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    Mensaje por Kaien Cross Miér Ene 23, 2013 9:52 pm

    Se trata de unas sinuosas y oscuras calles que recorren los espacios entre los edificios abandonados. Esta zona comprende tanto las calles que antiguamente eran consideradas como las principales, como los pequeños callejones.
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    Mensaje por Hatsune Miku Jue Ene 24, 2013 4:06 pm

    Con un paso elegante y alegre apareció la pequeña Miku paseando por el pueblo abandonado. Tal vez hubiera algún humano al que comerse.... tal vez no, quien sabe. La niña sonreía plácidamente de oreja a oreja, le encantaba estar sola, a pesar de haber encontrado a alguien a quien podía llamar hermana. Suspiro, no estaba acostumbrada a estar tan arreglada y a llevar vestido. La sed que traía consigo la hizo separarse de Yami, Miku prefería cazar en solitario, era algo que siempre había echo sola, por lo tanto no iba a dejar que su hermana mayor se entrometiera en algo tan importante como eso.
    Su sonrisa, poco a poco, fue tornándose en una linea inexpresiva en su angelical rostro, como aquella amarga sonrisa que solía tener cuando no conocía el significado de la palabras palabras afecto, piedad y felicidad. Ella siempre había estado sola, y la verdad es que no se arrepentía de nada, no se lo había pasado mal, había conseguido sobrevivir a pesar de las circunstancias. El mundo la había rechazado al fin y al cabo ¿Porque preocuparse entonces? Ella ni siquiera debería de estar viva ¿O no? Solo era un ser defectuoso, una niña con una maldición eterna, condenada a vagar hasta el fin de los tiempos con la carga de la soledad.
    Le dio una patada a una piedrecita del suelo. El eco del sonido del la piedra al impactar contra el cemento retumbo entre las sinuosas calles. "Si solo hubiera alguien con quien jugar" pensó algo apenada al observar el juego de sobras que hacía la piedra al rebotar contra las paredes de los edificios. Se pasó la mano por el pelo, acariciándoselo lentamente, estaba muy suave, había echo un buen trabajo arreglándose, ya no tenía nada de sangre de sus anteriores victimas, aunque ciertamente, le gustaba ir con la sangre de los que había derrotado, era como un trofeo para ella.
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    Mensaje por Evan Darkness Jue Ene 24, 2013 6:19 pm

    La impaciencia por despedazar a esos vampiros me estaba matando. Deseaba cargármelos a todos y no podía esperar más. Y por si fuera poco, tampoco podía matar a sus rivales, pues ahora eran mis compañeros o al menos yo era su compañero.

    Las calles del pueblo abandonado solían ser solitarias y silenciosas, pero esta vez no era así. El sonido de una piedra al chocar contra las paredes de los edificios retumbó en el lugar. Provenía de un callejón. Y entonces sentí la presencia de un vampiro, pero no era muy fuerte. Sabía de donde provenía, pero no con exactitud. O era un debilucho o ocultaba su poder. La verdad es que en los tiempos que corren, la segunda opción es muy adecuada. Por lo tanto, si resultaba ser un enemigo, debía de estar preparado.

    Poco a poco, me acerqué al callejón. Un paso, otro paso... eran movimientos sigilosos hasta que traspasé el umbral del callejón. No podía ver nada conciso, solo la silueta de una chica, una chica joven juzgando por su estatura. La luz del atardecer me impedía verla bien, me deslumbraba. Discernía en ella un largo pelo que se movía levemente por la suave brisa.

    Era curioso, no la había visto nunca por estos lares. ¿Quien demonios es esa chica?, pensé a mis adentros.

    -¿Quién anda ahí?-pregunté tapándome la luz del sol con la mano.
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    Mensaje por Hatsune Miku Jue Ene 24, 2013 10:41 pm

    Una voz, una intrépida voz sonó a espaldas de la chiquilla. Miku se giró lentamente y miró a una figura oscura que se tapaba la cara por la deslumbrante luz que provenía del sol, a espaldas de la pequeña. Miku ladeó la cabeza ante su pregunta. A que se refería con eso ¿Acaso el lugar le pertenecía? No, eso no era posible, era un pueblo abandonado, cualquiera podía entra en el y hacer lo que quisiese. De repente Miku sonrió y bajó un poco la mirada mientras hacia círculos con la punta de un pie en el suelo y usaba una de sus manitas para jugar con su coleta derecha, enredando los dedos en ella.
    Me llamo Miku~ ¿Quieres jugar conmigo?
    Dijo tranquilamente aun con esa sonrisa en su rostro. Pudo deducir, por el olor, que se trataba de un vampiro, pero era extraño, no olía como un vampiro normal, se podría decir que este era especialito ¿Le habría tocado a Miku el premio gordo? O tal vez fuera algo con lo que no debería jugársela. Bueno, de cualquier manera, sería divertido. La niña lo miró una vez más y no tardó en establecer con el vampiro una conexión. Su "empatía" ató el cuerpo de los dos seres, de tal manera que todo el daño que recibiera el chico lo recibiría Miku... y viceversa. Este era un enlace cuántico totalmente indetecable, eso era lo que hacía la habilidad de Miku realmente peligrosa, ya que siempre era una verdadera sorpresa para sus enemigos el descubrir que todo lo que le hicieran a la niña les pasaba a ellos.
    Y por suerte o por desgracia, la "empatía" de Miku solo se extendía a eso, al cuerpo en sí, nunca antes había logrado establecer una conexión mental con sus adversarios, pero no lo necesitaba, al fin y al cabo lo único que ella quería era ver sangre.
    La pequeña se llevó una mano a la boca, con una risita contenida mientras no dejaba de mirar al sujeto que se encontraba delante de ella, no parecía muy amigable, pero ella no estaba allí para hacer amigos.
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    Mensaje por Evan Darkness Sáb Ene 26, 2013 12:56 am

    Su voz era delicada, aguda, propia de una chica joven. Su extraña pregunta, que retumbó en un leve eco, me sonó varias veces en mi mente. ¿Que si quería jugar? ¿De qué va esta?, me dije mentalmente. Lo único que se me ocurría, era que buscaba una pelea. ¿Pelea, una niña como ella? No olvidaba que se trataba de un vampiro, pero su apariencia no parecía la de un combatiente.

    -¿Jugar?-dije mientras daba otro paso hacia delante e intentaba poder verla y obsevarla, cosa que seguía sin lograr.-Si te refieres a que tengamos un lucha a muerte, siento decepcionarte pero no tengo intención de luchar contigo.

    Mis palabras también resonaban con el eco del lugar, pero mientras me planteaba ese hecho hubo algo que me escamó. Una presencia, muchas presencias. No eran fuertes, incluso la presencia de la chica resplandecía aun más que la de ellos. Eran demasiado débiles como para discernir su posición exacta. Estaban cerca y probablemente con la intención de acecharnos a ambos.
    Pero todavía no me asustaban y tampoco creo que lo hicieran si aparecían, por que si lo hacían, se iban a encontrar de frente con las puertas del infierno. Solo esperaba que la chica pudiera sentirlos y sorprenderme... de alguna manera.



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    Mensaje por Hatsune Miku Sáb Ene 26, 2013 11:43 am

    La chica se desilusionó ante la respuesta del espadachin misterioso. El no quería jugar, de echo parecía ser una de esas personas que solo peleaban con los que parecían realmente fuertes... y Miku no lo era, los cazadores tampoco lo eran, tal vez el solo buscaba a los vampiros poderosos como Yami. Aunque pensándolo bien, a no ser que el chico estuviera ocultando su poder, su aura tampoco era demasiado poderosa. Pero nunca se sabe, uno siempre podía sorprenderte con un par de trucos, y eso era algo que Miku sabía a la perfección. La peliazul rompió su lazo de empatía con el muchacho, que se acercó un poco más a ella, aun con la mano tapándole la cara.
    De repente Miku pudo sentir la presencia de varios niveles E. Los habrían descubierto por su olor, esos malditos bichos se alimentaban ya de cualquiera, les daba igual que fuera humano o vampiro. El vampiro de la espada se puso tenso, el también podía notarlos. Miku cerró los ojos y sonrió complacida.

    Espera... no te muevas~
    Dijo delicadamente mientras levantaba una de sus manos hasta la altura de su pecho, con su dedo indice señalando al cielo aún con sus ojos cerrados, indicando que esperara y que prestara atención. La apariencia de Miku era realmente interesante con el sol en su espalda, perfilando toda su figura, se podría incluso decir que era una postura épica.
    Las figuras de los vampiros empezaron a aparecer entre las callejuelas, rodeando a ambos personajes. Miku rápidamente estableció una conexión con cada uno de esos idiotas. Si el chaval no quería jugar con ella entonces lo harían todos ellos.
    Cuando los NE cercaron a Miku y al espadachín una sonrisa sádica se dibujó en los labios de la niña. Con un movimiento ágil y calculado Miku se agarró rápidamente de la rodilla y realizó una seca rotación de sus muñecas hacia afuera, dislocándosela al momento. Miku emitió un pequeño chillido de dolor, y de placer, al tiempo que se caía de rodillas al suelo. Abrió sus ojos y observó como todos los NE hacían lo propio y se caían también, como pajaritos abatidos. La niña volvió a agarrarse de su herida rodilla y se la recolocó de nuevo con un "crack" que resonó en todo el lugar. Miku se levantó y miró a su "compañero"

    Je... ejecútalos, por favor
    Dijo la pequeña con una mirada de súplica mientras eliminaba los veinte lazos que había creado hacía tan solo unos momentos. Todos esos vampiros eran estúpidos al enfrentarse a alguien tan sádico como Miku ¿Sería el chaval igual de jugueton que ella?
    Todavía no se tu nombre....
    Dijo sonriendo mientras observaba como esos estúpidos intentaban levantarse inútilmente, con sus rodillas dislocadas, no sería muy difícil acabar con ellos en ese estado. Pero le dejaría a Evan el trabajo más delicioso.
    Todo eso era extremadamente divertido para Miku, se podría decir que estaba disfrutando de lo lindo con aquella situación.
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    Mensaje por Evan Darkness Sáb Ene 26, 2013 9:31 pm

    Así es, los había sentido y eso significaba que no era una estúpida.
    Me preguntaba si lograría sorprenderme. Lo hizo. Simplemente el inició del espectáculo lo comenzó ella. Su truquito de magia fue algo más que eso. La chica adoptó una postura como si de bailarina se tratase. Extendió uno de sus brazos el cielo, mientras movía, como si al ritmo de una canción se tratase, su cintura y adelantaba una de sus piernas ante la otra. Sus coletas se mecían acorde con su cuerpo y brillaban con la luz del crepúsculo.

    Al realizar esos angelicales movimientos, la posición exacta de los acechadores apareció en el firmamento. La presencia de esos indeseables surgía del interior de los edificios, de los tejados cercanos y de toda partes. Al menos había veinte de ellos. Pero el prólogo no había acabado. La silueta de la chica se agachó y se agarró de la rodilla. No sabía bien que hacía, pero cuando el estrepitoso sonido de los huesos descolocándose resonó en el lugar supe perfectamente que había hecho, aunque sin saber para qué. Pude escuchar el gemido de la chica, un gemido de dolor que parecía saber controlar. Pero no había sido un solo gemido. Habían sido muchos.

    Y el sonido de los huesos recolocándose se escuchó de nuevo. Ejecútalos, dijo la chica con una risita. Yo simplemente sonreí, más sorprendido que antes. Mientras me acercaba a ella, un cuerpo cayó desde el cielo. Era un nivel E y se retorcía por el suelo agarrándose de la rodilla. Parecía que le dolía mucho. Mientras me acercaba a ese vampiro inútil, desenvainaba una de mis espadas, la de color negro. Mi mirada se tornó a una sádica y extrovertida, junto con toda mi expresión facial.

