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Hall de entrada y pasillos
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Hall de entrada y pasillos
Recuerdo del primer mensaje :
Esta es la entrada del interior de la academia, por aqui podeis llegar a las distintas aulas y zonas comunes siguiendo los pasillos
Esta es la entrada del interior de la academia, por aqui podeis llegar a las distintas aulas y zonas comunes siguiendo los pasillos
- Kaien Cross
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Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Hall de entrada y pasillos
La presencia de Rose había llamado la atención de unos cuantos. Ella de soslayo pudo ver como Tetsuya había atinado a encontrar la presencia vampírica que de ella emanaba. Pero la chica fue lista y se alejó lo suficiente como para desaparecer a los pocos segundos por una ventana.
- Rose Bennet
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Re: Hall de entrada y pasillos
Me quedé observando como Tetsuya se llevaba a la recién llegada. Vaya... pues sí que había vampiros por allí. Me quedé un momento para allí en medio, si saber a dónde ir ni qué hacer. Si habían podido detectar que aquel chico era cazavampiros, ¿por qué no iban a detectarme a mí? Decidí no volver a venir nunca más desarmada.
- Hakuro Iseki
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Re: Hall de entrada y pasillos
Vi que la chica nueva, Haruko estaba un poco incómoda, entonces le cogí una de sus manos. - ¿Quieres que te enseñe cómo es la Academia por dentro? - Le dije intentando parecer lo más amable y que su primer día fuera más ameno y llevadero, aunque luego pensé que quizás habría sido un poco impulsiva.
- Nana Fukuzawa
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Localización : En mi mundo de yupi o con Ouka xD
Re: Hall de entrada y pasillos
Me sorprendí un poco al sentir que Nana me cogía la mano, pero no me asusté como la vez anterior. Mi lado Kimara había salido a flote hacía poco y tenía la cabeza en otras cosas.
Sonreí, intentando volver a ser Hakuro, un chica normal, con un problemático primer día en la academia.
-Me encantaría.- Le dije, sonriente. Pero entonces me dí cuenta de que las clases estaban a punto de comenzar.
-Lo... lo siento. Tengo que ir a clase.
Sonreí, intentando volver a ser Hakuro, un chica normal, con un problemático primer día en la academia.
-Me encantaría.- Le dije, sonriente. Pero entonces me dí cuenta de que las clases estaban a punto de comenzar.
-Lo... lo siento. Tengo que ir a clase.
- Hakuro Iseki
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Edad : 28
Re: Hall de entrada y pasillos
Estaba algo cansada de estar encerrada en mi habitación, así que salí a dar una vuelta por la academia, con la esperanza de encontrarme a alguien por allí mientras patrullaba.
Camino despacito por los pasillos, no hay demasiada gente por aquí, suspiro, mirando a mi alrededor, me detengo junto a una ventana mirando al exterior. Pasado un rato me marcho de allí.
Camino despacito por los pasillos, no hay demasiada gente por aquí, suspiro, mirando a mi alrededor, me detengo junto a una ventana mirando al exterior. Pasado un rato me marcho de allí.
- Yuuki Cross
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Edad : 30
Localización : Patrullando o dormida en clase...
Empleo /Ocio : Prefecta de la academia
Re: Hall de entrada y pasillos
Definitivamente, no había tenido el mejor de los recibimientos. Para ser una academia que proclamaba la paz, el amor y la fraternidad entre vampiros y humanos, pues… la tunda que se había llevado había que todo eso se cayera a pedazos.
El olor a humano era penetrante, se sentía como en un banquete preparado simplemente para él. Por unos instantes, mientras la grandiosa puerta se cerraba tras él, dejó que el aroma de la libertad penetrara su nariz, el aroma de víctimas que ya no podría cazar y que ahora debían ser sus “camaradas”. Ya estaba oscuro afuera… las clases habrían comenzado? Poco le interesaba al muchacho de plateado cabello que lejos de avanzar, simplemente se quedó allí parado, con las manos en los bolsillos, el traje roto y la noche cayendo con su frialdad y complicidad habitual.
Exhaló con fuerza.
-Por qué a mí? Qué mal le hice al mundo más que ser lo que debo ser? Por qué tengo que venir aquí? Porque un montón de viejos me lo dicen? Porque “no me adapto a las nuevas normas”?-. Murmuraba en un susurro desgastado y furioso. Se llevó una mano al rostro y restregó con fuerza, como si quisiera sacarse un peso ancestral, pensando que si cerraba los ojos con fuerza, al abrirlos volvería a estar en la comodidad de su hogar. Al abrir los ojos, descubrió que ahora, esa era su realidad, y que el sueño había acabado. Ya no habría orgías en las que los bocadillos se le ofrecieran para que él les quitara hasta la última exudación de vida. Ya no tendría la comodidad de las tinieblas, ni los encantos del ppoder y el dinero. No. Ahora estaba allí, estancado hasta que se le levantara la sentencia.
Casi rendido a la idea, sin otra opción más que la muerte verdadera, apoyó su cuerpo contra la pared y se quedó allí, esperando… Que? Ni él lo sabía… simplemente quería estar quieto…
El olor a humano era penetrante, se sentía como en un banquete preparado simplemente para él. Por unos instantes, mientras la grandiosa puerta se cerraba tras él, dejó que el aroma de la libertad penetrara su nariz, el aroma de víctimas que ya no podría cazar y que ahora debían ser sus “camaradas”. Ya estaba oscuro afuera… las clases habrían comenzado? Poco le interesaba al muchacho de plateado cabello que lejos de avanzar, simplemente se quedó allí parado, con las manos en los bolsillos, el traje roto y la noche cayendo con su frialdad y complicidad habitual.
Exhaló con fuerza.
-Por qué a mí? Qué mal le hice al mundo más que ser lo que debo ser? Por qué tengo que venir aquí? Porque un montón de viejos me lo dicen? Porque “no me adapto a las nuevas normas”?-. Murmuraba en un susurro desgastado y furioso. Se llevó una mano al rostro y restregó con fuerza, como si quisiera sacarse un peso ancestral, pensando que si cerraba los ojos con fuerza, al abrirlos volvería a estar en la comodidad de su hogar. Al abrir los ojos, descubrió que ahora, esa era su realidad, y que el sueño había acabado. Ya no habría orgías en las que los bocadillos se le ofrecieran para que él les quitara hasta la última exudación de vida. Ya no tendría la comodidad de las tinieblas, ni los encantos del ppoder y el dinero. No. Ahora estaba allí, estancado hasta que se le levantara la sentencia.
Casi rendido a la idea, sin otra opción más que la muerte verdadera, apoyó su cuerpo contra la pared y se quedó allí, esperando… Que? Ni él lo sabía… simplemente quería estar quieto…
- Gin Fujiwara
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Re: Hall de entrada y pasillos
Consideró que ya era hora de regresar a la academia y por consecuente al trabajo, si aún lo conservaba, obviamente, aunque siendo realistas, aquello no era algo que le importara mucho, por no decir que le daba absolutamente igual si le echaban de allí.
A día de hoy no ya no tiene nada que hacer, por lo cual, pasea por los pasillos con aire aburrido para intentar distraerse, sin éxito alguno, la verdad, los pasillos están completamente desiertos, deduce que las clases de la clase nocturna comenzaron ya. Ese pensamiento le hace recordar su época de estudiante, que para no mentir, no quedaba demasiado atrás, tan solo algo mas de un año; en la que ingenuamente, pensaba que aquella clase era una clase avanzada y se quejaba de que no le hubieran incluido en ella cuando se inscribió en este lugar, eso si, una vez descubrió que era realmente, ni volvió a plantearse el entrar allí.
Sacude la cabeza para sacarse esos recuerdos de la cabeza, aquello ya no importa, el pasado pasado está ¿no? No piensa volver a preocuparse por nada que ocurriera entonces...Bueno, salvo que Grey haga acto de aparición y entonces ya le tocaría preocuparse. Y mucho.
A lo lejos, ve a alguien apoyado contra la pared. Frunce el ceño mientras se aproxima. Le da la impresión de que ese chico es un vampiro y por consecuente no debería estar aquí.
-Eh, tú -le llama- ¿No deberías estar en clase?
A día de hoy no ya no tiene nada que hacer, por lo cual, pasea por los pasillos con aire aburrido para intentar distraerse, sin éxito alguno, la verdad, los pasillos están completamente desiertos, deduce que las clases de la clase nocturna comenzaron ya. Ese pensamiento le hace recordar su época de estudiante, que para no mentir, no quedaba demasiado atrás, tan solo algo mas de un año; en la que ingenuamente, pensaba que aquella clase era una clase avanzada y se quejaba de que no le hubieran incluido en ella cuando se inscribió en este lugar, eso si, una vez descubrió que era realmente, ni volvió a plantearse el entrar allí.
