~ Vampire Knight: Academia Cross ~
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    Mensaje por Yuuki Cross Mar Sep 24, 2013 1:44 pm

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    Mensaje por Marcus O'Conell Mar Oct 22, 2013 2:20 am

    Marcus observó curioso el comportamiento de Ziel. Desde el instante en que se sentó sobre sus piernas hasta el momento preciso en que fue hasta la cocina para intentar darle un mejor sabor a aquella sangre tan gélida. El vampiro frunció el ceño, extrañado en una primera instancia, pero luego relajó su expresión para sonreír y revolver otra vez el cabello azulado, siendo consciente de que Ziel se lo había arreglado hacía apenas unos momentos. Sin embargo, pudo percibir algo en las emociones de Ziel y en el aroma que despedía cuando se ponía nervioso. ¿Acaso eso lo había generado su comentario? No quería que él se sintiera incómodo o malinterpretara las cosas. Marcus se inclinó un poco hacia adelante y lo observó fijamente, acariciando su mejilla. Iba a decir algunas palabras al respecto, pero el neófito habló primero.

    Un suspiro. Relajación.

    Marcus asintió como para sí, sonriendo suavemente. ¿Así que nunca había ido al cine? Bueno, no había nada malo en hacerlo por primera vez. Estaba seguro que sería divertido, pero...
    - ¿Acaso hay un cine en este pueblo? Creo que no... Pero mientras ponemos en marcha la averiguación, podemos improvisar un cine aquí mismo -comentó, alegre, pensando en lo agradable y divertido que sería para los tres. Pasar los días como una familia normal... Era casi un sueño. Y, mientras pensaba en ello, se perdió por unos momentos, hasta que las palabras de Ziel lo regresaron al aquí y ahora de la acción.

    - Así es. ¿Y quién dijo que lo haya dejado? -sonrió, pícaro-. Aunque tu concepción de la bondad, delicadeza y amabilidad de un médico no encaje con este cuerpo que tienes delante, sí, me he recibido y he ejercido en un pasado lejano, pero... -frenó las palabras y miró el libro que continuaba sobre la mesa-. Tuve que dejarlo -agregó sin más. Regresó sus ojos a Ziel y sonrió calidamente, o al menos intentando hacerlo, luchando contra los tristes recuerdos. Y, en cuanto la euforia de Ziel salió a la luz con ese "yo también" tan decidido, Marcus enarcó una ceja, olvidando todo lo que tenía en mente previamente.

    - ¿Tú también qué? Ni se te ocurra. Debes terminar tus estudios primero, y luego si tú quieres puedes ir a la Universidad y dedicarte a lo que en verdad te gusta. Yo trabajaré aquí, que no por nada tengo ya mis varias décadas, muchacho -habló y, cuando terminó, se sorprendió de sí mismo y empezó a reír sin remedio. ¿Qué hacía Marcus O'Conell hablando de aquel modo? Parecía realmente un padre dándole órdenes a su rebelde hijo. Y, en medio de aquellas carcajadas, la figura de Bella asomó, echándose sobre ellos y abrazándolos a ambos.

    Qué alegría era tenerlos a ambos.

    Marcus observó a la muchacha y la abrazó también, pasando un brazo por su cintura y mirándola a los ojos. Se veía feliz, ¿y qué podía ser más grato que aquello? Incluso Ziel estaba feliz en ese momento. Eso quería decir que el muchacho estaba olvidando, al menos por un momento, sus preocupaciones, y eso realmente le llenaba de puro regocijo. Las palabras de Bella resonaron en la sala y Marcus alzó las cejas, sorprendidos.
    - ¿Cómo no habría de quedarte bien? ¿Y cómo te atreves a preguntar dónde estamos? -miró a Ziel, cómplice, y regresó sus ojos a Bella-. Estamos en tu casa; en nuestra casa -dijo al fin, tras escuchar las palabras de Ziel en su mente y tras asegurarse de que ambos hablaran a la vez. Bella acabaría confundida de tanta información junta, pero Marcus no pudo hacer más que reír otro poco. Ella era realmente hermosa. Era, con certeza, lo que le faltaba a esta casa para ser perfecta. Marcus se perdió unos momentos en los contornos de su cuerpo, pero apartó la mirada justo a tiempo, para recoger su libro de la mesa y abrirlo en la página en la cual se había quedado. En ese instante, Ziel aprovechó para reclamar la parte de los labios de la joven que le pertenecían, si no es que le pertenecían por completo. Y, este último pensamiento, lo incomodó un poco. Arrugó el ceño, leyendo algunas líneas de la hoja que observaba. ¿Por qué pensaba eso de repente? Suspiró y sonrió suavemente, negando con la cabeza.

    - Bueno, si nadie propone nada divertido, los niños se van a dormir que el señor O'Conell debe organizar sus días laborales -murmuró, serio mientras se recostaba en el sofá, colocándose los anteojos y aparentando ser un completo intelectual, aunque verdaderamente estaba esperando alguna propuesta. Tal vez quisieran inspeccionar más la casa, ver algún programa estúpido de la televisión o una película, o simplemente quedarse allí, charlando, disfrutando de una primera noche... en familia.

