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Sala de estar
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- Yuuki Cross
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Localización : Patrullando o dormida en clase...
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Re: Sala de estar
Nada más entrar, eché el pie para cerrar la puerta y miré por si hubiera alguien alrededor que nos viera entrar en casa ajena. Así me daba tiempo a limpiar el rastro que dejaron las lágrimas y volver a permanecer firme, igual que antes. Y por suerte, ni siquiera existía el olor de nadie sobre la zona. Algún humano se percibía lejos, seguramente en alguna de las casas que se encontraban por el vecindario. Pero ningún vampiro se denotaba en el aire. El aroma de Marcus ni siquiera se encontraba por la la sala de estar, pues seguramente se hubiera borrado de haber permanecido allí. Suspiré negando con la cabeza para mecer los mechones sobre la frente. ¿Por qué siempre estaba esperando tanto de él? Al final acababa defraudándome yo solo, con las ilusiones que me montaba en la cabeza.
Aunque ya dudaba de que tuviera algo de eso.
Después de ingresar en la sala, deposité con sumo cuidado a Bella en uno de los sofás. Estaría mejor descansando en algo mullido y cómodo, a dos hierros llamados huesos sobre su espalda y piernas. En el último secuestro había vuelto a bajar de peso y ya se notaban algunos huesos, como las costillas, las rodillas o la clavícula. En cambio, con ropa aún parecía que no hubiera cambiado apenas nada. Tapé el cuerpo de la chica con la chaqueta del traje y dibujé una pequeña sonrisa. Luego, empecé a andar, dando vueltas y con una mano tapando la mitad del rostro.
-¿Y ahora qué hacemos? - Pregunté a Kasha. Ella estructuró el plan, entonces ella solventaría cualquier duda de mi cabeza en cuanto a esta extraña fuga de la Iglesia.
Deslicé la mano hacia atrás, echando los mechones de pelo azul.
- Creo que mejor será que nos desprendamos de este olor y no sigamos llamando la atención. - Pensé, entre vuelta y vuelta, nervioso e inquieto. Estar en lugares cerrados me alteraba, porque me recordaba a aquella habitación de enclaustre donde estuve recientemente. Y con ello, los recuerdos regresaban y florecían de nuevo. Los ojos del neófito volvieron a iluminarse asesinamente, debido a lo que había experimentado en la última semana. Sus ojeras marcadas daban la peor imagen de un vampiro sediento; aunque en este caso no fuera por la causa de ésta, sino por algo que nadie podía ver ni oír. La respiración empezaba a cortarse lentamente, cada vez escaseando en intervalos mayores. Llevé una mano al pecho y tiré de la camisa para que dejara de agobiarme y así inhalar mejor. Las garras salieron inconscientemente de sus manos y rajaron la tela en un simple y sencillo movimiento descendiente. La camisa cayó al suelo cual pluma, dejando su cuerpo maltratado al aire, a la vista de cualquiera. Nervioso, pasé de nuevo la mano por el pelo. Sí, lo mejor era que me diera un baño y me tranquilizara o nadie sabía qué ocurriría en tal caso.
Aunque ya dudaba de que tuviera algo de eso.
Después de ingresar en la sala, deposité con sumo cuidado a Bella en uno de los sofás. Estaría mejor descansando en algo mullido y cómodo, a dos hierros llamados huesos sobre su espalda y piernas. En el último secuestro había vuelto a bajar de peso y ya se notaban algunos huesos, como las costillas, las rodillas o la clavícula. En cambio, con ropa aún parecía que no hubiera cambiado apenas nada. Tapé el cuerpo de la chica con la chaqueta del traje y dibujé una pequeña sonrisa. Luego, empecé a andar, dando vueltas y con una mano tapando la mitad del rostro.
-¿Y ahora qué hacemos? - Pregunté a Kasha. Ella estructuró el plan, entonces ella solventaría cualquier duda de mi cabeza en cuanto a esta extraña fuga de la Iglesia.
Deslicé la mano hacia atrás, echando los mechones de pelo azul.
- Creo que mejor será que nos desprendamos de este olor y no sigamos llamando la atención. - Pensé, entre vuelta y vuelta, nervioso e inquieto. Estar en lugares cerrados me alteraba, porque me recordaba a aquella habitación de enclaustre donde estuve recientemente. Y con ello, los recuerdos regresaban y florecían de nuevo. Los ojos del neófito volvieron a iluminarse asesinamente, debido a lo que había experimentado en la última semana. Sus ojeras marcadas daban la peor imagen de un vampiro sediento; aunque en este caso no fuera por la causa de ésta, sino por algo que nadie podía ver ni oír. La respiración empezaba a cortarse lentamente, cada vez escaseando en intervalos mayores. Llevé una mano al pecho y tiré de la camisa para que dejara de agobiarme y así inhalar mejor. Las garras salieron inconscientemente de sus manos y rajaron la tela en un simple y sencillo movimiento descendiente. La camisa cayó al suelo cual pluma, dejando su cuerpo maltratado al aire, a la vista de cualquiera. Nervioso, pasé de nuevo la mano por el pelo. Sí, lo mejor era que me diera un baño y me tranquilizara o nadie sabía qué ocurriría en tal caso.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
Nada mas entrar Ziel, cerre la puerta con llave y eche las cortinas, no me apetecia que hubiera ningun cotilla de mas.
- Ahora descansar, que se que lo necesitais todos, yo me quedare lo suficiente como para ducharme y quitarme el olor a sangre, rezo para que haya ropa aqui, despues me marchare, tengo cosas que atender y Marcus no tardara en llegar- vi como se ponia nervioso y sus ojos enloquecian, ahora estaba sola, si se descontrolaba, no me quedaba otra que defenderme y mantenerlo a raya. De aviso de forma inconsciente, agite las cadenas que colgaban de mi cintura provocando ruidos metalicos en el silencio de la casa.
- Vete a la ducha primero, y dame toda la ropa, la quemare para hacer desaparecer todo el olor- le dije desde cierta distancia segura
- Ahora descansar, que se que lo necesitais todos, yo me quedare lo suficiente como para ducharme y quitarme el olor a sangre, rezo para que haya ropa aqui, despues me marchare, tengo cosas que atender y Marcus no tardara en llegar- vi como se ponia nervioso y sus ojos enloquecian, ahora estaba sola, si se descontrolaba, no me quedaba otra que defenderme y mantenerlo a raya. De aviso de forma inconsciente, agite las cadenas que colgaban de mi cintura provocando ruidos metalicos en el silencio de la casa.
- Vete a la ducha primero, y dame toda la ropa, la quemare para hacer desaparecer todo el olor- le dije desde cierta distancia segura
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Ah, descansar, qué placer tan romántico.
Estaba cansando, como bien había predicho Kasha. Quería recostarme y cerrar los ojos, aunque fuera un mínimo momento. Pero relajarse e intentar recuperar el sueño perdido, sería una causa perdida. Era imposible que los cazadores no aparecieran entre mis sueños, para atormentar cada segundo que intentaba olvidar el asunto. Ni siquiera la vieja costumbre de dormir con la mano agarrada a alguien parecía calmar la desesperación que me recorría cada vez que bajaba los párpados. Los maltratos volverían inconscientemente y por ende, los gritos, la locura y la agresividad del neófito. Destensarse parecía estar prohibido ahora. Y en el fondo, sabía que tendría que hacerlo tarde o temprano, pues normalmente cualquier ser necesita descansar cierto tiempo. En cambio, no creía ser capaz de hacerlo. Sólo cuando el agotamiento fuera tal para dejarme sin conocimiento, quizá lograra hallar la recuperación que necesitaba ahora mismo.
-Busca algún armario. Y ya mira a ver si hay ropa para Bella y para mí también. - Señalé a la muchacha dormida. En cuanto despertara, debería cambiarse de ropa y ducharse para eliminar todo olor que pudiera delatarnos. Aparte, que mientras la sangre siguiera impregnada sobre la ropa de los tres, sería mucho más fácil que la sed regresara a abrasarme la garganta y necesitara morder a alguna de las dos mujeres.
Sonreí de lado, escuchando la cadena de Kasha. Sí, ya sabía que todavía estaba en la casa y que en caso de que no supiera reaccionar e intentar detener el desenfreno, ella echaría mano a las púas nuevamente. Y en el fondo, lo agradecía. Al menos Bella no saldría herida de esto y yo quedaría rebajado en cuestión de un par de movimientos. Sin embargo, existía un inconveniente. La cazadora no se encontraba en plenas facultades de salud y temía porque la sala de estar acabara por convertirse en un mar de sangre y vísceras.
"Si algo pasa, no quiero que dudes Kasha", dije en su mente haciendo referencia al supuesto de perder el control. Si dudaba, la velocidad de un vampiro sería definitiva y letal en un combate. Lo sabía bien por ser vampiro y por haber sido humano y haberlo experimentado en ambas situaciones.
Asentí, pasando la mano por el pelo de nuevo. La otra se hizo un puño y empezó a hacer fuerza como si estrangulara a un animal. Sí, Marcus no tardaría en llegar, como siempre. Y hasta que los cazadores no supieran dónde estábamos, no tendría el don oportuno de aparecer. Como siempre. "Basta, Ziel, déjalo. Estás de nuevo entrando en desquicie". Exactamente. Las imágenes no dejaban de aparecer en mi cabeza y a la siguiente, me ponía más y más tenso.
Finalmene, me encaminé hacia el baño para tratar de tranquilizarme mejor. Así no podía estar.
Estaba cansando, como bien había predicho Kasha. Quería recostarme y cerrar los ojos, aunque fuera un mínimo momento. Pero relajarse e intentar recuperar el sueño perdido, sería una causa perdida. Era imposible que los cazadores no aparecieran entre mis sueños, para atormentar cada segundo que intentaba olvidar el asunto. Ni siquiera la vieja costumbre de dormir con la mano agarrada a alguien parecía calmar la desesperación que me recorría cada vez que bajaba los párpados. Los maltratos volverían inconscientemente y por ende, los gritos, la locura y la agresividad del neófito. Destensarse parecía estar prohibido ahora. Y en el fondo, sabía que tendría que hacerlo tarde o temprano, pues normalmente cualquier ser necesita descansar cierto tiempo. En cambio, no creía ser capaz de hacerlo. Sólo cuando el agotamiento fuera tal para dejarme sin conocimiento, quizá lograra hallar la recuperación que necesitaba ahora mismo.
-Busca algún armario. Y ya mira a ver si hay ropa para Bella y para mí también. - Señalé a la muchacha dormida. En cuanto despertara, debería cambiarse de ropa y ducharse para eliminar todo olor que pudiera delatarnos. Aparte, que mientras la sangre siguiera impregnada sobre la ropa de los tres, sería mucho más fácil que la sed regresara a abrasarme la garganta y necesitara morder a alguna de las dos mujeres.
Sonreí de lado, escuchando la cadena de Kasha. Sí, ya sabía que todavía estaba en la casa y que en caso de que no supiera reaccionar e intentar detener el desenfreno, ella echaría mano a las púas nuevamente. Y en el fondo, lo agradecía. Al menos Bella no saldría herida de esto y yo quedaría rebajado en cuestión de un par de movimientos. Sin embargo, existía un inconveniente. La cazadora no se encontraba en plenas facultades de salud y temía porque la sala de estar acabara por convertirse en un mar de sangre y vísceras.
"Si algo pasa, no quiero que dudes Kasha", dije en su mente haciendo referencia al supuesto de perder el control. Si dudaba, la velocidad de un vampiro sería definitiva y letal en un combate. Lo sabía bien por ser vampiro y por haber sido humano y haberlo experimentado en ambas situaciones.
Asentí, pasando la mano por el pelo de nuevo. La otra se hizo un puño y empezó a hacer fuerza como si estrangulara a un animal. Sí, Marcus no tardaría en llegar, como siempre. Y hasta que los cazadores no supieran dónde estábamos, no tendría el don oportuno de aparecer. Como siempre. "Basta, Ziel, déjalo. Estás de nuevo entrando en desquicie". Exactamente. Las imágenes no dejaban de aparecer en mi cabeza y a la siguiente, me ponía más y más tenso.
Finalmene, me encaminé hacia el baño para tratar de tranquilizarme mejor. Así no podía estar.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
El hablo en mi mente al escuchar mis cadenas y lo mire seria.
- Aunque seas el hermano de Kai, no dudare, un cazador de elite no debe dudar, solo reaccionar y matar, aunque esa persona sea la mas querida del mundo para mi- acababa de decir eso?, imposible, necesitaba ir al manicomnio de cabeza, tenia aprecio a Ziel, pero por ser alguien importante para Kai, tan importante se habia vuelto de repente?, no imposible, seguramente seria por mi cansancio.