Sacude la cabeza para sacarse esos recuerdos de la cabeza, aquello ya no importa, el pasado pasado está ¿no? No piensa volver a preocuparse por nada que ocurriera entonces...Bueno, salvo que Grey haga acto de aparición y entonces ya le tocaría preocuparse. Y mucho.
A lo lejos, ve a alguien apoyado contra la pared. Frunce el ceño mientras se aproxima. Le da la impresión de que ese chico es un vampiro y por consecuente no debería estar aquí.
-Eh, tú -le llama- ¿No deberías estar en clase?
- Light Yagami
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Re: Hall de entrada y pasillos
Con los ojos cristal completamente cerrados, cavilando sobre la idea de huir, sin importar cómo, por sus fosas nasales percibía un aroma que hacía años había dejado de percibir… Es que uno no le presta atención a cosas tan triviales como el sol, o el brote de las flores en primavera, pero cuando lo has perdido, es en ese momento cuando el sólo hecho de recordarlo te rasga el corazón. Y eso era lo que Fujiwara sentía en ese instante; que la melodía de Mozart y sus ángeles circenses penetraba en forma de aroma… el perfume de las rosas en flor y el sol. El pasillo estaba infestado de ese aroma, toda la escuela lo estaba; y por debajo, por debajo estaba el elixir de la vida eterna, aquello que hacía que su belleza jamás desapareciera si la tenía en la boca, corriendo por su garganta, haciéndose una entre el deseo y la necesidad.
Fue entonces cuando escuchó aquella voz en la lejanía… sabía perfectamente que no era una voz, que era un pensamiento, pero tardó unos segundos en diferenciar las percepciones. Novatos como Gin, aún no están en pleno control de sus poderes vampíricos. Entendía entrecortado al principio, “estudiante” “escuela” “vampiro”, pero el individuo se acercaba, lo percibía. Como la sintonía de una radio, de la misma forma, el joven tomaba forma en su mente, estaba cerca, ahora podía olerlo y era humano… Agudizó el “oído”. No tenía mucha más edad que él y en el latir de su corazón pudo sentir una arritmia cuando pensó en los vampiros.
El peliplateado sonrió al apreciar aquello. Pensó que quizás la clase nocturna no le había dado la cálida bienvenida… ¿o quizás sí y ese era justamente el problema? Gin no podía saberlo con seguridad, esos pensamientos parecían bien cerrados en una bóveda. ¿Qué tan terrible pudo haber sido el hecho?
Sus ojos se tornaron rojos de repente, y los colmillos salieron, mostrándose en todo su perfecto marfil. El hombre de ojos tan fríos como el hielo supo que era hora de cenar, que las bolsas de sangre se habían hecho trizas y que el entremés le estaba hablando.
Un sonido seco y los colmillos se habían retrotraído, los ojos tomaban su habitual color y Gin levantaba la cabeza. Una sucesión de eventos triviales pero que, para un vampiro como Gin eran de vital importancia. Su sonrisa se curvó amable, pero sus ojos continuaban sin decir nada. Dejó que el hombre se acercara unos pasos más. “Light Yagami”, el nombre llegó a su mente… “profesor”….
-Pues si toma deber como el imperativo moral, pues sí, debería. El problema, verá, es que soy un recién llegado y que, a decir verdad, estoy acostumbrado a cierta cortesía que por lo visto este Colegio de supuesta “Elite” desconoce totalmente. He sido víctima de un ataque ni bien llegar…-. Gin pasó una mano a modo de muestra, por su torso, donde sus ropas estaban desechas debido a una bola de fuego de Katrina. –Y ni un solo prefecto, encargado, profesor o siquiera el director, han venido a darme la bienvenida o a decirme nada. Ergo, por un deber moral, pues debería estar en clase, sin embargo un imponderable no me permite hacerlo-. La voz del lobo plateado era suave, melodiosa, un barítono que entonaba son maestría y le cantaba al Lucifer mismo, y éste le correspondía… Era como el arrullo del mar, en el cual, si se agudiza el oído puede sentirse la fiereza de las olas. Y mientras hablaba, el rostro se había vuelto amable, interesado, casi humano.
Lentamente y sacando las manos de los bolsillos, se despegó de la pared y se acercó al profesor Yagami. –Mi nombre es Ginzou Fujiwara, recientemente de la Clase Nocturna… Al parecer mi vida se rige por imponderables…-. Le dijo en complicidad. –Si fuera tan amable, tenemos dos opciones. Una, y muy aburrida, usted me muestra dónde se supone que es mi primera clase. La segunda, un tanto más entretenida, dejamos de lado el deber moral de ambos, me muestra la escuela y nos conocemos mejor… qué le parece, profesor Yagami?-. Y la sonrisa se curvó a penas mientras Gin estiraba la mano marmórea hacia el otro, en señal de saludo, quizás, también, en señal de pacto.
Fue entonces cuando escuchó aquella voz en la lejanía… sabía perfectamente que no era una voz, que era un pensamiento, pero tardó unos segundos en diferenciar las percepciones. Novatos como Gin, aún no están en pleno control de sus poderes vampíricos. Entendía entrecortado al principio, “estudiante” “escuela” “vampiro”, pero el individuo se acercaba, lo percibía. Como la sintonía de una radio, de la misma forma, el joven tomaba forma en su mente, estaba cerca, ahora podía olerlo y era humano… Agudizó el “oído”. No tenía mucha más edad que él y en el latir de su corazón pudo sentir una arritmia cuando pensó en los vampiros.
El peliplateado sonrió al apreciar aquello. Pensó que quizás la clase nocturna no le había dado la cálida bienvenida… ¿o quizás sí y ese era justamente el problema? Gin no podía saberlo con seguridad, esos pensamientos parecían bien cerrados en una bóveda. ¿Qué tan terrible pudo haber sido el hecho?
Sus ojos se tornaron rojos de repente, y los colmillos salieron, mostrándose en todo su perfecto marfil. El hombre de ojos tan fríos como el hielo supo que era hora de cenar, que las bolsas de sangre se habían hecho trizas y que el entremés le estaba hablando.
Un sonido seco y los colmillos se habían retrotraído, los ojos tomaban su habitual color y Gin levantaba la cabeza. Una sucesión de eventos triviales pero que, para un vampiro como Gin eran de vital importancia. Su sonrisa se curvó amable, pero sus ojos continuaban sin decir nada. Dejó que el hombre se acercara unos pasos más. “Light Yagami”, el nombre llegó a su mente… “profesor”….
-Pues si toma deber como el imperativo moral, pues sí, debería. El problema, verá, es que soy un recién llegado y que, a decir verdad, estoy acostumbrado a cierta cortesía que por lo visto este Colegio de supuesta “Elite” desconoce totalmente. He sido víctima de un ataque ni bien llegar…-. Gin pasó una mano a modo de muestra, por su torso, donde sus ropas estaban desechas debido a una bola de fuego de Katrina. –Y ni un solo prefecto, encargado, profesor o siquiera el director, han venido a darme la bienvenida o a decirme nada. Ergo, por un deber moral, pues debería estar en clase, sin embargo un imponderable no me permite hacerlo-. La voz del lobo plateado era suave, melodiosa, un barítono que entonaba son maestría y le cantaba al Lucifer mismo, y éste le correspondía… Era como el arrullo del mar, en el cual, si se agudiza el oído puede sentirse la fiereza de las olas. Y mientras hablaba, el rostro se había vuelto amable, interesado, casi humano.
Lentamente y sacando las manos de los bolsillos, se despegó de la pared y se acercó al profesor Yagami. –Mi nombre es Ginzou Fujiwara, recientemente de la Clase Nocturna… Al parecer mi vida se rige por imponderables…-. Le dijo en complicidad. –Si fuera tan amable, tenemos dos opciones. Una, y muy aburrida, usted me muestra dónde se supone que es mi primera clase. La segunda, un tanto más entretenida, dejamos de lado el deber moral de ambos, me muestra la escuela y nos conocemos mejor… qué le parece, profesor Yagami?-. Y la sonrisa se curvó a penas mientras Gin estiraba la mano marmórea hacia el otro, en señal de saludo, quizás, también, en señal de pacto.
- Gin Fujiwara
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Re: Hall de entrada y pasillos
Mi primer día en la Academia. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Cómo... sobrevivir?
