~ Vampire Knight: Academia Cross ~
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    Mensaje por Kaien Cross Miér Ene 16, 2013 2:52 pm

    Recuerdo del primer mensaje :

    Este es el cementerio del pueblo, está situado a las afueras del mismo.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Sáb Jun 15, 2013 4:37 am

    Cobarde.

    Imbécil.

    Primero las palabras, luego el golpe. Porque así lo sintió Marcus O'Conell. Aunque el orden de aquellos actos fue inverso, lo primero que llegó a dolerle realmente fueron aquellas frases acusadoras y maliciosamente sinceras. ¿Era un cobarde, al fin y al cabo? ¿Era un pobre perro callejero que simulaba ser peligroso y temible? ¿Era un ser humano en el fondo, tan humano como todas aquellas personas a las cuales asesinó sin ningún motivo en particular? Sí. La respuesta era un certero y rotundo sí. De otro modo, ¿cómo podría calificarse? ¿Continuaría fingiendo sangrienta violencia? ¿O, acaso, se entregaría a su verdadero ser, se entregaría a él, a Ziel, y por fin liberaría su ser más ínfimo? La respuesta también era un Sí.

    - Ziel -volvió a susurrar. Sus labios apenas se habían movido. Estaba absorto. El chico se había armado de valor y lo había golpeado en el rostro. Luego, en el hombro. Las gotas de sangre no cesaban. El sello en su mano era el culpable de aquella herida húmeda y oscura. Aquel pacto se había sellado con sangre y con el mismo líquido carmesí se manifestaría en su más espléndido dolor. Como símbolo del pecado que era, no podía permitir que sentimientos de seres sensibles lo sabotearan. Una y otra vez, de un modo u otro, aquel amor era saboteado. Marcus sabía que poco a poco perdía el control sobre su maldad. Sabía que, poco a poco, caía cada vez más profundo en aquel Amor en tiempos de cólera.

    - Ziel... -susurró otra vez, con un poco más de intensidad. El joven se encontraba entre sus brazos. Marcus lo envolvía con suavidad y dulzura. No le importaban los golpes, no le importaban las groseras palabras. Además, ¿podría decirle que mentía? No. Ziel tuvo razón en cada palabra mencionada. Aspiró una bocanada de aire y apretó el cuerpo del muchacho un poco más contra sí, manchando su espalda con su sangre sin querer. Cerró los ojos, pero los abrió al instante. Había cierta sucesión de palabras que debía emitir.
    - Sí, soy un cobarde. Y me he ocultado tras aquel ser sanguinario todo este tiempo. ¿Qué se siente que un cobarde haya mancillado tu cuerpo durante todos estos meses? Dime, Ziel, ¿qué se siente que un cobarde esté abrazándote? -murmuró en su oído, y a medida que avanzaba en las palabras, su voz se volvía más imponente con cierto matiz irónico-. Cobarde o no, he hecho cosas horribles. Y quizá es cierto y tengas razón, porque no hay nadie más cobarde que aquel que no enfrenta sus demonios e intenta persuadirlos haciendo de la vida de los demás un infierno.

    Se separó lentamente de él, pero dejó descansando en la mejilla de Ziel una de sus manos, aquella palma sangrienta y gélida.
    - No puedo irme. Ojalá pudiera, y todo sería más sencillo. Pero no puedo -lo miró a los ojos-. Ya no puedo irme, Ziel.

    Aquella mirada transmitió algo más fuerte que cualquier palabra. Lentamente, el cobarde, el sanguinario, el ausente, el pecador... El verdadero hombre tras la máscara, acercó su rostro al del muchacho. La distancia fue resquebrajándose centímetro a centímetro, segundo a segundo. Marcus pudo percibir la cálida respiración agitada, y Ziel, probablemente, pudo sentir aquel aliento frío con aroma a invierno. De manera suave y tentadora, el Destino dispuso sus fichas en el tablero una vez más. Sus labios apenas se rozaron. Los ojos del vampiro -que estaban clavados en los ojos del humano-, viajaron hasta su tierna boca de rosa.
    - Quiero perdón, pero no lo merezco -murmuró acariciando suavemente su mejilla. Su mano viajera se situó, ahora, en su mentón. Alzó el rostro del chico y la cercanía entre ambos se debilitó. Sin embargo, aún flotaba en el aire aquel tenso instante en que el Deseo se adueñó del frágil corazón de un amo perverso.

    Moriría por aquel alma; moriría por aquel corazón.
    Moriría por aquellos labios.

    No quería hablar más. No podía hablar más. No soportaba esta distancia imaginaria trazada entre ambos. No le era posible contener la necesidad y la desesperación por amar a aquel joven por sobre todas las cosas. Marcus volvió a tomar su rostro y sus ojos otra vez se clavaron en los azules iris. Acercó sus labios a los suyos. Sus narices se rozaron y...

    Esas palabras. Esas palabras lo congelaron todo.

    De aquel modo, tan cerca pero tan lejos, Marcus concluyó respirando aquella promesa de inmortalidad. Las pupilas, confusas, brillaron con cierto fulgor lúgubre. ¿Qué era lo que había oído? No podía ser cierto. Se quedó inmóvil, sintiendo aquella respiración cálida que quería morir.

    Y sus labios, tan próximos, se perdieron en la oscuridad al igual que sus claros ojos rojos.

    "Quiero perdón, pero no lo merezco. Y mucho menos ahora.
    No puedo cargar con el peso de continuar enviando tu alma al infierno."
    - Calla, Ziel -sentenció. Su voz sonó tan calma, que dio escalofríos. Sus labios estaban tan cerca de los suyos, pero tan distantes...
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Sáb Jun 15, 2013 4:02 pm

    Pues nadie ríe si no llora, y nada se aprecia si no se quita.


    Calla. No digas más mi nombre. No te hagas la víctima ahora. No pienso rehusarme de las palabras que he dicho. Te has rendido ya, así que no intentes recuperar mi compasión. Calla. Calla, por favor. Si no, pienso golpearte otra vez Marcus. Cada vez que pronunciaba mi nombre sentía que volvería a perdonarlo, aunque me golpeara tan duramente como la última vez. Era insoportable escuchar su tono de voz en mi oído. Era tan manso y tranquilo, tan apenado y dolorido, que parecía estar rompiendo la porcelana de mi alrededor. Me daban escalofríos con tan sólo oírle.

    Otra vez volvió a pronunciarlo. Suspiré, vencido por sus cortas palabras. Resultaba tan acojedor escuchar mi nombre de sus labios, que lograba hipnotizarme con simplemente pronunciarlo. Dejé la cabeza sobre su hombro, mientras alzaba los brazos para abrazarlo. Cuando me estrechó, cerré los ojos, agarrando su chaqueta todavía entre las manos. La fotografía se arrugó con la tela. ¿Podría Ella perdonarme a mí también por ser egoísta y mantenerlo entre mis brazos? ¿Dejaría que ocupara el vacío de Marcus con su pérdida? No quería por ello borrarla de los recuerdos de Él. Simplemente necesitaba que se me reconociera un lugar. ¿Me permitiría descansar el tiempo que no pude entre estos brazos? Me preguntaba. 
    Casualmente, la llama de la vela amenazó con apagarse.

    Entre sus brazos sentía la protección de un padre, el añoro de un hermano, y el amor de un amante. Todo el tiempo del que estuve falto, lo estaba recuperando en este maravilloso gesto. Un abrazo que tanto necesité, que tanto añoré durante las noches en vela. Ahora ya no podía tenerle rencor por lo que hizo. Ya no. Hacía tiempo que la Compasión y la Bondad me hicieron perdonarle; que ambas querían acunarle entre sus lazos, apidándose de Marcus. Y a veces creía que ya no podía hacer otra cosa salvo eso; aunque quisiera agotar mi vida entre sus manos, volvería a perdonarle. Me sentía estúpido por no tener siquiera el coraje suficiente como para odiarlo. Pero no quedaba ni una gota de ira para Marcus.

    "¿Qué se siente que un cobarde haya mancillado tu cuerpo durante estos meses?"

    No lo sé. No tengo respuesta para eso, Marcus. Negué con la cabeza en su hombro. No quería que dijera esas cosas, aunque en el pasado sí que me hubiera gustado que se interesara en cómo era. En cambio ahora, ¿qué se sentía? Tras varios meses prácticamente lo había olvidado. Dolor. Sí, exactamente eso. No era precisamente satisfactorio que alguien tomara tu cuerpo a la fuerza. Y eso es lo que habían hecho los cazadores, con la intención de que Marcus apareciera para protegerme en este tiempo atrás. Mi garganta se ahogó de recordar tan trágico suceso; marcado a fuego lento sobre la piel. Agarré aún más la chaqueta de Marcus, arañándolo; enterrando la cabeza en su hombro con fuerza. Apreté los dientes, intentando olvidarlo. Me ardían las entrañas de pensarlo. Que lo borrara todo, no quería recordarlo. No quería pasar por ello otra vez. No quería ser un objeto para los cazadores, ni para nadie. Quería que me tomaran como una persona, no como un indefenso cebo para atraparlo. Sólo rogaba que hubiera una sola gota de cariño esperándome, tal y como la última vez. No pedía más.

    "¿Qué se siente que un cobarde esté abrazándote?"

    Tragué saliva, separando el metón de su chaqueta para hablar, dejando aún la frente en su hombro.
    -Nostalgia. - Contesté. Tomé aire, volviendo a cargar el peso sobre mi orgullo mancillado. - Cariño. - Ahí tenía lo que se sentía cuando me abrazaba. Por eso, aunque quisiera abofetearlo y gritarle, arrojarle todo lo que me viniera a mano por el daño que hizo en su pasado; no quería soltarle. Entonces empecé a notar la humedad de la sangre sobre mi espalda. Incluso este olfato humano se percataba del perturbante olor. Volví a negar con la cabeza, relajando los brazos, prácticamente soltando su chaqueta. Alcé la cabeza, abriendo los ojos para encontrarme con él.
    -Pide perdón. Pídeles perdón a todos. - Murmuré. Que se arrepintiera y rogara redención para su alma. Que pidiera perdón a todas sus víctimas, a todas las personas huérfanas que dejó tras la ausencia de sus crímenes. Que se arrodillara y pidiera clemencia. Era la única forma de conseguir callar su culpabilidad.

