Ficha de Rangiku

Es una persona que siempre está dispuesta a atender a los demás, se muestra simpática para todos. A veces parece algo olvidadiza y despistada, pero eso lo hace su carácter pensativo, cosa que pocas veces demuestra. Es muy discreta con su vida privada, no le gusta que husmeen en sus cosas. Se asusta con facilidad. Encaja bien las bromas, siempre que no se pasen. Cuando está de buen humor es muy bromista, pero jamás será capaz de jugar una mala pasada. Su trabajo como cazadora se lo toma muy en serio. Para ella, los vampiros deben estar bajo vigilancia. No es necesario exterminarlos, pero sí tomar medidas si es necesario.

Nació en Tokio capital, en una familia de clase media normal y corriente. Su padre, Ren, era funcionario, trabajaba en una empresa dedicada a la exportación de productos locales. Su madre, Akane, era ama de casa, enérgica, con un carácter generalmente amable, pero tenía mucho genio cuando alguien la sacaba de sus casillas. Su padre, en cambio, era una persona tranquila y algo ausente, a veces descuidaba un poco a su familia debido a su trabajo, pero siempre encontraba tiempo de alguna manera para estar con ellas. Ren era un hombre de constitución fuerte, de pelo castaño y ojos marrones, de mirada perdida. Akane tenía un precioso pelo negro, larguísimo, que siempre llevaba en una trenza. Sus ojos azules contrastaban con el color de su pelo, dándole un aire delicado que no encajaba con su energía. A pesar de lo mucho que le hubiese gustado, Rangiku nunca tuvo hermanos. Era la única hija del matrimonio.
Siempre fue una chica muy extrovertida, se llevaba bien con todo el mundo, y casi nunca se separaba de Yuuko, su mejor amiga. Se conocieron en el parvulario, y desde ahí fueron inseparables. Yuuko siempre llevaba su ondulado pelo corto con flequillo,  tenía unos enormes ojos verdes y era muy delgada.  Era alguien con mucha energía, alegre, a veces lanzada, lo cual contrastaba con la actitud prudente de Rangiku. Yuuko siempre le soltaba el pelo a Rangiku, quien solía levarlo recogido en una coleta. ''Tienes un pelo negro muy bonito como para no mostrarlo'' le decía. En aquella época, Rangiku tenía el pelo largo, un poco más bajo de la mitad de la espalda. Había sacado el pelo de su madre, sabía que era bonito, pero tenía aquella manía de recogérselo, cosa que a Akane y a Yuuko las sacaba de quicio. A Rangiku le encantaba el color de los ojos de Yuuko. Para ella, quien tenía tanto los ojos como el pelo negro azabache, le fascinaba ver los ojos claros, y le daba mucha pena no haber sacado los ojos de su madre. Yuuko siempre conseguía sacarle una sonrisa, diciéndole que a ella sí que le gustaban los ojos negros. A penas cambió desde que la conoció hasta que se la arrebataron de su lado.
Un día, a los 13 años, Yuuko fue asesinada en extrañas circunstancias. Había salido por la tarde a comprar un par de cosas al supermercado de al lado, pero nunca regresó. La encontraron en un parque, tumbada en un banco, con la única herida de dos pequeñas perforaciones en el cuello. Los médicos forenses declararon como causa de la muerte que se había desangrado, pero no se explicaban cómo. Rangiku, quien se enteró al día siguiente, sintió que el mundo se le venía encima. Jamás olvidaría la cara de Yuuko en el velatorio: tenía una expresión dulce, destilaba paz. Su pelo castaño enmarcaba su rostro, ahora pálido. Rangiku preguntó a todo el que pudo, pero nadie daba detalles. Por la conclusión que sacó tras enterarse de las marcas de su amiga, para Rangiku estaba muy claro qué había sido lo que había matado a Yuuko, por mucho que le dijesen que eso era imposible: un vampiro.
Jamás olvidaría el momento en el que le dijeron la triste noticia. Su personalidad amigable no cambió, pero detrás de su cálida mirada azabache se podía ver un atisbo de tristeza. Nunca se había sentido tan sola. Se dedicó a investigar a aquellos seres, estudió todas las leyendas que encontró, las noticias que veía por ahí perdidas, ya fueran verdaderas o falsas, cualquier cosa le valía. Y, detrás de todo aquello, dio con la asociación de cazadores. Pura casualidad. Un día tras regresar de la biblioteca, dos años después de la muerte de Yuuko, se encontró con un cazador acabando con un nivel E. Para Rangiku, aquel día le abrieron la puerta que había estado buscando con tanto ahínco.
Desde aquel día se dedicó a entrenar en la caza de aquellos seres e ingresó en la asociación. Allí conoció a su primer y único amor, Ichigo. Al principio tan solo se hicieron buenos amigos, pero luego Rangiku se dio cuenta de que ella no lo veía tan solo como eso. Era una persona amigable, cálida, cabezota y a veces descuidado. Tenía el pelo de un extraño color anaranjado y los ojos marrones. Era unos cuantos años mayor que ella, nunca supo con exactitud cuantos, pero le echaba como mucho tres. Esa fue otra de las personas que le arrebataron de su lado. Sabían que estando en aquel trabajo podían ser atacados en cualquier momento o morir durante cualquier misión, pero asumieron el riesgo. El día antes de la última misión de Ichigo, ambos quedaron después de las clases. Ninguno se imaginaba lo que iba a pasar. Rangiku siempre se calló lo que sentía, y después de que le dieran la noticia se arrepintió de no haberse sincerado aquel último día.  Días después de que el grupo en el que iba Ichigo partiese, solo volvió uno. No fueron necesarias palabras. Aquel hombre colocó las armas de sus compañeros sobre una mesa y se fue en silencio. Todos los que estaban presentes guardaron silencio, mientras Rangiku sentía que otro pedazo de su alma le era arrancado.
Tras la muerte de su amigo, su familia insistió en que dejase la asociación antes de que ella también acabase así. Pero Rangiku era obstinada y no vaciló en seguir. A veces sentía odio, un odio profundo por aquellos seres, pero otras veces se olvidaba de aquel sentimiento. Para sus adentros, sabía que la venganza no le devolvería la vida a los que le habían sido arrebatados. Ella nunca tuvo un enfrentamiento directo con un vampiro, ni siquiera con un nivel E. Era llamada más para labores de investigación, debido a su prudencia y buen juicio. A pesar de su destreza con las armas blancas, le daba la impresión de que la juzgaban demasiado joven como para ponerla delante de alguno de ellos. ''O tal vez demasiado joven como para que me maten'' pensaba a menudo. Había algunos que le decían que su constitución física era demasiado débil para enfrentarse a un vampiro, a pesar de reconocer un extraordinaria habilidad y su agilidad, además de la rapidez con la que tomaba una decisión y trazaba alguna táctica.
Ahora se encuentra en la academia Cross, donde sabe claramente quién es el enemigo, ¿podrá encontrar alguna pista allí de aquellos que asesinaron a sus amigos?

-No le acerques nunca una araña si eres su amigo.
-Sus armas favoritas son Kazeshini y la primera katana que compró. Kazeshini son dos guadañas de mango corto, unidas por una larga cadena. Su primera katana es completamente blanca, incluyendo la hoja. Kazeshini es un regalo por parte de su padre.

Kazeshini: