Iglesia en ruinas

por **Kaien Cross** Sáb Sep 10, 2011 6:42 pm

Recuerdo del primer mensaje :

En el centro del pueblo, se encuentra una pequeña iglesia en ruinas. Podeís intentar entrar dentro, pero en ella hay multitud de peligros.

por **Kasha Oskan** Miér Sep 18, 2013 11:38 am

Mi mal genio aumentaba por momentos, pero raro en mi, me controle bastante para no acabar matando a alguno en ese momento.
Arrugue la nariz al ver como Marcus abrazaba a Ziel. Tsk, cada vez que lo veia se le revolvia mas el estomago, y ademas, despues de ver en el estado en el que estaba Ziel, a caso tenia derecho alguno para abrazarlo asi?, si no fuera por el, Ziel seria humano y un niño feliz y no un neofito descontrolado e irracional.
Al fin Marcus acepto, queria preguntarle ciertas cosas acerca de como estaban cuidando a Ziel y ya de paso, si podia, obtener cierta informacion que le pudiera servir.
- Un consejo, deberiais cambiar de escondite, este es demasiado obvio y ademas, no pude deshacer los rastros mios y de Ziel, tenia bastante con evitar que me mordiera y cargar con el estando yo en este estado- dije refiriendome a mi hombro vendado y a mi estimago recien abierto de nuevo gracias a Ziel.
- Vamos, no iremos lejos- le dije a Marcus mientras que salia de alli

por **Ziel A. Carphatia** Miér Sep 18, 2013 11:12 pm

Gruñía por lo bajo. Aquel rastro de sangre era mínimo y odiaba que fuera así. Tenía tanta sed, pero tan poca movilidad, que no podía ir hasta ninguno de los dos vampiros y beber su sangre tan necesitadamente. De este modo, seguía lamiendo el suelo tan desesperadamente, como un animal abandonado y muerto de hambre. Aunque realmente sí que estuviera hambriento. Mucho, a decir verdad. No podía llegar a compararlo de ninguna manera con el hambre que tenía cuando era humano. Esta sed era corrosiva, como el mismísimo azufre. Y lo único que quería era calmarla, y al mismo tiempo, calmarme propiamente.
Porque yo no podía hacerlo solo, pues nunca me dijeron cómo debía bloquear un instinto tan asesino y depredador. Cuando iba a ser alumno de Bella y Marcus para aprender de ellos y a saber defenderme, los cazadores aparecieron de nuevo.

Me moví, quedando bocarriba y giré la cabeza hacia uno de los lados, mirando a Bella. Alargué un brazo, dejándolo perpendicular al cuerpo, en el suelo. Del mismo modo que el olor de Fraiah me llamaba, Bella, por el simple hecho de ser mujer –concretamente MI mujer– y ser tan cercana a mí, me atraía desesperadamente. Anhelaba su presencia, su aura, el cariño de sus manos, la dulzura de su sonrisa, el suave tacto de su piel y el anestesiante gusto de su sangre. Por otra parte, la última vez no me comporté totalmente como un hombre haría, y menos lo había hecho como su novio. La había dejado inconsciente contra su voluntad, e incluso le había mostrado lugares y sucesos que jamás debió haber visto su mente. En vez de ser agraciado con su presencia, debería golpearme y dejarme inconsciente. Al menos estaríamos en paz.

Miré hacia el otro lado, girando de nuevo la cabeza. En el otro lado de la balanza, estaba Marcus, tan severo y distante como siempre. Cuando vi que se acercaba, cerré el puño y bajé los ojos, desviando la cara; supongo que esperando la primera bofetada, los primeros gritos alarmados que retumbarían en las paredes de la Iglesia. Y de repente, mis espectativas se deshicieron. El fuego se abrió en dos.

Cuando quise recapacitar y retroceder para saber lo que había ocurrido, ya estaba atrapado entre sus brazos. Marcus O'Conell había vuelto a apiadarse de un desdichado y enloquecido neófito llamado Ziel Carphatia. Su corazón había vuelto a jugarle una mala pasada. Y el mío también. Se volvió totalmente loco de avaricia. Su frío empezó a colarse por dentro de la ropa y desgarró sin piedad este corazón tan afligido y teñido de dolor. Abrí lentamente los ojos, encontrando a Kasha por encima de su hombro. Sonó un pequeño gemido de molestia, e intenté moverme para que sus brazos se ensancharan un poco y me permitieran el espacio suficiente para no provocar dolor en el cuerpo. Tomé aire desesperadamente, agobiado totalmente por su aroma. Quise parar de respirar para dejar de alimentarme inconscientemente, pero ni siquiera fui capaz de cortar el aire que entraba por mis pulmones. Todo lo contrario, comenzó a accelerarse y embriagarme con tan dulce y venenoso perfume que surcaban sus venas. Hice un gruñido de nuevo, arrugando el ceño. Estaba tan cerca que no podía evitar desearle fervientemente. Quería su sangre. Necesitaba morder su cuello y frenar este descontrol.

Pero tenía que... escucharme a mí mismo.

Sin embargo, la desesperanza volvía y entreabí los labios. Se oyó otro gemido por la Iglesia. Estiré lentamente los brazos, subriendo por las extremidades del vampiro hasta abrazarlo también. Seguía molesto por las hendiduras del abdomen y el costado, pero era gratificante el gesto. Me gustaba que Bella y Marcus me abrazaran y me tuvieran protegido entre sus brazos. Últimamente estaba mucho más dependiente por esto de la conversión y los cazadores. Y no se habían dado demasiadas oportunidades para poder disfrutar de un gesto tan simple como aquel. Necesitaba que el tiempo se quebrara y me dejara todo el tiempo del mundo dentro de los brazos de cualquiera de ambos. Se oyó otro gemido.

Marcus, no me dejes por favor. No permitas que Bella se marche tampoco, ni os vayáis. Por favor. No me dejéis. No quiero que Ellos vuelvan. No me sueltes ahora, Marcus. No lo hagas. No lo hagas. No quiero volver a irme, ni haceros daño de nuevo. No quiero ser mártir de nuevo. Dejad que me quede con ambos, por favor. Lo suplico. Enseñénme o lo que sea, pero no me abandonen ahora. Pensaba y rezaba para mis adentros, mientras iba poco a poco agarrando con más fuerza la camisa de Marcus por su espalda. Estaba tan devastado por lo que aconteció en los últimos meses, que no concebía otra separación, ni otro encarcelamiento, otra paliza ni otra profanación. Quería quedarme con ambos vampiros y terminar por vivir como una persona normal y corriente, olvidar absolutamente todo; además de saber convivir con humanos sin tener que depender de la sed.

Entre tanto, cuanto más se aferraba el vampiro y más me aferraba yo, su aroma iba anestesiándome por dentro. Se lo comía todo a su paso, dejando de pensar todo lo de antes. Se borraban los fragmentos de una conciencia sublevada por un demonio que se alimentaba de sangre. No aguantaba más. No podía más. Un segundo más entre sus brazos y creería desfallecer, enloquecer, perder totalmente el control. Unos colmillos letales se dejaban ver por entre los labios, tan asesinos y mortales como los de cualquier animal salvaje. Y finalmente, cerré el maxilar. Mordí inevitablemente en su hombro, perforando la camisa ensangrentada de Marcus y llegando hasta su piel para rasgarla y hundirlos depredadoramente. Instintivamente, observé a Kasha al tiempo que bebía tan desesperadamente. El brillo rojo del neófito parecía una amenaza latiente para la cazadora. Esta vez no me lo iba a quitar. No me separaría de su sangre, ni aunque tirara del resto de mi cuerpo. Es más, apreté los dientes todo lo que podía para no dejarle escapar. Hice un gruñido. Terminaría con la amargura de la garganta en cuestión de tiempo. Sólo debía esperar un poco más.

Sólo un poco más Ziel...

La sangre salía lentamente y traspasaba aún más lento la tela. Parecía interminable la cadena de retardo. Un poco de líquido llegaba finalmente hasta mi boca y la calma parecía entrar de nuevo cuando Marcus acariciaba mi pelo como hacía tiempo que no hacía. Relajé los músculos, dando gracias de que él estuviera ahí para mí. Y que lo estuviera para siempre, para mi antojo. "Ya estás a salvo. Estamos contigo, Ziel. Estoy contigo. Perdóname…" El color carmesí empezó a llenarse de un agua que creía no ser capaz de contener. Y con esas tan perfectas palabras, la paz se hacía de nuevo en el neófito, aunque sus instintos siguieran descontrolados firmemente. Bajé un poco la cabeza, intentando serenarme un poco, –dentro de lo que cabe– pese a que no aflojara los colmillos en ningún momento. No, no me lo iban a quitar hasta que me saciara. No lo harían como con la humana. Tampoco permitiría continuar de esta forma tan agresiva y salvaje. Pero el Destino no tardó en robarle el dulce al pequeño peliazul. Hubo un momento más fuerte y sin evitarlo, gemí de dolor todo lo que duró la intensidad. Marcus abrazaba tan fuerte que apenas tenía espacio para poder llenar los pulmones de aire. En cambio, no me opuse.

Pero todo acabó deshaciéndose. El vampiro se separó del neófito y por consiguiente, también se separaron los férreos colmillos de mármol. La sed se instauró a toda velocidad. Ni siquiera había probado su sangre. Y de buenas a primeras me encontraba de nuevo desamparado, sin Marcus. Velozmente fui a buscar con los ojos a Bella. Hice un gemido, cerrando los ojos. Las heridas me dolían, pero más me dolía el pecho ahora. Ella debía quedarse conmigo. Debía hacerlo, a diferencia de Marcus. Empecé a hiperventilar desesperado, mientras la impaciencia y la angustia se implantaba de nuevo como una pandemia. Miré a Bella y levanté los brazos, cual niño que necesita consuelo. Y sí, necesitaba consuelo. Necesitaba a Bella, que me abrazara, acariciara mi pelo de esa manera tan caracterísitica suya y nunca jamás volviera a soltarme. Porque Marcus había decidido abandonarme por hablar con Kasha de a saber qué asunto que no teníamos derecho a escuchar ninguno de nosotros dos. Dejaba a su protegido –o al que fue su protegido– y lo vendió de nuevo, justo de la misma forma que aquella vez. Me sentía... me sentía... traicionado por el simple hecho de alejarse y fallarme. Otra vez.

por **Bella.N.Gring** Jue Sep 19, 2013 1:44 am

Después de quedarme atontada mirando el rostro de Marcus nada mas despertar, conseguí mover bien todas mis articulaciones. El rostro de Marcus estaba completamente serio y, sin previo aviso, me levantó del suelo, ayudándome a ponerme en pie para terminar con una de sus manos en mi mejilla hasta llegar a uno de los mechones de mi pelo. Se notaba que Marcus estaba tenso y no había signo de respiración alguna. ¿Estaría sediento? Era bastante lógico ya que llevaba sin alimentarse varios días, y no quiso la botella que le entregué hace unas horas.

Fruncí el ceño ante la negación y retiré el brazo. Lo necesitas, a mi no me importa, de verdad. Supongo que aunque se lo ofreciera mil veces me lo negaría igual. Suspiré varias veces. Marcus era a veces tan cabezota. Siempre nos estaba protegiendo, ¿por qué cuando necesita ayuda nos la niega? Se veía a la legua que Marcus no estaba bien e intentaba aguantar la compostura. ¿Hasta ese punto quería cambiar? ¿De verás aguantará la sed simplemente por respeto? Negué con la cabeza varias veces. Bueno, supongo que luego le pediría respuestas. Ahora teníamos que buscar a Ziel, eso era lo importante.

El viento que se coló en la iglesia arrastraba un olor abrasador a sangre. Una mezcla de sangres que no tardé en distinguir y que pronto atravesó la puerta. Kasha y Ziel a su espalda. Abrí los ojos de par en par sorprendida por las heridas que traían ambos, pero sobre todo más preocupada por las de Ziel. Di un paso hacia delante pero frené en seco al ver a Marcus avanzar hacia él. Sonreí. Es mejor dejarle su espacio a ambos. Marcus necesitaba a Ziel tanto como yo les necesitaba a los dos. Entendía perfectamente lo que sentían los dos. Me alegraba ver como Marcus abrazaba a Ziel y le pedía perdón. Al fin y al cabo eramos una pequeña familia, con las típicas discursiones que se tienen. Pequeñas pero que al fin y al cabo se acaban resolviendo.