    Pero él siguió hablando, esperando mientras mis ojos a sus palabras. Ladeé la cabeza sobre su mano, dejando que ese frío equilibrara la temperatura sulfurada de mi mejilla. Cerré los ojos levemente. No podía irse. Entonces, ¿por qué? Abrí los ojos con el interrogante flotando, hallando respuesta en sus ojos. Casi estuve por dudarlo. Pero esa mirada no engañaba a nadie. Si Marcus permanecía aún aquí, era porque Él también lo había sentido; la pérdida de todo, la escasez de corazón. El pecho me dio un vuelco, parando de respirar del impacto. Nunca habría apostado por esa respuesta. 
    Miré sus labios, antes de volver a navegar en esos ojos rojos. Esos que siempre me hacían caer en las profundidades. Aspiré el suspiro helado de su boca, anestesiándome. Al rozar sus labios cerré los ojos. Que me ahogara con él. Ya no pedía cielo alguno, pues siempre me arrestó al fuego eterno. Sin embargo, tuve que forzarme a abrirlos cuando la distancia volvió entre ambos. Tan cerca habíamos estado de olvidar el pasado y forjar el nuevo presente...

    Volví a mirarlo, deseando que esa separación jamás se hubiera producido. Negué con la cabeza. Ya le había dicho lo que tenía que hacer: pedir perdón. Algunos se lo concederían, otros muyos seguramente no. Pero arrepentirse era lo primero, y él ya estaba condenándose con ello. Bajé un poco la cabeza, mirando al suelo. Tal vez si hubiera aparecido antes, Marcus no habría cometido todos estos crímenes. Tal vez pudiera haberse salvado. Levanté la mirada.

    Aunque quizá todavía pudiera hacerlo.

    Me acerqué a su encuentro, rozando otra vez el Edén de sus labios, de su piel vuelta hielo. No quise pensar más en el pasado. No quería pensar más en el perdón. La distancia se estrechó nuevamente. Ambas frentes se pegaron y sonreí sin evitarlo; alzando una mano para rozar su pelo color carbón. Si él no iba a cortar más, si no iba a arriesgarse, pondría mi corazón por el de los dos. Lo dejaba a su merced ahora. Ahí dentro iban los más profundos pesares, los más preciosos recuerdos, los sentimientos por Bella, los sentimientos por Marcus.
    Recorté el resto que quedaba, besando sus labios tras tanto tiempo añorándolos. Él había tentado, dejando la miel en el roce. Y no aguantaba lo que estaba gritando por dentro. Mi mano agarró su pelo con rudeza, respirando el frío de su fina y tersa piel inmortal.

    La rodilla dio un paso hacia delante, acercándome. Sin que se diera cuenta, guardé la fotografía en el bolsillo trasero del pantalón. Luego, regresé a la batalla. Estaba vendido, humillado y deshonrado, pero me arrastraba otra vez hasta él, como el más fiel lacayo. Empujé a Marcus levemente hacia atrás, con suavidad y dulzura; quedando encima, con ambas manos al lado de su cuerpo. Su frente se separó de la mía, al igual que ese beso finalizó por una nueva distancia sembrada entre ambos. Acaricié su rostro, contemplándolo desde arriba. Esta era la primera vez que tenía a un vampiro bajo mis brazos. Sentía la gloria del momento hecha deseo. Bajé la cabeza un poco, suspirando; intentando que esta vez la locura no entrara por mis venas por tenerle derrotado, bajo mis brazos.

    Volví a tomar ventaja, para inclinar el tronco y regresar a sus labios, a esa pasión de amantes que se estaba desarrollando en el lúgubre panteón. Que nos perdonaran aquellos que allí descansaban, porque se morían de envidia de este capullo hecho flor. Sin embargo, cuando el rojo y el azul volvieron a encontrarse, un brillo extraño llenaba sus ojos. ¿Por qué? Abrí de nuevo la separación, estirando los brazos. 

    "Calla, Ziel".

    ¿Callar por qué? ¿Por no dejar que esto se olvidara? ¿Por decir que vendía mi humanidad a cambio de permanecer con él? Desvié la cabeza hacia una de las otras paredes sin decir nada. Calla. No tienes otra palabra mejor, Marcus. Me retiré de encima de él, quedando arrodillado a su lado. ¿Por qué no aceptaba que quisiera convertirme? ¿Acaso eso no le hacía feliz? La Muerte ya no vendría a buscarme para robarle. Pasé una mano por la frente, echando el pelo hacia atrás. Me daba igual que no estuviera conmigo en esto. Iba a hacerlo. Ya lo había pensando en estos meses y era la mejor opción de todas. Tal vez con eso... Lograra quitarme este peso más de encima, más el miedo a perecer bajo la tierra.

    Ahora me estaban comiendo sus palabras, el remordimiento de tal vez pensarlo un poco más.

    Era una decisión dura y difícil de tomar, pero estaba seguro de que quería dar el paso. No quería dejar este mundo, ni abandonar las caricias al aire. No quería que sus labios encontraran otro dueño, ni que algún cazador finalmente pudiera con él. Negué con la cabeza para mis adentros.
    -Deberíamos curar esa herida. - Dije fijándome en la extensión húmeda sobre sus ropas. Sí, apartemos este tema. Olvidémoslo. Como si nunca se hubiera mencionado. 

    Con la cabeza gacha y la mirada perdida en la mancha de su herida, empecé a desabrochar su chaqueta; continuando donde lo había dejado esta tarde. Con sumo cuidado la quité, primero por un brazo y después por el dañado, para que fuera más fácil. Y lo mismo hice con su camisa, dejándola abierta de par en par. 
    -¿Quién te ha hecho esto? - Pregunté preocupado, mirándolo, pasando una mano ensangrentada por su rostro. 


    Me arropa la Culpa, y al abrigo de la derrota,
    me cobijo en un mar de lágrimas.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Dom Jun 16, 2013 6:35 pm

    Llegué al cementerio con paso firme. ¿Pero qué se han creído? ¿que se pueden ir a así porque sí y dejarme allí sola y preocupada? No. De eso nada. ¿Y por qué me preocupo también por Marcus? Ahora mismo parezco una madre enfadada y no una chica que busca a su amor perdido. Recorrí las tumbas en silencio, alejada de la escena, medio escondida. 
    La distancia que separaba sus cuerpos era mínima. ¿No se atreverá a volver a hacer daño a Ziel no? Con todos los daños que había sufrido durante los dos largos meses que hemos estado fuera, sería muy malo como para alimentarse de Ziel en su estado. 


    Estaba bien escondida entre una tumba. No me había fijado de quien era hasta ese preciso momento. La tumba era de Black. No he osado pasar por aqui desde su muerte... El daño que me provocó su muerte no quiero volver a vivirlo en mi vida. Y eso que han pasado varios años de esa trágica noticia. 


    Aparté la mirada de la tumba y la dirigí hacia Ziel y Marcus... Al ver aquella escena llevé las manos a la boca para no emitir ningún tipo de ruido que delate mi posición. ¿Cómo ha podido hacer eso Ziel? ¿Besar a Marcus? 


    Me apoyé en aquella tumba dándoles la espalda. Tiene que ser una broma. Tiene que haberlo hecho obligado... Tiene que haber sido así. Sino, no puedo explicármelo.. Es que.. ¿Cómo ha podido besar a Marcus? ¿Pero en que estaba pensando? 
    Seguí negando con la cabeza, abrazando mis piernas, escondiendo mi cabeza entre ellas. 


    Volví a levantar la cabeza. ¿Acaso había oído bien? Ziel quería convertirse... ¿por qué? Ser humano es un regalo, la eternidad te condena a ver como mueren tus seres queridos una y otra vez sin poder hacer nada. Yo no habría elegido esta vida, ni mucho menos. ¿Qué es lo que está haciendo Ziel?.. 

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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Dom Jun 16, 2013 9:37 pm

    Nada más que hacía darle vueltas.

    ¿No sería mejor no convertirse? ¿O tal vez sería algo bueno? No sabía si esta decisión sería a la larga buena o mala, pero ya estaba puesta. No quería dejar a la gente en este lado. Y si para ello tenía que sacrificar mi humanidad, por estar ahí, no me importaba. Total, siendo vampiro, ¿se podía llevar una vida normal y corriente, no? Es decir, sí, hay que beber sangre y demás, sin embargo por el resto, podría seguir viviendo como hasta ahora. Al menos no veía tantas diferencias.

    Miré a Marcus otra vez y luego la sangre corriendo por su mano. Puse una mano en su pecho, aguantándome la congoja de verlo en tan deplorable estado.
    -Quédate aquí y no te muevas. Voy a ir a por agua para limpiarte la herida. - Anuncié, levantándome del suelo. Si alguien hubiera preguntado, sí, estaba disgustado. Tal vez me había esperado una mejor aceptación de que iba a convertirme; no un "calla Ziel". Me resultaba molesto. Cerré brevemente los ojos en un suspiro. Por el momento, lo preferente era conseguir sanar esa herida que no dejaba de sangrar; nada de preocuparse por mi humanidad.
    -No te muevas. Ahora vengo. - Repetí. Sabiendo cómo era Marcus, no se quedaría quieto y seguro que volvería a levantarse. 

    Cuando quise llegar a la puerta del panteón, ya estaba abierta. Miré a Marcus rápidamente. ¿Y si eran los cazadores? Seguramente estarían tras la pista, más aún después del encontronazo con Kasha y ese tipo raro. Asomé la cabeza fuera, atento por si alguien estuviera fuera. Y lo primero que encontré fue esa melena roja como el fuego, oculta entre algunas lápidas. ¿Bella? ¿Qué hacía allí? Suspiré tranquilo de que no fueran cazadores o cazarecompensas, sino Bella. Hice un gesto a Marcus para que no se preocupara y se quedara ahí, quieto donde estaba. No tardaría nada.

