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Calles
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Calles
Recuerdo del primer mensaje :
Estas son las calles del pueblo.
Estas son las calles del pueblo.
- Kaien Cross
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Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Calles
Asintió mientras dejaba la oscuridad del callejón a sus espaldas, murmuró algunas palabras y de su manga extrajo un rollo de papel atado con un listón rojo, tenía la pinta de ser un documento importante debido a la textura del papel; Tendió el rollo hacia mi con una sonrisa en su rostro que no podía entender... sin saber cómo sucedió, el vampiro se aproximó más a mi, mirándome fríamente... atrapándome con su mirar, me sujetó de la cintura y sin pensarlo mucho, el espacio que había entre nosotros dos desapareció en un beso repentino, tanto, que no pude reaccionar.
Al soltarme dejó el documento en mis manos,dejándome atónita, no pude pronunciar palabra alguna pues mi corazón latía rápidamente ante tal suceso... estaba confundida. *¿Qué fue eso?*
"- Dejaré que tengas tu tiempo para asimilarlo. Nos veremos otra vez"
Gesticuló Lucius mientras retornaba a la oscuridad en la cuál le había encontrado.
Desaté rápidamente el rollo después de recuperar la razón, sosteniéndolo frente a mi, con manos temblorosas y con ojos vidriosos, leí el documento; Al finalizar la última línea, caí sobre mis rodillas, mientras una lágrima rodó sobre mi mejilla.
Tal como había dicho, Lucius sería el salvador de mi familia... y por tal cometido, su recompensa... sería yo.
No sabía que pensar, mi cabeza estaba ahora abrumada, quería salvar a mi familia, pero al hacer eso, pasaría a ser el obsequio de un desconocido. Necesitaba pensar, calmarme más que nada; Me puse de pié y empecé mi andar rumbo a la academia, pensativa y sin mucho ánimo recorrí las calles hasta mi destino.
Al soltarme dejó el documento en mis manos,dejándome atónita, no pude pronunciar palabra alguna pues mi corazón latía rápidamente ante tal suceso... estaba confundida. *¿Qué fue eso?*
"- Dejaré que tengas tu tiempo para asimilarlo. Nos veremos otra vez"
Gesticuló Lucius mientras retornaba a la oscuridad en la cuál le había encontrado.
Desaté rápidamente el rollo después de recuperar la razón, sosteniéndolo frente a mi, con manos temblorosas y con ojos vidriosos, leí el documento; Al finalizar la última línea, caí sobre mis rodillas, mientras una lágrima rodó sobre mi mejilla.
Tal como había dicho, Lucius sería el salvador de mi familia... y por tal cometido, su recompensa... sería yo.
No sabía que pensar, mi cabeza estaba ahora abrumada, quería salvar a mi familia, pero al hacer eso, pasaría a ser el obsequio de un desconocido. Necesitaba pensar, calmarme más que nada; Me puse de pié y empecé mi andar rumbo a la academia, pensativa y sin mucho ánimo recorrí las calles hasta mi destino.
- Tsuki Shimizu
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Humor : Muy cambiante
Re: Calles
El día de Fraiah había transcurrido entre trámite y trámite. La chica había alquilado una habitación de hotel para poder asear su cuerpo y adoptar un aspecto más decente. No tenía a dónde ir. En realidad, aunque tuviera, no quería. No podía ver a sus amigos a la cara, no podía permanecer en la casa de Nokku... Simplemente era mejor así. Se quedaría en ese hotel hasta que el Director de la Academia completara el papeleo para su regreso a la Clase Diurna. Necesitaba mantener su cabeza ocupada, en otro lado, ¿y qué mejor que enfocarse en los estudios que había abandonado por diversos motivos? Además, la joven había ido a la Cafetería para solicitar trabajo. Necesitaba ganar su dinero para poder mantenerse. Quizás, el día de mañana, lograra comprarse un pequeño departamento.
Ahora mismo caminaba por las calles. El sol del verano inundaba su rostro y ponía rosadas sus mejillas. Sus ojos, oscuros y tristes, continuaban estropeando el paisaje de verla andar. Sin embargo, no podía arrancarse la tristeza del corazón así sin más. Cada calle, cada sitio, cada día... le recordaban a Él. Suspiró y cerró los ojos un momento. La brisa alborotó su cabello y también los volados de su vestido azul. Fraiah abrió nuevamente los ojos y sintió que aquellas calles se habían vuelto más extensas por alguna razón. De todos modos, continuó andando. Aún había mucho por hacer.
Y la vida, lamentablemente, continuaba...
Ahora mismo caminaba por las calles. El sol del verano inundaba su rostro y ponía rosadas sus mejillas. Sus ojos, oscuros y tristes, continuaban estropeando el paisaje de verla andar. Sin embargo, no podía arrancarse la tristeza del corazón así sin más. Cada calle, cada sitio, cada día... le recordaban a Él. Suspiró y cerró los ojos un momento. La brisa alborotó su cabello y también los volados de su vestido azul. Fraiah abrió nuevamente los ojos y sintió que aquellas calles se habían vuelto más extensas por alguna razón. De todos modos, continuó andando. Aún había mucho por hacer.
Y la vida, lamentablemente, continuaba...
- Fraiah B. Eslin
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Re: Calles
Todo estaba bien: Nokku descansaba en paz, no parecía que la actividad de los vampiros hubiera aumentado y la gente parecía estar bastante bien. Nokku había hecho un trabajo excelente, sin lugar a dudas... pero estaba seguro que hubiera conseguido hacer un trabajo incluso mejor si no hubiera tenido que ir a entrenarme... pero eso fue su elección, no podía culparme por ello, nade podía culparse a si mismo sin una razón de peso. Habría que hacer justicia, aquel asesino no quedaría impune, le daría caza, tarde o temprano.
Justicia... que palabra más ambigua, portadora de un significado profundo, pero abstracto en la realidad, la justicia no era nada ciertamente, no existía. Si preguntas a alguien sabio que es la justicia seguramente te responderá que es la manera de poner la balanza en equilibrio, hacer que el bien y el mal estén proporcionados. Pero, amigo, que es el bien y que es el mal, ¿No son acaso también dos conceptos abstractos? Porque todas las acciones, sin importar de que tipo sean, tienen sus partes positivas y sus partes negativas, no puedes decir que la muerte de alguien es algo bueno o malo, no puedes decir que algo o bueno o malo, simplemente porque lo que para mi puede ser lo mejor para otro ser puede ser lo peor. En ese caso, la justicia sería cruel, y eso es algo incoherente, si existiera la justicia en ningún caso podría ser cruel. " Y claro jajajaja, nosotros vivimos en un mundo cruel, la crueldad es la norma, es la regla, es lo normal... la crueldad es el precio que tenemos que pagar todos los seres por la belleza que nos otorga nuestra propia existencia y la de las cosas que nos rodean, nuestra propia existencia no es justa, existimos para sobreponernos a otras razas, ¿Quién es el estúpido que inventó el concepto de justicia? Esta claro que ese es un hipócrita, porque habrá usado el nombre de la justicia para cometer sus propias crueldades" Y yo lo que quería era crueldad, no justicia, quería cometer un acto exageradamente cruel e injusto contra el asesino de Nokku, porque querer cometer algo justo sería imposible, igual que hacer algo perfecto tampoco lo es. Todos comprenden que lo perfecto no existe por su propio concepto, entonces ¿Por qué no comprenden que la justicia sigue la misma lógica y que no puede existir?
Sumido en mis pensamientos llegué a unas calles y fruncí el ceño, me había perdido y además hacia frío. Debería de preguntarle a alguien. Caminé unos minutos más y me sorprendí a mi mismo cuando me dispuse a preguntar indiscretamente a la gente, pero ellos me decían direcciones que yo no comprendía, al parecer los locales no estaban precisamente cerca de donde yo me encontraba.
Algo me alertó, una sombra, la imagen de una dama que destilaba un aura fuera de lo común. Me giré rápidamente hacia la izquierda, mirando a una desolada calle. O no tan desolada, el reflejo de la luz no me dejó ver en los primeros instantes que hacia mi venía una bella mujer, la misma que había cargado hasta mi nueva casa. Su semblante ya no parecía tranquilo y sus ojos transmitían una penetrante tristeza, sus iris eran como pozos sin fondo, parecía que tenían la inmensidad de una galaxia entera en sus iris y el vació de su pecho se podía ver a la legua. Sus movimientos, sus gestos, todo su ser parecía comunicar que ella ya no pertenecía a este mundo, era como si ella ya no quisiera seguir viviendo.
Instantáneamente me sentí mal yo también, tal vez le hubiera hecho daño trayendola a casa de su amigo, tal vez yo tuviera en parte la culpa de su imagen apagada y deprimida. Bajé la mirada y cuando el sol golpeo mi cara un lúgubre brillo verde destelló en mis iris mientras las lineas de mi boca formaban una linea curva hacia abajo y mis pelos le daban a mi rostro una sombra tétrica y amargada.
Me acerqué con pasos lentos hacia aquella persona, sintiendo un intenso frío en todo mi cuerpo a causa del viento. Muchas veces se me quedaban mirando como diciendo *¿Qué diablos hace ese hombre en camisón? ¿Porque no se pone su traje* Pero nada de eso importaba, solo quería hacer un primer contacto con aquella chica, la opinión de los demás no me importaba, no sabía ni porque ni para que, solo sintió el impulso de hacerlo.
Perdóneme señorita... ¿Podría usted decirme, por favor, donde se encuentra el bar más cercano?
Dije sin levantar la vista manteniendo esa imagen oscura que me rodeaba, estaba claro que esa no era mi típica apariencia y que algo me estaba corroyendo por dentro, incluso un niño se daría cuenta.
Soy nuevo en este pueblo, me he perdido a causa de mi torpeza... y tengo algo de frío.
Esta vez levanté ligeramente la mirada, para no parecer descortés y acto seguido observé las manchas oscuras del vestido de la chica. No se había cambiado, seguía llevando aquellas ropas llenas de sangre ¿Durante cuanto tiempo tenía esa mujer pensado seguir martirizándose a si misma? Por un momento me enfade con ella, a Nokku no le hubiera gustado en absoluto observar a su amiga en ese estado, estaba más que seguro ¿Por qué no se esforzaba un poco en sonreír? Pero de cualquier forma, no mostré ni un ápice de mi ligera molestia hacia la chica, de nuevo, no tenía derecho a juzgar a nadie, y menos derecho tenía alguien como yo.
Justicia... que palabra más ambigua, portadora de un significado profundo, pero abstracto en la realidad, la justicia no era nada ciertamente, no existía. Si preguntas a alguien sabio que es la justicia seguramente te responderá que es la manera de poner la balanza en equilibrio, hacer que el bien y el mal estén proporcionados. Pero, amigo, que es el bien y que es el mal, ¿No son acaso también dos conceptos abstractos? Porque todas las acciones, sin importar de que tipo sean, tienen sus partes positivas y sus partes negativas, no puedes decir que la muerte de alguien es algo bueno o malo, no puedes decir que algo o bueno o malo, simplemente porque lo que para mi puede ser lo mejor para otro ser puede ser lo peor. En ese caso, la justicia sería cruel, y eso es algo incoherente, si existiera la justicia en ningún caso podría ser cruel. " Y claro jajajaja, nosotros vivimos en un mundo cruel, la crueldad es la norma, es la regla, es lo normal... la crueldad es el precio que tenemos que pagar todos los seres por la belleza que nos otorga nuestra propia existencia y la de las cosas que nos rodean, nuestra propia existencia no es justa, existimos para sobreponernos a otras razas, ¿Quién es el estúpido que inventó el concepto de justicia? Esta claro que ese es un hipócrita, porque habrá usado el nombre de la justicia para cometer sus propias crueldades" Y yo lo que quería era crueldad, no justicia, quería cometer un acto exageradamente cruel e injusto contra el asesino de Nokku, porque querer cometer algo justo sería imposible, igual que hacer algo perfecto tampoco lo es. Todos comprenden que lo perfecto no existe por su propio concepto, entonces ¿Por qué no comprenden que la justicia sigue la misma lógica y que no puede existir?
Sumido en mis pensamientos llegué a unas calles y fruncí el ceño, me había perdido y además hacia frío. Debería de preguntarle a alguien. Caminé unos minutos más y me sorprendí a mi mismo cuando me dispuse a preguntar indiscretamente a la gente, pero ellos me decían direcciones que yo no comprendía, al parecer los locales no estaban precisamente cerca de donde yo me encontraba.
Algo me alertó, una sombra, la imagen de una dama que destilaba un aura fuera de lo común. Me giré rápidamente hacia la izquierda, mirando a una desolada calle. O no tan desolada, el reflejo de la luz no me dejó ver en los primeros instantes que hacia mi venía una bella mujer, la misma que había cargado hasta mi nueva casa. Su semblante ya no parecía tranquilo y sus ojos transmitían una penetrante tristeza, sus iris eran como pozos sin fondo, parecía que tenían la inmensidad de una galaxia entera en sus iris y el vació de su pecho se podía ver a la legua. Sus movimientos, sus gestos, todo su ser parecía comunicar que ella ya no pertenecía a este mundo, era como si ella ya no quisiera seguir viviendo.
Instantáneamente me sentí mal yo también, tal vez le hubiera hecho daño trayendola a casa de su amigo, tal vez yo tuviera en parte la culpa de su imagen apagada y deprimida. Bajé la mirada y cuando el sol golpeo mi cara un lúgubre brillo verde destelló en mis iris mientras las lineas de mi boca formaban una linea curva hacia abajo y mis pelos le daban a mi rostro una sombra tétrica y amargada.
Me acerqué con pasos lentos hacia aquella persona, sintiendo un intenso frío en todo mi cuerpo a causa del viento. Muchas veces se me quedaban mirando como diciendo *¿Qué diablos hace ese hombre en camisón? ¿Porque no se pone su traje* Pero nada de eso importaba, solo quería hacer un primer contacto con aquella chica, la opinión de los demás no me importaba, no sabía ni porque ni para que, solo sintió el impulso de hacerlo.
Perdóneme señorita... ¿Podría usted decirme, por favor, donde se encuentra el bar más cercano?
Dije sin levantar la vista manteniendo esa imagen oscura que me rodeaba, estaba claro que esa no era mi típica apariencia y que algo me estaba corroyendo por dentro, incluso un niño se daría cuenta.
Soy nuevo en este pueblo, me he perdido a causa de mi torpeza... y tengo algo de frío.
Esta vez levanté ligeramente la mirada, para no parecer descortés y acto seguido observé las manchas oscuras del vestido de la chica. No se había cambiado, seguía llevando aquellas ropas llenas de sangre ¿Durante cuanto tiempo tenía esa mujer pensado seguir martirizándose a si misma? Por un momento me enfade con ella, a Nokku no le hubiera gustado en absoluto observar a su amiga en ese estado, estaba más que seguro ¿Por qué no se esforzaba un poco en sonreír? Pero de cualquier forma, no mostré ni un ápice de mi ligera molestia hacia la chica, de nuevo, no tenía derecho a juzgar a nadie, y menos derecho tenía alguien como yo.
- Jack Wintersnow
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Re: Calles
Entre tumbos y tambaleándome, andaba por las calles cual vagabundo. Estaba mareado por el cansancio y la pérdida de sangre. Las botellas de Bella consiguieron salvarme la vida, aunque no quitarme la sed. Nada más salir de la iglesia, ya podía oler su humanidad. La misma que tuve y atraía antes a los vampiros. Ahora también los atraía, pero de diferente forma; del mismo modo que me convertía en perseguidor, en vez de perseguido. Lo sentía por la chica que esta noche caería inevitablemente. No lo haría si no fuera por estricto deber y necesidad. Me abrasaba la garganta, y a medida que me acercaba, más se intensificaba. Incluso impedía que pudiera hablar. Tal vez debí haberme quedado con Marcus y Bella encerrado y calmándome de otro modo. En cambio, la tortura de su sangre seguía rodeándome y agobiando mis sentidos. Necesitaba... Necesitaba...
La necesitaba a ella.
De repente, aquel brillo carmesí se posó en su espalda, cual depredador. Un paso, dos, tres. Al acecho, estiré el brazo y puse la mano en su hombro. Justo delante, se encontraba otro hombre para hacerla compañía. Estaba asfixiado de la sed, apenas podía respirar. Pareciere que recién hubiera terminado una maratón y terminara en este mismo instante. Miré a la chica y continué con el otro individuo. El terror, el dolor, el sufrimiento, podían verse en sus ojos violáceos, apagados como los del chico. Sin embargo, el joven albergaba la sed, la destrucción, el dolor, el asesinato en el intenso color rojo de sus ojos. La abracé por detrás, sujetándome con su propio cuerpo. No podía más. No podía más. Tampoco podía evitar sentirme atraído por su sangre y su corazón hecho pedazos.
Una capa dorada se formó alrededor de cada milímetro del neófito y se empezó a traspasar a la mujer. El aura, comenzó a alimentarse de su malestar y también de su propia salud, robándole todo tipo de fuerza y energía. En pocas palabras, estaba comiéndola por dentro. Era la primera vez que se producía aquello y no entendía bien la forma de actuar. Tampoco le di demasiadas vueltas, pues sólo había venido para una cosa: su sangre. Me incliné un poco más, sin apartar los ojos del acompañante. Sintiéndolo mucho, la necesitaba para sobrevivir. La respiración se hacía cada vez más fuerte, más sufrida y ajetreada. Temblaban incluso sus brazos y su mandíbula. Sus ojos contenían las lágrimas de la pena que llevaba el neófito, al igual que la humana.
Y sin que nadie más viera, se llevó a cabo. Sacó a relucir los colmillos de su boca y se acercó lentamente a su cuello para morder sin contenerse. Fue una mordida salvaje y animal inevitablemente. Pero, desde luego, al probar su sangre, hubo un descanso en su pesar.
La necesitaba a ella.
De repente, aquel brillo carmesí se posó en su espalda, cual depredador. Un paso, dos, tres. Al acecho, estiré el brazo y puse la mano en su hombro. Justo delante, se encontraba otro hombre para hacerla compañía. Estaba asfixiado de la sed, apenas podía respirar. Pareciere que recién hubiera terminado una maratón y terminara en este mismo instante. Miré a la chica y continué con el otro individuo. El terror, el dolor, el sufrimiento, podían verse en sus ojos violáceos, apagados como los del chico. Sin embargo, el joven albergaba la sed, la destrucción, el dolor, el asesinato en el intenso color rojo de sus ojos. La abracé por detrás, sujetándome con su propio cuerpo. No podía más. No podía más. Tampoco podía evitar sentirme atraído por su sangre y su corazón hecho pedazos.
Una capa dorada se formó alrededor de cada milímetro del neófito y se empezó a traspasar a la mujer. El aura, comenzó a alimentarse de su malestar y también de su propia salud, robándole todo tipo de fuerza y energía. En pocas palabras, estaba comiéndola por dentro. Era la primera vez que se producía aquello y no entendía bien la forma de actuar. Tampoco le di demasiadas vueltas, pues sólo había venido para una cosa: su sangre. Me incliné un poco más, sin apartar los ojos del acompañante. Sintiéndolo mucho, la necesitaba para sobrevivir. La respiración se hacía cada vez más fuerte, más sufrida y ajetreada. Temblaban incluso sus brazos y su mandíbula. Sus ojos contenían las lágrimas de la pena que llevaba el neófito, al igual que la humana.
Y sin que nadie más viera, se llevó a cabo. Sacó a relucir los colmillos de su boca y se acercó lentamente a su cuello para morder sin contenerse. Fue una mordida salvaje y animal inevitablemente. Pero, desde luego, al probar su sangre, hubo un descanso en su pesar.
- Ziel A. Carphatia
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Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Calles
Antes de que mis preguntas pudieran ser respondidas una presencia más apareció. Se trataba de una presencia ambigua, cansada, pero poderosa, un vampiro. Mi expresión cambió instantáneamente: paso de la tristeza a la alerta en cuestión de instantes. Abrí intensamente mis ojos y apreté la mandíbula fuertemente, enseñando sin quererlo mis colmillos ¿Cómo demonios se había acercado ese chico sin que lo hubiera detectado?, normalmente ese era mi fuerte. Maldita sea, no podría fingir durante mucho más tiempo, mi aire de inocencia se borró en ese mismo instante, ya habría tiempo para explicaciones más tarde. Fui a agarrar la empuñadura de mi arma... pero no estaba, maldita sea, había dejado las armas en casa y evidentemente para ir a ver a Nokku no las necesitaba "Mierda, no tengo armas, que estúpido" Me estaba poniendo nervioso, muy nervioso, nerviosismo... No, realmente no, era solo lo que quería aparentar, la verdad era que hacía tiempo que no me encontraba tan tranquilo. En situaciones de ese tipo era cuando había que mantener la calma.
Deje que aquel pequeño ser se confiara y dejara de prestarme atención, porque, de todos modos ¿Qué reto le podría plantear un humano débil y tonto?
Vi como aquel chico hacía algo extraño, envolviendo a aquella chica en un extraño manto. Sentí como el aura de esta empezaba a venirse abajo y una sensación que hacía tiempo que no sentía recorrió mi columna vertebral. Era lo mismo que cuando se llevaron a Nokku en el mercado hacía más de 15 años. Era pánico en realidad, pero esta vez podía controlarlo... ¿O no? ¿Por qué sentía esa preocupación por alguien que ni conocía? Mi pulso se aceleró, mi cerebro comenzó a trabajar por encima de su capacidad normal y mis sentidos se agudizaron a la vez que mis iris se volvían de un color ámbar intenso. Imposible. Lo estaba liberando demasiado pronto, si aquella chica significara para mi lo mismo que mi hermano si que sería capaz de hacerlo, pero ahora ¿Por qué? "Idiota, aprende a ver lo que miras" Me dije a mi mismo al tiempo que me daba cuenta, la respuesta a mis preguntas. Ese aura.... se sentía prácticamente como la de Nokku y para mi subconsciente.... simplemente no podía dejar que ese vampiro probara siquiera aquella sangre, si lo hacía algo malo pasaría, algo muy malo. No podía explicar bien porque, pero la sangre de esa muchacha no era algo que se pudiera ingerir por un vampiro despreocupado sin más.
Dí un único y potente paso al mismo tiempo que extendía mi mano, con la palma abierta, hacia ese vampiro a una velocidad que me sorprendió hasta a mi mismo. En el instante en el que sus afilados colmillitos empezaron a rasgar la piel de la chica mi mano lo alcanzó. Lo agarré fuertemente de la frente y con un gruñido, al tiempo que daba otro paso hacia delante, lo eche hacia atrás, sin soltarlo, apretando su cabeza con mi mano cada vez más fuerte.
Lo miré calmado y sonreí de lado mientras mis ojos mostraban una tranquilidad anormal, parecía incluso feliz. Deslicé la lengua por mi labio inferior mientras miraba hacia la muchacha por un momento, como molesto por los resultados y de nuevo miré al vampiro.
¿Qué crees que haces?...
Pronuncié simplemente esforzándome en vocalizar cada silaba de forma lenta, clara y precisa. El poder corría por mis venas, debía de haberse ocultado en cuanto agarrara a ese chico pero mis iris seguían brillando con un precioso color ámbar mientras ocurría todo aquello. Yo era más poderoso que Nokku, o por lo menos la bestia que habían encerrado en mi lo era, pero en realidad era como más débil que él porque casi nunca podía utilizar mis habilidades de forma natural, se podría decir que si me hubiera descontrolado como solía hacer mi hermano seguramente hubieran salido mal heridos tanto la chica como el vampiro. Ese era el nuevo presidente de la asociación, y venía para quedarse, venía para acabar con las amenazas que asolaban ese pueblo y en mi presencia ningún vampiro haría de las suyas como si nada.
Deje que aquel pequeño ser se confiara y dejara de prestarme atención, porque, de todos modos ¿Qué reto le podría plantear un humano débil y tonto?
Vi como aquel chico hacía algo extraño, envolviendo a aquella chica en un extraño manto. Sentí como el aura de esta empezaba a venirse abajo y una sensación que hacía tiempo que no sentía recorrió mi columna vertebral. Era lo mismo que cuando se llevaron a Nokku en el mercado hacía más de 15 años. Era pánico en realidad, pero esta vez podía controlarlo... ¿O no? ¿Por qué sentía esa preocupación por alguien que ni conocía? Mi pulso se aceleró, mi cerebro comenzó a trabajar por encima de su capacidad normal y mis sentidos se agudizaron a la vez que mis iris se volvían de un color ámbar intenso. Imposible. Lo estaba liberando demasiado pronto, si aquella chica significara para mi lo mismo que mi hermano si que sería capaz de hacerlo, pero ahora ¿Por qué? "Idiota, aprende a ver lo que miras" Me dije a mi mismo al tiempo que me daba cuenta, la respuesta a mis preguntas. Ese aura.... se sentía prácticamente como la de Nokku y para mi subconsciente.... simplemente no podía dejar que ese vampiro probara siquiera aquella sangre, si lo hacía algo malo pasaría, algo muy malo. No podía explicar bien porque, pero la sangre de esa muchacha no era algo que se pudiera ingerir por un vampiro despreocupado sin más.
Dí un único y potente paso al mismo tiempo que extendía mi mano, con la palma abierta, hacia ese vampiro a una velocidad que me sorprendió hasta a mi mismo. En el instante en el que sus afilados colmillitos empezaron a rasgar la piel de la chica mi mano lo alcanzó. Lo agarré fuertemente de la frente y con un gruñido, al tiempo que daba otro paso hacia delante, lo eche hacia atrás, sin soltarlo, apretando su cabeza con mi mano cada vez más fuerte.
Lo miré calmado y sonreí de lado mientras mis ojos mostraban una tranquilidad anormal, parecía incluso feliz. Deslicé la lengua por mi labio inferior mientras miraba hacia la muchacha por un momento, como molesto por los resultados y de nuevo miré al vampiro.
¿Qué crees que haces?...
Pronuncié simplemente esforzándome en vocalizar cada silaba de forma lenta, clara y precisa. El poder corría por mis venas, debía de haberse ocultado en cuanto agarrara a ese chico pero mis iris seguían brillando con un precioso color ámbar mientras ocurría todo aquello. Yo era más poderoso que Nokku, o por lo menos la bestia que habían encerrado en mi lo era, pero en realidad era como más débil que él porque casi nunca podía utilizar mis habilidades de forma natural, se podría decir que si me hubiera descontrolado como solía hacer mi hermano seguramente hubieran salido mal heridos tanto la chica como el vampiro. Ese era el nuevo presidente de la asociación, y venía para quedarse, venía para acabar con las amenazas que asolaban ese pueblo y en mi presencia ningún vampiro haría de las suyas como si nada.
- Jack Wintersnow
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Re: Calles
Ya habia salido de la enfermeria de la asociacion, me habian vuelto a coser el estomago y me habian bloqueado el brazo izquierdo para que mi hombro se curara, razon por la que ahora estaba de baja por una semana minimo.
Aburrida sali a dar un paseo por las calles en busca de algo interesante para entretenerme cuando me encontre a Ziel haciendo de las suyas, pero cuando iba en su busca un chico, lo paro, por su rapida reaccion, era cazador seguro.
Suspire y me acerque a ellos con una mano en mis pantalones cortos, anchos y rotos. Aun era la unica que sabia que ese mocoso se habia convertido en un vampiro, Kai lo desconocia, asi que mientras tanto, seria yo la que evitaria que lo mataran.
- Mocoso, Bella no te explico que eso no debes hacerlo?, debes tomarte las pastillas, no comer personas, lo pillas?- le dije con borderias como normalmente lo trataba, fue entonces cuando me percate que la presa era Fraiah, la mire seria, su aura no era muy diferente al mio
Aburrida sali a dar un paseo por las calles en busca de algo interesante para entretenerme cuando me encontre a Ziel haciendo de las suyas, pero cuando iba en su busca un chico, lo paro, por su rapida reaccion, era cazador seguro.
Suspire y me acerque a ellos con una mano en mis pantalones cortos, anchos y rotos. Aun era la unica que sabia que ese mocoso se habia convertido en un vampiro, Kai lo desconocia, asi que mientras tanto, seria yo la que evitaria que lo mataran.
- Mocoso, Bella no te explico que eso no debes hacerlo?, debes tomarte las pastillas, no comer personas, lo pillas?- le dije con borderias como normalmente lo trataba, fue entonces cuando me percate que la presa era Fraiah, la mire seria, su aura no era muy diferente al mio
- Kasha Oskan
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Re: Calles
Fraiah continuaba andando. Debía llegar a la cafetería cuanto antes. Miró el reloj de su móvil y se percató que era ya hora de estar allí. La reunión se había pactado para las siete de la tarde y ella aún daba vueltas por allí. Caminaba lento, sí, muy lento, pero debería quitarse ya las cosas malas de la cabeza y poner los pies sobre la tierra. ¿No era lo que quería, acaso, distraerse? ¡Entonces que lo haga! No era algo tan complicado... ¿O si?
Sí. Sí lo era para alguien que acababa de perder lo que más amaba.
Un suspiró se escapó de sus labios y fue cuando una figura se presentó ante ella. La chica entrecerró los ojos, pues el sol del atardecer estaba dándole en el rostro y no podía divisar a aquel hombre con claridad. Él comenzó a hacerle unas preguntas. Fraiah, confundida, intentaba formular una respuesta coherente en su mente. No tenía ganas de ser amable y mucho menos sociable, pero como había pensado momentos antes, la vida continúa. Debía seguir siendo ella, costara lo que costara. ¿No es así? Fraiah, entonces, abrió sus labios para hablar. Iba a decirle que ahora mismo ella iba hacia allí y que podía guiarlo. Incluso iba a permitir que de sus labios escapasen palabras tan malditas como "este no es un pueblo para torpes". Todo eso hubiera querido decir, claro, si no fuera porque el frío abrasador la aprisionó entre sus brazos.
Fraiah había sentido una presencia detrás suyo, pero no le había dado demasiada importancia. Sus sentidos ya no eran igual de agudos que los de un vampiro y si le sumaba a eso todo lo que estaba atravesando, realmente su mente no se encontraba estable como para estar alerta. ¿Qué le importaba a ella si moría hoy o moría mañana? Absolutamente nada. Pero, nunca hubiera creído que la Muerte hubiera querido darle una advertencia en ese mismísimo momento.
Aquel vampiro, el mismo que la había ayudado momentos atrás, la había abrazado con fuerza por detrás. Fraiah abrió los ojos de repente, sorprendida y asustada. Hubiera pensado que era cualquier conocido que quería saludarla, pero no... Aquello no podía ser un saludo amigable de ninguna manera. De un momento a otro, comenzó a sentirse mareada y debilitada. Incluso le estaba costando respirar. Sus rodillas amenazaron con fallar y provocar que cayera al suelo, pero aquel joven vampiro se encargó de que eso no sucediera. El cuerpo de Fraiah tenía intenciones de defenderse, como si inconscientemente quisiera hacer algo, pero no lograba efectuar ni un solo movimiento. Y, entonces, los sintió. Fríos colmillos rasgando su piel. Millones de recuerdos vinieron a su mente. Había sólo dos vampiros que la habían mordido: Sebastian y Adam. Ambos recuerdos comenzaron a entremezclarse en el baúl olvidado de su memoria. Fraiah comenzó a removerse con lo poco que tenía, pero acabó por dejar de ejercer fuerza alguna. Cualquier intento, era en vano.
¿Por qué luchar? ¿Acaso ese vampiro no te está dando lo que querías?