    "Qué extraño suena eso".
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    Mensaje por Bella.N.Gring Sáb Oct 26, 2013 1:52 pm

    Este era el momento que tanto había añorado. Estar entre los brazos de Ziel y Marcus, sin nada que pensar, simplemente estar tranquila entre los dos, aprovechando cada segundo que pasaba. Todo, absolutamente todo era perfecto ahora. Hacía tiempo que deseaba volver a ver la sonrisa de Ziel. Era tan maravillosa que hacía que yo también sonriera sin motivo alguno. Escuche las palabras de los dos quedándome con la boca abierta. ¿Esta es nuestra casa? Intentaba no gritar de la emoción. Les mire a los dos sorprendida. Iba a vivir en una casa preciosa con las dos personas que más quería. ¿Podía pedir algo mejor? No. Estaba apunto de llorar de felicidad. No podía creérmelo. Todo este tiempo huyendo y ahora, sin previo aviso, íbamos a vivir tranquilos en nuestra nueva casa, Me tapé la cara con las manos evitando que mis lágrimas comenzaran a salir. Todo era tan maravilloso. Por lo menos, durante un tiempo podríamos vivir bien, los tres, y como dijeron los dos, como una familia. Sí, una familia. La que habíamos deseado desde hace tiempo. Cuidándonos los unos a los otros. Como una familia normal y corriente, si se le podía llamar así.

    En ese momento me centré solo en Ziel, que reclamaba mis labios acercándome más a él. Ya los echaba de menos. Habían sucedido tantas cosas que no habíamos tenido tiempo para nosotros. Cuando me separé de él, me ofreció una botella de sangre, que parecía que era suya. Toqué mi garganta. Hacía tiempo que no sentía tanta sed.
    Cogí la botella y bebí dos tragos. Gracias. Acerqué la botella de nuevo a sus labios, mirándole con una sonrisa. Tenía sed, sí, pero de momento podía controlarla. Además, supongo que habrá más botellas en la nevera.

    Volví a mirarles a los dos de nuevo, seguía sin poder creérmelo. Era totalmente idílico. Apoyé la cabeza en el hombro de Ziel, no quería moverme de aquí y aun estaba un poco cansada. Me apetecía quedarme aquí un rato antes de que hiciéramos otra cosa. A lo mejor tenían algún plan ahora, como ver una peli, dar un paseo, o algo así...
    Me incorporé al escuchar las palabras de Marcus. No podía evitar sonreír ante lo que había dicho. Oh, venga, ¡que yo no me quiero ir a dormir! grité divertida. ¡Ziel piensa en algo que no me quiero ir a dormir! le agarré de los hombros y comencé a agitarle despacio. Comencé a pensar en algo y dejé de agitar a Ziel. ¿Por qué no vemos una película? O algo no sé, yo con tal de estar con vosotros.. Sonreí ampliamente. Iba a ser divertido. A lo mejor querrían ver otra cosa o hacer algo diferente, pero yo no me iba a ir a la cama tan pronto, no señor.

    Me reí yo sola ante mis pensamientos. Parecía una niña pequeña ahora mismo. Cosa que me encantaba. Hacía tiempo que no me comportaba así ni disfrutaba tanto como ahora. Me encantaba, y más ahora que lo hacía con ellos dos. Marcus parecía nuestro padre en cierto modo, aunque en realidad no sea así. Nos cuida y nos protege ahora más que nunca. Aunque tampoco quiero que cargue con tanto peso. Ziel y yo íbamos a tener más cuidado a partir de ahora. Gracias Marcus. Por todo. Le dediqué una gran sonrisa mientras le pasaba la mano por su mejilla. Creo que jamás podré agradecerle lo que ha hecho por nosotros. Jamás.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Sáb Oct 26, 2013 3:05 pm

    Negué con la cabeza a la pregunta de Marcus, aunque pareciera que estuviera negando para mis adentros. No, que supiera, en el pueblo no había nada parecido a un cine. Segundo, la verdad es que jamás esperé que Marcus fuera un verdadero médico y que ejerciera. Me daba cuenta de que no sabía apenas nada de él. Siempre le creí... no sé, tal vez un hombre emprendedor a la cabeza de una gran empresa de negocios. Él era de esa gente que tenía tacto, saber estar y tenía la lengua afilada para contestar cuando hiciera falta. Sí, casaba completamente con el Marcus que yo conocía actualmente. No obstante, en el pasado pueda ser que fuera un hombre noble y de expresión tan amable como la que tenía ahora. Negué de nuevo con la cabeza. Basta de pensar en el pasado, o las memorias causarían estragos nuevamente sobre el neófito. Esto me servía también para colocar los mechones que Marcus descolocó anteriormente. Puse las dos manos sobre el flequillo y lo miré. Me gustaba que me acariciaran la cabeza, pero no que me despeinaran totalmente. Lo adecenté mejor y ladeé la cabeza hacia un lado. Quizá hubiera una sala de proyecciones, pero aquello simplemente fue una confesión un tanto infantil. Porque quería que me consintiera y me llevara al cine por primera vez, además de disfrutar el momento al lado de ambos. Sin embargo, no podía ser posible algo parecido, salvo montar un cine en casa.