    Según salí, entrecerré la puerta del panteón. Para que no se esparciera el olor de la sangre de Marcus, ni a niveles E ni a cazadores. Cogí un cubo lleno de flores marchitas, que yacía a la salida del lúgrube edificio y lo vacié. Primeramente fui a llenarlo de agua, viendo de lejos la silueta de esa melena rojiza. Sin lugar a dudas, era Bella. Después de recoger el agua, me acerqué a ella, agachándome a su lado.
    -¡Te encontré! - Dije con una risa, como si esto fuera el juego de las escondidas. Luego de eso, se fue deshaciendo toda felicidad, hasta quedar serio; del mismo modo que hacía unos momentos. - Te dije que no vinieras a buscarme. No sabemos cuándo podrían venir los cazadores. Tal vez estén cerca de este sitio y no tardarán en encontranos. - Mientras hablaba con ella, limpiaba el pañuelo lleno de la sangre de Marcus. Levanté la mirada hacia ella.

    - Bella, te dije que olvidaras que existió Ziel Carphatia. No quiero que te pase nada por mi culpa, ni que te persigan por estar conmigo. Ser prófugo no es fácil, y no quiero condenarte a ello. - No quería que la siguieran a todas partes, que la secuestraran por conseguirme y sucesivamente encontrar a Marcus; ni que la llenaran de golpes, ni que tocaran su cuerpo, ni nada por el estilo. No le deseaba nada de lo que ya había experimentado. Por eso, para evitarlo, era mejor que se alejara de mí; que se olvidara de quién fui y que un día llegué a formar parte de su vida. Aunque fuera doloroso verla ir, resultaba la mejor opción que esperar su martirio. Si no, acabaría con todo aquel que llegara a tocar su fina piel.

    Cogí su mano con delicadeza y sonreí, estirando las piernas y poniéndome de pie.
    -Ven, anda. Este lugar no es seguro. - Di un beso en la palma de su mano con cariño. Quién sabe lo que tardarían en llegar hasta nosotros los cazadores. Días, horas, o escasos minutos. Tiré de ella, cogiendo el cubo de agua y llevándola hasta el panteón. Una vez delante, solté su mano, reservándome el último lugar para entrar. - Vamos, entra. - Dejé el agua en el suelo; procediendo a atrancar la puerta del panteón otra vez. Dudaba que fuera a aguantar si pensaban derribarla. En cambio, algo era mejor que nada.

    -Marcus, ya he vuelto. - Pronuncié con una pequeña sonrisa, golpeando la puerta para que no se pudiera abrir desde el otro lado. Y a este paso, que tampoco se pudiera lograr de este lado. Me giré para mirarlo. Cuánto más lo veía en ese estado, más se me encogía el pecho. Tenía la esperanza de que dejara de sangrar y se curara por su regeneración. Sin embargo, no terminaba de ocurrir el milagro. Esa herida no iba a sanar así como así, la conciencia me lo dictaba. Y cada vez me dolía más, y más culpable me sentía. Puse una mano sobre la cara, tapando mi expresión; con ello también el ojo enfermo. Esto estaba superándome poco a poco. Tomé aire antes de volver a levantar la cabeza. No podía desmoronarme en este instante. Una dulce sonrisa quedaba pintada entre los labios, simulando que todo estaba bien. En el fondo, no, no todo estaba bien. Estaba destrozado. No sabía qué hacer por deterner esa hemorragia, por hacer que todo este enfrentamiento se acabara.

    Silencioso, me acerqué a Marcus con el cubo de agua y me arrodillé a su lado. Mojé el pañuelo y lo escurrí; empezando a limpiar la sangre seca de su cuerpo. Era lo único que podía hacer, permanecer ahí, a su lado. Él no se encontraba en condiciones de estar peleando contra nadie, la verdad. De modo que su único escudo era yo; y Bella si ella lo decidía. Rodé los ojos hasta la chica, bajando los párpados momentáneamente y abriendo más la sonrisa. No, ni siquiera la propia Bella podía deterner que la sangre siguiera rodando por su piel.


    Dentro de aquél panteón, ahí volvíamos a estar los tres reunidos, en aquella asamblea no concertada salvo por obra del caprichoso Destino.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Lun Jun 17, 2013 12:03 am

    ~Su respiración se balanceaba sobre él, cual nítido reflejo de una noche interminable. Infinita la paciencia, infinito el sentimiento. No hay nada más bello que la luna en su reflejo.~


    Cariño. Perdón. Nostalgia. ¿Acaso eso bastaría para borrarlo todo? ¿Acaso eso bastaría para terminar con todo dolor? Marcus lo observó impasible. Su ceño se encontraba algo fruncido, y sus labios apretados. No podía apartar la mirada de él, pues Ziel era el emblema de su más alto despojo, pues se había desterrado incluso de sí mismo. Ziel, con aquel símbolo de la ignominia sobre su ojo, era lo único que mantenía a Marcus O'Conell con los pies sobre la tierra.
    O sobre el Paraíso.
    Había conservado el silencio todo este tiempo. Quería decir tantas cosas... Pero sus labios no conseguían articular palabra alguna. Paradójicamente, aunque su corazón quisiera redimirse, sus actos demostraban todo lo contrario, una y otra vez. Pues, de otro modo, ya podría haber salvado unas cuantas vidas inocentes, imponiéndose ante sus hermanos, ante Padre, y defendiendo a aquellos a quienes Ziel amaba y atesoraba. Pero, entonces, ¿qué le detenía? ¿Por qué no hacía las cosas bien finalmente? ¿Por qué tanta incertidumbre? ¿Acaso Marcus no sabía que la incertidumbre también mata?
    No hizo más que observarlo como un niño pequeño siendo regañado por sus padres. No hizo más que percibir sus gestos, balanceándose, expresándose. No pudo evitar hundirse en su mirar, en su gracia celestial, hasta que su cuerpo se inclinó sobre el suyo. Marcus cayó hacia atrás suavemente, y sostuvo su peso sobre sus codos, que estaban fijos en el suelo cual dos pilares griegos, tanto por su belleza como por su antigüedad. Aún las palabras de Ziel taladraban su mente, ¿pero cómo podía concentrarse con tal belleza centelleante cegándolo todo frente a él? Incluso los fríos sepulcros y la áspera suciedad del suelo parecían brillar y danzar con un clamor idílico y anesteciante.
    Y aquel beso. Cómo no contener la respiración...
    Ziel aferró sus manos a su cabello y se impuso ante él, seduciéndolo a cada instante; robándole cada vez más una parte más de su gélido corazón de piedra. Aquel pozo oscuro en el que se encontraba alojado se iluminaba un poco más cada día, pero no debía dejarse llevar. Las palabras ilusas de aquel muchacho se repetían y repetían en su mente. No más. Él no lo entendía. Era demasiado joven -demasiado humano- como para comprender. Y Marcus, con sus décadas eternas, no podía sucumbir ante el deseo de poseerlo entre sus brazos por siempre.
    - Tu no quieres esta vida -sentenció. Los cuerpos estaban alejados ahora, distanciados, padeciendo en silencio el escozor que el fuego dejó.
    ¿Qué le importaba su herida? ¿Qué le interesaba quién la había hecho? Marcus solo quería contemplarlo a él, en aquella oscuridad solamente aclarada por un destello sublime de los candelabros. Además, cualquier respuesta a aquellos interrogantes sería una preocupación más para Ziel. Le conocía lo suficiente como para saber cómo reaccionaría. De un modo u otro, definitivamente, era mejor callar. 
    Se oyó un ruido. Marcus miró hacia la puerta, pero lo ignoró. Ziel quería ir a buscar agua, de acuerdo. Lo hubiera detenido si no fuera porque sabía de antemano quién era la criatura oculta tras las tumbas. El vampiro ladeó el rostro y clavó su mirada nostálgica en las finas líneas del suelo. Ella estaba allí, había venido a buscarle. Otra vez, ella regresaba a reclamar una vida que amenazaba con consumirse en la desdicha.
    "Llévalo. Llévalo lejos donde jamás puedo alcanzarlo. Escóndelo en lo más profundo de tu ser, arrópalo. Cuidalo como nadie jamás lo ha hecho, y como nadie jamás podrá hacerlo. Hazle ver la luz de sol, y no la noche eterna."
    ¿Por qué no dejarlos ir? ¿Por qué no desaparecer de una vez y para siempre? ¿Por qué no terminar con esta destrucción masica del espíritu, la consciencia y el cuerpo? ¿Por qué la Muerte se niega a llevarlo consigo, y se lleva en su lugar a las únicas personas que dieron calor en su vida. Pero... ¿cómo podía pensar eso? Él era Marcus O'Conell, uno de los vampiros más poderosos gracias a Padre. ¿Cómo podía arrancarse el corazón del pecho y entregarlo a un amor imposible? ¿Cómo podía, siquiera, contener el deseo ardiente de estar allí cuando Él dijese que el tiempo jamás soportó su amor?
    - No puedo -susurró. Sus labios apenas se movieron. Ziel estaba entrando nuevamente en el panteón, y no lo hacía solo. Una fina sonrisa de resignación emergió iluminando el rostro cansado de Marcus. "No puedo", dijo. Claramente, no podía irse. No podía abandonarlo a él; no podía abandonarla a Ella. Miró a Bella y sus ojos se perdieron un momento en aquella silueta. ¿Cómo podía irse y dejarlos a ambos desamparados luchando con el infierno en la tierra que él y sus hermanos sembraron? Incluso los cazadores iban tras ellos. Marcus era un cobarde, sí. Era un cobarde para el amor, para el perdón, para la redención... Pero no lo era para enfrentarse a quien sea por quienes aprecia. Y eso lo aprendió gracias a Ziel. Al parecer, el joven no fue el único que recapacitó sobre todo lo que estaba ocurriendo.
    Observando, ahora, cómo se esmeraba por limpiar y curar sus herida, Marcus sujetó su pequeño mentón con la mano sana, y le obligó a mirarlo.
    - No sanará, Ziel -susurró con calma-. No es una herida la que sangra, sino que se trata del sello. Fue pactado con sangre, y con sangre debe subsistir. Esa sangre es la tuya, y no estoy dispuesto a robártela nunca más.