Su mente traicionera se mezcló con su angustia para persuadirla y convencerla. Pudo sentir cómo un fino hilo de sangre comenzaba a recorrer la base de su cuello y se confundía con las mangas de su vestido azul. Pero, cuando todo podría haber terminado en otra tragedia, aquel muchacho que se había presentado ante ella para saciar sus dudas, detuvo la masacre. Fraiah no sabe cómo sucedió ni en qué momento, pero alejó al vampiro con determinación y fuerza. La chica cayó al suelo de rodillas y sujetó con una mano la reciente y leve herida. ¿Qué hubiera pasado si él...?
Cerró los ojos. Cerró los ojos y las lágrimas cayeron.
Todo estaba ocurriendo muy rápido a su alrededor, al igual que hace dos noches. Fraiah se llevó la mano libre al rostro y se percató de su llanto inexplicable y del temblor de su cuerpo. ¿Qué le había hecho aquel chico? Miró la mano que había posado sobre su cuello y observó los pequeños rastros de sangre. Apenas giró un poco la cabeza para ver, y entonces quedó paralizada al divisar de quién se trataba.
- Tú... -susurró de forma imperceptible, de modo que solo el vampiro pudiera oirla. Clavó sus ojos en él. ¿Por qué había querido atacarla de aquel modo? Él mismo había aliviado su dolor y le había permitido obtener fuerzas de nuevo. Entonces, ¿por qué hacía aquello? Fraiah estaba confundida y un millón de cosas atravesaban su mente. Se llevó ambas manos a la cabeza. Quería que se callen. Quería que todos esos pensamientos, todas esas voces, todas esas sonrisas y llantos, se callaran de una buena vez. Apretó los ojos, cerrándolos, y en ese momento oyó la voz de alguien que, a diferencia de los otros dos, era muy conocida para ella.
- Kasha -murmuró, abriendo los ojos y alzando la vista. Volvió a mirar a su alrededor y ahora sí que se encontraba el triple de confundida. Pero, casi de manera instantánea, miró su reloj. ¡La entrevista! Fraiah quiso ponerse de pie y se tambaleó. Era tal el ensimismamiento que tenía con el mundo que, aunque reconociera a las personas, aunque supiera las circunstancias y lo que atravesaba cada uno de sus sentimientos, ella seguía adelante como si en el fondo nada hubiera ocurrido. Y se hubiera ido de allí sin hablar con nadie más, si no fuera porque se sentía muy débil de repente y tuvo que recostar su espalda en un árbol de la acera. Fraiah había llegado al límite tanto mental como físico. Ya se encontraba en aquel punto donde la negación se convertía en el punto más fuerte de su ser. Asimilaba las cosas pero por encima, pues en verdad no caía en la cuenta de todo lo que estaba ocurriendo; es más, en este momento no caía, siquiera, en la cuenta de que Nokku Damaru había muerto.
Sí. Sí lo era para alguien que acababa de perder lo que más amaba.
Un suspiró se escapó de sus labios y fue cuando una figura se presentó ante ella. La chica entrecerró los ojos, pues el sol del atardecer estaba dándole en el rostro y no podía divisar a aquel hombre con claridad. Él comenzó a hacerle unas preguntas. Fraiah, confundida, intentaba formular una respuesta coherente en su mente. No tenía ganas de ser amable y mucho menos sociable, pero como había pensado momentos antes, la vida continúa. Debía seguir siendo ella, costara lo que costara. ¿No es así? Fraiah, entonces, abrió sus labios para hablar. Iba a decirle que ahora mismo ella iba hacia allí y que podía guiarlo. Incluso iba a permitir que de sus labios escapasen palabras tan malditas como "este no es un pueblo para torpes". Todo eso hubiera querido decir, claro, si no fuera porque el frío abrasador la aprisionó entre sus brazos.
Fraiah había sentido una presencia detrás suyo, pero no le había dado demasiada importancia. Sus sentidos ya no eran igual de agudos que los de un vampiro y si le sumaba a eso todo lo que estaba atravesando, realmente su mente no se encontraba estable como para estar alerta. ¿Qué le importaba a ella si moría hoy o moría mañana? Absolutamente nada. Pero, nunca hubiera creído que la Muerte hubiera querido darle una advertencia en ese mismísimo momento.
Aquel vampiro, el mismo que la había ayudado momentos atrás, la había abrazado con fuerza por detrás. Fraiah abrió los ojos de repente, sorprendida y asustada. Hubiera pensado que era cualquier conocido que quería saludarla, pero no... Aquello no podía ser un saludo amigable de ninguna manera. De un momento a otro, comenzó a sentirse mareada y debilitada. Incluso le estaba costando respirar. Sus rodillas amenazaron con fallar y provocar que cayera al suelo, pero aquel joven vampiro se encargó de que eso no sucediera. El cuerpo de Fraiah tenía intenciones de defenderse, como si inconscientemente quisiera hacer algo, pero no lograba efectuar ni un solo movimiento. Y, entonces, los sintió. Fríos colmillos rasgando su piel. Millones de recuerdos vinieron a su mente. Había sólo dos vampiros que la habían mordido: Sebastian y Adam. Ambos recuerdos comenzaron a entremezclarse en el baúl olvidado de su memoria. Fraiah comenzó a removerse con lo poco que tenía, pero acabó por dejar de ejercer fuerza alguna. Cualquier intento, era en vano.
¿Por qué luchar? ¿Acaso ese vampiro no te está dando lo que querías?
Su mente traicionera se mezcló con su angustia para persuadirla y convencerla. Pudo sentir cómo un fino hilo de sangre comenzaba a recorrer la base de su cuello y se confundía con las mangas de su vestido azul. Pero, cuando todo podría haber terminado en otra tragedia, aquel muchacho que se había presentado ante ella para saciar sus dudas, detuvo la masacre. Fraiah no sabe cómo sucedió ni en qué momento, pero alejó al vampiro con determinación y fuerza. La chica cayó al suelo de rodillas y sujetó con una mano la reciente y leve herida. ¿Qué hubiera pasado si él...?
Cerró los ojos. Cerró los ojos y las lágrimas cayeron.
Todo estaba ocurriendo muy rápido a su alrededor, al igual que hace dos noches. Fraiah se llevó la mano libre al rostro y se percató de su llanto inexplicable y del temblor de su cuerpo. ¿Qué le había hecho aquel chico? Miró la mano que había posado sobre su cuello y observó los pequeños rastros de sangre. Apenas giró un poco la cabeza para ver, y entonces quedó paralizada al divisar de quién se trataba.
- Tú... -susurró de forma imperceptible, de modo que solo el vampiro pudiera oirla. Clavó sus ojos en él. ¿Por qué había querido atacarla de aquel modo? Él mismo había aliviado su dolor y le había permitido obtener fuerzas de nuevo. Entonces, ¿por qué hacía aquello? Fraiah estaba confundida y un millón de cosas atravesaban su mente. Se llevó ambas manos a la cabeza. Quería que se callen. Quería que todos esos pensamientos, todas esas voces, todas esas sonrisas y llantos, se callaran de una buena vez. Apretó los ojos, cerrándolos, y en ese momento oyó la voz de alguien que, a diferencia de los otros dos, era muy conocida para ella.
- Kasha -murmuró, abriendo los ojos y alzando la vista. Volvió a mirar a su alrededor y ahora sí que se encontraba el triple de confundida. Pero, casi de manera instantánea, miró su reloj. ¡La entrevista! Fraiah quiso ponerse de pie y se tambaleó. Era tal el ensimismamiento que tenía con el mundo que, aunque reconociera a las personas, aunque supiera las circunstancias y lo que atravesaba cada uno de sus sentimientos, ella seguía adelante como si en el fondo nada hubiera ocurrido. Y se hubiera ido de allí sin hablar con nadie más, si no fuera porque se sentía muy débil de repente y tuvo que recostar su espalda en un árbol de la acera. Fraiah había llegado al límite tanto mental como físico. Ya se encontraba en aquel punto donde la negación se convertía en el punto más fuerte de su ser. Asimilaba las cosas pero por encima, pues en verdad no caía en la cuenta de todo lo que estaba ocurriendo; es más, en este momento no caía, siquiera, en la cuenta de que Nokku Damaru había muerto.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Calles
El manjar llegó hasta mi colmillos y seguidamente me llenó la boca de pasión, del más puro y placentero deseo. Cerré los ojos y me dejé llevar lentamente por esta sensación tan agradable que me tranquiliba levemente. El temblor de la mandíbula se disipó, al igual que el de los brazos. Empezaba a relajarme y abandonar la desgarradora tensión que tenía dentro del cuerpo. Los colmillos se relajaron suavemente, dejando que simplemente llegara y me llenara de nuevo la boca. Me sentía incluso, hasta más liviano. Fue la misma sensación cuando probé por primera vez la sangre de Marcus. Aquella sensación de cansancio que parecía combatir contra la pesadez física y se transformaba en algo sencillamente agradable.
Sin embargo, todo Paraíso tiene puertas y reglas que cumplir. Y estaba prohibido para nosotros morder humanos. Sentí el aura del otro individuo, pero ni siquiera quise prestarle atención de primeras. Aunque finalmente consiguió motivos para prestarle y dedicarle unos segundos de mi tiempo. Su mano se clavaba sobre la frente, sujetando mi cabeza con fuerza posesiva. Lo miré a los ojos, clavando la inmensidad negra de pupila sedienta que tenía tal seductor ojo rojo. Se observaba perfectamente la pena surcando mis ojos, los cuales parecían no querer parar de llorar y que habían agotado toda el agua de sus ojos originalmente azules. Aún se veían los rastros de lágrimas de apenas nada. Hacía tanto que no los tenía de ese color... En cambio, no buscaba mirarle para que se apiadara de mí o para enfurecerlo más en su caso. Apenas me importaba que hiciera aquello, pero no negaría que hiciera daño. Que provocara daño. Otra vez. Otra vez se repetía. El Dolor se apoderaba de nuevo de la vida del neófito. Primero, la humana se había retirado. El aura se había roto con la distancia, permaneciendo únicamente sobre mi cuerpo. ¿Pensaba que era su ángel de la guarda? Lo siento, pero esta vez tendrás que esperar mucho más. Ha pasado tiempo desde que dejer de pertenecer a esa clase celestial de seres. A veces rememoraba la nobleza y valentía, las ganas de vivir que sobraban normalmente; y la capacidad que tenía ahora. Inútil. Caído. Lo segundo en la lista, porque de nuevo estaba siendo manipulado y maltratado.
¿Alguna vez sería suficiente?
Bajé la cabeza, ajeno completamente del mundo, y observé la palma de las manos. Sí, quizá pudiera dejarle inconsciente con tan sólo tocarlo, consumirle lentamente por dentro y crear sus más horribles pesadillas. Pero, ¿qué sentido tenía? ¿Quien aseguraba que no hubiera más personas esperando por mí? ¿Quien decía que después de despertar iba a matarme? Levanté la cabeza de nuevo y volví a mirarlo a los ojos.
"¿Va a llevarme de nuevo?" Pregunté mentalmente dentro del cazador, ignorando la pregunta del mismo. Él era de Ellos. Él también sería de los que reirían y pronunciaría mi nombre miles de veces para torturarme. Podía oler perfectamente y diferenciar un "algo" que tenían todos los cazadores. Quizá el hecho de sentirme repelido por el metal madre de sus armas. Sin embargo, lo que ahora mismo más me preocupaba era volver a ser raptado, volver a ser encerrado, maltratado, manipulado, vendido como un trapo. "No se lo digas a ninguno... Por... favor" Susurré del mismo modo que antes, dentro de su mente y cerrando los ojos exteriormente. No quería que Bella y Marcus supieran de esto. No quería que fuera objeto de intercambio para conseguir a alguno de los dos, sobre todo, al segundo. No quería que siguieran pasando por lo mismo una y otra vez. Debían dejar de buscarme y las penas se irían de ellos. Dejarían de llorar, de preocuparse, de que esa sensación de opresión les cerrara el corazón. Anhelaba su felicidad y la única forma que veía de conseguirla era haciéndome a un lado y parándome en el empedrado camino.
Eché la cabeza hacia atrás, doblando un poco las rodillas hacia delante. ¿Tenía sentido angustiarse por esto? Ya sabía que Ellos iban a regresar por mí hasta que esa cuenta fuera saldada. Hasta entonces, quedaba mucho.
Todavía era humano cuando conocí a Nokku, así que no pude reconocer su aura; sólo detectarla. Y exactamente lo mismo me daba, que me daba lo mismo. Suponiendo que me matara, ¿acaso tenía ganas de seguir con esto? ¿Acaso la humana no entendía lo que se pasaba por mi cabeza? La cabeza giró dejadamente hacia un lado, permitiendo que el cabello tapara el semblante abstracto. Mi rostro se dirigía hacia ella, la única que podía calmar mi sed por el momento. La única sangre que deseaba en este instante.
Por supuesto que yo no había visto morir a ninguno de mis seres queridos. Por supuesto que no sabía lo que era eso. No obstante, ¿no era lo mismo que irles perdiendo poco a poco? ¿No era lo mismo ir consumiéndote poco a poco, que hacerlo de un solo golpe? ¿Sentía ella también lo que era esta angustia?
Escuché de repente la voz de alguien conocido a mis espaldas, entre el dolor de cabeza que comenzaba a declararse por el agarre. Los cables que sujetaban la marioneta no se movieron ni un ápice. El neófito tampoco lo hizo. ¿Para qué? ¿Quería ver mi rostro antes de morir y jactarse de ello? Bien, Kasha, esta es tu oportunidad. "¿Bella no te explico que eso no debes hacerlo?" Amagué una sonrisa pero se deshizo antes de formarse. Claro que me lo había dicho. Marcus también. Ciertamente no se equivocaba. Aunque, ¿de qué sirvió? Perdí las formas de nuevo porque no podía controlar mis instintos. No tenía la misma fuerza, ni el mismo autocontrol que ellos. Para ambos era muy fácil, pues siempre tuvieron esta esencia inmortal. En cambio, ¿cómo esperaban que lo hiciera por mí mismo en apenas una semana? A diferencia de Marcus y Bella, yo era un débil. Seguramente ellos habrían dejado muerto al cazador antes de que pudiera formular la siguiente pregunta. Yo no podía hacerlo. Lo único, acabar sus fuerzas y dejarle inconsciente en un sólo movimiento. Y ya está. Volvería a despertarse y entonces no tendría tanta compasión con un vampiro.
Pero al mirar de nuevos esos ojos violáceos, quería agotar su sufrimiento y darle lo que a mí no podían ofrecerme tan fácilmente.
Puse la mano sobre el brazo de mi contrincante. El brillo dorado se espacía por mi propia extremidad, siguiendo su trayectoria, hasta que comenzó a atacar ferozmente al aura del propietario enemigo. Era imperceptible para el ojo, pero ambos podíamos sentirlo. El quemazón, la angustia del otro que trataba de apodararse del otro. Y en cuanto pude, de un fuerte golpe, conseguía aflojar su mano y retroceder rápidamente. La cabeza seguía baja, aunque mirando al objetivo. En el aire continuaba el olor de su sangre y estaba perturbándome constantemente, perdiéndome cada vez más. Apenas lo pensé. Me lancé contra el cazador, con la intención de atacarlo. Antes de nada, debería quitar el estorbo del medio. Y más le valía a Kasha mantenerse alejada del asunto, o no respondería de mí. Esta vez iba a tomar su sangre un poco más y después levantar la bandera blanca.
Justo cuando ambos íbamos a hacer colisión, lo pensé mejor. Me agaché y pasé irremediablemente por debajo de su brazo, marchando de nuevo hacia Fraiah. Una vez delante, la sombra que proyectaba era amenazante y destructiva, del mismo modo que antes. La boca manchada de sangre, los ojos refulgentes del mismo color. Pero todo cambió en un instante. Caí de rodillas y me dejé vencer sobre ella. Ni siquiera la abracé, eso lo dejaba para que ella optara por hacerlo. El brillo dorado volvía a rodearla. Esta vez todo era más diferente de la otra vez. La respiración fuerte y angustiante continuaba, la desesperación por tomar su sangre también. En cambio, era más conocedor que nadie de los límites de un humano. Y si ella era la única que ahora calmaba mi angustia y esta congoja que no me permitía hablar, haría por ella lo inimaginable, como si fuera la misma Bella o el propio Marcus. Empezó así a trasportarse la calidez que Fraiah había sentido anteriormente con el ave que se introdujo sobre su pecho, calmando su angustia; absorbiéndola y aumentando la mía. Todo lo suyo era mío ahora.
Lamí su herida, quitando el rastro de sangre. E, inmediatamente la incisión desapareció del cuello de la humana, apareciendo sobre la del neófito. Cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre el hombro de la mujer, sin importarme si el cazador volvía. A mí lo único que se me pasaba por la cabeza eran Marcus y Bella, su estado, su preocupación, su ira, su impotencia, su dolor, su alegría, sus lágrimas. Absolutamente todo. Y, de todas formas, ¿qué iba a hacer un cazador que no hubiera experimentado ya?
Sin embargo, todo Paraíso tiene puertas y reglas que cumplir. Y estaba prohibido para nosotros morder humanos. Sentí el aura del otro individuo, pero ni siquiera quise prestarle atención de primeras. Aunque finalmente consiguió motivos para prestarle y dedicarle unos segundos de mi tiempo. Su mano se clavaba sobre la frente, sujetando mi cabeza con fuerza posesiva. Lo miré a los ojos, clavando la inmensidad negra de pupila sedienta que tenía tal seductor ojo rojo. Se observaba perfectamente la pena surcando mis ojos, los cuales parecían no querer parar de llorar y que habían agotado toda el agua de sus ojos originalmente azules. Aún se veían los rastros de lágrimas de apenas nada. Hacía tanto que no los tenía de ese color... En cambio, no buscaba mirarle para que se apiadara de mí o para enfurecerlo más en su caso. Apenas me importaba que hiciera aquello, pero no negaría que hiciera daño. Que provocara daño. Otra vez. Otra vez se repetía. El Dolor se apoderaba de nuevo de la vida del neófito. Primero, la humana se había retirado. El aura se había roto con la distancia, permaneciendo únicamente sobre mi cuerpo. ¿Pensaba que era su ángel de la guarda? Lo siento, pero esta vez tendrás que esperar mucho más. Ha pasado tiempo desde que dejer de pertenecer a esa clase celestial de seres. A veces rememoraba la nobleza y valentía, las ganas de vivir que sobraban normalmente; y la capacidad que tenía ahora. Inútil. Caído. Lo segundo en la lista, porque de nuevo estaba siendo manipulado y maltratado.
¿Alguna vez sería suficiente?
Bajé la cabeza, ajeno completamente del mundo, y observé la palma de las manos. Sí, quizá pudiera dejarle inconsciente con tan sólo tocarlo, consumirle lentamente por dentro y crear sus más horribles pesadillas. Pero, ¿qué sentido tenía? ¿Quien aseguraba que no hubiera más personas esperando por mí? ¿Quien decía que después de despertar iba a matarme? Levanté la cabeza de nuevo y volví a mirarlo a los ojos.
"¿Va a llevarme de nuevo?" Pregunté mentalmente dentro del cazador, ignorando la pregunta del mismo. Él era de Ellos. Él también sería de los que reirían y pronunciaría mi nombre miles de veces para torturarme. Podía oler perfectamente y diferenciar un "algo" que tenían todos los cazadores. Quizá el hecho de sentirme repelido por el metal madre de sus armas. Sin embargo, lo que ahora mismo más me preocupaba era volver a ser raptado, volver a ser encerrado, maltratado, manipulado, vendido como un trapo. "No se lo digas a ninguno... Por... favor" Susurré del mismo modo que antes, dentro de su mente y cerrando los ojos exteriormente. No quería que Bella y Marcus supieran de esto. No quería que fuera objeto de intercambio para conseguir a alguno de los dos, sobre todo, al segundo. No quería que siguieran pasando por lo mismo una y otra vez. Debían dejar de buscarme y las penas se irían de ellos. Dejarían de llorar, de preocuparse, de que esa sensación de opresión les cerrara el corazón. Anhelaba su felicidad y la única forma que veía de conseguirla era haciéndome a un lado y parándome en el empedrado camino.
Eché la cabeza hacia atrás, doblando un poco las rodillas hacia delante. ¿Tenía sentido angustiarse por esto? Ya sabía que Ellos iban a regresar por mí hasta que esa cuenta fuera saldada. Hasta entonces, quedaba mucho.
Todavía era humano cuando conocí a Nokku, así que no pude reconocer su aura; sólo detectarla. Y exactamente lo mismo me daba, que me daba lo mismo. Suponiendo que me matara, ¿acaso tenía ganas de seguir con esto? ¿Acaso la humana no entendía lo que se pasaba por mi cabeza? La cabeza giró dejadamente hacia un lado, permitiendo que el cabello tapara el semblante abstracto. Mi rostro se dirigía hacia ella, la única que podía calmar mi sed por el momento. La única sangre que deseaba en este instante.
Por supuesto que yo no había visto morir a ninguno de mis seres queridos. Por supuesto que no sabía lo que era eso. No obstante, ¿no era lo mismo que irles perdiendo poco a poco? ¿No era lo mismo ir consumiéndote poco a poco, que hacerlo de un solo golpe? ¿Sentía ella también lo que era esta angustia?
Escuché de repente la voz de alguien conocido a mis espaldas, entre el dolor de cabeza que comenzaba a declararse por el agarre. Los cables que sujetaban la marioneta no se movieron ni un ápice. El neófito tampoco lo hizo. ¿Para qué? ¿Quería ver mi rostro antes de morir y jactarse de ello? Bien, Kasha, esta es tu oportunidad. "¿Bella no te explico que eso no debes hacerlo?" Amagué una sonrisa pero se deshizo antes de formarse. Claro que me lo había dicho. Marcus también. Ciertamente no se equivocaba. Aunque, ¿de qué sirvió? Perdí las formas de nuevo porque no podía controlar mis instintos. No tenía la misma fuerza, ni el mismo autocontrol que ellos. Para ambos era muy fácil, pues siempre tuvieron esta esencia inmortal. En cambio, ¿cómo esperaban que lo hiciera por mí mismo en apenas una semana? A diferencia de Marcus y Bella, yo era un débil. Seguramente ellos habrían dejado muerto al cazador antes de que pudiera formular la siguiente pregunta. Yo no podía hacerlo. Lo único, acabar sus fuerzas y dejarle inconsciente en un sólo movimiento. Y ya está. Volvería a despertarse y entonces no tendría tanta compasión con un vampiro.
Pero al mirar de nuevos esos ojos violáceos, quería agotar su sufrimiento y darle lo que a mí no podían ofrecerme tan fácilmente.
Puse la mano sobre el brazo de mi contrincante. El brillo dorado se espacía por mi propia extremidad, siguiendo su trayectoria, hasta que comenzó a atacar ferozmente al aura del propietario enemigo. Era imperceptible para el ojo, pero ambos podíamos sentirlo. El quemazón, la angustia del otro que trataba de apodararse del otro. Y en cuanto pude, de un fuerte golpe, conseguía aflojar su mano y retroceder rápidamente. La cabeza seguía baja, aunque mirando al objetivo. En el aire continuaba el olor de su sangre y estaba perturbándome constantemente, perdiéndome cada vez más. Apenas lo pensé. Me lancé contra el cazador, con la intención de atacarlo. Antes de nada, debería quitar el estorbo del medio. Y más le valía a Kasha mantenerse alejada del asunto, o no respondería de mí. Esta vez iba a tomar su sangre un poco más y después levantar la bandera blanca.
Justo cuando ambos íbamos a hacer colisión, lo pensé mejor. Me agaché y pasé irremediablemente por debajo de su brazo, marchando de nuevo hacia Fraiah. Una vez delante, la sombra que proyectaba era amenazante y destructiva, del mismo modo que antes. La boca manchada de sangre, los ojos refulgentes del mismo color. Pero todo cambió en un instante. Caí de rodillas y me dejé vencer sobre ella. Ni siquiera la abracé, eso lo dejaba para que ella optara por hacerlo. El brillo dorado volvía a rodearla. Esta vez todo era más diferente de la otra vez. La respiración fuerte y angustiante continuaba, la desesperación por tomar su sangre también. En cambio, era más conocedor que nadie de los límites de un humano. Y si ella era la única que ahora calmaba mi angustia y esta congoja que no me permitía hablar, haría por ella lo inimaginable, como si fuera la misma Bella o el propio Marcus. Empezó así a trasportarse la calidez que Fraiah había sentido anteriormente con el ave que se introdujo sobre su pecho, calmando su angustia; absorbiéndola y aumentando la mía. Todo lo suyo era mío ahora.
Lamí su herida, quitando el rastro de sangre. E, inmediatamente la incisión desapareció del cuello de la humana, apareciendo sobre la del neófito. Cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre el hombro de la mujer, sin importarme si el cazador volvía. A mí lo único que se me pasaba por la cabeza eran Marcus y Bella, su estado, su preocupación, su ira, su impotencia, su dolor, su alegría, sus lágrimas. Absolutamente todo. Y, de todas formas, ¿qué iba a hacer un cazador que no hubiera experimentado ya?
Reza por ellos y por mí esta noche, pues el reencuentro deberá esperar.
Hoy seré tu protector. Mañana, quién sabrá...
Hoy seré tu protector. Mañana, quién sabrá...
- Ziel A. Carphatia
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Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
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Re: Calles
Estoy buscando respuestas, porque algo no anda bien.
Sigo las señales… y estoy cerca del fuego.
Sigo las señales… y estoy cerca del fuego.
Confusión. Eso era lo único que sentía. Las voces se arremolinaban en su mente. Los recuerdos se introducían por cada resquicio de su espíritu hecho trizas. Ahora mismo, también se sumaban los gritos a su alrededor. Aquel joven vampiro estaba sediento y desesperado. Aquel hombre desconocido aún intentaba mantener algún tipo de control sobre él. ¿Cómo podría hacer eso un humano común y corriente que no supiera el secreto? Claramente, aquel sujeto no se limitaba a la simple existencia de un mortal más. Kasha también estaba allí, pero… ¿por qué Fraiah continuaba sin reaccionar? Nada de lo que ocurría a su alrededor parecía, a fin de cuentas, ejercer algún efecto sobre ella. Aún mantenía una de sus manos sobre la herida. Y sus ojos… Ah, sus ojos. ¿En dónde habían quedado perdidos aquellos iris melancólicos y oscuramente brillantes?
Reacciona.
No podía hacerlo. Su mente… su mente ya no le pertenecía. Los recuerdos se habían apoderado de ella por completo. Fraiah apenas cerró los ojos. Quería dejarse caer, quería perder todo sentido del tiempo y de la lucha. ¿Por qué continuar con los brazos en alto? Ya nada tenía sentido. Absolutamente nada. Eso era algo que todo el tiempo su propia voz le indicaba. Tras su partida, ya nada volverá a ser igual. No tiene ningún motivo de ser continuar caminando, hacia la nada, hacia la ruina…
Unas densas lágrimas recorrieron su mejilla. Llevó ambas manos a su cabeza nuevamente. Apretó sus dientes. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué él no estaba aquí con ella? Un ligero temblor recorrió su cuerpo y una parte olvidada de sus sentidos se activaron. El aura de Fraiah detectó la energía que emanaba de aquel vampiro. ¿Por qué se sentía tan sediento, tan espeluznante, tan angustioso y demoledor?
“Porque tú ya lo has sentido antes. Sabes lo que es la sed. Sabes lo que es el sabor amargo de la venganza y el dolor uniéndose en un mismo y único sentimiento. Sabes cuánto cuesta levantarse luego de las caídas. Sabes lo que es la sangre resbalando entre tus finos dedos blancos. Ahora, Reacciona”.
Una palpitación. Una corazonada venenosa. Fraiah alzó el mentón en el instante en que aquel vampiro se movió. En escasos segundos, estaba delante de ella. Fraiah abrió los ojos y respiró de forma entrecortada. Sus ojos tristes, como los suyos. Su eterno dolor interno, como el suyo. La sangre y la sombra amenazante y embriagadora. ¿Por qué no dejarse llevar por la Muerte cuando está tendiéndote la mano tan gentilmente? Porque a diferencia de otras personas, Fraiah estaría completamente orgullosa y agradecida si ésta la elegía. Sin embargo, nada fue lo que pareció. El chico cayó a sus pies, completamente hecho pedazos. Y, como si algún punto de su mente –o de su corazón- pudiera percibir las sensaciones y pensamientos de ese joven, una respuesta a su pregunta retórica se generó en la mente de Fraiah:
“¿No era lo mismo ir consumiéndote poco a poco, que hacerlo de un solo golpe? ¿Sentía ella también lo que era esta angustia?” Sí, lo siento. Puedo sentirlo en cada centímetro de mi piel. Y asfixia. Asfixia y devora.
Fraiah dejó caer sus brazos lentamente sobre los hombros de aquel vampiro que hasta hace poco conocía lo que era la debilidad de un humano. Ahora, en cambio, conocía lo que era la debilidad de un vampiro: la sed. Sintió su respiración cerca y cómo su lengua lamía la herida, cual cachorro desamparado que solo desea reparar el daño. Fraiah se estremeció, pero no tuvo miedo. Algo en él le advertía que no debía tenerlo. Con cuidado, lo rodeó. ¿Por qué estaba tan entregado a la adversidad, a su propia desesperanza? “Porque está haciendo lo mismo que haces tú. ¿Acaso aún no te das cuenta? Estás consumiéndote, Fraiah. Y no querrás que Eso que tienes dentro vuelva a despertarse”.
La joven cerró los ojos otra vez y una electricidad recorrió su cuerpo. Primero, la embestida. Luego, la calma. Lentamente, una extraña sensación recorrió sus venas. Fue lo mismo que sintió hace dos noches, cuando ocurrió la tragedia. Aquel chico estaba librándola de su dolor otra vez. Una parte de Fraiah luchó por evitarlo. No quería hacerlo. Si su dolor se iba, eso quería decir que también se iría el recuerdo de Él. Si la tristeza se disipaba, también lo haría la desesperación por la falta. Y ella… Ella simplemente quería cargar con eso por siempre. Quería que Nokku Damaru estuviera presente en cada paso suyo, así tuviera que pagar el precio de su propia felicidad e ir en contra de los principios de la persona más amada. Pero aunque gritó internamente por no dejar huir ese mágico pesar, aquel muchacho acabó por llevárselo todo. Algo en su mente se destrabó. Una puerta se abrió y la ventana por la cual observaba minutos antes se cerró. Los ojos de Fraiah se abrieron de par en par y aquel color violáceo jamás fue tan puro y perfecto. Como en los comienzos, desde que ella puso un pie sobre este pueblo, se reflejó en sus iris la misma inocencia, el mismo amor puro y desbordante que sentía por cada ser sobre la faz de la tierra. Toda esa bondad regresaba a su cuerpo, como si pudiera borrar el pasado y toda la sangre derramada tras sus espaldas.
La joven abrazó con fuerza a Ziel. Se dejó caer sobre él, como si los cuerpos de ambos se sostuvieran entre sí. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué estaba ayudándole de nuevo a costa de su propio bienestar?
