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Calles
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Calles
Recuerdo del primer mensaje :
Estas son las calles del pueblo.
Estas son las calles del pueblo.
- Kaien Cross
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Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Calles
Le fulmino con la mirada al escuchar semejante pregunta, no había hecho falta ni que lo mencionara en voz alta para que saliera con el detalle de la edad. Tampoco es algo que debería molestarme, pues mi apariencia no ha cambiado mucho -ni cambiará- con el tiempo, pero aún así no me hace demasiada gracia que me recuerden la gran cantidad de años que llevo a mis espaldas, aunque son muchos menos de los que tengo por delante. O eso espero.
-Idiota -espeto molesta preguntandome como se las ha arreglado para atravesar la barrera que rodea mi mente- ¿Sabes que leer los pensamientos ajenos sin permiso es de mala educación?
Escucho su explicación con curiosidad, sabiendo que solo una mala situación podría llevar a alguien de su categoría a vivir en un lugar como ese. Entiendo perfectamente lo de los vampiros aprovechados, la poca familia que me queda se puede clasificar en esa categoría, creo que no hay personas mas despreciables que aquellas que se aprovechan de las desgracias ajenas.
Lo último que dice me hace fruncir el ceño, me aferro a su mano con fuerza. Espero que eso último no sea verdad, de serlo, me encargaré personalmente de hacerle una visita a la susodicha y tener unas agradables palabras con ella, incluso podría hacer una excepción y cambiar las repulsivas pastillas por sangre de verdad. Ni siquiera la conozco y su sola existencia ya me molesta, mas le vale no atreverse a poner un solo dedo sobre Christian.
-Espero que solo hayas dicho eso por molestarme, si es cierto no me hago responsable de lo que pueda pasar. -le advierto con seriedad antes de pasar a otra cosa- ¿Y no se te ocurrió la posibilidad de....? -dejo la pregunta sin terminar, estoy segura de que si se le pasó por la cabeza lo descartó la idea rápidamente. Suspiro- Quiero decir ¿por qué no dejas ese lugar y vienes a mi casa? Sabes que hay espacio de sobra y que no molestarías en absoluto.
-Creo que no me queda otra que aceptar gustosa la invitación -respondo con una sonrisa- Vamos entonces -tras pronunciar esas palabras, tiro de él para dirigirnos hacia allí.
-Idiota -espeto molesta preguntandome como se las ha arreglado para atravesar la barrera que rodea mi mente- ¿Sabes que leer los pensamientos ajenos sin permiso es de mala educación?
Escucho su explicación con curiosidad, sabiendo que solo una mala situación podría llevar a alguien de su categoría a vivir en un lugar como ese. Entiendo perfectamente lo de los vampiros aprovechados, la poca familia que me queda se puede clasificar en esa categoría, creo que no hay personas mas despreciables que aquellas que se aprovechan de las desgracias ajenas.
Lo último que dice me hace fruncir el ceño, me aferro a su mano con fuerza. Espero que eso último no sea verdad, de serlo, me encargaré personalmente de hacerle una visita a la susodicha y tener unas agradables palabras con ella, incluso podría hacer una excepción y cambiar las repulsivas pastillas por sangre de verdad. Ni siquiera la conozco y su sola existencia ya me molesta, mas le vale no atreverse a poner un solo dedo sobre Christian.
-Espero que solo hayas dicho eso por molestarme, si es cierto no me hago responsable de lo que pueda pasar. -le advierto con seriedad antes de pasar a otra cosa- ¿Y no se te ocurrió la posibilidad de....? -dejo la pregunta sin terminar, estoy segura de que si se le pasó por la cabeza lo descartó la idea rápidamente. Suspiro- Quiero decir ¿por qué no dejas ese lugar y vienes a mi casa? Sabes que hay espacio de sobra y que no molestarías en absoluto.
-Creo que no me queda otra que aceptar gustosa la invitación -respondo con una sonrisa- Vamos entonces -tras pronunciar esas palabras, tiro de él para dirigirnos hacia allí.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Idiota. La señorita Donovan le llamó idiota. Christian sonrió y escuchó sus siguientes palabras. Notó que ella apretó más fuerte su mano. Oh, ¿celos, acaso? No dijo ni una palabra, sin embargo. Y, cuando mencionó lo de ir a su casa, carraspeó un poco. Miró hacia un lado. Vivir con Kairi. Nunca se lo había planteado. De todos modos, esperaría hasta llegar a la casa de Kairi para debatir todos esos temas.
Se alejó, entonces, por las calles junto a ella.
Se alejó, entonces, por las calles junto a ella.
- Christian Blade
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Localización : Allí donde nunca llegarás.
Empleo /Ocio : Desempleado
Humor : Que tengas o no un gato determinará mi humor hacia ti.
Re: Calles
¿Cuánto tiempo había transcurrido ya? Chlóe no lo sabía con precisión.
Caminaba con tranquilidad por las calles solitarias. La noche había caído, pero no tenía miedo. Extrañamiento, se sentía libre, en paz, tanto consigo misma como con los demás. Había hablado con su madre, pese al temor que eso le provocaba, y por fin había comprendido que su estado de salud no era el adecuado para continuar con el legado de su padre; al menos no de momento. Ahora podía preocuparse por su bienestar y recuperarse. Lidiar con un estado de anemia no es sencillo. Y menos en un mundo de vampiros. Sin embargo, hacía tiempo que había dejado atrás aquella fatídica noche en que casi fue abusada por uno -por no decir que, en cierto modo, abusó de ella de igual manera, aunque no pasó a "peores"- y quería vivir sin tener que estar, continuamente, mirando a su alrededor con desconfianza. Y más aún teniendo en cuenta el segundo capítulo de aquella novela de terror transcurrido en el cementerio. Si no hubiese aparecido Alucard, no sabría imaginar qué hubiera sido de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza. Necesitaba encontrarlo algún día, y así poder agradecerle debidamente, pues aquella velada sólo supo imponerse para luego huir como una niña indefensa.
Pero ya había pasado todo, ¿verdad? Aquel vampiro sádico y demente había desaparecido, y ojalá lo haya hecho para siempre. No toleraba la idea de que alguien más fuera dueño de su cuerpo contra su propia voluntad.
Sacudió la cabeza mientras pensaba en ello. "Chlóe tonta, ¿por qué continuar martirizándote así? Nunca podrás superarlo si continuas torturándote con ello". Claramente, intentaba darse ánimos, pues luego de lo ocurrido, no podía tolerar la cercanía de ningún hombre, y mucho menos un vampiro. No sabía por qué, pero había quedado aterrada luego de eso. Aunque, pensándolo bien, sabía el por qué más que nadie. Y, otra vez, sacudió la melena rosada. Basta de pensar, basta de martirizar su mente y alma.
Todavía no podía volver a la Asociación, pero lo haría tarde o temprano. Antes, tenía que recuperarse, y para eso consideró necesario dejar de vivir en los callejones o edificios abandonados y comprar una pequeña casa en las afueras del pueblo. Estaba a gusto allí, y había logrado transcurrir estos meses en perfecta armonía. Rogaba conque continuara así, pues su estado era inestable y aún se encontraba bastante débil.
Mientras continuaba su andar con una bolsa de manzanas recién compradas, escuchó el sonido de una lata al caer al suelo. Instantáneamente, se frenó y volteó para observar. Nada. Frunció el ceño y decidió continuar. Estas cosas le ocurrían de tanto pensar. La ley de atracción, los miedos y la ansiedad no se llevaban bien. O, mejor dicho, se llevaban mejor de lo que creía.
Cerró los ojos un momento y aspiró una bocanada de aire. Luego, exhaló y reanudó su camino. Su hogar no estaba muy lejos, pero como dicen, los peligros pueden estar a la vuelta de la esquina.
Caminaba con tranquilidad por las calles solitarias. La noche había caído, pero no tenía miedo. Extrañamiento, se sentía libre, en paz, tanto consigo misma como con los demás. Había hablado con su madre, pese al temor que eso le provocaba, y por fin había comprendido que su estado de salud no era el adecuado para continuar con el legado de su padre; al menos no de momento. Ahora podía preocuparse por su bienestar y recuperarse. Lidiar con un estado de anemia no es sencillo. Y menos en un mundo de vampiros. Sin embargo, hacía tiempo que había dejado atrás aquella fatídica noche en que casi fue abusada por uno -por no decir que, en cierto modo, abusó de ella de igual manera, aunque no pasó a "peores"- y quería vivir sin tener que estar, continuamente, mirando a su alrededor con desconfianza. Y más aún teniendo en cuenta el segundo capítulo de aquella novela de terror transcurrido en el cementerio. Si no hubiese aparecido Alucard, no sabría imaginar qué hubiera sido de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza. Necesitaba encontrarlo algún día, y así poder agradecerle debidamente, pues aquella velada sólo supo imponerse para luego huir como una niña indefensa.
Pero ya había pasado todo, ¿verdad? Aquel vampiro sádico y demente había desaparecido, y ojalá lo haya hecho para siempre. No toleraba la idea de que alguien más fuera dueño de su cuerpo contra su propia voluntad.
Sacudió la cabeza mientras pensaba en ello. "Chlóe tonta, ¿por qué continuar martirizándote así? Nunca podrás superarlo si continuas torturándote con ello". Claramente, intentaba darse ánimos, pues luego de lo ocurrido, no podía tolerar la cercanía de ningún hombre, y mucho menos un vampiro. No sabía por qué, pero había quedado aterrada luego de eso. Aunque, pensándolo bien, sabía el por qué más que nadie. Y, otra vez, sacudió la melena rosada. Basta de pensar, basta de martirizar su mente y alma.
Todavía no podía volver a la Asociación, pero lo haría tarde o temprano. Antes, tenía que recuperarse, y para eso consideró necesario dejar de vivir en los callejones o edificios abandonados y comprar una pequeña casa en las afueras del pueblo. Estaba a gusto allí, y había logrado transcurrir estos meses en perfecta armonía. Rogaba conque continuara así, pues su estado era inestable y aún se encontraba bastante débil.
Mientras continuaba su andar con una bolsa de manzanas recién compradas, escuchó el sonido de una lata al caer al suelo. Instantáneamente, se frenó y volteó para observar. Nada. Frunció el ceño y decidió continuar. Estas cosas le ocurrían de tanto pensar. La ley de atracción, los miedos y la ansiedad no se llevaban bien. O, mejor dicho, se llevaban mejor de lo que creía.
Cerró los ojos un momento y aspiró una bocanada de aire. Luego, exhaló y reanudó su camino. Su hogar no estaba muy lejos, pero como dicen, los peligros pueden estar a la vuelta de la esquina.
- Chlóe Crosszeria
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Humor : Últimamente.. bastante inestable -ríe-.
Re: Calles
Había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que habia hecho acto de presencia entre la multitud de personas, vampiros y cazadores que habia en el lugar. Pero ya era hora de actuar, tenia ganas de hacer algo divertido, me habia pasado demasiado tiempo en las sombras y mis colmillos habian adquirido un afilado que me asustaba incluso a mi. ¿Y que mejor manera de desahogarse que haciendole una visita a mi victima preferida? La ultima vez no habia conseguido nada. El estupido de Alucard lo estropeo todo. Y yo tuve que desaparecer de ahi, al fin y al cabo tampoco me interesaba mucho tener una confrontacion con un cazador de semejante "porte".
Y finalmente la encontre, la pequeña estaba paseando por las calles, como si nada, parecia que habia recuperado fuerzas, pero seguia igual de anemica que antes. Me deslice con cuidado por los callejones, fundiendome con las sombras. Y sonrei cuando me encontraba a escasos metros de ella.
jejejejeje parece que has estado cuidandote muñeca ¿Me has echado de menos?
Dije con voz de ultratumba mientras aparecia poco a poco detras de ella, como surgiendo de entre las sombras. La tension era tal que casi se podia cortar con un cuchillo. Esta vez no dejaria que se escapase tan facilmente.
Y finalmente la encontre, la pequeña estaba paseando por las calles, como si nada, parecia que habia recuperado fuerzas, pero seguia igual de anemica que antes. Me deslice con cuidado por los callejones, fundiendome con las sombras. Y sonrei cuando me encontraba a escasos metros de ella.
jejejejeje parece que has estado cuidandote muñeca ¿Me has echado de menos?
Dije con voz de ultratumba mientras aparecia poco a poco detras de ella, como surgiendo de entre las sombras. La tension era tal que casi se podia cortar con un cuchillo. Esta vez no dejaria que se escapase tan facilmente.
- Andrei Matthewson
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Re: Calles
No podía ser cierto. No podía ser real. La pesadilla, había regresado. La luz se había extinguido en el ocaso.
Chlóe se volteó con rapidez. Aquel sonido metálico de la lata de refresco al rodar por el suelo se lo había advertido: alguien se escabullía entre las sombras. Frunció el ceño y apretó su mano, sosteniendo la bolsa de manzanas con fuerza. Respiró hondo y sintió un temblor interno. Iba a continuar caminando. Iba a darse prisa...
Pero apareció. Apareció y su cuerpo se congeló.
Las manzanas rodaron por el suelo. Su palidez habitual se acentuó. Su cabello se meció con la brisa, logrando que sintiera la sensación de cada hebra congelándose. Y es que él lo congelaba todo. Podía destruirlo todo dentro de ella. El miedo y el terror... jamás había sentido su amargo sabor, como aquel día en que él marcó su cuerpo con aquellas dagas punzantes de su boca. No podía enfrentarlo. Creía haberlo superado, pero no. Imposible. No podía contener la respiración ante su presencia. Él surgió de las sombras para cubrirla por completo en aquel manto infernal de desesperación.
