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Parque
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Parque
Recuerdo del primer mensaje :
En este pequeño parque podreis pasear
En este pequeño parque podreis pasear
- Kaien Cross
Cantidad de envíos :
450
Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Parque
Las imágenes de los sucesos anteriores se habían borrado completamente de mi memoria durante los instantes en los que estuve observando aquella carnicería. Parecía que ya no recordaba que hacía unos instantes había tenido que protegerme detrás de un árbol para que las balas del desertor que estaba escapando no me diesen; parecía que había olvidado la trampa de aquel hombre, aquel al que debía haber rematado sin vacilar. Aquel pequeño instante de duda me habría costado la vida de no ser por mera suerte. Si aquel hombre no hubiese llegado a pisar la manzana, si no hubiese caído hacia delante... ahora mismo estaría tendida en el suelo con un agujero en la frente. Y estaba harta de dar problemas, de hacer que otros se preocupasen por mí. Estaba harta de meter la pata, de actuar guiándome por los impulsos en vez de por la cabeza... No, la próxima vez no debía dudar, no podía dudar de aquella forma. Encontrar a un desertor por tu camino era matar o morir. Y parecía ser que aquel muchacho tan extraño lo tenía muy claro, pues se estaba ensañando con su víctima; después de aquello, podría estar seguro de que estaba completamente muerto. Con los ojos completamente abiertos por el miedo, observé cómo tan sólo se podían ver las colas de aquel ser agitándose sobre el cuerpo del agonizante desertor, el cual no podía hacer otra cosa que gritar hasta su último aliento. ¿Qué era aquel chico con aspecto de zorro? Parecía como si fuese un auténtico animal salvaje; un auténtico depredador.
De repente, todas sus dagas desaparecieron del aire. Sus colas dejaron de moverse, y también parecía que había dejado de ensañarse con el desertor. Se levantó tambaleándose, relamiendo cada rastro de sangre que había sobre su piel. Pero aquello no era lo peor. El desertor, o mejor dicho, los pedazos del desertor, yacían esparcidos y desfigurados sobre el suelo. Ante una inminente arcada por lo grotesco de la imagen, me llevé la mano izquierda a la boca, cubriéndola, intentando aguantar las ganas de echar hasta la última papilla después de haber visto eso. Tosí varias veces, sintiendo cómo mi estómago se retorcía y las imágenes de lo que acababa de ver se grababan en mi cabeza. Aquello era muy diferente a cazar vampiros. Generalmente se trataban de Niveles E, los cuales, en cuanto morían, se convertían en un puñado de cenizas; sus restos mortales no quedaban para decorar el suelo. Claro que había herido, y con toda la agresividad que me pudiese permitir; por supuesto que había visto sangre manchar mis ropas, mis armas, mi piel... Había visto heridas horribles, y muchas veces me había encargado de ayudar a tratarlas, pues pocas veces contadas me habían dejado estar en primera línea de batalla. Pero nunca, nunca en mi vida había visto algo así. Estaba completamente desfigurado, con apenas un pedazo de cuello uniendo su cabeza a lo que quedaba de su tronco; los intestinos estaban esparcidos por la tierra, con aquel horrible tono azulado... Parecía como si de repente hubiese entrado a una película de miedo. Aquello era tan horrible que resultaba surrealista. Sí, aquel chico debía ser un vampiro, sin embargo... aun no entendía el por qué de aquella forma, el por qué de aquel comportamiento. Retrocedí un par de pasos, aun cubriéndome la boca. Tenía miedo. A pesar de que mi deber consistía en enfrentarme a aquellos seres sin vacilar, a pesar de estar constantemente dedicando las tardes y las noches a la caza de Niveles E... no podía evitar el sentir el terror invadiendo cada fibra de mi ser. Seguí retrocediendo con lentitud, intentando alejarme de aquella escena sin ningún percance más. ¿Qué debía hacer? ¿Debía simplemente irme de una vez y alertar a la Asociación de lo que acababa de ver o, por el contrario, debía seguir allí? ¿Cuál debía ser mi prioridad? No tenía mucho tiempo para pensar; había visto a aquel desertor que había huido y se había comunicado con alguien sin duda alguna. No sabía si simplemente había informado de que habían alcanzado a sus objetivos o estaba avisando a más de su gente. Lo único seguro era de que no teníamos mucho tiempo antes de que el peligro se volviera a cernir sobre nosotros.
Y, nuevamente, tuve que olvidar todo lo que estaba ocurriendo a causa de aquel extraño ser. Ya había retrocedido lo suficiente como para estar nuevamente cerca del columpio, pero no era la suficiente distancia como para escapar de la mirada de aquel depredador. Apreté los dedos sobre la empuñadura de la katana, alerta. No quería dañarlo, pero tampoco podía permitir que me matase; y ya había visto de que era perfectamente capaz de atacarme sin dudarlo. Sin embargo, en ningún momento me había apuntado a ningún punto vital... ¿estaría probándome o algo por el estilo? Sentía los ojos de aquel chico clavados en mí como si se tratasen de dos agujas. Tal vez... tal vez, si realmente tenía naturaleza vampírica, posiblemente se alejase al sentir la cercanía del metal madre de la hoja de la katana. El muchacho seguía avanzando con tranquilidad, como si supiese con toda certeza que él tenía todas las de ganar. Tragué saliva, volviendo a dar un paso hacia detrás, intentando tener fe en que el metal madre se encargaría de alejarlo y así no tendría que hacerle daño...
Tenía su rostro delante del mío.- ¿Eh...?- ¿Cómo...? ¿Cómo se había movido tan rápido? Aquello... aquello no era posible. Lancé un quejido de dolor cuando mi cuerpo se estrelló violentamente hacia el columpio. No solo había sentido el dolor en mi hombro herido, sino en todo mi cuerpo. ¿Cómo me había atrapado de aquella manera sin darme cuenta? Estaba completamente sin escapatoria; sus manos me tenían sujeta por ambas muñecas, mientras que todo su cuerpo servía de barrera para que no pudiese ver salida posible.-¡Suéltame!- Grité, forcejeando para que me dejase ir, aunque sabía que aquello era imposible. Alcé la mirada hacia su rostro, asustada. Tenía que hacer algo. Rápido. Aun sujetaba la katana con la mano derecha, pero la fuerza que el chico ejercía sobre mis muñecas hizo que mi mano no pudiese seguir sujetándola. Seguí forcejeando, aunque supiese que aquello era inútil. -¡Suéltame! ¡¡Suéltame!!- Seguía gritando aquello aunque supiese que no conseguiría nada. No tenía nada para defenderme, ni siquiera podía pensar con claridad. Escuché la voz de Fraiah gritando lo que debía ser el nombre de aquel chico. Quise volver la cara hacia donde estaba ella, pero un gruñido y un agudo dolor en el hombro me lo impidieron.
Nunca me había mordido ninguno de ellos, y había continuado con la esperanza de que aquello siguiese así. Sin embargo, su violenta mordida fue a parar sobre la herida de mi hombro, haciendo que casi se me saltasen lágrimas por el dolor. Traté de seguir forcejeando, pero era inútil. Apreté la mandíbula y volví a forcejear cuando sentí sus uñas clavarse sobre mis brazos, de tanta fuerza con la que me estaba sujetando. ¿Saldría viva de aquella? Sentía mi fuerzas menguar por culpa de la falta de sangre. ''No...'' Si ésto seguía así, no podría sobrevivir. Palidecía por momentos, tanto por la mordida como por todo lo que había vivido hacía nada. Volví a escuchar a Fraiah tratando de decirle al vampiro de que me soltase. Noté que se acercaba, pero no podía reaccionar. Aquel chico había sacudido la mandíbula, lo que hizo que mi dolor aumentase, dibujando en mi rostro una mueca de sufrimiento. Sin embargo, en vez de seguir robándome la sangre, se separó con lentitud, dejando de ejercer fuerza sobre mis brazos. Sin necesidad de mirar hacia ellos, sabía que tenía todas sus uñas marcadas y que los hilos de sangre correrían libres por mi piel, al igual que el que estaba resbalando desde la boca de Ziel, manchando aun más las ropas que llevaba. Dejé caer los brazos, sorprendida. ¿Qué había ocurrido? ¿Había escuchado la voz de su amiga y por eso se había detenido? Sin poder reaccionar aun, dejé escapar un leve quejido de dolor cuando volvió a tocar la herida de mi hombro con sus dedos, ahora agravada por la mordedura. Me sentía débil, y no sólo por la pérdida de sangre; me sentía como si fuese el cordero que había caído sido cazado por el lobo, el cual no podía hacer otra cosa que mirar a los ojos a la Muerte y quejarse por el dolor que le era causado. Aquello había parecido un recordatorio de lo débil que era, algo que muchos no paraban de echarme en cara a la mínima oportunidad. Yo no procedía de una familia de cazavampiros, no había tenido una preparación como muchos otros, además de que no contaba con una musculatura precisamente fuerte. Había vuelto a ser la presa, a ser a quien habían cazado... En Navidad, había colgado sin piedad de una de las manos de Rido; hacía ya más de un mes, había caído ante las provocaciones de un desertor y había puesto en peligro a los que me acompañaban... para escapar y luego casi morir a manos de otro desertor en uno de los túneles que debían ser nuestra escapatoria. Y ahora... ahora había vuelto a ser la presa de alguien más.
Dejé que mi espalda resbalase por la superficie del columpio, quedándome sentada sobre el suelo. Crucé una mirada con aquel extraño vampiro antes de dejar que mis pupilas se quedasen mirando hacia la nada durante unos segundos. Respiraba entrecortadamente y cualquier rastro de color había desaparecido de mi rostro. Tan solo... tan solo había querido ayudar... nada más. Tan solo... tan solo quería ser útil. Tan solo quería hacer todo lo posible para evitar muertes innecesarias; para evitar más sufrimiento innecesario. Y siempre, siempre que hacía algo, parecía que todo salía del revés. Sin querer, había llamado la atención de los desertores y los había atraído hasta aquí. Debía de haberme limitado a ir a la Asociación a informar de que los desertores se estaban moviendo en masa por el pueblo. Escuché las palabras de Fraiah sin levantar aun la mirada, casi como si no oyese nada, como si estuviese ausente. Toda la tensión que había sostenido mi cuerpo en pie se había esfumado, dejándolo completamente lacio. A través de mis pálidos labios, dejé escapar unas cuantas palabras.- Uno de los desertores ha huido... Tenía en la mano un teléfono o una radio, no pude verlo bien, pero se estaba comunicando...- Apreté las manos sobre el suelo, cabreada conmigo misma. Si ya había llegado tan lejos, si ya estaba con el agua hasta el cuello, no podía rendirme ahora. No podía dejar que todo lo que había estado indagando se perdiese.- Hay que irse rápido.- Musité. Con una mueca de dolor, me incorporé y me quedé de rodillas junto al cadáver del desertor que había matado antes. Agarré la pistola que había sostenido y la coloqué a mi lado para, seguidamente, tantear sus bolsillos en busca de más armas o más munición. Encontré otro cargador en uno de los bolsillos. Comprobé la munición que conservaba la pistola y, viendo que aun podía aguantar, no cambié el cargador. Le tendí el arma a Fraiah, sujetándola por el cañón, dejando el gatillo a su alcance. No me gustaba tenderle a los demás las armas de manera que apuntasen a ellos, parecía como si pudiese atacarles en cualquier momento. Mi mano, a pesar de la falta de fuerzas, se mantuvo firme mientras le ofrecía el arma y el cargador.- Tenga. Nos hará falta.- Dije, completamente seria. Bajando la mirada hacia el cuerpo de aquel hombre, murmuré.- No cometa el mismo error que yo.
