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Calles
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Calles
Recuerdo del primer mensaje :
Estas son las calles del pueblo.
Estas son las calles del pueblo.
- Kaien Cross
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Humor : Maravilloso~
Re: Calles
Podía localizarla. Desde aquel encuentro desafortunado en la mansión de Katrina; desde que probó aquel manjar prohibido, podía saber con precisión dónde estaría ella. Hacía mucho tiempo había dejado atrás aquel rastreo, pues no le agradaba la idea de que ella se sintiera controlada, perseguida, acechada. Sin embargo, últimamente le era cada vez más difícil controlarse. No soportaba no saber de ella, no tenerla cerca. Pero lo más tenebroso de todo aquello era que a Christian le preocupaba tanto como a aquel monstruo que llevaba dentro. Sería una lucha eterna entre ambos y con él mismo. Ambos deseaban algo que el otro no estaba dispuesto a entregar así como así.
Desde lejos, pudo sentir el suave aroma que ella desprendía. El gélido viento se lo transmitía cual fragancia de rosas en plena primavera. Sin embargo, aquella estación distaba demasiado de la actual. Podría decirse que el invierno era su estación predilecta. El frío que se colaba por los huesos, a Christian le fascinaba. Más aún, le encantaba la desolación del pueblo por las noches, pues más que vampiros o algún que otro humano suicida, no encontrarías. El frío era tal que la mayoría de las personas con al menos un grado de elocuencia, preferían quedarse en sus respectivas casas, seguros de todo y todos.
Cuando Kairi se detuvo frente a una vidriera a acomodar su abrigo, justo detrás de ella la figura del imponente vampiro surgió. Sus ojos dorados se clavaron en los suyos a través del reflejo. Su oscuro cabello era, mientras tanto, mecido suavemente por la brisa. Christian estaba vestido completamente de negro, como solía acostumbrar. Lo único que poseía de otro color era su camisa, pero ésta se encontraba oculta tras su abrigo. Llevaba, como en pocas ocasiones, el cabello atado con un lazo azul. Estaba elegante, como siempre. Pero ella estaba aún más hermosa.
Desde lejos, pudo sentir el suave aroma que ella desprendía. El gélido viento se lo transmitía cual fragancia de rosas en plena primavera. Sin embargo, aquella estación distaba demasiado de la actual. Podría decirse que el invierno era su estación predilecta. El frío que se colaba por los huesos, a Christian le fascinaba. Más aún, le encantaba la desolación del pueblo por las noches, pues más que vampiros o algún que otro humano suicida, no encontrarías. El frío era tal que la mayoría de las personas con al menos un grado de elocuencia, preferían quedarse en sus respectivas casas, seguros de todo y todos.
Cuando Kairi se detuvo frente a una vidriera a acomodar su abrigo, justo detrás de ella la figura del imponente vampiro surgió. Sus ojos dorados se clavaron en los suyos a través del reflejo. Su oscuro cabello era, mientras tanto, mecido suavemente por la brisa. Christian estaba vestido completamente de negro, como solía acostumbrar. Lo único que poseía de otro color era su camisa, pero ésta se encontraba oculta tras su abrigo. Llevaba, como en pocas ocasiones, el cabello atado con un lazo azul. Estaba elegante, como siempre. Pero ella estaba aún más hermosa.
- Christian Blade
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Re: Calles
Acomodo un poco mi pelo, a pesar de que el viento lo descolocará rápido, aunque bueno, tampoco es que antes de salir m haya fijado mucho en su aspecto. Ensimismada como estaba, pendiente del reflejo, no me percato de que hay alguien allí hasta que está justo a mi espalda. Mis músculos se tensan durante un breve instante, tiempo que tarda mi mente en reconocer esa presencia ya tan familiar. Vuelvo a relajarme mientras me riño interiormente por ser tan distraida ¿y si no hubiera sido él? Por muy vacias que estén las calles no debo permitime bajar la guardia en ningún momento, no mientras siga habiendo cualquier tipo de problema en el pueblo.
Le dedico una sonrisa cuando su mirada se cruza con la mia en el cristal. No le veo desde la fiesta y después de todo el tiempo que él no estuvo, me parece demasiado, aunque en esta ocasión, ha sido culpa mia. Me giro y antes de decir nada, me pongo de puntillas para darle un suave beso a modo de saludo. También, en cierto modo, es una forma de darle a entender que le he echado de menos sin tener que decirlo en voz alta.
-Buenas noches -digo inmediatamente después-Me sorprendiste, no pensé encontrar a nadie por aquí a estas horas de la noche.
Le dedico una sonrisa cuando su mirada se cruza con la mia en el cristal. No le veo desde la fiesta y después de todo el tiempo que él no estuvo, me parece demasiado, aunque en esta ocasión, ha sido culpa mia. Me giro y antes de decir nada, me pongo de puntillas para darle un suave beso a modo de saludo. También, en cierto modo, es una forma de darle a entender que le he echado de menos sin tener que decirlo en voz alta.
-Buenas noches -digo inmediatamente después-Me sorprendiste, no pensé encontrar a nadie por aquí a estas horas de la noche.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Cuando su mirada se cruzó con la suya, Christian sintió que un calor sofocante le recorría el cuerpo de pies a cabeza. Suspiro de manera sutil, imperceptible. No podía comprender por qué Kairi lograba semejantes sensaciones en él. Era algo que poco a poco se volvía incontrolable. Lo sabía. Lo sabían. Era el deseo acumulado de una parte de él que luchaba por devorarla y otra cara de la misma moneda que sólo pretendía cuidarla hasta el final. Sus pensamientos fueron abatidos con rapidez ante su sonrisa. Otra de las cualidades de aquella bella dama consistía en despejar todos sus miedos lejos; todos sus problemas. Sin embargo, jamás podría perdonarse lo sucedido aquella vez en la casa de Katrina.
Cuando se acercó a él, los músculos de su cuerpo se tensaron. ¿Podría lograrlo? ¿Podría controlarse? Pero no le dio tiempo a meditar más en el asunto, pues lo besó de repente, de imprevisto, dejándolo completamente atónito. No obstante, tuvo la capacidad de reacción lo suficientemente veloz como para atraparla por la cintura con uno de sus brazos y traerla hacia sí. Sus ojos se clavaron en los suyos. Un leve destello oscuro los cubrió, pero se despejó casi al instante. El agarre de Christian era fuerte, firme. En verdad no tenía intenciones de dejarla escapar. Se había pasado noches vagando por el pueblo, intentando comprender el por qué de todo esto. Y ahora, que la tenía enfrente, a escasos centímetros, sintió que toda voluntad de alejarse se desvanecía.
Sus labios estaban muy cerca de los suyos. Su ojos completamente perdidos en el océano que representaba la mirada de la señorita Donovan. Llevó la mano que tenía libre hasta la base de su cuello, acariciando con sutileza su cabello, hasta apartando suavemente para poder rozar la fina piel. Una especie de impulso eléctrico recorrió su columna. Tragó saliva mientras no apartaba ni un segundo la mirada. Tal vez sus gestos fueron algo sorpresivos para ella, pues Christian siempre había sido un joven de lento proceder; un muchacho cuyos modales para con las mujeres eran extremadamente estrictos. Y ahora, sin embargo, se encontraba atrapándola de aquel modo entre sus brazos. Acercó aún más su boca a la suya. Vaciló unos momentos, pero luego de unos segundos, volvió a besarla. Pero ya no era aquel beso suave y gentil como el que ella le había otorgado momentos antes. El beso que ahora se deleitaba al posarse en sus labios era apasionado, anhelante, deseoso de cada parte de ella. Necesitaba sentirla cerca. Necesitaba saber que aún era digno de ella; que aún podía protegerla con su vida de ser necesario.
Cuando se acercó a él, los músculos de su cuerpo se tensaron. ¿Podría lograrlo? ¿Podría controlarse? Pero no le dio tiempo a meditar más en el asunto, pues lo besó de repente, de imprevisto, dejándolo completamente atónito. No obstante, tuvo la capacidad de reacción lo suficientemente veloz como para atraparla por la cintura con uno de sus brazos y traerla hacia sí. Sus ojos se clavaron en los suyos. Un leve destello oscuro los cubrió, pero se despejó casi al instante. El agarre de Christian era fuerte, firme. En verdad no tenía intenciones de dejarla escapar. Se había pasado noches vagando por el pueblo, intentando comprender el por qué de todo esto. Y ahora, que la tenía enfrente, a escasos centímetros, sintió que toda voluntad de alejarse se desvanecía.
Sus labios estaban muy cerca de los suyos. Su ojos completamente perdidos en el océano que representaba la mirada de la señorita Donovan. Llevó la mano que tenía libre hasta la base de su cuello, acariciando con sutileza su cabello, hasta apartando suavemente para poder rozar la fina piel. Una especie de impulso eléctrico recorrió su columna. Tragó saliva mientras no apartaba ni un segundo la mirada. Tal vez sus gestos fueron algo sorpresivos para ella, pues Christian siempre había sido un joven de lento proceder; un muchacho cuyos modales para con las mujeres eran extremadamente estrictos. Y ahora, sin embargo, se encontraba atrapándola de aquel modo entre sus brazos. Acercó aún más su boca a la suya. Vaciló unos momentos, pero luego de unos segundos, volvió a besarla. Pero ya no era aquel beso suave y gentil como el que ella le había otorgado momentos antes. El beso que ahora se deleitaba al posarse en sus labios era apasionado, anhelante, deseoso de cada parte de ella. Necesitaba sentirla cerca. Necesitaba saber que aún era digno de ella; que aún podía protegerla con su vida de ser necesario.
- Christian Blade
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Re: Calles
Cuando me quiero dar cuenta estoy entre sus brazos y tengo la certeza, de que aunque quisiera alejarme, no seria capaz. Estoy de suerte, pues no tengo intención alguna de hacerlo. Él se mantiene en silencio, lo que lo único que se puede escuchar en los alrededores, es su respiración y la mia propia. Sus ojos dorados están fijos en los mios y siento la intensidad que desprenden, tan solo aparto la mirada durante un instante, para posarla apenas un momento sobre sus labios, que cada vez están mas cerca de los mios. Mis ojos vuelven a cruzarse con los suyos justo antes de que me bese.
No puedo evitar sorprenderme y la exclamación de sorpresa que queda ahogada por sus labios da fe de ello, el modo en que me besa es totalmente distinto a otras veces, él, que siempre me ha tratado con delicadeza, como si fuera algo frágil que se rompe con tan solo un ligero roce; está comportándose de una forma extraña, diferente de a la que estoy acostumbrada y que no me disgusta para nada. Por un momento llego a pensar que ocurre algo malo, incluso que es algo parecido a lo de aquella fatídica noche -cosa que descarto al recordar que hace un instante, sus ojos eran del color habitual y no oscuros como en esa ocasión- pero no tardo demasiado en dejarme ir, olvidándome de cualquier cosa que no sea él y este momento, es lo único en lo que mi cabeza es capaz de concentrarse ahora mismo, todas las cosas que tenía en mente decir antes se esfuman como si nunca hubieran existido. Correspondo a su beso con la misma intensidad. Mis manos se aferran a la tela de su abrigo, tirando así de él para acercarle mas a mi, aunque es prácticamente imposible.
