|
Bienvenidos a Vampire Knight: Academia Cross. Esperamos realmente que los usuarios y también los personajes, disfruten la estadía en el foro y sobre todo, participen en esta comunidad. ¡Diviértanse por encima de todo!
|
|
Conectarse
Últimos temas
Anuncios
No hay anuncios disponibles.
Terrenos
Página 15 de 15. • Comparte
Página 15 de 15. • 1 ... 9 ... 13, 14, 15
Re: Terrenos
Recuerdo del primer mensaje :
-no se lo que ha pasado entre las dos, pero seguro que tiene arreglo, te he visto matar vampiros y salir de lios completamente ilesa, se que esto lo podras hacer, y con lo de ser bueno..., basicamente es, porque me importas-sonrie y le acaricia la mejilla con cariño
-no se lo que ha pasado entre las dos, pero seguro que tiene arreglo, te he visto matar vampiros y salir de lios completamente ilesa, se que esto lo podras hacer, y con lo de ser bueno..., basicamente es, porque me importas-sonrie y le acaricia la mejilla con cariño
- Kai Olivier
Cantidad de envíos :
362
Edad : 33
Localización : donde menos te lo esperas...
Re: Terrenos
- No pretendo hacerlo -murmuró contra sus labios, en cuanto él le solicitó que no lo dejara irse; que no lo dejara atrás. Aquella era una petición algo tonta, pues creía haber dejado claro que ya no había cómo retroceder pasos en este juego. Por si acaso, lo aclararía otra vez:
- Ya no hay vuelta atrás para mí, Ziel -sentenció, condenándose él mismo a este abismo pecador y sagrado a la misma vez.
Continuó ejerciendo posesión sobre el cuerpo del muchacho, aún cuando este comenzó a erguirse; o al menos a intentarlo. Marcus sostuvo su rostro con una de sus manos, mientras lo miraba profundamente a los ojos. Escuchó su pregunta con los labios entreabiertos, por los cuales la respiración iba y venía, esfumándose a cada instante. Marcus estaba extrañamente agitado, y comprendía muy bien a qué se debía aquello. Por segunda vez en toda su vida; por segunda vez tras todos estos años de soledad, sentía el calor del amor apaciguándolo. Y, como si fuera un juego del Destino, también era humano aquel ser que regresaba el cariño a su vida.
Finalmente, asintió.
- Algunos eso dicen, pero ahora comprendo que juzgar aquello como una verdad es completamente una mentira; la mentira más grande que jamás haya oído -murmuró. Sintió, al mismo tiempo, como una de las manos de Ziel ascendía por su torso, buscando alejar al menos un botón de su camisa. Seguidamente, escuchó aquellas palabras. Miró a Ziel entre sorprendido y expectante. ¿Acaso eso le estaba pidiendo? ¿En verdad se entregaba a él hasta en los más ínfimos sitios de su cuerpo?
- Entonces permíteme besar tu alma, y curar cada herida que te he hecho -dijo sobre sus labios, sosteniendo su mentón, al tiempo que un botón de la camisa de Marcus se desprendía. Ziel se recostó sobre el suelo y Marcus aseguró muy bien sus rodillas a cada lado de su cuerpo. Observó como se despojaba de aquel botón que aprisionaba su pecho, y lo besó. Lo besó otra vez, danzando en el interior de su boca. Acarició su cabello, descendió hasta su cuello y luego llenó de caricias su pecho, deshaciéndose del resto de botones. Guió sus labios hasta el cuello del muchacho, y se entretuvo allí, besando y dibujando con su gélida lengua infinidad de paisajes.
- Ya no hay vuelta atrás para mí, Ziel -sentenció, condenándose él mismo a este abismo pecador y sagrado a la misma vez.
Continuó ejerciendo posesión sobre el cuerpo del muchacho, aún cuando este comenzó a erguirse; o al menos a intentarlo. Marcus sostuvo su rostro con una de sus manos, mientras lo miraba profundamente a los ojos. Escuchó su pregunta con los labios entreabiertos, por los cuales la respiración iba y venía, esfumándose a cada instante. Marcus estaba extrañamente agitado, y comprendía muy bien a qué se debía aquello. Por segunda vez en toda su vida; por segunda vez tras todos estos años de soledad, sentía el calor del amor apaciguándolo. Y, como si fuera un juego del Destino, también era humano aquel ser que regresaba el cariño a su vida.
Finalmente, asintió.
- Algunos eso dicen, pero ahora comprendo que juzgar aquello como una verdad es completamente una mentira; la mentira más grande que jamás haya oído -murmuró. Sintió, al mismo tiempo, como una de las manos de Ziel ascendía por su torso, buscando alejar al menos un botón de su camisa. Seguidamente, escuchó aquellas palabras. Miró a Ziel entre sorprendido y expectante. ¿Acaso eso le estaba pidiendo? ¿En verdad se entregaba a él hasta en los más ínfimos sitios de su cuerpo?
- Entonces permíteme besar tu alma, y curar cada herida que te he hecho -dijo sobre sus labios, sosteniendo su mentón, al tiempo que un botón de la camisa de Marcus se desprendía. Ziel se recostó sobre el suelo y Marcus aseguró muy bien sus rodillas a cada lado de su cuerpo. Observó como se despojaba de aquel botón que aprisionaba su pecho, y lo besó. Lo besó otra vez, danzando en el interior de su boca. Acarició su cabello, descendió hasta su cuello y luego llenó de caricias su pecho, deshaciéndose del resto de botones. Guió sus labios hasta el cuello del muchacho, y se entretuvo allí, besando y dibujando con su gélida lengua infinidad de paisajes.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Terrenos
Cerré los ojos, satisfecho por esas palabras saliendo de su boca. Guárdame Marcus, así como le ordenas a Bella que lo haga, hazlo también. No quería que volviera a irse, que sus ojos se llenaran de sed o que su mandíbula temblara de ira. Quería lo mejor para él. Lo arroparía cuando eso pasara. E incluso el mismo Marcus sabía de esto. Había estado desde el principio del todo defendiéndolo de los cazadores y aquel que osara a discriminarlo. Ahora no era el único que creía esto, ya que Bella también confiaba en él. Y poco a poco, conseguiría demostrar que nunca fue más que un hombre cegado por el rencor.
Acaricié su perfecto rostro de mármol mientras que iba hablando. "Tampoco quieras mirar hacia atrás, Marcus. Yo te agarraré si caes". Y ojalá pudiera leer mi mente como lo hacía Bella, todo sería más fácil de expresar. Él tan sólo tendría que leer esta cabeza que divagaba la locura y el amor que me producían sus caricias. Ambos éramos el equilibrio entre Mortalidad e Inmortalidad. Si él caía, yo también. Si dudas, te empujaré en la Verdad; si ríes, lloraré irremediablemente; pues no hay mejor equilibrio que este entre nosotros. Sonreí, escuchando sus palabras. Los sentidos enloquecían con sólo escuchar su voz hablar.
Si me amas, te amaré. Si te amo, arriésgate a quererme.
Asentí levemente sin dejar de ahogarme en esos dulces ojos cristal cual rubí. Ahora era su oportunidad para curar el daño de mis heridas y calmar la angustia de su última pérdida. En cuanto se acercó de nuevo, me vendí; bailando en el mismo vals que él. Levanté las manos, casi pidiendo ayuda para que metiera más mi cabeza en el agua. Quería que me llevara hasta el rincón más oscuro de su pecho, para ayudarle. Ladeé la cabeza, separando ambos labios. Me daba vergüenza que Marcus viera cada dura cicatriz que los cazadores habían provocado sobre la piel. Algunas quemaduras, algún fuerte golpe e incluso una herida de bala cerca del pecho. Sin embargo, el frío de su mano parecía calmar la angustia de mis heridas por estar ahí. Encorvé la columna, estremecido por su roce. Abrí la boca, tomando aire, reclinando hacia atrás la cabeza. No deseaba que sus ojos se posaran en las feas cicatrices.
