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Jardín de la academia
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Re: Jardín de la academia
Recuerdo del primer mensaje :
sabia que reaccionaria asi, le pasa un brazo alrededor de los hombros- ooh, venga, encima de que vengo hasta aqui..., si nos lo pasabamos muy bien, dejame quedarme, ya sabes que no tengo a donde ir- la mira con su cara de angel pero con una pizca de mirada traviesa, no era habitual verlo asi de simpatico, pero con ella no podia evitarlo
sabia que reaccionaria asi, le pasa un brazo alrededor de los hombros- ooh, venga, encima de que vengo hasta aqui..., si nos lo pasabamos muy bien, dejame quedarme, ya sabes que no tengo a donde ir- la mira con su cara de angel pero con una pizca de mirada traviesa, no era habitual verlo asi de simpatico, pero con ella no podia evitarlo
- Kai Olivier
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Re: Jardín de la academia
No sabía por qué sus pasos la habían guiado hasta allí. Generalmente, nunca sabía por qué acababa en ciertos lugares. Así era ella, despistada y olvidadiza. Había acabado su turno en la cafetería y se dirigía de vuelta a casa. Sin embargo, como quedaba en las afueras del pueblo, debía atravesar aquella gran Academia antes de llegar al sitio en cuestión. Llevaba su traje de trabajo, un vestido rojo bastante pomposo, típico de aquellos lugares.
Suspiró mientras caminaba lentamente. No llevaba prisa, a decir verdad. En su interior se arremolinaban los sentimientos nefastos que su mente divergente le proporcionaba. Al mirar hacia un lado, divisó un gran prado de flores. Todas eran muy llamativas. Se encontraban dentro del jardín de la Academia. ¿Les molestaría que ella entrara a tomar algunas? Iría a preguntar. La verdad es que su casa era bastante sombría. Le agradaba alegrarla con la claridad y gracia de las flores.
Ingresó en el lugar cuidadosamente. Caminó por el sendero hasta llegar allí. ¿Dónde debería ir para hablar con los directivos? Se quedó pensativa, pero había un hermoso rosal a su lado. Lo observó y acarició los pétalos. ¿Y si tomaba algunas y ya?
Suspiró mientras caminaba lentamente. No llevaba prisa, a decir verdad. En su interior se arremolinaban los sentimientos nefastos que su mente divergente le proporcionaba. Al mirar hacia un lado, divisó un gran prado de flores. Todas eran muy llamativas. Se encontraban dentro del jardín de la Academia. ¿Les molestaría que ella entrara a tomar algunas? Iría a preguntar. La verdad es que su casa era bastante sombría. Le agradaba alegrarla con la claridad y gracia de las flores.
Ingresó en el lugar cuidadosamente. Caminó por el sendero hasta llegar allí. ¿Dónde debería ir para hablar con los directivos? Se quedó pensativa, pero había un hermoso rosal a su lado. Lo observó y acarició los pétalos. ¿Y si tomaba algunas y ya?
- Helena Hoffman
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Re: Jardín de la academia
Evan lo olió... sangre humana... ¿quién se lo impedía? ¿Por qué no degollarla aquí y ahora? Ciertamente nadie nos vería...
Sin embargo, a pesar de tener hambre, sentía que esa persona no poseía las dotes de alguien que le fuera dar mucho juego, pero iba ha divertirse. Evan disfrutaba poniendo nerviosa a la gente y más gente como ella. La vio de refilón. Él estaba tras el rosal en el cual ella curioseaba y había un pequeño hueco por el que pudo observarla. Le pareció hermosa y guapa. Una presa muy tentadora, a pesar de que parecía de lo más inocente, aunque eso era un punto a favor.
Se había puesto frente al dicho rosal. Pensaba que tal vez ella no lo había visto. Así que decidió sorprenderla.
- Espero que seas de la Academia. Si no lo eres más vale que no te pillen cogiendo esas preciosas rosas.-dijo Evan aun tras el rosal y tumbado con los ojos cerrados.
Y sonrió para si. Le parecía divertido sorprender a los humanos. Eran tan... temerosos.
Sin embargo, a pesar de tener hambre, sentía que esa persona no poseía las dotes de alguien que le fuera dar mucho juego, pero iba ha divertirse. Evan disfrutaba poniendo nerviosa a la gente y más gente como ella. La vio de refilón. Él estaba tras el rosal en el cual ella curioseaba y había un pequeño hueco por el que pudo observarla. Le pareció hermosa y guapa. Una presa muy tentadora, a pesar de que parecía de lo más inocente, aunque eso era un punto a favor.
Se había puesto frente al dicho rosal. Pensaba que tal vez ella no lo había visto. Así que decidió sorprenderla.
- Espero que seas de la Academia. Si no lo eres más vale que no te pillen cogiendo esas preciosas rosas.-dijo Evan aun tras el rosal y tumbado con los ojos cerrados.
Y sonrió para si. Le parecía divertido sorprender a los humanos. Eran tan... temerosos.
- Evan Darkness
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Re: Jardín de la academia
Helena se encontraba ensimismada en el precioso color que emanaba del rosal. Sus ojos verdes acuosos se posaban en cada pétalo, detallando a la perfección cada curva y cada textura. Sin embargo, cuando estaba a punto de arrancar una de las flores, una voz la sorprendió. Pero, antes que la voz, la sorprendió su silueta.
La joven abrió los ojos de par en par. Había allí alguien y no se había percatado de su existencia. La humana escrutó la figura que yacía cómodamente en la hierba. Aunque en el interior supiera de qué se trataba, su mente no quería admitirlo. Helena bloqueaba cada cosa que le traía recuerdos y dolor. Por ende, simplemente se limitó a observar al muchacho que tenía delante sin demostrar un ápice de asombro o inquietud.
La joven no dijo ni una palabra. Simplemente, cortó la rosa.
- No creo que vaya a ser mucha molestia que me lleve una o dos -comentó distraídamente, mientras elegía con cuidado la próxima rosa a cortar.
La joven abrió los ojos de par en par. Había allí alguien y no se había percatado de su existencia. La humana escrutó la figura que yacía cómodamente en la hierba. Aunque en el interior supiera de qué se trataba, su mente no quería admitirlo. Helena bloqueaba cada cosa que le traía recuerdos y dolor. Por ende, simplemente se limitó a observar al muchacho que tenía delante sin demostrar un ápice de asombro o inquietud.
La joven no dijo ni una palabra. Simplemente, cortó la rosa.
- No creo que vaya a ser mucha molestia que me lleve una o dos -comentó distraídamente, mientras elegía con cuidado la próxima rosa a cortar.
- Helena Hoffman
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Re: Jardín de la academia
Así lo contestó. Evan la subestimó. Creía que sería una chica sin agallas, pero no. Eso le hizo sonreír más abiertamente. Volvía a pensar en devorarla hasta su última esencia restante, pero le daba pena. Quería divertirse un poco más.
Oh, disculpadme.-se levantó y se acercó a ella con semblante tranquilo y mostrando una pequeña sonrisa.-No pretendía ofenderos. Simplemente quería saber que tipo de persona sois.
La observó mejor. Era más hermosa de lo que le parecía. Sus pupilas se dilataron durante unos segundos en el momento en el que la observaba discretamente toda su figura envuelta en un vestido rojo. Probablemente era la ropa que llevaba en su horario de trabajo, si es que lo tenía. No parecía la clase de ropa que una chica llevara como si fuera su prenda favorita a vestir.
Ya tenía entre sus delicadas manos un par de rosas. Eran realmente vivas y bellas, con unos pétalos enormes y especialmente coloridos. Evan se puso frente al rosal, dándole la espalda a la dama. Sacó sin que la chica lo viera un cuchillo de su gabardina y cortó tres rosas más de ellas. Había escogido una especialmente bella, como ella. Se dio la vuelta, ocultando su cuchillo, y dos de ellas las puso entre sus manos. La última la colocó en su oreja izquierda, escondida entre sus cabellos y mostrando únicamente los pétalos de la rosa.
Sabed que vos no acompañáis a la rosa. Es la rosa-terminando de colocarla y acariciando levemente su mejilla.-quien os acompaña a vos.-dijo girando un poco la cabeza hacia a un lado, entrecerrando los ojos y sonriendo, un gesto bastante impropio de el.-Vuestra belleza no es comparable ni con la de las estrellas... ni con la de los pétalos de estas rosas.
¿Pretendía camelársela con unas dulces palabras? No había intentado seducir a una mujer con palabras desde... nunca. Si acaso, lo habría hecho el chico al que poseía, aunque le resultaba bastante inútil hasta para eso. Aunque a pesar de eso, creyó que no lo había hecho mal. Si la fastidiaba solo tenía que comérsela... ¿o no?
Oh, disculpadme.-se levantó y se acercó a ella con semblante tranquilo y mostrando una pequeña sonrisa.-No pretendía ofenderos. Simplemente quería saber que tipo de persona sois.
La observó mejor. Era más hermosa de lo que le parecía. Sus pupilas se dilataron durante unos segundos en el momento en el que la observaba discretamente toda su figura envuelta en un vestido rojo. Probablemente era la ropa que llevaba en su horario de trabajo, si es que lo tenía. No parecía la clase de ropa que una chica llevara como si fuera su prenda favorita a vestir.
Ya tenía entre sus delicadas manos un par de rosas. Eran realmente vivas y bellas, con unos pétalos enormes y especialmente coloridos. Evan se puso frente al rosal, dándole la espalda a la dama. Sacó sin que la chica lo viera un cuchillo de su gabardina y cortó tres rosas más de ellas. Había escogido una especialmente bella, como ella. Se dio la vuelta, ocultando su cuchillo, y dos de ellas las puso entre sus manos. La última la colocó en su oreja izquierda, escondida entre sus cabellos y mostrando únicamente los pétalos de la rosa.
Sabed que vos no acompañáis a la rosa. Es la rosa-terminando de colocarla y acariciando levemente su mejilla.-quien os acompaña a vos.-dijo girando un poco la cabeza hacia a un lado, entrecerrando los ojos y sonriendo, un gesto bastante impropio de el.-Vuestra belleza no es comparable ni con la de las estrellas... ni con la de los pétalos de estas rosas.
¿Pretendía camelársela con unas dulces palabras? No había intentado seducir a una mujer con palabras desde... nunca. Si acaso, lo habría hecho el chico al que poseía, aunque le resultaba bastante inútil hasta para eso. Aunque a pesar de eso, creyó que no lo había hecho mal. Si la fastidiaba solo tenía que comérsela... ¿o no?
- Evan Darkness
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Re: Jardín de la academia
Helena ya había armado un pequeño ramo entre sus manos. Tenía tres rosas elegantes y llamativas. A veces sentía envidia de ellas, al igual que sucedía con otras flores; tan vivas, tan radiantes, tan esplendorosas... Ya quisiera Helena misma poder acoplarse a ese modo de vida, pero lo único que conseguía era un vacío oscuro en su interior que tentaba con llevarla a la locura. De todos modos, consideraba que esas eran suficientes para adornar el tétrico espacio en el cual vivía.
Esas tres rosas bastaban para adornar el tétrico espacio en el cual sobrevivía.