Gire mi cuerpo sin decir nada mas y sali en busca de ropa limpia para todos
- Aunque seas el hermano de Kai, no dudare, un cazador de elite no debe dudar, solo reaccionar y matar, aunque esa persona sea la mas querida del mundo para mi- acababa de decir eso?, imposible, necesitaba ir al manicomnio de cabeza, tenia aprecio a Ziel, pero por ser alguien importante para Kai, tan importante se habia vuelto de repente?, no imposible, seguramente seria por mi cansancio.
Gire mi cuerpo sin decir nada mas y sali en busca de ropa limpia para todos
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
No dudaría. Eso estaba bien escucharlo. Al menos Bella estaría a salvo gracias a Kasha, ya que últimamente dudaba tanto de lo que pudiera hacer, que me sentía inseguro con la chica inconsciente sobre el sofá. No quería ser un descerebrado e ir matando gente porque ya no hubiera nada que hacer con el neófito. Por la misma razón, los cazadores hicieron lo que quisieron. Según decían, yo no tenía más remedio que morir o ser su esclavo. Bien. Pues aceptaba la muerte, pues era el camino más sencillo para terminar todo este calvario. Y últimamente no paraba de replantearme la idea de ir lejos, muy lejos, allá donde nadie pudiera encontrarme. O, por el contrario, enfrentarme a quien no debiera y encontrar mi paz definitiva. De todos modos estaba marcado para morir desde el día en que nací, pese a que por una causa o por otra acabara evitando el peligro. Pero, si esto continuaba en este modo, sería mismamente quien lo buscara. No encontraba otro método para acabar una locura irreparable.
Me tomé el tiempo que necesité, debatiéndome en cada recuerdo, en cada palabra, en cada gesto. La cabeza no podía hacer otra cosa salvo pensar, recordar, y golpearme duramente en cada instante.
Al cabo de un largo rato, regresé a la sala de estar empapando el suelo a cada paso, con una toalla atada sobre la cintura y otra sobra la cabeza. El rostro del neófito no se veía por su cabello, ni por la toalla que llevaba encima, de modo que nadie lograba adivinar en qué estado estarían sus ojos y hasta donde había conseguido relajar un baño. Quizá estuviera al borde del derrumbe, o puede que no hubiera conseguido nada. En este caso, era una mezcla de los dos, pues su cuerpo seguía tensándose y relajándose, tensándose y relajándose. El cansancio también se colaba por sus esqueléticos huesos, mareándole, provocando cerrar los ojos cada dos por tres.
De un par de patadas, junté toda la ropa que llevaba anteriormente puesta al lado de uno de los sofás. Al menos reducía la sensación de delgadez tan abrumadora que se vislumbraba en el neófito. Los huesos de sus hombros se dibujaban sin piedad por la piel, juntándose con la también visible clavícula. Sus flacos brazos caían a ambos lados de unas costillas demasiado marcadas a base de golpes. Y sus piernas tan largas y delgadas parecían amenazar con no sostener el resto de su alto esqueleto. De haber sido aún humano, no podría ni levantarse de la cama por desnutrición. En cambio, un vampiro conocía la sed, pero aun así seguía moviéndose por muy hambriento que estuviera. De la misma forma que yo había estado durante todo el tiempo del secuestro. Y sinceramente, me avergonzaba que la gente vislumbrara tan descuidado estado. Con los brazos intentaba tapar el tronco todo lo posible para que no se notara tanto. Incluso me daba miedo mirarme en el espejo porque me producía asco. Sentía asco hacia cada hundimiento de la marmólea piel, por cada hueso que se marcaba en exceso. Sabía lo que había detrás de este estado y cómo fue provocado. Y si Marcus no hubiera llegado a la fiesta, seguramente ambos vampiros recibieran un esqueleto como "vampiro". O quizá fueran sus cenizas.
Dejé caer mi cuerpo sobre un sofá, apoyando los codos sobre las rodillas y llevando ambas manos a la toalla de la cabeza, encongiéndome poco a poco. En consencuencia su columna sobresalía más que antes y se encontraba perfectamente cada vértebra y cada unión con la caja torácica del chico.
El aire seguía faltando por el propio agobio de estar desnudo tanto tiempo. Sentía que alguien de ellos vendría de nuevo a profanar mi cuerpo y otros dos de ellos estarían sujetándome para ni siquiera pudiera pedir ayuda. El nerviosismo no se frenaba en el neófito, quien perdía la cordura por breves momentos y la recuperaba inmediatamente.
Me tomé el tiempo que necesité, debatiéndome en cada recuerdo, en cada palabra, en cada gesto. La cabeza no podía hacer otra cosa salvo pensar, recordar, y golpearme duramente en cada instante.
Al cabo de un largo rato, regresé a la sala de estar empapando el suelo a cada paso, con una toalla atada sobre la cintura y otra sobra la cabeza. El rostro del neófito no se veía por su cabello, ni por la toalla que llevaba encima, de modo que nadie lograba adivinar en qué estado estarían sus ojos y hasta donde había conseguido relajar un baño. Quizá estuviera al borde del derrumbe, o puede que no hubiera conseguido nada. En este caso, era una mezcla de los dos, pues su cuerpo seguía tensándose y relajándose, tensándose y relajándose. El cansancio también se colaba por sus esqueléticos huesos, mareándole, provocando cerrar los ojos cada dos por tres.
De un par de patadas, junté toda la ropa que llevaba anteriormente puesta al lado de uno de los sofás. Al menos reducía la sensación de delgadez tan abrumadora que se vislumbraba en el neófito. Los huesos de sus hombros se dibujaban sin piedad por la piel, juntándose con la también visible clavícula. Sus flacos brazos caían a ambos lados de unas costillas demasiado marcadas a base de golpes. Y sus piernas tan largas y delgadas parecían amenazar con no sostener el resto de su alto esqueleto. De haber sido aún humano, no podría ni levantarse de la cama por desnutrición. En cambio, un vampiro conocía la sed, pero aun así seguía moviéndose por muy hambriento que estuviera. De la misma forma que yo había estado durante todo el tiempo del secuestro. Y sinceramente, me avergonzaba que la gente vislumbrara tan descuidado estado. Con los brazos intentaba tapar el tronco todo lo posible para que no se notara tanto. Incluso me daba miedo mirarme en el espejo porque me producía asco. Sentía asco hacia cada hundimiento de la marmólea piel, por cada hueso que se marcaba en exceso. Sabía lo que había detrás de este estado y cómo fue provocado. Y si Marcus no hubiera llegado a la fiesta, seguramente ambos vampiros recibieran un esqueleto como "vampiro". O quizá fueran sus cenizas.
Dejé caer mi cuerpo sobre un sofá, apoyando los codos sobre las rodillas y llevando ambas manos a la toalla de la cabeza, encongiéndome poco a poco. En consencuencia su columna sobresalía más que antes y se encontraba perfectamente cada vértebra y cada unión con la caja torácica del chico.
El aire seguía faltando por el propio agobio de estar desnudo tanto tiempo. Sentía que alguien de ellos vendría de nuevo a profanar mi cuerpo y otros dos de ellos estarían sujetándome para ni siquiera pudiera pedir ayuda. El nerviosismo no se frenaba en el neófito, quien perdía la cordura por breves momentos y la recuperaba inmediatamente.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
Al fin pude encontrar algo de ropa para los tres, y ademas la mia, aunque pareciera algo increible, era de mi gusto.
- Toma, ponte esto- le dije mientras que le lanzaba la ropa al sofa, al mismo tiempo que me fijaba en su delgadez, ahora entendia porque habia llegado a ese punto, estaba muerto de hambre, en cuanto se recuperara, no seria mucho problema para controlarlo.
Deje todas mis armas en un monton en una esquina y me fui a duchar.
- No toques ningun arma, esas si te hacen daño si las tocas- le dije por si se atrevia a curiosearlas o a jugar con ellas.
- Vuelvo en dos minutos- le dije y sali por la puerta con la ropa limpia en la mano para cambiarme en el baño
- Toma, ponte esto- le dije mientras que le lanzaba la ropa al sofa, al mismo tiempo que me fijaba en su delgadez, ahora entendia porque habia llegado a ese punto, estaba muerto de hambre, en cuanto se recuperara, no seria mucho problema para controlarlo.
Deje todas mis armas en un monton en una esquina y me fui a duchar.
- No toques ningun arma, esas si te hacen daño si las tocas- le dije por si se atrevia a curiosearlas o a jugar con ellas.
- Vuelvo en dos minutos- le dije y sali por la puerta con la ropa limpia en la mano para cambiarme en el baño
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Ya estaba otra vez nadando entre pensamientos nuevamente. Cada vez era más inconsciente de que me sumergía apenas sin darme cuenta. En cuanto hubiera dos segundos inactivos, me conectaba de nuevo. En el fondo no quería, pero por más que intentara no hacerlo, acababa por hacerlo mucho más a menudo. Sacudí la cabeza, tapándome el rostro por el agobio. Las pulsaciones se acceleraron bastante en cuestión de unos simples segundos. El nerviosismo no se marchaba ni con voluntad, sino que se quedaba instalado y buscaba cada vez un hueco más hondo dentro del vampiro. Ziel, basta, déjalo. Deja de torturarte a ti mismo. Ya has tenido suficiente para que ahora sigas condenándote. Trataba de convencerme de pensar en otra cosa, hacer algo productivo y que así pudiera alejarlo un tiempo. En cambio, la cabeza seguía dando vueltas y vueltas y más vueltas sobre lo mismo. Resultaba un bucle infinito de nunca acabar.
Me levanté del sofá en un salto. La ropa que Kasha había lanzado había hecho suficiente ruido para que tan sesible oído se asombrara. Miré a la cazadora, comprobando en sus ojos la compasión. Claro, todo el mundo tenía compasión del neófito. Era muy fácil quedarse mirando y pensar "pobrecito". Pero no quería la compasión ni la piedad de nadie. No quería un trato especial por parte de la cazadora, sólo el cariño de Bella. En cambio ella ahora no podía acariciar mi pelo y decirme que no pasaba nada. Asentí a Kasha, observando el conjunto de armas de la esquina; aprovechando para cambiar con rapidez. Prefería que la chica no siguiera escrutándome como si fuera un bicho raro y por supuesto, que no viera absolutamente nada. A diferencia de Marcus, no me gustaba ir al desnudo y mostrar los encantos. Lo discreto siempre fue más de mi estilo. Del mismo modo que no me gustaba que Bella rasgara su camiseta y que su tierna piel estuviera a merced de cualquiera. Sólo yo quería tener ese derecho, aunque no me sintiera bien con ello. Ella seguía siendo un ser puro y limpio, en comparación con su novio.
En cuanto estuve vestido, estiré los brazos y miré la ropa, olfateándola por mero instinto. Seguía quedándome grande, como casi todas. Sin embargo, aquel muñeco gracioso de televisión que venía estampado en la camiseta, no era especialmente de mi agrado. Sonreí de lado. Tenía suficiente con tener un rostro demasiado juvenil, como para andarme poniendo vestimenta con muñecos infantiles. Pero tampoco tenía otra cosa que ponerme, y siempre es mejor opción a ir con toalla por la casa. Después, di unas cuantas vueltas más por la sala, nervioso, y paré de nuevo en la corredera que daba al jardín. Retiré la cortina y miré afuera. Marcus seguía sin aparecer. Ya dudaba de que realmente viniera.
Giré la cabeza, viendo cómo Bella seguía descanso plácidamente. No tenía preocupación alguna. Y me daban tantas ganas de ir a abrazarla, que tuve que contenerme. Si la tenía cerca podría perderme antes y sería la primera a quien dañaría y justamente, a quien menos quería tocar en dicha suposición. Sin embargo, yo ya no podía más entre aquellas cuatro paredes sin estar angustiado por los recuerdos. Necesitaba aire, tranquilizarme, dejar de pensar en los cazadores.
Necesitaba libertad.
Y así, en silencio y sin decir a nadie abrí la puerta y salí de nuevo al jardín. Los perros siempre se quedaban fuera para que no destrozaran los muebles, ¿no es así?
