Iglesia en ruinas

por **Kaien Cross** Sáb Sep 10, 2011 6:42 pm

Recuerdo del primer mensaje :

En el centro del pueblo, se encuentra una pequeña iglesia en ruinas. Podeís intentar entrar dentro, pero en ella hay multitud de peligros.

por **Alucard** Lun Dic 30, 2013 12:08 am

Después del pequeño episodio en los edificios abandonados Alucard siguió el rastro del chico de cabellos verdes. Había sido más difícil de lo esperado pues este ocultaba bien su rastro y necesito unos minutos para encontrarlo. La bandada de murciélagos que componían al cuerpo de Alucard se acercó a la iglesia e inmediatamente comprendió que algo no andaba muy bien. No, de hecho supo con seguridad que algo andaba muy mal. Pudo percibir el olor de la sangre de tres personas: dos vampiros y una humana, cazadora para ser exactos. O al menos eso pensó Alucard porque la sangre de Chlóe era como la de un cazador.
La iglesia estaba cubierta por una especie de revestimiento de metal, no había forma de entrar ahí adentro. Pacientemente, como un cazador de verdad, Alucard se materializo en el techo de esa caja de metal enorme que sustituía a la iglesia y esperó. No pudo escuchar lo que pasaba dentro, el metal era demasiado grueso, pero eso no pareció preocuparle demasiado pues de todos modos antes de que pasara un minuto completo el techo de la cárcel de metal se abrió como la boca de una rana gigante que esta a punto de atrapar a una mosca. Alucard descendió con su capa ondeando al viendo en la total oscuridad que bendecía el interior de aquella sala pues la luna no parecía poder verse aquella noche. De nuevo era una iglesia "normal". Reconoció de inmediato a los tres personajes. Uno de ellos era Chlóe, la conocía pues una vez la había ayudado a escapar de Andrei, que se encontraba ahí mismo. Pero esta vez también estaba el peliverde. Se había librado una frenética batalla ahí adentro. Alucard podía ver muy bien en la oscuridad y vio que Chlóe estaba encerrada en una caja de cristal revestido, el peliverde estaba malherido, Andrei tenía sangre en los ojos y el suelo estaba lleno de casquillos de bala. El vampiro viejo pareció comprender todo al instante, no había terminado aún de caer cuando adivino la razón de que el techo de metal se había abierto. Era obra de Andrei y este se estaba quedado sin energía o lo que era peor, estaba reuniendo energía para realizar un nuevo ataque, un ataque lleno de poder y rabia. Supuso que el pequeño vampiro vestido de estudiante, porque a pesar de su avanzada edad para Alucard todos eran pequeños, no se había percatado de su presencia, así que sería mejor que le advirtiese antes de que hiciera ninguna tontería.
Andrei ¿No te tenemos dicho que no uses tus poderes sin tener el consentimiento del Consejo?
Y al decir aquellas palabras las nubes que tapaban la luna y lo sumían todo en la oscuridad desaparecieron, creando una serie de sombras tétricas sobre todos los objetos y personas que todavía quedaban dentro de la iglesia. Inmediatamente las sombras de alrededor de Andrei se levantaron del suelo como fieles marionetas de la voluntad de Alucard y se enroscaron en el cuerpo del chico, paralizandolo y evitando que pudiera lanzar cualquier ataque por el momento
Tienes suerte de que yo ya no pertenezca al Consejo porque tal vez no me limitaría a pararte.
Soltó tranquilamente. Al parecer no había mucho tiempo que perder con ese chico porque había allí otros dos con los que tratar. Otra serie de sombras rodearon el pecho y las extremidades del peliverde mientras Alucard caminaba hacia Chlóe, no necesitaba que aquel adolescente impredecible hiciera nada raro. "No te muevas por ahora, no pareces tener suficiente capacidad de regeneración, estas sombras pararán las hemorragias de tus heridas... por el momento" Le dijo telepáticamente mientras se paraba enfrente de la celda de Chlóe. Se estaba muriendo, perdía mucha sangre, no había tiempo para gentilezas.
Con un gruñido y con un movimiento de lo más salvaje Alucard dejó de lado su apariencia caballeresca y golpeó el cristal con todas sus fuerzas. No resistió. Se hizo añicos y grandes trozos de duro cristal comenzaron a caer por todos lados. Alucard se inclinó por encima de la chica para protegerla de los cortes y después comenzó a examinarla sin preámbulos. Tenía un cuchillo clavado en el abdomen y su cara estaba muy pálida. Tenía suerte de que Alucard ya no se volviera un autentico animal con el olor de la sangre. Bueno hacía siglos que había conseguido controlar aquello así que tampoco es que tuviera tanta suerte. Estaba muy mal, incluso si la llevaba a algún hospital podría morir. Tal vez...

El cuchillo seguía ahi clavado asi que la perdida de sangre ya no era muy grande pues el pulso de la chica se había reducido pero se congelaría o entraría en paro cardíaco pronto si no recibía tratamiento o algo mucho más drástico. Alucard carraspeo pero antes de hacer nada se giró hacia el peliverde, que debería de seguir ahí, no tendría que tener fuerzas para luchar contra las sombras y aun si las tuviera se desangraría aun siendo un vampiro por la cantidad de heridas que tenía " Bueno, es posible que quieras decirme que estabas tramando cuando os encontré a ti y a tu cómplice traficando, puedo ayudarte o bien puedo ayudarle a él" Dije haciendo referencia a Andrei. La verdad es que aquel tipo no tenía muchas opciones, esa era la manera de hacer negocios de Alucard, era un viejo oportunista que esperaba siempre la mejor oportunidad, aunque ciertamente, ahora había llegado de casualidad a tiempo, pero también era un elegante caballero, o algo así. Las sombras que agarraban a Andrei se tensaron por si este decidía resistirse aunque eso sería estúpido teniendo en cuenta su situación. Por otro lado, las sombras que mantenían la sangre del peliverde dentro de su cuerpo empezaron a deslizarse ligeramente por los orificios de sus heridas, tal vez haciéndole algo de daño. quería que comprendiera completamente cúal era su situación .
Finalmente se volvió a girar hacia la chica y frunció el cejo pensativo.Ella estaba consciente así que debería poder responder a sus preguntas.
Dígame señorita... ¿Es usted virgen?

por **Chlóe Crosszeria** Lun Dic 30, 2013 1:20 am

Chlóe, en medio de su sueño, escuchaba vagamente todo lo que allí acontecía, pero a pesar de la calma que demostraba su rostro pálido, su interior estaba en remolinos. Ella estaba... muriendo. Se estaba muriendo dentro de esa caja de cristal, como una oveja dada en sacrificio al peor de los lobos, sin poder brindarle ningún tipo de escapatoria. Aunque ella había salvado minutos antes las espaldas de Andrei, él la tenía aquí dentro sin ningún miramiento. Y eso no es todo, ya que aquel misterioso vampiro de cabellos verdes había llegado tan gentilmente a socorrerla, al igual que en su primer encuentro, también con la amenaza de Andrei. Solo que esa vez todo se volvió fácil para ella gracias a Zero. Si él no la hubiese podido ir a auxiliar, si ella no hubiera hecho esa llamada... Definitivamente, ahora no estaría aquí. Y se preguntaba si acaso eso no resultaba mejor que esta agonía. Pero allí se encontraba, medio inconsciente, con el espíritu de la hermana de Issei Chrane, el enigmático vampiro, zumbando a sus oídos por la salvación de su hermano. Ya la había visto en la fiesta de máscaras aquella vez, cuando dialogaba con él, pero jamás entendió correctamente qué buscaba. Tampoco lo entendía ahora, pero lentamente se iba aproximando al meollo de la cuestión.

¿Pero por qué ella? ¿Por qué ella y no otra? ¿Por qué sentía que la salvación de esos seres estaba en sus manos? Ella no tenía nada que ver con ninguno de los dos, es más, lo único que hacían era hacerle daño. Entonces... ¿por qué debería tener piedad alguna?

"Así es como piensa una cazadora. Así es como piensa un Crosszeria", dijo una voz en su cabeza. Chlóe entreabrió los ojos y solo observó sombras moviéndose de un lado a otro, que probablemente eran los vampiros batallando por su sangre, por su vida, llegados a este punto. La cuestión era: ¿quién de ellos estaba interesado en salvarla? Una sonrisa amarga inundó el rostro blanquecino de Chlóe, y el espíritu de esa niña se hizo presente otra vez a su lado. Le sujetó la mano con fuerza, era increíble lo mucho que podía sentirla. "No te mueras, si lo haces, nadie podrá hablar conmigo; nadie me verá, y nadie podrá salvar a mi hermano... Haz algo, están hiriéndolo. Mira lo que me ha hecho, y ahora le harán lo mismo a él", suplicaba. Pero Chlóe no entendía por qué. ¿Acaso no la había asesinado a sangre fría? ¿Por qué querría ayudarlo? Pero de lo que estaba segura era de que no debía morir allí, pues su deber como cazadora no había acabado. Su deber como miembro del clan Crosszeria apenas acababa de comenzar.

- Cá.. llate -susurró mientras sus ojos comenzaban a cerrarse de nuevo-. Yo.. y-yo no pued.. no puedo hacer.. nada.. por él -continuó a duras penas, pero se vio obligada a toser y a ver con asco cómo la sangre caía por su boca. Chlóe se puso de lado, para evitar ahogarse, e intentó sostenerse un poco erguida mediante el apoyo de uno de sus codos. Veía borroso, pero alcanzó a divisar a los contrincantes. En ese momento, la visión se aclaró y vio cómo el vampiro de cabellos verdes estaba sangrando y escupiendo sangre. No conocía absolutamente nada de él, más que este oscuro secreto transmitido por un fantasma de su pasado. Pero sí podía gozar de cierta autoridad contra Andrei, pues si él tanto quería poseerla, debería escucharla.

- Andrei Matthewson... para ya o yo misma te.. enviaré al... infierno -siseó, venenosa, mientras sus ojos brillantes transmitían una extraña fuerza. La sangre se escapaba de su cuerpo gota a gota, pero creía que aún no moriría. No podía hacerlo. Ellos no lo permitirían. ¿Verdad? Sin embargo, ¿cuánto podría mantener Chlóe esa promesa? Chilló de dolor antes de poder erguirse por completo. El grito agudo y agónico de la chica resonó en toda la iglesia, generando escalofríos hasta a los muertos. Cayó de lado y con suerte no caía de frente y se clavaba aún más aquel cuchillo. Observó su colgante, la reliquia de la familia que pasaba de generación en generación: una cruz con una piedra roja en el centro. La sujetó con fuerza y cerró los ojos, comenzando a recitar palabras indescifrables para quienes la rodeaban, excepto para Ellos.

Chlóe estaba invocando a los espíritus de su familia para que aseguraran su protección. Sin embargo, no estaba segura de si funcionaría. Ellos se habían enfadado cuando decidió salvar a Andrei de esos cuchillos, y ahora desde luego estaban furiosos por su falta de frialdad y decisión. Por culpa de sus escrúpulos, estaba muriendo. "Chlóe, no puedes traicionar a tu linaje; no puedes traicionar a tu madre, quien dio su vida batallando hace poco. Es tu deber, Chlóe Crosszeria. No puedes pertenecer a nadie más, ni siquiera a la Muerte."

- Entonces.. sálvame -dijo entre quejidos, cerrando los ojos con fuerza y desistiendo del recitado. No podía. No tenía fuerzas. Ella era una novata, jamás llegaría a ser lo que su madre era. Jamás sería la médium que su familia ansiaba que fuera.

"Entonces, sálvate."

Chlóe abrió los ojos de nuevo y una capa roja onduló en el aire. La mirada clara y perdida de la joven creyó que ese era un demonio que venía a llevársela, pero no. Se trataba, quizás, de un demonio, pero no venía a acabar con su vida. Apenas había oído su voz cuando se dirigió a los vampiros, pero lo cierto es que todo estaba en una extraña calma ahora. Sin embargo, los ojos rojos de ese vampiro eran penentrantes y parecían examinarla. Chlóe luchó por mantenerse despierta y oírle, desafiándole con la mirada. Ya le conocía, él la había salvado aquella vez en el cementerio. Un extraño alivio recorrió su cuerpo. Si la había ayudado aquella vez, ¿entonces no vendría a matarla esta noche del mismo modo que Andrei pretendió? Y entonces, tras protegerle de los cristales haciéndose añicos, él formuló aquella pregunta... Aquella pregunta que sólo podía significar una cosa.

La respiración de Chlóe, leve pero agitada, chocaba contra el rostro de aquel hombre de piel marmórea. La mirada de horror y temor de la chica pudo verse. ¿Qué clase de pregunta era aquella? ¿Acaso él también pretendía algo de ella? Pero no... En realidad no era nada de eso. Alucard no pretendía aprovecharse, sino que buscaba salvarle la vida con lo único que creía que podría. Aunque aquello...