No puedo evitar sorprenderme y la exclamación de sorpresa que queda ahogada por sus labios da fe de ello, el modo en que me besa es totalmente distinto a otras veces, él, que siempre me ha tratado con delicadeza, como si fuera algo frágil que se rompe con tan solo un ligero roce; está comportándose de una forma extraña, diferente de a la que estoy acostumbrada y que no me disgusta para nada. Por un momento llego a pensar que ocurre algo malo, incluso que es algo parecido a lo de aquella fatídica noche -cosa que descarto al recordar que hace un instante, sus ojos eran del color habitual y no oscuros como en esa ocasión- pero no tardo demasiado en dejarme ir, olvidándome de cualquier cosa que no sea él y este momento, es lo único en lo que mi cabeza es capaz de concentrarse ahora mismo, todas las cosas que tenía en mente decir antes se esfuman como si nunca hubieran existido. Correspondo a su beso con la misma intensidad. Mis manos se aferran a la tela de su abrigo, tirando así de él para acercarle mas a mi, aunque es prácticamente imposible.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Dulce. El sabor que le embriagaba tanto era dulce. La delicia de sus labios se transformaban rápidamente en codicia. Lo quería todo, todo de ella. Sentía que sus sentimientos no podían contenerse más. Tanto tiempo solo, intentando alejar toda clase de sensación que le uniese demasiado a alguien más. Tantos años siendo un chico reacio, borde, serio. Siempre intentando protegerse de esto, del amor, y ahora se sentía totalmente acorralado. Acorralado por ella y por él mismo. Nunca hubiera creído caer así, tan profundo, en este fuego que lo abrazaba con extraña amabilidad.
Pudo oír y sentir aquella exclamación ofuscada por la presión de sus labios. Pudo deleitarse con sus gestos gráciles e inocentes. Acarició con suavidad determinante su espalda, deslizando su mano a través de cada una de sus vértebras. Continuó besándola con intensidad, mientras que su otra mano, situada en su cuello, acariciaba con sutileza cada resquicio de su blanca piel. Avanzó unos pasos, obligando a Kairi a retroceder. No obstante, no se alejó de ella ni un segundo. Al contrario de ello, la acorraló cual depedador. Kairi se encontraba atrapada entre aquella vidriera y él. Y, cuando decidió apartar sus labios de los suyos, aunque fuese una distancia muy leve, dejo escapar un imperceptible suspiro. Dejó descansar su boca justo en la comisura de los labios de la joven vampiresa. Sus ojos ámbar volvieron a clavarse en los suyos. Un destello oscuro los cubrió nuevamente, pero desapareció en el acto.
- No imaginas cuánto te he necesitado -susurró contra sus labios, de forma lenta, pronunciando cada palabra de manera pausada y perfectamente entendible. La intensidad de sus ojos era el reflejo perfecto de la veracidad de cada sílaba articulada. En ese instante, se percató de la forma en que la estaba acosando. Se sintió avergonzado de sí mismo. ¿Cómo pudo ser tan poco considerado? Se apartó un poco más, dejándole a ella su espacio, su libertad.
Pudo oír y sentir aquella exclamación ofuscada por la presión de sus labios. Pudo deleitarse con sus gestos gráciles e inocentes. Acarició con suavidad determinante su espalda, deslizando su mano a través de cada una de sus vértebras. Continuó besándola con intensidad, mientras que su otra mano, situada en su cuello, acariciaba con sutileza cada resquicio de su blanca piel. Avanzó unos pasos, obligando a Kairi a retroceder. No obstante, no se alejó de ella ni un segundo. Al contrario de ello, la acorraló cual depedador. Kairi se encontraba atrapada entre aquella vidriera y él. Y, cuando decidió apartar sus labios de los suyos, aunque fuese una distancia muy leve, dejo escapar un imperceptible suspiro. Dejó descansar su boca justo en la comisura de los labios de la joven vampiresa. Sus ojos ámbar volvieron a clavarse en los suyos. Un destello oscuro los cubrió nuevamente, pero desapareció en el acto.
- No imaginas cuánto te he necesitado -susurró contra sus labios, de forma lenta, pronunciando cada palabra de manera pausada y perfectamente entendible. La intensidad de sus ojos era el reflejo perfecto de la veracidad de cada sílaba articulada. En ese instante, se percató de la forma en que la estaba acosando. Se sintió avergonzado de sí mismo. ¿Cómo pudo ser tan poco considerado? Se apartó un poco más, dejándole a ella su espacio, su libertad.
- Christian Blade
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Re: Calles
Doy un par de pasos hacia atrás hasta que mi espalda choca contra el frío cristal, mis manos ascienden hasta su rostro donde se detienen durante un momento, acariciando sus mejillas con la punta de los dedos, antes de descender de nuevo, esta vez para colocarse en su nuca. Abro lentamente los ojos cuando él aparta sus labios de los mios, alzo la mirada, percibiendo entonces algo oscuro en sus ojos que desaparece casi tan rápido como apareció, si la situación fuera distinta, quizá le hubiera dado algo de importancia, pero ahora no es el momento para pensar en pequeños detalles y, aunque lo fuera, dudo que consiguiera centrar mi atención en ellos por mas de un segundo.
Mis labios se curvan ligeramente cuando escucho sus palabras, hacia muchos días que no escuchaba su voz y tan solo con un susurro es capaz de hacerme ver que le he echado de menos mas de lo que creía, pero por sus palabras intuyo que no tanto como él. Entonces se aparta, no mucho, pero lo suficiente para que vuelva a sentir el frío de la noche, reprimo un escalofrío y las ganas de hacer una mueca de disgusto.
-Pues aquí me tienes, no tengo ninguna intención de alejarme de ti ni un momento -murmuro y espero que así sea, la sola idea de pasar mas tiempo sin saber nada de él me asusta, creo que ya tuve suficiente.
Mis labios se curvan ligeramente cuando escucho sus palabras, hacia muchos días que no escuchaba su voz y tan solo con un susurro es capaz de hacerme ver que le he echado de menos mas de lo que creía, pero por sus palabras intuyo que no tanto como él. Entonces se aparta, no mucho, pero lo suficiente para que vuelva a sentir el frío de la noche, reprimo un escalofrío y las ganas de hacer una mueca de disgusto.
-Pues aquí me tienes, no tengo ninguna intención de alejarme de ti ni un momento -murmuro y espero que así sea, la sola idea de pasar mas tiempo sin saber nada de él me asusta, creo que ya tuve suficiente.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
No comprendía cómo sus impulsos lo habían llevado a actuar de aquel modo tan poco caballero. Él nunca era así. Tenía unos modales exquisitos, excepto cuando las circunstancias no le gustaban. Si alguien le tocaba las narices, su carácter salía a la luz. Después de todo, siempre fue un muchacho difícil de tratar. Pero ahora, frente a ella, ¿cómo podía ser tan desconsiderado? Se había abalanzado sobre ella cual bestia. No, no podía tolerar tal comportamiento de su parte. Ella era toda una señorita, una Pura Sangre, merecía todo el respeto del mundo. Sin embargo, si continuaba hablándole de aquel modo, no podría contenerse.
Bajó la mirada para alzarla a los pocos segundos. La miró de reojo. Un ligero temblor recorrió los músculos de sus brazos, que aprisionaban aún un poco el cuerpo de Kairi. Cerró los ojos e hizo una mueca de disgusto, pero más que eso era frustración y necesidad. Giró el rostro hacia ella otra vez, imponiendo su figura ante la suya. La sujetó con suavidad y determinación de la nuca, enredando ligeramente su cabello entre la blancura de los guantes que cubría sus dedos. Otra vez, sus ojos dorados volvían a enfrentarse a aquellos inocentes iris azules. Acercó sus labios a los suyos, sintiendo el aroma de los mismos; percibiendo cada hálito de su respiración.
- No me hagas esto -susurró arrastrando las palabras, como si el dolor y el placer confluyeran perfectamente en cada sílaba. Kairi sabía que ella era su debilidad; su eterna debilidad. Si ella pronunciaba esas palabras, sólo lo aprisionaba más y más en aquel sentimiento embriagador del cual no podía escapar. Tampoco era el caso que quisiese hacerlo, pero el pasado y su grave pecado no podrían borrarse fácilmente. Él había osado lastimarla y aquello le torturaba cada vez que ella le demostraba cariño. ¿Acaso lo merecía? ¿Merecía su piedad y su lástima? Lo cierto es que ella no sabía que el alma de Christian comenzaba a sumirse otra vez en aquella oscuridad. No se había recuperado y no podía controlarlo con facilidad. Temía por su vida, por la de Kairi, más que nada. No soportaría caer en la inconsciencia, cometer un acto fatídico y despertarse con su cuerpo sin vida entre sus brazos.
Cerró los ojos unos momentos, tratando de detener sus pensamientos. ¿No estaba siendo, acaso, demasiado trágico? Pero así era Christian, un personaje romántico en todos los sentidos, un nostálgico y melancólico ser, quien debería soportar el peso de una maldición terrible sobre sus hombros, sobre su corazón; quien debería soportar el dolor de amar descontroladamente.
- Sabes que no puedo ni quiero alejarme de ti.. -dijo luego, al cabo de unos segundos, pero sin terminar la frase. Tal vez lo correcto debería haber sido "Sabes que no puedo ni quiero alejarme de ti, aunque debo hacerlo." Y, sin embargo, no fue capaz de decirlo. Los últimos pensamientos de Kairi resonaron en su mente. ¿Cómo podría dejarla otra vez? ¿Cómo haría para borrarse de su vida? Aquello era impensable. Todo el valor y toda la voluntad que había reunido para ello en todo este tiempo, ahora se esfumaban con las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a descender.
Bajó la mirada para alzarla a los pocos segundos. La miró de reojo. Un ligero temblor recorrió los músculos de sus brazos, que aprisionaban aún un poco el cuerpo de Kairi. Cerró los ojos e hizo una mueca de disgusto, pero más que eso era frustración y necesidad. Giró el rostro hacia ella otra vez, imponiendo su figura ante la suya. La sujetó con suavidad y determinación de la nuca, enredando ligeramente su cabello entre la blancura de los guantes que cubría sus dedos. Otra vez, sus ojos dorados volvían a enfrentarse a aquellos inocentes iris azules. Acercó sus labios a los suyos, sintiendo el aroma de los mismos; percibiendo cada hálito de su respiración.
- No me hagas esto -susurró arrastrando las palabras, como si el dolor y el placer confluyeran perfectamente en cada sílaba. Kairi sabía que ella era su debilidad; su eterna debilidad. Si ella pronunciaba esas palabras, sólo lo aprisionaba más y más en aquel sentimiento embriagador del cual no podía escapar. Tampoco era el caso que quisiese hacerlo, pero el pasado y su grave pecado no podrían borrarse fácilmente. Él había osado lastimarla y aquello le torturaba cada vez que ella le demostraba cariño. ¿Acaso lo merecía? ¿Merecía su piedad y su lástima? Lo cierto es que ella no sabía que el alma de Christian comenzaba a sumirse otra vez en aquella oscuridad. No se había recuperado y no podía controlarlo con facilidad. Temía por su vida, por la de Kairi, más que nada. No soportaría caer en la inconsciencia, cometer un acto fatídico y despertarse con su cuerpo sin vida entre sus brazos.
Cerró los ojos unos momentos, tratando de detener sus pensamientos. ¿No estaba siendo, acaso, demasiado trágico? Pero así era Christian, un personaje romántico en todos los sentidos, un nostálgico y melancólico ser, quien debería soportar el peso de una maldición terrible sobre sus hombros, sobre su corazón; quien debería soportar el dolor de amar descontroladamente.
- Sabes que no puedo ni quiero alejarme de ti.. -dijo luego, al cabo de unos segundos, pero sin terminar la frase. Tal vez lo correcto debería haber sido "Sabes que no puedo ni quiero alejarme de ti, aunque debo hacerlo." Y, sin embargo, no fue capaz de decirlo. Los últimos pensamientos de Kairi resonaron en su mente. ¿Cómo podría dejarla otra vez? ¿Cómo haría para borrarse de su vida? Aquello era impensable. Todo el valor y toda la voluntad que había reunido para ello en todo este tiempo, ahora se esfumaban con las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a descender.