Me levanté del sofá en un salto. La ropa que Kasha había lanzado había hecho suficiente ruido para que tan sesible oído se asombrara. Miré a la cazadora, comprobando en sus ojos la compasión. Claro, todo el mundo tenía compasión del neófito. Era muy fácil quedarse mirando y pensar "pobrecito". Pero no quería la compasión ni la piedad de nadie. No quería un trato especial por parte de la cazadora, sólo el cariño de Bella. En cambio ella ahora no podía acariciar mi pelo y decirme que no pasaba nada. Asentí a Kasha, observando el conjunto de armas de la esquina; aprovechando para cambiar con rapidez. Prefería que la chica no siguiera escrutándome como si fuera un bicho raro y por supuesto, que no viera absolutamente nada. A diferencia de Marcus, no me gustaba ir al desnudo y mostrar los encantos. Lo discreto siempre fue más de mi estilo. Del mismo modo que no me gustaba que Bella rasgara su camiseta y que su tierna piel estuviera a merced de cualquiera. Sólo yo quería tener ese derecho, aunque no me sintiera bien con ello. Ella seguía siendo un ser puro y limpio, en comparación con su novio.
En cuanto estuve vestido, estiré los brazos y miré la ropa, olfateándola por mero instinto. Seguía quedándome grande, como casi todas. Sin embargo, aquel muñeco gracioso de televisión que venía estampado en la camiseta, no era especialmente de mi agrado. Sonreí de lado. Tenía suficiente con tener un rostro demasiado juvenil, como para andarme poniendo vestimenta con muñecos infantiles. Pero tampoco tenía otra cosa que ponerme, y siempre es mejor opción a ir con toalla por la casa. Después, di unas cuantas vueltas más por la sala, nervioso, y paré de nuevo en la corredera que daba al jardín. Retiré la cortina y miré afuera. Marcus seguía sin aparecer. Ya dudaba de que realmente viniera.
Giré la cabeza, viendo cómo Bella seguía descanso plácidamente. No tenía preocupación alguna. Y me daban tantas ganas de ir a abrazarla, que tuve que contenerme. Si la tenía cerca podría perderme antes y sería la primera a quien dañaría y justamente, a quien menos quería tocar en dicha suposición. Sin embargo, yo ya no podía más entre aquellas cuatro paredes sin estar angustiado por los recuerdos. Necesitaba aire, tranquilizarme, dejar de pensar en los cazadores.
Necesitaba libertad.
Y así, en silencio y sin decir a nadie abrí la puerta y salí de nuevo al jardín. Los perros siempre se quedaban fuera para que no destrozaran los muebles, ¿no es así?
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
Al fin me libre de toda esa sangre, mi cabello estab suelto y mojado cosa que agradecia y mi piel limpia de sangre, aunque estaba ya acostumbrada a tener sangre desconocida en mi cuerpo, al final resultaba incomoda.
Con esparadrapo y una gasa, tape la herida del estomago, deberia coserla, pero no tenia nada para poder hacerlo, asi que la dejaria asi de momento.
La ropa era sencilla, pero comoda, unos pantalones sumamente cortos que, al no tener medias, dejaba a la vista mis piernas largas y fuertes, pero marcadas por cicatrices, al igual que mi espalda y mi tripa que se dejaba entre ver ya que llevaba un top de deporte. Me calce de nuevo las botas y cogi la ropa manchada, tanto la mia como la de Ziel.
Cuando llegue al salon, encendi la chimenea donde tire toda la ropa para que se quemara.
Ziel habia salido fuera, lo dejaria alli cinco minutos, despues le diria que entrase, fuera era un objetivo facil a larga distancia. Mientras, empece a cargar de nuevo todas y cada una de mis armas en sus respectivos sitios, la cintura, las botas, el muslo, la espalda...
Con esparadrapo y una gasa, tape la herida del estomago, deberia coserla, pero no tenia nada para poder hacerlo, asi que la dejaria asi de momento.
La ropa era sencilla, pero comoda, unos pantalones sumamente cortos que, al no tener medias, dejaba a la vista mis piernas largas y fuertes, pero marcadas por cicatrices, al igual que mi espalda y mi tripa que se dejaba entre ver ya que llevaba un top de deporte. Me calce de nuevo las botas y cogi la ropa manchada, tanto la mia como la de Ziel.
Cuando llegue al salon, encendi la chimenea donde tire toda la ropa para que se quemara.
Ziel habia salido fuera, lo dejaria alli cinco minutos, despues le diria que entrase, fuera era un objetivo facil a larga distancia. Mientras, empece a cargar de nuevo todas y cada una de mis armas en sus respectivos sitios, la cintura, las botas, el muslo, la espalda...
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
La brisa que entraba por la ventana consiguió mover mi pelo y poco a poco abrí los ojos. Me incorporé con cuidado en aquel sofá y miré a mi alrededor. ¿Dónde estamos? Pregunté a Kasha, que estaba volviendo a guardar sus armas.
Me toqué la cabeza. Estaba algo desorientada y lo único que podía recordar es estar en los brazos de Ziel. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me quedé inconsciente.
Me levanté y me acerqué a la ventana que daba al jardín, podía percibir el olor de Ziel y el de Marcus. ¿Esta era el hogar del que habíamos hablado hace tiempo? ¿Éste será por fin nuestro hogar? ¿Viviremos como una familia normal y corriente?
Pude ver a Ziel y Marcus en la rama de aquel árbol tan grande que había en el jardín. No pude evitar sonreír ampliamente al verles asi. Por fin podríamos ser felices. Todos y cada uno de nosotros y dejar atrás todas aquellas pesadillas.
Volví a girarme en dirección a Kasha. Muchas gracias Kasha. La abracé. Y mi aura la inundó completamente curando sus heridas. Que conste que no se me había olvidado. Así estarás mejor. Le dije sonriente. Aunque todavía no había recuperado todas mis fuerzas podía esforzarme por ella al igual que ella se ha esforzado por nosotros.
Voy a darme un baño, esta ropa está hecha un asco, y me hace bastante falta refrescarme. Me quité la ropa y le dejé encima del sofá. No tardaré. Salí de la estancia para dirigirme al baño.
Me toqué la cabeza. Estaba algo desorientada y lo único que podía recordar es estar en los brazos de Ziel. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me quedé inconsciente.
Me levanté y me acerqué a la ventana que daba al jardín, podía percibir el olor de Ziel y el de Marcus. ¿Esta era el hogar del que habíamos hablado hace tiempo? ¿Éste será por fin nuestro hogar? ¿Viviremos como una familia normal y corriente?
Pude ver a Ziel y Marcus en la rama de aquel árbol tan grande que había en el jardín. No pude evitar sonreír ampliamente al verles asi. Por fin podríamos ser felices. Todos y cada uno de nosotros y dejar atrás todas aquellas pesadillas.
Volví a girarme en dirección a Kasha. Muchas gracias Kasha. La abracé. Y mi aura la inundó completamente curando sus heridas. Que conste que no se me había olvidado. Así estarás mejor. Le dije sonriente. Aunque todavía no había recuperado todas mis fuerzas podía esforzarme por ella al igual que ella se ha esforzado por nosotros.
Voy a darme un baño, esta ropa está hecha un asco, y me hace bastante falta refrescarme. Me quité la ropa y le dejé encima del sofá. No tardaré. Salí de la estancia para dirigirme al baño.
- Bella.N.Gring
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Re: Sala de estar
Cuando Bella me abrazo me quede rigida, no terminaba de acostumbrarme a que un vampiro me abrazara, pero ese aura curativo de Bella curo mis heridas, cosa que agradeci, ahora tan solo quedaban las cicatrices, unas pocas cicatrices que pasaban a mi ya elevada coleccion de cicatrices, hacia tiempo que habia olvidado como era mi cuerpo antes de tener las cicatrices de la caza.
No respondi a lo que decia, simplemente cogi la ropa ensangrentada y la tire a la chimenea donde empezo a arder junto con la demas ropa.
Mire hacia fuera y puse cara de asco, mira que dije que nada de ñoñerias y besos cerca mia, ugh, de verlos se me revolvio el estomago, jamas me acostumbraria a verlo. Pero bueno, ahora estaba Marcus asi que yo puedo marcharme ahora, esperaria a que entraran aqui para darles un movil con el que llamarme en caso de necesidad y marcharme para ver a Fraiah.
No respondi a lo que decia, simplemente cogi la ropa ensangrentada y la tire a la chimenea donde empezo a arder junto con la demas ropa.
Mire hacia fuera y puse cara de asco, mira que dije que nada de ñoñerias y besos cerca mia, ugh, de verlos se me revolvio el estomago, jamas me acostumbraria a verlo. Pero bueno, ahora estaba Marcus asi que yo puedo marcharme ahora, esperaria a que entraran aqui para darles un movil con el que llamarme en caso de necesidad y marcharme para ver a Fraiah.
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Marcus abrió la puerta y la cerró con llave tras de sí. En ese momento, se percató de que no le había dado las llaves a Kasha. Entonces... ¿cómo habían entrado? ¿Eso significaba que tenía que reforzar la seguridad porque fue posible entrar aquí de otro modo que no fuera por la puerta? Los pensamientos de Marcus comenzaron a marchar a velocidad luz, pero los detuvo. Se quedó de pie en medio del pasillo, justo antes de avanzar hacia la sala de estar. Miró a Ziel unos momentos y luego hacia adelante. Soltó un pesado y ansioso suspiro. ¿Por qué estaba nervioso? Sonrió levemente y comenzó a avanzar.
Llegó a la sala y vio allí a Kasha. Dejó a Ziel sobre un sofá y procuró cubrirlo bien con su saco. Soltó la mochila sobre la mesa que había allí y se echó el cabello hacia atrás.
- Gracias, Kasha. Y siento no haberte dado la llave -murmuró, observándola, y sintiendo cómo todas sus maldiciones recaerían sobre él en cuestión de minutos. En ese momento, a su oído llegó el sonido de las gotas de agua estrellándose con el suelo. Miró hacia la dirección del baño. Sonrió suavemente. Era bueno que alguien decidiera estrenar el limpio baño. Y le alegraba que fuera Bella, ya que ella tanto como Ziel necesitaban relajarse y darse unos momentos para respirar en paz.
Llegó a la sala y vio allí a Kasha. Dejó a Ziel sobre un sofá y procuró cubrirlo bien con su saco. Soltó la mochila sobre la mesa que había allí y se echó el cabello hacia atrás.
- Gracias, Kasha. Y siento no haberte dado la llave -murmuró, observándola, y sintiendo cómo todas sus maldiciones recaerían sobre él en cuestión de minutos. En ese momento, a su oído llegó el sonido de las gotas de agua estrellándose con el suelo. Miró hacia la dirección del baño. Sonrió suavemente. Era bueno que alguien decidiera estrenar el limpio baño. Y le alegraba que fuera Bella, ya que ella tanto como Ziel necesitaban relajarse y darse unos momentos para respirar en paz.
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
Por fin Marcus aparecio, dandome las gracias y pidiendome perdon, resultaba un tanto irritante por lo raro que resultaba que me dijera algo bueno, me movi un poco incomoda y arrugue la nariz.
- La proxima vez, si me dices que los lleve a algun sitio, dame algo para poder entrar, tuve que escalar un arbol con un solo brazo y con el estomago sangrando para alcanzar una ventaba abierta y poder entrar en la casa, casi me mato por tu culpa, tsk- le dije gruñendo como era siempre habitual en mi.
- De todas formas, duchate para quitarte el olor, porque tu olor es obvio y esa ropa, echala a la chimenea como he hecho con toda la ropa que llevabamos, asi no dejamos rastro alguno- una vez que los olores de todos desaparecieran, podia marcharme de alli sin preocuparme de que dejara algun cabo suelto, hay trampas en el jardin, el rastro escondido y la casa estaba segura.
En un rato me marchare, tengo asuntos que arreglar en la Asociacion y ver si Fraiah esta bien o no, vosotros no salgais bajo ningun concepto, ni si quiera al jardin, hay trampas alli que he puesto, no hagais ninguna estupidez y si ocurre algo, simplemente, me llamais, estare aqui en un minuto- le dije mientras que dejaba encima de una mesa un movil
- Marcus, si tu sales, me preocupare menos y es probable que necesite de vez en cuando tu ayuda, asi que procura no desaparecer de repente- le dije mientras que ataba mi ultima arma al muslo derecho y me ponia de nuevo los guantes metalizados para poder guardar la cadena y marcharme en dos minutos
- La proxima vez, si me dices que los lleve a algun sitio, dame algo para poder entrar, tuve que escalar un arbol con un solo brazo y con el estomago sangrando para alcanzar una ventaba abierta y poder entrar en la casa, casi me mato por tu culpa, tsk- le dije gruñendo como era siempre habitual en mi.
- De todas formas, duchate para quitarte el olor, porque tu olor es obvio y esa ropa, echala a la chimenea como he hecho con toda la ropa que llevabamos, asi no dejamos rastro alguno- una vez que los olores de todos desaparecieran, podia marcharme de alli sin preocuparme de que dejara algun cabo suelto, hay trampas en el jardin, el rastro escondido y la casa estaba segura.