¿Aquello no era lo mismo que estar muerta?

El silencio de Chlóe confirmó lo ineludible: sí, lo era. Sus ojos transparentes denotaban la inocencia de su cuerpo y la convicción de su alma. Desde la noche en que se realizó el ritual, Chlóe se consagró a su causa y, por lo tanto, como sacerdotiza que era, no podía ser tocada por ningún hombre, y mucho menos permitir que alguno arrebatase su pureza, pues ella ya tenía dueño. Sin embargo, últimamente parecía estar salteándose las reglas, pues Andrei había puesto sus manos encima de ella más de una vez. Había bebido su sangre y agradecía a que no le dio el tiempo para hacer algo más. Y por estas razones, los espíritus estaban enfadados. Por esta razón ella no recibía toda la ayuda que debía, pero aún así no la dejarían caer, porque como toda joven, ella debería aprender y volverse fuerte. Sin embargo... ¿cómo lo haría ahora? Le dijeron que se salvara, pero ella no podía hacer eso.

- Q-qué... vas a.. hacerme.. A-aléjate... de mí... por f-favor... -suplicó a aquel vampiro, elevando una de sus manos, intentando alcanzar el brazo de él. "Chlóe, debes alejarlo de ti". No puedo.

La chica cerró los ojos y acabó por rendirse en sus intentos. No había nada que pudiese hacer y los espíritus no parecían querer escucharla esa noche. Estaba perdida, completamente perdida. Ya fue condenada por Andrei una vez, y ahora acabaría aquel trabajo este antiguo vampiro que tenía frente a sus ojos. Chlóe emitió un quejido y ladeó la cabeza, logrando ver a Issei rodeado de sombras. Los labios de la chica se movieron formando una frase: "tu hermana está aquí". Tal vez no pudiese hacerselo saber en otra ocasión. Y, luego de aquello, la pesadez a causa del esfuerzo recayó sobre el cuerpo de la chica por completo. De reojo observó a Alucard. ¿Por qué...? Sólo dime por qué yo, por qué a mí, pensó, como si alguien allí dentro pudiese oírla. Y de hecho, había quiénes la oían y aguardaban por sus acciones, pero no eran precisamente los vampiros.

Chlóe Crosszeria no tenía ni idea de que su camino, que parecía concluir aquí, solo estaba iniciándose.

por **Alucard** Lun Dic 30, 2013 3:55 pm

Another Angel Down

Era una pena, si, a Alucard le daba mucha pena. Aquella chica no se merecía nada de eso y sin embargo ella seguía luchando por mantener el peso que sus antepasados la habían obligado a llevar sobre sus hombros. Carraspeó. Le había, había advertido a Andrei, él sabía a lo que se estaba enfrentando cuando decidió utilizar sus poderes. Estaba obsesionado con la chica humana y eso no era para nada sano. Aunque ¿Quién es el demoníaco vampiro para hablar de salud mental? Había tenido suerte de no haberse vuelto loco después de miles de años de servicio en esos lares. Los dos jóvenes estaban totalmente apresados, así que no le preocupó dejar de prestarles atención, en el peor de los casos solo tendría que propinarle una reprimenda a cualquiera de los dos si decidían oponerse a alguien que era superior a ellos por naturaleza.
Chlóe se debatía en la semi-inconsciencia y Alucard arrugó las expresiones de su cara. ¿Qué eran aquellas palabras que balbuceaba? ¿Idioma antiguo? Era imposible que ningún humano pudiera conocer aquella perdida lengua. A menos que... "Nokku, bastardo, por eso me ocultaste su apellido" Alucard entró en contacto con la mente de la chiquilla y pudo escucharlos. No le agradó nada descubrir a esos egoístas y estúpidos espíritus frustrados. Por el momento no les hizo mucho caso y solo se limitó a hablar con la ex-cazadora, estaba seguro de que si simplemente la hablaba ella no sería capaz de reconocer bien sus palabras pues su voz le sonaría lejana y deforme en su estado "Lo se... lo se, pero no hay tiempo para nada más. Lo siento, pero si quieres luchar por ti misma esta es tu única salida" Era lo único que podía decirle, después de todo Alucard se disponía a arrebatare su posesión más preciada en este mundo: su mortalidad.
Los espíritus comenzaron a hablar, a molestar y a gritar. Alucard no soportaba que ningún estúpido le dijera lo que tenía que hacer y mucho menos que le gritara. Desde la mente de la chica volvió a hablar, esta vez con un tono mucho más amenazante "Callaros, inútiles, si hubieras sabido hacer bien vuestro trabajo ella no estaría pasando por todo esto. Tsk... jóvenes espíritus. Sois hipócritas y soberbios " Pero ellos no se callaron, siguieron su griterío de voces etéreas como si estuvieran en una cena de navidad. Alucard enseño los colmillos y esta vez abrió su boca.
¡Callaros!...escoria
Las voces de aquellos ancestros se amedrentaron con el rugido satánico de ese demonio y pronto comprendieron su situación. Ninguno de esos era más anciano de lo que lo era Alucard. Estos no podían competir con los casi 6000 años de experiencia de Alucard. De hecho era muy probable que varios de esos espíritus que se suponía que debían de proteger a su médium habían sido alguna vez asesinados por el mismo Alucard. Si estaban ahí es porqué él había decidido no absorber su poder y sus recuerdos.

Como ya todo estaba tranquilo Alucard echó otra ojeada rápida a la ex-cazadora y se humedeció los dientes con la lengua. Sería un trabajo rápido y seguro. Bueno, o no tanto. Pero él estaba seguro de que la chica lucharía y seguiría hacia delante. Después del mordisco la vida de Chlóe solo dependería de ella. Si no quería convertirse no lo haría y su cuerpo sería consumido sin más.
Alucard extendió su mano hasta la empuñadura de ese cuchillo y retiró la débil mano de la muchacha. Sacó el cuchillo con cuidado y pudo sentir su cálida sangre deslizarse de nuevo por aquel vestido. "¡Sangre virgen!" Pensó exaltado cuando ese olor perturbador invadió su mente. No se iba a descontrolar pero debía de reconocer que la tentación era grande. Menos mal que los otros dos estaban a buen recaudo. Si no hacía pronto lo que tenía que hacer ella moriría así que no se detuvo a observar el tenue reguero de sangre que se sacudía desde el abdomen de Chlóe. Se inclinó sobre ella y con un ritmo anestesiado pero continuo descargó una única vez sus colmillos sobre el cuello de la moribunda y solitaria cazadora. Las almas que utilizaban a Chlóe como herramienta para interactuar con el mundo consciente se mantuvieron callados, estaban advertidos y supieron al instante que si molestaban a Alucard este los absorbería sin preguntar, podría hacerlo a través de Chlóe, al igual que podía succionar los recuerdos de esta misma, pero no lo hizo, solo cumplió con su trabajo y dejó que el cuerpo de la chica se volviera pálido y frió. Estaba muerta para cuando acabó. Su corazón ya no latía y la sangre que tenía en el abdomen pronto se enfriaría también. Su vida como humana había acabado y pronto sabríamos si aquella mujer había elegido transcender o proseguir su camino mortal hasta el final.

Alucard se levantó con cuidado, no quería molestarla. Mientras tanto Andrei gritaba y pataleaba como un loco. Quería escaparse, cosa que era poco probable. Dio unos cómodos pasos hasta el chico de cabellos verdes y le miró a los ojos. "¿Y bien? Esta es la hora de que todos vosotros elijáis el camino que vais a seguir ¿Ves, ella ya esta en ello? ¿Cuál será tu decisión? ¿Tienes algo que decirme?" Alucard enarcó una ceja y mientras formulaba su cuestionario de vida y muerte al vampiro elegante Andrei estaba consiguiendo zafarse de su prisión. Bien, que saliera de las sombras que lo apresaba si quería, no iría muy lejos.

Como era de esperar, un grupo de vampiros de Nivel E comenzaron a aproximarse a la zona, la sangre los atraía, eso era evidente, lo extraño era el hecho de que habían tardado demasiado en llegar. A Alucard no parecía importarle mucho de todos modos. Saco a Jackal y Casull, sus dos pistolas modificadas para la caza. Eran enormes por lo que si un humano decidía disparar con alguna de ellas seguramente se dislocaría el hombro, era armas que medían 39 cm y que solo podía usar aquel cazador de las tinieblas. El silencio de los espíritus y los berridos de Andrei fueron interrumpidos por el sonido de los disparos de Alucard. Las balas de ambas armas eran explosivas pero discernían un poco la una de la otra. Los proyectiles que disparaba Casull eran de plata de la catedral de Manchester y las balas que escupía el arma de su mano izquierda, Jackal, eran balas de 13 mm, penetradoras de armadura con núcleo de mercurio bautizado, poseían un exterior de plata macedónica y la pólvora que usaba es la NNA8 de Marvell. Los disparos de esas dos armas eran muy sonoros pues Alucard nunca había sido un gran experto en eso de la sutileza, cosa que lograba compensar con su gran testarudez.
Las cabezas de los vampiros comenzaron a reventar como globos de feria y poco a poco su presencia se fue mitigando, solo eran una pequeña molestia. Tenía que proteger a Chlóe y a los otros dos tontolitos por un rato hasta que ella abandonara finalmente este mundo o resurgiera para permanecer en él.

por **Issei Chrane** Miér Ene 01, 2014 10:53 pm

Issei Chrane estaba acabado. O quizá eso es lo que estaba pensando Andrei, pese a que también se pasara la idea de morir por sus pensamientos. La sangre caía por prácticamente todo su cuerpo, debilitándolo. Pero ni mucho menos este sería su final. El peliverde se negaba a perder contra el mierdas de Andrei. Apretaba sus manos en puños y rechinaban sus colmillos con verle la cara. Solamente por cuerpo, él era mucho más fuerte que el chico. No sólo eso, su don, obviamente tampoco se quedaba atrás. Esa era la idea que tenía de sí mismo, orgulloso. Es más, no podía finalizar su vida en una penosa iglesia derruida. A él le gustaba divertirse con el resto de vampiros y por supuesto, con sus Ovejitas. Morir en un lugar como este, no era digno de un Chrane.

Escupió sangre hacia uno de los lados y miró de reojo el estado de Chlóe. Su estado empeoraba a cada segundo que él se entretenía con su adversario. Debía encontrar la forma de derrotarlo más rápida, sencilla y dolorosa posible. Después, tendría que sacarla de allí antes de que ambos terminaran muriendo. Por lo menos un hospital sería más decente para morir, aunque continuaría siendo sin ser digno de que un Chrane pisara sus suelos.
Su mirada fue vuelta hacia Matthewson y sonrió macabro, mostrando sus colmillos. El golpe que efectuó en sus ojos había dado en el clavo y por el momento, el pequeño vampiro quedaría inutilizado. Rió por dentro, comenzando a coger el humor del chico. Interesante individuo, sin embargo, no le gustaban los terneros, a decir verdad. De tal forma, que por una parte se sentía hasta obligado de tener que matarle. Ya se sabe que las ovejas negras descarrilan al rebaño.

- Lo mismo digo… - Murmuró como pudo, dejando caer la sangre por entre sus labios. Tosió, agarrando su nuez con todas sus fuerzas. El chico se apartó inmediatamente y entonces Issei temió no tener la suficiente fuerza como para atestar un último golpe. En cambio, su propio ego alimentó las energías que tenía y soltó una carcajada. El material de su poder comenzaba a pudrirse como su usuario. Las paredes de titanio se deshacían, al igual que sus pistolas. Suspiró levemente. Al menos esa mierda había desaparecido y eso le otorgaba a él, oportuno, imaginativo e interventor, bastantes más posibilidades de continuar con vida. Tomó aire profundamente, avanzando de nuevo, sin dudar, firme, seguro de sí mismo. Hubo una corriente de aire. Sí, metafóricamente, en cuanto se abriera la caja, saldrían todas las moscas. Issei podría utilizar su don cuando ocurriera y las expectativas se duplicarían. Sus ansias de victoria aumentaron inmediatamente. Su sonrisa se torció. Él era un vampiro duro de roer. Y así lo recordaría Andrei Matthewson, pues que su enemigo lo recordara, era uno de sus mayores placeres.

Notaba frescor por la brecha que se había abierto en el techo. Hubo otra ráfaga repentina, cobrando mayor fuerza que antes. Apretó los dientes con ira. Una nueva corriente de aire entró por arriba, colándose por el cuerpo de Issei. Los casquillos de bala cayeron al suelo bañados con su sangre, eliminando la molestia, creciendo el sangrado. Incrementaba su ligereza, pero al mismo tiempo, la debilidad lo abatía mucho más. No obstante, lo haría, no únicamente por su vida, sino por su orgullo de Chrane. Él no era un debilucho como parecía, sino un apreciado espectador de la vida humana. Comenzó también a reunir todas las fuerzas necesarias para atestar el golpe definitivo, como Andrei estaba haciendo ahora mismo. Sonrió de lado a lado, casi hasta proclamándose vencedor antes de tiempo.