''La compasión puede ser tu peor enemigo''.
Alcancé mi katana, la cual había dejado caer hacía unos instantes. Con dificultad, me puse en pie y, sujetándome en el columpio, logré alcanzar la funda y la bolsa que contenía los dulces. Parecía que estaba intacta, lo cual era algo increíble. En todo momento, evité el contacto visual con aquel vampiro. Mi bufanda estaba igualmente tirada allí, así que la recogí con cuidado de no perder el equilibrio. Me sentía muy mareada, pero no quería dar parte de aquello justo en aquel instante. Había que salir de allí. Me pasé una mano por la cara, tratando de despejarme, aunque sabía que mi única solución era descansar y alimentarme hasta recuperarme de la falta de sangre. Envainé la katana y la usé momentáneamente para apoyarme, intentando de recuperar el aliento. Ahora no, ahora debía ser más fuerte que nunca.- ¿Vamos? No tardarán en...
Sentí que la vista se me nublaba. Cuerpo, ¿acaso no podías aguantar solo un poquito más? Solo... solo un poquito más... Las rodillas se me doblaron y caí hacia delante, sentada sobre ellas. Utilicé nuevamente la katana para apoyarme y no acabar tendida en el suelo. Apoyé la frente contra la empuñadura, cerrando los ojos y tratando de sobreponerme a mi estado físico. ''Ahora no, por favor...''
De repente, todas sus dagas desaparecieron del aire. Sus colas dejaron de moverse, y también parecía que había dejado de ensañarse con el desertor. Se levantó tambaleándose, relamiendo cada rastro de sangre que había sobre su piel. Pero aquello no era lo peor. El desertor, o mejor dicho, los pedazos del desertor, yacían esparcidos y desfigurados sobre el suelo. Ante una inminente arcada por lo grotesco de la imagen, me llevé la mano izquierda a la boca, cubriéndola, intentando aguantar las ganas de echar hasta la última papilla después de haber visto eso. Tosí varias veces, sintiendo cómo mi estómago se retorcía y las imágenes de lo que acababa de ver se grababan en mi cabeza. Aquello era muy diferente a cazar vampiros. Generalmente se trataban de Niveles E, los cuales, en cuanto morían, se convertían en un puñado de cenizas; sus restos mortales no quedaban para decorar el suelo. Claro que había herido, y con toda la agresividad que me pudiese permitir; por supuesto que había visto sangre manchar mis ropas, mis armas, mi piel... Había visto heridas horribles, y muchas veces me había encargado de ayudar a tratarlas, pues pocas veces contadas me habían dejado estar en primera línea de batalla. Pero nunca, nunca en mi vida había visto algo así. Estaba completamente desfigurado, con apenas un pedazo de cuello uniendo su cabeza a lo que quedaba de su tronco; los intestinos estaban esparcidos por la tierra, con aquel horrible tono azulado... Parecía como si de repente hubiese entrado a una película de miedo. Aquello era tan horrible que resultaba surrealista. Sí, aquel chico debía ser un vampiro, sin embargo... aun no entendía el por qué de aquella forma, el por qué de aquel comportamiento. Retrocedí un par de pasos, aun cubriéndome la boca. Tenía miedo. A pesar de que mi deber consistía en enfrentarme a aquellos seres sin vacilar, a pesar de estar constantemente dedicando las tardes y las noches a la caza de Niveles E... no podía evitar el sentir el terror invadiendo cada fibra de mi ser. Seguí retrocediendo con lentitud, intentando alejarme de aquella escena sin ningún percance más. ¿Qué debía hacer? ¿Debía simplemente irme de una vez y alertar a la Asociación de lo que acababa de ver o, por el contrario, debía seguir allí? ¿Cuál debía ser mi prioridad? No tenía mucho tiempo para pensar; había visto a aquel desertor que había huido y se había comunicado con alguien sin duda alguna. No sabía si simplemente había informado de que habían alcanzado a sus objetivos o estaba avisando a más de su gente. Lo único seguro era de que no teníamos mucho tiempo antes de que el peligro se volviera a cernir sobre nosotros.
Y, nuevamente, tuve que olvidar todo lo que estaba ocurriendo a causa de aquel extraño ser. Ya había retrocedido lo suficiente como para estar nuevamente cerca del columpio, pero no era la suficiente distancia como para escapar de la mirada de aquel depredador. Apreté los dedos sobre la empuñadura de la katana, alerta. No quería dañarlo, pero tampoco podía permitir que me matase; y ya había visto de que era perfectamente capaz de atacarme sin dudarlo. Sin embargo, en ningún momento me había apuntado a ningún punto vital... ¿estaría probándome o algo por el estilo? Sentía los ojos de aquel chico clavados en mí como si se tratasen de dos agujas. Tal vez... tal vez, si realmente tenía naturaleza vampírica, posiblemente se alejase al sentir la cercanía del metal madre de la hoja de la katana. El muchacho seguía avanzando con tranquilidad, como si supiese con toda certeza que él tenía todas las de ganar. Tragué saliva, volviendo a dar un paso hacia detrás, intentando tener fe en que el metal madre se encargaría de alejarlo y así no tendría que hacerle daño...
Tenía su rostro delante del mío.- ¿Eh...?- ¿Cómo...? ¿Cómo se había movido tan rápido? Aquello... aquello no era posible. Lancé un quejido de dolor cuando mi cuerpo se estrelló violentamente hacia el columpio. No solo había sentido el dolor en mi hombro herido, sino en todo mi cuerpo. ¿Cómo me había atrapado de aquella manera sin darme cuenta? Estaba completamente sin escapatoria; sus manos me tenían sujeta por ambas muñecas, mientras que todo su cuerpo servía de barrera para que no pudiese ver salida posible.-¡Suéltame!- Grité, forcejeando para que me dejase ir, aunque sabía que aquello era imposible. Alcé la mirada hacia su rostro, asustada. Tenía que hacer algo. Rápido. Aun sujetaba la katana con la mano derecha, pero la fuerza que el chico ejercía sobre mis muñecas hizo que mi mano no pudiese seguir sujetándola. Seguí forcejeando, aunque supiese que aquello era inútil. -¡Suéltame! ¡¡Suéltame!!- Seguía gritando aquello aunque supiese que no conseguiría nada. No tenía nada para defenderme, ni siquiera podía pensar con claridad. Escuché la voz de Fraiah gritando lo que debía ser el nombre de aquel chico. Quise volver la cara hacia donde estaba ella, pero un gruñido y un agudo dolor en el hombro me lo impidieron.
Nunca me había mordido ninguno de ellos, y había continuado con la esperanza de que aquello siguiese así. Sin embargo, su violenta mordida fue a parar sobre la herida de mi hombro, haciendo que casi se me saltasen lágrimas por el dolor. Traté de seguir forcejeando, pero era inútil. Apreté la mandíbula y volví a forcejear cuando sentí sus uñas clavarse sobre mis brazos, de tanta fuerza con la que me estaba sujetando. ¿Saldría viva de aquella? Sentía mi fuerzas menguar por culpa de la falta de sangre. ''No...'' Si ésto seguía así, no podría sobrevivir. Palidecía por momentos, tanto por la mordida como por todo lo que había vivido hacía nada. Volví a escuchar a Fraiah tratando de decirle al vampiro de que me soltase. Noté que se acercaba, pero no podía reaccionar. Aquel chico había sacudido la mandíbula, lo que hizo que mi dolor aumentase, dibujando en mi rostro una mueca de sufrimiento. Sin embargo, en vez de seguir robándome la sangre, se separó con lentitud, dejando de ejercer fuerza sobre mis brazos. Sin necesidad de mirar hacia ellos, sabía que tenía todas sus uñas marcadas y que los hilos de sangre correrían libres por mi piel, al igual que el que estaba resbalando desde la boca de Ziel, manchando aun más las ropas que llevaba. Dejé caer los brazos, sorprendida. ¿Qué había ocurrido? ¿Había escuchado la voz de su amiga y por eso se había detenido? Sin poder reaccionar aun, dejé escapar un leve quejido de dolor cuando volvió a tocar la herida de mi hombro con sus dedos, ahora agravada por la mordedura. Me sentía débil, y no sólo por la pérdida de sangre; me sentía como si fuese el cordero que había caído sido cazado por el lobo, el cual no podía hacer otra cosa que mirar a los ojos a la Muerte y quejarse por el dolor que le era causado. Aquello había parecido un recordatorio de lo débil que era, algo que muchos no paraban de echarme en cara a la mínima oportunidad. Yo no procedía de una familia de cazavampiros, no había tenido una preparación como muchos otros, además de que no contaba con una musculatura precisamente fuerte. Había vuelto a ser la presa, a ser a quien habían cazado... En Navidad, había colgado sin piedad de una de las manos de Rido; hacía ya más de un mes, había caído ante las provocaciones de un desertor y había puesto en peligro a los que me acompañaban... para escapar y luego casi morir a manos de otro desertor en uno de los túneles que debían ser nuestra escapatoria. Y ahora... ahora había vuelto a ser la presa de alguien más.
Dejé que mi espalda resbalase por la superficie del columpio, quedándome sentada sobre el suelo. Crucé una mirada con aquel extraño vampiro antes de dejar que mis pupilas se quedasen mirando hacia la nada durante unos segundos. Respiraba entrecortadamente y cualquier rastro de color había desaparecido de mi rostro. Tan solo... tan solo había querido ayudar... nada más. Tan solo... tan solo quería ser útil. Tan solo quería hacer todo lo posible para evitar muertes innecesarias; para evitar más sufrimiento innecesario. Y siempre, siempre que hacía algo, parecía que todo salía del revés. Sin querer, había llamado la atención de los desertores y los había atraído hasta aquí. Debía de haberme limitado a ir a la Asociación a informar de que los desertores se estaban moviendo en masa por el pueblo. Escuché las palabras de Fraiah sin levantar aun la mirada, casi como si no oyese nada, como si estuviese ausente. Toda la tensión que había sostenido mi cuerpo en pie se había esfumado, dejándolo completamente lacio. A través de mis pálidos labios, dejé escapar unas cuantas palabras.- Uno de los desertores ha huido... Tenía en la mano un teléfono o una radio, no pude verlo bien, pero se estaba comunicando...- Apreté las manos sobre el suelo, cabreada conmigo misma. Si ya había llegado tan lejos, si ya estaba con el agua hasta el cuello, no podía rendirme ahora. No podía dejar que todo lo que había estado indagando se perdiese.- Hay que irse rápido.- Musité. Con una mueca de dolor, me incorporé y me quedé de rodillas junto al cadáver del desertor que había matado antes. Agarré la pistola que había sostenido y la coloqué a mi lado para, seguidamente, tantear sus bolsillos en busca de más armas o más munición. Encontré otro cargador en uno de los bolsillos. Comprobé la munición que conservaba la pistola y, viendo que aun podía aguantar, no cambié el cargador. Le tendí el arma a Fraiah, sujetándola por el cañón, dejando el gatillo a su alcance. No me gustaba tenderle a los demás las armas de manera que apuntasen a ellos, parecía como si pudiese atacarles en cualquier momento. Mi mano, a pesar de la falta de fuerzas, se mantuvo firme mientras le ofrecía el arma y el cargador.- Tenga. Nos hará falta.- Dije, completamente seria. Bajando la mirada hacia el cuerpo de aquel hombre, murmuré.- No cometa el mismo error que yo.
''La compasión puede ser tu peor enemigo''.
