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Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
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Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
La localización de esta guarida es imposible de encontrar.
Solo se puede acceder a ella si Evan Darkness da permiso para ello.
Todo el que entre y salga de la misma no podrá recordar la ubicación del lugar debido a la energía que está expuesta en el lugar.
Solo se puede acceder a ella si Evan Darkness da permiso para ello.
Todo el que entre y salga de la misma no podrá recordar la ubicación del lugar debido a la energía que está expuesta en el lugar.
- Katrina Darent
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Localización : Si no estoy muerta aun.... en cualquier parte
Empleo /Ocio : Lider del Consejo de Ancianos.
Humor : Cambiante
Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
Aaah si... mi nuevo hogar. Era perfecto. Ahora podré realizar mis planes con más seguridad. La guarida de Taito no era adecuada para mis planes, ni siquiera podía ocultarla y cualquiera podía entrar como si nada.
La puerta a guarida estaba en la pared de una pequeña montaña, pero no era una puerta normal. Se trataba de un portal de la oscuridad. MI energía contacto con el portal y este se abrió para que entrara en el.
Al entrar, me adentré en una sala más o menos circular completamente rocosa y oscura. Chasqué los dedos y unas llamas blancas surgieron en el espacio y la sala se ilumino un poco.
Poco a poco iba viendo como iba a quedar mi salón de la oscuridad. Ahí pondré una butaca con una mesa de té, ahí un banco de trabajo, tal vez ahí ponga unas celdas y unas cadenas para mis conejillos de indias y ahí... jejeje...
Tenía claro lo que iba a hacer y solo era cuestión de tiempo que lo dominara todo con ello.
Recordé al rato que ahora tocaba la fiesta de navidad. Será el momento perfecto para comentar a todos mis planes y decir que ya no soy de esa estúpida academia Cross. Tendría que ponerme elegante y tal. Supongo que las armas no iban a ser... adecuadas para la fiesta. Cogí mi katana y mis dos pistolas y las tiré al suelo. Era hora de demostrar quien era el rey de las fiestas. Abrí de nuevo el portal oscuro y salí de mi guarida.
La puerta a guarida estaba en la pared de una pequeña montaña, pero no era una puerta normal. Se trataba de un portal de la oscuridad. MI energía contacto con el portal y este se abrió para que entrara en el.
Al entrar, me adentré en una sala más o menos circular completamente rocosa y oscura. Chasqué los dedos y unas llamas blancas surgieron en el espacio y la sala se ilumino un poco.
Poco a poco iba viendo como iba a quedar mi salón de la oscuridad. Ahí pondré una butaca con una mesa de té, ahí un banco de trabajo, tal vez ahí ponga unas celdas y unas cadenas para mis conejillos de indias y ahí... jejeje...
Tenía claro lo que iba a hacer y solo era cuestión de tiempo que lo dominara todo con ello.
Recordé al rato que ahora tocaba la fiesta de navidad. Será el momento perfecto para comentar a todos mis planes y decir que ya no soy de esa estúpida academia Cross. Tendría que ponerme elegante y tal. Supongo que las armas no iban a ser... adecuadas para la fiesta. Cogí mi katana y mis dos pistolas y las tiré al suelo. Era hora de demostrar quien era el rey de las fiestas. Abrí de nuevo el portal oscuro y salí de mi guarida.
- Evan Darkness
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Localización : Escondido en la oscuridad eterna del infierno
Empleo /Ocio : Sin ocupación
Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
Volví al fin de esa estúpida fiesta, aunque no tenía mucho de fiesta.... Volví con las manos vacías y pero sabía con qué llenármelas y el objetivo era Fraiah. En otro momento, me encargaría de ella.
Ahora debía olvidarme de todo eso. Iba a divertirme con mi nueva guarida. Iba a amueblar mi "casita" con todo lo necesario. Unos asientos cómodos con una mesita guay. Un banco de trabajo allí... y poco a poco, la cueva oscura comenzaba a ser más acogedora, con un poco de luz y demás necesidades, pues los muebles y todo comenzó a emanar del aire como a mi se me antojara.
Al poco, encontré mis armas por el suelo. Las dos pistolas y mi espada. Me costó admitirlo, pero eran pura basura. Armas de humano... vaya mierda.... Extendí mi mano y una onda de energía morada se las tragó y desparecieron rápidamente.
-Pues ahora estoy sin armas...-dije un poco triste.-Pues habrá que hacerse unas nuevas.
Fui a mi banco de trabajo nuevecito. Estaba impoluto, con sus herramientas y todo lo necesario para mis nuevas armas. Coloqué en la mesa una esencia de oscuridad, que se trataba de una esfera negra del tamaño de una pelota. Metí las manos en ella y empecé a trabajar. Mis manos se mezclaban con la oscuridad, que esta vez se representaba como un líquido parecido al agua.