-No... no las mires. - Logré decir. Estaba paralizado por su mano, sujetado como una marioneta por él.
Una mano fue a su espalda, atrayéndolo contra mi pecho; mientras que otra fue de nuevo a su pelo, agarrándole con fuerza y ejerciendo fuerza para que no se separara. Nunca dejaría que se fuera. Él era la calma para este mar ajetreado por la luna.
Acaricié su perfecto rostro de mármol mientras que iba hablando. "Tampoco quieras mirar hacia atrás, Marcus. Yo te agarraré si caes". Y ojalá pudiera leer mi mente como lo hacía Bella, todo sería más fácil de expresar. Él tan sólo tendría que leer esta cabeza que divagaba la locura y el amor que me producían sus caricias. Ambos éramos el equilibrio entre Mortalidad e Inmortalidad. Si él caía, yo también. Si dudas, te empujaré en la Verdad; si ríes, lloraré irremediablemente; pues no hay mejor equilibrio que este entre nosotros. Sonreí, escuchando sus palabras. Los sentidos enloquecían con sólo escuchar su voz hablar.
Si me amas, te amaré. Si te amo, arriésgate a quererme.
Asentí levemente sin dejar de ahogarme en esos dulces ojos cristal cual rubí. Ahora era su oportunidad para curar el daño de mis heridas y calmar la angustia de su última pérdida. En cuanto se acercó de nuevo, me vendí; bailando en el mismo vals que él. Levanté las manos, casi pidiendo ayuda para que metiera más mi cabeza en el agua. Quería que me llevara hasta el rincón más oscuro de su pecho, para ayudarle. Ladeé la cabeza, separando ambos labios. Me daba vergüenza que Marcus viera cada dura cicatriz que los cazadores habían provocado sobre la piel. Algunas quemaduras, algún fuerte golpe e incluso una herida de bala cerca del pecho. Sin embargo, el frío de su mano parecía calmar la angustia de mis heridas por estar ahí. Encorvé la columna, estremecido por su roce. Abrí la boca, tomando aire, reclinando hacia atrás la cabeza. No deseaba que sus ojos se posaran en las feas cicatrices.
-No... no las mires. - Logré decir. Estaba paralizado por su mano, sujetado como una marioneta por él.
Una mano fue a su espalda, atrayéndolo contra mi pecho; mientras que otra fue de nuevo a su pelo, agarrándole con fuerza y ejerciendo fuerza para que no se separara. Nunca dejaría que se fuera. Él era la calma para este mar ajetreado por la luna.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Terrenos
Su cuello era tan adictivo... Recién ahora, en este momento, podía apreciarlo en su totalidad. Las veces anteriores, simplemente lo había considerado como el pasaje directo a sus venas tan tiernas. Sin embargo, ahora todo lo veía desde otra perspectiva. Todo poseía otro color, y este era claro, muy claro...
Continuó besando cada espacio de su piel, descendiendo lentamente por su pecho. Allí, se encontró con algo desagradable, y no precisamente porque le diera asco, sino porque le daban asco quienes había dejado aquel "obsequio" allí. Marcus se quedó paralizado mientras escuchaba el tartamudeo que provenía de los labios de Ziel. El vampiro aferró una de sus manos al suelo, levantando la hierba. Su ceño se frunció. Pero, en vez de proferir insultos y maldiciones, dedicó a cada cicatriz un beso suave y húmedo. En la que se encontraba cerca de su pecho, peligrosamente cerca de su corazón, se detuvo más tiempo. Y, finalmente, se recostó unos segundos, descansando su cabeza en el sitio de la antigua herida.
- Los mataré -siseó con tranquilidad-. Los mataré uno por uno -agregó, por si no había quedado claro. Si algo conservaba Marcus de su antiguo "yo" era el sentimiento que prohibía a todo ser, humano o no, tocar a Ziel. Apenas un dedo encima, y no contaría la historia. Su mirada se perdió en la lejanía de los terrenos, mientras la brisa mecía las hebras azabache de su cabello, el cual estaba un poco más largo desde la última vez. Marcus movió un poco la cabeza para poder mirar a Ziel, y se irguió retomando la posición anterior. Aún en su mente resonaban los latidos del corazón palpitante de Ziel.
- No te avergüences de ello -susurró acariciando su rostro, para luego sostener su barbilla. Acercó sus labios a los suyos otra vez, besádolo con intencidad pero algo más de autocontrol. Deslizó su lengua por la comisura de sus labios y el brillo rojo de sus ojos depredadores se encendió.
- Voy a protegerte, Ziel -determinó. Esas palabras quedaban, desde ahora en adelante, gravadas a fuego; incluso más que el donde pactaron el acuerdo. Porque ahora había una gran diferencia: también lo protegería de sí mismo.
Continuó besando cada espacio de su piel, descendiendo lentamente por su pecho. Allí, se encontró con algo desagradable, y no precisamente porque le diera asco, sino porque le daban asco quienes había dejado aquel "obsequio" allí. Marcus se quedó paralizado mientras escuchaba el tartamudeo que provenía de los labios de Ziel. El vampiro aferró una de sus manos al suelo, levantando la hierba. Su ceño se frunció. Pero, en vez de proferir insultos y maldiciones, dedicó a cada cicatriz un beso suave y húmedo. En la que se encontraba cerca de su pecho, peligrosamente cerca de su corazón, se detuvo más tiempo. Y, finalmente, se recostó unos segundos, descansando su cabeza en el sitio de la antigua herida.
- Los mataré -siseó con tranquilidad-. Los mataré uno por uno -agregó, por si no había quedado claro. Si algo conservaba Marcus de su antiguo "yo" era el sentimiento que prohibía a todo ser, humano o no, tocar a Ziel. Apenas un dedo encima, y no contaría la historia. Su mirada se perdió en la lejanía de los terrenos, mientras la brisa mecía las hebras azabache de su cabello, el cual estaba un poco más largo desde la última vez. Marcus movió un poco la cabeza para poder mirar a Ziel, y se irguió retomando la posición anterior. Aún en su mente resonaban los latidos del corazón palpitante de Ziel.
- No te avergüences de ello -susurró acariciando su rostro, para luego sostener su barbilla. Acercó sus labios a los suyos otra vez, besádolo con intencidad pero algo más de autocontrol. Deslizó su lengua por la comisura de sus labios y el brillo rojo de sus ojos depredadores se encendió.
- Voy a protegerte, Ziel -determinó. Esas palabras quedaban, desde ahora en adelante, gravadas a fuego; incluso más que el donde pactaron el acuerdo. Porque ahora había una gran diferencia: también lo protegería de sí mismo.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Terrenos
Acaricié desde su espalda a contrapelo, hasta su frente; dispuesto con una sonrisa. Abracé sus hombros, cerrando los ojos, dejando que él llevara el ritmo cardíaco de este humano corazón. Besé su mejilla con cariño, mientras palpaba con los labios hacia su oído. Siseé suavemente, lamiéndole, jugando con la sensibilidad de éste; hasta que decidí morder el lóbulo de su oreja. Ahora Marcus estaba marcado por mis dientes, por mis labios y por el cosido del olor de mi piel. Por mucho que no quisiera, le seguirían a todas partes. No sé si podría eliminarlo con el tiempo; pero él era mío, y de nadie más.