- ¿Acaso ya no tienes suficiente? –susurró, mientras unas lágrimas caían, dejando escapar aquellas palabras cual canto de sirena, porque claramente él debía convencerse de ello. No podía estar absorbiendo el mal ajeno todo el tiempo. El alma de Fraiah ahora mismo se sentía libre y liviana. Pero en su mente aún recordaba las razones por las cuales flagelaba su corazón día y noche. Sin embargo, no podía sentir tristeza ahora. Por más que pensara en ello, la sensación de plenitud era tal que cualquier catástrofe podría hacerle solo cosquillas.
- Quiero que me lo devuelvas. No puedes quedarte con la tristeza que no te pertenece –susurró en su oído, abrazándolo con más fuerza. ¿Por qué de repente sentía estos deseos de apiadarse de aquel chico? Tal vez, en otra ocasión, hubiera querido aporrearlo con todo lo que tenía, pero actualmente no podía hacerlo. Fraiah Eslin no era de esas personas que no perdonan ni redimen. Apoyó una de sus blancas y cálidas manos en la nuca del muchacho y acarició con cuidado su cabello-. Tranquilo… Nadie te hará daño. No.. No te preocupes más –continuó hablando-. Jamás podría juzgarte o culparte. No soy quién para hacerlo –determinó, a la vez que un brillo sincero y profundo surcaba su mirada. Fraiah misma había pasado por su situación y había sido bendecida con este regalo de la humanidad otra vez. Aunque las circunstancias hubieran sido diferentes, los sentimientos y la culpa que corroe desde dentro es la misma. Si no fuera por el poder embriagador del muchacho, ahora mismo ella sentiría lo que fue clavar sus colmillos sobre su primera víctima.
Si no fuera por la Vida que Nokku le otorgó, quizás ahora mismo ella estuviera ocupando el lugar de Ziel Carphatia.
Respiró con naturalidad. Fraiah Eslin había vuelto. Por culpa y gracia de ese muchacho, había vuelto en sí. Ahora podía pensar con claridad, podía ser, en fin, ella misma. Sonrió levemente. ¿Cómo podía ser tan estúpida a veces? Si Nokku la hubiera visto… Si él tan solo hubiera habitado sus pensamientos unos momentos antes, probablemente la hubiera regañado hasta enloquecer. Las lágrimas se extendieron por su mejilla y cayeron, sin querer, sobre la nariz de Ziel. Fraiah elevó una de sus manos y restregó sus ojos. Ya no sabía si lloraba de tristeza, de felicidad, o de ambas.
- Lo siento. Lo siento mucho –susurró al aire, sin saber exactamente con quién se estaba disculpando-. Siento ser… tan estúpida y débil –levántó la mirada y clavó sus redondos ojos en Kasha. Ella era su amiga y también había sentido la pérdida de Nokku, así como tantas otras que la devastaron completamente, pero aún seguía de pie, luchando, siendo fuerte. Y Fraiah, simplemente, se había encerrado en sí misma y había sido egoísta, martirizándose y olvidándose del dolor de los demás para solo concentrarse en el suyo. Pero… ¿cómo evitarlo? ¿Cómo evitar volver a caer luego que el pilar que, momentáneamente, había aparecido bajo sus pies desaparezca? Fraiah miró, entonces, a aquel Desconocido. ¿Por qué parecía tan… familiar? Sus ojos verdes llenos de esperanza la turbaron. La chica parpadeó un par de veces y sonrió. Aquel gesto fue una especie de agradecimiento encubierto. Probablemente, estaría muerta ahora mismo si no fuera porque él evitó que Ziel bebiera de ella hasta emborracharse.
Fraiah volvió a mirar a Ziel y, suavemente, deslizó sus dedos sobre la herida del cuello del muchacho, aquella que en un inicio era propia. Frunció el ceño. ¿Por qué él…? Levantó la mirada y observó a Kasha y al Desconocido otra vez. ¿Él era un cazador? Todo indicaba que lo fuera pero no estaba segura. De todos modos, decidió hablar y hacer una petición, no por ella, sino por el alma en pena que se encontraba ahora entre sus brazos.
- No eleven nada de esto a la Asociación, por favor. Él… Él no lo ha hecho a propósito. Yo… yo lo comprendo. Él no quiere esto... –susurró, clavando sus ojos, esta vez, en el hombre rubio. A Kasha la conocía y sabía que podía contar con ella aunque en verdad la cazadora quisiera golpearla por su insensatez. Pero, a aquel sujeto, no lo conocía de nada, por lo tanto podía resultar reacio a su petición. De todos modos, Fraiah conocía los riesgos y las consecuencias. Si aquel chico continuaba sediento, otra podría ser la víctima. Sin embargo, a veces es mejor arriesgarse y salvar una vida que arrojarse al castigo y condenar dos. Fraiah, entonces, regresó sus ojos a Ziel. Sujetó su mentón suavemente y lo obligó a mirarla a los ojos. El peso con el cual ese chico cargaba ella, en verdad, no quería desearselo a nadie. Y ahora, para colmar su vaso, también tenía la mochila llena de piedras de Fraiah.
- Hey, escúchame -dijo suavemente-. Bebe un poco. No me hará nada si puedes controlarte. Confío en ti, ¿puedes hacerlo? -susurró, intentando inspirarle confianza y luchando por levantar su alma del suelo. Aunque sabía que no era tarea fácil y no poseía poderes como los suyos, quería intentarlo por sus propios y humanos medios. Acercó su muñeca a su boca-. Bebe un poco, siente su sabor y calma tus instintos. Puedes hacerlo. No permitas que la avaricia te guíe. Puedes controlarte. Tienes una maravillosa e inteligente mente para ello. No le concedas el control a la Naturaleza que te domina ¿De acuerdo? Ponte bien y prometo invitarlos a todos a tomar una malteada en mi primer día de trabajo -dijo dulcemente, dedicándoles una radiante sonrisa a todos los presentes y guiñando un ojo a Kasha y al Desconocido, en símbolo de complicidad. Si aquel chico le había sujetado la mano cuando nadie más lo hizo, ¿por qué ella iba a soltarlo y dejarlo caer al precipicio?
Todo lo hecho está perdonado.
- Fraiah B. Eslin
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Re: Calles
Me quede parada viendo esa extraña imagen hasta que Fraiah me hablo y la mire.
- Nada de esto llegara a la asociacion, ese mocoso, esta protegido por mi, su nombre no llegara a la lista si yo no lo permito, pero debe controlarse, o no podre mantenerlo a salvo- le dije mas a Ziel que a Fraiah, hasta que ella dijo que saciara su sed con ella.
En ese momento reaccione, y de un tiron aparte a Ziel de Fraiah, eso no lo iba a permitir, de eso nada. Nokku jamas me lo hubiera perdonado si permitia eso, pero si me mordia a mi, me daba igual.
- Muerdela a ella, y sere yo misma quien te ponga en la lista, y no solo a ti, queda claro?- le dije a Ziel aun agarrandolo por el cuello de la camisa.
- Si tienes hambre, tienes dos sistemas, bolsas de sangre, o pastillas, tu eliges, pero no comer personas, esta prohibido, lo entiendes mocoso?- le dije para que fuera a buscarlas el solito o iria yo misma con el- Y otra cosa mas, dile a Marcus, que quiero hablar con el y de paso enseñarle a controlar a un mocoso como tu, y si se niega, en menos de una semana, Bella y tu pasareis a la lista, y sabes que lo hago y el tambien lo sabe, ha quedado suficientemente claro?- le dije a Ziel esperando su respuesta, realmente no queria hacerlo, pero lo haria si Marcus no hablaba conmigo
- Nada de esto llegara a la asociacion, ese mocoso, esta protegido por mi, su nombre no llegara a la lista si yo no lo permito, pero debe controlarse, o no podre mantenerlo a salvo- le dije mas a Ziel que a Fraiah, hasta que ella dijo que saciara su sed con ella.
En ese momento reaccione, y de un tiron aparte a Ziel de Fraiah, eso no lo iba a permitir, de eso nada. Nokku jamas me lo hubiera perdonado si permitia eso, pero si me mordia a mi, me daba igual.
- Muerdela a ella, y sere yo misma quien te ponga en la lista, y no solo a ti, queda claro?- le dije a Ziel aun agarrandolo por el cuello de la camisa.
- Si tienes hambre, tienes dos sistemas, bolsas de sangre, o pastillas, tu eliges, pero no comer personas, esta prohibido, lo entiendes mocoso?- le dije para que fuera a buscarlas el solito o iria yo misma con el- Y otra cosa mas, dile a Marcus, que quiero hablar con el y de paso enseñarle a controlar a un mocoso como tu, y si se niega, en menos de una semana, Bella y tu pasareis a la lista, y sabes que lo hago y el tambien lo sabe, ha quedado suficientemente claro?- le dije a Ziel esperando su respuesta, realmente no queria hacerlo, pero lo haria si Marcus no hablaba conmigo
- Kasha Oskan
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Re: Calles
Cerré los ojos, poniendo la cabeza sobre su hombro y dejando que la calidez humana llenaran de nuevo estos huesos inmortales tan fríos y duros como el acero. También tuve esa temperatura cuando fui humano y la estimaba ciertamente. Era tan agradable que prácticamente la había olvidado. Casi había olvidado qué era sentirse vivo, sentirse humano. Y no entendía cómo pude apartar esos magníficos recuerdos y rellenarlos de un feo color gris y negro. Sin embargo, la sensación de calidez era mayor y más me transportaba que si hubiera recibido el mismo abrazo siendo mortal. ¿Sería lo mismo cuando Bella y Marcus me tocaban? ¿Ellos también pudieron sentir este escalofrío tierno y caliente?
No me moví ni un sólo centímetro. Sólo quería quedarme así, entre los brazos de alguien que me apreciara. Lo último que había recibido eran duros golpes, lágrimas y gritos. Muchos gritos. Sobre todo aquel último de Marcus que se clavó donde más dolía. Incluso las voces de Bella por impedir que siguiera el rastro de esta chica. En cambio lo único que siempre anhelé era que me tuvieran entre sus brazos un momento, un día si fuera necesario. No pedía más. Que me abrazaran así de fuerte, como hacía apenas esta desconocida con un vampiro que había intentado matarla en un primer momento. Pero no. No. Esto no parecía estar escrito sobre mi piel, parecía no estar destinado a que me abrazaran y me proporcionaran el cariño que los cazadores usurpaban a cada palabra, a cada vez que me tocaban. Había cosas mucho más importantes que andarse fijando en un neófito que resultaba una cría de osezno.
En el fondo, lo entendía. Entendía que no merecía gastar sus veinticuatro horas en mi atención, pues ellos también tenían asuntos y cosas que hacer. A veces me volvía egoísta y quería todo su tiempo, pero me esforzaba por no llamar la atención; sonriendo por cualquier cosa como el iluso que era. Como siempre decía: "ser un chico normal y corriente". Como si nada hubiera pasado. Sin embargo, habían pasado demasiadas cosas que no serían fácil de olvidar, si es que era posible ocultarlas para siempre y evitar recordar. Ya no tenía ganas de seguir sonriendo, de seguir esforzándome por levantarme. Lo único que quería era llorar en un hombro que me comprendiera, un abrazo de un simple desconocido que me diera el ánimo suficiente para alzar la cabeza y seguir hacia delante.
Justo como estaba haciendo Fraiah Eslin.
Di un lametón sobre su hombro, en señal de agradecimiento. Costaba demasiado articular palabras por la boca y que seguramente acabarían cerrándose por la congoja.
Ahora pareciera que había pasado una eternidad desde que me convertí y abandoné esta calidez, pues me sentía tan sumamente incompleto y vacío que el tiempo se volvía mucho más pesado, largo y amargo. No obstante, en este instante, me encontraba seguro entre esos brazos que podían darme lo que le faltaba mi pecho. Quizá no terminara de llenar lo que ambos vampiros conseguían, aunque era dulce y cálido. Suficiente para mí. No pedía más que tal dichosa humana siguiera teniéndome entre sus brazos mucho más tiempo. Si era posible, pasar a su lado todo el tiempo, hasta que su vida terminara de expirar definitivamente. ¿Y después? Luego resignarse y buscar a otra persona que intentara echar tierra a un vampiro sediento, sin tener miedo de él. Sin tener que gritarle, ni golpearle, secuestrarle, venderle, o cualquier atrocidad imaginable.
Y puede que nunca consiguiera defenderme y protegerme como Bella y Marcus hacían, o quererme tal y como una madre, como un hermano o una simple mascota, pero me daba igual. Estaba acostumbrado a poner mi vida delante de los demás y ni siquiera pensar en lo que a mí me sucediera. Tampoco lo estaba pensando en este momento, al tiempo que robaba el dolor de Fraiah. Sólo que siguiera abrazándome. Así, así de fuerte, por favor. Te lo suplico.
Mientras tanto, mientras ese abrazo duraba y me rodeaba maternalmente, la angustia crecía y creía por absorber la pesadez del alma humana y sumarla a la carga que ya llevaba interiormente. La tristeza se mezclaba con la sed y me llenaba más de angustia por tenerla tan cerca y no osarme a probar de nuevo su dulce veneno carmesí.
“¿Acaso ya no tienes suficiente?” Sí, era suficiente. No quería más. No quería sufrir más, no quería más dolor, ni volver a escuchar sus risas en mi cabeza. ¿Y acaso tenía otra opción? Irremediablemente no podía dejar de recoger el dolor de los demás y calmar sus penas. Estos eran mis dones, tan inservibles como lo era yo. Para este “poder” nunca sería suficiente. Seguiría pidiendo más, cada vez más y más. Muchísimo más. Hasta que no pudiera continuar con esto y terminara rindiéndome a cualquier cazador. Era conocedor de eso. Negué levemente con la cabeza y suspiré con los ojos cerrados. No podía devolver algo que ya había borrado porque el canal ya se había roto. Y tampoco entendía demasiado esto aún y no entendía cómo era evitar canalizar y absorber, o cómo lograr devolver lo que tenía, si es que se podía llevar a cabo. Si no, acabaría por acostumbrarme, como todo. Tampoco tenía otro remedio, salvo hacerse a la idea de que seguiría haciendo esto inconscientemente, en cuanto tocara simplemente a una persona.
“Tranquilo. Nadie te hará daño. No te preocupes más. Jamás podría juzgarte o culparte. No soy quién para hacerlo”
¿Por qué? ¿Por qué me decía esto? ¿Por qué estaba apiadándose de un ser tan destructible como me había convertido? ¿Cómo? ¿Cómo era posible que esas palabras fueran las que tanto estimé y que tanto esperé por escuchar? ¿Por qué antes no hacía caso de estas mismas palabras? ¿Por qué Marcus y Bella no podían transmitir lo que ella sí con el mismo mensaje? ¿Por qué sonaba tan dulce y melancólico ahora? Ellos sólo querían tranquilizarme con sus palabras, porque sentían que era una amenaza seguramente. Porque ellos siempre eran tan fuertes y con tanta resistencia, que siempre se compadecían del más débil de los tres. Del cachorro de este trío inmortal. Pero, ¿por qué nadie había tenido la misma consideración que esta humana?
Tomé aire, ahogado por la congoja de ambas penas: humana y vampírica. Aquellas palabras estaban rompiéndome a pedazos de nuevo. Los cazadores regresaban para atormentar a los párpados bajados. Sus risas, sus roces, sus golpes, sus ataduras, todo de ellos recorría de nuevo de pies a cabeza al neófito. Otra vez empezaba a temblar, sin darme cuenta siquiera. Tenía miedo. Tenía miedo de perderlos a ambos, de que los dañaran por mi culpa, de quedarme solo frente a los cazadores nuevamente. De volver a ser prendido y encarcelado cual reo. De continuar siendo su esclavo, su moneda de cambio y objeto de deseo.
Levanté los brazos y rodeé los hombros de Fraiah por pura necesidad. Escondí la cabeza detrás de su pelo y pequeñas lágrimas empezaron a caer, entre los intentos por recoger el aire y que no se escuchara nada. Quería llorar, gritar, arañar, golpear lo que fuera para sacar esta tensión, esta tristeza y toda esta pena que iba abarcando. Para sacarlos de mi cabeza definitivamente y olvidarlo todo. Y sin embargo, seguía estúpidamente ocultando cualquier necesidad por el bien de los demás, sin querer ser el centro de atención ni pedir más que un simple abrazo a cambio de numerables esfuerzos.
Aquella palabra maldita fue pronunciada, enloqueciendo tras escucharla: Asociación. Cazadores. Abracé más fuerte a Fraiah, sin evitarlo. Nervioso, volví a tirar de las puntas de mi pelo, intentando frenarme antes de seguir cometiendo imprudencias. Tenía a una humana entre mis brazos, no podía dejarla tan a la ligera. Era mucho más sensible y débil que un vampiro. Abrí la boca, exhalando e inspirando rápidamente el aire, asfixiado y desesperado por la presión.
Miré a Fraiah. No, otra vez no. Otra vez no. Otra vez no. No quiero. No quiero, no quiero, no quiero. No quiero. Repetía mentalmente una y otra vez. En cambio, ya no podía seguir aguantando la sed con semejante ofrecimiento. Demasiado dura para ser real. La saliva parecía lava corriendo por la ladera de la garganta, abrasando completamente lo que había en su paso. No podía más. No podía aguantar más. Quería su sangre, la necesitaba para encontrar calma. Necesitaba todo lo que tuviera y aun así no sería suficiente. Los ojos del chico brillaban en sangre en todo su esplendor. Su pupila y ojeras habían crecido a causa de la represión de instintos. Pero ya no podía más. Esto… no quería esto. Por favor, quiero acabar con lo que me está quemando y tragándoselo todo justamente en todo el centro. Abría la boca, luciendo los colmillos tan afilados como cuchillos.
Era imposible contenerse ahora. Por mucho que aquella chica estuviera confiando en mí, en mis instintos y la forma de redimirlos, era completamente imposible. Agarré su muñeca con afán, fuertemente y la llevé directamente hasta la boca. Ni siquiera la había mordido y ya estaba perdiendo el juicio con sólo olerla. Fraiah estaba contaminándome donde más podía hacerlo: en el olfato. Su aroma, sus gestos, sus palabras estaban clavándose y haciendo diana en el pecho.
Pero nada fue tan fácil como imaginé.
El dulce manjar había sido retirado de mi alcance en un solo segundo. Miré a Kasha nervioso, fuera de sí y seguidamente a Fraiah. Fraiah y Kasha. Kasha y Fraiah. La tentación había sido puesta sobre los labios y la miel se quitó de ellos para dejarme aun más con las ganas. Si antes deseaba probar su sangre, ahora necesitaba morderla, destrozar su piel y dejar que el líquido vital cayera solo por su cuello, rozando su tierna piel de terciopelo. Habría sido mejor para el neófito dejar que bebiera y retirarlo en el momento justo, que no estar dejando a medias sus instintos.
Apenas llegaban las palabras de la cazadora hasta mis oídos. Era una nube inentendible sobre mi cabeza. Me daba igual. Me daba igual lo que estuviera diciendo. Me daba igual aparecer en la lista, como no hacerlo. Ni podía ni quería hacerla caso. Omitía sus palabras aunque estuviera comprendiéndolas, pues la única fijación que tenía era tomar la sangre que se me había ofrecido. Era tal la ceguera, que no llegué a reparar en que Marcus y Bella también estaban metidos en el asunto. También me daban igual. Sólo quería esa sangre. No tenía otra preocupación que tomarla de una forma u otra. En este instante, sólo deseaba la vida de Fraiah Blade Eslin.
E instintivamente, aquel despiadado ser salió del pesar del joven peliazul. Agarré a Kasha por el cuello, levantándola del suelo con suma fácilidad y la observé con atención. Ella también era humana. En cambio me llamaba más la atención la mujer que estaba detrás de la cazadora. Era más suculenta, más fina y sabrosa que la que tenía esta entre las venas. Solté un bufido, que acabó transformándose en un rugido de todo depredador furioso. Ahí estaba su respuesta. Y sí, estaba cabreado. Porque ninguno tenía la amabilidad de la humana para tenerme entre sus brazos y decir lo que quería escuchar y sentir con su temperatura cálida. Todos estaban en mi contra. El mundo estaba totalmente en mi contra.
Y ahora yo estaba totalmente en contra del mundo.
Lancé lejos a la cazadora contra una de las paredes de las calles colindantes. Y sin mirar atrás, salí corriendo hacia la humana. A toda velocidad, tomé su muñeca y con la angustia recorriéndome desde abajo hasta arriba, volví a morderla con necesidad y anhelo. Su sangre llegaba de nuevo y calmaba una mínima parte de mi ser. En cambio, quería más, quería más, mucho más. Apreté la mandíbula, respirando fuertemente, con cierta dificultad a decir verdad. Era tal la desesperación, el sufrimiento, el anhelo y la tensión, que no pensaba siquiera.
Simplemente, me dejé llevar por unos instintos depredadores a flor de piel.
No me moví ni un sólo centímetro. Sólo quería quedarme así, entre los brazos de alguien que me apreciara. Lo último que había recibido eran duros golpes, lágrimas y gritos. Muchos gritos. Sobre todo aquel último de Marcus que se clavó donde más dolía. Incluso las voces de Bella por impedir que siguiera el rastro de esta chica. En cambio lo único que siempre anhelé era que me tuvieran entre sus brazos un momento, un día si fuera necesario. No pedía más. Que me abrazaran así de fuerte, como hacía apenas esta desconocida con un vampiro que había intentado matarla en un primer momento. Pero no. No. Esto no parecía estar escrito sobre mi piel, parecía no estar destinado a que me abrazaran y me proporcionaran el cariño que los cazadores usurpaban a cada palabra, a cada vez que me tocaban. Había cosas mucho más importantes que andarse fijando en un neófito que resultaba una cría de osezno.
En el fondo, lo entendía. Entendía que no merecía gastar sus veinticuatro horas en mi atención, pues ellos también tenían asuntos y cosas que hacer. A veces me volvía egoísta y quería todo su tiempo, pero me esforzaba por no llamar la atención; sonriendo por cualquier cosa como el iluso que era. Como siempre decía: "ser un chico normal y corriente". Como si nada hubiera pasado. Sin embargo, habían pasado demasiadas cosas que no serían fácil de olvidar, si es que era posible ocultarlas para siempre y evitar recordar. Ya no tenía ganas de seguir sonriendo, de seguir esforzándome por levantarme. Lo único que quería era llorar en un hombro que me comprendiera, un abrazo de un simple desconocido que me diera el ánimo suficiente para alzar la cabeza y seguir hacia delante.
Justo como estaba haciendo Fraiah Eslin.
Di un lametón sobre su hombro, en señal de agradecimiento. Costaba demasiado articular palabras por la boca y que seguramente acabarían cerrándose por la congoja.
Ahora pareciera que había pasado una eternidad desde que me convertí y abandoné esta calidez, pues me sentía tan sumamente incompleto y vacío que el tiempo se volvía mucho más pesado, largo y amargo. No obstante, en este instante, me encontraba seguro entre esos brazos que podían darme lo que le faltaba mi pecho. Quizá no terminara de llenar lo que ambos vampiros conseguían, aunque era dulce y cálido. Suficiente para mí. No pedía más que tal dichosa humana siguiera teniéndome entre sus brazos mucho más tiempo. Si era posible, pasar a su lado todo el tiempo, hasta que su vida terminara de expirar definitivamente. ¿Y después? Luego resignarse y buscar a otra persona que intentara echar tierra a un vampiro sediento, sin tener miedo de él. Sin tener que gritarle, ni golpearle, secuestrarle, venderle, o cualquier atrocidad imaginable.
Y puede que nunca consiguiera defenderme y protegerme como Bella y Marcus hacían, o quererme tal y como una madre, como un hermano o una simple mascota, pero me daba igual. Estaba acostumbrado a poner mi vida delante de los demás y ni siquiera pensar en lo que a mí me sucediera. Tampoco lo estaba pensando en este momento, al tiempo que robaba el dolor de Fraiah. Sólo que siguiera abrazándome. Así, así de fuerte, por favor. Te lo suplico.
Mientras tanto, mientras ese abrazo duraba y me rodeaba maternalmente, la angustia crecía y creía por absorber la pesadez del alma humana y sumarla a la carga que ya llevaba interiormente. La tristeza se mezclaba con la sed y me llenaba más de angustia por tenerla tan cerca y no osarme a probar de nuevo su dulce veneno carmesí.
“¿Acaso ya no tienes suficiente?” Sí, era suficiente. No quería más. No quería sufrir más, no quería más dolor, ni volver a escuchar sus risas en mi cabeza. ¿Y acaso tenía otra opción? Irremediablemente no podía dejar de recoger el dolor de los demás y calmar sus penas. Estos eran mis dones, tan inservibles como lo era yo. Para este “poder” nunca sería suficiente. Seguiría pidiendo más, cada vez más y más. Muchísimo más. Hasta que no pudiera continuar con esto y terminara rindiéndome a cualquier cazador. Era conocedor de eso. Negué levemente con la cabeza y suspiré con los ojos cerrados. No podía devolver algo que ya había borrado porque el canal ya se había roto. Y tampoco entendía demasiado esto aún y no entendía cómo era evitar canalizar y absorber, o cómo lograr devolver lo que tenía, si es que se podía llevar a cabo. Si no, acabaría por acostumbrarme, como todo. Tampoco tenía otro remedio, salvo hacerse a la idea de que seguiría haciendo esto inconscientemente, en cuanto tocara simplemente a una persona.
“Tranquilo. Nadie te hará daño. No te preocupes más. Jamás podría juzgarte o culparte. No soy quién para hacerlo”
¿Por qué? ¿Por qué me decía esto? ¿Por qué estaba apiadándose de un ser tan destructible como me había convertido? ¿Cómo? ¿Cómo era posible que esas palabras fueran las que tanto estimé y que tanto esperé por escuchar? ¿Por qué antes no hacía caso de estas mismas palabras? ¿Por qué Marcus y Bella no podían transmitir lo que ella sí con el mismo mensaje? ¿Por qué sonaba tan dulce y melancólico ahora? Ellos sólo querían tranquilizarme con sus palabras, porque sentían que era una amenaza seguramente. Porque ellos siempre eran tan fuertes y con tanta resistencia, que siempre se compadecían del más débil de los tres. Del cachorro de este trío inmortal. Pero, ¿por qué nadie había tenido la misma consideración que esta humana?
Tomé aire, ahogado por la congoja de ambas penas: humana y vampírica. Aquellas palabras estaban rompiéndome a pedazos de nuevo. Los cazadores regresaban para atormentar a los párpados bajados. Sus risas, sus roces, sus golpes, sus ataduras, todo de ellos recorría de nuevo de pies a cabeza al neófito. Otra vez empezaba a temblar, sin darme cuenta siquiera. Tenía miedo. Tenía miedo de perderlos a ambos, de que los dañaran por mi culpa, de quedarme solo frente a los cazadores nuevamente. De volver a ser prendido y encarcelado cual reo. De continuar siendo su esclavo, su moneda de cambio y objeto de deseo.
Levanté los brazos y rodeé los hombros de Fraiah por pura necesidad. Escondí la cabeza detrás de su pelo y pequeñas lágrimas empezaron a caer, entre los intentos por recoger el aire y que no se escuchara nada. Quería llorar, gritar, arañar, golpear lo que fuera para sacar esta tensión, esta tristeza y toda esta pena que iba abarcando. Para sacarlos de mi cabeza definitivamente y olvidarlo todo. Y sin embargo, seguía estúpidamente ocultando cualquier necesidad por el bien de los demás, sin querer ser el centro de atención ni pedir más que un simple abrazo a cambio de numerables esfuerzos.
Aquella palabra maldita fue pronunciada, enloqueciendo tras escucharla: Asociación. Cazadores. Abracé más fuerte a Fraiah, sin evitarlo. Nervioso, volví a tirar de las puntas de mi pelo, intentando frenarme antes de seguir cometiendo imprudencias. Tenía a una humana entre mis brazos, no podía dejarla tan a la ligera. Era mucho más sensible y débil que un vampiro. Abrí la boca, exhalando e inspirando rápidamente el aire, asfixiado y desesperado por la presión.
Miré a Fraiah. No, otra vez no. Otra vez no. Otra vez no. No quiero. No quiero, no quiero, no quiero. No quiero. Repetía mentalmente una y otra vez. En cambio, ya no podía seguir aguantando la sed con semejante ofrecimiento. Demasiado dura para ser real. La saliva parecía lava corriendo por la ladera de la garganta, abrasando completamente lo que había en su paso. No podía más. No podía aguantar más. Quería su sangre, la necesitaba para encontrar calma. Necesitaba todo lo que tuviera y aun así no sería suficiente. Los ojos del chico brillaban en sangre en todo su esplendor. Su pupila y ojeras habían crecido a causa de la represión de instintos. Pero ya no podía más. Esto… no quería esto. Por favor, quiero acabar con lo que me está quemando y tragándoselo todo justamente en todo el centro. Abría la boca, luciendo los colmillos tan afilados como cuchillos.
Era imposible contenerse ahora. Por mucho que aquella chica estuviera confiando en mí, en mis instintos y la forma de redimirlos, era completamente imposible. Agarré su muñeca con afán, fuertemente y la llevé directamente hasta la boca. Ni siquiera la había mordido y ya estaba perdiendo el juicio con sólo olerla. Fraiah estaba contaminándome donde más podía hacerlo: en el olfato. Su aroma, sus gestos, sus palabras estaban clavándose y haciendo diana en el pecho.
Pero nada fue tan fácil como imaginé.
El dulce manjar había sido retirado de mi alcance en un solo segundo. Miré a Kasha nervioso, fuera de sí y seguidamente a Fraiah. Fraiah y Kasha. Kasha y Fraiah. La tentación había sido puesta sobre los labios y la miel se quitó de ellos para dejarme aun más con las ganas. Si antes deseaba probar su sangre, ahora necesitaba morderla, destrozar su piel y dejar que el líquido vital cayera solo por su cuello, rozando su tierna piel de terciopelo. Habría sido mejor para el neófito dejar que bebiera y retirarlo en el momento justo, que no estar dejando a medias sus instintos.
Apenas llegaban las palabras de la cazadora hasta mis oídos. Era una nube inentendible sobre mi cabeza. Me daba igual. Me daba igual lo que estuviera diciendo. Me daba igual aparecer en la lista, como no hacerlo. Ni podía ni quería hacerla caso. Omitía sus palabras aunque estuviera comprendiéndolas, pues la única fijación que tenía era tomar la sangre que se me había ofrecido. Era tal la ceguera, que no llegué a reparar en que Marcus y Bella también estaban metidos en el asunto. También me daban igual. Sólo quería esa sangre. No tenía otra preocupación que tomarla de una forma u otra. En este instante, sólo deseaba la vida de Fraiah Blade Eslin.
E instintivamente, aquel despiadado ser salió del pesar del joven peliazul. Agarré a Kasha por el cuello, levantándola del suelo con suma fácilidad y la observé con atención. Ella también era humana. En cambio me llamaba más la atención la mujer que estaba detrás de la cazadora. Era más suculenta, más fina y sabrosa que la que tenía esta entre las venas. Solté un bufido, que acabó transformándose en un rugido de todo depredador furioso. Ahí estaba su respuesta. Y sí, estaba cabreado. Porque ninguno tenía la amabilidad de la humana para tenerme entre sus brazos y decir lo que quería escuchar y sentir con su temperatura cálida. Todos estaban en mi contra. El mundo estaba totalmente en mi contra.
Y ahora yo estaba totalmente en contra del mundo.
