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Salón de baile
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Salón de baile
La enorme sala que se utiliza habitualmente para las fiestas, decorada para la ocasión con flores y guirnaldas, hay comida y bebida en los lados y sillones para sentarse a descansar.
La máscara es obligatoria, no se puede decir quien es aquel que la lleva, independientemente de que sea alguien conocido o no.
La máscara es obligatoria, no se puede decir quien es aquel que la lleva, independientemente de que sea alguien conocido o no.
- Kaien Cross
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Humor : Maravilloso~
Re: Salón de baile
Por supuesto que Shima Sugimura debía de estar en una fiesta tan lujosa como aquella. Su figura imponía más que respeto. Además, su atuendo elegante y aquel antifaz que portaba, daba sensación de elegancia.
Sonrió nada más entrar en el salón de baile. Y en cuanto lo hizo, más de una mujer se acercó a curiosear la identidad del Desconocido. Con su buen porte y la educación noble que le habían dado, supo desenvolverse perfectamente en aquel ambiente. Adulador y mujeriego, besó la mano de toda Dama que se posaba frente a su verdosa mirada. Incluso se entretuvo, cortés, hablando con las mujeres; aceptando hasta una buena copa de champagne para hacerlo más ameno.
Echó su mirada hacia el horizonte, quizá buscando algo. O quizá buscando a alguien. Pero no pareció encontrarlo, pues volvió a sonreír y siguió tranquilamente su conversación. Hasta que, finalmente, salió a bailar con una de aquellas admirables y bellas chicas de las que estaba rodeado.
Sonrió nada más entrar en el salón de baile. Y en cuanto lo hizo, más de una mujer se acercó a curiosear la identidad del Desconocido. Con su buen porte y la educación noble que le habían dado, supo desenvolverse perfectamente en aquel ambiente. Adulador y mujeriego, besó la mano de toda Dama que se posaba frente a su verdosa mirada. Incluso se entretuvo, cortés, hablando con las mujeres; aceptando hasta una buena copa de champagne para hacerlo más ameno.
Echó su mirada hacia el horizonte, quizá buscando algo. O quizá buscando a alguien. Pero no pareció encontrarlo, pues volvió a sonreír y siguió tranquilamente su conversación. Hasta que, finalmente, salió a bailar con una de aquellas admirables y bellas chicas de las que estaba rodeado.
- Shima Sugimura
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Re: Salón de baile
Fraiah ingresó al edificio y se dirigió a la sala de baile. La verdad es que le entusiasmaba bastante estar en una fiesta luego de tantos sucesos horribles. Y esta vez, a diferencia de otras, lo había decidido con más firmeza: no permitiría que nadie arruine la diversión esta noche.
La joven se encaminó con un elegante vestido negro. Sus antebrazos estaban cubiertos por finos guantes del mismo color. Llevaba el cabello medianamente recogido, pues varias flores rojas adornaban un improvisado rodete del cual se desprendían varios mechones que caían sobre sus hombros y rostro. Se había puesto un colgante rojo también, para combinarlo con el detalle de las flores y los labios rojos. La máscara que llevaba tenía las mismas tonalidades. Lo único diferente a través de ella eran sus ojos violáceos, por lo que corría el riesgo de delatar su identidad. De todos modos, ¿quién hubiera imaginado a Fraiah Blade Eslin con un atuendo tan atrevido? Eso debería desviar sospechas, o al menos eso imaginaba.
Entonces, de aquel modo, avanzó hasta la pista de baile. Un mozo pasó a su lado y le ofreció una copa. La chica sonrió y la aceptó, bebiendo lentamente de ella. Se asombró ante el sabor del fino vino y esbozó una sutil sonrisa.
La joven se encaminó con un elegante vestido negro. Sus antebrazos estaban cubiertos por finos guantes del mismo color. Llevaba el cabello medianamente recogido, pues varias flores rojas adornaban un improvisado rodete del cual se desprendían varios mechones que caían sobre sus hombros y rostro. Se había puesto un colgante rojo también, para combinarlo con el detalle de las flores y los labios rojos. La máscara que llevaba tenía las mismas tonalidades. Lo único diferente a través de ella eran sus ojos violáceos, por lo que corría el riesgo de delatar su identidad. De todos modos, ¿quién hubiera imaginado a Fraiah Blade Eslin con un atuendo tan atrevido? Eso debería desviar sospechas, o al menos eso imaginaba.
Entonces, de aquel modo, avanzó hasta la pista de baile. Un mozo pasó a su lado y le ofreció una copa. La chica sonrió y la aceptó, bebiendo lentamente de ella. Se asombró ante el sabor del fino vino y esbozó una sutil sonrisa.
- Fraiah B. Eslin
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Humor : Volátil
Re: Salón de baile
En aquel lugar las fiestas tenían mucha fama, no precisamente por algo bueno. Luke no quería desaprovechar la ocasión, llevaba demasiado tiempo fuera, había estado demasiado tiempo sin hacer nada. Era hora de entrar de nuevo en escena.
Ataviado con un elegante traje negro a juego con su máscara, que hacía díficil averiguar su identidad, entró en la amplia sala de baile. No buscaba nada, ni a nadie, aquella noche tan solo quería disfrutar de una buena fiesta, pero, si se le presentaba la ocasión, no dudaría ni un solo instante en molestar a su querida hermana menor. ¿Qué clase de hermano sería si no pasaba un rato agradable con ella de vez en cuando? Quizá podría olvidársele que él seguía ahí, dispuesto a hacerle la vida imposible cuando quisiera.
Caminaba entre la multitud, atrayendo las miradas de las jóvenes, a las cuales, les dedicaba una agradable sonrisa, pero nada más. No iba a perder su valioso tiempo tonteando con humanas, rara vez tenía buenas consecuencias. Tomó una copa de la mesa y se recostó contra una pared cercana, bebiendo mientras su mirada se paseaba por la sala.
Ataviado con un elegante traje negro a juego con su máscara, que hacía díficil averiguar su identidad, entró en la amplia sala de baile. No buscaba nada, ni a nadie, aquella noche tan solo quería disfrutar de una buena fiesta, pero, si se le presentaba la ocasión, no dudaría ni un solo instante en molestar a su querida hermana menor. ¿Qué clase de hermano sería si no pasaba un rato agradable con ella de vez en cuando? Quizá podría olvidársele que él seguía ahí, dispuesto a hacerle la vida imposible cuando quisiera.
Caminaba entre la multitud, atrayendo las miradas de las jóvenes, a las cuales, les dedicaba una agradable sonrisa, pero nada más. No iba a perder su valioso tiempo tonteando con humanas, rara vez tenía buenas consecuencias. Tomó una copa de la mesa y se recostó contra una pared cercana, bebiendo mientras su mirada se paseaba por la sala.
- Luke Donovan
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Re: Salón de baile
Yagari, como siempre, acudió a la "bendita" fiesta planeada por el Director Cross. Suspiró mientras caminaba sigilosamente entre los presentes. Demasiadas hormonas había allí. Bufó interiormente, abriéndose paso hasta llegar a una mesa y decidir tomar algún trago. Necesitaba refrescar su garganta. Habían sido días agitados, y vendrían días aún más movidos. Sabía que Zero merodeaba los exteriores, por lo que se quedó algo más tranquilo. Él se encargaría del interior por el momento, aunque la verdad es que deseaba, por primera vez en su vida, que esta fuera una fiesta como cualquier otra, llena de adolescentes borrachos y bailarines payasos.
Se apartó recargando su espalda en una pared. Bebió un poco de champagne y se quedó ensimismado en el sonido que proveía la música. Era muy difícil, a juzgar por su porte y sus actitudes, que nadie se diera cuenta de que él era el Profesor Yagari Touga -para los alumnos de la Academia- o el Cazador borde por excelencia, para los demás presentes. Intentaría dar lo mejor de sí y demostrar algún tipo de interés por este evento de porquería, aunque no prometía nada al respecto.
Se apartó recargando su espalda en una pared. Bebió un poco de champagne y se quedó ensimismado en el sonido que proveía la música. Era muy difícil, a juzgar por su porte y sus actitudes, que nadie se diera cuenta de que él era el Profesor Yagari Touga -para los alumnos de la Academia- o el Cazador borde por excelencia, para los demás presentes. Intentaría dar lo mejor de sí y demostrar algún tipo de interés por este evento de porquería, aunque no prometía nada al respecto.
- Yagari Touga
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Empleo /Ocio : Licenciado en pedagogía, educador calificado. Y bueno, sí, también es cazador.
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Re: Salón de baile
Como cada canción, como cada baile, todos terminaban algún día. Llevaba ya unas cuantas canciones seguidas danzando con distintas mujeres, cosa que empezaba a cansarle. A veces odiaba a dichas féminas, siempre rompiendo el tranquilo y perfecto silencio de su cotidiana atmósfera con sus risas, sus chismes y aquellos aduladores adjetivos hacia su persona. Shima estaba cansado de tener que estar ejerciendo de un buen mozo y soportar a las muchachas borrachas. Chasqueó la lengua y aprovechó su oportunidad una vez finalizó con la última señorita. Desapareció entre la muchedumbre.
Y finalmente, llegó hasta el banquete dispuesto. Se sirvió un poco de comida y caminó bordeando la mesa para encontrar los más maravillosos manjares. Aunque fuera amante del silencio y la soledad, adoraba estas fiestas. Su hombro chocó con el de cierta joven de cabellos castaños y vestido oscuro. Sus ojos fueron directamente a clavarse fríamente sobre la joven. Sin embargo, relajó la mirada e hizo una sonrisa amable. Sonrió.