    Y quién dice, luego, que a las palabras se las lleva el viento..
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    Mensaje por Bella.N.Gring Lun Jun 17, 2013 1:02 am

    Se abrió la puerta de panteón. ¿Me habrán visto? Porque era prácticamente imposible que me hubieran escuchado. Para estas cosas soy demasiado sigilosa. Escuché los pasos de Ziel que se dirigían  hacia la pequeña fuente que había en el lugar. La verdad, es que no me apetecía moverme de allí, aunque siendo más sensata, no sería mala idea irme para no delatarles. Puede ser que por aquí vengan cazadores y si me ven a mi sabrán que están aquí. 
    Los pasos de Ziel se iban acercando y me sorprendió su exclamación, como si estuvieramos jugando al econdite. Sonreí tímidamente, y desapareció lentamente al escuchar sus duras palabras. ¿Tú podrías olvidarme? ¿Eh? ¿Podrías? Dije en un susurro. No puedes pedirme algo que no voy a lograr conseguir. No podría olvidarte aunque quisiera Ziel. Me niego. Dije tajante y apunto de llorar. Me hacían daño sus palabras, aunque lo dijera para protegerme. Prefiero hacerme daño a esto. 


    Estoy aquí para protegerte, tanto a ti, como a Marcus. Parecía mentira que yo dijera esto, pero Marcus en realidad no es malo. Lo sé. Me lo demostró hace unos meses. Le he dado un voto de confianza. Por mucho que diga la gente, hasta los vampiros pueden cambiar. Y sí, Marcus era más fuerte que yo, muchísimo más, pero su sangre le delataba ahora. 
    Miré a otro lado. Me da igual que me persigan, quiero protegerte. Además puedo hablar con Nokku cuando le vea. Atenderá a razones, a mi no me hará nada. Los cazadores no me dan miedo, he convivido con ellos muchos años, incluso me llegaron a "entrenar" algunos de ellos. Bajé la mirada y la posé sobre una de las lápidas. Solamente quiero que estemos bien, que todo esto acabe. Pero por nada del mundo me voy a separar de ti. Digas lo que me digas Ziel. 


    Cuando besó mi mano sonreí levemente ante aquel gesto. Asentí y le seguí hasta el panteón. Cuando entramos Marcus estaba allí en un pésimo estado y me clavó su mirada. Me acerqué cerrando la puerta de aquel panteón. ¿Qué te ha pasado? Me arrodillé junto a Ziel pensando en alguna solución para que cesara de sangrar. Si seguía así, todo el mundo nos encontraría. Voy a intentarlo, por lo menos así, sangrará menos al fin y al cabo vale? Le dije con una leve sonrisa. 


    El aura comenzó a abalanzarse sobre el cuerpo de Marcus cubriendo las zonas afectadas. Sus heridas comenzaron a sanarse y la hemorragia cesaba pero seguía sangrando levemente. He traído gasas, te voy a vendar y así por lo menos el olor a sangre no se extenderá por la cuidad... El  aura seguía haciendo su función, mientras sacaba unas cuantas gasas del bolso. Comencé a vendarle la mano cuidadosamente. Esa marca era realmente extraña a la par que curiosa. Siempre había tenido curiosidad por saber qué significaba para ellos, ya que siempre que mataban o algo por el estilo dejan su marca en el lugar. Bueno, creo que ya está. Luego tendré que volver a hacerlo para que la hemorragia vaya a menos. Así de momento no sangrará mucho. 


    Escuché las palabras de Marcus. En realidad no era malo, sino que a lo largo de su vida no ha tenido mucha suerte, lo ha pasado mal supongo. Y no ha sabido como afrontar todo aquello. 


    Miré a Ziel algo preocupada. ¿Qué nos deparará ahora? 
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Lun Jun 17, 2013 2:25 pm

    Porque en las venas corre sangre, y a veces fuego.
    Porque las marcas de las heridas del cuerpo se curan lento.

    Tú no quieres esta vida.

    Por supuesto que no la había considerado nunca. Pero, ¿de qué servía la vida sin sacrificios por aquellos a los que quieres proteger? ¿Iba, acaso, a dejarles en la más desolada pena; a abandonarles cuando cae el vendaval? No, claro que no. Eso ya estaba marcado en mi cabeza desde el principio. No iba a dejar a ninguno de los dos: tanto como a Bella, como a Marcus. Y si para ello vendía mi humanidad, pues bienvenida sea la Dama Inmortal. Ladeé la cabeza, molesto nuevamente.

    -Tú no sabes lo que quiero de verdad. - Lo miré a los ojos, espolvoreando más información de la que la frase tuviera. En muchas ocasiones pensaba que Marcus ignoraba todas mis palabras y no creía en ninguna de ellas, que no creía en mis verdaderos sentimientos. Negué con la cabeza. Él no tenía ni idea de lo que era esto, de lo que era no tenerlos a ambos, de pensar que los dos estaban metiéndose en el barro por mí; de cómo golpeaba mi corazón con pensar en su pérdida durante esta batalla. No sabía la angustia que llevaba mi pecho desde hacía unos meses. Él no sabía que quería pasar al mismo modo de vida que el suyo, por la necesidad de quedarme al lado de ambos. No, Marcus no conocía ni una milésima parte de lo que quería. O tal vez sí.

    Suspiré pasando una mano sobre la cara, despejándome del sopor que entraba en mis ojos. Llevaba días sin conciliar un sueño decente y que durara más de tres horas.
    Realmente, ¿podría llegar a olvidar a Bella? ¿Podría olvidar a Marcus? Imposible.
    Ahora no sabía vivir sin ninguno de ellos. Me había convertido en un ser dependiente de dos seres acunados por la luna. Imposible para un humano llegar a alcanzarlos. A veces incluso pensaba: ¿cómo era posible que para ellos significara tanto la existencia de un simple humano como yo? Para ellos, que viven miles, millones de años, no supone demasiado una vida humana. Seguramente verían a mis bisnietos y el resto de mi descendencia. Y eso era algo que muchas veces me desconcertaba, aunque conseguía darme ánimos para pasar a esa larga vida.

    No contesté a Bella y su pregunta, pues no tenía otra respuesta que una negación. No, no podría. Ahí le daba toda la razón, pues prefería sufrir al lado de la persona que quiero, a condenarme solo en la eternidad. Era imposible que la olvidara. No lo había hecho durante estos meses que estuvimos separados, tampoco iba a hacerlo ahora. Lo mismo pasaba con Marcus.
    Sin embargo, algo me tiraba hacia atrás en mi decisión. Me entristecía saber que vería morir a Kai. Sentía que nunca estaría preparado para verlo perecer. Puede que no lo considerara como un hermano todavía, pero era mi amigo. Los dos nos criamos desde la infancia, y el afecto era innombrable.

    Negué con la cabeza, pensando en las palabras de Bella. Nokku ya me lo advirtió una vez, y no iba a ser tan estúpido como para dejarme ir después de todo. "Si te marchas, regaré mi césped con tu sangre", dijo. Sus palabras no se borraban así como así. Igual, últimamente los cazadores nos tenían muchas ganas, sobretodo a Marcus. Bajé la cabeza, mirando al suelo; perdiéndome entre memorias. Sin darme cuenta, apreté la mano de Marcus. Sí, yo también les tenía ganas. Habían hecho cosas de las que jamás podría perdonarles. Estas cicatrices de mi cuerpo, estarían siempre recordándomelo.

    No, Bella no podía hacer mucho hablando con Nokku. Además, la propia Kasha confesó que cada cazador va prácticamente por su propia cuenta. Eso no quería decir que dejaran de perseguirnos como a delincuentes. Tal vez se tranquilizara la situación unos meses, pero volverían. Lo sabía perfectamente. Puse una mano sobre los ojos. Esto se me había quedado demasiado grande. Sentía que no podía abarcar con todo ello. Necesitaba hacer tantas cosas, que ni siquiera atendía a la más mínima de querer protegerlos. Incluso Bella también se metía en esto, y por más que quisiera, no lograría que cambiara de opinión. Mujer tozuda con claras ideas. Sonreí, frotándome los ojos cansados. Mojé nuevamente el pañuelo en el agua.

    Miré a Bella, luego a Marcus.
    -Cuando lo encontré ya estaba así. Tuvimos un pequeño encontronazo con Kasha y unos cazadores, pero tampoco fue nada importante. - Faltaban detalles que no quise ni comentar; por ejemplo, cómo acabé en la enfermería, inconsciente y con un balazo en el brazo, ó cómo Marcus casi había acabado con uno de ellos por protegerme. Cerré los párpados levemente, aclarándome la voz antes de seguir hablando.
    -Sin embargo, no deja de sangrar. - Bella, por favor, ayúdame, haz algo; yo no puedo solo con esto. Pensé. Tomé aire, intentando no alterarme demasiado. En cambio, nada más que hacía preocuparme cada vez más; culpándome de todo lo que acontecía sobre Marcus. La chica pareció entender mi mirada, y lo intentó. Aparté las manos de Marcus, dejando que el aura de Bella encendiera alguna llama de lucidez. Pocas esperanzas quedaban de que realmente su herida sanara, aunque se esparcieron todas por el suelo; cual diente de león mecido por el aire.

    Toda la atención se centró sobre Marcus, sobre ese sello de su mano.

    Alcé la cabeza, con los ojos envidriados otra vez; observando a susodicho. Ziel, imbécil, más que imbécil.
    -No, claro que sanará. Tiene que sanar de algún modo, tiene que hacerlo. - Dije sonriente, iluso, acariciando una de sus mejillas. Nuevamente, negué con la cabeza; creyendo hasta mis propias palabras aun sabiendo que no se cortaría dicha hemorragia. Por si llegara a servir de algo, tomé su mano y junté ambos sellos: el de su mano, y el de mi ojo. Como si esto fuera a funcionar y parara de sangrar. Una fuerte descarga se extendió desde mi ojo hasta la nuca. Recliné hacia atrás la cabeza, estirando la espalda, desplegando al mismo tiempo los labios para tomar aire; resentido por el calambrazo. El rechazo de mi sello con el de Marcus, había sido más que evidente. Ya no se dejaba controlar por él desde la última vez; quería tomar el control, no solamente el mío, también el de Marcus y aquellos con los que pudiera sobreponerse.
    Bajé la cabeza, encontrándose nuevamente el rojo y el azul.
     - Entonces, ¿si bebes mi sangre todo volverá a estar bien? - Pregunté haciendo una pequeña mueca de molestia. Pronto lo olvidé, pues un brillo de esperanza volvió a encenderse en el apagado iris azul. Si era mi sangre lo que necesitaba ese sello para que dejara de sangrar, por mí estaba bien, no pasaba nada. Cogí una de las manos de Bella, necesitando que ella también estuviera apoyándome en esto. La miré, casi esperando su aceptación.

