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    Mensaje por Kaien Cross Miér Ene 16, 2013 2:52 pm

    Este es el cementerio del pueblo, está situado a las afueras del mismo.
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Miér Ene 16, 2013 11:28 pm

    Con su vestido blanco, el cual utilizaba generalmente para estar más cómoda. En este caso, no era para nada reconfortable. El frío le calaba hasta los huesos. Pero no tenía tiempo ni siquiera para pensar en ello. Ella estaba sola en este pueblo, no tenía un hogar fijo, y la mayoría de sus pertenencias aún estaba en aquella habitación de la Asociación. ¿Por qué fue tan idiota? Si se hubiese quedado allí, él no hubiera aparecido. Tal vez Chlóe no creía que aquel vampiro fuese a cumplir su palabra. Tal vez ella sólo esperaba que fuera un intento por asustarla. ¿Qué más quería? ¿No había hecho suficiente ya?

    Totalmente agitada, se vio obligada a frenar. Sujetó su mano a una reja pintada de color negro. Miró en el interior del lugar. ¿El cementerio? Tragó saliva. ¿Cómo había llegado hasta allí? Procuraba no llorar ni desesperarse, pero la anemia estaba martirizándola cada vez más. Necesitaba refugiarse, necesitaba que él no la encuentre. No podía rendirse, no quería hacerlo. No quería pertenecerle a ese ser.

    Se introdujo en el Cementerio respirando con dificultad. Comenzó a correr de nuevo entre las lápidas. Sin querer, tropezó con una y cayó en una fosa abierta, cubierta de nieve completamente gélida. Chlóe salió de aquel hoyo haciendo fuerza con las manos. Su cuerpo estaba cubierto de los blancos copos que comenzaban a caer. Necesitaba esconderse, pero si se quedaba allí, acabaría enterrada viva por la nevada. Entonces, puso toda su voluntad y emergió a al superficie. Comenzó a arrastrarse por el suelo hasta ponerse de pie. Vio una lápida que poseía rosas rojas, completamente marchitas. Comenzó a correr otra vez, internándose en un estrecho camino con mausoleos a cada uno de los lados. Se escondió detrás de uno de ellos.
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    Mensaje por Andrei Matthewson Sáb Ene 19, 2013 2:32 am

    Llegué, sonriendo entre la nieve, todo era tan... blanco. Los copos de cristal caían sobre mi pelo y se quedaban suspendidos sobre este, mostrando una extraña y a la vez sensual imagen, creando un contraste con el rojo de mi ropa y la blancura de todo lo que me rodeaba.
    Chlóe había dejado huellas, era demasiado fácil seguirlas, ni siquiera necesitaría olerla. Caminé despacio entre las lápidas.
    ¿Dónde estas pequeña?
    Dije sonriendo mirando hacia todos los lados aunque pudiera olerla. Mientras caminaba, buscándola, iba dando pataditas a la nieve, mandandola a tomar por saco. Me apetecía jugar, si ¿Porqué no? Empecé a girar sobre mi mismo lentamente con los brazos abiertos mientras me reía.
    Oh vamos, te vas a congelar jajajajajaja sal o te sacaré por las malas
    Y si la ex-cazadora me había conocido lo suficiente en nuestro último encuentro comprendería perfectamente que lo de "por las malas" significaba sangre y lágrimas. La verdad es que me apetecía disfrutar al máximo de la situación antes de tener que beberme la sangre de la chica... o a lo mejor no me la bebería. Quien sabe.
    ~~Oh, vamos, colabora, dulce alma en pena, no quiero que desaparezcas en vano, cogete de mi mano, abraza la vida y luego... déjate caer en el abismo conmigo~~
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Sáb Ene 19, 2013 2:40 am

    Creía que lo había perdido, pero no, él estaba allí, buscándola. Chlóe escuchó su voz y se llevó ambas manos a la boca, cerrando fuertemente los ojos. No podía luchar, no podía enfrentarlo. Su salud no se lo permitía y acabaría en lo mismo de aquella noche. Solo quería no verlo nunca más. Que el desaparezca en medio de toda su malicia. Sus palabras y su risa penetraban sus oídos. Él estaba loco, completamente loco.