- Christian Blade
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Re: Calles
La distancia que habían entre nosotros desaparece de nuevo en el momento en que él se e acerca. Esto no supone inconveniente alguno para mi, sin embargo, la situación comienza a resultarme algo inusual, si ya su comportamiento había sido distinto desde el momento e el que llegó, ahora, con tan solo pronunciar unas palabras consigue desconcertarme. La sonrisa que hace un instante estaba en mis labios desaparece, dando paso a la confusión que mis ojos reflejan claramente. ¿A qué se refiere? Repaso mis acciones hasta este mismo momento, lo que he dicho, lo que he hecho...No encuentro nada extraño.
-¿El qué?- pregunto con desconcierto, mirandole sin comprender.
Siento la repentina necesidad de apartarme, no hay sensación que deteste mas que la confusión y el tenerle tan cerca solo consigue distraerme, de ese modo ésta no hace mas que aumentar. Por desgracia no puedo hacerlo, mi espalda sigue pegada al cristal y sus brazos me sujetan firmemente, no puedo hacer mas que colocar las manos en su pecho y alejarle con suavidad, lo suficiente para poder mirarle directamente.
Por un breve instante, sonrio, pero es una sonrisa fugaz, que apenas dura un segundo en mi rostro, pues no tarda en devolverle su lugar a esa expresión confusa y, ahora algo preocupada. Tengo la impresión de que no ha terminado la frase, de que iba a añadir algo mas.
-Christian ¿ocurre algo?
-¿El qué?- pregunto con desconcierto, mirandole sin comprender.
Siento la repentina necesidad de apartarme, no hay sensación que deteste mas que la confusión y el tenerle tan cerca solo consigue distraerme, de ese modo ésta no hace mas que aumentar. Por desgracia no puedo hacerlo, mi espalda sigue pegada al cristal y sus brazos me sujetan firmemente, no puedo hacer mas que colocar las manos en su pecho y alejarle con suavidad, lo suficiente para poder mirarle directamente.
Por un breve instante, sonrio, pero es una sonrisa fugaz, que apenas dura un segundo en mi rostro, pues no tarda en devolverle su lugar a esa expresión confusa y, ahora algo preocupada. Tengo la impresión de que no ha terminado la frase, de que iba a añadir algo mas.
-Christian ¿ocurre algo?
- Kairi Donovan
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Re: Calles
No podía contra esto. La culpa y el horror le corroían por dentro. Y ahora Kairi, observándolo de aquel modo, dudando de él y de todo. No quería esto. Él no buscaba fomentar su desconfianza, él no quería eso. Ya había visto esos ojos hace un tiempo atrás, donde todo se había desmoronado de la peor forma. No quería divisar aquel rostro asustado, dudoso, nunca más. ¿Pero qué podía hacer? La situación parecía superarle y no encontraba modo de frenar lo que se venía. Y ella, frente a él, alejándolo de aquella forma sutil pero determinante. No podía permitirlo. No podía permitir que ella lo apartase así, sin más. No podía aceptar que la confusión dominara otra vez su relación con ella. Pero él era el culpable. Él y nadie más.
Clavó su mirada en ella y volvió al "ataque". Otra vez, sus brazos la rodearon, atrapándola entre su cuerpo, aprisionando incluso sus brazos entre los suyos. No quería estar solo, no más. Pero era inevitable. Parecía haber nacido para ello. Y mientras Kairi más preguntaba, él más miserable se sentía. No podía guardar más aquel secreto. No podía más consigo mismo. Ella era lo único que tenía. Actualmente, no podía confiar en nadie más. Y le llenaba de odio el pensar que Adam había logrado tener la familia que él tanto anheló desde sus más tiernos años. ¿Por qué su hermano, un ser tan egoísta y rencoroso, tenía todo lo que a él le había sido negado?
- No quiero ser un monstruo -susurró junto a su oído, abrazándola un poco más fuerte. Definitivamente, no quería convertirse en eso. Recordaba las palabras de Crash en la Academia, cuando le dijo aquello sin piedad. Él no quería ser así, pues iba contra cada uno de sus principios. Kairi pedía explicaciones, pues no era una mujer tonta, sabía que algo ocurría. En cuanto le llamó de ese modo, por su nombre, el corazón se le congeló. Las lágrimas comenzaron a descender, una a una, empapando el hombro de Kairi. Tenía que decirlo. Si no lo hacía, iba a deshacerse por dentro en la amargura y el dolor.
- Kairi, yo... Yo los he asesinado -murmuró en apenas un hilo de voz. Christian Blade estaba llorando, estaba desolado, y acaba de confesar un crimen. Sus manos estaban manchadas de sangre, pero no era cualquier sangre-. A mi padre y a Lucila, mi hermana, yo los he matado -agregó luego, apretando la mandíbula y aferrándose más aún a Kairi. No podía soltarla, si lo hacía, iba a desaparecer allí mismo. Le estaba contando toda la verdad; aquella verdad que sus hermanos no sabían. Habían vuelto a su hogar en búsqueda de pistas, y jamás sospecharon. Christian lo ocultó todo este tiempo, acarreando con toda la oscuridad, con todo el veneno. Si alguien más se enteraba de ello, él sería condenado a muerte por las autoridades del Consejo. No encontraba consuelo, y Kairi era la única y la primera en saber lo que realmente ocurrió. Aquel día, cuando regresó e hizo una visita en su jardín, no pudo decírselo por más que lo hubiese deseado.
Allí, bajo la intensa lluvia, estaba la maldita verdad. Christian continuaba abrazando a Kairi mientras lloraba como un niño desprotegido. Hubiese deseado guardar este secreto por mucho tiempo más, por toda la eternidad de ser necesario, pero le fue imposible. Ahora, sólo quedaban muy pocas cosas por hacer. Él ya no tenía perdón.
Clavó su mirada en ella y volvió al "ataque". Otra vez, sus brazos la rodearon, atrapándola entre su cuerpo, aprisionando incluso sus brazos entre los suyos. No quería estar solo, no más. Pero era inevitable. Parecía haber nacido para ello. Y mientras Kairi más preguntaba, él más miserable se sentía. No podía guardar más aquel secreto. No podía más consigo mismo. Ella era lo único que tenía. Actualmente, no podía confiar en nadie más. Y le llenaba de odio el pensar que Adam había logrado tener la familia que él tanto anheló desde sus más tiernos años. ¿Por qué su hermano, un ser tan egoísta y rencoroso, tenía todo lo que a él le había sido negado?
- No quiero ser un monstruo -susurró junto a su oído, abrazándola un poco más fuerte. Definitivamente, no quería convertirse en eso. Recordaba las palabras de Crash en la Academia, cuando le dijo aquello sin piedad. Él no quería ser así, pues iba contra cada uno de sus principios. Kairi pedía explicaciones, pues no era una mujer tonta, sabía que algo ocurría. En cuanto le llamó de ese modo, por su nombre, el corazón se le congeló. Las lágrimas comenzaron a descender, una a una, empapando el hombro de Kairi. Tenía que decirlo. Si no lo hacía, iba a deshacerse por dentro en la amargura y el dolor.
- Kairi, yo... Yo los he asesinado -murmuró en apenas un hilo de voz. Christian Blade estaba llorando, estaba desolado, y acaba de confesar un crimen. Sus manos estaban manchadas de sangre, pero no era cualquier sangre-. A mi padre y a Lucila, mi hermana, yo los he matado -agregó luego, apretando la mandíbula y aferrándose más aún a Kairi. No podía soltarla, si lo hacía, iba a desaparecer allí mismo. Le estaba contando toda la verdad; aquella verdad que sus hermanos no sabían. Habían vuelto a su hogar en búsqueda de pistas, y jamás sospecharon. Christian lo ocultó todo este tiempo, acarreando con toda la oscuridad, con todo el veneno. Si alguien más se enteraba de ello, él sería condenado a muerte por las autoridades del Consejo. No encontraba consuelo, y Kairi era la única y la primera en saber lo que realmente ocurrió. Aquel día, cuando regresó e hizo una visita en su jardín, no pudo decírselo por más que lo hubiese deseado.
Allí, bajo la intensa lluvia, estaba la maldita verdad. Christian continuaba abrazando a Kairi mientras lloraba como un niño desprotegido. Hubiese deseado guardar este secreto por mucho tiempo más, por toda la eternidad de ser necesario, pero le fue imposible. Ahora, sólo quedaban muy pocas cosas por hacer. Él ya no tenía perdón.
- Christian Blade
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Re: Calles
Siento como la preocupación aumenta con cada segundo que pasa ¿qué es lo que causa que esté de este modo? Vuelvo a verme atrapada entre sus brazos, incapaz de moverme, pero esta vez no intento alejarle como antes, me limito a girar un poco la cabeza, apoyando el lateral de la misma en su pecho. En otro momento su gesto quizá hubiera tenido otro significado distinto para mi, pero no ahora, ahora lo único que consigue con ello es que me preocupe aún mas. Me muerdo el labio inferior, no me gusta esa sensación.
Cuando le escucho, me las arreglo para sacar los brazos de su fuerte abrazo y rodear su cuello con ellos. A pesar de no poder ver su expresión, puedo percibir el dolor que hay tras sus palabras. Siento una punzada en el pecho. No, él no será un monstruo, no permitiré que eso suceda, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarlo, cualquier cosa con tal de no verle de este modo. Como si algo los forzara a salir a la superficie, los recuerdos de aquella vez cruzan por mi mente, cierro los ojos con fuerza para alejarlos de mis pensamientos. Por suerte o por desgracia, no duran demasiado ahí, pues él vuelve a hablar y sus palabras captan toda mi atención de nuevo, alejándola de los recuerdos.
Abro los ojos de par en par. Me gustaría pensar que le he entendido mal, que sus palabras no han sido las mismas que han llegado a mis oidos. Pero lo son. Esto es mas grave de lo que pensaba. Para nuestra sociedad no hay crimen mas horrible que asesinar a un pura sangre y en su caso han sido dos de su propia familia. Puedo contar con los dedos de una mano las personas que se han salvado del castigo del consejo por algo así y me sobran demasiados, uno de esos pocos casos fue el de mi propio padre, para ello hay que tener mucha influencia en el Consejo y si de algo puedo estar segura, es que Christian no cuenta con ella, no con Adam y Katrina ahí.
Le abrazo con fuerza mientras me aseguro de que no hay nadie por los alrededores que haya podido escucharle, después abro la boca para decir algo pero las palabras no salen ¿qué debo decir en este momento? ¿qué clase de palabras de consuelo podrían ser apropiadas? No soy capaz de dar con nada, así que con una de mis manos, acaricio su pelo con suavidad, está empapado, hasta ahora no he caido en que estaba lloviendo.
-Christian...-empiezo, pero no consigo encontrar las palabras para seguir, quiero decirle que le ayudaré como sea, con lo que sea, que no permitiré que vuelva a suceder, pero ¿puedo prometerle algo que no se como conseguir? Respiro hondo tratando de pensar con claridad, mi mayor temor ahora es que tome cualquier tipo de decisión drástica.
Cuando le escucho, me las arreglo para sacar los brazos de su fuerte abrazo y rodear su cuello con ellos. A pesar de no poder ver su expresión, puedo percibir el dolor que hay tras sus palabras. Siento una punzada en el pecho. No, él no será un monstruo, no permitiré que eso suceda, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarlo, cualquier cosa con tal de no verle de este modo. Como si algo los forzara a salir a la superficie, los recuerdos de aquella vez cruzan por mi mente, cierro los ojos con fuerza para alejarlos de mis pensamientos. Por suerte o por desgracia, no duran demasiado ahí, pues él vuelve a hablar y sus palabras captan toda mi atención de nuevo, alejándola de los recuerdos.