Su mirada lateral había detectado el movimiento del muchacho. Este se interpuso entre ella y el rosal y arrancó del arbusto unas tres rosas más. Le tendió dos de ellas, acompañando el gesto con palabras bonitas -o al menos así debía considerarlas una mujer- pero la tercera la colocó detrás de su oreja. El joven irrumpió en su barrera de protección, aquella distancia que siempre procuraba tener con las demás personas. La mirada de Helena se clavó en él, en sus ojos, vacía e inexpresiva, pero igual de verde que siempre. La gélida mano se deslizaba por su mejilla.
¿No había sentido esa sensación antes? Sí, pero no le interesaba recaer en esos recuerdos. Su mente, simplemente, los anuló al mínimo riesgo de pensar en la melancolía de un día que nunca fue.
- Gracias, pero creo impropio de mí aceptar ese cumplido y creerme superior a las rosas o a las estrellas. De todos modos, agradezco el gesto -susurró, fría y distante como su mismo espíritu para con el frívolo mundo. Su mirada continuaba fija en los ojos del muchacho. Una parte de ella, su parte astuta y severa, intentaba escrutar en lo más profundo de sus pupilas. Siendo realistas, un muchacho no se acerca a una joven así porque sí, ni se esfuerza en decirle palabras bellas sin pretender algo a cambio. ¿Qué pretendía él? No lo sabía; pero lo que sí sabía era que no estaba dispuesta a otorgárselo.
Helena no estaba dispuesta a otorgarle nada a nadie.
Esas tres rosas bastaban para adornar el tétrico espacio en el cual sobrevivía.
Su mirada lateral había detectado el movimiento del muchacho. Este se interpuso entre ella y el rosal y arrancó del arbusto unas tres rosas más. Le tendió dos de ellas, acompañando el gesto con palabras bonitas -o al menos así debía considerarlas una mujer- pero la tercera la colocó detrás de su oreja. El joven irrumpió en su barrera de protección, aquella distancia que siempre procuraba tener con las demás personas. La mirada de Helena se clavó en él, en sus ojos, vacía e inexpresiva, pero igual de verde que siempre. La gélida mano se deslizaba por su mejilla.
¿No había sentido esa sensación antes? Sí, pero no le interesaba recaer en esos recuerdos. Su mente, simplemente, los anuló al mínimo riesgo de pensar en la melancolía de un día que nunca fue.
- Gracias, pero creo impropio de mí aceptar ese cumplido y creerme superior a las rosas o a las estrellas. De todos modos, agradezco el gesto -susurró, fría y distante como su mismo espíritu para con el frívolo mundo. Su mirada continuaba fija en los ojos del muchacho. Una parte de ella, su parte astuta y severa, intentaba escrutar en lo más profundo de sus pupilas. Siendo realistas, un muchacho no se acerca a una joven así porque sí, ni se esfuerza en decirle palabras bellas sin pretender algo a cambio. ¿Qué pretendía él? No lo sabía; pero lo que sí sabía era que no estaba dispuesta a otorgárselo.
Helena no estaba dispuesta a otorgarle nada a nadie.
- Helena Hoffman
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Re: Jardín de la academia
¿Había logrado atraerla o la estaba alejando? ... Evan no supo contestarse, pero eso era mejor. ¿Acaso una respuesta iba a declarar algo? ¿Iba condicionar si se la comía o no? El caso es que Evan se excitó, sintió que esa chica no se fiaba de un desconocido. Vamos lo normal. Es posible que... hubiera visto cosas, cosas que hicieran desconfiar del mundo. Tal vez sabría que el mundo no es un paraíso, sino un mundo cruel lleno de odio, violencia y muerte. Eso es lo que Evan entendía y veía. El vampiro, tras su contestación, elevó sus cejas y puso una irónica sonrisa.
Sois dura, ¿eh? No permitís que nadie pase vuestra barrera, ¿verdad?-dijo a la vez que la superaba casi rozándola con el hombro. Se puso a unos tres metros de ella y de espaldas.-Es completamente comprensible. Nunca sabes con quien te puedes encontrar. Si con un vampiro que te pueda chupar la sangre o con alguien que ofrecería su vida para salvarte.
Evan se dio la vuelta para poder observarla, aun con esas rosas entre sus manos.
¿Vos que pensais que soy? ¿El... salvador o... -y se acercó hasta susurrarle al oido.- ...el vampiro?
Y ahí lo dejó. ¿Había sido lo suficientemente raro para dejarla totalmente desconcertada o aun mantenía esa postura segura?
Sois dura, ¿eh? No permitís que nadie pase vuestra barrera, ¿verdad?-dijo a la vez que la superaba casi rozándola con el hombro. Se puso a unos tres metros de ella y de espaldas.-Es completamente comprensible. Nunca sabes con quien te puedes encontrar. Si con un vampiro que te pueda chupar la sangre o con alguien que ofrecería su vida para salvarte.
Evan se dio la vuelta para poder observarla, aun con esas rosas entre sus manos.
¿Vos que pensais que soy? ¿El... salvador o... -y se acercó hasta susurrarle al oido.- ...el vampiro?
Y ahí lo dejó. ¿Había sido lo suficientemente raro para dejarla totalmente desconcertada o aun mantenía esa postura segura?
- Evan Darkness
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Re: Jardín de la academia
Toda aquella situación se tornaba extraña. Helena ya tenía sus rosas, por lo que ya podía marcharse. Sin embargo, no conseguía la voluntad necesaria para dar los primeros pasos. El camino era algo extenso hasta llegar a casa, pero creía que lo lograría. De todos modos, no podía lidiar con su mente ahora mismo. Aquel sujeto estaba de pie a cierta distancia, pero se jactaba de cada una de sus acciones y expresiones. Podía oler su inseguridad... su miedo... ¿Pero miedo a qué? Ni siquiera la mismísima Helena lo sabía. El miedo, al igual que otras emociones, habían sido borradas de su registro mental. Aunque conocía lo que era, lo evitaba. Y ahora, del mismo modo, estaba evitando la verdad evidente ante sus ojos.
Lentamente, movió la cabeza hasta verlo. Oía sus palabras y luchaba por no comprenderlas. Sin embargo, cuando acabó su pequeño discurso, algo se removió en el interior de Helena; algo que jamás debería haber resurgido. Las rosas cayeron al suelo mientras la mirada de la chica parecía vacía e inexistente. Pero la verdad es que su interior sacaba a la luz cada recuerdo y cada sensación, como otras tantas veces. Pero esta vez, era mucho más difícil ocultar las heridas y la desesperación, así como el vacío por la falta y el anhelo. Sí, Helena Hoffman había conocido a un vampiro y al mismo tiempo a un salvador. Los recuerdos de aquel ser se colaban por cada espacio de su interior. Pero lo que debía razonar era que el individuo que tenía frente a sus ojos, no era como aquel hombre al que tanto le debe, incluso hoy día, aunque esté muerto. Pues él le salvó la vida y eso es una deuda que jamás encontrará una paga a su debida altura.
- Creo que no eres ninguno de los dos. Demasiado perverso como para ser salvador, y demasiado evidente como para ser vampiro -murmuró de repente, mirándolo a los ojos-. Y entonces... ¿qué eres? -se atrevió a preguntar luego. ¿De dónde diablos sacaba las agallas esta muchacha? Tal vez sea justo de su punto más débil, motor de cada acción: una mente que lo conoce todo pero que no se atreve a reconocer su sabiduría. Algún día, su negación la llevará a la muerte. Lo sabía, pero tanto era su deseo de morir que ese día nunca llegaba. Así es el Destino, siempre injusto. Jamás otorga lo que se desea. Helena quería morir hace tiempo, y aunque sus palabras pudieran provocar al vampiro, sabía que él no la mataría. No era que dudase de su habilidad para arrancar vidas, sino que simplemente conocía su propia desgracia más que nadie. Helena había nacido para sobrevivir y sufrir en este mundo.
Lentamente, movió la cabeza hasta verlo. Oía sus palabras y luchaba por no comprenderlas. Sin embargo, cuando acabó su pequeño discurso, algo se removió en el interior de Helena; algo que jamás debería haber resurgido. Las rosas cayeron al suelo mientras la mirada de la chica parecía vacía e inexistente. Pero la verdad es que su interior sacaba a la luz cada recuerdo y cada sensación, como otras tantas veces. Pero esta vez, era mucho más difícil ocultar las heridas y la desesperación, así como el vacío por la falta y el anhelo. Sí, Helena Hoffman había conocido a un vampiro y al mismo tiempo a un salvador. Los recuerdos de aquel ser se colaban por cada espacio de su interior. Pero lo que debía razonar era que el individuo que tenía frente a sus ojos, no era como aquel hombre al que tanto le debe, incluso hoy día, aunque esté muerto. Pues él le salvó la vida y eso es una deuda que jamás encontrará una paga a su debida altura.
- Creo que no eres ninguno de los dos. Demasiado perverso como para ser salvador, y demasiado evidente como para ser vampiro -murmuró de repente, mirándolo a los ojos-. Y entonces... ¿qué eres? -se atrevió a preguntar luego. ¿De dónde diablos sacaba las agallas esta muchacha? Tal vez sea justo de su punto más débil, motor de cada acción: una mente que lo conoce todo pero que no se atreve a reconocer su sabiduría. Algún día, su negación la llevará a la muerte. Lo sabía, pero tanto era su deseo de morir que ese día nunca llegaba. Así es el Destino, siempre injusto. Jamás otorga lo que se desea. Helena quería morir hace tiempo, y aunque sus palabras pudieran provocar al vampiro, sabía que él no la mataría. No era que dudase de su habilidad para arrancar vidas, sino que simplemente conocía su propia desgracia más que nadie. Helena había nacido para sobrevivir y sufrir en este mundo.
- Helena Hoffman
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Re: Jardín de la academia
La pequeña niña había seguido los pasos de su compañero con cuidado. Estaban en el parque de la academia. Un mar de recuerdos perversos cruzo la mente de la pequeña, un mar de puro placer y diversión sádica. Se había derramado mucha sangre allí. Se relamió mientras observaba que Evan estaba hablando con una mujer, con una humana. Deberíamos comérnosla.
Miku no quería interrumpir al vampiro y tampoco le interesaba la manera en la que el empezaba a mostrarse algo debil. Estrecho sus lazos cuánticos con Evan, tenía que comunicarse con el.
Sentada en los matorrales, mirando hacia al cielo con una expresión de aburrimiento Miku se dio una toba a si misma en la frente, eso debería llamarle un poco la atención, seguramente la reconocería pronto en cuanto empezara a buscar fuentes de energías cercanas. Quería diversión, y la quería pronto.
Miku no quería interrumpir al vampiro y tampoco le interesaba la manera en la que el empezaba a mostrarse algo debil. Estrecho sus lazos cuánticos con Evan, tenía que comunicarse con el.
Sentada en los matorrales, mirando hacia al cielo con una expresión de aburrimiento Miku se dio una toba a si misma en la frente, eso debería llamarle un poco la atención, seguramente la reconocería pronto en cuanto empezara a buscar fuentes de energías cercanas. Quería diversión, y la quería pronto.
- Hatsune Miku
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Re: Jardín de la academia
Consideraba que no era ninguno. Eso le pareció gracioso. ¿Qué podría ser más divertido? ¿Decir la verdad o la mentira? Cualquier cosa sería buena con tal de divertirse a costa de ella.
Os sorprendería saber que... os equivocáis. Soy aquel que...-y se detuvo. Las amables palabras para confundirla aun más se cortaron.