Kasha comenzó a hablar diciendo que quería hablar con Marcus pero, ¿de qué? Por un lado no iba a recuperar toda la confianza que tenía con Kasha pero sabía que ahora no le haría daño a Marcus. O por lo menos eso espero. "Ten cuidado" le dije mentalmente a Marcus.
Entendí perfectamente su mirada y dirigí mi mirada hacia Ziel que ahora lucía triste por la ida de Marcus.

Con su mirada suplicante y sus brazos levantados corrí hacia él y mis brazos rodearon su cuerpo con cuidado. Sus gemidos me rompían el alma. Sssh estoy aquí Ziel, estoy aquí.. Le dije mientras mis dedos se hundían en su pelo azul. Mi aura comenzó a emanar invadiendo su cuerpo y curando poco a poco sus heridas. Lo siento amor, lo siento mucho.. Nuestros rostros estaban apenas a 5 centímetros de distancia. Podía sentir su respiración agitada. Tranquilo, no me iré de aquí sin ti. Y sin poder evitarlo más, mis labios encontraron los suyos. Mi mano recorría lentamente su pelo mientras que la otra le acariciaba suavemente la mejilla. No podía resistirme a él, ya no.

Volví a separarme levemente y sus heridas ya casi estaban curadas.Te quiero Ziel, te quiero, nunca dudes de ello. Dije finalmente dedicándole una dulce sonrisa.

por **Marcus O'Conell** Jue Sep 19, 2013 2:06 am

Una última mirada arrojó a Ziel y a Bella. Cerró los ojos y regresó su rostro al frente, sonriendo levemente, de forma melancólica y solitaria. Se llevó la palma de su mano al hombro herido por los pequeños pero feroces colmillos de Ziel. Una suave y delicada risa angustiosa emanó irónicamente desde su interior. Vaya, ¿tanto rencor le tenía Ziel? ¿Realmente tanto era el odio? Era doloroso saber que aunque uno pretende redimir su corazón y sanar las heridas, la mala hierba nunca muere y siempre dejará su semilla para germinar la ponzoña en el interior del alma.

Marcus comenzó a caminar hacia la salida. Escuchó en su mente la voz de Bella. "Estaré bien, preocúpate por él", respondió. ¿Qué era lo peor que podía sucederle, al fin y al cabo, a un vampiro como él? No había horror sobre la tierra que no hubiera visto o padecido, incluso la tragedia inminente de tener que vivir, otra vez, sin amor.

Su figura desapareció detrás de la de Kasha.

por **Ziel A. Carphatia** Jue Sep 19, 2013 2:27 pm

Abracé a Bella con todas las fuerzas que podía, ajetreado y desbordado. La mayoría de personas que estuvieron en la Iglesia estaban desbordadas por una razón o por otra. Fraiah estaba desbordada por la pérdida de Nokku, Bella por lo mismo y por las desapariciones que tenía últimamente con el problema de los cazadores, Marcus porque no sabía qué hacer, Kasha porque quería acabar también el asunto y restaurar el orden en el pueblo, y yo... yo simplemente estaba mareado por tantas cosas surgiendo y vociferando por dentro. La sed, el dolor de Bella, el de Fraiah, el sufrimiento por los cazadores, la angustia por la soledad, por el hambre, por la marcha de Marcus, por la propia locura que estaba contaminando mis venas.

Me encontraba justo en el borde del precipicio.

Y ya no podía soportarlo por mucho tiempo, sin dar el siguiente paso y dejarme caer de una vez por todas. Tenía el alma flagelada de tantas cosas juntas y los trozos que se desprendían, se clavaban como agujas dentro del corazón, formando una coraza de espinas que dolían a cada latido. Sin poder evitarlo, rodeé más fuerte a Bella, mientras recuperaba las fuerzas e iban sanando las heridas lentamente. Las lágrimas empezaron a caer por aquellos dos iris brillantes en sangre que una vez tuvieron un color azul zafiro que llamaba la atención; humedeciendo las ropas de la chica. Hoy pareciera que hubieran olvidado cómo eran antes, pues la sed los había ido comiendo lentamente hasta instaurarse el color rojo definitivamente. Quizá algún día volvieran a ser igual que una vez fueron. A lo mejor, algún día regresaba a esos días de incertidumbre e inocencia, donde la ingenuidad se dibujaba en cada página. Puede que incluso, recuperara una sonrisa sincera, sin rastro alguno de dolor, amargura, tensión o ironía.

Al mismo tiempo, seguía oliendo el aroma de Marcus. Él ya se había marchado de la Iglesia y había vuelto a fallarme. Y lo único que dejó fue la impregnación de su aroma, de su esencia, de su cariño entre mis ropas. O del que una vez tuvo. Porque ya no sé ni qué significaba para él. Ya no sé qué era Marcus verdaderamente. Estaba confuso con cada una de sus acciones, con cada uno de sus gestos y sus palabras. Él estuvo diciéndome tantas buenas palabras, con tan buenas acciones que creía que había cambiado para bien. De verdad, creía en él. Sin embargo, existía siempre un pero en Marcus. Y ese pero era lo que más estaba aniquilándome desde hacía varios meses en adelante. En ese instante, las palabras de Bella estaban ahí para consolar de nuevo mis penas. Ella, quien siempre estuvo ahí, esperándome a pesar de todo.
Apenas había reparado en todo lo que Bella había hecho durante todo este tiempo.

Desde el principio me protegió, incluso cuando yo era un borde al que debieran haber abofeteado en varias ocasiones. Y ella, en cambio, siempre se quedó; aun si fueron órdenes directas del propio Yagari. Pero jamás se rindió conmigo. Me hizo entrar en cabeza y aceptar a los vampiros, a creer en ellos como si se tratara de otro humano. Acabé por meterme totalmente en su mundo, ignorando completamente que era humano en más de un día. Y al final, caí por ella, por su dulzura, por la magia de sus labios y el aroma de su pelo. Por el frío de sus brazos y el cariño de sus palabras. El que una vez fue Ziel Carphatia el desconfiado, desapareció totalmente gracias a ella. Y no todo acababa aquí.
En la fiesta de Navidad, antepuso su vida por la mía, defendiéndome de los hermanos de Marcus, sanando las heridas durante las primeras veces. Hasta cuando firmé el pacto con Marcus, acabó por estar ahí. Acabó aceptándolo y me ayudó en más de una ocasión para escapar de la casa. Incluso vino a buscarme cuando estaba medio muerto por las calles, cuando casi acababa desangrado por otro vampiro. Ni siquiera cuando se enteró de la relación que tenía con Marcus. Con el tiempo, se dio cuenta de que verdaderamente cambió y acabó aceptándolo. Quizá le costara más, quizá le costara menos, eso nunca lo sabré. Pero jamás dijo nada. Jamás se quejó ni se fue, aunque pudiera llegar a decirlo.

Bella había estado ahí desde el principio de todo. Nunca me dejó solo.

En cambio, Marcus... Él siempre dijo que permanecería a mi lado. Siempre. Toda la inmortalidad. Y que estaría ahí para protegerme cuando lo necesitara. Insintivamente, mordí el hombro de Bella, desesperado y angustiado tanto por la sed, como por la marcha del vampiro. Empecé a llorar sin contenciones, porque ya no podía seguir guardando y guardando más por dentro. El vaso llevaba rebosando demasiado tiempo. Necesitaba soltarlo todo de una vez por todas. Aflojé la mandíbula y después de tantas horas sin pronunciar palabra, empezó a sonar mi voz en la Iglesia.
- Bella, ¿por qué se va? ¿por qué no nos lleva con él? ¿Por qué vuelve a dejarnos como la otra vez? ¿Por qué ahora olvida su palabra y no viene a protegernos como dice? - Preguntaba aleatoriamente, sin saber si obtendría respuesta o no, aunque ya supiera cual iba a ser. Una excusa. Una excusa tras otra, una situación tras otra que sirviera para contestar a todas mis preguntas. Pero tenía tanto contenido, que acabé por desquitarme con la pobre chica, como si ella fuera Marcus.

-¿Deseas que Ellos vuelvan y propaguen otra desgracia? - Di un grito, abrazándola más fuerte. Las heridas ya sanaron y me encontraba mejor físicamente, pero no interiormente ni psíticamente. No puedo. No permito que Bella vuelva a llorar, ni que una sola mano de esos cazadores toque ni un sólo cabello rojo de su melena. No lo toleraría de nuevo. Tampoco quiero que me lleven de nuevo. Pensaba para mis adentros. - Y sin embargo, gastas tu tiempo en ir matando cazadores sin cesar, en intentar entablar un pacto con ellos aun sabiendo que pueden traicionarte. Luego, ¿por qué siempre te vas con ella? ¿Por qué siempre eliges a Kasha en vez de a Bella y yo? ¿Por qué no permaneces a nuestro lado como prometes, como realmente quieres hacer? ¿Por qué no haces lo que te dicta el corazón? ¿Por qué jamás me dices lo que piensas? ¿Por qué siempre me esquivas cuando lo intento? ¿Por qué no puedes sincerarte, al igual que yo lo hago contigo? ¿Por qué no me enseñas a defenderme? ¿Por qué no me enseñas sobre la sed? ¿Por qué tratas de seguir siendo el pilar de los tres? ¿POR QUÉ DEMONIOS SIEMPRE ESTÁS HACIÉNDOLO TODO TÚ SOLO? - Vociferé cabreado. - ¿Por qué no nos dejas participar? ¿Acaso Bella y yo no somos de ayuda? ¿Tan poco valor nos tienes? ¿Por qué, Marcus? ¿Por qué me abrazas tan desesperado y te alegras cuando vuelvo contigo, si al final eres tú el que acaba marchándose libremente? ¿Por qué sólo te preocupas de mí cuando estoy al borde de la muerte? ¿Por qué el resto de veces no me abrazas y me dices lo mismo? ¿Por qué no me dices que me quieres? ¿Por qué ?¿Por qué me pides perdón, si después no lo aceptas? ¿Por qué no quieres beber mi sangre? ¿Acaso ya no encuentras satisfacción en ella? ¿Acaso mi olor se ha podrido cuando me convertí? ¿Por qué? ¿Por qué sigues insistiendo en hacerte el fuerte cuando la sed te come igual que a todos? ¿Por qué...? ¡MARCUS...! - Gritaba en cada pregunta, en cada palabra alzaba más la voz, hasta que pronunciar su nombre acabó por consumirlo todo. Incluso había consumido mi voz de nuevo.
Llevaba sufriendo mucho tiempo en silencio. No por lo que hubiera hecho en el pasado, sino por lo que estaba haciendo ahora, por cómo se comportaba y cómo acababa traicionando mi confianza y por supuesto, su palabra.

Pero finalmente, había dicho todo lo que tenía que decir, aunque él no creo que pudiera escuchar ninguna de las preguntas y por tanto, no contestaba a ninguna de ellas. Sólo Bella era la única testigo de mi frustración, de mis intentos en vano por aminorar la carga del vampiro, por luchar por saber lo que se pasaba por su cabeza, por querer ser de ayuda en algo y no ser siempre un conejo indefenso.
Retiré la cabeza del hombro de la chica y negué con la cabeza repetidas veces. Bella no tenía la culpa de nada. Ella había hecho mucho, muchísimo. Quizá estaba exigiendo demasiado de ella. La miré a los ojos, entre lágrimas y con la sed. Llevaba tanto tiempo guardándolo que jamás le dije a nadie. Siempre logré esconderlo detrás de una sonrisa, o con cualquier tontería. Y Bella la única en quien podía confiar, ya que Marcus... parecía ser una causa perdida últimamente. ¿De qué serviría habérselo dicho? ¿Habría cambiado la situación en algo? ¿Contestaría una por una mis preguntas?

Para nada.

Continuaría esquivando las respuestas y seguramente ambos terminaríamos desquitándonos el uno con el otro. Y lo que menos quería era acabar a voces, entre reproches, para que al final se marchara de mi lado. Tenía miedo de que eso pasara, de no saber nada de él, pues un trozo de mi alma se iría allá donde él viajara. De este modo, prefería ir tragando y tenerle conmigo en intervalos, a decírle que le necesitaba todo el tiempo a mi lado -contando con las molestias que esto producía- y que me abandonara definitivamente. Sabía perfectamente que, al igual que Bella, Marcus también había hecho mucho y dado mucho a cambio. Pero seguía queriendo más de él. Mucho más. Yo siempre estuve poniendo peso en la balanza desde el principio, cuando encontré cómo era el verdadero Marcus O'Conell. Aunque ya no estaba seguro de que fuera él a quien localicé, sino una de sus sombras que trataba de colarse entre dos vampiros para pasar desapercibido. En cambio, seguía confiando en él como un imbécil, sin quitar la mano del fuego, a pesar de las veces que sentía que me había fallado. Y pese a obligarme a dejar de creerle, continuaba dando otra oportunidad más. Por si algún día me sorprendía y cambiaba definitivamente. Por si algún día no existiría ningún cazador, ni ningún problema que interrumpiera su buen trato.