Encogí una pierna cuando me estremeció de nuevo por aquellos besos sobre mi cuello; adormeciendo el resto de músculos. Al mismo tiempo, una descarga fue recorriendo mi columna a medida que el frío de sus labios bajaba hacia mi pecho. Lo agarré con más intensidad, movido por esa sensación duradera sobre cada vértebra. Ésta lograba entrecortar mi respiración, dejando que sólo a pequeños intervalos pudiera tomar una gota de aire, sin llegar a satisfacer el ancho de los pulmones; del mismo modo que si estuviera axfisiándome solo. En cambio, todo eso divagaba demasiado de la realidad, pues no tenía palabras para esta magnífica sensación.
El agua de los iris se esparció por la cuenca del ojo, empañándose ambos. No, Marcus, no las mires. Son... son feas, y molestas. Él no debería de haberlas visto, y menos ir dedicando un beso y una caricia a cada una de ellas. Aunque debía reconocer que su respiración ya conseguía apaciguar el quemazón de cada cicatriz, de cada herida; sus labios lograban eliminar cada una de ellas. Como si jamás hubieran existido esas horrendas y despreciables marcas.
Con dulzura, pasaba ambas manos por su rostro, por su pelo; intentando memorizar con las manos cada rasgo de su rostro. Tan apacible y tranquilizante era tenerlo sobre el pecho, que rogaba a la propia Luna que así se quedara siempre.
Después de escuchar sus palabras, quedé paralizado. ¿Él haría eso, los mataría por tocarme? Quería llorar de una felicidad, porque también estaba lleno de vergüenza y rencor hacia los cazadores. Sin embargo, ese sentimiento se mezclaba con la tristeza que producía saber que Marcus volvería a manchar sus manos de sangre. Pese a que esta vez, esa sangre no fuera tan inocente. Solamente hacía falta ver lo que él simplemente había conseguido. Poco a poco, iba encerrándolo más en la cárcel de mis brazos y fui asintiendo, aceptando que lo hiciera. No quería que hubiera más personas continuando con lo que sufrí de esas sucias manos. Tampoco deseaba que otras manos fueran rozando y profanando mi cuerpo; pues sólo permitía que fueran éstas mismas, las que hacían subirme al Edén, las permitidas para que arrancaran mi alma cacho a cacho, gramo a gramo. Terminaría por fin con esta cadena de malos tratos para que ningún humano volviera a sufrirlos. Los enterraría, del mismo modo en que ellos lo hicieron conmigo.
Hacer por hacer, no llega a pecado.
-Pero... - Marcus, las cicatrices van a seguir ahí, recordándomelo; martirizándome en el silencio. Ya no se podía borrar la humillación de mi pecho. Ya no. Sin remediarlo, cada ojo emitió un recorrido de agua; quién sabe si procedente de los iris azules como el mar. En el fondo, le daba la razón. Algún día tendría que aceptar las mismas palabras que él me estaba diciendo, y dejar el pasado en el pasado. Pero por ahora no podía olvidar lo que pasó hacía apenas unas semanas. Sonreí inentendiblemente. Aún me preguntaba por qué, a pesar de todo, seguía apreciando a una muñeca que se rompió hace tiempo. Por qué todavía concedía el deseo de mis labios sobre los suyos.
Erguí el tronco levemente, haciendo que retrocediera con el pecho, marcándole a su inmortal corazón los pasos que debía seguir en cada latido; sin dejar que el baile de nuestras bocas cesara. Deslicé los labios por la comisura de los suyos, subiendo con ellos hasta su sien, tomando la miel de su helado tacto; aspirando su aroma embriagador como aire. Acaricié su pelo, disfrutando de aquellas anestesiantes palabras. Mientras, empujaba su hombro hacia atrás con la otra mano; bajando poco a poco su chaqueta hasta que quedó en el suelo. Lo miré a los ojos, encantándome con el brillo intensos que conservaba. Ése era la tonalidad que cautivó a este humano. Y sin dejar de observarlo, mis manos desabrochaban botón por botón, besando en aquel trozo de torso que iba mostrándose lentamente. Y cuando conseguí dejarlo en las mismas condiciones en las que estaba, mis labios fueron a encontrar su clavícula, cortando el contacto entre el rojo y el azul; e iban las yemas de los dedos rozando sus riñones hacia arriba.
Mordí con delicadeza en cada hueso que sobresalía más de la cuenta, recorriendo finalmente con la lengua el resto de su clavícula, terminando en el hombro. Una palma retrocedió hacia delante, contorneando sus costillas; llenando de caricias aquel hombro que mismamente herí. No se me había olvidado el lugar exacto, aunque la regeneración la hubiera ocultado. Besé ahí, adueñándome de otro trozo del órgano que se hallaba a escasos centímetros; dejando un vaho de aire caliente recién expirado sobre él.
De reojo lo miré, entregado a su cuerpo el mismo trato que propiamente recibía; demostrándole lo poco que me quedaba ya. Lo atraje por la espalda, abrazándolo. Descansé en su hombro la cabeza y clavé los ojos en él.
-Te quiero. - Susurré dulcemente. Besé su hombro otra vez. Únicamente, para mí solo, así lo quería de egoístamente.
Encogí una pierna cuando me estremeció de nuevo por aquellos besos sobre mi cuello; adormeciendo el resto de músculos. Al mismo tiempo, una descarga fue recorriendo mi columna a medida que el frío de sus labios bajaba hacia mi pecho. Lo agarré con más intensidad, movido por esa sensación duradera sobre cada vértebra. Ésta lograba entrecortar mi respiración, dejando que sólo a pequeños intervalos pudiera tomar una gota de aire, sin llegar a satisfacer el ancho de los pulmones; del mismo modo que si estuviera axfisiándome solo. En cambio, todo eso divagaba demasiado de la realidad, pues no tenía palabras para esta magnífica sensación.
El agua de los iris se esparció por la cuenca del ojo, empañándose ambos. No, Marcus, no las mires. Son... son feas, y molestas. Él no debería de haberlas visto, y menos ir dedicando un beso y una caricia a cada una de ellas. Aunque debía reconocer que su respiración ya conseguía apaciguar el quemazón de cada cicatriz, de cada herida; sus labios lograban eliminar cada una de ellas. Como si jamás hubieran existido esas horrendas y despreciables marcas.
Con dulzura, pasaba ambas manos por su rostro, por su pelo; intentando memorizar con las manos cada rasgo de su rostro. Tan apacible y tranquilizante era tenerlo sobre el pecho, que rogaba a la propia Luna que así se quedara siempre.
Después de escuchar sus palabras, quedé paralizado. ¿Él haría eso, los mataría por tocarme? Quería llorar de una felicidad, porque también estaba lleno de vergüenza y rencor hacia los cazadores. Sin embargo, ese sentimiento se mezclaba con la tristeza que producía saber que Marcus volvería a manchar sus manos de sangre. Pese a que esta vez, esa sangre no fuera tan inocente. Solamente hacía falta ver lo que él simplemente había conseguido. Poco a poco, iba encerrándolo más en la cárcel de mis brazos y fui asintiendo, aceptando que lo hiciera. No quería que hubiera más personas continuando con lo que sufrí de esas sucias manos. Tampoco deseaba que otras manos fueran rozando y profanando mi cuerpo; pues sólo permitía que fueran éstas mismas, las que hacían subirme al Edén, las permitidas para que arrancaran mi alma cacho a cacho, gramo a gramo. Terminaría por fin con esta cadena de malos tratos para que ningún humano volviera a sufrirlos. Los enterraría, del mismo modo en que ellos lo hicieron conmigo.
Hacer por hacer, no llega a pecado.