    -Por supuesto, me encantará acabar con esos indeseables.-dije mientras preparaba mi hoja oscura para soltarla sobre la cabeza de ese pobre infeliz.

    Pero antes de que pudiera hacerlo, la chica me preguntó mi nombre. Quise darle un toque divertido.

    -Mi nombre...-esperé unos pocos segundos...-...mi nombre es Evan, Evan Darkness.-Y solté la espada sobre el craneo del NE.

    El atravesar de mi espada provocó un roto sonido a hueso quebrado que provocó un eco en las callejuelas.
    Era una chica interesante y me gustaba su estilo, pero no había tiempo para embobarse con eso, pues los demás se abalanzaban a por mí y a por la chica.

    Saqué la espada negra del cráneo del NE y luché contra los acechadores. Los partía en dos de un solo mandoblazo. Cuando cinco de ellos ya habían sido eliminados, tres de ellos saltaron a la vez a por mí. Desenvainé la espada blanca y cuando dos de ellos pusieron sus pies sobre el suelo, el que quedaba en el aire se ensartó con mi espada blanca y con la negra elevé en el aire a uno de ellos. El otro restante se quedó observando como volaba su compañero, pero al poco el también voló, pues saqué la espada blanca del torso del NE y lo elevé de la misma manera y a continuación salté con ellos y una danza de espadazos y cortes sin fin dio comienzo en el aire.

    Cuando ambos cuerpos habían quedado demacrados y despedazados, muchos de los presentes habían rodeado a la chica. Parecía que esperaban a que les viera. Caí al suelo y los miré e intenté buscar los ojos de la chica. Si daba un movimiento en falso podría morir, así que solté la espadas, como si me estuviera rindiendo, pero yo sabía que esa no era mi intención. Extendí las manos y cerré los ojos y en un visto y no visto, miles de afilados hilos negros y oscuros emanaron del suelo, atravesando a todos los restantes NE. Algunas gotas de sangre habían manchado el vestido de la chica, pero no creía que lo importara mucho. Después de todo, era una vampira con una habilidad... más que interesante.


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    Mensaje por Hatsune Miku Dom Ene 27, 2013 2:38 pm

    Así que se llamaba Evan, interesante. El chico había acabado con los Niveles E de su alrededor en una danza mortal de sangre y destrucción, pero pronto una serie de esos seres rodeó a Miku por completo. Ella podría matarlos, pero eso sería demasiado fácil, el encargado de ejecutarlos no era otro que el hombre de las dos espadas. Miku sonrió plácidamente y entrecerró los ojos mientras los vampiros se acercaban cada vez más y más. La pequeña vio como Evan soltaba sus espadas y sintió un flujo de energía que provenía del cuerpo de este. La luz que le ofrecía el sol sobre ese oscuro rostro le brindó a Miku una perspectiva de Evan bastante tétrico. En sus ojos se vislumbraba un brillo rojo, un brillo que mostraba crueldad, sed de sangre pero a la vez templanza, demostrando que era un ser sádico pero completamente diferente a la niña. Ella no podía contenerse, pero se notaba que Evan podía con sus propios impulsos. Se podría decir que el tipo de energía que ella poseía era Dou, destructivo, impulsivo, rápido y la de el Sei, paciente, calmado e igual de mortal ¿No serían una perfecta combinación de crueldad desatada y oscuridad templada?
    Miku extendió sus brazos y señalo con sus dedos indices a los NE, como si llevara dos pistolas de mentira. Les guiño un ojo a todos y cuando bajó su pulgar, simulando un disparo imaginario desde su dedo, una serie de espinas de oscuridad surgieron del suelo para empalar completamente a todos esos inútiles. Una rebelde gotita de sangre azotó la mejilla de Miku a la vez que un pequeño reguero de este líquido carmesí teñía parte de su vestido de un delicado color rojo. Después de eso Miku soltó una divertida risita, momentos antes de soplar el cañón de sus fantásticas pistolas, que, al parecer, funcionaban a la perfección.
    Los cuerpos de todos lo vampiros que la rodeaban empezaron a desplomarse y dos segundos antes de que sus cráneos rebotaran contra el suelo la niña hizo una calculada reverencia en dirección a Evan. Los NE se deshicieron en polvo y poco a poco solo se pudo escuchar el siseo de la risa contenida de Miku. Se había divertido mucho.
    Los pocos NE que quedaban en los alrededores salieron corriendo ante tal espectáculo. Una escena llena de las cenizas de sus compañeros, abatidos como moscas ante dos seres invencibles. El viento empezó a llevarse sus restos y le dio a las calles el aspecto de un desierto estepario, donde el aire azoraba el suelo, levantando una densa y grisácea polvareda, que solo llegaba hasta las rodillas.

    Es un placer...seamos amigos
    Dijo inocentemente mientras volvía a adoptar una actitud un tanto inocente, ahora con un brillo de interés en sus entrecerrados ojos azules. A la chica le emocionaba la idea de tener un compañero de ese carácter, uno como el suyo, pero a la vez diferente. La bondad estaba sobre valorada, todo el mundo o era bueno o era un experimento fallido ¿Acaso ya no quedaban personas como ellos, que son crueles, despiadados y sangrientos por naturaleza? Y no me refiero a vampiros que se mueven solo por la sed de sangre, no, me refiero aquellos que caminan por la senda de las sombras por su propia voluntad. Había que mantener el equilibrio entre el bien y el mal, y Miku estaba claramente en contra de todo lo que tuviera que ver con eso que falsamente la gente llamaba "bien".
    Tal vez por fin se hubiera encontrado con alguien que no luchaba por unos falsos ideales y que simplemente seguía los impulsos naturales de un mundo que, en esencia, era cruel.
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    Mensaje por Evan Darkness Lun Ene 28, 2013 10:37 pm

    Cuando terminé con esos NE, Miku los convirtió en polvo que voló rápidamente por los cielos. Los señalo con el dedo y sus cuerpos se descompusieron en el aire, como si de partículas se tratase. Volaron por el cielo con el viento y se esparcían en una capa de ceniza gris.

    Parecía que la chica había disfrutado del espectáculo. Lo supe cuando dejo escapar esa risita. La verdad es que a mi también me provocaba esa reacción después de presenciar (o realizar) espectáculos como este, pero con el tiempo había sabido contenerlas.
    De repente cuando me acercaba a mis espadas tiradas en el suelo: Es un placer...seamos amigos, dijo inesperadamente.

    -¿Amigos?-espeté mientras me agachaba a por mis espadas.

    Amigos... no había escuchado nunca esa palabra. Solo cuando se refería a los amigos de otros. Pero de mis amigos... ¿cuándo Evan Darkness había tenido amigos? ¿Taito era un amigo o qué era? Bueno, era un estúpido, eso estaba claro, muy claro. Pero esta chica...

    -Amigos...-solté como continuación de mi anterior comentario de manera interesante, como si estuviera planteándome que debía decir.

    Me levanté del suelo con las espadas en las manos. Estaba de espaldas a Miku y seguía pensando que decirle... los amigos eran buenas compañías. Los compañeros, incluso para alguien como yo, que nació de la mente atormentada de un niño, podían ser adecuados y útiles para mí. Además, una chica con tales poderes no debía menospreciarse. Si algún día me la encontraba de enemigo no tendría todas las de ganar. Puede convertir en polvo a las personas, ¿tú puedes hacer eso, eh?, me replicaba mi mente. Sabía hacer algo parecido e eso.
    Pero yo deseaba algo más. No solo alguien útil para sobrevivir, sino algo más profundo. Era una dama de la muerte con estilo, con ojos de niña inocente, pero con alma sombría y tenaz. Una compañera así no te la encontrabas en cualquier lado.

    Tenía claro que iba a decir. Mientras seguía de espaldas, elevé mis espadas, las volteé varias veces y las guardé en su vaina correspondiente de forma contigua. Después me di la vuelta.

    -El placer es mío, Miku.-dije mientras me acercaba a ella y le ofrecía la mano, envuelta en un guante de cuero con los dedos cortados.

    Ahora el sol no estaba tan alto y pude verla mejor. Tenía unos ojos de un color azul más que bello y su cabello largo recogido en dos gomas de pelo, que brillaba con la poca luz que nos brindaba el dichoso sol, era del mismo color. Con una boca pequeña, pero ajustada a su rostro. Debía de llegarme por el hombro más o menos.

    -Seamos amigos.-solté finalmente.

    Me costó un poco, pero fui capaz de brindarle una sonrisa. Probablemente no lo había hecho nunca. Esa clase de gestos no eran para mí, pero descubrí que no me sentaba mal hacerlos. ¿Me estaré ablandando? No, esos gestos le salen a uno cuando tiene alguien en quien confiar... como lo podía ser Miku para mí.



    OFF: Siento la tardanza T.T
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    Mensaje por Hatsune Miku Mar Ene 29, 2013 4:43 pm

    Sangre, lucha, desesperación... lágrimas, honor, un mar de súplicas y maldiciones a sus pies. No era una vida facil, pero la vida no tenía que serlo. La dificultad era lo que la hacía interesante. Igual que los animales de la misma especie tienden a juntarse, los seres superiores tendemos a juntarnos con nuestros iguales. Con compañeros, amigos, hermanos, amantes. No sería dificil ver que en un grupo de personas todo el mundo se parece en varios aspectos ¿Y porqué no iban a hacer lo mismo los que se habían acostumbrados a estar solos? Marginados de la sociedad que los rodea, siendo puro desecho. Miku solo era un desperdicio antes de que empezara a formarse a sí misma. Pensarlo simplemente era inhumano, debería ser sinónimo de dolor, de amarga soledad. Pero una niña pequeña lo había pasado sin pensar en todo esto, lo aceptó, se hizo a si misma y se volvió mejor que los demás. Miku carecía de esas cosas que hacia debiles a los otros, y estaba segura de que le pasaba lo mismo a Evan, de una forma o de otra.

    El chico acabó por aceptar esa tentadora oferta que le tendía la mano de esa niña "endemoniada". Perfecto. Ahora ya no habría nadie que les pudiera parar. Miku sonrió complacida una vez más y al rato ladeó la cabeza, provocando que sus dos coletas se movieran al mismo tiempo, en parte empujadas por la inercia de su peso y en parte por el suave viento que recorría las callejuelas, empujando gentilmente a todo con lo que se encontraba.

    ¿Hay algún lugar donde podamos hablar con más tranquilidad?
    Dijo simplemente cerrando los ojos una vez mientras que recordaba que toda su vida se había pasado viviendo en la calle. Tal vez su amigo tuviera algún refugio o algo por el estilo donde planear cosas y poder descansar un rato de la angustiosa felicidad que emanaban algunos humanos en la ignorancia de su estupidez. La pequeña sacudió la cabeza y sus coletas se agitaron violentamente. No, todo eso se había acabado, nada de mantener una vida por mera supervivencia. No, ahora era su momento de demostrar al mundo que existía y que podía hacerle mucho daño, igual que el se lo había echo a ella.
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    Mensaje por Evan Darkness Miér Ene 30, 2013 5:28 pm

    Ante su pregunta, supe perfectamente que decir. Mi escondite sería un lugar perfecto para hablar. Sobre todo con tranquilidad. Un lugar que nadie puede encontrar, solo yo. Estoy seguro de que le gustará.

    -Si, creo que conozco el lugar adecuado para que podamos hablar.-dije con una mueca.-seguro que te hace sentir como en casa.-terminé mientras la adelantaba y me ponía a su espalda tranquilamente.

    Tal vez era precipitado invitarla a mi guarida, después de todo era una desconocida, pero tenía algo que me permitía confiar en ella. Me recordaba a mí cuando había logrado dominar a Astrid. Era solitario y no tenía amistades. Era posible que su caso no fuera así. Tal vez me estaba precipitando. Sin embargo, no tenía plena confianza con nadie y ella parecía de fiar.

    Cuando había salido de mis pensamientos, quise resultar formal y agradable, y por supuesto, que supiera que tenía sentido del humor.