En un rato me marchare, tengo asuntos que arreglar en la Asociacion y ver si Fraiah esta bien o no, vosotros no salgais bajo ningun concepto, ni si quiera al jardin, hay trampas alli que he puesto, no hagais ninguna estupidez y si ocurre algo, simplemente, me llamais, estare aqui en un minuto- le dije mientras que dejaba encima de una mesa un movil
- Marcus, si tu sales, me preocupare menos y es probable que necesite de vez en cuando tu ayuda, asi que procura no desaparecer de repente- le dije mientras que ataba mi ultima arma al muslo derecho y me ponia de nuevo los guantes metalizados para poder guardar la cadena y marcharme en dos minutos
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Kasha Oskan, tan "simpática" como siempre.
Marcus regresó su vista hacia ella. Escuchó sus palabras y alzó ambas cejas, asombrado. Se llevó una mano a la boca, anonadado.
- Oh, ¿fui tan descuidado como para dejar una ventana abierta? -murmuró, simulando estar indignado consigo mismo, y luego sonrió como era habitual en él. Sus ojos rojos resplandecieron en su lúgubre color. La piel marmórea, sucia y manchada de sangre en diversos sitios, realmente necesitaba un baño de unas cuantas horas. Sin embargo, el baño estaba ocupado... ¿Acaso a Bella le molestaría compartirlo con él?
Sonrió otra vez y cerró los ojos, apartando nuevamente su cabello del rostro. Estaba más largo, y por momentos resultaba molestos. Continuó escuchando las palabras de Kasha y acabó asintiendo a sus comentarios.
- Mis cordiales saludos al aperitivo de Ziel -susurró, haciendo una pequeña reverencia, refiriéndose a la reciente viuda de Damaru-. ¿Y cómo ser tan desconsiderado como para no ayudar a una inocente dama? Búscame y me encontrarás. No planeo irme, en ningún momento, de este pueblo maldito -agregó, comenzando sus palabras con el habitual tono burlón pero concluyéndolas con un matiz de seriedad oscuro y severo. Su semblante se hizo rígido y su mirada brilló. Enderezó su cuerpo y miró a Ziel. Ya todo estaba dicho y hecho. Ahora, solo quedaba dar lo mejor de cada uno.
Marcus regresó su vista hacia ella. Escuchó sus palabras y alzó ambas cejas, asombrado. Se llevó una mano a la boca, anonadado.
- Oh, ¿fui tan descuidado como para dejar una ventana abierta? -murmuró, simulando estar indignado consigo mismo, y luego sonrió como era habitual en él. Sus ojos rojos resplandecieron en su lúgubre color. La piel marmórea, sucia y manchada de sangre en diversos sitios, realmente necesitaba un baño de unas cuantas horas. Sin embargo, el baño estaba ocupado... ¿Acaso a Bella le molestaría compartirlo con él?
Sonrió otra vez y cerró los ojos, apartando nuevamente su cabello del rostro. Estaba más largo, y por momentos resultaba molestos. Continuó escuchando las palabras de Kasha y acabó asintiendo a sus comentarios.
- Mis cordiales saludos al aperitivo de Ziel -susurró, haciendo una pequeña reverencia, refiriéndose a la reciente viuda de Damaru-. ¿Y cómo ser tan desconsiderado como para no ayudar a una inocente dama? Búscame y me encontrarás. No planeo irme, en ningún momento, de este pueblo maldito -agregó, comenzando sus palabras con el habitual tono burlón pero concluyéndolas con un matiz de seriedad oscuro y severo. Su semblante se hizo rígido y su mirada brilló. Enderezó su cuerpo y miró a Ziel. Ya todo estaba dicho y hecho. Ahora, solo quedaba dar lo mejor de cada uno.
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
Nada mas escuchar como llamaba asi a Fraiah, me cabree, sin pensarlo, cogi un cojin y se lo lance a la cara.
- Ya avise lo que pasaria si vuelve hacer algo asi y mucho mas si se acerca a ella y a ti te digo lo mismo, no os quiero ver a ninguno cerca de Fraiah, queda claro?- no iba a dejar que Ziel volviera a incarle el diente a Fraiah, ademas, que el ya no estuviera, no significaba que ella no siga sin tener proteccion de los cazadores.
- Y con respecto a no irte, mas te vale no hacerlo, porque entonces el trato se ira al traste y no podre ayudarte a salvarlo, ocurriendo lo mismo si vuelve el a morder a un ser humano, aunque sea a mi- dije mientras que señalaba con el dedo a Ziel, ya habia sufrido suficientes mordeduras de vampiros como para aumentar la coleccion, Kai aun se siente culpable de aquella vez en la que casi muero por salvarlos, cada vez que mira mi cuello su cara se entristece y..., realmente eso me duele, lo ultimo que deseo es hacerle sentir mas culpable si sentera que ha sido su hermano el que me ha mordido
- Ya avise lo que pasaria si vuelve hacer algo asi y mucho mas si se acerca a ella y a ti te digo lo mismo, no os quiero ver a ninguno cerca de Fraiah, queda claro?- no iba a dejar que Ziel volviera a incarle el diente a Fraiah, ademas, que el ya no estuviera, no significaba que ella no siga sin tener proteccion de los cazadores.
- Y con respecto a no irte, mas te vale no hacerlo, porque entonces el trato se ira al traste y no podre ayudarte a salvarlo, ocurriendo lo mismo si vuelve el a morder a un ser humano, aunque sea a mi- dije mientras que señalaba con el dedo a Ziel, ya habia sufrido suficientes mordeduras de vampiros como para aumentar la coleccion, Kai aun se siente culpable de aquella vez en la que casi muero por salvarlos, cada vez que mira mi cuello su cara se entristece y..., realmente eso me duele, lo ultimo que deseo es hacerle sentir mas culpable si sentera que ha sido su hermano el que me ha mordido
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Marcus sonrió y cerró los ojos. Permitió que el silencio se expandiera por cada rincón de aquella casa. Tras unos momentos, volvió a levantar sus párpados, permitiendo que el carmesí de sus iris resplandezca en la inmensidad. El cojín había caído al suelo y Marcus se inclinó para levantarlo. Le sacudió un poco el polvo y lo regresó a su sofá de origen.
- Creo que alguien aquí no tiene modales, Ziel -susurró, como si el muchacho pudiese oírle-. ¿Pero qué vamos a hacerle? A veces creo que ella en verdad me cae bien -agregó, encogiéndose de hombros ligeramente. Sujetó la mochila del suelo. Sería mejor que llevara la sangre al refrigerador.
- Como sea, no nos acercaremos a ella si eso es lo que pretendes, pero que sepas que eso también deberá ser precaución suya y tuya. Ziel es un vampiro, está aprendiendo a controlarse. No te desearía ni a ti ni a ningún humano el pasar por esa terrible sed. Por ese demonio que domina cada palpitación... -dejó las palabras en el aire, mientras perdía su mirada en un pequeño adorno de la mesa que había sujetado entre sus dedos previamente. Apartó la vista del cristal y miró a Kasha. Sonrió fríamente y dejó la pieza sobre la mesa otra vez-. En fin, será mejor que no te sigas retrasando, cazadora -entrecerró los ojos, desafiante y sombrío, pero sin dejar de sonreír de manera perspicaz.
- Creo que alguien aquí no tiene modales, Ziel -susurró, como si el muchacho pudiese oírle-. ¿Pero qué vamos a hacerle? A veces creo que ella en verdad me cae bien -agregó, encogiéndose de hombros ligeramente. Sujetó la mochila del suelo. Sería mejor que llevara la sangre al refrigerador.
- Como sea, no nos acercaremos a ella si eso es lo que pretendes, pero que sepas que eso también deberá ser precaución suya y tuya. Ziel es un vampiro, está aprendiendo a controlarse. No te desearía ni a ti ni a ningún humano el pasar por esa terrible sed. Por ese demonio que domina cada palpitación... -dejó las palabras en el aire, mientras perdía su mirada en un pequeño adorno de la mesa que había sujetado entre sus dedos previamente. Apartó la vista del cristal y miró a Kasha. Sonrió fríamente y dejó la pieza sobre la mesa otra vez-. En fin, será mejor que no te sigas retrasando, cazadora -entrecerró los ojos, desafiante y sombrío, pero sin dejar de sonreír de manera perspicaz.
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
- Eso ya lo se Marcus, Fraiah no se acercara, y yo, no tengo mas remedio que hacerlo, ya dije que te ayudaria a enseñarle a controlarse, no usare tecnicas que le hagan daño, pero si intenta acercarse a mi demas, me defendere como ya he hecho, tanto cuando era humano como cuando era un ser descontrolado- le dije antes de rescatar mi mochila de una esquina para marcharme.
- Haz lo que te he dicho y no llameis la atencion, tiene que parecer que realmente habeis salido del pueblo- dicho eso, abri la puerta y la cerre tras de mi antes de desaparecer sin dejar rastro de ningun tipo de mi presencia en el lugar
- Haz lo que te he dicho y no llameis la atencion, tiene que parecer que realmente habeis salido del pueblo- dicho eso, abri la puerta y la cerre tras de mi antes de desaparecer sin dejar rastro de ningun tipo de mi presencia en el lugar
- Kasha Oskan
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Re: Sala de estar
Al verla partir, Marcus sonrió y se dirigió sigilosamente a la cocina. Necesitaba poner en orden algunas cosas.
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Regresó de la cocina y miró a Ziel por unos momentos. Sonrió suavemente y lo tomó en brazos, comenzando a caminar hacia la escalera que daba al dormitorio.
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Tras dejar a Ziel en la habitación, finalmente dejó caer su cuerpo cansado sobre el sofá. Suspiró y se colocó sus gafas de lectura. ¿Se preguntarán por qué un vampiro las necesitaría? Pues para nada, pero a Marcus le agradaba sentirse normal y humano de vez en cuando, aunque no tuviera ni una pizca de humanidad en las venas. Luego de sonreír ante sus pensamientos, estiró el brazo y tomó un libro de medicina que había sobre la mesa. Si pretendía conseguir ese trabajo, sería mejor que comenzara a ponerse al día con todos sus conocimientos.
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Regresó de la cocina y miró a Ziel por unos momentos. Sonrió suavemente y lo tomó en brazos, comenzando a caminar hacia la escalera que daba al dormitorio.
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Tras dejar a Ziel en la habitación, finalmente dejó caer su cuerpo cansado sobre el sofá. Suspiró y se colocó sus gafas de lectura. ¿Se preguntarán por qué un vampiro las necesitaría? Pues para nada, pero a Marcus le agradaba sentirse normal y humano de vez en cuando, aunque no tuviera ni una pizca de humanidad en las venas. Luego de sonreír ante sus pensamientos, estiró el brazo y tomó un libro de medicina que había sobre la mesa. Si pretendía conseguir ese trabajo, sería mejor que comenzara a ponerse al día con todos sus conocimientos.
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
En la habitación no había nadie. En el baño tampoco, pues Bella había salido antes de poder encontrarla allí. Se oían constantes portazos y pisadas sobre el techo de la sala de estar, correspondientes a un neófito nervioso. El pánico entraba cada vez más a cada puerta que abría y no encontraba a nadie. ¿Dónde están todos? ¿Dónde? ¿Por qué ni siquiera dejaron una nota, una señal o algo? ¿Por qué se habían ido sin más? No, no podían dejarme aquí como si fuera un perro. Sabía que fuera, Kasha lo había llenado todo de trampas para extraños y sería imposible salir. Ella era de las mejores cazadoras, de modo que no sería fácil escapar de allí. Ayuda, por favor. Necesitaba que alguien me sacara de estas cuatro paredes que iban formando esquinas, pero que terminaban por ser las mismas cuatro. Otra vez estaban dejándome solo en una casa que no me pertenecía y justamente en el momento menos idóneo; cuando los cazadores me habían tenido atado y mutilado como a un animal. Ellos debían de llevar razón, aunque no creyera sus palabras en principio: "Ellos sólo te quieren para lo que te quieren, y te dejarán tirado en cualquier parte".
