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Establos
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Establos
Recuerdo del primer mensaje :
Aqui están los establos, en ellos está la yegua de Zero, Lilly Blanca.
Aqui están los establos, en ellos está la yegua de Zero, Lilly Blanca.
- Kaien Cross
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450
Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Establos
El inquietante rojo de sus iris seguía clavado en la silueta de la joven Maria. Aquel precioso pelo plateado, aquella ambigua y dulce sonrisa que curvaba delicadamente sus labios... Y, sobre todo, aquella mirada que tanto ocultaba. Era la viva imagen de Shizuka sin lugar a dudas. Yuuko tan solo había podido ver a la famosa Pura Sangre en contadísimas ocasiones, y no precisamente las mejores para la desventurada Princesa. ''El peso que cargan aquellos que nacen con la maldición de ser un Pura Sangre... Qué irónico es que tantos deseen estar en su lugar, cuando muchos de los que poseen ese estatus darían lo que fuera por verse libres de ese yugo.'' La mirada de Yuuko viajó durante unos eternos segundos por la pared que se hallaba delante suya. Su mente se había perdido momentáneamente en aquellos recuerdos que nadie conocía, en aquellas extrañas reflexiones que nadie conseguía comprender. Había visto tanto, había vivido tanto... y aun no comprendía cómo funcionaba aquello a lo que llamaban felicidad.
Sin embargo, aquel momento tan solo duró un instante. Era normal verla pensativa, pues constantemente se le venían imágenes del incierto futuro a la cabeza, pero resultaba extraño verla nostálgica. Nuevamente, la vampiresa volvió sus pupilas hacia la joven de cabellos plateados, sonriendo ampliamente cuando esta le devolvió el saludo de tan buena manera. Tal y como era de esperarse de ella, ¿no es así? Tan calmada y elegante, hasta en aquella situación... Podía observar en sus ojos la sed de sangre que corroía la garganta de la joven, sed que parecía hacerse más intensa a medida que la humana avanzaba hacia ellas.- Absolutamente incomparable...- Musitó, pasando un dedo de forma delicada por su labio inferior, el cual se hallaba curvado en una sonrisa que dejaba a la vista sus afilados colmillos. A ella también la alteraba el olor de aquella inocente muchacha. Tanto tiempo a base de aquellas insípidas pastillas de sangre, tanto tiempo sin probar aquel cálido elixir directamente de su contenedor... Pero aquello era el pasado. La vampiresa dejó caer los párpados delicadamente, cerrando los ojos con una expresión feliz y calmada. A pesar del terrible deseo, su autocontrol era excelente; además, no podía permitirse el meter la pata ahora.
No podía ponerse en el punto de mira del Consejo justo ahora.
Abrió de nuevo los ojos al poco, observando a aquella humana. No era la más indicado para decir aquello de otra persona, pero era francamente extraña. ¿Pelo de... unicornio? Sí, un tanto extraña... Y tan, tan, tan...- ¡Aaaah~! -Exclamó, pasando ágilmente por encima del alféizar de la ventana a pesar de su ajustado vestido. Saltarina y despreocupada, completamente contraria a la actitud pensativa de antes, se dirigió hacia aquella chica y sujetó su rostro entre ambas manos.- ¡Pero qué mona~!- Dijo, aparentemente encantada con la presencia de aquella inocente muchacha. Le dirigió una mirada penetrante, como si ella pudiese leer su mente. Sus rojos ojos navegaron en los suyos durante unos segundos. ¿Se asustaría aquella chica de ella? Quizás sería lo mejor para su corta existencia. Salir corriendo de allí y no mirar hacia atrás, no volver a mirar a aquellos dos crueles seres con los que se había encontrado. Sonriendo dulcemente, se separó de ella y apoyó la espalda en la pared. Su sonrisa se ensanchó al escuchar a uno de los caballos completamente asustado; le estaba comenzando a extrañar que tardasen en notar la presencia de dos depredadores cerca. La mujer pasó el peso de su cuerpo de un pie a otro, sin dejar de sonreírle a aquella inocente criatura, dirigiéndole algunas miradas perspicaces a Maria de vez en cuando.
