Plaza del pueblo

Veo lo que le pasa a Nokku, o por lo menos a su cuerpo, es raro.
- Oye oye oye, ¿Que te pasa?
Creo que no podía haber hecho algo peor, pero realmente los nervios de la situación me impedían pensar.

- Claro que me conoces compañero, ¿No te acuerdas de mi?
Acababa de hacer la pregunta del millón, según parecía, pero me sorprendía tanto que no podía creérmelo.
- Somos los dos compañeros de la asociación, y además compañeros de batallas...

- No necesitas proteger a los de la asociación, de eso ya nos apañamos nosotros, hay que proteger al resto de humanos - digo serio, ante la idea de haber perdido a nuestro líder por lo menos por el momento.

Le dejo irse.
Me quedo un momento en sepulcral silencio.
- ¿Y ahora que hacemos? - pregunto en alto y a nadie, es la típica pregunta que se te pasa por la mente a la que no tienes respuesta.

Adam se va, bueno, un problema menos, aunque claro, ahora sabrá lo que pasó con Nokku y seguramente aproveche para hacer algo. Enfin, las cosas vendrán como vengan.
Guardo mi katana y miro a Kasumi, posiblemente lo mejor que haya que hacer sea ir a la asociación a ver si todo está en regla allí y obtener más información de lo ocurrido.

- ¿Vamos a la asociación? - le pregunto - Quizás sea lo mejor, deberíamos informar y aparte hay que ocuparse de esta pobre criatura.

Cuando observó que lo interesante se había terminado, dio media vuelta y se alejó de allí caminando con tranquilidad.

La chica se va, la sigo a la asociación, hacía tiempo que no me pasaba por ahí.

Tras un largo paseo lejos de la academia (era su primer día allí, no le apetecía encerrarse) llegó hasta el pueblo. Callejeando un poco y tras curiosear unas pocas tiendas, llegó a la plaza del pueblo. Era un lugar céntrico, con una fuente en medio y bancos alrededor.
Me asomé a la fuente. Como era invierno, estaba apagada. La superficie estaba ligeramente congelada, pero podía ver mi propio reflejo un tanto difuminado.
No había mucha gente... de hecho, apenas se había cruzado con nadie. Uno de los tenderos le había preguntado que dónde estaba su mamá. Ella lo ignoró, por supuesto.
Sin nada que hacer, se sentó en un banco a observar a las pocas palomas que habían osado quedarse a la intemperie un día tan frío como aquel. Pero Nora ya nunca tenía frío...

*En el tejado de una iglesia cercana a la plaza, Kobik con un libro en la mano, lee en voz alta, aparentemente para nadie*
Now is the winter of our discontent
Made glorious summer by this son of York;
And all the clouds that low'r'd upon our house
In the deep bosom of the ocean buried.
Kobik cerró el libro con un sonoro chasquido.
- Ricardo Tercero... su invierno pudo convertirse en verano, pero aquí hace un frío que pela, ¿verdad, Flauros?
*El pequeño gato negro salió del bolsillo de su gabardina, maulló y, del frío, se metió de nuevo, acurrucándose*
- Ya... ya... mira, ahí está Nora. Ya era hora de encontrarla de frente.
Los ojos de Kobik habían cambiado a rojos. Podía ver a Nora en una plaza a unos cuantos pies de allí. Kobik saltó de tejado en tejado, hasta llegar a la plaza. Allí, descendió sin ser visto en un callejón oscuro, y salió, decidido, a hablar con Nora. La sorprendió por detrás, pero no se acercó demasiado. No sabía si su hermana estaría contenta de verle o no.
- Hola, hermana. - dijo, en un tono de voz medio. - ¿Cómo tú por Japón? Hace mucho que no sabía de ti.

Su olfato no andaba muy fino. Seguramente el mal tiempo había hecho que pillara un constipado o algo... Si no, no se explicaba que no hubiera detectado el olor de Kobik hasta el mismo momento en el que él se plantó detrás de ella. El gesto de Nora se torció un tanto. Sabía que el chico había estado cerca de ella durante su viaje, había podido olerlo. Pero nunca se había molestado en parar para saludarlo.
No podía dejar de pensar en dos cosas. Cuando él la mordió a ella y cuando ella asesinó a su madre. Por culpa de aquel... Ni siquiera se molestó en pensar ninguna palabra que lo definiera.
- Es lo que tiene llevar 200 años sin hablar... hermano
Sí, era su hermano. Pero eso no quitara que... hubiera matado a su propia madre por su culpa. Había intentado encontrar la explicación a aquello, pero... no la encontró nunca. ¿Por qué?
Nora se levantó y se giró. Fijó sus ojos -que en ese momento estaban teñidos de rojo, había cazado la noche anterior- en Kobik no sin cierto desprecio.
- Si necesitas algo, habla. Si no, aléjate antes de que te arranque la cabeza aquí mismo.

Kobik suspiró. Al fin había alcanzado a aquella que era su hermana y ahora... le guardaba rencor. 200 años siguiéndola para esto. Hay que ver.
- Calma tu furia, Nora, pues no he venido a pelear. Hace demasiados años que no nos vemos, incluso para los vampiros. Nunca pude pedirte perdón por lo que pasó aquella noche. Hoy, estoy aquí por encargo de padre. Ni él ni yo queremos que te pase nada malo, así que he venido para protegerte de cualquier asesino de vampiros que te pueda haber seguido hasta Japón. Lo que pasó con Rosa... lo lamento, no fue mi intención convertirte.
Kobik rezaba por no estar apavullando a la chica con información. 200 años sin saber de su familia, al fin y al cabo, eran muchos años.