    -Sería todo un honor que me siguierais hasta mi casa.-dije mientras realizaba una reverencia.

    No sabía si estaba quedando como un tonto o si me estaba pasando con la confianza, pero a lo mejor era acertado ser así de amigable. Esperé a que contestara mientras la miraba de refilón durante mi reverencia, compaginado con una sonrisa.


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    Mensaje por Hatsune Miku Jue Ene 31, 2013 8:34 pm

    La niña sonrió. El tenía hogar, los dos tendrían uno. Miku nunca había tenido nada que se le pareciera. Contuvo de una incipiente risita que se escapaba de su pequeña garganta. El chico realizó una reverencia, habían cogido confianza muy rápido el uno al otro. Era incluso paradójico, en realidad los dos eran el tipo de persona que nunca confían en nadie independiente de como sean con ellos pero al encontrarse el uno al otro sintieron una sensación de completa... empatía ¿Sería eso lo que los hacia confiar entre ellos? Seguramente. Al fin y al cabo nadie nunca había entendido a la pequeña, y seguramente a Evan tampoco. No necesitaban decirse nada, estaba claro que se comprendían a la perfección, a pesar de que desconocieran el pasado de cada uno.
    Miro echó la pierna derecha hacia atrás, cogió su alargada falda por sus puntas y la levantó levemente mientras hacía otra reverencia agachando la cabeza humildemente mientras se reía levemente, con las coletas colgando delante de ella. Cuando elevó la mirada hacia Evan se dio cuenta de que el era bastante más alto que ella, eso imponía un poco, pero solo un poco, Miku estaba acostumbrada a hacer que hasta el más grandullón se arrodillara delante de ella cuando hacía que sus articulaciones crujieran como muelles oxidados a punto de reventar. Al fin y al cabo, cuanto más grandes son... más ruido hacen al caer.

    ~El placer es mí, señor Darkness~
    Dijo levantando levemente la cabeza, guiñándole vivazmente un ojo. Después de eso se llevó las manos a la espalda, donde enredo los dedos de las dos manos en un perfecto puño de diez dedos, en un gesto de timidez fingida, mientras se balanceaba sobre las puntas de los pies y miraba hacia el cielo ¿Estaría la casa de él muy lejos? De todos modos a Miku le daba igual, como si tenían que ir a la otra punta del mundo.
    Poco a poco, la niña iba recuperando la infancia que nunca tuvo, de una forma o de otra, y con una perspectiva del mundo totalmente diferente a la que tendría cualquier otra cría de su edad.
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    Mensaje por Evan Darkness Mar Feb 05, 2013 8:53 pm

    Sonreí ante su gesto. Parecía haber captado mi tono divertido y eso me alegró. Me había devuelto mi reverencia con otra suya; una muy bien realizada, por cierto.

    -Mi guarida está cerca de aquí. Os llevaré con mucho gusto.-proseguí con ese tono divertido.-Si me seguís...-dije mientras ladeaba la cabeza y sonreía.

    Cuando terminé de hablar caminé hacia delante en dirección a la guarida. Casi se podía ver desde aquí, en aquel monte que se veía detrás de las casas más bajitas del pueblo abandonado. No llevaría más de diez minutos llegar a nuestro destino.
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    Mensaje por Hatsune Miku Mar Feb 05, 2013 9:54 pm

    Al parecer la guarida del chico estaba cerca, eso haría las cosas más fáciles, no tendrían que caminar demasiado para llegar a su destino. El sol relucía en el cielo, como si quisiera reducirlo todo a cenizas, precioso. Miku siguió a Evan mientras pensaba en sus cosas. ¿Cómo sería su hogar? ¿Tétrico, oscuro? Porque a Miku le gustaba eso, las casas gigantes de la gente rica le ponían nerviosa, no las aguantaba, se agobiaba enseguida en esos sitios relucientes. Necesitaba un refugio, un sitio en el que confiar, oculto del sol, entre las sombras, un rincón oscuro donde poder maquinar sobre las pauperrimas vidas de sus víctimas ¿Sería Evan como ella?
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Miér Feb 13, 2013 11:54 pm

    Llegué hasta una oscura calle, apresurado, corriendo hasta casi vomitar mi propio corazón. Me encontraba empapado en sudor y mareado, pues no tenía todas las fuerzas que normalmente tenía mi cuerpo. Y las fuerzas que había conseguido en mi recuperación o las que Bella había conseguido darme con su aura, las estaba derrochando en la carrera por huir. Todo, por salir escapando de unos cazadores que estaban rondando la casa de Kasha, tal vez pendientes de la salida de su "jefe". En el momento que habían visto que salté la ventana, habían ido corriendo apresuradamente a seguirme. Era imposible que Nokku pudiera haberles dicho algo, así que sería otra razón por la que optaron por seguir mis pasos.
    Aún no estaba preparado si era así la mi vida que iba a tener de ahora en adelante. Me había imaginado algo así, pero jamás ser perseguido como un perro.

    Aparecieron aquellos dos hombres por el callejón, en esas oscuras figuras negras, iluminadas levemente por la pequeña luz de la noche. Andé como pude hacia delante, sabiendo que ellos seguían mis pasos tranquilamente. Y cuando menos me esperaba, mis manos encontraron la fría pared. Cerré los ojos en un suspiro. Solamente esperaba que Marcus dejara de martilizar a mi ojo y viniera a por lo que era suyo, librándome de esos cazadores. Caí de rodillas, cansado por el esfuerzo, llevando una mano al pecho para intentar coger el aire que le faltaban a mis pulmones. Inspiré todo lo que pude, mirando hacia atrás. Ellos me habían cogido.

    Ambas figuras se acercaron con una carcajada, hablando entre ellos, mirando mi cuerpo con desprecio. Uno de ellos se acercó para golpear mi cuerpo de una patada en el abdomen.

    -¿Vosotros os llamáis cazadores? - Dije con una risa, llevando una mano a mi abdomen al hablar. Ellos también empezaron a reírse sin consideración. Estaban claras las diferencias. No podría hacer nada contra ellos dos. Y más en mi estado actual.
    El segundo de ellos se agachó para agarrar mi pelo como si fuera un animal.

    -Simplemente es un crío. ¿De verdad es él? - Habló el que me tenía agarrado, mirando al otro. Su compañero asintió y este se levantó del suelo. Aquel que parecía el jefe, dio un golpe mi espalda, obligándome a pegar la mejilla contra el frío suelo. Voltearon mi cuerpo hacia arriba. Él "tipo duro" acabó setándose encima de mi caja torácida, impidiendo que mis pulmones se llenaran por completo. Cogió seguidamente mi cuello mientras que el otro capturaba mis muñecas para evitar la huída. Alguno de los dos, no supe bien cual, quitó el parche de mi ojo; dejando que el brillo rosáceo inundara el callejón.

    -¡Suéltame! ¡Maldito! O verás de lo que es capaz un crío. - Dije revolviéndome en su captura sin conseguir nada. Solamente él apretó la mano de mi cuello para evitar que consiguiera respirar bien, para que mis movimientos se calmaran bajo su mano. Ahogué un pequeño sonido sin poder apenas respirar, todavía con el corazón a toda prisa por el esfuerzo de la carrera.
    + Vaya, vaya. Mira lo que tenemos aquí. Un perro miserable con un par de malas pulgas. Dime, ¿dónde está él, eh? ¿Dónde está tu "Amo"?
    Lo miré, sin una pizca de gracia. Si pudiera le daría una paliza o mucho peor. No tenía el humor para estar "perdiendo el tiempo". Marcus me estaba llamando y cada vez el dolor del ojo era más insoportable.
    -No te lo voy a decir. - Murmuré entre dientes con una sonrisa maliciosa. Tampoco lo sabía, pero al menos les dejaría con la duda. La mano que albergaba mi cuello se aferró más por el enfad, cortando toda vía de respiración. Mis pulmones querían introducir aire, pero de mi garganta no pasaba ni una gota hacia ellos.
    Lo miré entre súplicas e ira contenida. Sin duda alguna, pagaría por ello.

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    Mensaje por Marcus O'Conell Jue Feb 14, 2013 1:18 am

    Los sabuesos más inútiles de una Asociación llena de inútiles más enfermos que ellos, emergieron de la basura de la cual fueron creados. Estúpidas criaturas ínfimas y coléricas; impulsivas y despreciables. Pero, ¿quién era él para juzgarlos con tales apelativos? Un vampiro poderoso que había pisoteado su miserable pasado. Eso era. Y lo que diferenciaba a aquellos cazadores de Marcus era una larga lista llena de facultades que ellos no poseían y que el vampiro contenía en demasía. Sonrió desde la oscuridad, satisfecho de la escena. Podría haber reaccionado antes, pero era mucho mejor aguardar unos minutos más, observando con cautela de qué era capaz aquel mocoso suyo.

    Y ellos habían ido muy lejos. Realmente habían ido muy lejos.

    Marcus apareció delante de ellos; emergió de las tinieblas de aquellas callejuelas justo delante del muro que impidió que Ziel siguiera huyendo como bien sabía hacerlo. El vampiro juntó ambas palmas delante de su pecho, generando un sonoro chasquido que expresaba aplausos de fin de espectáculo para los presentes.

    Aplausos fúnebres.

    - Bueno, bueno. Creo que unas adorables criaturitas de "Dios" están llamándome. ¿A qué se debe tan honorable reunión? -musitó tranquilamente mientras posaba su mirada por cada uno de los presentes, dando a entender la ironía de sus palabras, ya que el nominativo "Dios" fue una burla grotesca hacia el "Jefe" de la Asociación para quienes esos perros trabajaban, si es que merecían ser llamados así, incluso. Pobres cuadrúpedos si se enterasen que alguien los ha comparado con semejante escoria humana. Marcus, tras el silencio oportuno, clavó su mirada en Ziel.

    - Van a romper mi juguete. ¿Podrían salirse de encima para que podamos charlar mejor? -objetó tras mostrar asombro y, luego, una sagaz sonrisa ante semejante escena de interés cultural por allí. Ese chico sí que conseguía atraer la atención de los hombres fuertes. ¿Por qué sería? ¿Acaso se debía a esa contextura frágil y delicada? ¿O se debería, por el contrario, a su rostro de muñeca de porcelana? Quién sabe. Tal vez ambas opciones fueran válidas.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Jue Feb 14, 2013 11:01 pm

    Ahogué un lamento en la garganta, queriendo que aquel hombre me soltara. Retorcí las piernas, doblándolas y estirándolas una y otra vez. Acabaría ahogándome si seguía así. La vista poco a poco empezó a nublarse por la falta de oxígeno, al igual que la fuerza, la cual iba perdiendo en la misma proporción.
    + Dímelo y te soltaré para que vayas a corretear a otro lado. - Dijo con una macabra sonrisa entre los labios, aflojando la mano para que tomara aire. Tomé casi desesperadamente una bocanada tan rápido como me fue posible. Después lo pensé, ¿esperaba que acaso se lo dijera cuando ni yo mismo lo sabía? Sonreí copiando el mismo gesto sin decir ni una sola palabra. No le contestaría, porque tampoco tenía respuesta.
    Pero a aquel hombre no parecía sobrarle la paciencia. Soltó la mano de mi gargarta, aprovechando el gesto para doblar la garganta y tragar saliva. Aunque no sé qué hubiera preferido después de que aquel tipo, golpeara mi rostro con su puño de pura rabia. No borré en cambio mi sonrisa, ahora manchada de la rojez por la sangre de la comisura izquierda. Seguramente él vendría, confiaba en él. Y eso era lo que parecía sacarle más de quicio, no que no le contestara, sino que realmente confiaba en mi escapatoria.

