no era aquella la triste verdad? La soledad los había guiado hacia esta banca en el medio del parque. Y ahora aquí estaban, intentando dialogar como personas normales. Qué ridículo y hasta irónico, pero era la cruda realidad que los apresaba. Christian fue consciente de ello, y por esa razón se relajó un poco más. Ciertamente, ella no parecía una amenaza, pero tampoco quería entrar demasiado en confianza. Siempre había sido un chico difícil de tratar, desde los primeros tiernos años de su infancia. Siempre le había costado relacionarse con los demás, pese a ser un muchacho muy educado y considerado.
- Siéntase afortunada, entonces, de ser la décima persona -dijo con un tono algo más amable, esbozando una pequeña e imperceptible sonrisa. Sin embargo, a medida que continuó hablando, el semblante de Christian volvió a ensombrecerse. ¿Un hermano? Sí, tenía uno que era un perfecto y jodido imbécil; y claro, también tenía dos hermanas: una estaba intentando lidiar con las desgracias y otra estaba muerta. Pero quizás, lo que más le dolió entre todo eso, fue lo último que dijo.
Apretó ambas manos, una contra la otra. Anteriormente descansaban sobre su abdomen, pero ahora sólo denotaban tensión y frustración. ¿Qué estaría haciendo la señorita Donovan ahora mismo? Movió la cabeza con suavidad, de un lado a otro. Prefería no pensar nuevamente en ello y, por lo tanto, no tocar el tema. Y aunque la mujer no se lo dijera de mala gana, a él le ponía de un humor de perros. Aflojó la tensión en sus nudillos y dejó caer ambas manos a cada lado de su cuerpo, sobre el banco. Miró hacia el cielo y el dorado de sus pupilas se entremezcló con el brillo de alguna que otra estrella.
- ¿Usted los tiene? -preguntó únicamente, envolviendo sus tres interrogantes en una única pregunta. Podría haberle contestado de pésima manera, pero no consideraba que debiera tratar de ese modo a una Sangre Pura como ella, que no le había hecho ningún daño así como tampoco algún comentario malicioso. No concebía, simplemente, el dirigirse así a una mujer, aunque era consciente de que en más de una ocasión lo había hecho. Se arrepentía, claro, pues no iba con su moral, pero las situaciones en que eso había ocurrido realmente le habían superado la paciencia.
- Siéntase afortunada, entonces, de ser la décima persona -dijo con un tono algo más amable, esbozando una pequeña e imperceptible sonrisa. Sin embargo, a medida que continuó hablando, el semblante de Christian volvió a ensombrecerse. ¿Un hermano? Sí, tenía uno que era un perfecto y jodido imbécil; y claro, también tenía dos hermanas: una estaba intentando lidiar con las desgracias y otra estaba muerta. Pero quizás, lo que más le dolió entre todo eso, fue lo último que dijo.
Apretó ambas manos, una contra la otra. Anteriormente descansaban sobre su abdomen, pero ahora sólo denotaban tensión y frustración. ¿Qué estaría haciendo la señorita Donovan ahora mismo? Movió la cabeza con suavidad, de un lado a otro. Prefería no pensar nuevamente en ello y, por lo tanto, no tocar el tema. Y aunque la mujer no se lo dijera de mala gana, a él le ponía de un humor de perros. Aflojó la tensión en sus nudillos y dejó caer ambas manos a cada lado de su cuerpo, sobre el banco. Miró hacia el cielo y el dorado de sus pupilas se entremezcló con el brillo de alguna que otra estrella.
- ¿Usted los tiene? -preguntó únicamente, envolviendo sus tres interrogantes en una única pregunta. Podría haberle contestado de pésima manera, pero no consideraba que debiera tratar de ese modo a una Sangre Pura como ella, que no le había hecho ningún daño así como tampoco algún comentario malicioso. No concebía, simplemente, el dirigirse así a una mujer, aunque era consciente de que en más de una ocasión lo había hecho. Se arrepentía, claro, pues no iba con su moral, pero las situaciones en que eso había ocurrido realmente le habían superado la paciencia.
- Christian Blade
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Re: Parque
Lo mire unos instantes tras formular mis preguntas, sus gestos y su aura reflejaban odio, que extraño. Disculpa, no era mi intencion ofenderte. Dijo mirando al cielo a la par que el. ¿Yo familia? Esa si era buena. No, lo cierto es que llevo mas de diez siglos sola. Contesto con la voz neutral ¿yo habia tenido familia en algun momento? Si er cierto que durante mi niñez estuve rodeada de gente, pero ninguno me queria en realidad, era todo consecuencia de mi poder, esa era mi realidad, estar sola por toda la eternidad.
Sin darme cuenta el cielo empezo a clarear, estaba amaneciendo. La noche se habia pasado rapido, quiza por la compañia, quien sabe. Mire una vez mas al muchacho al tiempo que bajaba del banco. Me incline hacia el y le sujete el menton obligandole a mirarme. No dejes que tus miedos te alejen de tu seres queridos o acabaras como yo. en ese momento al mirarle a los ojos comprendi algo mas, el muchacho tenia, tenia una especie de maldición si podria llamarsele asi, en ese momento pense en mis capacidades, podria librarle de ella, pero, ¿Por que iba a hacerlo? No tenia ningun motivo en realidad. Lo solte con delicadeza y me ergui observando el lugar por donde habia venido y camine en direccion contraria. Cuando hube avanzado cincuenta metros me gire y mire al muchacho con meda sonrisa. Volveremos a vernos, quiza. Musite y desapareci entre las sombras de una noche que se daba por concluida lo ultimo que pudo dislumbrar el chico fue mi cabello violeta.
Sin darme cuenta el cielo empezo a clarear, estaba amaneciendo. La noche se habia pasado rapido, quiza por la compañia, quien sabe. Mire una vez mas al muchacho al tiempo que bajaba del banco. Me incline hacia el y le sujete el menton obligandole a mirarme. No dejes que tus miedos te alejen de tu seres queridos o acabaras como yo. en ese momento al mirarle a los ojos comprendi algo mas, el muchacho tenia, tenia una especie de maldición si podria llamarsele asi, en ese momento pense en mis capacidades, podria librarle de ella, pero, ¿Por que iba a hacerlo? No tenia ningun motivo en realidad. Lo solte con delicadeza y me ergui observando el lugar por donde habia venido y camine en direccion contraria. Cuando hube avanzado cincuenta metros me gire y mire al muchacho con meda sonrisa. Volveremos a vernos, quiza. Musite y desapareci entre las sombras de una noche que se daba por concluida lo ultimo que pudo dislumbrar el chico fue mi cabello violeta.
- Daphne
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Re: Parque
¿Ofenderlo? No era eso precisamente lo que había hecho. Simplemente le había recordado sus miserias. Eso no era nada ofensivo, aunque dependía del punto de vista que se lo mirase. Realmente había tenido demasiado hasta el momento, y esta era una de esas únicas noches pacíficas en las cuales uno realmente puede respirar con algo más de libertad. Si bien la compañía había sido inesperada, tampoco él podía decir que le había hecho algún mal. Christian mismo era el culpable de su situación, porque no quería asumir que lo que llevaba dentro era parte de él, era su don como Pura Sangre más allá de todo; y, sobre todas las cosas, no quería asumir que era el culpable de sus miedos, los cuales le impedían aprovechar su potencial para algo mejor.
Cuando la mujer mencionó que llevaba algo más de diez siglos sola, Christian confirmó sus sospechas. Ella era, al fin y al cabo, una vampiresa bastante antigua, como había supuesto. Él no musitó ninguna palabra más, pues no lo creyó necesario. Si ella tenía ganas de hablar, la escucharía. Quizás, con todos esos años a cuesta, hacía mucho tiempo que no entablaba una conversación con alguien por propia iniciativa. Sin embargo, cuando el amanecer comenzó a desplegar su tenue luz, la vampiresa se puso delante de él y se atrevió a sujetarle el mentón, obligándolo a mirarle. Christian frunció el ceño ante tal atrevimiento. Iba a intentar ser cordial al decirle que se alejara de él y no lo tocase, pero sus palabras lo dejaron bastante sorprendido.
Al cabo de unos segundos, ella y su porte extraño y exótico se alejaron con lentitud. Lo último que pudo vislumbrar de la mujer fue aquella media sonrisa. ¿A qué se debería? Christian se puso de pie y el viento jugueteó un poco con sus azabaches cabellos. Dio media vuelta y se alejó caminando a quién sabe donde. Sinceramente, aún no había conseguido una casa económica, ni siquiera una pequeña habitación donde poder instalarse. Ya no pensaba en conseguir algo lo suficiente grande, pues no contaba con que Adam fuera a vivir con él, cosa que agradecía profundamente. Y para Christian y Fraiah solos, cualquier sitio podría ser cómodo, aunque no estaba seguro de si ella viviría con él o preferiría quedarse con el Presidente de la Asociación.
En fin, ¿para qué continuar pensando ahora? Christian se alejó por una pequeña callejuela, hundiéndose en la última oscuridad de la noche.
Cuando la mujer mencionó que llevaba algo más de diez siglos sola, Christian confirmó sus sospechas. Ella era, al fin y al cabo, una vampiresa bastante antigua, como había supuesto. Él no musitó ninguna palabra más, pues no lo creyó necesario. Si ella tenía ganas de hablar, la escucharía. Quizás, con todos esos años a cuesta, hacía mucho tiempo que no entablaba una conversación con alguien por propia iniciativa. Sin embargo, cuando el amanecer comenzó a desplegar su tenue luz, la vampiresa se puso delante de él y se atrevió a sujetarle el mentón, obligándolo a mirarle. Christian frunció el ceño ante tal atrevimiento. Iba a intentar ser cordial al decirle que se alejara de él y no lo tocase, pero sus palabras lo dejaron bastante sorprendido.