    "Bella, déjame hacerlo. No, tengo que hacerlo o cada vez estará más y más débil. Por favor...", pensé mentalmente para la chica; recordando el talentoso don de su lectura de mentes. Cerré los ojos levemente, cansado; depositando la cabeza sobre su hombro.
    Finalmente tras unos segundos, me incorporé, dispuesto a hacerlo. No era ningún tipo de molestia. Quizá hasta me venía bien. Puede que con ello resultara que mi sueño durara más de tres escasas horas y que no hubiera ninguna pesadilla torturándome. Al fin y al cabo, ellos dos estaban conmigo. No tenía por qué temer de nada ni nadie.

    -Bébela, o te la daré a la fuerza. - Amenacé, acercándome un poco a Marcus. Solté la mano de Bella y sonreí infantilmente. Sin dudarlo, le daría mi sangre si la necesitaba. Igual que si Bella la necesitara algún día, tampoco dudaría en ofrecérsela. Rodeé a Marcus por los hombros en un intento de abrazarlo. Besé su pelo con ternura, frotando su espalda; infundándole ánimos para que lo hiciera. Esto era cuestión de la moral de Marcus, aunque a mí no me importaba en absoluto. Odiaba más cuando me la quitaba sin darle permiso. En cambio, ahora era diferente. Que lo hiciera, pues así sanaría ese sello y dejaría de debilitarlo lentamente.
    Puse mi cuello a su disposición, dejando la frente en su hombro. Si él no lo hacía, lo iba a hacer yo por mis propios métodos.


    Aterrador martirio consume la vida propia mía.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Mar Jun 18, 2013 2:36 am

    Los tres estaban allí presentes. La fría luna, desde el exterior, apenas alumbraba el panteón solitario de verdadera vida, pues allí solo habitaban desoladas almas, las cuales estaban acompañadas por desolados seres que habían perdido la suya hace tiempo. Aunque, a decir verdad, Bella no había perdido ni una pizca de la suya. Ella siempre parecía ser más humana que los humanos mismos. Y Ziel, ¿qué poder decir de Ziel? Era el único ser verdaderamente vivo aquí presente, pero poco a poco aquel hálito de sublime existencia se iba consumiendo en el dolor y la desesperanza.

    Marcus escuchó las palabras de la joven, mas no respondió. Simplemente apartó la vista, dejando que aquel resplandor cálido del color de la hierba apaciguara su derramamiento carmesí. Sin embargo, sabía que no funcionaría. Lo había dicho. Marcus sabía la cruel verdad, y esta no hubiera escapado por sus labios si no fuera que Ziel se preocuparía el doble, el triple...
    Ah, ¿por qué sus pensamientos siempre recaían en él? ¿Por qué no podía evitar su existencia ni un mísero segundo? La respuesta al interrogante parecía bastante sencilla de explicar, pero difícil de comprender. Y más aún para un ser como él.

    Lo amaba. Lo amaba con locura. Ya no había a dónde huir. El sentimiento lo quemaba por dentro, por fuera, y lo consumía irremediablemente.

    El joven Ziel y sus esperanzas. Marcus atinó a sonreír levemente, pero cualquier vestigio de aquel gesto sublime se borró. De todos modos, en cuanto sujetó su mano, lo miró a los ojos, sorprendido y algo expectante de lo que iría a hacer. Cuando Ziel llevó la gélida mano del vampiro a su ojo, Marcus siseó "no". Sus ojos se abrieron de par en par y se movilizó con rapidez. En cuanto el muchacho se inclinó hacia atrás por el impacto electrizante, Marcus sujetó su espalda arqueada con su brazo sano. Chasqueó la lengua, mirándolo a los ojos... muy cerca.

    Se apartó al instante y miró a Bella de manera fugaz. No iba a ser irrespetuoso. Miró hacia otro lado otra vez. Por alguna razón, Marcus parecía algo molesto; algo incómodo. 
    - Ya déjalo Ziel, en verdad. Ya déjenlo ambos. Estaré bien. He podido con cosas mayores. Si soy capaz de asesinar a veinte hombres a la vez, ¿creen que no podré lidiar con algo tan insignificante como esto?

    Sonrió irónico y volvió a apartar su vista, pero Ziel ya se encontraba sobre él. Marcus se reclinó hacia atrás, apoyando los codos en el suelo y sosteniendo, así, su cuerpo. Lo miró a los ojos con rudeza. La severidad latía en sus rojos iris. Sabía lo que se avecinaba. Sabía lo que Ziel quería y lo que él ansiaba.
    - Basta -siseó-; basta ya, Ziel -reiteró. Giró la cabeza y observó la ventana, no quería apartar al muchacho él mismo, porque sinceramente quería tenerlo cerca cada segundo, cada efímero instante, pero debía hacerlo. De lo contrario, sucumbiría. Se arrojaría más y más a aquel pozo ciego de locura y pasión incontenible. Ya lo había aceptado en su interior. Ya lo había procesado. Lo amaba, lo anhelaba, lo deseaba...

    La pequeña cabeza azulada se posó cual mariposa en su hombro.

    - ¡Basta Ziel! -gruñó y sacó sus colmillos a relucir. Estos, amenazantes, se clavaron sobre los labios del propio vampiro. Con ambas manos, Marcus arrojó a Ziel sobre Bella, en un leve pero efectivo impulso. Se puso de pie y caminó hacia la puerta. Les dio la espalda y se llevó la mano del sello al rostro. Sus ojos estaban rojos como la sangre, o aún más. Comenzó a respirar aceleradamente. Su cabello azabache cubría gran parte de su clara y fría piel. Era suficiente. Ya no podía controlarlo más. 

    Había llegado a su límite, en todo sentido.

    - Bella -susurró quebrantando aquel silencio sepulcral-. Llévatelo.

    Y ninguna palabra más fue pronunciada. 

    Allí, en la noche, unos rojos ojos se volvían agua cristalina.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Mar Jun 18, 2013 1:52 pm

    Asi que se han encontrado con Kasha y los demás... Vaya. Entiendo que quieran sacar a Ziel de aqui, yo lo haría, pero conociendo a Marcus ahora, está mejor aquí. 
    Supuse que la herida de Marcus no sanaría del todo. Tiene que haber algo con lo que deje de sangrar y ese algo es la sangre de Ziel. Lo que no acababa de entender, es por qué antes Marcus hacía lo que se le antojaba con Ziel y ahora no quiere. Se niega a ello. Es como si estuviera luchando consigo mismo. Contra lo que fue... Porque aunque anteriormente haya dañado a mucha gente, ahora no. Ha cambiado. Todo el mundo puede cambiar si se lo propone, incluso un vampiro cruel. 


    Como me esperaba, Ziel no pudo hacer más que darme una negativa ante mis preguntas. Sonreí. No podía pedirme algo que no podía cumplir ni en un millón de años. No sería capaz de vivir sin él, como para hacer que me olvide de él ahora. Desde que le conocí me hizo sentir mejor, aunque al principio no quería ni tocarme. Y ahora no podemos vivir separados. No sería capaz. Necesito estar cerca, protegerle, hacer lo que sea para que siga con vida. 
    Ziel negó con la cabeza con lo que le dije lo de Nokku. Cuando le hicieron eso los cazadores no me lo creí. ¿Por qué ahora se han vuelto tan crueles? Los cazadores protegen al ciudadano de los vampiros, no les atacan a ellos por estar con uno. Me parece muy extraño. Hablaría con Nokku, porque me extraña que se hagan algo como eso ahora, pero supongo que no es el momento. Si me cogen, Marcus y Ziel estarían en peligro. Estamos mejor unidos. Si a alguno lo llegaran a atrapar, los demás estaríamos en peligro. 


    Marcus parecía molesto, como si mi presencia le incomodase. Le entendía. Miré a Ziel haciendo una mueca ante lo que acababa de decirme mentalmente. Si eso es lo que va a hacer que la herida de Marcus deje de sangrar, de acuerdo. Pero porque yo estoy aquí y puedo sanarte. Dije en su pequeña cabecita. 
    A medida que Ziel le insistía, Marcus estaba cada vez más nervioso y tenso. Me preocupaba. Si luchaba contra su sed, se iba a descontrolar, y ahí si que haría daño a Ziel. 
    No paraba de decir basta, que parase, pero Ziel lo seguía intentando, hasta que Marcus le empujó en mi dirección y me dio tiempo a cogerle entre mis brazos. Le agarré fuerte para que no se pudiera mover. Ziel, no te muevas ahora, no digas nada ¿vale? Déjame a mi. Tengo una idea. Le dije mentalmente. Sabía lo importante que era Marcus para Ziel, y si se iba ahora, lo iba a pasar mal. Pero tampoco podemos estar aquí con Marcus en este estado. 


    Marcus, espera un momento, no te vayas. Le dije tranquila. Solté a Ziel un momento, apoyándolo contra la pared. No te muevas. Repetí. Me acerqué a Marcus, despacio. Tienes que calmar tu sed. Fui a coger mi mochila y saqué una botella de sangre. La cogí de la casa de kasha según venía. Toma. Esto te calmará, así no le harás daño, que sé que no se lo quieres hacer. Susurré. Puedes tomar su sangre cuando te termines esto, y así dejarás de sangrar. Yo lo curaré. He traído comida para él y todo lo necesario. De verdad. No me apetecía ver como Marcus le hace eso a Ziel. Pero también es lo que el mismo Ziel quiere por el bien de Marcus, asi que lo único que puedo hacer es colaborar por el bien de los tres.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Mar Jun 18, 2013 10:43 pm

    Suspiré, conteniendo las ganas de volver a golpearlo.
    De no ser por Bella, seguramente lo habría hecho de nuevo. Forcejeé con ella después de que me apartara. Lancé una pierna al aire, intentando dar a Marcus. No llegué ni por asomo a rozarlo. En el fondo no quería darle; aunque necesitaba abofetearlo, por cobarde, por no tener las suficientes agallas para ello. Le estaba entregando mi sangre por voluntad, porque confiaba en él. Sabría cuándo pararse a tiempo, creía en él. Y suerte que la chica me contuvo y sus palabras resonaron en mi cabeza. De no ser así, no sé lo que habría hecho. De seguro, golpearlo.