Sintió algo, algo que le resultaba familiar. Esa conexión... era... Miku. Estaba por las cercanías y parecía que quería reunirse con él. La había dejado en su guarida y ahora había salido de allí. Ella parecía más importante que estar con esta humana.
Lo siento querida, pero tengo otros asuntos que atender.-dijo sin más con otra de sus extrañas sonrisas.-Espero que nos volvamos a ver. Quiero que sepas... "qué" soy.
Fue en dirección a donde estaba Miku. Cuando la encontró le hizo un gesto con la cabeza, con el significado de: vámonos de aquí.
OFF: siento este post tan cutre T.T
Os sorprendería saber que... os equivocáis. Soy aquel que...-y se detuvo. Las amables palabras para confundirla aun más se cortaron.
Sintió algo, algo que le resultaba familiar. Esa conexión... era... Miku. Estaba por las cercanías y parecía que quería reunirse con él. La había dejado en su guarida y ahora había salido de allí. Ella parecía más importante que estar con esta humana.
Lo siento querida, pero tengo otros asuntos que atender.-dijo sin más con otra de sus extrañas sonrisas.-Espero que nos volvamos a ver. Quiero que sepas... "qué" soy.
Fue en dirección a donde estaba Miku. Cuando la encontró le hizo un gesto con la cabeza, con el significado de: vámonos de aquí.
OFF: siento este post tan cutre T.T
- Evan Darkness
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Re: Jardín de la academia
Con paso lento y decidido la niña ladeo la cabeza cuando vió el gestó de Evan y se fue tras el, levantando su vestido con sus manitas para no mancharlo...demasiado.
- Hatsune Miku
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Re: Jardín de la academia
Marcus corría aceleradamente por las calles. Se había asegurado no dejar rastro alguno, y para ello acudió al camino más larga y con más recovecos. Pasó junto a la Academia e ingresó en ella por medio de los caminos. Si algún cazador seguía sus pasos, lograría desviarlos y confundirlos. Sin embargo, una vez dentro, comenzó a percatarse de cierta presencia extraña pero harto conocida. Ante el impacto de la sensación y la corazonada confusa y desconcertante, frenó su marcha. Se quedó impávido, observando el edificio. ¿Qué era aquello? ¿Por qué se sentía tan... familiar? Era ilógico lo que estaba sintiendo, pero de un modo u otro algo le impedía avanzar. Debía descubrir la procedencia de aquella presencia, aunque en el fondo temía lo que pudiera ser. Algo en ese aroma era inconfundible, pero se sentía diferente...
Se sentía humanamente perfecto.
Marcus se abalanzó contra el edificio y comenzó a trepar ágilmente por las ramas de los árboles circundantes. Siguió el rastro hasta que se asomó a una ventana. Allí vio a un muchacho de la clase diurna junto con un hombre que parecía ser un profesor. Estaban en la puerta del despacho del Director. Marcus no entendía por qué había llegado hasta allí, pero entonces aquel sujeto ladeó su rostro, dejando su perfil al descubierto. Marcus abrió los ojos de par en par mientras su corazón pareció palpitar de nuevo, tras tantos años. Contuvo la respiración y bajó del árbol de un solo movimiento. Recargó su espalda en el tronco.
Esto no podía ser cierto.
- Él... No puede ser. Esto no puede ser -se repitió a sí mismo varias veces, pero reaccionó y recordó que podrían estar siguiéndolo. Se llevó una mano a la frente y la dejó caer por todo el rostro, hasta dejarla sobre su boca. Sus ojos rojos estaban absortos, perdidos. ¿Qué se suponía que debía hacer ante esto? ¿Debía comunicarlo a sus Hermanos? ¿O acaso ellos ya lo sabrían? ¿Debía decírselo a Bella, a Ziel, a Kasha..? No, imposible.
¿De qué lado estaba Marcus ahora?
Cuando creía que podía continuar caminando por la cuerda que separaba ambas realidades, la trágica noche de la fiesta dividió su lealtad en dos. Ahora mismo, se disputaba consigo mismo qué era lo correcto. Sabía que Vladimir había asesinado a Nokku Damaru y por eso todos sus seres queridos, entre ellos Bella, se encontraban derribados y completamente desolados. Sin embargo, también recordaba con claridad cuando Vladimir le salvó la vida a Ziel, por no agregar, además, que antaño había salvado la suya también. Ahora, su Padre estaba desaparecido, pero en realidad, su esencia estaba justo allí, en ese cuerpo humano, "común y corriente".
¿Qué debía hacer? ¿Cómo actuar?
Comenzó a alejarse de allí. No podía continuar perdiendo el tiempo. Ahora mismo Ziel era su prioridad, y antes de decir una palabra acerca de lo ocurrido aquí, debía primero hallar respuesta con algunos de sus hermanos.
Se sentía humanamente perfecto.
Marcus se abalanzó contra el edificio y comenzó a trepar ágilmente por las ramas de los árboles circundantes. Siguió el rastro hasta que se asomó a una ventana. Allí vio a un muchacho de la clase diurna junto con un hombre que parecía ser un profesor. Estaban en la puerta del despacho del Director. Marcus no entendía por qué había llegado hasta allí, pero entonces aquel sujeto ladeó su rostro, dejando su perfil al descubierto. Marcus abrió los ojos de par en par mientras su corazón pareció palpitar de nuevo, tras tantos años. Contuvo la respiración y bajó del árbol de un solo movimiento. Recargó su espalda en el tronco.
Esto no podía ser cierto.
- Él... No puede ser. Esto no puede ser -se repitió a sí mismo varias veces, pero reaccionó y recordó que podrían estar siguiéndolo. Se llevó una mano a la frente y la dejó caer por todo el rostro, hasta dejarla sobre su boca. Sus ojos rojos estaban absortos, perdidos. ¿Qué se suponía que debía hacer ante esto? ¿Debía comunicarlo a sus Hermanos? ¿O acaso ellos ya lo sabrían? ¿Debía decírselo a Bella, a Ziel, a Kasha..? No, imposible.
¿De qué lado estaba Marcus ahora?
Cuando creía que podía continuar caminando por la cuerda que separaba ambas realidades, la trágica noche de la fiesta dividió su lealtad en dos. Ahora mismo, se disputaba consigo mismo qué era lo correcto. Sabía que Vladimir había asesinado a Nokku Damaru y por eso todos sus seres queridos, entre ellos Bella, se encontraban derribados y completamente desolados. Sin embargo, también recordaba con claridad cuando Vladimir le salvó la vida a Ziel, por no agregar, además, que antaño había salvado la suya también. Ahora, su Padre estaba desaparecido, pero en realidad, su esencia estaba justo allí, en ese cuerpo humano, "común y corriente".
¿Qué debía hacer? ¿Cómo actuar?
Comenzó a alejarse de allí. No podía continuar perdiendo el tiempo. Ahora mismo Ziel era su prioridad, y antes de decir una palabra acerca de lo ocurrido aquí, debía primero hallar respuesta con algunos de sus hermanos.
- Marcus O'Conell
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Re: Jardín de la academia
Pasaba por el jardín de la academia, había explorado casi toda la academia, la verdad es que me parecía bastante elegante aunque odie admitirlo. El jardín estaba rebosante de vida, miraba las flores. Nunca había visto unas rosas tan rojas y vivas como aquellas. Qué ironía encontrar tal belleza en un lugar donde "viven" muertos... Me hubiese gustado tener una de esas rosas para dársela a mi fallecida madre. A ella le encantaban las flores y siempre quiso tener un jardín lleno de plantas e insectos pero nunca tuvo la oportunidad de tener ese paraíso en tierra por culpa del trabajo de ciudad de mi padre. Seguro que este lugar le hubiese encantado, y yo la hubiese traído... Si no fuese porque seres repugnantes contaminan este sitio.
Suspiré y negué con la cabeza, pensé en lo sucedido en el bar. Esas personas no sabían que convivían con monstruos... Que sus vidas corrían peligro y todo por un insensato intento de que depredadores y presas convivan en paz. Menuda estupidez. ¿Qué se le pasó al director de la Academia Cross para cometer este acto tan peligroso?
Estábamos conviviendo con cucarachas.
Recordé que mi maestro me habló de los llamados vampiros de "sangre pura" eran unos vampiros más poderosos que los corrientes y no debía subestimarlos bajo ningún concepto. Sabía que esos vampiros eran aún más peligrosos que los otros pero mi sed de venganza me jugaría una mala pasada si alguna vez tuviese que enfrentarme con uno de ellos.
Intenté olvidar todo ese rollo vampírico. Cerré los ojos y respiré hondo. Me acordé entonces de la pequeña chica que me amenazó en la cafetería. Me reí por lo bajo. Ella era una cazavampiros... No mediría más de 154 centímetros. ¡Era enana! ¿Cómo podía ser que los chupasangres no la hayan pisado sin querer?
Suspiré y negué con la cabeza, pensé en lo sucedido en el bar. Esas personas no sabían que convivían con monstruos... Que sus vidas corrían peligro y todo por un insensato intento de que depredadores y presas convivan en paz. Menuda estupidez. ¿Qué se le pasó al director de la Academia Cross para cometer este acto tan peligroso?
Estábamos conviviendo con cucarachas.
Recordé que mi maestro me habló de los llamados vampiros de "sangre pura" eran unos vampiros más poderosos que los corrientes y no debía subestimarlos bajo ningún concepto. Sabía que esos vampiros eran aún más peligrosos que los otros pero mi sed de venganza me jugaría una mala pasada si alguna vez tuviese que enfrentarme con uno de ellos.
Intenté olvidar todo ese rollo vampírico. Cerré los ojos y respiré hondo. Me acordé entonces de la pequeña chica que me amenazó en la cafetería. Me reí por lo bajo. Ella era una cazavampiros... No mediría más de 154 centímetros. ¡Era enana! ¿Cómo podía ser que los chupasangres no la hayan pisado sin querer?
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
Ya habían terminado las clases de la mañana. Por fin, maldita sea. Hacía tantas semanas que no había pisado las clases que ahora me costaba la vida seguir el ritmo. Los profesores parecían hablar y moverse a cámara lenta, y el reloj parecía estar parado. El tiempo en sí se había aliado en mi contra para hacerme la mañana eterna. Y ahora, una vez que el ansiado timbre había sonado hacía rato, vagaba como un alma en pena por los jardines. No, no me sentía triste ni nada por el estilo. Tan solo estaba hecha polvo. ¿Que cómo estaba cansada de unas simples clases y luego pasaba las noches en vela? No lo sé, pero haber vuelto a la rutina después de tanto tiempo costaba. Y mucho. Tras recolocar la mochila sobre mi hombro, pasé mi mano sobre la leve cicatriz que aun había en mi costado, pensativa. Todo mi agobio y cansancio de aquella mañana se lo debía a lo que ahora era aquella pequeña marca; la misma marca que representaba una herida que por poco me cuesta la vida.