Al cabo de unos segundos, ella y su porte extraño y exótico se alejaron con lentitud. Lo último que pudo vislumbrar de la mujer fue aquella media sonrisa. ¿A qué se debería? Christian se puso de pie y el viento jugueteó un poco con sus azabaches cabellos. Dio media vuelta y se alejó caminando a quién sabe donde. Sinceramente, aún no había conseguido una casa económica, ni siquiera una pequeña habitación donde poder instalarse. Ya no pensaba en conseguir algo lo suficiente grande, pues no contaba con que Adam fuera a vivir con él, cosa que agradecía profundamente. Y para Christian y Fraiah solos, cualquier sitio podría ser cómodo, aunque no estaba seguro de si ella viviría con él o preferiría quedarse con el Presidente de la Asociación.
En fin, ¿para qué continuar pensando ahora? Christian se alejó por una pequeña callejuela, hundiéndose en la última oscuridad de la noche.
- Christian Blade
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Re: Parque
Corría todo lo rápido que mis pies me lo permitían queriendo alejar los pensamientos y las imágenes de mi, al igual que dejaba esa escena atrás, no podía creerlo, de veras que no. Llegue hasta un parque, dejando atrás el pueblo abandonado y a Andrei. Una piedra se interpuso en mi camino y caí cuan larga era con los ojos aun llenos de lagrimas. No me levante. Ahí, tirada en la hierba, en un parque, fue como Andrei y yo supimos que estaríamos juntos por toda la eternidad pero ahora el, ahora el.. Ni siquiera podía pensarlo.
Di un puñetazo en el suelo con rabia y me incorpore quedando de rodillas con la cabeza gacha, mis blancos cabellos me tapaban por completo y una llama aprecio allí donde mi mano había tenido contacto con el césped, el fuego, alimentado por mi rabia se fue extendiendo a mi alrededor dejándome dentro de un anillo de fuego. Deseando, aunque sabia que era imposible, que este me consumiera hasta solo dejar mis cenizas.
Di un puñetazo en el suelo con rabia y me incorpore quedando de rodillas con la cabeza gacha, mis blancos cabellos me tapaban por completo y una llama aprecio allí donde mi mano había tenido contacto con el césped, el fuego, alimentado por mi rabia se fue extendiendo a mi alrededor dejándome dentro de un anillo de fuego. Deseando, aunque sabia que era imposible, que este me consumiera hasta solo dejar mis cenizas.
- Scarlett Denver
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Re: Parque
Estaba sola. De pie frente a un enorme roble, Fraiah disfrutaba de la brisa nocturna. En su mente muchos rostros y situaciones hacían acto de aparición. Cerró los ojos un momento. La sonrisa infantil y segura de Nokku Damaru invadió sus pensamientos. Él... La última vez que lo había visto, fue aquella noche en donde las cosas se pusieron tensa en la casa de Kasha. Recordaba haber salido de allí junto a él, que la arrastraba a gran velocidad por las calles. Estaba sacado, nervioso. Nunca lo había visto tan violento. Entendía que tenía muchas cosas de las cuales ocuparse como Presidente de la Asociación, pero Fraiah odiaba que los deberes lo consumieran. Últimamente todo estaba saliendo mal, y nada funcionaba como remedio para la locura que se estaba sembrando en la tierra infértil de este pueblo.
Abrió los ojos y permitió que la brisa meciera su cabello. No debería estar aquí sola. No debería tentar al Destino, mucho menos ahora que era humana otra vez. Pero... ¿por qué no intentarlo? La última vez que vio a Nokku fue aquella, pues tras dos días lo llamaron para una misión de urgencia en un pueblo a unas cuantas millas de aquí. Desde ese día, no había vuelto a verlo. Por suerte las cosas estuvieron tranquilas por aquí, pero Fraiah era quién más comprendía aquella tranquilidad amenazadora. Junto a Kasha lo habían comprendido un día: esta calma solo trae consigo la peor de las tormentas. ¿Y cuántas tempestades han abatido estas calles? Impreciso es definir su número.
Y, nuevamente, el pensamiento acudía a su mente: no debería estar aquí sola, pues era peligroso. Sin embargo, quién sabe, tal vez de este modo lograba que él regresara, sano y salvo.
Una tenue sonrisa iluminó su claro rostro.
Abrió los ojos y permitió que la brisa meciera su cabello. No debería estar aquí sola. No debería tentar al Destino, mucho menos ahora que era humana otra vez. Pero... ¿por qué no intentarlo? La última vez que vio a Nokku fue aquella, pues tras dos días lo llamaron para una misión de urgencia en un pueblo a unas cuantas millas de aquí. Desde ese día, no había vuelto a verlo. Por suerte las cosas estuvieron tranquilas por aquí, pero Fraiah era quién más comprendía aquella tranquilidad amenazadora. Junto a Kasha lo habían comprendido un día: esta calma solo trae consigo la peor de las tormentas. ¿Y cuántas tempestades han abatido estas calles? Impreciso es definir su número.
Y, nuevamente, el pensamiento acudía a su mente: no debería estar aquí sola, pues era peligroso. Sin embargo, quién sabe, tal vez de este modo lograba que él regresara, sano y salvo.
Una tenue sonrisa iluminó su claro rostro.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
Nuevas cicatrices, nuevos recuerdos. La brisa soplaba en el parque, como un viejo amigo que te da la vienbenida despues de un largo viaje. Odiaba tener que irme por tanto tiempo, y nadie podia comprender lo mal que lo pasaba ahi fuera. Y de nuevo mis manos volvieron a rozar la muerte, una nueva marca transversal atravesaba mi pecho. Pero eso era que no le tendria que contar a nadie. Todos temen a los vampiros de aqui y ni se imaginan los de fuera. Tenia que protegerlos, y no podia dejar que esos seres se acercasen a la gente que quiero. Suspire. Mirandolo todo desde un tejado.
Y como un regalo, el dulce y jugueton aroma de Fraiah llego hasta mi. Cerre los ojos un instante y por primera vez en meses me senti capaz de sonreir. Pase la mano por mi afeitado rostro y desapareci, como hacia habitualmente, dejando una estela de hojas en mi lugar.
Estaba destras de ella. A unos cinco metros. Su pose melancolica hizo que me dieran ganas de reir, pero no hice ningun ruido. Solo avance un paso, con mis pesadas botas y aun asi ocultando cualquier sonido que pudiera delatarme. Habia pasado demasiado tiempo, casi me parecia un sueño. Ella siempre tan sola, tan desprotegida. No habia nada que decie por el momento, ni nada que celebrar, mi ausencia habia sido triste y sinceramente, queria pedirla perdon por todo. Me acerque mas, y finalmente me detuve justo a su espalda. Pase mis fibrosos brazos por su abdomen y apooye la nariz en su cabello, volviendome un poco mas loco con la intensidad de la frescura de su olor. La abrace con fuerza, no queria soltarla, no querria tener que soltarla nunca.
Y como un regalo, el dulce y jugueton aroma de Fraiah llego hasta mi. Cerre los ojos un instante y por primera vez en meses me senti capaz de sonreir. Pase la mano por mi afeitado rostro y desapareci, como hacia habitualmente, dejando una estela de hojas en mi lugar.
Estaba destras de ella. A unos cinco metros. Su pose melancolica hizo que me dieran ganas de reir, pero no hice ningun ruido. Solo avance un paso, con mis pesadas botas y aun asi ocultando cualquier sonido que pudiera delatarme. Habia pasado demasiado tiempo, casi me parecia un sueño. Ella siempre tan sola, tan desprotegida. No habia nada que decie por el momento, ni nada que celebrar, mi ausencia habia sido triste y sinceramente, queria pedirla perdon por todo. Me acerque mas, y finalmente me detuve justo a su espalda. Pase mis fibrosos brazos por su abdomen y apooye la nariz en su cabello, volviendome un poco mas loco con la intensidad de la frescura de su olor. La abrace con fuerza, no queria soltarla, no querria tener que soltarla nunca.
- Nokku Damaru
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Re: Parque
¿No había algún vampiro cerca? ¿No había nadie que quisiera tomarla como objetivo? Cuando quería peligro, no lo obtenía. Debería comenzar a considerar esta ley inversa por más tiempo, de ese modo siempre obtendría lo que quería. Pero, con ese criterio, ¿debería pensar que no quería ver a Nokku otra vez para que él regresara? No, definitivamente no podía concebir aquello. Sacudió la cabeza y se llevó un mechón de cabello tras la oreja. Luego, metió una de sus manos en el bolsillo de sus jeans y suspiró observando su móvil. En verdad era tarde.
Pero mejor tarde, que nunca.
Sintió unos pasos detrás de ella. Levantó el mentón para mirar al frente. Estaba a punto de voltearse, pero aquellos brazos lo impidieron. ¿Si sintió miedo? Para nada. Podría reconocer aquel abrazo donde fuera. Podría reconocerlo a él en cualquier sitio, en cualquier tierra; en el paraíso o en el infierno.
Sonrió suavemente. Bajó la mirada hasta sus manos, las cuales se situaban en su abdomen, y lentamente depositó las suyas sobre estas. Pudo recorrer con suavidad sus dedos y sus dorsos, descubriendo nuevas cicatrices a cada paso. Cerró los ojos. ¿Debía decir algo? ¿Debía hablarle? ¿O acaso sería mejor así? De entre todas las opciones que surcaron su mente, sólo eligió una como la mejor:
- ¿Para qué tienes móvil, pedazo de bueno para nada? -siseó. A continuación, se volteó y propinó una perfecta bofetada sobre su rostro. Lo miró a los ojos y frunció el ceño, pero luego suspiró y relajó su expresión-. Ah, lo siento, cariño; permití que mi alter ego se apoderara de mi alma. Prometo que no volverá a ocurrir -mencionó luego, con una expresión lastimosa y arrepentida. Pero, acto seguido, se echó a reír con libertad.
Tras un rato, al observar la expresión del muchacho, Fraiah continuó riendo y lo tomó de la mano dulcemente. Comenzó a caminar en dirección a la casa del cazador. Sería mejor que descansara, pues su aspecto indicaba demasiado el cansancio que se apoderaba de él. Lentamente, se llevó a Nokku de allí, en busca de la tranquilidad del hogar.
Pero mejor tarde, que nunca.
Sintió unos pasos detrás de ella. Levantó el mentón para mirar al frente. Estaba a punto de voltearse, pero aquellos brazos lo impidieron. ¿Si sintió miedo? Para nada. Podría reconocer aquel abrazo donde fuera. Podría reconocerlo a él en cualquier sitio, en cualquier tierra; en el paraíso o en el infierno.