Tras estar así unos cuarenta minutos, saqué de la esfera oscura dos espadas. Una completamente negra y otra con el mango blanco y azul y su hoja reluciente como el acero recién sacado del horno. Eran como mi espalda de largas y ambas eran filos rectos, sin curvas como las katanas. Sonreí ante mis nuevas armas. Ahora iba bien armado.
Ahora debía olvidarme de todo eso. Iba a divertirme con mi nueva guarida. Iba a amueblar mi "casita" con todo lo necesario. Unos asientos cómodos con una mesita guay. Un banco de trabajo allí... y poco a poco, la cueva oscura comenzaba a ser más acogedora, con un poco de luz y demás necesidades, pues los muebles y todo comenzó a emanar del aire como a mi se me antojara.
Al poco, encontré mis armas por el suelo. Las dos pistolas y mi espada. Me costó admitirlo, pero eran pura basura. Armas de humano... vaya mierda.... Extendí mi mano y una onda de energía morada se las tragó y desparecieron rápidamente.
-Pues ahora estoy sin armas...-dije un poco triste.-Pues habrá que hacerse unas nuevas.
Fui a mi banco de trabajo nuevecito. Estaba impoluto, con sus herramientas y todo lo necesario para mis nuevas armas. Coloqué en la mesa una esencia de oscuridad, que se trataba de una esfera negra del tamaño de una pelota. Metí las manos en ella y empecé a trabajar. Mis manos se mezclaban con la oscuridad, que esta vez se representaba como un líquido parecido al agua.
Tras estar así unos cuarenta minutos, saqué de la esfera oscura dos espadas. Una completamente negra y otra con el mango blanco y azul y su hoja reluciente como el acero recién sacado del horno. Eran como mi espalda de largas y ambas eran filos rectos, sin curvas como las katanas. Sonreí ante mis nuevas armas. Ahora iba bien armado.
- Evan Darkness
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Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
Llegué a la pared rocosa en la que se encontraba mi guarida. Me paré frente a ella y esperé a que Miku se preguntara donde estaba la puerta.
-Je, observa.-dije interesante.
Extendí mi brazo al frente y giré la muñeca de la mano bruscamente, provocando así la apertura oscura a la guarida.
-¡Voila!-dije tras terminar.-Vamos, entra.
Tras invitarla a pasar, me adentré yo primero para ver que todo estaba en orden y así era. Estaba completamente oscuro. Ni siquiera yo podía ver. Creé unas llamas en mi mano y lancé las llamaradas a las antorchas y al candelabro que había en una mesita central, rodeada por unos sillones no demasiado cómodos. Eran viejos y uno de ellos estaba roto.
Antes de que Miku pudiera sentarse en ese sillón, me senté yo, dejándole a ella el sillón en mejor condición. Cuando la habitación (que tenía poco de habitación) se iluminó tenuemente, se mostraba como realmente era, una especia de cueva rocosa de unos 30 metros cuadrados aproximadamente. A mí me gustaba. ¿Le gustaría a ella?
-Je, observa.-dije interesante.
Extendí mi brazo al frente y giré la muñeca de la mano bruscamente, provocando así la apertura oscura a la guarida.
-¡Voila!-dije tras terminar.-Vamos, entra.
Tras invitarla a pasar, me adentré yo primero para ver que todo estaba en orden y así era. Estaba completamente oscuro. Ni siquiera yo podía ver. Creé unas llamas en mi mano y lancé las llamaradas a las antorchas y al candelabro que había en una mesita central, rodeada por unos sillones no demasiado cómodos. Eran viejos y uno de ellos estaba roto.
Antes de que Miku pudiera sentarse en ese sillón, me senté yo, dejándole a ella el sillón en mejor condición. Cuando la habitación (que tenía poco de habitación) se iluminó tenuemente, se mostraba como realmente era, una especia de cueva rocosa de unos 30 metros cuadrados aproximadamente. A mí me gustaba. ¿Le gustaría a ella?
- Evan Darkness
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Localización : Escondido en la oscuridad eterna del infierno
Empleo /Ocio : Sin ocupación
Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
Miku siguió a Evan hasta el bosque, llegando a un sitio rocoso. Era extraño, pero una incipiente sensación de calidez la invadía poco a poco. ¿Conocería algo impresionante o se decepcionaría? "Vamos, vamos" Pensó cuando Evan se paró en frente de la roca.
¿Y ahora que?
Entonces el puso la palma de su mano sobre la piedra y abrió una puerta secreta. El aroma de un dulce hogar, atraido por el viento que salió de la apertura de la roca, se llevó la mente de Miku a otro lugar, lejano de ahí, el lugar donde debería haber estado siempre. La niña sonrió ante la inminente oscuridad que se reflejaba delante de ella.