Abro los ojos de par en par. Me gustaría pensar que le he entendido mal, que sus palabras no han sido las mismas que han llegado a mis oidos. Pero lo son. Esto es mas grave de lo que pensaba. Para nuestra sociedad no hay crimen mas horrible que asesinar a un pura sangre y en su caso han sido dos de su propia familia. Puedo contar con los dedos de una mano las personas que se han salvado del castigo del consejo por algo así y me sobran demasiados, uno de esos pocos casos fue el de mi propio padre, para ello hay que tener mucha influencia en el Consejo y si de algo puedo estar segura, es que Christian no cuenta con ella, no con Adam y Katrina ahí.
Le abrazo con fuerza mientras me aseguro de que no hay nadie por los alrededores que haya podido escucharle, después abro la boca para decir algo pero las palabras no salen ¿qué debo decir en este momento? ¿qué clase de palabras de consuelo podrían ser apropiadas? No soy capaz de dar con nada, así que con una de mis manos, acaricio su pelo con suavidad, está empapado, hasta ahora no he caido en que estaba lloviendo.
-Christian...-empiezo, pero no consigo encontrar las palabras para seguir, quiero decirle que le ayudaré como sea, con lo que sea, que no permitiré que vuelva a suceder, pero ¿puedo prometerle algo que no se como conseguir? Respiro hondo tratando de pensar con claridad, mi mayor temor ahora es que tome cualquier tipo de decisión drástica.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
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Nunca más. Nunca más los vería y nunca más volvería a ser el mismo. El veneno lo corroía por dentro, torturando sus sentimientos y pensamientos; llevándose lejos cada parte sana de su alma, dejando sólo la enfermedad de la situación que le consumía lenta y dolorosamente. ¿Qué más podía decir o hacer? Las opciones apuntaban a una única decisión. ¿Qué mejor final para él que uno que encierre el peor de los castigos? No tenía perdón, era imposible que alguien como él lo tuviese. Lo único que no cesaba de preguntarse era "¿Por qué?". Por qué él, que siempre intentó hacer las cosas bien; por qué él, que en más de una ocasión arriesgó su vida para salvaguardar la existencia de humanos que, por norma y por lógica, no deberían significar nada para él. ¿Por qué todo le salía tan mal?
¿Cuál era su pecado para tener que arrastrar toda esa serie de acontecimientos malditos?
Kairi lo envolvía dulcemente en aquel abrazo que se le hacía tan protector. Escuchó su voz, llamándole, sin saber qué más poder decir para calmarlo. No estaba seguro de que existiesen palabras que pudiesen menguar su dolor. Definitivamente, no debía existir ni una sola frase de aliento. Él había matado. Él era un asesino. Él era el peor de todos, por no dejar huellas, por crear un crimen perfecto. Nadie podría saberlo, siquiera suponerlo, si él no abría su boca para confesarlo. Aquí y ahora, Kairi era el único testigo de tan cruel delito.
Las lágrimas continuaron fluyendo, logrando entremezclarse con cada gota de lluvia. Christian sentía que sus fuerzas habían sido completamente absorbidas. Flexionó sus rodillas, dejándose caer lentamente. Deslizó sus brazos por la espalda de Kairi, descendiendo hasta su cintura para luego buscar desesperadamente sus manos. Necesitaba sentirla allí, aunque él fuera un ser despreciable que no merecía ni el más horrible gesto de ella. No merecía absolutamente nada de ella. Pero allí estaba. No había huído, no había gritado, no había hecho más que intentar consolarlo. Christian, por su parte, no podía mirarla a los ojos. La vergüenza lo atormentaba. Su mirada, fija en el suelo, percibía cada gota de lluvia que descendía por la punta de su nariz. Sus pantalones estaban completamente empapados en las rodillas, pues las calles comenzaban a colmarse de agua en diversos sectores. Y pese a todo ello, no soltaba las manos de Kairi. Sus guantes blancos las envolvían con los últimos vestigios de fuerza para seguir viviendo que le quedaban.
- Yo lo he hecho... y los he engañado a todos -susurró al cabo de un rato-. Soy de lo peor, Kairi. Soy el monstruo que tanto odio -continuó murmurando, absorto en sus pensamientos catastróficos, con apenas un hilo de voz-. ¿Por qué..? -concluyó, sin poder terminar aquella pregunta, simplemente soltando al aire su interminable dolor. ¿Por qué él? ¿Qué había hecho tan mal como para merecer semejante maldición sobre sus hombros?
Nunca más. Nunca más los vería y nunca más volvería a ser el mismo. El veneno lo corroía por dentro, torturando sus sentimientos y pensamientos; llevándose lejos cada parte sana de su alma, dejando sólo la enfermedad de la situación que le consumía lenta y dolorosamente. ¿Qué más podía decir o hacer? Las opciones apuntaban a una única decisión. ¿Qué mejor final para él que uno que encierre el peor de los castigos? No tenía perdón, era imposible que alguien como él lo tuviese. Lo único que no cesaba de preguntarse era "¿Por qué?". Por qué él, que siempre intentó hacer las cosas bien; por qué él, que en más de una ocasión arriesgó su vida para salvaguardar la existencia de humanos que, por norma y por lógica, no deberían significar nada para él. ¿Por qué todo le salía tan mal?
¿Cuál era su pecado para tener que arrastrar toda esa serie de acontecimientos malditos?
Kairi lo envolvía dulcemente en aquel abrazo que se le hacía tan protector. Escuchó su voz, llamándole, sin saber qué más poder decir para calmarlo. No estaba seguro de que existiesen palabras que pudiesen menguar su dolor. Definitivamente, no debía existir ni una sola frase de aliento. Él había matado. Él era un asesino. Él era el peor de todos, por no dejar huellas, por crear un crimen perfecto. Nadie podría saberlo, siquiera suponerlo, si él no abría su boca para confesarlo. Aquí y ahora, Kairi era el único testigo de tan cruel delito.
Las lágrimas continuaron fluyendo, logrando entremezclarse con cada gota de lluvia. Christian sentía que sus fuerzas habían sido completamente absorbidas. Flexionó sus rodillas, dejándose caer lentamente. Deslizó sus brazos por la espalda de Kairi, descendiendo hasta su cintura para luego buscar desesperadamente sus manos. Necesitaba sentirla allí, aunque él fuera un ser despreciable que no merecía ni el más horrible gesto de ella. No merecía absolutamente nada de ella. Pero allí estaba. No había huído, no había gritado, no había hecho más que intentar consolarlo. Christian, por su parte, no podía mirarla a los ojos. La vergüenza lo atormentaba. Su mirada, fija en el suelo, percibía cada gota de lluvia que descendía por la punta de su nariz. Sus pantalones estaban completamente empapados en las rodillas, pues las calles comenzaban a colmarse de agua en diversos sectores. Y pese a todo ello, no soltaba las manos de Kairi. Sus guantes blancos las envolvían con los últimos vestigios de fuerza para seguir viviendo que le quedaban.
- Yo lo he hecho... y los he engañado a todos -susurró al cabo de un rato-. Soy de lo peor, Kairi. Soy el monstruo que tanto odio -continuó murmurando, absorto en sus pensamientos catastróficos, con apenas un hilo de voz-. ¿Por qué..? -concluyó, sin poder terminar aquella pregunta, simplemente soltando al aire su interminable dolor. ¿Por qué él? ¿Qué había hecho tan mal como para merecer semejante maldición sobre sus hombros?
- Christian Blade
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Re: Calles
Él toma mis manos y yo entrelazo mis dedos con los suyos, tratando de infundirle ánimos de algún modo, aunque no creo que sirva de mucho, si antes pensaba que la confusión era algo verdaderamente frustrante, es porque no había experimentado la sensación de ver sufrir así a alguien importante para mi y no poder hacer nada para remediarlo. Creo que nunca me había sentido tan inutil, no puedo hacer nada mas, tan solo quedarme allí de pie dejando que la lluvia me empape, en silencio.
El silencio que se había formado se rompe cuando habla de nuevo, no puedo evitar suspirar al escucharle. Me agacho hasta quedar a su altura, entonces, suelto sus manos y tomo su rostro entre las mias, obligándole a mirarme a los ojos. Le miro con seriedad o al menos lo intento, pues me parte el corazón verle tan desolado.
-¿Por qué? Porque el mundo es cruel, Christian -respondo, las personas buenas siempre se llevan la peor parte, mientras que las malas siempre salen indemnes, al menos eso es lo que he pensado siempre y a lo largo de mi vida, rara vez he visto que fuera diferente y desde mi llegada a este lugar, esa idea se ha visto reforzada. En el fondo, conservo la esperanza de encontrar alguna excepción, pero ese día no parece llegar.- Todo el mundo, tarde o temprano, hace cosas que no querría haber hecho y tiene que aprender a vivir con ello, lo se por experiencia. -Se que no es la mejor forma de intentar animar a alguien, dado que en cierto modo, puede parecer una garantía de que el dolor siempre estará ahí, que nunca se marchará del todo y de que habrá mucho mas, pero ¿acaso no es ese el precio a pagar por la eternidad?- Debe haber algo que pueda hacer, algún modo de que pueda ayudarte...
El silencio que se había formado se rompe cuando habla de nuevo, no puedo evitar suspirar al escucharle. Me agacho hasta quedar a su altura, entonces, suelto sus manos y tomo su rostro entre las mias, obligándole a mirarme a los ojos. Le miro con seriedad o al menos lo intento, pues me parte el corazón verle tan desolado.
-¿Por qué? Porque el mundo es cruel, Christian -respondo, las personas buenas siempre se llevan la peor parte, mientras que las malas siempre salen indemnes, al menos eso es lo que he pensado siempre y a lo largo de mi vida, rara vez he visto que fuera diferente y desde mi llegada a este lugar, esa idea se ha visto reforzada. En el fondo, conservo la esperanza de encontrar alguna excepción, pero ese día no parece llegar.- Todo el mundo, tarde o temprano, hace cosas que no querría haber hecho y tiene que aprender a vivir con ello, lo se por experiencia. -Se que no es la mejor forma de intentar animar a alguien, dado que en cierto modo, puede parecer una garantía de que el dolor siempre estará ahí, que nunca se marchará del todo y de que habrá mucho mas, pero ¿acaso no es ese el precio a pagar por la eternidad?- Debe haber algo que pueda hacer, algún modo de que pueda ayudarte...
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Sus manos junto a las suyas, eran el único sostén que poseía. Si no confiaba en Kairi, no podría confiar en nadie. Eso lo sabía desde que vio su sonrisa por primera vez; desde que besó sus labios por primera vez. Ahora mismo, no se sentía merecedor ni de una ínfima caricia suya. No quería que Kairi se ensuciase con alguien tan pecaminoso como él. Las lágrimas no podían siquiera limpiar algún rastro de aquel dolor. Sentía que su pecho estallaría. Y tal vez hubiese deseado que aquello sucediera.
Kairi tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarle. Christian se sentía avergonzado por estar llorando de aquel modo. Sus ojos eran aún más claros debido al llanto. Se mordió el labio inferior y cerró los ojos, negando suavemente con la cabeza. No podía contenerse, no podía respirar más este aire tan colmado de desolación. Abrió los ojos de nuevo, mirando a Kairi fijamente. Él, más que el hombre caballeroso que siempre le demostró ser, parecía un simple niño abatido, perdido, en búsqueda del hogar. Llevó ambas manos al rostro de Kairi, agradeciendo que sus guantes resguardaban su preciosa piel de sus criminales manos.