Intenté concentrar mis pensamientos de la manera más certera mientras avanzaba caminando con lentitud. Llevaba un pequeño bolso entre mis brazos, donde yacían en su interior unos cuántos inútiles papeles y mi diario, por supuesto. Una pequeña sonrisa satisfactoria cubrió mi rostro al pensar en ello, y en la cantidad de momentos que quería releer. Más aún estando tan alejada de mi hogar, de mi gente, del aire puro mañanero de Irlanda.
Un suspiro salió de mis labios mientras continuaba avanzando por un extenso pasillo. Me preguntaba por qué estaría todo tan tranquilo, y es cuando caigo en la cuenta de que, seguramente, estaban en clases, y yo... ¿Y yo qué demonios hacía andando tan libremente sin preocuparme por mis calificaciones? Y eso no es todo: ¿Qué mierda hacía que no me interesaba por mantener mi reputación de alumna hecha y derecha?
Un nuevo suspiro me invadió, al tiempo que bajaba la cabeza con pesadez. Báh, nunca fue lo mío ser puntual y pretender interactuar con la gente. Así que preferí seguir avanzando, llegó el momento en que mi cuerpo chocó de frente con otro. Mejor dicho, con la espalda de otro ente que habitaba en el hall. Maldita sea. Esto implicará una disculpa, y por ende, tener que entablar una conversación con alguien, por mínima que fuera.
- Lo siento. - Susurré, de manera casi impersceptible, a la vez que levantaba los ojos y me encontraba con un muchacho peliplateado.
Torpe, torpe, torpe. Siempre lo sería. Quizás en verdad yo no tenía remedio alguno. Y por una extraña razón, sentía este ambiente extraño, plagado de secretos y misterios. Tal vez sean sólo pensamientos vagos de mi mente divagante a toda hora del día, pero...
Ya, olvídalo, Alexa. ¿Por qué mejor no juntas del suelo tu hermosísimo bolso y te dejas de pensar estupideses?
Suspiré ante la alerta de mi conciencia. Tenía razón. Y yo odiaba cuando mi raciocinio ganaba a mis divagaciones. Era... detestable.
Off: Me acoplo al rol, si no les molesta ^^
Intenté concentrar mis pensamientos de la manera más certera mientras avanzaba caminando con lentitud. Llevaba un pequeño bolso entre mis brazos, donde yacían en su interior unos cuántos inútiles papeles y mi diario, por supuesto. Una pequeña sonrisa satisfactoria cubrió mi rostro al pensar en ello, y en la cantidad de momentos que quería releer. Más aún estando tan alejada de mi hogar, de mi gente, del aire puro mañanero de Irlanda.
Un suspiro salió de mis labios mientras continuaba avanzando por un extenso pasillo. Me preguntaba por qué estaría todo tan tranquilo, y es cuando caigo en la cuenta de que, seguramente, estaban en clases, y yo... ¿Y yo qué demonios hacía andando tan libremente sin preocuparme por mis calificaciones? Y eso no es todo: ¿Qué mierda hacía que no me interesaba por mantener mi reputación de alumna hecha y derecha?
Un nuevo suspiro me invadió, al tiempo que bajaba la cabeza con pesadez. Báh, nunca fue lo mío ser puntual y pretender interactuar con la gente. Así que preferí seguir avanzando, llegó el momento en que mi cuerpo chocó de frente con otro. Mejor dicho, con la espalda de otro ente que habitaba en el hall. Maldita sea. Esto implicará una disculpa, y por ende, tener que entablar una conversación con alguien, por mínima que fuera.
- Lo siento. - Susurré, de manera casi impersceptible, a la vez que levantaba los ojos y me encontraba con un muchacho peliplateado.
Torpe, torpe, torpe. Siempre lo sería. Quizás en verdad yo no tenía remedio alguno. Y por una extraña razón, sentía este ambiente extraño, plagado de secretos y misterios. Tal vez sean sólo pensamientos vagos de mi mente divagante a toda hora del día, pero...
Ya, olvídalo, Alexa. ¿Por qué mejor no juntas del suelo tu hermosísimo bolso y te dejas de pensar estupideses?
Suspiré ante la alerta de mi conciencia. Tenía razón. Y yo odiaba cuando mi raciocinio ganaba a mis divagaciones. Era... detestable.
Off: Me acoplo al rol, si no les molesta ^^
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
Light se cruza de brazos mientras escucha lo que el chico dice. Él había esperado una respuesta simple, un si o un no le bastaban, pero bueno, los alumnos eran dados a poner excusas y él tampoco había sido diferente, es mas, era de los que acostumbraban a hacerlo bastante a menudo. Seamos sinceros, la atención que le está prestando es mínima, está mas pendiente de sus propios pensamientos que de lo que él dice.
-¿Sabes el nombre de quién te atacó? -pregunta por pura curiosidad mas que por preocupación- Eso tiene su explicación, normalmente son los alumnos los que se presentan ante el director para anunciar su llegada, quizá todas las personas que nombraste debería quedarse en la puerta aguardando a que nuevos alumnos la atraviesen para así darles una maravillosa fiesta de bienvenida.
Irónicamente, Light detesta que alguien demuestre creerse mas que nadie delante suya, bueno, detesta demasiadas cosas en general..No, realmente es borde por naturaleza.
-Light Yagami, para ti profesor Yagami -se presenta, eso de ser profesor le gusta hace que sienta que tiene autoridad sobre otras personas- No se que concepto pareces tener de mi, Fujiwara, pero me da la impresión de que te equivocas conmigo, creo que dejé bastante claro que te iba a mandar a clase rápidamente -responde sonriendo con suficiencia- Eso sí, si eres capaz de entretenerme un rato es posible que no lo haga, pero es algo difícil.
Escucha una disculpa proveniente de detrás del tipo, una chica de la clase diurna. Light frunce el ceño, poniendo su mejor cara de profesor disgustado (?)
-Señorita ¿Se puede saber que haces andando a esta hora por los pasillos?
-¿Sabes el nombre de quién te atacó? -pregunta por pura curiosidad mas que por preocupación- Eso tiene su explicación, normalmente son los alumnos los que se presentan ante el director para anunciar su llegada, quizá todas las personas que nombraste debería quedarse en la puerta aguardando a que nuevos alumnos la atraviesen para así darles una maravillosa fiesta de bienvenida.
Irónicamente, Light detesta que alguien demuestre creerse mas que nadie delante suya, bueno, detesta demasiadas cosas en general..No, realmente es borde por naturaleza.
-Light Yagami, para ti profesor Yagami -se presenta, eso de ser profesor le gusta hace que sienta que tiene autoridad sobre otras personas- No se que concepto pareces tener de mi, Fujiwara, pero me da la impresión de que te equivocas conmigo, creo que dejé bastante claro que te iba a mandar a clase rápidamente -responde sonriendo con suficiencia- Eso sí, si eres capaz de entretenerme un rato es posible que no lo haga, pero es algo difícil.
Escucha una disculpa proveniente de detrás del tipo, una chica de la clase diurna. Light frunce el ceño, poniendo su mejor cara de profesor disgustado (?)
-Señorita ¿Se puede saber que haces andando a esta hora por los pasillos?
- Light Yagami
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Re: Hall de entrada y pasillos
Tal y como pretendí, flexioné suavemente mis rodillas y sujeté mi bolso. Le hice caso a mi conciencia y eso... eso está bien. ¿Cierto? A veces quisiera, realmente, no ser tan torpe y estúpida, pero será que sólo en mi mente están esas acotaciones. La gente que me rodea suele ver sólo las virtudes y el carisma. Me pregunto por qué desde que llegué todos están con una sonrisa en la Clase Diurna. Pues he visto a los de la Clase Nocturna y, a decir verdad, no parecen tener intenciones de comer payasos nunca en su vida.
Y jamás me percaté de la ironía de mis últimos pensamientos; y creo que no lo haré por un largo tiempo.
Vuelvo a erguirme y fijo la mirada en el que creí que se dirigía a mi. Oh, genial. ¿Ese no es un profesor? De hecho, sí, lo es. El profesor Yagami. Me han dicho las chicas que es apuesto, elegante, formal y borde. Bien, se han deleitado en describir a fondo los tres primeros adjetivos; pero yo creo que el último le va mejor.
- Oh, Señor cascarrabias... Sólo daba un paseo. - Murmuro dulcemente, con un tono de voz suave y característico de mi, pero con cierta ironía que podía apreciarse entre líneas.
Sí, alguien debería aclararle lo que pasa cuando me tocan las narices. Que no se haga el vivo conmigo, y mejor que baje esos aires antes de que...
- Ya me voy, a seguir paseando por otro sitio. - Aclaré luego. Que ni piense que le haré caso.
Y como si se tratase de un instinto, lo primero que hago es alejarme del muchacho con el cual tropecé. No me agradaba la cercanía a las personas y ésta no sería una excepción.