    Chlóe se despegó un poco de la pared. No se atrevió a mirar por el camino de los mausoleos. Simplemente, comenzó a escabullirse entre ellos. Si tan solo encontrase una salida o, aunque sea, al sereno del lugar. ¿Pero qué podría hacer un simple guardia con un vampiro como este? Si ella, con su sangre cazadora, ahora mismo no podía redimirlo. ¿Qué podría hacer aquel? Si algo tenía seguro, era que no podría aplicar la fuerza física. Tendría que valerse de sus otros dones... sobre todo el espiritual heredado de sus ancestros.

    Cerró los ojos y se concentró, una vez que estuvo a salvo en un sitio más alejado de él. Desde las tumbas, espectros de energía emergían. Se arrastraban por el aire, por la nieve, hasta llegar a Andrei. Suavemente lo rodeaban. No le hacían daño, pero demostraban que no querían a un muerto viviendo como él allí. "Vete", susurraron en su oído. Repitieron el mensaje más de una vez. Poco a poco, comenzaban a rodearlo y a hacer de su andar algo más complicado. El espacio que el vampiro poseía para moverse, se vio muy reducido a causa de la energía espiritual tan sofocante. Él no podría seguir girando. Una pena, realmente.
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    Mensaje por Andrei Matthewson Sáb Ene 19, 2013 3:05 am

    Se estaba alejando, podía olerla. Demonios. Tampoco le costaría tanto mostrarse de una vez. Al poco tiempo empecé a sentir unas presencias a mi alrededor, esos estúpidos espíritus de nuevo. Me susurraron que me fuera y me agarrotaron mis músculos para que no pudiera moverme. Me cabreaban esa clase de juegos. Cerré los ojos, irritado. Ahí había demasiados espíritus, estábamos en un cementerio ¿Acaso esa mujer pensaba que iba a tener posibilidades contra mi por haberme traído al lugar en el cuál enterraban inútilmente los cuerpos de sus débiles compañeros.
    Me cago en Dios...
    Susurré mientras abría lentamente los ojos, con un brillo diferente en ellos. No me dejaban moverme con libertad, eran pura energía, por lo que no podía controlarlos. Pura energía... menuda idiotez, una simple implosión acabaría con su patética existencia como entes eternos y etéreos. Pero no, eso sería demasiado fácil. Les demostraría quien mandaba.
    La había avisado, si no salía la sacaría por las malas. Tensé los músculos de mi cuerpo, apreté mi mandíbula y clavé las uñas de mis dedos en la palma de las manos mientras intentaba avanzar hacia delante.
    ¿Otra vez tu maldita clarividencia?
    Dije enarcando una ceja mientras empezaba a caminar paso a paso, lentamente, hacia el lugar del que provenía el olor de Chlóe. Era imposible esconderse, y dentro de poco tampoco serviría de nada escapar "Apartaros cabrones, ya estáis muertos, no me hagáis mataros de nuevo" Pensé mientras la tierra a mi paso se iba deformando, por el gran esfuerzo que ejercía mi cuerpo al caminar. Gruñí al aire mientras mi bao se elevaba en la noche y desaparecía entre las ramas de los viejos árboles. Me acerqué a uno de los mausoleos y con un sencillo movimiento de mano volé en pedazos su entrada, mandándola a volar, como si un gigante de roca hubiera golpeado en ese lugar con toda su ira.
    Por las malas entonces...
    En esos momentos no me apetecía recitar más versículos de mi inventado libro sangrado.
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Sáb Ene 19, 2013 3:22 am

    Estaba funcionando, podía sentir que lo estaba logrando. Más allá del gran dolor de cabeza que le generaba implementar aquel don, seguiría intentando. No quería que él la tocase de nuevo. No quería que sus sucias manos la sujetasen del rostro. Quería alejar lo más que podía sus sucios colmillos de ella. Y, en ese momento, entre la esperanza y la desesperación -dos caras de la misma moneda-, Chlóe sintió que él continuaba avanzando. Abrió los ojos de repente. Su concentración se fue al garete. Los espíritus hicieron lo que pudieron, pero ella tampoco era una experta. Entendía que las cosas pudiesen salirle terriblemente mal.