    Marcus antes no tenía ningún tipo de miramiento y ahora los tenía todos. Cerré los ojos volviendo a exhalar el aire por la boca, tranquilizándome. Un destello fugaz asomó por mi cabeza de ese momento de antes, donde habíamos estado más cerca de lo normal. En un instante pude sentir su helada respiración contra la piel, erizándose mi nuca por el contraste de temperatura; sujetado simplemente por su mano congelada en la espalda. A veces me recordaba a las primeras veces, cuando él me acercaba para beber mi sangre incontrolablemente. Lo miré. Miré a Marcus. ¿Por qué ahora no quería beber mi sangre? ¿Le desagradaría? Era algo que me preocupaba, pues Marcus se iría otra vez de ser así. Y no quería que eso pasara por nada del mundo.

    "Ya no puedo irme, Ziel".
    Entonces, quédate conmigo, a mi lado. Protégeme, pues te confío mi seguridad; mi propia vida, Marcus. 

    Ojalá, ojalá pudiera haber escuchado esas palabras resonar en mi cabeza.
    -Basta no, Marcus. Basta tú de humillarte tanto, de mostrarte impasible. Si tienes sed, bébela. No me importa dártela si me lo pides. Si te resistes, al final la sed se volverá más y más incontrolable. ¿Qué será de ti cuando no puedas ni acercarte a mí? - Pregunté razonable. ¿Qué pasaría si la sed de Marcus se adueñaba tanto de él, tanto, que ni siquiera pudiera acercarse?  - No es tan malo que los vampiros os alimenteis de sangre. Solamente quiero que me lo digas si la necesitas, ¿vale? - Me mostré comprensible, mucho más calmado que antes. Al final acabé acostumbrándome a los hábitos de Bella, y por eso llegaba a verlo igual de normal que un verdadero vampiro.

    Asentí a Bella. Aunque ella no hubiera estado para sanarme, igualmente también se la habría dado. No me importaba. Ya había pasado por otros momentos más críticos al principio. Esto no sería tan grave como esas veces. Estaba seguro.
    Quise volver a acercarme y hacer esto "a mi manera". Sin embargo, Bella pareció saber de primeras que iba a hacer y volvió a alejarme de Marcus. Aún detrás de la chica, besé su pelo con ternura sin quitar la vista de Marcus.
    -Hay algo con no sabes. No pienso irme Marcus. Ni ahora, ni nunca. Si intentas marcharte, iré a buscarte. Así que no pienso irme de aquí sin ti, sin los dos. - Dije, firme de mi decisión.

    Di unos pasos hacia atrás y apoyé mi espalda en la pared, así como Bella deseaba. Un contrincante a un lado, otro en el extremo contrario. La chica parecía un árbitro de boxeo entre nosotros. Él no quería mi sangre y yo quería dársela. Como siempre, empezábamos a alzar la voz hasta llegar a las manos. Esta vez, Bella al menos lo impidió.
    Observé a Marcus preocupado. ¿Aceptaría la botella que Bella le estaba ofreciendo? O se marcharía y no lo volvería a ver. Ladeé la cabeza hacia un lado, mirando al suelo. No quería que se marchara, menos en ese estado. 

    Y después de oír que dentro de esa mochila había comida, mi estómago me la pidió. Llevaba días en la mala vida; sin dormir, sin comer. La delgadez acabaría por pronunciarse demasiado si continuaba ese camino. Di unos pasos hacia delante, ciego por la hambruna. Sonreí a Bella, metiendo la mano en la mochila, buscando algo que comer. Sí, al igual que los vampiros, los humanos también nos alimentábamos. Todos teníamos necesidades que cubrir. 
    -Siempre estás pensando en todo. Gracias. - Me incliné sobre la chica, dando un beso en la sien de la chica cariñosamente. Encontré por casualidad una especie de sandwich dentro. Empecé a desenvolverlo, volviendo a mirar a Marcus. Di un bocado y tomé la botella de sangre que sostenía la peliroja.

    Otra vez, me acerqué a él; comida en mano.

    La inseguridad de que perdiera el control y pudiera dañar a Bella, estaba presente. Sabía que el riesgo estaba flotando; por eso prefería tratar con él. La relación que tenía con ella, era completamente seca y abstracta; todo lo contrario a cuando era conmigo. Había más confianza si se la entregaba personalmente. O por lo menos, más opciones a que la tomara.
    Cogí su mano y puse la botella en ella. Hasta que no la agarró, no la solté. Sonreí, dando otro mordisco al sandwich. Con la otra, alcé su mentón hacia arriba para mirarle a los ojos.
    -Yo confío en ti. - Retiré un mechón de su pelo, preocupado. - No pasa nada. Tómate el tiempo que necesites. - Me alejé, dejándole su espacio y una pequeña intimidad para que se la tomara. Otro bocado al sandwich. Volví delante de Bella y miré dentro de la mochila.

    -Bella, ¿tú estás bien? ¿No tienes sed? - La miré sin saber sobre de su estado. Los dos estábamos tan volcados en el tema de Marcus que se me olvidó preguntarla. Y como no, ella también me preocupaba. Tampoco quería que cuando él tomara mi sangre, a ella le entrara sed. Prevenir antes que curar. No quería incomodarla con esta extraña situación. Mi brazo rebuscaba mientras tanto en la mochila que sostenía.
    -Dime que también tienes un poco de agua para mí. - Ensanché la sonrisa cual niño. Saqué el brazo, esperando a que ella me diera el agua -si es que había-. Tenía sed, tenía hambre y tenía sueño. Pero aguantaba ignorándolo todo. Ambos quitaban todos mis males, mis más profundos pesares.

    Mi principal objetivo y preocupación; las dos personas que más amaba en este mundo y de las que jamás volvería a separarme, tenían nombre y apellidos: Marcus O'Conell y Bella Gring.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Miér Jun 19, 2013 4:14 am

    Insistencia. Maldita insistencia. Esa era su oportunidad. Esa era la oportunidad de ambos. Bella y Ziel podrían haberse marchado. Ella podría haber aprovechado para llevárselo lejos, donde Marcus jamás lo encontrase. Podría haber sido egoísta, haber hecho crecer en su cándido corazón de porcelana aquella pizca de avaricia; aquella posesión sobre lo que más ama, al igual que Marcus lo hizo en su momento. Pero, sin embargo, allí estaba. Bella, con una sonrisa en el rostro, ofrecía su amabilidad a uno de los vampiros más viles de la historia. ¿Cómo reaccionar a eso? ¿Cómo no desear saltar sobre ella y pedirle tantas disculpas como necesitase? Pero sabía que eso no bastaría para borrar todo el dolor. Sabía, sobre todo, que no podía ser tan hipócrita como para disculparse y continuar robándole una parte del corazón de aquella tentación hecha carne.

    Suspiró y se volteó con suavidad. Observó a la chica y luego a la botella. La imagen de Ziel queriendo arrojarle una patada en la cara se hacía presente una y otra vez. Hubiera sonreído ante ello, pues se veía muy gracioso, pero tampoco podía hacerlo. Su falta expresividad le recordaba a los muchos rostros de Padre. Ah, ¿cuál sería el verdadero? ¿Cómo se vería en realidad? Y, justamente, su Creador era uno de los motivos de preocupación. ¿Qué hacía en los terrenos junto a los cazadores? ¿Por qué simulaba estar de su lado? ¿Qué tramaba? Demasiadas preguntas sin respuestas. Y todas ellas deberían esperar.

    Marcus se giró por completo, quedando frente a Bella. La miró a los ojos. El vampiro denotaba agotamiento y agobio. Estaba confundido y aturdido. Sus emociones lo traicionaban a cada momento. Iba a extender su mano para poder sujetar aquel líquido vital. Sus ojos brillaron con mayor nitidez. Sí, estaba sediento, y demasiado. Y, justo cuando sus dedos rozaron la botella, un fulgor espeluznante surcó su mirada, y como si hubiera sido un truco de magia, Bella se transformó en Ziel. El vampiro clavó sus penetrantes ojos en el muchacho. Oyó sus palabras pero no las escuchó. Simplemente, envolvió entre sus finos dedos la pequeña botella y la atrajo hacia sí, junto con Ziel. Sus rostros quedaron cerca, y Marcus pudo percibir aquel leve aroma a comida fresca de humanos que poseían sus labios. 
    - Gracias -susurró, deseando que aquella cercanía fuera eterna. Pero vio a Bella allí detrás, e inmediatamente se alejó, del mismo modo que Ziel lo hice. Ya había visto con anterioridad cómo él besaba con suavidad a la muchacha. ¿Celos? Quién sabe.

    Se sentó sobre un ataúd y destapó el envase. Lo acercó a su nariz y olfateó. Estaba fresca, pero fría. Arrugó un poco la nariz. Pero no quedaba otra opción. Era eso o morir de hambre. Era eso o apoderarse de Ziel hasta la última gota. Incluso, sería capaz de apoderarse de Bella. Al fin y al cabo, ambos tenían sangre agradable de probar. Pese a que una era caliente y la otra fría, esta última, al ser de vampiro, no perdía sus encantos. Ah, ¿cuántos vampiros habrá matado ya? Unos cuantos, y de cada uno se encargó de drenar su sangre hasta el último hálito.

    Cuando concluyó, apoyó la botella a un lado. Se limpió con suavidad la comisura de los labios, mirando a uno y a otro. Sus ojos abandonaron el destello asesino de hace unos minutos. Al fin y al cabo, por más que quisiera redimirse, no podía contra su naturaleza violenta y sádica. Y sabía que no bastaría con aquella botella de sangre. Sabía que no cesaría hasta tener a Ziel entre sus brazos; entre sus afilados colmillos. Él no dejaba de ser, de un modo u otro, su fiel cordero, su apetitoso banquete nocturno.