Pero toda intención fue detenida en cuanto otro vampiro entró por el agujero del techo. Suspiró mirándole de reojo. ¿Qué demonios hacía ese viejo de nuevo? ¿Estaba siguiéndole? Chasqueó la lengua. Ese maldito de Baskerville lo había traicionado. Ojalá ese tipo lo matara antes de que la noticia se esparciera a las personas equivocadas. Sin preverlo, las sombras se ciñeron sobre su cuerpo inmovilizándolo. Que no le jodieran ahora, ¿qué quería este tipo?
- Eh… - Llamó la atención del vampiro más anciano, sonriente como hacía siempre, burlándose de él. - ¿Quién crees… que eres para tocarla? – Preguntó con esfuerzo, irónico. Sus ojos verdosos, brillantes, se clavaron sobre su adversario. Él debería estar de acuerdo con él en eso. Chlóe Crosszeria ya estaba suficientemente disputada entre ambos. No se necesitaba un tercero en discordia, pues eso acabaría por aburrir al peliverde. Ninguno de los dos debían permitir que la tocara y le hiciera algo, ya que tenía propiamente el nombre de ambos gravado sobre la piel. Este era el momento de unir fuerzas para encontrar un adversario mayor.

En su mente apareció la voz de Alucard. Chasqueó nuevamente la lengua. ¿Qué mierda de poder era aquel? Iba, ¿acaso a enjuagarle la mente y hacer que se suicidara? Suspiró, resignándose.
- Discutí… amos sobre… quién iba a… patearte el culo, primero... – Rió a carcajadas, bufón. No le contaría la verdad ni en el lecho de la muerte. Hoy en día era difícil confiar en la gente, y desde luego, él no lo hizo en su pasado; menos lo lograría hacer ahora. Y si estuvo esperando por Baskerville en la azotea de aquel edificio abandonado, era porque así debía hacerse para que Issei obtuviera beneficio. En cuanto a los papales… Que les dieran a todos, pensaba. Ojalá se quemaran todos y cada uno de esos papeles cuando él muriera, si es que lo hacía. Y después, que les dieran por donde más duele a todos y cada uno de esos malnacidos. Bajó la cabeza, escupiendo sangre de nuevo. Él desde luego, era totalmente imparcial en la decisión que se ejecutara más adelante. Sus marionetas serían las que se encargaran de batallar, no él.

Las orejas de Issei se afinaron tras la pregunta acechante sobre la mujer: “Dígame señorita... ¿Es usted virgen?” Evidentemente, necesitaba escuchar la respuesta de los labios de Crosszeria. Así lograría unir la razón de su obsesión con ella. Sonrió cerrando los ojos, satisfecho por el propio silencio. Era una evidencia de que lo era, y no podía llenarle de más placer. Su obsesión aumentó y se fijó en el estado de la mujer. Entonces, de sus labios pudo comprender aquel: “tu hermana está aquí”. Issei acabó totalmente descentrado, anonadado y sin entender. Su hermana había fallecido hacía varias décadas. Era imposible que se encontrara en la iglesia. El verde de sus ojos fue veloz y nervioso para recorrer toda la estancia, clavándose en cada banco, en cada pared, escrutando lo que podía detrás de cada columna, pero nada. Claramente, él no podía ver el espíritu de su hermana allí dentro. En cambio, cerró los ojos, cansado por la pérdida de sangre. Y allí la vio, sonriente, con sus cabellos verdosos ondeando al viento que creaba para su hermana. Sonrió infantil. No obstante, ¿debía confiar en las palabras de Chlóe y creerla? Quizá ella fuera de las brujas que se dedicaran a hablar con fantasmas del pasado. Pero, ¿quería Issei escuchar la pena de su hermana? Su cabeza cayó de golpe, pareciendo que ya había perdido la vida. Su vida expiró entre sus manos, con tal de brindarle una muerte digna y salvada de sufrimiento. Lo hizo por su bien, y si no fuera porque lo detuvieron, ambos se encontrarían juntos con el resto de su familia. Aunque no lo pareciera, odiaba ser el único superviviente de la familia Chrane.

Se escuchó un gruñido. Otro a continuación. La culpabilidad estaba atormentando su cabeza, justo en el momento que más necesitaba su sangre fía de siempre. De reojo, entre sus largos cabellos verdes, pudo vislumbrar lo horrendo que fue ver a otro vampiro morder a su tierna Oveja. Un nuevo gruñido más fuerte rompió el silencio.
- Eh… Viejo… ¡Déjala en paz! – Murmuró, levantando levemente la voz, regresando su toque gracioso a sus labios. Por un momento pensó en la probabilidad de que el vampiro recién llegado viniera a salvar a la chica y llevársela a un lugar seguro. Es más, él se la confiaba si con ello aseguraba su recuperación. Ahora lo dudaba verdaderamente. Apretó los puños e intentó moverse con todas sus fuerzas, sin conseguir mover los pies un solo centímetro. El desangre era evidente con mirar simplemente el suelo y encontrar el charco rojizo bajo sus pies. Sus zapatos italianos se habían echado a perder; en eso pensaba cuando los vio cubiertos de sangre, sin preocuparse por otra cosa mejor.

Nuevamente la voz mental del Entrometido regresaba a su cabeza. Cerró los ojos. Dígnate a hablar de palabra, cabrón. Déjate de subnormaleces y sé un hombre: entona tu voz. Al menos así podría reírme de ella. Pensaba. Quizá el otro lo leyera y así su gracia se duplicaría. Con las pocas fuerzas que tenía, trató de resistirse de nuevo. Un pequeño aire fue a cortar directamente medio rostro del vampiro insinuante.
- He violado… a tu madre. – Dijo entre dientes, respondiendo, comenzando a reír a carcajadas. Jamás encontraría nada en relación al tema. Daba igual cuántas veces preguntara Alucard, en cada ocasión Issei tendría una nueva respuesta para él, a cada cual más malsonante que la anterior. ¿Tenía razón de que protegiera a esa gente, cuando le importaban los más mínimo? No, tal vez no. Pero él adoraba divertirse de lo ajeno.

por **Chlóe Crosszeria** Jue Ene 02, 2014 1:29 am

"El tiempo tomó la mayor parte de mí y me dejó sin ninguna llave para abrir el cofre de remedios.
Madre, el dolor no me está hiriendo, pero sí el amor que siento cuando estás cerca.
Las esperanzas eran altas, los coros eran inmensos. Ahora mis sueños están viviendo a través de ti...
Una marea de pasión, un ángel a mi lado. Pero no hay Cristo para acabar esta guerra, para entregar mi alma de la espada.
La esperanza se ha mostrado un paisaje, la poesía del paraíso. Con las primeras nieves me habré ido."

Pudo sentir la calidez de su propia sangre extendiéndose, cual río indómito, por la hoja afilada de aquel cuchillo, y empapando suavemente la mano de Alucard. Chlóe emitió un pequeño quejido, manteniendo los ojos cerrados. El sabor metálico que sentía en su boca era insoportable, pero más insoportable era sentir que a cada segundo que transcurría, nuevos impulsos sangrientos se abalanzaban por su traquia dispuestos a ahogarla con su propio líquido vital. Chlóe tensó la mandíbula con la poca fuerza que le quedaba, pues ya estaba entregada. Ya sabía que de esta no saldría, o al menos no saldría como ella hubiera deseado. Alucard estaba listo para volver su cuerpo frío y para detener los latidos de su corazón. Chlóe no quería aquello, pues prefería morir, ¿pero acaso tenía voz y voto en esta cuestión?

Sus labios, rojos a causa del reguero escarlata que su propia sangre había provocado, intentaban balbucear algunas palabras, pero no conseguían expresar nada. En medio de aquella fúnebre situación, lo único que oía era la voz ronca y burlona de uno de los vampiros, Issei Chrane, quejándose sobre que Alucard la tocara como si ella ya le perteneciera a él. ¿Acaso no se daban cuenta de que por culpa de su ambición y egoísmo, creyendo que podrían poseerla y apoderarse de su sangre, ahora Chlóe estaba al borde de la muerte?

Los ojos claros y centelleantes de Chlóe volvieron a abrirse, pero esta vez el brillo habitual no yacía en ellos. Entre sus negras pestañas, podía observarse el resplandor tenue de un celeste apagado. La chica miró a Alucard, y en ese momento vio venir sus colmillos. Pronunció un "no" mudo con sus labios, elevando sus manos y luchando por detenerle, pero fue en vano. Las manos de Chlóe se aferraron al ropaje del vampiro, en la zona de su pecho, en cuanto sus colmillos penetraron su tierna piel. Ah, ¿cuántas bocas besarían su cuello con la muerte palpitando en sus labios? Si hubiese podido patalear y gritar, lo hubiera hecho, pero sus fuerzas no podían darle el lujo de quejarse y oponer resistencia. Sus manos viajaron, no obstante, hasta el cuello del vampiro, rozando sus azabaches cabellos y logrando enredar sus dedos allí, ejerciendo fuerza, intentando alejarlo o, al menos, transmitirle que quemaba y dolía. Sin embargo, el vampiro había sido sumamente delicado en su mordida. Pues el dolor se esfumó en cuanto sus colmillos ya se hallaban en el interior de su carne, alojando allí su frívolo veneno. Entonces Chlóe dejó de luchar, dejó de quejarse en silencio y de arremeter con inútil y débiles golpes el cuerpo del vampiro mayor. Sus ojos se cerraron, anesteciados, y su cuerpo se relajó, aletargado.

Los días eran más brillantes, los jardines más floridos.
Lo Salvaje llamaba, deseos eran susurrados.
El tiempo estaba ahí, pero sin un significado.
Las noches tenían más esperanza en su silencio.
Lejos en el tiempo, cada sueño es un viaje, lejos...
Pero los días se fueron, los jardines se volvieron desiertos.
Lo Salvaje no llama más, los deseos son tan vacíos..
Este frágil mundo, ¿es mi único descanso?

Y el silencio llegó. La paz lo consumió todo.

Chlóe ya no podía oír lo que le rodeaba. No había allí ningún susurro que la molestara, ni siquiera la voz de su consciencia. ¡Qué sencillo sería morir y abandonarlo todo! ¿Acaso no era esto lo que ella tanto había añorado, desprenderse de las responsabilidades de su familia y ser una adolescente normal, común y corriente, sin preocupaciones? Pero su deseo había sido tan intenso a lo largo de su vida, que tentó al Destino y éste le concedió la dicha por medio de innumerables peripecias. Y ahora... ¿Y ahora qué? Los latidos de su corazón ya no podían oírse en la vieja iglesia. El pulso de la chica se había hecho inaudible e incapaz de ser percibido, incluso para un vampiro. La sangre había cesado de emanar de su cuerpo, ¿y esto se debía a que ya no había sangre en ella que pudiera escaparse de su contenedor humano? ¿Acaso ya podía darse el lujo de permitir a su cuerpo perecer?

"No. Te lo impedimos fervientemente, Chlóe Crosszeria. Tu misión sobre esta tierra aún no ha terminado, y jamás serás uno de ellos".

La inocencia reflejada en su rostro pálido y adormecido por la dulce Muerte, denotaba más aún sus rasgos angelicales. Chlóe parecía convivir entre demonios todo el tiempo. No era suficiente lidiar con los suyos propios, con sus miedos y terrores, sino que también debía lidiar con aquellos que son de carne y hueso, tan reales como una puesta de sol.

¿Pero ella vería otro amanecer?

En medio de aquel silencio impoluto, un latido pudo oírse. Luego, otra más. Una tercera se oyó en el lugar, y fue la que generó la conmoción en el cuerpo, antes sin vida, de Chlóe. La chica abrió los ojos y aspiró cuanto aire pudo para llenar sus pulmones, elevando su cuerpo y sentándose en el suelo. Su respiración, luego de aquel desesperado inhalar, continuó siendo ajetreada y acelerada. Se llevó una mano al pecho, adolorida, y luego la bajó hasta su abdomen, justo sobre la herida. Una vez allí, observó que no salía sangre, por lo que miró a su alrededor, alarmada, en busca de respuestas que no llegaban. El cuerpo de Chlóe continuaba portando la palidez de la muerte, pero sus mejillas obtuvieron un extraño rubor en un determinado momento, pero este se esfumó junto con su esfuerzo por mantenerse erguida y en aquella posición. La espalda de Chlóe no demoró en chocar contra el frío suelo de aquella prisión de cristal, ahora derruida, otra vez. Estaba asustada, pero más que nada preocupada y aturdida. Había estado muerta durante cinco minutos, mientras su cuerpo preparaba de forma calculadora su regreso. Incluso se había visto a sí misma, había visto su propio cuerpo sin vida, en un intento de su alma por huir y ser libre, pero se vio atrapada de repente, se vio forjada a regresar y ocupar aquel recipiente de huesos y nervios con la apariencia de una bella doncella. Una gota de sangre, cálida e intensa, entonces cayó, nítida, desde el atardecer de su abdomen, sobre el lago carmesí que yacía bajo su cuerpo.