    El hombre se acercó, viendo el resplandor de mi ojo derecho con curiosidad.
    + Chico, ves rezando entonces todo lo que sepas porque no llegarás a mañana. - Esa sonrisa que mostró, realmente me dio miedo. Cerré los ojos, ¿sabía acaso qué era eso de rezar? Nah. Daba igual lo que hiciera a mi cuerpo, yo siempre acabaría volviendo al lado de Bella o el de Marcus, según se terciara. El hombre volvió a agarrar con ambas manos mi garganta de manera más agresiva, volviendo a cerrar toda vía respiratoria. Mis piernas volvieron a hacer la misma operación de antes: retocerse. Pero como si fuera caído del "cielo", aunque no en su sentido literal, Marcus apareció de entre las sombras. Sonreí alegre de verlo allí; aliviado y esperanzado una vez más. Lo justo para ver mis últimos segundos de vida seguramente. Tal vez incluso, disfrutando del espectáculo.

    Abrí los labios intentando inhalar algo de aire que no parecía llegar nunca por las manos que lo impedían. Pero milagrosamente lograron formular una palabra hacia mi Amo: "Mentiroso". Podría haber elegido un "ayúdame", "socorro", "maldito", "lascivo" o "mátalos"; pero decidí usar esa. Él entendería. Se suponía que iba a ser aquel que mitigara mi dolor y lo único que estaba haciendo ahora, era ver cómo me golpeaban aquellos fornidos tipos. Ladeé un poco la cabeza, encontrando a Marcus. Lo miré suplicante; con la marca vibrando por volver a ver a su Amo. Pero mis ojos poco a poco se cerraron, cansados, olvidando el color rojizo de sus ojos. Sin embargo, seguía en el límite del caos, escuchando. Uno de mis captores, soltó las muñecas y aprovechó mi relajación para atarlas a mi espalda. Seguidamente le dio al otro, apurado para que me soltara.
    + ¿Acaso él no lo matará algún día? Es mejor acabar con él ahora. Sería un estorbo menos. - Este mismo que habló soltó mi garganta de nuevo, levantándose para hablar cara a cara con Marcus. Mis pulmones encontraron de nuevo el alivio con el aire que entraba, aunque mi pecho seguía marchando a alta velocidad por la falta de aire durante tanto rato.
    En cuanto al otro, alzó la cabeza para encontrarse con Marcus. El miedo aplacó su cuerpo. Al igual que me pasó la primera vez. Finalmente fue más inteligente que su compañero, escapando del callejón. Al escuchar sus pasos alejarse, abrí los ojos levemente con una sonrisa algo macabra asomando por mis labios. Ése sí que sabía lo que era bueno. El otro en cambio, sacó de sus bolsillos un cuchillo. ¿Pensaría utilizar ambos contra Marcus? Ignorante.

    Miré a Marcus sin que me gustara su comentario, menos contar con el del cazador. Yo no era el muñeco ni el juguete de nadie. Solamente era un siervo, no un objeto. Con una risa, el hombre retrocedió algunos pasos para volver a agacharse y agarrar mi pelo, cubriéndose al igual que lo hizo Marcus la última vez.
    + Este crío no sirve ni para ser un juguete. No me gusta la porcelana, se rompe demasiado rápido. - El cazador puso su cara al lado de la mía, pasando lentamente el cuchillo sobre mi mejilla, dejando que el rastro de sangre cubriera el cuchillo, haciéndole sombra. Hice una mueca de dolor por el tirón, y por el corte. ¿Sería otro maldito masoca como Marcus? La rabia me inundó por no poder hacer nada. Pero no dejaría que volviera a tocarme ni tratarme como un perro, cuando era el mismo cazador un can de la Asociación.
    - Pero tengo otros asuntos contigo. - Espetó sin soltar mi pelo, sino que agarró por el cuello una vez más, por la tarde delantera. Tratándome de escudo una vez más, aprovechándose de la debilidad que tenía mi cuerpo. Suspiré casi en la resignación. Guardó el cuchillo y sacó en su lugar un arma; pasándola por mi rostro. Moví la cabeza en desconformidad, mirando todavía los movimientos de Marcus. ¿A que estaría esperando? ¿Quería ya que me pusiera a servir el té tranquilamente?
    El cazador, apuntó a Marcus con su arma y sin pensar en sus acciones, disparó sucesivas veces a mi Amo. No pude evitar soltar una pequeña risa incontenible, impaciente por encontrar el resultado. La mano de mi cuello se apretó de la ira, callándome por dicho acto.


    -Me pregunto... Marcus, cuanto tardarás. O acaso... ¿vas a dejar que se desperdicie? - Pregunté entre los espacios de la mano de mi raptor; retando con las palabras a mi Amo. Aquel cazador me estaba cansando con su trato y sus palabras. Señalé con la mirada la herida de mi mejilla. Los hilos de la sangre iban tiñendo la pálida piel del color carmesí. Eché la cabeza hacia atrás, para que estos no cayeran directamente al suelo, sino que se deslizaran por la mejilla. Después rodé la mirada hacia él, clavando mi mirada en la suya, encontrando la codicia viva por la sed. A cada segundo que él se entretenía, era una gota menos que saborearía esta noche. Ya que, a diferencia del resto de días, hoy estaba restringido por el tiempo y el estado agotado de mi cuerpo. Toda una verdadera prueba a contrareloj.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Vie Feb 15, 2013 1:30 am

    Palabrería inútil era lo que sus oídos percibían. Sin embargo, no podía negar que la ignorancia de esos cazadores era divertida, así como tampoco podía negar que Ziel, acorralado cual corderito, clamara por su ayuda en cada centímetro de su frágil piel. Marcus suspiró lentamente, de manera jovial, mientras llevaba sus manos a los bolsillos ubicados a cada lado de sus pantalones grisáceos. Alzó ambas cejas, abriendo los ojos interesado en el espectáculo. Esos cazadores no parecían tener ni la más remota idea de cuán poderoso era un vampiro de su alcurnia. Ellos no tenían oportunidad. Quizás en el fondo lo supieran, y por eso mismo iban directo hacia la muerte. Semejantes actitudes por parte de ellos no hablaba demasiado bien de la Asociación, ¿no? Quizás quisieran probar suerte, intentando vanagloriarse de una victorias que jamás sería concedida por el destino.

    Ellos estarían muertos en cuestión de minutos.

    - Me aburren -espetó con tranquilidad. Un brillo carmín atravesaba su mirar-. Me aburren demasiado, todos, y no creo que quieran saber lo que sucede cuando me aburro -agregó luego. Dio un paso hacia adelante y miró a Ziel-. Tampoco creo que quieran saber qué ocurre cuando me faltan el respeto -hizo una mueca algo despreciativa con la boca, para luego proseguir-. Quizás el muchacho podría explicarles ese detalle. Aunque, pensándolo bien, creo que no será necesario gastar palabras en ello -miró, esta vez, a ambos cazadores-. Ustedes acaban de ganarse una demostración libre y gratuita -sonrió y se quitó el guante blanco que recubría la mano que poseía la marca pecadora.

    Los disparos de uno de los cazadores fueron directos a su cuerpo. Marcus los esquivó con facilidad, como si se tratara de lo mismo esquivar una bala o un árbol. Avanzó con gran velocidad hacia el sabueso estúpido que acabó por subestimarle y lo atravezó en el pecho de un solo movimiento. Sujetó su corazón con la mano tatuada. Lo arrancó del cuajo y se deleitó observándolo mientras el cuerpo caía inerte al suelo. El otro había escapado. Marcus nunca dejaba a sus víctimas huir tan fácilmente. Aspiró aquel aire envenenado de sangre y su cuerpo se contorneó en un lascivo movimiento. Arrancó una farola de la calle y la lanzó con estrepitosa y letal brutalidad. El cazador no fue demasiado lejos, pues su cuerpo cayó al suelo tras unos segundos. Marcus oyó el chasquido con gracia y una sonrisa surcándole el rostro de oreja a oreja. Asintió para sí mismo, satisfecho por el trabajo.

    - Tal vez lo hubiera dejado vivir, lástima que no tuvo el valor de ser egoísta y abandonar por completo a su compañero. Su vacilación me recordó la escoria que son ustedes, los humanos. Por eso, le maté -murmuró dirigiéndose a Ziel, pero sin mirarlo. Al cabo de unos segundos, caminó hacia él saltando el cadáver de aquel cazador soberbio. Se situó a un lado del jovencito que yacía en el suelo. Sonrió siniestramente-. Pero ya no te preocupes, estoy aquí y te he traído un regalo -extendió el corazón del cazador ante él-. Cómelo, recuperarás tus energías y tu vitalidad de una manera asombrosa, y así yo podré quitártelas de nuevo, una y otra vez....

    La repungnancia con la que ejecutaba sus actos no tenía perdón de ningún Dios y de ningún Diablo. La mirada inquisitiva de Marcus no le dejaría a Ziel otra opción. En sus ojos estaba reflejada la sed y la furia. Él, como buen Siervo, debería saber que lo que su Amo pedía él debería concederlo. De lo contrario, podría acabar con su vida esta misma noche y esta aventura de lujuria por la sangre concluiría. Además, Marcus era un amable caballero, ¿no? Jamás permitiría que la vida de Ziel expire por otro motivo que no fueran sus colmillos. Claramente, ese órgano vital sería la cena de Ziel; y más claramente aún, Ziel sería la cena de Marcus... otra vez.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Vie Feb 15, 2013 1:57 pm

    Me sorprendió bastante que "Marcus se aburriera". Creía que para él todo esto fuera diversión y entretenimiento. Momentos antes parecía haber sido así. "Qué ocurre cuando me faltan el respeto", repetí mentalmente otra vez. No, prefería no volver a hacerlo porque conocía suficientemente bien las consecuencias. Y los cazadores deberían saberlo igualmente. Abrí la boca con el objetivo de decirlo, bajando la cabeza para respeto hacia mi Amo. Yo era su Siervo, así que tenía que tener claro cuales eran sus enemigos. Sinceramente, no me apetecía recordar ese momento y menos irlo contando por ahí a seres sin remedio. Pero Marcus habló antes, ahorrándome la saliva. Sonreí sin darme apenas cuenta, aún agarrado por el cuello por ese agresivo cazador.

    Alcé la mirada porque el cazador tiraba de mi cuello hacia arriba. Observé la marca de su mano, con el quemazón casi olvidado de mi ojo. Con la persecución, los malos tratos de los cazadores y la aparición de Marcus, no me había dado cuenta de que seguía quemándome la piel. Miré su marca con interés y anhelo, creyendo que se acercaría para volver a ponerla sobre mi ojo. Aunque nada de eso pasó para mi desgracia. Solamente contemplé como otro espectador más, cómo los disparos no llegaron ninguno a dar en el blanco, para sorpresa incrédula del cazador. Sonreí. Realmente sí que era rápido, pero no me sorprendía. No por algo lo había elegido para hacer un pacto.
    Y cuando avanzó hacia nosotros, dudé de sus intenciones, cerrando los ojos de inmediato. Libre de ataduras, caí de rodillas hacia delante, quedando a los pies de Marcus. Subí la cabeza, abriendo los ojos. Cuando vi el corazón del cazador en su mano, mis ojos se desorbitaron del terror que en ese mismo momento invadía mi cuerpo. Me volví con rapidez al cazador que yacía en el suelo ensangrentado. Arrastré un poco mi cuerpo, asustado por ver el agujero de su pecho, alejándome del cadáver. Me entraron náuseas de ver el cuerpo inerte del cazador. Giré la cabeza, para llevar luego mi mirada a Marcus con temor nuevamente. Si eso le había hecho porque "se aburría", esperaba no ver nunca lo que pasaba si se enfadaba. Y menos que lo probara conmigo. Bajé la cabeza, todavía asimilando que mi propio Amo había matado a mi captor en cuestión de segundos. Le... había arrancado el corazón.