- Lo siento. - Repetí, para dejarle en claro que no fue apropósito.
Y tal como aparecí, desaparecí.
Y jamás me percaté de la ironía de mis últimos pensamientos; y creo que no lo haré por un largo tiempo.
Vuelvo a erguirme y fijo la mirada en el que creí que se dirigía a mi. Oh, genial. ¿Ese no es un profesor? De hecho, sí, lo es. El profesor Yagami. Me han dicho las chicas que es apuesto, elegante, formal y borde. Bien, se han deleitado en describir a fondo los tres primeros adjetivos; pero yo creo que el último le va mejor.
- Oh, Señor cascarrabias... Sólo daba un paseo. - Murmuro dulcemente, con un tono de voz suave y característico de mi, pero con cierta ironía que podía apreciarse entre líneas.
Sí, alguien debería aclararle lo que pasa cuando me tocan las narices. Que no se haga el vivo conmigo, y mejor que baje esos aires antes de que...
- Ya me voy, a seguir paseando por otro sitio. - Aclaré luego. Que ni piense que le haré caso.
Y como si se tratase de un instinto, lo primero que hago es alejarme del muchacho con el cual tropecé. No me agradaba la cercanía a las personas y ésta no sería una excepción.
- Lo siento. - Repetí, para dejarle en claro que no fue apropósito.
Y tal como aparecí, desaparecí.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
Gin podía sentir el frío de la noche; la brisa arrulladora mezclada con el aterciopelado rocío que le recordaba que él era dueño indiscutido de la noche; que los secretos de la señora oscura eran suyos y que él era su mejor amante.
La piel se le erizó, al percibir una presencia no tan lejos de ahí. Una criatura de pensamientos divertidos, torpes y entrecortados y mientras el profesor Yagami hablaba no pudo evitar una leve carcajada que sonó, indudablemente, como música celestial, como esos movimientos en los que los barítonos con sus voces y bajo la mano de Beethoven, parecen llegar directamente a Dios. Con un movimiento de la mano se disculpó ante el profesor, pero no pudo borrar la sonrisa, para luego levantar una ceja. “Yo? ¿Entretenerlo a él?”
-¡Ja!-. Risa estruendosa, arrogante y burlona. –Mire, amigo-, sí, se había pasado la advertencia de llamarlo “profesor” bien por el… -mejor se le van bajando los humos si no quiere que su cuello sea un colador y…-. En ese momento una bella criatura rubia chocó contra la bien formada espalda del peliplateado, a lo que siguió el ruido de libros cayéndose. La señorita de los pensamientos graciosos había entrado en escena y por unos segundos había cautivado la atención de Gin. El joven, jamás había sido bueno conteniendo sus impulsos viscerales y menos, con una chica…
No se molestó en ayudarla a levantar sus cosas; mejor verla reflejada en el vidrio del otro lado del hall, y comprobar que tenía un buen trasero. Volvió a sonreír escuchando los alocados pensamientos de la chica. Así que Yagami era un borde… interesante.
No había pasado nada cuando la señorita comenzó a anunciar su retirada. Gin podía ahora, jugar al gato y al ratón. Se daba cuenta que ella estaba incómoda, que Alexa no entendía a qué se debía eso. Y él se deleitó en tener esa aura espectral, esa aura que destilaba un aroma de flores, ese aroma que todos conocemos y nos atrae aunque jamás hayamos ido a un funeral: el aroma de la muerte, de la que los vivos estamos inevitablemente enamorados. Y el perfume se hizo más espeso, embriagador, casi hipnótico. Gin estaba desplegando el poder de “encantar”.
-Discúlpeme “señor, profesor, general” Yagami, en un segundo estoy con usted y puede seguir entreteniéndome como hasta ahora…-. Le dijo mirándole directamente a los ojos, como si tratase de hacerle entrar en ese trance que él tan hábilmente podía manejar. Así, se acercó a Alexa, que le daba la espalada con un caminar ligero y femenino, dejando ver piernas torneadas y suaves. Unos, dos, tres pasos, y el brazo de Gin rodeó la cintura de Alexa atrayéndola contra él.
El aroma…
La señorita tenía un apetecible aroma, suave, liviano… ¿jazmín quizás? Y es que cada humano tiene una esencia diferente, algo que los distingue innegablemente.
-No era necesario que te disculparas…-. Susurró Gin al oído de la joven, como un amigo, como alguien que mantiene una confianza arrasadora, como si toda la vida hubiese conocido a esa muchacha. – Ha sido un privilegio que alguien con tus características chocara contra mí…-. Las palabras eran espesas, suaves y se deslizaban como serpientes en el aire. Un susurro que arrullaba, que atraía, que hipnotizaba.
-Vuelve a chocarte conmigo cualquier noche que te apetezca, criatura… o simplemente quédate esta noche conmigo y el profesor gruñón…-. La boca de Gin se hallaba peligrosamente cerca del oído de la rubia menuda, y por lo tanto, de su cuello. Los colmillos ya estaban afuera ¿Alguien lo habría notado?
(off: no hay problema... Ah, y me tardé en contestar porque estoy con exámenes)
La piel se le erizó, al percibir una presencia no tan lejos de ahí. Una criatura de pensamientos divertidos, torpes y entrecortados y mientras el profesor Yagami hablaba no pudo evitar una leve carcajada que sonó, indudablemente, como música celestial, como esos movimientos en los que los barítonos con sus voces y bajo la mano de Beethoven, parecen llegar directamente a Dios. Con un movimiento de la mano se disculpó ante el profesor, pero no pudo borrar la sonrisa, para luego levantar una ceja. “Yo? ¿Entretenerlo a él?”
-¡Ja!-. Risa estruendosa, arrogante y burlona. –Mire, amigo-, sí, se había pasado la advertencia de llamarlo “profesor” bien por el… -mejor se le van bajando los humos si no quiere que su cuello sea un colador y…-. En ese momento una bella criatura rubia chocó contra la bien formada espalda del peliplateado, a lo que siguió el ruido de libros cayéndose. La señorita de los pensamientos graciosos había entrado en escena y por unos segundos había cautivado la atención de Gin. El joven, jamás había sido bueno conteniendo sus impulsos viscerales y menos, con una chica…
No se molestó en ayudarla a levantar sus cosas; mejor verla reflejada en el vidrio del otro lado del hall, y comprobar que tenía un buen trasero. Volvió a sonreír escuchando los alocados pensamientos de la chica. Así que Yagami era un borde… interesante.
No había pasado nada cuando la señorita comenzó a anunciar su retirada. Gin podía ahora, jugar al gato y al ratón. Se daba cuenta que ella estaba incómoda, que Alexa no entendía a qué se debía eso. Y él se deleitó en tener esa aura espectral, esa aura que destilaba un aroma de flores, ese aroma que todos conocemos y nos atrae aunque jamás hayamos ido a un funeral: el aroma de la muerte, de la que los vivos estamos inevitablemente enamorados. Y el perfume se hizo más espeso, embriagador, casi hipnótico. Gin estaba desplegando el poder de “encantar”.
-Discúlpeme “señor, profesor, general” Yagami, en un segundo estoy con usted y puede seguir entreteniéndome como hasta ahora…-. Le dijo mirándole directamente a los ojos, como si tratase de hacerle entrar en ese trance que él tan hábilmente podía manejar. Así, se acercó a Alexa, que le daba la espalada con un caminar ligero y femenino, dejando ver piernas torneadas y suaves. Unos, dos, tres pasos, y el brazo de Gin rodeó la cintura de Alexa atrayéndola contra él.
El aroma…
La señorita tenía un apetecible aroma, suave, liviano… ¿jazmín quizás? Y es que cada humano tiene una esencia diferente, algo que los distingue innegablemente.
-No era necesario que te disculparas…-. Susurró Gin al oído de la joven, como un amigo, como alguien que mantiene una confianza arrasadora, como si toda la vida hubiese conocido a esa muchacha. – Ha sido un privilegio que alguien con tus características chocara contra mí…-. Las palabras eran espesas, suaves y se deslizaban como serpientes en el aire. Un susurro que arrullaba, que atraía, que hipnotizaba.
-Vuelve a chocarte conmigo cualquier noche que te apetezca, criatura… o simplemente quédate esta noche conmigo y el profesor gruñón…-. La boca de Gin se hallaba peligrosamente cerca del oído de la rubia menuda, y por lo tanto, de su cuello. Los colmillos ya estaban afuera ¿Alguien lo habría notado?