Sonrió suavemente. Bajó la mirada hasta sus manos, las cuales se situaban en su abdomen, y lentamente depositó las suyas sobre estas. Pudo recorrer con suavidad sus dedos y sus dorsos, descubriendo nuevas cicatrices a cada paso. Cerró los ojos. ¿Debía decir algo? ¿Debía hablarle? ¿O acaso sería mejor así? De entre todas las opciones que surcaron su mente, sólo eligió una como la mejor:
- ¿Para qué tienes móvil, pedazo de bueno para nada? -siseó. A continuación, se volteó y propinó una perfecta bofetada sobre su rostro. Lo miró a los ojos y frunció el ceño, pero luego suspiró y relajó su expresión-. Ah, lo siento, cariño; permití que mi alter ego se apoderara de mi alma. Prometo que no volverá a ocurrir -mencionó luego, con una expresión lastimosa y arrepentida. Pero, acto seguido, se echó a reír con libertad.
Tras un rato, al observar la expresión del muchacho, Fraiah continuó riendo y lo tomó de la mano dulcemente. Comenzó a caminar en dirección a la casa del cazador. Sería mejor que descansara, pues su aspecto indicaba demasiado el cansancio que se apoderaba de él. Lentamente, se llevó a Nokku de allí, en busca de la tranquilidad del hogar.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
Se aburría. Esa molesta sensación de sopor que le había acompañado durante los últimos días le resultaba sumamente irritante. Desde aquel interesante encuentro con los cazadores todo había estado sumido en una tranquilidad absoluta. La mayoría de las presas que tuvo desde entonces no le resultaron nada divertidas, no oponían resistencia, no luchaban por su vida, no intentaban enfrentarse a ella, sabían que era más fuerte y que no podrían hacer nada para evitar su muerte inminente. Eso no le gustaba. Sentía la necesidad de aplastar las esperanzas de todo aquel que se cruzara en su camino, de ver el sufrimiento, la desesperación y el odio en su mirada.
Saltando de tejado en tejado llegó al parque. Apenas quedaban niños allí, pero los suficientes como para que la pequeña hiciera una mueca de desagrado. No le gustaban los niños. En parte se debía a su propio aspecto infantil, que parecía atraerlos como la miel a las moscas. Lanzó una mirada amenazante a uno que osó aproximarse un par de pasos hacia ella, podría destrozarlo con solo mover un dedo, pero no le resultaban presas interesantes, apenas habían vivido y a sus ojos, no habían aprendido a apreciar la vida tanto como otros mas mayores. Así perdía la gracia.
No se movió, se limitó a quedarse quieta en un lado del lugar, observando en busca de algo que pudiera interesarla.
Saltando de tejado en tejado llegó al parque. Apenas quedaban niños allí, pero los suficientes como para que la pequeña hiciera una mueca de desagrado. No le gustaban los niños. En parte se debía a su propio aspecto infantil, que parecía atraerlos como la miel a las moscas. Lanzó una mirada amenazante a uno que osó aproximarse un par de pasos hacia ella, podría destrozarlo con solo mover un dedo, pero no le resultaban presas interesantes, apenas habían vivido y a sus ojos, no habían aprendido a apreciar la vida tanto como otros mas mayores. Así perdía la gracia.
No se movió, se limitó a quedarse quieta en un lado del lugar, observando en busca de algo que pudiera interesarla.
- Chie
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Re: Parque
El ladrido de un perro grande resonó entre las risas y los gritos del parque. Y dentro de los pocos niños que quedaban jugando, se encontraba Aiko Takahashi. Se divertía haciendo pequeños castillos de arena, los cuales sus compañeros les gustaba destruir. Como no, el perro de la niña ladraba a los delincuentes mientras lloraba.
- Yuu~ - Llamó a su mascota infantilmente. El perro, obediente, acudió hasta ella y se sentó a su lado, protegiéndola. La pequeña dio en el lomo de su San Bernardo, sonriendo esta vez. Tal parezca que el can también jugaba en el parque.
No duró mucho el tiempo de paz. De nuevo, Aiko se quejaba de su castillo deshecho. Sin embargo, esta vez no vaciló. Ágilmente se subió a su fiel compañero de cuatro patas y empezó a correr detrás de los gamberros.
- ¡A por ellos Yuu! - Gritó, señalando su objetivo con una de las palas. - ¡Esta vez no escaparán! - El perro volvió a ladrar, persiguiéndoles. La imaginación de Aiko se desarrollaba cada vez más. Ahora no viajaba encima de su cuadrúpedo, sino montada en uno de los mejores caballos del Oeste. Se había transformado en "Aiko, la leyenda del Oeste" y su fiel compañero "Yuu, el can".
Y de repente, el "caballo" se paró. Alzó las orejas, notando un extraño olor. Giró la cabeza en su dirección. Justamente a unos metros, una niña se encontraba mirándoles. Ingenua e inocente, la infante se acercó con su pala y la señaló en la distancia.
- ¡Desenfunda vaquera! - Exacto. Aquella desconocida se estaba convirtiendo en su nueva compañera de juegos; y por lo tanto, en su rival en su película de indios y vaqueros. - ¿Cómo te llamas, extranjera? - Preguntó, bajando la pala con una sonrisa. Necesitaba conocer su nombre para introducir un apodo ingenioso en su cabeza y proseguir la aventura.
- Yuu~ - Llamó a su mascota infantilmente. El perro, obediente, acudió hasta ella y se sentó a su lado, protegiéndola. La pequeña dio en el lomo de su San Bernardo, sonriendo esta vez. Tal parezca que el can también jugaba en el parque.
No duró mucho el tiempo de paz. De nuevo, Aiko se quejaba de su castillo deshecho. Sin embargo, esta vez no vaciló. Ágilmente se subió a su fiel compañero de cuatro patas y empezó a correr detrás de los gamberros.
- ¡A por ellos Yuu! - Gritó, señalando su objetivo con una de las palas. - ¡Esta vez no escaparán! - El perro volvió a ladrar, persiguiéndoles. La imaginación de Aiko se desarrollaba cada vez más. Ahora no viajaba encima de su cuadrúpedo, sino montada en uno de los mejores caballos del Oeste. Se había transformado en "Aiko, la leyenda del Oeste" y su fiel compañero "Yuu, el can".
Y de repente, el "caballo" se paró. Alzó las orejas, notando un extraño olor. Giró la cabeza en su dirección. Justamente a unos metros, una niña se encontraba mirándoles. Ingenua e inocente, la infante se acercó con su pala y la señaló en la distancia.
- ¡Desenfunda vaquera! - Exacto. Aquella desconocida se estaba convirtiendo en su nueva compañera de juegos; y por lo tanto, en su rival en su película de indios y vaqueros. - ¿Cómo te llamas, extranjera? - Preguntó, bajando la pala con una sonrisa. Necesitaba conocer su nombre para introducir un apodo ingenioso en su cabeza y proseguir la aventura.
- Aiko Takahashi
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Re: Parque
Fraiah había salido de la Asociación y se encaminaba hacia la casa de Nokku. Una sonrisa de satisfacción adornaba su rostro: lo había conseguido; había obtenido el documento que Kasha necesitaba. Sin embargo, otra vez recordó lo sospechoso de aquel archivo y la poca información que otorgaba. Frunció el ceño y miró hacia un lado al cruzar la calle. ¿Qué más daba? Quizá fuera justamente eso, la falta de información, lo que les permitiera llegar hasta el fondo del asunto.
Para regresar a la casa del cazador, se veía obligada a cruzar el parque, pues dicho sitio se encontraba al otro lado del mismo. Caminaba rápidamente, pues no quería demorar más. Nokku podía despertar y se iría al traste todo el plan con Kasha. Lo conocía lo suficiente como para querer ocultarse en el armario a la hora de sus regaños por salir así como así a tal hora.
Continuó avanzando, hasta que sus pies frenaron de golpe. Sus ojos violáceos divisaron a una pequeña niña, y junto a esta, un pequeño monstruo. ¿Esa no era uno de esos vampiros? ¿Qué hacía en el parque dialogando con aquella niña? Tragó saliva y continuó avanzando, como si nada estuviera ocurriendo. Tenía que pasar frente a ellas tarde o temprano, pues el camino estaba en esa dirección. Por lo tanto, Fraiah puso su mejor cara de humana despreocupada y por allí avanzó. Nunca había tenido un encuentro directo con ninguno de esos vampiros, por lo tanto suponía que ninguno de ellos sabían quién era ella... ¿O tal vez si? Realmente esperaba que no.
Al cabo de unos segundos, estaba pasando a un lado de los dos seres: uno humano, el otro no tanto. Fraiah sonrió y tomó la mano de la pequeña niña mortal.
- Qué haces aquí? Te dije que no debes hablar con extraños -susurró dulcemente, simulando ser algún conocido de la pequeña-. ¿Quieres ir por un helado? -preguntó ingeniosamente, y echó una mirada sagaz a la diminuta vampireza. De tan solo sentir su energía se le hundía el pecho. Era oscura y, sobre todo, muy poderosa. Los iris de Fraiah se clavaron en la mascota que a unos metros de distancia movía la cola y, de vez en cuando, gruñía al ser inmortal-. ¿Qué ocurre? -preguntó al cachorro, fingiendo ser una completa ignorante, y comenzó a caminar arrastrando a la niña humana consigo. Debía alejarla de allí lo antes posible. Debía continuar su actuación hasta estar fuera de todo alcance vampírico.
Para regresar a la casa del cazador, se veía obligada a cruzar el parque, pues dicho sitio se encontraba al otro lado del mismo. Caminaba rápidamente, pues no quería demorar más. Nokku podía despertar y se iría al traste todo el plan con Kasha. Lo conocía lo suficiente como para querer ocultarse en el armario a la hora de sus regaños por salir así como así a tal hora.