Alcancé mi katana, la cual había dejado caer hacía unos instantes. Con dificultad, me puse en pie y, sujetándome en el columpio, logré alcanzar la funda y la bolsa que contenía los dulces. Parecía que estaba intacta, lo cual era algo increíble. En todo momento, evité el contacto visual con aquel vampiro. Mi bufanda estaba igualmente tirada allí, así que la recogí con cuidado de no perder el equilibrio. Me sentía muy mareada, pero no quería dar parte de aquello justo en aquel instante. Había que salir de allí. Me pasé una mano por la cara, tratando de despejarme, aunque sabía que mi única solución era descansar y alimentarme hasta recuperarme de la falta de sangre. Envainé la katana y la usé momentáneamente para apoyarme, intentando de recuperar el aliento. Ahora no, ahora debía ser más fuerte que nunca.- ¿Vamos? No tardarán en...
Sentí que la vista se me nublaba. Cuerpo, ¿acaso no podías aguantar solo un poquito más? Solo... solo un poquito más... Las rodillas se me doblaron y caí hacia delante, sentada sobre ellas. Utilicé nuevamente la katana para apoyarme y no acabar tendida en el suelo. Apoyé la frente contra la empuñadura, cerrando los ojos y tratando de sobreponerme a mi estado físico. ''Ahora no, por favor...''
- Rangiku Matsumoto
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Empleo /Ocio : Estudiante por la mañana, cazadora por la tarde y por la noche. Y sin librar los días festivos *snif*
Re: Parque
Las voces solamente sonaban con su nombre. Su atención estaba siendo requerida, aunque no resultó como se esperaba, al igual que la vez anterior. Seguramente, ni un solo movimiento de la humana hubiera detenido a Ziel de beber de la herida de Rangiku. La sangre humana estaba enloqueciéndole, provocando en su interior vampírico una necesidad imposible de saciar por ahora. Todo lo que logró aprender para controlar sus instintos para con ella, los perdió todos junto con su memoria, puede que convirtiéndole en uno de los neófitos más peligrosos y difíciles de manejar. Él anhelaba más, mucho más. Deseaba morder el corazón de la cazadora para que su preciado líquido vital drenara abundantemente sobre su boca, sin importarle siquiera arrebatarle la vida. Los gritos no cesaban. ¿Algún día lograría adivinar que le llamaban con dichas cuatro letras? ¿Terminaría por reconocer su propio nombre? Quizá nunca pudiera recordar el habla humana, su sonido, y se quedara como un animal salvaje deseoso de sangre para el resto de la eternidad. Sin embargo, ¿dónde estaría Fraiah en ese entonces? ¿Cómo lograrían controlar sus impulsos si no aceptaba la mano aliada? Y en cualquier circunstancia, ella era mortal. Luego, a menos que su protegida y compañera decidiera convertirse en un ser despiadado de nuevo, llegaría el momento en que su preciada amiga lo abandonara en la vida eterna. ¿Y quién llegaría para “adiestrarle”? Marcus y Bella lo daban por muerto en estos instantes. Incluso puede que nunca más volvieran a encontrarse.
En cambio, el suceder de los hechos sorprendió a todos los presentes cuando se detuvo antes de volver a cometer asesinato por tercera o cuarta vez. Momentos después, sus ojos, ahora amarillentos, se detuvieron sobre la figura de la humana herida y siguieron sobre los violáceos de la otra humana. La había perdonado. Tal vez por los gritos de Fraiah, tal vez por ese sentido de humanidad apagado dentro de él, o principalmente porque haya matado a uno de sus enemigos. Osaki, dentro del cuerpo de Ziel Carphatia, había reconocido la hazaña de la joven. Los enemigos de sus enemigos, se convertían inevitablemente en sus aliados. O al menos por el momento, concedería esta tregua para Matsumoto, hasta que conociera verdaderamente sus intenciones con su manada. A la mínima que detectara su ofensa, no dudaría por segunda vez, pues a menos que la fortuna del destino se posara sobre la cazadora, no tendría tanta suerte la próxima vez de obtener su perdón.
Pero, al cerrar los ojos, aún podía escuchar el estruendo que se forjaba sobre su cabeza. Los sonidos de algunos recuerdos, se restablecían por completo. Los recuerdos falsos que pertenecían a Osaki, se instalaban inevitablemente sobre Ziel, confundiéndole las memorias.
El bombardeo continuaba sobre su cabeza. Varios cañones enemigos apuntaban hacia el bosque donde se escondía, volando por los aires el lugar. Algunos cuerpos saltaban por los alrededores, mientras los intrusos, comenzaban a temblar del miedo. Si no existía el milagro deseado, todos morirían en la trampa para ratones. No obstante, su líder les inspiraba confianza, aunque su edad fuera incapaz de demostrar la valentía y experiencia de ser joven. El chico sin nombre, Ren –como muchos terminaron por llamarle–, se giró hacia todos sus súbditos, alentándoles con unas cuantas palabras de valor. Debían acabar con los enemigos, estructurar su estrategia y vencerlos a todos. Debían pensar en sus familias, en sus mujeres e hijos, en su futuro. Eso les daría fuerzas para defender este lugar, para enfrentar a sus enemigos aun si poseían cañones o cualquier tipo de arma. Y finalmente, a la señal, todos partieron hacia el campo de batalla con un potente grito de victoria.
La matanza no tardó en ocurrir. Sus compañeros de combate, sus enemigos en tiempos de paz, caían a ambos lados a causa de las explosiones. Sin embargo, su carrera no se vio impedida por ninguno de esos fallecidos o esos miembros que volaban por los aires. Extrañamente, conservaba un “algo” bastante fuerte sobre su corazón, alimentándole de la fuerza necesaria para lograr sobrevivir y regresar a ser una leyenda por infinita vez. Y en medio del campo de batalla, allí estaba el joven que asesinaba sin piedad a todo aquel que entorpeciera su camino, provocando el terror y la huida en el contrario. Pero la suerte y el azar no duran para siempre, aunque tuvo que ser disparado en más de una ocasión para ser derribado por completo. Entonces su cuerpo cayó sin remedio hacia el suelo, herido. La esperanza de su ejército se vio desprovista de su pilar. ¿Qué hacer, pues? El pánico cundió en todos ellos. Algunos comenzaron a retroceder, huyendo; mientras que otros vieron la oportunidad perfecta para intentar forjar un nuevo héroe o vengar su muerte.
En cambio, su vida aún se resistía por marcharse. La flaqueza se volvía una fuerza sin igual. Apretaba los dientes y su arma con impotencia. La obligación de guiarles se hacía carne en él. ¿Desde cuándo se preocupó por esos hombres? Quizá fuera más el deseo de ver muertos a la patria que creyó protegerle, que su propio compañerismo. No obstante, la vista se le nublaba, la sangre se agarraba en su garganta, entorpeciéndose la imagen perfecta que se dibujaba sobre su cabeza, hasta que se convirtió todo en una masa negra imposible de encontrar luz.
¿Acaso ese iba a ser el final del chico Sin Nombre?
Lentamente, el neófito comenzó a alejarse de ambas mujeres. ¿Quizá las confundió con los combatientes que aparecían en su mente? Además de esa posibilidad, se sentía cansado, fatigado por lo que vio, así como por las insufribles quemaduras que rodeaban su torso. Su respiración se veía ajetreada, del mismo modo en que si le faltara el aire en los pulmones. De igual forma que en sus recuerdos, la obligación de proteger a su manada se instalaba sobre él junto con la obsesión irremediable por la sangre, mientras su vista se perdía sobre las figuras de Fraiah y Rangiku. Las colas de su espalda descendieron suavemente, a pesar de que sus orejas no dejaran de permanecer atentas a cualquier malinterpretable sonido. En el retroceso, un mareo se apropió de su cuerpo, haciendo que sus pies descalzos terminaran por enredarse entre sí. De alguna forma, todo se repetía de nuevo. El neófito caía torpemente al suelo, confundido por el sonido que lo atormentaba, dolorido por los disparos sufridos. Pero, por desgracia, o por suerte, sus heridas de bala habían desaparecido gracias a la sangre de los cazadores, mas no fue suficiente para curar los dañinos efectos del Sol. En cambio, la mala noticia proseguía a continuación: Ziel era incapaz de expulsar las balas. Por tanto, el metal madre que las bañaba, aún estaba dentro de su cuerpo, deteriorándole. Esto era lo que estaba llevándose principalmente sus fuerzas, provocándole el sudor frío de la frente y la pérdida de razón entre sueño y realidad. Pero, ¿quién sería capaz de acercarse a un animal salvaje y curar sus heridas? Y, ¿quién tendría el valor de abrir su piel de nuevo para extraer el proyectil?
El dolor llevaba tiempo atravesando su cuerpo, lo cual no consiguió cambiar su expresión intimidante. Pero todo el mundo tiene un límite, incluidos los vampiros. El golpe fue seco contra la arena. Encogió el cuerpo, haciéndose un ovillo con sus colas tapando las quemaduras. Él no poseía debilidades y esto simplemente era un agarre inesperado. Pronto volvería a levantarse y demostrar su poderío, ¿verdad? Desde luego, no parecía tan fácil mientras el metal siguiera comiéndosele por dentro. Y de repente, bufó a todos los allí presentes. Sus pupilas ensanchadas se dirigieron hacia Fraiah, desconfiado incluso de la propia chica. Ahora, hasta su propia manada podía traicionarle por el poder de ser el nuevo Alfa. Sin duda, no lo permitiría, aun si ella decidía ayudarle. Demostraría que podía valerse por sí mismo. Enseguida trató de levantarse, escurriéndose sus piernas en la tierra, clavando sus uñas sobre el suelo. Se levantaría. Sin embargo, su cuerpo cayó de nuevo cuando creyó que iba a lograrlo. Gimió, temblando. La arena estaba arañándole la poca piel que tenía sobre el torso, retorciéndose de nuevo. Tal vez necesitara más tiempo, de ahí a que no pensara en volver a intentarlo por segunda vez y decidiera en permanecer totalmente inmóvil. Entonces, enseñó sus fuertes y despiadados colmillos hacia las dos, demostrando que él resultaba ser el más fuerte de entre todos ellos y por tanto, se adueñaba de la propiedad de sus vidas de aquí en adelante. A pesar de su estado, merecía respeto como guardián y animal venerado, así como combatiente.
Sus párpados comenzaron a bajarse lentamente, entre ansia y ansia de respirar por el calor que inundaba su cuerpo del Sol; desapareciendo el brillo amarillo y amenazante de su mirar. El fuerte luchador vampiro, había encontrado su punto más flaco y una abrumadora debilidad con esos disparos. Porque todo Goliat tiene su David.
En cambio, el suceder de los hechos sorprendió a todos los presentes cuando se detuvo antes de volver a cometer asesinato por tercera o cuarta vez. Momentos después, sus ojos, ahora amarillentos, se detuvieron sobre la figura de la humana herida y siguieron sobre los violáceos de la otra humana. La había perdonado. Tal vez por los gritos de Fraiah, tal vez por ese sentido de humanidad apagado dentro de él, o principalmente porque haya matado a uno de sus enemigos. Osaki, dentro del cuerpo de Ziel Carphatia, había reconocido la hazaña de la joven. Los enemigos de sus enemigos, se convertían inevitablemente en sus aliados. O al menos por el momento, concedería esta tregua para Matsumoto, hasta que conociera verdaderamente sus intenciones con su manada. A la mínima que detectara su ofensa, no dudaría por segunda vez, pues a menos que la fortuna del destino se posara sobre la cazadora, no tendría tanta suerte la próxima vez de obtener su perdón.