(off: no hay problema... Ah, y me tardé en contestar porque estoy con exámenes)
- Gin Fujiwara
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Re: Hall de entrada y pasillos
Alborotada, exagerada, más torpe de lo habitual, volví a entrar a la Academia. Y por supuesto, mi ingenio en ese momento no podía indicarme tomar otro pasillo para llegar hasta mi habitación. ¿Y eso por qué? Simple: No salía de una que entraba en otra. Así era mi vida; así de peculiar.
Mis pensamientos iban a mil. Aquel hombre que habia encontrado en el jardín... Desapareció de repente. ¿Cómo es posible? Sin duda, era un espectro o algo por el estilo. Pero, un momento, ¿en qué cabeza entraría semejante cosa? Sacudí la cabeza para evitar pensar, mientras cerré los ojos y abracé mi bolso con fuerza, contra mi pecho. Un suave suspiro fue exhalado por mis labios.
- Ya, mejor deja de pensar...- Me dije a mí misma. Y es que si no dejaba de hacerlo, me estallaría la cabeza.
Mientras mis pasos avanzaban, escucho voces. Levanto la vista y...
- No otra vez... ¿Siguen aquí? - Susurré para mí misma, más que otra cosa. Yagami seguía allí, hablando con aquel muchacho. ¿Qué me diría ahora? Mejor que se callara las palabras, o juraba hacerlo aterrizar en el suelo al mínimo roce.
En verdad, Alexa, ¿no serás muy mala? Cállate.
Otra vez, mi conciencia arrebataba todo indicio de sensatez en mí. Volví a suspirar, y mientras me dignaba a pasar entre ellos como si nada, algo me obligó a frenar. Observé al alumno de la Clase Nocturna que allí estaba. No pude evitar recordar, entonces, la manera amable y sutil con la que me había hablado anteriormente. Incluso, la forma en que rodeó mi cintura y se atrevió a exceder el límite de distancia entre ambos. Fue una sensación totalmente extraña, y en ese momento agradecí haberme ido, en cierto sentido, pero luego... No lo sé. Simplemente la sensación embriagadora superó las murallas de mi cordura.
Me vi obligada a sacudir la cabeza nuevamente, de manera leve. ¿En qué demonios estoy pensando? Yo, la que le tiene fobia al exceso de contacto. Yo, la que no quiere hablar con nadie a menos que sea sumamente necesario. Yo... La que de momento está hecha una estúpida.
Tras unos segundos de mirarle, suspiré y bajé levemente la cabeza, dando un paso para comenzar a avanzar nuevamente.
Mis pensamientos iban a mil. Aquel hombre que habia encontrado en el jardín... Desapareció de repente. ¿Cómo es posible? Sin duda, era un espectro o algo por el estilo. Pero, un momento, ¿en qué cabeza entraría semejante cosa? Sacudí la cabeza para evitar pensar, mientras cerré los ojos y abracé mi bolso con fuerza, contra mi pecho. Un suave suspiro fue exhalado por mis labios.
- Ya, mejor deja de pensar...- Me dije a mí misma. Y es que si no dejaba de hacerlo, me estallaría la cabeza.
Mientras mis pasos avanzaban, escucho voces. Levanto la vista y...
- No otra vez... ¿Siguen aquí? - Susurré para mí misma, más que otra cosa. Yagami seguía allí, hablando con aquel muchacho. ¿Qué me diría ahora? Mejor que se callara las palabras, o juraba hacerlo aterrizar en el suelo al mínimo roce.
En verdad, Alexa, ¿no serás muy mala? Cállate.
Otra vez, mi conciencia arrebataba todo indicio de sensatez en mí. Volví a suspirar, y mientras me dignaba a pasar entre ellos como si nada, algo me obligó a frenar. Observé al alumno de la Clase Nocturna que allí estaba. No pude evitar recordar, entonces, la manera amable y sutil con la que me había hablado anteriormente. Incluso, la forma en que rodeó mi cintura y se atrevió a exceder el límite de distancia entre ambos. Fue una sensación totalmente extraña, y en ese momento agradecí haberme ido, en cierto sentido, pero luego... No lo sé. Simplemente la sensación embriagadora superó las murallas de mi cordura.
Me vi obligada a sacudir la cabeza nuevamente, de manera leve. ¿En qué demonios estoy pensando? Yo, la que le tiene fobia al exceso de contacto. Yo, la que no quiere hablar con nadie a menos que sea sumamente necesario. Yo... La que de momento está hecha una estúpida.
Tras unos segundos de mirarle, suspiré y bajé levemente la cabeza, dando un paso para comenzar a avanzar nuevamente.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
El aroma a Jazmín había desaparecido rápidamente cuando Gin dejó ir a la joven que parecía apresurada por abandonar la comunión. En sus manos aún podía percibir la calidez y la suavidad de la carne blanda y viva de Alexa. ¿Acaso alguien podía reprocharle al vampiro sentir cierta atracción masoquista por la presa que al parecer había huido inmune a su “encantamiento”? Pero en el fondo sabía que no era así; que el aroma que había destilado, que las palabras sedosas y serpentinas al oído habían dejado la marca del vampiro marmóreo, delicioso y traicionero.
El taco del zapato de lujo, negro como la noche y con un brillo parecido al de la luna, resonó un par de veces en los pasillos cuando volvió con el sensei. La verdad, había perdido el interés en ese manjar y ahora se le hacía agua la boca por probar el delicioso torrente que fluía, caliente, sensual y embriagador, por esa yugular que segundos antes, había tenido rendido ante sus colmillos. Sabía perfectamente que no podía beber sangre humana en el recinto, pero… ¿qué pasaría si el humano se ofreciera libremente? Pocas veces en su vida había tenido que robar sangre. A decir verdad, en su residencia, tan suntuosa y fría como él, tenía varios amantes que se ofrecían a ser sus víctimas. Eran jóvenes hermosos y pulcros, exquisitos en formas y de alta alcurnia; jóvenes, mujeres y hombres, que caían rendidos ante la mirada glacial que Gin se había forjado hacía ya tantos años.
Perdido en sus cavilaciones, reparó en el aire una fragancia conocida, una fragancia que hacía que sus colmillos salieran sin pensárselo dos veces. La rubia volvía con paso cancina, resignado…
¿Realmente pensaba que la dejaría escapar de nuevo?
Sus labios suaves y fríos se curvaron en una sonrisa suave, de satisfacción y orgullo propio, mientras estiraba con delicadeza el brazo y la tomaba gentilmente por la muñeca, con tanta sutileza que parecía creer que la chica se rompería si apretaba con un mínimo de fuerza. Es que Gin, había aprendido sus modales del mejor de los caballeros, de alguien que había sido concebido en el Siglo XVII y era, en todo el espectro, un hombre encantador.
-Te vas tan rápido, Alexa?-. Otra vez esa voz grave pero cantarina, de barítono lírico. –Quédate, o llévame contigo… a mí, por el momento, no me apetece ir a clases… no te gustaría conocer el lugar conmigo y el profesor Yagami?-. Y la proximidad entre ambos se acortó cuando el bien formado cuerpo de Fujiwara dio un paso al frente y se pegó contra la espalda de Alexa. –O quizás, ¿sólo conmigo?-. Susurró calurosamente, cerca del lóbulo de la muchacha, tan, tan cerca que muy probablemente su piel pudo percibir el ardor en el aliento del vampiro; ardor justificado en su hambruna y en la apetencia que el aroma a jazmín había generado en su psiquis.
El taco del zapato de lujo, negro como la noche y con un brillo parecido al de la luna, resonó un par de veces en los pasillos cuando volvió con el sensei. La verdad, había perdido el interés en ese manjar y ahora se le hacía agua la boca por probar el delicioso torrente que fluía, caliente, sensual y embriagador, por esa yugular que segundos antes, había tenido rendido ante sus colmillos. Sabía perfectamente que no podía beber sangre humana en el recinto, pero… ¿qué pasaría si el humano se ofreciera libremente? Pocas veces en su vida había tenido que robar sangre. A decir verdad, en su residencia, tan suntuosa y fría como él, tenía varios amantes que se ofrecían a ser sus víctimas. Eran jóvenes hermosos y pulcros, exquisitos en formas y de alta alcurnia; jóvenes, mujeres y hombres, que caían rendidos ante la mirada glacial que Gin se había forjado hacía ya tantos años.
Perdido en sus cavilaciones, reparó en el aire una fragancia conocida, una fragancia que hacía que sus colmillos salieran sin pensárselo dos veces. La rubia volvía con paso cancina, resignado…
¿Realmente pensaba que la dejaría escapar de nuevo?
Sus labios suaves y fríos se curvaron en una sonrisa suave, de satisfacción y orgullo propio, mientras estiraba con delicadeza el brazo y la tomaba gentilmente por la muñeca, con tanta sutileza que parecía creer que la chica se rompería si apretaba con un mínimo de fuerza. Es que Gin, había aprendido sus modales del mejor de los caballeros, de alguien que había sido concebido en el Siglo XVII y era, en todo el espectro, un hombre encantador.