Una a una, las luces fueron encendiéndose después de que Evan la invitara a entrar. El ambiente era húmedo, acogedor, tranquilo y siniestro, por el momento todo era perfecto.
Un salón bastante grande se abrió ante su presencia presencia. Una mesa descuidada y unas sillas casi desechas se reunían a su alrededor. Miku contuvo su vampírico aliento, no se lo podía creer, era como en sus sueños.
Evan se sentó en una de las sillas y pareció que invitaba con la mirada a Miku a sentarse en la mejor de ellas. La chica se acercó con cuidado, con delicadeza de bailarina, hacia su sitio. Parose ella en frente de Evan y de espaldas a su trono y lentamente, sujetando la azulada falda de su vestido, dejó que su cuerpo acariciara las capas de tejido destartalado de la silla. Una sutil nube de polvo, como el roció de un caro perfume, se elevó ante Miku como un ejercito que le rendía homenaje a su reina, creando un raro contraste con la tenue luz que los iluminaba.
La pequeña princesa dirigió sus dulces ojos hacia Evan, con una cómplice mirada, que explicaba perfectamente sus sentimientos, se sentía como en el cielo, estando como estaba, bajo tierra.
Finalmente volvió a respirar, difuminando paulatinamente el polvo que seguía levantándose, delante de ella, del suelo y los muebles. Parpadeo una única vez, lenta y premeditadamente, dejando que la luz iluminara con extrema belleza sus iris, dibujando dos luceros de azul cyan en ese mar de oscuridad mientras sus coletas recaían sobre sus menudos hombros.
Es perfecto
Declaró tranquilamente mientras no dejaba de disfrutar de cada una de las sensaciones que le producía ese lugar, sensaciones que solo alguien como ella podría apreciar, comprender y abrazar. El chico, al fin y al cabo, había demostrado tener muchas más cosas en común con ella de lo que aparentaba en un principio, podrían hacer un letal dúo de sangre, muerte, placer propio y dolor ageno, con algunos matices de dramatismo, que a ojos de seres como Miku resultaría incluso cómico. Habría que planear una caza lo más pronto posible, los humanos llevaban muchos días de tranquilidad
¿Y ahora que?
Entonces el puso la palma de su mano sobre la piedra y abrió una puerta secreta. El aroma de un dulce hogar, atraido por el viento que salió de la apertura de la roca, se llevó la mente de Miku a otro lugar, lejano de ahí, el lugar donde debería haber estado siempre. La niña sonrió ante la inminente oscuridad que se reflejaba delante de ella.
Una a una, las luces fueron encendiéndose después de que Evan la invitara a entrar. El ambiente era húmedo, acogedor, tranquilo y siniestro, por el momento todo era perfecto.
Un salón bastante grande se abrió ante su presencia presencia. Una mesa descuidada y unas sillas casi desechas se reunían a su alrededor. Miku contuvo su vampírico aliento, no se lo podía creer, era como en sus sueños.
Evan se sentó en una de las sillas y pareció que invitaba con la mirada a Miku a sentarse en la mejor de ellas. La chica se acercó con cuidado, con delicadeza de bailarina, hacia su sitio. Parose ella en frente de Evan y de espaldas a su trono y lentamente, sujetando la azulada falda de su vestido, dejó que su cuerpo acariciara las capas de tejido destartalado de la silla. Una sutil nube de polvo, como el roció de un caro perfume, se elevó ante Miku como un ejercito que le rendía homenaje a su reina, creando un raro contraste con la tenue luz que los iluminaba.
La pequeña princesa dirigió sus dulces ojos hacia Evan, con una cómplice mirada, que explicaba perfectamente sus sentimientos, se sentía como en el cielo, estando como estaba, bajo tierra.
Finalmente volvió a respirar, difuminando paulatinamente el polvo que seguía levantándose, delante de ella, del suelo y los muebles. Parpadeo una única vez, lenta y premeditadamente, dejando que la luz iluminara con extrema belleza sus iris, dibujando dos luceros de azul cyan en ese mar de oscuridad mientras sus coletas recaían sobre sus menudos hombros.
Es perfecto
Declaró tranquilamente mientras no dejaba de disfrutar de cada una de las sensaciones que le producía ese lugar, sensaciones que solo alguien como ella podría apreciar, comprender y abrazar. El chico, al fin y al cabo, había demostrado tener muchas más cosas en común con ella de lo que aparentaba en un principio, podrían hacer un letal dúo de sangre, muerte, placer propio y dolor ageno, con algunos matices de dramatismo, que a ojos de seres como Miku resultaría incluso cómico. Habría que planear una caza lo más pronto posible, los humanos llevaban muchos días de tranquilidad
- Hatsune Miku
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Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
Lo observó. Ese brillo en sus ojos. Un brillo característico que sabía lo que significaba. Sus ojos lucían un contraste cristalino gracias a la tenue luz que inundaba la cueva, pero aquellas perlas azuladas descubrieron un destello que se expresó con palabras: es perfecto.