-Pero... - Marcus, las cicatrices van a seguir ahí, recordándomelo; martirizándome en el silencio. Ya no se podía borrar la humillación de mi pecho. Ya no. Sin remediarlo, cada ojo emitió un recorrido de agua; quién sabe si procedente de los iris azules como el mar. En el fondo, le daba la razón. Algún día tendría que aceptar las mismas palabras que él me estaba diciendo, y dejar el pasado en el pasado. Pero por ahora no podía olvidar lo que pasó hacía apenas unas semanas. Sonreí inentendiblemente. Aún me preguntaba por qué, a pesar de todo, seguía apreciando a una muñeca que se rompió hace tiempo. Por qué todavía concedía el deseo de mis labios sobre los suyos.
Erguí el tronco levemente, haciendo que retrocediera con el pecho, marcándole a su inmortal corazón los pasos que debía seguir en cada latido; sin dejar que el baile de nuestras bocas cesara. Deslicé los labios por la comisura de los suyos, subiendo con ellos hasta su sien, tomando la miel de su helado tacto; aspirando su aroma embriagador como aire. Acaricié su pelo, disfrutando de aquellas anestesiantes palabras. Mientras, empujaba su hombro hacia atrás con la otra mano; bajando poco a poco su chaqueta hasta que quedó en el suelo. Lo miré a los ojos, encantándome con el brillo intensos que conservaba. Ése era la tonalidad que cautivó a este humano. Y sin dejar de observarlo, mis manos desabrochaban botón por botón, besando en aquel trozo de torso que iba mostrándose lentamente. Y cuando conseguí dejarlo en las mismas condiciones en las que estaba, mis labios fueron a encontrar su clavícula, cortando el contacto entre el rojo y el azul; e iban las yemas de los dedos rozando sus riñones hacia arriba.
Mordí con delicadeza en cada hueso que sobresalía más de la cuenta, recorriendo finalmente con la lengua el resto de su clavícula, terminando en el hombro. Una palma retrocedió hacia delante, contorneando sus costillas; llenando de caricias aquel hombro que mismamente herí. No se me había olvidado el lugar exacto, aunque la regeneración la hubiera ocultado. Besé ahí, adueñándome de otro trozo del órgano que se hallaba a escasos centímetros; dejando un vaho de aire caliente recién expirado sobre él.
De reojo lo miré, entregado a su cuerpo el mismo trato que propiamente recibía; demostrándole lo poco que me quedaba ya. Lo atraje por la espalda, abrazándolo. Descansé en su hombro la cabeza y clavé los ojos en él.
-Te quiero. - Susurré dulcemente. Besé su hombro otra vez. Únicamente, para mí solo, así lo quería de egoístamente.
Última edición por Ziel A. Carphatia el Mar Ago 27, 2019 9:03 pm, editado 2 veces
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Terrenos
Su tacto era suave; era adormecedor. Marcus cerró los ojos mientras sus manos viajeras recorrían su rostro y, a su vez, mientras las suyas propias recorrían aquel cuerpo perfecto y adictivo. Pues así era Ziel: infinitamente tentador; y esto era lo que ocasionaba en él. Marcus perdía el control en cada instante, en cada hálito. Miró sus ojos una vez más antes de volver a besarlo.
Había observado en ellos un brillo melancólico, nostálgico... Y no le gustaba. No soportaba la idea de que Ziel siguiera sufriendo. Pero debías hacerse cargo de su parte, pues su sufrimiento mayor se lo ocasionó él. Si Marcus no hubiera aparecido en su vida, todo será diferente. Muy diferente. Pero aquí está; aquí están. Uno sobre el otro, atesorando cada rastro de pasión, cada minuto de éxtasis. Ziel era una droga más que nosciva para un vampiro como Marcus, pero irónicamente le hacía tan bien tenerlo cerca. En cuanto el joven quiso decir algo más respecto a sus marcas, el vampiro posó sobre sus labios su delgado dedo índice, sonriéndole levemente. Ya era suficiente. Ya no debía pensar más en ello. Él estaba a su lado, y todo estaría bien. Esos cazadores tenían los días contados, y cuando los eliminase Ziel podría estar lo suficientemente tranquilo.
Pronto, los labios de Ziel hicieron lo propio. Marcus pasó a ser el sometido ante tales caricias cálidas. Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás mientras el humano recorría su piel. Abrió sus ojos y estos brillaban. Estaba completamente sumido en aquel estado cúlmine. Volvió a colocar su rostro frente al de Ziel y, en ese momento, sus labios ascendían por su abdomen. Marcus exhaló un suspiro, y aferró su fía mano a la nuca del muchacho. Cuando él terminó de recorrer su abdomen, sintió el leve cosquilleo de unos dientes muy pequeños tratando de hincarse en su rígida carne.
Sonrió.
Acercó sus labios a los labios de Ziel otra vez, y en ese momento escuchó esas dos palabras que consiguieron impactarle y alegrarle, extrañamente. Besó a Ziel otra vez y lo tomó en brazos, poniéndose de pie seguidamente. Más veloz que un rayo, se alejó de los terrenos junto con él, pues necesitaban privacidad. Llegó a una zona llena de árboles y hierba. Era imposible ver allí a dos personas, y mucho menos cuando estas se encontraban al ras del suelo.
Marcus se echó sobre Ziel, aprisionándolo otra vez. Posó una mano sobre su frente y acarició su cabello. La otra mano, la depositó sobre su cintura. En su mente resonaban aún aquellas dos palabras benditas. Marcus entreabrió sus labios y respiró suavemente. Acercó su rostro al suyo, sintiendo que esto ocurría muy seguido, y que le agradaba que así fuera. Presionó sus gélidos labios sobre su mentón, justo antes de posicionarlos sobre su boca. Allí se quedó unos instantes. Las palabras regresaban a su mente una y otra vez.
- Yo te amo, Ziel -susurró al fin, antes de besarlo con fulgor y entregarse, al fin, a la pasión. Y así, Marcus O' Conell sucumbió ante el amor una vez más, condenándose él y condenándolo a él a un viaje sin retorno.
Había observado en ellos un brillo melancólico, nostálgico... Y no le gustaba. No soportaba la idea de que Ziel siguiera sufriendo. Pero debías hacerse cargo de su parte, pues su sufrimiento mayor se lo ocasionó él. Si Marcus no hubiera aparecido en su vida, todo será diferente. Muy diferente. Pero aquí está; aquí están. Uno sobre el otro, atesorando cada rastro de pasión, cada minuto de éxtasis. Ziel era una droga más que nosciva para un vampiro como Marcus, pero irónicamente le hacía tan bien tenerlo cerca. En cuanto el joven quiso decir algo más respecto a sus marcas, el vampiro posó sobre sus labios su delgado dedo índice, sonriéndole levemente. Ya era suficiente. Ya no debía pensar más en ello. Él estaba a su lado, y todo estaría bien. Esos cazadores tenían los días contados, y cuando los eliminase Ziel podría estar lo suficientemente tranquilo.
Pronto, los labios de Ziel hicieron lo propio. Marcus pasó a ser el sometido ante tales caricias cálidas. Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás mientras el humano recorría su piel. Abrió sus ojos y estos brillaban. Estaba completamente sumido en aquel estado cúlmine. Volvió a colocar su rostro frente al de Ziel y, en ese momento, sus labios ascendían por su abdomen. Marcus exhaló un suspiro, y aferró su fía mano a la nuca del muchacho. Cuando él terminó de recorrer su abdomen, sintió el leve cosquilleo de unos dientes muy pequeños tratando de hincarse en su rígida carne.
Sonrió.
Acercó sus labios a los labios de Ziel otra vez, y en ese momento escuchó esas dos palabras que consiguieron impactarle y alegrarle, extrañamente. Besó a Ziel otra vez y lo tomó en brazos, poniéndose de pie seguidamente. Más veloz que un rayo, se alejó de los terrenos junto con él, pues necesitaban privacidad. Llegó a una zona llena de árboles y hierba. Era imposible ver allí a dos personas, y mucho menos cuando estas se encontraban al ras del suelo.