Acaricié el rostro de Bella, agitado por la congoja y bajé la cabeza, abrumado. Y de repente, mis labios encontraron algo suave al tacto, carnoso. Al alzar la mirada, vi a Bella, tan próxima. Y por supuesto, que entre la sed y la atracción que sentía por ella, no me negué. La mano de su mejilla fue hasta su nuca, atrayéndola hacia mí. No, jamás volvería a alejar a Bella de mi lado. Jamás. Permanecería siempre conmigo, en todo y cualquier momento.

En cuanto se separó, ya estaba echando de menos sus labios. Después de tanto tiempo, podría decirse que me encontraba nervioso como si esta fuera la primera vez que la besaba. Irónico, ¿verdad? Negué de nuevo con la cabeza.
-Nunca más lo voy a dudar. - La atraí contra mi cuerpo, estrechándola fuertemente, aspirando su aroma necesitadamente. Besé su mejilla, aceptando sus sentimientos y poniendo los míos en ese gesto. Yo también la quería, la amaba muchísimo. Y ni siquiera podía imaginar el hecho de perderla o verla sufrir de nuevo. Puse la frente sobre su hombro. - Te necesito Bella... No me dejes... - Susurré en su oído, completamente derruido. Y sin demora, hice acto de mis palabras y mordí su cuello con la mayor delicadeza, para que así no ocasionara más dolor en ella.

En este instante, juraba que no dejaría que Bella Naid Gring sufrir nunca más. Ni por nada ni por nadie.

por **Bella.N.Gring** Sáb Sep 21, 2013 9:13 pm

Al escuchar de nuevo las palabras de Marcus en mi cabeza asentí tranquila. No podía confiar del todo en Kasha, ahora no. De hecho, nosotros no podíamos confiar en nadie más que en nosotros. Después de todo lo que habíamos sufrido no podemos permitirnos el lujo de confiar en alguien de buenas a primeras. Ya bastante tenemos por ahora.

Sentía la presión que Ziel ejercía sobre mi, suplicando mi cariño. Odiaba ver a Ziel de esta manera, y todo fue por nuestra culpa. Por no poder protegerle. Por dejar que se lo llevaran. Por desaparecer. Me odiaba a mi misma por como estaba Ziel ahora. Inseguro, sin saber que pensar, ni que bando elegir. Sin saber distinguir por un momento quienes están de su parte y quien no. Por llevar toda esa carga que estaba dentro de él. Por todas sus pesadillas y por todos sus miedos. Quería que ahora en adelante todo fuera a mejor, que Ziel no tuviera miedo de nada y por lo mas importante, que pueda ser feliz. Como en su niñez. Ese niño peliazul siempre con una sonrisa en su rostro.

Cuando me mordió el brazo hice una mueca. No lo esperaba para nada. Seguidamente las lágrimas de Ziel comenzaron a resbalar por sus mejillas y con una simple caricia las aparté. No llores Ziel, tranquilo.. Dije con una sonrisa. Quería que Ziel volviera a sonreír. Quería ver aquella sonrisa que tanto me gusta. Escuché todas aquellas preguntas mientras le acariciaba el rostro.No nos deja solos, tranquilo. Lo único que quiere es zanjar todo esto, que estemos bien. Quiere alejar el peligro de nosotros como sea necesario. No sabes lo que nos quiere. Quiere protegernos. Además, él está cerca de aquí con Kasha, mira. Le dije señalando una de las ventanas de la iglesia, donde se veía uno de los edificios abandonados. Mira, esta allí. En el caso de que nos pase algo, él lo verá y vendrá en seguida. Dije intentando tranquilizarle. Besé su frente. Estamos aquí. Nuestro abrazo seguía presente y no quería que se deshiciera nunca. Quería pasar con Ziel y Marcus toda nuestra existencia.

Esta sonriendo hasta que desató toda su pena y su rabia. Me quedé perpleja ante tales sentimientos, rabia, pena, decepción... Y solo con unas cuantas palabras. Entendía su frustración porque yo lo había vivido con él y tenía razón. Marcus nunca pedía nuestra ayuda. Simplemente daba, daba y daba sin querer recibir nada a cambio ahora. Ni si quiera quería beber nuestra sangre. Era tan frío que muchas veces no podías saber si en realidad nos quería o estaba aquí por estar. Abracé a Ziel con fuerza hasta que sacara todo lo que tenía dentro. Apoyé mi frente contra la suya mirando sus dulces ojos. Tranquilo... Entiendo todas y cada una de esas palabras cielo. Llevé una de mis manos a su pelo, atrayendolo hacia mi. Creo que Marcus se siente culpable de lo que nos ha pasado desde que llegó a nuestras vidas... Por eso no quiere recibir nada de nuestra parte, porque se sentiría culpable. Aunque no lo creas, nos quiere mucho, y lo va a seguir haciendo. Cree en él Ziel. Dije intentado que le comprendiera.

Poco a poco íbamos estrechando la distancia que nos separaba. Sus labios correspondieron a los míos con necesidad. Cuando se separó sus palabras dieron un vuelco a mi corazón. "Te necesito Bella... No me dejes..." Nunca te dejaré Ziel.. Sonreí mientras clavaba sus dientes en mi cuello.

Te quiero Ziel.. Dije mientras le acariciaba dulcemente y cerraba mis ojos. No dejaré que le pasa nada. Nunca más.

por **Ziel A. Carphatia** Sáb Sep 21, 2013 11:23 pm

Puede que Bella llevara razón. Quizá Marcus siempre estaba haciendo todo por nuestro bien, únicamente por eso. Aunque yo no viera con los mismos ojos su ayuda, pues normalmente no se encontraba presente cuando más se le necesitaba. Parecía encontrar el don oportunista de saber cuándo desaparecer. Por ejemplo, ahora. Quería que también estuviera aquí en la Iglesia, marcando su imponente figura sobre la Iglesia mientras siguiera cuidándome entre sus robustos y fuertes brazos; aportando la seguridad que tanto necesitaba últimamente. Desde este pasado rapto, del que había escapado hacía unas cuantas horas, tenía la premonición de que Ellos iban a volver. En cualquier momento. Y cuando menos lo esperara.
Un vampiro nunca descansa, pero un objetivo fijo tampoco lo hace.

Desvié la mirada hacia la ventana, sin soltar a Bella, sin dejar de beber de su cuello. Sí, Marcus estaba allí, entre algunos edificios abandonados, pero con la cazadora. Y eso no me gustaba en absoluto. "Pero yo quiero que esté aquí, con nosotros...", le dije mentalmente, sin separarme de su piel. Kasha siempre estuvo obsesionada con matar a Marcus desde el principio. ¿Por qué ahora iba a ser diferente? ¿Por qué tenía que seguir confiando en ella después de lo que me hizo con su arma? Y más, si Nokku había muerto, ¿quién no decía que pudiera ser uno de los hermanos de Marcus, o incluso su mismísimo Padre quien lo hizo? Debía tener rencor hacia él, en vez de caridad. Y no se podía esperar nada de ese encuentro, salvo discusiones y peleas. Tampoco yo podía fiarme de nadie sin ver la maldad en sus ojos y pensar que tiene algún plan macabro destinado. Igual que lo tenían los cazadores cada vez que sus ojos se inyectaban sobre los míos. Y después... no quería pensarlo. Cerré los ojos, apretando la mandíbula sin querer, esperando que ni una sola risa, ni una sola imagen me recordara nada de lo ocurrido.

Pero no pienses en eso más, Ziel. El pasado quedó en el pasado.

Puede, aunque hay cosas que jamás se olvidan. Pese a que yo hubiera conseguido esto último con Marcus. Prácticamente lo había olvidado todo, o al menos, la gran parte. Los recuerdos que tenía de esos días de calvario, ahora me daban risa. Por la actuación de Marcus, y por mí, por ser un cobarde como era. Y como seguramente sea todavía. Aún existían demasiadas cosas, demasiadas incertidumbres que me daban miedo, que provocaban terror y horror dentro de mis ojos. Muchas. Millones quizá. Sin embargo, la mayoría de ellas no llegaran a ocurrir y la otra mitad ni siquiera llegaría a conocerlas.
Pero, como bien había dicho Bella, "confiaba en él" irremediablemente; pues no podía borrar tan fácilmente todos sus grandes méritos. Al fin y al cabo, Marcus O'Conell era lo más parecido a un padre que había tenido. Y decir eso, era simplemente quedarse escaso de adjetivos, pues también significó muchas otras cosas.

"Creeré un poco más en él", dije mentalmente.

Y sin darme cuenta, con la convergencia mental que tenía, ejercía demasiada fuerza sobre el cuello de la chica. La sangre resbalaba por la perfecta curva y caía sobre sus ropas. Otra se escurría por la comisura de mis labios e impregnaba de color carmín mi propio cuello también. Las fuerzas de Bella disminuían con el paso del tiempo. Pero, en cuanto saciara la sed, se eliminaría un neófito sediento. Luego, deberíamos buscar a Marcus e ir a buscar refugio fuera de este lugar tan vagabundo y apestado por sangre; además de cambiarnos por otras prendas que no llamaran tanto la atención de niveles E. Aflojé la mandíbula, relajando la tensión que acababa de coger hacía unos minutos. Solté el aire lentamente, intentando que las palabras y gestos de Bella lograran tranquilizarme, como siempre terminaba haciendo. En cambio, me encontraba agobiado por el olor de esa melena rojiza que llegaba directamente hasta mi nariz, por su sangre. Sin embargo, poco a poco la fuerza disminuía. La sed comenzaba a calmarse definitivamente y por otro lado, la tranquilizadora voz de la chica estaba sedándome lentamente. "Nunca te dejaré Ziel..."
¿Y acaso alguien tan profanado y vendido, podía pedir más? No, por supuesto que no.

Finalmente, acabé por serpararme de su cuello, dando un último lametón. El desesperante quemazón de la garganta, había desaparecido de nuevo. Atraje a Bella contra mi cuerpo nuevamente, besando su pelo aún con los ojos cerrados. Sentía haber bebido tanto de su sangre, pero no pude evitarlo. Me mareaba con tan solo respirar y olerla. Si lo dejaba a medias otra vez, como pasó con Fraiah, volvería a desquitarme con el primero que pasara por delante: ya fuera humano o vampiro.
-Gracias... - Susurré en su oído suavemente, enredando la mano en su pelo. Sus palabras, su cariño, su dulzura, su presencia, su sangre. En definitiva, su todo. Le agradecía por todo lo que me había dado. La tuve así durante un largo tiempo, sintiendo su respiración contra el hombro, escuchando los latidos acelerados de su corazón dentro del silencio. Los párpados subieron de nuevo. Los ojos del neófito perdieron su brillante asesino y enloquecido por la sed, quedándose un rojo mate sobre sus iris. Las lágrimas también habían desaparecido, dejando como testigo el cauce por sus pómulos. Y con la mano libre, limpié los rastros de sangre que salían de la mordedura. - Bella, ¿tienes vendas? No quiero que camines así al aire. - Comenté, preocupado por ella. Su sangre podría llamar la atención a más de un vampiro o nivel E, pues era demasiado provocadora para cualquier inmortal.

Retiré a Bella a unos pocos centímetros, mirándola profundamente a los ojos y sosteniendo su rostro con ambas manos sobre sus mejillas. Pegué la frente con la suya. Sin pensarlo, recorté la distancia y rocé de nuevo sus labios, ladeando la cabeza. Pareciera que el mundo hubiera terminado desde la última vez que la besé. Y, después de escucharla, de escuchar que me aceptaba a pesar de lo que hicieron los cazadores, no podía sentirme más agraciado en este momento. La preocupación empezó a disolverse gracias a la chica, sembrándose la esperanza en un campo tan desierto y hostil. Inspiré su aroma de nuevo con necesidad, impacientando el beso. Me incliné un poco sobre ella, clavando las rodillas en el suelo e impidiendo que cayera poniendo un brazo en su cintura.