Lancé lejos a la cazadora contra una de las paredes de las calles colindantes. Y sin mirar atrás, salí corriendo hacia la humana. A toda velocidad, tomé su muñeca y con la angustia recorriéndome desde abajo hasta arriba, volví a morderla con necesidad y anhelo. Su sangre llegaba de nuevo y calmaba una mínima parte de mi ser. En cambio, quería más, quería más, mucho más. Apreté la mandíbula, respirando fuertemente, con cierta dificultad a decir verdad. Era tal la desesperación, el sufrimiento, el anhelo y la tensión, que no pensaba siquiera.
Simplemente, me dejé llevar por unos instintos depredadores a flor de piel.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Calles
Aquel pequeño quería pelea y además parecía no darse cuenta de la gravedad de la situación. No podía ir por ahí mordiendo a la gente porque le viniera en gana, y por eso debía ser castigado.
Poco después de nuestro repentino encuentro apareció otra cazadora "Mierda, se darán cuenta de mis mi situación solo con ver la escena" Pensé instantáneamente, no quería desvelar mi rango todavía, pero... ¿Podría pasar por un cazador normal? Si, seguro que si.
De repente en mi mente resonó la voz de aquel vampiro, haciéndome una pregunta que no llegué a comprender. "¿De qué diablos hablas? Solo necesito que dejes de tomar sangre humana sin más, de lo contrario no te llevaría a ningún sitio... ¿Comprendes?" Susurré en mi mente, dejando que el silencio de mis pensamientos hablara por si mismo, porque estaba seguro de que aquel ser me estaba escuchando. Mi mano seguía aferrada a su cráneo, levantándolo del suelo cuando me pidió que no le hablara a nadie de todo aquello.... como si eso fuese a arreglar algo, con que yo lo supiera ya bastaba para que ese vampiro estuviera metido en un asunto bastante serio. El ambiente era muy tenso y mi simple paseo se había convertido en un duelo de fidelidades entre humanos, vampiros y cazadores en un solo instante. La mejor parte eran los secretos que cada uno andaba guardando bajo su manga en ese instante, lo pude percibir en los ojos de todo... claro que seguramente el mayor secreto sería el mio, aunque pronto dejaría de serlo. Tarde o temprano debería explicarle a la gente quién era yo en realidad ¿O no? ¿De qué me serviría decirles y explicarles todo? ¿No era acaso mejor empezar todo desde cero? En ese instante no tenía forma de saber qué era lo mejor, pero de cualquier forma ese no era el momento para pensar en ese tipo de cosas.
La mano del joven vampiro agarró mi brazo y pude sentir como un torrente de energía invadía mi carne, era una energía salvaje, joven, descontrolada, ingenua y triste. La esencia de ese chico se juntó por un momento con la mía y con la amargura que desprendía opté por apartarme un poco, de todos modos, lo que yo no quería era que el pudiese analizar la forma verdadera de mis habilidades como había conseguido hacer yo con ese doloroso contacto suyo.
Finalmente el chico consiguió soltarse y vi como se disponía a lanzarse sobre mí. No habría problema, si quería desafiarme estaría esperándole. Tensé mis músculos, preparándome para el próximo ataque pero en cuanto el vampiro estaba a punto de atacarme simplemente pasó por debajo de mi brazo. Me quedé en el sitio, mirando hacia delante con una expresión entre seriedad e indiferencia que en realidad reflejaban mi asombro un simple "¿Qué... demonios...?" El cuerpo de ese chiquillo se derrumbó encima de la chica que había conseguido salvar hacía tan solo unos momentos y nuestra batalla pareció acabar en ese instante
Después de permanecer quieto durante unos segundos me giré y comprobé que el chico estaba sanando las heridas de aquella mujercita. Que chico más extravagante, primero la muerde luego la quiere curar, estaba claro que no se podía controlar, aquel neófito era totalmente imprevisible, no le quitaría el ojo de encima. De todos modos ¿Qué clase de relación tenían todos esos personajes? Era como si se conocieran de toda la vida y sinceramente, sentía como que mi presencia realmente sobraba ahí... pero en cualquier caso, si no hubiera intervenido la sed de ese inaplacable ser hubiera podido acabar con la frágil existencia de esa demacrada chica. En cuanto el la había mordido ella no pareció resistirse demasiado, era como si le diera igual vivir o morir... inaceptable, estaba claro que esa mujer estaba predestinada a seguir viva, no había ni un rastro del nauseabundo olor de la muerte merodeando por ahí, todavía faltaba mucho para que se llevaran a esa muchacha, o al menos eso me parecía a mi. Entonces la miré, miré la expresión de su rostro y como sus ojos, poco a poco, rodaban hasta posarse en mis iris. Se quedó un rato inspeccionando mi mirada, como analizándome y finalmente, cuando pareció contenta con su posible descubrimiento simplemente me sonrió. Seguramente esa era su forma de agradecerme el gesto de evitar que la mataran, pero de todos modos, percibí algo oscuro en esa sonrisa, algo que tal vez fuera profundo o que tal vez solo fueran imaginaciones mías.
La imagen era realmente extraña, la muchacha sentada en el suelo mientras acariciaba a aquel impuro ser que parecía haber curado ya por completo el dolor de la mujer, tanto físico como psicológico, porque la mirada de ella se tornó repentinamente placida, grácil, despreocupada y melancólica tal vez. Que cambio más brusco.
Entonces ella pronunció unas palabras mirándome fijamente, me estaba pidiendo algo de corazón ¿Cómo negarme? Pero a la vez.... ¿Cómo evitarlo? Ella quería que yo no dijera nada de la situación a la asociación, pero realmente yo ya era oficialmente el líder de esta misma. Claro que los tramites no se habían elaborado con concisión, pero bastaba simplemente con que yo me mostrara en la asociación para que me nombraran inmediatamente presidente... que aburrido... presidente. No, debía mantener la incógnita durante un tiempo más, estaba seguro de que todos serían capaces de organizarse satisfactoriamente sin una cabeza que los guíe, y en caso contrario yo entraría en escena para ayudarlos, no iba a dejar que se cayera nadie de ninguna manera.
No creo que haga falta que le diga nada a la asociación...
Dije peinándome con la mano derecha mientras observaba atento al vampiro. De nuevo, las palabras salieron de la boca de la muchacha, compadeciéndose de la sed de sangre de ese neófito. Tonta ¿Cómo esperaba que el pudiera controlarse estando como estaba? Estaba a punto de opinar mi negativa hacia ese ofrecimiento suyo pero la otra cazadora se me antepuso y tiró fuertemente del chico para alejarlo de la muchacha, que seguía tendida en el suelo.
La cazadora le lanzó un par de frases al vampiro pero el no la estaba escuchando, lo podía ver en sus ojos, ya no era el. Quise avisarla, decirla que se apartase de aquel muchacho, estaba descontrolado y había pocas cosas más peligrosas que un vampiro descontrolado. Movido por su sed de sangre ese neófito sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo, cualquier cosa.
Vi como la cazadora era levantada con suma facilidad. Me puse tenso, quería evitar toda aquella violencia sin sentido, pero aparentemente: eso sería imposible. La humana salió despedida hacia una pared. En ese momento noté como, dentro de mi, una gota caía al vació. Escuché como esa sustancia líquida en mi mente se estrellaba contra un frío y oscuro mármol, provocando un sonido hueco seguido de un eco persistente. Exacto, era la gota que colmaba el vaso.
En un instante, mientras el chico avanzaba a grandes zancadas hacia la mujer del suelo, convoqué realmente el poder de esa bestia, ahora si necesitaba su ayuda y su consentimiento. No quería un reguero de energía descontrolado ni un poder desbordante. Esa era realmente la manera con la que mi hermano lo solucionaba todo, causando muchas veces daños que no quería hacer, y eso, no me parecía bien del todo.
El amarillo ámbar que poco a poco se estaba apagando en mis ojos comenzó a fusionarse con el verde iris de mi verdadero ser. Era una sensación realmente plácida y cálida. Mi mirada se tornó calculadora, pero no era tan fría como antes, ni siquiera expresaba furia, no, eso no serviría de nada.
El chico, desesperado por conseguir la sangre de la Desconocida clavó sus incipientes colmillos en su piel, desgarrando rápidamente las venas de sus muñecas. Eso haría que se desangrase muy rápido, no podía permitirlo y, como había mencionado antes, la sangre de esa chica no parecía estar hecha para ser consumida por los vampiros, su olor ya destilaba algo extraño... y a lo mejor era eso lo que tanto le atraía al chico de ella.
Con un paso fugaz, veloz, calculado, me coloqué en frente del vampiro en solo unos instantes, levantando una ráfaga de viento a mi alrededor gracias a la velocidad que alcanzaba mi cuerpo. Mis cabellos se revolvieron y mi acusadora pero calmada mirada clavó sus pupilas en la imagen de aquel ser absorbiendo la vida de aquella mujer "No he pasado tanto frío para que luego un idiota la mate sin más. En absoluto"Me dije a mi mismo como excusa para descargar mi rodilla sobre la agachada cabeza de aquel chico. El simplemente no podía seguir bebiendo más sangre. Mi movimiento no podría ser percibido por un ojo no entrenado, fue demasiado rápido como para seguirlo, ese rodillazo lanzó hacia atrás al vampiro. Era Imperdonable, Inaceptable, pero comprensible... no lo mataría.
Mientras aquel neófito se desplazaba por el aire hacia atrás por la potencia de mi rodillazo me acerqué a su lado, moviéndome a la máxima velocidad que me podía permitirme mi cuerpo con toda esa energía letal que recorría mis venas. Estando ya a su lado, en el aire, lo agarré de la cabeza otra vez, solo que entonces clavé ligeramente las yemas de mi pulgar y de mi meñique en las cuentas de sus ojos, de modo que podía agarrarlo como si fuera una bola de bolos pequeñita y poco pesada.
En un principio estuve por proseguir con mi movimiento, quería hacerle sufrir a ese chico por las acciones que estaba realizando, sabía que era un vampiro y sabía que si le daba un golpe letal para un humano el sobreviviría al ser más resistente. Quería estrellar la parte posterior de su cráneo sobre mi otra rodilla, para provocarle un colosal daño, pero me detuve a tiempo, eso sería pasarse demasiado. En su lugar, simplemente lo estrellé contra la acera... eso debería detenerle, por lo menos por unos momentos "Pensé que me habías comprendido pequeño" sisee mentalmente mientras dejaba su polvoriento cuerpo en el centro de la calle.
La cazadora había sido lanzada contra una pared y parecía que tenía algunas heridas, podría entretenerme asegurando su seguridad o podría lanzarme hacia la chica desconocida para tapar rápidamente su herida de la muñeca. La decisión estaba tomada. Estaba claro que si la dejaba ahi esta se desangraría mientras que por el otro lado la cazadora seguramente seguiría bien, tal vez inconsciente y con una contusión, pero estaba seguro de que su vida no correría peligro.
Con la misma velocidad con que había arrebatado al vampiro de su presa me arrodillé junto al cuerpo de la mujer. Agarré el extremo de mi camisón y lo desgarré sin contemplación, provocando un sinuoso ruido. Apliqué este trozo como venda improvisada sobre la muñeca de la víctima y por fin pude notar como aquella presencia en mi interior, aquel ser que me bendecía y me maldecía a la vez se escondía, se escondía poco a poco sin dejar rastro, como un lagarto que se oculta en las sombras. Mis iris volvieron a ser totalmente verdes y mi expresión dejó de ser tan ruda, tan seria, si no que se mostraba en ese momento calmada y satisfecha, no habría más victimas... a menos que vinieran más chupasangres para aguar la fiesta.
Levanté la mirada finalmente, para comprobar si la chica estaba bien y sonreí inevitablemente cuando observé que su rostro ya no mostraba esa oscuridad, ese dolor que tanto parecía corroerla por dentro hacía tan solo unos minutos ¿Qué había cambiado en su interior como para que se alterase tanto? ¿Realmente todo eso lo había conseguido aquel pequeño hombre solo con abrazarla?.. de todos modos no podía dejar que se bebiese su sangre, no me importaba si mis acciones no estaban justificadas y ese chico era en realidad bueno, no me importaba si mi actuación había sido cruel, en cualquier caso el mundo era cruel y yo pensaba hacer lo imposible por proteger a los que podrían importarme y sesgaría las ganas de cualquier vampiro de dañar a aquellas personas. Tampoco era importante si ese vampiro tenía amigos, amantes o lo que fuera, si el no se hubiera descontrolado nada de eso hubiera pasado y si algo había aprendido a lo largo de los años es que cualquier vampiro puede resistirse a la tentación por muy fuerte que esta sea. Si aquel chaval era débil esa había sido su propia decisión, en el momento en el que clavó sus colmillos en la delicada piel de esa mujer el había decidido mis acciones. O al menos eso era todo lo que a mi me gustaba pensar. Al fin y al cabo yo era un cazador y el un vampiro descontrolado.
Y aun si nunca he estado en la Luna puedo saber que es preciosa, que brilla, que ilumina la oscuridad y que, aunque no la conozca, protegeré su luz sin importar que, porque esa es la luz que también brilla en mis ojos.
Poco después de nuestro repentino encuentro apareció otra cazadora "Mierda, se darán cuenta de mis mi situación solo con ver la escena" Pensé instantáneamente, no quería desvelar mi rango todavía, pero... ¿Podría pasar por un cazador normal? Si, seguro que si.
De repente en mi mente resonó la voz de aquel vampiro, haciéndome una pregunta que no llegué a comprender. "¿De qué diablos hablas? Solo necesito que dejes de tomar sangre humana sin más, de lo contrario no te llevaría a ningún sitio... ¿Comprendes?" Susurré en mi mente, dejando que el silencio de mis pensamientos hablara por si mismo, porque estaba seguro de que aquel ser me estaba escuchando. Mi mano seguía aferrada a su cráneo, levantándolo del suelo cuando me pidió que no le hablara a nadie de todo aquello.... como si eso fuese a arreglar algo, con que yo lo supiera ya bastaba para que ese vampiro estuviera metido en un asunto bastante serio. El ambiente era muy tenso y mi simple paseo se había convertido en un duelo de fidelidades entre humanos, vampiros y cazadores en un solo instante. La mejor parte eran los secretos que cada uno andaba guardando bajo su manga en ese instante, lo pude percibir en los ojos de todo... claro que seguramente el mayor secreto sería el mio, aunque pronto dejaría de serlo. Tarde o temprano debería explicarle a la gente quién era yo en realidad ¿O no? ¿De qué me serviría decirles y explicarles todo? ¿No era acaso mejor empezar todo desde cero? En ese instante no tenía forma de saber qué era lo mejor, pero de cualquier forma ese no era el momento para pensar en ese tipo de cosas.
La mano del joven vampiro agarró mi brazo y pude sentir como un torrente de energía invadía mi carne, era una energía salvaje, joven, descontrolada, ingenua y triste. La esencia de ese chico se juntó por un momento con la mía y con la amargura que desprendía opté por apartarme un poco, de todos modos, lo que yo no quería era que el pudiese analizar la forma verdadera de mis habilidades como había conseguido hacer yo con ese doloroso contacto suyo.
Finalmente el chico consiguió soltarse y vi como se disponía a lanzarse sobre mí. No habría problema, si quería desafiarme estaría esperándole. Tensé mis músculos, preparándome para el próximo ataque pero en cuanto el vampiro estaba a punto de atacarme simplemente pasó por debajo de mi brazo. Me quedé en el sitio, mirando hacia delante con una expresión entre seriedad e indiferencia que en realidad reflejaban mi asombro un simple "¿Qué... demonios...?" El cuerpo de ese chiquillo se derrumbó encima de la chica que había conseguido salvar hacía tan solo unos momentos y nuestra batalla pareció acabar en ese instante
Después de permanecer quieto durante unos segundos me giré y comprobé que el chico estaba sanando las heridas de aquella mujercita. Que chico más extravagante, primero la muerde luego la quiere curar, estaba claro que no se podía controlar, aquel neófito era totalmente imprevisible, no le quitaría el ojo de encima. De todos modos ¿Qué clase de relación tenían todos esos personajes? Era como si se conocieran de toda la vida y sinceramente, sentía como que mi presencia realmente sobraba ahí... pero en cualquier caso, si no hubiera intervenido la sed de ese inaplacable ser hubiera podido acabar con la frágil existencia de esa demacrada chica. En cuanto el la había mordido ella no pareció resistirse demasiado, era como si le diera igual vivir o morir... inaceptable, estaba claro que esa mujer estaba predestinada a seguir viva, no había ni un rastro del nauseabundo olor de la muerte merodeando por ahí, todavía faltaba mucho para que se llevaran a esa muchacha, o al menos eso me parecía a mi. Entonces la miré, miré la expresión de su rostro y como sus ojos, poco a poco, rodaban hasta posarse en mis iris. Se quedó un rato inspeccionando mi mirada, como analizándome y finalmente, cuando pareció contenta con su posible descubrimiento simplemente me sonrió. Seguramente esa era su forma de agradecerme el gesto de evitar que la mataran, pero de todos modos, percibí algo oscuro en esa sonrisa, algo que tal vez fuera profundo o que tal vez solo fueran imaginaciones mías.
La imagen era realmente extraña, la muchacha sentada en el suelo mientras acariciaba a aquel impuro ser que parecía haber curado ya por completo el dolor de la mujer, tanto físico como psicológico, porque la mirada de ella se tornó repentinamente placida, grácil, despreocupada y melancólica tal vez. Que cambio más brusco.
Entonces ella pronunció unas palabras mirándome fijamente, me estaba pidiendo algo de corazón ¿Cómo negarme? Pero a la vez.... ¿Cómo evitarlo? Ella quería que yo no dijera nada de la situación a la asociación, pero realmente yo ya era oficialmente el líder de esta misma. Claro que los tramites no se habían elaborado con concisión, pero bastaba simplemente con que yo me mostrara en la asociación para que me nombraran inmediatamente presidente... que aburrido... presidente. No, debía mantener la incógnita durante un tiempo más, estaba seguro de que todos serían capaces de organizarse satisfactoriamente sin una cabeza que los guíe, y en caso contrario yo entraría en escena para ayudarlos, no iba a dejar que se cayera nadie de ninguna manera.
No creo que haga falta que le diga nada a la asociación...
Dije peinándome con la mano derecha mientras observaba atento al vampiro. De nuevo, las palabras salieron de la boca de la muchacha, compadeciéndose de la sed de sangre de ese neófito. Tonta ¿Cómo esperaba que el pudiera controlarse estando como estaba? Estaba a punto de opinar mi negativa hacia ese ofrecimiento suyo pero la otra cazadora se me antepuso y tiró fuertemente del chico para alejarlo de la muchacha, que seguía tendida en el suelo.
La cazadora le lanzó un par de frases al vampiro pero el no la estaba escuchando, lo podía ver en sus ojos, ya no era el. Quise avisarla, decirla que se apartase de aquel muchacho, estaba descontrolado y había pocas cosas más peligrosas que un vampiro descontrolado. Movido por su sed de sangre ese neófito sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo, cualquier cosa.
Vi como la cazadora era levantada con suma facilidad. Me puse tenso, quería evitar toda aquella violencia sin sentido, pero aparentemente: eso sería imposible. La humana salió despedida hacia una pared. En ese momento noté como, dentro de mi, una gota caía al vació. Escuché como esa sustancia líquida en mi mente se estrellaba contra un frío y oscuro mármol, provocando un sonido hueco seguido de un eco persistente. Exacto, era la gota que colmaba el vaso.
En un instante, mientras el chico avanzaba a grandes zancadas hacia la mujer del suelo, convoqué realmente el poder de esa bestia, ahora si necesitaba su ayuda y su consentimiento. No quería un reguero de energía descontrolado ni un poder desbordante. Esa era realmente la manera con la que mi hermano lo solucionaba todo, causando muchas veces daños que no quería hacer, y eso, no me parecía bien del todo.
El amarillo ámbar que poco a poco se estaba apagando en mis ojos comenzó a fusionarse con el verde iris de mi verdadero ser. Era una sensación realmente plácida y cálida. Mi mirada se tornó calculadora, pero no era tan fría como antes, ni siquiera expresaba furia, no, eso no serviría de nada.
El chico, desesperado por conseguir la sangre de la Desconocida clavó sus incipientes colmillos en su piel, desgarrando rápidamente las venas de sus muñecas. Eso haría que se desangrase muy rápido, no podía permitirlo y, como había mencionado antes, la sangre de esa chica no parecía estar hecha para ser consumida por los vampiros, su olor ya destilaba algo extraño... y a lo mejor era eso lo que tanto le atraía al chico de ella.
Con un paso fugaz, veloz, calculado, me coloqué en frente del vampiro en solo unos instantes, levantando una ráfaga de viento a mi alrededor gracias a la velocidad que alcanzaba mi cuerpo. Mis cabellos se revolvieron y mi acusadora pero calmada mirada clavó sus pupilas en la imagen de aquel ser absorbiendo la vida de aquella mujer "No he pasado tanto frío para que luego un idiota la mate sin más. En absoluto"Me dije a mi mismo como excusa para descargar mi rodilla sobre la agachada cabeza de aquel chico. El simplemente no podía seguir bebiendo más sangre. Mi movimiento no podría ser percibido por un ojo no entrenado, fue demasiado rápido como para seguirlo, ese rodillazo lanzó hacia atrás al vampiro. Era Imperdonable, Inaceptable, pero comprensible... no lo mataría.
Mientras aquel neófito se desplazaba por el aire hacia atrás por la potencia de mi rodillazo me acerqué a su lado, moviéndome a la máxima velocidad que me podía permitirme mi cuerpo con toda esa energía letal que recorría mis venas. Estando ya a su lado, en el aire, lo agarré de la cabeza otra vez, solo que entonces clavé ligeramente las yemas de mi pulgar y de mi meñique en las cuentas de sus ojos, de modo que podía agarrarlo como si fuera una bola de bolos pequeñita y poco pesada.
En un principio estuve por proseguir con mi movimiento, quería hacerle sufrir a ese chico por las acciones que estaba realizando, sabía que era un vampiro y sabía que si le daba un golpe letal para un humano el sobreviviría al ser más resistente. Quería estrellar la parte posterior de su cráneo sobre mi otra rodilla, para provocarle un colosal daño, pero me detuve a tiempo, eso sería pasarse demasiado. En su lugar, simplemente lo estrellé contra la acera... eso debería detenerle, por lo menos por unos momentos "Pensé que me habías comprendido pequeño" sisee mentalmente mientras dejaba su polvoriento cuerpo en el centro de la calle.
La cazadora había sido lanzada contra una pared y parecía que tenía algunas heridas, podría entretenerme asegurando su seguridad o podría lanzarme hacia la chica desconocida para tapar rápidamente su herida de la muñeca. La decisión estaba tomada. Estaba claro que si la dejaba ahi esta se desangraría mientras que por el otro lado la cazadora seguramente seguiría bien, tal vez inconsciente y con una contusión, pero estaba seguro de que su vida no correría peligro.
Con la misma velocidad con que había arrebatado al vampiro de su presa me arrodillé junto al cuerpo de la mujer. Agarré el extremo de mi camisón y lo desgarré sin contemplación, provocando un sinuoso ruido. Apliqué este trozo como venda improvisada sobre la muñeca de la víctima y por fin pude notar como aquella presencia en mi interior, aquel ser que me bendecía y me maldecía a la vez se escondía, se escondía poco a poco sin dejar rastro, como un lagarto que se oculta en las sombras. Mis iris volvieron a ser totalmente verdes y mi expresión dejó de ser tan ruda, tan seria, si no que se mostraba en ese momento calmada y satisfecha, no habría más victimas... a menos que vinieran más chupasangres para aguar la fiesta.
Levanté la mirada finalmente, para comprobar si la chica estaba bien y sonreí inevitablemente cuando observé que su rostro ya no mostraba esa oscuridad, ese dolor que tanto parecía corroerla por dentro hacía tan solo unos minutos ¿Qué había cambiado en su interior como para que se alterase tanto? ¿Realmente todo eso lo había conseguido aquel pequeño hombre solo con abrazarla?.. de todos modos no podía dejar que se bebiese su sangre, no me importaba si mis acciones no estaban justificadas y ese chico era en realidad bueno, no me importaba si mi actuación había sido cruel, en cualquier caso el mundo era cruel y yo pensaba hacer lo imposible por proteger a los que podrían importarme y sesgaría las ganas de cualquier vampiro de dañar a aquellas personas. Tampoco era importante si ese vampiro tenía amigos, amantes o lo que fuera, si el no se hubiera descontrolado nada de eso hubiera pasado y si algo había aprendido a lo largo de los años es que cualquier vampiro puede resistirse a la tentación por muy fuerte que esta sea. Si aquel chaval era débil esa había sido su propia decisión, en el momento en el que clavó sus colmillos en la delicada piel de esa mujer el había decidido mis acciones. O al menos eso era todo lo que a mi me gustaba pensar. Al fin y al cabo yo era un cazador y el un vampiro descontrolado.
Y aun si nunca he estado en la Luna puedo saber que es preciosa, que brilla, que ilumina la oscuridad y que, aunque no la conozca, protegeré su luz sin importar que, porque esa es la luz que también brilla en mis ojos.
- Jack Wintersnow
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Re: Calles
Sin previo aviso fui lanzada contra la pared, pero antes de llegar a ella, active los ojos para reducir el dolor del impacto, cosa que agradeci, los puntos me estaban matando, pero no debia mantenerlos durante mucho tiempo, no eran del agrado de la gente y no me apetecia asustar a nadie.
Cuando volvi a mirar, el cazador estaba atendiendo a Fra, asi que saque mi cadena de puas y con el brazo que tenia sano, le rodee el tronco, encarcelando sus brazos. Si el tiraba, las puas se clavarian y al ser un arma antivampiros, no debia de ser muy agradable, sobre todo para Ziel, aun no habia provado ese dolor de manera continua. Lo mire con asco.
- Muevete, y tirare de la cadena para que te resulte doloroso moverte, queda claro?- agite la cadena con la mano para darle un aviso de que no bromeaba, ahora Ziel era mi prisionero, se lo llevaria a Bella y a Marcus, y de paso hablaria con Marcus.
Mire al cazador y a Fraiah enfadada.
- Tu, niña tonta, en este estado no puedo protegerte, y se lo prometi a Nokku, vuelve a hacer una estupidez como esta, desperdiciando el sacrificio que hizo el, y te aseguro, que quien te matara sere yo, queda claro Fraiah?- sabia que las palabras eran duras, pero tenia que hacerla reaccionar, y darse cuenta de la locura que acaba de hacer.- No me des estos sustos por favor, no quiero perder a nadie mas, y menos a ti, ya son demasiadas muertes- le dije con mas suavidad, cualquiera diria que soy bipolar cambiando de esta forma tan rapido.
Mire al cazador de nuevo.
- Puedes cuidar de ella un rato?, tengo que devolver este saco de basura a su dueño y dejar algunas cosas claras, despues ire a recogerla, necesito aclarar tambien algunas cosas con ella- no sabia de que rango era el chico, era la primera vez que lo veia, pero mas que una orden, era un favor y esperaba que lo aceptara
Cuando volvi a mirar, el cazador estaba atendiendo a Fra, asi que saque mi cadena de puas y con el brazo que tenia sano, le rodee el tronco, encarcelando sus brazos. Si el tiraba, las puas se clavarian y al ser un arma antivampiros, no debia de ser muy agradable, sobre todo para Ziel, aun no habia provado ese dolor de manera continua. Lo mire con asco.
- Muevete, y tirare de la cadena para que te resulte doloroso moverte, queda claro?- agite la cadena con la mano para darle un aviso de que no bromeaba, ahora Ziel era mi prisionero, se lo llevaria a Bella y a Marcus, y de paso hablaria con Marcus.
Mire al cazador y a Fraiah enfadada.
- Tu, niña tonta, en este estado no puedo protegerte, y se lo prometi a Nokku, vuelve a hacer una estupidez como esta, desperdiciando el sacrificio que hizo el, y te aseguro, que quien te matara sere yo, queda claro Fraiah?- sabia que las palabras eran duras, pero tenia que hacerla reaccionar, y darse cuenta de la locura que acaba de hacer.- No me des estos sustos por favor, no quiero perder a nadie mas, y menos a ti, ya son demasiadas muertes- le dije con mas suavidad, cualquiera diria que soy bipolar cambiando de esta forma tan rapido.
Mire al cazador de nuevo.
- Puedes cuidar de ella un rato?, tengo que devolver este saco de basura a su dueño y dejar algunas cosas claras, despues ire a recogerla, necesito aclarar tambien algunas cosas con ella- no sabia de que rango era el chico, era la primera vez que lo veia, pero mas que una orden, era un favor y esperaba que lo aceptara
- Kasha Oskan
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Re: Calles
Abrí la boca, sacando los afilados colmillos de la muñeca de Fraiah. No hacía falta seguir mordiéndola, la sangre ya salía completamente sola. Pero aun así, era demasiado desconfiado y seguía agarrándola con ambas manos. Necesitaba aquella sangre o enloquecería totalmente. Ya era difícil controlándose con tener su embriagador aroma circulando por el aire, como además quedarme más sediento después de probar semejante manjar envuelto dentro de sus venas. Y como si fuera un animal, lamía la herida de la mujer, desesperado por su sangre y disfrutando cada gota sin tener que desperdiciarla. Ni siquiera había caído una sola gota al suelo, pues todas las iba recogiendo cuidadosamente.
Los sentidos se me estaban atrofiando lentamente, dejándome en aquella nube de intenso placer tras calmar la sed. La sangre de Fraiah no era totalmente humana, pese a que pensara radicalmente que sí lo fuera. Pero, sin saberlo, ella ofrecía una sangre que resultaba medianamente contraproducente con la sed, pues no la terminaba de calmar. No obstante, había estado tanto tiempo sin poder alimentarme correctamente que me reventaba el deseo de seguir bebiendo hasta quedar satisfecho. Aunque conocía perfectamente los límites de la mujer y debería parar antes de consumirla totalmente. No iba a hacer lo mismo que hicieron conmigo, pese a que siempre quise demostrarle a alguien lo que era pasar por ello. Además, debería ser consciente y sensato. Para completar y templar la sensación de agobio y el quemazón de la garganta, tendría que acabar probando la sangre de Bella y Marcus. La de este último ya la probé antes de seguir el olor de la humana, en cambio la de Bella todavía no había recorrido mi barbilla.
Entonces, entre el éxtasis de beber y el embriague de adormecer los sentidos más despiadados, repetí los pensamientos del cazador inconscientemente. Levanté la cabeza, observándolo detenidamente. ¿Cómo que no sabía de qué le estaba hablando? Un brillo depredador se inculcó dentro del neófito. Claro, y yo he nacido ayer. Bueno, relativamente había “despertado” como vampiro hacía apenas una semana. Relamí los colmillos, enseñando una imagen demasiado vampírica y asesina con los labios manchados de sangre.
Mientes. Mientes. Estás mintiendo. Todos me mienten. ¡Y están volviendo a hacerlo! Apreté los ojos con fuerza, bajando la cabeza y encogiéndome levemente. Las manos recorrían lentamente el rostro, tapándolo y finalmente queriendo volver al pelo. Los músculos se tensionaron inmediatamente y la mirada fue directamente a clavarse en el suelo, desquiciado. Me acerqué al regazo de Fraiah, sintiéndome indefenso contra ellos. No, no quiero. No quiero. No quiero. No quiero. No ser prendido de nuevo; repetía para mí mismo. Ayúdame. Ayúdame, por favor. No quiero. No puedo. No me dejes. Por favor, protégeme.