Marcus se echó sobre Ziel, aprisionándolo otra vez. Posó una mano sobre su frente y acarició su cabello. La otra mano, la depositó sobre su cintura. En su mente resonaban aún aquellas dos palabras benditas. Marcus entreabrió sus labios y respiró suavemente. Acercó su rostro al suyo, sintiendo que esto ocurría muy seguido, y que le agradaba que así fuera. Presionó sus gélidos labios sobre su mentón, justo antes de posicionarlos sobre su boca. Allí se quedó unos instantes. Las palabras regresaban a su mente una y otra vez.
- Yo te amo, Ziel -susurró al fin, antes de besarlo con fulgor y entregarse, al fin, a la pasión. Y así, Marcus O' Conell sucumbió ante el amor una vez más, condenándose él y condenándolo a él a un viaje sin retorno.
El hilo rojo del Destino, jamás estuvo tan acertado en su color.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Terrenos
Nada más que recuerdo la hierba rozándome, la brisa acunándonos. Nada más que recuerdo ese color brillante destacando entre la oscuridad de la noche con color de la sangre. Jamás diría que dicho color, que tantos malos recuerdos de muertes había sembrado en mi cabeza, ahora pareciera tan hermoso. Atesoré más cosas además de esas: sus caricias, sus besos y como no, sus palabras. Por ejemplo, era imposible que olvidara las tres últimas que sus labios pronunciaron: "Te amo, Ziel". Ellas habían cerrado mi estómago, garganta y respiración. Se paralizó todo el organismo en un instante. El corazón iba latiendo como loco, tan deprisa que podía llegar a doler en algunas ocasiones. Pero nunca lo creí tan verdaderamente cierto como cuando lo vi salir de sus ojos.
Acabé perdido de nuevo, y él volvió a ofrecer su mano; tal y como la última vez. Aliviando mis dudas, cargando los pesares que ocupaban el espacio para pensar, ofreciéndome el amor del que un humano era adicto y estaba falto. Y así, volví a la noche de amantes. La luna, de seguro, estaba celosa.
Y, a la mañana siguiente, amanecimos entre la hierba. Igual que dos cuerpos inertes olvidados por el mundo, ocultos por la alta maleza y los árboles. Como la última vez, dormí cual niño arropado por su chaqueta y frío invernal. Me gustaba aquella chaqueta que siempre llevaba; siempre oliendo a él. Tenía una réplica exacta, agujereada en la zona del hombro, justo detrás de la puerta del dormitorio. Y muchas noches, recordándolo, me arropaba con ésta misma; del mismo modo en que ahora dormía. La única diferencia era la costumbre que había cogido en este tiempo; agarrando de este modo su mano al dormir. Eso parecía que llegaba a tranquilizarme, sabiendo que así no se iría de mi lado. Que no volvería a quedarme solo. Lo consiguió inculcar Sempai, porque al menos la gelidez inmortal disipaba las lágrimas y susurros desesperados de ayuda, de llamarle en sueños; provocados por todos aquellas horrendas pesadillas que surgían noche sí, noché también.
Como en un autoreflejo, mi mano se estiró para encontrar comodidad, saliendo de la protección de la chaqueta y encontrando al lado el cuerpo de Marcus. Aunque aún creyera que todo resultó un precioso sueño, que conseguía nuevamente dejarme la Felicidad que no se plantó en el marco de la puerta. Para mi subconciente, dormía en la habitación. Mientras, quedaba él tan sólo como si fuera una almohada donde dejar la cabeza. Pasé una mano por encima de esa "ficticia" almohada y la acaricié instintivamente con la mejilla, agradeciendo la baja temperatura de esta. Sonreí levemente entre sueños. Quería seguir viviendo en esa bonita "vida" que me dejaba la noche; odiaría despertar. E irónicamente, el frío me recordaba al mismo Marcus. ¿Y la mano que tenía agarrada? "Ficticiamente" la de Sempai. Pero esta era más fría incluso.
Casi era ya mediodía y aún seguía durmiendo, acurrucado a la sombra del gran árbol. Ni siquiera era consciente que no me abroché la camisa, ni de la hora que era, ni de dónde estaba, ni con quién dormía al lado. No había prisa. Tampoco recordaba cómo llegué a quedarme dormido; simplemente estaba agotando de tan larga noche y tantos días sin descanso. En este reparador sueño, recuperaba aquel que había perdido últimamente. De ahí el reflejo despreocupado del rostro, donde por fin descansaba más de tres horas seguidas y todo de un tirón; respirando por la apertura existente entre los labios, despojándome del aire caliente lentamente.
Pareciera un niño durmiendo, al que le habían arrancado las alas de la espalda por vivir como humano. En cambio, de niño, ya tenía poco.
Acabé perdido de nuevo, y él volvió a ofrecer su mano; tal y como la última vez. Aliviando mis dudas, cargando los pesares que ocupaban el espacio para pensar, ofreciéndome el amor del que un humano era adicto y estaba falto. Y así, volví a la noche de amantes. La luna, de seguro, estaba celosa.
Y, a la mañana siguiente, amanecimos entre la hierba. Igual que dos cuerpos inertes olvidados por el mundo, ocultos por la alta maleza y los árboles. Como la última vez, dormí cual niño arropado por su chaqueta y frío invernal. Me gustaba aquella chaqueta que siempre llevaba; siempre oliendo a él. Tenía una réplica exacta, agujereada en la zona del hombro, justo detrás de la puerta del dormitorio. Y muchas noches, recordándolo, me arropaba con ésta misma; del mismo modo en que ahora dormía. La única diferencia era la costumbre que había cogido en este tiempo; agarrando de este modo su mano al dormir. Eso parecía que llegaba a tranquilizarme, sabiendo que así no se iría de mi lado. Que no volvería a quedarme solo. Lo consiguió inculcar Sempai, porque al menos la gelidez inmortal disipaba las lágrimas y susurros desesperados de ayuda, de llamarle en sueños; provocados por todos aquellas horrendas pesadillas que surgían noche sí, noché también.
Como en un autoreflejo, mi mano se estiró para encontrar comodidad, saliendo de la protección de la chaqueta y encontrando al lado el cuerpo de Marcus. Aunque aún creyera que todo resultó un precioso sueño, que conseguía nuevamente dejarme la Felicidad que no se plantó en el marco de la puerta. Para mi subconciente, dormía en la habitación. Mientras, quedaba él tan sólo como si fuera una almohada donde dejar la cabeza. Pasé una mano por encima de esa "ficticia" almohada y la acaricié instintivamente con la mejilla, agradeciendo la baja temperatura de esta. Sonreí levemente entre sueños. Quería seguir viviendo en esa bonita "vida" que me dejaba la noche; odiaría despertar. E irónicamente, el frío me recordaba al mismo Marcus. ¿Y la mano que tenía agarrada? "Ficticiamente" la de Sempai. Pero esta era más fría incluso.
Casi era ya mediodía y aún seguía durmiendo, acurrucado a la sombra del gran árbol. Ni siquiera era consciente que no me abroché la camisa, ni de la hora que era, ni de dónde estaba, ni con quién dormía al lado. No había prisa. Tampoco recordaba cómo llegué a quedarme dormido; simplemente estaba agotando de tan larga noche y tantos días sin descanso. En este reparador sueño, recuperaba aquel que había perdido últimamente. De ahí el reflejo despreocupado del rostro, donde por fin descansaba más de tres horas seguidas y todo de un tirón; respirando por la apertura existente entre los labios, despojándome del aire caliente lentamente.