    Tras unos momentos, llevó su mano limpia al bolsillo de sus pantalones. Luego, al bolsillo de su camisa. Frunció el ceño, extrañado, y un frío escalofrío recorrió su columna de hierro. ¿Dónde estaba la fotografía? ¿Dónde estaba Ella? Miró a ambos y luego observó la puerta. No podía tolerar la idea de haberla perdido en aquella pequeña batalla campal con Kasha y sus lacayos de porquería. Arrugó el pecho de su camisa con ira contenida. Entreabrió sus labios. Estaba nervioso, cansado, exhaltado, y la actual situación no ayudaba demasiado a su autocontrol.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Miér Jun 19, 2013 5:11 pm

    Ziel era tozudo, siempre lo había sido, aunque por lo menos ahora me hacía un poco más de caso. Lo agradecía, porque sino acabaría herido o cualquier otra cosa horrible. Sabía que tenía intenciones de pegar a Marcus, pero ¿por qué? Sé que estaba enfadado pero Marcus tendría sus motivos para no hacer lo que le pedía Ziel, le entendía en el fondo. El estado en el que está ahora no es muy bueno, y si está sediento no conviene que toque a Ziel así, y él lo sabe. Por eso nos ha pedido que nos fuéramos de aquí.


    Observé a Marcus, que me miraba a mí y luego a la botella. Parecía agobiado, cansado. Su rostro trasmitía infinidad de sentimientos y emociones, y sus ojos..sed. ¿Cómo ha podido cambiar tanto en estos meses? ¿Cómo hemos podido cambiar todos durante todo este tiempo? Ziel es el que ha hecho que Marcus cambie, que sea un vampiro mejor. Parece mentira la verdad. 
    Me pregunto que pasará por su cabeza cada segundo. Que podría saberlo pero mejor me quedo como estoy. 


    Menos mal que se me ocurrió traer comida para todos. Ahora Ziel podía comer a gusto y reponer sus fuerzas con lo que le había traído. No es nada, es lo mínimo que podía hacer.. Sonreí mientras me daba un beso. Le toqué la cabecita mientras cogía el sandwich que había dentro. Hacía tiempo que no me sentía tan tranquila. ¿Sería por la seguridad que me aportaban? No lo sé. Pero aquí estaba tranquila, como si no nos pudiera pasar nada. 


    De repente de mis manos desapareció la botella y fue a parar a las manos de Ziel. Como no. Este chico no puede estarse quieto ni un minuto. Cuando aprenderá. Marcus cogió la botella y sus cuerpos quedaron a una distancia mínima. No me asusté ante aquello. Ya me había hecho a la idea de muchas cosas. 
    Marcus se sentó en uno de los ataúdes, y yo mientras me apoyé en la pared. Cuando terminó la botella sus ojos volvieron a un estado normal. Ya no debería de preocuparme pero aun así seguía haciéndolo. A decir verdad, no me gustaría ver como Marcus le clava los colmillos a Ziel... 


    Ziel interrumpió mis pensamientos para preguntarme si estaba bien. Bueno, a decir verdad estaba sedienta pero no como para perder el control. Por suerte había traído botellas suficientes. Sí, estoy bien. Luego me ocupo de mí. Le dije guiñando un ojo. Me acerqué a la bolsa sacando una botella de agua para Ziel y una botella de sangre para mí. Toma. Dije mientras le daba un beso en la frente. Me apoyé de nuevo en la pared mientras destapaba la botella de sangre. Le di un par de sorbos cuando vi la reacción de Marcus. Estaba buscando algo que había perdido. Miré a Ziel. Lo tienes tu ¿verdad? Eres el único que ha estado con él y fuera no he visto nada. Dáselo. Sino tendremos problemas. Viendo la reacción de Marcus, tiene que ser algo muy importante. ¿Cómo se le ocurre guardarselo en los bolsillos? 
    Me acerqué más a Ziel por si acaso. Ahora mismo no es que Marcus estuviera muy bien.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Miér Jun 19, 2013 8:21 pm

    Demasiado cerca.
    La cercanía con cualquiera de los dos, acababa poniéndome nervioso. Lo primero porque no quería incomodar al otro, y segundo, porque sabía que quería acortar demasiado la distancia con ambos. Era algo que anhelaba desde hacía meses. Pero al mismo tiempo lo único que hacía era sentirme culpable. ¿La razón? Sentía que estaba jugando con ambos, con sus sentimientos, con los míos. Sin embargo, no quería abandonnar a ninguno, no podía decidirme entre Bella y Marcus. Ellos estaban en la balanza de mi pecho, ejerciendo fuerza en su lado; sin darme opción a decantarme. Tampoco quería hacerlo. Cada uno me aportaba algo diferente y me producía sensaciones diferentes. Me sentía como el más egoísta y avaricioso. Debería dejarles ir y no estar agarrándoles constantemente para que se quedaran a mi lado. No estaba bien esta relación de tres. Suspiré, pasando una mano por la cara.

    ¿Qué podía hacer, si desprenderme de uno era como arrancarme la mitad del alma?

    Sonreí al agradecimiento de Marcus, tal vez con pena en los ojos; provocado por lo mismo de antes. Decisión. Ziel, decídete de una vez. No puedes seguir albergando a los dos y protegiéndolos. Algún día debería de planteármelo más seriamente. Ahora no. Ahora no, por favor. Después de tanto tiempo sin ninguno de los dos, no quería ni pensar la idea de que uno de los dos se fuera. Antes agarraría sus piernas y dejaría que me llevaran arrastras.
    Me senté en el suelo, terminando el sandwich que Bella había traído. De vez en cuando miraba a ambos de reojo, pero dejaba que el silencio se hiciera cargo de nosotros tres. ¿Qué decir en esta incómoda situación para los tres?

    Al final, rompí la burbuja insonora del panteón.
    -Marcus, es de mala educación sentarse en un ataúd. - Comenté mirándolo, regañándolo como si fuera un hermano mayor; donde aquí el más pequeño era yo. La intensidad de sus ojos descendió gracias a la botella. Brevemente bajé los párpados, con una pequeña sonrisa; aliviado de que su sed fuera menor. Y bueno, con respecto al ataúd, no sé, puede que fuera que mis costumbres humanas otorgaran tanto respeto a los difuntos. Aunque tampoco me molestaba demasiado. Al fin y al cabo no era yo el que estaba sentado ahí. Acabé por reírme, apoyando la espalda contra el suelo; sin saber muy bien por qué. Tal vez por esas caras tan largas de ellos dos. Y eso que no podía ver la mía, si no, las carcajadas hubieran sido mayores. Tanta tensión acababa por darme risa, o todo lo contrario.

    Ah... hacía tanto que no reía... Aunque fuera una tontería gigante; lo necesitaba.

    Una vez terminé el sandwich, me levanté, buscando un "algo" donde dejar los restos y demás. Tampoco era cuestión de dejar lugar tan sagrado como un vertedero. Me acerqué a Bella, impaciente por el agua. La cogí con una sonrisa, mirando otra vez dentro de la mochila. La de cosas que se había traído. Esto parecía un camping o algo por el estilo. Pero me gustaba, salvo el lugar, era todo perfecto.

    Volví a levantar la vista, en dirección a Bella; encontrándome con esos dulces ojos. Otra vez lo mismo: distancia. Demasiado corta. Se me agitó la respiración. En cambio, no pude más. No podía tenerles allí y no acercarme. No podía. Tantos meses me estaba pasando una detestable factura. Por favor, perdónenme, pues soy el peor humano de todos. Pérdoname Bella. Perdóname Marcus. Perdóname corazón por esta dualidad de dos. La distancia entre nosotros, finalmente la recorté. Bajé la botella que tenía entre la manos, impidiendo que bebiera. Luego sus labios estarían llenos de su sabor salado y metálico. Por eso no lo pensé. De perdidos al río, Ziel. No quería reprimir los latidos más vivos de todos. Puede que el día que me convirtiera no llegara a volver a sentirlos. 

    Pegué ambas frentes con una sonrisa y la besé. Acaricié su rostro, perdiendo el sentido. La calidez de ella, se sumergía entre mis huesos; dejándome sin consciencia propia. Puede que fuera un vampiro, que ni siquiera consiguiera a alcanzar su longeva edad, o que quizá tuviera la misma edad que la madre de mi abuela; pero la quería con locura. Igual que Zeus a Atenea. Sin duda, Bella era mi Atenea; mi paraíso y el Edén jamás pisado. Sus labios me llevaban al mismo, aunque nunca hubiera puesto un pie el cielo. Di un paso hacia delante, encerrándola entre mi cuerpo y la pared; dejando solamente unos centímetros entre ambos cuerpos. 

    ¿Acaso no era mágico poder amar?

    Tras unos segundos me separé, besando su frente. "Bella, te quiero"; pensé para que lo leyera. Me separé, permitiendo que ahora bebiera la botella de  sangre. Regresé al sitio donde antes estaba sentado. Miré a Marcus sin saber qué decirle. Él sabía que también quería a Bella, así que entendía cómo debía ser aquello. A mí tampoco me hizo nada de gracia cuando tocó a Kasha, y muchísimo menos cuando tocó a Bella. Sí, vale, lo admito, perdí el control por estar celoso. Suspiré otra vez, poniendo una mano sobre la frente. Quería a Marcus y a Bella solamente para mí. No quería que nadie se acercara a ellos, que llegara a tocar esa final y fría piel de mármol. Egoísmo. No tenía el mínimo derecho de hacer aquello, pero no podía evitarlo. Los sentía como mi propia carne, como mis propias heridas.

    Alcé la cabeza, borrándolo todo con una sonrisa. Quizá eliminando lo que acaba de pasar hacía unos segundos. Estiré los brazos, bostezando.
    -Aaah... hacía tanto que no comía tan bien... Bueno, Marcus, ¿te encuentras mejor? - Pregunté con una sonrisa. Claro que no se me había olvidado. Di un trago a la botella, escuchando a Bella hablar en mi cabeza. Me giré hacia ella, observando a Marcus de reojo.
    "Sí, lo tengo yo. Pero..." Me callé. Pero no quiero dárselo, no quiero que la recuerde, no quiero que siga guardando su fotografía como un viejo recuerdo. En cambio, sabía que en el fondo, no podía quitársela de las manos; robársela más bien dicho. Tenía derecho a tenerla. Igual que quizá yo tuviera derecho a tener a Bella también.