Exacto. Ahora mismo no prestaba atención al rastro de Bella o al de Marcus, sino que directamente iba recorriendo toda la planta de arriba en busca de alguien, pero nada. Sin perder tiempo, bajé corriendo por las escaleras; donde daba algún traspié por bajar los peldaños de tres en tres. Por suerte, encontré finalmente la figura de Marcus sentada sobre el sillón, relajadamente. Apenas pude reconocerle con las gafas y haciendo un hábito poco normal en él. Nunca había visto a Marcus tan pacífico y con hábitos tan corrientes. Normalmente tenía costumbre en verle combatiendo contra cazadores y en su gran mayoría, lleno de sangre. En cambio, ahora estaba ahí como cualquier persona normal del mundo a las mismas horas, simplemente leyendo. El azul contenía a un carmín que no paraba de mezclarse, transformándose en un extraño morado. Aquellos ojos se clavaron sobre la figura marmólea que leía tranquilamente. La respiración seguía agitada, subiendo y bajando mi pecho por la euforia y la agonía. El nerviosismo dejaba salir unos instintos todavía sin conocer del todo. Y de repente, el bullicio del alma ajetreada, se calmó. La sala de estar quedó totalmente en silencio, envolviendo a dos vampiros que parecían padre e hijo.
Cuando quise darme cuenta, estaba corriendo hacia él, cual niño pequeño hacia los brazos de su familiar.
-¡Marcus! - Lo llamé antes de abalanzarme sobre su cuerpo para abrazarle. Rodeé su cuello fuertemente con ambos brazos y negué sucesivamente con la cabeza sobre su hombro. - No quiero estar solo. - Pedí, casi suplicante. Lo que menos quería en estos momentos era estar solo. Durante el secuestro, siempre estaba solo en la andrajosa celda donde me tenían. No podía estar de nuevo en esas circunstancias. Ellos y sus voces, sus manos e insultos volverían de nuevo para perseguirme en todo rincón. Aunque tampoco podía obligarle a tenerme entre sus brazos todo el tiempo, pues entendía su falta de espacio en dicho caso. Sólo necesitaba que él siguiera ahí, leyendo tranquilamente y que me hubiera dejado descansar en el sofá que había delante; aun a sabiendas de que Marcus conociera que en la cama de la planta superior se dormía mucho mejor.
Exacto. Ahora mismo no prestaba atención al rastro de Bella o al de Marcus, sino que directamente iba recorriendo toda la planta de arriba en busca de alguien, pero nada. Sin perder tiempo, bajé corriendo por las escaleras; donde daba algún traspié por bajar los peldaños de tres en tres. Por suerte, encontré finalmente la figura de Marcus sentada sobre el sillón, relajadamente. Apenas pude reconocerle con las gafas y haciendo un hábito poco normal en él. Nunca había visto a Marcus tan pacífico y con hábitos tan corrientes. Normalmente tenía costumbre en verle combatiendo contra cazadores y en su gran mayoría, lleno de sangre. En cambio, ahora estaba ahí como cualquier persona normal del mundo a las mismas horas, simplemente leyendo. El azul contenía a un carmín que no paraba de mezclarse, transformándose en un extraño morado. Aquellos ojos se clavaron sobre la figura marmólea que leía tranquilamente. La respiración seguía agitada, subiendo y bajando mi pecho por la euforia y la agonía. El nerviosismo dejaba salir unos instintos todavía sin conocer del todo. Y de repente, el bullicio del alma ajetreada, se calmó. La sala de estar quedó totalmente en silencio, envolviendo a dos vampiros que parecían padre e hijo.
Cuando quise darme cuenta, estaba corriendo hacia él, cual niño pequeño hacia los brazos de su familiar.
-¡Marcus! - Lo llamé antes de abalanzarme sobre su cuerpo para abrazarle. Rodeé su cuello fuertemente con ambos brazos y negué sucesivamente con la cabeza sobre su hombro. - No quiero estar solo. - Pedí, casi suplicante. Lo que menos quería en estos momentos era estar solo. Durante el secuestro, siempre estaba solo en la andrajosa celda donde me tenían. No podía estar de nuevo en esas circunstancias. Ellos y sus voces, sus manos e insultos volverían de nuevo para perseguirme en todo rincón. Aunque tampoco podía obligarle a tenerme entre sus brazos todo el tiempo, pues entendía su falta de espacio en dicho caso. Sólo necesitaba que él siguiera ahí, leyendo tranquilamente y que me hubiera dejado descansar en el sofá que había delante; aun a sabiendas de que Marcus conociera que en la cama de la planta superior se dormía mucho mejor.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
Lentamente, pasó de una hoja a la otra. Le sorprendía y le agradaba estar leyendo aquel libro otra vez. Le recordaba a su juventud como un simple vampiro noble luchando por ser un estudiante ejemplar de medicina. Sonrió para sí mismo mientras volteaba otra hoja, bajando un poco la mirada mientras los cristales de sus gafas adquirían un extraño brillo que ocultaba sus rojos e intensos ojos. Ah, recuerdos... ¿cómo olvidar tan fácilmente?
Marcus suspiró levemente y miró unos momentos la chimenea apagada. El fuego pronto se encendería. El invierno llegaría, pero él continuaría ardiendo por siempre. Otra sonrisa sutil y sombría adornó su rostro, justo cuando los gritos de Ziel lo desconcertaron. El vampiro cerró el libro justo en el momento en que Ziel se arrojó sobre él, obligándolo a dejarlo caer al suelo. Parpadeó un par de veces mientras el muchacho se aferraba a su cuello. Tras la sorpresa, acabó sonriendo cálidamente. Acarició la cabeza de Ziel con una mano mientras con el otro brazo lo rodeaba por la cintura, manteniéndolo cerca de él.
- Tranquilo, Ziel. No estás solo. Bella y yo estamos aquí. Simplemente te dejé arriba para que descanses mejor, pero veo que ya no lo necesitas, ¿eh? -murmuró, alborotando con sus dedos el cabello azulado que caía sobre la frente de Ziel. Acto seguido, besó su mejilla tiernamente y lo miró a los ojos. Se quitó los anteojos y se estiró un poco para dejarlos sobre la mesa, junto con el libro que acababa de levantar del suelo.
- Dime, ¿tienes hambre? Hay bolsas de sangre en la nevera -dijo mientras regresaba sus ojos a él, con una expresión cálida y paternal. Viéndolo desde cierta perspectiva, Bella y él parecían los auténticos padres de Ziel. Qué circunstancia más atrevida, divertida y... compleja.
Marcus suspiró levemente y miró unos momentos la chimenea apagada. El fuego pronto se encendería. El invierno llegaría, pero él continuaría ardiendo por siempre. Otra sonrisa sutil y sombría adornó su rostro, justo cuando los gritos de Ziel lo desconcertaron. El vampiro cerró el libro justo en el momento en que Ziel se arrojó sobre él, obligándolo a dejarlo caer al suelo. Parpadeó un par de veces mientras el muchacho se aferraba a su cuello. Tras la sorpresa, acabó sonriendo cálidamente. Acarició la cabeza de Ziel con una mano mientras con el otro brazo lo rodeaba por la cintura, manteniéndolo cerca de él.
- Tranquilo, Ziel. No estás solo. Bella y yo estamos aquí. Simplemente te dejé arriba para que descanses mejor, pero veo que ya no lo necesitas, ¿eh? -murmuró, alborotando con sus dedos el cabello azulado que caía sobre la frente de Ziel. Acto seguido, besó su mejilla tiernamente y lo miró a los ojos. Se quitó los anteojos y se estiró un poco para dejarlos sobre la mesa, junto con el libro que acababa de levantar del suelo.
- Dime, ¿tienes hambre? Hay bolsas de sangre en la nevera -dijo mientras regresaba sus ojos a él, con una expresión cálida y paternal. Viéndolo desde cierta perspectiva, Bella y él parecían los auténticos padres de Ziel. Qué circunstancia más atrevida, divertida y... compleja.
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
Cerré los ojos con fuerza, inspirando hondo. Marcus seguía aquí. Él seguía aquí, conmigo, velando por mi sueño aunque no estuviera en la misma habitación. Simplemente esperando a que me levantara. En cambio, yo prefería tener a alguien presente mientras estuviera despierto. Pero, ¿quién sabe cuánto duerme un vampiro? Ni Bella ni Marcus podían estar cruzados de brazos mientras durara, porque a mí me diera más seguridad a la hora de dormir. Debía hacerme a la idea e irme acostumbrando a llevar una vida normal y corriente, justamente como la que llevaba antes del secuestro. Abrí los ojos, observando las gafas y el libro de la mesilla. Me quedé un rato más agarrándole, sintiéndome seguro y tranquilo entre sus brazos, mientras acariciaba la cabeza. Después, clavé las rodillas sobre el sillón y lo miré sorprendido. ¿Tanto había cambiado?
Más bien, ¿tanto le había cambiado?
Asentí a sus palabras, convencido de que Bella bajaría del piso superior en cualquier momento. Toda penuria había desaparecido de la cabeza del neófito, para dar paso a una sonrisa plena. No, los cazadores no llevaban razón. No la llevaban. Marcus y Bella seguían aquí, conmigo, tanto para lo bueno, como para lo malo. Y me gustaba que fuera así.
Soplé hacia arriba los pequeños hilos azules que se introducían por los ojos y finalmente acabé por sacudir la cabeza y colocar todos aquellos mechones que Marcus había descolocado. Abrí los labios para contestar, pero el primer enunciado que iba a decir, no era adecuado o acabaría por malinterpretar, ya que: "quiero dormir contigo", lograra acarrear alguna otra acción de por medio. Para mi entendimiento era: Marcus leía y yo dormía. Para él... quién supiera. Y en tal caso, personalmente no era de sumo agrado si Bella entrara en la habitación en idóneo momento. Tampoco quería fomentar a ello, pues todo lo relacionado, era un tema unido a los cazadores y el secuestro. De modo que, cambié rápidamente lo que iba a decir.
-Ahora ya no duermo tanto como antes. - Contesté.
Con el índice abrí la tapa del libro que el vampiro estaba leyendo hacía escasos minutos, si no fuera porque le hubiera interrumpido. Medicina. El azul se clavó curioso sobre el rojo del contrario. ¿Por qué estaba leyendo libros de estos? ¿Desde cuándo era su afición? Además, ¿acaso no era suficiente mientras tuviéramos los dones de Bella? ¿Estaba, acaso, intentando desarrollar nuevos dones? ¿Se podía hacer eso? O, ¿quizá Marcus fue médico hacía muchos años y tan sólo yo no sabía nada al respecto? Pero así era. Marcus nunca hablaba de su pasado, ni de lo que fue, ni en dónde estuvo, ni nada. Todo era un secreto tanto para Bella como para mí, pues él nunca quería abrirse y contarnos su historia. En cambio, él sabía seguramente la mía; puede que no completamente pero una gran parte sí.
Asentí levemente, reconociendo que tenía sed. Pero las bolsas de sangre no me atraían tanto como la sangre del susodicho. Sin embargo, tampoco podía estar dependiendo de Marcus y Bella para estar alimentándome constantemente. Debía de dejarme de las buenas costumbres y aceptar la situación como un verdadero vampiro haría, alejando los vicios insanos. Eché la cabeza hacia atrás, dando un suspiro. Ser vampiro era mucho más agobiante y difícil de lo que creía.
Seguidamente, estiré las piernas y me levanté para ir a la cocina y traerme tres bolsas de sangre. Una para Marcus y dos para el neófito, el cual acabó sentándose al lado de su mentor nuevamente, tendiendo una de las bolsas.
-Marcus... ¿por qué... ? - ¿Por qué nunca nos hablas de tu pasado? La curiosidad llamaba incesablemente, pero... Si Marcus no había hablado nunca de su pasado, es porque quizá no le gustara recordarlo. Y obviamente, no iba a obligarle a decir nada que no quisiera. - Nada, déjalo, era una tontería. - Moví la mano y sonreí, mirando el suelo.Destapé una de mis botellas y comencé a beberla, escrutando a mi acompañante, preguntándome millones de cosas sobre "cómo era Marcus O'Conell".
Más bien, ¿tanto le había cambiado?
Asentí a sus palabras, convencido de que Bella bajaría del piso superior en cualquier momento. Toda penuria había desaparecido de la cabeza del neófito, para dar paso a una sonrisa plena. No, los cazadores no llevaban razón. No la llevaban. Marcus y Bella seguían aquí, conmigo, tanto para lo bueno, como para lo malo. Y me gustaba que fuera así.
Soplé hacia arriba los pequeños hilos azules que se introducían por los ojos y finalmente acabé por sacudir la cabeza y colocar todos aquellos mechones que Marcus había descolocado. Abrí los labios para contestar, pero el primer enunciado que iba a decir, no era adecuado o acabaría por malinterpretar, ya que: "quiero dormir contigo", lograra acarrear alguna otra acción de por medio. Para mi entendimiento era: Marcus leía y yo dormía. Para él... quién supiera. Y en tal caso, personalmente no era de sumo agrado si Bella entrara en la habitación en idóneo momento. Tampoco quería fomentar a ello, pues todo lo relacionado, era un tema unido a los cazadores y el secuestro. De modo que, cambié rápidamente lo que iba a decir.