- No puedes salvarme de mí mismo, Kairi -susurró, procurando que su voz sonara lo más clara posible-. Sólo hay una forma de acabar con esto, y sabes cuál es -masculló luego, bajando la mirada otra vez; rindiéndose otra vez. La única forma de acabar con esta catástrofe era comunicarlo al Consejo. Que ellos se enterasen y decidieran el castigo que él merecía, aunque era algo bastante evidente. Cualquier ser en el mundo vampírico que cometiese tal sacrilegio, merecía la muerte. Sin embargo, ¿cómo podía Christian permitir que aquellos perros pusiesen un sólo dedo sobre él? Desde que se había marchado del Consejo y aconteció todo el asunto de Katrina, los miembros del lugar temían la presencia del joven Blade. Pero, ante la oportunidad de acabar con él con tanta facilidad, no se echarían atrás. ¿Él sería capaz de permitir que pisoteen su orgullo por su familia? Sí, definitivamente se creía capaz de afrontar eso.
- Perdóname, Kairi. Perdóname por ser tan egoísta -susurró acariciando con suavidad su rostro; apartando los mechones empapados de su cabello que caían sobre su rostro pálido-. Yo... -no pudo continuar hablando. El simple hecho de pensar que iba a atreverse a dejarla, le partía el alma y el corazón. Pero así, ella sería libre; sería libre de él y de todos los peligros que su existencia significaba.
Kairi tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarle. Christian se sentía avergonzado por estar llorando de aquel modo. Sus ojos eran aún más claros debido al llanto. Se mordió el labio inferior y cerró los ojos, negando suavemente con la cabeza. No podía contenerse, no podía respirar más este aire tan colmado de desolación. Abrió los ojos de nuevo, mirando a Kairi fijamente. Él, más que el hombre caballeroso que siempre le demostró ser, parecía un simple niño abatido, perdido, en búsqueda del hogar. Llevó ambas manos al rostro de Kairi, agradeciendo que sus guantes resguardaban su preciosa piel de sus criminales manos.
- No puedes salvarme de mí mismo, Kairi -susurró, procurando que su voz sonara lo más clara posible-. Sólo hay una forma de acabar con esto, y sabes cuál es -masculló luego, bajando la mirada otra vez; rindiéndose otra vez. La única forma de acabar con esta catástrofe era comunicarlo al Consejo. Que ellos se enterasen y decidieran el castigo que él merecía, aunque era algo bastante evidente. Cualquier ser en el mundo vampírico que cometiese tal sacrilegio, merecía la muerte. Sin embargo, ¿cómo podía Christian permitir que aquellos perros pusiesen un sólo dedo sobre él? Desde que se había marchado del Consejo y aconteció todo el asunto de Katrina, los miembros del lugar temían la presencia del joven Blade. Pero, ante la oportunidad de acabar con él con tanta facilidad, no se echarían atrás. ¿Él sería capaz de permitir que pisoteen su orgullo por su familia? Sí, definitivamente se creía capaz de afrontar eso.
- Perdóname, Kairi. Perdóname por ser tan egoísta -susurró acariciando con suavidad su rostro; apartando los mechones empapados de su cabello que caían sobre su rostro pálido-. Yo... -no pudo continuar hablando. El simple hecho de pensar que iba a atreverse a dejarla, le partía el alma y el corazón. Pero así, ella sería libre; sería libre de él y de todos los peligros que su existencia significaba.
- Christian Blade
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Re: Calles
El corazón me da un vuelco. ¿Entregarse es lo único que puede hacer? No, no puede ser la única manera, me niego a creerlo tiene que haber otra salida, seguro que hay algún modo que no llegue a eso. Debería haber sabido que esa era su intención desde el comienzo ¿por qué diablos tiene que ser tan noble? Cualquier otra persona lo ocultaría, otra persona, haría lo que fuera por salvar su vida, no iría directa al Consejo a sabiendas de las consecuencias que esto acarrea.
-No, no, no, no -murmuro repetidas veces mientras niego con la cabeza, tratando de conservar la calma, pero es algo dificil, la sola idea de perderlo me aterra- Christian, no puedes hacer eso, seguro que hay algún otro modo... -"no puedes dejarme sola de nuevo" eso es lo único que repite mi mente, una y otra vez, pero por miedo, no llego a pronunciar las palabras en voz alta. Trato de aguantar las lágrimas, aunque los ojos me arden, me niego a llorar, tengo que ser fuerte y mantenerme serena todo el tiempo que pueda, tengo que hacerle entrar en razón, cueste lo que cueste.- No puedes rendirte.
Dejo caer las manos sobre mi regazo, las cierro apretando con fuerza. Tiemblan. No por miedo ni por frío, sino por pura impotencia. Ésta vez soy yo la que aparta la mirada.
-No te perdono -respondo tajante antes de clavar mis ojos de nuevo en los suyos- No estás siendo egoista, una persona egoista haría lo que fuera por salvarse. -reprimo las ganas de apartarme de él, de ese gesto cariñoso que en otro momento me habría resultado reconfortante.
-No, no, no, no -murmuro repetidas veces mientras niego con la cabeza, tratando de conservar la calma, pero es algo dificil, la sola idea de perderlo me aterra- Christian, no puedes hacer eso, seguro que hay algún otro modo... -"no puedes dejarme sola de nuevo" eso es lo único que repite mi mente, una y otra vez, pero por miedo, no llego a pronunciar las palabras en voz alta. Trato de aguantar las lágrimas, aunque los ojos me arden, me niego a llorar, tengo que ser fuerte y mantenerme serena todo el tiempo que pueda, tengo que hacerle entrar en razón, cueste lo que cueste.- No puedes rendirte.
Dejo caer las manos sobre mi regazo, las cierro apretando con fuerza. Tiemblan. No por miedo ni por frío, sino por pura impotencia. Ésta vez soy yo la que aparta la mirada.
-No te perdono -respondo tajante antes de clavar mis ojos de nuevo en los suyos- No estás siendo egoista, una persona egoista haría lo que fuera por salvarse. -reprimo las ganas de apartarme de él, de ese gesto cariñoso que en otro momento me habría resultado reconfortante.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
"No, no, no, no". Su tono aflijido le hacía sentir un verdadero idiota. Estaba rindiéndose, sí, pero no podía pensar en otra escapatoria. ¿Quién podría vivir con la muerte de sus seres queridos a sus espaldas? O lo que es peor, ¿quién podría vivir con la muerte de sus seres queridos por propio mérito? Christian no era una persona con semejantes anti-valores. Por el contrario, era un muchacho que gozaba de una alta moral. Detestaba las injusticias. Y esto, lo que había hecho, era la mayor de ellas; un pecado imperdonable incluso para el mismísimo Satán.
Las manos de Kairi se escabulleron a través de sus mejillas. Las dejó caer en su regazo y él sintió en su mente una y otra vez aquel pensamiento tan intenso suyo. La mirada de Christian se transformó en la más desconcertada de todas. Junto con aquella sensación, viajaban sus otras palabras. "No te perdono". Claro, ¿cómo podría perdonarle algo así? Estaba a punto de entregar su vida, de abandonar sus sentimientos por ella, de dejar atrás lo poco que habían podido contruir hasta ahora, pero a la vez lo mucho que habían luchado por ello.
- Kairi... -susurró observando sus expresiones. Sus ojos, brillantes y redondos, luchaban por no dejar escapar ni una sola lágrima. Ella era muy fuerte. Jamás la había visto quebrarse. Al menos nunca adelante de él. Y aquí estaba, "el hombre de la relación", llorando como un niño; temblando bajo la lluvia cual vagabundo desprotegido. La estaba defraudando, otra vez, como tantas otras. Él siempre lograba dejarla sola, como si fuese completamente olvidada. Pero Christian jamás podría quitarla de su mente. Aunque estuviese muerto, no podría evitar añorarla.
- Dilo -susurró sujetando su rostro del mismo modo que antes, obligándole a mirarle-. Dímelo -insisitó, aludiendo a sus pensamientos, aquello que ella no se atrevía a decir en voz alta. Quería escucharlo de sus labios, quería saber que él no podría seguir adelante solo, sin aquella petición tan dulce. ¿En verdad era tan importante para ella como para pensar de ese modo? Y sí estaba siendo egoísta, porque pensaba irse, para siempre, y abandonarla, otra vez...
Las manos de Kairi se escabulleron a través de sus mejillas. Las dejó caer en su regazo y él sintió en su mente una y otra vez aquel pensamiento tan intenso suyo. La mirada de Christian se transformó en la más desconcertada de todas. Junto con aquella sensación, viajaban sus otras palabras. "No te perdono". Claro, ¿cómo podría perdonarle algo así? Estaba a punto de entregar su vida, de abandonar sus sentimientos por ella, de dejar atrás lo poco que habían podido contruir hasta ahora, pero a la vez lo mucho que habían luchado por ello.
- Kairi... -susurró observando sus expresiones. Sus ojos, brillantes y redondos, luchaban por no dejar escapar ni una sola lágrima. Ella era muy fuerte. Jamás la había visto quebrarse. Al menos nunca adelante de él. Y aquí estaba, "el hombre de la relación", llorando como un niño; temblando bajo la lluvia cual vagabundo desprotegido. La estaba defraudando, otra vez, como tantas otras. Él siempre lograba dejarla sola, como si fuese completamente olvidada. Pero Christian jamás podría quitarla de su mente. Aunque estuviese muerto, no podría evitar añorarla.
- Dilo -susurró sujetando su rostro del mismo modo que antes, obligándole a mirarle-. Dímelo -insisitó, aludiendo a sus pensamientos, aquello que ella no se atrevía a decir en voz alta. Quería escucharlo de sus labios, quería saber que él no podría seguir adelante solo, sin aquella petición tan dulce. ¿En verdad era tan importante para ella como para pensar de ese modo? Y sí estaba siendo egoísta, porque pensaba irse, para siempre, y abandonarla, otra vez...
- Christian Blade
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Re: Calles
Bajo la mirada cuando dice mi nombre. Siento que en cualquier momento mi fortaleza va a resquebrajarse del todo, no puedo echarme a llorar yo también ahora por mucha necesidad que sienta de ello. Mostrar mis sentimientos me hace sentirme débil y vulnerable, mi madre siempre insistió en que debía ser fuerte y afrontar todo lo que se me viniera encima sin derrumbarme. No puedo permitirme hacerlo, no cuando la situación requiere que mantenga la calma. Hasta hace un momento había estado totalmente tranquila, decidida a hacer lo que fuera, todo ha cambiado en el momento en que he sabido su intención. No puedo perderle. Pero ¿por qué me resulta tan difícil?
Él me obliga a mirarle de nuevo, tal y como yo había hecho antes. Una sola palabra basta para hacer tambalearse a todo, amenazando con caer. Nunca he dependido de nadie, siempre he funcionado por mi cuenta y no me he permitido cambiar eso hasta ahora, depender de otra persona es doloroso y, en mi caso, no suelo tardar demasiado en perderla. Me muerdo el labio con fuerza, se que en cuanto esas palabras sean pronunciadas en voz alta, me derrumbaré, ni siquiera se si servirá de algo. No quiero hacerlo, no quiero decirlo. Pero lo hago.
-No me dejes sola -las palabras salen temblorosas de mis labios, en un susurro apenas audible, casi para mi misma, aunque puedo estar segura de que él lo ha oido. Mi predicción era acertada, tan pronto como lo digo, mis ojos se desbordan sin que pueda hacer nada por evitarlo, las lágrimas se deslizan silenciosas por mis mejillas. Quiero apartarme, evitar que me vea llorar, pero me quedo quieta, lo único que hago es desviar la mirada.