Y corrió. Se volteó y se echó a correr. Abandonó las manzanas, abandonó su paz, abandonó cada sentimiento agradable. Las calles eran ahora un enorme camino sinuoso, por el cual Chlóe avanzaba sin parar y, sobre todo, sin mirar atrás.
Chlóe se volteó con rapidez. Aquel sonido metálico de la lata de refresco al rodar por el suelo se lo había advertido: alguien se escabullía entre las sombras. Frunció el ceño y apretó su mano, sosteniendo la bolsa de manzanas con fuerza. Respiró hondo y sintió un temblor interno. Iba a continuar caminando. Iba a darse prisa...
Pero apareció. Apareció y su cuerpo se congeló.
Las manzanas rodaron por el suelo. Su palidez habitual se acentuó. Su cabello se meció con la brisa, logrando que sintiera la sensación de cada hebra congelándose. Y es que él lo congelaba todo. Podía destruirlo todo dentro de ella. El miedo y el terror... jamás había sentido su amargo sabor, como aquel día en que él marcó su cuerpo con aquellas dagas punzantes de su boca. No podía enfrentarlo. Creía haberlo superado, pero no. Imposible. No podía contener la respiración ante su presencia. Él surgió de las sombras para cubrirla por completo en aquel manto infernal de desesperación.
Y corrió. Se volteó y se echó a correr. Abandonó las manzanas, abandonó su paz, abandonó cada sentimiento agradable. Las calles eran ahora un enorme camino sinuoso, por el cual Chlóe avanzaba sin parar y, sobre todo, sin mirar atrás.
- Chlóe Crosszeria
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Re: Calles
Pero... ¿Qué era lo que veían sus ojos? Una mujer, sola, a estas alturas de la noche.
La belleza de una joven pasó por delante de sus ojos, dejando el fugaz destello de su cabello. Sonrió, permitiendo que la velocidad de la muchacha agitara su melena verde. Presa fácil; eso era lo que más le gustaba a Chrane: las mujeres hermosas e indefensas. Si contábamos que el aroma de la chica despertó los instintos del joven, no quedaba más remedio que averiguar su paradero. Sin saberlo, aquella muchacha se había metido entre las cejas del caprichoso Issei Chrane. Y como no, apenas unos segundos después se había puesto delante de su camino, tropezándose con ella "por casualidad".
Se hizo el torpe, como siempre; sacando a relucir esa perfecta sonrisa blanquecina.
- Perdone señorita, no era mi intención. - Mintió, levantando las manos sin querer tocarla. Tenía que parecer también un débil humano, o el plan se iría todo a perder. Miró a los ojos a la chica. Era mucho más tentadora cuando la tenía delante. Perfecto. Esta noche tendríamos celebración.
- ¿Se encuentra bien? ¿Se ha lastimado en algún lado? - Caballeroso, se ofreció. Tomó sus brazos y la observó. No parecía tener daños mayores. Eso le alegraba. A él no le gustaban las mujeres "usadas" y llenas de cicatrices por todas partes. Amaba la hermosura femenina sobre todas las cosas. Levantó la cabeza, alerta. El olfato del peliverde no fallaba. Claramente, sabía el por qué de la huída de la mujer. Aunque no le importó demasiado, pues confiaba en cada una de sus posibilidades.
Sin embargo, él no desperdiciaba ocasión alguna. Su cuerpo se inclinó, meciéndose hacia un lado su extraño cabello. Puso una mano en su espalda y elegante, tomó la mano de la muchacha.
- No toleraría que algo le pasara a una mujer indefensa y a estas alturas de la noche. - Besó la palma de su mano, tomándose un pequeño tiempo para su ego. Volvió a levantar su gran estatura y miró por detrás de la chica, soltando su mano con suma delicadeza. Sí, lo sentía cerca. Y no tardaría mucho en llegar. Sonrió para sus adentros. Le daba igual quién fuera, pero aquella joven, ya tenía dueño.
- Si me permite, me ofrezco a llevarla a su casa esta noche. Nunca se sabe quién puede salir a la vuelta de una esquina. - Comentó hablador, preocupado por la chica. El más puro teatro; ya que lo único que ocupaba la mente del vampiro era la pregunta de siempre: ¿Cómo sería el sabor de su sangre inocente?
La belleza de una joven pasó por delante de sus ojos, dejando el fugaz destello de su cabello. Sonrió, permitiendo que la velocidad de la muchacha agitara su melena verde. Presa fácil; eso era lo que más le gustaba a Chrane: las mujeres hermosas e indefensas. Si contábamos que el aroma de la chica despertó los instintos del joven, no quedaba más remedio que averiguar su paradero. Sin saberlo, aquella muchacha se había metido entre las cejas del caprichoso Issei Chrane. Y como no, apenas unos segundos después se había puesto delante de su camino, tropezándose con ella "por casualidad".
Se hizo el torpe, como siempre; sacando a relucir esa perfecta sonrisa blanquecina.
- Perdone señorita, no era mi intención. - Mintió, levantando las manos sin querer tocarla. Tenía que parecer también un débil humano, o el plan se iría todo a perder. Miró a los ojos a la chica. Era mucho más tentadora cuando la tenía delante. Perfecto. Esta noche tendríamos celebración.
- ¿Se encuentra bien? ¿Se ha lastimado en algún lado? - Caballeroso, se ofreció. Tomó sus brazos y la observó. No parecía tener daños mayores. Eso le alegraba. A él no le gustaban las mujeres "usadas" y llenas de cicatrices por todas partes. Amaba la hermosura femenina sobre todas las cosas. Levantó la cabeza, alerta. El olfato del peliverde no fallaba. Claramente, sabía el por qué de la huída de la mujer. Aunque no le importó demasiado, pues confiaba en cada una de sus posibilidades.
Sin embargo, él no desperdiciaba ocasión alguna. Su cuerpo se inclinó, meciéndose hacia un lado su extraño cabello. Puso una mano en su espalda y elegante, tomó la mano de la muchacha.
- No toleraría que algo le pasara a una mujer indefensa y a estas alturas de la noche. - Besó la palma de su mano, tomándose un pequeño tiempo para su ego. Volvió a levantar su gran estatura y miró por detrás de la chica, soltando su mano con suma delicadeza. Sí, lo sentía cerca. Y no tardaría mucho en llegar. Sonrió para sus adentros. Le daba igual quién fuera, pero aquella joven, ya tenía dueño.
- Si me permite, me ofrezco a llevarla a su casa esta noche. Nunca se sabe quién puede salir a la vuelta de una esquina. - Comentó hablador, preocupado por la chica. El más puro teatro; ya que lo único que ocupaba la mente del vampiro era la pregunta de siempre: ¿Cómo sería el sabor de su sangre inocente?
- Issei Chrane
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Re: Calles
Como no. Ella siempre tenia que escaparse ¿Acaso no podia comprender que ella ya era mia? La habia marcado. Era mi presa, no serviria de nada intentar huir, y ella en el fondo lo sabia perfectamente, pero el panico que la causaba el momento siempre la hacia huir. Suspire justo antes de que una gran sonrisa se dibujara en mi rostro. Sus manzanas se habian caido. Me acerque lentamente y recogi una con cuidado. Mis dientes atravesaron con paciencia la dura piel de esa verde manzana y senti... Nada. Lo mastique y lo trague antes de tirar la manzana contra una pared. Nada se podria comparar con el dulzor de la sangre de una cazadora. NADA
Comence a seguirla, juguetenado, la perseguia sin esfuerzo, sabia que al final ella se cansaria. Pero de repente... Algo la paro, un ente nuevo habia aparecido en el lugar ¿Quien osaba interrumpir los juegos que realizaba entre las enjauladas calles del lugar? ¿Seria algun desprecabido?
Mi curiosidad se torno en algo que se podia comparar con los celos en cuanto vi a aquel hombre. Claro que todos los celos que podia sentir eran los mismos que los que siente un niño cuando otro le quita su juguete ¿O no?
Me acerque a ellos con una seriedad poco comun en mi hasta que el chico pudiera verme, entonces me pare aun algo protegido por las sombras. Entonces vi como su mano descansaba sobre la espalda de ella. Con un gesto ambiguo y casi cansado pero rapido y decisivo señale con el dedo al hombre
-Tu olor te delata, y ella no es ninguna humana a la que puedas incarle el diente, a lo mejor te llevas una sorpresa y te clava un puñal en el costado-dije ladeando un poco la cabeza mientras me llevaba la mano libre a las costillas, justo donde hacia unos meses descanso el doloroso filo del arma de la muchacha. Acto seguido tome algo de aliento -En primer lugar, ella es mi presa, en segundo lugar, esta marcada por si no te ha dado tiempo a comprobarlo y en tercer lugar... Estoy muy dispuesto a pelear por ella,
Dije mientras bajaba la mano y le miraba directamente a los ojos. Era muy tipico de los vampiros normales el subestimarme. Claro que cuando estaban ensartados por centenares de puntos en sus palidos cuerpos ya dejaban de pensar que solo era un nobato. Estaba adviertiendole de que se alejara de lo que es mio, porque si su ego y confianza le impulsaran a hacer lo contrario no me contendria a la hora de usar mis habilidades. Chloe era mia. Punto.
Comence a seguirla, juguetenado, la perseguia sin esfuerzo, sabia que al final ella se cansaria. Pero de repente... Algo la paro, un ente nuevo habia aparecido en el lugar ¿Quien osaba interrumpir los juegos que realizaba entre las enjauladas calles del lugar? ¿Seria algun desprecabido?
Mi curiosidad se torno en algo que se podia comparar con los celos en cuanto vi a aquel hombre. Claro que todos los celos que podia sentir eran los mismos que los que siente un niño cuando otro le quita su juguete ¿O no?
Me acerque a ellos con una seriedad poco comun en mi hasta que el chico pudiera verme, entonces me pare aun algo protegido por las sombras. Entonces vi como su mano descansaba sobre la espalda de ella. Con un gesto ambiguo y casi cansado pero rapido y decisivo señale con el dedo al hombre
-Tu olor te delata, y ella no es ninguna humana a la que puedas incarle el diente, a lo mejor te llevas una sorpresa y te clava un puñal en el costado-dije ladeando un poco la cabeza mientras me llevaba la mano libre a las costillas, justo donde hacia unos meses descanso el doloroso filo del arma de la muchacha. Acto seguido tome algo de aliento -En primer lugar, ella es mi presa, en segundo lugar, esta marcada por si no te ha dado tiempo a comprobarlo y en tercer lugar... Estoy muy dispuesto a pelear por ella,
Dije mientras bajaba la mano y le miraba directamente a los ojos. Era muy tipico de los vampiros normales el subestimarme. Claro que cuando estaban ensartados por centenares de puntos en sus palidos cuerpos ya dejaban de pensar que solo era un nobato. Estaba adviertiendole de que se alejara de lo que es mio, porque si su ego y confianza le impulsaran a hacer lo contrario no me contendria a la hora de usar mis habilidades. Chloe era mia. Punto.
- Andrei Matthewson
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Re: Calles
Ella era ágil como una gacela, pero el temor nublaba su vista.
Chlóe continuó avanzando por esas calles. ¿Por qué...? Esa era la pregunta de siempre. En cada momento de su maldita vida se preguntó lo mismo, y más aún desde que llegó a este pueblo infernal. ¿Por qué tendrían que haberla enviado aquí? ¿Quién fue el incompetente que juzgó que ella era una buena cazadora y que, por ende, podría colaborar para reparar los desastres que los vampiros ocasionaban aquí? Todos eran unos estúpidos, y ella era una estúpida más.
Cerró los ojos, algo agitada, la anemia volvía a extender sobre ella sus letales consecuencias. Pero había mejorado en este tiempo, por lo que podía valerse de sus habilidades al menos un poco. De todos modos, si algo caracterizaba a Chlóe Crosszeria, era que siempre tenía un As bajo la manga. Pero, ahora mismo, no encontraba otra carta del triunfo más que sus delgadas y atléticas piernas. Se le hizo algo dificultoso correr con aquellos pantalones de jean, pero la desesperación y el terror generaban una adrenalina que lo podía todo.
O al menos casi todo.
Se había jurado a sí misma que no miraría hacia atrás. Si algo había aprendido en su infancia, era que durante una competencia de velocidad nunca debía voltear la vista, pues de ese modo retrasaría su andar y podría darle al otro ventajas para ganar el primer puesto. En esta circunstancia, era necesario aplicar lo mismo, pero no pudo con su genio. Se volteó y observó detrás de sí. Podía sentir la presencia de otros vampiros cerca. Probablemente fueran Nivel E alborotados por el éxtasis de su cuerpo acelerado. Sin embargo, no alcanzó a mirar al frente otra vez cuando su cuerpo embistió a otro.
El destello de su cabello verde nubló su vista.
Chlóe se tambaleó un poco debido al impacto, y fue sorprendida por aquellos brazos sosteniéndola. Cerró los ojos, creyendo ilusamente que estaría a salvo. El tacto fue frío, helado, demasiado gélido como para ser humano. Y, al levantar la vista, sus claros ojos se encontraron con aquella mirada aparentemente amable, pero letal en el fondo. Lo sabía, lo percibía. Él era un vampiro y ella estaba entre sus brazos. Su tacto se posaba sobre su pequeña espalda desprevenida.