Pareciera un niño durmiendo, al que le habían arrancado las alas de la espalda por vivir como humano. En cambio, de niño, ya tenía poco.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Terrenos
La luz del sol cayó sobre su gélida piel. Molestaba en sus ojos aunque los tuviera cerrados. Los entreabrió un poco, permitiendo que el brillo del amanecer rociara su cuerpo. Se movió un poco, algo confuso, pero muy consciente de dónde se encontraba y con quién. Temía despertarlo, por eso procuraba efectuar la menor cantidad de movimientos posibles. Mientras Ziel descansaba arropado en su chaqueta, Marcus se situaba a su lado, rodeándolo con los brazos y sosteniendo su pequeña y cálida mano. No pudo evitar sonreír ante aquel gesto. Por un instante, le recordó a sus hijos cuando eran aún pequeños. Todo el tiempo le llamaban durante la noche, diciendo que habían tenido malos sueños y que los cazadores irían a buscarlos porque se habían portado mal. Finalmente, concluían por confesarle cómo habían escondido la comida de humanos que su madre traía para ella. Por esa razón, llevaban toda la noche con el cargo de consciencia a causa de una travesura. Cosas de niños, dirán; cosas de niños vampiros. Sin embargo, Ziel distaba mucho de ser uno de sus olvidados hijos. Pues, ¿quién haría algo como esto con uno de los suyos? Su mirada se perdió en el cuerpo de Ziel, y de ese modo no se percató del rápido avanzar del tiempo.
Ya era mediodía. Una de las manos de Ziel había llegado hasta él y del mismo modo su mejilla se restregaba como si el vampiro fuera una cómoda almohada. Rió levemente. ¿Qué otra cosa podía hacer ante eso? Acarició con suavidad su cabello. La noche había sido apacible y dejaba en su mente los mejores recuerdos. Observó la tenue respiración del muchacho y, en ese instante, la burbuja pareció romperse. Marcus escuchó voces cerca. Miró a su alrededor con rapidez. Tenía el ceño fruncido y una expresión de pocos amigos. ¿Quién osaba molestar a la pareja? Pronto, descubrió que las voces eran femeninas. Sin lugar a dudas, se trataba de alumnas de la Academia.
- Demonios -susurró mientras abrochaba su camisa y procuraba que cada prensa estuviese en su lugar. Observó a Ziel y, a duras penas, lo movió un poco para que despertase. Dejó caer unos mechones de cabello sobre su rostro, sin querer, pues se había situado justo frente a él con motivo de hacer menos audible su voz para aquellas muchachas y más clara para el propio Ziel.
- Ziel, despierta. Tenemos que irnos -susurró. Al cabo de unos segundos, miró a su alrededor y emitió el mismo mensaje. Pero el chico parecía ser una verdadera piedra. ¿Quién diría que un vampiro sádico y asesino como él estaría, ahora, intentando despertar a un bebé?
- Ziel, levántate -insistió. Las voces se oían más cerca.
Ya era mediodía. Una de las manos de Ziel había llegado hasta él y del mismo modo su mejilla se restregaba como si el vampiro fuera una cómoda almohada. Rió levemente. ¿Qué otra cosa podía hacer ante eso? Acarició con suavidad su cabello. La noche había sido apacible y dejaba en su mente los mejores recuerdos. Observó la tenue respiración del muchacho y, en ese instante, la burbuja pareció romperse. Marcus escuchó voces cerca. Miró a su alrededor con rapidez. Tenía el ceño fruncido y una expresión de pocos amigos. ¿Quién osaba molestar a la pareja? Pronto, descubrió que las voces eran femeninas. Sin lugar a dudas, se trataba de alumnas de la Academia.
- Demonios -susurró mientras abrochaba su camisa y procuraba que cada prensa estuviese en su lugar. Observó a Ziel y, a duras penas, lo movió un poco para que despertase. Dejó caer unos mechones de cabello sobre su rostro, sin querer, pues se había situado justo frente a él con motivo de hacer menos audible su voz para aquellas muchachas y más clara para el propio Ziel.
- Ziel, despierta. Tenemos que irnos -susurró. Al cabo de unos segundos, miró a su alrededor y emitió el mismo mensaje. Pero el chico parecía ser una verdadera piedra. ¿Quién diría que un vampiro sádico y asesino como él estaría, ahora, intentando despertar a un bebé?
- Ziel, levántate -insistió. Las voces se oían más cerca.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Terrenos
Este sueño era perfecto. Con todas las letras. Sin embargo, todo lo bueno tiene un fin. Si no, no existirían más felices momentos y mejores sueños. Tampoco habría una mala experiencia con la que comparar y admirar su perfeccionismo. Tenía que despertar y volver a la triste realidad. Algún día debería hacerlo.
Noté algo correr por mi pelo. Arrugué el ceño, todavía dormido. Emití un gemido, perezoso, moviéndome un poco. Seguramente algún insecto estaría molestando este sueño tan reparador. Sin embargo, aquello no era ningún insecto; una caricia más bien. Después de unos segundos, el tacto se dio cuenta de ello; sonriendo al final.
Y entonces el suelo tembló. O al menos fue mi sensación, ya que quien en verdad estaba en movimiento, era yo. Bajé la mano que tenía encima de Marcus y me acurruqué un poco más debajo de su chaqueta, quedando bocarriba. Sorprendentemente, al girar, un charco oscuro quedó pintado en la hierba. Sangre. ¿De dónde? La misma Bella se encargó de sanar mis heridas. En cambio, todo tenía explicación. Justamente del mismo sitio que Marcus sangraba: la marca del pecado. Tal comportamiento y afecto era innecesario en el pacto y ambas marcas sangraba de ello; quizá reprendiéndonos. Pues, ¿quién diría que Amo y Siervo tuvieran una relación salvo y únicamente de esclavitud? ¿Quién dijo que Mortalidad y Muerte podían unirse en el Amor? ¿Quién había sido, sino ellas, testigas de este extraño suceso?
Con sangre se firmó, con sangre será reparado.
Ninguno nos habíamos dado de este detalle, ni siquiera ahora era consciente de que tenía media mejilla marcada de la hierba y la sangre que caía por el rabillo del ojo.
-Cinco minutos más... - Dije entre sonidos de molestia y medio dormido aún. Finalmente, a la tercera vez que escuché mi nombre, abrí un ojo. Luego el otro. De la impresión de tenerle tan cerca, solté su mano un segundo. Casi lo había olvidado todo. Y qué pérdida más grande si hubiera ocurrido.
-Marcus... Buenos días. - Murmuré sonriente. Sin enterarme todavía del asunto, pasé la otra por delante de la cara, frotándome los ojos. El cansancio seguía presente, insensibilizando mi cuerpo. Estaba completamente derrotado. En cambio, debía volver a sacar las fuerzas para moverme; por lo que pudiera venir. Como aquellas dos chicas gritando a voces.
Entre los gritos se escuchaba perfectamente: "Ziel, Ziel, Ziel". Sí, hoy toda la clase había quedado para hacer el ensayo para el día del Festival escolar. Habrían ido a la habitación a despertarme y para que no me escaqueara de mi grotesco papel, algunos se dedicaban a buscarme. Del mismo modo en que aquellas dos chicas lo estaban haciendo. Ahora lo recordaba. Hice una seña de asco con la cara. No quería ir a ese ensayo. Era... mejor ni decirlo, porque me avergonzaba pensarlo. Miré a Marcus, sin saber qué hacer. ¿Y si nos pillaban a ambos, qué pensarían? Él no tendría que ser descubierto por ninguna de las dos. Rápidamente, pensé en una solución.