Chlóe Crosszeria seguía siendo humana.

Alarmada, llevó una de sus manos a su cuello, y percibió allí la mordida, fresca, latente. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Acaso ya se había convertido? Pero, entonces... ¿por qué no sentía la sed? ¿Por qué su cuerpo continuaba herido y no se regeneraba? Los ojos preocupados y suplicantes de Chlóe se clavaron sobre los presentes, demostrando lo absorta que estaba, al igual que quizás lo estarían ellos. Lo cierto es que el cuerpo de Chlóe rechazaba el veneno de la mordida de los vampiros. Su antiguo linaje había trabajado intensamente en este don particular de todos los cazadores de su clan, pero solo tenía efecto en las mujeres vírgenes más jóvenes, debido a que la pureza de su alma era más intensa. Por lo tanto, mediante la ceremonia que consagraba a la chica a los Espíritus que fortalecían la base de su poder, se le era otorgado este regalo para protegerla de los demonios a los cuales debía enfrentar y exterminar tras asumir su rol como Sacerdotisa, por lo tanto, mientras fuera la elegida del aquelarre para interpretar tan difícil papel, tenía asegurada esa protección, así como la incapacidad de morir a causa de una muerte natural -dentro de lo cual se consideraba también las enfermedades-, pero sí podía padecer si era asesinada o atacada, como justamente ocurrió con Chlóe, e incluso podría morir en algo tan habitual como un accidente de tránsito, o podía fallecer frente a algo tan tonto como atragantarse con una moneda. Pero jamás naturalmente mientras posea la protección de Los Siete.

La información fue transmitida a la mente de Chlóe tan velozmente que se vio obligada a cerrar los ojos para poder asimilarlo. ¿Por qué jamás le habían dicho nada? ¿Por qué la enviaron a este pueblo, completamente ignorante de su naturaleza y de su esencia como cazadora, directamente a morir? Pues, ¿cómo podría alguien aprovechar al límite sus capacidades si apenas contaba con ellas? ¿Por qué tanto sus padres como los mismos espíritus que debían protegerla y otorgarle poder parecían jugar con ella? Y pensar todo lo bueno que podría haber hecho para contribuir con la Asociación de haberlo sabido antes... ¿Acaso debía averiguarlo por ella misma? ¿Era necesario que pasase por una situación como esta para poder descubrirlo?

Chlóe emitió un pequeño quejido y sus ojos se llenaron de lágrimas. Estaba asustada, muy asustada de lo que era, de lo que le estaba ocurriendo y de lo que el destino le deparaba. Y siempre había estado sola. Jamás había tenido siquiera un amigo en el cual confiar. No tenía ni siquiera ahora a alguien al cual llamar para rogarle que viniese a buscarla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas entremezclando desesperación, tristeza y una extraña felicidad. Felicidad de estar viva, desesperación y tristeza por saber que podría morir inmediatamente si no lograba salir de allí a tiempo. Lo único que la mantenía con vida ahora era, paradójicamente, el veneno que Alucard había introducido en su cuerpo para poder convertirla. Su organismo había obtenido de la ponzoña tiempo para que Chlóe pudiese acudir al hospital más cercano. El don de la chica se había aprovechado de las capacidades de aquella sustancia tóxica para otorgarle mayor resistencia, como si fuera un vampiro, y así detener la hemorragia por unos momentos y evitar que la herida continuara empeorando. Sin embargo, pronto su cuerpo acabaría por rechazar el veneno completamente, expulsándolo por medio de su sangre. Por esa razón, Chlóe volvía a tener los minutos contados, pues moriría irremediablemente si no hiciese algo al respecto.

Los ojos cristalinos de la joven fueron a parar sobre Alucard, mientras observaba embelesada cómo destruía a los Nivel E que pretendían entrar a la iglesia llamados por el intenso aroma a sangre que la inundaba, tanto suya como de los vampiros. La joven miró a Andrei y luego a Issei, empapada en llanto. Parecía solo una cría, solo una niña asustada que quería correr a los brazos de su madre en medio de una noche oscura.
- N-necesito... ir a un hos... p-pital, por favor -suplicó, intentando controlar la convulsión que el llanto provocaba en su cuerpo y, así, evitar que la herida pudiese abrirse aún más. Necesitaba que la llevasen con un médico, urgente. Era la única forma de salvarse. No podía moverse e ir por sus propios medios, y su vida se debatía, otra vez, entre los allí presentes-. Por... favor -repitió, mientras el agua de su mirada le obligaba a ver borrosas cada una de las figuras allí dentro. Acabó por clavar su mirada en Alucard, pues sentía que él era el único en el cual podría apoyarse. ¿Acaso Andrei e Issei estarían dispuestos a ayudarla también? Chlóe solo quería que dejaran la riña para después, pero era difícil pensarlo cuando ella era el motivo principal de aquello. Miró en dirección a Issei, y allí pudo ver a su hermana otra vez. Realmente esto no era un sueño, ella estaba viva otra vez, conservando sus dones, y viviendo esta pesadilla en carne propia una y otra vez. La niña acarició el rostro de su hermano y enredó uno de sus dedos entre los verdes cabellos, y entonces Chlóe apartó la mirada y dejó caer la cabeza hacia adelante. Vio cómo sus lágrimas, traslúcidas y brillantes, se estrellaban contra el mar rojo que la rodeaba.

"Por favor", suplicó en su fuero interno una vez más.

~El sol rojo elevándose, y se ahoga sin mostrarse.
Por dentro, la luz se mantiene firme.
El sol rojo elevándose, el telón bajándose.
Por encima de la esperanza mi curación se mantiene.~

por **Andrei Matthewson** Jue Ene 02, 2014 6:26 pm

Un perdido cachorro, impregnado en su propia soledad, hijo de la noche, cazador de hadas, es atraido por el olor de una falsa manada que se esconde detrás del reflejo de la luna. Él aulla toda la noche y cuando la luz del alba lo baña con su extraña y cálida caricia siente que su mundo se termina y sin embargo puede, por segunda vez advertir como las llamas del sol se reflejan en sus caninas pupilas. Ahora aúlla con más fuerzas hacia el sol, desafiante, amenazador, seguro de si mismo.

Andrei ya estaba preparado para acabar con su rival, porque no solo lo iba a derrotar si no que terminaría sin duda con su vida. Si, voy a hacerlo, terminaré con esta estúpida obra y la tomaré, la tomaré y salvaré su delicada vida. No había tiempo, no había remordimientos, solo una efímera determinación que se hizo añicos cuando aquella voz de ultratumba resonó en sus desarrollados oídos. Era Alucard. Ese era uno de los peores escenarios posibles que se había imaginado Andrei ¿Cómo demonios me ha encontrado tan rápido? Sin duda había sido culpa de ese idiota peliverde. Si no se hubiera entrometido ni siquiera estarían ya en la iglesia. Andrei quiso responder a las provocaciones y advertencias de Alucard pero cuando fué a realizar su devastador ataque unas extrañas sombras lo atraparon. Eran como oscuras alfombras que se enrollaban a su alrededor, impidiéndole moverse. No había forma de escaparse de aquello, al menos inmediatamente.

Alucard era todo un oportunista, al igual que el otro. Todos aprovechados. Malditos. Capullos. Los mataré a todos. Andrei hacía gala de su frustración mostrando ampliamente sus dientes a Alucard, le daba igual si decidía ejecutarlo, solo quería a su cordera. Maldita sea, si incluso tiene mi marca, no tenéis derecho cabrones. Andreí se debatió en las sombras todo lo que pudo mientras poco a poco recuperaba la vista. Pudo entrever cómo Alucard, con una mirada tranquila y firme barría el lugar, analizando la situación y como segundos después comenzaba a acercarse a Chlóe.
No podrás tocarla ¡Déjala tranquila y suéltame de una vez!
Andrei estaba seguro de que Chlóe estaba segura detrás de esa caja de cristal pero cuando Alucard se quedó en frente de ella, pensando la mejor manera de deshacerse de esa barrera las dudas comenzaron a florecer en la mente de Andrei, al igual que su preocupación y su rabia.
El viejo vampiro golpeó el cristal con tal fuerza que este no resistió ni un momento, se hizo añicos como un castillo de naipes. Pero eso era imposible ¿No? ¿Cómo demonios lo había hecho?
¡ALUCARD, BASTARDO, DÉJALA!
Gritó y pataleo, al tiempo que gruñía por la fuerza con la que estaba intentando escaparse de su atadura. Sin embargo el vampiro no le escuchó. Se acercó a Chlóe, se agachó y le preguntó sobre su virginidad ¡No, no, no! Maldita sea, lo va a hacer, me niego, tengo que pararle. A Andrei no le quedaban casi fuerzas después de haber hecho una demostración de habilidades de ese calibre, pero tenía que hacer algo, tenía que demostrar que era lo que el QUERIA. No podía simplemente quedarse de brazos cruzados mientras Alucard hacía lo que le daba a la gana a Chlóe.
ALUCARD, TE MATARÉ, JURO QUE TE MATARÉ, NO TE LO VOY A PERDONAR NUNCA, TE ARREPENTIRÁS VIEJO CABRÓN OPORTUNISTA, TE PUEDES METER TU bonito *-* CONSEJO POR DONDE TE QUEPA, ¡¡ACABARÉ CONTIGO!!
Andrei no podía parar de insultar con todas sus fuerzas a aquel mancillador mientras intentaba escaparse de su prisión. Y no pudo evirtarlo. Los dientes, blancos como el marfil más pulido, de aquel vampiro mordieron con ganas la carne de Chlóe, insertando a presión aquel veneno que estaba predestinado a ser inyectado a la chica por Andrei

Vio como la pobre chica le pedía por favor que no lo hiciera, vio como su cuerpo se quedaba inmóvil. Lo vio TODO, y sin embargo no pudo hacer NADA. El fuego dentro de sus ojos se encendió. Hacia tres siglos que no experimentaba aquello. Andrei podía ser un rebelde, podía ser un lujurioso, podía ser todo eso y mucho más pero lo que mejor que le describía era su vació. El nunca sentía nada real hacia nada ni nadie y sinceramente, era algo que le gustaba, le encantaba. La última vez, hacía ya tantos años, cuando todavía era humano y no poseía todo ese poder pudo enfrentar a un vampiro, si, lo que oís. Lo recordaba perfectamente, cuando vio que Scarlett estaba en peligro se levantó del frío suelo de la calle, aún con una mano rota y un intenso dolor en la espalda, y pudo noquear a ese cabrón de una patada en la cabeza. el golpe fue tan fuerte que se rompió la espinilla y la frente del vampiro dejó una marca en el banco de metal contra el que había chocado. Después de aquello todo se volvió oscuro y Andrei ya era un vampiro. Ya había dejado de amar a Scarlett y se estaba divirtiendo mucho sin ella, por lo que no volvió a tener esa sensación.
Bien, pues ese mismo sentimiento que había nacido dentro de Andrei cuando aun era humano volvió a despertar en su interior. No podía dejar que se llevaran a Chlóe por nada. Mi cuerpo no importa, nada de todo esto importa ya si él se la lleva.

Las sombras que Alucard controlaba no eran materiales en realidad así que no podía deshacerse de ellas así sin más. La única manera era... ¿Cuál era? Alucard estaba ocupado con los demás y estaba muy seguro de que Andrei no podría escaparse de allí, así que si Andrei por algún casual hacía algo imprevisto y desesperado Alucard no repararía en el hasta que fuera demasiado tarde. Pero para eso no tenía que hacer algo loco ¿Y cómo conseguir eso? No lo sabía, no había forma de que Andrei pudiera pensar con claridad en esa situación.