    Al escuchar el crujido del suelo y la falta de iluminación en un trozo del callejón, volví a alzar la mirada sin entender. Marcus había arrancado la farola y...
    - ¡NO! - Grité girando mi cuerpo para ver al cazador corriendo. Pero era demasiado tarde, él ya la había lanzado. Giré la cabeza, bajándola, sin querer ver la que seguramente era otra trágica escena. Cerré los ojos, pidiendo mentalmente por la salvación del cazador y el fallo de Marcus, escuchando finalmente el sonido seco de su cuerpo al caer. Mi pecho se cerró de la angustia. Ladeé la cabeza en dirección contraria a Marcus. Ese cazador, dentro de lo que cabe, no había hecho "nada" malo. Solamente seguía las instrucciones del otro. Y sin embargo, él se había cobrado su vida. - Podrías haberlo dejado con vida. Había huído. Y no por eso todos somos escoria. Odio que generalices de ese modo. - Alcé la cabeza mirándolo con desprecio. No todos éramos o eran así. Porque yo ya no sabía en dónde de los dos grupos estaba, la verdad.

    Lo seguí con la mirada, sin saber cuál sería su siguiente movimiento. Puede que matarme, quién sabía. La sangre de mi mejilla había llegado casi hasta el cuello, pero ya no quería dársela. Por despecho y con las venas ardiéndome de la impotencia, la limpié con mi hombro dejando el borrón rojizo sobre mi mejilla y la ropa. Todavía tenía las manos atadas a la espalda, por eso no cogí aquello que me ofrecía. Sino, seguramente habría desperdiciado el corazón que me ofrecía lanzándolo lejos. Puede que incluso hubiera intentado huir como el cazador; tal vez con algo más de suerte. O menos aún. Pero al verlo acercarse, con esa sonrisa, volví a tener ese frenético miedo como la primera vez. Me fijé en el corazón del cazador que aún llevaba en la mano.

    - No lo quiero. He de decir que tienes un gusto pésimo, Marcus. Aunque gracias Amo por tu detalle con un simple Siervo, pero no me compran con regalos. - Dije secamente, ladeando la cabeza hacia otro lado, a modo de desprecio. No quería algo como tal. Me daba asco el simple hecho de verlo y saber a quién pertenecía. Otra vez me dieron naúseas cuando ordenó que me lo comiera; desorbitando los ojos. ¿Había escuchado bien? ¿Comerme su corazón? ¡Estaba loco! Pegué la frente al suelo, con las ganas de vomitar en la boca por la simple idea. El estómago prácticamente vacío, estaba retorcido por la siniestralidad de mi Amo, las trágicas escenas y sobretodo del corazón.

    -No puedo hacerlo, Marcus. - Ni podía porque vomitaría antes de hacerlo, y tampoco quería comer un corazón. Menos aún sabiendo que era humano. Era antimoral y antihumano, completamente un acto de animales. - Los humanos no comemos esas cosas. Deberías saberlo. - Con la frente todavía pegada al suelo y las manos atadas en la espalda, lo miré de refilón. Sabía que era una orden y que era incapaz de escapar, pero era incapaz de hacerlo. En cuanto miraba al corazón, me daban arcadas. Tenía que sofocarlas por autocontrol, si no quería echar lo poco que había comido. No comería bajo ningún concepto ese corazón, salvo por la fuerza. Y tampoco. Me negaba completa y absolutamente. - Te lo cedo. Para ti. Cómetelo tú, que pareces disfrutar con ello. - Resbalé por mi lengua malsonantemente. Me daba igual que lo ofendiera o que no. Pero bajo ningún concepto lo haría. Eso tendría que tenerlo claro.

    Y aunque me costara aceptarlo, tendría que admitir que prefería que agotara mi existencia allí mismo, antes que comer tal asquerosidad. Tenía que haber otras formas de recuperar fuerzas y que no fuera por ese camino. Intenté de otra manera conseguirlo: palabras.

    -Imagino que te habrás dado cuenta, pero... ahora ya no eres el único blanco por los cazadores. ¿Sabes que ya no podrás dejarme en esa casa? - Comenté con una pequeña sonrisa, mirándolo de reojo, con la frente en el suelo. - Apareció tu competencia: el Jefe de los Cazadores decorará su jardín con mi sangre si nos encuentra. Así que si todavía ansías una gota de mi sangre, tendrás que cargar con "tu juguete". - No me gustó utilizar la palabra juguete para hacerme referencia, pero así quedaba más sarcástico. Si Marcus estaba dispuesto a beberse toda mi sangre no pasaría nada, pero si no lo hacía y encontraba otro método de robarme la sangre, tendría que cargar con mi cuerpo allá donde fuera. Era una mera advertencia a mi Amo, nada más.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Vie Feb 15, 2013 5:50 pm

    El dulce y embriagador aroma de la sangre envolvía el ambiente en sus sutiles y mortíferos brazos invisibles. Marcus contemplaba los ojos del muchacho luego de reír por dentro ante su expresión de horror tras la muerte de ambos cazadores. ¿Qué? ¿Acaso esperaba que los dejara salir de aquí vivos y felices? A veces más que su Siervo, parecía un niño estúpido e irracional. ¿Qué se cree? ¿Piensa que porque él beba su sangre tendrá que acatar sus órdenes? Creía que no era necesario aclarar ese asunto otra vez. Ziel ya debería tener más que claro quién mandaba en esta relación de intereses. Marcus era el Amo y Señor de su vida, no al revés. ¿Acaso debía recordarle que este no es un lazo de amor entre un humano indefenso y un vampiro enamorado de su presa? El fastidio estaba tocándole los talones. Escuchó sus comentarios inútiles -porque eso eran, justamente- y su mirada escrutadora y perversa se posó aun más fijamente sobre su rostro.

    - Y yo odio que intentes regañarme cual madre a un estúpido niño rebelde -espetó tajante, casi cortando el aire con sus palabras. Ziel no era nadie al lado suyo. Él no tenía el mínimo derecho a dirigirle tales palabras-. ¿Acaso necesitas que te de más lecciones acerca de cómo comportarte frente a mí? Para mí todos los humanos son escoria, pura mierda, y tú eres uno de ellos, quizás el más despreciable de todos. Y por eso te haré todo lo que se me de la gana, porque tú mismo te me has ofrecido; jugaré con tu alma hasta el último momento; jugaré con tu cuerpo, le haré lo que quiera, y no podrás resistirte. ¿Me oyes? No podrás hacer nada al respecto. Tu vida me pertenece y será mejor que calles esa boca insolente.

    ¿Lo quería más claro? Pues que le eche agua. Marcus había hablado y su expresión se tornó tan seria como la de un juez maquiavélico en el momento de un fallo judicial. Y, después de todo, Marcus tenía algo de juez. Sobre Ziel, él era la ley suprema. Ese muchacho no podía contra su poder, contra su carácter. No podía luchar ni con un fino cabello de su cabeza. Pero, de repente, la expresión severa en el rostro del vampiro cambió. Una sonrisa en apariencia amable emergió, pero se sabía de antemano que de amable no tenía nada.

    - Oh no, no intento comprarte. ¿Por qué querría comprar algo que ya es mío? Eso sería una estupidez, tal y como todo lo que dices. Ahora, hazme el favor de ingerirlo y déjate de tonterías -musitó, observando con agrado las náuseas que se apoderaban del cuerpo del chico; deleitándose con cada arcada y cada pequeño golpe de su frente contra el suelo. En ese instante, hizo una mueca de asombro, elevando ambas cejas-. Oh, ya sé, quieres que lo mastique por ti, ¿eh? -dijo regocijándose en ello y, de buenas a primeras, mordió el corazón de forma salvaje, salpicando una de las mejillas de Ziel con aquella sangre cazadora. Vio que el muchachito aún tenía las manos atadas. Sonrió-. Si disfrutas de este banquete conmigo, te soltaré y podremos divertirnos un rato juntos. A menos que quieras que me divierta mientras sigues atado -agregó luego mientras la sangre le resbalaba por la comisura de los labios. Acercó al corazón a Ziel otra vez y sujetó el rostro del chico con una mano, apretando sus mejillas-. De todos modos, no te salvarás de probar esta delicia. Vamos, sería una pena que se desperdiciara -siseó lascivamente, mientras acercaba el corazón a su boca y se lo apoyaba contra los labios, efectuando movimiento en sus dedos con una considerable fuerza como para que Ziel deje caer su maxilar inferior. La sangre y la carne tierna comenzaba a filtrarse entre sus diminutos dientes.

    Todo esto había transcurrido mientras Marcus meditaba las últimas palabras dichas por Ziel. ¿Que el Jefe de los cazadores quería derramar la sangre de su Esclavo por su jardín? Por favor, que no le haga reír. Si ese engreído cazador le ponía una sola mano encima a su muchacho, él mismo se encargaría de ponerle ambas manos encima a las personas que apreciaba. Y no sería dócil, claro que no. Se encargaría de disfrutar promiscuamente de cada víctima, hacerlas sufrir lentamente justo antes de asesinarlas ante los propios ojos del Presidente, si fuera necesario. No le costaría mucho saber quiénes eran importantes para ese sujeto. Creía tener una vaga idea de nombres y apellidos. Marcus, al igual que sus hermanos, poseían muchísima información sobre los sujetos de este pueblo. Sería mejor que no intentaran creer que pueden subestimarle, a menos que deseen quedar igual que esos dos cazadores imbéciles.

    Alejó de Ziel el corazón por unos instantes. Lo miró ladeando la cabeza y, esta vez, le abofeteó. La pesada mano de Marcus había quedado marcada en su mejilla rosada por la sangre. Una mueca severa adornaba los labios perfectamente contorneados del vampiro. Acto seguido sujetó a Ziel de la nuca, tirando de su cabello y obligándole a echar la cabeza hacia atrás. Agarró el corazón y volvió a restregarlo contra sus labios, obligándole a sentir su sabor y a querer vomitar en medio de aquella obligación de ingerir el órgano. Marcus se había cabreado otra vez. Realmente pensar en sus últimas palabras le había molestado bastante. No por el hecho de que el cazador quisiera cargarse su Siervo, sino por el hecho de que éste creyera que podría sobornarlo con su sangre.

    - No creas que tu sangre es tan deliciosa como para poder persuadirme con tanta palabrería. Si hicimos un pacto, fue porque quisiste ser mi banco de sangre especial a cambio de que no tocara a esa chica. Que te quede claro algo: tu sangre podría haberla tomado de todos modos aunque este pacto no hubiese sido llevado a cabo. Por lo tanto, no te des tantos aires conmigo. Hoy estoy particularmente algo exasperado, ¿sabes? Y no me apetece que fastidies más. Sólo dame lo que quiero, lo que te pido; sólo satisfáceme como la última vez y no intentes pedir más a cambio. Tu vida no me importa, pero tampoco creas que dejaré que te maten, pues eso significaría que perdería un alimento diario y seguro. Así que calla la puta boca y escúchame con atención -en este momento, la cólera en la voz de Marcus se apaciguó. Suspiró y susurró las próximas palabras-. Come y guarda silencio.

    La sonrisa regresó siniestramente a sus labios.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Vie Feb 15, 2013 8:35 pm

    Levanté la frente del suelo cuando su mirada se clavó, sosteniéndola a la perfección. Sabía de lo que era capaz, no hacía falta que me lo demostrara una vez más. De reojo volví a mirar los dos cadáveres tirados en el suelo, dejando que el aroma a sangre perturbara el aire; perceptible incluso para mí que era un humano. Era repugnante.
    Abrí la boca una vez más para volver a replicar sus hirientes palabras, pero volvería a ser otra vez esa "madre" de la que él hablaba. Lo único que lograría es enfadarlo más. Que en una de esas se atreviera a matarme. Y prefería tener mi corazón entero y dentro de mi cuerpo, o no ser agredido por una farola lanzada por él. Apreté los puños, enervado de la ira que me corroía las venas cuando oí semejante despectivo. El peor de todos. ¿Acaso se había mirado él en un espejo? Ah, claro, pero para él era todo un halago encima. Era lo mejor de todo. Que no tenía suficiente palabrarería como para atacarlo verbalmente y herirlo, al igual que él conseguía hacer con mi orgullo. Tampoco tenía la suficiente fuerza como para vencerlo en un cuerpo a cuerpo, que era otro aspecto que destacar. Menos hablar de que ahora no tenía fuerzas para levantarme casi, que el estómago se retorcía por el asco de ese corazón mientras que el vientre seguía punzante por la patada del cazador; sumándole el quemazón de mi ojo, que él mismo no quería reparar. Por eso estaba bajo sus órdenes, aunque últimamente me las hubiera pasado por el forro del aire fresco, creyendo que "lo tenía todo bajo control".