Pasados unos segundos, me separé mínimamente. Con dulzura, acaricié su mejilla, retirando un mechón de esta. Lo seguí con los ojos, observándolo atentamente. Siempre ese mechón incordiante desde el principio de los días, tapando su impoluto rostro. Aún me acordaba de todas las ocasiones que había retirado ese mechón. Y sin evitarlo, acabé por sonreír distraídamente.
-Deberíamos abandonar este lugar. Es un verdadero foco de sangre. - Comenté. Este no era lugar para tener a una novia y menos en las deprimentes condiciones en las que estábamos ambos. Besé su frente con cuidado. También tendríamos que ir por Marcus. - ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te lleve? - Pregunté preocupado. Sus fuerzas deberían estar flojas, a diferencia de las mías, las cuales gracias a ella habían reaparecido luego de mucho tiempo. Y era hora de devolverle el favor.

por **Kasha Oskan** Dom Sep 22, 2013 1:44 am

Llegue en apenas medio minuto, entre de nuevo a la Iglesia y me acerque a Bella y a Ziel. Debia sacarlos de alli y no dejar rastro alguno.
- Se que no os hara mucha gracia, pero ahora trabajo con Marcus de forma temporal para manteneros a vosotros dos vivos, os tengo que sacar de aqui y llevaros a un sitio que Marcus me ha dicho, el va a buscar provisiones, se reunira alli con vosotros- les dije a ambos, esperaba que Bella viera mi conversacion con Marcus en mi cabeza y creyera mis palabras.
- Tenemos que irnos rapido, hay demasiados rastros que llegan hasta aqui y es peligroso- mi estomago habia dejado de sangrar, cosa que agradecia, asi seria mas facil tapar el rastro hasta el nuevo escondite y crear un nuevo rastro para entorpecer a los cazadores.
- Nos marchamos?- les dije mientras que me tapaba con unas vendas de mi pequeña mochila la tripa y rompia la camiseta por donde se habia manchado de sangre convirtiendola en una camiseta que tapaba lo justo. El resto de la camiseta, lo escondi entre los escombros, la sangre impregnada de Ziel y mia seria suficiente estorbo durante un rato antes de percatarse que no habia nadie alli

por **Bella.N.Gring** Dom Sep 22, 2013 7:28 pm

Poco a poco me iba debilitando cada vez más. Intenté buscar un punto de apoyo en Ziel, apoyando mis manos en sus hombros. Por suerte también ejercía fuerza sobre mi para que no me cayera.
Estaba feliz, feliz de que Ziel volviera confiar en nosotros otra vez. De que estuviera aquí conmigo. De todo lo que concierne a él.
Lo sé, yo también quiero que esté aquí.., v-volverá pronto... Dije con algo de dificultad. Estaba comenzando a marearme.

Sonreí ampliamente cuando dijo que confiaría mas en Marcus. Algo es algo al fin y al cabo. La sangre resbalaba poco a poco por mi cuello manchando mi ropa. La verdad es que la ropa ahora mismo no me preocupada demasiado, estaba destrozada así que daba igual que se manchara con sangre. Mis fuerzas seguían disminuyendo, no sé si iba a poder aguantar mucho mas tiempo consciente. En unos escasos minutos Ziel se apartó de mi cuello regresando de nuevo a mis labios. Esos labios que tanto había anhelado y buscaba su reencuentro cada vez que se separaba de mí.

No es nada, estaré siempre para ti en lo que necesites. Dije en un susurro apoyando mi frente sobre la suya. Con delicadeza me limpió los restos de sangre que había en mi cuello. No tengo vendas pero.. No continué la frase y rompí un cacho de mi camiseta. Servirá esto hasta que vuelva a por más. Le dije mientas me tapaba la mordedura con aquel trozo de camiseta. Además sanará pronto, tu tranquilo. Le dije revolviéndole el pelo. Hacía tiempo que no le hacía eso, ya lo estaba empezando a echar de menos.

Sí, deberíamos irnos de aquí antes de que la sangre llame la atención de los niveles E y demás. dije sonriente mientras bajaba mis brazos hasta su cintura y llevarlas hasta su espalda, abrazándole. Me apartó aquel mechón que siempre llegaba a tapar mi cara. Sonreí. Hacía tiempo que no hacía aquel gesto. Me gustaba, tanto como me gustaba él. Bueeno, la verdad es que ahora no puedo caminar muy bien y retrasaría el viaje, asi que si no te importa cogerme.. Puse ojitos de niña buena. Aparte, quiero que me cojas, será divertido. Dije entre risas. Estar así, como si nada sucediera a nuestro alrededor.. Es fantástico.

En ese momento entró Kasha. Me había asustado, no me esperaba que fuera a entrar. Asentí a lo que nos dijo. Miré a Ziel, sabía que se iba a poner nervioso con la presencia de Kasha aquí. Tranquilo Ziel, dice la verdad. Miré a Kasha con detenimiento, parece ser que estaba herida y no precisamente era leve. Cuando me recupere te curaré eso tan feo. Ahora mismo no tenía energía ni fuerzas como para hacerlo, asi que tendría que esperar.
Apoyé la cabeza en el hombro de Ziel, oliendo su aroma y volviendo a cerrar los ojos cansada.

por **Ziel A. Carphatia** Dom Sep 22, 2013 8:11 pm

Abracé a Bella, algo tímido. Era el causante de que ella estuviera tan débil. Y en gran mayoría me sentía totalmente culpable, pero por otra, si no hubiera sido de este modo, aún sería un animal rabioso de sangre. Suspiré, besando su melena de nuevo. Cerré los ojos un momento. Seguro que sí, Marcus volvería pronto. Confiaba en que lo hiciera, o yo mismo iría a buscarle. Lo esperaba con ganas y así poder pedirle disculpas por haber sido tan sumamente infantil y animal al mismo tiempo. Había sido también demasiado egoísta con él, sin darme apenas cuenta. Siempre reclamando su presencia, aun sabiendo que él seguía siendo un alma demasiado libre.

Arrugué el ceño cuando escuché el roto de tela. Al mirar abajo, la camiseta de Bella estaba toda resquebrajada. La verdad es que no era del típico hombre al que le gusta que vean a su novia enseñando la partida de nacimiento. Aunque en el fondo por supuesto que mi orgullo quería fortalecerse cuando la llevaba agarrada de la mano y presumir de ella. Sin embargo, las prioridades son lo primero. Me quité la chaqueta y se la puse sobre los hombros. Besé su sien y me acerqué a su oído.
-No me gusta que mi novia vaya enseñando de más. - Le confesé con una pequeña risa, retirándome al momento. Acaricié el cuello de la chica, asintiendo a lo que decía. Sanaría temprano, pues al fin y al cabo éramos vampiros. ¿Y que podía esperarse de nuestra regeneración?

Bajé la cabeza cuando me revolvió el pelo. Sonreí, tomando su muñeca y sacudiendo la cabeza para colocar bien los mechones y que ninguno acabara dentro del ojo. Con respecto a cuando nos conocimos, ahora tenía el pelo más largo y por tanto, Bella tenía ventaja cuando hacía eso. Igualmente, pasé una mano por este, como entonces hacía.
-Entonces se le concede el deseo a la dama. - Dije besando su frente de nuevo. La abracé y posicioné los brazos detrás de su cintura para alzarme con ella en brazos. - Ahí vamos. - Estiré una rodilla y seguidamente la otra, levantándome finalmente. - ¿Y a dónde quiere ir mi Princesa? - Rocé su mejilla con la nariz, feliz de estar con ella de este modo y alejar el resto de problemas que seguramente inundarían mi cabeza de no ser por Bella.

Sin embargo, la perfección del momento se vio interrumpida en cuanto la puerta volvió a abrirse. Giré rápidamente la cabeza hacia esta, viendo a Kasha entrar por ella. Bufé irremediablemente, cambiando radicalmente de expresión. ¿Y ahora qué quería de mí? ¿No tuvo suficiente con lo que hizo con su endiablada cadena? ¿Acaso quería más? Tensé los músculos, preparado para dejar a Bella en el suelo e ir a por ella si era necesario o si sus palabras eran demasiado provocantes y no pudiera seguir escuchándola. En cambio, Bella se dio cuenta antes de la reacción que iba a tener y la miré. Bien, si la chica lo decía, entonces la creería y por consecuencia, también lo haría en Kasha.
-De acuerdo. - Asentí firme, sin bajar la guardia en ningún momento. Agarré mejor a Bella y señalé la bolsa de la muchacha. - Coge la bolsa y vámonos antes de que haya niveles E por los alrededores. - Comenté seriamente, empezando a andar hacia la puerta. En el encontronazo con Kasha, hubo una mirada de amenaza por parte del neófito hacia la cazadora.

"Ten cuidado, o esta vez acabará en desgracia Cazadora..."

por **Kasha Oskan** Dom Sep 22, 2013 8:26 pm

Cogi la bolsa y me la colge en el hombro bueno y mire a Ziel, el mocoso dandome ordenes?, si creia que iba a ser su esclava, lo llevaba claro.
- Los niveles E ahora son el menor de tus problemas, no se acercaran a ti por miedo a que los mateis, si no a mi, eres vampiro y aun no sabes eso?- le dije divertida, era un neofito bastante peculiar poco enseñado, normal que estuviera tan descontrolado.
Cuando paso a mi lado pille su mirada y solo emiti una media sonrisa siniestra, es posible que fuera un vampiro, pero contra mi no tenia nada que hacer, como siempre, volvia a subestimarme por ser una humana. Arg, vampiros, siempre tan confiados en su superioridad.
Me puse detras de Ziel para hacer desaparecer poco a poco los rastros que pudieramos dejar para hacernos desaparecer por completo.
- Ahora mismo apestamos demasiado a sangre, para llegar al sitio usaremos como tapadera el rastro que ya hay, cuando nos estemos acercando, nos desviaremos, te avisare para que vayas tu solo mientras que elimino el rastro que dejeis, de acuerdo?- les pregunte para ver si habian entendido el plan o al menos parte de el

por **Bella.N.Gring** Mar Sep 24, 2013 10:16 pm

Vi su expresión y reí. No enseño de más, tampoco es para tanto, solo se me ve un poco la barriga.. Puse morritos, pero aun así no pude evitar seguir riendo. Era demasiado gracioso ver a Ziel con esa carita. Cuando por fin me cogió en brazos, parecía que todo volvía a darme vueltas. Nunca había tenido esta sensación. .Aun así estaba muy feliz, feliz de estar en los brazos de Ziel, y que éste volviera a sonreír por un momento.

Volví a mirar a Kasha por un instante mientras me cogía la bolsa. En cierto modo, seguiría confiando en ella, porque también la persiguen esos cazadores. Pero ¿qué le pasará cuando no estemos nosotros cerca? Ella es una chica que sabe defenderse, como es evidente y lo que le requiere su posición, pero esos cazadores tenían unas armas que jamás había visto ni oído hablar. En ese aspecto tenía miedo porque no sabemos con certeza a lo que nos enfrentamos. Y si llegaran a volver, no sabíamos lo que pasaría, ni lo que llegarían a hacer esta vez.

Apoyé mi cabeza en el regazo de Ziel, dejándome llevar, cerrando los ojos de nuevo. Quiero irme a casa, a nuestra casa.. Le dije en un susurro, perdiendo la consciencia poco a poco.

por **Ziel A. Carphatia** Miér Sep 25, 2013 8:48 pm

Miré a Bella y el trozo de carne que enseñaba y suspiré, girando la cabeza hacia otro lado. Aunque para ella no significara demasiado, para mí eso llamar la atención de otros vampiros. Y por supuesto que toda mi atención, la cual, inevitablemente volvía a clavar la mirada en su piel desnuda. "Ah, basta, Ziel. No es momento para estar pensando en lo que sucedió en el baño." Sacudí levemente la cabeza y asentí a sus palabras. Besé su sien y observé a Kasha de reojo.
-Tranquila, pronto estaremos en casa. Descansa, Bella. - Susurré amablemente, dejando que ella durmiera entre mis brazos durante el camino. Necesitaba recuperar fuerzas por toda esa sangre que bebí de ella antes.