    Tras el sermón que dio Marcus, como si fuera cualquier padre, arrugué los labios y me callé automáticamente escuchando sus carcajadas. Me repateaba que encima estuviera riéndose, aunque en el fondo sonreí a medias, pues él era lo más parecido a un padre que había tenido. Pese a no estar conforme con lo que decía. ¿Por qué tanto ánimo en estudiar? ¿Por qué no podía trabajar? ¿Marcus no tenía seguridad de mi autocontrol? Supuesto caso. La verdad es que ahí le daba totalmente la razón, pero él prometió enseñarme a manejarlo. Así que, hasta lo consiguiera definitivamente, de acuerdo, no tomaría ningún trabajo; y mientras iría a la Academia. Pero cuando lo hiciera, no podía esperar que me quedara de brazos cruzados sin hacer nada. De todas formas, ahora tenía una larga vida por delante. Podía estudiar si me cansaba de trabajar y viceversa.

    Miré a Bella sonriente, asintiendo. Besé su sien con cuidado y me retiré para observarla. Claro que era nuestra casa. Ambos se lo habíamos dicho. Y sí, al igual que Bella, tampoco podía imaginarme cómo sucederían los siguientes días de ahora en adelante.

    -Oh, vamos Bella. No llores... - Reí levemente. Bajé la cabeza para intentar encontrar sus ojos bajo sus manos, pero fue imposible. Al final iba a conseguir contagiarme el sentimiento. La acuné entre mis brazos, meciéndola suavemente. - Venga, no llores. - Repetí, besando de nuevo su larga melena roja.
    Tomé la botella, y la regresé de nuevo a la mesa. Negué varias veces. No era nada. "Más bien debería darte a ti las gracias", dije en su mente. Ella había ofrecido su sangre para quitarme la sed. En cambio yo lo único que había hecho era ofrecerle una botella, a sabiendas de que no optaría por querer beber directamente como había hecho con la chica. Cerré los ojos en un suspiro, apoyando la cabeza sobre el brazo de Marcus. Por una parte, tampoco quería que ninguno de los dos bebiera de mi sangre por un tiempo, pues temía que pudieran ver los recuerdos sobre los cazadores. Prefería guardarlos yo solo, la verdad.

    Giré el tronco rápidamente hacia Marcus.

    -¿Cómo que niños? - Pregunté incrédulo. Aunque aparentáramos menos edad de la que teníamos, no significaba que fuéramos niños. Nos... gustaba el cariño. Ah, no me hacía a la idea de que para Marcus aún fuera un niño. Abrí la boca para replicar, pero la llené de aire antes. Si decía algún momento íntimo, entonces se cargaría de tensión el ambiente y por supuesto, al neófito le crecerían los colores en las mejillas y la vergüenza en el resto de la cara. No obstante, de pensarlo, tuvo que mirar hacia otro lado durante unos segundos, porque soportar su intesa mirada rojiza le podía demasiado. De modo que calló por no pecar. - Ahg, Marcus eres un aburrido. - Vociferé en alto, como si el vampiro no estuviera en la sala. En ese instante comencé a ser zarandeado. Miré a Bella, sin saber qué decir como propuesta.
    Ziel, piensa, ¿qué hacías antes cuando estábas en casa y era día de tormenta? Juegos de mesa: aburrido. Leer: aburrido. La sala fue recorrida por dos iris claros, en busca de un entretenimiento para evitar ir a la cama. Repentinamente, la sonrisa del chico empezó a ensancharse hasta torcerse de un lado. Había encontrado solución, justo cuando Bella propuso ver una película.

    Estiró un brazo, tomando un cojín que tenía cerca y sus colmillos salieron traviesos por sus labios. Con la mirada vigilaba a ambos vampiros e iba recogiendo otro cojín silenciosamente, buscando estar más cómodo. Y en cuanto tuve los dos cojines cerca, tomé uno y en cuestión de segundos había golpeado a Marcus. Sus gafas quedaron descolocadas y su expresión fue de lo más graciosa para el neófito. Empujó un poco a Bella y también la golpeó sobre la cabeza. Por supuesto que no ejercía fuerza, pero le gustaba el hecho de estar jugando a su edad, después de tantísimo tiempo sin hacerlo por problemas de salud. Cogió el otro cojín, armándose de defensa y con el otro para atacar. Se puso de pie en el sofá y apuntó con uno de los cojines a Marcus O'Conell.