Aquella situación no parecía tener sentido en sí misma, pero si se había tomado la molestia de ir hasta la Academia Cross en aquellos endiablados tacones, por algo sería. Se agachó junto a María, fijando en ella su roja mirada.- Tiene razón, ¡necesitamos tu ayuda!- Habló, siguiéndole el juego a la joven vampiresa.- ¡Y él tiene la respuesta!- Sentenció completamente seria, señalando al peluche con el que hablaba la joven humana.- ¿Verdad?- Insistió Yuuko, adoptando la forma de actuar de aquella inocente muchacha y mirando expectante al peluche.
¿Qué estaba haciendo?
Sin embargo, aquel momento tan solo duró un instante. Era normal verla pensativa, pues constantemente se le venían imágenes del incierto futuro a la cabeza, pero resultaba extraño verla nostálgica. Nuevamente, la vampiresa volvió sus pupilas hacia la joven de cabellos plateados, sonriendo ampliamente cuando esta le devolvió el saludo de tan buena manera. Tal y como era de esperarse de ella, ¿no es así? Tan calmada y elegante, hasta en aquella situación... Podía observar en sus ojos la sed de sangre que corroía la garganta de la joven, sed que parecía hacerse más intensa a medida que la humana avanzaba hacia ellas.- Absolutamente incomparable...- Musitó, pasando un dedo de forma delicada por su labio inferior, el cual se hallaba curvado en una sonrisa que dejaba a la vista sus afilados colmillos. A ella también la alteraba el olor de aquella inocente muchacha. Tanto tiempo a base de aquellas insípidas pastillas de sangre, tanto tiempo sin probar aquel cálido elixir directamente de su contenedor... Pero aquello era el pasado. La vampiresa dejó caer los párpados delicadamente, cerrando los ojos con una expresión feliz y calmada. A pesar del terrible deseo, su autocontrol era excelente; además, no podía permitirse el meter la pata ahora.
No podía ponerse en el punto de mira del Consejo justo ahora.
Abrió de nuevo los ojos al poco, observando a aquella humana. No era la más indicado para decir aquello de otra persona, pero era francamente extraña. ¿Pelo de... unicornio? Sí, un tanto extraña... Y tan, tan, tan...- ¡Aaaah~! -Exclamó, pasando ágilmente por encima del alféizar de la ventana a pesar de su ajustado vestido. Saltarina y despreocupada, completamente contraria a la actitud pensativa de antes, se dirigió hacia aquella chica y sujetó su rostro entre ambas manos.- ¡Pero qué mona~!- Dijo, aparentemente encantada con la presencia de aquella inocente muchacha. Le dirigió una mirada penetrante, como si ella pudiese leer su mente. Sus rojos ojos navegaron en los suyos durante unos segundos. ¿Se asustaría aquella chica de ella? Quizás sería lo mejor para su corta existencia. Salir corriendo de allí y no mirar hacia atrás, no volver a mirar a aquellos dos crueles seres con los que se había encontrado. Sonriendo dulcemente, se separó de ella y apoyó la espalda en la pared. Su sonrisa se ensanchó al escuchar a uno de los caballos completamente asustado; le estaba comenzando a extrañar que tardasen en notar la presencia de dos depredadores cerca. La mujer pasó el peso de su cuerpo de un pie a otro, sin dejar de sonreírle a aquella inocente criatura, dirigiéndole algunas miradas perspicaces a Maria de vez en cuando.
Aquella situación no parecía tener sentido en sí misma, pero si se había tomado la molestia de ir hasta la Academia Cross en aquellos endiablados tacones, por algo sería. Se agachó junto a María, fijando en ella su roja mirada.- Tiene razón, ¡necesitamos tu ayuda!- Habló, siguiéndole el juego a la joven vampiresa.- ¡Y él tiene la respuesta!- Sentenció completamente seria, señalando al peluche con el que hablaba la joven humana.- ¿Verdad?- Insistió Yuuko, adoptando la forma de actuar de aquella inocente muchacha y mirando expectante al peluche.
¿Qué estaba haciendo?