Una manada de Niveles-E surgió de la nada y el viejo comenzó a matarlos utilizando sus preciados juguetes. El peliverde estaba medianamente cerca de Alucard y Chlóe por lo que los vampiros difícilmente llegarían hasta él pero Andrei estaba alejado por lo que algunos de esos capullos descerebrados se abalanzaron contra el. Las sombras eran simplemente eso: sombras y no evitaron que el cuerpo de Andrei fuera arañado, rasgado e incluso mordido. Si Alucard disparaba a aquellos vampiros de seguro también dañaría a Andrei con las explosiones de sus malditas balas, así que el viejo simplemente dejó al chico a su suerte mientras todo ocurría. Incluso en ese estado Andrei no dejó de mirar el cuerpo inerte y pálido de Chlóe, incrédulo ante lo que veía. Ella ya no estaba. Los Nivel-E tiraron a Andrei al suelo, sin que las sombras que lo apresaban le protegieran para nada a la vez que le impedían cualquier movimiento. El chico gruño de dolor, su sangre también comenzó a teñir sus atuendos. Entonces cayó en lo estúpido que era. Demonios, lo estaba apresando una sombra, la única manera de que haya sombras es que haya luz.
Haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban Andrei levantó una barrera de tierra por encima y alrededor de él mismo, evitando que entrara cualquier luz. Las sombras desaparecieron al instante y por fin se sintió libre. Ahora tenía que actuar rápido para que Alucard no le jodiera de nuevo. La barrera de tierra se deshizo y una oleada de Niveles-E se abalanzó encima de Andrei, locos por la esencia de la sangre de Chlóe.
Andrei, tumbado bocabajo, sentía que no le quedaban más fuerzas para continuar, que todo estaba perdido, que Chlóe ya no era humana y que ya no podría mirarla con los mismos ojos nunca más. De todos modos: de poco le había servido escapar de las garras de Alucard pues iba a morir igualmente. Si no era por aquellos idiotas medio zombies Alucard le mandaría al Consejo para que le ejecuten o simplemente lo mataría el peliverde cuando Alucard lo librara. Aunque pensándolo de cierto modo, si el otro chico quería matarlo tendría que ponerse a la cola ¿Cuantos había jurado y perjurado acabar con la existencia de Andrei Matthewson? Ya no lo recordaba.

Y va ella y se levanta, como un ángel, un ángel mareado y confuso, pero un ángel al fin y al cabo. Se había levantado y no refiero a que se había despertado como una vampiresa, si no que seguía siendo humana y su sangre volvía circular por sus venas y arterias. ¿Qué demonios? ¿Que clase de broma macabra era esa? Andrei sintió como su helado corazón daba un vuelco y una pizca de esperanza amenazó a su moribundo cuerpo. No, es imposible, nada de esto tiene sentido. Todavía había esperanzas para el pelirrojo. El destino le ofrecía una vez más sacrificarse a si mismo para dejar que el fuego de su pasión le calcinara y pudiera iluminar a aquello por lo que ardía. Chloé empezó a llorar y cuando sus lagrimas comenzaron a emanar de sus cristalinos ojos Andrei sintió que todo había cambiado. Jejejeje ya no hay vuela atrás. Aquella llama intensa que se iluminaba desde el iris del pequeño vampiro se reflejó en la madera del suelo de la iglesia antes de este sintiera un intenso dolor. Utilizando sus habilidades materializó una espada de doble filo brillante y poderosa. Se levantó, agitando el arma en forma de media luna y rebanó el cuerpo de algunos Niveles-E que se proponían acabar con él. Demasiado lentos. La sangre baño una vez más los suelos de aquella pagana iglesia y Andrei comenzó a correr hacia Alucard. Le dolía todo, pero no estaba acabado aún. Por suerte: su amigo, si, dije AMIGO, el de los cabellos color marihuana, no le había hecho ninguna herida grave, de lo contrario todo sería diferente. Andrei sabía de sobra lo sobre confiado que era Alucard, y entre tanto alboroto se había acercado al peliverde de cabellos sobredimensionados. El otro insultó a la madre de Alucard y Andrei agradeció que este entretuviera al viejo. Por una parte lo que podría hacer era coger a Chlóe y salir por patas pero no, Andrei podía ser muchas cosas pero no era un cobarde. Cogió aire en su carrera, saltó, saltó bastante alto y cuando estaba a la altura de Alucard materializó un martillo en sus manos. Bueno, decir que eso era un martillo era quedarse muy corto porque esa cosa podría aplastar a un elefante. El quemazón por usar los poderes volvió a sacudir todo el cuerpo de Andrei, pero eso no le impidió forzar todos sus músculos para poder agitar aquella gigante masa de metal sobre la cabeza de Alucard y aplastarlo. El golpe provocó un sonoro "chof" y todo el suelo se lleno de sangre, si es que podía albergar más. La cabeza del arma era del tamaño de Alucard y si no fuera porque estaba en el aire Andrei no hubiera podido levantar aquello ni de broma.

Miró al peliverde con unos ojos algo cómplices. No podía liberarlo y tampoco iba a matarlo o a joderlo mientras estaba atrapado. No dijo nada de hecho, no había dicho ni una palabra desde que se había liberado de aquellas sombras. Se quedó mirando los ojos de su rival durante tres segundos con una expresión tranquila, casi comprensiva. No le gustaba tanto como debería verle en esa situación y si le quedaran fuerzas para tapar la luz que animaba a esas sombras lo haría pero no podía, y tenía que llevarse a Chlóe antes de que fuera tarde. En cierto modo estaba casi disculpandose de que todo acabara así. Si, ya lo sé, hacía tan solo unos minutos estaba intentando matarlo y seguro que lo haría otra vez, pero ese día no. Él era un buen adversario pero la victoria era de Andrei. Estoy seguro de que no comprendes los límites que estoy dispuesto a superar por esa chica. Nadie podía escucharlo, pero Andrei pensó aquello de todos modos y se alejó del último vampiro en pié a paso forzado. Habría ido corriendo su pudiera, pero lo único que consiguió fue ir cojeando hasta Chlóe.
Andrei estaba lleno de cortes, mordeduras, rasguños. Los Niveles-E no se habían limitado a pasar por el como si fuera un mero obstáculo si no que se habían cebado con Andrei, para sus cortas mentes Andrei significaba una amenaza y un rival, por lo que habían intentado acabar con él antes de morir intentando llegar hasta Chlóe. Le faltaba un cacho de carne de la pierna derecha, a la altura del gemelo, donde un cabrón le había mordido con todas sus ganas. También había signos de maltrato y violencia en su cara, donde un recién convertido había dejado la marca de sus tres uñas como si fuera un oso aparte de que sus ropas ya eran arrapos empapados de sangre de vampiro.. Pero incluso con todo eso Andrei sonrió al comprobar que no se había equivocado, ella seguía siendo humana cuando se agachó a su lado. La herida de su abdomen había dejado de sangrar por algún motivo que no comprendía así que no intentó hacer nada raro, esta vez había tiempo para llevarla a un lugar más seguro.
Deslizó sus brazos por debajo de Chlóe y levantándose con una mueca de dolor comenzó a alejarse de la iglesia. Alucard no estaba muerto, ni mucho menos, se regeneraría pronto de su charco de sangre como ya había hecho en su último encuentro con Andrei. Si el otro vampiro quería escapar lo tendría que hacer cuanto antes o Alucard podría matarlo si se dejaba llevar.
Miró a Chlóe de nuevo y decidió apresurarse, no se veía bien y si ella moría por el camino no se lo perdonaría nunca. No sabía que pensarían sus espiritus sobre todo aquello pero le importaba tres cominos, que le intentaran parar si querían, les daría una patada en su etéreo culo. Les demostraría que podía salvar a Chlóe Crosszeria.

por **Issei Chrane** Lun Feb 17, 2014 9:13 pm

Issei estaba prácticamente acabado. Y aun así, la situación se jodía más a cada instante. ¿Qué le faltaba ya por ocurrir? Niveles E. Al sonido de un feroz grito de angustia y necesidad, entraron en la iglesia, enfurecidos y enloquecidos por el olor de la sangre de Chlóe. Aunque también había otros dos individuos más para poder satisfacer sus ansias de sed para el numeroso grupo que acechaba a Andrei y él. Chasqueó la lengua e intentó moverse antes de que esos miserables pudieran llegar a rozar su fina piel de mármol, de la que tanto cuidado tenía de no ensuciar con la sangre de sus víctimas; mucho menos de la suya propia. Sin embargo, apenas pudo ejercer fuerza sobre sus extremidades. Las sombras lo tenían completamente atrapado. Suspiró resignado, esperando que ese malnacido de Alucard termina con esta mierda de jueguecito que se había montado.

Sus ojos verdes, resplandecientes en el color de la Muerte, miraron hacia Chlóe instintivamente. Ella comenzaba a dar signos de vida nuevamente, cosa que alegraba finalmente al insensible de Chrane. En cambio, seguía perdiendo sangre y necesitaba ir a algún lugar donde curar sus heridas. ¿Acaso no se daba cuenta ese viejo bastardo? Si no hacían nada, su vida entonces sí que escaparía de su cuerpo en busca de libertad y pureza. La otra posibilidad era que un Pura Sangre consiguiera convertirla antes de tiempo. Pero, ¿cuántos humanos se salvaban por el veneno de éstos cuando se encontraban en las últimas? Muy pocos. Por eso, Issei no daba tregua a esa opción y sentía la obligación de hacer algo por su querida Oveja. Él, como pastor, la llevaría a los prados y la reuniría con el resto de los de su especie. Al menos, hasta que él decidiera tomar de su sangre cuando quisiera, cosa que disfrutaba simplemente con el hecho de pensarlo interiormente.
Tres niveles E saltaron sobre su cuerpo, tendiéndole en el suelo bruscamente. Sus colmillos chirriaron, furiosos, soportando los múltiples mordiscos de los animales que tenía encima. Apretó sus manos en dos puños y lo intentó de nuevo, anhelando destrozar con sus fuertes brazos a esos miserables que lo debilitaban aún más.

Sus brazos cedieron hacia delante. Se llevaría a la chica de allí, a un lugar seguro fuera de las manazas del enano. Sin embargo, Matthewson tomaba ventaja antes que él. Sin entender cómo lo consiguió, se había liberado de las correas que suponían las sombras y avanzaba hasta la chica. "No...", musitó inaudiblemente con sus labios, tratando de levantarse forzosamente. Y entre las cabezas que bebían de él aprovechadamente, encontró los ojos del pelirojo hacia él. ¿Qué demonios hacía? ¿Se estaba apiando de él? Issei rió descaradamente, a pesar del dolor que suponía subir y bajar su respiración. No quería que lo miraran con lástima, ni tampoco necesitaba la compasión de Alucard para liberarse. Si ese crío había podido hacerlo, él también lo haría. Antes o después, pero lo lograría con buenos resultados. Y después iría a extirparle los ojos de las cuencas, para que jamás volviera a mirarle de aquella manera. Rápidamente perdió la concentración sobre Andrei y Chlóe, dejando que ser marcharan, y la centró automáticamente en la basura que tenía encima. Su mandíbula se movió veloz y atrapó el brazo de uno de los niveles E, hasta el punto de partir su hueso de los fuerte que dentelló sobre él. Los gritos comenzaron a sonar por toda la iglesia. Gritos de furia, de dolor, de pérdida.

"Tu hermana está aquí...", se repitió en su interior sin entender cómo. ¿Qué significaba aquello? Su hermana estaba muerta desde hacía décadas. Pero, ¿por qué podía prevenir la respuesta que se formaba dentro de él? No lo sabía. Seguramente su instinto sí que lo hiciera. Pero, aun ser inconsciente de los dones que poseía Crosszeria, sus ansias por conocer más sobre la comunicación que establecía con ella, le intrigaba. Tras el martillazo que había realizado Andrei sobre el viejo de Alucard, Issei Chrane comenzaba a tomar lentamente su oportunidad para escapar de allí. Era ahora o nunca. Vivir o morir sin probar esa sangre de la mujer que lo estaba enloqueciendo y engatusando con el aroma de su pelo.
Un brisa se formó en lo alto del edificio. Dos cabezas rodaron por los suelos y sonrió tétricamente. Escupió sangre hacia uno de los lados y al hacer fuerza, la sangre salió. En cambio, no únicamente, pues comenzó a mover su cuerpo con lentitud. Esto estaba hecho. Su don tomaba un poco más de fuerza y entonces, su pelo se revoloteó agitadamente. Una corriente surgió detrás de él y arrebató la vida a todo nivel E que se encontraba en la iglesia, esparciéndose la onda ventosa a lo largo de los edificios abandonados y derruyendo algunos incluso.