Continuó avanzando, hasta que sus pies frenaron de golpe. Sus ojos violáceos divisaron a una pequeña niña, y junto a esta, un pequeño monstruo. ¿Esa no era uno de esos vampiros? ¿Qué hacía en el parque dialogando con aquella niña? Tragó saliva y continuó avanzando, como si nada estuviera ocurriendo. Tenía que pasar frente a ellas tarde o temprano, pues el camino estaba en esa dirección. Por lo tanto, Fraiah puso su mejor cara de humana despreocupada y por allí avanzó. Nunca había tenido un encuentro directo con ninguno de esos vampiros, por lo tanto suponía que ninguno de ellos sabían quién era ella... ¿O tal vez si? Realmente esperaba que no.
Al cabo de unos segundos, estaba pasando a un lado de los dos seres: uno humano, el otro no tanto. Fraiah sonrió y tomó la mano de la pequeña niña mortal.
- Qué haces aquí? Te dije que no debes hablar con extraños -susurró dulcemente, simulando ser algún conocido de la pequeña-. ¿Quieres ir por un helado? -preguntó ingeniosamente, y echó una mirada sagaz a la diminuta vampireza. De tan solo sentir su energía se le hundía el pecho. Era oscura y, sobre todo, muy poderosa. Los iris de Fraiah se clavaron en la mascota que a unos metros de distancia movía la cola y, de vez en cuando, gruñía al ser inmortal-. ¿Qué ocurre? -preguntó al cachorro, fingiendo ser una completa ignorante, y comenzó a caminar arrastrando a la niña humana consigo. Debía alejarla de allí lo antes posible. Debía continuar su actuación hasta estar fuera de todo alcance vampírico.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
Y aquellos pequeños continuaban jugando casi ajenos a la presencia de Chie, no parecía afectarles aquella terrible aura que desprendia, a pesar de que ella no hubiera liberado más que una pequeña parte. Por poco que le gustaran, los niños eran unas criaturas peculiares, parecían no darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor, pero al mismo tiempo daban señales de desconfianza y miedo hacia aquello que les era extraño. Aquella ingenuidad suya era lo que mas molestaba a la peliazul.
Entonces lo notó. Unos pasos, una pequeña presencia aproximándose con un animal. ¿De verdad aquel pequeño ser era tan ingenuo como para acercarse? Para el colmo la niña pretendía jugar con ella. Chasqueó la lengua, molesta y abrió la boca para responder, pero en ese mismo momento, percibió como una joven humana se acercercaba a ellas ¿la había visto alguna vez? No estaba del todo segura, todos esos seres inferiores le resultaban bastante parecidos entre sí, tampoco es como si fuera a tomarse la molestia de prestarles la atención necesaria para recordarlos con exactitud.
-Mi nombre es Rika -mintió descaradamente, solía dar su verdadero nombre en la gran mayoría de las ocasiones, pero temía que los cazadores hubieran prevenido a la gente acerca de una chiquilla llamada Chie, no iba a arriesgarse.
Compuso una expresión inocente e infantil y ocultó por completo su aura. Por lo que parecía se conocían, lo dedujo por el modo en el que la otra le hablaba, aunque tenía la sensación de que ahí había algo raro. Aquello podía ser interesante. Sus grandes ojos violaceos iban de una a otra y cuando la chica trató de llevarse a la pequeña se obligó a hacer un puchero.
-Disculpe señorita -murmuró algo tímida- ¿No va a dejar que juegue conmigo? Quiero ser su amiga...
Entonces lo notó. Unos pasos, una pequeña presencia aproximándose con un animal. ¿De verdad aquel pequeño ser era tan ingenuo como para acercarse? Para el colmo la niña pretendía jugar con ella. Chasqueó la lengua, molesta y abrió la boca para responder, pero en ese mismo momento, percibió como una joven humana se acercercaba a ellas ¿la había visto alguna vez? No estaba del todo segura, todos esos seres inferiores le resultaban bastante parecidos entre sí, tampoco es como si fuera a tomarse la molestia de prestarles la atención necesaria para recordarlos con exactitud.
-Mi nombre es Rika -mintió descaradamente, solía dar su verdadero nombre en la gran mayoría de las ocasiones, pero temía que los cazadores hubieran prevenido a la gente acerca de una chiquilla llamada Chie, no iba a arriesgarse.
Compuso una expresión inocente e infantil y ocultó por completo su aura. Por lo que parecía se conocían, lo dedujo por el modo en el que la otra le hablaba, aunque tenía la sensación de que ahí había algo raro. Aquello podía ser interesante. Sus grandes ojos violaceos iban de una a otra y cuando la chica trató de llevarse a la pequeña se obligó a hacer un puchero.
-Disculpe señorita -murmuró algo tímida- ¿No va a dejar que juegue conmigo? Quiero ser su amiga...
- Chie
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Re: Parque
Se agachó, quedando de cuclillas. Clavó su pala en el suelo y sonrió a la Desconida que más tarde pronunciaría nombre. En cuanto lo hizo, Aiko no dudó de levantarse e irse corriendo al arenero, estirando los brazos, tal y como los aviones.
- Niúúún. - Sus labios hacían el ruido de los terribles motores. Cogió su rastrillo y regresó a donde estaba la niña y el can. Señaló de nuevo con el objeto a Chie. - Rika-chan. - Dijo con una sonrisa, propia del ser más puro. Le tendió el juguete y antes de que lo tomara, lo retiró.
- Luego se lo devuelves a Aiko. Papán castigará a Aiko si lo pierde. - Y seguidamente, dejó que lo cogiera. Avisada quedaba. Prestaría su más preciado rastrillo, siempre y cuando se lo devolviera cuando se fuera. Volvió a agacharse, empezando a jugar con la nueva amiga que acababa de hacer y su bonita pala roja. La pala siempre era mejor que el rastrillo.
Y cada vez gruñía más. El perro se acercó al lado de la niña y se quedó enseñando los dientes. Él detectaba el intenso aroma del vampiro. Sin embargo, Aiko, tan dulcemente pequeña, seguía sin tener el más mínimo detalle de su verdadera esencia. Acariciaba incesantemente al can, tratando de tranquilizar su pelaje erizado.
- Yuu... - Mencionó con suavidad, preocupada. Cuando el cuadrúpedo gruñía o ladraba, algo marchaba mal. Realmente mal. Y antes de que pasara, debía estar en casa. Además, no quedaría mucho para que el Sol terminara de caer y Padre llegara a casa del trabajo. Dio un paso atrás, fijándose detenidamente en "Rika". Frente a los ojos color miel de la pequeña, se escapaban muchas cosas; pero el sexto sentido infantil, permanecía intacto.
Algo intentó corromper la pureza de la humana, utilizando sus ojos como portal. Quiso gritar, e incluso era su intención antes de que una voz la sorprendiera. Levantó la cabeza, mirando a la mujer que intentaba llevársela del parque.
- Aiko juega. - Ladeó la cabeza ligeramente. No entendía bien, ¿conocía Aiko a aquella mujer? Absolutamente de nada. Puede que fuera alguna de los vecinos de la zona donde vivían, pero la infante no recordaba su rostro. Estaba siendo secuestrada en toda regla.
- Papán no deja a Aiko hablar con extraños. - Con niños de más o menos su edad no pasaba nada. Hizo un puchero, clavando el brillo de sus ojos en su raptor. Ciertamente, si algo conseguía, era que Fraiah se muriera de ternura con el rostro de un cordero a punto de degollar. - Aiko no quiere helado. Quiere jugar. - Se quejó, creando lágrimas en la cuenca, dispuestas a derramarse. Hacer llorar a un niño, era pecado.
Rápidamente, pasó al plan B: empezó a llorar y berrear. El perro siguió a su dueña y tiró de sus ropas hacia atrás. Él tampoco estaba dispuesto a dejar que se llevaran a Aiko. La infante estiró el brazo hacia Rika y todo aquel que pasaba por su lado, queriendo recuperar su rastrillo. O quizá estuviera pidiendo ayuda entre sus gritos frustrados. Porque, por más que intentaba, no lograba zafarse. No obstante, el ingenio de la niña, resultó finalmente. La golpeó con la pala incansablemente y alguna patada también se llevó. Mas no tardó en ser libre y subirse al lomo de su fiel compañero y salir corriendo al columpio. Seguramente, sin ser consciente, vendía a la otra humana frente a las garras de Chie y se salvaba, poniéndose a cubierto. Y luego hablaban de la gran, o puede que no tanta, ignorancia de los niños.
Ágil como un gato, Aiko subió con rapidez hasta la cumbre del columpio, justo en lo alto de la casita del tobogán. El perro se quedó abajo, haciendo nuevamente de guardián. Ahora este era su castillo y ella: Aiko, la Reina de la cúspide dorada.
- Niúúún. - Sus labios hacían el ruido de los terribles motores. Cogió su rastrillo y regresó a donde estaba la niña y el can. Señaló de nuevo con el objeto a Chie. - Rika-chan. - Dijo con una sonrisa, propia del ser más puro. Le tendió el juguete y antes de que lo tomara, lo retiró.
- Luego se lo devuelves a Aiko. Papán castigará a Aiko si lo pierde. - Y seguidamente, dejó que lo cogiera. Avisada quedaba. Prestaría su más preciado rastrillo, siempre y cuando se lo devolviera cuando se fuera. Volvió a agacharse, empezando a jugar con la nueva amiga que acababa de hacer y su bonita pala roja. La pala siempre era mejor que el rastrillo.
Y cada vez gruñía más. El perro se acercó al lado de la niña y se quedó enseñando los dientes. Él detectaba el intenso aroma del vampiro. Sin embargo, Aiko, tan dulcemente pequeña, seguía sin tener el más mínimo detalle de su verdadera esencia. Acariciaba incesantemente al can, tratando de tranquilizar su pelaje erizado.
- Yuu... - Mencionó con suavidad, preocupada. Cuando el cuadrúpedo gruñía o ladraba, algo marchaba mal. Realmente mal. Y antes de que pasara, debía estar en casa. Además, no quedaría mucho para que el Sol terminara de caer y Padre llegara a casa del trabajo. Dio un paso atrás, fijándose detenidamente en "Rika". Frente a los ojos color miel de la pequeña, se escapaban muchas cosas; pero el sexto sentido infantil, permanecía intacto.