-Te vas tan rápido, Alexa?-. Otra vez esa voz grave pero cantarina, de barítono lírico. –Quédate, o llévame contigo… a mí, por el momento, no me apetece ir a clases… no te gustaría conocer el lugar conmigo y el profesor Yagami?-. Y la proximidad entre ambos se acortó cuando el bien formado cuerpo de Fujiwara dio un paso al frente y se pegó contra la espalda de Alexa. –O quizás, ¿sólo conmigo?-. Susurró calurosamente, cerca del lóbulo de la muchacha, tan, tan cerca que muy probablemente su piel pudo percibir el ardor en el aliento del vampiro; ardor justificado en su hambruna y en la apetencia que el aroma a jazmín había generado en su psiquis.
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Re: Hall de entrada y pasillos
Y estaba dispuesta a irme, realmente. Yo no tenía nada que hablar con ellos, y menos soportar al borde de Yagami haciendo lo que quiere y explotando su título de "Profesor", que a decir verdad, poco le sirve. He oído que una de sus últimas clases fue un absoluto fracaso. Y es que así está la educación hoy en día, ¿eh?
Continué caminando, ignorándolos completamente, pero entonces algo -o mejor dicho alguien- sujetó mi mano. Giré el rostro suavemente para ver de quién se trataba, y es entonces cuando me quedo helada. Parpadeo, un par de veces, sin saber qué decir o qué hacer. Mi primer atisbo ronda por la acción de pretender soltarme de su agarre, pero allí quedo todo: en una simple pretención. Y cuando menos lo esperaba, prosiguieron sus palabras. A las cuales me quedé completamente helada. ¿Conocer el lugar con él y Yagami? Pero por favor, antes muerta.
- No, gracias. Tengo prisa, quizás otro día...- Susurré, pero sin poder terminar la frase, ya que una fragancia me envolvió y embriagó por completo. ¿Qué era esta sensación... otra vez?
Y entonces el muchacho se acerca, y si antes había roto los límites permitidos de cercanía, ahora era mucho peor. Se situó detrás de mi, para hablar nuevamente con su melodiosa voz. Alcé la mirada, de repente, apretando suavemente mis dientes, en signos de nerviosismo. ¿Qué me sucedía? Me sentía extraña, demasiado. Y más aún cuando sus palabras vuelven a llegar a mis oídos. Pero mi raciocinio me pedía a gritos que lo dejara salir y me librase de él por completo.
- ¡Pero qué...! - Grité, no muy alto, pero lo suficiente para dejar en claro que lo que él decía me parecía un completo atrevimiento. A pesar de que mis mejillas estaban rosadas, no existía tal confianza entre nosotros para que se dirija así a mi. Me quedé mirándolo, mientras aún sostenía mi muñeca, pero estabamos muy cerca. Mi ceño, completamente fruncido, indicaba que no me hacía ni gracia lo que estaba haciendo y diciendo. Miré al profesor Yagami, en busca de "ayuda", o lo que fuese. ¿Cómo podía un alumno tomarse tales atribuciones? Volví a mirar al muchacho, y luego otra vez a Light. El aroma extaciante iba y venía con cada movimiento sublime de mi rostro. Francamente, si creía que allí fuera el hombre que había visto era un secuestrador, tendría que plantearme el hecho de que aquí dentro debe estar poblado de pervertidos. Y he aquí el ejemplo perfecto sosteniendo mi mano.
Continué caminando, ignorándolos completamente, pero entonces algo -o mejor dicho alguien- sujetó mi mano. Giré el rostro suavemente para ver de quién se trataba, y es entonces cuando me quedo helada. Parpadeo, un par de veces, sin saber qué decir o qué hacer. Mi primer atisbo ronda por la acción de pretender soltarme de su agarre, pero allí quedo todo: en una simple pretención. Y cuando menos lo esperaba, prosiguieron sus palabras. A las cuales me quedé completamente helada. ¿Conocer el lugar con él y Yagami? Pero por favor, antes muerta.
- No, gracias. Tengo prisa, quizás otro día...- Susurré, pero sin poder terminar la frase, ya que una fragancia me envolvió y embriagó por completo. ¿Qué era esta sensación... otra vez?
Y entonces el muchacho se acerca, y si antes había roto los límites permitidos de cercanía, ahora era mucho peor. Se situó detrás de mi, para hablar nuevamente con su melodiosa voz. Alcé la mirada, de repente, apretando suavemente mis dientes, en signos de nerviosismo. ¿Qué me sucedía? Me sentía extraña, demasiado. Y más aún cuando sus palabras vuelven a llegar a mis oídos. Pero mi raciocinio me pedía a gritos que lo dejara salir y me librase de él por completo.
- ¡Pero qué...! - Grité, no muy alto, pero lo suficiente para dejar en claro que lo que él decía me parecía un completo atrevimiento. A pesar de que mis mejillas estaban rosadas, no existía tal confianza entre nosotros para que se dirija así a mi. Me quedé mirándolo, mientras aún sostenía mi muñeca, pero estabamos muy cerca. Mi ceño, completamente fruncido, indicaba que no me hacía ni gracia lo que estaba haciendo y diciendo. Miré al profesor Yagami, en busca de "ayuda", o lo que fuese. ¿Cómo podía un alumno tomarse tales atribuciones? Volví a mirar al muchacho, y luego otra vez a Light. El aroma extaciante iba y venía con cada movimiento sublime de mi rostro. Francamente, si creía que allí fuera el hombre que había visto era un secuestrador, tendría que plantearme el hecho de que aquí dentro debe estar poblado de pervertidos. Y he aquí el ejemplo perfecto sosteniendo mi mano.
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Re: Hall de entrada y pasillos
A Gin le regocijaba ser un vampiro. Mientras muchos de sus pares lloraban sangre en las noches por creerse destinados a una existencia condenada y maldita, él le sacaba el jugo al hecho de ser un ente prácticamente, todopoderoso. Y ¿Cómo no sentirse así cuando su sensibilidad física le permitía percibir hasta el más leve de los cambios en un humano? Como justo ahora lo estaba haciendo…
Con los finos, pero fuertes dígitos, suaves y firmes a la vez, sentía el pulso agitado, la sangre bombear descontrolada, debido a que el corazón latía con precipitada fuerza; un tamborcito que volvía locas a todas sus percepciones y deseos. Ese órgano sonaba como la guerra declarada en sus oídos, a sus placeres, a sus deseos, y coquetamente le conquistaba y lo rendía a la fantasía, a la imagen íntima de sus colmillos penetrando lenta y deliciosamente la piel de esa exquisita y, en su ingenuidad, sensual jovencita. Dejar que la sangre fluya por su garganta, sin succionar, sólo dejando que le entre como un torrente por la boca, en la sexualidad del acto mismo. Ahora la dermis se calentaba, y dejaba que imperceptible transpiración, exudara. Apretó con más fuerza y sus ojos estaban desbocados en el deleite de contemplar a su presa, sin importarle realmente la presencia de un “superior” a su lado. Ahora, sólo quería salir de allí y hacerla suya, como a cualquiera otra, y también con la particularidad de que era esa y no otra la que quería a su merced.
-Ven conmigo…-. Susurró a su oído con altísima sexualidad, y es que en esas dos palabras había depositado toda su lujuria y hambre. –Ven conmigo…-. Volvió a repetir esta vez más cerca, más íntimo, casi obligándola a que se diera la vuelta de un ligero jalón y quedara frente a él, que sus pechos redondos y juveniles chocaran contra los marcados músculos de su bajo pecho. Los ojos cristal, fríos pero fulgurantes, se clavaron en los café de la joven… pero Gin sabía que por debajo de esa capa de plástico se escondían preciosas gemas, tan profundas como la turquesa.
Había olvidado a Yagami, había olvidado las reglas del colegio, había olvidado todo, menos la elegancia de ser vampiro. Daba cátedra sobre cómo un ser de la noche debe comportarse frente a su desafío: debe atraerla primero con el aroma, lentamente, metiéndose por debajo de su ropa, de su piel, hasta hacerse carne en ella. Luego, el contacto es esencial, físico, sutil, sensual…
Y así Gin la mantenía tomada por la mano y lentamente acariciaba con un dedo la palma. –Ven conmigo…-. Dijo otra vez en un tono tan bajo que pareció irse con la brisa. Ahora, el brazo libre rodeaba la cintura de Alexa y la mano la atraía por la cintura. Y Gin tenía que contener el impulso de devorarla en ese mismísimo instante… la piel tan caliente por debajo del uniforme, tan humana, tan viva.