Pero, al cerrar los ojos, aún podía escuchar el estruendo que se forjaba sobre su cabeza. Los sonidos de algunos recuerdos, se restablecían por completo. Los recuerdos falsos que pertenecían a Osaki, se instalaban inevitablemente sobre Ziel, confundiéndole las memorias.
El bombardeo continuaba sobre su cabeza. Varios cañones enemigos apuntaban hacia el bosque donde se escondía, volando por los aires el lugar. Algunos cuerpos saltaban por los alrededores, mientras los intrusos, comenzaban a temblar del miedo. Si no existía el milagro deseado, todos morirían en la trampa para ratones. No obstante, su líder les inspiraba confianza, aunque su edad fuera incapaz de demostrar la valentía y experiencia de ser joven. El chico sin nombre, Ren –como muchos terminaron por llamarle–, se giró hacia todos sus súbditos, alentándoles con unas cuantas palabras de valor. Debían acabar con los enemigos, estructurar su estrategia y vencerlos a todos. Debían pensar en sus familias, en sus mujeres e hijos, en su futuro. Eso les daría fuerzas para defender este lugar, para enfrentar a sus enemigos aun si poseían cañones o cualquier tipo de arma. Y finalmente, a la señal, todos partieron hacia el campo de batalla con un potente grito de victoria.
La matanza no tardó en ocurrir. Sus compañeros de combate, sus enemigos en tiempos de paz, caían a ambos lados a causa de las explosiones. Sin embargo, su carrera no se vio impedida por ninguno de esos fallecidos o esos miembros que volaban por los aires. Extrañamente, conservaba un “algo” bastante fuerte sobre su corazón, alimentándole de la fuerza necesaria para lograr sobrevivir y regresar a ser una leyenda por infinita vez. Y en medio del campo de batalla, allí estaba el joven que asesinaba sin piedad a todo aquel que entorpeciera su camino, provocando el terror y la huida en el contrario. Pero la suerte y el azar no duran para siempre, aunque tuvo que ser disparado en más de una ocasión para ser derribado por completo. Entonces su cuerpo cayó sin remedio hacia el suelo, herido. La esperanza de su ejército se vio desprovista de su pilar. ¿Qué hacer, pues? El pánico cundió en todos ellos. Algunos comenzaron a retroceder, huyendo; mientras que otros vieron la oportunidad perfecta para intentar forjar un nuevo héroe o vengar su muerte.
En cambio, su vida aún se resistía por marcharse. La flaqueza se volvía una fuerza sin igual. Apretaba los dientes y su arma con impotencia. La obligación de guiarles se hacía carne en él. ¿Desde cuándo se preocupó por esos hombres? Quizá fuera más el deseo de ver muertos a la patria que creyó protegerle, que su propio compañerismo. No obstante, la vista se le nublaba, la sangre se agarraba en su garganta, entorpeciéndose la imagen perfecta que se dibujaba sobre su cabeza, hasta que se convirtió todo en una masa negra imposible de encontrar luz.
¿Acaso ese iba a ser el final del chico Sin Nombre?
Lentamente, el neófito comenzó a alejarse de ambas mujeres. ¿Quizá las confundió con los combatientes que aparecían en su mente? Además de esa posibilidad, se sentía cansado, fatigado por lo que vio, así como por las insufribles quemaduras que rodeaban su torso. Su respiración se veía ajetreada, del mismo modo en que si le faltara el aire en los pulmones. De igual forma que en sus recuerdos, la obligación de proteger a su manada se instalaba sobre él junto con la obsesión irremediable por la sangre, mientras su vista se perdía sobre las figuras de Fraiah y Rangiku. Las colas de su espalda descendieron suavemente, a pesar de que sus orejas no dejaran de permanecer atentas a cualquier malinterpretable sonido. En el retroceso, un mareo se apropió de su cuerpo, haciendo que sus pies descalzos terminaran por enredarse entre sí. De alguna forma, todo se repetía de nuevo. El neófito caía torpemente al suelo, confundido por el sonido que lo atormentaba, dolorido por los disparos sufridos. Pero, por desgracia, o por suerte, sus heridas de bala habían desaparecido gracias a la sangre de los cazadores, mas no fue suficiente para curar los dañinos efectos del Sol. En cambio, la mala noticia proseguía a continuación: Ziel era incapaz de expulsar las balas. Por tanto, el metal madre que las bañaba, aún estaba dentro de su cuerpo, deteriorándole. Esto era lo que estaba llevándose principalmente sus fuerzas, provocándole el sudor frío de la frente y la pérdida de razón entre sueño y realidad. Pero, ¿quién sería capaz de acercarse a un animal salvaje y curar sus heridas? Y, ¿quién tendría el valor de abrir su piel de nuevo para extraer el proyectil?
El dolor llevaba tiempo atravesando su cuerpo, lo cual no consiguió cambiar su expresión intimidante. Pero todo el mundo tiene un límite, incluidos los vampiros. El golpe fue seco contra la arena. Encogió el cuerpo, haciéndose un ovillo con sus colas tapando las quemaduras. Él no poseía debilidades y esto simplemente era un agarre inesperado. Pronto volvería a levantarse y demostrar su poderío, ¿verdad? Desde luego, no parecía tan fácil mientras el metal siguiera comiéndosele por dentro. Y de repente, bufó a todos los allí presentes. Sus pupilas ensanchadas se dirigieron hacia Fraiah, desconfiado incluso de la propia chica. Ahora, hasta su propia manada podía traicionarle por el poder de ser el nuevo Alfa. Sin duda, no lo permitiría, aun si ella decidía ayudarle. Demostraría que podía valerse por sí mismo. Enseguida trató de levantarse, escurriéndose sus piernas en la tierra, clavando sus uñas sobre el suelo. Se levantaría. Sin embargo, su cuerpo cayó de nuevo cuando creyó que iba a lograrlo. Gimió, temblando. La arena estaba arañándole la poca piel que tenía sobre el torso, retorciéndose de nuevo. Tal vez necesitara más tiempo, de ahí a que no pensara en volver a intentarlo por segunda vez y decidiera en permanecer totalmente inmóvil. Entonces, enseñó sus fuertes y despiadados colmillos hacia las dos, demostrando que él resultaba ser el más fuerte de entre todos ellos y por tanto, se adueñaba de la propiedad de sus vidas de aquí en adelante. A pesar de su estado, merecía respeto como guardián y animal venerado, así como combatiente.
Sus párpados comenzaron a bajarse lentamente, entre ansia y ansia de respirar por el calor que inundaba su cuerpo del Sol; desapareciendo el brillo amarillo y amenazante de su mirar. El fuerte luchador vampiro, había encontrado su punto más flaco y una abrumadora debilidad con esos disparos. Porque todo Goliat tiene su David.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Parque
En apenas unos minutos, el parque se habia vuelto un completo caos, desertores atacando, la cazadora que acababa de llegar herida, Ziel con la piel quemada y desquiciado hasta el punto de destrozar a un cazador.
Sin mas remedio que defenderme, saque las pistolas de las botas y me puse a disparar a todo desertor que se me pusiera en mi camino y con una punteria bastante certera, apuntando siempre a lugares del cuerpo vitales, y si conseguia apuntar a la cabeza, mejor que mejor.
Me baje del columpio y me puse a seguir a Ziel mientras que vigilaba el lugar donde estaban las dos chicas y seguia disparando. Quedaban ya pocos que quedaban fuera de mi alcance, y tampoco es que me importara en ese momento, ahora lo importante era recoger a todo el mundo y salir del parque, porque seguramente, antes incluso de atacarnos, los desertores habrian mandado a alguien en busca de refuerzos para que no salgamos de aqui con vida o nos capturen.
Guarde las pistolas de nuevo y fui a acercarme a Ziel que se habia caido al suelo, cuando me acerque, pude comprobar por mi mismo las quemaduras de la piel de Ziel, no me lo pense dos veces, me quite la sudadera que llevaba y mientras que mantenia la atencion de Ziel en otra parte, se la puse por encima para evitar que siguiera quemandose la piel.
- Fraiah, estais bien?- pregunte mientras que miraba a los alrededores buscando a algun desertor que quedara demasiado cerca como para poder pegarle un tiro o cerca de ponerle una mano encima a alguno de los alli presentes.
Sin mas remedio que defenderme, saque las pistolas de las botas y me puse a disparar a todo desertor que se me pusiera en mi camino y con una punteria bastante certera, apuntando siempre a lugares del cuerpo vitales, y si conseguia apuntar a la cabeza, mejor que mejor.
Me baje del columpio y me puse a seguir a Ziel mientras que vigilaba el lugar donde estaban las dos chicas y seguia disparando. Quedaban ya pocos que quedaban fuera de mi alcance, y tampoco es que me importara en ese momento, ahora lo importante era recoger a todo el mundo y salir del parque, porque seguramente, antes incluso de atacarnos, los desertores habrian mandado a alguien en busca de refuerzos para que no salgamos de aqui con vida o nos capturen.
Guarde las pistolas de nuevo y fui a acercarme a Ziel que se habia caido al suelo, cuando me acerque, pude comprobar por mi mismo las quemaduras de la piel de Ziel, no me lo pense dos veces, me quite la sudadera que llevaba y mientras que mantenia la atencion de Ziel en otra parte, se la puse por encima para evitar que siguiera quemandose la piel.
- Fraiah, estais bien?- pregunte mientras que miraba a los alrededores buscando a algun desertor que quedara demasiado cerca como para poder pegarle un tiro o cerca de ponerle una mano encima a alguno de los alli presentes.
- Kai Olivier
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Re: Parque
Permanecía inmóvil, con la mirada perdida en algún extraño horizonte. Tenía entre las manos la pistola que Rangiku le había dado, pero no lograba reaccionar. Toda la escena anterior le había traído no sólo recuerdos, sino también miedos. Cada quien en el parque tenía sus demonios bien guardados, pero de vez en cuando solían escaparse del armario. Fraiah detestaba que eso ocurriera, ¿pero cómo evitarlo? Con la historia de su vida podría escribir un auténtico drama; una auténtica tragedia. ¿Cómo esperar que las secuelas nunca aparezcan? Uno puede ser fuerte, pero siempre hasta cierto punto. Hay un límite para todo, y al parecer este mediodía había sido el momento exacto de llegar al extremo. Sentía sus manos transpiradas alrededor del arma. Respiró suavemente y se perdió en sus pensamientos. Aunque sabía que los ojos de los presentes estaban fijos en ella, Fraiah no reaccionaba. Los recuerdos del primer día que pisó este pueblo, que ingresó a la Academia, cómo conoció a Kasha, Yuuki y Bella; Crash, Sebastian, los problemas con su familia, Nokku, ahora también Jack... Eran demasiadas cosas, y todas ellas confluían en la intregridad de su menudo cuerpo. Todas confluían en la especie rara y en extinción que era hoy día. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Qué hados lo dispusieron?
¿Por qué ella y no otra persona?
Pero cada cual lidiaba con lo suyo; cada cual debía sacar fuerzas incluso tras creer haberlas perdido por completo. Y, finalmente, la voz de Rangiku y su trastabillar la devolvieron a la realidad. Parpadeó un par de veces y levantó la mirada. Sorprendida, guardó el arma, sosteniéndola con sus jeans. Avanzó hacia Rangiku con preocupación y por primera vez se mostró amable. Le dedicó una mirada comprensiva y, poniendo una mano en su hombro, buscó que la cazadora la mirase.
- Oye, no estás bien. Siéntate un momento -la obligó, básicamente, a que hiciera lo que le pedía-. Toma -sacó una manzana de la bolsa y se la tendió. Las manzanas eran ricas en hierro, por lo que comer una la haría sentir mejor en poco tiempo. Si bien no se recompondría del todo, al menos recuperaría bastantes fuerzas. Por otro lado, miró su herida, y arrancando otro retazo de tela de su sudadera, se lo ató en el hombro, a pesar de que probablemente le doliera y le generara malestar, pero no podían dejar la herida al descubierto. Era mejor conseguir rápido algún médico para ella-. ¿Por qué no te comunicas con la Asociación? Llama a Yagari, a Zero... alguien. No puedes quedarte así, y no es conveniente para ti que vengas con nosotros ahora -aconsejó, casi determinándolo. ¿Qué harían si le ocurría algo? Estaba débil y herida, no podía defenderse adecuadamente y Fraiah era bastante inútil para esas cosas. Apenas podía defenderse ella misma siendo consciente de sus actos, porque las buenas cartas emergían de su manga cuando menos lo esperaba, y muy pocas veces coincidían con el momento en que las necesitaba. Además, lidiar con Ziel no era tarea sencilla. ¿Cómo haría ella y Kai para ocuparse de todo? Y Kai... probablemente no lograría convencerlo para que no los acompañe, por lo que optó por incluirlo en sus planes. Aunque ciertamente él podría encargarse de llevar a Rangiku hasta la Asociación y...
Sus pensamientos fueron interrumpidos una vez más. Los movimientos repentinos de Ziel llamaron su atención, pero algo andaba mal con él. Algo no cuadraba en su forma de mirar. Fraiah, instintivamente, se irguió y se puso delante de Rangiku. Temía que volviera a atacar, y si lo hacía, ella procuraría detenerlo esta vez, como fuese. Frunció el ceño y trató de comprenderlo, pero no lograba hallar la conexión entre su accionar y esa terrible mirada amenazante. Sin embargo, cuando se tambaleó y cayó hacia atrás, Fraiah se sobresaltó y emitió un pequeño chillido. Movió su cuerpo, lista para avanzar hacia él, pero sus gruñidos la espantaron. "¿Qué..?" No sabía qué pensar o qué hacer. ¿Por qué la observaba así? Las quemaduras sobre su piel no cicatrizaban y el sol de la tarde continuaba torturándolo. Era mejor huir de este parque, salir de aquí ahora mismo, con el día, para hallar un buen refugio en el bosque o los alrededores, al menos hasta que todo se apacigüe. ¿Pero cómo ir hacia alguna parte con la presente situación? Una cazadora herida y débil, un vampiro salvaje, sediento y peligroso. Fraiah miró a Kai, pero en ese momento los gruñidos surgieron otra vez. Ziel se había puesto de pie y por poco parecería que planeaba comerse a todos los presentes.
- ¿Qué haces, Ziel? ¡Ya basta! Te seguirás lastimando... -decía con ímpetu, no llegando a gritar pero sí elevando la voz. Aunque sabía que Ziel no la comprendería, ella arrojaba palabras al viento creyendo que así aliviaría la carga y la desesperación-. Ziel... -intentó acercarse, pero los fieros colmillos del neófito la obligaron a echarse hacia atrás. Otra vez, estaba petrificada ante esa imagen. ¿Y por qué? ¿por qué sentía que no podía mover ni un dedo? Sintió una corazonada, un palpitar diferente dentro de sí. Era similar a uno que sintió una vez, cuando estaba con Jack... Y ya lo había sentido con Nokku también. Era como una especie de instinto, de alarma interna: una alerta por parte del vampiro que dormía en su interior. ¿Qué era lo que aquel aspecto salvaje, animal, le transmitía para paralizarse así? Sin embargo, en cuanto el muchacho cayó al suelo, rendido, otra vez, Fraiah volvió a reaccionar. Si estaba herido, ahora lo estaba el doble. Su corazón comenzó a latir con ligereza, invadido por los nervios y la tensión del momento. Escuchó las palabras de Kai, y asintió. Sí, estaba bien. Lo estaba, ¿verdad? Y si no estaba segura de estarlo todavía, pronto se encargaría de las dudas al respecto. Después de todo, no tenía opción. Tenía que estar bien, intacta, con todas las luces encendidas. De lo contrario, Kai no podría lidiar con los tres, y serían presa para cazadores. Vio cómo Ziel comenzaba a menguar sus fuerzas, y entonces no dudó en acercarse esta vez. Pasara lo que pasara, estaría a su lado. Por más que él le arrancara un brazo en el intento, ella lo ayudaría.
Se acercó y se arrodilló a su lado. Sus párpados habían descendido pero no sabía si estaba inconsciente o simplemente descansando la vista ante el cansancio del cuerpo. Fraiah titubeó unos momentos pero acabó por voltearlo, ya sea con o contra su voluntad. Vio las heridas de su pecho y rostro y se horrorizó un poco. Eran terribles. ¿Con qué curarían eso? Sin embargo, al observarlo más, notó que los orificios de bala, que comenzaban a querer cicatrizar, continuaban algo abiertos. Miró más minuciosamente, y notó lo peor: las balas seguían allí.
- Demonios -siseó. Había que sacar las balas de su interior cuanto antes. Ella estaba dispuesta a hacerlo, y de hecho lo haría, pero necesitaba primero sacarlo del parque, un sitio tan al descubierto de los ojos de todos, y conseguir ciertos utensilios. Miró a Kai, nerviosa y algo alterada-. Kai, las balas; aún tiene las balas en su interior, por eso está así. Debemos irnos ya de aquí. Haremos lo siguiente: acompáñanos a Rangiku, a mí y a Ziel hasta el bosque. A partir de allí, seguiremos solas un tramo, mientras tú vas a buscar un botiquín de primeros auxilios. Lo consigues, y regresas -miró a Rangiku, apenada y algo dudosa de hacerle tal petición-. Lo siento, pero necesitaré tu ayuda. Sé que te encuentras mal y que me contradigo con lo que te dije antes pero... creo que no podré sola con él. Lo lamento -se disculpó, mientras bajaba la mirada y observaba a Ziel, apartando un mechón de cabello plateado de su rostro-. Curaré tu herida, Rangiku. Pero antes, debemos llegar a zona segura y procurar que Kai obtenga lo que necesitamos -suspiró y se llevó una mano a la frente, mordiéndose el labio inferior. Kai era el que mejor estaba y estaba segura de que lograría conseguir rápido lo que necesitaban-. Andando -se puso de pie y, con bastante esfuerzo, logró levantar el cuerpo de Ziel, pasando un brazo por encima de sus hombros. Sorprendiéndose de sí misma, parecía que la fuerza le ayudaba a pesar de todo. Tal vez mantenerse intacta en estos momentos límites fuera otra ventaja del vampirismo. Miró a Kai y le señaló a Rangiku con la barbilla, para que la ayudase a erguirse y, si era necesario, la cargase hasta el bosque-. No hay más tiempo que perder -determinó, y comenzó a dirigirse hacia allí, a pasos lentos pero certeros. En los alrededores, podían oírse murmullos en los arbustos. Sería mejor avanzar rápido y, de algún modo, desviar las pisadas y hacer que los desertores confundan el camino y pierdan su rastro. Le confiaba esas hazañas y destrezas a Kai, quien seguramente aprendió de Kasha, la experta en estas cuestiones.
¿Por qué ella y no otra persona?
Pero cada cual lidiaba con lo suyo; cada cual debía sacar fuerzas incluso tras creer haberlas perdido por completo. Y, finalmente, la voz de Rangiku y su trastabillar la devolvieron a la realidad. Parpadeó un par de veces y levantó la mirada. Sorprendida, guardó el arma, sosteniéndola con sus jeans. Avanzó hacia Rangiku con preocupación y por primera vez se mostró amable. Le dedicó una mirada comprensiva y, poniendo una mano en su hombro, buscó que la cazadora la mirase.
- Oye, no estás bien. Siéntate un momento -la obligó, básicamente, a que hiciera lo que le pedía-. Toma -sacó una manzana de la bolsa y se la tendió. Las manzanas eran ricas en hierro, por lo que comer una la haría sentir mejor en poco tiempo. Si bien no se recompondría del todo, al menos recuperaría bastantes fuerzas. Por otro lado, miró su herida, y arrancando otro retazo de tela de su sudadera, se lo ató en el hombro, a pesar de que probablemente le doliera y le generara malestar, pero no podían dejar la herida al descubierto. Era mejor conseguir rápido algún médico para ella-. ¿Por qué no te comunicas con la Asociación? Llama a Yagari, a Zero... alguien. No puedes quedarte así, y no es conveniente para ti que vengas con nosotros ahora -aconsejó, casi determinándolo. ¿Qué harían si le ocurría algo? Estaba débil y herida, no podía defenderse adecuadamente y Fraiah era bastante inútil para esas cosas. Apenas podía defenderse ella misma siendo consciente de sus actos, porque las buenas cartas emergían de su manga cuando menos lo esperaba, y muy pocas veces coincidían con el momento en que las necesitaba. Además, lidiar con Ziel no era tarea sencilla. ¿Cómo haría ella y Kai para ocuparse de todo? Y Kai... probablemente no lograría convencerlo para que no los acompañe, por lo que optó por incluirlo en sus planes. Aunque ciertamente él podría encargarse de llevar a Rangiku hasta la Asociación y...
Sus pensamientos fueron interrumpidos una vez más. Los movimientos repentinos de Ziel llamaron su atención, pero algo andaba mal con él. Algo no cuadraba en su forma de mirar. Fraiah, instintivamente, se irguió y se puso delante de Rangiku. Temía que volviera a atacar, y si lo hacía, ella procuraría detenerlo esta vez, como fuese. Frunció el ceño y trató de comprenderlo, pero no lograba hallar la conexión entre su accionar y esa terrible mirada amenazante. Sin embargo, cuando se tambaleó y cayó hacia atrás, Fraiah se sobresaltó y emitió un pequeño chillido. Movió su cuerpo, lista para avanzar hacia él, pero sus gruñidos la espantaron. "¿Qué..?" No sabía qué pensar o qué hacer. ¿Por qué la observaba así? Las quemaduras sobre su piel no cicatrizaban y el sol de la tarde continuaba torturándolo. Era mejor huir de este parque, salir de aquí ahora mismo, con el día, para hallar un buen refugio en el bosque o los alrededores, al menos hasta que todo se apacigüe. ¿Pero cómo ir hacia alguna parte con la presente situación? Una cazadora herida y débil, un vampiro salvaje, sediento y peligroso. Fraiah miró a Kai, pero en ese momento los gruñidos surgieron otra vez. Ziel se había puesto de pie y por poco parecería que planeaba comerse a todos los presentes.
- ¿Qué haces, Ziel? ¡Ya basta! Te seguirás lastimando... -decía con ímpetu, no llegando a gritar pero sí elevando la voz. Aunque sabía que Ziel no la comprendería, ella arrojaba palabras al viento creyendo que así aliviaría la carga y la desesperación-. Ziel... -intentó acercarse, pero los fieros colmillos del neófito la obligaron a echarse hacia atrás. Otra vez, estaba petrificada ante esa imagen. ¿Y por qué? ¿por qué sentía que no podía mover ni un dedo? Sintió una corazonada, un palpitar diferente dentro de sí. Era similar a uno que sintió una vez, cuando estaba con Jack... Y ya lo había sentido con Nokku también. Era como una especie de instinto, de alarma interna: una alerta por parte del vampiro que dormía en su interior. ¿Qué era lo que aquel aspecto salvaje, animal, le transmitía para paralizarse así? Sin embargo, en cuanto el muchacho cayó al suelo, rendido, otra vez, Fraiah volvió a reaccionar. Si estaba herido, ahora lo estaba el doble. Su corazón comenzó a latir con ligereza, invadido por los nervios y la tensión del momento. Escuchó las palabras de Kai, y asintió. Sí, estaba bien. Lo estaba, ¿verdad? Y si no estaba segura de estarlo todavía, pronto se encargaría de las dudas al respecto. Después de todo, no tenía opción. Tenía que estar bien, intacta, con todas las luces encendidas. De lo contrario, Kai no podría lidiar con los tres, y serían presa para cazadores. Vio cómo Ziel comenzaba a menguar sus fuerzas, y entonces no dudó en acercarse esta vez. Pasara lo que pasara, estaría a su lado. Por más que él le arrancara un brazo en el intento, ella lo ayudaría.
Se acercó y se arrodilló a su lado. Sus párpados habían descendido pero no sabía si estaba inconsciente o simplemente descansando la vista ante el cansancio del cuerpo. Fraiah titubeó unos momentos pero acabó por voltearlo, ya sea con o contra su voluntad. Vio las heridas de su pecho y rostro y se horrorizó un poco. Eran terribles. ¿Con qué curarían eso? Sin embargo, al observarlo más, notó que los orificios de bala, que comenzaban a querer cicatrizar, continuaban algo abiertos. Miró más minuciosamente, y notó lo peor: las balas seguían allí.
- Demonios -siseó. Había que sacar las balas de su interior cuanto antes. Ella estaba dispuesta a hacerlo, y de hecho lo haría, pero necesitaba primero sacarlo del parque, un sitio tan al descubierto de los ojos de todos, y conseguir ciertos utensilios. Miró a Kai, nerviosa y algo alterada-. Kai, las balas; aún tiene las balas en su interior, por eso está así. Debemos irnos ya de aquí. Haremos lo siguiente: acompáñanos a Rangiku, a mí y a Ziel hasta el bosque. A partir de allí, seguiremos solas un tramo, mientras tú vas a buscar un botiquín de primeros auxilios. Lo consigues, y regresas -miró a Rangiku, apenada y algo dudosa de hacerle tal petición-. Lo siento, pero necesitaré tu ayuda. Sé que te encuentras mal y que me contradigo con lo que te dije antes pero... creo que no podré sola con él. Lo lamento -se disculpó, mientras bajaba la mirada y observaba a Ziel, apartando un mechón de cabello plateado de su rostro-. Curaré tu herida, Rangiku. Pero antes, debemos llegar a zona segura y procurar que Kai obtenga lo que necesitamos -suspiró y se llevó una mano a la frente, mordiéndose el labio inferior. Kai era el que mejor estaba y estaba segura de que lograría conseguir rápido lo que necesitaban-. Andando -se puso de pie y, con bastante esfuerzo, logró levantar el cuerpo de Ziel, pasando un brazo por encima de sus hombros. Sorprendiéndose de sí misma, parecía que la fuerza le ayudaba a pesar de todo. Tal vez mantenerse intacta en estos momentos límites fuera otra ventaja del vampirismo. Miró a Kai y le señaló a Rangiku con la barbilla, para que la ayudase a erguirse y, si era necesario, la cargase hasta el bosque-. No hay más tiempo que perder -determinó, y comenzó a dirigirse hacia allí, a pasos lentos pero certeros. En los alrededores, podían oírse murmullos en los arbustos. Sería mejor avanzar rápido y, de algún modo, desviar las pisadas y hacer que los desertores confundan el camino y pierdan su rastro. Le confiaba esas hazañas y destrezas a Kai, quien seguramente aprendió de Kasha, la experta en estas cuestiones.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Parque
El atardecer se habia terminado y ahora le tocaba reinar a la oscuridad y con ella sus criaturas las cuales mostraban tener mas activdad bajo la luz de la luna, un objetivo?, ver, espiar e intervenir en caso necesario si las cosas se ponian complicadas, con cierto pesar en el corazon corria por las calles, incluso dando saltos para evitar chocar con obstaculos cada vez acercandome al destino.
El parque, el lugar mas bonito del dia con niños jugqndo de dia y familias disfrutando de reuniones, pero en la noche este parecia ser incluso mas tetrico que un cementerio, con neblina gracias al pequeño lago que poseia y los arboles viejos que ayudaban en ese aspecto horrorso, -en verdad tenia razon, aunque llevo varios años afuera esto no cambia....a saber cuantos level-e han matado a sus presas por aqui-, llegue a pensar en voz alta mientras comenzaba a bajar la velocidad poco a poco.
Ahora me encontraba en el centro del parque, y todavia no habia rastro de mi reciente "amiga" tsuki, respirando de forma agitada trataba de recuperar el aliento mietras hechaba un vistazo a los alrededores, -supongo que gane tiempo por tomar todos los atajos que conocia ademas de conocer mejor el pueblo.....pero ella nk deberia tardar nada en llegar...-, comenzaba a pensar entre profundas bocanadas de aire que me ayudaban a estabilizar mi respiracion.
*no hay duda si quiero tener ventaja tendre que usar mi vision...asi podre ver puntos ciegos....n caso de emergencia tendre que usar el ultimo recurso para congelarles del miedo....aqui vamos*, tras pensar el plan solo me concentre en cerrar los ojos para volver a abrirles y ver todo de una manera diferente,ahora podia ver mejor en esa oscuridad e incluso podia ver los ahora debiles rastros de las familias que habian pasado durante el dia, -muy bien..con esto deberia de ser dapaz de seguir la pista a auien sea...pero si encuentro a sus posibles presas primero podria hacer algo al respecto no?-, esa y muchas mas preguntas me invadian, que se supone que tendria que hacer?, no hacer nada y reportarlo?, no, jamas podria hacer eso, sin dduda ayudaria si fuera necesario, por el momento solo me remontaba a esconder mi olor con los arbustos y demas hierbas que habia por el parque, pues el pasar inadvertida era lo mas simple.
El parque, el lugar mas bonito del dia con niños jugqndo de dia y familias disfrutando de reuniones, pero en la noche este parecia ser incluso mas tetrico que un cementerio, con neblina gracias al pequeño lago que poseia y los arboles viejos que ayudaban en ese aspecto horrorso, -en verdad tenia razon, aunque llevo varios años afuera esto no cambia....a saber cuantos level-e han matado a sus presas por aqui-, llegue a pensar en voz alta mientras comenzaba a bajar la velocidad poco a poco.
Ahora me encontraba en el centro del parque, y todavia no habia rastro de mi reciente "amiga" tsuki, respirando de forma agitada trataba de recuperar el aliento mietras hechaba un vistazo a los alrededores, -supongo que gane tiempo por tomar todos los atajos que conocia ademas de conocer mejor el pueblo.....pero ella nk deberia tardar nada en llegar...-, comenzaba a pensar entre profundas bocanadas de aire que me ayudaban a estabilizar mi respiracion.
*no hay duda si quiero tener ventaja tendre que usar mi vision...asi podre ver puntos ciegos....n caso de emergencia tendre que usar el ultimo recurso para congelarles del miedo....aqui vamos*, tras pensar el plan solo me concentre en cerrar los ojos para volver a abrirles y ver todo de una manera diferente,ahora podia ver mejor en esa oscuridad e incluso podia ver los ahora debiles rastros de las familias que habian pasado durante el dia, -muy bien..con esto deberia de ser dapaz de seguir la pista a auien sea...pero si encuentro a sus posibles presas primero podria hacer algo al respecto no?-, esa y muchas mas preguntas me invadian, que se supone que tendria que hacer?, no hacer nada y reportarlo?, no, jamas podria hacer eso, sin dduda ayudaria si fuera necesario, por el momento solo me remontaba a esconder mi olor con los arbustos y demas hierbas que habia por el parque, pues el pasar inadvertida era lo mas simple.
- Agatha Blutkreislauf
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Re: Parque
La emoción, y la adrenalina se habían apoderado de mi para cuando me adentré en el bosque, respiraba agitadamente, con una desesperación en mis movimientos que desconocía en mí... ¿A caso esto lo provocaba la abstinencia a la sangre real? o a caso... ¿Este era mi verdadero ser? Al estar lejos de casa, en tantos viajes, me había dedicado a vagar e ir de fiesta en fiesta... aunque realmente no me había tomado el tiempo de conocerme a fondo, quizá por el miedo de verme a mi misma transformada en un monstruo más.
La coloración de mis ojos ya había cambiado, me encontraba en modo de ataque; El bosque tenía esa aura tétrica que muy pocos disfrutamos, grandiosos árboles matizaban el paisaje lleno de neblina, inundando todo el lugar con un olor a humedad y fango. Me encontraba alerta ante cualquier señal de actividad, podía sentirlos cerca, olerlos muy cerca...
-¡No se escondan engendros! ¡Vengo a ponerle fin a su sufrimiento!
Entonces, oí una rama quebrarse, esa era mi señal, me volví rápidamente en dirección al sonido y corrí hacia el punto más dentro del bosque. Mis piernas respondían de una forma sorprendente, como un animal salvaje al ataque; corrí mostrando los colmillos, deseosos de desgarrar la piel de un level-e, de saciar mi sed que quemaba desde lo más profundo de mí.
Ahí mismo, sin darse cuenta, una de esas escorias se encontraba recargado en un árbol, no supo de donde había salido, no tuvo oportunidad de huir o defenderse. Me abalancé sobre él, sujetándolo con fuerza, quebrando los huesos de sus brazos sin problema alguno, sujeté su cabeza para hacerla a un lado... y clavé mis colmillos...
[aahh... esto... se siente tan... bien... no es lo mejor que he probado, pero es mucho mejor que aquellas pastillas que me habían proporcionado en la academia] *Succiona*
Mi respiración seguía agitada, me encontraba en una especie de éxtasis, un trance que estaba lleno de... placer, satisfacción...
[en mejor momento no pudiste aparecer bestia... tu sangre ha cumplido su propósito].
Bebí cada gota del oro rojo hasta saciarme y regocijarme, soltando un cadáver en la fría tierra, en medio de una oscuridad tan cómoda que tranquilizaba mi ser... me quedé inmóvil al terminar mi cena, con los ojos ojos violeta observando la escasa luz de luna que lograba colarse de entre las hojas de los gloriosos árboles.
-¡Luna... sonríe para mí!
[Esto era lo que necesitaba en estos momentos de angustia y estrés... una dosis de vida]. Cerrando los ojos y con mi mano derecha rodeando mi relicario me quedé en mi lugar, sin moverme y con un cadáver a mis pies, tranquilizando mi respiración y tratando de recuperar la cordura lentamente.
La coloración de mis ojos ya había cambiado, me encontraba en modo de ataque; El bosque tenía esa aura tétrica que muy pocos disfrutamos, grandiosos árboles matizaban el paisaje lleno de neblina, inundando todo el lugar con un olor a humedad y fango. Me encontraba alerta ante cualquier señal de actividad, podía sentirlos cerca, olerlos muy cerca...
-¡No se escondan engendros! ¡Vengo a ponerle fin a su sufrimiento!
Entonces, oí una rama quebrarse, esa era mi señal, me volví rápidamente en dirección al sonido y corrí hacia el punto más dentro del bosque. Mis piernas respondían de una forma sorprendente, como un animal salvaje al ataque; corrí mostrando los colmillos, deseosos de desgarrar la piel de un level-e, de saciar mi sed que quemaba desde lo más profundo de mí.