Suspiré. Mejor olvidaba ya aquello, aunque sabía que en el fondo no podría dejarlo de lado y olvidarlo. Me había metido hasta el cuello en un asunto que ignoraba completamente hasta hacía relativamente poco. Hasta la fiesta de Navidad había seguido con mi vida ''normal'', yendo a clases por la mañana y apañándomelas como podía por las tardes y las noches. Sí, había oído rumores, pero a penas les prestaba atención. Solo en los últimos tiempos ya me había alarmado al ver la Asociación tan extraña. No le había comentado absolutamente nada a Shinji por aquel entonces sobre el tema. Él tampoco me había dicho nada. ¿Me quería mantener alejada de todo aquello? Había llegado a pensar que mi amigo había olvidado mi extraordinaria cualidad para meterme en problemas. Y, al final, había acabado metida de lleno en todo aquello. Cómo no. Los papeles que le había dejado aquella mañana a Shinji, con lo poco que había conseguido reunir, lo demostraban.
Y quien diría que aquella chica de la que apenas se percibía su presencia estaba metida en todo aquel asunto de película. Al menos yo, si me hubiese visto en aquel momento, andando con los hombros hundidos, el pelo despeinado y las ojeras de quien no está acostumbrado a madrugar y tiene que hacerlo de golpe, no lo hubiese pensado. También me había dado pereza tener que aguantar todas las preguntas de mis compañeros...Y lo peor: acordarme de las mentiras que tenía que inventarme. Entre que se me daba mal mentir y que tenía mala memoria... Ya veríamos si colaba o no. Volví a suspirar y seguí caminando por los jardines tratando de despejar mi cabeza de aquella insufrible mañana. Me paré un instante y miré en la dirección de los dormitorios Luna, recordando a Thalia y lo ocurrido aquella noche. Aquella mujer cuyo nombre que ahora resonaba en mi subconsciente y que me había acarreado el estar trasteando la biblioteca de la Asociación en busca de referencias, ya que dudaba que resultara fácil (y prudente) el intentar colarme en el Consejo. Fruncí el ceño, pensativa. Mejor desechaba aquella idea.
Una cabellera naranja llamó la atención de mis somnolientos ojos. Mi expresión mutó desde el cansancio hasta el fastidio. Lo vi reírse por lo bajo él solo, cosa que hizo que pensara que estaba peor de la cabeza de lo que ya me imaginaba. ¿O qué quería que pensase de un cazador que entraba en una cafetería llena de humanos preguntando que dónde estaban los chupasangre? Me acerqué sigilosa como una sombra, como el espectro que era aquella mañana, con los ojos negros adornados de ojeras y el pelo corto, también negro, despeinado. Levanté la mano y le di una palmada en la espalda (hasta donde pude llegar) y le solté.- Oye, Kurofuji... deja de fumarte lo que sea que te fumes. No te hace bien, en serio.
Suspiré. Mejor olvidaba ya aquello, aunque sabía que en el fondo no podría dejarlo de lado y olvidarlo. Me había metido hasta el cuello en un asunto que ignoraba completamente hasta hacía relativamente poco. Hasta la fiesta de Navidad había seguido con mi vida ''normal'', yendo a clases por la mañana y apañándomelas como podía por las tardes y las noches. Sí, había oído rumores, pero a penas les prestaba atención. Solo en los últimos tiempos ya me había alarmado al ver la Asociación tan extraña. No le había comentado absolutamente nada a Shinji por aquel entonces sobre el tema. Él tampoco me había dicho nada. ¿Me quería mantener alejada de todo aquello? Había llegado a pensar que mi amigo había olvidado mi extraordinaria cualidad para meterme en problemas. Y, al final, había acabado metida de lleno en todo aquello. Cómo no. Los papeles que le había dejado aquella mañana a Shinji, con lo poco que había conseguido reunir, lo demostraban.
Y quien diría que aquella chica de la que apenas se percibía su presencia estaba metida en todo aquel asunto de película. Al menos yo, si me hubiese visto en aquel momento, andando con los hombros hundidos, el pelo despeinado y las ojeras de quien no está acostumbrado a madrugar y tiene que hacerlo de golpe, no lo hubiese pensado. También me había dado pereza tener que aguantar todas las preguntas de mis compañeros...Y lo peor: acordarme de las mentiras que tenía que inventarme. Entre que se me daba mal mentir y que tenía mala memoria... Ya veríamos si colaba o no. Volví a suspirar y seguí caminando por los jardines tratando de despejar mi cabeza de aquella insufrible mañana. Me paré un instante y miré en la dirección de los dormitorios Luna, recordando a Thalia y lo ocurrido aquella noche. Aquella mujer cuyo nombre que ahora resonaba en mi subconsciente y que me había acarreado el estar trasteando la biblioteca de la Asociación en busca de referencias, ya que dudaba que resultara fácil (y prudente) el intentar colarme en el Consejo. Fruncí el ceño, pensativa. Mejor desechaba aquella idea.
Una cabellera naranja llamó la atención de mis somnolientos ojos. Mi expresión mutó desde el cansancio hasta el fastidio. Lo vi reírse por lo bajo él solo, cosa que hizo que pensara que estaba peor de la cabeza de lo que ya me imaginaba. ¿O qué quería que pensase de un cazador que entraba en una cafetería llena de humanos preguntando que dónde estaban los chupasangre? Me acerqué sigilosa como una sombra, como el espectro que era aquella mañana, con los ojos negros adornados de ojeras y el pelo corto, también negro, despeinado. Levanté la mano y le di una palmada en la espalda (hasta donde pude llegar) y le solté.- Oye, Kurofuji... deja de fumarte lo que sea que te fumes. No te hace bien, en serio.
- Rangiku Matsumoto
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Re: Jardín de la academia
De repente sentí algo en la espalda. Miré hacia atrás y no vi a nadie, bajé la vista y vi a la enana, ¿cómo se llamaba? Si me lo habían dicho no lo recordaba así que dejé de pensar en su nombre. Me giré y le sonreí.
- Al menos no me tomé lo que tú te tomaste para quedarte con la estatura de una niña de escuela primaria, de todas formas, estaba pensando en tí. Me preguntaba como un ser como tú puede ser una caza-vampiros... Quizás sea porque eres tan pequeña que no merece la pena matarte para unos mililitros de sangre.
Le quería dar otra palmadita en la espalda pero era tan pequeña que me era imposible. Además mi mano era tan grande como su cara.
- Parece ser que ya te han dicho mi nombre. Supongo que estoy encantado de conocerte. ¿Cuál es tu nombre enana? Le pregunté de forma burlona.
- Al menos no me tomé lo que tú te tomaste para quedarte con la estatura de una niña de escuela primaria, de todas formas, estaba pensando en tí. Me preguntaba como un ser como tú puede ser una caza-vampiros... Quizás sea porque eres tan pequeña que no merece la pena matarte para unos mililitros de sangre.
Le quería dar otra palmadita en la espalda pero era tan pequeña que me era imposible. Además mi mano era tan grande como su cara.
- Parece ser que ya te han dicho mi nombre. Supongo que estoy encantado de conocerte. ¿Cuál es tu nombre enana? Le pregunté de forma burlona.
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
Alcé levemente una ceja cuando se volvió hacia atrás y tuvo que bajar la vista para poder mirarme a la cara. Estúpida genética y su manía de fastidiarnos. Aquella sonrisa no me gustó; me recordó a las sonrisas socarronas que esbozaba Shinji cuando iba a soltar algo, solo que la de Kurofuji reflejaba todas las ganas que tenía de burlarse. Quise responderle cuando sus primeras palabras resonaron en el lugar, pero las segundas hicieron que me callase en aquel momento.- Ah...- Fue lo único que solté, mostrando una desinteresada sorpresa. Aquella mañana estaba de mal humor y parecía que yo misma contribuía a que aquello continuase así. Bueno, y las palabras del señor Haru Kurofuji también influenciaban. Y bastante. Mucho. Lo miré de reojo, mostrando una sonrisa forzada en una expresión que trataba de disimular una total mueca que demostraba lo herido que se había sentido mi orgullo. Ya estábamos con el mismo tema. Todos igual. Todos me miraban con desaprobación, preguntándose cómo podían permitir que trabajase para la Asociación. Todos me miraban por encima del hombro, tachándome de inferior, de inútil.- Es posible.- Dije, notablemente más seria. Era culpa mía; yo lo había buscado antes, ahora me tenía que aguantar con lo que me dijese. De todas formas, ¿cómo resistirme? Me lo había puesto en bandeja de plata, riéndose así, además de que aquella mañana estaba de bastante mal humor.- Fíjate cómo será el resto del personal si tienen que contratar a alguien como yo.- Le solté, dejándole la indirecta ahí, en el aire. Era cosa suya el recogerla o no.
Me sentí algo decaída. Mi enfado y mis ganas de riña disminuían poco a poco. Parecía que a la vida le gustaba ahondar en la herida. Bueno, en una de ellas. Siempre aparecía alguien que metía el dedo en la llaga, volviendo a abrirla una vez más. Volví a suspirar, cansada. Entorné levemente los párpados cuando vi su gesto de ir a darme una palmadita en la espalda, imitando mi gesto anterior. Me limité a observarlo directamente a los ojos, mostrando toda la cara de espectro que llevaba aquella mañana. Sin dejar de escucharle, eché a andar hasta el primer árbol con el que me topé y me dejé caer allí, sentándome apoyada en el tronco, cara a cara con Kurofuji. Dejé la pesada mochila a un lado con tranquilidad, sin dejar de mirar de reojo a aquel tipo.- Sí, ya me informaron. Es normal que se tenga vigilados a los que van gritando que dónde están los chupasangre en una cafetería repleta de humanos, ¿sabes?- Le espeté, mostrando una sonrisa socarrona. De todas formas, aunque parecía que me gustaba pincharlo por instinto, mis ganas de riña habían menguado. Vaya a ser por el cansancio o porque Kurofuji había tirado el dardo con tan buena puntería que había dado limpiamente en la diana.- No comparto el gusto.- Le dije, tratando de mostrarme igual de dispuesta que antes, pero, finalmente, acabé sonriendo.- Soy Rangiku Matsumoto, larguilucho.
¿Qué hacían dos cazadores discutiendo como niños de primaria en mitad del jardín de una academia repleta de vampiros? Menudos profesionales estábamos hechos. Lo observé largamente y fruncí el ceño, pensativa, haciéndome la misma pregunta que me había hecho cuando lo vi por primera vez.- Oye, Kurofuji... ¿Tú no eres algo mayor para estar en la Academia o es que hay para cursos superiores y no estaba enterada?- Le pregunté, de manera tranquila, agradable. Aquella pregunta no llevaba trampa ni intenciones de molestarle. Tan solo era que me había resultado raro, nada más.
Me sentí algo decaída. Mi enfado y mis ganas de riña disminuían poco a poco. Parecía que a la vida le gustaba ahondar en la herida. Bueno, en una de ellas. Siempre aparecía alguien que metía el dedo en la llaga, volviendo a abrirla una vez más. Volví a suspirar, cansada. Entorné levemente los párpados cuando vi su gesto de ir a darme una palmadita en la espalda, imitando mi gesto anterior. Me limité a observarlo directamente a los ojos, mostrando toda la cara de espectro que llevaba aquella mañana. Sin dejar de escucharle, eché a andar hasta el primer árbol con el que me topé y me dejé caer allí, sentándome apoyada en el tronco, cara a cara con Kurofuji. Dejé la pesada mochila a un lado con tranquilidad, sin dejar de mirar de reojo a aquel tipo.- Sí, ya me informaron. Es normal que se tenga vigilados a los que van gritando que dónde están los chupasangre en una cafetería repleta de humanos, ¿sabes?- Le espeté, mostrando una sonrisa socarrona. De todas formas, aunque parecía que me gustaba pincharlo por instinto, mis ganas de riña habían menguado. Vaya a ser por el cansancio o porque Kurofuji había tirado el dardo con tan buena puntería que había dado limpiamente en la diana.- No comparto el gusto.- Le dije, tratando de mostrarme igual de dispuesta que antes, pero, finalmente, acabé sonriendo.- Soy Rangiku Matsumoto, larguilucho.