    Continuaba oculta, ahora intentando hallar otra escapatoria. ¿No había nadie vivo allí, acaso? ¿Sólo ella? No podía aceptarlo. El frío la estaba congelando. Necesitaba encontrar un sitio cálido rápidamente. De seguro que tal lugar no lo encontraría al lado de aquel ser que pretendia hacerse con su vida. Se llevó una mano al cuello. Allí estaba la marca de su macabra mordida. No quería más cicatrices. No quería nada de él. Y, entonces, el mausoleo que se encontraba a cinco metros de distancia de ella, se destruyó por completo. No, mejor dicho, lo destruyeron. La chica abrió los ojos de par en par. Tenía que correr. Y debía hacerlo ahora.

    Sus piernas, ágiles como las de una gacela, comenzaron a sortear rocas, lápidas, zonas profundas cubiertas de nieve, árboles. Había salido de aquel camino funerario, pero ahora se dirigía hacia el estrecho bosque que se extendía en uno de los extremos del cementerio. Pudo divisar una figura a lo lejos. Había esperanza. Aún había esperanza. En ese instante, al acercarse, se frenó de golpe. Su piel empalideció más de lo que ya estaba -si es que eso resultaba posible- ante aquella imagen mortuoria. Vestimenta oscura, cabello largo hasta mitad de la espalda, ojos sagaces que la observaban fijamente. Ella, de entre todas las posibilidades de huir que podría inventar, había ido a dar justo con un vampiro. Otro más. El tísico hombre se puso de pie. Se acercó a ella mientras Chlóe retrocedía. ¿Qué iba a hacer ahora?

    - Sé que sonará estúpido pero, por favor, necesito que me ayudes -musitó tiritando del frío, mientras sus extensos cabellos se mecían ante la brisa gélida de la noche. Se abrazó a sí misma, rogando por una mínima pizca de suerte, pero eso era mucho pedir. El vampiro extendió su brazo y aferró su muñeca con fuerza. En un simple movimiento, Chlóe se encontraba a merced de este. Comenzó a forcejear, pero era inútil; inútil como todo lo que había hecho. Sólo pedía un poco de solidaridad. Sólo un poco. Aquel ser deslizó su gélida mano por su cuello y apartó su cabello, divisando la mordida. Frunció el ceño y sacó a relucir sus colmillos. ¿Qué haría ahora? Estaba completamente perdida. Si no moría torturada en manos de uno, lo haría en manos de otro. ¿Mejor loco conocido o loco por conocer?

    Cuando el vampiro la atrajo más hacia sí, dispuesto a acabar con ella, Chlóe transformó sus labios en una fina línera marmórea, cobrando fuerzas de algún sitio. Dirigió una patada directo a la ingle del hombre, por lo que éste disminuyó su agarre por unos momentos. Sin embargo, no fue suficiente.
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    Mensaje por Alucard Dom Ene 20, 2013 11:27 am

    El olor del miedo y el sonido de la batalla llegó hasta Alucard, que paseaba plácidamente por uno de los recovecos del cementerio. La verdad es que estaba de caza, así que no se esperaba encontrarse con el olor de un humano por la zona.
    Escuchó la voz de un hombre, maldiciendo al cielo y decidió acercarse. Se ocultó entre las sombras, con la forma de un murciélago y, posándose sobre la rama de un árbol, observó la escena. Al parecer una cazadora estaba luchando por su vida contra un vampiro ¿La ayudaría?
    El joven, en su frustración reventó una de las entradas del mausoleo "que poco delicado".
    Acto seguido la muchacha salió corriendo del lugar, pero fue a darse de bruces con uno de los vampiros que Alucard estaba cazando en la zona. No sería de extrañar que aquella joven muriera aquella noche, ahí mismo.... No, esa chica tenía potencial, no podía morir de una manera tan patética.
    Alucard se deslizó entre los árboles con una rapidez excepcional y quedó encima del vampiro, en una rama, que acosaba, a Chlóe con matarla.
    Una gabardina roja cubrió la luna y la tiño de rojo mientras Alucard, en el aire, volvía a su forma original y sacaba cada una de sus pistolas. Encañono al vampiro y apretó el gatillo, con una precisión letal. La cabeza del ser de las sombras voló en pedazos y su cuerpo dejó de ejercer fuerza, desplomándose al lado de la cazadora y deshaciéndose en cenizas.
    El hombre de la gabardina y la sonrisa de media luna cayó finalmente al suelo, doblando sus rodillas al mismo tiempo que su gabardina ondeaba al viento y sus pies provocaban una pequeña polvoreda.
    Acto seguido apuntó con Chakal al chico que se acercaba incipientemente hacia Alucard y Chlóe. Ese era bastante más poderoso, pero no resistiría una bala de su arma anti-vampiro.
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    Mensaje por Andrei Matthewson Dom Ene 20, 2013 5:10 pm