- Ichihara Yuuko
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Re: Establos
¿Qué estaba haciendo? Estaba totalmente descontrolada aquella impaciencia se arremetía en su cuerpo, no era algo digno de ella Un pura sangre pero extrañaba ese frenesí que le provocaba aquel liquido rojizo cuando le tomaba directamente de un cuerpo vivo. ¿Cuánto siglos había pasado desde que probó la última gota de sangre? Ya no lo recordaba ese lapso y periodo de tiempo eterno se había desvanecido por completo de su memoria pero lo deseaba ahora más que nada en el mundo, lo necesitaba tenía que verter su garganta de aquella sangre inocente de la chica, ya no podría esperar por que esta se hacía eterna ¿Cuánto más tardaría aquella humana en venir hacia ellas? , entrecerró sus orbes algo inquieta y ansiosa logrando controlarse levemente. El aura de aquella humana era pura, inocente y sobretodo casta era magnética para María parecía llamarle porque su sangre nunca había sido tocada por algún vampiro era totalmente virgen.
Sintió la mirada de aquella mujer sobre ella, actuaba como si la conociese lo más probable era por su notable parecido a su pariente lejana “Shizuka” parecían dos gotas de aguas, ni pensar que por un tiempo albergo su cuerpo, aquel silencio no perduro por mucho ya que la voz de la otra vampiresa se adueñó del lugar. La chica plateada tan solo sonrió con levedad ante su comentario, reservo sus palabras tan solo a la espera de que la inocente humana diese su primer movimiento.
Pero ya la mujer de cabellos azabaches se había adelantado entro con rapidez al establo tomando a la humana entre sus manos ¿Acaso pensaría atacarle ahí mismo? Igual que ella era claro que le afectaba la presencia humana, pero no todo era lo que pensaba simplemente se quedó observando unos instantes parecía analizarla era algo digno de ver aquella chica humana tenía mucha imaginación no parecía ser como los demás humanos en común. Probablemente vivía en otro mundo era alguien demasiado extraña. La mujer de ojos escarlatas se agacho junto a la peli-plateada parecía seguirle el juego a la mortal.
María simplemente se quedó expectante mientras una sonrisa juguetona se mantenía en su rostro - Oh~ no has descubierto chiquilla aquel unicornio ha caído, pero deberías saber que su sangre mágica nos da juventud eterna – murmuro de manera dramática siguiéndole el juego de igual manera sonrió burlona mientras escuchaba cada una de sus palabras era divertida y algo demente su personalidad. -¿Hadas? ¿Duendes?. Como quisiera encontrarlos- comento de manera bromista mientras su sonrisa cambiaba a una burlesca.
Aquella humana después de todo su teatro había perdido el equilibrio frente a ellas callo en aquel corral de manera chistosa Bingo pensó María ansiosa , se movió tan rápido como un flash la peli-plateada estaba parada frente a la humana sus orbes carmesí se mantenían penetrantes en aquella chica se agacho levemente hacia ella y tomo una de las manos de aquella chica solo para lamer levemente su dulce piel...
Sintió la mirada de aquella mujer sobre ella, actuaba como si la conociese lo más probable era por su notable parecido a su pariente lejana “Shizuka” parecían dos gotas de aguas, ni pensar que por un tiempo albergo su cuerpo, aquel silencio no perduro por mucho ya que la voz de la otra vampiresa se adueñó del lugar. La chica plateada tan solo sonrió con levedad ante su comentario, reservo sus palabras tan solo a la espera de que la inocente humana diese su primer movimiento.
Pero ya la mujer de cabellos azabaches se había adelantado entro con rapidez al establo tomando a la humana entre sus manos ¿Acaso pensaría atacarle ahí mismo? Igual que ella era claro que le afectaba la presencia humana, pero no todo era lo que pensaba simplemente se quedó observando unos instantes parecía analizarla era algo digno de ver aquella chica humana tenía mucha imaginación no parecía ser como los demás humanos en común. Probablemente vivía en otro mundo era alguien demasiado extraña. La mujer de ojos escarlatas se agacho junto a la peli-plateada parecía seguirle el juego a la mortal.