Había escapado de uno y había sido atrapada por otro. Parecía un chiste de mal gusto que el Destino jugara a encerrarla constantemente entre colmillos sagaces.
¿Por qué...? Nuevamente, el interrogante.
Él nuevo vampiro hablaba, pero ella casi no lo escuchaba. Demasiado amable, demasiado gentil... para ser cierto. Si algo había aprendido, es que esa clase de vampiros se cuenta con los dedos de una sola mano. Intentó apartarse y alejarse de él, de sus "suaves" manos, pero no lo logró, pues aquella voz logró paralizarla otra vez. En otra ocasión hubiera reído ante tales palabras. ¿Así que recordaba aquel día también? ¿Recordaba el filo de su daga abriéndose paso por su rígida piel corroída por los años?
Él también estaba marcado por ella.
Chlóe giró su cabeza hacia la derecha, dejando mecer su cabello. El pañuelo que llevaba alrededor del cuello fue arrebatado por el viento. Cayó al suelo, a los pies de Andrei, dejando a la vista la evidencia latente de aquella marca mortuoria. Chlóe clavó su mirada en él. Fortaleza, eso era lo que necesitaba: fortaleza y decisión. ¿Dónde se escondían ambas fuerzas de voluntad? ¿Dónde se hallaban, que no podía encontrarlas? Sus manos emitieron un ligero temblor. No podía combatir contra ambos. No podía...
Pero debía intentarlo. Más aún al oír que aquel vampiro inmundo declaraba a los cuatro vientos que ella le pertenecía. ¿Desde cuándo, que no se había enterado? ¿Podría repetir aquella información para mantenerla al tanto? Que se vaya al diablo él y todo su maldito linaje. Ellos, todos y cada uno, eran unas parias del demonio.
Chlóe respiró profundamente, y llevó su mano temblorosa a un costado de su cadera. Siempre estaba preparada. Siempre. Como antigua cazavampiros, no podía evitar tomar precauciones. Su sangre hervía bajo el nombre de su familia. Y, sin embargo, no realizó ningún otro movimiento. Sus ojos se clavaron en Andrei al ver aquella severa expresión, dominante y asesina. "Estoy dispuesta a pelear por ella". Sus palabras resonaron en su mente. ¿Qué había en ella para que vampiros disputasen su existencia? Sangre, claramente. Pero... ¿por qué?
Y, nuevamente, el interrogante no encontraba respuestas.
- Vete al diablo -siseó y el brillo punzante de un arma blanca resplandeció en la noche. Estaba decidido. Lucharía.
Chlóe continuó avanzando por esas calles. ¿Por qué...? Esa era la pregunta de siempre. En cada momento de su maldita vida se preguntó lo mismo, y más aún desde que llegó a este pueblo infernal. ¿Por qué tendrían que haberla enviado aquí? ¿Quién fue el incompetente que juzgó que ella era una buena cazadora y que, por ende, podría colaborar para reparar los desastres que los vampiros ocasionaban aquí? Todos eran unos estúpidos, y ella era una estúpida más.
Cerró los ojos, algo agitada, la anemia volvía a extender sobre ella sus letales consecuencias. Pero había mejorado en este tiempo, por lo que podía valerse de sus habilidades al menos un poco. De todos modos, si algo caracterizaba a Chlóe Crosszeria, era que siempre tenía un As bajo la manga. Pero, ahora mismo, no encontraba otra carta del triunfo más que sus delgadas y atléticas piernas. Se le hizo algo dificultoso correr con aquellos pantalones de jean, pero la desesperación y el terror generaban una adrenalina que lo podía todo.
O al menos casi todo.
Se había jurado a sí misma que no miraría hacia atrás. Si algo había aprendido en su infancia, era que durante una competencia de velocidad nunca debía voltear la vista, pues de ese modo retrasaría su andar y podría darle al otro ventajas para ganar el primer puesto. En esta circunstancia, era necesario aplicar lo mismo, pero no pudo con su genio. Se volteó y observó detrás de sí. Podía sentir la presencia de otros vampiros cerca. Probablemente fueran Nivel E alborotados por el éxtasis de su cuerpo acelerado. Sin embargo, no alcanzó a mirar al frente otra vez cuando su cuerpo embistió a otro.
El destello de su cabello verde nubló su vista.
Chlóe se tambaleó un poco debido al impacto, y fue sorprendida por aquellos brazos sosteniéndola. Cerró los ojos, creyendo ilusamente que estaría a salvo. El tacto fue frío, helado, demasiado gélido como para ser humano. Y, al levantar la vista, sus claros ojos se encontraron con aquella mirada aparentemente amable, pero letal en el fondo. Lo sabía, lo percibía. Él era un vampiro y ella estaba entre sus brazos. Su tacto se posaba sobre su pequeña espalda desprevenida.
Había escapado de uno y había sido atrapada por otro. Parecía un chiste de mal gusto que el Destino jugara a encerrarla constantemente entre colmillos sagaces.
¿Por qué...? Nuevamente, el interrogante.
Él nuevo vampiro hablaba, pero ella casi no lo escuchaba. Demasiado amable, demasiado gentil... para ser cierto. Si algo había aprendido, es que esa clase de vampiros se cuenta con los dedos de una sola mano. Intentó apartarse y alejarse de él, de sus "suaves" manos, pero no lo logró, pues aquella voz logró paralizarla otra vez. En otra ocasión hubiera reído ante tales palabras. ¿Así que recordaba aquel día también? ¿Recordaba el filo de su daga abriéndose paso por su rígida piel corroída por los años?
Él también estaba marcado por ella.
Chlóe giró su cabeza hacia la derecha, dejando mecer su cabello. El pañuelo que llevaba alrededor del cuello fue arrebatado por el viento. Cayó al suelo, a los pies de Andrei, dejando a la vista la evidencia latente de aquella marca mortuoria. Chlóe clavó su mirada en él. Fortaleza, eso era lo que necesitaba: fortaleza y decisión. ¿Dónde se escondían ambas fuerzas de voluntad? ¿Dónde se hallaban, que no podía encontrarlas? Sus manos emitieron un ligero temblor. No podía combatir contra ambos. No podía...
Pero debía intentarlo. Más aún al oír que aquel vampiro inmundo declaraba a los cuatro vientos que ella le pertenecía. ¿Desde cuándo, que no se había enterado? ¿Podría repetir aquella información para mantenerla al tanto? Que se vaya al diablo él y todo su maldito linaje. Ellos, todos y cada uno, eran unas parias del demonio.
Chlóe respiró profundamente, y llevó su mano temblorosa a un costado de su cadera. Siempre estaba preparada. Siempre. Como antigua cazavampiros, no podía evitar tomar precauciones. Su sangre hervía bajo el nombre de su familia. Y, sin embargo, no realizó ningún otro movimiento. Sus ojos se clavaron en Andrei al ver aquella severa expresión, dominante y asesina. "Estoy dispuesta a pelear por ella". Sus palabras resonaron en su mente. ¿Qué había en ella para que vampiros disputasen su existencia? Sangre, claramente. Pero... ¿por qué?
Y, nuevamente, el interrogante no encontraba respuestas.
- Vete al diablo -siseó y el brillo punzante de un arma blanca resplandeció en la noche. Estaba decidido. Lucharía.
- Chlóe Crosszeria
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Re: Calles
La sonrisa de Issei se extendió. Durante un instante estaba llena de maldad y curiosidad por aquel que se escondía entre las sombas. Sin embargo, sabía mantener perfectamente su papel. La mujer se apartó de su extensa figura y encogió los hombros, indiferente. El joven peliverde no sabía bien qué conseguiría hacer ella sola contra dos feroces vampiros acechándola. Igual, le pareció interesante. Muy interesante, a decir verdad. Por dentro le seguía matando la intriga por aquella joven de largo cabello rosa.
Cruzó los brazos, escuchando las palabras del tercero en discordia. Bien estaban los consejos antes del almuerzo. Se lo agradecería más adelante, si todavía compartían amistad para entonces. Aunque esto no se acercara a ninguna relación "agradable"; pues era lo mínimo que Issei podría esperar de quien adquiere una presa como ella.
- Nadie dijo que quiera clavarle el diente a la Señorita. Y de momento, tampoco creo que le he dado motivos para que me ataque. ¿O sí? - Miró a la chica, dando un paso al frente. Su olfato ya le advirtió de la esencia cazadora de la joven. Pero, ¿de qué sirve ver una obra sin un entremés? - Imagino que ella simplemente se defendió de un ataque. Tú mismo te lo buscaste. - ¿Se equivocaría? Para nada. Ningún perro ataca si no le provocan. Aún así, siguió hablando cual charlatán. - No está mal que una mujer sepa defenderse. Es digno de admirar. - Comentó, rozando con las yemas el mentón; pensativo.
Quiso reírse a carcajadas delante de ambos. ¿Era suya? Eso se tendría que ver. Aquella chica había despertado el interés y la curiosidad en él. ¿Hasta dónde llegaría por defenderse? ¿Cuál sería su límite? Eran cosas que excitaban su mente de un profundo placer. Aspiró el aire, tomando el aroma de la chica también. Tan suave, tan agradable... Sin duda alguna, ella tenía que perecer bajo sus colmillos. El destino se lo marcaba con un fulgor sobrenatural.
- Me da igual que sea o no tu presa. Y puede que le hayas clavado esos sucios colmillos en ella... - Dijo, echando un leve vistazo a la marca de la mujer. - ...pero eso no te da derecho a mantenerla como "tu propiedad". - Avanzó otro paso al frente, cerrando levemente los ojos. Odiaba cuando se cruzaba con tipos como éstos. Él no era mucho de sociedad. - Entonces te has encontrado otro rival más. Dos contra uno. - Puso una de sus manos sobre la chica y sonrió, torciendo hacia un lado sus labios. Él la iba a defender frente a ese tipo. Giró su cabeza y sus ojos se clavaron en los que se enredaban entre las sombras. ¿Quería entretener su tiempo con alguien como él? No, claro que no. Era un estorbo en su magnífico plan. En cambio, esto le daría más puntos a su favor.
- Es de mala educación atacar a una joven indefensa por la noche, ¿sabías? - Cogió aquel mechón de su trenza, acariciándolo con suavidad; prácticamente sin darle importante a lo que había dicho.
Precavido y atento, una pequeña ráfaga de aire casualmente apareció en el lugar. Meció el cabello de los tres allí presentes. ¿Casualidad? No. El mismo Issei estaba afilando sus armas.
Cruzó los brazos, escuchando las palabras del tercero en discordia. Bien estaban los consejos antes del almuerzo. Se lo agradecería más adelante, si todavía compartían amistad para entonces. Aunque esto no se acercara a ninguna relación "agradable"; pues era lo mínimo que Issei podría esperar de quien adquiere una presa como ella.
- Nadie dijo que quiera clavarle el diente a la Señorita. Y de momento, tampoco creo que le he dado motivos para que me ataque. ¿O sí? - Miró a la chica, dando un paso al frente. Su olfato ya le advirtió de la esencia cazadora de la joven. Pero, ¿de qué sirve ver una obra sin un entremés? - Imagino que ella simplemente se defendió de un ataque. Tú mismo te lo buscaste. - ¿Se equivocaría? Para nada. Ningún perro ataca si no le provocan. Aún así, siguió hablando cual charlatán. - No está mal que una mujer sepa defenderse. Es digno de admirar. - Comentó, rozando con las yemas el mentón; pensativo.
Quiso reírse a carcajadas delante de ambos. ¿Era suya? Eso se tendría que ver. Aquella chica había despertado el interés y la curiosidad en él. ¿Hasta dónde llegaría por defenderse? ¿Cuál sería su límite? Eran cosas que excitaban su mente de un profundo placer. Aspiró el aire, tomando el aroma de la chica también. Tan suave, tan agradable... Sin duda alguna, ella tenía que perecer bajo sus colmillos. El destino se lo marcaba con un fulgor sobrenatural.
- Me da igual que sea o no tu presa. Y puede que le hayas clavado esos sucios colmillos en ella... - Dijo, echando un leve vistazo a la marca de la mujer. - ...pero eso no te da derecho a mantenerla como "tu propiedad". - Avanzó otro paso al frente, cerrando levemente los ojos. Odiaba cuando se cruzaba con tipos como éstos. Él no era mucho de sociedad. - Entonces te has encontrado otro rival más. Dos contra uno. - Puso una de sus manos sobre la chica y sonrió, torciendo hacia un lado sus labios. Él la iba a defender frente a ese tipo. Giró su cabeza y sus ojos se clavaron en los que se enredaban entre las sombras. ¿Quería entretener su tiempo con alguien como él? No, claro que no. Era un estorbo en su magnífico plan. En cambio, esto le daría más puntos a su favor.
- Es de mala educación atacar a una joven indefensa por la noche, ¿sabías? - Cogió aquel mechón de su trenza, acariciándolo con suavidad; prácticamente sin darle importante a lo que había dicho.
Precavido y atento, una pequeña ráfaga de aire casualmente apareció en el lugar. Meció el cabello de los tres allí presentes. ¿Casualidad? No. El mismo Issei estaba afilando sus armas.