Él me obliga a mirarle de nuevo, tal y como yo había hecho antes. Una sola palabra basta para hacer tambalearse a todo, amenazando con caer. Nunca he dependido de nadie, siempre he funcionado por mi cuenta y no me he permitido cambiar eso hasta ahora, depender de otra persona es doloroso y, en mi caso, no suelo tardar demasiado en perderla. Me muerdo el labio con fuerza, se que en cuanto esas palabras sean pronunciadas en voz alta, me derrumbaré, ni siquiera se si servirá de algo. No quiero hacerlo, no quiero decirlo. Pero lo hago.
-No me dejes sola -las palabras salen temblorosas de mis labios, en un susurro apenas audible, casi para mi misma, aunque puedo estar segura de que él lo ha oido. Mi predicción era acertada, tan pronto como lo digo, mis ojos se desbordan sin que pueda hacer nada por evitarlo, las lágrimas se deslizan silenciosas por mis mejillas. Quiero apartarme, evitar que me vea llorar, pero me quedo quieta, lo único que hago es desviar la mirada.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Sus lágrimas descendían una a una, como si acompañasen en un gesto musical a las gotas de lluvia, dulces y frescas. Christian estaba sumergido en aquel océano que significaban sus ojos. Lo había dicho, y él sintió romperse. Estaba siendo egoísta, siniestro; estaba siendo todo lo que repudiaba. Se había vuelto un egoísta, y Kairi se lo hacía notar en cada suspiro, en cada mínimo respiro. Acarició con suavidad su rostro, limpiando sus lágrimas, pero sin poder reprimir las suyas. Christian continuaba llorando como un niño. Se había dado cuenta de lo importante que era Kairi en su vida, como para dejarla libre, lejos de él y de su maldición; pero ahora mismo se daba cuenta de que era más importante de lo que creía, tanto que no podía actuar de ese modo para con ella.
- Kairi -susurró otra vez, como si con tan solo repetir su nombre lograra sentirse más humano, más honorable y merecedor de su llanto. No quería verla así. Le partía el alma en mil pedazos. Su pulso temblaba, quizás de una mezcla entre nervios e impotencia, así como también odio profundo a sí mismo. Continuaba acariciando su rostro, con temor de que ella fuese a desaparecer de un momento a otro. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Pero siempre lo era, no había caso en querer cambiarlo u ocultarlo-. Siempre me lo pones difícil -murmuró sonriendo apenas, entre una expresión que reflejaba el más intenso dolor pero el más liberador sentimiento.
Al cabo de unos segundos, acercó su rostro al suyo otra vez. Iba a besarla, pero se contuvo. Otra vez, creía que ella no merecía ensuciarse con él, con sus palabras, con sus sentimientos enfermos y su personalidad depresiva; con sus manos cargadas de crímenes perfectos. Sin embargo, en ese instante, decidió arrojar su orgullo y honor lejos; muy lejos. Quisiera haber evitado esa triste expresión en el rostro de ella, pues le hacía sentirse aún más desgraciado. Con la lluvia empapándolos completamente, situó una mano en su pequeño hombro, mientras que la otra la fijó en su nuca, atrayéndola hacia él.
- Seré un criminal por ti -murmuró contra sus labios-. Si es para estar a tu lado por siempre, no me entregaré. Seguiré mintiendo, ocultando, matando.. Y no me importará; ya nada me importará. Me opondré a todos, al Consejo, a la Asociación, a quien sea... y será solo por ti, porque si por mi fuera, ya estaría muerto -continuó diciendo, queriendo desahogar toda la tensión del momento en un único e interminable beso, y morirse en sus labios si fuese necesario. Se estaba retractando de cada una de sus decisiones, de cada uno de sus valores. No valía la pena, ciertamente, vivir con la verdad si no podría estar con Kairi en este mundo.
- Kairi -susurró otra vez, como si con tan solo repetir su nombre lograra sentirse más humano, más honorable y merecedor de su llanto. No quería verla así. Le partía el alma en mil pedazos. Su pulso temblaba, quizás de una mezcla entre nervios e impotencia, así como también odio profundo a sí mismo. Continuaba acariciando su rostro, con temor de que ella fuese a desaparecer de un momento a otro. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Pero siempre lo era, no había caso en querer cambiarlo u ocultarlo-. Siempre me lo pones difícil -murmuró sonriendo apenas, entre una expresión que reflejaba el más intenso dolor pero el más liberador sentimiento.
Al cabo de unos segundos, acercó su rostro al suyo otra vez. Iba a besarla, pero se contuvo. Otra vez, creía que ella no merecía ensuciarse con él, con sus palabras, con sus sentimientos enfermos y su personalidad depresiva; con sus manos cargadas de crímenes perfectos. Sin embargo, en ese instante, decidió arrojar su orgullo y honor lejos; muy lejos. Quisiera haber evitado esa triste expresión en el rostro de ella, pues le hacía sentirse aún más desgraciado. Con la lluvia empapándolos completamente, situó una mano en su pequeño hombro, mientras que la otra la fijó en su nuca, atrayéndola hacia él.
- Seré un criminal por ti -murmuró contra sus labios-. Si es para estar a tu lado por siempre, no me entregaré. Seguiré mintiendo, ocultando, matando.. Y no me importará; ya nada me importará. Me opondré a todos, al Consejo, a la Asociación, a quien sea... y será solo por ti, porque si por mi fuera, ya estaría muerto -continuó diciendo, queriendo desahogar toda la tensión del momento en un único e interminable beso, y morirse en sus labios si fuese necesario. Se estaba retractando de cada una de sus decisiones, de cada uno de sus valores. No valía la pena, ciertamente, vivir con la verdad si no podría estar con Kairi en este mundo.
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Cuando pronuncia mi nombre siento que algo me oprime el pecho, como si alguien estuviera tratando de arrancarme el corazón y lanzarlo lejos. Tengo miedo. Miedo de que esto sea una despedida, de que vuelva a irse, esta vez, para no volver, preferiría morir de preocupación durante mucho tiempo, sabiendo que está en alguna parte, que tener la certeza de que no volveré a verle. Por un instante, solo de pensar que algo así puede pasar, me sorprendo a mi misma deseando que la sensación de antes sea cierta, deseando que alguien se lleve mi corazón y no sentir nunca mas todo lo que siento ahora mismo, es demasiado doloroso. Quiero levantarme y salir corriendo, pensar que simplemente es un mal sueño, como si eso pudiera hacer que todo esto desapareciera. Pero no soy tan ingenua.
Dejo de evitar sus ojos en el mismo momento en el que habla, llego a atisbar una ligera sonrisa en sus labios ¿Será cosa de las lágrimas que me nublan la vista o de mi propia imaginación? Quizá haya visto bien...Quizá. Claro que se lo pongo difícil, estoy intentando evitar a toda costa que haga lo que pretende hacer, por pocos resultados que esté obteniendo. Me limito a mirarle en silencio, incapaz de decir nada.
Entonces se aproxima a mi de nuevo, sus labios están cerca de los mios y por mi mente se pasa la idea de apartarle, estoy a punto de hacerlo cuando le escucho. Abro mucho los ojos, sorprendida. ¿Lo dice de verdad? ¿Lo hará por mi? Sus ojos no parecen mentir y en ese mismo momento, mis sentimientos se vuelven un completo caos. Tengo ganas de reir y llorar a la vez, aunque en ningún momento consigo que las lágrimas dejen de fluir. Mi cuerpo se mueve solo y me acerco mas a él, estrechandole entre mis brazos, como si así me asegurara de que sigue aquí, de que no se va a ir a ninguna parte. Quisiera que este beso que sabe a sal y a lluvia no terminara nunca, pero lo hace, pues no soy capaz de contener un sollozo y me veo obligada a apartarme.
-Sabes que voy a estar aquí siempre ¿verdad? Que te ayudaré cuando haga falta y te protegeré todo lo que pueda, no quiero perderte -le digo con voz temblorosa antes de romper a llorar del todo, ya me da igual que me vea así.
Dejo de evitar sus ojos en el mismo momento en el que habla, llego a atisbar una ligera sonrisa en sus labios ¿Será cosa de las lágrimas que me nublan la vista o de mi propia imaginación? Quizá haya visto bien...Quizá. Claro que se lo pongo difícil, estoy intentando evitar a toda costa que haga lo que pretende hacer, por pocos resultados que esté obteniendo. Me limito a mirarle en silencio, incapaz de decir nada.
Entonces se aproxima a mi de nuevo, sus labios están cerca de los mios y por mi mente se pasa la idea de apartarle, estoy a punto de hacerlo cuando le escucho. Abro mucho los ojos, sorprendida. ¿Lo dice de verdad? ¿Lo hará por mi? Sus ojos no parecen mentir y en ese mismo momento, mis sentimientos se vuelven un completo caos. Tengo ganas de reir y llorar a la vez, aunque en ningún momento consigo que las lágrimas dejen de fluir. Mi cuerpo se mueve solo y me acerco mas a él, estrechandole entre mis brazos, como si así me asegurara de que sigue aquí, de que no se va a ir a ninguna parte. Quisiera que este beso que sabe a sal y a lluvia no terminara nunca, pero lo hace, pues no soy capaz de contener un sollozo y me veo obligada a apartarme.
-Sabes que voy a estar aquí siempre ¿verdad? Que te ayudaré cuando haga falta y te protegeré todo lo que pueda, no quiero perderte -le digo con voz temblorosa antes de romper a llorar del todo, ya me da igual que me vea así.
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Iba a alejarse de él. Estaba seguro de que si seguía con la misma idea fija en su mente, ella se alejaría de él completamente. Quería continuar tocando su piel, sintiendo su presencia entre sus manos, pero sabía que ella se esfumaría si él continuaba reacio a cambiar de opinión. Quería entregar su vida por todo el mal que había hecho. Quería hacer "lo justo" pero lo que era "justo" para él no lo era para ella. Un secreto que solo ambos compartían flotaba ahora en el abismo de sus palabras. Entre Kairi y Christian no solo existía un amor contenido. Ahora todo era mucho más oscuro. Ella se vería arrastrada hacia el abismo que él estaba cavando, irremediablemente. Y aunque no quería que eso sucediera, ya era tarde para evitarlo.
Sus brazos le envuelven y sus labios le regalan un beso agridulce. Christian cerró los ojos por tan sólo unos segundos, antes de que ella se apartara y se viera obligado a abrirlos otra vez, regresando a la realidad. Al hacerlo, nota la congoja apoderándose de la garganta de Kairi, así como también de cada una de sus cuerdas vocales. Oye su voz, escucha sus palabras. Quisiera que la lluvia limpiase las lágrimas, que son la exteriorización de su odio transformado en dolor; que son la necesidad sublime de permanecer junto a ella y luchar con un escudo de mentiras si fuese necesario. Y sus lágrimas también fueron las suyas. Cada una de sus palabras sonaban tan dulces, que no podía soportar la presión de la emosión sobre su cuerpo inmortal. Y aunque odiase llorar, era grato pensar que tendría toda la eternidad para llorar junto a ella.
Llevó sus manos a la nuca de la chica y atrajo su rostro al suyo, ahogando sus sollozos en otro beso desesperado. Deslizó sus manos hasta su pequeña espalda y la envolvió en un abrazo prometedor. Se separó apenas de ella, de modo que pudiese recostar su cabecita sobre su pecho. Christian apoyó, entonces, su mentón sobre su húmedo cabello. Suspiró mientras sentía la calidez que el cuerpo de Kairi le proporcionaba, a pesar de estar helado.