    No pronuncié palabra, pese a que discrepara de sus palabras. Yo no era el peor de los humanos. Ni tampoco el más despreciable de todos. Simplemente era uno más. Reconozco que me dejé llevar por los sentimientos y la desesperación por querer proteger a Bella, pero eso no quería decir que por ello fuera el humano más despreciable que ocupara la faz de la tierra. Cerré de nuevo los labios, casi al mismo tiempo que él me lo ordenó; escuchando cada palabra de mi Amo. Recibiendo esa regañina y escuchando todo el enfado que tenía. Lo descargaba todo en arañar como podía las cuerdas que atrapaban mis muñecas, de la rabia e impotencia que me daba el escucharlo. ¿Y a este qué mosca le había picado? Normalmente siempre le gustaba más jugar con mi cuerpo, queriendo siempre beber la sangre y luego entretenerse como si fuera un pasatiempo. Pero esta vez lo notaba más tenso de lo normal. Su enfado parecía no tener límites. ¿Todo por los cazadores?
    Temía que en una de esas se lanzara a acabar con mi vida. Antes no. Creía que él sería quién me iba a salvaguardar de los cazadores, aunque ahora mismo dudara de este mismo hecho. Si era así, estaría con una mano delante y otra detrás. Sin escolta ni protección frente a Nokku y los suyos. Y tampoco frente a Marcus y su "familia". Un verdadero aislado entre ambos bandos, en todo el frente del percal.

    Tampoco contesté a su pregunta cuando la formuló. No, no quería que lo masticara por mí. Seguía teniendo la intención de no probar bocado de aquella asquerosidad. Ladeé la cabeza por el asco que me producía que la sangre de ese corazón salpicara mi cara. Limpié la comisura de mis labios con el hombro una vez más. Lo miré, clavando su mirada en la mía. Mi ojo derecho, chivato de mis pensamientos y emociones interiores, afiló su pupila para mirar a su dueño con el aire sagaz que éste mismo tenía. Pero finalmente las palabras se amontonaron en mi garganta, soltando algunas de las que se peleaban por salir de mi boca.


    - No creo que tenga el mismo sentido de la diversión que tú. - Dije, arrugando la nariz por volver a mirar el corazón. Pero no bajé la cabeza, había adquirido suficiente orgullo como para no hacerlo ahora. ¿Delicia, un corazón? No pude evitar sonreír cuando tomó mis mejillas. Cuando se ponía posesivo, no había quién le ganara, ahí le daba la razón. Provocado por su mano, mi boca se abrió en una especie de mueca de dolor. Lo suficiente como para que la carne de ese corazón rozara mis dientes y pudiera llegar a rozarlo con la lengua. Las arcadas volvieron otra vez como una ola de siete metros. El olor fúnebre del corazón llegaba a mi nariz, dándome más náuseas.
    Tomé aire por la boca, manteniendo esa posición unos segundos más. Cerré los ojos, aguantando las náuseas y los vómitos por tener el corazón en mi boca; cuando volví a subir el maxilar y tocar con los dientes aquella sangrienta carne llena de todo pecado. Raspándola hasta partir un trozo lleno de asco y desprecio. Su sabor era más que desagradable. Pero no me demoré mucho en tragarlo. No pensaba deleitarme con ese putrefacto sabor. Agaché la cabeza del asco, debatiéndome entre vomitarlo o asimilar la carne. Las arcadas volvieron a mí, y las ganas de vomitar hicieron que tosiera la sangre del corazón al suelo. Mi propio corazón se acceleró, como la respiración. El aire que inspiraba lo hacía todo por la boca, intentando limpiar el sabor con el aire que entraba. Escupí saliva para conseguir evitar vomitar, decorada de ese tono carmesí.

    La frente se empapó de sudor por el esfuerzo y el malestar. Miré a Marcus casi desafiante, con el ojo derecho iluminado a pesar de que una farola hubiera sido arrancada. Bien, ya lo había hecho. ¿Qué más quería? ¿Partirme el alma? Pues venga, adelante. Que hiciera lo que quisiera con mi cuerpo, como bien había dicho antes, pero no quería volver a probar ese corazón. Su mano en cambio surcó mi cara llena de sorpresa tras el bofetón. Me quedé con la cara en esa posición, intentando encontrar la razón por la que me abofeteó. Eran tantas, que casi decidí dejarlo pasar. Como si fuera un perro, agarró mi cabello, obligando a mi cabeza a retroceder. Alcé la mirada, lamiendo la comisura de mis labios donde anteriormente había sido golpeado también, quitando un diminuto hilo de sangre que nacía. Sonreí tras esto, aunque se torció el gesto cuando el olor del corazón volvió a mi nariz.
    La carne putrefacta volvió a ser puesta sobre mis labios. Otra vez las ganas de vomitar afloraron en mi estómago retrocido. Mientras escuchaba sus palabras, volví a morder el órgano de mis labios. Cerré los ojos de nuevo, intentando calmar la respiración agitada y el accelerado bombeo del corazón, preso por la coherencia y no por la obligación de Marcus. Tragué nada mas lo partí con los dientes. Nuevamente la sangre ocupaba mi saliva y no me quedó más remedio que escupir el color carmín, para quitar todo sabor metálico de mi boca. Mis labios fueron teñidos de la sangre depredadora, como la vez que probé mi propia sangre de sus labios.

    Las arcadas se hicieron paso por mi boca, aún sujeta por su mano por el pelo. Abría la boca, como si estuviera hiperventilando, comido por la repugnancia y el asco de ingerir el corazón. Tenía que vomitarlo, sacarlo de mi estómago lo antes posible. Y aunque por otra parte intentaba lo contrario, el ácido cubrió mi garganta en un ahogue de evitar vomitar. También fue que favoreció que mi cabeza estuviera echada hacia atrás, el que impidiera que no pudiera vomitar. Seguramente lo habría hecho si no hubiera sido por su mano. Volví a escupir a un lado la bilis que me llegaba a la boca; clavando de nuevo los ojos en los suyos fervientes de ira.

    -Debería entonces dejar que te maten y colaborar con los cazadores en su caza, en vez de estar creyendo que podías cambiar y evitar que te maten el primero. Mira, tal vez con eso podría buscarme así otro Amo que realmente aprecie el valor de mi sangre. - Puesto que para él simplemente era "un alimento diario". Pese a que estuviera siempre haciendo pequeñas bromas con Bella sobre el trato tan lascivo de Marcus, que él me protegería, que apaciguaría mi dolor... Y una mierda. Solamente era su desayuno, comida o cena. Para él ni si quiera llegaba a tener sentimientos como persona humana. Era todo un objeto para su persona. De todas maneras, ya había aprendido la lección de todo esto, al igual que de haber tenido un Amo. Zanjaba así todas las ganas de tener otro. No quería más actos lascivos, ni repugnantes, ni maltratos. Yo, Ziel Carphatia, tenía sentimientos, pensamientos, emociones puramente humanas; que no dejaría que volvieran a pisotear. Volvería a ser libre como lo era antes y poder estar tranquilo al lado de Bella. Sí, tal vez debía sacarme de la cabeza tanto pájaro de que Marcus podía llegar a no ser tan cruel y despiadado como parecía ser; sino ayudar a los cazadores para que acabaran con su existencia.
    Algún día Marcus, seré la causa de tu verdadero fin; pensé mentalmente mirándolo. Cuando hicimos el pacto, uno o los dos, estábamos condenados a morir. Y no pensaba rendirme tan fácilmente.

    Giré la cabeza bruscamente para que soltara mi pelo, estirando el cuello hasta llegar al corazón nuevamente. Posé los labios sobre él, mentalizándome de que era eso y no volver a ver a Bella, o callar la boca otra vez e ingerirlo como si fuera un bollo de carne. Logré tranquilizar un poco el nerviosismo de mis sentidos, para volver a cerrar los ojos y morder con rabia el corazón. Agaché la cabeza, creyendo que lo sacaría de mi boca por gravedad; pero no fue el caso. Nuevamente tragué la carne, echando la cabeza hacia atrás para que también la sangre pasara hacia el esófago. No quería tener ese amargo sabor a muerte en mi boca. Abrí los labios, volviendo a introducir el aire por la boca, debatiéndome entre las náuseas, el asco y los vómitos que me inundaban.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Vie Feb 15, 2013 11:30 pm

    La furia estaba siendo contenida en el cuerpo de Marcus todo lo que él podía permitir. Sabía que si soltaba todo el veneno que llevaba dentro, mataría a Ziel violentamente, entre golpes, heridas y desangramiento. Tenía tanta rabia, tanta bronca. Poseía una violencia desmesurada ahora mismo y no sabía cómo continuar conteniéndola. Tampoco es que supierta exactamente a qué se debía. ¿Sed, acaso? ¿O sería una lucha intensa por apaciguar esa parte de él que quiere volver el tiempo atrás y salvar el pasado? Inútil, todo era inútil. Cada pensamiento, cada anhelo. Lo había aprendido con el tiempo y cada día estaba más seguro de que no valía la pena permitir que la melancolía se apodere de sus instintos. Él disfrutaba siendo así. Disfrutaba matando, violando, robando cada suspiro de vida latente. Esa era su naturaleza. Así sería siempre. Ya nada importaba, sólo él y su egoísmo.

    Cada gesto de Ziel le generaba un calor interno que no sabía a qué se debía con exactitud. No podía identificar si era envidia, odio, pasión o deseo. Sentía que sus manos querían apoderarse de aquel diminuto cuerpo y mancillarlo de todas las formas posibles. Ya no podía contener eso que sentía dentro. Esa atracción demencial y poderosa. Quería despedazar cada parte de su cuerpo, cada órgano y por qué no comerse su corazón también. Seguramente sería pequeño, pero de gran sabor. Ante tales pensamientos, Marcus tensó los músculos de su cuerpo. Lo tenía allí, inválido, frente a él. Nada podía hacer. Era una desgraciada víctima a punto de ser azotada por un desgraciado captor. ¿Desgraciado? No, infinitamente miserable y solo. Pero justamente por eso, necesitaba ver a alguien más miserable que él. Necesitaba nutrirse de aquella esencia fructífera que nacía de los corazones más nobles. Necesitaba nutrirse de esa sangre inocente para envenenarla desde lo más hondo.

    Ziel amenazaba con despedir cada bocado de corazón que ingería. Marcus, con su agarre seco y firme, continuaba hostigándole para que comiera. El vampiro, mientras veía aquel sufrimiento en el chico, apretaba la mandíbula con fuerza, haciendo rechinar sus colmillos. Un fino sonido fue emitido a través de ellos. Los ojos del depredador, más abiertos y lúcidos que nunca, reflejaban un sufrimiento eterno oculto dentro. Respiraba agitadamente, aunque no necesitase del oxígeno para vivir. Su muerto corazón, ahora acelerado por extraños factores, pedían sangre, descontrol y destrucción. Necesitaba saciarse, calmarse, en todos los malditos sentidos en que alguien puede tranquilizarse para regresar a tu temple normal. En el caso de Marcus, necestiaba regresar a esa actitud fría y burlona de siempre, acompañada de los vestigios de sadismo que tan bien le caracterizaban.