- Disculpe, ha sido mi culpa. - Comentó, sacando del bolsillo interno de su chaqueta un pequeño pañuelo blanco. - Tome, límpiese. - Algo de vino había caído al suelo y otro poco sobre el hombro de la joven y la respectiva camisa del chico. Y sería poco hombre si aprovechara esta oportunidad para tocar la piel de una mujer sin su consentimiento. Él no era de esos. Bajó la cabeza mirando su camisa y la humedad que tenía. A él poco le importaba. Acabaría secándose y desapareciendo seguramente. Y si no, daba igual. Total, el traje era de alquiler.
Miró a las entrometidas compañeras de universidad bailando con sus parejas y rió por lo bajo. Después, observó a la mujer que tenía al lado. Su estricta mirada la recorrió desde los pies a la cabeza.
- Usted también está esperando a alguien, ¿no es así? - Preguntó encantador, adivinando su situación estratégicamente. Si ambos estaban en las mismas condiciones, al menos podrían hacerse compañía.
Y finalmente, llegó hasta el banquete dispuesto. Se sirvió un poco de comida y caminó bordeando la mesa para encontrar los más maravillosos manjares. Aunque fuera amante del silencio y la soledad, adoraba estas fiestas. Su hombro chocó con el de cierta joven de cabellos castaños y vestido oscuro. Sus ojos fueron directamente a clavarse fríamente sobre la joven. Sin embargo, relajó la mirada e hizo una sonrisa amable. Sonrió.
- Disculpe, ha sido mi culpa. - Comentó, sacando del bolsillo interno de su chaqueta un pequeño pañuelo blanco. - Tome, límpiese. - Algo de vino había caído al suelo y otro poco sobre el hombro de la joven y la respectiva camisa del chico. Y sería poco hombre si aprovechara esta oportunidad para tocar la piel de una mujer sin su consentimiento. Él no era de esos. Bajó la cabeza mirando su camisa y la humedad que tenía. A él poco le importaba. Acabaría secándose y desapareciendo seguramente. Y si no, daba igual. Total, el traje era de alquiler.
Miró a las entrometidas compañeras de universidad bailando con sus parejas y rió por lo bajo. Después, observó a la mujer que tenía al lado. Su estricta mirada la recorrió desde los pies a la cabeza.
- Usted también está esperando a alguien, ¿no es así? - Preguntó encantador, adivinando su situación estratégicamente. Si ambos estaban en las mismas condiciones, al menos podrían hacerse compañía.
- Shima Sugimura
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Humor : Insoportable.
Re: Salón de baile
Entre todo el bullicio de los invitados, una figura masculina emergió caminando con lentitud y parsimonia. Los inexpresivos ojos del hombre anunciaban la melancolía de su gran talento. Tras aquella máscara negra y elegante -en perfecta combinación con su traje de músico suicida- se encaminó hacia el escenario. Se sentó en la pequeña banqueta y colocó sus ágiles manos desnudas sobre el piano. Llevaba el cabello violáceo, atado hacia un lado con un listón oscuro. En su cuello, llevaba un elegante moño del mismo color, y una rosa roja adornaba su smoking.
Tras un breve silencio, comenzó a tocar su primera canción de la noche: ~♫~
Tras un breve silencio, comenzó a tocar su primera canción de la noche: ~♫~
- Nathan Hawthorne
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Re: Salón de baile
Fraiah continuaba allí de pie, junto a la mesa, observando todo lo que acontecía a su alrededor. La fiesta, de momento, parecía maravillosa. Tenía el extraño presentimiento de que esta, la primera entre tantas, acabaría bien. No sabía por qué, pero aquella corazonada la llenaba de inmensa felicidad. Aún conociendo la inestabilidad de su cuerpo, alma y mente, sentía que todo saldría bien. Tras todos estos días estuvo preparándose para poder estar en público tranquilamente, sin sentirse agobiada por los humanos y la sangre que corría por sus venas. Aunque ella era humana -al menos en apariencia- no podía explicar todavía qué ocurría realmente con su cuerpo. Sin embargo, se sentía bien, por lo tanto, no le interesaba.
Su mirada violácea tras el antifaz se perdió en una figura entrante: un pianista. La joven se sorprendió por la elegancia y tranquilidad de sus movimientos. El muchacho se sentó y comenzó a tocar. Esa canción la conocía. La había oído en más de una ocasión, y no pudo evitar pensar. Una sonrisa nostálgica pero feliz adornó sus rojos labios. Dio otro sorbo a la copa de vino. En ese momento, alguien chocó su hombro. El líquido bordó se tambaleó dentro del cristal y derramó unas cuantas gotas. Fraiah observó asombrada y sobresaltada el hecho. Luego, miró al muchacho que se la había llevado por delante.
- No se preocupe. Está bien -murmuró con lentitud, sin abandonar la sonrisa. Aceptó su pañuelo y limpió su hombro con cuidado. Luego, se lo tendió otra vez para que él hiciese lo propio con su camisa-. Gracias, y lamento lo de su camisa -dijo, observándolo.
La música entraba por sus oídos deleitando su ser. Al escuchar la pregunta del recién llegado, Fraiah entrabrió un poco los labios a causa del impacto de los recuerdos. Al cabo de unos segundos, sonrió otra vez, pero era imposible no advertir la melancolía de su expresión. Más de una vez miró hacia la puerta ansiando su llegada.
- Así es, pero no creo que venga -susurró, sincera y bebiendo otro poco-. A juzgar por sus palabras, debo deducir que usted también espera a alguien. ¿Qué opina? Llegará? -preguntó, amable, disfrutando de entablar una conversación con alguien. Lo bueno que estas fiestas tenían era que cualquier persona podía decir lo que quisiese a cualquier otra, pues no se conocían -al menos en apariencia- y luego del evento todos marcharían tranquilos a sus casas, pensando en lo ocurrido pero abandonándolo en el baúl de los recuerdos al otro día.
Su mirada violácea tras el antifaz se perdió en una figura entrante: un pianista. La joven se sorprendió por la elegancia y tranquilidad de sus movimientos. El muchacho se sentó y comenzó a tocar. Esa canción la conocía. La había oído en más de una ocasión, y no pudo evitar pensar. Una sonrisa nostálgica pero feliz adornó sus rojos labios. Dio otro sorbo a la copa de vino. En ese momento, alguien chocó su hombro. El líquido bordó se tambaleó dentro del cristal y derramó unas cuantas gotas. Fraiah observó asombrada y sobresaltada el hecho. Luego, miró al muchacho que se la había llevado por delante.
- No se preocupe. Está bien -murmuró con lentitud, sin abandonar la sonrisa. Aceptó su pañuelo y limpió su hombro con cuidado. Luego, se lo tendió otra vez para que él hiciese lo propio con su camisa-. Gracias, y lamento lo de su camisa -dijo, observándolo.
La música entraba por sus oídos deleitando su ser. Al escuchar la pregunta del recién llegado, Fraiah entrabrió un poco los labios a causa del impacto de los recuerdos. Al cabo de unos segundos, sonrió otra vez, pero era imposible no advertir la melancolía de su expresión. Más de una vez miró hacia la puerta ansiando su llegada.
- Así es, pero no creo que venga -susurró, sincera y bebiendo otro poco-. A juzgar por sus palabras, debo deducir que usted también espera a alguien. ¿Qué opina? Llegará? -preguntó, amable, disfrutando de entablar una conversación con alguien. Lo bueno que estas fiestas tenían era que cualquier persona podía decir lo que quisiese a cualquier otra, pues no se conocían -al menos en apariencia- y luego del evento todos marcharían tranquilos a sus casas, pensando en lo ocurrido pero abandonándolo en el baúl de los recuerdos al otro día.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Salón de baile
Evan llegó a la fiesta. Llegó sonriente, acompañado, tal vez, con algo de euforia. Había dejado la gabardina negra para otra ocasión y elegido una fina camisa blanca con delgadas lineas negras y unos elegantes pantalones negros azabache. La guinda del pastel: unos relucientes zapatos también negros. Y ocultando su rostro una máscara de color negra con algunas florituras blanquecinas y que dejaba su boca al descubierto.
Se suponía que nadie debía saber quien era nadie pero... ya había visto a alguien. A esa persona que llevaba mucho tiempo sin ver y con ganas de devorar. Aquella envuelta en telas negruzcas. Oooh si. Fraiah. Y otro interesante era el pianista. Uno de esos vampiros que se las daban de geniales, como ese estúpido trajeado... Pero el objetivo de sus ojos purpura era la dama. No iba a morir en esta... ¿maravillosa fiesta? Aun no veo el qui... bueno, es igual.... Se acercaría a ella, pero no hasta que ese humano se alejara o algo así. Si entraba con groserías y malos modales no iba lograr incordiar con ese puntillo que lo hacía divertido.
Andó con paso calmado y consiguió una bebida. Era vino, y le parecía repugnante. En aspecto, era parecido a la sangre, pero ese sabor metálico era especial y cautivador. Se apoyó en una de las mesas cubiertas con manteles y estuvo con una preciosa dama. No lo importó quien fuera, tenía que lograr que Evan fuera otro más que venía disfrutar de la fiesta. Decidió esperar un poco para asaltarla con educación y amabilidad y disfrutó con la compañía de una ilusa dama.
Se suponía que nadie debía saber quien era nadie pero... ya había visto a alguien. A esa persona que llevaba mucho tiempo sin ver y con ganas de devorar. Aquella envuelta en telas negruzcas. Oooh si. Fraiah. Y otro interesante era el pianista. Uno de esos vampiros que se las daban de geniales, como ese estúpido trajeado... Pero el objetivo de sus ojos purpura era la dama. No iba a morir en esta... ¿maravillosa fiesta? Aun no veo el qui... bueno, es igual.... Se acercaría a ella, pero no hasta que ese humano se alejara o algo así. Si entraba con groserías y malos modales no iba lograr incordiar con ese puntillo que lo hacía divertido.