Antes de que me volviera a dar cuenta, estaba volviendo a sonreír. Irse a casa, ¿eh? ¿Una casa? ¿Para los tres? ¿Como si fuéramos una familia? Parecía algo imposible en los tiempos que corrían, pero sin duda, era dulce pensar en algo así dentro de unos años cuando todo acabara de una definitiva vez.
Una vez al lado de la puerta, me tomé el turno para hablar con Kasha, sin utilizar un tono demasiado alto para no despertar a la chica que dormía plácidamente entre mis brazos.
-Sí que lo sé. Pero mientras te mantengas cerca, tú puedes cuidar de Bella y encargarme de ellos. - Asentí decidido. De los tres era el que se encontraba en mejores condiciones de salud. Kasha estaba herida en el abdomen y Bella apenas tenía fuerzas, de modo que no me importaría matar a los niveles E si era por el bien de la pelirroja.

-De acuerdo, lo haremos como tú dices. - Dije serio. Ahora no estaba Marcus y me sentía en completa responsabilidad del bienestar de Bella. No permitiría que le ocurriera nada. A fin de cuentas, era el causante de que ella hubiera perdido fuerzas; de modo que era impensable en pensar en el cansancio que llevaba arrastrando por días. - Vámonos antes de que sea más tarde. - Murmuré, cargando el hombro en la puerta de la Iglesia y saliendo de allí en busca de aquella dirección desconocida de la que hablaba la cazadora.

por **Kasha Oskan** Miér Sep 25, 2013 8:55 pm

Para mi sorpresa, el chico no puso pega alguna, pense que se quejaria algo mas, pero lo agradecia, no me apetecia ponerme a discutir con el ahora, tenia que dejarlos rapido en la casa, asegurarla e irme para ver como estaba Fraiah.
Sin decir una sola palabra, sali de alli detras de Ziel esperando que la sangre fuera suficiente como para mantener entretenidos a los perseguidores

por **Andrei Matthewson** Miér Dic 25, 2013 4:48 pm

Tu tu tu duuuuuuuuun!!
Terminando su imáginara actuacuión como maestro de obras en una orquesta Andrei aterrizó enfrente de una puerta gigante, adornada de brillantes detalles dorados e impregnada de ese olor a madera tan característico de los pueblos viejos. La iglesia se veía genial esa tarde. Esa luz del atardecer, esa pataleona figura de una joven sobre el hombro de un vampiro tal vez demasiado sediento... todo era perfecto.
Andrei empujó la puerta y las viejas bisagras hicieron su trabajo abriéndola para el disfrute de la joven pareja. Las tétricas luces de colores que entraban por las cristaleras del gran "salón de baile" eran preciosas, casi angelicales, o demoníacas, depende de como quieras verlo.

Andrei soltó finalmente a Chlóe, dejandola en el suelo, se alejó unos pasos de ella examinandola de arriba abajo. Que manía tenía esa chica con llevar ropas tan transparentes y tan geniales. Era irresistible.
Buenas tardes preciosa ¿Qué se te ofrece? ¿A que viene esta visita inesperada tuya? ¿Puedo ayudarte en algo? Solo tienes que decirmelo
Las palabras de Andrei iban fluyendo como un pequeño arrollo de sus gentiles labios. Era como una bomba de mentiras suaves y complacientes. Sus preguntas no tenían mucho sentido pero Andrei sabía porque las hacia. Si, es cierto, puede que el chico se dejara llevar muy amenudo pero no se puede negar que el era un excelente analizador y como buen vampiro que era tenía que tener en sus manos la posesión del conocimiento de la manipulación mental. Pero nada más lejos de la realidad, el interiormente solo quería complacer a la chica con unas palabras agradables pero todos ya sabíamos cuál iba a ser la reacción de ella ¿O no?...

por **Chlóe Crosszeria** Miér Dic 25, 2013 4:58 pm

Entre desesperados intentos de fuga, Chlóe acabó en el suelo de aquella sucia iglesia. Su vestido blanco, representando la imagen de un perfecto cordero, se llenó de polvo. La chica se apresuró por ejercer fuerza con sus brazos para poder ponerse de pie. En cuanto lo hizo, se alejó de él sin dudarlo. La mirada amenazante de Chlóe estaba fija en los ojos verdes y promiscuos de su adversario. ¿Cómo había terminado otra vez sola con él? ¿Cómo pudo ser tan tonta de nuevo y dejárselo tan fácil? Pero para reestablecer el mal que ella misma se había hecho a causa de sus efervecientes nervios, ahora mismo acabaría con ese deplorable ser en su propio territorio, tan destruído y corrupto como su propia alma, si es que la tenía.

- Tiempo sin vernos -musitó, irónica-. Se me ofrece verte en un ataúd, con una daga encantada en el pecho, admirando cómo lentamente te transformas en polvo, bastardo -siseó, sonriendo con altivez. Chlóe parpadeó suavemente y se preparó para recibir lo que fuera, pues tratándose de él, no podías esperar nada programado. Ya había aprendido la lección y no fallaría otra vez.

- Pero antes de apreciar tu muerte... quisiera preguntarte qué clase de prostituta parió una lacra de la sociedad como tú -espetó con asco, sonriendo venenosamente. Estaba harta de sus jueguecitos. Estaba cansada de ser ella parte de los mismos y ser tratada como un simple juguete. Esto acabaría pronto, y Chlóe se esmeraría por concluirlo esta noche.

por **Andrei Matthewson** Miér Dic 25, 2013 5:42 pm

Jajajaajajajajaja, más, más, halágame más preciosa.
Aquellos cantos angelicales habrían podido resultar ofensivos a oídos de cualquier otro pero al vampiro le hacían mucha gracia. Le encantaba ejercer el control y el hecho de que su pareja estuviera cabreada significaba que en cierto modo el tenía el control. Ninguno de sus comentarios podrían siquiera herirle lo más mínimo, al contrario de eso, le alegraba que la chica empezara a recitar tal cantidad de insultos en tan poco tiempo.
Andrei comenzó a pasearse alrededor de Chlóe, no le importaba si ella decidía atacarle, ya sabía como eran sus poderes, y más importante, ya comprendía como funcionaba su mente.
Puedo ver pequeña, puedo ver a través de ti al igual que la gente normal puede ver a través de tus fantasmas ¿Sabes porque estamos aquí? ¿No has tenido mucho tiempo de pensar? Querida. Esto es una iglesia.
Dijo mientras elevaba las manos y alzaba la voz, como si estuviera hablándole a una masa de personas que estaban esperando un gran discurso.
Este lugar esta lleno de espíritus errantes, rebeldes, como tu y como yo. Adelante... Chlóe, atácame con tus poderes, ardo en deseos de ver como las decenas de almas que comienzan a reunirse aquí se apoderan de cada uno de tus músculos sin tu consentimiento.
Andrei era demasiado listo y orgulloso como para dejarse herir de nuevo sin sentido. Estaba advirtiendo a su presa, no quería que cayera en su trampa sin más. El podría no haber dicho nada y haber dejado que Chlóe hubiera sentido su poder recaer sobre ella misma, pero no, quería que ella pensara que tenía alguna oportunidad, porque realmente ella era como un armadillo que se escondía en su impenetrable armadura cuando se encontraba con algún peligro. Pero preciosa, tu ya estas marcada, sabes que ya no tienes escapatoria, ya no eres una simple presa ni yo un simple cazador, estamos predestinados a bailar juntos como una pareja furiosa y apasionada por el resto de nuestras vidas. Los pensamientos de Andrei simplemente hacían que su corazón latiera de nuevo con ganas, o al menos eso le parecía a el. Aspiró aire profundamente, regocijándose de la situación mientras no dejaba de pasear por la vacía iglesia.
¿Y sabes porque están tan furiosos estos seres? ¿No lo adivinas? Jajajajaja todos ellos son pobres creyentes que no pueden alcanzar "la gloria de Dios" para ellos esto es el infierno. Ahora mismo no nos pueden hacer nada pero... en cuanto te muestres para ellos, por muy poco que sea... se cebarán contigo de la forma más cruel que te puedas imaginar.
Suspiró, Andrei ya se estaba divirtiendo y todavía nada había ocurrido.
Tienes miedo pequeña criatura humana, y no, no me temes a mi, los dos lo sabemos, le temes al resto. Reconócelo, por ahora yo soy el que más cerca ha estado de conocerte ¿No es así?
Dijo el vampiro mientras se señalaba a si mismo la garganta un par de veces. Después volvió a callar y siguió dando vueltas como pensativo. Pero se paró y al pararse volvió su vidriosa mirada hacia la muchacha. Sonrió gentilmente y un cuchillo apareció en su mano derecha. No dudo ni un instante en lanzarselo a la cazadora con una potente fuerza y sobrehumana precisión.
¡Chlóe! Yo soy el único que te puede ayudar jajajajaja
Y dejó que sus palabras cayeran por su propio peso. Ta ta ta Daaaaan!

por **Chlóe Crosszeria** Miér Dic 25, 2013 7:09 pm

Keeper of secrets, listen to whispers in your mind,
searching the Shadows of your life.

Un día juró ante aquel Altar, ante aquel Aquelarre, que jamás sería uno de ellos. Y su deseo, conforme al pacto de sangre realizado, fue concedido. Chlóe ya tenía dueño, y no había nada que un ser Inmortal pudiera hacer contra ello. Desde su más tierna edad, ella fue entrenada y preparada para cuando este momento llegase; para cuando la confusión y los tropiezos del despertar de sus dones como cazadora surgieran. De generación en generación, de mujer a mujer, cada una de las damas de su linaje recibieron el mismo "regalo". Muchos lo llamarán brujería, pero ellos simplemente lo denominaban un milagro. Este era el poder de la familia Crosszeria, y ahora le tocaba a la joven Chlóe llevarlo, como una verdadera Sacerdotiza.

"No le creas. Esos seres no pueden tocarte, porque Nosotros estamos en ti, y somos más fuertes. No escuches a ese demonio, Chlóe", hablaron todas las voces al unísono dentro de ella. Pero lo cierto es que Chlóe tenía miedo. Aún no controlaba sus habilidades por completo y había unas cuantas que ni siquiera habían emergido en ella aún. Era una completa novata y, aunque tuviera el control suficiente para enfrentarse a cualquier otro vampiro -como aquella noche en el bar- sentía que no podía enfrentarse a Andrei abiertamente, y eso es porque aún no había logrado superarlo.

- No, no puedes ver a través de mí, porque no entiendes nada de lo que está ocurriendo aquí -se apresuró a decir, frunciendo el ceño en clara señal de preocupación. Realmente, ahora no sabía si más le preocupaba el vampiro o más le inquietaban los espíritus de aquel lugar, pues no dejaban de zumbar a sus oídos y de rozar sus cabellos. Ellos querían colaborar con ella, pero sólo si ella les prestaba su cuerpo, y Chlóe jamás cedería ante una energía tan oscura y blasfema-. Andrei, ¡debes dejar de tentarlos! ¡Los estás enfureciendo! -gritó, pronunciando el nombre del vampiro por primera vez. Instantáneamente, las viejas velas derretidas que estaban allí se encendieron, parpadeando tétricamente. Las puertas y ventanas hecha de madera ahora podrida, comenzaron a golpearse desmesuradamente. Chlóe se tapó los oídos. No quería oír todo lo que Ellos le susurraban. Dentro suyo, los Espíritus a los cuales estaba encomendada le hablaban, intentando tranquilizarla, pero no lograba hacerles caso. Ella no era tan fuerte, y aunque se esmerase por serlo, no lo conseguiría fácilmente.

Y mucho menos lo conseguiría ahora.

- Andrei, ¡BASTA! -gritó desesperadamente, pero el vampiro no estaba interesado en escucharla. Y, a cambio de eso, se regocijó en que él era el único que podía ayudarla, pero verdaderamente parecía hacer todo lo contrario. Chlóe sentía que su cuerpo le pesaba, pues las miles de almas que albergaba esa iglesia estaban intentando apoderarse de cuerpo e, incluso, le hacían sentir un inmenso dolor mientras traspasaban su cuerpo; un dolor incapaz de expresarlo en palabras, pues no era físico, sino espiritual. Y tal fue su distracción y su preocupación, que no pudo oír a quienes realmente debía prestar atención ni pudo, mucho menos, esquivar aquel cuchillo.

La sangre comenzó a teñir el vestido de Chlóe, formando una aureola tétrica y macabramente hermosa a la vez. La chica cesó su voz y se miró el abdomen. Su cuerpo quedó paralizado ante el impacto, pero sus rodillas sedieron. Levantó el rostro y clavó su mirada vidriosa en Andrei, suplicante y absorta. Sus manos, dirigiéndose hacia el mango del cuchillo, no tardaron en empaparse de sangre.
- P-por... qué -susurró entre quejidos, mientras apretaba la mandíbula y unas pequeñas gotas de sudor comenzaban a emerger desde su frente.