- No te dejaré. No lo haré. Nunca -susurró con rapidez y determinación mientras cerraba los ojos-. Pero no será fácil, ¿sabes? Por eso quería liberarte de mí; por eso quería que estuvieras fuera de esto. Las cosas se pondrán muy oscuras, créeme, y si algo te sucede, jamás me lo perdonaré -dijo luego, abriendo los ojos con lentitud y viendo borroso a causa de la lluvia que, por momentos, comenzaba a cesar.
Sus brazos le envuelven y sus labios le regalan un beso agridulce. Christian cerró los ojos por tan sólo unos segundos, antes de que ella se apartara y se viera obligado a abrirlos otra vez, regresando a la realidad. Al hacerlo, nota la congoja apoderándose de la garganta de Kairi, así como también de cada una de sus cuerdas vocales. Oye su voz, escucha sus palabras. Quisiera que la lluvia limpiase las lágrimas, que son la exteriorización de su odio transformado en dolor; que son la necesidad sublime de permanecer junto a ella y luchar con un escudo de mentiras si fuese necesario. Y sus lágrimas también fueron las suyas. Cada una de sus palabras sonaban tan dulces, que no podía soportar la presión de la emosión sobre su cuerpo inmortal. Y aunque odiase llorar, era grato pensar que tendría toda la eternidad para llorar junto a ella.
Llevó sus manos a la nuca de la chica y atrajo su rostro al suyo, ahogando sus sollozos en otro beso desesperado. Deslizó sus manos hasta su pequeña espalda y la envolvió en un abrazo prometedor. Se separó apenas de ella, de modo que pudiese recostar su cabecita sobre su pecho. Christian apoyó, entonces, su mentón sobre su húmedo cabello. Suspiró mientras sentía la calidez que el cuerpo de Kairi le proporcionaba, a pesar de estar helado.
- No te dejaré. No lo haré. Nunca -susurró con rapidez y determinación mientras cerraba los ojos-. Pero no será fácil, ¿sabes? Por eso quería liberarte de mí; por eso quería que estuvieras fuera de esto. Las cosas se pondrán muy oscuras, créeme, y si algo te sucede, jamás me lo perdonaré -dijo luego, abriendo los ojos con lentitud y viendo borroso a causa de la lluvia que, por momentos, comenzaba a cesar.
- Christian Blade
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Re: Calles
No recuerdo cuando fue la última vez que lloré así, normalmente trato de evitarlo, pero esta vez no he conseguido soportarlo. De lo que no estoy segura es de si mis lágrimas son de tristeza, de alegría, de alivio o de una mezcla de todo, lo que si se, es que está consiguiendo que me sienta algo mas liberada. Cierro los ojos tratando de calmarme, intentando que los sollozos se detengan, pero no lo consigo. Es entonces cuando noto sus manos acercarme a él. Solo su beso es capaz de apaciguar un poco el llanto, esta vez no me aparto, aunque al cabo de un tiempo él lo hace. Me apoyo en su pecho, sin abrir los ojos y sin soltarle, como si en el caso de hacerlo, él pudiera marcharse.
Poco a poco consigo relajarme, incluso consigo sonreir levemente al escuchar su "No te dejaré". Se que ahora se nos vendrá todo encima, que se volverá complicado y que el riesgo que he decidido asumir es grande. Pero nada de eso me importa. Soportaré lo que sea con tal de que no se vaya de mi lado, si tengo que ponerme en contra de todo el mundo, lo haré, además, tampoco es como si no hubiera estado en una situación parecida antes, al menos esta vez, no estaré sola. Abro los ojos pero no me muevo.
-Nunca ha sido fácil y se que ahora lo será aún menos, pero estoy preparada para todo lo que pueda suceder. -respondo con seriedad.- Y creo que deberías tener claro ya que no te librarás fácilmente de mi, ya he vivido muchas situaciones complicadas a lo largo de mi vida, unas cuantas mas no me harán daño.
Está dejando de llover, cosa que me alegra, la lluvia no es de mi agrado. Es ahora cuando me percato de que estoy completamente empapada, hasta este momento no le había dado importancia, me alegro de no correr el riesgo de resfriarme. Me alejo un poco de él, lo suficiente para mirarle.
-Estamos empapados -murmuro
Poco a poco consigo relajarme, incluso consigo sonreir levemente al escuchar su "No te dejaré". Se que ahora se nos vendrá todo encima, que se volverá complicado y que el riesgo que he decidido asumir es grande. Pero nada de eso me importa. Soportaré lo que sea con tal de que no se vaya de mi lado, si tengo que ponerme en contra de todo el mundo, lo haré, además, tampoco es como si no hubiera estado en una situación parecida antes, al menos esta vez, no estaré sola. Abro los ojos pero no me muevo.
-Nunca ha sido fácil y se que ahora lo será aún menos, pero estoy preparada para todo lo que pueda suceder. -respondo con seriedad.- Y creo que deberías tener claro ya que no te librarás fácilmente de mi, ya he vivido muchas situaciones complicadas a lo largo de mi vida, unas cuantas mas no me harán daño.
Está dejando de llover, cosa que me alegra, la lluvia no es de mi agrado. Es ahora cuando me percato de que estoy completamente empapada, hasta este momento no le había dado importancia, me alegro de no correr el riesgo de resfriarme. Me alejo un poco de él, lo suficiente para mirarle.
-Estamos empapados -murmuro
- Kairi Donovan
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Re: Calles
Quería quedarse así por siempre. Y, la verdad, es que podían darse el lujo de permanecer de este modo por toda la eternidad. Sin embargo, la felicidad es algo efímero, tal y como decían los antiguos griegos: "el hombre es una criatura efímera, pues los días son efímeros, y la felicidad puede aparecer y desaparecer en lo que dura una puesta de Sol". Recordando esas palabras, Christian abrazó a Kairi aún más. Sintió el aroma a lluvia y flores que desprendía su cabello. Sintió lo empapados que estaban y cerró los ojos. En otro momento, quizás, le hubiera importado un poco.
El vampiro sonrió al escuchar esas palabras. "No te librarás fácilmente de mí", dijo ella. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios, que anteriormente conformaban una fina línea marmórea, rebosando seriedad. Ahora aquella expresión severa había desaparecido. Kairi no sabía lo feliz que le hacía el saber que ella no tenía intenciones de desaparecer de su vida. Todo en su relación con ella parecía contradictorio, pero disfrutaba cada momento, inclusive las lágrimas. Cuando ella se separó un poco para mirarlo, él también la observó detenidamente. Sonrió levemente al oírla. Parecía que necesitaba que alguien lo dijese para poder tomar con seriedad el hecho de que estaban arrodillados en un charco hace horas.
Christian se puso de pie y sujetó a Kairi de la cintura y de una mano, ayudándola a levantarse. Se miró a sí mismo y la miró a ella. Estaban hechos un verdadero desastre, algo que no era común para lo elegante que siempre aparecían en sociedad.
- Eso parece, ¿no? Pero por primera vez en mi vida no me interesó estar impresentable en público -musitó sonriendo sinceramente. En ese momento pensó en invitarla a su hogar transitorio, pero pensó que no era adecuado. Estaba parando en una pensión bastante modesta para alguien de su categoría, y no porque a él le importase aparentar, sino porque el hecho de que un Pura Sangre no posea los recursos para tener un hogar propio era algo impensable para el mundo de los vampiros. De todos modos, pronto buscaría algún modo para encontrar un sitio adecuado, y no depender más de aquella pensión. No era que le pareciese desagradable el estar allí, pero no le gustaba la gente que lo rodeaba. Si no eran delincuentes, eran adictos, y desde allí había un amplio "etcétera". No llevaría a Kairi a un lugar como ese. Pensaría en otra opción mientras tanto.
El vampiro sonrió al escuchar esas palabras. "No te librarás fácilmente de mí", dijo ella. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios, que anteriormente conformaban una fina línea marmórea, rebosando seriedad. Ahora aquella expresión severa había desaparecido. Kairi no sabía lo feliz que le hacía el saber que ella no tenía intenciones de desaparecer de su vida. Todo en su relación con ella parecía contradictorio, pero disfrutaba cada momento, inclusive las lágrimas. Cuando ella se separó un poco para mirarlo, él también la observó detenidamente. Sonrió levemente al oírla. Parecía que necesitaba que alguien lo dijese para poder tomar con seriedad el hecho de que estaban arrodillados en un charco hace horas.
Christian se puso de pie y sujetó a Kairi de la cintura y de una mano, ayudándola a levantarse. Se miró a sí mismo y la miró a ella. Estaban hechos un verdadero desastre, algo que no era común para lo elegante que siempre aparecían en sociedad.
- Eso parece, ¿no? Pero por primera vez en mi vida no me interesó estar impresentable en público -musitó sonriendo sinceramente. En ese momento pensó en invitarla a su hogar transitorio, pero pensó que no era adecuado. Estaba parando en una pensión bastante modesta para alguien de su categoría, y no porque a él le importase aparentar, sino porque el hecho de que un Pura Sangre no posea los recursos para tener un hogar propio era algo impensable para el mundo de los vampiros. De todos modos, pronto buscaría algún modo para encontrar un sitio adecuado, y no depender más de aquella pensión. No era que le pareciese desagradable el estar allí, pero no le gustaba la gente que lo rodeaba. Si no eran delincuentes, eran adictos, y desde allí había un amplio "etcétera". No llevaría a Kairi a un lugar como ese. Pensaría en otra opción mientras tanto.
- Christian Blade
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Re: Calles
La poca angustia que podía quedarme desaparece en el mismo instante en que le veo sonreir, se que mas tarde habrá que preocuparse de nuevo, pero de momento, todo eso pasa a un segundo plano. Tengo que darle un descanso a mi mente, un momento tranquilo y sin nada serio de lo que ocuparse, ya tiene bastante a diario y por hoy, he tenido suficiente.
Me pongo en pie con su ayuda, sintiendo entonces el peso del empapado abrigo sobre mis hombros ¿cómo he tardado tanto en darme cuenta de lo mucho que ha llovido? Doy gracias a que la única superficie en la que podría verme reflejada está a mi espalda, no quiero ni imaginar el aspecto que debo tener ahora mismo.
Alzo una mano para apartarle el cabello del rostro sin poder evitar sonreir al escuchar sus palabras. La verdad es que a mi tampoco me importa demasiado -un poco si, una tiene su orgullo y mas aún teniendo en cuenta la educación que he recibido- a pesar de eso, ahora mismo daría lo que fuera por un buen baño y ropa seca. De solo pensarlo me recorre un escalofrío, nunca pensé que un vampiro pudiera echar tanto de menos un lugar cálido.
-Bueno, no es que haya mucha gente por aquí -bromeo mirando a nuestro alrededor, las calles siguen tan solitarias como cuando salí ¿cuanto tiempo habrá pasado desde entonces? Calculo que un par de horas a lo sumo. Mis ojos vuelven a los suyos, antes de hablar de nuevo- Y tampoco estás tan impresentable, solo un poquito. -esbozo una pequeña sonrisa, lo cierto es que no puedo ser muy objetiva en ese aspecto.- Pero creo que antes de que aparezca alguien por aquí y eche por tierra nuestra reputación como gente elegante deberíamos irnos ¿no crees? ¿Hay algún lugar en concreto al que quieras ir o vamos a mi casa?
Me pongo en pie con su ayuda, sintiendo entonces el peso del empapado abrigo sobre mis hombros ¿cómo he tardado tanto en darme cuenta de lo mucho que ha llovido? Doy gracias a que la única superficie en la que podría verme reflejada está a mi espalda, no quiero ni imaginar el aspecto que debo tener ahora mismo.