Algo intentó corromper la pureza de la humana, utilizando sus ojos como portal. Quiso gritar, e incluso era su intención antes de que una voz la sorprendiera. Levantó la cabeza, mirando a la mujer que intentaba llevársela del parque.
- Aiko juega. - Ladeó la cabeza ligeramente. No entendía bien, ¿conocía Aiko a aquella mujer? Absolutamente de nada. Puede que fuera alguna de los vecinos de la zona donde vivían, pero la infante no recordaba su rostro. Estaba siendo secuestrada en toda regla.
- Papán no deja a Aiko hablar con extraños. - Con niños de más o menos su edad no pasaba nada. Hizo un puchero, clavando el brillo de sus ojos en su raptor. Ciertamente, si algo conseguía, era que Fraiah se muriera de ternura con el rostro de un cordero a punto de degollar. - Aiko no quiere helado. Quiere jugar. - Se quejó, creando lágrimas en la cuenca, dispuestas a derramarse. Hacer llorar a un niño, era pecado.
Rápidamente, pasó al plan B: empezó a llorar y berrear. El perro siguió a su dueña y tiró de sus ropas hacia atrás. Él tampoco estaba dispuesto a dejar que se llevaran a Aiko. La infante estiró el brazo hacia Rika y todo aquel que pasaba por su lado, queriendo recuperar su rastrillo. O quizá estuviera pidiendo ayuda entre sus gritos frustrados. Porque, por más que intentaba, no lograba zafarse. No obstante, el ingenio de la niña, resultó finalmente. La golpeó con la pala incansablemente y alguna patada también se llevó. Mas no tardó en ser libre y subirse al lomo de su fiel compañero y salir corriendo al columpio. Seguramente, sin ser consciente, vendía a la otra humana frente a las garras de Chie y se salvaba, poniéndose a cubierto. Y luego hablaban de la gran, o puede que no tanta, ignorancia de los niños.
Ágil como un gato, Aiko subió con rapidez hasta la cumbre del columpio, justo en lo alto de la casita del tobogán. El perro se quedó abajo, haciendo nuevamente de guardián. Ahora este era su castillo y ella: Aiko, la Reina de la cúspide dorada.
- Aiko Takahashi
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Re: Parque
Realmente no esperaba una niña tan escurridiza y rebelde. Su aspecto dulce e infantil logró engañar sus sentidos "maternales". Fraiah se encontraba en un aprieto. Desde el instante en que la niña comenzó a forcejear con ella buscando la posibilidad de librarse de su agarre, supo que estaba perdida. Se suponía que esto era una actuación -una buena actuación- y que la niña cedería ante ella como cualquier niño ante el ofrecimiento de un dulce. Sin embargo, no fue el caso. Las chiquilla, en su inocencia, no era tan ingenua como suponía. La había subestimado, sí, pero lo había hecho pensando en su bienestar.
- ¿Por qué una niña como tú querría perder el tiempo jugando con ella? -siseó. Ah, Fraiah, nunca podrás evitar que tu boca hable antes de que tu cabeza se lo indique. Realmente, el impulso se adueñó de sus cuerdas vocales. Cuando se percató de su error, sus instintos más agudos se prepararon para remediar el error-. Quiero decir, ¿dónde están tus padres? No deberías estar sola. Yo soy su niñera, pero como verás, no me hace mucho caso -rió algo nerviosa, intentando convencer a la pequeña vampireza de cada uno de sus actos-. ¿Cómo te llamas? -preguntó-. Si quieres, puedes jugar conmigo -agregó con cierto tinte sagaz, intentando seguirle el juego, mientras observaba de reojo a la otra chiquilla, que se encontraba en la cima de aquel columpio. "Maldición", pensó para sus adentros. ¿Por qué se metía en estas cosas? A veces le gustaría volver a ser la insensible de antes; aquella vampireza del Consejo a la cual solo le interesaba resguardar su pescuezo. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Esta era la verdadera Fraiah, la única y auténtica suicida de siempre.
Aiko era la reina de la cúspide dorada; y Fraiah era la esclava que tenía que luchar con el león.
- ¿Por qué una niña como tú querría perder el tiempo jugando con ella? -siseó. Ah, Fraiah, nunca podrás evitar que tu boca hable antes de que tu cabeza se lo indique. Realmente, el impulso se adueñó de sus cuerdas vocales. Cuando se percató de su error, sus instintos más agudos se prepararon para remediar el error-. Quiero decir, ¿dónde están tus padres? No deberías estar sola. Yo soy su niñera, pero como verás, no me hace mucho caso -rió algo nerviosa, intentando convencer a la pequeña vampireza de cada uno de sus actos-. ¿Cómo te llamas? -preguntó-. Si quieres, puedes jugar conmigo -agregó con cierto tinte sagaz, intentando seguirle el juego, mientras observaba de reojo a la otra chiquilla, que se encontraba en la cima de aquel columpio. "Maldición", pensó para sus adentros. ¿Por qué se metía en estas cosas? A veces le gustaría volver a ser la insensible de antes; aquella vampireza del Consejo a la cual solo le interesaba resguardar su pescuezo. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Esta era la verdadera Fraiah, la única y auténtica suicida de siempre.
Aiko era la reina de la cúspide dorada; y Fraiah era la esclava que tenía que luchar con el león.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
La pequeña humana le dio un trozo de plástico, uno de aquellos juguetes que utilizaban los niños para jugar con la arena. Chie sonrio como si aquel gesto le hubiera agradado. Podría romper aquel frágil objeto y ver como la pequeña se echaba a llorar, pero decidio ver que ocurriría si jugara con ella un rato. Asintió al escucharla, ahora era su nueva compañera de juegos.
-Lo haré -dijo solamente con su voz mas inocente e infantil.
Había algo que irritaba a la peliazul, pensaba que al haber ocultado su aura nadie se percataría de que no era humana, pero no contaba con los animales. Aquel condenado chucho no dejaba de gruñirla, percibiendo su presencia amenazadora. Mientras jugaba con Aiko, una parte de su mente estaba deseando darle una patada al animal, era un perro grande, si, pero aquello no intimidaba a Chie, después de todo, su apariencia engañaba. La niña se levantó y se alejó de ella, parecía que el animal había hecho que se pusiera alerta. Eso le molestó, pero en lugar de enfadarse y acabar con todo se limitó a poner una expresión triste.
-Creo que a tu perro no le gusto, con lo bonito y grandote que es.-dijo alicaida mientras sus ojos bajaban al suelo.
Aiko salió corriendo hacia uno de los columpios, lo que dejó a Chie sola con la otra humana. Las cosas se tornaban interesantes. Por su tono de voz dedujo que tenía una ligera idea de que era ella, por un instante estuvo tentada de deshacerse de aquella absurda tapadera de niña inocente y encerrar a esas dos en un lugar donde pudieran jugar tranquilas. Pero ¿no sería mejor intentar ganarse su confianza antes? Los humanos podían ser muy divertidos cuando se sentían traicionados.
La miró desconcertada, con cierto temor en los ojos, como si le hubiera asustado que le hablaran de ese modo.
-M-mis padres no están aquí, han ido a dar un paseo -murmuró mirándose los pies- Ha dicho que eras una extraña ¿de verdad os conocéis? -sus grandes ojos violetas se clavaron en los de Fraiah, dirigiendo hacia ella una pregunta aparentemente inocente- Rika y no quiero jugar contigo, seguro que Aiko es mucho mas divertida que tú ¡aguafiestas! -cruzó los brazos e hinchó los mofletes.
Off: Siento muchísimo la tardanza, andaba con inspiración 0, podeis lanzarme cosas si quereis ;__;
-Lo haré -dijo solamente con su voz mas inocente e infantil.
Había algo que irritaba a la peliazul, pensaba que al haber ocultado su aura nadie se percataría de que no era humana, pero no contaba con los animales. Aquel condenado chucho no dejaba de gruñirla, percibiendo su presencia amenazadora. Mientras jugaba con Aiko, una parte de su mente estaba deseando darle una patada al animal, era un perro grande, si, pero aquello no intimidaba a Chie, después de todo, su apariencia engañaba. La niña se levantó y se alejó de ella, parecía que el animal había hecho que se pusiera alerta. Eso le molestó, pero en lugar de enfadarse y acabar con todo se limitó a poner una expresión triste.
-Creo que a tu perro no le gusto, con lo bonito y grandote que es.-dijo alicaida mientras sus ojos bajaban al suelo.
Aiko salió corriendo hacia uno de los columpios, lo que dejó a Chie sola con la otra humana. Las cosas se tornaban interesantes. Por su tono de voz dedujo que tenía una ligera idea de que era ella, por un instante estuvo tentada de deshacerse de aquella absurda tapadera de niña inocente y encerrar a esas dos en un lugar donde pudieran jugar tranquilas. Pero ¿no sería mejor intentar ganarse su confianza antes? Los humanos podían ser muy divertidos cuando se sentían traicionados.
La miró desconcertada, con cierto temor en los ojos, como si le hubiera asustado que le hablaran de ese modo.
-M-mis padres no están aquí, han ido a dar un paseo -murmuró mirándose los pies- Ha dicho que eras una extraña ¿de verdad os conocéis? -sus grandes ojos violetas se clavaron en los de Fraiah, dirigiendo hacia ella una pregunta aparentemente inocente- Rika y no quiero jugar contigo, seguro que Aiko es mucho mas divertida que tú ¡aguafiestas! -cruzó los brazos e hinchó los mofletes.
Off: Siento muchísimo la tardanza, andaba con inspiración 0, podeis lanzarme cosas si quereis ;__;
- Chie
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Re: Parque
Desde lo alto del columpio, la Reina Aiko observaba la justa de sus pequeñas damas. Como no, la preferida esta vez era Rika-chan. Y de manera sorprendente, pese a la situación que acontecía, la pequeña se entretenía cantando la canción de uno de sus dibujos favoritos. Golpeaba con la pala en el tejado del columpio al ritmo, mientras movía la cabeza de un lado a otro. Su can, abajo, también movía la cola contento, como si estuviera cantando.