"¡Chlóe! Yo soy el único que te puede ayudar!"

- Y yo... s-soy la única que... puede ayudarte a ti -sentenció al mismo tiempo que la iglesia quedaba completamente oscura y en silencio, protagonizando una tranquilidad que sólo daría paso a la tormenta.

por **Andrei Matthewson** Jue Dic 26, 2013 12:08 am

Sorry, but im not strong enough to stay away from you

Kyajajajajaja ¿Dónde esta tu determinación ahora? ¿DÓNDE?
Los espíritus no habían logrado protegerla y el miedo la empujó al vacío. Ni siquiera pudo esquivar un ataque tan sencillo como ese. La gente no lo comprendía, los luchadores nunca lo comprendían, no necesitas fuerza para ganar a tu oponente, necesitas inteligencia y por mucha fuerza que pudiera tener Andrei ni siquiera tuvo que usar más de la que hubiera podido usar un humano cualquiera para terminar con el enfrentamiento que le presentaba aquella mujer, porque, realmente: Andrei y Chlóe no eran adversarios, eran algo mucho peor. El vampiro había invadido aquel lugar de su mente que ninguna otra persona podría ocupar. Había controlado su miedo. Me he convertido en un fantasma, en una figura terrorífica, nada más mirarme puede sentir repulsión en todo su cuerpo, pero como ya he podido decir antes: no me teme a mí, teme a lo que represento y aun más, a todo lo que puede acompañarme. Andrei estaba sonriendo sádicamente mientras se regocijaba en su victoria. Su personalidad pervertida y ambiciosa había provocado a las almas de yacían ahí con tanta fuerza que Chlóe no había podido ni esquivar un simple cuchillo. Se relamió.
Ibas a matarme, ibas a destruirme, quieres que me muera, dices que deseas mi muerte pero querida...
Se había acercado a Chlóe demasiado, y se quedó allí, delante de ella mientras la sangre empapaba su ropa. Maldita sea, quiero hacer mi discurso y no puedo ni siquiera pensar en nada coherente con toda su sangre desperdiciándose sin más... parece tan sabrosa. Mientras Andrei pensaba y hablaba al mismo tiempo la concentración de aquellas almas se hizo mucho más potente, más profunda, pues el vampiro era la fuente de ese extraño fenómeno que atraía a las almas corrompidas. Las luces de la iglesia cedieron y la noche los envolvió a ambos, aunque eso no era importante, Andrei podía ver perfectamente en la oscuridad. Unas pequeñas cuerdas duras como el acero se deslizaron desde el suelo y aferraron una de las manos de Chlóe junto con sus piernas. No quería que hiciera ninguna tontería que pudiera dañar más a ninguno de los dos. Andrei agarró a la joven del pelo y echó su cabeza hacia atrás, obligándola a mirarle directamente a los ojos. Los iris del chico parecían casi los de un reptil y sin embargo los de ella eran tan grande y redondos que casi le dieron ternura al neófito.
Mi pasión- dijo este tragando aire, inflando sus pulmones y su pecho para enfatizar más el momento y sus palabras -es mucho más fuerte que tu determinación
La soltó, Andrei no era ningún matón, no quería abusar de ella como muchos podrían haber supuesto por su actitud. No era cuestión de desquitarse o tomar su cuerpo, era cuestión de mandar un mensaje. Entonces él se agachó lentamente, poniéndose de cuclillas delante de ella, con ternura, con cuidado, esta vez acarició sus cabellos y acto seguido notó como algo en su cabeza estallaba. Alejó su mano de Chlóe inmediatamente pero ya era tarde, sus pupilas se habían dilatado hasta extremos inexplicables y su artificial respiración se tornó agitada e irregular. La sangre, la maldita sangre. Quería tomarlo todo, quería saciar su sed inmediatamente pero se contuvo, no sabía como, pero se contuvo y alcanzó una calma increíble, literalmente increíble. Debería estar completamente loco, debí haberme vuelto completamente loco en cuanto el olor de su sangre rozó mi mente pero... no se que pasa. No se que pasa conmigo
Los gestos de Andrei tenían un toque hipnótico sin igual incluso cuando te encuentras al borde de la muerte, pero el vampiro nunca había usado ese tipo de comportamiento antes con un humano.
Si, tienes razón... tu eres la única que puedes ayudarme.
Sus palabras soban apagadas, pero letales y de todos modos, aun si eso era cierto realmente él era el único que podía evitar que ella se muriese allí mismo desangrada.
Ya no era un niño jugando a los adultos. El vampiro se comportaba ahora de una forma diferente ¿Era ese el real Andrei? ¿Solitario y triste? ¿Perdido y desesperado?
El chico deslizó sus labios hasta que estos estuvieran al lado del oído izquierdo de Chlóe.
No puedo soportarlo más... Por favor
Conforme iba susurrando aquellas palabras los colmillos de Andrei aumentaron su tamaño y su boca ahora se deslizó hasta las marcas que ya había dejado en ese cuerpo meses atrás.
¿Cómo acabaría todo? Él podía salvarla después de haberla tirado por el precipicio y a cambio pedía un precio muy alto. Todo por unas gotas de sangre de aquella mujer ¿A cúantos hombres estaría dispuesto a asesinar aquel vampiro con tal de conseguir su sangre? ¿O debería preguntar a cuántos hombres no mataría por el mismo objetivo?

por **Chlóe Crosszeria** Jue Dic 26, 2013 5:24 pm

No... No quería ni podía morir de esa manera. Chlóe Crosszeria tenía una misión, y no podía fallar. Si fallaba... No podía siquiera pensarlo. La chica sintió los nervios corrosivos inundando cada vena de su cuerpo, aumentando los latidos de su corazón y provocando que interminables escalofríos la recorrieran de pies a cabeza. Aún no podía creer la facilidad con la que había caído. No podía entender cómo Andrei lo hizo tan sencillo esta vez. En su mente las voces no cesaban, pues querían que ella se levantase y diese batalla, pues aseguraban que la protegerían y no la dejarían morir hasta que pudiese librarse de él y buscar ayuda en el hospital más cercano. Sin embargo, Chlóe jamás había sido herida de tal forma. Aunque fuese cazadora desde su tierna infancia, jamás se había enfrentado realmente a los peligros... hasta que llegó a este pueblo poseído. Ahora el pánico ante la herida y las desmesuradas gotas de sangre que abandonaban su cuerpo la tenían paralizada.

Las palabras de Andrei junto a su macabra risa, llegaban a sus oídos como un maleficio anesteciante. Chlóe bajó la mirada, apreciando cómo sus blancas manos eran teñidas, al igual que su vestido, de aquel pecador carmesí. Las almas que yacían allí dentro estaban alborotadas y empeñadas en aprovechar su alma transparente y su cuerpo tan dispuesto y preparado para las posesiones, pues en parte en eso se basaba el poder de su linaje. Y era tal la energía pesada que había allí dentro, que los espíritus no dudaron en agarrárselas también con el vampiro, puesto que su ambición por la chica los había desatado, pero esta misma, a su vez, los había enfurecido y por lo tanto querían quitarlo del medio.

Andrei se acercó a ella y con rapidez unas cuerdas rígidas sujetaron una de sus manos, obligándola a elevarla, y ambas piernas. La única mano que tenía libre, la apoyaba, temerosa y temblorosa, sobre el mango de aquel cuchillo. Repentinamente, el vampiro la sujetó del cabello y la obligó a mirarlo. Si Chlóe era pálida por naturaleza, ahora lo estaba aún más. "Mi pasión es mucho más fuerte que tu determinación". Quizás tengas razón, pensó amargamente. Y, entonces, ellos hablaron: "No, no tiene razón Chlóe, y estás perdiendo. No has sido criada y entrenada para acabar así. No puedes pertenecerle a él, porque ya nos perteneces a nosotros, en cuerpo y alma".

Una fina línea de sangre desbordó de entre sus labios. Seguidamente, una suave pero desesperada tos. La línea de sangre se extendió hasta su mentón y acabó cayendo en foma de gotas sobre la piel de su pecho y la tela del vestido que cubría esa zona. El vampiro la soltó inmediatamente, pero regresó concluidos unos segundos. Su expresión había cambiado, y Chlóe no sabía si para bien o para mal. Él comenzó a acairiciar sus cabellos. Chlóe cerró los ojos e intentó soportar el ardor y el dolor que sentía en su abdomen. Sentía cómo lentamente su vida se escapaba con cada suspiro, pero no podía morir aún, no podía permitirle que se saliese con la suya. Sin embargo, las almas que allí dentro habían dejado la iglesia en completa oscuridad, ahora deseaban desembocar su ira sobre el vampiro. Mientras este efectuaba movimientos suaves y hasta, en apariencia, delicados, desde una zona del altar se elevaron varias dagas que no parecían tener mucho que ver con una iglesia cristiana. Chlóe advirtió el movimiento y el sonido en la oscuridad. Aunque no sabía con exactitud qué era o, en su defectos, cuántos eran, presagió que eran peligrosos tanto para ella como para él. Escuchó sus palabras casi suplicantes en su oído y luego sintió como su respiración ajetreada y llena de necesidad se estrellaba contra la piel de su cuello. Chlóe elevó la mano que tenía libre hasta su hombro.
- A-andrei... -susurró a modo de alerta, pero decidió actuar por ella misma y ejerció la fuerza que pudo contra el cuerpo flojo del vampiro que estaba a punto de alimentarse. Logró empujarlo hacia un lado y evitar que su cuerpo fuese atravesado por la magia oscura que había en aquel edificio. No sabía por qué lo había ayudado, pero fue un acto involuntario ante el peligro. Sin embargo ella estaba amarrada por aquellos filamentos de acero y no podía esquivar, de ninguna manera, las diez armas letales que se dirigían hacia su ya agotado y malherido cuerpo. Chlóe abrió los ojos muy grandes a causa de la sorpresa y el no saber qué hacer, cuando se puso seria y recobró fuerzas de quién sabe dónde. Logró poner en equilibrio su cuerpo, alma y mente de un momento a otro, comenzando a pronunciar una serie de palabras que, a simple oído, no tenían ningún sentido y que Andrei probablemente no entendería. Chlóe cerró los ojos y una especie de escudo invisible protegió su cuerpo, deteniendo las dagas a medidas que se incrustaban en él, pero al ser estas enviadas por una energía mucho más fuerte, lograron resquebrajar su protección y una de ellas la traspasó, hiriendo su mejilla al pasar y cortando algunos de sus cabellos. Chlóe se quedó sin aliento, creyendo que aquella arma punzante se clavaría justo en su cabeza. Rápidamente, miró a Andrei y emitió un quejido, dejando caer su cabeza hacia adelante otra vez.

- Te burlaste de ellos y los provocaste, pero tu ineptitud casi logra que nos maten a ambos... Te reirás de los espíritus, pero no hay nada que un ser como tú pueda hacer contra ellos -dijo mientras le miraba de reojo, poniendo un gran esfuerzo en aquellas palabras. Inevitablemente, una gota de sudor frío cayó desde la punta de su nariz, adornando la sangre espesa que yacía debajo de ella. Había logrado salir medianamente ilesa de esto, pero lo peor acababa de comenzar, y Andrei tenía toda la culpa.

por **Issei Chrane** Jue Dic 26, 2013 8:12 pm

Salía de los edificios abandonados y el aroma a sangre interrumpió su camino. Le llamó la atención no haberlo percibido antes, pero será que estaba demasiado ocupado con Alec y se le olvidó centrar el resto de sus sentidos a sus pequeñas ovejas. Sin embargo, ahora no podía pasarse nada desapercibido. Y claramente, el olor de la sangre de Chlóe Crosszeria era algo que jamás olvidaría. Del mismo modo en que el de Andrei tampoco desaparecería de sus recuerdos, reconociéndolo inmediatamente junto a la muchacha. Ya lo hizo una vez y aquella sangre lo dejó paranoico de por vida. Y por supuesto que no debían ocurrir dos ocasiones donde no lo hiciera. Él... debía probarla imprescindiblemente.