¿Qué hacían dos cazadores discutiendo como niños de primaria en mitad del jardín de una academia repleta de vampiros? Menudos profesionales estábamos hechos. Lo observé largamente y fruncí el ceño, pensativa, haciéndome la misma pregunta que me había hecho cuando lo vi por primera vez.- Oye, Kurofuji... ¿Tú no eres algo mayor para estar en la Academia o es que hay para cursos superiores y no estaba enterada?- Le pregunté, de manera tranquila, agradable. Aquella pregunta no llevaba trampa ni intenciones de molestarle. Tan solo era que me había resultado raro, nada más.
- Rangiku Matsumoto
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Re: Jardín de la academia
Me dijo su nombre, Rangiku Matsumoto, cuando me lanzó aquella indirecta volví a sonreírle y le contesté con agrado. - La verdad es que sí, supongo que yo también estoy aquí por la inefectividad de la gente que se hace llamar "caza-vampiros" es palpable la falta de calidad, ¿no crees?- Le dije señalando los dormitorios luna.
- Seguro que os divertirá ver como un chupa sangre mata a un inocente.- Le dije concierto tono de desaprobación a la convivencia.
Se sentó y tuve que bajar aún más la vista, me acerqué a ella, suspiré y me incliné. Era imposible estar a su altura. Me dijo que parecía muy mayor para estar en aquella academia. - Al igual que tú pareces una niña de 7 años mi altura hace que la gente crea que soy más mayor de lo que soy.- Le contesté. Parecía que yo no le caía muy bien. - Al menos cada vez que te veo puedo reírme de ti. Sonreír siempre es bueno... Aunque sea a costa de los demás. - Le respondí burlonamente.
- Seguro que os divertirá ver como un chupa sangre mata a un inocente.- Le dije concierto tono de desaprobación a la convivencia.
Se sentó y tuve que bajar aún más la vista, me acerqué a ella, suspiré y me incliné. Era imposible estar a su altura. Me dijo que parecía muy mayor para estar en aquella academia. - Al igual que tú pareces una niña de 7 años mi altura hace que la gente crea que soy más mayor de lo que soy.- Le contesté. Parecía que yo no le caía muy bien. - Al menos cada vez que te veo puedo reírme de ti. Sonreír siempre es bueno... Aunque sea a costa de los demás. - Le respondí burlonamente.
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
Me senté con las piernas encogidas y los brazos rodeando mis rodillas, mientras miraba a mi compañero con los párpados levemente entornados. Me respondió con bastante más agrado del que me esperaba, pero no por eso mi expresión seria mutó. Miré la dirección que señalaba, dejando que mis ojos vagaran durante unos segundos por la lejana silueta de los dormitorios Luna.- No creo que la creación de este lugar se deba a la ''inefectividad'' de alguien.- Le respondí, sin dejar de mirar aquel edificio. ''Tal vez se deba a una mente demasiado soñadora'' pensé. Había comprobado en mi propio pellejo que entre los vampiros también había muchos que deseaban la paz entre las dos razas. Sin embargo, siempre estaban los que querían seguir con las tiranteces y no dar ni una tregua, tanto de uno como de otro bando. Había vampiros encantados de poder hacer de las suyas gracias a las dotes que les confería su condición, al igual que había humanos deseando a que uno solo de los contrarios metiera la pata para tener una excusa para incrustarle una bala entre ceja y ceja. Y me daba de que aquel chico era de ese mismo tipo. Ojalá me equivocase, pero hasta ahora no había tenido motivos para creer lo contrario.
Y ya está. Su siguiente comentario hizo que volviese la vista desde los dormitorios hasta clavarla en su figura, buscando sus ojos, como si pretendiese que mi mirada se clavase en ellos como si se tratara de un par de agujas. ¿Cómo podía decir aquello? ¿Cómo podía decirlo de aquella manera tan indiferente? Un destello de indignación se pudo ver reflejado en mis ojos, los cuales parecían haberse olvidado del sueño que tenían momentos antes. ¿Qué le debía responder a aquello? ¿Debía dejar que mi indignación tomase el control y que comenzase a soltarle cosas, aunque no tuvieran sentido? ¿Comenzar a soltarle un argumento tras otro? Tal vez podría intentar dar con alguna herida suya, tal y como él había dado (aunque creía que había sido pura casualidad) con una de las mías. ¿Qué habría pasado aquel tipo en su vida? ¿Estaba muy tocado o simplemente era un maldito insensible? Seguí observándole con aquella mirada que parecía querer perforarle los ojos. No, no iba a permitirme el que me alterara. Aquel era otro como muchos cazadores de mente cerrada, que no veían que sí podíamos tener aliados en el bando contrario, que el intentar la paz nunca estaba de sobra.- Así como duda... ¿a qué has venido a la Academia Cross?...
Tras formular esa pregunta, aun con la expresión notablemente más seria de lo normal, bajé la mirada hasta el suelo. No me apetecía seguir mirándole. Me estaba demostrando palabra tras palabra que era tal y como me lo había imaginado desde el inicio. Lo observé de soslayo cuando me soltó que parecía una niña de siete años. Chasqueé la lengua, molesta.- Tal vez sea cosa de tu altura el que no te llegue bien la sangre al cerebro.- Comenté, volviendo a apartar la vista. No quise seguir insistiéndole en el tema; de todas formas, había sido una simple curiosidad. No iba a comentarle que sabía su edad y que ese era el motivo por el que le había preguntado. ¿Un tío de 25 años allí como alumno? Bueno, podría haber clases de esas para los que se quieren sacar los estudios a edades más avanzadas. Seguí sin mirarlo cuando dijo que podía reírse de mí. Me estaba sacando de mis casillas. Estiré las piernas y las crucé a la altura de los tobillos, a la vez que cruzaba los brazos por delante del pecho y seguía sin mirarlo... Y seguí sin mirarlo hasta que dijo lo último. Lo observé de reojo, levantando levemente las cejas, totalmente seria. Por un instante había pensado en que tal vez podía hacer buenas migas con mi compañero de profesión, que tal vez podría haberlo juzgado mal, pero... no, no había resultado ser así.- Eso dice mucho de la clase de persona que eres.
''He conocido vampiros más agradables y respetuosos que tú'' quise añadir, pero acabé callándome, adivinando aquel desprecio hacia la raza vampírica que tenía Kurofuji. Aunque tal vez debería haberlo soltado.
Y ya está. Su siguiente comentario hizo que volviese la vista desde los dormitorios hasta clavarla en su figura, buscando sus ojos, como si pretendiese que mi mirada se clavase en ellos como si se tratara de un par de agujas. ¿Cómo podía decir aquello? ¿Cómo podía decirlo de aquella manera tan indiferente? Un destello de indignación se pudo ver reflejado en mis ojos, los cuales parecían haberse olvidado del sueño que tenían momentos antes. ¿Qué le debía responder a aquello? ¿Debía dejar que mi indignación tomase el control y que comenzase a soltarle cosas, aunque no tuvieran sentido? ¿Comenzar a soltarle un argumento tras otro? Tal vez podría intentar dar con alguna herida suya, tal y como él había dado (aunque creía que había sido pura casualidad) con una de las mías. ¿Qué habría pasado aquel tipo en su vida? ¿Estaba muy tocado o simplemente era un maldito insensible? Seguí observándole con aquella mirada que parecía querer perforarle los ojos. No, no iba a permitirme el que me alterara. Aquel era otro como muchos cazadores de mente cerrada, que no veían que sí podíamos tener aliados en el bando contrario, que el intentar la paz nunca estaba de sobra.- Así como duda... ¿a qué has venido a la Academia Cross?...
Tras formular esa pregunta, aun con la expresión notablemente más seria de lo normal, bajé la mirada hasta el suelo. No me apetecía seguir mirándole. Me estaba demostrando palabra tras palabra que era tal y como me lo había imaginado desde el inicio. Lo observé de soslayo cuando me soltó que parecía una niña de siete años. Chasqueé la lengua, molesta.- Tal vez sea cosa de tu altura el que no te llegue bien la sangre al cerebro.- Comenté, volviendo a apartar la vista. No quise seguir insistiéndole en el tema; de todas formas, había sido una simple curiosidad. No iba a comentarle que sabía su edad y que ese era el motivo por el que le había preguntado. ¿Un tío de 25 años allí como alumno? Bueno, podría haber clases de esas para los que se quieren sacar los estudios a edades más avanzadas. Seguí sin mirarlo cuando dijo que podía reírse de mí. Me estaba sacando de mis casillas. Estiré las piernas y las crucé a la altura de los tobillos, a la vez que cruzaba los brazos por delante del pecho y seguía sin mirarlo... Y seguí sin mirarlo hasta que dijo lo último. Lo observé de reojo, levantando levemente las cejas, totalmente seria. Por un instante había pensado en que tal vez podía hacer buenas migas con mi compañero de profesión, que tal vez podría haberlo juzgado mal, pero... no, no había resultado ser así.- Eso dice mucho de la clase de persona que eres.
''He conocido vampiros más agradables y respetuosos que tú'' quise añadir, pero acabé callándome, adivinando aquel desprecio hacia la raza vampírica que tenía Kurofuji. Aunque tal vez debería haberlo soltado.
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Re: Jardín de la academia
La chica me dijo que esta reunión de chupa-sangres no era ningún signo de ineficacia... Seguía sin estar de acuerdo con ella. Me preguntaba qué le llevó a ser una caza-vampiros si piensa así de ellos. Depositando su esperanza en tales monstruos de convivir con ellos.
La veía incómoda. La verdad es que me hacía gracia ver como evitaba mirarme. Sonreí y entonces imitándola me senté en el suelo. Miré a mi alrededor y suspiré.
- Dime enana. ¿Cómo un lugar tan lleno de vida puede albergar a seres como ellos? ¿Por qué querer poner en peligro a inocentes solo para hacer un "experimento"? ¿Es que creéis que los humanos somos simples ratas de laboratorio? Tenemos familia, y no me gustaría ver cómo una madre pierde a un hijo. Todo por culpa de un sueño demasiado fantástico. - Le pregunté. Quería saber los motivos por el que ella defendía esta loca Academia.
Me preguntó que hacía allí. A lo que respondí:
- Bueno, aquí hay vampiros e inocentes ajenos a la existencia de ellos... Y yo soy un caza-vampiros. Creo que con eso se resume todo.
Cuando escuché su intento de ofensa hacia mí no pude guardar una ruidosa carcajada. Le puse la mano en la cabeza. - ¡Vaya! Pequeña pero matona. Eso me gusta. Así no tendré que aguantar a una enana llorona. - Le dije, le despeiné y luego le quité la mano de la cabeza. En efecto, mi mano era tan grande como su cabeza.
- Lo único que necesito tener en la cabeza es la muerte de estos seres a los que protegéis. No me importaría dar mi vida para acabar con todos ellos. - Le contesté seriamente y mirando al cielo.