    -¡Defiéndete! - Gritó en risas. Avanzó hacia delante y retrocedió seguidamente, para al final soltar el golpe de nuevo contra Bella y de vuelta hacia el vampiro mayor. Las carcajadas del neófito empezaron a inundar la sala, mientras saltaba del sofá e iba a posicionarse detrás del contiguo, a modo de fuerte. Sacó un brazo por encima y agarró un tercer cojín. Si tuviera veinte brazos, veinte cojines tendría, pero no le era posible. Un trozo de melena azul escondía dos iris del mismo color por encima del sofá, ocultando la sonrisa maliciosa detrás del mismo. Y, como si se tratara de una verdadera lucha, lanzó el cojín sobrante por encima del sofá para golpear a cualquiera de los dos de nuevo; escondiéndose para evitar ser tocado.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Sáb Oct 26, 2013 9:08 pm

    Al ver a Bella tan emocionada y sentimental, una extraña conmoción se adueñó del pecho de Marcus. ¿Realmente era feliz? ¿Verdaderamente estaba haciéndolos felices a ambos? De tan solo pensar que eso podía ser cierto, el alma brincaba de regocijo. Mientras unas lágrimas de alegría rodaban por la mejilla de Bella, Marcus, ensimismado, observaba todo a su alrededor. Tras el cristal de sus anteojos, podía apreciar la blancura de las paredes, la calidez de los muebles. Incluso la brisa fresca del exterior parecía más placentera de lo normal. Todo era perfecto. Eso era lo que podía sacar en limpio de tan amplia visión.

    Prontamente, las ideas comenzaron a surgir. Marcus sonrió de lado. Así que ninguno de los dos quería irse temprano a la cama, ¿eh? Bueno, sería mejor entonces que lograran convencerlo de que sus ideas eran mejor que el descanso. Y, entonces, Bella propinó una suave caricia en su mejilla a la vez que se mostraba agradecida. Marcus bajó la mirada por unos momentos y cerró su libro, dejándolo sobre la mesa otra vez. Acto seguido, sujetó su mano entre ambas palmas y negó con la cabeza.
    - Te equivocas. Soy yo quien debo agradecerles a ustedes -susurró. Ciertamente, si no fuera por el cariño de Ziel y Bella, quién sabe dónde estaría Marcus ahora y haciendo qué.

    Marcus había logrado perderse por unos momentos en el mar de los ojos de la muchacha, pero las palabras de Ziel rompieron pronto el encanto de sirena. Marcus lo observó. ¿Aburrido? ¿Cómo que aburrido? Marcus no era aburrido. Lo demostró en muchas ocasiones cada vez que ideaba una nueva forma de matar. ¿Cómo alguien podría decirle "aburrido" a alguien como él? Y entonces comprendió que eso, más que llamarlo "aburrido" o, en su defecto, "divertido" -según él consideraba- era sangriento y completamente violento.

    Marcus se quedó con el ceño fruncido, pensativo. Clavó sus rojos ojos en una fina línea del suelo, hasta el punto de no percatarse de que Ziel se removía en búsqueda de almohadones. Sin embargo, no faltó mucho tiempo como para que sintiera el plan malévolo del muchacho sobre su propia piel; sobre sus propios huesos.

    Un golpe. Una embestida.

    El cabello de Marcus estaba desordenado. Sus gafas se encontraban algo dobladas y mal colocadas. Pero, lo más gracioso de su aspecto, era su expresión: sus ojos rojos enormemente abiertos, sus cejas curvadas levemente, sus labios entreabiertos. Tardó un poco en reaccionar. Se quitó suavemente los anteojos, justo cuando otro cojín voló tanto hacia él como hacia Bella. Marcus lo atajó en el aire, justo antes de que se estrellara en el rostro de la muchacha. No cambió su expresión en ningún momento, hasta que tras suspirar un momento, se movió a tal velocidad que apenas dejó un haz de su silueta cortando el aire. Al instante, emergió detrás del sillón donde Ziel se escondía y arrojó el cojín sobre su rostro, obligándolo a recostar su espalda sobre su pecho e impidiéndole ver lo que ocurría, pues estaba ejerciendo presión sobre su cara. La risa de Marcus comenzó a inundar la casa al igual que antes lo hacía la de Ziel, adquiriendo matices tétricos y maquiavélicos.

    - Quien ríe último ríe mejor, joven Ziel. Esto es por mis anteojos -susurró, con aquel tono de voz habitual que solía emplear con él desde antaño. Sin embargo, la risa macabra pronto se volvió inocente. Sabía que Ziel no moriría por ser asfixiado, pues no necesitaba respirar. Así que Marcus se contentaba empleando su fuerza para mantenerlo inactivo y desesperado un rato mientras planeaba mayores maldades. Sin embargo, aflojó la fuerza de repente. No era justo no darle ninguna ventaja. Marcus, entonces, aflojaba y reanudaba la fuerza aleatoriamente. Ziel debería encontrar el momento preciso en que dejaba de ejercerla para poder liberarse de él.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Dom Oct 27, 2013 10:29 pm

    La mirada de Marcus se clavó en mi unos instantes. Me incomodó unos instantes hasta que aparté la mirada. No habíamos vuelvo a hablar de lo sucedido en la iglesia y dudo mucho que lo hagamos, pero le deberá molestar que esté con Ziel casi todo el tiempo. Aunque no sé por qué estaba pensando esto ahora mismo. No, no y no. Ahora teníamos que ver una peli o lo que sea con tal de no irme a la cama.