Y así, nadie supo cómo lo consiguió, ni en que momento exacto ya se encontraba allí, pero apareció sentado en uno de los confesionarios de la Iglesia en ruinas. Su melena se movía suavemente, esparciendo el olor de sus prendas para todo aquel que allí se encontrara. Lo hacía aposta, verdaderamente dando a notar su presencia dentro de la iglesia. Sonreía burlón, divertido y riéndose en silencio de la escena, pero conteniendo al mismo tiempo sus impulsos de no descuatizar a Andrei a la mínima de cambio. Observaba con atención la escena, clavando sus ojos verdes atractivos y relucientes de sed, sobre la chica. Se encontraba sangrando, con el cuchillo en el abdomen, sufriendo. Y si algo le molestaba a Issei, resultaba ver el rostro de sufrimiento en sus víctimas mientras él se coronaba como vencedor. Por eso adoraba seducirlas anteriormente y a largo plazo. Pero sin duda, estaba absorto, completamente hipnotizado con aquella mujer. Casi podría hasta dibujar su figura y su rostro con los ojos cerrados. Tenía una obsesión marcable, como nunca antes le había pasado; así como le ocurría seguramente al otro vampiro.

- ¿Oso a interrumpir algo importante? - Se rompió de repente la burbuja en la que Crosszeria y Matthewson se introdujeron. Y como no, a pesar de su pregunta, Issei ya se había metido en medio con su presencia. Su sonrisa se alargó aún más de conocerlo a la perfección. Y de repente, de un salto, bajó del confesionario. Caminó tranquilo, sonando sus pasos en la Iglesia con completa parsimonia. Clavó la mirada en la nuca del chico, controlándose lentamente.
- ¿Sería usted tan descortés como para dejarme alejado de este festín? - Preguntó de nuevo, burlón y gracioso. Su figura quedó en la cabeza de Chlóe, de pie, escrutándola con impaciencia adquirida en su rostro. Aunque la locura por tal líquido vital también era vívida en el mármol de su piel. Incluso abría la boca y tomaba aire por una fina línea formada por sus labios, humedeciendo sus colmillos en varias ocasiones. La sangre brillaba con un esplendoroso color, además de embriagarle con su aroma. Cerró los ojos y lo inspiró sucesivamente. Sin embargo, no hizo nada, esperando quizá el consentimiento del vampiro.

- En cambio... pienso que comer delante del pobre es de mala educación... - Sus párpados subieron y la cara que tenía Issei, habría ahorrado más de alguna pesadilla a Crosszeria si no la hubiera visto. Y de repente, una fuerte corriente de aire embistió a Andrei contra una de las paredes, derrumbándose unos cuantos ladrillos de ésta. Rió en alto, observándole. Su cordura parecía haberse perdido en algún rincón de su cabeza y sus gestos ahora eran más rápidos, agresivos y feroces. Desde el principio no tuvo ninguna intención de pedir permiso a Matthewson para probar aquella gloria hecha carne. Él simplemente iba a tomar lo que merecía después de tan larga esperaba. Iba a beber de Chlóe hasta que perdiera la consciencia y entonces, si quedaba para el otro vampiro, no le importaría devolvérsela el tiempo que quisiera; así como si la chica fuera su mascota y él reclamara sus derechos cuándo y dónde quisiera.

Se acercó a la muchacha y la tomó por los hombros incorporándola en el suelo. Su impaciencia se serenó levemente. No debía perderse en la sangre y ser derribado como cualquier muñeco, sino eliminar a las moscas que envenenan la carne.
- ¿Te encuentras bien? - Preguntó, casi hasta preocupado. Y sí, Issei se encontraba por la salud de sus víctimas, siendo ahora un verdadero y príncipe encantador. Se quitó la chaqueta y la puso sobre la muchacha. Debería cuidarla hasta que él decidiera tomar su vida, y mientras tanto, ella sería su principal protegida. Chasqueó la lengua y la alzó cuidadosamente en brazos. - Tranquila, todo acabará rápido. - Aseguró. Nuevamente, la ferocidad del viento se enviolentaba con el cuerpo del otro vampiro, golpeándolo con furia, rasgando sus ropas, como si estuviera azotándole; levantándolo del suelo sin piedad y dejando que cayera hasta el suelo como si de una roca se tratara. Así estuvo un buen rato, observándole sin que su rostro cambiara en absoluto, comparable a como si estuviera viendo una película policiaca. Trataba de dejar inválido al chico a base de fuertes golpes, cosa que seguramente podía conseguir después de la saña que había tenido con él.

por **Andrei Matthewson** Jue Dic 26, 2013 11:17 pm

Jeje jejejeje Tú de nuevo
Andrei había sido separado de su festín pero sin embargo no podía ni enfadarse. Era la oportunidad perfecta para enseñarle a aquel vampiro la verdad sobre Andrei. Estaba harto de que el consejo no le dejara jugar, de que no le dejara usar sus preciosas habilidades con descuido, le aseguraron que en cuanto las usara todo el consejo iría a cortarle la cabeza, pero... pero hoy no, nadie lo sabrá, nadie se enterará, solo tengo que jejejeje hacer que nadie se de cuenta de que lo estoy utilizando.
Una ráfaga de viento golpe al "joven" vampiro y lo mandó contra una pared, aparentemente haciéndole mucho daño pero el chico se estaba divirtiendo de lo lindo. Quiero decir, el vampiro había secuestrado a Chlóe para divertirse pero en el fondo todo había acabado muy rápido, su victoria había sido completa. Y entonces Bum! Aparece un rival que piensa que puede ahora arrebatarle a Chlóe. Era demasiado bueno como para creérselo.

Dejó que las ráfagas de viento lo golpearan y lo golpearan como a un muñeco de entrenamiento mientras no apartaba la mirada de Chlóe. No importaba cuán fuerte fuera el golpe, no separaba su mirada de la chica. Maldita sea, se desangra ¿No lo ves estúpido? Deja de jugar, pasemos a lo divertido o... espera jajajaja tú ya estas serio. De pronto el chico miró la expresión de la cara del peliverde. Si, esa expresión le delataba, pensaba que tenía el control y que ni siquiera tenía que mantener sus burlas para humillarme. Perfecto. Hoy me voy a pasar las reglas del Consejo de Vampiros por el *****. Cuando Andrei fue a estrellarse contra el suelo su cuerpo se detuvo y pudo caer de pié. Se ajustó su triturada chaqueta de universitario y suspiró.
¿Eso es... Todo?
Su voz sonaba tranquila y desilusionada, pero pronto una sonrisa se dibujó en sus labios. No había nada que hacer ya. De pronto las paredes de la iglesia comenzaron a crujir y si la oscuridad no era completa en el lugar pronto lo fue. Las paredes delLa iglesia habían sido sustituidas por una capa de titanio de medio metro de longitud y ya no había puertas o ventanas que dejaran entrar la luz de las estrellas, incluso el suelo estaba revestido por ese metal frió y perverso. No había escapatoria.
Andrei dio dos rápidas palmadas y una serie de luces cegadoras surgieron del techo de la nueva bóveda de la iglesia. Ahora estaban colgadas ahí decenas de potentes bombillas que iluminaban toda la sala. Los bancos, la madera, el polvo, todo lo que había sido parte de la anterior iglesia pronto comenzó a deshacerse. Pequeñas implosiones controladas deshicieron todo aquello que no era metal en aquel cubo de la muerte.
Empujar también es de mala educación ¿Sabes?
Dijo inocentemente mientras se quitaba el polvo de la chaqueta. Chlóe estaba de pie, junto a aquel vampiro, cosa que Andrei también había permitido, unas fuertes cuerdas de metal sujetaban el cuerpo de la chica al suelo y si Andrei no las hubiera aflojado lo único que hubiera conseguido el peliverde al intentar levantar a Chlóe por los hombros es romperle la muñeca. Ese vampiro no se fijaba en los detalles, igual que no se había fijado en el detalle de cuales eran las verdaderas habilidades de Andrei. Bien ya era la hora de ponerse más serios y comenzar a jugar de verdad. Una jaula totalmente hermética con unos gordos cristales apareció alrededor de Chlóe, aislandola de los peligros que los vampiros pudiéran representar para ella, aunque no quedaba mucho tiempo. La sangre seguía saliendo de su cuerpo y nosotros, los vampiros, nos debatiríamos por ella en una batalla a contrarreloj, así que tenía que patearle el culo al otro cuanto antes

Dos pistolas se formaron en las manos de Andrei y este comenzó a disparar al otro vampiro sin tregua, quería ver lo rápido que podía esquivar las balas, ya más tarde podría aplastarlo contra las paredes si le parecía bien porque el truco del tío verde no iba a funcionar más. Cualquier ráfaga de viento que fuera a acercarse a Andrei sería bloqueada por un muro invisible, solo tenía que crear una gran implosión en la dirección del viento para parar la ráfaga pues esta sería absorbida por la implosión y en caso de que decidiera atacarme desde varios puntos simplemente haría que salieran finas agujas del suelo para atravesarlo y distraerlo.
Tienes razón en algo, esto acabará rápido jeje jejejeje
Soltó a pleno pulmón para que pudiera oírle bien al tiempo que no paraba de disparar y moverse de un lado a otro a pasos lentos pero decididos. No necesitaba recargar, las balas iban surgiendo en el cargador como por arte de magia. Los del consejo tenían toda la razón, sus habilidades podrían ser demasiado destructivas si se dejaba llevar, pero dentro de esos muros de titanio ¿Que importaba? Los chicos se estaban divirtiendo ¿Que estrategia se podía plantear ante una fuerza tan destructiva? Aun si eres la hormiga más lista del universo tu habilidad para pensar difícilmente te salvará de un pié que se acerca a velocidad vertiginosa para aplastarte
Pero ¿Porqué se estaba arriesgando Andrei por una simple humana? ¿O acaso ella significaba algo más para el, incluso lo suficiente como para poner su vida en riesgo utilizando sin más sus poderes?

por **Chlóe Crosszeria** Jue Dic 26, 2013 11:51 pm

♫
Realmente, nada podía ponerse peor para ella. Se sentía como en el maldito Infierno.

Acorralada de un extremo a otro, siendo juguete de no solo vampiros, sino también de espíritus malignos que Andrei había despertado, se encontraba cual muñeca inmóvil. Había creído recibir el alivio de la muerte en un momento dado, pero eso no fue más que un sueño, no fue más que una estúpida utopía. De un lado, había seres que no la dejarían morir, y del otro, había seres que sólo querían hacerse con su sangre y que ponían su vida al límite en cada segunda que pasaba. Chlóe se encontraba en la cuerda floja, y debía elegir un bando. Anteriormente había salvado a Andrei por poco, pero fue una acción errónea. Las virtudes de ella, como cazadora y como Sacerdotiza, habían obrado en virtud, justamente, de un mal mayor, en vez de un bien. Y hasta que aprendiera la lección, las almas dentro de ella no le otorgarían ayuda. Chlóe debía deshacerse de esos vampiros, o al menos de uno de ellos, para demostrar que era digna de portar tal don y de pertenecer al Aquelarre Crosszeria.

Pocos segundos estuvo en aquellos brazos. Pocos instantes creyo sentirse a salvo o, acaso, más perdida y condenada. Divisó, entre los mareos por la pérdida de sangre, los largos cabellos verdes y los ojos resplandecientes cual esmeraldas, igual que los de Andrei. La sangre de Chlóe goteaba lentamente, pues irónicamente aquel cuchillo incrustado en su abdomen permitía que las cosas continuasen en su lugar y que el desangre fuera más pausado. La chica, no obstante, tenía los ojos cerrados, mientras oía cómo ambos vampiros se desafiaban y cómo ponían a prueba sus habilidades por alguien como ella...

Alguien que, en definitiva, no vale nada más que una existencia efímera.

Mientras Issei la sostenía, los recuerdos de aquella fiesta regresaron, y consigo la presencia del vampiro y sus palabras seguras y amenazantes. Pero, a su vez, también llegó aquella imagen, aquel recuerdo hecho presencia. Una diminuta mano sostuvo la ensangrentada mano de Chlóe. Una pequeña niña, aquella pequeña niña, estaba allí otra vez, observándola. "Mira lo que me ha hecho", repitió otra vez, como en la terraza de la fiesta, "mira lo que me ha hecho", continuó. Chlóe, que había abierto los ojos momentáneamente, los cerró de repente. Y, en ese momento, fue enviada a una jaula que semejaba una extraña caja de cristal, como si ella fuera una auténtica muñeca de colección. Sus ojos, absortos y perdidos, quedaron fijos sobre la figura de la niña, que se aproximaba a ella. Una vez llegó a su lado, ingresó en la jaula y la tomó de la mano otra vez. "Mira lo que me ha hecho", dijo una vez más; "no mueras, ayuda a mi hermano".