-Al atardecer estaré en el mercado. Prométeme que estarás allí, Marcus. - Un pequeño brillo de impaciencia se percibía en ambos ojos. Tenía miedo de volver a perderlo y no encontrarle. Y procurando no hacer apenas ruido, puse el parche de mi ojo. - Estaré esperándote allí, ¿vale? El tiempo que haga falta, te estaré esperando. - Nuevamente, la dulzura vino de la mano de una sonrisa. Levanté la mano que tenía agarrada a la suya y besé la palma de su mano. - Quédate aquí. Las llevaré de nuevo a la Academia, y tendrás tiempo para salir de aquí sin ser visto. Ten cuidado con los cazadores, Marcus. - Acaricié su rostro. Aún no me había ido y ya estaba echándole de menos.
-Te quiero. - Me acerqué y lo besé, despidiéndome. Erguí el cuerpo y ambas muchachas ya estaban localizando el cabello azul entre la hierba. Las saludé con la mano que tenía libre y de reojo, miré a Marcus de nuevo. Le guiñé el ojo, a modo cómplice. Esta vez yo lo cubriría. Solté su mano, levantándome, yendo al encuentro de ambas chicas en dirección hacia la Academia.
Noté algo correr por mi pelo. Arrugué el ceño, todavía dormido. Emití un gemido, perezoso, moviéndome un poco. Seguramente algún insecto estaría molestando este sueño tan reparador. Sin embargo, aquello no era ningún insecto; una caricia más bien. Después de unos segundos, el tacto se dio cuenta de ello; sonriendo al final.
Y entonces el suelo tembló. O al menos fue mi sensación, ya que quien en verdad estaba en movimiento, era yo. Bajé la mano que tenía encima de Marcus y me acurruqué un poco más debajo de su chaqueta, quedando bocarriba. Sorprendentemente, al girar, un charco oscuro quedó pintado en la hierba. Sangre. ¿De dónde? La misma Bella se encargó de sanar mis heridas. En cambio, todo tenía explicación. Justamente del mismo sitio que Marcus sangraba: la marca del pecado. Tal comportamiento y afecto era innecesario en el pacto y ambas marcas sangraba de ello; quizá reprendiéndonos. Pues, ¿quién diría que Amo y Siervo tuvieran una relación salvo y únicamente de esclavitud? ¿Quién dijo que Mortalidad y Muerte podían unirse en el Amor? ¿Quién había sido, sino ellas, testigas de este extraño suceso?
Con sangre se firmó, con sangre será reparado.
Ninguno nos habíamos dado de este detalle, ni siquiera ahora era consciente de que tenía media mejilla marcada de la hierba y la sangre que caía por el rabillo del ojo.
-Cinco minutos más... - Dije entre sonidos de molestia y medio dormido aún. Finalmente, a la tercera vez que escuché mi nombre, abrí un ojo. Luego el otro. De la impresión de tenerle tan cerca, solté su mano un segundo. Casi lo había olvidado todo. Y qué pérdida más grande si hubiera ocurrido.
-Marcus... Buenos días. - Murmuré sonriente. Sin enterarme todavía del asunto, pasé la otra por delante de la cara, frotándome los ojos. El cansancio seguía presente, insensibilizando mi cuerpo. Estaba completamente derrotado. En cambio, debía volver a sacar las fuerzas para moverme; por lo que pudiera venir. Como aquellas dos chicas gritando a voces.
Entre los gritos se escuchaba perfectamente: "Ziel, Ziel, Ziel". Sí, hoy toda la clase había quedado para hacer el ensayo para el día del Festival escolar. Habrían ido a la habitación a despertarme y para que no me escaqueara de mi grotesco papel, algunos se dedicaban a buscarme. Del mismo modo en que aquellas dos chicas lo estaban haciendo. Ahora lo recordaba. Hice una seña de asco con la cara. No quería ir a ese ensayo. Era... mejor ni decirlo, porque me avergonzaba pensarlo. Miré a Marcus, sin saber qué hacer. ¿Y si nos pillaban a ambos, qué pensarían? Él no tendría que ser descubierto por ninguna de las dos. Rápidamente, pensé en una solución.
-Al atardecer estaré en el mercado. Prométeme que estarás allí, Marcus. - Un pequeño brillo de impaciencia se percibía en ambos ojos. Tenía miedo de volver a perderlo y no encontrarle. Y procurando no hacer apenas ruido, puse el parche de mi ojo. - Estaré esperándote allí, ¿vale? El tiempo que haga falta, te estaré esperando. - Nuevamente, la dulzura vino de la mano de una sonrisa. Levanté la mano que tenía agarrada a la suya y besé la palma de su mano. - Quédate aquí. Las llevaré de nuevo a la Academia, y tendrás tiempo para salir de aquí sin ser visto. Ten cuidado con los cazadores, Marcus. - Acaricié su rostro. Aún no me había ido y ya estaba echándole de menos.
-Te quiero. - Me acerqué y lo besé, despidiéndome. Erguí el cuerpo y ambas muchachas ya estaban localizando el cabello azul entre la hierba. Las saludé con la mano que tenía libre y de reojo, miré a Marcus de nuevo. Le guiñé el ojo, a modo cómplice. Esta vez yo lo cubriría. Solté su mano, levantándome, yendo al encuentro de ambas chicas en dirección hacia la Academia.
Última edición por Ziel A. Carphatia el Mar Ago 27, 2019 9:04 pm, editado 1 vez
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Terrenos
Marcus percibió cada uno de sus momentos y escuchó con suma atención cada una de sus palabras. Lo vio partir sin más, y asintió a sus requerimientos. En cuanto se alejó de allí con aquellas muchachas, se puso de pie y se marchó.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Terrenos
*Crash llego caminando a los terrenos junto con su pequeña nueva amiga y su protector animal. Iba muy tranquilo, estaba claro que aun no se olía nada de lo que había detrás. Como iba por una zona conocida, llevaba la capa en la mano y la corbata poco ajustada. Cada poco tiempo analizaba la zona, por si las moscas claro. Y finalmente decidió que este era el mejor sitio para estar tranquilos. Megan podría jugar y correr todo lo que quisiera en esta zona. Él solo esperaba no tener que hacer mucho esfuerzo, dado a que su agotamiento corporal estaba llegando a los limites y eso no era bueno para una posible pelea. Y una niña con mucha energía era peor que una pelea.*
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Re: Terrenos
Megan caminaba cerca de Crash, ahora un poco mas tensa tras haber sentido aquella presencia en aquella plaza. caminaba absorta mirando a la loba hasta que Crash se detuvo, la niña miro a su alrededor, esto no se parecía a un bosque pero había mucha menos gente que en los otros lugares donde habían estado. La niña soltó una risita y en un abrir y cerrar de ojos desapareció del lado de Crash para aparecer unos metros mas alla, colgada boca abajo de una de las ramas del arbol estirando los brazos. -Esto es genial- Dijo sonriente.
- Megan Blade Darent
Cantidad de envíos :
16
Re: Terrenos
* Crash se sentó en el suelo mirando a la niña jugar. No sabia muy bien como jugaban los niños vampiros, ya que él solo jugo en su infancia con humanos. Bueno, jugar cuando el entrenamiento o las carreras por sobrevivir le dejaban. Por fin pudo relajarse un poco. Cada día parecía mas hippie, en espíritu claro, y mas unido con la naturaleza. La disfrutaba mucho, mas que antes. Todo se debe a esos meses por los bosques de Canadá. Creo que esa mala pecora le pego algo de su forma de ser.