    Estábamos callados y no recibía ninguna respuesta ante mi propuesta. Parece ser que no les había gustado la idea. O simplemente no sabían que decir. Me dejé caer sobre el respaldo del sofá. No podía imaginarme lo que iban a hacer hasta que una almohada voló hasta la cara del pobre Marcus. Su cara lo decía todo, y no es que las gafas le ayudaran a aparentar un porte serio. Comencé a reírme como nunca ante su expresión. Justo cuando iba a girarme para ver que es lo que hacía Ziel, Marcus logró coger la almohada que iba hacia mi cara. ¡TE VAS A ENTERAR! Cogí una de las almohadas que quedaban mientras Marcus iba a por él. Me arrastré hasta el otro lado del sofá dándoles a los dos con la almohada. Sabía que iba a salir perdiendo al fin y al cabo, pero por lo menos aprovechaba mientras tanto.

    Cuando vi que Ziel todavía no se podía mover, me arrastré hacia el otro sofá lo más rápido que podía. Cogí otra almohada de camino. Había que prevenir, cuantas más almohadas mejor, o eso se suponía. Me asomé por un lateral del sofá para ver como evolucionaban las cosas a lo lejos. Era divertido todo esto a la par que irónico. Tres vampiros luchando con almohadas.

    Estaba tan agusto ahora que no cambiaría este momento por nada del mundo. Estábamos pasándonoslo bien, disfrutando de nuestro tiempo juntos. Era muy bonito. Por primera vez en mucho tiempo podíamos vivir en nuestra propia casa. Se acabó el buscar un techo donde poder refugiarnos. Ahora esta era nuestra casa. Y por ahora de momento podríamos vivir tranquilos.
    Comencé a mirar por la ventana, el jardín era muy bonito. Algunos días saldré a leer, estaría bastante bien. Apoyé la cabeza en el sofá. Todavía seguía escondida tras él y no podía evitar mirar por aquella ventana.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Lun Oct 28, 2013 10:44 pm

    Miré a Bella sonriente, ladeando la cabeza hacia un lado. Los colmillos se asomaron por sus labios, graciosos y tentadores, pero ante todo quedando una expresión dulce, divertida y picarona; igual que la de cualquier niño. De eso me aprovechaba en alguna ocasión: de ser el más joven. No tenía nada en contra de ninguno, aunque, ¿qué es una guerra de cojines sin oponentes? No tenía emoción. Giré la cabeza para ver a Marcus y antes de que quisiera darme cuenta, ya había desaparecido de su lugar. La expresión cambió radicalmente su rostro. Reparé en las gafas sobre la mesa y temí por el ataque del vampiro. Inevitablemente, la risa acabó bajando de tono hasta desaparecer. Y justamente cuando iba a girarme para vigilar el otro lado, un cojin tapó completamente el rostro del neófito.

    El grito de sorpresa fue inevitable. No obstante, quedó tapado por el cojin, escuchándose únicamente un escaso murmullo. Levanté los brazos y pataleé, intentando escapar de la férrea defensa de Marcus. Los sonidos seguían estrellándose contra el cojín, salvajes y desesperados por ayuda. Incluso contesté a lo que dijo, pero no se escuchó nada. Aún había sensaciones humanas que no terminaban de encontrar su final. Dentro de la cabeza del neófito se mantenía el riesgo de morir por asfixia; pese a que un vampiro jamás pudiera morir por aquello. Pero trataba de acostumbrarme y había veces en las que lo recordaba, y momentos como este, que simplemente actuaba por mera supervivencia. E inconscientemente, empecé a morder el cojín como vía de escape.
    Agarré uno de los brazos de Marcus, pidiendo clemencia -pues creía que me ahogaba-, además de que Bella estuviera golpeándonos a ambos dado nuestra propia guerra. ¿Por qué tenía que ser yo el único oponente? Esto era una batalla independiente para cada uno. No existían aliados, ya que claramente ganaría uno de los dos bandos por superioridad de fuerza. De esta manera, y un poco a excepción de Marcus, más o menos podríamos decir que los tres nos encontrábamos igualados; aunque claramente ellos ganaban contra alguien tan inexperto como yo.

    Arqueé la espalda, irguiendo la mitad del tronco por encima del suelo. Ziel, calma. Cálmate, no puedes asfixiarte por un simple cojín. Recuerda que ahora, eres un vampiro. Fue lo que me repetía constantemente, hasta que acabé asimilándolo. A continuación, me percaté de que Marcus ejercía fuerza intermetente desde hacía un rato, haciendo tempos de intensidad. Automáticamente, dejé de morder el cojín y sonreí maliciosamente. Agarré uno de mis cojines y cuando estaba poniendo menos fuerza, empuje hacia delante el cojín y escapé justo por debajo, evitando ser agarrado de nuevo. Rápidamente me giré hacia Marcus, sonriente y claramente, golpeándolo sobre la cabeza en un autoreflejo; proclamándome... ¿vencedor?