Ahí mismo, sin darse cuenta, una de esas escorias se encontraba recargado en un árbol, no supo de donde había salido, no tuvo oportunidad de huir o defenderse. Me abalancé sobre él, sujetándolo con fuerza, quebrando los huesos de sus brazos sin problema alguno, sujeté su cabeza para hacerla a un lado... y clavé mis colmillos...
[aahh... esto... se siente tan... bien... no es lo mejor que he probado, pero es mucho mejor que aquellas pastillas que me habían proporcionado en la academia] *Succiona*
Mi respiración seguía agitada, me encontraba en una especie de éxtasis, un trance que estaba lleno de... placer, satisfacción...
[en mejor momento no pudiste aparecer bestia... tu sangre ha cumplido su propósito].
Bebí cada gota del oro rojo hasta saciarme y regocijarme, soltando un cadáver en la fría tierra, en medio de una oscuridad tan cómoda que tranquilizaba mi ser... me quedé inmóvil al terminar mi cena, con los ojos ojos violeta observando la escasa luz de luna que lograba colarse de entre las hojas de los gloriosos árboles.
-¡Luna... sonríe para mí!
[Esto era lo que necesitaba en estos momentos de angustia y estrés... una dosis de vida]. Cerrando los ojos y con mi mano derecha rodeando mi relicario me quedé en mi lugar, sin moverme y con un cadáver a mis pies, tranquilizando mi respiración y tratando de recuperar la cordura lentamente.
- Tsuki Shimizu
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Re: Parque
Esconderme habia sido una buena idea y justamente mi tiempo habia sido excelente, pues en cuestion de segundos tsuki habia aparecido de forma veloz y casi sanguinaria, se notaba que estaba desesperada por sangre pues sus gritos tenian cierto tono de desesperacion no tuve que esperar mucho para ver como es que atacaba a su presa la cual fue menos que un aperitivo, estuve a nada de meter mis manos pero segundos despues pude ver como es que la victima de la pura sanfre se desvanecia con el viento.
*un level-e....si todos los sangre pura hicieran eso...el mundo seria un lugar mejor*, pensaba todavia sin moverme en lo mas minimo si queria pasar desapercibida no tenia que hacer el mas minimo ruido o movimiento, era gracioso ver que su eesesperacion por sangre le empujaba a beber de la clase mas baja de los suyos, aunque estaba segura que nunca entenderia ese tipo de desesperacion, asi solo estaba ahi, recostada sobre el piso cubierta por un frondoso arbusto logrando ver incluso movimientos en los alrededores, algunos insectos y mas pero estaba mas centrada en los movimientos de tsuki.
*un level-e....si todos los sangre pura hicieran eso...el mundo seria un lugar mejor*, pensaba todavia sin moverme en lo mas minimo si queria pasar desapercibida no tenia que hacer el mas minimo ruido o movimiento, era gracioso ver que su eesesperacion por sangre le empujaba a beber de la clase mas baja de los suyos, aunque estaba segura que nunca entenderia ese tipo de desesperacion, asi solo estaba ahi, recostada sobre el piso cubierta por un frondoso arbusto logrando ver incluso movimientos en los alrededores, algunos insectos y mas pero estaba mas centrada en los movimientos de tsuki.
- Agatha Blutkreislauf
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Re: Parque
Al recuperar mis sentidos, logré re-ordenar mi cabeza, todo volvía a su normalidad. Menos mal había recargado fuerzas, al mismo tiempo que había eliminado una amenaza para los humanos.
Ya era algo tarde y aún debía asistir a clases, así que trepé un árbol hasta la copa para poder ver en que dirección debía ir para llegar a la academia. La noche se veía tan tranquila, tan única y la hermosa luz de luna adornaba magníficamente todo lo que tocaba.
Con un salto bajé del árbol y comencé a andar apresuradamente hacia mi destino, no quería llegar tarde y escuchar sermones. [Qué habrá pasado con mi nueva amiga?... seguramente la veré en la academia después...]- pensaba mientras iba dejando el parque atrás...
Ya era algo tarde y aún debía asistir a clases, así que trepé un árbol hasta la copa para poder ver en que dirección debía ir para llegar a la academia. La noche se veía tan tranquila, tan única y la hermosa luz de luna adornaba magníficamente todo lo que tocaba.
Con un salto bajé del árbol y comencé a andar apresuradamente hacia mi destino, no quería llegar tarde y escuchar sermones. [Qué habrá pasado con mi nueva amiga?... seguramente la veré en la academia después...]- pensaba mientras iba dejando el parque atrás...
- Tsuki Shimizu
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Re: Parque
Hacía ya tanto tiempo que había desaparecido, podían parecer meses, o incluso años, pero la desaparición, aunque fuera temporal, era necesaria, había demasiados asuntos que arreglar fuera. Echaba de menos la zona, sí, y aunque fuera fatídico, todo aquello que conllevaba, toda la gente con la que tuve relación, que conocí. No sabía tampoco el estado de la Asociación de Cazadores de la que he formado parte, tocará indagar y esperar que no ha habido demasiado daño. Pero como siempre, una cosa es esperar que ocurran las cosas, y otra cosa es lo que realmente pase. Tendré que ponerme a día de como está la situación.
Exhalo una bocanada de aire y me siento en un banco cercano, quizás le estaba dando demasiadas vueltas a la cabeza a todo, quizás simplemente me venga bien descansar unos días sin reflexionar demasiado, y las cosas irán viniendo poco a poco.
Exhalo una bocanada de aire y me siento en un banco cercano, quizás le estaba dando demasiadas vueltas a la cabeza a todo, quizás simplemente me venga bien descansar unos días sin reflexionar demasiado, y las cosas irán viniendo poco a poco.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Parque
Aburrida. La pequeña Chie estaba mortalmente aburrida desde hacía un tiempo, parecía que todo el mundo estaba ocupado con otros asuntos y nadie quería pasar un buen rato jugando con ella. Lástima...Seguro que era mejor que cualquiera de esos estúpidos cazadores que estaban ahora metidos en todo ¿quién les había dicho que ocuparan el protagonismo que les correspondía a ella y a sus hermanos? Vale que padre ya no estaba ahí para ayudarles, cosa que cuando pensaba, le hacía sentirse extraña ¿sería eso a lo que llamaban tristeza? Pero seguía siendo la misma. Deseosa de divertirse. Deseosa de ver correr la sangre por las calles de aquel estúpido pueblo. Hacía demasiado tiempo que no manchaba sus manos, eso no podía seguir así. Ya que la asociación no parecía ya prestarle mucha atención, era el momento de pasar a los humanos, no eran tan divertidos, no plantaban cara, lo cual hacía el juego más corto y un tanto repetitivo, con sus lloriqueos y súplicas...Le daba pereza hasta pensarlo. Pero algo es algo. Puso una mueca de disgusto y se encaminó hacia el parque.
Los niños correteaban a su alrededor, pero siempre manteniendose alejados, su instinto parecía indicar que había algo que no estaba bien en esa niña de cabellos azulados y expresión distante. Eso no le gustaba nada, así iba a ser complicado conseguir una presa a la que atemorizar. Suspiró y comenzó a andar por allí, buscando algo que captara su atención.
Y entonces lo olió. Chie sabía identifcar fácilmente a los cazadores, en su esencia había un ligero olor a pólvora y a algo desagradable. Arrugó la nariz mientras buscaba con la mirada, le localizó en un banco y caminó hasta allí, con aire distraido y fingiendo estar confundida.
-Disculpe, señor, creo que me he perdido. -murmuró una vez se encontró frente a él.
Los niños correteaban a su alrededor, pero siempre manteniendose alejados, su instinto parecía indicar que había algo que no estaba bien en esa niña de cabellos azulados y expresión distante. Eso no le gustaba nada, así iba a ser complicado conseguir una presa a la que atemorizar. Suspiró y comenzó a andar por allí, buscando algo que captara su atención.
Y entonces lo olió. Chie sabía identifcar fácilmente a los cazadores, en su esencia había un ligero olor a pólvora y a algo desagradable. Arrugó la nariz mientras buscaba con la mirada, le localizó en un banco y caminó hasta allí, con aire distraido y fingiendo estar confundida.
-Disculpe, señor, creo que me he perdido. -murmuró una vez se encontró frente a él.
- Chie
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Re: Parque
Los pensamientos fueron interrumpidos por la voz de una chiquilla que apenas acababa de aparecer en frente mía. Decía que se había perdido.
- Todos nos perdemos a veces, hacía tiempo que no aparecía por aquí. - Murmura, y tras ello, con un tono más animado, pregunta - ¿A dónde quieres llegar?
Era una chica más bien misteriosa, parecía que había algo que no cuadraba, desde luego, no era una chica del montón, y por aquellos parajes eso no siempre quería decir algo bueno. Daba igual, era un soplo de aire fresco a aquel aburrido día en el que tenía que hacer un montón de cosas que no le apetecían.
- Todos nos perdemos a veces, hacía tiempo que no aparecía por aquí. - Murmura, y tras ello, con un tono más animado, pregunta - ¿A dónde quieres llegar?
Era una chica más bien misteriosa, parecía que había algo que no cuadraba, desde luego, no era una chica del montón, y por aquellos parajes eso no siempre quería decir algo bueno. Daba igual, era un soplo de aire fresco a aquel aburrido día en el que tenía que hacer un montón de cosas que no le apetecían.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Parque
Ladeó la cabeza, como si estuviera extrañada, al escuchar lo primero que dijo. A Chie se le daba muy bien el hacerse la niña inocente y extraviada, había perfecionado ese arte a lo largo de los años y cada vez resultaba más convincente, de todos sus hermanos, era la que peor mostraba emociones, la actuación nunca había sido lo suyo, parecía que desde su creación, la única emoción que le salía sola era la ira, cosa que no era muy dificil provocarle.
Parecía haber engañado al cazador, lo que hizo que reprimiera una sonrisita divertida, en ese momento no era lo más adecuado. Tenía la sensación de que las cosas podían adquirir un matiz interesante si todo iba como ella tenía en mente, aunque, si no se daba cuenta pronto, ella tendría que darle un empujoncito, las actuación no era lo divertido del asunto, ella buscaba pelea, no amabilidad. En numerosas ocasiones había visto a los vampiros comunes cazar sin más, cosa a la que ella no le veía demasiado sentido, con lo divertido que era jugar con sus presas.
-A casa -respondió mirando al suelo, haciendo un amago de puchero- Es por ahí -dijo señalando una de las calles cercanas al parque- O....por ahí, no lo recuerdo, vine yo sola aunque me dijeron que no lo hiciera y y-y-ya no se volver.
Parecía haber engañado al cazador, lo que hizo que reprimiera una sonrisita divertida, en ese momento no era lo más adecuado. Tenía la sensación de que las cosas podían adquirir un matiz interesante si todo iba como ella tenía en mente, aunque, si no se daba cuenta pronto, ella tendría que darle un empujoncito, las actuación no era lo divertido del asunto, ella buscaba pelea, no amabilidad. En numerosas ocasiones había visto a los vampiros comunes cazar sin más, cosa a la que ella no le veía demasiado sentido, con lo divertido que era jugar con sus presas.
-A casa -respondió mirando al suelo, haciendo un amago de puchero- Es por ahí -dijo señalando una de las calles cercanas al parque- O....por ahí, no lo recuerdo, vine yo sola aunque me dijeron que no lo hiciera y y-y-ya no se volver.
