Ryu Olivier

En apariencias y por culpa de su aspecto, Ryu resulta ser temible a primera vista. Los niños lloran cuando ven su cara tapada bajo la media máscara que lleva, del mismo modo que también sus compañeros lo respetan por los años que lleva en la Asociación. De carácter bromista y burlón, aunque con cierto mal humor que lo caracteriza normalmente, pues últimamente nadie consigue quitarle las malas pulgas que lleva encima. Además, su corpulencia intimida a más de alguno antes de iniciar una pelea. Por ello, muchos cazadores le tienen miedo. En cambio, su cara incluso transmite amabilidad tras tantos años sin sentirse a gusto consigo mismo y aunque no lo parezca, también puede llegar a tener su buen corazón, igual que todo el mundo. Simplemente se ha de sacar ese pequeño rinconcito de él.

Realmente, hay poco que contar de la historia de Ryu Olivier, aunque quizá es donde venga su mayor complicidad. Hace varias décadas, apenas siendo un chaval, entró en la Asociación de cazadores casi por mera obligación. El primero de la familia de los Olivier siempre debía pertenecer a este grupo, pues así se ha llevado a lo largo de los años. Y la verdad, aun en su juventud, no le importó convertirse en cazavampiros. Tampoco tenía nada en contra de dichos seres, hasta que uno de ellos le arrancó medio rostro y después disfrutó su carne delante de sus narices. Entonces ahí es cuando todo cambió para el entonces joven Ryu.
Los años no pasaban en balde y veía cómo su vida se ceñía a las estrictas normas de la Asociación. Esto poco le importaba porque su trabajo le gustaba, incrementándose el odio por los inmortales después del accidente. Pero sin duda, aquello lo cambió. Las mujeres ya no querían ni divertirse con él, porque les daba grima acercarse a su desfigurado rostro. A cada invierno la soledad de su corazón se incrementaba, así como las muertes bajo su gatillo. Veía además cómo su adorado hermano disfrutaba de la vida, casándose con una bella mujer y más tarde tenía un precioso hijo de pelo blanco. Se alegraba por él y su nueva familia, pero inevitablemente sintiendo envidia de su felicidad.
Sin embargo, acabó por encariñarse demasiado con su sobrino. Lo educó, lo enseñó y dio todo aquello que podía darle; hasta que ciertos problemas familiares acabaron por separarles. No volvió a saber nada de él desde entonces, ni siquiera que entró en la Asociación. Y desde aquel entonces, continuó con su trabajo noche y día a lo largo de los años, odiando a los vampiros con todo su ser, descargando en ellos todo su rencor e ira por aquel inesperado accidente de cacería.

Lleva siempre consigo su arma antivampiros porque no se fía ni del silencio. Ni siquiera cuando duerme se desprende de ella, le tiene… un cariño indescriptible. Algo así como si fuera su hijo.