- To-to-ro, to-to-ro... - Vociferaba. Sonreía, ingenua de ella. ¿Quién supondría con su edad que estaba bajo las garras de una poderosa y temible vampiro? Esos seres pertenecían a los cuentos de terror, los cuales Aiko detestaba. Le daban miedo. Y de saber la naturaleza de "Rika-chan", habría salido corriendo en dirección contraria.
De repente, frunció el ceño. Aquella mujer no le gustaba demasiado. Estaba estorbando en su juego con Rika e incluso, había intentado secuestrarla. Y para Aiko, era la bruja que toda heroína debe enfrentar para salvar a los buenos. Porque claro, ella siempre era de los buenos. Con perfecta agilidad, bajó del columpio o también llamado Cúspide Dorada, dispuesta a demostrar que aquella bruja malvada no podía contra ella. Se subió a su fiel amigo y corrieron hasta ella, quedando finalmente entre Chie y Fraiah. La Reina siempre debía mantenerse entre los contricantes.
Señaló a Maléfica con la pala, hinchando los mofletes.
- ¡Es mentira! Aiko no tiene niñera. - Contestó. - ¡Bruja! - Dijo emocionada al tiempo que Chie también alzaba la voz, levantando los brazos hacia arriba. Volvió a bajar su instrumento y descendió del cuadrúpedo. Sonrió encantada de interpretar el papel de protagonista. - Aiko te va a volver buena. - Sentenció antes de empezar a lanzar su imperfecta "espada" hacia su enemiga. ¿Creían acaso que los niños no podían defenderse de algún modo? He aquí el ejemplo.
FDR: Nada, eso suele pasar tranquila *-*
- To-to-ro, to-to-ro... - Vociferaba. Sonreía, ingenua de ella. ¿Quién supondría con su edad que estaba bajo las garras de una poderosa y temible vampiro? Esos seres pertenecían a los cuentos de terror, los cuales Aiko detestaba. Le daban miedo. Y de saber la naturaleza de "Rika-chan", habría salido corriendo en dirección contraria.
De repente, frunció el ceño. Aquella mujer no le gustaba demasiado. Estaba estorbando en su juego con Rika e incluso, había intentado secuestrarla. Y para Aiko, era la bruja que toda heroína debe enfrentar para salvar a los buenos. Porque claro, ella siempre era de los buenos. Con perfecta agilidad, bajó del columpio o también llamado Cúspide Dorada, dispuesta a demostrar que aquella bruja malvada no podía contra ella. Se subió a su fiel amigo y corrieron hasta ella, quedando finalmente entre Chie y Fraiah. La Reina siempre debía mantenerse entre los contricantes.
Señaló a Maléfica con la pala, hinchando los mofletes.
- ¡Es mentira! Aiko no tiene niñera. - Contestó. - ¡Bruja! - Dijo emocionada al tiempo que Chie también alzaba la voz, levantando los brazos hacia arriba. Volvió a bajar su instrumento y descendió del cuadrúpedo. Sonrió encantada de interpretar el papel de protagonista. - Aiko te va a volver buena. - Sentenció antes de empezar a lanzar su imperfecta "espada" hacia su enemiga. ¿Creían acaso que los niños no podían defenderse de algún modo? He aquí el ejemplo.
FDR: Nada, eso suele pasar tranquila *-*
- Aiko Takahashi
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Re: Parque
Fraiah no quería jugar, al menos no con esa pequeña vampireza encubierta. Quería llevarse a la niña humana de allí y buscar a sus padres. Sabía que las cosas no terminarían nada bien si se quedaban allí, y esa pequeña inocente nunca se habría dado cuenta de la verdadera naturaleza de quien se hacía llamar "Rika". Fraiah suspiró, observando a la niña vampiro y cerró los ojos un momento. "Continúa con la farsa", se dijo.
- Ella siempre simula no conocerme para poder incluirme en sus juegos como la mala -dijo refiriéndose a Aiko. A su vez, escuchaba los gritos de la pequeña desde "la cúspide Dorada". La miró de reojo mientras oía su voz melodiosa en aquella canción-. Pero sí nos conocemos, ¡Y no soy aguafiestas! -se quejó, cruzándose de brazos. Frunció el ceño ante una de las niñas para luego mirar a la otra, que venía a todo vapor montada en su fiel compañero.
Aquí vamos de nuevo.
- ¿Bruja? Qué cruel eres. Yo soy muy buena. Ella es la bruja -dijo Fraiah señalando a Chie. Todo esto, claro, entendido como un simple juego que ocultaba parcialmente la verdad. Ella, esa niña, era realmente el demonio en este parque. Fraiah negó con la cabeza, simulando estar algo ofendida-. Puedo jurar que soy buena, mi señora -miró a la pequeña humana y demostró cierta melancolía ante la acusación que ella le había hecho. Fraiah era, sin duda, su mejor opción como aliada aquí. Flexionó sus rodillas e inclinó su cabeza hacia abajo, haciendo una perfecta reverencia a la "Reina".
Off: No hay problema. Esas cosas suelen pasar ^^
- Ella siempre simula no conocerme para poder incluirme en sus juegos como la mala -dijo refiriéndose a Aiko. A su vez, escuchaba los gritos de la pequeña desde "la cúspide Dorada". La miró de reojo mientras oía su voz melodiosa en aquella canción-. Pero sí nos conocemos, ¡Y no soy aguafiestas! -se quejó, cruzándose de brazos. Frunció el ceño ante una de las niñas para luego mirar a la otra, que venía a todo vapor montada en su fiel compañero.
Aquí vamos de nuevo.
- ¿Bruja? Qué cruel eres. Yo soy muy buena. Ella es la bruja -dijo Fraiah señalando a Chie. Todo esto, claro, entendido como un simple juego que ocultaba parcialmente la verdad. Ella, esa niña, era realmente el demonio en este parque. Fraiah negó con la cabeza, simulando estar algo ofendida-. Puedo jurar que soy buena, mi señora -miró a la pequeña humana y demostró cierta melancolía ante la acusación que ella le había hecho. Fraiah era, sin duda, su mejor opción como aliada aquí. Flexionó sus rodillas e inclinó su cabeza hacia abajo, haciendo una perfecta reverencia a la "Reina".
Off: No hay problema. Esas cosas suelen pasar ^^
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
Parpadeó varias veces, fingiendo estar confundida por las palabras de ambas. Estaba claro que aquellas dos no se conocían, solía decirse que los niños siempre decían la verdad y aunque la peliazul dudara bastante de la veracidad de esa afirmación, en esa ocasión confiaba más en la pequeña Aiko, la mujer humana era una pésima mentirosa.
-Pues simula muy bien si es verdad, pero sigo sin creerte -replicó sin poder reprimir una sonrisita burlona al terminar de hablar. Sus intentos de hacer que la niña le hiciera caso eran realmente divertidos.
Negó fuertemente con la cabeza. Percibía que aquella acusación era más por su verdadera identidad que por el juego en sí, en otra ocasión quizá se hubiera reido y hubiera tomado aquel insulto como un halago, Chie estaba orgullosa de su actitud, de su crueldad y aquel miedo que inspiraba en los seres inferiores. Pero no era el momento. La pequeña Rika era una niña dulce y agradable, que quería hacer amigos en un parque, cuyos ojos estaban cargados de una ingenuidad infantil que jamás había tenido la mirada de Chie, ni en aquella lejana época en la que fue humana.
-Yo no soy una bruja, soy una princesa -musitó poniendo morritos- Soy una princesa que derrotará a una bruja malvada como tú, díselo Aiko, no dejaré que moleste a los habitantes de mi ciudad de gominola nunca más, es cruel.
-Pues simula muy bien si es verdad, pero sigo sin creerte -replicó sin poder reprimir una sonrisita burlona al terminar de hablar. Sus intentos de hacer que la niña le hiciera caso eran realmente divertidos.
Negó fuertemente con la cabeza. Percibía que aquella acusación era más por su verdadera identidad que por el juego en sí, en otra ocasión quizá se hubiera reido y hubiera tomado aquel insulto como un halago, Chie estaba orgullosa de su actitud, de su crueldad y aquel miedo que inspiraba en los seres inferiores. Pero no era el momento. La pequeña Rika era una niña dulce y agradable, que quería hacer amigos en un parque, cuyos ojos estaban cargados de una ingenuidad infantil que jamás había tenido la mirada de Chie, ni en aquella lejana época en la que fue humana.
-Yo no soy una bruja, soy una princesa -musitó poniendo morritos- Soy una princesa que derrotará a una bruja malvada como tú, díselo Aiko, no dejaré que moleste a los habitantes de mi ciudad de gominola nunca más, es cruel.
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Re: Parque
Como si su pala fuera una espada, Aiko golpeaba la pierna de su "supuesta niñera". Pero, para la infante, las únicas personas que se encargaban a su cuidado eran su abuela y su padre. El segundo casi siempre estaba en el trabajo y la mujer mayor poco podía hacer con tanta energía en un cuerpo tan pequeño. De modo, que poco tenía que hacer Fraiah contra el genio de la niña. Además, hasta la propia "Rika" había descubierto su farsa de querer robar niños.
- Aiko no es cruel. ¡Tú eres cruel! ¡Bruja! - A punto estuvo de derramar una lágrima. Sin embargo, la sonrisa resurgió de sus labios. Volvió a blandir su pala, golpeando uno de los pies de la mujer. Sin poder contenerse, dio un grito de emoción, bajando de nuevo su instrumento. - Rika no es bruja. No tiene poderes. - Argumentó ingeniosamente, girándose levemente hacia atrás y mirar a su recién amiga. Sonrió con aquellos brillantes ojos almendrados llenos de vida. - ¡Mala! - dijo a la adulta de repente y ante la reverencia, golpeó su cabeza con la pala. Cuando Aiko se portaba mal, Papá la castigaba. Y ahora, ella también castigaría a "la bruja" que había intentado secuestrarla.
Escuhó las palabras de "Rika" y asintió firmemente, cruzando los brazos como los mayores. Porque Aiko ya era una niña mayor. Ella ya iba al colegio de los mayores.