Se tumbo, poniendo la capa como almohada. Mirando el cielo sonrió ampliamente. No era el hombre mas feliz del mundo pero estaba ajusto con sigo mismo. Todo le iba mas o menos bien, las clases y su estancia en la academia estaban siendo muy buenas. Sus compañeros le llamaban el abuelo y eso a él le hacia gracia.*
Se tumbo, poniendo la capa como almohada. Mirando el cielo sonrió ampliamente. No era el hombre mas feliz del mundo pero estaba ajusto con sigo mismo. Todo le iba mas o menos bien, las clases y su estancia en la academia estaban siendo muy buenas. Sus compañeros le llamaban el abuelo y eso a él le hacia gracia.*
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Re: Terrenos
-Yuhuuuuuuuuu!!- Megan corría de un lado para otro dando saltos,lanzando patadas y puñetazos al aire, con la agilidad mas propia de una gimnasta profesional que de una niña que aparentaba poco mas de diez años. Se paro en mitad del sitio y miro a crash que se había tumbado como un ancianito cansado de la vida. Inflo los mofletes y puso sus brazos en jarras mirándolo desde la distancia, se acerco a el de un salto. -Oye, si querías dormir podías haberlo dicho- Dijo con los brazos cruzados. La loba se había tumbado a descansar también, pero con una sola mirada de la pequeña se levanto rápido, dispuesta a entretenerla. Megan ante la espectativa del juego sonrio y comenzó a correr como si le fuera la vida en ello gritando y dando saltos y la loba, tras dejarla unos segundos de ventaja suspiro, si es que los lobos pueden suspirar, y salio corriendo detrás de ella.
OFF: Lo siento por el icono, no pude evitarlo jajajajaja
OFF: Lo siento por el icono, no pude evitarlo jajajajaja
- Megan Blade Darent
Cantidad de envíos :
16
Re: Terrenos
*Crash se puso sentado ante la llamada de atención de Megan. Al menos la vería entrenar. La ultima vez que entreno quemo dos hectáreas de bosque sin querer. Por eso, y que tampoco tenia ganas, solo seria espectador. Mirando su entrenamiento, y a la loba, se dio cuenta de algo pero no supo bien de que. Aunque todos los olores que le venían le des concertaban mucho. Pero tampoco le importaba mucho la verdad.
- Vaya energía tienen los niños (Susurro)
off: no pasa nada... encajaba plenamente xD
- Vaya energía tienen los niños (Susurro)
off: no pasa nada... encajaba plenamente xD
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Re: Terrenos
Megan esquivo a la loba dando un mortal hacia atrás y quedo de frente a Crash y le saco la lengua. -Tus compañeros tienen razón, estas hecho un abuelo y si, lo he leído en tu mente- Con una sonrisa amable volvió a saltar dispuesta a proseguir su juego.
La niña saltaba para allí y para allá, huyendo de la loba que la seguía de cerca, pero desde el suelo. Un rato mas tarde, totalmente magullada y con la ropa echa trizas por las ramas apareció entre los arboles a lomos de la loba. -¡¿No te habrás dormido noo?!- Grito levantando el brazo derecho saludando. De un salto bajo de la loba y se aproximo a Crash para sentarse a su lado.
La niña saltaba para allí y para allá, huyendo de la loba que la seguía de cerca, pero desde el suelo. Un rato mas tarde, totalmente magullada y con la ropa echa trizas por las ramas apareció entre los arboles a lomos de la loba. -¡¿No te habrás dormido noo?!- Grito levantando el brazo derecho saludando. De un salto bajo de la loba y se aproximo a Crash para sentarse a su lado.
- Megan Blade Darent
Cantidad de envíos :
16
Re: Terrenos
*Crash miro raro a la niña cuando le dijo que lo leyó de su mente eso. Por dentro no daba crédito que una niña tan pequeña ya tuviera la habilidad de leer la mente. Solo había conocido a pocas personas que lo pudieran hacer en una mente tan blindada como la de Crash. Black, Katrina y pocos mas... Maldito bobo, aun no se entera de nada. Pero entonces no le queda mas que, o cerrar su mente y eso le daba pereza, o usarlo para meterse con la pequeña. " Así no se golpea, cuidado con ese movimiento... Uy eso duele" Penso durante el juego de la niña.*
-No, pero fue divertido ir pensando cosas absurdas para molestar. (Sonrió)
-No, pero fue divertido ir pensando cosas absurdas para molestar. (Sonrió)
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Re: Terrenos
La niña se sentó y le saco la lengua. -Ha sido divertido.- Dijo refiriéndose a todo lo que el chico había estado pensando mientras ella estaba de allí para acá . Suspiro, se estaba haciendo muy tarde, era hora de enfrentarse a lo inevitable y Megan lo sabia. Miro a Crash, no sabia cuando iba a volver a verlo. Hincho los mofletes y de un salto se acerco a la loba, que se había tumbado al lado de las bolsas y se hallaba dormitando. Rebusco entre las bolsas y saco un paquetito negro de una de ellas. Se acerco a Crash de nuevo y se lo entrego. -Toma, para que no me olvides- El paquete contenía una pulsera grabada con runas. -Tengo que irme ya Crash- Dijo con una sonrisa triste. - Intentare venir a verte pronto.- Dijo la niña cogiendo las bolsas del suelo, la loba se habia levantado ahora ya bien despierta, y comenzó a alejarse del lugar despidiéndose con la mano de Crash. -¡Cuidate!- Grito justo antes de desaparecer de alli.
- Megan Blade Darent
Cantidad de envíos :
16
Re: Terrenos
*Crash la miro todo el rato con una gran sonrisa. Vio como rebuscabas entre sus cosas pensando, que no sabia muy bien por que esa niña era tan dulce, pero que aun así era una amistad que le ayudaría a ser mejor persona y estar en paz con sigo mismo. Lo que él no esperaba, era ese regalo, el cual cogió sonriente y se lo agradeció con beso en la frente.*
-¡Muchas gracias por el regalo!(Dijo despidiéndose de ella con la mano)- ¡Ten cuidado, y se buena!(Grito antes de verla irse a lo lejos.)
*Ay bobo, si tu supieras. Porque eres así Crash, ¿POR QUE? No te das cuenta que ser bueno, te esta haciendo ser débil y que eso te llevara a problemas mayores. Y de pronto, le llego un mensaje al móvil. Era de Sasuke, y el contenido de este le cabreo mucho. Salí corriendo hacia su habitación a coger un par de cosas e iría dirección la casa de Kasha. La que se iba a liar*
-¡Muchas gracias por el regalo!(Dijo despidiéndose de ella con la mano)- ¡Ten cuidado, y se buena!(Grito antes de verla irse a lo lejos.)
*Ay bobo, si tu supieras. Porque eres así Crash, ¿POR QUE? No te das cuenta que ser bueno, te esta haciendo ser débil y que eso te llevara a problemas mayores. Y de pronto, le llego un mensaje al móvil. Era de Sasuke, y el contenido de este le cabreo mucho. Salí corriendo hacia su habitación a coger un par de cosas e iría dirección la casa de Kasha. La que se iba a liar*
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Página 15 de 15. • 1 ... 9 ... 13, 14, 15
Página 15 de 15.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Ene 01, 2024 11:07 pm por Ichihara Yuuko
» Plaza del pueblo
Miér Jul 01, 2020 3:36 pm por Issei Chrane
» Define en una palabra.
Sáb Oct 12, 2019 3:06 pm por Fraiah B. Eslin
» Que harias con el de arriba si se quedaran en cerrados en un habitación.
Jue Oct 10, 2019 9:42 pm por Ziel A. Carphatia
» Edificios abandonados
Dom Abr 22, 2018 9:41 pm por Ryu Olivier
» Calles
Dom Mayo 21, 2017 7:11 pm por Lisbeth C.
» El que llegue a 100 gana
Sáb Ene 21, 2017 9:21 pm por Nathan Von Kleist
» ¿Roleas?
Miér Ene 04, 2017 12:52 am por Celest Blaze
» ¿Qué estás escuchando?
Lun Dic 19, 2016 1:56 am por Rangiku Matsumoto