    Y entonces ella simplemente huyó, no se atrevió a enfrentarse a mi ira. No le habría costado nada salir y ofrecerse voluntaria, como una buena chica, pero no, ella quería hacerlo por las malas, definitivamente todo esto debía de gustarla mucho.
    La seguí hasta que vi que otro vampiro frenaba su avance ¿Qué demonios se supone que estaba haciendo? Ella era mi presa, solo mía.Pero en cuanto me dispuse a desintegrar a ese estúpido una bala surcó el aire y arrancó la cabeza de aquel animal. "Una salvajada de lo más sublime" pensé mientras me acercaba a la figura que había descendido de los árboles. Era un cazador.. o un vampiro? Noh... era el, Alucard, maldito viejo entrometido. Me apuntó sin dudarlo con su arma a la cabeza y enarqué una ceja, como si pudiera hacerme algo con eso, que iluso. Yo le enseñaría a ese viejo el verdadero poder.
    Elevé ambas manos y una serie de estacas, pinchos, filos cortantes, lanzas, espadas, y una lista inacabable de objetos punzantes y peligrosos salieron del suelo, bajo los pies del cazador, formando una especie de árbol, atravesando cada uno de sus músculos, salpicando el suelo de sangre por cada nuevo corte. Su cuerpo quedaría irreconocible bajo esa gabardina y ese sombrero de ala ancha. Sonreí de placer ante la escena y acto seguido miré a Chlóe ¿Qué haría ella entonces? Si Alucard no podía ayudarla simplemente me bebería su sangre como aquella vez, y quien sabe, tal vez ella no volvería a soportar el frío de la zona.
    ~~Y en una oscura noche abrí mis alas, para observar, una vez más, aquellas nubes que se cernían sobre ellos, amenazando con una nueva lluvia de sangre. Un siniestro placer recorrió mi columna vertebral y esa vez fingí, sin saberlo, que yo solo deseaba que la tormenta llegara hasta mi piel~~
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Lun Ene 21, 2013 1:23 am

    Amenazaba conm ser el final. Ese momento, ese instante, comenzaba a teñir de negro las esperanzas de Chlóe. Continuó forcejeando con aquel vampiro, y justo cuando sus colmillos iban a tocarla irremediablemente, una bala acabó con su vida. ¿De dónde había venido? Sintió la adrenalina, recorriéndole el cuerpo de pies a cabeza; sintió la presencia de alguien más, un vampiro más. Alzó la mirada en su búsqueda y, cuando divisó aquella figura rojiza a su lado, reconoció al instante de quién se trataba. Era Alucard. Si mal no tenía entendido, le había dado una mano al Presidente de la Asociación en más de una ocasión. Aún no entendía cómo un vampiro podía cazar a los suyos, pero agradecxía su presencia inexorablemente. Chlóe se sintió desvanecer en ese mismísimo momento. Su palidez denotaba el frío que la amenazaba y la enfermedad que la acechaba. Sin poder evitarlo, cayó hacia atrás, sobre la nieve, pero luchaba por erguirse otra vez.

    Aquel vampiro perverso estaba muy cerca.

    Cuando por fin logró ponerse de pie nuevamente, a duras penas, la figura de Alucard fue atravesada por un sinfin de objetos punzantes. Chlóe se quedó de piedra viendo aquella imagen. Él la había ayudado. ¿Cómo podía permitir que aquella escoria vampírica se metiese con el antiguo vampiro, siendo ella la culpable? Por esa razón, cerró los ojos y apretó la mandíbula, al mismo tiempo que también apretó sus puños. Tenía que ser fuerte. Tenía que lograr enfrentarse a él otra vez. No debía llorar. No debía hacerlo aunque quisiera. Se puso delante de Alucard, confiando en sus poderes y en su experiencia, a modo protector.