    Las palabras de Ziel le provocaron ganas de golparlo y herirlo una y otra vez. Emitió un gruñido extremadamente gutural y tiró del cabello del chico, arrojándolo completamente al suelo tras soltarlo luego de implementar gran fuerza en ello. Se puso de pie, con el corazón en la mano tras alejarlo de la boca del muchacho. Volvió a gruñir, como una verdadera bestia furiosa. Sus ojos estallaban en cólera. Rojos como un mar de sangre, se extendían a lo largo del cuerpo del humano. Si lo golpeaba con las ganas de hacerlo que tenía, lo mataría. Lo mataría en ese mismo instante, pero...

    Se aproximó a él con una velocidad que jamás podría predecir. La sangre y los huesos peligraban. Ziel, que aún estaba amarrado por las manos detrás de su espalda, no podría defenderse de Marcus. De por sí, no podría defenderse nunca, pero menos en ese estado. Ahora yacía en el suelo y Marcus se estaba lanzando sobre él. Lo elevó del cuello y esta vez comenzó a pegarle con el puño cerrado. La primera vez había tenido piedad y le propinó una "simple" cachetada. Pero esta vez no. Marcus no era de aquellos que iban por la vida dando golpes de marica. Primero en el rostro, una, dos, tres veces. Luego le pegó una patada en el estómago, desplazándolo lejos. Marcus respiraba esporádicamente, exhaltado, enervado. Gritó con furia y caminó hasta Ziel nuevamente. Lo sujetó de la ropa y lo arrastró por el suelo a gran velocidad, hasta sumergirse en la oscuridad de otro callejón más fúnebre.

    - ¡He dicho que te calles, maldita sea! -gritó completamente fuera de sí-. No me conoces, no hables de mí como si pudieses persuadirme. ¡Ya te lo he dicho! ¡No juegues conmigo! -gritó luego, frente al rostro de Ziel. Giró su cuerpo y se pasó una mano por el cabello. Qué estaba sucediendo. Sus ojos brillaban cristalinamente tras el carmesí furioso. El aroma tentador de la sangre de Ziel llegaba hasta él seduciéndolo con demencia infernal y divina al mismo tiempo.

    - Voy a matarte. Voy a matarte ahora mismo porque eso has estado buscando desde un principio -se acercó a él nuevamente-. ¡¿No es cierto?! -gritó con todas las fuerzas necesarias para que aquello se oyera lo suficientemente alto. De repente, sonrió de forma ladina, pareciendo cambiar de opinión-. No, mejor no. Mejor voy a abusar de ti hasta que rías. Voy a aprovecharme de ti hasta el último segundo, y luego sí te mataré. Aunque dejarte vivir con la humillación gravada en tu piel me parece infinitamente más divertido -rugió entre dientes, mientras un ligero temblor permanecía en su barbilla.

    Fue entonces cuando se arrojó sobre Ziel otra vez, pero no eran golpes los que iba a propinarle. Se puso encima del chico magullado, que aún permanecía imposibilitado de utilizar sus manos, y colocó las rodillas a ambos lados de su cuerpo. Obligó a Ziel a mirarle a los ojos por un instante, justo antes de rasgar su sudadera con el simple movimiento de una mano. Sacó a relucir sus colmillos y comenzó a clavarlos en su pecho y abdomen sin cesar, dejando la marca de innumerables mordidas. La sangre emanaba de cada herida y Marcus, en el gesto más perverso, comenzó a lamer la dulce piel. Con su lengua, ascendió hasta la base de su cuello y mordió allí de nuevo. Se separó un poco de Ziel para mirarlo a la cara otra vez. La imagen de Marcus que vería Ziel sería algo que jamás hubiese imaginado. Realmente su maldad no tenía límites. La única forma de frenar aquellos instintos salvajes y demenciales sería acabando con su vida, cosa muy difícil por cierto.

    Ya no había escapatoria; nunca la hubo. Dominado por sus deseos, estaba decidido a tomarlo todo de Ziel. Estaba decidido a tomarlo todo... hasta la muerte.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Sáb Feb 16, 2013 12:38 am

    Sin poder saber si vomitaría o no el siguiente pedazo, paraba. Volví a pegar varias veces la frente contra el suelo, buscando contenerme de no echar allí hasta la primera papilla. El ácido se repetía en la garganta una y otra vez, con las ganas contenidas. Tomé aire durante un rato, intentando calmarme. Mientras Marcus seguía con el corazón en alza, seguramente esperando por otro bocado por mi parte. No podía hacerlo más. No podía. En mi conciencia se repetía todo el tiempo "es un corazón", "es un corazón"; sacando la coherencia de mis actos. No, yo no era ningún caníval ni nada por el estilo. Tenía que encontrar el equilibrio para poder obedecer a Marcus, pero hacer callar también a la golpeadora conciencia de mi cabeza.

    Oyendo el rechine de sus colmillos, volví a alzar la cabeza. Limpié con el hombro parte del sudor de mi frente, provocado por la lucha de no vomitar delante de ambos, en aquella deprimente escena. Tragué saliva, respirando hondo para volver a mirar el corazón que sostenía. Lo miré, esperando que dijera un "es suficiente", o que frenara mi cabeza antes de que volviera a morderlo. Acerqué mi rostro de nuevo al corazón, siguiendo sus anteriores instrucciones. Pero otra vez las ganas de vomitar cedieron a mi cuerpo humano. Doblé de nuevo mi cuerpo, en dirección a las rodillas dobladas. Empecé a toser sin poder contenerme, contagiado por el asco y lo repugnante que me era aquello; dejando que la saliva cayera al suelo. Las náuseas parecían estar a cada inspiración de ese olor putrefacto que emitía el órgano. Venían atados, y por esa misma causa, no me veía capaz de volver a morder de nuevo. Apreté los dientes, mientras mis manos seguían intentando zafarse de las cuerdas; haciéndome daño del roce en las muñecas.
    Me sentía observado completamente por mi Amo. Factor fundamental para que volviera a alzar la cabeza para mirarlo. Me faltaba un "Sí, Amo", para que se viera que era un buen Siervo. Puede que soltara demasiada palabrarería, en cambio, conocía mi lugar. Aunque había veces que tenían que recordarme mi posición en esto. Abrí la boca de nuevo, acercando mis labios al corazón; emitiendo un pequeño quejido. Mordí de nuevo, tragando de inmediato, al igual que las otras veces. De nuevo, las ganas de vomitar volvían a cada pedazo que ingería. Parecía ser una lucha interna constante que Marcus parecía estar disfrutando a la perfección. Podía escuchar su fuerte respiración, seguramente provocada por la ansiante espera a que decidiera terminar de morder el órgano.

    Frente a su gruñido, volví a mirarle entre una mezcla entre miedo, rabia y una pizca de curiosidad. No entendía para nada el comportamiento que estaba teniendo hoy Marcus. Tal vez habría tenido alguna discusión con su Padre o con alguno de sus hermanos. A saber. Y claro, al final era yo el último mono con el que podía descargarse. Ladeé la cabeza, volviendo a pasar el hombro por mi frente, limpiando el sudor frío.
    Él volvió a agarrar mi pelo con rudeza, alzando un poco las rodillas incluso de la fuerza. Retiré hacia atrás la cabeza, mirándolo a los ojos; todavía con el ojo derecho afilado como un cuchillo. Esperaba que volviera a hacer lo mismo de antes, poner el corazón en mi boca y deleitarse del asco que me producía comer el corazón. Pero para mi sorpresa, encontré con la mejilla el suelo tras la suelta de mi cabello. Cerré los ojos suspirando, intentando calmarme tanto en náuseas y vómitos, como mentalmente. Estaba al borde de la ira, de gritarle todo lo que pudiera y quién sabe que otra locura. Estaba harto del trato de hoy, de cómo estaba tratándome como un maldito perro. Puede que incluso los perros tuvieran mejor trato del que me estaba dando hoy.

    El sabor metálico de la sangre volvió a inundar mis papilas gustativas. Escupí la saliva, mirando de reojo a Marcus. Moví las piernas, intentando levantarme antes de que él se avalanzara. Pero no fueron demasiado rápidas frente a su velocidad incomparable. Otra vez mi cuello quedó preso, siendo esta vez levantado del suelo. Ahogué sonidos en la garganta, moviendo las piernas. Me estaba ahogando bajo la presión de su mano. A este paso acabaría con mi vida. No espera, ¿sería acaso eso lo que buscaba? ¿Matarme? Mi cuerpo quedó preso del pánico otra vez. No, le prometí a Bella que volvería. No podía dejar que todo se acabara de esta. Quería volver a abrazarla, a besarla, a rozar su piel fría de nuevo. Este no dejaría que fuera mi fatal destino. Moví las piernas, intentando alzarme lo suficiente como para que no fuera tanto el ahogamiento. Mi garganta seguía emitiendo sonidos provocados por el dolor y la falta de aire de mis pulmones. La vista incluso se me nubló.
    Algo doloroso cruzó mi cara un instante. Y cuando mis ojos fueron lo suficientemente rápidos en el siguiente movimiento, fueron capaces de captar el puño de Marcus, dirigiéndose otra vez contra mi rostro en un violento puñetazo. Así recibí varios, no llegué a contarlos, la verdad. Y tras eso, otra nueva patada sembraba el dolor inaguantable en mi estómago, dejando mi cuerpo a unos metros del suyo. Las piernas dejaron de intentar zafarse de mi captor o intentar alzar el resto de mi cuerpo; entumecidas por el golpe, al igual que el resto. En los labios se acumuló un pequeño aglutine de sangre que no lograba diferenciar: mía o del corazón. Pero sin duda conservaban ese sabor metálico.

    Tenía un ojo medio abierto por los puñetazos, y el otro abierto completamente. No podía moverme del dolor. Esta vez sí que se había pasado. Giré mi cuerpo como me fue posible, quedando bocarriba para dejar libre mis pulmones. Tomé aire desenfrenadamente, tanto como podía. Cerré los ojos, apretando la mandíbula dolorido. Una vez los volví a abrir, empezó a arrastrarme como si fuera un simple saco de hortalizas. Lo miraba sin hallar respuesta. ¿Por qué estaba haciendo eso? Era todo demasiado contradictorio. Primero me dice que me coma el corazón para poder beber mi sangre y ahora empieza a golpearme igual que los cazadores. No entendía nada en absoluto. Cerré de nuevo los ojos frente a sus gritos, casi sin poder pronunciar una palabra por el dolor que llegaba de mi vientre.
    - Ma... Marcus... - Musité inaudiblemente abriéndolos, cuando él estuvo cerca de mi rostro. En sus ojos pude llegar a ver la desesperación que a veces también me inundaba, o al menos quise creer que todos sus actos se debían por una razón. Quería creerlo así. Puede que el Director Cross hubiera llenado de paja toda mi cabeza con eso de la coexistencia entre vampiros y humanos. Por eso un trozo de mi conciencia quería llegar a comprenderlo, con el fin de evitarme y ahorrarme más de un golpe.

    -No lo es... Te equivocaste... de cordero. - No, jamás había dicho que quería morir. Jamás había hecho aquel pacto con dicho fin. Jamás. En las otras veces había estado al borde del abismo y había demostrado que tenía más razones de vivir que de dejar mi cuerpo a la eternidad. Estaba ella, Bella. Era era la razón más sustancial de seguir con vida. Por eso era un cordero rebelde, el negro del rebaño. El que había hecho el pacto con la misma muerte para salvar a otra oveja; el mismo que se aferraba a la vida más que a nada. No, yo no quería morir. Ni esa noche, ni la siguiente. Me daba igual cuantas veces golpeara mi cuerpo, volvería. Como el fénix, de sus cenizas.
    Mi cuerpo volvió a ser lanzado como si fuera un muñeco. Arqueé la espalda en el suelo, por el dolor del golpe. Nada comparable con el de mi rostro o el de mi estómago, ahora mismo. Él volvió a abalanzarse y el terror volvió a cubrir cada milímetro de mi piel. El vello de mi nuca se erizó, sin saber cual sería su siguiente movimiento. Lo miré, casi esperando que terminara su tortura por hoy. Aunque mis peticiones no fueron aceptadas por sus ojos sedientos. Doblé una rodilla preparado por si terminaba por golpearlo, apretando la mandíbula para ejectura ese movimiento, soportando el dolor de mi abdomen. Sin embargo, mi cuerpo fue más lento una vez más. Sus colmillos se clavaron en mi cuerpo en varias ocasiones, cerrando los ojos y arqueando la espalda del dolor de sentir las punzadas en algunas zonas más sensibles, como la clavícula. Emití algún sonido dolorido, retorciendo las piernas, intentando apartarlo con estas.