Deseaba saber cómo estaba mi maestro, echaba de menos a los caza vampiros que de verdad odiaban a los vampiros y deseaban aniquilarlos. No protegerlos.
Volví a sonreír y miré su cara.
- Tú tampoco pareces ser la clase de persona que desearía que fueses. El amigo de mi enemigo es mi enemigo también. Ah, no hace falta que te calles las cosas que quieres decirme, puedes insultarme todo lo que quieras. Será divertido oírte diciendo esas cosas. Eres demasiado pequeña como para aguantar todo lo que guardas en tu interior.
Dicho eso esperé su respuesta. Quería ver si aún seguía en sus trece.
- Por cierto, tengo 19 años.- Le dije burlonamente.
La veía incómoda. La verdad es que me hacía gracia ver como evitaba mirarme. Sonreí y entonces imitándola me senté en el suelo. Miré a mi alrededor y suspiré.
- Dime enana. ¿Cómo un lugar tan lleno de vida puede albergar a seres como ellos? ¿Por qué querer poner en peligro a inocentes solo para hacer un "experimento"? ¿Es que creéis que los humanos somos simples ratas de laboratorio? Tenemos familia, y no me gustaría ver cómo una madre pierde a un hijo. Todo por culpa de un sueño demasiado fantástico. - Le pregunté. Quería saber los motivos por el que ella defendía esta loca Academia.
Me preguntó que hacía allí. A lo que respondí:
- Bueno, aquí hay vampiros e inocentes ajenos a la existencia de ellos... Y yo soy un caza-vampiros. Creo que con eso se resume todo.
Cuando escuché su intento de ofensa hacia mí no pude guardar una ruidosa carcajada. Le puse la mano en la cabeza. - ¡Vaya! Pequeña pero matona. Eso me gusta. Así no tendré que aguantar a una enana llorona. - Le dije, le despeiné y luego le quité la mano de la cabeza. En efecto, mi mano era tan grande como su cabeza.
- Lo único que necesito tener en la cabeza es la muerte de estos seres a los que protegéis. No me importaría dar mi vida para acabar con todos ellos. - Le contesté seriamente y mirando al cielo.
Deseaba saber cómo estaba mi maestro, echaba de menos a los caza vampiros que de verdad odiaban a los vampiros y deseaban aniquilarlos. No protegerlos.
Volví a sonreír y miré su cara.
- Tú tampoco pareces ser la clase de persona que desearía que fueses. El amigo de mi enemigo es mi enemigo también. Ah, no hace falta que te calles las cosas que quieres decirme, puedes insultarme todo lo que quieras. Será divertido oírte diciendo esas cosas. Eres demasiado pequeña como para aguantar todo lo que guardas en tu interior.
Dicho eso esperé su respuesta. Quería ver si aún seguía en sus trece.
- Por cierto, tengo 19 años.- Le dije burlonamente.
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
Volví a encoger las piernas y a abrazarlas contra mí, mirando hacia delante, sin fijar la vista en ningún punto. Estaba cansada, reventada de las clases a las que ahora tendría que volver a acostumbrarme y casi entrando en pánico de pensar en las toneladas de fotocopias que me habían dado para hacer. ''Para recuperar las clases a las que has faltado'' decían. Ya, claro... Y para matarme del todo también, ¿no? Y aquella conversación me estaba resultando molesta, no por el tema en sí, sino por el punto de vista de aquel chico. Lo observé de soslayo mientras tomaba asiento en el suelo. Me incliné hacia delante, apoyando el mentón sobre mis rodillas, casi haciéndome una bola. Escuché sus palabras en silencio, meditándolas con tranquilidad.- No es un experimento.- Le respondí con calma.- Sé de vampiros que también están de acuerdo con esta idea. Ellos han colaborado en la Academia tanto como el señor Cross. He hablado con alumnos de la Clase Nocturna - dije, recordando a Thalia - y no tienen ningún problema. Una de las integrantes de la Clase Nocturna me ayudó con un Nivel E no hace mucho. Y un... - iba a añadir que Christian había dicho que ayudaría en lo que pudiese, pero el tema de los desertores me parecía algo que no debería tocar con una persona que no conocía aun - montón más de ejemplos podría decir.- Completé la oración un poco vacilante. No quería hacer mención ni a los Pura Sangre ni a los desertores; no me parecía prudente.- Y por culpa del odio también mueren muchísimas personas. Seguro que han caído muchas más por conflictos estúpidos que por ''sueños demasiado fantásticos''. Aquí se está tratando de paliar ese odio. No me parece algo tan malo. Además, te recuerdo que hay humanos con las manos más manchadas de sangre que muchos vampiros. No voy a defender a los que vayan con malas intenciones; para eso entré en la Asociación, para pararles los pies a los que haya que hacerlo. Pero tampoco voy a rechazar a los que quieran colaborar, ni voy a odiarlos.- Expliqué. ''Aunque sí que tengo motivos para hacerlo'' susurró mi subconsciente. Sí, tenía motivos para hacerlo, pero ¿a qué me llevaría el odio?
Asentí con el semblante serio a su respuesta. Bueno, parecía una respuesta convincente, aunque creía que allí había mucho más trasfondo del que se veía. Tal vez como pasaba con la mayoría de los que estábamos en aquel asunto.- Espero que sepas que no puedes matar a quien te apetezca así como así dentro de estos muros.- Le dije, sonriendo de lado.- A no ser que quieras tener al director Cross, a toda la Clase Nocturna y a medio Consejo detrás tuya.- Sonreí, imaginándome el panorama. Pensar en el Consejo hizo que la sonrisa se me borrara súbitamente de la cara, así que volví a esconder un poco mi rostro con la excusa de apoyar el mentón sobre uno de mis brazos.- Eh, y eso de los inocentes habría que ver en qué contexto es.- Bromeé.
Bien. y no se podía quedar quieto. Todo el mundo con aquella manía. Cuando su enorme mano se posó sobre mi cabeza di un respingo y manoteé en el aire para que me la quitase de encima.- ¡No!...- Advertí, aunque en realidad mi pelo no podía estar peor aquella mañana. Tal vez hasta me viniera bien. Lo miré con cara de fastidio cuando se retiró, sin saber cómo reaccionar ante sus palabras. Me encogí, pegando la espalda aun más contra el tronco, y me pasé las manos por el pelo, tratando de ponerlo bien mientras le dirigía una mirada asesina. Cuando soltó lo siguiente, no pude evitar bufar por lo bajo.- Otro igual.- Dije, mientras trataba de que el mechón que siempre se cruzaba entre mis ojos se echase para algún lado. Misión imposible.- Os cegáis con el odio, y eso no os llevará a nada bueno, ni a ti ni a los que trates de proteger.- Le contesté, segura de lo que decía, aunque pude ver la expresión seria que mostró de repente su rostro. Volví a bufar cuando me respondió que no era como esperaba que fuese.- Tranquilo, no me consideraba tu amiga.- Le respondí, sonriendo divertida. Tampoco me consideraba su enemiga, la verdad, pero viendo su forma de ser... acabaríamos en más de una riña seguro.- Y tampoco un mono de feria para estar ''divirtiéndote''.- Contesté, tratando de mostrarme seria. ¿Cuántas veces había dicho en un momento de que le divertía? qué pasa, ¿tenía pinta de salir de una comedia?- Oh, no sabes cuánto aguanto.- Comenté, cogiendo una piedrecita del suelo y observándola con desinterés.- Y la puntería que tengo cuando me enfado.- Dije a la vez que lanzaba la piedrecita cerca de su oreja, pero sin darle; no era cuestión de hacerle daño. Me eché hacia delante, esperando su reacción.- Puedo seguir descargándome si quieres.- Le saqué la lengua, bromeando.
Me volví a echar hacia detrás, observándolo divertida mientras soltaba aquella mentira.- Ya, y yo cuarenta. Lo que ves es el milagro de las cremas antiarrugas.
Asentí con el semblante serio a su respuesta. Bueno, parecía una respuesta convincente, aunque creía que allí había mucho más trasfondo del que se veía. Tal vez como pasaba con la mayoría de los que estábamos en aquel asunto.- Espero que sepas que no puedes matar a quien te apetezca así como así dentro de estos muros.- Le dije, sonriendo de lado.- A no ser que quieras tener al director Cross, a toda la Clase Nocturna y a medio Consejo detrás tuya.- Sonreí, imaginándome el panorama. Pensar en el Consejo hizo que la sonrisa se me borrara súbitamente de la cara, así que volví a esconder un poco mi rostro con la excusa de apoyar el mentón sobre uno de mis brazos.- Eh, y eso de los inocentes habría que ver en qué contexto es.- Bromeé.
Bien. y no se podía quedar quieto. Todo el mundo con aquella manía. Cuando su enorme mano se posó sobre mi cabeza di un respingo y manoteé en el aire para que me la quitase de encima.- ¡No!...- Advertí, aunque en realidad mi pelo no podía estar peor aquella mañana. Tal vez hasta me viniera bien. Lo miré con cara de fastidio cuando se retiró, sin saber cómo reaccionar ante sus palabras. Me encogí, pegando la espalda aun más contra el tronco, y me pasé las manos por el pelo, tratando de ponerlo bien mientras le dirigía una mirada asesina. Cuando soltó lo siguiente, no pude evitar bufar por lo bajo.- Otro igual.- Dije, mientras trataba de que el mechón que siempre se cruzaba entre mis ojos se echase para algún lado. Misión imposible.- Os cegáis con el odio, y eso no os llevará a nada bueno, ni a ti ni a los que trates de proteger.- Le contesté, segura de lo que decía, aunque pude ver la expresión seria que mostró de repente su rostro. Volví a bufar cuando me respondió que no era como esperaba que fuese.- Tranquilo, no me consideraba tu amiga.- Le respondí, sonriendo divertida. Tampoco me consideraba su enemiga, la verdad, pero viendo su forma de ser... acabaríamos en más de una riña seguro.- Y tampoco un mono de feria para estar ''divirtiéndote''.- Contesté, tratando de mostrarme seria. ¿Cuántas veces había dicho en un momento de que le divertía? qué pasa, ¿tenía pinta de salir de una comedia?- Oh, no sabes cuánto aguanto.- Comenté, cogiendo una piedrecita del suelo y observándola con desinterés.- Y la puntería que tengo cuando me enfado.- Dije a la vez que lanzaba la piedrecita cerca de su oreja, pero sin darle; no era cuestión de hacerle daño. Me eché hacia delante, esperando su reacción.- Puedo seguir descargándome si quieres.- Le saqué la lengua, bromeando.
Me volví a echar hacia detrás, observándolo divertida mientras soltaba aquella mentira.- Ya, y yo cuarenta. Lo que ves es el milagro de las cremas antiarrugas.
- Rangiku Matsumoto
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Re: Jardín de la academia
Rangiku me explicó lo que pensaba de todo este... Proyecto. ¿Vampiros que querían vivir en paz con humanos? ¿Qué será después leones vegetarianos? ¡Claro que ellos querían vivir con nosotros! Tendrían al ganado comiendo de su mano y cada vez que tuviesen hambre simplemente tendrían que degollar a uno para conseguir su alimento. Menudas estupideces se les había metido a esa chica en la cabeza. Me preguntaba quién se la había lavado con tanta efectividad. Me dijo que si mataba a un vampiro de la Academia prácticamente toda ella me perseguirían.