    - Tú me quieres a mí. Por lo tanto, yo seré tu oponente -murmuró, mirándolo a los ojos fijamente, de forma seria y quizás amenazante. El frío había entumecido sus músculos, pero daría lo mejor de sí incluso en el peor de los estados. Cerró los ojos y levantó ambos brazos al costado de su cuerpo. Volvería a valerse de los espíritus si era necesario. Estos comenzaron a hacer desaparecer aquellos objetos filosos, siendo lanzados de vuelta hacia Andrei. Debería frenarlos si no quería terminar atravesados, pues iban con una velocidad mucho mayor a la que él utilizó para lanzarlos originalmente. Chlóe no podía más con el cansancio de su cuerpo, pero estaba gastando sus últimas energías en esto. Sus ojos adquirieron un nivel de concentración elevado. El cementerio estaba lleno de almas en pena que querían cooperar con ella, una cazadora retirada con alma de bruja.

    Giró suavemente su rostro, de modo que vio a Alucard de reojo. Estaría eternamente agradecida con lo que hizo por ella esta noche, pero no permitiría que aquel vampiro le toque. Él no tenía nada que ver en esto, y no merecía meterse en problemas. Ella debería poder solucionarlo, o al menos intentarlo. Y cualquier consecuencia la acarrearía ella sobre sus espaldas.
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    Mensaje por Alucard Lun Ene 21, 2013 7:41 pm

    Una maquiavelica risa surgió desde la masa desuniforme que había quedado de Alucard. La sangre que había en el suelo y las cuchillas, los trozos de carne esparcidos por el suelo e incluso la ropa del propio vampiro empezó a recomponerse, justo a la espalda de Chóe. Alucard resurgía como un fenix esquizofrénico, con esa sonrisa insana que solía dibujar en su pálido rostro cada vez que se emocionaba.
    El chico se había metido en un buen lío. Hacia siglos que nadie se atrevía a atacar a Alucard de esa manera, y eso le gustaba.
    Con el pelo ondeando al son de los vientos helados del cementerio los ojos del cazador brillaron en la crepuscular oscuridad.
    Levantó lentamente una de sus manos y, con sus blancos guantes, posó la palma de la izquierda sobre el hombro derecho de Chlóe "Tranquila preciosa, este tipo de cosas no pueden hacerme daño" Le dijo a la chica usando la telepatía. No quería que una cazadora en su estado tuviera que preocuparse por un viejo veterano como el, y menos teniendo el estado de la pobre.
    Todo había sucedido demasiado rápido. Si Alucard hubiera apretado el gatillo de su arma antes de que Andrei se hubiera acercado lo suficiente su existencia habría desaparecido hacía ya unos largos y preciosos segundos. Chlóe por otro lado, no parecía estar en sus mejores condiciones, se podría decir que la chica estaba prácticamente más cerca de la muerte que de la vida, y eso sería muy irónico teniendo en cuenta que ella se aprovechaba del alma de los muertos ¿Acaso ella podía retener su alma dentro de ese cuerpo demacrado suyo en contra de las voluntades físicas de ese? No, posiblemente solo necesitara un poco de reposo y algo de comida, y si ese enano solo se dedicaba a chuparle su preciada sangre de cazadora pronto la dejaría literalmente en los huesos. Eso sería algo desechable ¿Verdad? una acción de tal calibre debería de ser totalmente despreciable, el descontrol que provoca la sed de un vampiro puede ser su perdición, rompe la estructura gentil de sus actos, de sus pensamientos, pasan de ser unos perfectos caballeros a unas verdaderas bestias ¿ Paradójico, no crees?
    Déjame adivinar... vas a vencerme para poder beberte su sangre
    Dijo Alucard apoyando esta vez su mano sobre la cabeza de la chica, despeinandola con un amistoso gesto. Su mano era más grande que la cabeza de ella, así que realmente resultaba como un gesto paternal hacia una niña pequeña.
    La verdad es que no le apetecía mucho tener que acabar con la vida de un vampiro tan interesante como Andrei, así que le daría otra oportunidad, si se le ocurría hacer alguna otra tontería tendría que decírselo...por las malas.