    Me acerqué a Marcus otra vez, quedando delante; plantando por primera vez una altura mayor sobre su cuerpo sentado. Deslicé una mano al bolsillo trasero. Saqué la fotografía y la miré una vez más. 
    -En verdad era hermosa. Muy hermosa. - Se la tendí, arrepentido de habérsela ocultado. Volteé la cabeza hacia Bella. Ya está, ya se la devolvía. - Me hubiera gustado conocerla. - Confesé a Marcus. Solamente por ver cómo era aquella mujer, por ver lo que realmente ataba a Marcus a su pasado. Acaricié su pelo con ternura, bajando hasta su mejilla; intentando reconfortar su pérdida.
    -Lo siento mucho, Marcus. Perdóname. - Dije, dándole el pésame. Por otra parte, no quería que se enfadara conmigo y se fuera. Mucho menos con la sed en su garganta y la marca sangrando sin cesar. Tampoco quería que entrara en angustia y se cabreara. Nadie sabía por dónde podría salir.

    Acabé por sentarme en una de sus piernas, volviendo a observando los años que tenía dicha fotografía. A veces veía ahí plasmada a mi madre, por el simple hecho de los años.
    -Ojalá estén en un feliz lugar. - Murmuré, bajando la cabeza hasta su hombro. Del mismo modo en que un hijo se reconforta en los brazos de su padre. Cerré los ojos, enredando de nuevo la mano en el cabello azabache de Marcus, llegando a relajarme con el simple acto. Él tan antiguo como el tiempo, tan antiguo como esa fotografía, igual que la misma de mi madre, conseguía que no terminara de olvidarla. Como si todavía permaneciese conmigo, en el mismo retrato que Marcus siempre guardaba con cariño.

    Volví a erguirme, sonriendo nostálgico por esa mujer: Ella. Tomé su mentón, obligándolo a que me mirara. Miré sus labios y luego a sus ojos, sin poder quitar la vista de ellos. Silencioso, moví los labios para que él consiguiera leerlos: "Olvídala". El deseo de tenerle florecía de nuevo. La posesión que ejercía sobre Marcus aparecía nuevamente. Y el cambio drástico de temperatura, se hacía notable.

    Lentamente, incliné el tronco hacia delante, con la intención de poner el cuello a su disposición. Mi espalda tapaba la escena, evitando la angustia y la decepción de Bella por ver cómo tomaba mi sangre. Sin embargo, apenas unos centímetros de dejarlo a su merced, giré su mentón más hacia dentro, con la primera intención de que mordiera mi cuello; besándolo de improviso. Lo retuve, posesivo, con una mano sobre su nuca; respirando contra su suave piel. Marcus, olvídala. Yo te daré lo que a ella le quedó por ofrecerte.



    Que me condenen. Pues la única forma de eliminar esto, es llevándome a la horca.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Jue Jun 20, 2013 6:21 am

    Marcus observó a Ziel fijamente. Había seguido sus movimientos en medio de su búsqueda desesperada. Había contorneado su cuerpo una y otra vez, y la verdad es que hubiera preferido no observarlo nunca de esa manera. No en ese instante, al menos. Debería haberlo previsto. Él y ella estaban demasiado cerca. Estaban deseándose con fervor. Marcus, al compartir el sentimiento, podía identificarlo con facilidad. Y era odio sentirse un estorbo. Incluso él, que amó ser estorbo de la gente por mucho tiempo, ahora lo veía insoportable. No quería ver aquello. No quería ver aquel amor latente, palpitando en cada ocasión. No quería...

    Pero lo vio.

    Abrió los ojos de par en par. ¿Cómo evitar que el rojo turbio se vuelva intenso? Apartó la mirada, haciendo su mano en un puño. Está bien, si era lo que merecía por haber hecho tanto daño... estaba bien. Pero no podía tolerarlo. Por más que lo intentase, no lograba hacerse a la idea. Apretó la mandíbula y observó el exterior, perdiendo su mirar en la brisa incolora, en los fantasmas de su pasado. Ella... Ella jamás lo hubiera lastimado. Sin embargo, jamás acabó tan herido como con su partida. Y ahora, en este preciso instante, tenía que palpar el amor sin poder sentirlo.

    Esta existencia era odiosa; insostenible ya. Y como si fuera poco, Ziel se contentaba con hacerle chistes y sonreír como si nada, mientras que fingía preocuparse por su bienestar. ¿Fingía? Sí, pues ahora realmente lo dudaba. Y la verdad es que ni sabía por qué se molestaba en tratar de advertir sus verdaderos intereses. ¿Por qué preocuparse por eso? ¿Por qué preocuparse por él, si está tan bien con ella?

    ¿Qué demonios hacía Marcus O'Conell allí sentado, siendo espectador de la peor película de su vida?

    Cuando la escena pareció haber concluido, escuchó su voz. No respondió. No sabía cómo se sentía. No entendía los miles de pensamientos macabros que surcaban su mente. O, tal vez, los comprendía tanto que no se atrevía a descifrarlos. Apenas miró a Ziel con el rabillo del ojo. Podía ver a Bella también. Podía sentir sus labios rosados inyectados de aquel dulce néctar que derramaban los labios del muchacho. Odiaba esa sensación de envidia, celos e irónica traición. 

    El silencio continuó comiéndole la lengua y mortificando su memoria.

    Y, como si no hubiese sido suficiente, Ziel apareció delante de él con aquella fotografía. No pudo evitar mirarlo a los ojos en ese momento. ¿Por qué la tenía? ¿Por qué se la había arrebatado? ¿Acaso no pensaba devolverla? Hay ciertos límites, y uno es no meterse con sus cosas más íntimas al menos que él quisiera darle rienda suelta a sus remordimientos. Ziel, en esta noche, en este momento, estaba sobrepasando todos sus malditos límites. Estaba colmando su cordura y embriagando sus sentidos. 

    Necesitaba irse. Necesitaba liberarse.

    Sujetó la fotogradía con velocidad y algo de salvajismo. La observó por unos momentos mientras oía sus palabras. Sí, era hermosa y se había ido para siempre. Sus ojos brillaron, cristalizándose. Suspiró y alzó el mentón, observando el techo. Cerró los ojos por unos segundos. Debía irse. Lo ansiaba, lo necesitaba. Pero Ziel, como siempre, como si fuera capaz de advertir cada uno de sus movimientos, se sentó sobre él y se ofreció nuevamente como banquete celestial. 

    Basta. Basta. Basta. No podía tolerarlo ni un minuto más.

    Pero sus labios se unieron. De improviso, el joven humano supo cómo amarrar el corazón gélido del vampiro con cadenas de hierro oxidado. La confusión se alborotaba en su pecho junto a la pasión. ¿Qué era este gesto? ¿Qué era tal suavidad hecha carne? Preso de sus latidos, Marcus cerró los ojos y se dejó llevar por unos momentos. ¿Debería disfrutarlo del mismo modo en que Bella disfrutó la parte que le tocaba de él? No. No podía hacerlo. Porque, sencillamente, no podía concebir la idea de que ella estuviera allí, observándolos, padeciéndolo igual que él. Pero, sobre todo, no podía tolerar la idea de compartirlo.

    ¿Agradeció la entrega de la fotografía? No.
    ¿Agradeció el gesto amatorio? Tampoco.

    Alejó sus labios de los suyos. Alejó a Ziel, bajándolo de sus piernas. Se puso de pie y estiró su chaqueta. Guardó la foto y se dio la vuelta. La frialdad se adueñó de cada uno de sus actos. La locura lo embriagaba desde dentro. Locura por la muerte y la destrucción, y locura por él y su amor prohibido..

    Su amor compartido.

    "Hay una maldición entre tú y yo, Ziel. Creía que podría, pero no soy tan considerado y comprensivo como ella. Realmente, es con Bella con quien debes estar, pues no soy bueno para ti. Lo sabes y lo sé. No puedo compartirte, no puedo aceptar que una parte de tu corazón le pertenezca. Lo siento, pero también soy egoísta. Es uno más de mis defectos sumados a la gran lista de ellos. Sin embargo, si algo nos diferencia a ti y a mí, es que yo jamás fingí no serlo".

    La noche era fría y solitaria, y ahora un alma desgarrada caminaba por sus senderos oscuros. Marcus desapareció entre las lápidas, y con él el veneno de este amor enfermo.



    ~~~~~


    Y regresó. Transcurrieron unas horas y él regresó. Ya no encontraba consuelo en nada si Ziel no estaba presente. Ya no podía pensar con claridad. Regresó, entonces, y lo hizo para llevárselo. Ingresó en el mausoleo dándole una patada a la puerta. Con ojos fieros y paso determinante, robó a Ziel de los brazos de Bella. Lo hizo propio, sujetándo de los brazos y acercándolo a él. Cada movimiento era, sin embargo, algo salvaje. El vampiro observó a la muchacha y frunció el ceño.
    - Lo siento -dijo en un murmullo apenas perceptible. Y, dicho esto, desapareció del lugar con Ziel.


    Lo siento. En verdad lo siento. Pero no puedo reprimir mis instintos.
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    Mensaje por Bella.N.Gring Vie Jun 28, 2013 4:07 pm

    Y así, entre unas cosas y otras, Ziel fue arrebatado de mis manos, sin preguntar, sin ninguna excusa, Marcus se lo llevó. ¿El por qué les he dejado ir? Ya no puedo más. Ya no puedo más con sus quejas, con sus "pues Ziel es mío, me lo quedo, es para mí" Que hagan lo que quieran. Ya no puedo luchar contra sus idas y venidas, con la atracción que sienten ambos. Nunca me imaginé que Ziel caería enamorado de Marcus.. Ni si quiera de mi, pero ¿Marcus? ...
    Me acerqué a la pared y le dí un puñetazo, atravesándola. Salí de la estancia para sentarme en una de las lápidas más cercanas. ¿Qué he hecho a lo largo de mi vida? ¿Qué es lo que hago mal? No lo entiendo. En fin, siempre la mala suerte ha marcado mi vida y esta vez no iba a ser una excepción.

    Atravesé el cementerio y desaparecí de allí.
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