Dolorido y débil, se irguió como pudo y pateó con las escasas fuerzas que tenía uno de los costados del cuerpo que tenía al lado, antes de que comenzara a desvanecerse.
-Hijo de perra... - Murmuró altamente cabreado. La basura ni siquiera tenía derecho a rozar uno solo de sus finos cabellos verdes. Llevó una mano al costado, taponando la herida más grave de todas y comenzó a andar por la iglesia, sin preocuparse de Alucard. Todavía se encontraba inconsciente, así que lo ignoró completamente y terminó por salir del lugar en ruinas.
Issei Chrane había vuelto. Y esta vez no iba a perder a su chica.

por **Anette Usui** Mar Mar 17, 2015 2:38 am

Y esa sería la primera vez que se supiese de la existencia de aquella mujer. Al menos por esos lados.
Anette Usui, La "Luna" como algunos, muy pocos, le conocían. Había tomado la decisión de entrar en terrenos difíciles sólo por gusto. En busca de algo que pudiese ocupar su tiempo evidentemente extenso. Radiante y solitaria. Un alma en pena, tranquilo pero aparentemente feliz.
Así era como se le podría distinguir entre las ruinas que habitaba por unos recientes y escasos minutos.
Llegando por esos lados sólo al escuchar lo complicado que estaba todo para las relaciones Humanas/vampiros. Y lo doloroso que se oía escuchar como varios desastres y muertes se habían llevado a cabo sin poder tener freno.
Ella sentía que debía hacer algo. Lo sentía y lo haría. Pero el mostrarse de lleno entre la multitud vampiro y los gobernantes humanos (Cazadores lo mas probables) no era algo que le favorezca aun.
Tampoco sabía quien estaba al mando del consejo. Si su viejo amigo Kaname frecuentaba esos terrenos. O si al menos, la princesa había despertado.

Había mucho que no sabía, y de a poco tenía que averiguar.

- Supongo que tendré que pasar la noche dentro de tus ruinas ¿Cierto?.- Sonrió con naturalidad a una pequeña cruz que colgaba a penas, haciendo esto la única marca viviente de que aquello era una iglesia. Y no le molestaba pasar la noche allí en lo mas mínimo. Además, Sintió una presencia humana acercarse a ese mismo lugar, a lo mejor para pasar la noche ¿Quién sabe? Y esta, a lo mejor, podría ser una de las pocas oportunidades que tendría para hablar con alguien sin asustar o sorprender. Después de todo si ese ser se aproximaba por esos terrenos tan peligrosos sólo tendría una explicación lógica y no suicida: Era un cazador.

por **Lukas Müller** Mar Mar 17, 2015 4:04 am

Aquél día era uno de los tantos que aquél joven, auto-denominado "Purificador" se adentraría en aquellas ruinas que antes solían ser una iglesia, su razón, era simple, recordar lo que aquellas bestias podían causar, el porque enorgullecerse de estar "purificando" a aquellas almas malditas, pasaría la noche allí sí el clima se lo permitía, era algo que hacia una vez por semana, pero luego empezó a hacerlo una vez al mes pues el su oficio le quitaba tiempo. A pesar de esto, aún recordaba algunas de aquellas criaturas que eran... Amables, en algún sentido, no eran despreciables como la mayoría.
Al entrar en aquella zona, pudo fácilmente sentir aquel ser, después de todo era un pura sangre. Estaba en desventaja, sí iba a pelear allí y ya aquella criatura le habría sentido, no podría usar su famoso método de asesinar debido a ser los únicos o eso sentía, que se encontraran en ese desolado, destrozado y olvidado lugar.

— Al parecer, no podré relajarme... —Fue así, que con precaución, se acercó lentamente y con precaución a las ruinas, adentrándose en ellas, con su diestra ubicada en su pequeña funda de cuero ajustada a su cinturón, esta guardaba aquella Beretta que había usado cientos de veces para realizar su trabajo, única arma a distancia que utilizaba, pues a lo que él se encargaba era al combate cuerpo a cuerpo.
Una vez ya frente a la iglesia, se adentró en esta, en aquél gran salón, con la vista al frente, ubicando a aquella joven, a la cual simplemente sonrió de lado, esperando su reacción. Por precaución y solo eso, no se adentró más, se quedó allí, parado, observando a aquella chica de arriba hacia abajo, analizándola, midiendo la distancia entre ambos, sí, se preparaba para un combate, después de todo no la conocía, tenía que ser astuto o acabaría como aquel lugar, destrozado y olvidado.

por **Anette Usui** Mar Mar 17, 2015 4:28 am

No se extrañó en los mas mínimo por la reacción o mas bien, la posición defensiva del desconocido cazador. Era de esperarse que tomara esa actitud. Después de todo, ella era una pura sangre y el sólo echo de serlo era motivo de repudio para la gran mayoría. Pero nunca se rindió en marcar la diferencias entre ella y sus pares, y esta vez no sería la excepción.
Siempre sintió una pequeña punzada en su pecho por eso. Amaba a os seres humanos, y muchos no lo llegaban a saber cuando ya salían despavoridos o querían matarla sin conocerle mas allá de su poder.
Aún así, encontraba humanos grandiosos. Aquellos que jamás clasificarían a un ser por su raza pero si por su corazón. Aquellos que la mayoría eran ancianos o personas con alguna discapacidad; los admiraba de corazón. Podían ver su cariño, y lo remarcaban mas cuando se enteraban que tipo de criatura era.

Pero no dejó que ese pensamiento interrumpiera su calma y deseos de hablarle al humano. Manteniendo su tranquilidad aparente, mostrando su forma relajada de tomar las cosas. Se sentó sobre una de los escombros, alzando una mano al cielo, como queriendo tocarle y alzó la voz con sutileza total.

-No pienso pelear contigo, joven cazador. Tampoco pienso dañarte.- Exclamó sin dedicar mirada alguna a el hombre que yacía a corta distancia. Pero esto no significaba que no supiese donde se encontraba, al fin y al cabo, era una vampiro poderosa. Del nivel mas alto, y aunque su fuerte no sea las peleas, seguía siendo mas imponente que todos, hasta a él.
- Puedes acercarte, humano. Si hubiese querido matarte, ya lo habría hecho ¿no?.- Sabía que no eran las mejores palabras para tratar de tener cercanía con él, pero si era sincera en ello y no podía expresarse de otra forma. Ya que al momento era amable, al mantener su sonrisa calmada y mantenerse en su puesto. Una imagen ideal para tenerle confianza, pero si este seguía manteniendo las distancias. No le quedaría de otra, tendría que ella ir por él.

por **Lukas Müller** Mar Mar 17, 2015 4:44 am

No sabía como tratarle, simplemente se quedó allí, manteniendo aquella corta distancia, miró aquél movimiento con atención, finalmente su mirada se centró en el cabello de aquella albina, pues era lo más llamativo de ella, o almenos lo encontraba así. Al parecer, para su suerte, el destino le jugó a favor, y no se encontró con un pura sangre que anhele su muerte o la de cualquier humano, al contrario, aquella joven se encontraba calma y amable. Sus palabras le tranquilizaron aún más, a excepción de lo último mencionado, el ego de el ágil joven, se disparó.
— Permíteme dudar esto último mencionado... — Musitó con tranquilidad, sin buscar peleas aunque suene así, su vista aún clavada en el rostro de aquella joven, buscando su mirada, algo ansioso por ver su rostro, pues la duda lo estaba matando.

— Espero que tus palabras sean honestas. — Agregó serio mientras daba algunos pasos, acortando la distancia entre ambos, a la vez que su diestra se apoyaba en lo que solía un banco de esos largos de madera ubicados horizontalmente, ahora observaba a su alrededor, las ruinas de aquella iglesia, brindándole algunos recuerdos de días que había pasado allí, finalmente su mirada paseó por la cruz, lo único que había quedado solido de aquel destruido lugar, y así, nuevamente su mirada se dirigió a la vampiro.
— ¿Por qué tan tímida? Puedes mostrarme el rostro, sí no me harás daño, no tengo porque dañarte... A menos que me paguen... — Dijo esto último en tono de broma algo pesada, mientras reía por dentro, soltando una pequeña carcajada a lo último, tras una sonrisa tranquila.

por **Anette Usui** Mar Mar 17, 2015 5:42 am

Lo último sí le causó risa. Conocía bien el humor pesado de los cazadores y sabía llevarlo bien. pasó mucho tiempo con algunos que intentaron cazarle o sólo topó en su camino como ahora es el caso. Así que conocía varias cosas de ellos. Aunque este joven le era mucho mas atrevido y seguro, por decir. Atrevido, egocéntrico, altanero. Un chico a gusto para quien tuviese una perspectiva negra de la vida; como ella, a pesar de ser alguien sonriente y amable. Conocía la oscuridad mejor que nadie y la vida de un asesino, no era ni mas ni menos que la de un vampiro. Y este joven, si era de su agrado, al momento.
Aunque por otro lado esa insistencia en que viese a la cara no estaba funcionando en ella. Sabía que él desconocía del personaje que tenía en frente y no quería hacerlo saber bajo hipnosis que de seguro luego no recordaría. Como con todos pasaba.

-Estás entrando en terreno peligroso, mi buen cazador.- Acotó con cautela, mientras se levantaba de su improvisado asiento y caminó a un costado de la iglesia en ruinas. Perdiendo su mirada, aun negada al joven, en una ruinas lejanas que brindaban a la vista tras una muralla rota de esta. -No quiero dañarte, pero si te miro, serás mi esclavo y harás lo que yo quiera.-

Girando su cuerpo con lentitud en dirección donde se encontraba el cazador, empezó a dar a conocer su rostro de porcelana fina. Con el sumo control de su hipnosis, pues, podía controlarle por mucho tiempo pero eso no siempre bastaba para que alguien no fuese su esclavo.
Sin negar ningún detalle a este que comenzaba a evaluar cada rincón de ella. -Aunque esta vez no lo haré, no contigo. Joven ¿Cuál es tu nombre? Los enormes ojos azules se posaron en los hetecromaticos ojos masculinos. Quedando sorprendida por la belleza de esto, pues muy pocas veces había visto unos así.

por **Lukas Müller** Mar Mar 17, 2015 4:52 pm

Anhelaba los pasos de aquella pura sangre, el tono de su voz al hablarle con aquellas delicadas palabras, por lo menos entendió su humor, para ser alguien que no le conocía en absoluto, era raro que lo entiendan a la primera y no lo tachen por otra cosa.
— ¿Es tu belleza quien me esclavizará o intervendrá algún poder maldito...? — Su sonrisa se hizo aún más grande, a su vez, ahora observaba nuevamente las ruinas de la iglesia, fijando su vista en aquella cruz. Se percató que la contraria lentamente comenzó a girar su cuerpo hacia él, de esta forma, volvió su mirar a la albina.

El mirar de sus ojos heterocromicos, zafiro y violeta, observando y penetrando con su mirada los turquesas de la vampiro, a pesar de controlar su hipnosis, trajo la atención del cazador por varios segundos, realmente aquellas perlas turquesas eran hermosas, o así lo consideraba.
— Entonces... ¿Posee el poder de esclavizarme...? — Preguntó ya tomandoselo enserio, pues los ojos llamativos y penetrantes le captó demasiado la atención aunque no quisiera que fuera así.
Se aclaró la garganta antes de hablar, como sí estuviera seca. Nuevamente le miró de arriba a abajo, esta vez, con mejor punto de vista, de frente y no de espaldas.
— Soy Lukas... ¿Usted es...? — Interrogó ahora desviando la mirada de la contraria, observando por aquella muralla rota en la que hace unos segundos observaba la albina, aquellas ruinas lejanas, no quería quedar esclavizado ante ella, incluso sí eso incluía no poder mirarla a los ojos otra vez, su poca libertad era lo poco y único que le quedaba.

por **Anette Usui** Mar Mar 17, 2015 10:05 pm

Fue un delicioso aroma. El sentir en el aire el nerviosismo, o hasta un poco de temor ante su presencia frontal. Algo que debería de preocuparle o ponerle triste pero en este caso era algo maravilloso y único. Él tan arrogante, estaba allí corriendo la mirada. Gustaba aquello de las personas que de presencia siempre se imponían. Eso significaba que él igual tenía un miedo, y sus ojos turquesa podían ser causante de ello.

Haciéndole un favor, bajó el rosto. Pero sin dejar de sonreír ante tan hermoso acto. Centrando su atención en las palabras del chico que se oía seco. Eran muchas preguntas, algo ansiosas o curiosas. ¿Qué tanto interés había puesto él sobre su persona? ¿Sabría entenderla en resumidas palabras? Tampoco era que confiase de un rato a otro en él. Sólo pasaron escasos minutos desde que se entero de la existencia del cazador. No iba llegar y contarle su vida de la nada. Menos informarle sobre su poder hipnótico así como así.
-Cuándo miras a la luna ¿Puedes dejar de verle al instante?- Musitó con un deje de disgusto en sus palabras. Podía tomarse aquello como que el tema le disgustara. Y lejos no estaba pero tenía que explicarle de alguna forma para que el cuestionario no siguiera. -Soy como esa Luna. Soy Luna.- Volvió a alzar la vista y la fijo en este, nuevamente. esperando a que este le entendiera y no seguir mas con él tema. - Puedes decirme así o si quieres, Puedes llamarme por Anette.- No le dio mas preámbulo al asunto y mayor ética a su presentación. Así era ella. relajada y diferente a cualquier vampiro que se conociese. Eran muy pocos lo que se le podían comparar en todos lo sentidos. Comenzando por que ella, era la Luna de carne y hueso.

por **Lukas Müller** Miér Mar 18, 2015 4:25 pm

Se sintió algo intimidado por su mirada, pues a pesar de poseer unos ojos hermosos y cautivadores a la vista, también eran peligrosos, por lo tanto, ese era su temor, caer ante su encanto de no poder dejarle de ver, o eso entendió con la explicación de la luna.