- Chie
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Re: Parque
La chica mencionaba que quería volver a casa, que era la primera vez que salía sola pese a que se lo prohibieron y no sabía volver, se había perdido totalmente. Curioso, cuanto menos. Era bien sabido que había diversas mafias que se aprovechaban de niños para atraer a sus presas y luego raptarlos, pero eso quizás habría sido demasiado light para el pueblo en el que se encontraban. No, si ahí efectivamente alguien venía buscando las cosquillas, era para cosas mucho peores, cosas que le daban trabajo como miembro de la Asociación de Cazadores.
Aún así, a Tetsuya le apetecía jugar ese día, hacía mucho que no se exponía a riesgo y sabía que si perecía, su muerte no sería en vano, pues seguramente se hubiera divertido mucho en un hobby que llevaba demasiado que practicar, el arte del engaño y de ver quien es el cazador y quien es la presa.
Tetsuya, divertido por su argumento, emite una carcajada. - ¿Acaso no sabes ni llegar a tu casa? ¿Y cómo pretendes que te ayude, pequeña?. - Un toque misterioso no venía nada mal en la conversación, pero desde luego Tetsuya no quería tampoco que aquella niña se alarmase, y en el fondo no sabía con certeza si efectivamente era vampiro o no. Simplemente una impresión, un aura especial en aquella niña se lo hacía notar, una especie de sexto sentido que algunos de sus veteranos compañeros cazadores también tenían. Tampoco, si lo fuera, tenía pinta de ser una vampiresa ordinaria, eso quizás lo hacía todo más interesante, y peligroso...
Intentando indagar más sobre quien era, para ver si podía tener alguna pista, Tetsuya le pregunta:
- Y bien, por si algún casual conociera a tu familia, ¿Sabes quiénes son? ¿A qué se dedican? ¿Cómo es tu casa?
Tetsuya sabía que en cuanto se moviese por callejones oscuros, en caso de no tener claro si estaba en peligro, estaría en una clara desventaja, y le tenía demasiado aprecio a su cuello para regalarlo tan fácilmente, si de verdad esa niña representaba un peligro, iba a tener que hacer algo más que eso para conseguirlo.
Aún así, a Tetsuya le apetecía jugar ese día, hacía mucho que no se exponía a riesgo y sabía que si perecía, su muerte no sería en vano, pues seguramente se hubiera divertido mucho en un hobby que llevaba demasiado que practicar, el arte del engaño y de ver quien es el cazador y quien es la presa.
Tetsuya, divertido por su argumento, emite una carcajada. - ¿Acaso no sabes ni llegar a tu casa? ¿Y cómo pretendes que te ayude, pequeña?. - Un toque misterioso no venía nada mal en la conversación, pero desde luego Tetsuya no quería tampoco que aquella niña se alarmase, y en el fondo no sabía con certeza si efectivamente era vampiro o no. Simplemente una impresión, un aura especial en aquella niña se lo hacía notar, una especie de sexto sentido que algunos de sus veteranos compañeros cazadores también tenían. Tampoco, si lo fuera, tenía pinta de ser una vampiresa ordinaria, eso quizás lo hacía todo más interesante, y peligroso...
Intentando indagar más sobre quien era, para ver si podía tener alguna pista, Tetsuya le pregunta:
- Y bien, por si algún casual conociera a tu familia, ¿Sabes quiénes son? ¿A qué se dedican? ¿Cómo es tu casa?
Tetsuya sabía que en cuanto se moviese por callejones oscuros, en caso de no tener claro si estaba en peligro, estaría en una clara desventaja, y le tenía demasiado aprecio a su cuello para regalarlo tan fácilmente, si de verdad esa niña representaba un peligro, iba a tener que hacer algo más que eso para conseguirlo.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Parque
¿Se estaba riendo de ella? Contuvo las ganas de fulminarle con la mirada, nadie se reía de Chie, aunque estuviera fingiendo ser una niña torpe y tonta. Se encogió de hombros y bajó la cabeza, mirando al suelo mientras juntaba las manos tras la espalda.
-Pensé que a lo mejor usted podría ayudarme, parece listo.
Las preguntas que formuló a continuación dejaron a Chie algo desconcertada, aunque no se mostrara en el exterior. No esperaba que formulara más preguntas, pensó que simplemente la acompañaría a donde quiera que fuera, después de todo, es lo normal. Pero aunque la hubiera pillado un poco desprevenida no iba a dejar que aquello le impidiera realizar su cometido.
-Claro, Señor Papá y Señora Mamá -respondió como si aquello fuera lo más normal del mundo- Y Papá es médico, Mamá trabaja sentada con un ordenador en un edificio de la ciudad -trataba de hablar como una niña, pero se sentía bastante estúpida diciendo ese tipo de cosas ¿cómo una mente podía ser tan...simple? No soportaba a los críos- Mi casa es bonita.
No era buena idea quedarse allí más tiempo, podría empezar a sospechar y las cosas se terminarían estropeando. Chie no quería que eso pasara, así que empezó a andar - Venga, Mamá me regañará si llego muy tarde...-hizo un puchero.
-Pensé que a lo mejor usted podría ayudarme, parece listo.
Las preguntas que formuló a continuación dejaron a Chie algo desconcertada, aunque no se mostrara en el exterior. No esperaba que formulara más preguntas, pensó que simplemente la acompañaría a donde quiera que fuera, después de todo, es lo normal. Pero aunque la hubiera pillado un poco desprevenida no iba a dejar que aquello le impidiera realizar su cometido.
-Claro, Señor Papá y Señora Mamá -respondió como si aquello fuera lo más normal del mundo- Y Papá es médico, Mamá trabaja sentada con un ordenador en un edificio de la ciudad -trataba de hablar como una niña, pero se sentía bastante estúpida diciendo ese tipo de cosas ¿cómo una mente podía ser tan...simple? No soportaba a los críos- Mi casa es bonita.
No era buena idea quedarse allí más tiempo, podría empezar a sospechar y las cosas se terminarían estropeando. Chie no quería que eso pasara, así que empezó a andar - Venga, Mamá me regañará si llego muy tarde...-hizo un puchero.
- Chie
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Re: Parque
Parecía que Tetsuya ya había pillado las incongruencias que la pequeña Chie le estaba contando, lo cual hace que dibuje en su cara una pequeña sonrisa.
- Te veo muy convencida de a dónde quieres ir para haberte perdido, ¿Acaso te acuerdas ya de dónde vives?. Y a todo esto, ni siquiera sé tu nombre. - Acto seguido, Tetsuya se levanta, nada bueno iba a salir de quedarse todo el rato tirando en el banco de un parque.
- ¿Y bueno, en qué zona de la ciudad vives? ¿Hay muchos edificios, mucho campo o acaso está muy oscuro? - Acto seguido, se guarda la mano derecha en el bolsillo, en caso de emergencia, Tetsuya tenía lo necesario para poder reaccionar a un ataque, ya sea de la niña o de cualquier otro ser que intentase atacarles, en el fondo, ¿Qué tipo de cazador sería si no lo llevase?
- Por cierto pequeña, no deberías confiar en desconocidos, al igual que te puede tocar una buena persona como yo, puedes encontrarte con gente mala que te de caramelos para raptarte y llevarte. Quizás deberías haber ido a hablar con uno de esos señores uniformados de la policía, tus padres deberían habértelo dicho... - Tetsuya se encoge de los hombros, tras todas las cosas que había dicho, posiblemente hubiera puesto nervioso a la chica y pretendía relajar la tensión un poco, al fin y al cabo, un movimiento en falso y se acabó. Se trata de ver quien lleva el juego, y a Tetsuya no le gustaba nada perder.
- Te veo muy convencida de a dónde quieres ir para haberte perdido, ¿Acaso te acuerdas ya de dónde vives?. Y a todo esto, ni siquiera sé tu nombre. - Acto seguido, Tetsuya se levanta, nada bueno iba a salir de quedarse todo el rato tirando en el banco de un parque.
- ¿Y bueno, en qué zona de la ciudad vives? ¿Hay muchos edificios, mucho campo o acaso está muy oscuro? - Acto seguido, se guarda la mano derecha en el bolsillo, en caso de emergencia, Tetsuya tenía lo necesario para poder reaccionar a un ataque, ya sea de la niña o de cualquier otro ser que intentase atacarles, en el fondo, ¿Qué tipo de cazador sería si no lo llevase?
- Por cierto pequeña, no deberías confiar en desconocidos, al igual que te puede tocar una buena persona como yo, puedes encontrarte con gente mala que te de caramelos para raptarte y llevarte. Quizás deberías haber ido a hablar con uno de esos señores uniformados de la policía, tus padres deberían habértelo dicho... - Tetsuya se encoge de los hombros, tras todas las cosas que había dicho, posiblemente hubiera puesto nervioso a la chica y pretendía relajar la tensión un poco, al fin y al cabo, un movimiento en falso y se acabó. Se trata de ver quien lleva el juego, y a Tetsuya no le gustaba nada perder.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Parque
No iba a decir su nombre. Cualquier cazador medianamente informado conocería su identidad y en un abrir y cerrar de ojos tendría una pistola en la frente -cosa que no les serviría de mucho tampoco, pero a Chie le gustaba hacerles creer que tenían algo que hacer contra ella- la pequeña apreciaba su vida más que nunca, después de la muerte de Padre, era consciente de que tenía que cuidar mucho aquel preciado regalo que le había hecho transformándola en lo que era actualmente, no iba a dejar que le arrebataran la existencia.
-No lo sé aún -respondió negando con la cabeza- Se que no está aquí, así que para encontrarlo hay que moverse -finalizó la frase con una sonrisa divertida- Tú tampoco me has dicho el tuyo.
Vio como el cazador se llevaba la mano al bolsillo, momento que Chie aprovechó para girarse y seguir caminando, ahora que le daba la espalda, no pudo evitar que sus labios se curvaran, comenzaba a sospechar, así que tendría que moverse rápido y apartarse del gentío antes de que reaccionara.
-¡Muuuuuuchos edificios! -respondió gesticulando con los brazos. Mientras él le soltaba la charla de no hablar con desconocidos, la peliazul se puso manos a la obra, creo varias ilusiones en los tejados, tres nivel E les observaban desde la lejanía. ¡Qué empiece el espectáculo!
Se detuvo de golpe y transformó su expresión alegre en una asustada, se giró para mirarle, con sus oscuros ojos violaceos reflejando miedo.
-Señor, he visto un monstruo ahí arriba -apuntó con su pequeña y pálida mano hacia el tejado, donde la ilusión, prácticamente imposible de detectar como tal, les observaba con unos brillantes ojos carmesí.
-No lo sé aún -respondió negando con la cabeza- Se que no está aquí, así que para encontrarlo hay que moverse -finalizó la frase con una sonrisa divertida- Tú tampoco me has dicho el tuyo.
Vio como el cazador se llevaba la mano al bolsillo, momento que Chie aprovechó para girarse y seguir caminando, ahora que le daba la espalda, no pudo evitar que sus labios se curvaran, comenzaba a sospechar, así que tendría que moverse rápido y apartarse del gentío antes de que reaccionara.
-¡Muuuuuuchos edificios! -respondió gesticulando con los brazos. Mientras él le soltaba la charla de no hablar con desconocidos, la peliazul se puso manos a la obra, creo varias ilusiones en los tejados, tres nivel E les observaban desde la lejanía. ¡Qué empiece el espectáculo!
Se detuvo de golpe y transformó su expresión alegre en una asustada, se giró para mirarle, con sus oscuros ojos violaceos reflejando miedo.
-Señor, he visto un monstruo ahí arriba -apuntó con su pequeña y pálida mano hacia el tejado, donde la ilusión, prácticamente imposible de detectar como tal, les observaba con unos brillantes ojos carmesí.
- Chie
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