    -Te puedes comprar más. Además, no necesitas gafas para leer. - Crucé los brazos, cerrando levemente los ojos. Tampoco era ir rompiéndole las gafas continuamente, pero era una manera de defenderme. - Sólo lo haces para darte un toque interesante. - Todo el mundo sabía que lo hacía por Bella, no por mí. En cambio, tampoco le di importancia. Los párpados subieron y la sonrisa pícara apareció notablemente. Le saqué la lengua, divertido e infatil. Sí, su estrategia de darse el aire de intelectual e interesado, funcionaba perfectamente. Me gustaba como le quedaban las gafas. Tenía un toque... mucho más atrayente y seductor. Si a eso le sumábamos la posible circunstancia de la cercanía y además unas finas palabras de susurros procedentes con la anestesia de su voz, era irremediablemente que quedara indefenso. Pero en la guerra no existían ningún tipo de halagos y deberían esperar dentro de la cabeza de cabellos azules, la cual se impacientaba imaginando tan idílica escena.

    Miré a Bella y fui a hurtadillas para posicionarme detrás de ella. La abracé por la cintura, mirando por encima de su hombro la ventana. Fuera de aquella casa, los cazadores seguramente estuvieran buscando a los tres residentes que habitaban allí. El viento soplaba por momentos, moviendo las hojas duramente a ráfagas, casi como revuelto. El encuentro entre vampiros y cazadores estaba escrito en el futuro, pero mientras tanto, se divertían y olvidaban sus penas y preocupaciones mediante una simple e infantil guerra de cojines. Había sucedido mucho para estar los tres con esto, bajo el mismo techo, sin problemas de por medio. Sobre todo, sin divertirnos. Es más, nunca creí que pudiera divertirme tanto con dos vampiros, pues nunca habíamos tenido un momento así. Sonreí, nostálgico, cerrando lo ojos. Sí, ahora no pasaba nada. Marcus y Bella estaban aquí para enseñarme, para protegerme en caso de que volvieran por mí y darme el cariño de una verdadera familia. Una que en verdad no nos excluyera a ninguno de los tres. Y no tenía nada que temer, aunque sin preveerlo se me erizó el bello de la nuca.

    Negué con la cabeza, alejando todo lo relacionado a dicho tema y giré la cabeza para ver a Bella, después a Marcus y de regreso de nuevo hacia la peliroja

    -Nunca bajes la guardia. Alguien podría... - Y antes de terminar la frase, hubo otro cojinazo sobre la cara de la chica. Di un lametón sobre su mejilla, cachorro de mí. Después un salto hacia atrás, girando rápidamente para vigilar a Marcus y le lancé otro cojín. Inmediatamente agarré otro y proseguí a lanzárselo también, tomando uno nuevo para defenderme. Luego pasé a buscar una de las paredes para asegurar la retaguardia y dejar una separación para no ser arrinconado, por supuesto.
    Pero, ¿quién sería el último por caer?
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    Mensaje por Marcus O'Conell Jue Oct 31, 2013 2:17 am

    Ahora a Ziel resultaba un pasatiempo bastante... atractivo. Casi podía remitirlos a los viejos tiempos, donde la persecución y la lucha entre ambos era constante. La única diferente residía en que ahora los dos eran vampiros, por ende no existía un riesgo muy alto de que el pequeño muchacho acabara mancillado. Y, además, ahora el amor se interponía entre ambos seres, como un manto impoluto que yacía allí para cubrirlos y guardarlos en la inmensidad. Y, por supuesto, su calor abarcativo también envolvía a Bella, logrando que todo se configurase con nuevos colores, nuevas tonalidades.

    Estaba la certeza de que una luz brillaba al final del camino.

    El vampiro mayor continuaba ejerciendo fuerza sobre el rostro de Ziel. Escuchaba un balbuceo pero no entendía nada de lo que decía. Lo veía pataleando y batiendo los brazos a ambos lados de su cuerpo. ¿Estaba actuando o acaso se estaba creyendo su propio cuento? Marcus no pudo evitar reír ante el simple hecho de pensar que Ziel no era consciente aún de su nueva naturaleza en esas circunstancias. Entonces, para evitar su sufrimiento, el vampiro aflojó la fuerza por más tiempo, y allí el muchacho se las arregló para salir de su agarre y regocijarse en ello, sonriéndole de forma astuta y provocativa. Marcus, por su parte, ladeó un poco la cabeza. Al escuchar sus palabras, alzó ambas cejas.