Alzo una mano para apartarle el cabello del rostro sin poder evitar sonreir al escuchar sus palabras. La verdad es que a mi tampoco me importa demasiado -un poco si, una tiene su orgullo y mas aún teniendo en cuenta la educación que he recibido- a pesar de eso, ahora mismo daría lo que fuera por un buen baño y ropa seca. De solo pensarlo me recorre un escalofrío, nunca pensé que un vampiro pudiera echar tanto de menos un lugar cálido.
-Bueno, no es que haya mucha gente por aquí -bromeo mirando a nuestro alrededor, las calles siguen tan solitarias como cuando salí ¿cuanto tiempo habrá pasado desde entonces? Calculo que un par de horas a lo sumo. Mis ojos vuelven a los suyos, antes de hablar de nuevo- Y tampoco estás tan impresentable, solo un poquito. -esbozo una pequeña sonrisa, lo cierto es que no puedo ser muy objetiva en ese aspecto.- Pero creo que antes de que aparezca alguien por aquí y eche por tierra nuestra reputación como gente elegante deberíamos irnos ¿no crees? ¿Hay algún lugar en concreto al que quieras ir o vamos a mi casa?
- Kairi Donovan
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Re: Calles
"Y tampoco estás tan impresentable, solo un poquito". Christian no supo qué decir o hacer ante tal comentario. Un poquito impresentable estaba, claro, cómo no. Puso los ojos en blanco por un momento, pero aquella expresión no duró demasiado. Suspiró levemente y agradeció que Kairi apartara el cabello de su rostro. Cada hebra estaba pesada a causa de la lluvia, se pegaba a su piel y se volvía completamente incómodo. Su cabello parecía un gato muerto. Un gato. De tan solo pensar en ese animal se le ponía la piel de gallina. Cómo los detestaba. Sacudió levemente la cabeza y sonrió, finalmente. Se quedó pensando en las palabras de Kairi. ¿A qué otro lugar podrían ir? Las opciones no eran demasiadas.
- Podría invitarte a mi pequeña habitación en la pensión, pero no me consideraría un caballero si lo hiciera -musitó cerrando los ojos un momento-. De todos modos, no me considero un caballero invitándote a ir a tu propia casa -agregó, mirándola de nuevo y esbozando una pequeña sonrisa algo avergonzada.
A pesar de todo, le ponía muy feliz el mero hecho de verla sonreír de nuevo. Sus pensamientos se habían quedado prendidos de aquel fino hilo que conectaba los acontecimientos sucedidos. Su llanto, su enojo, su preocupación. Lamentaba tanto haberla hecho sufrir así. Pero, por otro lado, si eso no hubiera sucedido, Christian estaría ahora mismo despidiéndose del mundo. Le agradecería profundamente el haberla encontrado en las calles esa noche. Si no hubiera sido así, su camino hubiera continuado hasta el Consejo, donde se entregaría y sería su fin.
- Podría invitarte a mi pequeña habitación en la pensión, pero no me consideraría un caballero si lo hiciera -musitó cerrando los ojos un momento-. De todos modos, no me considero un caballero invitándote a ir a tu propia casa -agregó, mirándola de nuevo y esbozando una pequeña sonrisa algo avergonzada.
A pesar de todo, le ponía muy feliz el mero hecho de verla sonreír de nuevo. Sus pensamientos se habían quedado prendidos de aquel fino hilo que conectaba los acontecimientos sucedidos. Su llanto, su enojo, su preocupación. Lamentaba tanto haberla hecho sufrir así. Pero, por otro lado, si eso no hubiera sucedido, Christian estaría ahora mismo despidiéndose del mundo. Le agradecería profundamente el haberla encontrado en las calles esa noche. Si no hubiera sido así, su camino hubiera continuado hasta el Consejo, donde se entregaría y sería su fin.
- Christian Blade
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Re: Calles
Arqueo las cejas al ver que pone los ojos en blanco, pero me abstengo de hacer ningun tipo de pregunta al respecto.
Suspiro. Christian y su caballerosidad. No es que sea algo que me disguste, es mas, me gusta, pero a veces hace las cosas algo mas complicadas. Hacia muchos años que no tenía ocasión de tratar con un verdadero caballero, incluso llegué a pensar que ya no quedaba ninguno -claro está, yo estaba acostumbrada a tratar con gente educada y caballerosa, pues en mi circulo social, al principio, no habia otra cosa. Por suerte o por desgracia las cosas cambian con el tiempo- Ese pensamiento me hace sentirme demasiado mayor y omito cualquier comentario sobre ello, no pienso arriesgarme a que se meta con mi edad de nuevo.
-¿Has estado viviendo en una pensión todo este tiempo? -pregunto algo sorprendida, sabía que habia pensiones por el pueblo, pero nunca me he planteado que él estuviera en una de ellas, creo que incluso habia dado por sentado que tenia algun alojamiento propio. No puedo evitar preguntarme que clase de lugar será ese-Siempre puedo invitarte yo, pero como prefieras. -sonrio con suavidad, a mi no me importa demasiado a donde ir, me basta con un sitio cálido donde poder secarme, la sensación de la ropa húmeda pegada a la piel no es muy agradable que digamos.
Suspiro. Christian y su caballerosidad. No es que sea algo que me disguste, es mas, me gusta, pero a veces hace las cosas algo mas complicadas. Hacia muchos años que no tenía ocasión de tratar con un verdadero caballero, incluso llegué a pensar que ya no quedaba ninguno -claro está, yo estaba acostumbrada a tratar con gente educada y caballerosa, pues en mi circulo social, al principio, no habia otra cosa. Por suerte o por desgracia las cosas cambian con el tiempo- Ese pensamiento me hace sentirme demasiado mayor y omito cualquier comentario sobre ello, no pienso arriesgarme a que se meta con mi edad de nuevo.
-¿Has estado viviendo en una pensión todo este tiempo? -pregunto algo sorprendida, sabía que habia pensiones por el pueblo, pero nunca me he planteado que él estuviera en una de ellas, creo que incluso habia dado por sentado que tenia algun alojamiento propio. No puedo evitar preguntarme que clase de lugar será ese-Siempre puedo invitarte yo, pero como prefieras. -sonrio con suavidad, a mi no me importa demasiado a donde ir, me basta con un sitio cálido donde poder secarme, la sensación de la ropa húmeda pegada a la piel no es muy agradable que digamos.
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Re: Calles
Christian se mantuvo erguido frente a ella, evaluando su mirada, procurando no oír sus pensamientos otra vez. Era difícil, pero lo lograría. No podía evitarlo a veces con las demás personas, pero con Kairi todo se volvía más complejo. Desde que había cometido el sacrilegio de probar su sangre, de deleitarse sutilmente -pero de manera casi letal- con los límites de su alma, ya nada era igual. Podía percibirla, escucharla, perseguirla... a donde fuera. Ya le había advertido algo de eso a ella, pero creía que había omitido varios detalles al respecto. Prefería que el asunto siguiese así, pues no quería que ella pensara que él era un acosador. En ese instante, escuchó su pregunta y aquellos pensamientos suyos volaron a su mente. No planeaba meterse con su edad otra vez, pero la ocasión era perfecta. ¿Por qué no una "agradable" broma para romper el hielo?
- ¿Has estado ocultando tu edad con cirugías todo este tiempo? -preguntó serio, como si aquel interrogante fuera enserio, pero luego se relajó y sonrió, procurando responder con la verdad a lo que dijo. Por esa razón, asintió suavemente con la cabeza-. Sí, no he tenido otra opción. En primera instancia, estabamos buscando un lugar donde vivir con Fraiah y Adam, pero él se quedó con Katrina, Fraiah tiene muchos amigos y además está de novia con Nokku, así que... sólo quedaba yo. Nuestra familia se ha venido abajo y, junto con ella, la riqueza que poseía. Muchos vampiros se han aprovechado, intentando convencernos de que llegarían al culpable de aquel crimen. Yo sabía que no lo lograrían, pero no mis hermanos -explicó mientras desviaba su mirada ante las últimas palabras, sonriendo de lado, entre melancólico y siniestro. Volvió a mirar a Kairi-. Por lo tanto, ahora estoy en una pensión, solo como perro malo -extendió su mano y sujetó la de Kairi-. Y créeme, es el lugar más inmundo que he visto. Aún no sé cómo soporto estar allí, pero creo que no me queda otra opción y de vez en cuando puedo saciar el veneno que me corroe por dentro con algún que otro delincuente que se acerca pretendiendo comprar o vender drogas; o incluso pasar la noche con la prostituta del 1° A -dijo luego, rodando la mirada y sonriendo un poco. No era que le hiciese gracia decir que continuaba matando gente, pero otra opción no le quedaba. De lo que estaba seguro, era de que no tocaría a esa prostituta por más que fuese la peor humana de esa pensión. Era realmente terrible y siniestra, ni hablar de promiscua e indeseable. Numerosas veces se le insinuó a Christian, conociendo el secreto de lo que él era. Asimismo, numerosas veces la ha rechazado intentando no gritarle en la cara lo denigrante que era su posición como mujer.
- Como verás, no pienso llevarte a ese sitio -dijo al fin, tras todo aquel repertorio del basurero donde estaba habitando-. Así que, si no le molesta, la invito a ir a su casa -susurró cambiando el tono con el que se refería a Kairi, volviéndolo más formal mientras acercaba su mano a sus labios, depositando allí un sereno beso.
- ¿Has estado ocultando tu edad con cirugías todo este tiempo? -preguntó serio, como si aquel interrogante fuera enserio, pero luego se relajó y sonrió, procurando responder con la verdad a lo que dijo. Por esa razón, asintió suavemente con la cabeza-. Sí, no he tenido otra opción. En primera instancia, estabamos buscando un lugar donde vivir con Fraiah y Adam, pero él se quedó con Katrina, Fraiah tiene muchos amigos y además está de novia con Nokku, así que... sólo quedaba yo. Nuestra familia se ha venido abajo y, junto con ella, la riqueza que poseía. Muchos vampiros se han aprovechado, intentando convencernos de que llegarían al culpable de aquel crimen. Yo sabía que no lo lograrían, pero no mis hermanos -explicó mientras desviaba su mirada ante las últimas palabras, sonriendo de lado, entre melancólico y siniestro. Volvió a mirar a Kairi-. Por lo tanto, ahora estoy en una pensión, solo como perro malo -extendió su mano y sujetó la de Kairi-. Y créeme, es el lugar más inmundo que he visto. Aún no sé cómo soporto estar allí, pero creo que no me queda otra opción y de vez en cuando puedo saciar el veneno que me corroe por dentro con algún que otro delincuente que se acerca pretendiendo comprar o vender drogas; o incluso pasar la noche con la prostituta del 1° A -dijo luego, rodando la mirada y sonriendo un poco. No era que le hiciese gracia decir que continuaba matando gente, pero otra opción no le quedaba. De lo que estaba seguro, era de que no tocaría a esa prostituta por más que fuese la peor humana de esa pensión. Era realmente terrible y siniestra, ni hablar de promiscua e indeseable. Numerosas veces se le insinuó a Christian, conociendo el secreto de lo que él era. Asimismo, numerosas veces la ha rechazado intentando no gritarle en la cara lo denigrante que era su posición como mujer.
- Como verás, no pienso llevarte a ese sitio -dijo al fin, tras todo aquel repertorio del basurero donde estaba habitando-. Así que, si no le molesta, la invito a ir a su casa -susurró cambiando el tono con el que se refería a Kairi, volviéndolo más formal mientras acercaba su mano a sus labios, depositando allí un sereno beso.
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