Sintió que algo se resquebrajaba en su interior. Esas palabras, las últimas que escuchó, pues ni siquiera oía a los vampiros ya, perforaron sus oídos y trajeron sus sentidos, vivos y atentos, otra vez a su cuerpo. Chlóe levantó la vista e ignoró los ojos inquisidores y dulces de la niña, para observar directamente a Issei, quien se encontraba alejado de ella por unos metros. Los ojos claros de Chlóe se agrandaron en la sorpresa y se perdieron en el rojo intenso de su sangre que manchaba el atuendo del peliverde. ¿Acaso él... era el hermano de esa niña? ¿Y qué le había hecho? ¿Él la había asesinado? Y en todo caso... ¿Qué podría hacer Chlóe?

Emitió un quejido y bajó la mirada. La niña, a su lado, sostenía su mano e intentaba reanimarla, al mismo tiempo que parecía ahuyentar a todas las almas que querían programar sobre ella su venganza hacia el mundo terrenal.

"No mueras", dijo otra vez. Pero Chlóe cerró los ojos. Y allí quedó, tendida en el suelo de aquella jaula cual sacrificio pagano, esperando a que su alma sea arrebatada por el mejor postor.

por **Issei Chrane** Dom Dic 29, 2013 6:58 pm

Miró a la mujer y su mirada se clavó en aquel sanguinario cuchillo que atravesaba su abdomen. El olor de su sangre estaba enloqueciéndolo por momentos, en otras devolviéndole al mundo real, en donde Andrei estaba frente a sus narices, acechando cual cazador. Sin embargo, no podía evitar revolver el pasado tras verla entre sus brazos. Le recordaba a aquel día donde su hermana pereció bajo sus colmillos por proporcionarle una muerte menos dolorosa y conservar su honor de Chrane. Ella, su adoración, la razón de su mayor pena y el odio que descargaba contra los cazadores. De saber que estaba ahí, que lo estaba esperando y que Chlóe estaba viéndola, dejaría que Andrei tomara su vida casualmente y se mudaría a ese más Allá donde descansaba. Juntos, como siempre hicieron desde pequeños. Y Crosszeria parecía ella, su hermana pequeña, de alguna forma misteriosa forma, como si hubiera crecido a lo largo del tiempo y su cabello se tiñera de color rosado y ahora lo mirara con aquellos ojos grandes de color verde. Por eso, Issei continuaba actuando con cautela, casi hasta preocupado por su estado. Debía llevarla a un hospital y después el tiempo diría lo que le depararía el futuro que tenía estipulado para la mujer. Mientras tanto, su prioridad era salvarle la vida.

La sonrisa burlona de Issei continuó escondida en alguna parte de sus labios. Su rostro quedó inexpresivo, en cambio, sus ojos brillaban de la rabia y la furia contenida por tener que lidiar con aquel maldito niño que se creía superior. Los niños deben ir a la escuela, no entretenerse en los asuntos de los mayores. Además, ¿qué demonios iba a hacerle? ¿La pediría que lo acompañara a su baile de graduación? O, ¿quizá fuera hasta más viejo que él? Entonces qué apariencia más infantil obtuvo su cuerpo. Daba risa con simplemente mirarle. Aunque por dentro, dentro de estos pensamientos de su cabeza, pensaba con todas sus fuerzas: ojalá tuvieras que invitarla a tu propio funeral, criajo. Tsk, qué irónico. Y es que esa era de sus mayores facetas y puede que quizá, una pequeña debilidad. Quién sabe.

Dejó a la mujer en el suelo, viendo cómo la iglesia se convertía en una especie de caja de titanio. ¿Qué truco era aquel? Suspiró aburrido, mandando más y más ráfagas contra el muchacho. Estaba perdiendo el tiempo y por supuesto el de la chica, la cual estaba al mismo borde de la muerte. Chasqueó la lengua. Debía terminar cuanto antes y llevársela del mocoso. Y por más que lo pensaba mientras le miraba, tampoco entendía cuál era la devoción que tenía por Chlóe Crosszeria. Quizá que fuera una de sus Ovejas más recientes, que fuera de las más débiles y al mismo tiempo con tantas agallas para enfrentarse a alguien como él, o puede que la principal razón era que ella no cayó ante sus encantos de melena verdosa.

De repente, sus pies se agarraron mejor al suelo, retrocediendo uno de ellos. Su intuición le decía que no debía vacilar porque la apariencia de Andrei fuera más que la de un niño. Podía percibir que los dones del chico sobrepasaban límites físico y naturales para un vampiro. Habría puesto la mano en el fuego y negado de la existencia de algo así de no haberlo visto con sus propios ojos. Y ahora tenía que enfrentarse a él, cargando una pistola en cada. Se preparó, formando puños de sus manos. Sin más, las balas comenzaron a salir rápidamente de cada arma. Issei fue rápido, veloz como su propio don; pero en el momento que una bala se aproximaba a su pecho, levantó el brazo con tal de crear una ráfaga de viento que detuviera el impacto, se formó una explosión que lo retiró hacia atrás, retrocediendo unos cuantos pasos. Por suerte se había cubierto con los brazos, o habría sembrado algunas quemaduras en su rostro. Sin embargo, la suerte no jugaba de su lado esta vez. Había perdido tiempo, tiempo valiosísimo. Las balas continuaron su trayectoria e impactaron contra su cuerpo. Una, dos, tres, cuatro. Todas dentro de la diana.

Su sangre pronto empezó a marcar el suelo. Y lo primero que hizo el vampiro fue mirar a la muchacha, en cómo perdía la inconsciencia metida dentro de la jaula de cristal, doblemente encerrada. Nuevamente, como por arte de magia, la imagen de su hermana corrompió su pecho, no únicamente por el dolor de las incrustaciones de los disparos. Tiempo perdido. Y otras dos balas más impactaron en su cuerpo. Apretó los dientes, esquivando torpemente algunas de las balas sobrantes. Su cabello comenzó a teñirse del color de su sangre, perdiendo toda la lucidez que una vez tuvo. Como no, sus colmillos se encontraban fuera, lleno de ira y con ansias indecentes de matar a Andrei Matthewson. En cambio, a cada segundo se encontraba mucho más débil. Desesperado, trató de lanzar ráfagas de aire para su adversario, formándose nuevas implosiones que lo detenían. Pero su imaginación no terminó ahí.

Formó una ráfaga como escudo y rápidamente hizo otra detrás, creando una cadena de escudos que iban lentamente explotando. Eso consiguió darle tiempo. En cambio, la velocidad de sus actos fue adquiriendo menos intensidad. Tosió expulsando sangre por la boca, malherido. Dos balas más impactaron, haciéndole retroceder. Rió burlón aún, incrédulo de sí. A este paso esos malditos cazadores se quedarían sin su bufón favorito, o no tan favorito. Maldito seas, Andrei. Pensó para sus adentros, cerrando levemente los ojos.
El rastro de su sangre era largo, vivo en su más esplendoroso color carmín. Pero, la insistencia de Issei se reavivaba tras ver el rostro empalidecido de Crosszeria. Logró encontrar fuerzas para un último ataque más.

Sus pies comenzaron a moverse, esquivando de nuevo las balas. Lenta y minuciosamente, comenzó a hacerlo más rápido por propia voluntad, no porque tuviera resistencia suficiente para hacerlo. Se acercó todo lo que pudo a Andrei, hasta el punto de quedar cara a cara. Sujetó fervientemente una de sus armas y con la otra mano, fue directamente a clavarla en los ojos ferozmente. En un abrir y cerrar de ojos, una vez lo cegó, aprisionó con la misma mano su garganta, tirando hacia atrás para conseguir sacar su nuez del cuello. Quizá no lo contara, quizá. Pero desde luego que Andrei Matthewson tampoco.

por **Andrei Matthewson** Dom Dic 29, 2013 11:23 pm

Pium pium. Jiji jaja, todo muy bonito pero pensé que esquivaría más balas. Que inútil. Ya tenía pensado otro truco para el y ahora mírale, ahí escupiendo sangre, la próxima vez me buscaré un rival más tedioso. Andrei frunció el ceño por sus pensamientos y observó como su enemigo luchaba por sobrevivir. Bueno, de cualquier forma yo ahora estoy también jodido ¿Cuánto tardaran los del Consejo en mandar a alguien a por mi? Se hubieran enterado ya o no tarde o temprano se darían cuenta de que Andrei había estado utilizando sus habilidades en la iglesia.

El otro vampiro creaba escudos de aire para poder seguir de pié pero parecía que tampoco eran de mucha ayuda. Andrei empezó a pensar que tal vez estaba siendo demasiado poco delicado con sus juegos pero Chlóe se desangraba y no pensaba dejarla con ese vampiro oportunista y aprovechado. Siguió disparando hasta que el cuerpo de su contrincante estuvo cubierto de agujeros. El neófito jadeaba y enseñaba sus ensangrentados colmillos. Estaba rabioso y frustrado. Andrei pudo ver por primera vez ira en sus ojos, ira de verdad, ya no estaba por la labor de lanzar al chico por los aires y juguetear con su cuerpo como si este no fuera más que un trozo de carne. Bueno, son cosas que pasan cuando pisas la cola al perro equivocado.
¿No dices nada ahora? Es tu momento, tal vez no puedas decir muchas cosas más.
Más balas, más sangre, más ira, más ganas de matar.
La última vez que nos enfrentamos te movías con más soltura ¿Has estado bebiendo sangre de viejas hasta engordar?
Necesitaba motivar a su rival porque estaba más que seguro de que este tenía algún as bajo la manga y necesitaba que lo usara.

El peliverde no tardó en responder a las provocaciones de Andrei, o por lo menos eso le pareció a él. No se lo esperaba aunque pensara que estuviera preparado para cualquier movimiento del enemigo. Aquel moribundo se abalanzó hacia Andrei con una velocidad vertiginosa y atravesó su defensa como si nada. Intentó esquivarlo, echándose hacia atrás, pero recibió un rápido golpe en los ojos.
¡Au! ¡Cabrón!
Estaba cegado. Estar cegado era signo de debilidad y Andrei odiaba ser débil. No lo aguantaba. Puede que fuera un psicópata en miniatura pero eso era lo que precisamente su parte más peligrosa. No quería, se negaba completamente a aceptar una lesión, aunque fuera temporal, de ese tipo porque NADIE podía verle siendo débil.
Todo tipo de materiales comenzaron a surgir del suelo, desde los pies de Andrei y lo echaron hacia atrás, creando casi instantáneamente una barrera que debería separarlo de su agresor, pero la mano de este último era muy rápida. Fue a matarlo, a arrancarle la nuez pero la barrera lograría golpearlo a tiempo para que su intento de asesinato se convirtiera solamente en eso, un intento. El verdecito golpeó la nuez de Andrei con los dedos y este pensó por unos momentos que iba a morir. Gruño, afectado ¿Quién se creía que era ese tipo para hacerle algo como eso? Lo pagaría, lo pagaría muy caro.

Los poderes de Andrei, a pesar de ser muy poderosos también estaban limitados y no podía usarlos durante un tiempo prolongado. Las paredes que rodeaban la iglesia no era simple titanio, si no que eran un recubrimiento para para poder devolverle su forma original a la iglesia, no quería dejar pruebas evidentes de que había estado ahí así que lo que había hecho era hacer una capa que recubriera toda la iglesia más tarde. Pero sus fuerzas se estaban acabando, y con ello su tiempo también. El techo de metal se convirtió de nuevo en madera y poco a poco la iglesia fue recuperando su forma, aunque la barrera que mantenía a Chlóe fuera del alcance de los vampiros seguía intacta, no necesitaba mantener esa cárcel de forma continua, solo había necesitado levantarla, si más tarde necesitaba sacar a Chlóe simplemente la destruiría. Las pistolas también se deshicieron y Andrei gruño. Ya no usaría más trucos, esta vez mataría a su rival. Exacto, voy a terminar con la existencia de este entrometido, pronto todo acabará para él.
Andreí se preparó para lanzar un ataque tan poderoso y saturado que le impediría a su rival esquivarlo. Simplemente moriría aplastado por decenas de lanzas, pinchos, estadas y hojas creadas de madera, metal, cristal y piedra. Solo tenían que darles unos preciosos segundos para poder reunir todas las fuerzas. No importaba que no pudiese ver por el momento. Aun si todo le parecía borroso y sin sentido aquel ataque barrería la zona por completo y con ello la vida de su rival.
Se ha acabado, aquí termina este encuentro.

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Iglesia en ruinas

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