-Ahora ya no duermo tanto como antes. - Contesté.
Con el índice abrí la tapa del libro que el vampiro estaba leyendo hacía escasos minutos, si no fuera porque le hubiera interrumpido. Medicina. El azul se clavó curioso sobre el rojo del contrario. ¿Por qué estaba leyendo libros de estos? ¿Desde cuándo era su afición? Además, ¿acaso no era suficiente mientras tuviéramos los dones de Bella? ¿Estaba, acaso, intentando desarrollar nuevos dones? ¿Se podía hacer eso? O, ¿quizá Marcus fue médico hacía muchos años y tan sólo yo no sabía nada al respecto? Pero así era. Marcus nunca hablaba de su pasado, ni de lo que fue, ni en dónde estuvo, ni nada. Todo era un secreto tanto para Bella como para mí, pues él nunca quería abrirse y contarnos su historia. En cambio, él sabía seguramente la mía; puede que no completamente pero una gran parte sí.
Asentí levemente, reconociendo que tenía sed. Pero las bolsas de sangre no me atraían tanto como la sangre del susodicho. Sin embargo, tampoco podía estar dependiendo de Marcus y Bella para estar alimentándome constantemente. Debía de dejarme de las buenas costumbres y aceptar la situación como un verdadero vampiro haría, alejando los vicios insanos. Eché la cabeza hacia atrás, dando un suspiro. Ser vampiro era mucho más agobiante y difícil de lo que creía.
Seguidamente, estiré las piernas y me levanté para ir a la cocina y traerme tres bolsas de sangre. Una para Marcus y dos para el neófito, el cual acabó sentándose al lado de su mentor nuevamente, tendiendo una de las bolsas.
-Marcus... ¿por qué... ? - ¿Por qué nunca nos hablas de tu pasado? La curiosidad llamaba incesablemente, pero... Si Marcus no había hablado nunca de su pasado, es porque quizá no le gustara recordarlo. Y obviamente, no iba a obligarle a decir nada que no quisiera. - Nada, déjalo, era una tontería. - Moví la mano y sonreí, mirando el suelo.Destapé una de mis botellas y comencé a beberla, escrutando a mi acompañante, preguntándome millones de cosas sobre "cómo era Marcus O'Conell".
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Re: Sala de estar
Marcus aguardaba por una respuesta por parte de Ziel mientras se sentía tranquilo y relajado de tenerle allí consigo. A decir verdad, el hecho de que Bella y él estuvieran viviendo bajo el mismo techo junto con un ser tan impuro como era, le otorgaba una extraña felicidad. ¿Acaso debía tomar esto como una recompensa por todo lo hecho? ¿Se trataba de una bendición por redimirse y hacer todo lo posible por limpiar ese oscuro pasado de muerte y penuria? No lo sabía, y verdaderamente temía que al cerrar los ojos todo desapareciera como en un hermoso y fugaz espejismo.
Cuando finalmente las palabras de Ziel rompieron el silencio, Marcus sonrió y emitió un sutil sonido gutural a modo de pequeña carcajada apagada. La expresión de Ziel le daba ternura a la vez que le provocaba risa. A veces se preguntaba en qué estaba pensando. Tanto el muchacho como Bella tenían dones para poder inmiscuirse en la mente ajena, pero él no. Ambos tenían dones benévolos para aliviar el dolor y ayudar a quienes lo necesitan, pero él no. Marcus había sido diseñado como una máquina de matar, y su mecanismo funcionaba de ese modo y no había otra vuelta que darle. En este punto, era preciso preguntarse qué hacían dos ángeles como ellos junto a un demonio tan sucio.
- Puedes dormir aquí mientras leo. Cuando Bella salga podemos ver alguna película o... algo -comentó, acabando por arrugar levemente el ceño mientras observaba cómo Ziel estudiaba con detenimiento la naturaleza de ese libro. Realmente, había sonado muy extraño decir eso. Ziel, Bella y Marcus viendo una película juntos en un cómodo sofá. ¿Quién lo hubiera pensado? ¿Quién lo hubiera creído posible, tiempo atrás? El vampiro siguió con la mirada a Ziel cuando se dirigió a la cocina y regresó con botellas de sangre. Aceptó la que le ofrecía y la destapó, dando un suave sorbo y manchando sus labios de aquel rojo aperitivo. Cuando Ziel emitió aquel "por qué", el vampiro lo observó sorprendido.
- ¿Por qué qué, Ziel? -inquirió, extrañado. Aunque, al regresar su vista al frente y toparse con la tapa del libro, pudo comprender por dónde venía la cuestión. Sonrió suavemente mientras daba otro sorbo-. Medicina -dijo, desviando sus ojos a Ziel nuevamente-. ¿Qué hay de malo en revivir las épocas de estudiante? -rió ligeramente y dejó la botella medio vacía sobre la mesa-. El tener un hogar significa que alguien debe mantenerlo, ¿no es cierto? Mañana saldré a buscar trabajo -murmuró, inclinándose hacia adelante y tomando la botella entre sus dedos otra vez. Bebió otro poco, pensativo. Si bien Marcus no había saciado las incertidumbres de Ziel al cien por ciento, por algo se comenzaba... ¿No?
Cuando finalmente las palabras de Ziel rompieron el silencio, Marcus sonrió y emitió un sutil sonido gutural a modo de pequeña carcajada apagada. La expresión de Ziel le daba ternura a la vez que le provocaba risa. A veces se preguntaba en qué estaba pensando. Tanto el muchacho como Bella tenían dones para poder inmiscuirse en la mente ajena, pero él no. Ambos tenían dones benévolos para aliviar el dolor y ayudar a quienes lo necesitan, pero él no. Marcus había sido diseñado como una máquina de matar, y su mecanismo funcionaba de ese modo y no había otra vuelta que darle. En este punto, era preciso preguntarse qué hacían dos ángeles como ellos junto a un demonio tan sucio.
- Puedes dormir aquí mientras leo. Cuando Bella salga podemos ver alguna película o... algo -comentó, acabando por arrugar levemente el ceño mientras observaba cómo Ziel estudiaba con detenimiento la naturaleza de ese libro. Realmente, había sonado muy extraño decir eso. Ziel, Bella y Marcus viendo una película juntos en un cómodo sofá. ¿Quién lo hubiera pensado? ¿Quién lo hubiera creído posible, tiempo atrás? El vampiro siguió con la mirada a Ziel cuando se dirigió a la cocina y regresó con botellas de sangre. Aceptó la que le ofrecía y la destapó, dando un suave sorbo y manchando sus labios de aquel rojo aperitivo. Cuando Ziel emitió aquel "por qué", el vampiro lo observó sorprendido.
- ¿Por qué qué, Ziel? -inquirió, extrañado. Aunque, al regresar su vista al frente y toparse con la tapa del libro, pudo comprender por dónde venía la cuestión. Sonrió suavemente mientras daba otro sorbo-. Medicina -dijo, desviando sus ojos a Ziel nuevamente-. ¿Qué hay de malo en revivir las épocas de estudiante? -rió ligeramente y dejó la botella medio vacía sobre la mesa-. El tener un hogar significa que alguien debe mantenerlo, ¿no es cierto? Mañana saldré a buscar trabajo -murmuró, inclinándose hacia adelante y tomando la botella entre sus dedos otra vez. Bebió otro poco, pensativo. Si bien Marcus no había saciado las incertidumbres de Ziel al cien por ciento, por algo se comenzaba... ¿No?
- Marcus O'Conell
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Re: Sala de estar
Tras beber una de las botellas, hice una pequeña mueca. Ah... la sangre fría no tenía el mismo gusto, ni intensidad que cuando estaba dentro de un cuerpo caliente. Dentro de que lo que se podría decir, Marcus seguía siendo un cuerpo más cálido que una nevera, ¿no? Y tenerle allí al lado, mientras la botella desprestigiaba el adorable aroma y sabor de la sangre; estaba tentándome. Por eso nada más que hacía observarle inquisidor, pensando cuál sería el momento justo para abalanzarme sobre él. "No, basta, Ziel. Debes dejar esos hábitos o nunca sabrás controlarte donde esté Bella o Marcus". Suspiré, haciendo caso a mi conciencia. Pero era tan adictivo estar oliendo la esencia de Marcus, que era imposible detenerlo.
Dejé la que terminé en el suelo y miré la otra, tomándola con ambas manos. Parecía zumo de tomate. Pero, ¿por qué debería beberla si no iba a bastar para calmar la sed? Sabía lo que iba a calmarme la sed, aunque fuera el camino más fácil y no la mejor solución. Inconscientemente hice un extraño gesto con la lengua, desconforme. Tenía que probar meterlas en el microondas, a ver si su resultado era más agradable que hacerlo directamente. Y sin previo aviso, volví a levantarme en dirección a la cocina para semejante experimento. Tras unos minutos, regresé a la sala de estar con la botella entre las manos, desprendiendo el pequeño hilo de humo al contraste con la temperatura de un vampiro. La cambiaba de una mano a otra, con el temor a que lograra quemarme tan simple sustancia. Miré a Marcus sonriente, encogiendo los hombros.
-Fría no sabe igual… - Me excusé tranquilamente, sentándome en el sofá nuevamente. Crucé las piernas y destapé la segunda botella, esta vez con más ganas de tomármela que la otra. El olor no exactamente igual, pero al menos podía engañar al olfato en que lo fuera. Después del primer sorbo, dejé caer la espalda hacia el sofá. Por supuesto que esto era mucho mejor, más parecido a lo que había estado bebiendo desde la conversión.
Me incorporé, clavando los codos sobre las rodillas y mirando hacia el frente, perdido. ¿Ver una película o…? Ese algo tan llamativo y poco sonado, empezó a dar vueltas por la cabeza del neófito. Bajé la cabeza hacia delante. Si me preguntaba, prefería ver una película. Sus recuerdos todavía seguían haciendo estragos sobre las profanaciones de los cazadores y sinceramente, no quería rememorar escenas durante un largo tiempo. El pulso del chico quedó totalmente inmovilizado. Necesitaba eso justamente: tiempo. Tiempo para olvidar, para superarlo, para pasar página y empezar de cero. En cambio, si eso hacía feliz a Marcus, yo intentaría superar mis miedos. Nadie dijera que no quisiera tener un momento a solas con él, sólo que aún no me veía mentalmente preparado para entregarme. Aunque, al fin y al cabo, algún día debería hacerlo. Y él parecía ser el único que pudiera ayudarme, pues Bella, al ser mujer, no provocaba aquel extraño pánico a que me tocaran en la piel desnuda. Sacudí el pelo y finalmente, alejando todo recuerdo e intentando dejar la mente en blanco y asentí lentamente, girando la cabeza para mirarlo.
De repente, el cuerpo del neófito cayó por gravedad hacia un lateral, sujetando la botella con cuidado; depositando la cabeza sobre las piernas de Marcus. Cerré los ojos suavemente.
-Nunca he ido al cine. – Confesé, ladeando la cabeza. Donde yo vivía no había cine, ni centros comerciales, ni nada semejante. Únicamente había agricultura, festivales y lluvias. Disfrutábamos la vida de una manera más natural, en vez de artificial. Pero alguna vez había visto una película con mi madre en la televisión; tampoco era tan sumamente inculto.
Luego de su pregunta, encogí los hombros como si no supiera de qué estaba preguntándome. La curiosidad tenía que esconderse debajo de la lengua, no en el habla. Sin embargo, Marcus pareció estar dentro de mi mente y leer algunas de mis verdaderas preguntas. Rodé para quedar bocarriba y deslicé la botella al abdomen para que no volcara. ¿Por qué estaba contándomelo tan voluntariamente? “Ah, Ziel… Marcus no puede leer mentes, pero sí que puede leer en tus ojos y en tus gestos”, resonó. Sonreí levemente, llevando la mano libre a la mitad del rostro. Lentamente, acabó por escurrirse y sujetar también la botella.
-No hay nada malo. ¿Fuiste estudiante de medicina? – Pregunté sonriente, dejando que la palabra volviera a robarme la incertidumbre que transportaba. - ¿Por qué lo dejaste? – Arrugué el ceño, preocupado. Quizá renunció por Ella. Sí, era lo más probable que lo hubiera hecho. Yo también lo haría. Levanté una mano para rozar su mentón, observándolo desde la posición actual. Aún no podía hacerme la idea que detrás de tan despiadado ser, se escondiera un médico. ¿Por qué eres tan perfecto, Marcus O’Conell? ¿Cómo fue que acabamos en esta situación? ¿Cómo fueron tus artes para atarme tan delicadamente? Me incorporé, besando antes debajo de su mentón suavemente.