Andó con paso calmado y consiguió una bebida. Era vino, y le parecía repugnante. En aspecto, era parecido a la sangre, pero ese sabor metálico era especial y cautivador. Se apoyó en una de las mesas cubiertas con manteles y estuvo con una preciosa dama. No lo importó quien fuera, tenía que lograr que Evan fuera otro más que venía disfrutar de la fiesta. Decidió esperar un poco para asaltarla con educación y amabilidad y disfrutó con la compañía de una ilusa dama.
- Evan Darkness
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Re: Salón de baile
Concluida la pieza musical, un pequeño grupo de músicos subió al escenario. Estos poseían una máscaras diferentes a la del pianista, por lo cual marcaban una diferencia, sobre todo en sus colores llamativos en contraposición con la oscuridad de la que portaba el solitario músico. Entonces, en presencia de la pequeña orquesta, el joven otorgó movilidad a sus ágiles dedos, comenzando la siguiente pieza: ~♫~
- Nathan Hawthorne
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Re: Salón de baile
El móvil de Shima Sugimura sonó: era el número de su hermana. En cuanto el muchacho atendiese, se sorprendería al oír una masculina y misteriosa voz al otro lado, la cual distaba mucho de ser la de su hermana y, eventualmente, pronunciaría las siguientes palabras: "Buenas noches, ¿es usted el hermano de Natsuki Sugimura? Quería informarle que la joven se encuentra inconsciente en una de las habitaciones de la Planta Superior. ¿Sería tan amable de venir por ella? Quizás necesite ayuda, y será mejor dejarla en sus manos, antes que alguien más pueda arrebatársela... ¿no cree?".
Tras enviar su claro mensaje, el sujeto que se encontrara al otro lado colgaría, sin darle oportunidad al joven Sugimura de efectuar ningún tipo de interrogante. El silencio sería aterrador, pero la tensión y los nervios serían, quizás, aún más aterradores.
Tras enviar su claro mensaje, el sujeto que se encontrara al otro lado colgaría, sin darle oportunidad al joven Sugimura de efectuar ningún tipo de interrogante. El silencio sería aterrador, pero la tensión y los nervios serían, quizás, aún más aterradores.
- Marcus O'Conell
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Re: Salón de baile
El pianista tocaba en el escenario una tranquila canción. Sí, ¿y qué? También él aprendió a tocar el piano. No le veía tanta importancia contrariamente a como estaba haciéndolo un grupo de jovencitas, admirando al músico. Mujeres. Débil, la carne era demasiado débil. Miró a la mujer, tomando uno de sus pequeños manjares del plato que sostenía. Se tomó el tiempo para masticar y al mismo tiempo la escuchaba. Puso la palma de su mano abierta y el pañuelo cayó sobre esta. Con sutil movimiento cerró el pañuelo, escondiendo la mancha de vino en el dorso. Lo guardó en su bolsillo sin encontrar mancha.
- Una simple mancha de vino no arruinará la fiesta. - Rió, mostrando aquel adulador encantamiento de su voz. Eso era lo que más destacaba de Shima Sugimura. Calculador y con nuevas ideas surcando en su prodigiosa cabeza, observaba a la joven. ¿Preocupación, tal vez? Como bien había predicho anteriormente, estaban en la misma situación. Pues el rostro de una mujer acaba demostrando lo que pasa por su cabeza. A menos que, la mujer fuera igual de arpía y actriz como su hermana Natsuki. Sin embargo, finalmente la verdad fue dicha por sus labios.
- La noche es larga. Y si no lo hace, no es digno de tu compañía. - Comentó duramente sincero. ¿Por qué iba a engañarla y a llenarla de ilusiones asegurándola que vendría? Sería cruel. Más que si le decía la verdad desde un principio. La traición era algo que se pagaba a un alto precio. Y aquello que dijo, era lo que pensaba el chico.
Asintió, sonriente. Encogió los hombros.
- Y no se equivoca. Estoy esperando. Pero parece que al mismo parecer que el suyo, no creo que aparezca. - Rió suavemente, negando con la cabeza. La última vez que vio a Natsuki fue en su casa y... las cosas se turbiaron demasiado. - Siempre le gusta hacerse esperar. - Añadió. Su hermana era la reina del drama, y le encantaba ser la protagonista de la función. Seguramente tendría algo preparado, como una entrada triunfal o algo por el estilo. O quizá ya estuviera camuflada entre la multitud. En cambio, Shima estaba completamente seguro de que, si su hermana había asistido a tal celebración, acabaría encontrándola.
Efectivamente, hablando de la Reina de Roma, su móvil empezó a vibrar en el bolsillo. Sonrió a su improvisada acompañante, excusándose.
- Espere un momento, ahora vuelvo. - Se retiró unos pasos y se acercó a la puerta, fuera del ruido que pudiera ocasionar la marabunta de gente. Observó el nombre de su hermana y descolgó. ¿Qué tenía esta chica preparado en mente? Su perversión cada vez era más atroz, imaginándose cualquier parafernalia.
Sin embargo, al escuchar una voz masculina, su rostro cambió completamente. Se volvió serio y pronto empezó a alzar la voz.
- Sí, soy yo. ¿Quién coño eres? ¿Y qué haces con el móvil de mi hermana? - Preguntó acceleradamente. La evidencia empezó a salir de aquella voz grave. - ¿Cómo que inconsciente? ¡Qué le hiciste a mi hermana, hijo de perra! - Vociferó. Algunos asistentes se quedaron mirando al joven, sin comprender la situación. Pero sus preguntas no hallaron ninguna respuesta al finalizar la llamada.
Sin tomar aprecio por volver y avisar a aquella mujer, salió del salón de baile atropelladamente en busca de su hermana pequeña.
- Una simple mancha de vino no arruinará la fiesta. - Rió, mostrando aquel adulador encantamiento de su voz. Eso era lo que más destacaba de Shima Sugimura. Calculador y con nuevas ideas surcando en su prodigiosa cabeza, observaba a la joven. ¿Preocupación, tal vez? Como bien había predicho anteriormente, estaban en la misma situación. Pues el rostro de una mujer acaba demostrando lo que pasa por su cabeza. A menos que, la mujer fuera igual de arpía y actriz como su hermana Natsuki. Sin embargo, finalmente la verdad fue dicha por sus labios.
- La noche es larga. Y si no lo hace, no es digno de tu compañía. - Comentó duramente sincero. ¿Por qué iba a engañarla y a llenarla de ilusiones asegurándola que vendría? Sería cruel. Más que si le decía la verdad desde un principio. La traición era algo que se pagaba a un alto precio. Y aquello que dijo, era lo que pensaba el chico.
Asintió, sonriente. Encogió los hombros.
- Y no se equivoca. Estoy esperando. Pero parece que al mismo parecer que el suyo, no creo que aparezca. - Rió suavemente, negando con la cabeza. La última vez que vio a Natsuki fue en su casa y... las cosas se turbiaron demasiado. - Siempre le gusta hacerse esperar. - Añadió. Su hermana era la reina del drama, y le encantaba ser la protagonista de la función. Seguramente tendría algo preparado, como una entrada triunfal o algo por el estilo. O quizá ya estuviera camuflada entre la multitud. En cambio, Shima estaba completamente seguro de que, si su hermana había asistido a tal celebración, acabaría encontrándola.
Efectivamente, hablando de la Reina de Roma, su móvil empezó a vibrar en el bolsillo. Sonrió a su improvisada acompañante, excusándose.
- Espere un momento, ahora vuelvo. - Se retiró unos pasos y se acercó a la puerta, fuera del ruido que pudiera ocasionar la marabunta de gente. Observó el nombre de su hermana y descolgó. ¿Qué tenía esta chica preparado en mente? Su perversión cada vez era más atroz, imaginándose cualquier parafernalia.
Sin embargo, al escuchar una voz masculina, su rostro cambió completamente. Se volvió serio y pronto empezó a alzar la voz.
- Sí, soy yo. ¿Quién coño eres? ¿Y qué haces con el móvil de mi hermana? - Preguntó acceleradamente. La evidencia empezó a salir de aquella voz grave. - ¿Cómo que inconsciente? ¡Qué le hiciste a mi hermana, hijo de perra! - Vociferó. Algunos asistentes se quedaron mirando al joven, sin comprender la situación. Pero sus preguntas no hallaron ninguna respuesta al finalizar la llamada.
Sin tomar aprecio por volver y avisar a aquella mujer, salió del salón de baile atropelladamente en busca de su hermana pequeña.
- Shima Sugimura
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Re: Salón de baile
El pianista dio arranque a su siguiente canción. Bonita le pareció. No era la clase de música que él escucharía. En realidad, el no la escuchaba. No sentía nada por notas musicales que danzaban al ritmo de los movimientos rápidos precisos de un músico, pero entendía que a los humanos si le gustara.
El vampiro terminó su copa de vino y aun no había encontrado placer en esa sustancia. Cuando acabó la copa buscó algo más de beber, pero nada de lo que había en la mesa era de su agrado. Así que cogió un vaso de plástico, para que no se viera nada en su interior. Metió su mano en uno de sus bolsillos sacó, lo más discretamente que pudo, un bolsita en la que tenía inscrito: Sangre de uso médico - 0+. Así es, antes de venir a la fiesta se había pasado por el hospital y había robado un poco de sangre. Bien, justo lo que necesitaba. Y la vertió en el recipiente lo más rápido que pudo. Volvió a meter la bolsa ya vacia en su bolsillo y a disfrutar...
De repente, a la vez que observaba a Fraiah al lado del humano, de entre la música que invadía el salón de baile surgió el sonido de un movil. RING - RING Era el móvil de ese humano. Tras las pausas típicas en una llamada telefónica, el chico respondió, y de que manera. Comenzó a hablar en un tono que era capaz de solapar a la música reinante. Realmente parecía alterado, y sin más dilación, comenzó a correr a Dios sabía donde. Pero eso fue el pistoletazo para su momento, momento de incordiar a su víctima. Dio unos cuantos sorbos a su delicioso placer rojo, acabándolo en un momento. Quedaron algunas gotas en sus labios, las cuales desaparecieron de un lametazo, pero... no se había quitado todo. Algo quedó impregnado en sus fríos labios, algo casi invisible aunque no para quien decidiera hacerle una inspección de la boca o besarlo.