Miré con reproche a Kobik.
- Estupendo, después de tanto tiempo no solo me entero de que mi padre sigue vivo sino de que encima me ha echado encima una niñera. Así que lo sois los dos, ¿verdad? Dime, ¿le mordiste tú también? ¿no tuviste suficiente con la niña pequeña?
Al mirar a Kobik se le abría el alma en dos. Por una parte veía al hermano con el que jugaba todos los días, al que echaba de menos y al que deseaba abrazar con todas sus fuerzas. Pero por otro lado veía el rostro de Kobik antes de morderle el cuello, el pánico que sintió y el dolor de ser consciente de que su madre estaba muerta por su culpa y que ella seguía... "viva".
- Te cargaste nuestra vida. Yo era feliz con madre, padre y... contigo. Pero lo arruinaste todo. Siento que hayas estado tanto tiempo detrás de mí, pero sé cuidarme sola, Kobik.
Apartó la mirada. Por un momento se volvió a sentir como una niña de 10 años que echaba de menos todo. 200 años echando tierra sobre ese sentimiento y ahora... Una lágrima de frustración asomó, pero Nora se deshizo de ella con un movimiento rápido de mano, simulando acomodarse el pelo.
- Ahora vete si no quieres que manche tu melena con sangre. La tuya, de hecho.
Clavó su mirada en los ojos de su hermano, y dijo firme:
- Vete. Ahora.

*A little more than kin, and less than kind...*
Y ese vampiro viejales, ¿no le dijo a su propia hija que él mismo era un vampiro? Podría habérmelo dicho, al menos, o se lo podría haber dicho a ella. Una carta, un mail de esos nuevos... algo. Ya me ha complicado la vida. ¿Le digo la verdad, o le digo que era una carta de padre, u otra cosa?
- Detente, Nora. Cálmate. Yo no mordí jamás la mano que me dio de comer. Padre nunca fue convertido, al menos por mi. Él me dijo esto en 1812, cuando partiste de casa. Desde entonces me encomendó el velar por ti en su nombre, pero no sé si está muerto o ha encontrado la forma de sobrevivir al tiempo.
Y, en verdad, Kobik no estaba diciendo ninguna mentira. Flauros ronroneaba en el bolsillo de la gabardina. Kobik pudo ver facilmente con su visión superdesarrollada la lágrima de Nora puede que hasta antes de que ella misma la sintiera. Todavía había esperanzas.
- Si es tu deseo, me iré, pero recuerda... My words fly up, my thoughts remain below... Pase lo que pase, estoy velando por ti en todo momento.
Kobik empezó a caminar hacia el callejón del que había salido. Si Nora le detenía se giraría, y seguirían hablando. Si no, entendería que no era el momento todavía, y que ya se encontrarían en algún momento. Al fin y al cabo, iban a ir a la misma escuela.

Nora se quedó de pie en el sitio. Se enfrentaba a un gran dilema personal, una lucha interna.
Por una parte tenía delante a Kobik, su hermano. El chico que pasó toda su vida como ser humano a su lado, quizás la única familia que le quedaba. Su parte de niña estaba desgarrándola por dentro, le pedía correr y detener a su hermano, porque quizás ya no le volvería a ver jamás.
Pero por otro lado tenía delante a Kobik, su asesino. Porque ella no estaba viva... Ni siquiera tenía un aspecto que no le diera problemas. Si hubiera tenido 18 años quizás no habría sido un problema, pero... Condenada para la eternidad a aparentar ser una niña.
- Ya no soy una niña - dijo bajando la vista. Hecho ésto se volvió a sentar en el banco (del que casi le colgaban los pies).
Metió las manos en los bolsillos y hundió un poco más la cabeza en la bufanda. Aquellos versos que había citado una vez más Kobik (como siempre hacía) habían traído a su cabeza una vieja canción que tarareó casi sin pensar.
- And will he not come again?
And will he not come again?
No, no, he is dead:
Go to thy death-bed:
He never will come again.
His beard was as white as snow,
All flaxen was his poll:
He is gone, he is gone



FdR: recordar el poder de Nora xD

Ah... la bella Ofelia. Cuántas veces le habré cantado esa canción...
Kobik notó que su mente se adormecía. Quizás era por que eran familia, o quizás por que fue él quien la mordió, pero el efecto somnífero de Nora tenía un efecto reducido en él. Por suerte, Flauros se durmió al instante, y eso le dio tiempo para descubrir qué estaba pasando. Kobik calló al suelo, pero tuvo tiempo de hincar una rodilla y evitar el golpe. Se tapó los oídos a tiempo. Vio como la plaza entera se había dormido al instante.
Fascinante... no es como para tomársela a broma.
- ¡Nora! -la llamó, casi sin pensar- ¿Qué estás haciendo?
Hasta la visión de Kobik se había vuelto borrosa por el efecto de la canción, y sus ojos habían vuelto a su verde original.

La verdad es que ni ella se había parado a pensar que estaba cantando, lo hizo sin darse cuenta. Por eso el grito de su hermano la sorprendió. Alzó la vista, giró la cabeza y se encontró a su hermano arrodillado en el suelo. No tardó mucho en caer en el motivo de aquella situación.
Nora rio, un tanto infantil y dijo tarareando, mientras inventaba una melodía:
- Pobre hermano... ¿Acaso no te puedes levantar? ¿Es así como vas a protegerme? - en sus frases logró mezclar el sarcasmo con la música.
Después de eso, tras reír de nuevo se giró completamente en el banco y continuó cantando:
- How should I your true love know
From another one?
By his cockle hat and staff,
And his sandal shoon.