- ¡Eso! - Vociferó seriamente, inclinándose hacia la humana y sacándole la lengua. El can también dio un ladrido, moviendo su cola juguetón. Fraiah era la bruja en este juego y las dos pequeñas Reina y Princesa respectivamente. Divertida, Aiko dio un salto y seguidamente fue corriendo hacia su aliada. Negó rápidamente con la cabeza. - No. ¡A POR ELLA! - Ordenó a Chie con un grito nuevamente, alzando su pala en lo alto. El compañero de la niña acudió a su dueña y lamió su mejilla. Automáticamente, se subió a su fiel cuadrúpedo.
Aquí la Reina mandaba y las Princesas defendían la fortaleza de las brujas. En la Edad Media nunca fue así, pero en este juego, Aiko era la propietaria de la Cúspide dorada. Y claramente, ella mandaba.
- Aiko no es cruel. ¡Tú eres cruel! ¡Bruja! - A punto estuvo de derramar una lágrima. Sin embargo, la sonrisa resurgió de sus labios. Volvió a blandir su pala, golpeando uno de los pies de la mujer. Sin poder contenerse, dio un grito de emoción, bajando de nuevo su instrumento. - Rika no es bruja. No tiene poderes. - Argumentó ingeniosamente, girándose levemente hacia atrás y mirar a su recién amiga. Sonrió con aquellos brillantes ojos almendrados llenos de vida. - ¡Mala! - dijo a la adulta de repente y ante la reverencia, golpeó su cabeza con la pala. Cuando Aiko se portaba mal, Papá la castigaba. Y ahora, ella también castigaría a "la bruja" que había intentado secuestrarla.
Escuhó las palabras de "Rika" y asintió firmemente, cruzando los brazos como los mayores. Porque Aiko ya era una niña mayor. Ella ya iba al colegio de los mayores.
- ¡Eso! - Vociferó seriamente, inclinándose hacia la humana y sacándole la lengua. El can también dio un ladrido, moviendo su cola juguetón. Fraiah era la bruja en este juego y las dos pequeñas Reina y Princesa respectivamente. Divertida, Aiko dio un salto y seguidamente fue corriendo hacia su aliada. Negó rápidamente con la cabeza. - No. ¡A POR ELLA! - Ordenó a Chie con un grito nuevamente, alzando su pala en lo alto. El compañero de la niña acudió a su dueña y lamió su mejilla. Automáticamente, se subió a su fiel cuadrúpedo.
Aquí la Reina mandaba y las Princesas defendían la fortaleza de las brujas. En la Edad Media nunca fue así, pero en este juego, Aiko era la propietaria de la Cúspide dorada. Y claramente, ella mandaba.
- Aiko Takahashi
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Re: Parque
Otra vez, Alexander Blade Darent se las había arreglado para hacerle la vida imposible a su Padre.
El pequeño, tras aquel encuentro inesperado en el bosque, logró escaparse del agarre de su padre para correr con rapidez a otro sitio. Sus poderes como Pura Sangre se estaban despertando y podía hacer uso de ellos en la medida de lo posible. Su velocidad sobrenatural emergió y permitió que Sasha engañara a su padre unas cuantas veces. Esta vez, su punto de fuga había sido el parque. Oía los gritos de los niños al jugar. Él también quería jugar con ellos.
El pequeño vampiro apareció entre la muchedumbre de madres. Miró hacia todas partes, hasta que reconoció una figura a lo lejos. ¿Esa no era la hermana de su Padre? La había visto en fotos. Padre le había contado un poco de la historia. No eran hermanos de verdad, pues ella no era como él ni como Madre; tampoco era como Megan. Frunció el ceño y la curiosidad se apoderó de él. Corrió en aquella dirección. Poco a poco, iba conociendo a toda la familia. Eso le alegraba. Se preguntaba cómo sería su tío Christian...
Una vez llegó cerca de las muchachas, pasó la mirada por las tres. Sin embargo, clavó sus claros ojos en quien sería su tía. ¿Ella era la mala aquí? ¿Ella era la Bruja? Las aventuras no concluían y cada vez estaba más cerca de vencer al Mal.
- Tranquilas, Doncellas. Yo, el Príncipe de los Palacios de Arena más allá del Muro Dorado, he venido para ayudarlas -declaró, infantil y valiente, sacando del cinturón de sus elegantes pantalones una espada de madera, la cual contenía, sin embargo, cierto filo metálico en uno de los lados. Era un niño, sí, pero su Padre se había encargado de no soltarlo al mundo completamente desprotegido. Miró a Fraiah y sonrió. Ella era linda y poseía ojos amables, sin embargo, era la mala del cuento, así que no tenía otra opción.
- Bruja cruel, tu hora ha llegado -sentenció.
El pequeño, tras aquel encuentro inesperado en el bosque, logró escaparse del agarre de su padre para correr con rapidez a otro sitio. Sus poderes como Pura Sangre se estaban despertando y podía hacer uso de ellos en la medida de lo posible. Su velocidad sobrenatural emergió y permitió que Sasha engañara a su padre unas cuantas veces. Esta vez, su punto de fuga había sido el parque. Oía los gritos de los niños al jugar. Él también quería jugar con ellos.
El pequeño vampiro apareció entre la muchedumbre de madres. Miró hacia todas partes, hasta que reconoció una figura a lo lejos. ¿Esa no era la hermana de su Padre? La había visto en fotos. Padre le había contado un poco de la historia. No eran hermanos de verdad, pues ella no era como él ni como Madre; tampoco era como Megan. Frunció el ceño y la curiosidad se apoderó de él. Corrió en aquella dirección. Poco a poco, iba conociendo a toda la familia. Eso le alegraba. Se preguntaba cómo sería su tío Christian...
Una vez llegó cerca de las muchachas, pasó la mirada por las tres. Sin embargo, clavó sus claros ojos en quien sería su tía. ¿Ella era la mala aquí? ¿Ella era la Bruja? Las aventuras no concluían y cada vez estaba más cerca de vencer al Mal.
- Tranquilas, Doncellas. Yo, el Príncipe de los Palacios de Arena más allá del Muro Dorado, he venido para ayudarlas -declaró, infantil y valiente, sacando del cinturón de sus elegantes pantalones una espada de madera, la cual contenía, sin embargo, cierto filo metálico en uno de los lados. Era un niño, sí, pero su Padre se había encargado de no soltarlo al mundo completamente desprotegido. Miró a Fraiah y sonrió. Ella era linda y poseía ojos amables, sin embargo, era la mala del cuento, así que no tenía otra opción.
- Bruja cruel, tu hora ha llegado -sentenció.
- Alexander Blade Darent
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Re: Parque
De acuerdo. A este paso, jamás conseguiría Fraiah la aceptación y la confianza de aquella pequeña humana. Contaba los segundos y poco a poco sentía que no estaban a su favor. Tras el brillo inocente que la vampireza quería transmitir tras su mirada, Fraiah conocía demasiado bien lo que allí se ocultaba. Ella era un verdadero monstruo, y no permitiría que mancillase a una niña. Jamás dejaría que eso ocurriera. Por esa razón, tal vez, era que seguía allí intentando convencer a la Reina de que ella era una mujer digna de confianza.
- ¡Ouch! -se quejó cuando la amenazante pala dejó de golpear sus piernas y pies para pasar a golpear su cabeza. Se irguió y levantó ambas manos-. No soy una Bruja. Puedo probarlo. ¡Yo tampoco tengo poderes! En cambio ella... ¡Ella sí los tiene! Y son oscuros y tenebrosos... Te engaña para llevarte a la torre oscura y allí encerrarte para siempre... -susurró, en un tono misterioso y un poco siniestro, echando cizaña al asunto. Sin embargo, cuando creía que por fin podría dar vuelta las cartas del juego en su favor, otro personaje apareció.
Fraiah se quedó mirando a aquel pequeño ser. Él la miraba como si la conociera. De repente, reparó en su esencia y en su físico. Aquellos rasgos llegaban a volverse inconfundibles. Fraiah, pese a sentirse humana, no lo era del todo. Podía percibir en el recién llegado la esencia misma de dos vampiros Sangre Pura. No obstante, no podía concebir que él fuera uno de esos niños... No podía ser cierto que él fuera el hijo varón de Adam y Katrina. Frunció el ceño y miró a las niñas, pero entonces, en medio de la confusión, se encontró con que ahora eran tres contra uno.
"Estupendo. Lo que me faltaba", pensó.
- Oh no, esperen niños. Soy buena, en verdad lo soy. Yo solo... Yo solo quiero llevar a la Reina a un lugar seguro -agregó, juntando las manos delante de su pecho, casi pidiendo clemencia. Hubiera sido agradable conocer a su sobrino en situaciones más favorables.
- ¡Ouch! -se quejó cuando la amenazante pala dejó de golpear sus piernas y pies para pasar a golpear su cabeza. Se irguió y levantó ambas manos-. No soy una Bruja. Puedo probarlo. ¡Yo tampoco tengo poderes! En cambio ella... ¡Ella sí los tiene! Y son oscuros y tenebrosos... Te engaña para llevarte a la torre oscura y allí encerrarte para siempre... -susurró, en un tono misterioso y un poco siniestro, echando cizaña al asunto. Sin embargo, cuando creía que por fin podría dar vuelta las cartas del juego en su favor, otro personaje apareció.
Fraiah se quedó mirando a aquel pequeño ser. Él la miraba como si la conociera. De repente, reparó en su esencia y en su físico. Aquellos rasgos llegaban a volverse inconfundibles. Fraiah, pese a sentirse humana, no lo era del todo. Podía percibir en el recién llegado la esencia misma de dos vampiros Sangre Pura. No obstante, no podía concebir que él fuera uno de esos niños... No podía ser cierto que él fuera el hijo varón de Adam y Katrina. Frunció el ceño y miró a las niñas, pero entonces, en medio de la confusión, se encontró con que ahora eran tres contra uno.
"Estupendo. Lo que me faltaba", pensó.