Dejó su vaso en la mesa. Observó que quedaron restos de sangre en el, así que decidió llenarlo con el vino de una copa y dejarlo ahí. Para disimular, le dio un sorbo... más bien una pincelada con la lengua. No quería quitarse ese delicioso sabor metálico. Ya habiendo quitado toda prueba posible de la sangre, se acercó a la chica. Evan la encontró mirando en la dirección del chico. Se colocó a su lado y se dirigió a ella.
Vaya, espero que no le haya pasado nada a su hermana.-dijo a la vez que metía sus manos en sus bolsillos.-Parecía... alarmado, ¿no te parece?-y todo más amable que nunca.
Era posible que reconociera su voz, pero ya había pasado mucho tiempo desde que no se veían. Esperaba que en esa noche le fallara la memoria. Sino, su tapadera le fallaría.
El vampiro terminó su copa de vino y aun no había encontrado placer en esa sustancia. Cuando acabó la copa buscó algo más de beber, pero nada de lo que había en la mesa era de su agrado. Así que cogió un vaso de plástico, para que no se viera nada en su interior. Metió su mano en uno de sus bolsillos sacó, lo más discretamente que pudo, un bolsita en la que tenía inscrito: Sangre de uso médico - 0+. Así es, antes de venir a la fiesta se había pasado por el hospital y había robado un poco de sangre. Bien, justo lo que necesitaba. Y la vertió en el recipiente lo más rápido que pudo. Volvió a meter la bolsa ya vacia en su bolsillo y a disfrutar...
De repente, a la vez que observaba a Fraiah al lado del humano, de entre la música que invadía el salón de baile surgió el sonido de un movil. RING - RING Era el móvil de ese humano. Tras las pausas típicas en una llamada telefónica, el chico respondió, y de que manera. Comenzó a hablar en un tono que era capaz de solapar a la música reinante. Realmente parecía alterado, y sin más dilación, comenzó a correr a Dios sabía donde. Pero eso fue el pistoletazo para su momento, momento de incordiar a su víctima. Dio unos cuantos sorbos a su delicioso placer rojo, acabándolo en un momento. Quedaron algunas gotas en sus labios, las cuales desaparecieron de un lametazo, pero... no se había quitado todo. Algo quedó impregnado en sus fríos labios, algo casi invisible aunque no para quien decidiera hacerle una inspección de la boca o besarlo.
Dejó su vaso en la mesa. Observó que quedaron restos de sangre en el, así que decidió llenarlo con el vino de una copa y dejarlo ahí. Para disimular, le dio un sorbo... más bien una pincelada con la lengua. No quería quitarse ese delicioso sabor metálico. Ya habiendo quitado toda prueba posible de la sangre, se acercó a la chica. Evan la encontró mirando en la dirección del chico. Se colocó a su lado y se dirigió a ella.
Vaya, espero que no le haya pasado nada a su hermana.-dijo a la vez que metía sus manos en sus bolsillos.-Parecía... alarmado, ¿no te parece?-y todo más amable que nunca.
Era posible que reconociera su voz, pero ya había pasado mucho tiempo desde que no se veían. Esperaba que en esa noche le fallara la memoria. Sino, su tapadera le fallaría.
- Evan Darkness
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Re: Salón de baile
Fraiah se encontraba disfrutando de la música y de la compañía. Aunque no conocía a ese muchacho, pues estaba segura de que no lo había visto nunca, era agradable. No parecía del tipo de hombre que se acerca sólo para incordiar. Además, él también dio a entender claramente que esperaba a alguien. Sin embargo, cuando le escuchó decir que dudaba que aparezca, Fraiah lo observó entre sorprendida y algo entristecida por él. No tenía por qué sufrir su mismo destino. Aunque ella sabía por qué Nokku no había asistido a la fiesta, añoraba su presencia de todos modos.
- La noche es joven-susurró mirándolo cálidamente. Sonrió y elevó la copa en su mano, dando un sorbo de vino en honor a que la pareja del muchacho aparezca tarde o temprano. Rió suavemente y desvió sus ojos al pianista. Era bueno, en verdad. Aunque parecía muy triste. En ese momento, su acompañante se excusó debido a que su móvil sonaba. Fraiah asintió, sonriéndole amigablemente. Quizás fuera aquella persona que tanto ansiaba ver. Ojalá él tuviera suerte. Pero, en cuanto se alejó, escuchó sus gritos. Los violáceos ojos de Fraiah se abrieron de par en par en cuanto oyó semejantes palabras. Bueno, él parecía agradable de todos modos, aunque mejor no hacerlo enojar, ¿cierto?
Cuando finalmente el joven desapareció de su campo de visión, la muchacha suspiró y bebió otro poco más. Debería dejar de beber. Aunque lo hacía lento, sabía que no estaba acostumbrada y que podría afectarle. Lo que menos quería era terminar borracha y hacer un papelón. Sonrió para sí y negó con la cabeza. Como sea, esperaba que el chico encontrara a su hermana sana y salva. Parecía bastante preocupado y ella, allí, bebiendo vino como si nada. ¿Pero qué iba a hacerle? Simplemente le deseaba buen augurio, aunque no lo conociera.
Es entonces cuando una voz irrumpe la tranquilidad de la muchacha. Fraiah se sorprende y se voltea para ver al sujeto que se acercó hablándole. Frunció el ceño levemente. Esa voz... ¿dónde la había oído antes? Y sobre todo... esa extraña presencia. Aunque su naturaleza humana predominaba -al menos por ahora- aún conservaba ciertos dotes para distinguir entre los mortales y los inmortales. Sin embargo, aunque en el fondo la joven supiera que aquel muchacho era el mismísimo Astrid que conoció hace un tiempo, no podía asimilar esa identidad con quien estaba de pie frente a ella. Las cosas habían cambiado, Astrid había cambiado... Ahora "Evan" ocupaba su lugar.
Asintió a su comentario, mirando por donde se fue.
- Eso parecía... Espero que se encuentren bien, ambos -aclaró, mirándolo mientras bebía otro poco y manchaba el cristal de la copa con el labial carmesí. Sus ojos, tras la máscara, examinaban la figura masculina que se había acercado a dialogar. La incertidumbre pronto echó raíces en ella, pero no podía hacer trampa. Aunque quisiera preguntarle quién era, no lo haría. Tal vez fuera un alumno de la Clase Nocturna y fueron compañeros antes de que ella se fuera de la Academia.
- Disculpe, pero... ¿nos hemos visto antes? -sonrió mirándole. Ladeó suavemente la cabeza, pensativa. Si le hacía tal interrogante, eso ya no era trampa, pues él estaba en todo su derecho de mentirle. Además, si esta era la gracia de la fiesta, bueno, debía implementarla. De lo contrario, acabaría sentada y aburrida como un hongo comiendo hasta reventar a un lado de las mesas.
- La noche es joven-susurró mirándolo cálidamente. Sonrió y elevó la copa en su mano, dando un sorbo de vino en honor a que la pareja del muchacho aparezca tarde o temprano. Rió suavemente y desvió sus ojos al pianista. Era bueno, en verdad. Aunque parecía muy triste. En ese momento, su acompañante se excusó debido a que su móvil sonaba. Fraiah asintió, sonriéndole amigablemente. Quizás fuera aquella persona que tanto ansiaba ver. Ojalá él tuviera suerte. Pero, en cuanto se alejó, escuchó sus gritos. Los violáceos ojos de Fraiah se abrieron de par en par en cuanto oyó semejantes palabras. Bueno, él parecía agradable de todos modos, aunque mejor no hacerlo enojar, ¿cierto?
Cuando finalmente el joven desapareció de su campo de visión, la muchacha suspiró y bebió otro poco más. Debería dejar de beber. Aunque lo hacía lento, sabía que no estaba acostumbrada y que podría afectarle. Lo que menos quería era terminar borracha y hacer un papelón. Sonrió para sí y negó con la cabeza. Como sea, esperaba que el chico encontrara a su hermana sana y salva. Parecía bastante preocupado y ella, allí, bebiendo vino como si nada. ¿Pero qué iba a hacerle? Simplemente le deseaba buen augurio, aunque no lo conociera.
Es entonces cuando una voz irrumpe la tranquilidad de la muchacha. Fraiah se sorprende y se voltea para ver al sujeto que se acercó hablándole. Frunció el ceño levemente. Esa voz... ¿dónde la había oído antes? Y sobre todo... esa extraña presencia. Aunque su naturaleza humana predominaba -al menos por ahora- aún conservaba ciertos dotes para distinguir entre los mortales y los inmortales. Sin embargo, aunque en el fondo la joven supiera que aquel muchacho era el mismísimo Astrid que conoció hace un tiempo, no podía asimilar esa identidad con quien estaba de pie frente a ella. Las cosas habían cambiado, Astrid había cambiado... Ahora "Evan" ocupaba su lugar.
Asintió a su comentario, mirando por donde se fue.
- Eso parecía... Espero que se encuentren bien, ambos -aclaró, mirándolo mientras bebía otro poco y manchaba el cristal de la copa con el labial carmesí. Sus ojos, tras la máscara, examinaban la figura masculina que se había acercado a dialogar. La incertidumbre pronto echó raíces en ella, pero no podía hacer trampa. Aunque quisiera preguntarle quién era, no lo haría. Tal vez fuera un alumno de la Clase Nocturna y fueron compañeros antes de que ella se fuera de la Academia.