    - Con que me hago el interesante, ¿eh? Pues para que sepas, todo hombre de mi edad debe parecerlo, sino resultaría extenuadamente aburrido. Tú lo dices porque me conoces, pero las muchachas que andan fuera no saben nada de mí, y sólo ven esta apariencia seria y cortés -dijo, acentuando aún más sus aires de "don interesante" y mirando aleatoriamente la ventana, echando hacia atrás su cabello con una mano-. Ser tan elegante a veces resulta agotador... -agregó, bromeando, y luego miró a Ziel de reojo-. Y aunque menosprecies mis anteojos, ¿a ti te parece correcto hacerle esto al cojín? -levantó el almohadón que Ziel había mordido y se lo enseñó, mientras el joven se acercaba a Bella. En ese momento, lo arrojó directo a ambos, con esperanzas de abatir a los dos a la vez.

    Al cabo de unos segundos, Marcus se puso de pie y dirigió su cuerpo hasta el sofá. Se dejó caer allí y miró hacia un lado, encontrando a Bella y a Ziel ocultos como ratones que pretenden huir de un salvaje felino. Sonrió de lado y estiró sus brazos y piernas, poniéndose cómodo.
    - Y bien, ¿veremos una película? Creo que hace más de un siglo que no veo una. Supongo que los efectos especiales debieron mejorar en todo este tiempo... -comentó, arrastrando las palabras, y justo cuando iba a hablar de nuevo, un cojín se estrelló en su nuca-. Oh, ya veo que el niño está rebelde esta noche -siseó, clavando su iris rojo en el azul de Ziel, para luego mirar a Bella. Marcus poseía, ahora, una mirada letal y asesina, y casi no pudo divisarse el movimiento de su brazos en cuanto arrojó hacia ellos un aluvión de cinco cojines, uno tras otro-. Bella, iba a ofrecerte elegir la película por ser nuestra dama de honor, pero por ser aliada de este muchacho vil, ahora te lo pierdes y la elegiré yo -anunció, sonriendo con cierta satisfacción y tomando el control remoto para encender la televisión.

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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Vie Nov 01, 2013 1:18 pm

    Por mucho que Marcus O'Conell se esforzara, Ziel Carphatia seguía siendo un adolescente demasiado rebelde.

    Nada más recibir el cojinazo de Marcus, alcé la cabeza por encima de uno de los sofás. El pelo azulado se encontraba revoloteado por la cabeza del chico, dándole ese aspecto desaliñado de siempre. La sonrisa seguía intacta sobre el rostro aniñado, aunque no tardara mucho en irse apagando lentamente, hasta finalmente desaparecer toda expresión de diversión o felicidad. Pasé una mano desde la nuca hacia delante y seguidamente en sentido inverso para colocar todos aquellos mechones que intentaban introducirse dentro de los ojos. Abrí la boca, dispuesto a replicar en cuanto vi el cojín dañado por los colmillos y arrugué el ceño, desconforme.

    -No lo hice aposta. De todas formas, ha sido también tu culpa por hacer eso. Si no me hubieras puesto el cojín en la cara, no lo hubiera mordido.- He aquí la demostración de causa y efecto. Giré la cabeza hacia un lado, ocultando ciertamente parte de la cara tras el sofá. Miré a Bella, esperando que ella comprendiera mi situación. Por un momento creía que iba a ahogarme igual que un humano. ¿Qué hubiera hecho ella en mi situación? ¿Dejarse? ¿Concienciarse mejor? No esperaba obtener defensa, pero solamente quería comprensión. Ellos nacieron vampiros y para ellos resultaría mucho más fácil saber que no iban a perder el conocimiento por falta de aire.

    "Tú lo dices porque me conoces, pero las muchachas que andan fuera no saben nada de mí, y sólo ven esta apariencia seria y cortés"

    Aquella frase reventó al neófito por dentro. La púa lanzada por los labios del vampiro, se clavó directamente sobre el más joven. Se lo había tomado demasiado en serio y muy a pecho, pese a que pareciera inicialmente una tontería o una simple broma pesada. Apreté los dientes e hice de la mano un puño. ¿Quién se creía que era? O mejor, ¿qué aires tan repentinos le habían dado ahora a Marcus? Me levanté totalmente molesto, poniendo los brazos delante para defenderme de los cojines que lanzó. No me gustó nada tal comentario sarcástico. Así que, ¿le importaba más lo que los otros dijeran de él, que los más cercanos? Y mientras le estaban señalando con el dedo, acusándole de asesino, ¿acaso le parecía agradable escuchar los comentarios de los demás? Ahg, Marcus O'Conell y su tremendo orgullo, acababa poniéndome completamente enfermo. Por si fuera poco, ser llamado nuevamente "niño" y además "vil muchacho", le enfurecía totalmente y sobre todo con esos aires de Don perfecto con los que iba el vampiro. Pues si tan perfecto era, ¡no entendía cómo acabó con Vladimir! Ya le había dicho antes que odiaba cuando me llamaban niño. ¡Si prácticamente era mayor de edad! Había vivido mucho tiempo solo y nadie se fijó nunca en la madurez que adquirió durante estos años, manteniéndose por su propio y arduo trabajo, a base de un "mal bien". Pero no, cada cual veía su propio interés y la gente únicamente se fijaba en la cara de niño que aún tenía a mi edad. Eso era lo que pensaba tan ajetreada cabeza, sin saber que actual y anteriormente estaba demostrando que aún le quedaba un largo recorrido que ambos vampiros ya habían llevado antes que el neófito.