- Issei Chrane
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Re: Calles
La verdad es que la situacion me divertia bastante. Un vampiro, un pura sangre camuflado y una cazadora anemica. Muy interesante. Me apetecia bastante matarlos a los dos. No. Me equivoco, solo al del pelo verde. Evidentemete, tal y como yo habia predicho, su arrogancia le llevaria a enfrentarse a un vampiro "adolescente" como yo. Una pena que mis habilidades no me permitieran implosionar su cerebro sin mas. El no era un humano. Por eso seguia con vida. Claro que... Las implosiones solo eran una muestra de lo que realmente podia hacer, aunque tampoco me queria exceder. El consejo podria darse cuenta de mi situacion. El peli-verde seria un rival digno, o al menos eso esperaba.
Y entre palabra y palabra el vampiro poso una mano sobre Chlóe. Un ligero hormigueo flameante recorrio mi columna. Por alguna razon ese gesto hacia que me hirviera la sangre. Mi mirada dejo de ser de enfado, paso a ser fría, calculadora, una mirada tan gelida que incluso la cazadora no habia logrado ver en mi persona. El suelo temblo ligeramente, me costaba controlarme. Las paredes de las calles comenzaron a estremecerse mientras un fugaz viento me comenzaba a azotar de frente.
Esta vez no le señale con el dedo, si no que le mire directamente a los ojos. Al mismo tiempo una campanada sono de fondo.
No vuelvas a ponerle la mano encima...
Habia dejado de ser una advertencia. Era una amenaza. Y mirandolo por un lado mas coherente, ella no necesitaba que ningun vampiro la protegiera, y menos uno que seguramente solo queria aprovecharse de lo que en su dia marque para mi. La marca aun latente en el cuello de ella no era como cualquier mordedura. Era imposible de ocultar o quitar. Era algo que nos conectaba, y ambos lo sabiamos, aunque ella no lo quisiera reconocer, la marca de los orificios que dejaron mis colmillos era especial, aunque terrorifica.
Tenia que conseguir que ese tio se alejara de ella. Por cada momento que pasaba mi ira iba en aumento, aunque realmente el chico no habia hecho nada del otro mundo. Era un sentimiento irracional, y en esos momentos no me daba la gana controlarlo, de hecho... Sentia como mi cuerpo se moria por descuartizar a lo que deberia de ser mi rival.
Chasquee los dedos y mi magia empezo a funcionar. De las ropas de Chloe comenzaron a salir una serie de finos y afilados pinchos, o estacas, que se dirigian directamente a su compañero. Las puntiagudas estacas que surgian de su ropa parecian de tela, pero tenian la dureza de una roca. Empezaron saliendo de sus mangas y acto seguido de su torso. Finalmente de sus pantalones salieron unos mas gruesos que tambien intentaron atravesar y dañar al vampiro que estaba a su lado. No pretendia que Chlóe saliera mal parada asi que me esmere en que todos fueran directos a mi rival. Solo era una prueba, tenia que descrubrir sus habilidades primero.
Y entre palabra y palabra el vampiro poso una mano sobre Chlóe. Un ligero hormigueo flameante recorrio mi columna. Por alguna razon ese gesto hacia que me hirviera la sangre. Mi mirada dejo de ser de enfado, paso a ser fría, calculadora, una mirada tan gelida que incluso la cazadora no habia logrado ver en mi persona. El suelo temblo ligeramente, me costaba controlarme. Las paredes de las calles comenzaron a estremecerse mientras un fugaz viento me comenzaba a azotar de frente.
Esta vez no le señale con el dedo, si no que le mire directamente a los ojos. Al mismo tiempo una campanada sono de fondo.
No vuelvas a ponerle la mano encima...
Habia dejado de ser una advertencia. Era una amenaza. Y mirandolo por un lado mas coherente, ella no necesitaba que ningun vampiro la protegiera, y menos uno que seguramente solo queria aprovecharse de lo que en su dia marque para mi. La marca aun latente en el cuello de ella no era como cualquier mordedura. Era imposible de ocultar o quitar. Era algo que nos conectaba, y ambos lo sabiamos, aunque ella no lo quisiera reconocer, la marca de los orificios que dejaron mis colmillos era especial, aunque terrorifica.
Tenia que conseguir que ese tio se alejara de ella. Por cada momento que pasaba mi ira iba en aumento, aunque realmente el chico no habia hecho nada del otro mundo. Era un sentimiento irracional, y en esos momentos no me daba la gana controlarlo, de hecho... Sentia como mi cuerpo se moria por descuartizar a lo que deberia de ser mi rival.
Chasquee los dedos y mi magia empezo a funcionar. De las ropas de Chloe comenzaron a salir una serie de finos y afilados pinchos, o estacas, que se dirigian directamente a su compañero. Las puntiagudas estacas que surgian de su ropa parecian de tela, pero tenian la dureza de una roca. Empezaron saliendo de sus mangas y acto seguido de su torso. Finalmente de sus pantalones salieron unos mas gruesos que tambien intentaron atravesar y dañar al vampiro que estaba a su lado. No pretendia que Chlóe saliera mal parada asi que me esmere en que todos fueran directos a mi rival. Solo era una prueba, tenia que descrubrir sus habilidades primero.
- Andrei Matthewson
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Re: Calles
Estaba dispuesta en clavar su daga en el nuevo vampiro, para poder asegurarse de que no sería una amenaza. Tras su espalda, hizo una maniobra con el artefacto, pero no lo dirigió a su blanco. ¿Qué era aquel accionar? ¿Qué era aquella forma amable de defenderla como si realmente importara algo para él? Un vampiro defendiendo a una humana pseudo-cazadora de otro vampiro. La chica frunció el ceño, confusa. ¿Qué debía hacer? No podía realizar movimientos en falso. Y menos si en verdad podía contar con la ayuda del vampiro desconocido.
Tragó saliva y su corazón se agitó. Percibió la mirada de Andrei algo nerviosa. En su interior, lo odiaba. Lo observaba y lo único que encontraba para él era desprecio. Hizo una de sus manos en un puño. La palidez de su cuerpo se hizo aún más visible. Sus ojos grises observaron a ambos. Apretó la daga que poseía en su mano tras la espalda, y entonces aquel ser de la noche dio un paso al frente, protegiéndola -o al menos simulando hacerlo-.
"Entonces, te has encontrado otro rival más. Dos contra uno."
Chlóe miró al muchacho, abriendo los ojos de par en par. ¿En verdad iba a defenderla? Sintió su frío tacto sobre ella una vez más. Cerró los ojos un momento. Las cartas estaban echadas. No podía huír. No hoy. No podía huír desconociendo las intenciones de uno y conociendo a la perfección las del otro. Podría arriesgarse a acabar bajo cuatro colmillos, como si dos fueran poca cosa.
Un ligero temblor la desestabilizó. Miró a su alrededor, y rápidamente lo comprendió: Andrei. ¿Por qué se ponía así? Si ella era solo un trozo más de carne. Podría encontrar una sustituta en cualquier parte. Aunque, a decir verdad, prefería ser ella antes que una inocente. ¿Pero, acaso, ella no era también inocente? Sí, pero al menos no era indefensa del todo. Tenía un deber que cumplir, y Andrei perecería bajo sus manos algún día.
"Quien ríe último, ríe mejor. Ahora, Chlóe, ve y juega."
- ¿Y quién eres tú para decidir quién me pone una mano encima y quién no? -dijo al fin, con una sonrisa ladeada, pero temblorosa. "No vuelvas a ponerle una mano encima", dijo. Era muy gracioso proviniendo de su parte, pues aunque parecía un instinto protector digno de un caballero, Andrei distaba mucho de ser uno.
Los nervios se le notaban a la legua. Sujetó con fuerza la daga y la agitó en un fuerte y rápido movimiento. Estaba a punto de lanzarla, pero aquel truco la sorprendió. Emitió un agudo chillido, sintiendo los proyectiles saliendo de su cuerpo a gran velocidad. ¿Qué demonios...? Su pecho, su abdomen, sus piernas... Estaba cubierta de ellos, pero ninguno le hacía daño. En lugar de herirla a ella, pretendían herirlo a él. Chlóe observó alarmada al vampiro cuyo nombre desconocía, y se vio obligada a apartarse aún más a causa de la fuerza de aquel truco barato.
Miró con desprecio a Andrei. Maldito sea. Maldito sea él y toda la mierda que le rodea. Alzó el brazo con velocidad y, esta vez, arrojó su proyectil. La daga iba directo al pecho de Andrei.
- ¿Quieres otra marca? -preguntó, elevando un poco la voz. Quería reír, pero todo era una farsa. ¿Cómo podía considerarse fuerte si, de seguro, al estar sola acabaría arrastrándose como una niña horrorizada? Además, tampoco era que la presencia del otro vampiro le diese demasiada seguridad... Pero la estaba ayudando. Quiera o no, le guste o no, sea de confianza o no, esta noche no estaba sola contra su peor pesadilla.
Tragó saliva y su corazón se agitó. Percibió la mirada de Andrei algo nerviosa. En su interior, lo odiaba. Lo observaba y lo único que encontraba para él era desprecio. Hizo una de sus manos en un puño. La palidez de su cuerpo se hizo aún más visible. Sus ojos grises observaron a ambos. Apretó la daga que poseía en su mano tras la espalda, y entonces aquel ser de la noche dio un paso al frente, protegiéndola -o al menos simulando hacerlo-.
"Entonces, te has encontrado otro rival más. Dos contra uno."
Chlóe miró al muchacho, abriendo los ojos de par en par. ¿En verdad iba a defenderla? Sintió su frío tacto sobre ella una vez más. Cerró los ojos un momento. Las cartas estaban echadas. No podía huír. No hoy. No podía huír desconociendo las intenciones de uno y conociendo a la perfección las del otro. Podría arriesgarse a acabar bajo cuatro colmillos, como si dos fueran poca cosa.
Un ligero temblor la desestabilizó. Miró a su alrededor, y rápidamente lo comprendió: Andrei. ¿Por qué se ponía así? Si ella era solo un trozo más de carne. Podría encontrar una sustituta en cualquier parte. Aunque, a decir verdad, prefería ser ella antes que una inocente. ¿Pero, acaso, ella no era también inocente? Sí, pero al menos no era indefensa del todo. Tenía un deber que cumplir, y Andrei perecería bajo sus manos algún día.
"Quien ríe último, ríe mejor. Ahora, Chlóe, ve y juega."
- ¿Y quién eres tú para decidir quién me pone una mano encima y quién no? -dijo al fin, con una sonrisa ladeada, pero temblorosa. "No vuelvas a ponerle una mano encima", dijo. Era muy gracioso proviniendo de su parte, pues aunque parecía un instinto protector digno de un caballero, Andrei distaba mucho de ser uno.
Los nervios se le notaban a la legua. Sujetó con fuerza la daga y la agitó en un fuerte y rápido movimiento. Estaba a punto de lanzarla, pero aquel truco la sorprendió. Emitió un agudo chillido, sintiendo los proyectiles saliendo de su cuerpo a gran velocidad. ¿Qué demonios...? Su pecho, su abdomen, sus piernas... Estaba cubierta de ellos, pero ninguno le hacía daño. En lugar de herirla a ella, pretendían herirlo a él. Chlóe observó alarmada al vampiro cuyo nombre desconocía, y se vio obligada a apartarse aún más a causa de la fuerza de aquel truco barato.
Miró con desprecio a Andrei. Maldito sea. Maldito sea él y toda la mierda que le rodea. Alzó el brazo con velocidad y, esta vez, arrojó su proyectil. La daga iba directo al pecho de Andrei.
- ¿Quieres otra marca? -preguntó, elevando un poco la voz. Quería reír, pero todo era una farsa. ¿Cómo podía considerarse fuerte si, de seguro, al estar sola acabaría arrastrándose como una niña horrorizada? Además, tampoco era que la presencia del otro vampiro le diese demasiada seguridad... Pero la estaba ayudando. Quiera o no, le guste o no, sea de confianza o no, esta noche no estaba sola contra su peor pesadilla.
- Chlóe Crosszeria
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Re: Calles
Como bien esperaba, tocar a la joven era algo que enfermaba a su contricante. Eso le gustaba. Punto débil número uno: aquella muchacha. Quiso reír por dentro. Aunque Issei intentaba comprender su fanatismo por esa humana, tan normal y corriente como el resto. En su larga vida, había conocido mujeres más bellas. Sin embargo, la sangre cazadora que corría por sus venas, era algo que deslumbraba sus sentidos.
Abrió los ojos, ladeando suavemente la cabeza; dando la imagen de un joven e ingenuo vampiro. Cualquiera diría que en sus más retorcidos pensamientos se imaginaba a sí mismo arrancando cada trozo de carne de ambos, disfrutando de un festival de sangre. Pero la imagen era lo primero para Chrane. Y así, mantenía su pose tranquila y poco ofensiva. Retiró la mano al mismo tiempo que su contricante se lo ordenó. No le apetecía demasiado enfrentarse a tan joven y caprichoso vampiro; menos entrar en el juego de sus amenazas. Él se las pasaba por su parte más indecente. Aunque, su capricho por esa mujer, fuera más grande que toda pereza de lucha y decidiera entrar allá donde el muchacho quería verle.
Algo que sorprendió al peliverde fue la defensa oportuna de la joven. ¿Estaba aceptando ir en el mismo bando? Perfecto. Todos los planes iban según su gusto. Perfecto. Perfección. Amaba la perfección.