- Disculpe, pero... ¿nos hemos visto antes? -sonrió mirándole. Ladeó suavemente la cabeza, pensativa. Si le hacía tal interrogante, eso ya no era trampa, pues él estaba en todo su derecho de mentirle. Además, si esta era la gracia de la fiesta, bueno, debía implementarla. De lo contrario, acabaría sentada y aburrida como un hongo comiendo hasta reventar a un lado de las mesas.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Salón de baile
Cuando la pieza musical concluyó, la pequeña orquesta se apartó un poco y se preparó para acompañar la próxima melodía. El joven pianista suspiró suavemente y miró a un grupo de jóvenes que se acercaron, admirando su música y murmurando por lo bajo. El joven, aunque hubiera podido sonreír, no lo hizo. Se concentró en su inspiración, en el deleite de cada nota musical. De este modo, inició la próxima pieza: ~♫~
- Nathan Hawthorne
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Re: Salón de baile
Fraiah le contestó. Se giró hacia el vampiro y respondió con palabras de clara preocupación hacia el chico. Espero que su hermana se haya caido por un precipicio... y que el humano también... pensó, mostrando así su clara mentalidad asesina, y odiosa para los que lo rodeaban. Sin embargo, afirmó también mostrando un expresión afín con la situación. La chica se quedó pensativa tras su respuesta y lo miró sin mediar palabras durante unos segundos. ¿Le habría extrañado su presencia? ¿A pesar de dejar de ser humana aun podía sentir la energía de los demás? Eso era algo en lo que el vampiro no había caido... hasta ahora, aunque eso no impedía continuar con el plan.
Es más que posible, pero teniendo en cuenta que no puedo ver tu rostro y ni siquiera saber tu nombre...-y elevó sus hombros y mostró una sonrisa, a la vez que tornaba su cabeza hacia un lado.
Claramente, Fraiah sospechaba de él, o en el peor de los casos sabía quien era pero lo estaba ocultando. Había olvidado que era una chica astuta e inteligente. No se dejaría domar, de eso estaba seguro. Pero sabía que tenía sus debilidades y las iba a utilizar.
Pero... pongamos que... nos conocemos, pero no lo sabemos con certeza, ¿vale? ¿Por qué no hacemos como si nada y disfrutamos de la maravillosa fiesta...-y se le cerró uno de sus ojos como si de un tic se tratara. Sabía que esta fiesta no tenía nada de maravillosa.-... y nos... volvemos a conocer? ¿Eh?-y concluyó su proposición.
Acontinuación, el pianista comenzó su siguiente pieza, y aunque no le animaba nada, se le ocurrió algo interesante.
¿Os gustaría...-y realizó una pequeña reverencia, mostrando de forma descuidada un ligero brillo purpura proveniente de sus ojos a la vez que la miraba desde esa posición.-concederme este baile?
Estiró uno de sus brazos hacia un lado y agachó aun más la cabeza, dando aun más fuerza a su elegante reverencia.
Era innegable que el chico estaba haciendo el papel de teatro más currado de su vida entera, se había cambiado, y casi por completo. Sus planes iban viento en popa. Solo deseaba acabar la noche y lograr que su "incordie" haya sido el mejor en mucho tiempo.
Es más que posible, pero teniendo en cuenta que no puedo ver tu rostro y ni siquiera saber tu nombre...-y elevó sus hombros y mostró una sonrisa, a la vez que tornaba su cabeza hacia un lado.
Claramente, Fraiah sospechaba de él, o en el peor de los casos sabía quien era pero lo estaba ocultando. Había olvidado que era una chica astuta e inteligente. No se dejaría domar, de eso estaba seguro. Pero sabía que tenía sus debilidades y las iba a utilizar.
Pero... pongamos que... nos conocemos, pero no lo sabemos con certeza, ¿vale? ¿Por qué no hacemos como si nada y disfrutamos de la maravillosa fiesta...-y se le cerró uno de sus ojos como si de un tic se tratara. Sabía que esta fiesta no tenía nada de maravillosa.-... y nos... volvemos a conocer? ¿Eh?-y concluyó su proposición.
Acontinuación, el pianista comenzó su siguiente pieza, y aunque no le animaba nada, se le ocurrió algo interesante.
¿Os gustaría...-y realizó una pequeña reverencia, mostrando de forma descuidada un ligero brillo purpura proveniente de sus ojos a la vez que la miraba desde esa posición.-concederme este baile?
Estiró uno de sus brazos hacia un lado y agachó aun más la cabeza, dando aun más fuerza a su elegante reverencia.
Era innegable que el chico estaba haciendo el papel de teatro más currado de su vida entera, se había cambiado, y casi por completo. Sus planes iban viento en popa. Solo deseaba acabar la noche y lograr que su "incordie" haya sido el mejor en mucho tiempo.
- Evan Darkness
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Re: Salón de baile
Fraiah observó al muchacho enmascarado que tenía en frente. Sonrió levemente. No podía sacar ninguna conclusión aún. No podía percatarse exactamente de su verdadera identidad. Fraiah, tan feliz porque la fiesta marchaba bien por una vez en toda la historia de la Academia, ni siquiera se hacía espacio en su interior para sospechar o dudar negativamente. Escuchó sus palabras y se llevó una mano al pecho, sujetando entre sus dedos índice y pulgar la roja gema que llevaba su colgante, en combinación con su antifaz.
Si se había asombrado con sus iniciales palabras, ahora se asombraba más con lo que continuaba diciendo. ¿Le estaba proponiendo un juego? Fraiah rió suavemente. Le parecía divertida la idea. Después de todo, jamás sabrían con exactitud su verdadera identidad si las cosas continuaban del mismo modo. Sin embargo, se llevó el dedo índice a los labios, pensativa.
- Has dicho... "y nos volvemos a conocer" -susurró, astuta-. Por lo tanto, debería deducir que ya nos conocemos -entrecerró los ojos, sin borrar aquella expresión amable y alegre, pero que ahora se entremezclaba con un brillo sagaz en sus ojos-. Bueno, de todos modos acepto el reto -concluyó, encogiéndose ligeramente de hombros.
El oído de Fraiah rápidamente detectó la melodía que ahora comenzaba a sonar. Miró hacia el escenario y regresó sus violáceos ojos al muchacho en cuanto escuchó su voz. Abrió los ojos, claramente sorprendida. ¿Cuánto hacía que no bailaba? Por su mente pasaron imágenes de la fiesta anterior, y estas no eran muy bellas. No había bailado ni una sola pieza, sino que se la había pasado toda la velada discutiendo con Crash, rompiendo su relación y luego viendo gente morir desangrada por doquier. No pudo evitar pensar en Nokku otra vez. Daría lo que fuera porque él estuviera aquí y quisiera bailar con ella.
- De acuerdo -sonrió algo tímida, pero dio un paso al frente y depositó su mano enguantada sobre la mano de él. En ese preciso instante, sintió una cierta energía emanando de su cuerpo. Lo miró a los ojos, extrañada. Era algo bastante turbio y oscuro... Pero no le dio demasiada importancia. Desde que era humana, si bien sus dones como vampiro permanecían levemente, habían amenazado con apagarse por completo. Entonces, lo que podría haber sentido al tocarle siendo un ser inmortal, ya no podía sentirlo siendo humana. Todo era mucho más sutil. Sus sentidos no eran igual de agudos. Por esa razón, lo dejó pasar, y simplemente accedió a bailar con él.
Si se había asombrado con sus iniciales palabras, ahora se asombraba más con lo que continuaba diciendo. ¿Le estaba proponiendo un juego? Fraiah rió suavemente. Le parecía divertida la idea. Después de todo, jamás sabrían con exactitud su verdadera identidad si las cosas continuaban del mismo modo. Sin embargo, se llevó el dedo índice a los labios, pensativa.
- Has dicho... "y nos volvemos a conocer" -susurró, astuta-. Por lo tanto, debería deducir que ya nos conocemos -entrecerró los ojos, sin borrar aquella expresión amable y alegre, pero que ahora se entremezclaba con un brillo sagaz en sus ojos-. Bueno, de todos modos acepto el reto -concluyó, encogiéndose ligeramente de hombros.
El oído de Fraiah rápidamente detectó la melodía que ahora comenzaba a sonar. Miró hacia el escenario y regresó sus violáceos ojos al muchacho en cuanto escuchó su voz. Abrió los ojos, claramente sorprendida. ¿Cuánto hacía que no bailaba? Por su mente pasaron imágenes de la fiesta anterior, y estas no eran muy bellas. No había bailado ni una sola pieza, sino que se la había pasado toda la velada discutiendo con Crash, rompiendo su relación y luego viendo gente morir desangrada por doquier. No pudo evitar pensar en Nokku otra vez. Daría lo que fuera porque él estuviera aquí y quisiera bailar con ella.
- De acuerdo -sonrió algo tímida, pero dio un paso al frente y depositó su mano enguantada sobre la mano de él. En ese preciso instante, sintió una cierta energía emanando de su cuerpo. Lo miró a los ojos, extrañada. Era algo bastante turbio y oscuro... Pero no le dio demasiada importancia. Desde que era humana, si bien sus dones como vampiro permanecían levemente, habían amenazado con apagarse por completo. Entonces, lo que podría haber sentido al tocarle siendo un ser inmortal, ya no podía sentirlo siendo humana. Todo era mucho más sutil. Sus sentidos no eran igual de agudos. Por esa razón, lo dejó pasar, y simplemente accedió a bailar con él.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Salón de baile
Damaru había conseguido una mascara sencilla pero elegante, que ocultaba con eficacia parte de su rostro. No sabía muy bien de que trataba esa fiesta, pero le daba igual, sabía que algo ocurriría y de todos modos, con su posición de presidente de la asociación no podía faltar a un evento de ese calibre. Fraiah también debería de estar por ahí, en algún lado.