Estaba ansioso y curioso en cada una de las preguntas, después de todo, era uno de los pocos vampiros pura sangre que se había encontrado y esta era amigable, o eso parecía hasta ese momento. Alzó su mirada nuevamente hacia la contraria, como un acto de confianza, tragando un poco de saliva por aquél temor de caer en su control, pero sin más, se le quedó viendo a los ojos con una sonrisa.

— Así que... Luna, Anette... Un gusto. — Musitó ampliando aún más su sonrisa mientras se acercaba decidido a extender su mano derecha para así buscar estrechar su mano, no se le ocurrió otra forma de presentarse ante aquella cautivante aunque peligrosa joven.
— Luna me agrada más... —
Sí la contraria estrechaba su mano, ahí lo dejaría, nuevamente llevaría su mirada a las ruinas y escombros.

No quiso sacar más el tema, lo dejó allí, se notó que la contraria solo le dio aquel ejemplo de la luna por no querer explicarle, sin más, buscó cambiar el tema.
— Entonces... Luna... ¿Qué hace una pura sangre en este desolado y destruido lugar...? — Interrogó mientras observaba los escombros a su alrededor, sacando tema de conversación, el silencio le incomodaba.

por **Anette Usui** Jue Mar 19, 2015 1:11 am

Una pregunta normal y sencilla. Algo que le relajaba bastante al punto de suspirar extensamente y dedicarle una amena sonrisa. a la que él, lamentablemente, ignoró por tener su vista puesta en las lejanías de su rostro. Sin sentirse ofendida, después de todo. Esa actitud en todo aquel que le conociese, era normal.

-Trato de acercarme al pueblo.. Sólo... Quiero ayudar...- Dijo con un tono apenado. melancólico y algo frustrado. -Odio que los humanos y Vampiros se peleen de tal forma... Sabes a que me refiero ¿No?- Buscó la mirada del hombre, moviendo su cuerpo en un pequeño vaivén desesperado por atención. Sus ojos luminosos y expectantes a la respuesta añorada. Pues, como había predispuesto anteriormente. Él podría ser el único humano mas cercano que le pueda dar información alguna sobre la situación Asociación/Consejo.
A pesar de su insistente mirada, no espero respuesta inmediata para continuar con su explicación, pues de esa manera, habían muchos huecos y sabía que las preguntas no se harían esperar.

-Supongo que ya lo notaste, pero no tengo problema alguno con los humanos, y que todos convivamos en paz es algo que me encantaría mucho.-No se tomó pausa al hablar, a cada palabra que decía se le veía agregando cualquier gesto de manos y buena expresión. -Por otro lado, no sé como ayudar y lo peor, si me ven... Tengo muchos enemigos y no tengo las fuerzas para defenderme...-
Agachó el rostro con algo de vergüenza. En su condición de Pura Sangre, era casi imposible que ella dijese eso, pero lo hizo y con algo de pena. Sus poderes eran limitados, y les bastaban para vivir por muchos años en un mundo pacifico. Por lo mismo su anhelo a que esa guerra de razas llegue a su fin. Pero lo veía complicado y sus ganas de ayudar, le agradaba su decepción a la idea final. Aunque era influyente con todos, lo era y lo haría mas adelante. Si no tenía alguien que le defienda. Esa influencia, llegaría a su fin junto a ella.

por **Lukas Müller** Jue Mar 19, 2015 1:33 am

Escuchó cada una de sus palabras con atención, una vez aquella pura sangre se colocó delante de él, como sí buscara su atención y su mirada, cual anteriormente le había negado, le miró a los ojos fijamente, quitándosele la sonrisa del rostro para así notarse como se volvía serio, su mano derecha se posaba delicada y suavemente en el hombro de la albina, penetrando a la contraria, con la mirada mientras hablaba
— Lo que deseas... Lo que anhelas... Es algo difícil de lograr, ¿no crees? La guerra nunca acabará, hasta que una raza sea exterminada... Puede, que algún día se logre... Nada es imposible. —
Suspiró con pesadez, sonrió nuevamente de lado, sin quitar su vista de los ojos de aquella albina.

Se quedó mirándole fijamente a los ojos, pensando, había entendido su indirecta, quería que le proteja, alguien que le ayude a socializar con los humanos a que no le vean como una enemiga, quería ayuda para ayudar... O eso había entendido el rubio.

— ¿Defenderte contra enemigos...? Supongo que estos hermosos ojos no funcionan con los de tu raza, ¿o sí...~? ¿Acaso tienen un límite? — Preguntó curioso y ansioso por saber más sobre ella, sin más, negó, recordó que la contraria no quería hablar del tema, por lo que volvió a hablar al instante.
— Sí lo que quieres es... Guía, protección, alguien que te acompañe y ayude, puede que te asista, tus motivos... Son honorables... Me gustaría ver la paz, de una vez por todas... —
Tras hablar, palpó su hombro lentamente, intentando buscar su mirada ya que había agachado el rostro, a la vez que luego de palpar, su diestra se colocaba entre ambos, buscando un apretón de manos o algo para cerrar aquel trato que le había ofrecido el cazador ante aquellas palabras.

por **Anette Usui** Jue Mar 19, 2015 4:12 am

Esta vez no ignoraría el ofrecimiento de mano contrario. Con su rostro ya en lo alto, sus parpados escondidos, resaltando el asombro de los turquesas y también confusos. ¿A caso se ofreció a cuidarla? ¿A voluntad? Sin necesidad de hipnosis... ¿Qué era eso?
No sabía si abrazarlo, llorar o sólo sonreír y agradecer. Era mucho en su pensar, y no tenía muy en claro como poder expresar todo. Así que dado a que la mano masculina fue ofrecida en un tipo de "Pacto", fue este su único reflejo de "Gracias, no lo esperaba" que sentía por dentro.

Aunque su rostro luminoso y casi quebrado de emoción era difícil de ocultar, como el vampiro de nivel mayor que era, no mostraría mas que una sonrisa amable y llevadora. Ya bastante dignidad había perdido frente al hombre al reconocer su debilidad, y peor se sentía al proporcionar información de forma indirecta a ver si conseguía ayuda sin ser su poder quien lo ordene. Teniendo poca fe de ese intento. Intento que salió victorioso.

- G-gracias, señor Lukas.. No esperaba esto...- Soltó la mano de él con suma lentitud, queriendo quedarse unida a ella por un momento mas, desechando la idea en un parpadeo.
Se sentía algo idiota al mostrar tanta confianza ante el cazador. A lo mejor este le engañaba con falsa amabilidad, con empatía negra, con lástima mal intencionada sólo para cazarle y ser él, el único que pudiese acabar con ella; El cazador que cazó a la eterna Luna. Quizás ya le conocía y la buscaba para eso. Podía ser pero ¿porqué creía más lo contrario de todo ello? Sí, desconfiaba un poco pero confiaba mas en los ojos heterocromaticos triplicado sobre esas dudas.

Llevando su mano previamente estrechada a su propios labios, cubriendo el inferior de estos con la punta de sus dedos. Ocultando una sonrisa errante y de posibles malas interpretaciones. ¿Malas? ¿Segura? a lo mejor si, o quien sabe, no. Todo era confuso en ese momento.
Sólo de una cosa estaba segura y sus ojos alegres fijos en los violeta/zafiro expresaban sin reservas; se sentía dichosa de que él esa noche, le encontrara en ese lugar.

por **Lukas Müller** Jue Mar 19, 2015 4:37 am

Tomó su mano por unos segundos, estrechandola con suavidad, sintiendo lo suave de su piel, sin más, cuando la contraria apartó su mano, así lo hizo él también. Observaba su rostro, hasta el mismo cazador se había confundido respecto a sus expresiones, no entendía sí aquella chica estaba feliz.
— Entonces... Está hecho... — Al escucharle se estremeció mirandole con el ceño fruncido.

— ¿S-señor...? ¡Apuesto lo que quieras a que eres más vieja que yo! — Dijo exhaltado, soltando una leve risa para luego sonreír.

Le miraba con empatía, fijamente a los ojos turquesas sin lograr entenderle por completo, sonriendole. Su mano diestra, nuevamente subió, palpeó el cabello de la contraria, despeinandola un poco, acariciandole su cabeza, como sí se tratara de una niña pequeña, pues así se veía, confundida y sin saber expresarse, quizá de esa manera le ayude a calmar, eso pensó mientras lo hacia. El cazador tenía una pequeña idea de su debilidad, una ventaja sí aquella chica trataba de traicionarle, pues... A pesar de todo, tenía algo de confianza en ella, pero ¿un pura sangre pacífico? Era la primera vez que escuchaba de eso, pero quiso tener fé, depositandola en aquella albina inexpresiva en ese momento.

Miró con atención los dedos tapandole los labios inferiores, ¿estaba... sonriendo? Eso dedujo por sus rasgos faciales, los musculos de su rostro moverse, probablemente estaba equivocado. ¿Realmente significaba tanto para la vampiro que le esté ayudando?

— Tuviste suerte, de encontrarte conmigo y no otro cazador... — Su mano derecha, se situó frente al rostro de la contraria estirando su dedo índice y pulgar, manteniendo los otros en puño, teniendo forma de "pistola". — Otros... Te hubieran, ¡asesinado! — Dijo esto último levantando el tono de voz, lo contó como sí fuese una pequeña historia de terror, a la vez que ahora movia sus dedos y muñeca hacia arriba, interpretando un disparo, a la vez que musitaba — Pichiu~ — Interpretó el sonido del disparo con su boca, para así reírse en su interior esperando la reacción de la contraria, ¿Cómo se lo tomará? Pensó a la vez que realizaba aquellos tontos movimientos.

por **Anette Usui** Dom Mar 22, 2015 1:36 am

No supo como tomarse aquello. como ofensa o como otro chiste de mal gusto que solían tener los cazadores, e irónicamente, este joven que le había agradado tanto, remarcaba en cada palabra.
Aún así no le tomó tanta importancia o tal gravedad, así que sólo se digno a sonreír. Y si se ponía a pensar en ello. si era basta la distancia en edad que ellos tenían. Suponiendo que él no tendría mas allá de unos 25 años, quizás menos. Y ella ya bordeaba los 115. Si que era una gran diferencia y él tenía una gran razón.

-Pues, tiene razón. Señor Lukas. Yo ya tengo 114 años. Aunque no los parezca.-Acotó con sutiliza y una bella sonrisa. - Y disculpe que le diga señor, es tan sólo una etiqueta de respeto a las personas que conozco pero si gusta no le diré mas así. ¿Podría decirle Lukas?.- Preguntó con cautela. Después de todo aun seguían siendo cazador y vampiro. Y por lo que se veía una cazador habiloso y una vampiro carente de fuerza. Algo no muy favorecedor para ella pero tranquilizante por tal comunicación desde un principio.

Pero su actitud tranquila se esfumo en parte al escuchar la triste verdad que este había propuesto. Ella tenía suerte... Como en toda su vida.
El encontrarse con la gente correcta siempre lo considero mas como un don por sobre sus propios poderes. Casi nunca tenía problemas con los humanos, con los cazadores. Pero esa suerte era todo lo contrario a la hora de cruzar caminos con un vampiro.
Teniendo que con los de su sangre, terminar en los mejores de los casos corriendo y en los peores, ni recordarlo.
Cerró los ojos con algo de dolor al recordar ello, abriéndolos de golpe al sentir el sonido que simulaba ser un arma.
Poniéndole un poco nerviosa, cosa que sus ojos abiertos de par en par reflejaron sin escrúpulos.

- E-eso lo sé muy bien... Y creo sentirme muy agradecida por que sea usted quien esté frente a mi...-Se abrazo a si misma sintiendo el frío de sus recuerdos. No fue el mejor tema para tomar en ese momento, pero tampoco le culpaba. Él acababa de conocerle y como tales desconocidos, los errores estaban al borde de sus palabras.
Tan sólo sonrió con algo de pena, sus ojos por lo bajo mirando al suelo, llenos de melancolía. ¿Qué podría pasar con su vida si siempre era lo mismo? Tan sólo había que sobrevivir y luchar por lo que se había impuesto hace mucho. Terminar con la guerra... Poder tener al fin, su vida en paz.

por **Lukas Müller** Lun Mar 23, 2015 2:55 am

Observó su reacción y sonrió, escuchó su edad atentamente, pero aquella vampiro era una de las más antigüas que había conocido.

— Lukas está bien... Es mejor que "señor"... Nunca me gustó el habla formal... — Dijo aún sonriendo, observando aquella sonrisa.