Aquellas dos palabras le hicieron sonreir. Eran sinceras y verdaderas, y la honestidad era una de las mejores cualidades podía tener un compañero. Él lo valoraba y lo vio en ella.
Me alegro.-dijo sonriente mientras la miraba.-Siento lo del polvo. No paso mucho por aquí.-comentó en forma de disculpa.
Siguió observándola. Le resultaba cautivadora. Esas coletas, ese vestido... pero sobre todo esa mirada. Solo había visto una mirada así en limitadas ocasiones: en su eterno enemigo y rival Nokku, en Fraiah aquella vez en el bosque mientras ese Taito aun seguía con la cabeza sobre los hombros y en la suya propia, cada vez que observaba sus ojos en su mismo reflejo. Era especial y única, no podía dejarla ir. Evan necesitaba un compañero, un amigo... un aliado. Hatsune Miku era ideal.
No pudo evitar ser indiscreto. Ardía en deseos de complacer y aliviar su sed de sangre, y ella seguro que correspondería.
Se que nos acabamos de conocer y todo eso pero... ¿querrías que diéramos una vuelta... por la ciudad?
La estaba poniendo a prueba. Si cogía el mensaje, era la adecuada para el vampiro oscuro y lo acompañaría a provocar estragos y propagar el caos entre los (inmortales) ciudadanos del pueblo de aquí al lado. Una pureza purpura se expandió en sus ojos como la manifestación de su poder oscuro, abandonando su color marrón avellana, y alrededor de su negro iris emanaban pequeñas manchas negruzcas que fugaban al centro del ojo, provocando un efecto de profundidad como la de un eterno pozo infinito. En ese momento de concentración, rió para sus adentros...
¿Por qué?
Ya sentía como ese fluido carmesí caía en cascada por su garganta y como se teñían sus manos, sus espadas, su ropa y su rostro de las destinadas y desdichadas vidas de sus víctimas
Pero Miku se había quedado dormida. Pensó en dejarla ahí. Cuando despertara que lo buscara. Evan se fue de la guarida.
Aquellas dos palabras le hicieron sonreir. Eran sinceras y verdaderas, y la honestidad era una de las mejores cualidades podía tener un compañero. Él lo valoraba y lo vio en ella.
Me alegro.-dijo sonriente mientras la miraba.-Siento lo del polvo. No paso mucho por aquí.-comentó en forma de disculpa.
Siguió observándola. Le resultaba cautivadora. Esas coletas, ese vestido... pero sobre todo esa mirada. Solo había visto una mirada así en limitadas ocasiones: en su eterno enemigo y rival Nokku, en Fraiah aquella vez en el bosque mientras ese Taito aun seguía con la cabeza sobre los hombros y en la suya propia, cada vez que observaba sus ojos en su mismo reflejo. Era especial y única, no podía dejarla ir. Evan necesitaba un compañero, un amigo... un aliado. Hatsune Miku era ideal.
No pudo evitar ser indiscreto. Ardía en deseos de complacer y aliviar su sed de sangre, y ella seguro que correspondería.
Se que nos acabamos de conocer y todo eso pero... ¿querrías que diéramos una vuelta... por la ciudad?
La estaba poniendo a prueba. Si cogía el mensaje, era la adecuada para el vampiro oscuro y lo acompañaría a provocar estragos y propagar el caos entre los (inmortales) ciudadanos del pueblo de aquí al lado. Una pureza purpura se expandió en sus ojos como la manifestación de su poder oscuro, abandonando su color marrón avellana, y alrededor de su negro iris emanaban pequeñas manchas negruzcas que fugaban al centro del ojo, provocando un efecto de profundidad como la de un eterno pozo infinito. En ese momento de concentración, rió para sus adentros...
¿Por qué?
Ya sentía como ese fluido carmesí caía en cascada por su garganta y como se teñían sus manos, sus espadas, su ropa y su rostro de las destinadas y desdichadas vidas de sus víctimas
Pero Miku se había quedado dormida. Pensó en dejarla ahí. Cuando despertara que lo buscara. Evan se fue de la guarida.
Última edición por Evan Darkness el Mar Ago 06, 2013 10:57 pm, editado 1 vez (Razón : Hatsune Miku tarda mucho en rolear.)
- Evan Darkness
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Re: Salón de la oscuridad (Guarida de Evan Darkness)
La adorable niña desperto al rato. Su compañero no estaba. Jum. Tendría que buscarlo ¿Había dicho algo de una cita? Habría sido un sueño.
- Hatsune Miku
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