En el fondo, sabía que iban a volver. Lo sé. Tan sólo habían pasado unas horas y ya estaban reorganizándose para atarme de nuevo. Y esta vez habían mandado al ojos verdes. Con sólo olfatear el rastro de él, se distinguía del resto de gente. Era un cazador y estaba mintiendo. Seguro que sus hombres estaban escondidos en alguna parte, dispuestos para llevarme en cuanto tuviera un momento de debilidad. Y ni aunque deje de tomar la sangre de la chica, iban a dejarme suelto. No, ese no era su código, ni tampoco lo era su moral. Ellos iban a esclavizarme de nuevo, iban a golpearme otra vez. Lo sabía. Y debería estar matándolo en este instante. Debería sacarle el corazón igual que hacía Marcus y al menos acabar con todos los que pudiera. O quizá lo mejor era rendirse y ser arrastrado pacíficamente. A lo mejor conseguía que no fueran tan duros y violentos esta vez.
Pero mientras tanto, estaba vendiendo un blanco fácil.
Sin esperarlo, recibí un golpe en la cabeza y fui desplazado de Fraiah. Estiré los brazos, para recuperar la estabilidad rápidamente y atender más a la defensa, que a lo que pudiera pasar después. Lo importante era ahora, presente; no lo siguiente, futuro. Lo que tuviera que ser sería, pero intentaría oponer resistencia a ser raptado de nuevo, igual que las otras veces. Relamí los labios, mirando brevemente hacia la otra cazadora. Eran dos contra uno, y como no, me encontraba totalmente en desventaja. Como siempre.
Quise girarme y prevenir su siguiente movimiento. Pero no me dio tiempo a contraatacar, sino simplemente a poner los brazos de escudo. Aunque de nada sirvió. Cerré los ojos justo en el momento que intentó cegar esta colosal vista. Solté un bufido y enseñé los colmillos, cabreado. Yo a él no le había hecho nada. En todo caso quien tenía derecho a golpearme sería Fraiah, no él. ¿Quién se creía? ¿Un héroe? Rugí, corroído de ira. ¿Iba a dejarles de nuevo que me golpearan? Lo evitaría a toda costa. Levanté rápidamente los brazos y lo arañé. Con una garra desde el hombro, bajando por el brazo hasta donde buenamente pude y la otra, de punta a punta por rostro del cazador, desgarrando su carne respectivamente.
Automáticamente, se activaron los reflejos innatos de cualquier neófito. El aura independiente del vampiro, iba envolviendo el brazo de su oponente y subiendo como una enredadera hacia arriba, llenándole de aquella desoladora pena que llevaba a cuestas; al tiempo que robaba descaradamente energía del cazador. No sería lo mismo que el haber saciado la sed para recomponerme del todo, pero al menos bastaba para poder hacer frente a los cazadores. Sin darme por vencido, clavé más las garras en su carne para evitar rozar el suelo. Volví a rugir, enervado. Doblé hacia atrás la columna, retrasando el caer y sólo cuando se retiró, fue el momento donde mi espalda tocó el suelo y acabé en el suelo, pues claramente me faltaba el punto de apoyo y sujeción.
Salvaje, me revolví y rodé instintivamente hacia un lado. Si lo hacía de esta manera, sería más difícil si el cazador quería volver a emprender otro ataque. Por suerte, al levantarme, no ocurrió nada. Se escuchó otro bufido, con unos ojos rojos refulgiendo en plena oscuridad y posándose en la nuca del melena rubiata. Lo había comprendido bien, perfectamente incluso. El culpable era él. Los cazadores siempre tan entrometidos y con el valor derrochando por los suelos. Bufé por tercera vez.
Sin embargo, había vuelto a descuidar la guardia y esos escasos segundos, Kasha estaba tomando la delantera; justo como había hecho el otro adversario. Aquella cadena que tantas veces había visto envuelta en Marcus, ahora estaba ciñéndose sobre mí. Solté un gruñido, que terminó por transformarse en otro sonido amenazante hacia ella. No me hacía ni pizca de gracia esta mierda antivampiros. Estaba cansado de todos y cada uno de los cazadores y sus exuberantes tratos. A pesar de las advertencias de Kasha, empecé a revolverme entre la cadena. Yo no era la basura de nadie. Y tampoco iba a ir a algún lugar con nadie. Quería ser libre de una vez por todas. No dejaría que nuevas cadenas sujetaran mi cuello para tenerme amarrado como un perro amaestrado. Si quería sangre, la iba a obtener. Si quería matar, lo haría sin remordimientos. Las púas empezaron a clavarse sobre la piel y empezaron a sangrar enseguida. La reacción contra la carne de vampiro se hacía efectiva y me retorcía por dentro. Y cuánto más me dolía, claramente más me movía. El quemazón se intensificaba a cada movimiento, revolviéndome como un pez para salir. Gritaba de furia, rencor, venganza, de impotencia, dolor y desesperación.
Pero la cadena seguía comiéndose lentamente la piel del neófito.
Miré a Fraiah, observando al cazador a su lado. Abrí la boca, luciendo los colmillos ensuciados de sangre. No iba a dejar que ese hombre le hiciera lo que a mí. Porque ahora llevaba la marca de mis dientes sobre su piel. Era mía. Y no la soltaría a cualquier rubio egocéntrico que se cree ser Dios. Aun resistiéndome, dos brillantes iris carmesís, se inyectaron sobre el violeta de Fraiah. “No te dejes engañar. No lo hagas. Ellos quieren tu confianza para luego darte donde más duele. A mí también me prometieron protección y mírame ahora. Mienten. Mienten. Te estarán mintiendo hasta que acabes en mi lugar.” Aseguré mentalmente a la chica. Sí, Nokku también prometió que estaría defendiendo a los humanos hasta que acabara con los vampiros. Con el tiempo, debió cambiar de idea y una vez pacté con Marcus, quiso rebanarme a pedazos para, según él: “regar el césped con tu sangre”. Y ahora, ni siquiera ya no estaba para cumplir su promesa.
Kasha también hizo lo mismo. Primero dijo que estaría protegiéndome de cualquier vampiro que osara a acercarse y al final no consiguió nada. Me convertí por sobrevivir de la muerte y dio su palabra de que no entraría en la lista. Las tornas habían cambiado para ella también. Para todos, en realidad. Sólo le hacía falta mirar cómo estaba encarcelándome entre sus cadenas para que lo pudiera comprobar. Incluso ya no se oponía a que Bella y yo apareciéramos en la lista. Es más, lo utilizaba de chantaje. Como todos los cazadores, siempre anteponiendo sus deseos para cumplirlos. Ella debería darse cuenta de esta malograda situación de engaño.
Tenía los brazos deshollinados, con anchas quemaduras de allá donde las púas tocaban. Pero no paraba de moverme. Iba a librarme de esto, sí o sí. Y después me llevaría a la chica y nos pondría a salvo de cualquier cazador, pues hoy en día, se debía desconfiar hasta de tu propia sombra. La garganta aguantaba con los gruñidos animales que se escuchaban. Tiré con el cuerpo para alejarme de Kasha. No funcionó demasiado. Mordí al aire, advirtiendo a la mujer. Cuidado Kasha. Cuidado. O tendrás estos colmillos clavados sobre tu garganta y agarrando tu nuez para arrancártela de cuajo.
Intenté levantar una pierna para bajar la cadena al suelo y que así fuera más fácil desprenderse de ella. Pero tampoco era forma de librarse de esto. Rugí enfurecido. Quería que me soltaran de una maldita vez. A cada segundo la sangre del neófito empapaba sus pantalones y algunas gotas caían al suelo. Y obviamente, aumentaba el deseo por Fraiah y degustar de nuevo su cuello o muñeca; al mismo que la fatiga y el cansancio regresaban al cuerpo. El sudor impregnaba su frente, pero seguía sin dejar de intentar zafarse.
Finalmente, opté por el cuerpo a cuerpo. Doblé una rodilla y me lancé contra ella, cual animal salvaje. Hice el amago de morder su cuello y me retiré rápidamente para empujarla en el exacto instante que ella vaciló y derribarla de su equilibrio. Sin dudarlo, vencí encima de ella con las rodillas, clavando una de ellas en la herida de su estómago y la otra sobre el brazo libre, bloqueando los movimientos con la cadena. ¿Creía que no era consciente de su convalecencia? Podía oler su debilidad a distancia. Era una de las grandes ventajas de un privilegiado olfato de inmortal. Mordí al aire otra vez, plantando la amenaza de antes. Y, aprovechando que la tenía bajo mi autoridad, sacudí el tronco, haciendo que la cadena fuera aflojándose hasta caer encima del cuerpo de la mujer.
Se escuchó de repente un gemido. Estaba sofocado, dolorido y angustiado, tanto física como mentalmente. La pena de Fraiah y la que ya llevaba a cuestas, se sumaba al cansancio y al dolor del arma antivampiros. Casi no me había recuperado de las heridas que recogí de Marcus, y ahora estaban volviéndome mártir de nuevo. No tenía descanso alguno, ni una sana recuperación. Exactamente como cuando fui humano. Más tiempo insconsciente que consciente. Aunque esta vez no flaquearía en exceso. Me posicioné mejor y dejé los temblorosos brazos ensangrentados encima de los de Kasha, impidiendo sus movimientos. No tenía tanta fuerza como antes, pese a bastar para paralizar sus extremidades. Bajé el tronco, acercándome a su oído depredadoramente. Olfateé su nuca y la curvatura de su hombro, quizá buscando el rastro de algo. Estaba comprobando su olor, identificándolo para posteriores y además, imaginando en la cabeza el sabor de su sangre, el cual me disgustaba al cien por cien. Para terminar, hice el chasquido de los dientes al agarrar a su presa, sembrando mi territorio. Si esta vez no la había hecho nada, era por lo que a ambos nos concernía; pero a la próxima no tendría tanta compasión. Antes de retirarme, lamí su cuello, brindándola otra advertencia.
Separé el tronco de nuevo y enseñé los colmillos. La mirada del neófito señalaba asesinato en su plenitud. No obstante, no hizo nada del estilo, pues supo encontrar la prioridad antes. Un sello redondo apareció bajo el cuerpo de la cazadora, agarrándose a los nervios de su cuerpo y paralizando todos sus músculos, dejándola inmóvil.
Me levanté de encima, y puse una mano en uno de los costados de los que flaqueaba por otros golpes pasados. Alejé con el pie la cadena y seguidamente me separé unos cuantos metros de ella. Estaba paralizada, justo como dejé a Marcus, pero debía ser desconfiado una vez más. Por el momento, y gracias al cielo, una de las amenazas había terminado temporalmente. Todavía quedaba una y estaba frente a mis propias narices. Lo miré inquisidor bajando hacia Fraiah, pero opté por no acercarme, dejando permanente la distancia e incrementándola para poner la espalda en una pared.
Bajé la cabeza y observé el daño por la cadena. Se oyó un lamento. Tenía el pantalón manchado de sangre hasta casi las rodillas, de lo que había estado cayendo a causa de la cadena. Incluso en el suelo había un reguero de sangre hasta el neófito. Y quemaba. Quemaba igual o más que la sed en la garganta. Quemaba. Me sentía agotado, cansado y devastado. Por la sed y por el arma de la cazadora. Estaba abrasándome y las hendiduras de las púas rodeaban el tronco en varias incisiones por los constantes movimientos. Cerré varias veces los ojos. El agarre del cazador, había hecho daño sobre la vista; aunque acabaría por restaurarse completamente en cuestión de tiempo. Pasé una mano por los ojos, taponando la sangre del costado con la otra. Sonó otro gemido de lamento. Levanté un brazo y lamí, afligido, la sangre que rodaba de las heridas, cual cachorro abandonado.
Los sentidos se me estaban atrofiando lentamente, dejándome en aquella nube de intenso placer tras calmar la sed. La sangre de Fraiah no era totalmente humana, pese a que pensara radicalmente que sí lo fuera. Pero, sin saberlo, ella ofrecía una sangre que resultaba medianamente contraproducente con la sed, pues no la terminaba de calmar. No obstante, había estado tanto tiempo sin poder alimentarme correctamente que me reventaba el deseo de seguir bebiendo hasta quedar satisfecho. Aunque conocía perfectamente los límites de la mujer y debería parar antes de consumirla totalmente. No iba a hacer lo mismo que hicieron conmigo, pese a que siempre quise demostrarle a alguien lo que era pasar por ello. Además, debería ser consciente y sensato. Para completar y templar la sensación de agobio y el quemazón de la garganta, tendría que acabar probando la sangre de Bella y Marcus. La de este último ya la probé antes de seguir el olor de la humana, en cambio la de Bella todavía no había recorrido mi barbilla.
Entonces, entre el éxtasis de beber y el embriague de adormecer los sentidos más despiadados, repetí los pensamientos del cazador inconscientemente. Levanté la cabeza, observándolo detenidamente. ¿Cómo que no sabía de qué le estaba hablando? Un brillo depredador se inculcó dentro del neófito. Claro, y yo he nacido ayer. Bueno, relativamente había “despertado” como vampiro hacía apenas una semana. Relamí los colmillos, enseñando una imagen demasiado vampírica y asesina con los labios manchados de sangre.
Mientes. Mientes. Estás mintiendo. Todos me mienten. ¡Y están volviendo a hacerlo! Apreté los ojos con fuerza, bajando la cabeza y encogiéndome levemente. Las manos recorrían lentamente el rostro, tapándolo y finalmente queriendo volver al pelo. Los músculos se tensionaron inmediatamente y la mirada fue directamente a clavarse en el suelo, desquiciado. Me acerqué al regazo de Fraiah, sintiéndome indefenso contra ellos. No, no quiero. No quiero. No quiero. No quiero. No ser prendido de nuevo; repetía para mí mismo. Ayúdame. Ayúdame, por favor. No quiero. No puedo. No me dejes. Por favor, protégeme.
En el fondo, sabía que iban a volver. Lo sé. Tan sólo habían pasado unas horas y ya estaban reorganizándose para atarme de nuevo. Y esta vez habían mandado al ojos verdes. Con sólo olfatear el rastro de él, se distinguía del resto de gente. Era un cazador y estaba mintiendo. Seguro que sus hombres estaban escondidos en alguna parte, dispuestos para llevarme en cuanto tuviera un momento de debilidad. Y ni aunque deje de tomar la sangre de la chica, iban a dejarme suelto. No, ese no era su código, ni tampoco lo era su moral. Ellos iban a esclavizarme de nuevo, iban a golpearme otra vez. Lo sabía. Y debería estar matándolo en este instante. Debería sacarle el corazón igual que hacía Marcus y al menos acabar con todos los que pudiera. O quizá lo mejor era rendirse y ser arrastrado pacíficamente. A lo mejor conseguía que no fueran tan duros y violentos esta vez.
Pero mientras tanto, estaba vendiendo un blanco fácil.
Sin esperarlo, recibí un golpe en la cabeza y fui desplazado de Fraiah. Estiré los brazos, para recuperar la estabilidad rápidamente y atender más a la defensa, que a lo que pudiera pasar después. Lo importante era ahora, presente; no lo siguiente, futuro. Lo que tuviera que ser sería, pero intentaría oponer resistencia a ser raptado de nuevo, igual que las otras veces. Relamí los labios, mirando brevemente hacia la otra cazadora. Eran dos contra uno, y como no, me encontraba totalmente en desventaja. Como siempre.
Quise girarme y prevenir su siguiente movimiento. Pero no me dio tiempo a contraatacar, sino simplemente a poner los brazos de escudo. Aunque de nada sirvió. Cerré los ojos justo en el momento que intentó cegar esta colosal vista. Solté un bufido y enseñé los colmillos, cabreado. Yo a él no le había hecho nada. En todo caso quien tenía derecho a golpearme sería Fraiah, no él. ¿Quién se creía? ¿Un héroe? Rugí, corroído de ira. ¿Iba a dejarles de nuevo que me golpearan? Lo evitaría a toda costa. Levanté rápidamente los brazos y lo arañé. Con una garra desde el hombro, bajando por el brazo hasta donde buenamente pude y la otra, de punta a punta por rostro del cazador, desgarrando su carne respectivamente.
Automáticamente, se activaron los reflejos innatos de cualquier neófito. El aura independiente del vampiro, iba envolviendo el brazo de su oponente y subiendo como una enredadera hacia arriba, llenándole de aquella desoladora pena que llevaba a cuestas; al tiempo que robaba descaradamente energía del cazador. No sería lo mismo que el haber saciado la sed para recomponerme del todo, pero al menos bastaba para poder hacer frente a los cazadores. Sin darme por vencido, clavé más las garras en su carne para evitar rozar el suelo. Volví a rugir, enervado. Doblé hacia atrás la columna, retrasando el caer y sólo cuando se retiró, fue el momento donde mi espalda tocó el suelo y acabé en el suelo, pues claramente me faltaba el punto de apoyo y sujeción.
Salvaje, me revolví y rodé instintivamente hacia un lado. Si lo hacía de esta manera, sería más difícil si el cazador quería volver a emprender otro ataque. Por suerte, al levantarme, no ocurrió nada. Se escuchó otro bufido, con unos ojos rojos refulgiendo en plena oscuridad y posándose en la nuca del melena rubiata. Lo había comprendido bien, perfectamente incluso. El culpable era él. Los cazadores siempre tan entrometidos y con el valor derrochando por los suelos. Bufé por tercera vez.
Sin embargo, había vuelto a descuidar la guardia y esos escasos segundos, Kasha estaba tomando la delantera; justo como había hecho el otro adversario. Aquella cadena que tantas veces había visto envuelta en Marcus, ahora estaba ciñéndose sobre mí. Solté un gruñido, que terminó por transformarse en otro sonido amenazante hacia ella. No me hacía ni pizca de gracia esta mierda antivampiros. Estaba cansado de todos y cada uno de los cazadores y sus exuberantes tratos. A pesar de las advertencias de Kasha, empecé a revolverme entre la cadena. Yo no era la basura de nadie. Y tampoco iba a ir a algún lugar con nadie. Quería ser libre de una vez por todas. No dejaría que nuevas cadenas sujetaran mi cuello para tenerme amarrado como un perro amaestrado. Si quería sangre, la iba a obtener. Si quería matar, lo haría sin remordimientos. Las púas empezaron a clavarse sobre la piel y empezaron a sangrar enseguida. La reacción contra la carne de vampiro se hacía efectiva y me retorcía por dentro. Y cuánto más me dolía, claramente más me movía. El quemazón se intensificaba a cada movimiento, revolviéndome como un pez para salir. Gritaba de furia, rencor, venganza, de impotencia, dolor y desesperación.
Pero la cadena seguía comiéndose lentamente la piel del neófito.
Miré a Fraiah, observando al cazador a su lado. Abrí la boca, luciendo los colmillos ensuciados de sangre. No iba a dejar que ese hombre le hiciera lo que a mí. Porque ahora llevaba la marca de mis dientes sobre su piel. Era mía. Y no la soltaría a cualquier rubio egocéntrico que se cree ser Dios. Aun resistiéndome, dos brillantes iris carmesís, se inyectaron sobre el violeta de Fraiah. “No te dejes engañar. No lo hagas. Ellos quieren tu confianza para luego darte donde más duele. A mí también me prometieron protección y mírame ahora. Mienten. Mienten. Te estarán mintiendo hasta que acabes en mi lugar.” Aseguré mentalmente a la chica. Sí, Nokku también prometió que estaría defendiendo a los humanos hasta que acabara con los vampiros. Con el tiempo, debió cambiar de idea y una vez pacté con Marcus, quiso rebanarme a pedazos para, según él: “regar el césped con tu sangre”. Y ahora, ni siquiera ya no estaba para cumplir su promesa.
Kasha también hizo lo mismo. Primero dijo que estaría protegiéndome de cualquier vampiro que osara a acercarse y al final no consiguió nada. Me convertí por sobrevivir de la muerte y dio su palabra de que no entraría en la lista. Las tornas habían cambiado para ella también. Para todos, en realidad. Sólo le hacía falta mirar cómo estaba encarcelándome entre sus cadenas para que lo pudiera comprobar. Incluso ya no se oponía a que Bella y yo apareciéramos en la lista. Es más, lo utilizaba de chantaje. Como todos los cazadores, siempre anteponiendo sus deseos para cumplirlos. Ella debería darse cuenta de esta malograda situación de engaño.
Tenía los brazos deshollinados, con anchas quemaduras de allá donde las púas tocaban. Pero no paraba de moverme. Iba a librarme de esto, sí o sí. Y después me llevaría a la chica y nos pondría a salvo de cualquier cazador, pues hoy en día, se debía desconfiar hasta de tu propia sombra. La garganta aguantaba con los gruñidos animales que se escuchaban. Tiré con el cuerpo para alejarme de Kasha. No funcionó demasiado. Mordí al aire, advirtiendo a la mujer. Cuidado Kasha. Cuidado. O tendrás estos colmillos clavados sobre tu garganta y agarrando tu nuez para arrancártela de cuajo.
Intenté levantar una pierna para bajar la cadena al suelo y que así fuera más fácil desprenderse de ella. Pero tampoco era forma de librarse de esto. Rugí enfurecido. Quería que me soltaran de una maldita vez. A cada segundo la sangre del neófito empapaba sus pantalones y algunas gotas caían al suelo. Y obviamente, aumentaba el deseo por Fraiah y degustar de nuevo su cuello o muñeca; al mismo que la fatiga y el cansancio regresaban al cuerpo. El sudor impregnaba su frente, pero seguía sin dejar de intentar zafarse.
Finalmente, opté por el cuerpo a cuerpo. Doblé una rodilla y me lancé contra ella, cual animal salvaje. Hice el amago de morder su cuello y me retiré rápidamente para empujarla en el exacto instante que ella vaciló y derribarla de su equilibrio. Sin dudarlo, vencí encima de ella con las rodillas, clavando una de ellas en la herida de su estómago y la otra sobre el brazo libre, bloqueando los movimientos con la cadena. ¿Creía que no era consciente de su convalecencia? Podía oler su debilidad a distancia. Era una de las grandes ventajas de un privilegiado olfato de inmortal. Mordí al aire otra vez, plantando la amenaza de antes. Y, aprovechando que la tenía bajo mi autoridad, sacudí el tronco, haciendo que la cadena fuera aflojándose hasta caer encima del cuerpo de la mujer.
Se escuchó de repente un gemido. Estaba sofocado, dolorido y angustiado, tanto física como mentalmente. La pena de Fraiah y la que ya llevaba a cuestas, se sumaba al cansancio y al dolor del arma antivampiros. Casi no me había recuperado de las heridas que recogí de Marcus, y ahora estaban volviéndome mártir de nuevo. No tenía descanso alguno, ni una sana recuperación. Exactamente como cuando fui humano. Más tiempo insconsciente que consciente. Aunque esta vez no flaquearía en exceso. Me posicioné mejor y dejé los temblorosos brazos ensangrentados encima de los de Kasha, impidiendo sus movimientos. No tenía tanta fuerza como antes, pese a bastar para paralizar sus extremidades. Bajé el tronco, acercándome a su oído depredadoramente. Olfateé su nuca y la curvatura de su hombro, quizá buscando el rastro de algo. Estaba comprobando su olor, identificándolo para posteriores y además, imaginando en la cabeza el sabor de su sangre, el cual me disgustaba al cien por cien. Para terminar, hice el chasquido de los dientes al agarrar a su presa, sembrando mi territorio. Si esta vez no la había hecho nada, era por lo que a ambos nos concernía; pero a la próxima no tendría tanta compasión. Antes de retirarme, lamí su cuello, brindándola otra advertencia.
Separé el tronco de nuevo y enseñé los colmillos. La mirada del neófito señalaba asesinato en su plenitud. No obstante, no hizo nada del estilo, pues supo encontrar la prioridad antes. Un sello redondo apareció bajo el cuerpo de la cazadora, agarrándose a los nervios de su cuerpo y paralizando todos sus músculos, dejándola inmóvil.
Me levanté de encima, y puse una mano en uno de los costados de los que flaqueaba por otros golpes pasados. Alejé con el pie la cadena y seguidamente me separé unos cuantos metros de ella. Estaba paralizada, justo como dejé a Marcus, pero debía ser desconfiado una vez más. Por el momento, y gracias al cielo, una de las amenazas había terminado temporalmente. Todavía quedaba una y estaba frente a mis propias narices. Lo miré inquisidor bajando hacia Fraiah, pero opté por no acercarme, dejando permanente la distancia e incrementándola para poner la espalda en una pared.
Bajé la cabeza y observé el daño por la cadena. Se oyó un lamento. Tenía el pantalón manchado de sangre hasta casi las rodillas, de lo que había estado cayendo a causa de la cadena. Incluso en el suelo había un reguero de sangre hasta el neófito. Y quemaba. Quemaba igual o más que la sed en la garganta. Quemaba. Me sentía agotado, cansado y devastado. Por la sed y por el arma de la cazadora. Estaba abrasándome y las hendiduras de las púas rodeaban el tronco en varias incisiones por los constantes movimientos. Cerré varias veces los ojos. El agarre del cazador, había hecho daño sobre la vista; aunque acabaría por restaurarse completamente en cuestión de tiempo. Pasé una mano por los ojos, taponando la sangre del costado con la otra. Sonó otro gemido de lamento. Levanté un brazo y lamí, afligido, la sangre que rodaba de las heridas, cual cachorro abandonado.
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- Ziel A. Carphatia
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Re: Calles
Era extraño, la manera en la que luchaba aquel muchacho, a pesar de saber que su batalla estaba perdida el seguía combatiendo, todo le daba igual, no le importaba morir. Mientras estaba agarrando al vampiro en el aire sentí como una de sus garras se clavaba en mi pecho, desgarrando el camisón y con ello también la piel de mi pectoral. Una linea de sangre se marcó sobre mis blancas ropas y manchó la pureza de mi imagen. Apreté la mandíbula y vi como su otra mano se dirigía a mi cara. ¿Qué era? ¿Un gatito asustado? Eche la cabeza ligeramente hacia atrás pero no logré esquivar el golpe del todo. Sus uñas de felina enfadada lograron hacerme un profundo rasguño en la frente. La situación se me estaba yendo de las manos, mi propia sangre me cabreaba mucho, no aguantaba su olor, no aguantaba la sensación de esasangre recorriendo mi piel. La última vez Nokku acabó con el pecho destrozado y con una cicatriz bien grande. No quería repetir la escena, porque estaba claro de que si me descontrolaba el pequeño vampiro no solo acabaría con una cicatriz.
Sentí como la esencia pesimista del vampiro intentaba consumir las energías de mi brazo y enarqué mentalmente una ceja. ¿Aquél estúpido crío pensaba que su carga era la mayor del lugar? Dejé que su energía subiera hasta mi muñeca, pero no pudo pasar de ahí, si le dejaba absorber mi poder: el definitivamente se consumiría, no podría soportarlo. Sin embargo no respondí a su ataque psicológico, no tenía sentido, no iba a rebajarme al nivel de un neófito descontrolado que había perdido la cordura. En ese momento no era más que un animal salvaje, y eso traería sus consecuencias.
Un hilillo de sangre recorrió mi frente y mi mejilla cuando los dos aterrizamos. No tenía tiempo que perder con él. Rápidamente me giré hacia la chica y vi como la cazadora se acercaba violentamente al indefenso vampiro, sabía que estaba bien. Rápidamente utilicé mis ropas para tapar las heridas de la chica humana y tuve tiempo de escuchar a mis espaldas, de la voz de la cazadora, el nombre de aquella mujer. Fraiah.... un nombre precioso sin lugar a dudas. E incluso aquella mujer nombró también a Nokku. Me sorprendí al escuchar su nombre. Así que aquella mujer era también una amiga directa de mi difunto hermano, eso lo hacía todo incluso más complicado.
De mi pecho aun salía sangre mientras miré con un rostro sonriente y lleno de sangre a Fraiah, ella se veía agotada, y corría peligro cerca de ese neófito. La protegería, si, eso haría, había llegado demasiado lejos como para permitir que la mataran o se la llevaran. Pero ¿Por qué ese vampiro era tan testarudo? ¿Estaba buscando la muerte? ¿O era tan estúpido como para pensar que con el poder de su voluntad podría hacer cualquier cosa que le apeteciera? No, ese pequeño sadomasoquista debía aprender la lección de una vez por todas, o al menos enterarse que a partir de ese día no le pondría la mano encima a ningún humano sin que yo le persiguiera. Y aun así quedaba la duda de: siendo el un pequeño y recién formado vampiro ¿Cómo diablos podía hacerle frente a los dos cazadores más experimentados del pueblo? Supuse que la respuesta residía en que no debería haberme contenido desde un principio. Lo que nos diferenciaba es que yo solo buscaba noquearle sin matarle mientras el luchaba con todas sus fuerzas, sin importar si mataba o no a alguien... que irresponsable ¿Cómo respondería ante nosotros si acababa con la vida de... Fraiah? Bueno, si eso llegara a pasar... simplemente acabaría con su vida de la forma más rápida posible.
Vi como se retorcía bajo las cadenas de la cazadora y estuve a punto de decirla que se estaba pasando un poco, que debería soltar al chico para no matarlo, pero eso no fue necesario: aquél neófito con energía infinita y resistencia daédrica se retorció y se retorció hasta que la mayoría de sus músculos se desgarraron. Y si aun me sorprendía su capacidad de permanecer consciente más me sorprendió su asombrosa habilidad cuando consiguió escapar de aquella cazadora, tirándola al suelo e inmovilizándola con un simple sello. La había hecho mucho daño.
El vampiro se retiró de cualquier amenaza y se quedó lamiéndose sus heridas en la pared, como si fuese un animalillo acorralado. Yo, por el contrario me acerqué corriendo a la cazadora, tenía heridas graves... ¿Serían de su anterior batalla? ¿Las habría recibido intentando ayudar a Nokku? Eso no importaba por el momento así que simplemente me centré en la situación. Aún con esa descarga de energía a flor de pie puse mis cinco dedos sobre el sello que inmovilizaba a la cazadora. Era solo un vampiro principiante pero ya sabía hacer cosas de ese tipo... interesante. Sobrecargué el sello con mi esencia y provoqué que se quebrara en mil pedazos, liberando a la cazadora, se veía demacrada, pero no había perdido ni pizca de su dignidad, su rostro demostraba que era una cazadora experta, ya la estaba cogiendo aprecio solo por eso y no la conocía aun "Debiste de ser una amiga importante de el, y me imagino porque con solo verte" Pensé para mi mismo sabiendo que nadie podía escucharme y me arrodille a su lado rápidamente. Inspeccioné mejor sus golpes y supuse que no eran mortales, sobreviviría. Ella ya no estaba sellada, pero seguramente no podría moverse con facilidad. Me fijé en su rostro con una mirada llena de confianza y serenidad mientras mi poder se apaciguaba y mis iris volvían a su verde natural.
Lo has hecho muy bien, tendremos mucho tiempo para hablar luego, ahora por favor procura no moverte mucho, me gustaría... dialogar con el chico.
Sentencié señalando con la cabeza al neófito. Me levanté tranquilamente y me acerqué unos pasos a él, dejando entre nosotros una distancia prudencial, no quería que se sintiera acorralado ni nada por el estilo. Suspiré ¿Cómo podría tratar con alguien como el? ¿Cómo ayudar a alguien que no se quiere ayudar a si mismo?