Pero, por si no fueran pocas sorpresas en una misma noche, del cuerpo femenino y sus gráciles curvas empezaron a salir estacas con destino: su integridad. Esbozó una sonrisa maquiabélica tras ver la primera, que desapareció de su rostro sin llegar a ser vista por ninguno. Dio un paso hacia un lado, otro hacia el otro, más otro hacia atrás; esquivando toda estaca que podía. Aquello pareciera la danza más enigmática del mundo clásico. Sin embargo, una de ellas iba directa a dar en el blanco; viéndola al instante por el rabillo del ojo. Su pelo se meció hacia delante por una corriente de aire, cual ser celestial; impidiendo que hiciera efectivo el golpe. La estaca cayó frente a él, siendo paralizada por aquél escudo de aire invisible y palpable que tenía alrededor.
Y así una, dos, tres, cuatro y hasta cientos de estacas fue esquivando ágilmente, utilizando solamente su don para aquellos casos de emergencia. Quién diría de su magnífico poder.
Finalmente, con la última que apareció de ese suculento cuerpo; movió su cuerpo "accidentalmente" y se dejó herir en la mejilla.
- Oh... vaya... - Murmuró angelical, quitando todo rastro sanguíneo de su mejilla. Inmediatamente sacó un pañuelo para limpiarse, digno de un Señor. Lo guardó en el bolsillo, observando cómo la humana desperdiaba sin remedio su más preciada arma. Estúpida. Su fugaz mirada fue a posarse sobre la dama. Maldita mortal. Podría haber esperado a clavar ese cuchillo cuando él estuviera más desprevenido. Aunque el propio Iseei pudo parar aquella daga antes de que se acercara a su enemigo. En cambio, lo dejó pasar. Pese a que no le apetecía demasiado defender a la humana verdaderamente; todo era su pequeña estratagema. Además, se implicaría demasiado en el tema y quedaría al descubierto su don. Al menos así, quedaría la duda en ambos de qué extraño fenómeno impedía los golpes. Por otro lado, también quería -a ser posible- averiguar cualquier indicio de las sorpresas que escondía aquel adolescente inmortal.
- ¿Por qué no dejamos esto en un malentendido? No quiero pelear contra alguien de los míos. - Dijo, suspirando, echando hacia atrás su larga cabellera verde hacia la espalda.
Abrió los ojos, ladeando suavemente la cabeza; dando la imagen de un joven e ingenuo vampiro. Cualquiera diría que en sus más retorcidos pensamientos se imaginaba a sí mismo arrancando cada trozo de carne de ambos, disfrutando de un festival de sangre. Pero la imagen era lo primero para Chrane. Y así, mantenía su pose tranquila y poco ofensiva. Retiró la mano al mismo tiempo que su contricante se lo ordenó. No le apetecía demasiado enfrentarse a tan joven y caprichoso vampiro; menos entrar en el juego de sus amenazas. Él se las pasaba por su parte más indecente. Aunque, su capricho por esa mujer, fuera más grande que toda pereza de lucha y decidiera entrar allá donde el muchacho quería verle.
Algo que sorprendió al peliverde fue la defensa oportuna de la joven. ¿Estaba aceptando ir en el mismo bando? Perfecto. Todos los planes iban según su gusto. Perfecto. Perfección. Amaba la perfección.
Pero, por si no fueran pocas sorpresas en una misma noche, del cuerpo femenino y sus gráciles curvas empezaron a salir estacas con destino: su integridad. Esbozó una sonrisa maquiabélica tras ver la primera, que desapareció de su rostro sin llegar a ser vista por ninguno. Dio un paso hacia un lado, otro hacia el otro, más otro hacia atrás; esquivando toda estaca que podía. Aquello pareciera la danza más enigmática del mundo clásico. Sin embargo, una de ellas iba directa a dar en el blanco; viéndola al instante por el rabillo del ojo. Su pelo se meció hacia delante por una corriente de aire, cual ser celestial; impidiendo que hiciera efectivo el golpe. La estaca cayó frente a él, siendo paralizada por aquél escudo de aire invisible y palpable que tenía alrededor.
Y así una, dos, tres, cuatro y hasta cientos de estacas fue esquivando ágilmente, utilizando solamente su don para aquellos casos de emergencia. Quién diría de su magnífico poder.
Finalmente, con la última que apareció de ese suculento cuerpo; movió su cuerpo "accidentalmente" y se dejó herir en la mejilla.
- Oh... vaya... - Murmuró angelical, quitando todo rastro sanguíneo de su mejilla. Inmediatamente sacó un pañuelo para limpiarse, digno de un Señor. Lo guardó en el bolsillo, observando cómo la humana desperdiaba sin remedio su más preciada arma. Estúpida. Su fugaz mirada fue a posarse sobre la dama. Maldita mortal. Podría haber esperado a clavar ese cuchillo cuando él estuviera más desprevenido. Aunque el propio Iseei pudo parar aquella daga antes de que se acercara a su enemigo. En cambio, lo dejó pasar. Pese a que no le apetecía demasiado defender a la humana verdaderamente; todo era su pequeña estratagema. Además, se implicaría demasiado en el tema y quedaría al descubierto su don. Al menos así, quedaría la duda en ambos de qué extraño fenómeno impedía los golpes. Por otro lado, también quería -a ser posible- averiguar cualquier indicio de las sorpresas que escondía aquel adolescente inmortal.
- ¿Por qué no dejamos esto en un malentendido? No quiero pelear contra alguien de los míos. - Dijo, suspirando, echando hacia atrás su larga cabellera verde hacia la espalda.
- Issei Chrane
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Re: Calles
Algo empezaba a despertarse dentro de Andrei. El en el fondo no era nada de lo que aparentaba, ni siquiera Scarlett le conocía por completo. Había sufrido demasiado, había visto demasiadas cosas. Y lo que en realidad quería, como muchos otros vampiros, era ver un desfile de muertos, un banquete de sangre en su honor. Quería sentarse y observar como todo se moría a su paso, porque la oscuridad ya había tomado las riendas de su corazón. Si Andrei entraba en ese estado dejaría de atender a razones, y en esos instantes no le apetecía luchar contra su voluntad asesina.
Las palabras de la cazadora entraron por los oídos del vampiro y rápidamente hicieron su efecto. Su mirada dejo de ser fría, severa. La indiferencia parecía haber apoderado de su rostro y de repente aparentaba ser bastante mayor de lo que era. Algo en el se veía muy diferente. Ya no le importaba que la Asociación le descubriera si dejaba relucir sus habilidades contra un vampiro normal. Le importaba mas bien poco que se dieran cuenta de que es un pura sangre.
Las estacas no lograron alcanzar su objetivo. Interesante, y además, muchas de ellas parecieron caer por arte de magia. Su habilidad no era material ni puramente explosiva o psicológica como la de otros, asi que seguramente sera elemental o atmosférica.
La daga que llegaba hacia el paso de de largo en en cuanto se giró suavemente, dejando que la daga se estrellase contra una pared, clavándose en ella y provocando un sonido un tanto molesto. Esa misma pared se derrumbo y sello a la daga bajo un ataúd de piedras y cemento.
Me parece que no te han enseñado modales en la academia chica- dijo sin cambiar en absoluto el tono de su voz - Tienes razón, no tengo porque pelear contigo, pero tengo asuntos pendientes con ella - dijo señalando a la chica sin molestarse en mirarla mientras sus ropas volvían a la normalidad.
Si quería que se divirtiesen no podía simplemente hacer que todo volara por los aires, no, eso era muy aburrido. Una espada comenzó a materializarse en la mano de Andrei. era una espada algo bastarda pues era mas grande y gruesa que una katana, pero se podía manejar a la perfección. Poseía filo por ambos lados y su punta brillaba en la oscuridad de las calles. Andrei la empuño con una mano como si llevara toda una vida haciéndolo y con la otra volvió a chasquear los dedos. Del suelo, surgieron diez grandes estacas de piedra, de tres metros de altas y un metro de anchas, bajo los pies de la pareja. Las estacas tenían una separación meda de diez centímetros entre ellas y salían una detrás de otra a vertiginosa velocidad ¿Cómo se enfrentarían a aquello?
- Andrei Matthewson
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Re: Calles
Aquel vampiro desconocido, pareció dejar claras sus verdaderas intenciones. Chlóe debió haberlo supuesto desde un principio, y no era que no desconfiara, pues de hecho lo hacía, pero no debió suponer nunca que por su presencia aquí estaría a salvo de Andrei.
Cuando el espectáculo de aquellas dagas cesó, Chlóe volvió a tambalearse. Su ropa volvió a la normalidad, pero aunque sus ojos no lo miraran, podía sentir la conflictiva miraba de Andrei Mattewson sobre ella. Quería mirarlo, quería verlo a los ojos y dedicarle una gran y variada gama de insultos. Quería avalanzarse sobre él y arrancarle el corazón. Quería...
Quería que desapareciera de este mundo.
Cerró los ojos con fuerza y escuchó sus palabras. ¿Asuntos con ella? Ni que lo diga. Pero creía que era al reves, francamente. Quien tenía asuntos con él era ella, y no al revés. Había una marca en su cuello que indicaba que un arreglo de cuentas estaba muy próximo. Se llevó una mano al cuello, tanteando la fina piel blanca. No, no se lo permitiría. Él no volvería a tocarla nunca más. Ni un solo dedo de esas sucias manos ensuciarían su piel.
"Probablemente tenga mejores modales que los tuyos", pensó para sus adentros. Y, en ese momento, observó al peliverde. Sus instintos y sus sentidos más agudos le indicaban que algo andaba mal, otra vez. Miró a su alrededor, y sintió cómo grandes estacas de piedra comenzaban a surgir. Esquivó una de un modo algo torpe, pero cuando logró estabilizarse le fue más sencillo. Sin embargo, aunque al principio surgían de forma más aislada, pronto esquivarlas se hizo imposible. El filo de la roca rasgó la piel de uno de sus brazos, por lo que apretó su mandíbula y, ágilmente, dio un salto. Consiguió aferrarse a la rama de un árbol que cruzaba por sus cabezas. Una vez allí, se puso de pie y saltó a la ventana de una casa. Se quedó allí unos segundos, entre la pared y la cornisa. Pegó su espalda al frío cemento y respiró intentando calmar su pulso. La sangre de su brazo comenzó a extenderse hasta su mano.
"Úsanos".
Una voz en su mente provocó que la joven abiera los ojos de repente. Miró hacia abajo y los vio a ambos. Lo lamentaba por el otro vampiro, pero ella no iba a ser tan amable como él quería aparentar serlo. Miró a sus extremos, buscando una salida rápida y segura. Necesitaba volver a la seguridad de su hogar cuanto antes. O, al menos, encontrar a algún cazador cerca. ¿Dónde estaban cuando se los necesitaba? No era de extrañar que las malas lenguas se llenasen la boca diciendo porquerías de ellos.
"Úsanos".
Otra vez, aquella misma voz, pero que ahora parecía ser una pluralidad de voces que transmitían un mismo enunciado. "Úsanos, Chlóe". La chica volvió a cerrar los ojos y se llevó una mano a la cabeza. Basta. Era suficiente. Ella no estaba lista para eso. Las últimas veces que se había proveído de su habilidad, no habían resultado del todo bien. Sin embargo, ¿qué tenía ahora para perder? Sobre todo, ¿qué podía salir mal? Las cosas ya estaban lo suficientemente desfavorables de su lado.
Desde allí, desde aquellos dos metros de altura donde se encontraba, la antigua cazadora cerró los ojos unos momentos. Los llamó y ellos acudieron, tal como habían confesado en sus pensamientos. Los estaba usando, como ellos querían.
Un sonido extremadamente agudo se escuchó en las calles. Los humanos no eran capaces de sentirlo, pero sí los vampiros... Y era muy molesto. Era ensordecesor y doloroso. Resultaba muy difícil sobreponerse sin antes flexionar un poco las rodillas y bajar la cabeza. El sonido agudo no cesaba, y Chlóe tenía su oportunidad. Comenzó a trepar por el edificio, buscando el modo de llegar a la cima.
Cuando el espectáculo de aquellas dagas cesó, Chlóe volvió a tambalearse. Su ropa volvió a la normalidad, pero aunque sus ojos no lo miraran, podía sentir la conflictiva miraba de Andrei Mattewson sobre ella. Quería mirarlo, quería verlo a los ojos y dedicarle una gran y variada gama de insultos. Quería avalanzarse sobre él y arrancarle el corazón. Quería...
Quería que desapareciera de este mundo.
Cerró los ojos con fuerza y escuchó sus palabras. ¿Asuntos con ella? Ni que lo diga. Pero creía que era al reves, francamente. Quien tenía asuntos con él era ella, y no al revés. Había una marca en su cuello que indicaba que un arreglo de cuentas estaba muy próximo. Se llevó una mano al cuello, tanteando la fina piel blanca. No, no se lo permitiría. Él no volvería a tocarla nunca más. Ni un solo dedo de esas sucias manos ensuciarían su piel.
"Probablemente tenga mejores modales que los tuyos", pensó para sus adentros. Y, en ese momento, observó al peliverde. Sus instintos y sus sentidos más agudos le indicaban que algo andaba mal, otra vez. Miró a su alrededor, y sintió cómo grandes estacas de piedra comenzaban a surgir. Esquivó una de un modo algo torpe, pero cuando logró estabilizarse le fue más sencillo. Sin embargo, aunque al principio surgían de forma más aislada, pronto esquivarlas se hizo imposible. El filo de la roca rasgó la piel de uno de sus brazos, por lo que apretó su mandíbula y, ágilmente, dio un salto. Consiguió aferrarse a la rama de un árbol que cruzaba por sus cabezas. Una vez allí, se puso de pie y saltó a la ventana de una casa. Se quedó allí unos segundos, entre la pared y la cornisa. Pegó su espalda al frío cemento y respiró intentando calmar su pulso. La sangre de su brazo comenzó a extenderse hasta su mano.