En los últimos meses Nokku había cambiado, no tanto físicamente, como había estado haciendo hasta el momento, si no psicológicamente. Ahora era más reservado, callado, observador, más oscuro, como lo clasificarían algunos de sus conocidos. Pero nada de eso importaba, el presidente de la asociación había decidido apaciguar su sed de sangre, había conseguido tranquilizar sus instintos primarios y por fin empezaba a recorrer el difícil camino que el mismo se había impuesto.
El chico de pelo azulado caminó entre la multitud. El olor de decenas de personas invadieron sus fosas nasales y consiguió reconocer a algunos, pero a otros no, o al menos eso creía el. Era como si con tanta multitud y con tanta variedad de colonias y perfumes sus sentidos hubieran sido mermados, pero, sospechaba que podría ser algún otro fenómeno ajeno a todo eso, lo que acentuaba más su preocupación por el inminente hecho de que algo malo estaba a punto de suceder.
Nokku empezó a escuchar una dulce melodía. Era preciosa, pero, de nuevo, por alguna razón, algo en su interior algo le advertía de que debía de tener extremo cuidado si quería salvaguardar su seguridad, y más importante aún, asegurar la vida de sus enmascarados y ocultos compañero.
Con una copa de champan en la mano se quedó mirando una pareja que le resultó especialmente llamativa. Simplemente trago algo de ese nocivo líquido y dejó que una ligera y suave sensación de calor recorriera su esófago. El champan estaba bien, pero hacía tiempo que necesitaba cosas más fuertes para entrar en calor, sobre todo en esos páramos helados.
La cicatriz del pecho de Nokku empezó a picar un poco. Una premonición, si, pero no había que ser aguafiestas. La pobre Fraiah seguro que se lo estaba pasando en grande, no podía dejar que su felicidad acabara de nuevo como si nada. No podía dejar que sus promesas se rompieran en el aire como gotas de cristal que hubiesen resbalado, como en susurros, de sus labios hasta estrellarse contra el suelo. No. Nokku era un hombre de palabra y además, ya habría tiempo para peleas.
Siempre hay tiempo para peleas.
Declaró para si mismo mientras volvía a sorber acabándose de un trago la copa de champan entera.
En los últimos meses Nokku había cambiado, no tanto físicamente, como había estado haciendo hasta el momento, si no psicológicamente. Ahora era más reservado, callado, observador, más oscuro, como lo clasificarían algunos de sus conocidos. Pero nada de eso importaba, el presidente de la asociación había decidido apaciguar su sed de sangre, había conseguido tranquilizar sus instintos primarios y por fin empezaba a recorrer el difícil camino que el mismo se había impuesto.
El chico de pelo azulado caminó entre la multitud. El olor de decenas de personas invadieron sus fosas nasales y consiguió reconocer a algunos, pero a otros no, o al menos eso creía el. Era como si con tanta multitud y con tanta variedad de colonias y perfumes sus sentidos hubieran sido mermados, pero, sospechaba que podría ser algún otro fenómeno ajeno a todo eso, lo que acentuaba más su preocupación por el inminente hecho de que algo malo estaba a punto de suceder.
Nokku empezó a escuchar una dulce melodía. Era preciosa, pero, de nuevo, por alguna razón, algo en su interior algo le advertía de que debía de tener extremo cuidado si quería salvaguardar su seguridad, y más importante aún, asegurar la vida de sus enmascarados y ocultos compañero.
Con una copa de champan en la mano se quedó mirando una pareja que le resultó especialmente llamativa. Simplemente trago algo de ese nocivo líquido y dejó que una ligera y suave sensación de calor recorriera su esófago. El champan estaba bien, pero hacía tiempo que necesitaba cosas más fuertes para entrar en calor, sobre todo en esos páramos helados.
La cicatriz del pecho de Nokku empezó a picar un poco. Una premonición, si, pero no había que ser aguafiestas. La pobre Fraiah seguro que se lo estaba pasando en grande, no podía dejar que su felicidad acabara de nuevo como si nada. No podía dejar que sus promesas se rompieran en el aire como gotas de cristal que hubiesen resbalado, como en susurros, de sus labios hasta estrellarse contra el suelo. No. Nokku era un hombre de palabra y además, ya habría tiempo para peleas.
Siempre hay tiempo para peleas.
Declaró para si mismo mientras volvía a sorber acabándose de un trago la copa de champan entera.
- Nokku Damaru
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Re: Salón de baile
Su contestación le había sorprendido. Solo Fraiah diría algo así.
¿Y por qué no?-respondió Evan con una sonrisa.-El mundo es como un pañuelo.
Y Evan cogió su mano, pequeña y cubierta por un guante. Cuando sus dedos, acompañado de la palma de su mano se posaron sobre las manos desnudas del vampiro este la forzó con delicadeza. Un sonrisa pícara se esbozó en su rostro semi-oculto y se levantó. Dio una vuelta sobre si mismo aun agarrando a la chica y de forma danzante se la llevó al centro de la pista. Ella era aproximadamente una cabeza más baja que el chico. Alzó su mano agarrada y la sujetó con la otra mano por la cintura. La pareja comenzó a moverse al ritmo de la música. Un paso, otro paso, movimiento de cadera... todo era un sinfín de precisos movimientos que ambos conjuntaban con la melodía yacente en la sala. No eran rápidos ni bruscos, sino finos y delicados.
El chico prefirió no mediar palabra alguna con la chica, pues estaba replanteándose su objetivo de incordiar. Había recordado que ahora estaba con ellos, contra esos vampiros, y Fraiah, en cierto modo formaba parte de ellos. Herirla de cualquier manera era algo que lograba crear un importante grupo de enemigos contra él, y a pesar de que a Evan se le iba un poco la olla, sabía cuando detenerse. Además, ¿que lograba él exterminando a todos los amigos del chico poseído? ¿Para hacerle daño? Hacía meses, incluso años que Astrid no lograba ni molestarle. Ni siquiera intentaba liberarse de su posesión. O le daba igual ver a sus amigos sufrir o estaba muerto. ¿Por qué no podía pasar de ellos y vivir su vida?
Durante esos pensamientos, el chico se perdió, haciendo que la pareja tropezara con los pies de ambos. No provocó una caida inminente, pero si un quiebro en la magnífica danza de ambos. Únicamente la chica cayó de espaldas sobre el brazo de Evan.
Disculpa, ha sido culpa mía.-dijo el vampiro. Ni siquiera logró esbozar una sonrisa. Estaba distraído en su mente.
Aun pensaba en ello mientras la miraba durante algunos segundos. Pero sus pensamientos se cruzaron con la percepción de una energía que conocía bien. Estaba ahí, bebiendo. ¿Le habría reconocido? Esperaba que no. Aun llevando esa mascara, sabía perfectamente de quien venía esa energía. Nokku, tras desaparecer durante muchísimo tiempo había vuelto. No es que le importara, pues no le temía, pero había pasado tal vez un año desde que no se encontraban. De hecho, su último encuentro fue en una fiesta como esta.
¿El destino? Que preciso.
- Evan Darkness
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Re: Salón de baile
Fraiah sonrió ante sus palabras. Simplemente, le dedicó aquel gesto. Era cierto, después de todo, que el mundo era como un pañuelo. Debido a eso, no le dio demasiada importancia a la casualidad de sus palabras. Probablemente, se hubieran cruzado antes en algún sitio. Al fin y al cabo, si el mundo era como un pañuelo, este pueblo era verdaderamente un pequeño e insulso retazo de tela.
Cuando las manos de ambos se unieron, el muchacho enmascarado la acercó hacia sí. Posó su mano libre en su cintura y, de ese modo, comenzaron a danzar al son de la melodía regente. El baile era sutil y a su vez extravagante. Fraiah parpadeó una vez y sin darse cuenta ya se encontraba en el medio de la pista. Ambos estaban comenzando a ser rodeados por los presentes, que observaban la agilidad con la cual el vampiro guiaba a la joven entre aquel sonar de notas musicales. Fraiah, al percatarse de la multitud, abrió los ojos enormemente. Se estaba poniendo nerviosa. No le gustaba demasiado que los ojos se clavaran sobre ella y eso era lo que, precisamente, estaba sucediendo. Sin embargo, ¿qué hacer al respecto? Nada. No podía hacer nada. Por más que el pudor y la timidez la invadieran, debía admitir que se estaba divirtiendo.
Dieron un par de giros y, sin querer, una suave risa escapó de sus labios. Ah, ¿cuánto hacía que no reía verdaderamente en una fiesta como aquellas? Todo estaba marchando tan bien que le daba escalofríos de tan solo pensarlo. En un determinado momento, cuando estaban dando otro giro, los ojos de Fraiah creyeron divisar una figura conocida a la distancia. La chica entrecerró los ojos y parpadeó unas veces, pero para entonces ya se encontraba nuevamente dándole la espalda a aquella silueta familiarmente enmascarada. Alzó la vista y se topó con el rostro pensativo de su compañero de baile. Miró hacia un lado, luego hacia otro, hasta que comenzó a trastabillar. "No, estúpida, no te caigas" se dijo para sí. ¿Cómo podía ser posible que lo arruinara todo por torpe? Realmente, la torpeza era uno de esos pequeños monstruos que la acompañaban a todas partes. Ahora mismo, estaba a punto de hacer un papelón. Por más que deseó con todas sus fuerzas controlar sus pies, estos le jugaron una mala pasada y la chica cayó hacia atrás.
Un sigiloso eco de voces asombradas ante la inminente caída pudo oírse.
Y su cuerpo no tocó el suelo. Para mayor asombro de todos, su acompañante evitó la caída y logró hacer del error un perfecto truco de baile. Quienes los rodeaban, comenzaron a aplaudir maravillados. Fraiah, conteniendo la respiración, miró a los ojos al aparente desconocido que la sostenía en brazos. Algo en su mirar la desconcertó. La joven, suavemente, giró un poco el rostro y miró a su alrededor. Demasiados ojos sobre ellos. Y pensar que casi besa el suelo. Tragó saliva e intentó sonreír y parecer tranquila. Su corazón latía a mil y bombeaba sangre a más no poder. Sus mejillas, lentamente, comenzaron a teñirse de un color rosado.