María simplemente se quedó expectante mientras una sonrisa juguetona se mantenía en su rostro - Oh~ no has descubierto chiquilla aquel unicornio ha caído, pero deberías saber que su sangre mágica nos da juventud eterna – murmuro de manera dramática siguiéndole el juego de igual manera sonrió burlona mientras escuchaba cada una de sus palabras era divertida y algo demente su personalidad. -¿Hadas? ¿Duendes?. Como quisiera encontrarlos- comento de manera bromista mientras su sonrisa cambiaba a una burlesca.
Aquella humana después de todo su teatro había perdido el equilibrio frente a ellas callo en aquel corral de manera chistosa Bingo pensó María ansiosa , se movió tan rápido como un flash la peli-plateada estaba parada frente a la humana sus orbes carmesí se mantenían penetrantes en aquella chica se agacho levemente hacia ella y tomo una de las manos de aquella chica solo para lamer levemente su dulce piel...
- Maria Kurenai
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Re: Establos
El delicado cuello de la joven de cabellos azules se dejaba ver de vez en cuando, cada vez que un movimiento de su cabeza alteraba los suaves mechones, dejando al descubierto su piel. Y tras aquella fina piel, el codiciado alimento. Yuuko notaba sus colmillos rozando sus labios por dentro. ¿De dónde sacaba fuerzas para desperdiciar una oportunidad tan perfecta? ¿Tan importante era eso de mantener la paz entre vampiros y humanos? Ella la había apoyado mansamente desde que se implantó, diciendo que le parecía algo maravilloso, pero... ¿realmente era así? ¿Realmente aquella mujer deseaba de veras una convivencia pacífica entre los seres del día y los de la noche? Es más, ¿realmente le importaba aquello? Yuuko siempre daba la imagen de no tener problema con absolutamente nada. Sin embargo, siempre que estaba en desacuerdo con algo, lo decía sin ningún tipo de problema, le molestase a quien le molestase. El cómo funcionaba la mente de aquella mujer era todo un misterio.
Mas ya habría tiempo para pensar en eso, ¿no? Ahora tenía a la mismísima Maria Kurenai y a una dulce muchacha humana en un establo. No conocía en persona a la joven vampiresa, pero sí sabía lo mínimo e imprescindible. Y sobre la humana... un ejemplar curioso, sin lugar a dudas. No sabía qué era lo que se pasaba por su rápida e imaginativa mente; lo único seguro es que no iba a dejar de sorprenderla. Sin faltar a su actuación, seguía atentamente a aquella muchacha con la mirada en cada uno de sus movimientos, asintiendo a sus palabras en todo momento. No pudo evitar alzar los párpados como única muestra visible de la perplejidad que sintió cuando quitó una hebra del cabello de Maria y dijo aquellas palabras. ''Quién sabe qué hicieron con su sangre''.- Oh, vaya...- Murmuró Yuuko, permaneciendo en cuclillas, observando a la muchacha fijamente. Había vuelto a apoyar el mentón sobre ambas manos, con los codos apoyados sobre las rodillas. Su larguísimo pelo negro ejercía de un espeso y oscuro manto que caía sobre sus hombros y su espalda. El brillo rojo de sus ojos se volvió peligroso durante unos instantes, pero logró mantener la compostura. ¿Acaso era aquella era quien las había estado engañando en todo momento y sabía qué eran? Sin levantar en mentón de sus manos, volvió el rostro hacia Maria mientras esta le contestaba. Una sonrisa ambigua curvó sus labios.- Hay sacrificios que son inevitables, mi niña. En esta vida, si quieres conseguir algo, debes pagar con algo que tenga el mismo peso...- Musitó dulcemente Yuuko, volviendo a girar el rostro hacia Rahzel.- Él no sufrió. Sabía que había llegado su momento y lo aceptó. Qué noble criatura, ¡qué noble!- Exclamó teatralmente. Como siguiera con aquel teatro deberían de comenzar a añadirle algún que otro suplemento a su salario, pero tampoco podía negar que se estaba divirtiendo con aquello. Tratándose de fingir, fingía todos los días, pero pocas veces se topaba con ese tipo de situaciones.