- Bueno. El que algo quiere algo le cuesta. - Le respondí a esa advertencia. Me dijo que había personas con las manos manchadas de sangre también. Afirmé con la cabeza. - Ya lo sé, pero por alguna parte se ha de empezar, yo he optado por empezar matando a lo inhumano.
Me hizo gracia cuando se quejo al despeinarla. Me reí por lo bajo, me dijo que el odio me cegaba. Tenía razón pero no sabía cómo perdonar lo que me hicieron esas bestias, me dijo que no era un mono de feria. Vaya, me estaba dando ideas para nuevos motes. - Gracias, un nuevo mote para ti. Mono enano de feria. Me gusta- Le dije, luego cogió una piedra y me la lanzó. Empezó a pavonearse como si intentase que le tuviese miedo.
- No puedo tomarte en serio con esa estatura. Pero de acuerdo. Intentaré controlarme un poco - Le dije riéndome.
OFF: Me falta mucha inspiracion :C
- Bueno. El que algo quiere algo le cuesta. - Le respondí a esa advertencia. Me dijo que había personas con las manos manchadas de sangre también. Afirmé con la cabeza. - Ya lo sé, pero por alguna parte se ha de empezar, yo he optado por empezar matando a lo inhumano.
Me hizo gracia cuando se quejo al despeinarla. Me reí por lo bajo, me dijo que el odio me cegaba. Tenía razón pero no sabía cómo perdonar lo que me hicieron esas bestias, me dijo que no era un mono de feria. Vaya, me estaba dando ideas para nuevos motes. - Gracias, un nuevo mote para ti. Mono enano de feria. Me gusta- Le dije, luego cogió una piedra y me la lanzó. Empezó a pavonearse como si intentase que le tuviese miedo.
- No puedo tomarte en serio con esa estatura. Pero de acuerdo. Intentaré controlarme un poco - Le dije riéndome.
OFF: Me falta mucha inspiracion :C
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
Me quedé unos instantes jugueteando con uno de los asas de la mochila como si aquello fuera lo más interesante del mundo, con la mirada algo perdida y en el semblante una expresión neutra. Lejos de no estar pensando en nada, mi mente se hacía constantes preguntas (para variar) tanto de Kurofuji como de absolutamente todo. Kurofuji tenía razón en muchas cosas, pero las veía desde un punto demasiado extremo... o al menos así lo veía yo. Aparté la mirada del asa de la mochila para pasarla a mis zapatos, observando distraídamente cada línea de estos. Los junté, los separé y los volví a juntar, como si aquello fuera un pasatiempo. Tras todo aquel extraño espectáculo, volví nuevamente mi mirada al pelinaranja que se había sentado delante mía. Era cierto que tener a la Clase Nocturna allí conllevaba un riesgo, pero, ¿para qué si no estábamos allí los cazadores? ¿Para qué existían los prefectos? Además, todavía no había escuchado de ningún alumno de la Clase Nocturna que hiciera daño a otro de la Academia; de hecho, las veces que había ocurrido algo había sido por una causa externa. Sonreí de lado cuando respondió de aquella manera a mi advertencia de si levantaba la mano a alguno de los vampiros que allí residían sin causa alguna.- Eso dices ahora. Cuando tengas que cambiar hasta de identidad para que no te persigan, ya hablaremos.- Bromeé, riendo levemente al imaginarme la situación. La sonrisa se disolvió cuando dijo lo siguiente. ''Inhumano''.
Aquel calificativo era algo relativo y difícil de usar.- ¿Qué entiendes por inhumano?- Le pregunté, volviendo a apartar la vista de él.- ¿Un ser que no es de nuestra raza, un acto tremendamente cruel...?- Volví a apoyar el mentón en mi antebrazo, pensativa.- Tal vez habría que contar con que somos la única especie que nos matamos entre nosotros sin motivo ninguno... Entonces, cualquier otra especie es claramente inhumana... No me imagino a algún animal matando a otro por los motivos egoístas que lo haría un humano...- Murmuré, mirando a un punto fijo de la nada. Había dicho todo aquello con un tono muy suave, como si lo dijese más para mí misma que para él. Volví de nuevo mi mirada hacia mis zapatos, para luego volver a levantarla con una extraña sonrisa.- Déjalo. Simplemente no causes más problemas de los que ya hay.- Volví a bromear, levantando una mano y agitándola, tratando de recuperar la compostura. ''Bueno, y de los que ya causo yo'' pensé con algo de remordimiento.
Se rió por lo bajo, a lo que yo le respondí con una mirada seria.- ¿Desde cuando hay tanta confianza para que me pongas motes?- Le respondí, tratando de seguir manteniéndome seria. Y aquello de ''mono enano de feria'' no me gustaba nada, así que más le valía estar desechándolo. Y volvió a tocar el tema de mi estatura.- Tampoco te tomaba en serio.- Bufé.- No puedo tomarme en serio lo que dice alguien a quien la sangre no le llega a la cabeza.- Refunfuñé, volviendo a estirar las piernas y dejando que mi espalda resbalase por el tronco del árbol. Crucé los brazos por delante del pecho y puse cara de cabreo, refunfuñando por lo bajo. Odiaba que se metieran con mi altura. De reojo, pude divisar a dos chicas de la Clase Diurna observarnos y cuchichear entre ellas. Volví el rostro hacia Haru y miré de manera significativa hacia el lugar. ¿Se le ocurriría algo divertido? No me interesaba lo que la gente quisiera decir, pero me molestaba que me observasen de esa manera tan descarada. Y a saber qué decían de mí o de Kurofuji. Entre una desaparecida durante casi un mes y otro que se veía claramente que era bastante mayor para estar allí... a saber.
Aquel calificativo era algo relativo y difícil de usar.- ¿Qué entiendes por inhumano?- Le pregunté, volviendo a apartar la vista de él.- ¿Un ser que no es de nuestra raza, un acto tremendamente cruel...?- Volví a apoyar el mentón en mi antebrazo, pensativa.- Tal vez habría que contar con que somos la única especie que nos matamos entre nosotros sin motivo ninguno... Entonces, cualquier otra especie es claramente inhumana... No me imagino a algún animal matando a otro por los motivos egoístas que lo haría un humano...- Murmuré, mirando a un punto fijo de la nada. Había dicho todo aquello con un tono muy suave, como si lo dijese más para mí misma que para él. Volví de nuevo mi mirada hacia mis zapatos, para luego volver a levantarla con una extraña sonrisa.- Déjalo. Simplemente no causes más problemas de los que ya hay.- Volví a bromear, levantando una mano y agitándola, tratando de recuperar la compostura. ''Bueno, y de los que ya causo yo'' pensé con algo de remordimiento.
Se rió por lo bajo, a lo que yo le respondí con una mirada seria.- ¿Desde cuando hay tanta confianza para que me pongas motes?- Le respondí, tratando de seguir manteniéndome seria. Y aquello de ''mono enano de feria'' no me gustaba nada, así que más le valía estar desechándolo. Y volvió a tocar el tema de mi estatura.- Tampoco te tomaba en serio.- Bufé.- No puedo tomarme en serio lo que dice alguien a quien la sangre no le llega a la cabeza.- Refunfuñé, volviendo a estirar las piernas y dejando que mi espalda resbalase por el tronco del árbol. Crucé los brazos por delante del pecho y puse cara de cabreo, refunfuñando por lo bajo. Odiaba que se metieran con mi altura. De reojo, pude divisar a dos chicas de la Clase Diurna observarnos y cuchichear entre ellas. Volví el rostro hacia Haru y miré de manera significativa hacia el lugar. ¿Se le ocurriría algo divertido? No me interesaba lo que la gente quisiera decir, pero me molestaba que me observasen de esa manera tan descarada. Y a saber qué decían de mí o de Kurofuji. Entre una desaparecida durante casi un mes y otro que se veía claramente que era bastante mayor para estar allí... a saber.
- Off:
- Nah, está bien xD Con lo de ''pavoneándose'' me acabo de imaginar a Rangiku modo postureo chungo xDDD
- Rangiku Matsumoto
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Re: Jardín de la academia
Rangiku seguía pensando que la gente de la Academia me iba a intimidar si por algún motivo asesino a algún chupa-sangre. Bueno, no iba a discutir más sobre eso porque sería contraproducente y no llegaríamos a nada. Así que simplemente sonreí.
Entonces me preguntó sobre lo que era para mí lo inhumano, me dijo que si era un ser que no es humano o era un ser que hace un acto horrendo. Los vampiros cumplían todos esos requisitos para mí. Me dijo que los humanos eran los únicos que se mataban por motivos egoístas. - Sí... Pero bueno. Los animales se asesinan por otros motivos, esta es la "maldicíón" de tener inteligencia y no saber usarla. Hay que aceptar eso. Y solo hacía falta la existencia de otros seres que puedan impedir la evolución de los humanos. - Le dije.
Que no crease problemas... No los causaré si no son necesarios. Hacía tiempo que no mataba a un chupa-sangre. En aquel sitio podía hasta elegir a quién matar.
La veía moverse inquietamente. - ¿Eres nerviosa? ¿O simplemente estas inquieta?- Le pregunté. La verdad es que me incomodaba un poco ver que no paraba quieta. ¿Todos los enanos tienen que ser hipernerviosos o qué? Pensé.
Que había demasiada confianza. Bueno, me aburría y no tenía otra cosa más que hacer. Seguía provocándome, y yo seguía riéndome.
- Bueno, no sé ni siquiera cuándo tengo las clases. Aunque para serte sincero tampoco me apetece ir... Dime mono de feria, ¿me recomendarías ir a las clases? - Le pregunté mientras miraba las flores que había en aquel jardín.
Entonces me preguntó sobre lo que era para mí lo inhumano, me dijo que si era un ser que no es humano o era un ser que hace un acto horrendo. Los vampiros cumplían todos esos requisitos para mí. Me dijo que los humanos eran los únicos que se mataban por motivos egoístas. - Sí... Pero bueno. Los animales se asesinan por otros motivos, esta es la "maldicíón" de tener inteligencia y no saber usarla. Hay que aceptar eso. Y solo hacía falta la existencia de otros seres que puedan impedir la evolución de los humanos. - Le dije.
Que no crease problemas... No los causaré si no son necesarios. Hacía tiempo que no mataba a un chupa-sangre. En aquel sitio podía hasta elegir a quién matar.
La veía moverse inquietamente. - ¿Eres nerviosa? ¿O simplemente estas inquieta?- Le pregunté. La verdad es que me incomodaba un poco ver que no paraba quieta. ¿Todos los enanos tienen que ser hipernerviosos o qué? Pensé.
Que había demasiada confianza. Bueno, me aburría y no tenía otra cosa más que hacer. Seguía provocándome, y yo seguía riéndome.
- Bueno, no sé ni siquiera cuándo tengo las clases. Aunque para serte sincero tampoco me apetece ir... Dime mono de feria, ¿me recomendarías ir a las clases? - Le pregunté mientras miraba las flores que había en aquel jardín.