- Oh no, esperen niños. Soy buena, en verdad lo soy. Yo solo... Yo solo quiero llevar a la Reina a un lugar seguro -agregó, juntando las manos delante de su pecho, casi pidiendo clemencia. Hubiera sido agradable conocer a su sobrino en situaciones más favorables.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
Nokku por fin había abandonado su casa. Su fría e indiferente expresión se acentuaba todavía más cuando el viento le echaba el pelo hacía atrás mientras "corría". Era un forma bastante humilde de expresar su movimiento de carrera. El viento era la habilidad principal del chico y como tal, le otorgaba una velocidad de vértigo, aunque, realmente... todos parecían ya acostumbrados a las repentinas apariciones de Nok entre esos azotes de viento.
Como una sombra, como una lagartija que se arrastra por las rocas observó la escena del parque, medio anonadado ¿Qué era todo eso? No entendía nada en absoluto. Estaban acusando a Fraiah de ser una bruja... gracias a los cielos que solo eran niños. Aun así, el chico no puedo evitar esbozar una ligera sonrisa, esa escena era demasiado cómica, como la del niño que intentaba con aplacante voluntad acabar con toda la resistencia de Frah con una simple pala.
Damaru cerro los ojos por unos momentos y volvió a actuar. Con la ayuda de sus habilidades más básicas consiguió hacer que su voz sonara de todas partes y que su olor no llegara desde ningún sitio, puesto que sin viento, el olor no se expandiría.
Una voz de ultratumba sonó de repente en el parque entre toda aquella multitud.
kiajajajajajajajaja ¿Acaso es este lugar para mancillar el nombre de las brujas?
Una voz chillona y molesta retumbaba en todo el lugar. Solo quería confundirlos un poco, a ver como reaccionaban ante eso.
Como una sombra, como una lagartija que se arrastra por las rocas observó la escena del parque, medio anonadado ¿Qué era todo eso? No entendía nada en absoluto. Estaban acusando a Fraiah de ser una bruja... gracias a los cielos que solo eran niños. Aun así, el chico no puedo evitar esbozar una ligera sonrisa, esa escena era demasiado cómica, como la del niño que intentaba con aplacante voluntad acabar con toda la resistencia de Frah con una simple pala.
Damaru cerro los ojos por unos momentos y volvió a actuar. Con la ayuda de sus habilidades más básicas consiguió hacer que su voz sonara de todas partes y que su olor no llegara desde ningún sitio, puesto que sin viento, el olor no se expandiría.
Una voz de ultratumba sonó de repente en el parque entre toda aquella multitud.
kiajajajajajajajaja ¿Acaso es este lugar para mancillar el nombre de las brujas?
Una voz chillona y molesta retumbaba en todo el lugar. Solo quería confundirlos un poco, a ver como reaccionaban ante eso.
- Nokku Damaru
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Re: Parque
Niña y cuadrúpedo corrían a por la Bruja del cuento. Aiko gritaba de la emoción que le estaba dando aquella aventura. Hacía tiempo que no encontraba gente con la que divertirse así; ni siquiera Papá nunca seguía los cuentos de la pequeña. Y era aburrido jugar con la abuela. Pero, volviendo al cuento, la Reina de la Cúspide Dorada se avalanzaba a la velocidad de su fiel amigo hacia la presunta mala de la historia. Y, de no haber sido por esa nueva presencia, la habrían llevado puramente a la hoguera. O al menos al tobogán.
En cambio, aquel muchacho de pelo blanco se puso delante de su camino. Yuu y la infante pararon, escuchando su presentación. Arrugó el ceñó e infló los mofletes. Daba igual que el niño alegara ser un príncipe, pues ella era Reina. Y esta vez, mandaba ella. Además, ¿desde cuándo existía un reino colindante con el suyo? ¿Cómo era, que la Reina desconocía de los Palacios de Arena? En cambio, siempre venían bien los aliados mientras luchara contra las brujas. Hasta tenía una espada, mucho más grande que su pala. En cambio, su arma siempre era mejor. ¡Era la reina! Acabó por confiar en su nuevo amigo y sonreír. Señaló al Príncipe con el objeto.
- ¿Por qué tienes el pelo blanco? - Preguntó la pequeña. Sus ojos ambarinos, redondos, brillaban de completa curiosidad. Para ella era de extrañeza su color de cabello, pues ningún niño de la escuela lo tenía así.
Seguidamente, miró a La Bruja. Su rostro cambió. ¿Cómo iba a demostrar una bruja no serlo, sin engañar? ¿Cómo iba a traicionar una princesa a su reina? Miró rápidamente a "Rika-chan". ¡Eso era imposible! En Keroro salía que el malo siempre quería ganar al bueno. Por eso, todo esto eran simples trucos de magia. Pero ella ya la había descubierto hacía rato.
- ¡Mentira! - Gritó, alzando la pala para volver a golpearla. Sin embargo, algo retuvo su espada en el aire. Una extraña voz sonó en el aire. Aiko entró en curiosidad de nuevo. Aunque esta vez, había algo más poderoso que esta: el miedo. Su primera debilidad fue descubierta: le tenía miedo a los fantasmas.
Saltó del lomo de su can, lo abrazó e intentó esconderse entre el pelaje de su San Bernardo. Éste ladró repetidamente a la presencia fantasmal, protegiendo a su dueña. - Yuu~ - Lo llamó. Su voz sonaba débil, indefensa para ser una verdadera reina. De repente, su carácter volvió a la carga. -¡Aiko no te tiene miedo! - Vociferó con los ojos en lágrimas, escondiendo el rostro sobre el perro. Claramente, no era verdad.
En cambio, aquel muchacho de pelo blanco se puso delante de su camino. Yuu y la infante pararon, escuchando su presentación. Arrugó el ceñó e infló los mofletes. Daba igual que el niño alegara ser un príncipe, pues ella era Reina. Y esta vez, mandaba ella. Además, ¿desde cuándo existía un reino colindante con el suyo? ¿Cómo era, que la Reina desconocía de los Palacios de Arena? En cambio, siempre venían bien los aliados mientras luchara contra las brujas. Hasta tenía una espada, mucho más grande que su pala. En cambio, su arma siempre era mejor. ¡Era la reina! Acabó por confiar en su nuevo amigo y sonreír. Señaló al Príncipe con el objeto.
- ¿Por qué tienes el pelo blanco? - Preguntó la pequeña. Sus ojos ambarinos, redondos, brillaban de completa curiosidad. Para ella era de extrañeza su color de cabello, pues ningún niño de la escuela lo tenía así.
Seguidamente, miró a La Bruja. Su rostro cambió. ¿Cómo iba a demostrar una bruja no serlo, sin engañar? ¿Cómo iba a traicionar una princesa a su reina? Miró rápidamente a "Rika-chan". ¡Eso era imposible! En Keroro salía que el malo siempre quería ganar al bueno. Por eso, todo esto eran simples trucos de magia. Pero ella ya la había descubierto hacía rato.
- ¡Mentira! - Gritó, alzando la pala para volver a golpearla. Sin embargo, algo retuvo su espada en el aire. Una extraña voz sonó en el aire. Aiko entró en curiosidad de nuevo. Aunque esta vez, había algo más poderoso que esta: el miedo. Su primera debilidad fue descubierta: le tenía miedo a los fantasmas.
Saltó del lomo de su can, lo abrazó e intentó esconderse entre el pelaje de su San Bernardo. Éste ladró repetidamente a la presencia fantasmal, protegiendo a su dueña. - Yuu~ - Lo llamó. Su voz sonaba débil, indefensa para ser una verdadera reina. De repente, su carácter volvió a la carga. -¡Aiko no te tiene miedo! - Vociferó con los ojos en lágrimas, escondiendo el rostro sobre el perro. Claramente, no era verdad.
- Aiko Takahashi
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Re: Parque
Valiente. Él era un niño poderoso y valiente. Miró a la Bruja y apuntó con su pequeña y afilada espada. Estaba listo para defender a las doncellas. En ese instante, aquella niña humana se acerca con su peludo amigo. Le hace aquella pregunta. Sasha la mira fijamente y arruga el ceño. ¿Por qué él tenía el pelo blanco? Pues esa era una estúpida pregunta para un Príncipe.
- Los verdaderos príncipes lo tenemos así -dijo cerrando los ojos y desviando el rostro hacia un lado, denotando importancia y altivez.
Tras emitir su respuesta, quiso unirse al ataque de la niña. Se aproximó a ella y levantó su pequeña espada, golpeando a la Bruja en la pierna. Como su espada tenía filo, no pudo evitar rasgar la tela del jean. Alexander rió y se preparó para su próximo ataque. Un brillo malévolo surcó sus inocentes ojos. Pero, una voz lo detuvo. Esa voz los detuvo a todos. El niño miró hacia arriba y comenzó a buscar en todas partes.
- ¡Quién anda ahí! -gritó, alzando su espada y poniendose delante de la niña humana, para protegerla. Es entonces cuando escucha su llanto. Alexander voltea la cabeza para observarla-. Las Princesas no deben llorar -dijo él, regresando su mirada al frente y preparandose para el ataque-. El llanto arruina su piel -dijo luego, charlatán y juguetón, tomándose enserio cada palabra dicha-. Seguramente es un aliado de la Bruja. No temas, yo te protegeré -aseguró, tomando una postura seria y severa.
- Los verdaderos príncipes lo tenemos así -dijo cerrando los ojos y desviando el rostro hacia un lado, denotando importancia y altivez.
Tras emitir su respuesta, quiso unirse al ataque de la niña. Se aproximó a ella y levantó su pequeña espada, golpeando a la Bruja en la pierna. Como su espada tenía filo, no pudo evitar rasgar la tela del jean. Alexander rió y se preparó para su próximo ataque. Un brillo malévolo surcó sus inocentes ojos. Pero, una voz lo detuvo. Esa voz los detuvo a todos. El niño miró hacia arriba y comenzó a buscar en todas partes.
- ¡Quién anda ahí! -gritó, alzando su espada y poniendose delante de la niña humana, para protegerla. Es entonces cuando escucha su llanto. Alexander voltea la cabeza para observarla-. Las Princesas no deben llorar -dijo él, regresando su mirada al frente y preparandose para el ataque-. El llanto arruina su piel -dijo luego, charlatán y juguetón, tomándose enserio cada palabra dicha-. Seguramente es un aliado de la Bruja. No temas, yo te protegeré -aseguró, tomando una postura seria y severa.
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