Aquella chiquilla perdió el equilibrio cuando el caballo relinchó, asustado. Varios caballos más se removieron, inquietos. Y rápidamente, Maria ya se hallaba lamiendo la mano de la humana. ¿Aquella era la chiquilla que siempre había tenido una salud tan débil, que siempre había estado encerrada? No se podía pensar lo mismo viendo la velocidad y la agilidad con la que se había movido. Sin embargo, aquel no era el momento adecuado para estar admirando la recuperación que había tenido su cuerpo. Alegremente, Yuuko abrazó a Maria por detrás, apartándola disimuladamente, haciendo como si nada.- ¡Pero yo sí que quiero ver a los duendes~!- Exclamó de forma algo infantil.- Además, estoy buscando en concreto uno muy particular...- Miró fijamente a Rahzel levantando un dedo índice, como indicándole que aquello era importante.- ¡Hay que encontrarlo sin más demora! Y si Kaien Cross nos descubre, ya no podremos encontrarlo.- Vaya, por una vez diciendo algo que era verdad, ¿eh?- ¿No es así?- Preguntó, mirando fijamente de nuevo al peluche.
Mas ya habría tiempo para pensar en eso, ¿no? Ahora tenía a la mismísima Maria Kurenai y a una dulce muchacha humana en un establo. No conocía en persona a la joven vampiresa, pero sí sabía lo mínimo e imprescindible. Y sobre la humana... un ejemplar curioso, sin lugar a dudas. No sabía qué era lo que se pasaba por su rápida e imaginativa mente; lo único seguro es que no iba a dejar de sorprenderla. Sin faltar a su actuación, seguía atentamente a aquella muchacha con la mirada en cada uno de sus movimientos, asintiendo a sus palabras en todo momento. No pudo evitar alzar los párpados como única muestra visible de la perplejidad que sintió cuando quitó una hebra del cabello de Maria y dijo aquellas palabras. ''Quién sabe qué hicieron con su sangre''.- Oh, vaya...- Murmuró Yuuko, permaneciendo en cuclillas, observando a la muchacha fijamente. Había vuelto a apoyar el mentón sobre ambas manos, con los codos apoyados sobre las rodillas. Su larguísimo pelo negro ejercía de un espeso y oscuro manto que caía sobre sus hombros y su espalda. El brillo rojo de sus ojos se volvió peligroso durante unos instantes, pero logró mantener la compostura. ¿Acaso era aquella era quien las había estado engañando en todo momento y sabía qué eran? Sin levantar en mentón de sus manos, volvió el rostro hacia Maria mientras esta le contestaba. Una sonrisa ambigua curvó sus labios.- Hay sacrificios que son inevitables, mi niña. En esta vida, si quieres conseguir algo, debes pagar con algo que tenga el mismo peso...- Musitó dulcemente Yuuko, volviendo a girar el rostro hacia Rahzel.- Él no sufrió. Sabía que había llegado su momento y lo aceptó. Qué noble criatura, ¡qué noble!- Exclamó teatralmente. Como siguiera con aquel teatro deberían de comenzar a añadirle algún que otro suplemento a su salario, pero tampoco podía negar que se estaba divirtiendo con aquello. Tratándose de fingir, fingía todos los días, pero pocas veces se topaba con ese tipo de situaciones.
Aquella chiquilla perdió el equilibrio cuando el caballo relinchó, asustado. Varios caballos más se removieron, inquietos. Y rápidamente, Maria ya se hallaba lamiendo la mano de la humana. ¿Aquella era la chiquilla que siempre había tenido una salud tan débil, que siempre había estado encerrada? No se podía pensar lo mismo viendo la velocidad y la agilidad con la que se había movido. Sin embargo, aquel no era el momento adecuado para estar admirando la recuperación que había tenido su cuerpo. Alegremente, Yuuko abrazó a Maria por detrás, apartándola disimuladamente, haciendo como si nada.- ¡Pero yo sí que quiero ver a los duendes~!- Exclamó de forma algo infantil.- Además, estoy buscando en concreto uno muy particular...- Miró fijamente a Rahzel levantando un dedo índice, como indicándole que aquello era importante.- ¡Hay que encontrarlo sin más demora! Y si Kaien Cross nos descubre, ya no podremos encontrarlo.- Vaya, por una vez diciendo algo que era verdad, ¿eh?- ¿No es así?- Preguntó, mirando fijamente de nuevo al peluche.