    Entonces yo no pintaba nada en esta sala, pues ahora parecía el territorio de los "adultos" como Marcus O'Conell y la longevidad de Bella Gring. A decir verdad, se me habían terminado las ganas de seguir con la guerra de cojines. Y si hubiera tenido un cojín entre las manos, sin duda lo habría destrozado delante de sus ojos, a ver si cualquier "niño" podía hacer algo semejante. Estaba alterado, y totalmente tenso. Sostuve la mirada de Marcus, mientras el azul quería hervir en el más intenso color sangriento. La expresión del chico se había convertido en totalmente lo contrario a la que tenía antes. Ya no desprendía picardía, sino maldad. En sus ojos se podía ver el orgullo y el enfado que sostenía ahora mismo. Cerré los ojos, tratando de no seguir escuchando sus sermones, ni sus antojos de conocer nuevas mujeres; comenzando a andar por delante del propio vampiro. Los mechones azules se encargaron de ocultar los ojos del más joven, para que ninguno de los dos pudiera contemplar la rabia que hervía por debajo del azul. Marcus era especialista en leer la mirada del neófito y adivinar cuáles eran sus intenciones y la mayoría de sus pensamientos; y Bella podría conocer aquella expresión del chico además de leer su cabeza, ya que ella lo conocía mucho antes que Marcus.

    Me agaché para recoger uno de los cojines extraviados y rápidamente se lo lancé lo más fuerte que pude a la cara, con intenciones de hacerle daño. Inevitablemente el azul cambió velozmente a rojo debajo de sus cabellos, aunque fuera imperceptible por cualquiera de los otros dos. Con suerte le clavara la cremallera en el ojo y estuviera molesto un rato, del mismo modo que él se encontraba en estos momentos. Se le erizaba incluso la piel de pensarlo.
    "Ya no quiero ver la película. Estoy cansado", dije a Bella mentalmente, en el mejor tono que me era posible. Y Como si fuera un niño castigado por su mal actuar, empezó a subir las escaleras en silencio y acabó entrando al dormitorio.

    El joven de cabellos azules no tenía conocimiento de ello pero... Por segunda vez, sus profundos celos escondidos, le habían jugado una muy mala pasada y un malententido mucho más grande aún.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Miér Nov 20, 2013 1:56 am

    Marcus había roto entre carcajadas. ¿Enserio se había enojado? ¿En verdad creía que él pensaría en alguien más que no fueran él y Bella? Tan solo era una broma, pero hay veces en que las bromas exceden los límites de la ficción. Este era, justamente, el caso. El cojín se estrelló contra su rostro y Marcus lo recogió suavemente, aún con ciertos movimientos bruscos a causa de la risotada, apreciando cómo Ziel subía las escaleras. Unos segundos más duró la gracia del suceso, y entonces Marcus miró a Bella. Iba a comentarle algo al respecto mientras se ponía de pie para ir a buscar a Ziel, pero entonces escuchó las estruendosas palabras en su contra. Marcus se quedó absorto, con la mirada fija en algún punto de la planta superior. ¿Qué demonios era eso? ¿En verdad le había afectado de tal modo? Aquello no hizo más que generar una alerta en el vampiro, pues las emociones de Ziel estaba jugándole una mala pasada otra vez, por lo que podía ser muy peligroso. Y, lo peor de todo, es que Marcus mismo debía hacerse cargo de la culpa.

    Pasaron unos minutos y miró a Bella de nuevo para luego observar la ventana. Había captado un sonido agudo con su afilado sentido auditivo. Entonces, se asomó a la ventana y allí lo vio. Marcus rugió.
    - Maldita sea -y salió corriendo hacia la puerta, dispuesto para salir de allí. Sin embargo, no lo hizo hasta decirle a Bella que se mantuviera a salvo. Él había hecho esto, y él mismo lo arreglaría.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Vie Nov 29, 2013 5:47 pm

    Y de repente la casa quedó completamente en silencio. Un silencio demasiado inquietante. Ziel se había ido a la habitación enfadado y Marcus sin demora comenzó a correr hacia la calle. No me dio tiempo a reaccionar, ni siquiera a pestañear. Como siempre decía mi madre: "Las risas terminan en llanto." Y no le faltaba razón. Hace un momento estábamos peleándonos con las almohadas como si nada y ahora se habían esfumado.
    Me acerqué a la otra ventana para ver si Marcus aun seguía ahí o se había ido muy lejos. Negué con la cabeza. Esto no me gustaba nada, y menos que me dejaran sola. Por fin me di cuenta de lo que había pasado y rápidamente aseguré puertas y ventanas, cerré las persianas y cortinas mientras me encaminaba hacia la puerta trasera. La cerré con llave y salí tras ellos.
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