Al cabo de unos segundos y tras escuchar su disculpa, Fraiah examinó más cuidadosamente su expresión. Finalmente, se atrevió a hablar:
- ¿Ocurre algo? -susurró tenuemente.
Cuando las manos de ambos se unieron, el muchacho enmascarado la acercó hacia sí. Posó su mano libre en su cintura y, de ese modo, comenzaron a danzar al son de la melodía regente. El baile era sutil y a su vez extravagante. Fraiah parpadeó una vez y sin darse cuenta ya se encontraba en el medio de la pista. Ambos estaban comenzando a ser rodeados por los presentes, que observaban la agilidad con la cual el vampiro guiaba a la joven entre aquel sonar de notas musicales. Fraiah, al percatarse de la multitud, abrió los ojos enormemente. Se estaba poniendo nerviosa. No le gustaba demasiado que los ojos se clavaran sobre ella y eso era lo que, precisamente, estaba sucediendo. Sin embargo, ¿qué hacer al respecto? Nada. No podía hacer nada. Por más que el pudor y la timidez la invadieran, debía admitir que se estaba divirtiendo.
Dieron un par de giros y, sin querer, una suave risa escapó de sus labios. Ah, ¿cuánto hacía que no reía verdaderamente en una fiesta como aquellas? Todo estaba marchando tan bien que le daba escalofríos de tan solo pensarlo. En un determinado momento, cuando estaban dando otro giro, los ojos de Fraiah creyeron divisar una figura conocida a la distancia. La chica entrecerró los ojos y parpadeó unas veces, pero para entonces ya se encontraba nuevamente dándole la espalda a aquella silueta familiarmente enmascarada. Alzó la vista y se topó con el rostro pensativo de su compañero de baile. Miró hacia un lado, luego hacia otro, hasta que comenzó a trastabillar. "No, estúpida, no te caigas" se dijo para sí. ¿Cómo podía ser posible que lo arruinara todo por torpe? Realmente, la torpeza era uno de esos pequeños monstruos que la acompañaban a todas partes. Ahora mismo, estaba a punto de hacer un papelón. Por más que deseó con todas sus fuerzas controlar sus pies, estos le jugaron una mala pasada y la chica cayó hacia atrás.
Un sigiloso eco de voces asombradas ante la inminente caída pudo oírse.
Y su cuerpo no tocó el suelo. Para mayor asombro de todos, su acompañante evitó la caída y logró hacer del error un perfecto truco de baile. Quienes los rodeaban, comenzaron a aplaudir maravillados. Fraiah, conteniendo la respiración, miró a los ojos al aparente desconocido que la sostenía en brazos. Algo en su mirar la desconcertó. La joven, suavemente, giró un poco el rostro y miró a su alrededor. Demasiados ojos sobre ellos. Y pensar que casi besa el suelo. Tragó saliva e intentó sonreír y parecer tranquila. Su corazón latía a mil y bombeaba sangre a más no poder. Sus mejillas, lentamente, comenzaron a teñirse de un color rosado.
Al cabo de unos segundos y tras escuchar su disculpa, Fraiah examinó más cuidadosamente su expresión. Finalmente, se atrevió a hablar:
- ¿Ocurre algo? -susurró tenuemente.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Salón de baile
El pequeño grupo musical concluyó su anterior pieza. El pianista hizo sonar sus ágiles dedos y se quedó en silencio unos segundos, admirando el escenario extraño que allí se había formado. Sonrió sutilmente. Era el momento propicio para la siguiente pieza: ~♫~
Las luces se apagaron. La oscuridad invadió el gran salón y, de repente, entre la multitud emergieron múltiples siluetas con trajes blancos y negros pegados al cuerpo, avanzando entre los invitados y bailando a su alrededor de forma extravagante y misteriosa. Cada uno depositó en las manos de los presentes una pequeña rosa de crital, cada una de un color diferente. Las siluetas en blanco y negro desaparecieron y las luces, que en ese momento brillaban y parpadeaban esplendorosamente coloridas en la inmensidad negra del salón, comenzaron a tranquilizarse y volver lentamente a la tranquilidad. El pianista, cuando concluyó la música para aquella pieza, cesó un instante de tocar para que una voz femenina se oyera en el lugar: "Esta es nuestra muestra de agradecimiento por permitirnos deleitar sus oídos esta noche". Aquel mensaje provenía del conjunto de músicos que se encontraba sobre el escenario, el cual había otorgado ese simple obsequio a cada invitado.
A continuación, tras las palabras de la violinista, el pianista inició la próxima pieza, para que los invitados pudieran continuar danzando: ~♫~
Las luces se apagaron. La oscuridad invadió el gran salón y, de repente, entre la multitud emergieron múltiples siluetas con trajes blancos y negros pegados al cuerpo, avanzando entre los invitados y bailando a su alrededor de forma extravagante y misteriosa. Cada uno depositó en las manos de los presentes una pequeña rosa de crital, cada una de un color diferente. Las siluetas en blanco y negro desaparecieron y las luces, que en ese momento brillaban y parpadeaban esplendorosamente coloridas en la inmensidad negra del salón, comenzaron a tranquilizarse y volver lentamente a la tranquilidad. El pianista, cuando concluyó la música para aquella pieza, cesó un instante de tocar para que una voz femenina se oyera en el lugar: "Esta es nuestra muestra de agradecimiento por permitirnos deleitar sus oídos esta noche". Aquel mensaje provenía del conjunto de músicos que se encontraba sobre el escenario, el cual había otorgado ese simple obsequio a cada invitado.
A continuación, tras las palabras de la violinista, el pianista inició la próxima pieza, para que los invitados pudieran continuar danzando: ~♫~
- Nathan Hawthorne
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Re: Salón de baile
Con un movimiento sutil y elegante Nokku giró su cuerpo para no chocar contra los presentes para avanzar hacia un pequeño mueble que se encontraba en la pared este del salón de baile. La música poco a poco fue acabando hasta convertirse en un silencioso eco que flotaba en su cabeza como el recuerdo de un dulce encuentro. Las luces se apagaron y unas extravagantes personajes empezaron a danzar y a entregar una serie de rosas de cristal a la gente. El chico no decidió hacer nada al respecto, ni siquiera se puso nervioso esta vez, simplemente acepto aquel obsequio y se le quedó mirando con unos ojos algo melancólicos mientras se daba cuenta de que cada rosa era de un color diferente. Por algún motivo la suya era de un rosa pálido, casi salmón. Aquel brillante objeto de cristal salpicaba con un tenue luz su chaqueta de cuero, dándole a la imagen de Nokku un contraste llamativo.
Una voz surgió del escenario y acto seguido la música volvió a hacer gala de presencia en esa, hasta el momento, preciosa velada.
Con una nueva copa de champan que había conseguido por el camino Damaru se encontraba recostando su cintura sobre aquel mueble mientras permanecía de pie observando aquel panorama con unos ojos cansados pero a la vez llenos de vitalidad.
Respiró profundamente y reparó en la pareja que tanto le había llamado tanto la atención hacía solo unos momentos. Esa forma de moverse, esos ojos tímidos pero atrevidos. El movimiento de hacía solo unos momentos no había sido un paso de baile en absoluto, aquella chica se había tropezado, de hecho, todavía no conseguía seguir del todo el ritmo del hombre que la sostenía entre los brazos.
"Pequeña boba, no debería de llamar la atención de los vampiros exponiéndose de esa manera" Pensó tiernamente Nokku al tiempo que se daba cuenta de que era Fraiah la chica que estaba bailando allí en la pista.
En cierto modo le resultaba algo incomodo ver a su chica bailando con otro, pero la verdad es que no veía ninguna objeción a que ella se lo pasara un poco bien, además, así el también podría divertirse un poco observando los pasos de ella.
La cicatriz de Nokku volvió a picarle pero esta vez no le prestó ninguna atención, simplemente depositó la rosa en el mueble en el que se encontraba apoyado y se relajó al mismo tiempo que bostezaba lentamente. Tal vez, al final, no habría bronca. Quien sabe... No, eso era imposible. Se había dado cuenta hacía ya un rato.
Por fin volvemos a vernos
Dijo cerrando los ojos, más para si mismo que para el propio anfitrión del baile. Aquel vampiro al que había jurado matar hacía unos meses estaba ahí, en algún sitio y seguramente todos sus lacayos estarían con el. Sería el momento ideal de vengarse por todo lo que habían hecho.
Una voz surgió del escenario y acto seguido la música volvió a hacer gala de presencia en esa, hasta el momento, preciosa velada.
Con una nueva copa de champan que había conseguido por el camino Damaru se encontraba recostando su cintura sobre aquel mueble mientras permanecía de pie observando aquel panorama con unos ojos cansados pero a la vez llenos de vitalidad.
Respiró profundamente y reparó en la pareja que tanto le había llamado tanto la atención hacía solo unos momentos. Esa forma de moverse, esos ojos tímidos pero atrevidos. El movimiento de hacía solo unos momentos no había sido un paso de baile en absoluto, aquella chica se había tropezado, de hecho, todavía no conseguía seguir del todo el ritmo del hombre que la sostenía entre los brazos.
"Pequeña boba, no debería de llamar la atención de los vampiros exponiéndose de esa manera" Pensó tiernamente Nokku al tiempo que se daba cuenta de que era Fraiah la chica que estaba bailando allí en la pista.
En cierto modo le resultaba algo incomodo ver a su chica bailando con otro, pero la verdad es que no veía ninguna objeción a que ella se lo pasara un poco bien, además, así el también podría divertirse un poco observando los pasos de ella.