- Ichihara Yuuko
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Re: Establos
Un brillo peligroso se cruzó por la mirada carmesí de la mujer. Aun tenía abrazada a la joven Kurenai por detrás, sosteniendo su frágil pero ágil cuerpo disimuladamente. Era increíble cómo la imaginación de aquella humana podía dejarla en límites tan peligrosamente cercanos a la realidad... o simplemente era que había estado engañándolas desde el primer momento. Quién sabe. Bajó los párpados de forma delicada, cual alas de mariposa, observando con atención la zona de la mano que había lamido Maria. Sentía sus colmillos rozando sus labios por dentro, ansiosos de clavarse en la tierna carne humana, de sentir la calidez de la sangre manando, de volver a experimentar el placer de hacer suya una vida, de sentir que el corazón ajeno se detenía por ella. Alzando nuevamente los párpados, clavó sus pupilas en las de la joven humana. Su ambigua sonrisa, que pretendía parecer amable, no desaparecía... Sin embargo, en su rostro comenzaba a verse la sombra del depredador. ''Huye, criatura, y no mires atrás''.
¡Y sí! Aquella muchacha reaccionó rápidamente, sujetando a su singular compañero y poniéndose en pie. La perspicaz mirada de la vampiresa no se apartaba de la muchacha ni un solo segundo. ¿Serían verdad los rumores que se escuchaban de Yuuko, podría realmente leer la mente de quien tuviese delante? ¿Sabría, pues, qué ideas se estaban pasando por la sorprendente mente de la humana? Su sonrisa se hizo algo más amplia. No podía leer la mente, pero no era muy necesaria esa habilidad para comprender los movimientos de la joven peliazul. Su agitación, su desesperación por encontrar aquello que ''las descubriría''... Observó durante unos segundos el vuelo de la chocolatina que lanzó, pensando en que era una lástima desperdiciar la golosina. Sin embargo, sus párpados se alzaron levemente al verla sujetando su teléfono, sacándoles a las dos una foto. ''Maldición...'' Había conseguido pillarla desprevenida. No le importaba que fuese diciendo por ahí que eran vampiros, ¿quiénes la creerían? Lo que le preocupaba a Yuuko era que la viesen allí, junto a la familiar de Shizuka. Sus largos brazos soltaron el cuerpo de Maria. Se levantó de forma ágil, mostrándose en toda su altura, imponente. Su rostro ya no mostraba simpatía ni diversión. Sus ojos eran, en aquellos momentos, los de una criatura dispuesta a cometer la mayor de las masacres.- Sí, salimos en las fotos.- Comentó tras escuchar la exclamación de la humana. Su voz no había perdido suavidad, pero sí había adquirido un timbre peligroso.- Nos reflejamos en los espejos y podemos caminar bajo el sol.- Prosiguió, dando un par de pasos hacia delante. Otro caballo relinchó, inquieto. La joven se había acercado a la cerca para abrirla y salir de allí.- En lo único en lo que no se equivocaron los cuentos...- Dio un par de pasos más hacia ella, fulminándola con la mirada.- Es en lo terribles que podemos ser.- Se detuvo justo a un par de metros del caballo, sin apartar la mirada de la joven. ¿Creía que podría huir de ella así? Qué ingenuos eran los humanos.
Iba a encargarse de aquel asunto cuando una imagen cruzó por su mente. Los labios de la vampiresa formaron una fina línea que, lentamente, se transformó en una siniestra sonrisa. Quizás no le vendría tan mal aquel suceso. Alzó una mano y la agitó, a modo de despedida.- ¡Nos volveremos a ver pronto~!- Le dijo justo antes de que el caballo echase a correr. Sí, volvería a tener noticias suyas muy pronto... Y podría encontrar, de paso, a su duende travieso. Se volvió con elegancia hacia la joven Kurenai, agachándose delante suya. Sin titubeos, sujetó su rostro con ambas manos, acercándolo al suyo. Tenía su mirada carmesí clavada en la suya.- No debería dejarse llevar así, Maria-sama.- Musitó, retirando un par de mechones del rostro de la joven.- Es peligroso jugar bajo los dominios de Kaien Cross.- Finalmente, alejó su rostro del suyo y se encaminó a la ventana, donde estaba apoyada su sombrilla.- En fin, ¡tenga cuidado con el sol y que pase un buen día~!- Exclamó, nuevamente con una expresión alegre en su rostro, saltando por la ventana en vez de ir por la puerta. Abrió su sombrilla y se alejó con rapidez de los dominios de la Academia.