"Úsanos".
Una voz en su mente provocó que la joven abiera los ojos de repente. Miró hacia abajo y los vio a ambos. Lo lamentaba por el otro vampiro, pero ella no iba a ser tan amable como él quería aparentar serlo. Miró a sus extremos, buscando una salida rápida y segura. Necesitaba volver a la seguridad de su hogar cuanto antes. O, al menos, encontrar a algún cazador cerca. ¿Dónde estaban cuando se los necesitaba? No era de extrañar que las malas lenguas se llenasen la boca diciendo porquerías de ellos.
"Úsanos".
Otra vez, aquella misma voz, pero que ahora parecía ser una pluralidad de voces que transmitían un mismo enunciado. "Úsanos, Chlóe". La chica volvió a cerrar los ojos y se llevó una mano a la cabeza. Basta. Era suficiente. Ella no estaba lista para eso. Las últimas veces que se había proveído de su habilidad, no habían resultado del todo bien. Sin embargo, ¿qué tenía ahora para perder? Sobre todo, ¿qué podía salir mal? Las cosas ya estaban lo suficientemente desfavorables de su lado.
Desde allí, desde aquellos dos metros de altura donde se encontraba, la antigua cazadora cerró los ojos unos momentos. Los llamó y ellos acudieron, tal como habían confesado en sus pensamientos. Los estaba usando, como ellos querían.
Un sonido extremadamente agudo se escuchó en las calles. Los humanos no eran capaces de sentirlo, pero sí los vampiros... Y era muy molesto. Era ensordecesor y doloroso. Resultaba muy difícil sobreponerse sin antes flexionar un poco las rodillas y bajar la cabeza. El sonido agudo no cesaba, y Chlóe tenía su oportunidad. Comenzó a trepar por el edificio, buscando el modo de llegar a la cima.
- Chlóe Crosszeria
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Re: Calles
Oh, vamos. "Tengo asuntos pendientes con ella". Sonaba tan formal para un chico de su edad, que le entraban ganas de reírse a carcajadas delante de ambos. Pero Issei disfrutaba oliendo la rivalidad entre vampiro y humana. Y de no haber sido por aquella hermosa mujer, seguramente él sería simplemente un espectador más, atento a cada movimiento de ambos. Quién sabe, si esperando tal y como un buitre carroñero que se reserva el segundo plato a cambio de no hacer absolutamente nada. Sin embargo, Chrane perdió el Norte por esos cabellos rosados. Ella había despertado el placer y la curiosidad del Infierno. Y él tenía el derecho y el deber de beber esa sangre azul de mujer.
Encogió los hombros, sin demasiado interés en su enemigo. Ya se lo explicó, y no iba a desperdiciar su saliva en volver a repetir lo mismo. En cambio, al ver la espada que se materializaba en la mano del chico, captó toda su atención. Sus ojos verdes fueron a clavarse directamente en los del muchacho. Su rostro no mostró signo alguno de preocupación, sino todo lo contrario. Pintó una sonrisa en sus labios y llevó una mano a su cabeza, restaurando el perfecto papel que interpretaba.
- Oh, vamos, no hace falta llegar a esto. - Frotó su pelo verde con la mano en la nuca. Él estaba sin arma física aparentemente, aunque confiaba plenamente en todas sus habilidades; pues Issei Chrane odiaba perder y odiaba profundamente el susurro de esa misma palabra: Derrota.
Algo pareció temblar en sus pies. La primera estaca salió del suelo. Con un movimiento, esquivó la primera, la segunda, pero no la tercera. Se clavó en la planta de sus pies sin piedad, haciéndolos sangrar por fuera de sus zapatos. Chasqueó la lengua y miró de reojo a su rival. Maldito niño malcriado. Tampoco Issei debía hablar mucho de "caprichos", ya que él mismo era el primero de todos. En cambio, despoticó en su mente las mil y una palabras despreciables que de seguro gritaría. Pero el peliverde no era alguien fácil de llevar por sus emociones. Siempre tenía la sangre demasiado fría y poco subida a la cabeza; justamente lo contrario a aquel pequeño consentido.
Sin dejar de borrar esa sonrisa graciosa cual bufón, saltaba de estaca en estaca, aprovechando inteligentemente el margen de milésimas de segundos que ofrecían unas con otras para saltar a la siguiente, sin ser herido por ninguna. Claramente, con el severo cuidado de no permanecer el suficiente tiempo como para que cualquier filo llegara a atrevesarlo. Pareciera como si estuviera danzando nuevamente. Su larga melena verde, bailaba al son que ofrecían sus pies. E incluso se atrevió a dar una vuelta y doblar una rodilla levemente, ofreciendo su mano a intérprete de las estacas.
Rápidamente, esquivó otra. Soltó una pequeña risa. Era divertido, sin duda. Verdaderamente, la actuación del joven Chrane engañaba a todo ojo que estuviera mirando cómo se defendía de tan extraño ataque, ya fuera humano o vampiro. En realidad, Chrane reutilizaba su don sigilosamente, creando pequeñas ráfagas de aire bajo sus pies, impidiendo en todo momento que sus costosos zapatos italianos fueran agujereados de nuevo. Sin embargo, nadie se atrevería a pensar algo semejante. La distancia entre pie y estaca era mínima. Y resultaba imposible adivinar la situación.
Las estacas seguían saliendo sin cesar. Y poco a poco la macabra diversión se agotaba como un reloj de arena. Hasta que el último grano, cayó al otro lado. Sus ojos se clavaron en la figura humana y sonrió para sus adentros. Chica lista. La saludó amablemente con la mano y se "lanzó" al vacío entre dos filas de estacas.
¿Este era el final del último Chrane vivo? Para nada. Milagrosamente, salió a la superficie sin lesiones. ¿Un milagro? Error. Chrane había deslizado uno de sus cabellos entre estacas y desapareció del escenario al instante. Nadie llegó a ver ni una sombra moverse. El Issei real se escondió en lo alto de un árbol, observando desde la altura la cabeza del muchacho. Ocultó su presencia, dejando que ambos siguieran disfrutando de tan bonito espectáculo con aquel "clon". Ah, ingenuo chaval. ¿Así de ingenuo fue él a su edad? No lo creía.
Rodó los ojos y casualmente, se encontraron con una melena de color rosa escalando edificio arriba. ¿Qué tramaría dicha mujer? Pronto ambos vampiros lo descubrirían. Un ensordecedor pitido perforó los timpanos del vampiro. Llevó ambas manos a los oídos, tratando de aislarlos del sonido; ordenando al mismo tiempo a su pequeño "clon" que trepara también por el edificio. Seguidamente, la paciencia del joven se agotó en escasos segundos. Alzó el brazo y su melena se movió hacia delante. Un repentino aire sacudió a la humana, introduciéndola violentamente en el edificio. No llegó ni a importarle los daños que ocasionara el cristal sobre la mujer. Debía de romper su atención y evitar que este agudo sonido siguiera taladrando su cabeza. Resultaba insoportable.
Encogió los hombros, sin demasiado interés en su enemigo. Ya se lo explicó, y no iba a desperdiciar su saliva en volver a repetir lo mismo. En cambio, al ver la espada que se materializaba en la mano del chico, captó toda su atención. Sus ojos verdes fueron a clavarse directamente en los del muchacho. Su rostro no mostró signo alguno de preocupación, sino todo lo contrario. Pintó una sonrisa en sus labios y llevó una mano a su cabeza, restaurando el perfecto papel que interpretaba.
- Oh, vamos, no hace falta llegar a esto. - Frotó su pelo verde con la mano en la nuca. Él estaba sin arma física aparentemente, aunque confiaba plenamente en todas sus habilidades; pues Issei Chrane odiaba perder y odiaba profundamente el susurro de esa misma palabra: Derrota.
Algo pareció temblar en sus pies. La primera estaca salió del suelo. Con un movimiento, esquivó la primera, la segunda, pero no la tercera. Se clavó en la planta de sus pies sin piedad, haciéndolos sangrar por fuera de sus zapatos. Chasqueó la lengua y miró de reojo a su rival. Maldito niño malcriado. Tampoco Issei debía hablar mucho de "caprichos", ya que él mismo era el primero de todos. En cambio, despoticó en su mente las mil y una palabras despreciables que de seguro gritaría. Pero el peliverde no era alguien fácil de llevar por sus emociones. Siempre tenía la sangre demasiado fría y poco subida a la cabeza; justamente lo contrario a aquel pequeño consentido.
Sin dejar de borrar esa sonrisa graciosa cual bufón, saltaba de estaca en estaca, aprovechando inteligentemente el margen de milésimas de segundos que ofrecían unas con otras para saltar a la siguiente, sin ser herido por ninguna. Claramente, con el severo cuidado de no permanecer el suficiente tiempo como para que cualquier filo llegara a atrevesarlo. Pareciera como si estuviera danzando nuevamente. Su larga melena verde, bailaba al son que ofrecían sus pies. E incluso se atrevió a dar una vuelta y doblar una rodilla levemente, ofreciendo su mano a intérprete de las estacas.
Rápidamente, esquivó otra. Soltó una pequeña risa. Era divertido, sin duda. Verdaderamente, la actuación del joven Chrane engañaba a todo ojo que estuviera mirando cómo se defendía de tan extraño ataque, ya fuera humano o vampiro. En realidad, Chrane reutilizaba su don sigilosamente, creando pequeñas ráfagas de aire bajo sus pies, impidiendo en todo momento que sus costosos zapatos italianos fueran agujereados de nuevo. Sin embargo, nadie se atrevería a pensar algo semejante. La distancia entre pie y estaca era mínima. Y resultaba imposible adivinar la situación.
Las estacas seguían saliendo sin cesar. Y poco a poco la macabra diversión se agotaba como un reloj de arena. Hasta que el último grano, cayó al otro lado. Sus ojos se clavaron en la figura humana y sonrió para sus adentros. Chica lista. La saludó amablemente con la mano y se "lanzó" al vacío entre dos filas de estacas.
¿Este era el final del último Chrane vivo? Para nada. Milagrosamente, salió a la superficie sin lesiones. ¿Un milagro? Error. Chrane había deslizado uno de sus cabellos entre estacas y desapareció del escenario al instante. Nadie llegó a ver ni una sombra moverse. El Issei real se escondió en lo alto de un árbol, observando desde la altura la cabeza del muchacho. Ocultó su presencia, dejando que ambos siguieran disfrutando de tan bonito espectáculo con aquel "clon". Ah, ingenuo chaval. ¿Así de ingenuo fue él a su edad? No lo creía.
Rodó los ojos y casualmente, se encontraron con una melena de color rosa escalando edificio arriba. ¿Qué tramaría dicha mujer? Pronto ambos vampiros lo descubrirían. Un ensordecedor pitido perforó los timpanos del vampiro. Llevó ambas manos a los oídos, tratando de aislarlos del sonido; ordenando al mismo tiempo a su pequeño "clon" que trepara también por el edificio. Seguidamente, la paciencia del joven se agotó en escasos segundos. Alzó el brazo y su melena se movió hacia delante. Un repentino aire sacudió a la humana, introduciéndola violentamente en el edificio. No llegó ni a importarle los daños que ocasionara el cristal sobre la mujer. Debía de romper su atención y evitar que este agudo sonido siguiera taladrando su cabeza. Resultaba insoportable.
- Issei Chrane
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Re: Calles
Aquella era su oportunidad; quizá la única.
Chlóe se dejó persuadir por los espíritus que se encontraban a su disposición. Sin embargo, jamás le resultó demasiado satisfactorio utilizarlos. No tenía práctica, no tenía control. Al mínimo desajuste de su concentración, todo esfuerzo se desvanecía. Aquel sonido agudo permanecía, por el momento, mientras ella concentrara toda su energía en ello. Frunció el ceño, con los ojos aún cerrados. Apretó sus pequeños dientes, mientras sentía cómo todo su cuerpo, por dentro, se sacudía. A veces era insoportable el mismo dolor que causaba utilizar aquella habilidad. No sabía hasta qué punto era beneficioso. Si tan solo estuviera aquí su abuela...
Pero no solo por dentro sintió la sacudida.
Los vidrios estallaron a sus espaldas. Chlóe abrió los ojos de repente, mientras los mechones rosados de su cabello se movilizaban hacia adelante, a cada lado de su claro rostro. Las astillas del cristal rozaron cada centímetro de su piel, desde su rostro hasta sus piernas, rasgando incluso su ropa. Los cortes eran visibles y la sangre mucho más. Perdió la concentración y el equilibrio. Echó un rápido vistazo a Andrei para luego observar al Desconocido. Su mirada le provocó un escalofrío despreciable. Y, casi al instante, cayó hacia atrás, pero sus ojos se quedaron fijos en aquel sujeto de cabello verde; o, al menos, en quien supondría ser aquel sujeto, pues el verdadero emblema de esta pesadilla -junto con Andrei- se encontraba oculto, haciendo uso de sus artimañas.
Así, el cuerpo de Chlóe cayó dentro de aquel edificio. Su espalda dio contra los cristales que se encontraban en el suelo, y no pudo evitar emitir un quejido de dolor. Sentía que no podía mover con facilidad su cuerpo a causa de los múltiples cortes. Giró su cabeza y observó uno de sus brazos. Movió suavemente los dedos de su mano. La sangre adornaba macabramente su piel. Sin embargo, depositó firmemente su fuerza en el suelo y logró levantarse, quedando sentada. Se llevó una mano al rostro y abrió los ojos de par en par al ver las líneas de sangre que recorrían su frente y mejilla. Se puso de pie y miró hacia la ventana, pero se apresuró para encontrar una salida.
El apartamento donde se encontraba estaba claramente habitado, pero nadie se encontraba en casa. No sabía si aquello era un alivio o todo lo contrario. Comenzó a buscar una llave extra. Todas las personas tienen una llave extra de su casa. Su pulso temblaba mientras buscaba la maldita salvación que creía inexistente. Aunque, cada quién puede disfrutar de pequeños momentos milagrosos cada día. Chlóe, había visto la luz salvadora por un instante: había un llavero en la pared. Se dirigió hasta allí cojeando. Tenía un gran trozo de cristal incrustado en el muslo. La sangre empapaba la oscura tela de jean. Tomó la llave y, temblorosamente, comenzó a abrir la puerta, la cual cedió. Salió de allí con rapidez y la cerró del lado de afuera. Si aquellos vampiros entraban por la ventana, tendrían que esforzarse un poco para salir de allí. Mil disculpas a la dueña de casa.
La joven cazadora se topó de frente con unas escaleras angostas. ¿Hacia dónde ir? ¿Arriba o abajo? Si ascendía, podría buscar escapatoria por los tejados. Si bajaba, podría encontrar ayuda. Chlóe optó por la última opción, y comenzó a descender. Estaba muy oscuro y no lograba dar con las perillas de luz, aunque en una situación así, eso era lo que menos importaba. Continuó avanzando y tanteó su móvil en el bolsillo de sus pantalones. Lo sacó y marcó un número con torpeza: el de la Asociación de Cazadores. Atendieron y Chlóe se llevó el aparato al oído. El cazador que estaba del otro lado había advertido en el detector de llamadas que se trataba del número de un miembro de la Asociación: Crosszeria.
- ¿Chlóe? ¿Qué ocurre? -preguntó una voz preocupada.
- Las calles del pueblo... Hay dos vampiros... N-necesito... Ayuda -musitó temblorosa, justo antes de que el aparato se le escapase de las manos y cayera escaleras abajo. La chica pegó su espalda a la pared y cerró los ojos. Los mareos habían regresado.
Chlóe se dejó persuadir por los espíritus que se encontraban a su disposición. Sin embargo, jamás le resultó demasiado satisfactorio utilizarlos. No tenía práctica, no tenía control. Al mínimo desajuste de su concentración, todo esfuerzo se desvanecía. Aquel sonido agudo permanecía, por el momento, mientras ella concentrara toda su energía en ello. Frunció el ceño, con los ojos aún cerrados. Apretó sus pequeños dientes, mientras sentía cómo todo su cuerpo, por dentro, se sacudía. A veces era insoportable el mismo dolor que causaba utilizar aquella habilidad. No sabía hasta qué punto era beneficioso. Si tan solo estuviera aquí su abuela...
Pero no solo por dentro sintió la sacudida.
Los vidrios estallaron a sus espaldas. Chlóe abrió los ojos de repente, mientras los mechones rosados de su cabello se movilizaban hacia adelante, a cada lado de su claro rostro. Las astillas del cristal rozaron cada centímetro de su piel, desde su rostro hasta sus piernas, rasgando incluso su ropa. Los cortes eran visibles y la sangre mucho más. Perdió la concentración y el equilibrio. Echó un rápido vistazo a Andrei para luego observar al Desconocido. Su mirada le provocó un escalofrío despreciable. Y, casi al instante, cayó hacia atrás, pero sus ojos se quedaron fijos en aquel sujeto de cabello verde; o, al menos, en quien supondría ser aquel sujeto, pues el verdadero emblema de esta pesadilla -junto con Andrei- se encontraba oculto, haciendo uso de sus artimañas.
Así, el cuerpo de Chlóe cayó dentro de aquel edificio. Su espalda dio contra los cristales que se encontraban en el suelo, y no pudo evitar emitir un quejido de dolor. Sentía que no podía mover con facilidad su cuerpo a causa de los múltiples cortes. Giró su cabeza y observó uno de sus brazos. Movió suavemente los dedos de su mano. La sangre adornaba macabramente su piel. Sin embargo, depositó firmemente su fuerza en el suelo y logró levantarse, quedando sentada. Se llevó una mano al rostro y abrió los ojos de par en par al ver las líneas de sangre que recorrían su frente y mejilla. Se puso de pie y miró hacia la ventana, pero se apresuró para encontrar una salida.
El apartamento donde se encontraba estaba claramente habitado, pero nadie se encontraba en casa. No sabía si aquello era un alivio o todo lo contrario. Comenzó a buscar una llave extra. Todas las personas tienen una llave extra de su casa. Su pulso temblaba mientras buscaba la maldita salvación que creía inexistente. Aunque, cada quién puede disfrutar de pequeños momentos milagrosos cada día. Chlóe, había visto la luz salvadora por un instante: había un llavero en la pared. Se dirigió hasta allí cojeando. Tenía un gran trozo de cristal incrustado en el muslo. La sangre empapaba la oscura tela de jean. Tomó la llave y, temblorosamente, comenzó a abrir la puerta, la cual cedió. Salió de allí con rapidez y la cerró del lado de afuera. Si aquellos vampiros entraban por la ventana, tendrían que esforzarse un poco para salir de allí. Mil disculpas a la dueña de casa.
La joven cazadora se topó de frente con unas escaleras angostas. ¿Hacia dónde ir? ¿Arriba o abajo? Si ascendía, podría buscar escapatoria por los tejados. Si bajaba, podría encontrar ayuda. Chlóe optó por la última opción, y comenzó a descender. Estaba muy oscuro y no lograba dar con las perillas de luz, aunque en una situación así, eso era lo que menos importaba. Continuó avanzando y tanteó su móvil en el bolsillo de sus pantalones. Lo sacó y marcó un número con torpeza: el de la Asociación de Cazadores. Atendieron y Chlóe se llevó el aparato al oído. El cazador que estaba del otro lado había advertido en el detector de llamadas que se trataba del número de un miembro de la Asociación: Crosszeria.
- ¿Chlóe? ¿Qué ocurre? -preguntó una voz preocupada.
- Las calles del pueblo... Hay dos vampiros... N-necesito... Ayuda -musitó temblorosa, justo antes de que el aparato se le escapase de las manos y cayera escaleras abajo. La chica pegó su espalda a la pared y cerró los ojos. Los mareos habían regresado.
- Chlóe Crosszeria
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Re: Calles
Tras la llamada de Crosszeria, la Asociación había actuado. Y el único perro disponible para seguir sus órdenes, era Zero Kiryuu. De esta forma, se dejó caer por las calles del pueblo. Venía corriendo, así que cuando detuvo su paso, aún conservaba el sofoque de la carrera. Miró a todas partes, encontrando uno de los dos vampiros. Chasqueó la lengua percibiendo su aura. ¿Un Pura Sangre? ¿Tan joven? Sus ojos violáceos discutieron con los de Matthewson. Rápidamente, sacó la Bloody Rose de su chaqueta y sin pensarlo dos veces, disparó.
Una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Las que hicieran falta con tal de matar a ese maldito gusano. Y aunque no consiguiera su propósito, por lo menos obtendría el tiempo suficiente para encontrar a la chica. Su olfato, mientras tanto, intentaba localizar al segundo vampiro del que se confirmaba existencia. Fue difícil hallarlo, pues ocultaba su aura, pero finalmente lo vio en lo alto de un árbol. Nuevamente disparó un par de veces más, escondiéndose en la pared de uno de los edificios. Asomó la cabeza, recargando su arma. Malnacidos. Como si fuera obra del destino, sintió la presencia de Chlóe en la cercanía.
-¡Crosszeria! ¿Dónde estás? - Vociferó. Una ligera idea surcó su cabeza. ¿Y si se encontraba dentro del edificio? Si finalmente resultaba que la chica no estaba en el lugar, era un suicidio entrar. Sin embargo, decidió hacerlo. Los de la Asociación fueron bien claros con sus palabras: "Elimina a los dos vampiros y trae a Crosszeria con vida. No queremos más desgracias". Exactamente, así lo haría.
Enseñando la cabeza por cada esquina del edificio, empezó a recorrerlo. Casualmente, el móvil de la chica apareció. Se agachó para tomarlo y empezó a accelerar el paso. Sangre. Sus instintos no se equivocaban nunca. Tendría que estar herida, ya que aquella sangre era humana. No debería andar demasiado lejos cuando el aroma era tan intenso. Y antes de llegar al segundo piso, se topó con ella.
-Vamos, no hay tiempo que perder. ¿Puedes moverte? - Preguntó impaciente mirando hacia abajo, sujetando su brazo por encima de los hombros, acompañándola escaleras abajo. Tuvo que controlarse varias veces, parándose por el camino y respirando hondo. El capricho de probar la sangre de la chica se abría paso en él, formando ilusiones en su garganta. Finalmente se controló con todas sus fuerzas. Él no era un vampiro, ni un nivel E, de modo que no necesitaba sumergirse en aquellos desagradables placeres.
Al salir del edificio, volvió a disparar a sus dos enemigos. Hoy darían gracias por permanecer con vida, pero otro día no tendrían tanta suerte. Ambos estaban fichados por los ojos de Zero Kiryuu.
Milagrosamente, ambos salieron del edificio y marcharon lejos de la zona entre disparos de la Bloody Rose.
Una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Las que hicieran falta con tal de matar a ese maldito gusano. Y aunque no consiguiera su propósito, por lo menos obtendría el tiempo suficiente para encontrar a la chica. Su olfato, mientras tanto, intentaba localizar al segundo vampiro del que se confirmaba existencia. Fue difícil hallarlo, pues ocultaba su aura, pero finalmente lo vio en lo alto de un árbol. Nuevamente disparó un par de veces más, escondiéndose en la pared de uno de los edificios. Asomó la cabeza, recargando su arma. Malnacidos. Como si fuera obra del destino, sintió la presencia de Chlóe en la cercanía.
-¡Crosszeria! ¿Dónde estás? - Vociferó. Una ligera idea surcó su cabeza. ¿Y si se encontraba dentro del edificio? Si finalmente resultaba que la chica no estaba en el lugar, era un suicidio entrar. Sin embargo, decidió hacerlo. Los de la Asociación fueron bien claros con sus palabras: "Elimina a los dos vampiros y trae a Crosszeria con vida. No queremos más desgracias". Exactamente, así lo haría.
Enseñando la cabeza por cada esquina del edificio, empezó a recorrerlo. Casualmente, el móvil de la chica apareció. Se agachó para tomarlo y empezó a accelerar el paso. Sangre. Sus instintos no se equivocaban nunca. Tendría que estar herida, ya que aquella sangre era humana. No debería andar demasiado lejos cuando el aroma era tan intenso. Y antes de llegar al segundo piso, se topó con ella.
-Vamos, no hay tiempo que perder. ¿Puedes moverte? - Preguntó impaciente mirando hacia abajo, sujetando su brazo por encima de los hombros, acompañándola escaleras abajo. Tuvo que controlarse varias veces, parándose por el camino y respirando hondo. El capricho de probar la sangre de la chica se abría paso en él, formando ilusiones en su garganta. Finalmente se controló con todas sus fuerzas. Él no era un vampiro, ni un nivel E, de modo que no necesitaba sumergirse en aquellos desagradables placeres.
Al salir del edificio, volvió a disparar a sus dos enemigos. Hoy darían gracias por permanecer con vida, pero otro día no tendrían tanta suerte. Ambos estaban fichados por los ojos de Zero Kiryuu.
Milagrosamente, ambos salieron del edificio y marcharon lejos de la zona entre disparos de la Bloody Rose.
- Zero Kiryuu
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Re: Calles
Como de costumbre salí a mi caminata diaria por los pasillos de la academia, sin embargo, de regreso a mi dormitorio, me encontré con una carta frente a la puerta tirada en el suelo. Con algo de desdén pero con mucha curiosidad, la tomé y empecé a leerla mientras entraba en la habitación.
Se trataba de noticias sobre mi familia, al parecer, el haber estado tanto tiempo fuera de casa y por los constantes ataques que se registraban en el reino, temían por mi seguridad, por lo que habían enviado a alguien para encontrarse conmigo. Un representante de la corte había escrito aquella carta, añadiendo además que el susodicho llevaba consigo información de vital importancia para mí.
Sin pensarlo demasiado, salí a toda prisa de la academia y me dirigí al pueblo, debía encontrarme con aquel mensajero, no me quedaría sentada a esperarle... así que entre callejones oscuros y edificios derrumbados, vagaba por las calles de aquél pequeño pueblo en busca del desconocido que me informaría de algo importante.
Se trataba de noticias sobre mi familia, al parecer, el haber estado tanto tiempo fuera de casa y por los constantes ataques que se registraban en el reino, temían por mi seguridad, por lo que habían enviado a alguien para encontrarse conmigo. Un representante de la corte había escrito aquella carta, añadiendo además que el susodicho llevaba consigo información de vital importancia para mí.