No se que clase de trauma tendrás con los cazadores de por aquí chico, pero... no deberías juzgarnos a todos por igual. De cualquier forma lo único que quiero es que dejes en paz a esta chica y que no acoses más a los humanos.... ya sabes, puedes pedir bolsas de sangre o tomar pastillas. No soy tu enemigo, mírame más como un extraño, no te haremos nada si tu no asesinas gente, no parece muy complicado ¿Verdad? Hace poco debiste ser humano, compréndelo, no podemos dejar que hagas esto... si dejas de atacar nadie te atacará, ni siquiera ella
Dije señalando a la cazadora sin mirarla. Estuviera o no ella de acuerdo conmigo no podía moverse de todos modos, y ya tendría tiempo de llevarme la contraria, tenía que encontrar la mejor solución para ese chico y las batallas solo le volverían aun más violento. Si el se iba de buenas nadie le haría daño "No te dejes llevar por las emociones de tu nuevo cuerpo, si lo haces solo conseguirás generar más dolor.... y no puedo permitir eso. Solo quiero que comprendas" Pensé tranquilamente mientras la sangre de mi rostro se deslizaba lentamente por mi barbilla y mi cuello, desembocando en mi haraposo camisón ¿Lo entendería? ¿Dejaría la batalla? ¿Terminaría nuestro encuentro ahí? No había forma de predecir eso, solo esperar a que el otro respondiera a mi mensaje, ya había corrido suficiente sangre por el día. Fraiah estaba mal herida, al igual que la cazadora, y debía llevar a las dos a algún lugar seguro cuanto antes, no tenía tiempo que perder en batallas. No quería enfrentarme a ese vampiro, sabía que estaba sufriendo y sabía que estaba ciego de ira. Si simplemente lograra que comprendiera: todo acabaría ahí mismo.
Tick, tack. Gota a gota nuestro tiempo se acababa, los humanos no podíamos esperar tanto como los vampiros.
off:siento el post corto, tenía mucho sueño
Sentí como la esencia pesimista del vampiro intentaba consumir las energías de mi brazo y enarqué mentalmente una ceja. ¿Aquél estúpido crío pensaba que su carga era la mayor del lugar? Dejé que su energía subiera hasta mi muñeca, pero no pudo pasar de ahí, si le dejaba absorber mi poder: el definitivamente se consumiría, no podría soportarlo. Sin embargo no respondí a su ataque psicológico, no tenía sentido, no iba a rebajarme al nivel de un neófito descontrolado que había perdido la cordura. En ese momento no era más que un animal salvaje, y eso traería sus consecuencias.
Un hilillo de sangre recorrió mi frente y mi mejilla cuando los dos aterrizamos. No tenía tiempo que perder con él. Rápidamente me giré hacia la chica y vi como la cazadora se acercaba violentamente al indefenso vampiro, sabía que estaba bien. Rápidamente utilicé mis ropas para tapar las heridas de la chica humana y tuve tiempo de escuchar a mis espaldas, de la voz de la cazadora, el nombre de aquella mujer. Fraiah.... un nombre precioso sin lugar a dudas. E incluso aquella mujer nombró también a Nokku. Me sorprendí al escuchar su nombre. Así que aquella mujer era también una amiga directa de mi difunto hermano, eso lo hacía todo incluso más complicado.
De mi pecho aun salía sangre mientras miré con un rostro sonriente y lleno de sangre a Fraiah, ella se veía agotada, y corría peligro cerca de ese neófito. La protegería, si, eso haría, había llegado demasiado lejos como para permitir que la mataran o se la llevaran. Pero ¿Por qué ese vampiro era tan testarudo? ¿Estaba buscando la muerte? ¿O era tan estúpido como para pensar que con el poder de su voluntad podría hacer cualquier cosa que le apeteciera? No, ese pequeño sadomasoquista debía aprender la lección de una vez por todas, o al menos enterarse que a partir de ese día no le pondría la mano encima a ningún humano sin que yo le persiguiera. Y aun así quedaba la duda de: siendo el un pequeño y recién formado vampiro ¿Cómo diablos podía hacerle frente a los dos cazadores más experimentados del pueblo? Supuse que la respuesta residía en que no debería haberme contenido desde un principio. Lo que nos diferenciaba es que yo solo buscaba noquearle sin matarle mientras el luchaba con todas sus fuerzas, sin importar si mataba o no a alguien... que irresponsable ¿Cómo respondería ante nosotros si acababa con la vida de... Fraiah? Bueno, si eso llegara a pasar... simplemente acabaría con su vida de la forma más rápida posible.
Vi como se retorcía bajo las cadenas de la cazadora y estuve a punto de decirla que se estaba pasando un poco, que debería soltar al chico para no matarlo, pero eso no fue necesario: aquél neófito con energía infinita y resistencia daédrica se retorció y se retorció hasta que la mayoría de sus músculos se desgarraron. Y si aun me sorprendía su capacidad de permanecer consciente más me sorprendió su asombrosa habilidad cuando consiguió escapar de aquella cazadora, tirándola al suelo e inmovilizándola con un simple sello. La había hecho mucho daño.
El vampiro se retiró de cualquier amenaza y se quedó lamiéndose sus heridas en la pared, como si fuese un animalillo acorralado. Yo, por el contrario me acerqué corriendo a la cazadora, tenía heridas graves... ¿Serían de su anterior batalla? ¿Las habría recibido intentando ayudar a Nokku? Eso no importaba por el momento así que simplemente me centré en la situación. Aún con esa descarga de energía a flor de pie puse mis cinco dedos sobre el sello que inmovilizaba a la cazadora. Era solo un vampiro principiante pero ya sabía hacer cosas de ese tipo... interesante. Sobrecargué el sello con mi esencia y provoqué que se quebrara en mil pedazos, liberando a la cazadora, se veía demacrada, pero no había perdido ni pizca de su dignidad, su rostro demostraba que era una cazadora experta, ya la estaba cogiendo aprecio solo por eso y no la conocía aun "Debiste de ser una amiga importante de el, y me imagino porque con solo verte" Pensé para mi mismo sabiendo que nadie podía escucharme y me arrodille a su lado rápidamente. Inspeccioné mejor sus golpes y supuse que no eran mortales, sobreviviría. Ella ya no estaba sellada, pero seguramente no podría moverse con facilidad. Me fijé en su rostro con una mirada llena de confianza y serenidad mientras mi poder se apaciguaba y mis iris volvían a su verde natural.
Lo has hecho muy bien, tendremos mucho tiempo para hablar luego, ahora por favor procura no moverte mucho, me gustaría... dialogar con el chico.
Sentencié señalando con la cabeza al neófito. Me levanté tranquilamente y me acerqué unos pasos a él, dejando entre nosotros una distancia prudencial, no quería que se sintiera acorralado ni nada por el estilo. Suspiré ¿Cómo podría tratar con alguien como el? ¿Cómo ayudar a alguien que no se quiere ayudar a si mismo?
No se que clase de trauma tendrás con los cazadores de por aquí chico, pero... no deberías juzgarnos a todos por igual. De cualquier forma lo único que quiero es que dejes en paz a esta chica y que no acoses más a los humanos.... ya sabes, puedes pedir bolsas de sangre o tomar pastillas. No soy tu enemigo, mírame más como un extraño, no te haremos nada si tu no asesinas gente, no parece muy complicado ¿Verdad? Hace poco debiste ser humano, compréndelo, no podemos dejar que hagas esto... si dejas de atacar nadie te atacará, ni siquiera ella
Dije señalando a la cazadora sin mirarla. Estuviera o no ella de acuerdo conmigo no podía moverse de todos modos, y ya tendría tiempo de llevarme la contraria, tenía que encontrar la mejor solución para ese chico y las batallas solo le volverían aun más violento. Si el se iba de buenas nadie le haría daño "No te dejes llevar por las emociones de tu nuevo cuerpo, si lo haces solo conseguirás generar más dolor.... y no puedo permitir eso. Solo quiero que comprendas" Pensé tranquilamente mientras la sangre de mi rostro se deslizaba lentamente por mi barbilla y mi cuello, desembocando en mi haraposo camisón ¿Lo entendería? ¿Dejaría la batalla? ¿Terminaría nuestro encuentro ahí? No había forma de predecir eso, solo esperar a que el otro respondiera a mi mensaje, ya había corrido suficiente sangre por el día. Fraiah estaba mal herida, al igual que la cazadora, y debía llevar a las dos a algún lugar seguro cuanto antes, no tenía tiempo que perder en batallas. No quería enfrentarme a ese vampiro, sabía que estaba sufriendo y sabía que estaba ciego de ira. Si simplemente lograra que comprendiera: todo acabaría ahí mismo.
Tick, tack. Gota a gota nuestro tiempo se acababa, los humanos no podíamos esperar tanto como los vampiros.
off:siento el post corto, tenía mucho sueño
- Jack Wintersnow
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Re: Calles
Mire como intentaba librarse de las cadenas y aparte la cara con completa indiferencia cuando lanzaba sus colmillos intentando morderme. Maldito crio, si seguia vivo era porque era el hermano pequeño de Kai, o mas bien lo que quedaba de el.
Pero me pillo por sorpresa, cayo encima mia y piso los puntos del estomago obligandome a soltar un gemido de dolor al notar como punto por punto se soltaban haciendo que mi estomago empezara a sangrar.
Me empece a retorcer y a dar patadas al chico en la espalda para quitarmelo de encima pero de repente deje de moverme, que puñetas pasaba? Intentaba moverme, pero mi cuerpo no respondia, es que ya habia desarrollado poderes?, era imposible, aun era demasiado joven como para eso..., al no ser que... Marcus, como siempre, alguna habia hecho para que pasara mas rapido, maldito chupasangre...
El mocoso se quito de encima y el cazador me libero, lo mire curiosa, pocos cazadores sabrian hacer algo asi, al no ser que fueran de mi rango o superior.
Nada mas soltarme, mientras que hablaba con el chico, empece a retorcerme como si fuera un gato atrapado en una trampa y volvi a activar mis ojos para mitigar la molestia del estomago. Si el cazador veia la oscuridad de mis ojos, realmente me daba igual, estaba demasiado cabreada con ese criajo, el balazo me lo trague por su culpa y ya se me habia abierto la herida dos veces, estaba cansada de sus cosas de niño malcriado, si hablaba con Marcus, la bronca no iba a ser nada divertida y Marcus se la tragaria enterita.
Al final, con falta de equilibrio todavia, me puse de pie y recogi la cadena del suelo mientras que me ponia delante de Fraiah para protegerla de Ziel, razon por la que al final acabe soltando el brazo que tenia atado para mantener los puntos de mi hombro agujereado por aquel vampiro durante la fiesta.
- Por mucho que le digas eso, no te escuchara, tiene demasiado resentimiento contra los cazadores, especialmente para unos que lo maltrataron y que ahora lo persiguen, por eso digas lo que digas, no hara caso, tan solo hara caso a los vampiros con los que normalmente va- le explique al cazador, aun no me terminaba de fiar, pero debia conocer un poco la situacion para que fuera con pies de plomo y no desquiciarse cuando descubra que el mocoso seguira atacando hasta quedar inconsciente o muerto
Pero me pillo por sorpresa, cayo encima mia y piso los puntos del estomago obligandome a soltar un gemido de dolor al notar como punto por punto se soltaban haciendo que mi estomago empezara a sangrar.
Me empece a retorcer y a dar patadas al chico en la espalda para quitarmelo de encima pero de repente deje de moverme, que puñetas pasaba? Intentaba moverme, pero mi cuerpo no respondia, es que ya habia desarrollado poderes?, era imposible, aun era demasiado joven como para eso..., al no ser que... Marcus, como siempre, alguna habia hecho para que pasara mas rapido, maldito chupasangre...
El mocoso se quito de encima y el cazador me libero, lo mire curiosa, pocos cazadores sabrian hacer algo asi, al no ser que fueran de mi rango o superior.
Nada mas soltarme, mientras que hablaba con el chico, empece a retorcerme como si fuera un gato atrapado en una trampa y volvi a activar mis ojos para mitigar la molestia del estomago. Si el cazador veia la oscuridad de mis ojos, realmente me daba igual, estaba demasiado cabreada con ese criajo, el balazo me lo trague por su culpa y ya se me habia abierto la herida dos veces, estaba cansada de sus cosas de niño malcriado, si hablaba con Marcus, la bronca no iba a ser nada divertida y Marcus se la tragaria enterita.
Al final, con falta de equilibrio todavia, me puse de pie y recogi la cadena del suelo mientras que me ponia delante de Fraiah para protegerla de Ziel, razon por la que al final acabe soltando el brazo que tenia atado para mantener los puntos de mi hombro agujereado por aquel vampiro durante la fiesta.
- Por mucho que le digas eso, no te escuchara, tiene demasiado resentimiento contra los cazadores, especialmente para unos que lo maltrataron y que ahora lo persiguen, por eso digas lo que digas, no hara caso, tan solo hara caso a los vampiros con los que normalmente va- le explique al cazador, aun no me terminaba de fiar, pero debia conocer un poco la situacion para que fuera con pies de plomo y no desquiciarse cuando descubra que el mocoso seguira atacando hasta quedar inconsciente o muerto
- Kasha Oskan
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Re: Calles
Todo lo hecho no está perdonado.
Fraiah sonreía. Simplemente, sonreía ante la idea de poder concluir esta situación y poder tranquilizarlos a todos, sobre todo a ese vampiro que ahora mismo estaba frente a ella, cual niño pequeño, asustado, sediento y desolado. La chica bajó su mirada hasta él y acarició suavemente su cabello. Todo estaría bien. Confiaba en él. Dejaría que beba un poco y, luego, lo apartaría. Conocía algunas técnicas para sacarse de encima a un vampiro de su condición, así que no sería problema. Además, si algo malo ocurría, podía confiar en Kasha y en aquel Desconocido. Sin embargo, prefería hacerlo ella misma. Sabía que Kasha tenía a ese chico entre ojos. Realmente, no la culpaba; no culpaba a ninguno de los dos. Pero la verdad que sus métodos para tratarlo no eran los mejores. Y, justamente pensando en ello, la cazadora saltó a la brutal defensa de la humana en cuanto escuchó sus despreocupadas palabras y observó sus imprudentes actos.
Imprudentes... Pero más imprudente sería lo que estaba por ocurrir.
- ¡Kasha! -gritó, poniéndose de pie. Frunció el ceño, mirándola fijamente-. Tranquilízate. No tienes por qué tratarlo así. Recuerda unos momentos... Recueda y luego recapacite en lo que estás haciendo -dijo con firmeza, sin quitar sus ojos de los suyos. Kasha no podía haber olvidado lo que Fraiah fue. Ella no podría haber quitado de su memoria aquellos días en donde era una pequeña y violenta neófita que no toleraba la sangre y mataba por matar. No podría haber olvidado eso. La mirada severa de la joven transmitía todo aquel mensaje. No tenía por qué tratar así a ese muchacho, porque a ella jamás la había tratado de ese modo. Si bien no era la misma relación que ellas dos tenían, eso no le daba motivos.
- ¿Qué harías si fuera yo la que estuviera en su lugar? -acabó por inquirir, negando suavemente con la cabeza. Era necesario parar con todo aquello-. Ese chico se encuentra mal, Kasha. Ha sufrido demasiado. Tú también has sufrido, entonces, entiéndelo, maldita sea -elevó la voz, alzando ambos brazos al lado de su cuerpo, denotando su nerviosismo y sus intentos por acabar con aquella pésima circunstancia. En ese instante, el cazador habló. Fraiah lo observó. Le hubiera sonreído, agradecida, si no fuera porque ahora mismo Ziel estaba descontrolándose otra vez y Kasha fue arrojada por los aires. Fraiah contuvo un grito. Cada vez, la cosa se ponía peor. Ella lo sabía, y por eso mismo había querido detener esta catástrofe violenta.
Sangre. Fraiah abrió los ojos enormemente. Vio la sangre derramándose tarde o temprano. Retrocedió unos pasos ante el feroz rugido del vampiro. ¿Qué ocurría? La respiración de Fraiah se agitó y su mirada transmitió aquella expresión melancólica que entremezclaba el miedo con la compasión. Quiso decir algo, pero las palabras no salieron de su boca. Su garganta se había sellado completamente ante tal imagen de fiereza y brutalidad. ¿Por qué sucedía esto cuando pudo haberse evitado?
Levantó suavemente uno de sus brazos, intentando apaciguar la ira de Ziel, pero entonces este se abalanzó sobre ella. Fraiah se vio obligada a continuar retrocediendo, pero no podría ir muy lejos. El muro de una de las casas del pueblo se encontraba a escasos metros de su espalda. Apenas escapó un grito de entre sus labios. La ira con la que aquel muchacho se acercaba había logrado paralizarla por completo. Fraiah fue embestida por su sed. Su cuerpo quedó encerrado entre la pared y el neófito, hasta que paulatinamente cayeron al suelo. Sus feroces colmillos se clavaron en su piel. Fraiah sintió el pinchazo y cerró los ojos. Emitió un quejido, pero este resultó ahogado. Intentó moverse, pero si lo hacía, corría el riesgo de que aquel pobre neófito desgarrara por completo sus venas y arterias, de modo que acabaría muerta en menos de unos minutos. Entonces, intentó respirar con naturalidad. "Fraiah, no te alteres, no morirás, confía en él, es peor si intentas detenerle ahora, solo... solo resiste, relájate, no pienses... Esto no es nada que no hayas vivido antes".
Y abrió los ojos. Abrió los ojos porque sabía que si los continuaba manteniendo cerrados, se desvanecería por completo. El vampiro estaba bebiendo demasiado rápido; demasiado intensamente. Fraiah suspiró y, con pesar, levantó el brazo que no era prisionero de tan devastadora hambruna. Acercó su mano a la mejilla del neófito. Apenas sus dedos pudieron rozarlos, pues las fuerzas estaban quedando nulas. "Detente, por favor", pensó una y otra vez. Cerró los ojos nuevamente, de forma casi inevitable, mientras sentía cómo la lengua de aquel ser no permitía que ni una gota de su sangre se derramase. Millones de escalofríos recorrían, ahora, su débil y moribundo cuerpo. Y, cuando creyó que todo estaría perdido, sintió una presencia más al lado de ambos.
Fraiah entreabrió los ojos. Apenas pudo divisar las sombras que se movían a su lado. Violencia, rudeza, agonía y tristeza. Cada emoción colmaba el aire con su esencia desgarradora. Fraiah vislumbraba cuerpos sinuosos cortando el aire con sus sombras, pero no podía percibir ninguna forma con exactitud. Apenas movió la cabeza. Lo primero en lo que pensó en ese instante fue en Kasha. Ese chico la había arrojado lejos. Le había hecho daño. ¿Dónde estaría ahora? Quiso ponerse de pie. Intentó levantarse. Como una tonta, apoyó en el suelo la muñeca herida. Drástrica y estrepitosamente, acabó tendida en la acerca, de cara al suelo. El cemento acabó manchado por su propia sangre. Emitió otro quejido, pero se sentía demasiado mareada y débil como para prestarle atención al dolor.
Al cabo de unos momentos, entre golpes y gritos, divisó una figura delante de ella. Fraiah, intentando nuevamente erguirse un poco, utilizó lo último que quedaba de su fuerza de voluntad. Inevitablemente, tuvo que sostenerse con el cuerpo humano que se encontraba delante de ella. De un modo espontáneo y fugaz, manchó su camisón con la sangre que goteaba de su muñeca. Lentamente, la figura borrosa comenzó a adoptar una serie de colores. Fraiah distinguió su cabello dorado, sus ropas blancas y, por último aquella verde mirada. La joven alzó sus confusos ojos hasta los suyos. Hubiera creído que, entre la confusión y el sopor, un brillo ámbar los dominaba antes. Se llevó una mano a la cabeza mientras permitía que aquel cazador vendara la otra. Quería decirle, al menos, un simple "gracias", pero no conseguía articular palabra alguna. Entonces, lo que hizo, fue mirar a lo lejos, cómo el cuerpo de Ziel había quedado tendido sobre la acera y cómo Kasha proseguía a rodearlo. Fraiah se movió con brusquedad -al menos la brusquedad que su actual estado le permitía- intentando ponerse de pie y llamar la atención para evitar aquello. Sin embargo, acabó en el suelo otra vez. Esta ocasión, ni alcanzó a arrodillarse siquiera.
- Basta... -susurró penosamente-. Déjalo en paz, Kasha. No lo ha hecho apropósito. Tú lo s-sabes, y-yo... lo sé -agregó, bajando la mirada y apoyando su cabeza, sin querer, en el pecho ensangrentado del cazador que tenía delante. El mareo se había adueñado de su mirar y de su poca estabilidad. Entonces, escuchó la rígida y certera voz de Kasha. Fraiah levantó la cabeza e intentó mirarla con claridad. Enfocó sus pupilas y, luego, la silueta delgada de su amiga emergió. Sus palabras le dolieron. Realmente le dolieron. ¿Por qué le decía aquellas cosas tan horribles? ¿Por qué era tan dura..?
¿Por qué tenía que recordar su preciado y amado nombre?
Una lágrima cayó. Luego otra. Y así sucesivamente. Kasha se había percatado de la rudeza con la cual había hablado, pero aún así no podría evitar lo inevitable. No podría evitar que Fraiah recordara y se martirizara. Justamente, su sacrificio. Nokku, en parte, estaba muerto por su culpa. Fraiah se llevó ambas manos al rostro y apretó la mandíbula. No otra vez. Por favor, no quería derrumbarse de nuevo. "Fraiah, sé fuerte, contrólate".
Y, entonces, nuevamente la tempestad.
Gritos. Golpes. Violencia. Sangre. No lo soportaba. Ya no lo soportaba. Fraiah abrió sus ojos. Sus pupilas violetas y cristalinas vieron pasar delante de ellas toda aquella sucesión de imágenes perversas. No... No quería el derramamiento de sangre otra vez. No quería que siguieran peleando ni gritando. Quería que acabara esta situación. ¿Por qué lo único que sucedía en este maldito pueblo era aquello? ¿Por qué el Dolor se lo llevaba todo e impedía que el Amor invadiera los corazones? Fraiah ya no podía soportarlo. Con esto delante de su pura pero débil alma, el esfuerzo de aquel vampiro por quitarle la angustia y la agonía se hacía añicos.
- Haz que paren... -susurró, sujetando fuertemente una de las manos del cazador. En ese instante, de forma inconsciente, una extraña electricidad recorrió ambos cuerpos. Fraiah lo soltó de inmediato, en un acto reflejo, y así impidió que su cuerpo se defendiera ante la pérdida y la decadencia de su estado-. Haz q-que... p-paren -suplicó, nuevamente. Y, entonces, en su mente sonó la voz de aquel muchacho: “No te dejes engañar. No lo hagas. Ellos quieren tu confianza para luego darte donde más duele. A mí también me prometieron protección y mírame ahora. Mienten. Mienten. Te estarán mintiendo hasta que acabes en mi lugar.” Fraiah miró al frente, observando ahora todo con mayor claridad. ¿Por qué ese chico decía tales cosas? Fraiah se limitó a negar con la cabeza, mirándolo mientras intentaba soltarse de las cadenas y pretendía dañar a Kasha. No, las cosas no eran así. No todos eran así. Ella misma había sido novia de un cazador, y éste jamás demostró ser un hombre impío. ¿En qué se estaba convirtiendo el mundo, acaso? ¿Volverla loca era lo que todos realmente querían en este mugroso pueblo?
"No es así. No todos son así. Puedo asegurarlo, porque lo he vivido en propia piel. No permitas que el error de unos se convierta en el rencor por todos", pensó, esperando que al menos aquellas palabras llegaran a la mente del pobre chico malherido. Fraiah había vuelto a cerrar sus ojos, pues quería malgastar lo menos posible las energías que le quedaban y, además, no quería ver todo aquello. Una lágrima más se deslizó por su mejilla, mientras los rugidos de Ziel embriagaban sus oídos. La herida en su muñeca ahora ardía, y ardía bastante. ¿Sanaría pronto? Lo dudaba.
Los minutos corrían. Las horas amenazaban con suceder y Fraiah daba por perdido su empleo en la cafetería. ¿Y qué mierda interesaba eso ahora? Pues no lo sabía. Sencillamente necesitaba pensar en otra cosa. Lentamente, la calma pareció invadir el lugar luego de la tormenta. Fraiah, con cuidado y suma precaución, decidió descubrir sus ojos y ver lo que ocurría a su alrededor. El cazador estaba ayudando a Kasha y había entablado conversación con ella. Fraiah no podía oír lo que decían, pero observó el cuerpo de su amiga tendido en el suelo y apenas pudo susurrar su nombre. La congoja y el susto se comieron sus palabras y aprisionaron su lengua. La extensa trenza del cazador llamó su atención. Él seguía pareciendo tan malditamente familiar.
Una puntada siniestra pareció partir su cabeza cual cesura de poesía, dividiéndola en dos hemistiquios. Desvió sus ojos hacia el vampiro. Él, cual cachorro indefenso, lamía en soledad sus heridas. Fraiah quedó paralizada ante semejante imagen. Alzó una mano en su dirección, intentando llamar su atención. El cazador estaba intentando hacerlo entrar en razón. La joven frunció el ceño, recordando en ese momento tantos otros, donde el diálogo parecía ser imposible para calmar las fieras interiores de los habitantes de este pueblo, sean vampiros o humanos... o ninguno de ellos. Casi de forma instantánea, la mente de Fraiah recreó las imágenes de unas dos noches atrás y los trágicos acontecimientos. Un dolor severo se adueñó de su pecho. Llevó una de sus manos sobre la zona dolorida. Volvió a mirar al vampiro. "Por favor, no hagas una locura. Te ayudaré. Puedes contar conmigo, sé lo que es estar en tu lugar, pero no le hagas daño a estas personas", suplicó esperando que él pudiera contactar su mente y oír el mensaje.
En ese momento, Fraiah supo que no era capaz de decir o pensar nada más.
El cuerpo de la chica se debilitó por completo. El cansancio se adueñó de su cuerpo e, inevitablemente, cayó hacia un costado, estrellando su cuerpo contra el frío cemento y cubriendo su rostro con algunos mechones salvajas de su castaño cabello, tal como había ocurrido en la tumba de Nokku la noche anterior. Sus ojos, antaño abiertos, comenzaron a cerrarse. Su mano continuaba estirada en dirección a Ziel y el Desconocido, pero lentamente todo esfuerzo fue redimido por la impotencia y el ineludible ensueño del desmayo. Sus ojos se cerraron y la joven acabó inconsciente en las calles del pueblo, luego de haber presenciado un acontecimiento bélico al cual le hubiera agradado otorgar paz. Todo hubiera sido tan sencillo con unas gotas de su sangre en el momento indicado...
"Es mejor la Realidad que un Falso Sueño.
Pero, sinceramente, duele despertar."
Pero, sinceramente, duele despertar."
- Fraiah B. Eslin
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Re: Calles
Quitaba la sangre del brazo con la lengua, intentando que la pérdida de sangre fuera la menor posible. Si tan sólo no tuviera las heridas, al menos la poca sangre de Fraiah, habría bastado para poder calmar brevemente la sed. No por ello se calmaría totalmente, pues debería beber más que una simple bolsa de sangre para recuperarme. Pero no. Ellos lo único que querían era que no tomara sangre de la humana, aunque así mismo era beneficioso para ambos; ella evadía todas sus penas y a cambio, yo obtenía alimento como trueque. En cambio, los cazadores jamás entenderían esto.
Y jamás volvería a creer ni una sola palabra de ellos.
Me habían fallado más de una ocasión. ¿Por qué tendría que seguir fiándome? ¿Por qué tenía que seguir dando oportunidades, cuando lo único que obtengo son sus golpes? Y más sobre un desconocido que acababa de entrar en la Asociación. No, no le creería. Ya había escarmentado varias veces. Además, él hablaba de “juzgar a todos por igual”. Por supuesto. Todos eran igual de sucios, rastreros de negro y chantajistas. Sólo había que mirar dentro de sus ojos y comprobar que no estaban hechos de bondad. Se hacían llamar humanos, pero eran más despiadados que muchos vampiros. Cada uno llevaba su as en la manga, y este no sería objeción de la generalización.
De fondo, se escuchaban las súplicas de Fraiah por defenderme. Sin embargo, ellos seguían obcecados en un vampiro neófito, vertiendo su ponzoña con aquellas palabras. En cuanto el hombre se acercó, eché el cuerpo hacia delante, intentando alejarme cuanto más veloz posible. Hubo un largo gruñido de advertencia. La mano del costado apretaba fuertemente la herida para que sangrara menos con los esfuerzos; pese a que la sangre siguiera corriendo por la mano y hacia abajo. Tropecé mis propios pies y caí de rodillas, a apenas dos pasos dados. No iba a ponerme una sola mano más encima o despedazaría sus vísceras lentamente, para que supiera lo que es verdaderamente sufrir bajo las manos de un vampiro. Y entonces, al menos tendría una causa de verdadera razón para golpearme.
Aunque seguirán excusándose irremediablemente con un “no tenía remedio”, “fue en defensa propia”, o alguna patraña similar.
Porque, en verdad, sí, había mordido a Fraiah no una, sino dos veces. Sí, no lo negaba. Y quizá no debí hacerlo, pues ponía en peligro su seguridad y bienestar. Pero ella me la ofreció para calmar este estado demencial, en vez de dejar la miel en los labios y retirarla para provocar más tensión y deseo. Y también deberían darse cuenta de que ella ya no albergaba la pena dentro, que no quería exterminar su vida a la mínima de cambio. Sus ojos ahora brillaban con lucidez y ellos ni siquiera podían percibirlo como yo lo hacía. Había ayudado a Fraiah, a cambio de su sangre. Y aun así, me llamaban asesino. Y aun así, tenía que seguir esa mierda de reglas que ellos tenían. Algún día, algún día se darían cuenta de que estuvieron obrando mal desde el principio y que sí pudieron acabar con los vampiros que se dedicaban a matar gente. Algún día Fraiah Eslin caería bajo las mismas garras y el Dolor volvería a inundar criminalmente su pecho. Sus lágrimas volverían y ellos ni siquiera podrían calmar la angustia y la amargura de sus venas. Algún día, y ojalá me equivoque, Fraiah perdería las formas y se encontraría en el mismo lugar en el que estaba ahora.
Porque yo también había estado de espectador, justamente como ella.
Escruté detenidamente al cazador, sin quitar los ojos ni un segundo de él. No era de fiar. Debajo de esa fachada de bueno, había algo turbio. Demasiado tenebroso y oscuro como para lograr saber qué era exactamente. Y esto no me gustaba en absoluto.
“No deberías juzgarnos a todos por igual… Entonces, ¿por qué me golpeas? ¿Por qué primero das y luego preguntas? Y aun así tratas de convencerme de que no eres mi enemigo. Mientes. Estás mintiendo. ¿Acaso sabes lo que he hecho por esa chica, Ignorante? Mírala. Mírala y obsérvala con atención” Dije mentalmente dentro de la cabeza del cazador, girando la cabeza hacia la chica. ¿Tú también puedes sentirlo? ¿Puedes llegar a oler su pena ahora? No, porque ya no existe. “Y aunque la dejara, sé que volverás. Jamás dejáis las cosas a medias.” Todos hacían lo mismo. Prometían tregua y al final, siempre aparecía un nuevo nombre en la lista. Mentirosos. Todos estaban mintiendo de nuevo. Nada más que sabían mentir, mentir, mentir y mentir. No hacían otra cosa salvo eso. Uno se esforzaban más por su interpretación, como el susodicho; otros preferían pasar de ser encontrados por la Verdad.