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    Mensaje por Kasha Oskan Lun Feb 18, 2013 11:42 pm

    Entre en la parte mas oscura y siniestra del cementerio, en esa zona nunca habia nadie, por esa razon, escogio aquel lugar para el, por el camino habia conseguido rosas negras, mis flores favoritas.
    Las deje en su lapida, la cual limpie de hojas y tierra con las manos haciendo que apareciera su nombre de nuevo Alec Morgerstern. Lo echaba de menos. Esa iba a ser mi maldicion eterna, jamas podria olvidarme de el, ni lo que paso en aquella fiesta.
    - Ahora te necesito mas que nunca Alec..., aunque si estuvieras aqui, seguramente te enfadarias conmigo por la locura que voy a hacer, pero si las cosas salen mal, podras enfadarte conmigo pronto...- dije en un susurro mientras que acariciaba las letras de la lapida con la llema de los dedos
    - Antes eras tu el que me rescatabas, el que evitaba que alguien me hiciera daño..., es cierto que ahora tengo a Kai..., y le amo, igual que a ti, pero aun asi, te sigo echando de menos...- dije mientras que doblaba las rodillas y me ponia de cuclillas rodeandome las rodillas y balanceandome hacia delante y hacia atras, eso la relajaba un tanto, por lo que se quedo asi pensando en el plan contra Marcus y desenterrando viejos recuerdos
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Mar Feb 19, 2013 9:04 pm

    Estaba lista para enfrentarlo. Había jurado no volver a permitir que aquel ser sucio la toque. Si llegaba a incumplir su cometido, no sabría qué haría luego. Probablemente querría cortarse el cuello por sentirse tan deshonrada e impía. Sin embargo, en cuanto iba a comenzar a efectuar sus primeros movimientos, la pesada mano de Alucard se posó sobre su pequeña cabeza. Chlóe cambió instantáneamente su expresión -que era seria y ruda- y su semblante se tornó en pura sorpresa. Alzó los ojos para verlo. ¿Por qué la defendía e, incluso, la protegía? Quiso sonreír. Todos los vampiros no eran iguales al fin y al cabo. Justo delante de ella, había dos seres de la misma naturaleza que, a pesar de todo, eran como agua y aceite. De todos modos, por más que él se interpusiera en esta batalla por honor y sangre, Chlóe no podía dejarlo solo. No quería meterlo en más problemas, pues seguro ya estaba repleto de ellos.

    Tras unos instantes de vacilamiento, su mirada clara detectó una sombra en la lejanía, entre la nieve del crudo invierno. No podía ser. ¿Sería ella...? Su corazón se agitó y dio un vuelco. ¿Debía tomar este día como uno de esos en los que la suerte la acompaña? Rápidamente, echó a correr. Lamentaba abandonar a Alucard así de repente, pero una persona que sabía que podría ayudarlos estaba allí.
    - ¡Kasha! -gritó con todas sus fuerzas, con la voz incluso algo rasposa debido al frío que la estaba congelando de pies a cabezas. Chlóe continuaba con su escasa ropa de dormir, y eso no ayudaba en nada a mantener su salud intacta. Los ojos le brillaban y más de una lágrima caía a causa del frío y la desesperación de haberla visto. Continuaba corriendo hacia ella, como podía, esperando alcanzarla y que la escuchase
    ..
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    Mensaje por Kasha Oskan Mar Feb 19, 2013 9:26 pm

    De repente escuche un grito en la lejania, obligandome a salir de mi mundo de pensamientos, descubriendo que era a mi a quien gritaban, era Chloé, parecia estar en apuros. Sin dificultad alguna, ,e puse los guantes con placas metalicas para poder volver a manejar mi cadena de puas unida a un gran cuchillo muy afilado.
    Sali corriendo a gran velocidad encontrandome a Chloé a mitad de camino, se estaba congelando, me quite mi capa vieja y rasgada y se la puse por encima a ella, era una capa de tipo polar, por lo que con ella no tendria frio.
    - ¿Que te ocurre?-dije con una mano rozando la cadena de puas y la otra a medio camino de coger la mascar y ponermela en la cara para entrar en accion en cualquier momento
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Mar Feb 19, 2013 9:54 pm

    Cuando llegó a escasos centímetros de ella, se percató de que se encontraba ensimismada observando... una tumba. El corazón de Chlóe se heló mucho más de lo que ya estaba. Se llevó una mano a la boca en silencio y luego mordió su labio inferior. Observó las rosas negras que yacían sobre la lápida. No sabía identificar si estaban marchitas o aquel era su esotérico y penetrante color.