-Yo también. – Afirmé serio, levantando el orgullo para mañana salir a buscar empleo. Di un largo trago a la botella, manchándome las comisuras de sangre. Sí, estaba decidido. Mañana iría temprano con Marcus. Y Bella estaría en casa, e iría a buscar sangre mientras ambos trabajábamos. No obstante, quizá yo no pudiera traer tanto dinero al final del mes como un médico profesional lo haría, pues cualquiera diría que había dejado los estudios después de tanto tiempo sin ir por la Academia y haber repetido el año pasado. Pero aun de camarero, al menos sería algo que aportar a quedarse de brazos cruzados en casa sin hacer nada. No quería convertirme en un consentido y un mantenido. Yo también podía poner mi granito a esta montaña de arena. Y prácticamente había olvidado que era un neófito sin dominio de su raza.
Dejé la que terminé en el suelo y miré la otra, tomándola con ambas manos. Parecía zumo de tomate. Pero, ¿por qué debería beberla si no iba a bastar para calmar la sed? Sabía lo que iba a calmarme la sed, aunque fuera el camino más fácil y no la mejor solución. Inconscientemente hice un extraño gesto con la lengua, desconforme. Tenía que probar meterlas en el microondas, a ver si su resultado era más agradable que hacerlo directamente. Y sin previo aviso, volví a levantarme en dirección a la cocina para semejante experimento. Tras unos minutos, regresé a la sala de estar con la botella entre las manos, desprendiendo el pequeño hilo de humo al contraste con la temperatura de un vampiro. La cambiaba de una mano a otra, con el temor a que lograra quemarme tan simple sustancia. Miré a Marcus sonriente, encogiendo los hombros.
-Fría no sabe igual… - Me excusé tranquilamente, sentándome en el sofá nuevamente. Crucé las piernas y destapé la segunda botella, esta vez con más ganas de tomármela que la otra. El olor no exactamente igual, pero al menos podía engañar al olfato en que lo fuera. Después del primer sorbo, dejé caer la espalda hacia el sofá. Por supuesto que esto era mucho mejor, más parecido a lo que había estado bebiendo desde la conversión.
Me incorporé, clavando los codos sobre las rodillas y mirando hacia el frente, perdido. ¿Ver una película o…? Ese algo tan llamativo y poco sonado, empezó a dar vueltas por la cabeza del neófito. Bajé la cabeza hacia delante. Si me preguntaba, prefería ver una película. Sus recuerdos todavía seguían haciendo estragos sobre las profanaciones de los cazadores y sinceramente, no quería rememorar escenas durante un largo tiempo. El pulso del chico quedó totalmente inmovilizado. Necesitaba eso justamente: tiempo. Tiempo para olvidar, para superarlo, para pasar página y empezar de cero. En cambio, si eso hacía feliz a Marcus, yo intentaría superar mis miedos. Nadie dijera que no quisiera tener un momento a solas con él, sólo que aún no me veía mentalmente preparado para entregarme. Aunque, al fin y al cabo, algún día debería hacerlo. Y él parecía ser el único que pudiera ayudarme, pues Bella, al ser mujer, no provocaba aquel extraño pánico a que me tocaran en la piel desnuda. Sacudí el pelo y finalmente, alejando todo recuerdo e intentando dejar la mente en blanco y asentí lentamente, girando la cabeza para mirarlo.
De repente, el cuerpo del neófito cayó por gravedad hacia un lateral, sujetando la botella con cuidado; depositando la cabeza sobre las piernas de Marcus. Cerré los ojos suavemente.
-Nunca he ido al cine. – Confesé, ladeando la cabeza. Donde yo vivía no había cine, ni centros comerciales, ni nada semejante. Únicamente había agricultura, festivales y lluvias. Disfrutábamos la vida de una manera más natural, en vez de artificial. Pero alguna vez había visto una película con mi madre en la televisión; tampoco era tan sumamente inculto.
Luego de su pregunta, encogí los hombros como si no supiera de qué estaba preguntándome. La curiosidad tenía que esconderse debajo de la lengua, no en el habla. Sin embargo, Marcus pareció estar dentro de mi mente y leer algunas de mis verdaderas preguntas. Rodé para quedar bocarriba y deslicé la botella al abdomen para que no volcara. ¿Por qué estaba contándomelo tan voluntariamente? “Ah, Ziel… Marcus no puede leer mentes, pero sí que puede leer en tus ojos y en tus gestos”, resonó. Sonreí levemente, llevando la mano libre a la mitad del rostro. Lentamente, acabó por escurrirse y sujetar también la botella.
-No hay nada malo. ¿Fuiste estudiante de medicina? – Pregunté sonriente, dejando que la palabra volviera a robarme la incertidumbre que transportaba. - ¿Por qué lo dejaste? – Arrugué el ceño, preocupado. Quizá renunció por Ella. Sí, era lo más probable que lo hubiera hecho. Yo también lo haría. Levanté una mano para rozar su mentón, observándolo desde la posición actual. Aún no podía hacerme la idea que detrás de tan despiadado ser, se escondiera un médico. ¿Por qué eres tan perfecto, Marcus O’Conell? ¿Cómo fue que acabamos en esta situación? ¿Cómo fueron tus artes para atarme tan delicadamente? Me incorporé, besando antes debajo de su mentón suavemente.
-Yo también. – Afirmé serio, levantando el orgullo para mañana salir a buscar empleo. Di un largo trago a la botella, manchándome las comisuras de sangre. Sí, estaba decidido. Mañana iría temprano con Marcus. Y Bella estaría en casa, e iría a buscar sangre mientras ambos trabajábamos. No obstante, quizá yo no pudiera traer tanto dinero al final del mes como un médico profesional lo haría, pues cualquiera diría que había dejado los estudios después de tanto tiempo sin ir por la Academia y haber repetido el año pasado. Pero aun de camarero, al menos sería algo que aportar a quedarse de brazos cruzados en casa sin hacer nada. No quería convertirme en un consentido y un mantenido. Yo también podía poner mi granito a esta montaña de arena. Y prácticamente había olvidado que era un neófito sin dominio de su raza.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Sala de estar
Llegué corriendo a la sala de estar y allí estaban las personas que más quería en este mundo. ¡Marcus! ¡Ziel! Me abalancé sobre ellos. Parecía que había estado sin ellos una eternidad pero en realidad habían sido unas horas. No podía estar separada de ellos por mucho tiempo. Les echaría de menos continuamente si así fuese. ¿Estáis bien? Dije ansiosa mientras abrazaba a ambos.
Oye a todo esto, he cogido ropa del armario..¿Me queda bien? Ante todo hacía falta una opinión masculina. Había cogido ropa de un armario que no sabía de quien era, no podía esperar que votaran a favor. Y..¿dónde estamos? Esperaba que me lo pudieran explicar, desde que llegué había estado un poco desconcertada con todo esto. Y había sido una aprovechada. Me he duchado en un baño ajeno y me he puesto ropa que no era mía. O por lo menos eso creo. Miré detenidamente la sala de estar. La casa es preciosa.. Susurré mientras miraba anonadada la estancia.
Miré hacia donde estaban las bolsas de sangre. Tenía sed, mucha sed, había gastado mis energías y necesitaba recuperarme del todo. Pero eso todavía podía esperar un poco. Necesitaba estar en los brazos de Marcus y Ziel un ratito. En una situación como esta parecía mentira que estuviéramos así de tranquilos. Echaba de menos poder estar así. Llevábamos tanto tiempo sin descanso que no podía creerme tal estado de tranquilidad. Desde hacía tiempo había deseado algo así. Paz y tranquilidad con Marcus y Ziel. Sin prisas, sin miedos, sin ningún problema. Ya estaba cansada de tanto dolor y sufrimiento. Nos merecíamos descanso y estar tranquilos por una temporada. No podemos tener mala suerte el resto de nuestras vidas ¿no?
Aparté el mechón de pelo que me cubría la cara. Aún tenía el pelo mojado. Me reí yo sola. Estaba tan ansiosa por verles que no pude ni secarme el pelo. Les miré a los dos y sonreí ampliamente. No podía desear otra cosa que estar con ellos. Me transmiten tanta paz. No podía imaginarme el tener que separarme de ellos. Ahora son mi familia. La familia que nunca tuve. Quería llorar de felicidad, habíamos llegado sanos y salvos. Volvíamos a estar juntos y bien, de nuevo afrontando las dificultades que se habían interpuesto. No los merecía, y lo mejor de todo es que les quería demasiado.
A decir verdad quería demasiadas cosas que ahora estaban lejos de mí. Mi hermana se había ido hace tiempo y no sabía nada de ella. Me preocupaba bastante pero sería peor se se hubiera quedado aquí. También echaba de menos a Fraiah, a Yuuki y a todos ellos. Y aunque me cueste reconocerlo, ahora no eran buenos tiempos. No estaba el horno para bollos y empeorarían mucho las cosas. No podía fiarme de nadie, ahora ya no. Estaba con Marcus y Ziel, que eran los únicos que me hacían falta ahora. Mucha falta. Ahora podíamos disfrutar de nosotros y hacer cosas que habríamos querido hacer cuando no podíamos. Aunque es una realidad que los vampiros ibamos a ser perseguidos si o si siempre. Seas bueno o malo, siempre acababas mal por una parte o por otra. Eso es lo que más me preocupaba ahora mismo.
Oye a todo esto, he cogido ropa del armario..¿Me queda bien? Ante todo hacía falta una opinión masculina. Había cogido ropa de un armario que no sabía de quien era, no podía esperar que votaran a favor. Y..¿dónde estamos? Esperaba que me lo pudieran explicar, desde que llegué había estado un poco desconcertada con todo esto. Y había sido una aprovechada. Me he duchado en un baño ajeno y me he puesto ropa que no era mía. O por lo menos eso creo. Miré detenidamente la sala de estar. La casa es preciosa.. Susurré mientras miraba anonadada la estancia.
Miré hacia donde estaban las bolsas de sangre. Tenía sed, mucha sed, había gastado mis energías y necesitaba recuperarme del todo. Pero eso todavía podía esperar un poco. Necesitaba estar en los brazos de Marcus y Ziel un ratito. En una situación como esta parecía mentira que estuviéramos así de tranquilos. Echaba de menos poder estar así. Llevábamos tanto tiempo sin descanso que no podía creerme tal estado de tranquilidad. Desde hacía tiempo había deseado algo así. Paz y tranquilidad con Marcus y Ziel. Sin prisas, sin miedos, sin ningún problema. Ya estaba cansada de tanto dolor y sufrimiento. Nos merecíamos descanso y estar tranquilos por una temporada. No podemos tener mala suerte el resto de nuestras vidas ¿no?
Aparté el mechón de pelo que me cubría la cara. Aún tenía el pelo mojado. Me reí yo sola. Estaba tan ansiosa por verles que no pude ni secarme el pelo. Les miré a los dos y sonreí ampliamente. No podía desear otra cosa que estar con ellos. Me transmiten tanta paz. No podía imaginarme el tener que separarme de ellos. Ahora son mi familia. La familia que nunca tuve. Quería llorar de felicidad, habíamos llegado sanos y salvos. Volvíamos a estar juntos y bien, de nuevo afrontando las dificultades que se habían interpuesto. No los merecía, y lo mejor de todo es que les quería demasiado.
A decir verdad quería demasiadas cosas que ahora estaban lejos de mí. Mi hermana se había ido hace tiempo y no sabía nada de ella. Me preocupaba bastante pero sería peor se se hubiera quedado aquí. También echaba de menos a Fraiah, a Yuuki y a todos ellos. Y aunque me cueste reconocerlo, ahora no eran buenos tiempos. No estaba el horno para bollos y empeorarían mucho las cosas. No podía fiarme de nadie, ahora ya no. Estaba con Marcus y Ziel, que eran los únicos que me hacían falta ahora. Mucha falta. Ahora podíamos disfrutar de nosotros y hacer cosas que habríamos querido hacer cuando no podíamos. Aunque es una realidad que los vampiros ibamos a ser perseguidos si o si siempre. Seas bueno o malo, siempre acababas mal por una parte o por otra. Eso es lo que más me preocupaba ahora mismo.