- Haru D. Kurofuji
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Re: Jardín de la academia
No entendí muy bien su respuesta. Tal vez no se había expresado bien, o tal vez era yo la que no había entendido del todo lo que quería decir. Lo único que tenía claro (y cada vez más) era qué tipo de persona era Kurofuji. No sabía si había sido así siempre o si algo lo había impulsado a ello... pero no me gustaba. ¿Y si le respondía? ¿Debería hacerlo? No, mejor callar. Se suele decir que ''quien calla, otorga'', ¿No es así? - ¿Tú qué opinas?.- Le contesté, evadiendo responder, bastante seria, a cuando me preguntó si era nerviosa o era que estaba inquieta. No tenía que darle detalles de mi personalidad a alguien a quien no conocía y de quien estaba viendo cómo era. Estreché nuevamente los párpados cuando se rió de nuevo. No, no me sentía cómoda. Me di cuenta de que no se había coscado de mi gesto señalando hacia las que nos estaban mirando. ¿En serio se quejaba de mí como cazadora y luego él no era capaz de entender un gesto tan simple? Menos mal que aquello no era una misión. Si lo fuese, las tendría crudas con aquel tipo. No insistí en el tema.
Una idea surcó mi cabeza. ¿Y si se trataba de un desertor? ¿Qué me aseguraba que no estuviese hablando con uno de ellos? Podía ser perfectamente uno de esos que le habían dado la espalda a los antiguos valores de la Asociación y ahora eran más criminales que otra cosa. Y, para qué negarlo, Haru no daba pinta de no romper ni un plato. Por otro lado, su actitud resultaba demasiado llamativa, y no creía que un desertor fuera a querer que le pusieran el ojo encima. O tal vez... tal vez tenía serrín por cerebro, simple y llanamente. Lo observé de soslayo mientras decía que no sabía siquiera si tenía clases. Di un respingo cuando mencionó aquella palabra. ¿Qué hora era? ¿Podía ser que fuera a llegar tarde? Me miré la muñeca pero, como de costumbre, se me había vuelto a olvidar el reloj. Tanteé mis bolsillos y tampoco hallé en ellos el móvil; nada fuera de lo normal. Siempre se me olvidaban, y siempre acababa fastidiada por aquello. Clavé mis ojos negros en los suyos, un poco nerviosa ante el no saber la hora que era.- Te recomiendo perderte.- Le contesté, acabando con aquello mi riña del día. No tenía más ganas de continuar con aquello. Me levanté de un salto y agarré la mochila, echándomela al hombro con algo de brusquedad. ¿Qué diría Shinji ante aquel movimiento? Seguramente me mataría por el poco cuidado, como si aun llevase los puntos.- ¡Nos vemos!- Me despedí, andando todo lo rápido que pude hacia el interior de la academia, sin mirar atrás.
Una idea surcó mi cabeza. ¿Y si se trataba de un desertor? ¿Qué me aseguraba que no estuviese hablando con uno de ellos? Podía ser perfectamente uno de esos que le habían dado la espalda a los antiguos valores de la Asociación y ahora eran más criminales que otra cosa. Y, para qué negarlo, Haru no daba pinta de no romper ni un plato. Por otro lado, su actitud resultaba demasiado llamativa, y no creía que un desertor fuera a querer que le pusieran el ojo encima. O tal vez... tal vez tenía serrín por cerebro, simple y llanamente. Lo observé de soslayo mientras decía que no sabía siquiera si tenía clases. Di un respingo cuando mencionó aquella palabra. ¿Qué hora era? ¿Podía ser que fuera a llegar tarde? Me miré la muñeca pero, como de costumbre, se me había vuelto a olvidar el reloj. Tanteé mis bolsillos y tampoco hallé en ellos el móvil; nada fuera de lo normal. Siempre se me olvidaban, y siempre acababa fastidiada por aquello. Clavé mis ojos negros en los suyos, un poco nerviosa ante el no saber la hora que era.- Te recomiendo perderte.- Le contesté, acabando con aquello mi riña del día. No tenía más ganas de continuar con aquello. Me levanté de un salto y agarré la mochila, echándomela al hombro con algo de brusquedad. ¿Qué diría Shinji ante aquel movimiento? Seguramente me mataría por el poco cuidado, como si aun llevase los puntos.- ¡Nos vemos!- Me despedí, andando todo lo rápido que pude hacia el interior de la academia, sin mirar atrás.
- Rangiku Matsumoto
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Re: Jardín de la academia
Decidió que era hora de salir un poco de la habitación. Hacía apenas unas horas que había llegado a este lugar y de momento, no se había cruzado con nadie y tampoco le apetecía que eso sucediera. No era alguien a la que se le diera muy bien socializar, bueno, estaba acostumbrada a tan solo mantener conversaciones con su padre o algún miembro de la familia...Normalmente, estas conversaciones terminaban en insultos, peleas o miradas de asco y pena de parte de aquellos que eran Pura Sangre.Sí, ella no era una Pura Sangre. Su padre se enamoró de una hermosa humana y de esa maravillosa unión, nació Yuzuriha. Jamás llegué a conocer a su madre, puesto que ella murió cuando dio a luz a la pelirrosa. Eso siempre ha cabreado a Inori, ¿porque tuvo que morir? En parte sentía que era su culpa, pero su padre le recordaba que no era de ese modo. Dar a luz a un vampiro no siempre era fácil y mas teniendo en cuenta los numerosos problemas de salud que su madre tuvo. Pero aún así, ella quiso continuar con el embarazo y eso le daba razones a Yuzu para estar orgullosa de su madre por la gran fuerza que tuvo a la hora de decidir aquello.
Su padre no quería aceptarlo (o al menos eso le admitió una vez) pero debido a la gran confianza y seguridad que derrochaba su esposa, lo aceptó. Y fue un grabe error, pensó que añadiría, pero no lo dijo, le sonrió a la muchacha y le confesó que su nacimiento a pesar de la muerte de su alma gemela, fue lo mejor que le había pasado en la vida. Lastima que sus familiares no pensaran de ese modo.Para ellos, el nacimiento de un 'Sangre sucia' era algo desastroso. Su padre había estado en la 'lista negra familiar' durante muchos años hasta que al parecer, decidieron comprender que el amor era algo que dejaba ciegos a todos. Yuzuriha se sentía dolida por el rechazo familiar pero, ¿que podía hacerle a eso? Ellos jamás iban a cambiar de parecer, así que decidió pasar del tema y por ello aceptó alejarse de todos y meterse a un lugar donde sabía que había mas gente como ella, también pura sangres, claro, pero deseaba que no fueran ni de lejos como sus conocidos.
Sus manos se encargaron de sacudirse la falda blanca que pertenecía a la prestigiosa academia y miró alrededor. Los jardines eran hermosos y tomó aire llenándose los pulmones de aire fresco. Todo estaba realmente tranquilo y silencioso y eso le agradaba. En su casa todo eran gritos y disputas. Por una vez en su vida se sentía en paz y calma. Llegó a la conclusión de que la idea de venir aquí resultó ser maravillosa. Mas tarde llamaría a su padre para informarle. De momento solo quería sentarse a descansar un rato en alguna de las zonas. Y de hecho, eso fue lo que hizo. Sus pies se encaminaron hasta un banco que decoraba el lugar y se sentó en este dejando su cabello recogido en el hombro derecho y notando la brisa impactar contra su rostro provocando que cerrase los ojos para disfrutarla. Quería que los años se pasaran mas lentos para poder permanecer todo lo que pudiese aquí. No quería volver a casa, al menos no hasta que se hiciera mas fuerte y lograra soportar todos los comentarios a sus espaldas.
Su padre no quería aceptarlo (o al menos eso le admitió una vez) pero debido a la gran confianza y seguridad que derrochaba su esposa, lo aceptó. Y fue un grabe error, pensó que añadiría, pero no lo dijo, le sonrió a la muchacha y le confesó que su nacimiento a pesar de la muerte de su alma gemela, fue lo mejor que le había pasado en la vida. Lastima que sus familiares no pensaran de ese modo.Para ellos, el nacimiento de un 'Sangre sucia' era algo desastroso. Su padre había estado en la 'lista negra familiar' durante muchos años hasta que al parecer, decidieron comprender que el amor era algo que dejaba ciegos a todos. Yuzuriha se sentía dolida por el rechazo familiar pero, ¿que podía hacerle a eso? Ellos jamás iban a cambiar de parecer, así que decidió pasar del tema y por ello aceptó alejarse de todos y meterse a un lugar donde sabía que había mas gente como ella, también pura sangres, claro, pero deseaba que no fueran ni de lejos como sus conocidos.
Sus manos se encargaron de sacudirse la falda blanca que pertenecía a la prestigiosa academia y miró alrededor. Los jardines eran hermosos y tomó aire llenándose los pulmones de aire fresco. Todo estaba realmente tranquilo y silencioso y eso le agradaba. En su casa todo eran gritos y disputas. Por una vez en su vida se sentía en paz y calma. Llegó a la conclusión de que la idea de venir aquí resultó ser maravillosa. Mas tarde llamaría a su padre para informarle. De momento solo quería sentarse a descansar un rato en alguna de las zonas. Y de hecho, eso fue lo que hizo. Sus pies se encaminaron hasta un banco que decoraba el lugar y se sentó en este dejando su cabello recogido en el hombro derecho y notando la brisa impactar contra su rostro provocando que cerrase los ojos para disfrutarla. Quería que los años se pasaran mas lentos para poder permanecer todo lo que pudiese aquí. No quería volver a casa, al menos no hasta que se hiciera mas fuerte y lograra soportar todos los comentarios a sus espaldas.
- Yuzuriha Inori
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Localización : En los jardines~
Re: Jardín de la academia
Al terminar las clases me dirigí hacia el jardín. Sabía que pudiese que no me viniera bien dar un paseo para relajarme mientras los demás compañeros estaban encerrados en sus habitaciones estudiando para la cargada semana de exámenes que se acercaba. Durante todo el curso había llevado bastante bien todos los exámenes hasta ahora realizados, aprobados con notas altas por supuesto. Siempre daba las gracias por tener una memoria fotográfica que me permitiese recordar cada uno de los esquemas que hacía para cada uno de los exámenes. Lo que tardaban los demás en 3 horas, yo tardaba 10 minutos.
Andaba lentamente balanceando el brazo libre que tenía ya que el otro cargaba uno de los libros de literatura. No había nadie a mi alrededor, solo me acompañaban aquellos pájaros que volaban sobre el extenso jardín. Decidí sentarme bajo uno de los árboles. Recosté mi espalda contra el tronco, eché mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y susurré: "Estoy cansada de todo".
Mi respiración se había vuelto más lenta de lo normal. Era un cálido día de primavera y el piar de los pájaros ayudaron a que olvidase lo que me preocupaba y a que cayera en un profundo sueño.
Andaba lentamente balanceando el brazo libre que tenía ya que el otro cargaba uno de los libros de literatura. No había nadie a mi alrededor, solo me acompañaban aquellos pájaros que volaban sobre el extenso jardín. Decidí sentarme bajo uno de los árboles. Recosté mi espalda contra el tronco, eché mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y susurré: "Estoy cansada de todo".
Mi respiración se había vuelto más lenta de lo normal. Era un cálido día de primavera y el piar de los pájaros ayudaron a que olvidase lo que me preocupaba y a que cayera en un profundo sueño.
- Sara Smith
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Localización : En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... Vale, no.
Empleo /Ocio : Y por último, astronauta - lee su lista de trabajos deseados para el futuro-
Humor : Mejor no arriesgarse.
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