Mientras el peliplateado clavaba los ojos en los de su presa, en los de su amante mental, la noche los cubría, cada vez más negra, cómplice y acogedora.
Con los finos, pero fuertes dígitos, suaves y firmes a la vez, sentía el pulso agitado, la sangre bombear descontrolada, debido a que el corazón latía con precipitada fuerza; un tamborcito que volvía locas a todas sus percepciones y deseos. Ese órgano sonaba como la guerra declarada en sus oídos, a sus placeres, a sus deseos, y coquetamente le conquistaba y lo rendía a la fantasía, a la imagen íntima de sus colmillos penetrando lenta y deliciosamente la piel de esa exquisita y, en su ingenuidad, sensual jovencita. Dejar que la sangre fluya por su garganta, sin succionar, sólo dejando que le entre como un torrente por la boca, en la sexualidad del acto mismo. Ahora la dermis se calentaba, y dejaba que imperceptible transpiración, exudara. Apretó con más fuerza y sus ojos estaban desbocados en el deleite de contemplar a su presa, sin importarle realmente la presencia de un “superior” a su lado. Ahora, sólo quería salir de allí y hacerla suya, como a cualquiera otra, y también con la particularidad de que era esa y no otra la que quería a su merced.
-Ven conmigo…-. Susurró a su oído con altísima sexualidad, y es que en esas dos palabras había depositado toda su lujuria y hambre. –Ven conmigo…-. Volvió a repetir esta vez más cerca, más íntimo, casi obligándola a que se diera la vuelta de un ligero jalón y quedara frente a él, que sus pechos redondos y juveniles chocaran contra los marcados músculos de su bajo pecho. Los ojos cristal, fríos pero fulgurantes, se clavaron en los café de la joven… pero Gin sabía que por debajo de esa capa de plástico se escondían preciosas gemas, tan profundas como la turquesa.
Había olvidado a Yagami, había olvidado las reglas del colegio, había olvidado todo, menos la elegancia de ser vampiro. Daba cátedra sobre cómo un ser de la noche debe comportarse frente a su desafío: debe atraerla primero con el aroma, lentamente, metiéndose por debajo de su ropa, de su piel, hasta hacerse carne en ella. Luego, el contacto es esencial, físico, sutil, sensual…
Y así Gin la mantenía tomada por la mano y lentamente acariciaba con un dedo la palma. –Ven conmigo…-. Dijo otra vez en un tono tan bajo que pareció irse con la brisa. Ahora, el brazo libre rodeaba la cintura de Alexa y la mano la atraía por la cintura. Y Gin tenía que contener el impulso de devorarla en ese mismísimo instante… la piel tan caliente por debajo del uniforme, tan humana, tan viva.
Mientras el peliplateado clavaba los ojos en los de su presa, en los de su amante mental, la noche los cubría, cada vez más negra, cómplice y acogedora.
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Re: Hall de entrada y pasillos
Bien. Yagami parecía estar super mega archi empanado. Y yo.. Y yo estaba claramente en problemas.
Intenté forcejear con él un poco más, pero su agarre era intenso. Intensos como sus endiabladas palabras. Sonaban como un canto celestial, pero que claramente advertía que no acudía a mi de otro lado sino el mismísimo infierno. Tan sólo quería liberarme y salir corriendo. Ahora mismo sentía miedo, y quizás demasiado. Jamás me sucedían estas situaciones, y mucho menos sentía en propia piel lo que era el pánico. Era como si se hubiese vuelto parte de mí, en cierto sentido... Y me daba asco.
- Suéltame.. -susurré, claramente, en vano. Sus primeras palabras habían electrizado mi oído, descendido por cada una de mis vértebras, y ahora se depositaba en un intenso escalofrío que me recorría todo el cuerpo. Mi respiración era algo agitada, y sobre todo desesperante, al darme cuenta de que haga lo que haga, no podía quitármelo de encima. Y su aroma... ah, su aroma. Me pregunto desde cuándo se me da por sentir tan intensificadamente el perfume de los chicos.
A los segundos, al oír su segunda petición con perfecto carácter de orden, me volteé para verle, amenazante, hostil, y darle a entender que no me interesaba ir con él a ningún sitio. Pero es entonces cuando me observa de aquel modo, con sus ojos claros, gélidos, pero con cierto destello que aún no comprendía a qué hacía alusión.
- Si quieres que te lleve a recorrer la Academia, también soy nueva, así que no podré ayudarte. -me limité a mencionar, bajando la mirada, alejando mis pupilas de las suyas. Si al menos las lentillas me ayudaran a huír de la atracción de sus ojos, funcionando como un muro perfecto e inamovible, diría que gastar dinero en ellas valió la pena.
Pero no.
El condenado muchacho continuó insistiendo. Y demonios, era demasiado firme en sus palabras. Aún sujetaba mi mano y ejercía una sutil caricia en mi palma. Otra vez, me vi obligada a observarlo. Era como sentir que una brisa densa comenzaba a rodearme y amenazaba con perder mis sentidos, sobre todo el de la cordura. Cuando me rodeó por la cintura con su brazo libre y me acercó hacia sí, contuve la respiración. Atiné, simplemente, a observar por el rabillo del ojo, buscando la atención de Yagami y que me saque de este lío. ¿Era por esto, acaso, que mis compañeras se bañan en babas por los chicos de la Clase Nocturna? A mi, personalmente, me dan más pánico que alegrías.
- ¿Qué quieres de mi? -me atreví a susurrar, casi como si mis pensamientos salieran solos, mientras mi mirada se perdía en algún punto de la fina pared que se extendía a la espalda del muchacho. El aroma era embriagador, cada vez más y más endulzante.
Off: Disculpa la tardanza, es que quería ver si Light respondía, para no adelantarnos tanto y dejarlo atrás, empanado ._. pero no da señales.
Intenté forcejear con él un poco más, pero su agarre era intenso. Intensos como sus endiabladas palabras. Sonaban como un canto celestial, pero que claramente advertía que no acudía a mi de otro lado sino el mismísimo infierno. Tan sólo quería liberarme y salir corriendo. Ahora mismo sentía miedo, y quizás demasiado. Jamás me sucedían estas situaciones, y mucho menos sentía en propia piel lo que era el pánico. Era como si se hubiese vuelto parte de mí, en cierto sentido... Y me daba asco.
- Suéltame.. -susurré, claramente, en vano. Sus primeras palabras habían electrizado mi oído, descendido por cada una de mis vértebras, y ahora se depositaba en un intenso escalofrío que me recorría todo el cuerpo. Mi respiración era algo agitada, y sobre todo desesperante, al darme cuenta de que haga lo que haga, no podía quitármelo de encima. Y su aroma... ah, su aroma. Me pregunto desde cuándo se me da por sentir tan intensificadamente el perfume de los chicos.
A los segundos, al oír su segunda petición con perfecto carácter de orden, me volteé para verle, amenazante, hostil, y darle a entender que no me interesaba ir con él a ningún sitio. Pero es entonces cuando me observa de aquel modo, con sus ojos claros, gélidos, pero con cierto destello que aún no comprendía a qué hacía alusión.
- Si quieres que te lleve a recorrer la Academia, también soy nueva, así que no podré ayudarte. -me limité a mencionar, bajando la mirada, alejando mis pupilas de las suyas. Si al menos las lentillas me ayudaran a huír de la atracción de sus ojos, funcionando como un muro perfecto e inamovible, diría que gastar dinero en ellas valió la pena.
Pero no.
El condenado muchacho continuó insistiendo. Y demonios, era demasiado firme en sus palabras. Aún sujetaba mi mano y ejercía una sutil caricia en mi palma. Otra vez, me vi obligada a observarlo. Era como sentir que una brisa densa comenzaba a rodearme y amenazaba con perder mis sentidos, sobre todo el de la cordura. Cuando me rodeó por la cintura con su brazo libre y me acercó hacia sí, contuve la respiración. Atiné, simplemente, a observar por el rabillo del ojo, buscando la atención de Yagami y que me saque de este lío. ¿Era por esto, acaso, que mis compañeras se bañan en babas por los chicos de la Clase Nocturna? A mi, personalmente, me dan más pánico que alegrías.
- ¿Qué quieres de mi? -me atreví a susurrar, casi como si mis pensamientos salieran solos, mientras mi mirada se perdía en algún punto de la fina pared que se extendía a la espalda del muchacho. El aroma era embriagador, cada vez más y más endulzante.