Se observaba tranquila o eso pensaba, observó su reacción al hacer aquél movimiento y soltó una pequeña risa, debido a que sus ojos se abrieron por reflejo al escuchar aquél sonido. No pensó que se asustaría o temería por aquello, se le mostraba nerviosa o eso creía, por lo que en un intento de tranquilizarla palpeó su hombro.
Nuevamente le escuchó y observó como se abrazaba así misma, sin saber la razón, supuso que el frío la tenía así, sí lo que dijo le había afectado, no se había dado cuenta, después de todo la conocía hace unos minutos.

— ¿Tienes frío...? — Interrogó mientras sus manos se colocaban en su chaqueta, amenazando con quitarsela mientras le observaba, ofreciendole esta, sí afirmaba, le guste o no, se la daría, su mirada estaba fija en los ojos de la contraria quienes apuntaban al suelo, buscando su atención y mirada.

— ¿Dije algo que no debía...? — Preguntó mientras suspiraba, él le causó aquella reacción. — Lo siento entonces... — Una vez dicho esto, desvió la mirada al suelo, mostrando arrepentimiento, por haberle traído recuerdos o lo que fuera que le hubiera ofendido o puesto de aquella manera, pues era responsable le guste o no, y en este caso, no le gustaba, no quería empezar mal con aquella chica a la cual aceptó su pedido de ayuda, después de todo tenía el mismo razonamiento que él, quería la paz, y ellos dos más que nadie seguramente.

De un momento a otro, levantó la mirada nuevamente y abrió sus brazos, como sí le ofreciera un abrazo.
— ¿Quién no quiere un abrazo mio...? ¡Nadie! — Musitó sonriendo y soltando una leve risa mientras le observaba intentando remediar aquello.

por **Anette Usui** Vie Mar 27, 2015 12:35 am

Por un momento olvido que se encontraba en compañía. Se había regocijado de mala manera en los recuerdos de sus muchos años asustada, corriendo, luchando de la manera mas baja según ella pensaba.
Puede que este no lo hiciera a propósito, pues no se conocían pero ¿había que hacer tanto? pues pensaba que no. Y eso le estaba irritando ¿Acaso lo estaba? Puede que un poco pero lo controló.
Él hombre cazador sólo actuaba a su forma de ser habitual y no con intensión de molestar. Y si lo hacía, prefería ignorar tal parecer.

Sus brazos rodeándose a sí misma. No por frío, pregunta que en algo tomó atención pero no respondió. Sus pensamientos le helaban el cuerpo desde adentro, y no había mucho que hacer con eso.
Se veía tan vulnerable, tan frágil. Si no fuese por su presencia, el aura que ella desprendía. Cualesquiera pensaría que se trataba de una humana cualquiera perdida en tierras devastadas.
Incluso, mucho humanos no cazadores pensaban eso de ella, y muchas veces intentaban sobre pasar los limites de la decencia y la ética permitida entre desconocidos. Saliendo ilesa gracias a su ojos hechiceros que en la mayoría de las veces, mandaba a caminar sin final a quienes intentaban algo mas.

- Yo...- Salió de su trance, con una sonrisa tristona queriendo parecer segura. - Estoy bien, Lukas. No se preocupe por mi... - Acotó con cautela. Mientras sus pasos con sumo cuidado empezaron a andar, acercándose a el hombre pero sin quedar de frente o detenerse. Sólo pasar por su lado. En dirección a el camino que daba a el pueblo habitado. O quizás a la academia Cross.
Sentía que si seguía mas tiempo ahí, junto a él. Las palabras, el humor, la paciencia, el encanto... Podía fallar.
- No sé si usted guste pero... ¿Quisiera acompañarme a estás horas a caminar hasta dónde se pueda llegar...?- Esperó a una respuesta temprana, pues las ansias le habían llenado las ganas de andar como tanto le gustaba.
Podía ser que el cazador estuviese cansado y que se quedara allí. Menuda decepción se´ria si así fuese. Pero sólo él podría tomar la determinación. Por el momento ella avanzaría, jamás se detuvo a esperar por mucho tiempo. Y esa vez, no sería la primera.

por **Lukas Müller** Jue Abr 02, 2015 10:05 am

Se quedó con los brazos abiertos esperando respuesta de la contraria, sin más, solo se rindió, arqueando sus cejas, mirando curioso a la melancolica vampiro. Observó su sonrisa, se la devolvió, aún así, no era una sonrisa de alegría, era esa típica sonrisa que uno hace para hacer parecer que las cosas estan bien, o eso era lo que pensó el rubio cuando le observó.

Su bolsillo derecho, en su Jean, vibró, junto a su pierna, era su celular, tenía que ser urgente, muy pocas personas sabían su número y sí le llamaban era por algo importante. Su mirar se distrajo mirando a su bolsillo, para así, sin más, volver a mirar a la albina, a la cual le siguió la mirada al pasar junto a él y seguir de largo, mientras su mano derecha, se deslizaba en su bolsillo para tomar aquel aparato, el cual encendió con un pequeño boton a su costado, logrando distraerle de las palabras de la albina por unos segundos, leyó aquél mensaje, sin más, su sonrisa desapareció y su expresión se volvió seria, escribió en el teclado táctil que salía en pantalla al querer responder un mensaje, con su dedo pulgar.

Al hacer esto, volvió a guardar el objeto en su bolsillo, para luego volver su atención a la albina, recordando sus palabras, a la vez que observaba en la dirección que se encontraba Anette.
Le pidió que le acompañe, de una forma u otra supuso que iria sola sí se negaba.

— ¿Al... Pueblo? — Interrogó arqueando su ceja, sin más, a paso moderado se acercó hasta ella mirando aún en la dirección en la que caminarian, tenia pensado quedarse en aquella iglesia por lo menos un rato, pero no la dejaría ir al pueblo o la academia, las cosas podrían acabar mal, para ella como las personas que habitaban allí.

— Bien... Te acompaño... — Musitó sin dar explicaciones, esperando que ambos se pusieran en camino.

Mensaje de Texto:

por **Anette Usui** Jue Abr 02, 2015 4:38 pm

Se detuvo de golpe pero no se giro a verle. No se esperaba la respuesta positiva a su petición, en más, ya estaba preparada para un rotundo no y comenzar su camino sola. Algo que no les molestaría pero si le inquietaría un poco y no sabría explicar por qué.
Quería estar al lado del joven cazador pero al mismo tiempo alejarlo. aunque este le había ofrecido protección de forma voluntaria, algo que lo hacía único a todo aquel hombre que pudo conocer en el camino.
También le ponía en situaciones o mejor dicho, en trances mentales con cada palabra que decía. Le hacía sentir vulnerable y al mismo tiempo tan protegida.
Odiaba esa sensación pero también le agradaba. Un mar inquieto, casi bipolar que este nuevo y muy poco conocido joven en su vida causaba en tan sólo unos momentos primarios juntos. Ni siquiera quería pensar en ese momento o en otro que mas cosas podría causarle cierto hombre a medida que el reloj avance y mas cuando los días comiencen a dejar su huella y este puede que siga a su lado.

A pesar de sus pensamientos improvisados, pudo notar en el un cambio muy fuerte. Fuerte para quien acostumbre a sentir a las personas mas allá de mirarles al rostro. Algo así como su aura.
No le miraba directamente, eso era cierto. Pero pudo sentir sin problema como esa actitud de confianza, se esfumó al tan sólo coger el teléfono celular entre sus manos y leer.

Aunque no le tomaría la importancia mayor en ese momento, puesto a que la actitud del hombre se tornaba misteriosa en es momento, y dudaba que este le dijese algo. Quedaría con esa duda pendiente en su cabeza, buscando el momento mas adecuado a quitar esa intriga de su garganta.

- Muchas gracias, Lukas.- Interrumpió sus propios pensamientos con un cálido y mas tranquilo agradecimiento. Comenzando su marcha nuevamente, aunque mas calmada, como esperándole. A el pesar del cazador, con rumbo a el pueblo. Justo donde este menos quería que ella vaya, pero si no era allí ¿dónde?. Su vida gitana jamás le dio paso a tener una residencia fija. Y las que tenían, si que lejos estaban. Lamentando que estuviesen en japón y no en el viejo nórdico donde situaba su casa mas cercana.

Sonriendo ante ese anhelo y suspirando aun sin dejar de andar por la fatiga que todo eso traía. sintiendo algo de culpa o quizás empatía con el joven que se dispuso a acompañarle. - ¿Se encuentra usted cansado, Lukas?. Espero me disculpe por hacerle continuar camino sin considerarle pero...- Tomó pausa de sus palabras ¡qué le diría en escusa por querer empezar a caminar de la nada. No reconocería jamás la inquietud que Müller le provocaba. O quizás no debía dar explicaciones. una sonrisa y algo barato de palabras bastarían ¿no? - Pero... Sólo debo llegar rápido y ya...- Menuda mentira. Después que ella misma, minutos antes que tuvieran ese encuentro se había acomodado felizmente en ese lugar para pasar la noche. Sonriendo, tranquila. Opuesta a sus momentos anteriores. Opuesta al hombre que le seguía unos pequeños pasos más atrás. Algo distraído, podría ser, aunque a medias ya que podía sentir como este le miraba y miraba a los alrededores. Todo un cazador, o algo mas. Y aquello le gustaba bastante, le hacía sentir la espalda protegida y agradecía internamente a que este no le viese directamente a los ojos. A lo mejor esa era la forma del triunfo claro para poder llevarse sin problema, al menos por ella. Estar juntos pero jamás verse de frente.

por **Lukas Müller** Sáb Abr 04, 2015 9:40 am

Al escucharle, sonrió con tranquilidad, pues la voz de aquella joven le había tranquilizado un poco. Interrumpiendole sin querer ofenderle, habló, sonando algo agresivo, a final de cuentas no quería eso, pero su actitud le ganó, mostrando arrepentimiento en las últimas silabas que soltó.
— ¿Por qué me agradeces? Prometí algo allá atrás, no agradezcas... —

— ¿Yo cansado...? ¿Bromeas, no? — Musitó ególatra como siempre, en la pausa que tomó para inventarse aquella excusa que nadie con dos dedos de frente podría creerse, la vampiro se veía ansiosa, apurada, quizá por ver a la humanidad finalmente tranquila, quizá el cazador le daba aquella seguridad.
La oyó y soltó una carcajada leve, agregando — Ni siquiera un niño creería eso, ¿estas ansiosa...? Es lo único que se me ocurre. No me des explicaciones... —

Ni siquiera caminó por un minuto que ya se encontraba mirando a su alrededor, nuevamente, alerta como vigía, por sí algún peligro rondaba por aquella zona, después de todo, era una zona en la que se había encontrado varios vampiros.
Nuevamente su actitud cambió, mientras estaba alerta, también pensaba en Lady, ¿Se marcharía sin él y completamente sola? Muchos pensamientos rondaron su mente, preguntas que le haría a aquella cazadora, pero que no era el momento ni lugar para hacerlas, menos por mensajes de texto.

No sabía expresarse en ese momento, no quizo darle anteriormente explicaciones, pero sí cambiaría el rumbo de su camino le preguntaría... Esperó que aquella jóven delante de él, no se hubiera dado cuenta, pero... Es una pura sangre, claro que se daría cuenta, por lo que tomando valentía, volvió su mirada a la pura sangre, formulando palabras en su cabeza para poder responderle y quizá persuadirla de ir con él.

Intentando permanecer tranquilo y "normal" apretó su puño diestro por unos segundos, tomando y valentía y, como sí se deshaciera de aquellas emociones que estaban de más en él, estaba, molesto, enojado, su compañera de la infancia y en la única persona que confiaba, iba a morir aparentemente o a cometer algo imprevisto, pero no sí él podía impedirlo.

Decidido, con la pura sangre o no, caminó a su compañera, palpeó su hombro suavemente, para llamar su atención y se colocó frente a ella, mirandola fijamente a los ojos, sí, por un momento olvidó aquél hechizo que podría hipnotizarlo y quizá alejarlo de aquella chica para siempre, o peor. — ¿Vas al pueblo por algo en particular...? Yo... Debo ir a otra parte, a mi antigüo hogar... — Dijo, esperando una respuesta positiva, supuso que aquella pura sangre estaría sin rumbo, ¿por qué no le acompañaría a su hogar? Sí aún se le podría llamar así, pues no había estado hace mucho tiempo y cuando iba, no pasaba más de un fin de semana.

Se iba a ir a aquella mansión para "arreglar" unas cosas y tener información del paradero de Lady, con la compañía de aquella encantadora y cautivadora jóven o no, sí se negaba, sería un adiós, quizá no se verían nunca más en su vida, esperó que aceptara, su curiosidad y la actitud y belleza de aquella chica, además de sus misterios, habían captado su atención y quizá más que eso.

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Iglesia en ruinas

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