La cicatriz de Nokku volvió a picarle pero esta vez no le prestó ninguna atención, simplemente depositó la rosa en el mueble en el que se encontraba apoyado y se relajó al mismo tiempo que bostezaba lentamente. Tal vez, al final, no habría bronca. Quien sabe... No, eso era imposible. Se había dado cuenta hacía ya un rato.
Por fin volvemos a vernos
Dijo cerrando los ojos, más para si mismo que para el propio anfitrión del baile. Aquel vampiro al que había jurado matar hacía unos meses estaba ahí, en algún sitio y seguramente todos sus lacayos estarían con el. Sería el momento ideal de vengarse por todo lo que habían hecho.
- Nokku Damaru
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Re: Salón de baile
Aun la sostenía sobre su brazo. Levitaba a unos veinte centímetros del suelo y la mantuvo ahí durante unos pocos segundas más. Al cabo de ese tiempo, la volvió a colocar sobre sus pies. Pasó su mano por su cintura y la dejó. Aun estaba frente suya, cuando de sus labios salieron dos palabras: ¿Ocurre algo? Evan tardó en contestar. Aun pensaba en esa cuestión.
Estaba dándole vueltas a algo. Algo que me lleva rondando desde hace unos días.-contestó mirando hacia otro lado y de vez en cuando la miraba a ella.
Presentía, tras haber acabado sus palabras, que había cambiado. ¿Para bien? No lo creía. ¿Dónde estaba toda esa rabia condensada que rebosaba en su corazón? Iba a acabar con la vida de todos los amigos de Astrid, ¿no? Y ahora se estaba achantando. Deseaba acabar con su eterno rival y hacer llorar de tristeza, en una profunda agonía de dolor y sufrimiento, a todos que lo rodeaban. Y así era: se estaba achantando. El vampiro erguido por el infinito poder se estaba volviendo dócil y manso. ¡No! ¡Tú anhelas el poder y el controlar a los demás! Se decía así mismo. Pero en el fondo, toda esa emoción se estaba desvaneciendo.
La canción ya había terminado hace rato. Ya resonaba otra nueva melodía pero las ganas de seguir bailando con Fraiah ya se habían extinguido. Dio varios pasos hacia atrás como separándose de ella. Ya no le divertía esto.
Perdón, no pretendía dejarte plantada. Solo que si vuelvo a bailar contigo lograré que te lastimes. Y eso es lo último que deseo para una dama.-concluyó con un sutil, pero a la vez leve, tono de tristeza, que solo se mostraba en sus palabras. Su cara mantenía, duramente, una sonrisa tirando a falsa.
¡Qué no! ¡Olvida esa mierda y vuelve a ser el de antes! volvía a replicarse... inutilmente.
Estaba dándole vueltas a algo. Algo que me lleva rondando desde hace unos días.-contestó mirando hacia otro lado y de vez en cuando la miraba a ella.
Presentía, tras haber acabado sus palabras, que había cambiado. ¿Para bien? No lo creía. ¿Dónde estaba toda esa rabia condensada que rebosaba en su corazón? Iba a acabar con la vida de todos los amigos de Astrid, ¿no? Y ahora se estaba achantando. Deseaba acabar con su eterno rival y hacer llorar de tristeza, en una profunda agonía de dolor y sufrimiento, a todos que lo rodeaban. Y así era: se estaba achantando. El vampiro erguido por el infinito poder se estaba volviendo dócil y manso. ¡No! ¡Tú anhelas el poder y el controlar a los demás! Se decía así mismo. Pero en el fondo, toda esa emoción se estaba desvaneciendo.
La canción ya había terminado hace rato. Ya resonaba otra nueva melodía pero las ganas de seguir bailando con Fraiah ya se habían extinguido. Dio varios pasos hacia atrás como separándose de ella. Ya no le divertía esto.
Perdón, no pretendía dejarte plantada. Solo que si vuelvo a bailar contigo lograré que te lastimes. Y eso es lo último que deseo para una dama.-concluyó con un sutil, pero a la vez leve, tono de tristeza, que solo se mostraba en sus palabras. Su cara mantenía, duramente, una sonrisa tirando a falsa.
¡Qué no! ¡Olvida esa mierda y vuelve a ser el de antes! volvía a replicarse... inutilmente.
Última edición por Evan Darkness el Lun Ago 26, 2013 9:48 pm, editado 1 vez
- Evan Darkness
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Re: Salón de baile
Las luces se apagaron y los ojos de Fraiah observaron en todas las direcciones. ¿Qué estaba ocurriendo? Un ligero temor se adueñó de su pecho. Lo malo de no ser un vampiro era que ya no podía ver en la oscuridad como antes. Se sentía indefensa, y eso no le gustaba. La joven tragó saliva y observó danzar a aquellos cuerpos extravagantes. Uno de esos seres se detuvo delante de ella y la miró a los ojos. Tras la máscara, pudo visualizar una sonrisa y un par de colmillos. Las luces, parpadeando y brillando, no le permitían ver con nitidez. Pero, sí pudo sentir aquel pequeño objeto de cristal en el centro de su mano. Al cabo de unos segundos, todo volvió a la normalidad y los invitados sonreían observando las rosas de cristal. Una mujer que pertenecía al grupo de músicos habló. Qué extraño era todo esto... Pero le agradaba.
Como ya se encontraba de pie y erguida nuevamente, miró a su compañero de baile. Escuchó sus palabras y miró la rosa que él tenía entre sus manos. Luego, miró la propia. Era de un color rojo. Fraiah sonrió. Las rosas rojas eran unas de sus favoritas, aunque aquello fuera demasiado ordinario. A todas las mujeres le gustaban las rosas. Pero ella lo veía desde otra perspectiva. Hacía años que había aprendido a ver el color rojo desde otro punto de vista. Había aprendido a amarlo y a odiarlo.
- Tal vez necesites pensar y solucionarlo. Tómalo como un consejo de parte de una extraña -musitó mirando al supuesto Desconocido. Le dedicó una suave y sincera sonrisa, pero lentamente observó cómo se alejaba de ella. Sus próximas palabras, le resultaron un tanto extrañas. Fraiah frunció el ceño ligeramente. Algo le llamó la atención en su mirada y en su voz, así como también sus palabras. Por primera vez en la noche, tenía la certeza de conocer la identidad tras esa máscara. La muchacha dio un paso al frente y estiró su brazo, sujetándolo de la muñeca e impidiendo que se vaya.
- Espera -dijo, sin apartar los ojos de él-. Tú eres... -y el nombre se quedó en la punta de su lengua, pues su mirada visualizó una figura unos metros más atrás. Era el mismo hombre enmascarado que había llamado su atención cuando estaba bailando con ese muchacho. Fraiah parpadeó un par de veces. ¿Podría ser...?
Como ya se encontraba de pie y erguida nuevamente, miró a su compañero de baile. Escuchó sus palabras y miró la rosa que él tenía entre sus manos. Luego, miró la propia. Era de un color rojo. Fraiah sonrió. Las rosas rojas eran unas de sus favoritas, aunque aquello fuera demasiado ordinario. A todas las mujeres le gustaban las rosas. Pero ella lo veía desde otra perspectiva. Hacía años que había aprendido a ver el color rojo desde otro punto de vista. Había aprendido a amarlo y a odiarlo.
- Tal vez necesites pensar y solucionarlo. Tómalo como un consejo de parte de una extraña -musitó mirando al supuesto Desconocido. Le dedicó una suave y sincera sonrisa, pero lentamente observó cómo se alejaba de ella. Sus próximas palabras, le resultaron un tanto extrañas. Fraiah frunció el ceño ligeramente. Algo le llamó la atención en su mirada y en su voz, así como también sus palabras. Por primera vez en la noche, tenía la certeza de conocer la identidad tras esa máscara. La muchacha dio un paso al frente y estiró su brazo, sujetándolo de la muñeca e impidiendo que se vaya.
- Espera -dijo, sin apartar los ojos de él-. Tú eres... -y el nombre se quedó en la punta de su lengua, pues su mirada visualizó una figura unos metros más atrás. Era el mismo hombre enmascarado que había llamado su atención cuando estaba bailando con ese muchacho. Fraiah parpadeó un par de veces. ¿Podría ser...?
- Fraiah B. Eslin
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Re: Salón de baile
Era la primera vez que llegaba tarde a una fiesta, pero el trabajo era el trabajo, que iba a hacer?.
Esta noche habia decidido vestirme con un vestido gótico corto, el corse era de encaje transparente, solamente el pecho no era transparente, la falda era tambien de encaje, pero en vez de ser negra como el corse, era rojo sangre, un tanto llamativa para mi vestimenta habitual, pero era realmente comoda, mi mascara tenia forma de gato y tapaba los ojos y la nariz. Para otras personas, la mascara seria molesta, pero para mi no lo era, estaba acostumbrada a llevarlas.
Nada mas entrar, un par de chicos se acercaron, pero como siempre, me deshice de ellos con mi arrogancia y mal vocabulario. Despues de deshacerme de ese par de mocosos, me marche a una esquina de la sala donde podia observar todo lo que pasara en el lugar, era algo instintivo, en todas las fiestas en las que habia estado, algo malo ocurria.
Esta noche habia decidido vestirme con un vestido gótico corto, el corse era de encaje transparente, solamente el pecho no era transparente, la falda era tambien de encaje, pero en vez de ser negra como el corse, era rojo sangre, un tanto llamativa para mi vestimenta habitual, pero era realmente comoda, mi mascara tenia forma de gato y tapaba los ojos y la nariz. Para otras personas, la mascara seria molesta, pero para mi no lo era, estaba acostumbrada a llevarlas.
Nada mas entrar, un par de chicos se acercaron, pero como siempre, me deshice de ellos con mi arrogancia y mal vocabulario. Despues de deshacerme de ese par de mocosos, me marche a una esquina de la sala donde podia observar todo lo que pasara en el lugar, era algo instintivo, en todas las fiestas en las que habia estado, algo malo ocurria.
- Kasha Oskan
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