¡Ah! Y no debía olvidarse de llevarles algo rico a Maru y a Moro.
¡Y sí! Aquella muchacha reaccionó rápidamente, sujetando a su singular compañero y poniéndose en pie. La perspicaz mirada de la vampiresa no se apartaba de la muchacha ni un solo segundo. ¿Serían verdad los rumores que se escuchaban de Yuuko, podría realmente leer la mente de quien tuviese delante? ¿Sabría, pues, qué ideas se estaban pasando por la sorprendente mente de la humana? Su sonrisa se hizo algo más amplia. No podía leer la mente, pero no era muy necesaria esa habilidad para comprender los movimientos de la joven peliazul. Su agitación, su desesperación por encontrar aquello que ''las descubriría''... Observó durante unos segundos el vuelo de la chocolatina que lanzó, pensando en que era una lástima desperdiciar la golosina. Sin embargo, sus párpados se alzaron levemente al verla sujetando su teléfono, sacándoles a las dos una foto. ''Maldición...'' Había conseguido pillarla desprevenida. No le importaba que fuese diciendo por ahí que eran vampiros, ¿quiénes la creerían? Lo que le preocupaba a Yuuko era que la viesen allí, junto a la familiar de Shizuka. Sus largos brazos soltaron el cuerpo de Maria. Se levantó de forma ágil, mostrándose en toda su altura, imponente. Su rostro ya no mostraba simpatía ni diversión. Sus ojos eran, en aquellos momentos, los de una criatura dispuesta a cometer la mayor de las masacres.- Sí, salimos en las fotos.- Comentó tras escuchar la exclamación de la humana. Su voz no había perdido suavidad, pero sí había adquirido un timbre peligroso.- Nos reflejamos en los espejos y podemos caminar bajo el sol.- Prosiguió, dando un par de pasos hacia delante. Otro caballo relinchó, inquieto. La joven se había acercado a la cerca para abrirla y salir de allí.- En lo único en lo que no se equivocaron los cuentos...- Dio un par de pasos más hacia ella, fulminándola con la mirada.- Es en lo terribles que podemos ser.- Se detuvo justo a un par de metros del caballo, sin apartar la mirada de la joven. ¿Creía que podría huir de ella así? Qué ingenuos eran los humanos.
Iba a encargarse de aquel asunto cuando una imagen cruzó por su mente. Los labios de la vampiresa formaron una fina línea que, lentamente, se transformó en una siniestra sonrisa. Quizás no le vendría tan mal aquel suceso. Alzó una mano y la agitó, a modo de despedida.- ¡Nos volveremos a ver pronto~!- Le dijo justo antes de que el caballo echase a correr. Sí, volvería a tener noticias suyas muy pronto... Y podría encontrar, de paso, a su duende travieso. Se volvió con elegancia hacia la joven Kurenai, agachándose delante suya. Sin titubeos, sujetó su rostro con ambas manos, acercándolo al suyo. Tenía su mirada carmesí clavada en la suya.- No debería dejarse llevar así, Maria-sama.- Musitó, retirando un par de mechones del rostro de la joven.- Es peligroso jugar bajo los dominios de Kaien Cross.- Finalmente, alejó su rostro del suyo y se encaminó a la ventana, donde estaba apoyada su sombrilla.- En fin, ¡tenga cuidado con el sol y que pase un buen día~!- Exclamó, nuevamente con una expresión alegre en su rostro, saltando por la ventana en vez de ir por la puerta. Abrió su sombrilla y se alejó con rapidez de los dominios de la Academia.
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- Ichihara Yuuko
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