Otro gemido más enturbiaba el silencio. Una vez acabé con un brazo, seguí lamiendo las heridas del otro. Escuché a Kasha y la miré fijamente, alejándome como podía de rodillas, apoyándome inevitablemente en la pared y ensuciándola de sangre. Ella llevaba razón, por mucho que me costara decirlo. Enseñé los colmillos a ambos cazadores, contestando a eso. En los únicos en los que confiaba eran Bella y Marcus. Y ahora comenzaba a dudarlo de nuevo, pues la última vez no todo pareció como siempre. Sus gritos, aquel miedo irracional a alguien que conocían perfectamente; había dejado un espacio demasiado hondo y demasiado negro y vacío. Ahora mismo, sentía que no podía fiarme de nadie. Incluso había incertidumbre en creer a Fraiah.
Bajé el brazo, siguiendo en aquel ovillo, cual caparazón de “intocable”. Di un lametón a la mano, quitando el resto de sangre que la cubría. No tenía el mismo sabor que la de Fraiah, porque esta era de vampiro. Pero era mejor esto que no nada. Sonó otro gemido cuando intenté moverme y cambiar de sitio a uno más seguro. La rojez de ojos del neófito fue de nuevo a parar a la humana y cómo se levantaba un muro carnal frente a ella, impidiendo acudir a ella y sus deseos. De repente, se clavaron instintivamente en los de Kasha.
“Y yo también lo he vivido en la mía, y decido actuar por como el tiempo me ha ido enseñando”, musité en la cabeza de la humana, respondiendo a sus incoherentes palabras. “¿Crees que acaso yo no lo experimenté? Yo también estuve donde tu estás. Y esto es sólo el comienzo de lo que vendrá después.” Aunque realmente, Fraiah ya había llegado al punto sin retorno. Ella también había sentido la pérdida, también había sufrido el dolor, la angustia, la desesperación y la congoja surcando su garganta. Incluso, puede que no lo supiera, pero ella también experimentó la sed.
Y hablando de sed, la mía ya era insoportable e inaguantable. Tenía un quemazón en la garganta que no me dejaba ni articular palabra de la irritación. Relamí los labios y pasé la mano por los colmillos, tensándome de nuevo. No iba a renunciar. A la tercera podría ser la vencida. Era esta o acabar bajo tierra. Me daba igual. Con suerte, terminarían este angustiante martirio. Borrarían al neófito que llevaba escrito Dolor por debajo de su piel.
“Yo no les estoy haciendo daño. Son ellos los que están atacándome. En ningún momento les hice nada a ninguno de los dos. Sólo me defendí de lo que ambos comenzaron”, comenté a Fraiah mentalmente.
Así es. Yo no había ofendido a Kasha, ni tampoco había tocado un solo pelo al ojos verdes. Lo único que intenté fue defenderme de sus ataques, y todavía no fue suficiente. Yo tan sólo había pedido su sangre y había acudido a los brazos de la humana para encontrar la luz en este infernal pasillo negro. Para que hubiera un lapso de tiempo donde pudiera sofocar la amargura que corroía mi pecho y completamente mis instintos. Sólo pedí calmar la sed. Y ni siquiera les dirigí la palabra en ninguna sola ocasión, salvo para responderles. No les hice nada. No les toqué en absoluto. ¿Y qué obtuve a cambio? Golpes. Golpes. Y más golpes. Y aún me convertía en el único y absoluto culpable de esto. Entonces, ¿de qué me estaban hablando los tres? ¿Por qué Fraiah hablaba de protegerles, si ambos eran los únicos que estaban dando problemas aquí?
Me había cruzado en el camino equivocado, con la gente equivocada.
¿Y qué esperaba? Ellos tres eran humanos. Se defenderían por cualquier cosa, aun si eso los convirtiera en culpables a alguno de los tres. En cambio, yo era un vampiro, un ser desconfiado para ellos. Y odiaba que a pesar de lo que intentaba hacer, de aquella simbiosis que intentaba proceder, siguiera permaneciendo como el asesino del juego. ¿Acaso estaban ellos mirando tras sus sombras? ¿Acaso sabían cada uno las intenciones del siguiente? Para nada.
Sin cambiar la expresión, la humana cayó desmayada por la pérdida de sangre. Ya lo sabía, era de costumbre que ocurriera. Y aun así, los dos cazadores preferían eliminar a un vampiro descontrolado, a salvarle la vida a una supuesta inocente. Me daban asco. Cada día me daban más asco sus métodos. Y todavía no entendía cómo pude confiar en uno solo de ellos.
Apreté la mandíbula y me levanté como pude. Giré rápidamente la cabeza hacia el hombre, bufando para que no se le ocurriera acercarse de más. A la próxima no obtendría sólo un rasguño, pues antes daría mi vida que dejar que volviera a ponerme una mano en el hombro. Flaqueé un segundo y a punto estuve de caer estrepitosamente al suelo. Sin embargo, puse la mano sobre la pared y me contuve. Estaba cansado, totalmente sofocado por los instintos y la pena más nauseabunda que pudiera imaginarse cualquiera de los dos conscientes.
Di un paso hacia delante, acercándome a la mujer.
“Kasha, déjame pasar o se desangrará antes de que podáis llevarla al hospital más cercano. Ni siquiera creo que llegue hasta la enfermería de la Academia. Déjame pasar y recoger lo que es mío”. No sólo quería la sangre de la chica, sino su herida. Podía sanarla más rápidamente con absorber sus heridas y apenas se convertiría en un simple rasguño si a cambio volvía a entregarme su sangre. Y no únicamente eso. Calmaría mi sed, mis instintos y me iría sin importunar ningún otro mal. Podría intentar beberla sin necesidad de dejarla inconsciente y no dejar mal sobre su humanidad. Hasta quitaría la pena que alberga en su interior.
Y jamás volvería a creer ni una sola palabra de ellos.
Me habían fallado más de una ocasión. ¿Por qué tendría que seguir fiándome? ¿Por qué tenía que seguir dando oportunidades, cuando lo único que obtengo son sus golpes? Y más sobre un desconocido que acababa de entrar en la Asociación. No, no le creería. Ya había escarmentado varias veces. Además, él hablaba de “juzgar a todos por igual”. Por supuesto. Todos eran igual de sucios, rastreros de negro y chantajistas. Sólo había que mirar dentro de sus ojos y comprobar que no estaban hechos de bondad. Se hacían llamar humanos, pero eran más despiadados que muchos vampiros. Cada uno llevaba su as en la manga, y este no sería objeción de la generalización.
De fondo, se escuchaban las súplicas de Fraiah por defenderme. Sin embargo, ellos seguían obcecados en un vampiro neófito, vertiendo su ponzoña con aquellas palabras. En cuanto el hombre se acercó, eché el cuerpo hacia delante, intentando alejarme cuanto más veloz posible. Hubo un largo gruñido de advertencia. La mano del costado apretaba fuertemente la herida para que sangrara menos con los esfuerzos; pese a que la sangre siguiera corriendo por la mano y hacia abajo. Tropecé mis propios pies y caí de rodillas, a apenas dos pasos dados. No iba a ponerme una sola mano más encima o despedazaría sus vísceras lentamente, para que supiera lo que es verdaderamente sufrir bajo las manos de un vampiro. Y entonces, al menos tendría una causa de verdadera razón para golpearme.
Aunque seguirán excusándose irremediablemente con un “no tenía remedio”, “fue en defensa propia”, o alguna patraña similar.
Porque, en verdad, sí, había mordido a Fraiah no una, sino dos veces. Sí, no lo negaba. Y quizá no debí hacerlo, pues ponía en peligro su seguridad y bienestar. Pero ella me la ofreció para calmar este estado demencial, en vez de dejar la miel en los labios y retirarla para provocar más tensión y deseo. Y también deberían darse cuenta de que ella ya no albergaba la pena dentro, que no quería exterminar su vida a la mínima de cambio. Sus ojos ahora brillaban con lucidez y ellos ni siquiera podían percibirlo como yo lo hacía. Había ayudado a Fraiah, a cambio de su sangre. Y aun así, me llamaban asesino. Y aun así, tenía que seguir esa mierda de reglas que ellos tenían. Algún día, algún día se darían cuenta de que estuvieron obrando mal desde el principio y que sí pudieron acabar con los vampiros que se dedicaban a matar gente. Algún día Fraiah Eslin caería bajo las mismas garras y el Dolor volvería a inundar criminalmente su pecho. Sus lágrimas volverían y ellos ni siquiera podrían calmar la angustia y la amargura de sus venas. Algún día, y ojalá me equivoque, Fraiah perdería las formas y se encontraría en el mismo lugar en el que estaba ahora.
Porque yo también había estado de espectador, justamente como ella.
Escruté detenidamente al cazador, sin quitar los ojos ni un segundo de él. No era de fiar. Debajo de esa fachada de bueno, había algo turbio. Demasiado tenebroso y oscuro como para lograr saber qué era exactamente. Y esto no me gustaba en absoluto.
“No deberías juzgarnos a todos por igual… Entonces, ¿por qué me golpeas? ¿Por qué primero das y luego preguntas? Y aun así tratas de convencerme de que no eres mi enemigo. Mientes. Estás mintiendo. ¿Acaso sabes lo que he hecho por esa chica, Ignorante? Mírala. Mírala y obsérvala con atención” Dije mentalmente dentro de la cabeza del cazador, girando la cabeza hacia la chica. ¿Tú también puedes sentirlo? ¿Puedes llegar a oler su pena ahora? No, porque ya no existe. “Y aunque la dejara, sé que volverás. Jamás dejáis las cosas a medias.” Todos hacían lo mismo. Prometían tregua y al final, siempre aparecía un nuevo nombre en la lista. Mentirosos. Todos estaban mintiendo de nuevo. Nada más que sabían mentir, mentir, mentir y mentir. No hacían otra cosa salvo eso. Uno se esforzaban más por su interpretación, como el susodicho; otros preferían pasar de ser encontrados por la Verdad.
Otro gemido más enturbiaba el silencio. Una vez acabé con un brazo, seguí lamiendo las heridas del otro. Escuché a Kasha y la miré fijamente, alejándome como podía de rodillas, apoyándome inevitablemente en la pared y ensuciándola de sangre. Ella llevaba razón, por mucho que me costara decirlo. Enseñé los colmillos a ambos cazadores, contestando a eso. En los únicos en los que confiaba eran Bella y Marcus. Y ahora comenzaba a dudarlo de nuevo, pues la última vez no todo pareció como siempre. Sus gritos, aquel miedo irracional a alguien que conocían perfectamente; había dejado un espacio demasiado hondo y demasiado negro y vacío. Ahora mismo, sentía que no podía fiarme de nadie. Incluso había incertidumbre en creer a Fraiah.
Bajé el brazo, siguiendo en aquel ovillo, cual caparazón de “intocable”. Di un lametón a la mano, quitando el resto de sangre que la cubría. No tenía el mismo sabor que la de Fraiah, porque esta era de vampiro. Pero era mejor esto que no nada. Sonó otro gemido cuando intenté moverme y cambiar de sitio a uno más seguro. La rojez de ojos del neófito fue de nuevo a parar a la humana y cómo se levantaba un muro carnal frente a ella, impidiendo acudir a ella y sus deseos. De repente, se clavaron instintivamente en los de Kasha.
“Y yo también lo he vivido en la mía, y decido actuar por como el tiempo me ha ido enseñando”, musité en la cabeza de la humana, respondiendo a sus incoherentes palabras. “¿Crees que acaso yo no lo experimenté? Yo también estuve donde tu estás. Y esto es sólo el comienzo de lo que vendrá después.” Aunque realmente, Fraiah ya había llegado al punto sin retorno. Ella también había sentido la pérdida, también había sufrido el dolor, la angustia, la desesperación y la congoja surcando su garganta. Incluso, puede que no lo supiera, pero ella también experimentó la sed.
Y hablando de sed, la mía ya era insoportable e inaguantable. Tenía un quemazón en la garganta que no me dejaba ni articular palabra de la irritación. Relamí los labios y pasé la mano por los colmillos, tensándome de nuevo. No iba a renunciar. A la tercera podría ser la vencida. Era esta o acabar bajo tierra. Me daba igual. Con suerte, terminarían este angustiante martirio. Borrarían al neófito que llevaba escrito Dolor por debajo de su piel.
“Yo no les estoy haciendo daño. Son ellos los que están atacándome. En ningún momento les hice nada a ninguno de los dos. Sólo me defendí de lo que ambos comenzaron”, comenté a Fraiah mentalmente.
Así es. Yo no había ofendido a Kasha, ni tampoco había tocado un solo pelo al ojos verdes. Lo único que intenté fue defenderme de sus ataques, y todavía no fue suficiente. Yo tan sólo había pedido su sangre y había acudido a los brazos de la humana para encontrar la luz en este infernal pasillo negro. Para que hubiera un lapso de tiempo donde pudiera sofocar la amargura que corroía mi pecho y completamente mis instintos. Sólo pedí calmar la sed. Y ni siquiera les dirigí la palabra en ninguna sola ocasión, salvo para responderles. No les hice nada. No les toqué en absoluto. ¿Y qué obtuve a cambio? Golpes. Golpes. Y más golpes. Y aún me convertía en el único y absoluto culpable de esto. Entonces, ¿de qué me estaban hablando los tres? ¿Por qué Fraiah hablaba de protegerles, si ambos eran los únicos que estaban dando problemas aquí?
Me había cruzado en el camino equivocado, con la gente equivocada.
¿Y qué esperaba? Ellos tres eran humanos. Se defenderían por cualquier cosa, aun si eso los convirtiera en culpables a alguno de los tres. En cambio, yo era un vampiro, un ser desconfiado para ellos. Y odiaba que a pesar de lo que intentaba hacer, de aquella simbiosis que intentaba proceder, siguiera permaneciendo como el asesino del juego. ¿Acaso estaban ellos mirando tras sus sombras? ¿Acaso sabían cada uno las intenciones del siguiente? Para nada.
Sin cambiar la expresión, la humana cayó desmayada por la pérdida de sangre. Ya lo sabía, era de costumbre que ocurriera. Y aun así, los dos cazadores preferían eliminar a un vampiro descontrolado, a salvarle la vida a una supuesta inocente. Me daban asco. Cada día me daban más asco sus métodos. Y todavía no entendía cómo pude confiar en uno solo de ellos.
Apreté la mandíbula y me levanté como pude. Giré rápidamente la cabeza hacia el hombre, bufando para que no se le ocurriera acercarse de más. A la próxima no obtendría sólo un rasguño, pues antes daría mi vida que dejar que volviera a ponerme una mano en el hombro. Flaqueé un segundo y a punto estuve de caer estrepitosamente al suelo. Sin embargo, puse la mano sobre la pared y me contuve. Estaba cansado, totalmente sofocado por los instintos y la pena más nauseabunda que pudiera imaginarse cualquiera de los dos conscientes.
Di un paso hacia delante, acercándome a la mujer.
“Kasha, déjame pasar o se desangrará antes de que podáis llevarla al hospital más cercano. Ni siquiera creo que llegue hasta la enfermería de la Academia. Déjame pasar y recoger lo que es mío”. No sólo quería la sangre de la chica, sino su herida. Podía sanarla más rápidamente con absorber sus heridas y apenas se convertiría en un simple rasguño si a cambio volvía a entregarme su sangre. Y no únicamente eso. Calmaría mi sed, mis instintos y me iría sin importunar ningún otro mal. Podría intentar beberla sin necesidad de dejarla inconsciente y no dejar mal sobre su humanidad. Hasta quitaría la pena que alberga en su interior.
Puedo calmar tus penas y tu dolor incesables veces más.
Tan sólo entrégame la llave que abra todas tus puertas.
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- Ziel A. Carphatia
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Re: Calles
Sangre. La sangre seguía oscureciendolo todo a su paso. Odiaba la sangre y sin embargo ella estaba manchandolo todo con su asqueroso aroma. Las palabras de la cazadora me advirtieron de que sería inutil entablar una conversación civilizada con ese animal. Y realmente eso fue lo que ocurrió. Sus palabras mentales recorrieron mi cabeza y solo pude esbozar una sonrisa de burla ante tales objeciones. Era un chico tozudo, de eso no había duda, después de haber recibido tal paliza aún seguía con la cabeza bien alta, ¿O sería más correcto decir que seguía enseñando los colmillos?
La miro... y veo que se esta desangrando pequeño imbécil. ¿Piensas que has curado sus penas?... ¿Crees que la has hecho un favor? Es eso ¿Cierto? Crees que tienes derecho a tomar su sangre incluso después de arrebatarle sus sentimientos. Estaba claro que ella sentía dolor, eso no puedo negartelo, pero tu no eres quién para decidir si ella debe sentir o no eso ¿O acaso no te susurró al oído que le devolvieras sus emociones? No tienes respeto por la muerte, no tienes respeto por la vida, crees que puedes venir y tomar lo que quieras de las personas, solo eres un manipulador ególatra e hipócrita. La has vaciado, puede que ahora pueda sonreír... puede que su mirada se vea tranquila... pero eso es porque le has arrebatado el dolor que le pertenece solo a ella. Ha perdido a una persona querida y tu pretendes que ella no sienta nada por eso.... ¿ACASO ERES SUBNORMAL? No tienes ningún derecho de quitarle nada a esa mujer ¿Primero la dejas vacía de emociones y ahora quieres también lo que la mantiene con vida, su sangre?
Me estaba poniendo muy alterado, definitivamente la estupidez de ese vampiro no parecía tener límites. Encima, el chaval se emperraba en que nosotros eramos sus enemigos "¿Qué demonios esperabas que hiciera? ¿QUE ME QUEDARA VIENDO COMO LE ARREBATAS TODO A ESTA MUCHACHA INDEFENSA, QUERÍAS QUE LA DEJARA MORIR BAJO TUS SUCIAS Y TRAICIONERA MANOS? ¿Y te atreve a decir que la estabas ayudando? ¿Qué clase de escoria eres?" Le grite mentalmente. No aguantaba su presencia, su aura, esa manera de echarle toda la culpa a los demás incluso después de haber cometido un crimen.
Traté de tranquilizarme, no debía perder los estribos. Suspiré profundamente mientras el dolor de mi pecho iba en aumento y la sangre de mi rostro se mezclaba aun más con la blancura de mi ropa. El vampiro dio un paso al frente, en dirección a Fraiah. Sin dudarlo le lancé una mirada asesina "No te acerques más o te prometo que tendrás motivos verdaderos para llamarme enemigo, si sigues con vida claro..." Susurré en mi mente mientras observaba sus heridas. No tendría ninguna posibilidad contra mi, en ese estado ni siquiera conseguiría hacerme daño alguno. Podría partir cada uno de sus huesos sin recibir ningún golpe incluso sin armas de cazador. Era inútil que intentara enfrentarse a nosotros en ese estado, solo moriría sin sentido. Pero sin embargo pude ver otras intenciones en su rostro ¿Era compasión? ¿Acaso ese idiota quería de nuevo curar a Fraiah después de haber sido el la persona que le había provocado esas letales heridas? "No tienes el derecho, ya no, te lo dije" Sentencié mientras me daba la vuelta y con dos rápidas zancadas me acercaba a Fraiah y recogía con cuidado su inerte cuerpo. Mis ojos comenzaron de nuevo a llenarse de ese ámbar tan característico "Esto se esta convirtiendo en costumbre... espero no tener que volver a utilizarlo hasta dentro de varios dias" Pensé con respecto a mis habilidades. Eso me pasaría factura, y mucha, no podía soltar mi energía sin más y de cualquier forma: yo realmente todavía desconocía la naturaleza real de mis cualidades, solo era capaz de canalizar mi energía, pero no podía hacer nada aparte de eso. Nokku podía controlar el viento y además esos cristales suyos... a pesar de ser más débil el era mucho más habilidoso. Claro que yo todavía no había tenido tiempo de entrenar debidamente mis capacidades de cazador, solo había entrenado lo ordinario, lo que cualquiera debería saber, en el fondo era como otro cazador normal, lo único que nos diferenciaba era esa bestia que seguía encerrada dentro de mi y que por cierto, empezaba a cabrearse conmigo por el repentino y continuo uso de su energía.
Había sido una pena no haber podido convencer a aquél neófito de su punto de vista, pero después de haber escuchado sus palabras no podía quedarme de brazos cruzados. Esa manera de pensar solo lo conduciría por un camino de dolor que el mismo estaba eligiendo recorrer, pero lo peor era que también quería llevarse con el a toda la gente de su alrededor. En realidad seguramente ni le importarían los sentimientos de sus amigos, esa habilidad suya de quitarles el dolor solo era una escusa para luego hacer con ellos lo que le viniera en gana. El no quería ayudar a nadie, solo necesitaba sentirse bien consigo mismo, todo era una excusa barata para conseguir su objetivo. En este caso había sido la sangre de la humana y seguramente en otro momento sus rabietas, pataletas y lloriqueos de animal le hubieran servido para conseguir otra cosa que no estuviera predestinada a pertenecerle a él. Yo odiaba esa clase de personas, personas a las que les no les importa hacer daño a los demás porque según ellos: sus actos estaban más que justificados, fuera la que fuese la razón. Tampoco les importaba si su excusa era totalmente incongruente como en este caso, que se hacía pasar por la víctima.
No tengo ningún motivo en confiar de nuevo en ti, ya te dejé una vez y casi la matas, no dejaré que te acerques de nuevo a ella, sean cuales sean tus intenciones. Tu eres realmente el enemigo de esta mujer... ella estaría mucho mejor si tu simplemente desaparecieras
Dije mirándolo cruelmente mientras empezaba a irme de ahí " Y me subestimas si piensas que no tendré tiempo de llevarla a un lugar seguro y salvar su vida, a diferencia de ti: yo he dedicado mi vida entera a salvar vidas de bichos como tu. Solo mira y observa como hago eso que tu llamas imposible" Pensé aun cabreado. Estaba bien si dejaba a la cazadora sola, no podía hacer otra cosa, ella podría cuidarse sola, además, estaba seguro de que la volvería a ver tarde o temprano y ya tendrían tiempo de hablar sobre todo aquello. La improvisada venda que le había puesto a Fraiah comenzó a teñirse de rojo, no había tiempo, tampoco había tiempo de llevarla ante un médico, esos inútiles siempre tardaban demasiado en hacer su trabajo.
Con una mueca de dolor a causa del sobre esfuerzo de mis músculos empecé a correr por las calles del pueblo a una velocidad que levantaba ráfagas de viento a mi paso. Tenía que salvarla, esa había sido mi decisión. Determinación... fortaleza... perseverancia. Sus cabellos ondeaban rápida y salvajemente a causa de la rápida carrera mientras que unas gotas de sudor surcaban mi frente. La sangre de mi rostro empezó a deslizarse cubriendo mi mejilla casi por completo, las pequeñas gotas de ese rojo carmesí se echaban hacia atrás como si me hubieran puesto un gran ventilador en la cara y mi trenza siseaba en el aire con cada paso que daba mi cuerpo.
Solo aguanta un poco más...
La miro... y veo que se esta desangrando pequeño imbécil. ¿Piensas que has curado sus penas?... ¿Crees que la has hecho un favor? Es eso ¿Cierto? Crees que tienes derecho a tomar su sangre incluso después de arrebatarle sus sentimientos. Estaba claro que ella sentía dolor, eso no puedo negartelo, pero tu no eres quién para decidir si ella debe sentir o no eso ¿O acaso no te susurró al oído que le devolvieras sus emociones? No tienes respeto por la muerte, no tienes respeto por la vida, crees que puedes venir y tomar lo que quieras de las personas, solo eres un manipulador ególatra e hipócrita. La has vaciado, puede que ahora pueda sonreír... puede que su mirada se vea tranquila... pero eso es porque le has arrebatado el dolor que le pertenece solo a ella. Ha perdido a una persona querida y tu pretendes que ella no sienta nada por eso.... ¿ACASO ERES SUBNORMAL? No tienes ningún derecho de quitarle nada a esa mujer ¿Primero la dejas vacía de emociones y ahora quieres también lo que la mantiene con vida, su sangre?
Me estaba poniendo muy alterado, definitivamente la estupidez de ese vampiro no parecía tener límites. Encima, el chaval se emperraba en que nosotros eramos sus enemigos "¿Qué demonios esperabas que hiciera? ¿QUE ME QUEDARA VIENDO COMO LE ARREBATAS TODO A ESTA MUCHACHA INDEFENSA, QUERÍAS QUE LA DEJARA MORIR BAJO TUS SUCIAS Y TRAICIONERA MANOS? ¿Y te atreve a decir que la estabas ayudando? ¿Qué clase de escoria eres?" Le grite mentalmente. No aguantaba su presencia, su aura, esa manera de echarle toda la culpa a los demás incluso después de haber cometido un crimen.
Traté de tranquilizarme, no debía perder los estribos. Suspiré profundamente mientras el dolor de mi pecho iba en aumento y la sangre de mi rostro se mezclaba aun más con la blancura de mi ropa. El vampiro dio un paso al frente, en dirección a Fraiah. Sin dudarlo le lancé una mirada asesina "No te acerques más o te prometo que tendrás motivos verdaderos para llamarme enemigo, si sigues con vida claro..." Susurré en mi mente mientras observaba sus heridas. No tendría ninguna posibilidad contra mi, en ese estado ni siquiera conseguiría hacerme daño alguno. Podría partir cada uno de sus huesos sin recibir ningún golpe incluso sin armas de cazador. Era inútil que intentara enfrentarse a nosotros en ese estado, solo moriría sin sentido. Pero sin embargo pude ver otras intenciones en su rostro ¿Era compasión? ¿Acaso ese idiota quería de nuevo curar a Fraiah después de haber sido el la persona que le había provocado esas letales heridas? "No tienes el derecho, ya no, te lo dije" Sentencié mientras me daba la vuelta y con dos rápidas zancadas me acercaba a Fraiah y recogía con cuidado su inerte cuerpo. Mis ojos comenzaron de nuevo a llenarse de ese ámbar tan característico "Esto se esta convirtiendo en costumbre... espero no tener que volver a utilizarlo hasta dentro de varios dias" Pensé con respecto a mis habilidades. Eso me pasaría factura, y mucha, no podía soltar mi energía sin más y de cualquier forma: yo realmente todavía desconocía la naturaleza real de mis cualidades, solo era capaz de canalizar mi energía, pero no podía hacer nada aparte de eso. Nokku podía controlar el viento y además esos cristales suyos... a pesar de ser más débil el era mucho más habilidoso. Claro que yo todavía no había tenido tiempo de entrenar debidamente mis capacidades de cazador, solo había entrenado lo ordinario, lo que cualquiera debería saber, en el fondo era como otro cazador normal, lo único que nos diferenciaba era esa bestia que seguía encerrada dentro de mi y que por cierto, empezaba a cabrearse conmigo por el repentino y continuo uso de su energía.
Había sido una pena no haber podido convencer a aquél neófito de su punto de vista, pero después de haber escuchado sus palabras no podía quedarme de brazos cruzados. Esa manera de pensar solo lo conduciría por un camino de dolor que el mismo estaba eligiendo recorrer, pero lo peor era que también quería llevarse con el a toda la gente de su alrededor. En realidad seguramente ni le importarían los sentimientos de sus amigos, esa habilidad suya de quitarles el dolor solo era una escusa para luego hacer con ellos lo que le viniera en gana. El no quería ayudar a nadie, solo necesitaba sentirse bien consigo mismo, todo era una excusa barata para conseguir su objetivo. En este caso había sido la sangre de la humana y seguramente en otro momento sus rabietas, pataletas y lloriqueos de animal le hubieran servido para conseguir otra cosa que no estuviera predestinada a pertenecerle a él. Yo odiaba esa clase de personas, personas a las que les no les importa hacer daño a los demás porque según ellos: sus actos estaban más que justificados, fuera la que fuese la razón. Tampoco les importaba si su excusa era totalmente incongruente como en este caso, que se hacía pasar por la víctima.
No tengo ningún motivo en confiar de nuevo en ti, ya te dejé una vez y casi la matas, no dejaré que te acerques de nuevo a ella, sean cuales sean tus intenciones. Tu eres realmente el enemigo de esta mujer... ella estaría mucho mejor si tu simplemente desaparecieras
Dije mirándolo cruelmente mientras empezaba a irme de ahí " Y me subestimas si piensas que no tendré tiempo de llevarla a un lugar seguro y salvar su vida, a diferencia de ti: yo he dedicado mi vida entera a salvar vidas de bichos como tu. Solo mira y observa como hago eso que tu llamas imposible" Pensé aun cabreado. Estaba bien si dejaba a la cazadora sola, no podía hacer otra cosa, ella podría cuidarse sola, además, estaba seguro de que la volvería a ver tarde o temprano y ya tendrían tiempo de hablar sobre todo aquello. La improvisada venda que le había puesto a Fraiah comenzó a teñirse de rojo, no había tiempo, tampoco había tiempo de llevarla ante un médico, esos inútiles siempre tardaban demasiado en hacer su trabajo.
Con una mueca de dolor a causa del sobre esfuerzo de mis músculos empecé a correr por las calles del pueblo a una velocidad que levantaba ráfagas de viento a mi paso. Tenía que salvarla, esa había sido mi decisión. Determinación... fortaleza... perseverancia. Sus cabellos ondeaban rápida y salvajemente a causa de la rápida carrera mientras que unas gotas de sudor surcaban mi frente. La sangre de mi rostro empezó a deslizarse cubriendo mi mejilla casi por completo, las pequeñas gotas de ese rojo carmesí se echaban hacia atrás como si me hubieran puesto un gran ventilador en la cara y mi trenza siseaba en el aire con cada paso que daba mi cuerpo.
Solo aguanta un poco más...
- Jack Wintersnow
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Re: Calles
Me quede quieta observando la conversacion del cazador con el mocoso, y como yo ya sabia, no sirvio para absolutamente nada.
En ese momento, Ziel hablo en mi mente diciendome que me apartara para curarla y seguir matandola, es que era idiota. La ira aumentaba por momentos haciendo que mi aura se volviera cada vez mas negro.
- ¿Estas de coña?, da un solo paso mas hacia aqui y te aseguro que ni Marcus podra salvarte- le dije loca de ira, no tenia derecho a matar a Fraiah, el no era la muerte, y no era el que decidia quien vivia y quien no, no iba a dejar que matara a Fraiah, tendria que pasar por encima de mi cadaver.
En ese momento el cazador se acerco y cogio a Fraiah, se la llevaria de alli, cosa que agradecia, nada mas ver como desaparecia de alli, mire a Ziel con esos ojos llenos de odio y oscuridad.
- Tu, niño estupido, nos vamos a ver a Marcus y a Bella ahora, y en el momento en el que te resistas un poco, mato a Marcus o a Bella, o mejor, a ambos, asi que levantate y mueve el culo- le dije sumamente cabreada, quien se creia que era?, como siempre, un niño malcriado que ha perdido el norte y todo por culpa de un estupido vampiro egoiste que solo quiere hacer lo que su "Padre" quiere.
Me acerque a el y me quede a apenas dos pasos esperando a que iniciara el camino de regreso, si era necesario, lo llevaria a rastras
En ese momento, Ziel hablo en mi mente diciendome que me apartara para curarla y seguir matandola, es que era idiota. La ira aumentaba por momentos haciendo que mi aura se volviera cada vez mas negro.