    Cuando mordió finalmente mi cuello, casi me sentí aliviado. Como si en alguna parte supiera que ya había terminado. No sabía qué haría después, si llevarme consigo, desplazar mi cuerpo a otro lado, o matarme finalmente. Si la última opción era la válida...
    - Dila... que siento... romper... nuestra promesa. Por favor... - Susurré casi ido por el anestesiante dolor, la falta de sangre y la falta de fuerzas. No... Bella, perdóname una vez más por fallar nuestra promesa. Yo iba a volver pero... no me sentía con fuerzas apenas. Bajé las piernas, relajando mi cuerpo para que tomara mi vida del todo si era lo que estaba buscando desde el principio de la noche. - Sé feliz. - Sonreí a Marcus, mirándolo a los ojos. Hacía rato que había dejado de intentar romper las cuerdas de mis muñecas, dejado de que la ira llenara mi cuerpo. Lo miraba con sinceridad a los ojos, sin rencor. Sí, había aceptado cuál era mi lugar. Cerré los ojos una vez más, esperando tal vez, su toque final.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Sáb Feb 16, 2013 4:25 pm


    Caminaba rápida, silenciosa entre la sombra que las calles me proporcionaban. Logré salir de la casa de Kasha sin ser vista por aquellos cazadores. Me sentía como una fugitiva, pero si me hubieran visto, sabrían hacia donde me dirigía y eso traería muchos problemas. Quería resolver esto por mi cuenta, no quería que nadie más saliera herido por mi culpa, y menos por ese bicho, no sabía si estaba preparada o no en ese momento, solamente lo que quería saber era si Ziel estaba "bien" con él, con ese depravado vampiro. Nunca había visto algo parecido, algo que fuera tan malvado con ellos, como eso a lo que llaman "familia". Solamente y por desgracia al único que conocí con aquellas características era a mi padre, y no se le podía comprar con ellos ni mucho menos. Estos eran más fuertes, pero tienen que tener alguna debilidad y creo saber cual puede ser la de Marcus.

    Me paré en seco en una de las calles, olí un fuerte olor a sangre y mucho ruido. Mi cuerpo se tensó, era la sangre de Ziel, mezclada con otros olores a sangre y la presencia de Marcus se apreciaba a kilómetros. Me subí a uno de los tejados sin hacer ruido, sin dar una señal de mi existencia por allí. No estaría del todo preparada ni sería tan buena como Nokku, pero para esto estuve tres meses fuera, para saber defenderme, para saber pelear yo sola sin tener que preocupar a nadie. Además, Nokku aquella vez vio algo que yo no sabía que tenía, ni siquiera sabía como controlarlo, solo salió de mí esa vez y no he vuelto a reaccionar de aquella manera que me enseñó. Asi que puede que esta vez tenga algo de suerte, y pueda hacer algo a mi favor y para los demás, por el bien de Ziel.

    Recorrí el tejado en silenció, agazapada, y allí los ví. Contuve las ganas que tenía de gritar. Era una escena de lo más horrible. ¿Cómo puede existir un ser tan despreciable? Los cuerpos de dos cazadores se hallaban inertes, y uno de ellos con un agujero en el pecho, el olor a sangre era demasiado fuerte para mi gusto.
    Miré el cuerpo de Ziel en el suelo, con múltiples mordidas, golpeado por Marcus. Escuché sus últimas palabras. No. No le dejaría morir. No le dejaría morir a manos de Marcus, ni mucho menos. Cada vez que miraba sus heridas, la rabia me consumía por dentro. No se merecía eso para nada, y todo esto es por mi culpa. Simplemente por mi culpa. Por dejar que Ziel hacer aquello. Por dejarle irse de casa. Por no protegerle como es debido. Pero ahora no podía dar marcha atrás, ahora era yo la que tenía que dar mi vida por él, le iba a salvar cueste lo que cueste.

    Apreté los dientes, agazapandome preparada para saltar, y las ganas que tenía de matar a Marcus iban aumentando cada vez que golpeaba a Ziel. No debía de precipitarme pero no podía esperar más tiempo. Salté con gran velocidad hacia Marcus empujándole con tal fuerza que le aprisioné contra la pared. Basta... Le dije mirándole a los ojos. El iris comenzó a cambiar de color hacia un color rojo oscuro y mi cuerpo comenzaba a aumentar su fuerza por una extraña razón que en ese momento desconocía. Apreté con más fuerza su cuello mirándole con asco. Cree un círculo de llamas que nos rodeaba a ambos. Sabía que eso no le frenaría pero si limitaría el área de sus movimientos y así le apartaría de Ziel. Además, lo que él no sabía es que me había traído un regalito.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Dom Feb 17, 2013 2:18 am

    La sangre resbalaba por el interior de su garganta. Era cálida y dulce. Mordió a Ziel unas cuantas veces más. Primero en el pecho, luego en el abdomen, hasta proseguir en el cuello. Allí se detuvo un rato, extrayendo su líquido vital. Lo más curioso y peligroso es que ni eso lograba calmarle. Marcus estaba completamente fuera de control. Se encontraba furioso, extasiado, rencoroso y despechado. Odiaba al mundo más que nunca. Odiaba la despreciable y efímera vida humana. Odiaba su insignificante inmortalidad. Odiaba a Ziel. Odiaba a Bella. Odiaba a cada ser sobre la faz de la tierra. Si tan sólo estuviera Padre para darle alguna señal, algún signo de esperanza; si tan sólo estuvieran sus palabras para animarle a seguir luchando por este objetivo. Pero ya era tarde. Lo único que lograría saciarlo por completo sería la muerte de cada persona de este maldito pueblo de mierda.

    Echó la cabeza hacia atrás mientras tragaba sonoramente la sangre brillante. Cerró los ojos un momento, y cuando volvió a abrirlos, estos estaban completamente refulgentes. Miró a Ziel otra vez. Escuchó sus palabras. Leía la súplica en sus ojos. Apretó los dientes, dejó ver sus colmillos completamente ensangrentados. Quería más. Quería todo de él. Lo tomaría hasta el último aliento. Esta situación no daba para más y si ese niño creía que iba a persuadirle haciéndole creer que su existencia peligraba y que los cazadores querían cazarlo al igual que cazan un vampiro, estaba equivocado. Antes que él intentase convencerlo de algún "salvataje" inesperado a su frágil humanidad, Marcus realizaría dicho salvataje a su manera. Le extraería la vida él mismo. Nadie le quitaría a Ziel. Nadie lo alejaría de él.

    - Tú me perteneces... ¡Tú eres mío, maldita sea! -gritó con todas sus fuerzas. Golpeó el suelo al lado del rostro magullado del muchacho, mientras dejaba la vista perdida en algún punto del gris cemento. En ese momento, miró a Ziel de reojo, hasta clavar lentamente la mirada en él. ¿Qué era lo que había dicho? ¿Sé feliz? ¿Acaso era otro mensaje para su noviecita? No, él no daría ningún mensaje. No lo necesitaba, pues ella ya estaba aquí. Con un brillo cristalino tras los ojos sedientos, Marcus cerró sus párpados. La esperanza y la desesperación luchaban en su interior como dos caras de la misma moneda. Tragó saliva -o sangre- y no volvió a mirar a Ziel a los ojos. Apretó sus manos en dos puños, y esperó el impacto.

    Bella lo apartó del joven, tal como creía. Tal como esperaba. No sabía por qué, pero quería alejarse. Temía que si no lo hacía, aquello acabaría terriblemente mal. Creía que podría calmarse ahora, pero... ¿Cómo calmarse cuando tienes al enemigo aprisionando tu cuerpo? Marcus miró a Bella a los ojos. Un mínimo destello del hombre noble que solía hacer quiso huir del interior de la bestia que era ahora. Pero aquella expresión perpleja y suplicante desapareció en cuestión de milésimas de segundos. En su lugar, una sonrisa perversa y socarrona emergió. Miró a Bella fijamente, con el brillo sagaz en los iris inyectados de sangre. Bajó la mirada por todo el cuerpo de la chica y sintió cómo su fuerza era ejercida contra él. Volvió su mirada a sus ojos y se relamió. Ella los había encerrado en un círculo de fuego. No está nada mal. Podrían divertirse con algo de... "privacidad". Aunque francamente preferiría que Ziel lo presenciara.

    Ante aquel "basta" que emitió la joven vampiresa, Marcus quiso reirse en su cara. De hecho, lo hizo. Y, acto seguido, en un ágil movimiento, capturó una de las manos de la chica -la que aprisionaba su cuello- y la hizo a un lado.
    - Él no quiere que te haga daño -musitó serenamente-, pero no creo que acariciarte un poco sea hacerte daño -agregó lascivamente, observando su cuerpo otra vez. Acercó con gran rapidez su rostro al de ella, su boca a la de ella, y la besó. La atrapó por la cintura, reteniéndola contra sí, mientras con la otra mano aferraba su nuca. Sus labios fríos contra los labios fríos de ella, comenzarían a danzar en pocos segundos. Marcus se abría paso lentamente entre sus carnosos labios de fuego. La sangre de Ziel unía aquel beso. ¿No es romántico?

    Se alejó de ella mínimamente. Lo suficiente para girar el rostro y ver a Ziel a través de las llamas. Se relamió y miró a Bella fijamente a los ojos. Aquel mirar transmitía lujuria y perversión. Creía que podría jugar así con ambos, con Ziel y con ella. Pero ahora le apetecía probar un poco más ese cuerpo vampírico tallado por los mejores escultores de Roma. Sus cabellos rojos le parecían, sencillamente, excitantes.

    - ¿No es deliciosa la sangre de tu "amado"? -dijo con sorna. Giró el rostro y miró a Ziel fijamente-. ¿Qué dices, joven Ziel? ¿Te gustó el espectáculo? Ah, no me digas, quieres más. Lo sabía, eres un pequeño pervertido e insaciable... como yo -murmuró esta vez mostrando los colmillos. Sus palabras sonaban viciosas y depravadas-. Pensaba que podríamos disfrutar este cuerpo entre ambos... -miró a Bella profanamente-. Pero viéndolo bien, creo que primero lo probaré yo -siseó volviendo su vista hacia Ziel. Una sonrisa maliciosa, corrompida, fue dedicada al débil humano. Acto seguido, sujetó a Bella con firmeza y volvió a besarla, pero esta vez la obligó a caer al suelo, debido al peso de su cuerpo, que era mucho más grande que el de ella. Sujetó sus manos y trabó sus piernas con las suyas. Si la chica querría huir a tiempo, necesitaría mucho coraje y mucha fuerza de voluntad. Necesitaría mucho poder, el cual era evidente que no poseía. Comenzó a besar sus labios, su mejilla, su mentón, su cuello...
    - Tranquila, te gustará -siseó, obsceno e impúdico. Era un acto meramente perverso. Sólo disfrutaba de imaginar el rostro del muchacho en ese momento. Podría sentir, ahora, lo mismo que él sintió cuando esos cazadores pretendieron arrebatarle su presa. Podría sentir, en ese instante, lo que Marcus sintió cuando él le relataba lo que el Líder de la Asociación quería hacer con su sangre.

    ¿Qué se siente al presenciar que roban lo que te pertenece, joven Ziel?
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