Sin pensarlo demasiado, salí a toda prisa de la academia y me dirigí al pueblo, debía encontrarme con aquel mensajero, no me quedaría sentada a esperarle... así que entre callejones oscuros y edificios derrumbados, vagaba por las calles de aquél pequeño pueblo en busca del desconocido que me informaría de algo importante.
- Tsuki Shimizu
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Re: Calles
Todo marchaba según lo supuesto. Ya había enviado aquella carta a esa joven vampireza de reconocida cuna. La desesperación de la muchacha había llamado la atención de Vladimir y él, como todo gran caballero solidario, no iba a desaprovechar la oportunidad de otorgarle algo de ayuda, por más oscura que esta fuera. Después de todo, ¿sus Hijos no eran poderosos gracias a él? ¿Acaso no habían sobrevivido gracias a él? Vladimir estaba altamente orgulloso de su arduo trabajo. Jamás se borraba la sonrisa de satisfacción de su falso rostro.
El hombre emergió entre la oscuridad de un callejón. Esta vez, optó por hacerse ver con el particular físico de varias ocasiones: postura elegante e imponente, ojos rojos y severos, semblante astuto y perspicaz, cabello dorado, oscuro y llovido. Caminaba con naturalidad y procuró ocultar su verdadera escencia para parecer un vampiro común y corriente, sin transmitir ningún atisbo de su verdadero e inmenso poder. Con ropas orientales algo llamativas, caminó entre la oscuridad. Pronto se encontraría con esa muchacha. Podía percibir su aroma y sentir que ya había mordido el ansuelo.
Tras dar unos cuantos pasos más, detuvo su andar. La oscuridad ocultaba su cuerpo y lo único visible era el brillo carmesí de aquellos ojos mortíferos y amables.
- Tsuki-sama... -susurró, actuando tal como lo haría un fiel lacayo. No dijo ninguna palabra más. Antes de efectuar cualquier movimiento, quería cerciorarse de su accionar.
El hombre emergió entre la oscuridad de un callejón. Esta vez, optó por hacerse ver con el particular físico de varias ocasiones: postura elegante e imponente, ojos rojos y severos, semblante astuto y perspicaz, cabello dorado, oscuro y llovido. Caminaba con naturalidad y procuró ocultar su verdadera escencia para parecer un vampiro común y corriente, sin transmitir ningún atisbo de su verdadero e inmenso poder. Con ropas orientales algo llamativas, caminó entre la oscuridad. Pronto se encontraría con esa muchacha. Podía percibir su aroma y sentir que ya había mordido el ansuelo.
Tras dar unos cuantos pasos más, detuvo su andar. La oscuridad ocultaba su cuerpo y lo único visible era el brillo carmesí de aquellos ojos mortíferos y amables.
- Tsuki-sama... -susurró, actuando tal como lo haría un fiel lacayo. No dijo ninguna palabra más. Antes de efectuar cualquier movimiento, quería cerciorarse de su accionar.
- Nathan Hawthorne
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Re: Calles
No podía sacar de mi mente a mis padres, me preocupaba su situación, además me intrigaba saber de que se trataba aquella información que al parecer, era importante, de lo contrario no se me hubiese enviado carta alguna...
-Tsuki-sama...
Oí susurrar desde un oscuro callejón a una voz masculina. Detuve mis pasos al instante, debía tratarse del mensajero. Al darme vuelta, no pude ver mas que un par de rojos ojos, brillantes y amables, aunque con un toque de misterio.
-Aquí está... *se cruza de brazos con aires formales y algo irritada*... Supongo que es el mensajero, ¡vamos hombre!, salga de ahí y muéstrese.
Mi voz aunque tranquila sonaba algo severa, pues el pensar que mi familia podría estar en peligro me ponía algo molesta, me sentía impotente. De pié frente a aquel frío callejón, esperaba con ansias la noticia, de aquél desconocido.
-Tsuki-sama...
Oí susurrar desde un oscuro callejón a una voz masculina. Detuve mis pasos al instante, debía tratarse del mensajero. Al darme vuelta, no pude ver mas que un par de rojos ojos, brillantes y amables, aunque con un toque de misterio.
-Aquí está... *se cruza de brazos con aires formales y algo irritada*... Supongo que es el mensajero, ¡vamos hombre!, salga de ahí y muéstrese.
Mi voz aunque tranquila sonaba algo severa, pues el pensar que mi familia podría estar en peligro me ponía algo molesta, me sentía impotente. De pié frente a aquel frío callejón, esperaba con ansias la noticia, de aquél desconocido.
- Tsuki Shimizu
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Re: Calles
Allí estaba. Vladimir la observaba detenidamente. Había mordido el anzuelo y la preocupación mezclada con la curiosidad o, quién sabe, también la ansiedad, guiaron sus efímeros pasos hasta allí, donde él se encontraba. El vampiro, como buen farsante polifacético, dio unos pasos al frente para observarla mejor. Hizo una pequeña reverencia ante su presencia.
- Disculpe la tardanza y esta apresurada presentación, pero considero que la información que voy a otorgarle le será de más valor que mi identidad -comenzó, hablando pausada y educadamente-. Mi nombre es Lucius y he venido a buscarla porque su familia se encuentra en peligro. Según me informaron, unos cazadores fueron a buscarlos a causa de una serie de asesinatos que se dieron en la zona. Creen que el clan Shimizu está involucrado -continuó, dando inicio a su farsa.
- Disculpe la tardanza y esta apresurada presentación, pero considero que la información que voy a otorgarle le será de más valor que mi identidad -comenzó, hablando pausada y educadamente-. Mi nombre es Lucius y he venido a buscarla porque su familia se encuentra en peligro. Según me informaron, unos cazadores fueron a buscarlos a causa de una serie de asesinatos que se dieron en la zona. Creen que el clan Shimizu está involucrado -continuó, dando inicio a su farsa.
- Nathan Hawthorne
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Re: Calles
Tras aproximar su ser un poco más y hacer la debida reverencia, se presentó, Lucius era su nombre, un vampiro aparentemente joven y de poder promedio.
Palabras educadas y suaves salieron de su boca, pero aún así, no lograron confundirse con el viento; Al escuchar aquello, mis nervios se dispararon a mil por hora, era solo cuestión de segundos para tomar cualquier decisión.
-¡¿Qué es lo que acabas de decir?! Eso es imposible... Son sólo calumnias...¡UNAS MALDITAS CALUMNIAS!
Gesticulé con rabia mientras apretaba fuertemente los puños, afirmaría que mis ojos destellaban con furia, enojo, impotencia...*preocupación... mis padres... mis... hermanos*. Llevé mi mano derecha a mi rostro, tapándome los ojos, con la otra mano apoyada en la cadera para tratar de calmarme un poco, debía mantener la cabeza fría, pensar en una solución.
Miré a Lucius fijamente y me acerqué unos cuantos pasos... con manos a la cintura y postura fuerte, dije:
-Lucius... ¿Qué debo hacer para proteger a mi familia de esos bastardos?
Palabras educadas y suaves salieron de su boca, pero aún así, no lograron confundirse con el viento; Al escuchar aquello, mis nervios se dispararon a mil por hora, era solo cuestión de segundos para tomar cualquier decisión.
-¡¿Qué es lo que acabas de decir?! Eso es imposible... Son sólo calumnias...¡UNAS MALDITAS CALUMNIAS!
Gesticulé con rabia mientras apretaba fuertemente los puños, afirmaría que mis ojos destellaban con furia, enojo, impotencia...*preocupación... mis padres... mis... hermanos*. Llevé mi mano derecha a mi rostro, tapándome los ojos, con la otra mano apoyada en la cadera para tratar de calmarme un poco, debía mantener la cabeza fría, pensar en una solución.
Miré a Lucius fijamente y me acerqué unos cuantos pasos... con manos a la cintura y postura fuerte, dije:
-Lucius... ¿Qué debo hacer para proteger a mi familia de esos bastardos?
- Tsuki Shimizu
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Re: Calles
Al ver su reacción, Vladimir bajó la mirada suavemente, aún conservando aquella postura elegante y educada. Comprendía sus nervios, aunque, a decir verdad, no los comprendía tanto, pues todo era una farsa. Pero, visto y considerando que ella no tenía ni la más pálida idea de la verdad de los hechos, podía hacer un esfuerzo y comprenderla. Pese a que sus gritos perforaban sus oídos, Vladimir o, mejor dicho, "Lucius", se mantenía impasible y comprensivo.
El vampiro escuchó su interrogante y sonrió sigilosamente. Lentamente, alzó la mirada para depositar sus intensos ojos sobre ella otra vez. ¿Qué podía salir mal? Ella sola se introducía cada vez más en su juego. Esto sería interesante. Además, aunque Vladimir no tuviese serias intenciones para con esta chica, estaba aburrido. Todo este tiempo, deambuló por las calles del pueblo examiando a los humanos y vampiros corrientes, buscando comprender sus acciones y emociones. Mientras pensaba en algo mejor, seguiría con su pasatiempo. Esta vez, era el turno de Shimizu Tsuki.
- Precisamente, su familia me ha enviado -susurró, clavando sus tenaces ojos en ella-, tanto como mensajero como salvador... -concluyó, dejando aquel halo de misterio entre ambos. ¿Cómo reaccionaría aquella muchacha ante sus palabras esta vez?
El vampiro escuchó su interrogante y sonrió sigilosamente. Lentamente, alzó la mirada para depositar sus intensos ojos sobre ella otra vez. ¿Qué podía salir mal? Ella sola se introducía cada vez más en su juego. Esto sería interesante. Además, aunque Vladimir no tuviese serias intenciones para con esta chica, estaba aburrido. Todo este tiempo, deambuló por las calles del pueblo examiando a los humanos y vampiros corrientes, buscando comprender sus acciones y emociones. Mientras pensaba en algo mejor, seguiría con su pasatiempo. Esta vez, era el turno de Shimizu Tsuki.
- Precisamente, su familia me ha enviado -susurró, clavando sus tenaces ojos en ella-, tanto como mensajero como salvador... -concluyó, dejando aquel halo de misterio entre ambos. ¿Cómo reaccionaría aquella muchacha ante sus palabras esta vez?
- Nathan Hawthorne
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Re: Calles
No esperaba aquella respuesta, Lucius había llegado como mensajero... y como ¿salvador?.
Ante tales palabras creció en mí intriga, incertidumbre... fruncí el ceño pues no entendía a que se refería,
-¿Salvador?... no entiendo. Explícate
Ansiosa por escuchar a Lucius, le miré fijamente, tenía toda mi atención en ese momento.
Ante tales palabras creció en mí intriga, incertidumbre... fruncí el ceño pues no entendía a que se refería,
-¿Salvador?... no entiendo. Explícate
Ansiosa por escuchar a Lucius, le miré fijamente, tenía toda mi atención en ese momento.
- Tsuki Shimizu
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Re: Calles
Vladimir, como todo buen hombre de palabra, hizo un asentimiento con su cabeza. Dio unos pasos al frente, alejándose de la oscuridad completamente. Le explicaría, si eso era lo que pretendía, pero no lo diría explícitamente por palabras.
- Por supuesto, le explicaré -murmuró, sacando de su manga un pequeño rollo de papel, el cual se encontraba aferrado con un moño rojo. Se lo tendió a la joven, sonriendo. Acto seguido, se aproximó a ella y la sujetó por la cintura, mirándola a los ojos fría y sagazmente. Claro, le explicaría, tal y como dijo. Y, de un momento a otro, sus labios se encontraban sobre los suyos, haciendo desaparecer toda distancia entre ambos.
Al cabo de unos momentos, se alejó de ella y dejó en sus manos aquel rollo de papel, el cual establecía un aparente acuerdo entre la familia Shimizu y el tal "Lucius". Este especificaba que él recibiría como recompensa al defender el clan a la joven Tsuki, ya que un hombre de su talla debía recibir como agradecimiento algo de mucho valor. Por ende, ese era el trato: Lucius salvaba al clan y recibía a Tsuki como obsequio. Nada había que ella pudiera hacer al respecto. No podía rehusarse si pretendía salvar a su familia.
- Dejaré que tengas tu tiempo para asimilarlo. Nos veremos otra vez -susurró, sonriendo levemente y desapareciendo en la misma oscuridad de la cual emergió.
Vladimir D'Shaitis hacía su próximo movimiento.
- Por supuesto, le explicaré -murmuró, sacando de su manga un pequeño rollo de papel, el cual se encontraba aferrado con un moño rojo. Se lo tendió a la joven, sonriendo. Acto seguido, se aproximó a ella y la sujetó por la cintura, mirándola a los ojos fría y sagazmente. Claro, le explicaría, tal y como dijo. Y, de un momento a otro, sus labios se encontraban sobre los suyos, haciendo desaparecer toda distancia entre ambos.
Al cabo de unos momentos, se alejó de ella y dejó en sus manos aquel rollo de papel, el cual establecía un aparente acuerdo entre la familia Shimizu y el tal "Lucius". Este especificaba que él recibiría como recompensa al defender el clan a la joven Tsuki, ya que un hombre de su talla debía recibir como agradecimiento algo de mucho valor. Por ende, ese era el trato: Lucius salvaba al clan y recibía a Tsuki como obsequio. Nada había que ella pudiera hacer al respecto. No podía rehusarse si pretendía salvar a su familia.
- Dejaré que tengas tu tiempo para asimilarlo. Nos veremos otra vez -susurró, sonriendo levemente y desapareciendo en la misma oscuridad de la cual emergió.
Vladimir D'Shaitis hacía su próximo movimiento.
- Nathan Hawthorne
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