- ¿Estas de coña?, da un solo paso mas hacia aqui y te aseguro que ni Marcus podra salvarte- le dije loca de ira, no tenia derecho a matar a Fraiah, el no era la muerte, y no era el que decidia quien vivia y quien no, no iba a dejar que matara a Fraiah, tendria que pasar por encima de mi cadaver.
En ese momento el cazador se acerco y cogio a Fraiah, se la llevaria de alli, cosa que agradecia, nada mas ver como desaparecia de alli, mire a Ziel con esos ojos llenos de odio y oscuridad.
- Tu, niño estupido, nos vamos a ver a Marcus y a Bella ahora, y en el momento en el que te resistas un poco, mato a Marcus o a Bella, o mejor, a ambos, asi que levantate y mueve el culo- le dije sumamente cabreada, quien se creia que era?, como siempre, un niño malcriado que ha perdido el norte y todo por culpa de un estupido vampiro egoiste que solo quiere hacer lo que su "Padre" quiere.
Me acerque a el y me quede a apenas dos pasos esperando a que iniciara el camino de regreso, si era necesario, lo llevaria a rastras
- Kasha Oskan
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Re: Calles
¿Piensas que has curado sus penas? ¿Crees que la has hecho un favor?
Sí, completamente. Y por una vez me siento orgulloso de los dones que se me habían cometido. Seguramente él ni siquiera podría conseguir algo mejor en uso de palabras, porque no le escucharía; del mismo modo que yo tampoco quise escuchar a Marcus y Bella anteriormente. Según el cazador no era quién para decidir si ella debe sentir o no eso. No, claro que no. Pero no iba a permitirlo de todas formas, aunque me acusaran de incomprensible o insensato. Entonces mejor si la dejamos que siga sufriendo, que siga comiéndole por dentro la pena y la tristeza y que acabe terminando su vida frente a cualquier vampiro o ahorcándose en su propia casa. No, por supuesto que era mejor que se suicidara a quitarle sus sentimientos de dolor y ahorrarle morir a temprana edad, ¿no? Apreté la mandíbula. Maldita sea, ¿es que era un adorador de la Muerte? ¿Le gustaba ver el sufrimiento ajeno y disfrutar de él, o qué?
Claro que había burlado a la Dama en más de una ocasión, y casi siempre resultaba gracias a los prodigios de Bella. Si de alguna forma habría que decirlo… no, no le tenía ningún respeto. Ella tampoco me lo tenía a mí, queriéndome robar una larga vida por delante desde el día en que nací. Siempre acechando, desde las sombras, espiando todos mis movimientos y acciones, para dar el golpe cuando menos se esperaba. Y tampoco tenía por qué tenérselo a la Vida, pues de la misma forma, se encargó de vencer frente a la Muerte. Ni siquiera luchó por una esperanza de vida mucho más extensa.
“Solo eres un manipulador ególatra e hipócrita”
Muy bien cazador, ¿y te miraste antes en el espejo? ¿Le has confesado a esa chica toda tu verdad? Ni siquiera sabes nada de ella, y ni siquiera ella sabe nada de ti. Y aun así la manejas a tu antojo, como tú quieres. Pero eso no era ser manipulador. Tampoco era ser un maldito hipócrita que se guarda los secretos que corrompen su horrendo corazón. Al menos yo confesé con mis actos que era adicto de su sangre, que la necesitaba, que quería su arrope y protección, además de que me volvía loco el humano aroma de Fraiah. Cuéntale, cuéntale tú. Sé honesto y di las cosas que realmente se pasan por tu cabeza, las que surgen en tu pecho. Ten agallas y dile todo lo que eres, todo lo que serás, y entonces, sólo entonces, tendrás derecho a llamarme Manipulador e Hipócrita.
Subnormal fue tu madre el día que te parió y no cerró las piernas para ahogarte antes de nacer. Sí, eso era lo que pensaba del ojos verdes, pues se creía Dios en este mundo para ser la conciencia de todos, y ser quien dictaba los Diez Mandamientos que debían de cumplirse en este ruin pueblo. En cambio, se había equivocado de persona, ya que por uno me entraba y por otro me salía. Para mí y mi conciencia, obré perfectamente, a su diferencia; quien jamás podría sacar la tristeza de la pérdida de Nokku Damaru del corazón de Fraiah Eslin. Quizá podría quitar sus recuerdos también, pero eso sería demasiado cruel y despiadado. Entonces, ¿estaba mal ahorrar a una persona el dolor, cargarlo en tu espalda y aliviarle la soledad? ¿Estaba mal inspirarle a Fraiah que debía recordar a Nokku para bien, su sonrisa, sus virtudes; en vez de acordarse cómo falleció? ¿Acaso él quería verla sufrir? ¿Quería escuchar su llanto, y sus lágrimas? No era quién para decir nada de este asunto. ¡Ni que le hubiera mordido a él! El cazador ni siquiera conocía a Fraiah, ni la relación que tenía con el Jefe de la Asociación.
Entrecerré los ojos, lamiendo la palma de la mano ensangrentada y escuchando sus voces dentro de la cabeza. Cada vez me ponía los nervios más y más de punta. “Atiende mejor a tus palabras, cazador. Esa chica es importante para mí y otras personas, ¿crees que iba a dejarla caer? Si tan sólo no hubieras metido tus narices, ella no habría obtenido ninguna segunda mordedura, ni tampoco estaría inconsciente por la pérdida de sangre.” Kasha también era amiga de la humana. Bella también era su amiga. Incluso yo la conocía de haber coincidido con ella en más de una ocasión. Quizá no resultábamos tan unidos como con las dos chicas, pero le tenía más afecto desde que tuvo el valor a tener entre sus brazos a un neófito desamparado. Y aun así, ¿creía que iba a dejar sufrir a Bella por causa de una humana? Ignorante de mierda. Obvio que no. Era imprudente dejar a un vampiro sediento a medias, pues el deseo recorrería con más ambición sus intereses. Y eso fue justamente lo que había pasado la segunda vez. La desesperación, la sed, la angustia, habían jugado sus cartas en desventaja de Fraiah. De haber bebido su sangre la primera vez, nada de esto habría ocurrido, y yo tampoco estaría aquí seguramente.
Quizá el enemigo principal es el que más cerca está de ella, pensé. Sí, aquel tipo por el simple hecho de ser cazador, no me gustaba en absoluto. No confié en él esta vez y jamás lo haría. Ningún cazador tendría mi confianza de aquí en adelante. Y ojalá no hubiera muerto Damaru y así le metía a este insolente tipo dentro de las bragas de su madre nuevamente. Porque maldita la hora en la que apareció. Y aun así, él seguía haciéndose llamar héroe, cuando quizá fue el único causante del desangre de Fraiah.
Aquellos ojos rojos se fijaron en las ropas blancas que estaban siendo teñidas de carmín. Relamí los colmillos, bajando la mano para sostener la sangre que caía de uno de los costados otra vez. Sí, claro, seguro que salvo montones de vidas de vampiros siendo cazador y con esa repugnancia de palabras que espetaba. Me lo había demostrado perfectamente anteriormente, cuando me golpeó sin piedad. “El día en que conozca a uno de esos Bichos, como tú los llamas, entonces podré llegar a pensar que llevas algo de razón”, contesté mentalmente para él. Egocéntrico, malhumorado. Véte a casa y quítate esa superioridad de encima, maldito ignorante sin escrúpulos. Bufé, cabreado. Este tipo me sacaba completamente de mis casillas. Y me daban ganas de lanzarme a él y morderlo, pero visto lo visto, no tenía demasiadas posibilidades de ganar. Mejor era aguardar el momento oportuno y clavar la estaca en la yaga más profunda; tanto que le gustaba ver el sufrimiento humano y ajeno.
Gruñí en cuanto vi marcharse con la chica. Esa chica debería alejarse de ese tipo, definitivamente sería lo mejor. Daba igual que fuera humano. Di un paso al frente, pero apenas tenía suficientes fuerzas para avanzar a su velocidad. Seguiría siendo imprudente seguirles. Igualmente, no podría ser su sombra y algún día, Fraiah Eslin y Ziel Carphatia volverían a encontrarse, porque así estaba escrito.
Caí de rodillas, taponando algunas de las heridas que podía, intentando que dejaran de sangrar tanto. Sin embargo, nunca fue fácil para un vampiro –y menos para un neófito– las armas antivampiros. Puse una mano en el suelo, doblando una pierna para lograr levantarme de nuevo y mantener el equilibrio. Quería… quería sangre de nuevo. Cuanta más perdía, más brindaba la sed que no se marchaba ni aun bebiendo de Fraiah. Escupí al suelo saliva seca. Tenía la boca como un cartón. Alcé la cabeza y penetré a Kasha con la mirada. No quería ver a Marcus y Bella después de lo que había hecho. Tampoco quería escuchar sus discursos y sus gritos de nuevo. Basta. Era absurdo volver con alguien que esté esclavizándote siempre, como Marcus acababa haciendo siempre. No quería.
Conseguí incorporarme de nuevo, mareado y perdido. Nuevamente, la pérdida de sangre se hacía notable. Los reflejos se habían atrofiado y el único sentido que todavía funcionaba a la perfección, era el olfato. En cambio, el neófito apenas pudo aguantar más tan sediento y débil como estaba. Había durado lo suficiente como para mantener su porte en el momento preciso. Pero ya no duraba más un alma tan resquebrajada y unos instintos tan volubles y manipuladores como los que tenía a flor de piel. Cayó inevitablemente hacia detrás, quedando boca arriba, cara al cielo nocturno y con la boca abierta, mostrando unos colmillos deseosos de matar.
Porque yo… tengo sed.
Sí, completamente. Y por una vez me siento orgulloso de los dones que se me habían cometido. Seguramente él ni siquiera podría conseguir algo mejor en uso de palabras, porque no le escucharía; del mismo modo que yo tampoco quise escuchar a Marcus y Bella anteriormente. Según el cazador no era quién para decidir si ella debe sentir o no eso. No, claro que no. Pero no iba a permitirlo de todas formas, aunque me acusaran de incomprensible o insensato. Entonces mejor si la dejamos que siga sufriendo, que siga comiéndole por dentro la pena y la tristeza y que acabe terminando su vida frente a cualquier vampiro o ahorcándose en su propia casa. No, por supuesto que era mejor que se suicidara a quitarle sus sentimientos de dolor y ahorrarle morir a temprana edad, ¿no? Apreté la mandíbula. Maldita sea, ¿es que era un adorador de la Muerte? ¿Le gustaba ver el sufrimiento ajeno y disfrutar de él, o qué?
Claro que había burlado a la Dama en más de una ocasión, y casi siempre resultaba gracias a los prodigios de Bella. Si de alguna forma habría que decirlo… no, no le tenía ningún respeto. Ella tampoco me lo tenía a mí, queriéndome robar una larga vida por delante desde el día en que nací. Siempre acechando, desde las sombras, espiando todos mis movimientos y acciones, para dar el golpe cuando menos se esperaba. Y tampoco tenía por qué tenérselo a la Vida, pues de la misma forma, se encargó de vencer frente a la Muerte. Ni siquiera luchó por una esperanza de vida mucho más extensa.
“Solo eres un manipulador ególatra e hipócrita”
Muy bien cazador, ¿y te miraste antes en el espejo? ¿Le has confesado a esa chica toda tu verdad? Ni siquiera sabes nada de ella, y ni siquiera ella sabe nada de ti. Y aun así la manejas a tu antojo, como tú quieres. Pero eso no era ser manipulador. Tampoco era ser un maldito hipócrita que se guarda los secretos que corrompen su horrendo corazón. Al menos yo confesé con mis actos que era adicto de su sangre, que la necesitaba, que quería su arrope y protección, además de que me volvía loco el humano aroma de Fraiah. Cuéntale, cuéntale tú. Sé honesto y di las cosas que realmente se pasan por tu cabeza, las que surgen en tu pecho. Ten agallas y dile todo lo que eres, todo lo que serás, y entonces, sólo entonces, tendrás derecho a llamarme Manipulador e Hipócrita.
Subnormal fue tu madre el día que te parió y no cerró las piernas para ahogarte antes de nacer. Sí, eso era lo que pensaba del ojos verdes, pues se creía Dios en este mundo para ser la conciencia de todos, y ser quien dictaba los Diez Mandamientos que debían de cumplirse en este ruin pueblo. En cambio, se había equivocado de persona, ya que por uno me entraba y por otro me salía. Para mí y mi conciencia, obré perfectamente, a su diferencia; quien jamás podría sacar la tristeza de la pérdida de Nokku Damaru del corazón de Fraiah Eslin. Quizá podría quitar sus recuerdos también, pero eso sería demasiado cruel y despiadado. Entonces, ¿estaba mal ahorrar a una persona el dolor, cargarlo en tu espalda y aliviarle la soledad? ¿Estaba mal inspirarle a Fraiah que debía recordar a Nokku para bien, su sonrisa, sus virtudes; en vez de acordarse cómo falleció? ¿Acaso él quería verla sufrir? ¿Quería escuchar su llanto, y sus lágrimas? No era quién para decir nada de este asunto. ¡Ni que le hubiera mordido a él! El cazador ni siquiera conocía a Fraiah, ni la relación que tenía con el Jefe de la Asociación.
Entrecerré los ojos, lamiendo la palma de la mano ensangrentada y escuchando sus voces dentro de la cabeza. Cada vez me ponía los nervios más y más de punta. “Atiende mejor a tus palabras, cazador. Esa chica es importante para mí y otras personas, ¿crees que iba a dejarla caer? Si tan sólo no hubieras metido tus narices, ella no habría obtenido ninguna segunda mordedura, ni tampoco estaría inconsciente por la pérdida de sangre.” Kasha también era amiga de la humana. Bella también era su amiga. Incluso yo la conocía de haber coincidido con ella en más de una ocasión. Quizá no resultábamos tan unidos como con las dos chicas, pero le tenía más afecto desde que tuvo el valor a tener entre sus brazos a un neófito desamparado. Y aun así, ¿creía que iba a dejar sufrir a Bella por causa de una humana? Ignorante de mierda. Obvio que no. Era imprudente dejar a un vampiro sediento a medias, pues el deseo recorrería con más ambición sus intereses. Y eso fue justamente lo que había pasado la segunda vez. La desesperación, la sed, la angustia, habían jugado sus cartas en desventaja de Fraiah. De haber bebido su sangre la primera vez, nada de esto habría ocurrido, y yo tampoco estaría aquí seguramente.
Quizá el enemigo principal es el que más cerca está de ella, pensé. Sí, aquel tipo por el simple hecho de ser cazador, no me gustaba en absoluto. No confié en él esta vez y jamás lo haría. Ningún cazador tendría mi confianza de aquí en adelante. Y ojalá no hubiera muerto Damaru y así le metía a este insolente tipo dentro de las bragas de su madre nuevamente. Porque maldita la hora en la que apareció. Y aun así, él seguía haciéndose llamar héroe, cuando quizá fue el único causante del desangre de Fraiah.
Aquellos ojos rojos se fijaron en las ropas blancas que estaban siendo teñidas de carmín. Relamí los colmillos, bajando la mano para sostener la sangre que caía de uno de los costados otra vez. Sí, claro, seguro que salvo montones de vidas de vampiros siendo cazador y con esa repugnancia de palabras que espetaba. Me lo había demostrado perfectamente anteriormente, cuando me golpeó sin piedad. “El día en que conozca a uno de esos Bichos, como tú los llamas, entonces podré llegar a pensar que llevas algo de razón”, contesté mentalmente para él. Egocéntrico, malhumorado. Véte a casa y quítate esa superioridad de encima, maldito ignorante sin escrúpulos. Bufé, cabreado. Este tipo me sacaba completamente de mis casillas. Y me daban ganas de lanzarme a él y morderlo, pero visto lo visto, no tenía demasiadas posibilidades de ganar. Mejor era aguardar el momento oportuno y clavar la estaca en la yaga más profunda; tanto que le gustaba ver el sufrimiento humano y ajeno.
Gruñí en cuanto vi marcharse con la chica. Esa chica debería alejarse de ese tipo, definitivamente sería lo mejor. Daba igual que fuera humano. Di un paso al frente, pero apenas tenía suficientes fuerzas para avanzar a su velocidad. Seguiría siendo imprudente seguirles. Igualmente, no podría ser su sombra y algún día, Fraiah Eslin y Ziel Carphatia volverían a encontrarse, porque así estaba escrito.
Caí de rodillas, taponando algunas de las heridas que podía, intentando que dejaran de sangrar tanto. Sin embargo, nunca fue fácil para un vampiro –y menos para un neófito– las armas antivampiros. Puse una mano en el suelo, doblando una pierna para lograr levantarme de nuevo y mantener el equilibrio. Quería… quería sangre de nuevo. Cuanta más perdía, más brindaba la sed que no se marchaba ni aun bebiendo de Fraiah. Escupí al suelo saliva seca. Tenía la boca como un cartón. Alcé la cabeza y penetré a Kasha con la mirada. No quería ver a Marcus y Bella después de lo que había hecho. Tampoco quería escuchar sus discursos y sus gritos de nuevo. Basta. Era absurdo volver con alguien que esté esclavizándote siempre, como Marcus acababa haciendo siempre. No quería.
Conseguí incorporarme de nuevo, mareado y perdido. Nuevamente, la pérdida de sangre se hacía notable. Los reflejos se habían atrofiado y el único sentido que todavía funcionaba a la perfección, era el olfato. En cambio, el neófito apenas pudo aguantar más tan sediento y débil como estaba. Había durado lo suficiente como para mantener su porte en el momento preciso. Pero ya no duraba más un alma tan resquebrajada y unos instintos tan volubles y manipuladores como los que tenía a flor de piel. Cayó inevitablemente hacia detrás, quedando boca arriba, cara al cielo nocturno y con la boca abierta, mostrando unos colmillos deseosos de matar.
Porque yo… tengo sed.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Calles
Como supuse, el arma antivampiros hizo su trabajo, lo dejo tan debil que ni podia moverse, necesitaba comida, pero yo no iba a darsela, se la daria Marcus y Bella, porque yo no iba a ser su comida.
Me acerque a el y saque de un bolsillo una tela con la que le ate la boca, no me fiaba de que al cogerlo intentara pegarme un bocado.
Nada mas hacer eso, levante al mocoso y pase uno de sus brazos alrededor de mis hombros.
- Vamos, te llevare donde estan ellos siguiendo tu rastro, eres muy evidente dejando el rastro por donde pasas- le dije acomodandolo para poder cargar con el sin hacerme daño yo.
- Cuando lleguemos, te quitare la tira, asi que, hazme un favor y aguanta un ratito- le dije siendo mas amable de lo habitual para que no se resistiera mucho y empece a caminar despacio cargando con Ziel
Me acerque a el y saque de un bolsillo una tela con la que le ate la boca, no me fiaba de que al cogerlo intentara pegarme un bocado.
Nada mas hacer eso, levante al mocoso y pase uno de sus brazos alrededor de mis hombros.
- Vamos, te llevare donde estan ellos siguiendo tu rastro, eres muy evidente dejando el rastro por donde pasas- le dije acomodandolo para poder cargar con el sin hacerme daño yo.
- Cuando lleguemos, te quitare la tira, asi que, hazme un favor y aguanta un ratito- le dije siendo mas amable de lo habitual para que no se resistiera mucho y empece a caminar despacio cargando con Ziel
- Kasha Oskan
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Re: Calles
Giré la cabeza en cuanto Kasha se acercó. Fuera, véte lejos de mí. No quiero que se acerque nadie ahora mismo. Déjame estar tumbado aquí un rato más, en este silencio tan cerrado. Largo, fuera. El horrendo olor de la cazadora estaba llegando a embriagar mi nariz, de lo turbado que estaba por la sed. Quería sangre y la quería ya. Cerré la mandíbula, haciendo el ruido propio, y volví a abrirla. La mordería si seguía estando tan cerca. Y después me arrepentiría por tomar su sangre y de incluso haberla rozado. No, por favor. Qué horror. Pero no podía aguantar más así, sediento y en un estado tan deprimente. Los vampiros siempre iban con la cabeza bien alta, y yo debería empezar a comportarme como uno de ellos.
En cambio, pesar de mis ganas porque se alejara, lo único que hizo Kasha fue acercarse más. Me mordí la lengua, para intentar contenerme, pese a que no hiciera estrictamente falta. Tapó mi boca con un harapo para evitar ser agujereada. En cierto modo lo agradecí, pues impedía que mi tentación se llevara a cabo y por otro, me ahorraba pasar el mal rato de recordar que había probado su sangre. Giré de nuevo la cabeza cuando fui levantado. Apenas podía andar correctamente, pero no me quedaba más remedio que seguir lo que la cazadora hiciera conmigo. Y así, salimos de entre las calles en dirección nuevamente a la Iglesia.
En cambio, pesar de mis ganas porque se alejara, lo único que hizo Kasha fue acercarse más. Me mordí la lengua, para intentar contenerme, pese a que no hiciera estrictamente falta. Tapó mi boca con un harapo para evitar ser agujereada. En cierto modo lo agradecí, pues impedía que mi tentación se llevara a cabo y por otro, me ahorraba pasar el mal rato de recordar que había probado su sangre. Giré de nuevo la cabeza cuando fui levantado. Apenas podía andar correctamente, pero no me quedaba más remedio que seguir lo que la cazadora hiciera conmigo. Y así, salimos de entre las calles en dirección nuevamente a la Iglesia.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Calles
Caminaba tranquilamente por las calles, estaba perdida, y lo aceptaba, nunca antes había estado por estos lados, era nueva. Savia que tenia que haber aceptado que mi padre me acompañe asta la Academia Cross, pero no podía decirle que si, el tenia que ir a una misión, no quería que perdiera el tiempo conmigo, yo ya soy grande, y puedo con las cosas... Pero este caso era diferente, estaba sola, caminando por calles que no conocía. No tengo miedo, de eso estoy segura, se que los vampiros existen, pero también se como defenderme, claro que no tengo miedo.
- ¿Por donde estará la Academia Cross? -Pregunte para mi misma, no esperaba que nadie me respondiera, así que mentalmente lo hice yo, diciéndome un simple "No, no lo sabes... ".
Pare mi caminata y suspire, un suspiro de cansancio, no sabia en donde estaba la Academia, y ni si quiera savia en donde estaba parada.
- ¿Por donde estará la Academia Cross? -Pregunte para mi misma, no esperaba que nadie me respondiera, así que mentalmente lo hice yo, diciéndome un simple "No, no lo sabes... ".
Pare mi caminata y suspire, un suspiro de cansancio, no sabia en donde estaba la Academia, y ni si quiera savia en donde estaba parada.
- Hiyori Yozora
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Re: Calles
Transcurrió tan sólo un poco mas de media hora y ya encontraba deambulando en las calles oscuras de aquel pueblo. Muy poco iluminadas por las luces artificiales que le daban algo de vida a la fría y peligrosa noche.
Como era de esperarse, fue sola. No dio aviso a nadie de su marchar y menos confirmar a las miradas curiosas de algunos cazadores que se topó en su marcha, a que ella pertenecía por un tiempo a su mismo equipo. No tenía por qué hacerlo y tampoco le ordenaron a hacerlo, y si se lo hubiesen pedido, tampoco lo habría echo. No quería ser tan rápida ligada a la asociación pero notó que su presencia no pasó inadvertida. Agradeciendo internamente que la mayoría no sabía quien era y rogando a lo que sea que alguno del pasado que la hubiese visto, y así evitar una seguidilla de "rumores" sobre su triste pasado. Remarcando esto como algo que a los cazadores, por lo visto, disfrutaban bastante.
No por qué no quisiera que hablen de ella, nunca le importó. Sólo que en la situación actual de todo el grupo de cazadores, mas de algún infiltrado debe de encontrarse en las lineas de Yagari y el que se sepa que ella está en ayuda de los ellos, podría ser una arma de doble filo. Mas a sabiendas que el mayor culpable de ese pasado ahora era el enemigo directo dentro de el consejo.
— Si tan sólo pudiese ser mas paciente... — Se reprochó a si misma con algo de rabia a su ser. Las ansias por correr en dirección a el consejo de ancianos iba en aumento al igual que sus ganas de mandar todo al demonio, incluyendo su vida, y matar a ese ser que le arruinó la vida y la llevó a ese estado de sombrar y camuflaje. — No, no... "Debes ser paciente..."— Exhaló con fuerza. Todo eso le costaba trabajo. Pero no quería fallarle a quien le había dado esa segunda oportunidad. Él cazador había puesto algo de confianza en ella y a la vez la probaba para saber si podía llegar a mas o sólo vigilar. Y lo haría, aunque le cueste.
Tenía que tomarse su tiempo pero tampoco podía quedarse quieta. Causando algo de recelo en la gente que la veía. oculta y sospechosa. Con el rostro bajo y la mirada fría. Agregando a que su espalda llevaba un bulto sobresaliente donde la "Death" iba oculta y en sus caberas otros dos con sus armas de corto alcance dispuestas a tan sólo un movimiento y atacar. Cualquiera en su sano juicio tan sólo al verla desconfiaría de ella.
Así fue como a paso lento recorrió todas y cada una de las calles. Era la mejor forma que pillo para controlar sus ansias y por lo visto estaba dando resultado.
Mantuvo su paso por un buen momento, llegando eso a su fin de improvisto tan sólo por sentirse un poco incomoda.
Ya no se encontraba sola y alguien pisaba sus huellas.
Con mirar rápidamente a los pasos dejados en su camino pudo notar como la sombra alguien la seguía. No era vampiro, lo habría sentido desde mucho antes. Tampoco era una casualidad de direcciones, ya que esa persona iba parando su marcha en cada lugar posible de escondite. Y menos era una acosador o algo por el estilo, si había algo que agradecía de su aspecto poco sociable era que hasta los depravados le hacían el quite.
"—Miller...—" Resonó en su mente y sonrió. Touga la conocía y sabía que ella no le avisaría a su compañero de misión, así que él mismo se tomo la molestia de avisarle. "—¿Cómo no recordé eso...?—" Mantuvo su sonrisa. Admiraba mucho a ese hombre en muchos sentidos. Después de todo en su adolescencia dentro de la asociación aprendió mucho de él, en especial la astucia. Aunque las cosas del pasado, en el pasado estaban y ella había cambiado bastante desde ahí a entonces.
Detuvo su paso de golpe. Sin mirar hacia atrás. Permitiendo que el viento nocturno jugara con su pelo, Dios, cuanto amaba esa sensación. podría estar el resto de su vida así pero lamentablemente no podía en esta ocasión.
"—¿O quizás si?—" Tras meditar unos escasos segundos, le dedicó una mirada fugaz a la persona que le seguía y sin mas se dispuso a correr.
Era rápida, muy rápida. Parecía que su apellido cobraba vida en sus piernas, haciéndole grandes honores a el Alemán "Rennt" a la hora de "Correr". Dejando sin alternativa a seguir sus pasos. Perdiendo a su segunda sombra en tan sólo unos escasos minutos y bastas cuadras. Sin notar que la dirección en que sus piernas y euforia le llevaban a un encuentro repentino e inesperado.
Como era de esperarse, fue sola. No dio aviso a nadie de su marchar y menos confirmar a las miradas curiosas de algunos cazadores que se topó en su marcha, a que ella pertenecía por un tiempo a su mismo equipo. No tenía por qué hacerlo y tampoco le ordenaron a hacerlo, y si se lo hubiesen pedido, tampoco lo habría echo. No quería ser tan rápida ligada a la asociación pero notó que su presencia no pasó inadvertida. Agradeciendo internamente que la mayoría no sabía quien era y rogando a lo que sea que alguno del pasado que la hubiese visto, y así evitar una seguidilla de "rumores" sobre su triste pasado. Remarcando esto como algo que a los cazadores, por lo visto, disfrutaban bastante.
No por qué no quisiera que hablen de ella, nunca le importó. Sólo que en la situación actual de todo el grupo de cazadores, mas de algún infiltrado debe de encontrarse en las lineas de Yagari y el que se sepa que ella está en ayuda de los ellos, podría ser una arma de doble filo. Mas a sabiendas que el mayor culpable de ese pasado ahora era el enemigo directo dentro de el consejo.
— Si tan sólo pudiese ser mas paciente... — Se reprochó a si misma con algo de rabia a su ser. Las ansias por correr en dirección a el consejo de ancianos iba en aumento al igual que sus ganas de mandar todo al demonio, incluyendo su vida, y matar a ese ser que le arruinó la vida y la llevó a ese estado de sombrar y camuflaje. — No, no... "Debes ser paciente..."— Exhaló con fuerza. Todo eso le costaba trabajo. Pero no quería fallarle a quien le había dado esa segunda oportunidad. Él cazador había puesto algo de confianza en ella y a la vez la probaba para saber si podía llegar a mas o sólo vigilar. Y lo haría, aunque le cueste.
Tenía que tomarse su tiempo pero tampoco podía quedarse quieta. Causando algo de recelo en la gente que la veía. oculta y sospechosa. Con el rostro bajo y la mirada fría. Agregando a que su espalda llevaba un bulto sobresaliente donde la "Death" iba oculta y en sus caberas otros dos con sus armas de corto alcance dispuestas a tan sólo un movimiento y atacar. Cualquiera en su sano juicio tan sólo al verla desconfiaría de ella.
Así fue como a paso lento recorrió todas y cada una de las calles. Era la mejor forma que pillo para controlar sus ansias y por lo visto estaba dando resultado.
Mantuvo su paso por un buen momento, llegando eso a su fin de improvisto tan sólo por sentirse un poco incomoda.
Ya no se encontraba sola y alguien pisaba sus huellas.
Con mirar rápidamente a los pasos dejados en su camino pudo notar como la sombra alguien la seguía. No era vampiro, lo habría sentido desde mucho antes. Tampoco era una casualidad de direcciones, ya que esa persona iba parando su marcha en cada lugar posible de escondite. Y menos era una acosador o algo por el estilo, si había algo que agradecía de su aspecto poco sociable era que hasta los depravados le hacían el quite.
"—Miller...—" Resonó en su mente y sonrió. Touga la conocía y sabía que ella no le avisaría a su compañero de misión, así que él mismo se tomo la molestia de avisarle. "—¿Cómo no recordé eso...?—" Mantuvo su sonrisa. Admiraba mucho a ese hombre en muchos sentidos. Después de todo en su adolescencia dentro de la asociación aprendió mucho de él, en especial la astucia. Aunque las cosas del pasado, en el pasado estaban y ella había cambiado bastante desde ahí a entonces.
Detuvo su paso de golpe. Sin mirar hacia atrás. Permitiendo que el viento nocturno jugara con su pelo, Dios, cuanto amaba esa sensación. podría estar el resto de su vida así pero lamentablemente no podía en esta ocasión.
"—¿O quizás si?—" Tras meditar unos escasos segundos, le dedicó una mirada fugaz a la persona que le seguía y sin mas se dispuso a correr.
Era rápida, muy rápida. Parecía que su apellido cobraba vida en sus piernas, haciéndole grandes honores a el Alemán "Rennt" a la hora de "Correr". Dejando sin alternativa a seguir sus pasos. Perdiendo a su segunda sombra en tan sólo unos escasos minutos y bastas cuadras. Sin notar que la dirección en que sus piernas y euforia le llevaban a un encuentro repentino e inesperado.
Última edición por Lady Death el Vie Mayo 08, 2015 4:20 am, editado 1 vez
- Eleonore Rennt
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