Off: Disculpa la tardanza, es que quería ver si Light respondía, para no adelantarnos tanto y dejarlo atrás, empanado ._. pero no da señales.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
Tras una persecución en vano del extraño hombre que había aparecido, parece que me había dado el esquinazo y llego hasta el hall de la academia, que raro, se había acercado bastante a este territorio, posiblemente alguien de aquí lo estuviese protegiendo, o posiblemente sólo fuese coincidencia, era algo a considerar.
Al entrar en el hall veo a una joven chica y a un vampiro agarrándola.
- ¿Ocurre algo? - pregunto con un tono medio amenazador, mientras me llevo las manos a mi espalda para sacar mi katana.
Al entrar en el hall veo a una joven chica y a un vampiro agarrándola.
- ¿Ocurre algo? - pregunto con un tono medio amenazador, mientras me llevo las manos a mi espalda para sacar mi katana.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Hall de entrada y pasillos
Él continuaba persistente, sujetándome, pretendiendo que no me librase de su agarre ni en sueños. Yo, simplemente, sólo podía mirarle a los ojos. Poseían un brillo extraño, adormecedor, extaciante, al igual que el aroma que desprendía. Por momentos creía que iba a desvanecerme allí mismo, en medio de un profundo sueño infundado por quién sabe qué cosa. Pero intentaba mantenerme en pie. Al fin y al cabo, él era sólo un humano más y nada raro le envolvía. ¿Cierto?
Yo aguardaba una respuesta suya o una ayuda por parte de Yagami, que a decir verdad me da la sensación de que disfrute de mi desesperación en vez de ayudarme. ¿O será que ha quedado estúpido por ese aroma él también? Y cuando menos me lo espero, una voz resuena en el pasillo. Giro suavemente la cabeza, alcanzando a ver la silueta de aquel muchacho por el rabillo del ojo. Estaba tanteando un objeto filoso y punzante. El corazón se me aceleró. ¿Él no era, acaso, el encargado de los dormitorios sol? ¿Y qué hace con esa katana allí? No fui capaz de responder a su pregunta, la voz no quería dignarse a salir.
Yo aguardaba una respuesta suya o una ayuda por parte de Yagami, que a decir verdad me da la sensación de que disfrute de mi desesperación en vez de ayudarme. ¿O será que ha quedado estúpido por ese aroma él también? Y cuando menos me lo espero, una voz resuena en el pasillo. Giro suavemente la cabeza, alcanzando a ver la silueta de aquel muchacho por el rabillo del ojo. Estaba tanteando un objeto filoso y punzante. El corazón se me aceleró. ¿Él no era, acaso, el encargado de los dormitorios sol? ¿Y qué hace con esa katana allí? No fui capaz de responder a su pregunta, la voz no quería dignarse a salir.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
Extrañamente, la chica no respondía, pero no tenía buena pinta. Además de cazavampiros, era el encargado de los dormitorios sol, era mi deber proteger a esa gente, y ese vampiro no parecía estar haciendo algo muy legal, ni muy bonito...
Me fui acercando lentamente.
- Oye, no se quien eres ni me importa, pero deja a la chica si no quieres que pasemos a mayores - le dije de un tono amenazador.
Me fui acercando lentamente.
- Oye, no se quien eres ni me importa, pero deja a la chica si no quieres que pasemos a mayores - le dije de un tono amenazador.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Hall de entrada y pasillos
Al escuchar aquel comentario, sólo pude girar mi rostro un poco más y transmitirle mi desesperación en una mirada. No le conocía a ninguno de los dos, pero el muchacho que estaba rodeándome con sus brazos no me transmitía la más mínima confianza. Su voz era siniestramente embriagadora. No me gustaba. Además, ya me sentía algo mareada, confusa. Era como estar en un trance. Quería salir de aquí. Este era uno de esos instantes en donde no había nada que deseara más que volver a casa.
Intenté forcejear, vanamente, para soltarme. Pero ya ni fuerzas me quedaban. Eran esfuerzos inútiles los míos.
Intenté forcejear, vanamente, para soltarme. Pero ya ni fuerzas me quedaban. Eran esfuerzos inútiles los míos.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
No esperé la respuesta del hombre, no quería matar a nadie en la academia, ya se solucionaría después lo ocurrido con el director.
Corro hacia ellos y cojo a la chica, agarrándola y alejándola del peligro que la acechaba, el otro no reaccionaba, parecía que se había empanado.
La llevo a un rincón del pasillo algo alejado.
- ¿Estás bien? - pregunto algo preocupado.
Corro hacia ellos y cojo a la chica, agarrándola y alejándola del peligro que la acechaba, el otro no reaccionaba, parecía que se había empanado.
La llevo a un rincón del pasillo algo alejado.
- ¿Estás bien? - pregunto algo preocupado.
- Tetsuya Yokoshima
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Re: Hall de entrada y pasillos
Y finalmente, alguien me libera de su agarre. Todo transcurrió demasiado rápido. Fui alejada de él como si una flor del jardín fuese arrancada. Estaba shockeada, algo traumada, vacilante... ¿Por qué me sentía tan estúpida? El muchacho me llevó a un rincón alejado y lo miré a los ojos, pero no pude responderle nada. En su lugar, desvié la vista a aquel hombre extraño con el que me encontraba hace unos momentos. No sabía muy bien qué era, pero un lado mío quería regresar junto a él, a esa escena escalofriante y atrayente.
Rápidamente, desvié esos pensamientos hacia otro sitio. ¿Cómo podía pensar semejante tontería? Miré al encargado y asentí, respondiendo finalmente a su pregunta. Él parecía preocupado por mi y eso me reconfortaba un poco. Al fin alguien se dignaba a prestarme atención cuando realmente me encontraba en apuros.
- Yo.. Yo sólo quiero irme de aquí -murmuré, cerrando los ojos y llevándome una mano a la frente. Me sentía agobiada.
Rápidamente, desvié esos pensamientos hacia otro sitio. ¿Cómo podía pensar semejante tontería? Miré al encargado y asentí, respondiendo finalmente a su pregunta. Él parecía preocupado por mi y eso me reconfortaba un poco. Al fin alguien se dignaba a prestarme atención cuando realmente me encontraba en apuros.
- Yo.. Yo sólo quiero irme de aquí -murmuré, cerrando los ojos y llevándome una mano a la frente. Me sentía agobiada.
- Alexa Gráinne
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Re: Hall de entrada y pasillos
Caminaba distraído y a la vez concentrado en sus asuntos. No le costaba nada evitar y obviar los chillidos de las alumnas de la Clase Diurna que, hace dos años atrás, le preguntaban acerca de su estado civil y acerca de otros asuntos extremadamente cortillas. Simplemente, tenía que hacer oído sordo al típico y habitual llamado: "¡Yagari-Sensei!". Qué fastidio. Él ya no era profesor aquí.
Al dirigirse al hall, encontró una escena peculiar. Tetsuya estaba allí con una chica humana. Enarcó la ceja ante aquella visión. Se acercó a ellos y miró a la chica. Parecía asustada y algo enferma.
- ¿Has encontrado algo? -preguntó, refiriéndose a la silueta que seguían antes de terminar aquí.
La verdad es que la situación que estaba viviendo en ese mismo instante le daba curiosidad, pero ya luego le preguntaría a Tetsuya acerca de ello. Si estaba relacionado con vampiros, no era aconsejable hablar delante de los humanos.
Al dirigirse al hall, encontró una escena peculiar. Tetsuya estaba allí con una chica humana. Enarcó la ceja ante aquella visión. Se acercó a ellos y miró a la chica. Parecía asustada y algo enferma.
- ¿Has encontrado algo? -preguntó, refiriéndose a la silueta que seguían antes de terminar aquí.
La verdad es que la situación que estaba viviendo en ese mismo instante le daba curiosidad, pero ya luego le preguntaría a Tetsuya acerca de ello. Si estaba relacionado con vampiros, no era aconsejable hablar delante de los humanos.
- Yagari Touga
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Re: Hall de entrada y pasillos
- Pues la verdad es que no, es curioso que su rastro desaparezca por aquí pero bueno, aún así, no ha sido completamente inútil, ahí hay uno que parece que le gusta intimidar a jóvenes, ¿Podrías ocuparte de él como es debido mientras yo la llevo a descansar? - le digo a Yagari, pretendiendo dar el menor número de información sobre los vampiros posible para que la chica no pudiese entender lo que pasaba, mientras él lo hacía. - ¿Nos vemos luego vale?
Tras ello me dirijo a la chica.
- Oye, te llevaré a descansar, ¿vale?, tranquila que ya ha pasado todo.
Tras ello me dirijo a la chica.
- Oye, te llevaré a descansar, ¿vale?, tranquila que ya ha pasado todo.
- Tetsuya Yokoshima
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