- Bella.N.Gring
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Re: Sala de estar
Después de la última palabra, el silencio se formó hasta las respuestas de Marcus. Y de un momento a otro empecé a pensar cómo fue el pasado de Marcus y cómo o cuánto era el cambio supuesto en su futuro con nosotros; de cómo habíamos llegado a vivir los tres bajo el mismo techo, cómo fue que un pacto de sangre acabó en una relación y otros demases... A veces, muchas de ellas -justo como ahora-, acababa por compararme con la mujer de su fotografía de época; en los puntos fuertes de cada uno, en los comunes y todo lo que albergábamos diferente. Por así decirlo, si él se hubiera fijado en un humano como yo porque terminara por parecerme a Ella. O tal vez era todo lo contrario y le llamó la atención. No obstante, el hecho de que fuera un hombre, rompía algunos de los esquemas. Pero de momento, eran millones de dudas y preguntas sobre cómo fue Ella, o mejor: qué era Ella para Marcus. Siempre Ella ocupaba todo objeto de comparación en posición del vampiro, pues también me he comparado demasiadas ocasiones con Kai. Y quizá Marcus se casara con aquella mujer, quizá tuviera hijos, o quizá ninguna de las dos cosas.
Apoyé la barbilla en el borde de la botella medio vacía, absorto. Ahora... El ahora. Marcus actualmente tenía algo así como dos criaturas de las que encargarse de proteger: Bella y yo. Podría asemejarse a algo así como "hijos", pero que no terminaba de serlo ya entre los tres había una unión demasiada intensa y ardiente como para tratarse de Padre e hijos. Aunque puede que los vecinos terminen por pensar que Bella y yo somos hermanos y Marcus nuestro padre. Tampoco lo veía del todo mal, la verdad. Continuaríamos con nuestra vida perfectamente tanto fuera como dentro, sin que nadie nos mirase extraño. Di un trago a la botella, sacudiendo el pelo momentáneamente. Luego giré la cabeza hacia Marcus, sonriente; dándole vueltas. Parecía increíble que después de casi un año, nos encontráramos los dos sentados en el mismo sofá, hablando tranquilamente, dando pequeñas muestras de afecto; cuando antes ni siquiera podíamos estar más de hora juntos porque la lucha de egos y el poderío de Marcus era insoportable para un humano.
Dejé la botella en la mesilla, dando otro vistazo al libro. Rodeé el brazo de Marcus con los míos, acomodándome en su hombro y acurrucándome en su costillar. Había descansado tantas veces la cabeza en ese lugar que resultó por ser costumbre. Besé su hombro y lo observé tranquilamente, espectante de cada uno de sus pestañeos. Jamás me cansaría de contemplar el rostro de Bella y Marcus. Cada vez que lo hacía, lograba encontrar algo diferente, como por ejemplo una simple peca en el pómulo. Y de repente, las voces de Bella bajaban por las escaleras. Sonreí nada más verla. Me alegraba que estuviera en mejor estado del que la dejé en la Iglesia por beber su sangre.
Estiré los brazos en cuanto la chica vino corriendo hacia ambos y la abracé con fuerza. Con un brazo rodeé a Marcus también. Sí, por fin. Por fin estábamos los tres tranquilos, en paz, sanos y salvos bajo el mismo techo. Sin cazadores, sin vampiros, sin nadie más que nosotros tres.
Únicamente nosotros.
Besé la sien de cada uno con infinita felicidad. Ojalá este momento no tuviera que romperse nunca y permaneciera intacto hasta el resto de la eternidad. Atraje a Bella más contra nosotros, dejándola justamente en la mitad entre ambos, pero sentada mayoritariamente sobre mis piernas. Agarré su cintura y volví a besar su pelo para terminar observándola de igual modo que hice anteriormente con Marcus.
-Sí, tranquila Bella. Estamos bien. - Ladeé la cabeza hacia un lado, sonriendo al vampiro. ¿Él también estaba bien, no? No le veía preocupado, ni malhumorado, ni enfadado; sino pacífico, agradable y contento. Eso, o sabía mentir a la perfección. Y tampoco yo tenía tanta sed como antes.
Bajé los ojos para notar el cambio de vestuario de Bella. Quité uno de sus mechones y lo recogí sobre la oreja de la chica.
-Estás perfecta. - Contesté. Volví a acercarme a ella y besé su mentón con cariño. Bella era perfecta. La perfecta ama de casa, la perfecta enfermera, la perfecta alumna, la perfecta hija y sobre todo, la más perfecta novia de todas. Incluso me ponía celoso de que Marcus tuviera afecto por ella.
Tras escuchar la pregunta de la chica, eché la cabeza hacia atrás sobre el sofá. Bella no conocía que esta iba a ser la casa en donde viviríamos a partir de ahora, donde todas las veces que dijimos de formar un hogar acabaron por hacerse realidad. El neófito regresó los ojos hacia su mentor. "¿Se lo dices tú o se lo digo yo?", dije en la mente del mayor de los tres.
-¿Sí? ¿Te gusta? A mí también. - Recorrí la estancia con la mirada, orgulloso de cada rincón y cada cuadro. Sí, podíamos decir que esta casa nos pertenecía. Al final me tomé la iniciativa de contárselo: - Bella, esta casa... Es nuestra. Bueno, realmente Marcus la compró para nosotros pero... - Encogí los hombros, dándole los honores al verdadero propietario y comprador. - ... Aquí es donde vamos a vivir de ahora en adelante. Finalizó la época de nómadas, de ir de un lugar a otro en busca de un techo. Ahora podemos estar aquí tranquilos, fuera del alcance de los cazadores. - Kasha había llenado todo el jardín de trampas tanto para humanos cazadores como para vampiros, además de eliminar nuestro olor hasta el lugar. Al menos creía, más bien quería creer, que Ellos no nos encontrarían jamás. - Podemos vivir los tres tranquilos y en paz. Como una familia. - O una manada, según se viera.
Tomé el mentón de la chica y giré su rostro hacia el mío para besarla, abrazándola con más fuerza y apoyé la mejilla sobre el hombro de Marcus. Ah, me encantaba repetirlo: familia, nuestra familia. Los tres juntos, como siempre había soñado, se convirtió en realidad. Luego me fijé en sus pupilas. El don del neófito se encargó de transmitirle la sensación de sed de la peliroja. Desde el incidente de la Iglesia seguramente no hubiera bebido nada y normal que estuviera sedienta. Alargué el brazo, recuperando la botella de sangre que había dejado a medias y dejándola sobre su regazo.
-Aún está tibia. Bébela, te hará bien. - Acaricié su mejilla con dulzura. Conocía demasiado a Bella como para saber que no optaría por beber la sangre de ninguno de nosotros a menos que fuera de estricta necesidad. Levanté la vista para mirar a Marcus otra vez y devolverla hacia Bella sucesivamente.
Aún no podía creérmelo.
Apoyé la barbilla en el borde de la botella medio vacía, absorto. Ahora... El ahora. Marcus actualmente tenía algo así como dos criaturas de las que encargarse de proteger: Bella y yo. Podría asemejarse a algo así como "hijos", pero que no terminaba de serlo ya entre los tres había una unión demasiada intensa y ardiente como para tratarse de Padre e hijos. Aunque puede que los vecinos terminen por pensar que Bella y yo somos hermanos y Marcus nuestro padre. Tampoco lo veía del todo mal, la verdad. Continuaríamos con nuestra vida perfectamente tanto fuera como dentro, sin que nadie nos mirase extraño. Di un trago a la botella, sacudiendo el pelo momentáneamente. Luego giré la cabeza hacia Marcus, sonriente; dándole vueltas. Parecía increíble que después de casi un año, nos encontráramos los dos sentados en el mismo sofá, hablando tranquilamente, dando pequeñas muestras de afecto; cuando antes ni siquiera podíamos estar más de hora juntos porque la lucha de egos y el poderío de Marcus era insoportable para un humano.
Dejé la botella en la mesilla, dando otro vistazo al libro. Rodeé el brazo de Marcus con los míos, acomodándome en su hombro y acurrucándome en su costillar. Había descansado tantas veces la cabeza en ese lugar que resultó por ser costumbre. Besé su hombro y lo observé tranquilamente, espectante de cada uno de sus pestañeos. Jamás me cansaría de contemplar el rostro de Bella y Marcus. Cada vez que lo hacía, lograba encontrar algo diferente, como por ejemplo una simple peca en el pómulo. Y de repente, las voces de Bella bajaban por las escaleras. Sonreí nada más verla. Me alegraba que estuviera en mejor estado del que la dejé en la Iglesia por beber su sangre.
Estiré los brazos en cuanto la chica vino corriendo hacia ambos y la abracé con fuerza. Con un brazo rodeé a Marcus también. Sí, por fin. Por fin estábamos los tres tranquilos, en paz, sanos y salvos bajo el mismo techo. Sin cazadores, sin vampiros, sin nadie más que nosotros tres.
Únicamente nosotros.
Besé la sien de cada uno con infinita felicidad. Ojalá este momento no tuviera que romperse nunca y permaneciera intacto hasta el resto de la eternidad. Atraje a Bella más contra nosotros, dejándola justamente en la mitad entre ambos, pero sentada mayoritariamente sobre mis piernas. Agarré su cintura y volví a besar su pelo para terminar observándola de igual modo que hice anteriormente con Marcus.
-Sí, tranquila Bella. Estamos bien. - Ladeé la cabeza hacia un lado, sonriendo al vampiro. ¿Él también estaba bien, no? No le veía preocupado, ni malhumorado, ni enfadado; sino pacífico, agradable y contento. Eso, o sabía mentir a la perfección. Y tampoco yo tenía tanta sed como antes.
Bajé los ojos para notar el cambio de vestuario de Bella. Quité uno de sus mechones y lo recogí sobre la oreja de la chica.
-Estás perfecta. - Contesté. Volví a acercarme a ella y besé su mentón con cariño. Bella era perfecta. La perfecta ama de casa, la perfecta enfermera, la perfecta alumna, la perfecta hija y sobre todo, la más perfecta novia de todas. Incluso me ponía celoso de que Marcus tuviera afecto por ella.
Tras escuchar la pregunta de la chica, eché la cabeza hacia atrás sobre el sofá. Bella no conocía que esta iba a ser la casa en donde viviríamos a partir de ahora, donde todas las veces que dijimos de formar un hogar acabaron por hacerse realidad. El neófito regresó los ojos hacia su mentor. "¿Se lo dices tú o se lo digo yo?", dije en la mente del mayor de los tres.
-¿Sí? ¿Te gusta? A mí también. - Recorrí la estancia con la mirada, orgulloso de cada rincón y cada cuadro. Sí, podíamos decir que esta casa nos pertenecía. Al final me tomé la iniciativa de contárselo: - Bella, esta casa... Es nuestra. Bueno, realmente Marcus la compró para nosotros pero... - Encogí los hombros, dándole los honores al verdadero propietario y comprador. - ... Aquí es donde vamos a vivir de ahora en adelante. Finalizó la época de nómadas, de ir de un lugar a otro en busca de un techo. Ahora podemos estar aquí tranquilos, fuera del alcance de los cazadores. - Kasha había llenado todo el jardín de trampas tanto para humanos cazadores como para vampiros, además de eliminar nuestro olor hasta el lugar. Al menos creía, más bien quería creer, que Ellos no nos encontrarían jamás. - Podemos vivir los tres tranquilos y en paz. Como una familia. - O una manada, según se viera.
Tomé el mentón de la chica y giré su rostro hacia el mío para besarla, abrazándola con más fuerza y apoyé la mejilla sobre el hombro de Marcus. Ah, me encantaba repetirlo: familia, nuestra familia. Los tres juntos, como siempre había soñado, se convirtió en realidad. Luego me fijé en sus pupilas. El don del neófito se encargó de transmitirle la sensación de sed de la peliroja. Desde el incidente de la Iglesia seguramente no hubiera bebido nada y normal que estuviera sedienta. Alargué el brazo, recuperando la botella de sangre que había dejado a medias y dejándola sobre su regazo.
-Aún está tibia. Bébela, te hará bien. - Acaricié su mejilla con dulzura. Conocía demasiado a Bella como para saber que no optaría por beber la sangre de ninguno de nosotros a menos que fuera de estricta necesidad. Levanté la vista para mirar a Marcus otra vez y devolverla hacia Bella sucesivamente.
Aún no podía creérmelo.
- Ziel A. Carphatia
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Lun Ene 01, 2024 11:07 pm por Ichihara Yuuko
» Plaza del pueblo
Miér Jul 01, 2020 3:36 pm por Issei Chrane
» Define en una palabra.
Sáb Oct 12, 2019 3:06 pm por Fraiah B. Eslin
» Que harias con el de arriba si se quedaran en cerrados en un habitación.
Jue Oct 10, 2019 9:42 pm por Ziel A. Carphatia
» Edificios abandonados
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