    Cuando Kasha se movilizó hacia ella percatándose de que la llamaba, instantáneamente Chlóe alejó aquellos pensamientos, pero no pudo evitar emitir un "lo siento", observando a Kasha con completa sinceridad. No hubiera querido molestarla en un momento así de haberlo sabido, pero lo cierto es que también se encontraban en un apuro. Al sentir los hombros cálidos gracias al abrigo de la cazadora, Chlóe agradeció con un asentimiento leve. Necesitaba durar en pie más tiempo. No quería decirle lo que sucedía, pues quería que continuara en la tranquilidad de visitar a sus difuntos. Pero ya no podía quedarse callada. Se sentiría más estúpida sabiendo que la había molestado por nada.

    - Es él -dijo refiriéndose al vampiro que la atacó días atrás-. Es él de nuevo, vino por mí y Alucard apareció para ayudarme, pero temo que algo ocurra... No quiero que otros se entrometan en un problema que no les pertenece pero... -se quedó sin aliento y se hizo un poco más pequeña en el abrigo, bajando la cabeza-. Pero... necesito ayuda -dijo casi quedándose sin voz.
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    Mensaje por Kasha Oskan Mar Feb 19, 2013 10:17 pm

    Reaccione al segundo en el que me dijo que era aquel vampiro que la habia mordido, desenganche la cadena de puas mientras que activaba mis extraños ojos.
    Spoiler:
    La verdad es que me apetecia divertirme un rato, ya tenia listos los planes contra Marcus, tan solo tenia que mandar la carta, y despues tan solo era cuestion de tiempo y no sabia si saldria con vida de aquello.
    - Sal de aqui, vete a mi casa, alli esta Kai, evitara que ese vampiro se acerque a ti- dije mientras que me ponia la mascara.
    - Y otra cosa, la proxima vez que un vampiro te persiga, no salgas sin proteccion, aunque sea tan solo una daga, y mucho menos vengas a un cementerio, a los vampiros les encantan, las presas son mas faciles y pocos las echan de menos- dije reprimiendola, asi aprenderia a tener mas cuidado, era un error garrafal, nunca debes salir desarmada porque nunca sabes lo que puede ocurrir.
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    Mensaje por Chlóe Crosszeria Miér Feb 20, 2013 3:05 am

    Escuchó las palabras de Kasha y observó su severo semblante. Miró las cadenas y tragó saliva. Ella era una cazadora experimentada, no como ella, una simple novata enferma. Se hundió un poco más en el abrigo y asintió, haciéndole caso. Luego le explicaría el por qué de su situación. Por qué estaba con tan escasa ropa, sin armas y por qué había llegado hasta el cementerio para huir de él.

    - Ten cuidado, y... gracias Kasha -dijo con sinceridad. Lamentaba muchísimo molestarla de ese modo, pero realmente se sentía fatal, tanto física como psicológica y espiritualmente. Había gastado casi todas sus energías invocando a aquellos espíritus para poder librarse de aquel ente diabólico. Sin embargo, no fue suficiente. Contra él, nada parecía ser suficiente. No quería huir, no quería sentirse una cobarde, pero su salud la estaba dejando al límite, y además se estaba congelando. No quería dejar a Alucard allí, sin agradecerla apropiadamente, pero lo haría luego cuando estuviera más tranquila y sus huesos no estuviesen a punto de resquebrajarse.

    Sin titubear más, se echó a correr hacia la casa de los cazadores.
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    Mensaje por Kasha Oskan Dom Mar 03, 2013 3:32 pm

    De lejos observe que aquellos dos vampiros estaban demasiado entretenidos sin ella, asi que, para que molestarlos?, volvi sobre mis pasos y por ultima vez, roce con mis dedos las letras del nombre de Alec de su tumba.
    - Intentare volver a verte pronto..., te echo de menos- pasados unos segundos, me marche del lugar
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    Mensaje por Marcus O'Conell Dom Jun 09, 2013 7:13 pm

    Marcus llegó con Ziel en brazos. El cementerio eran un sitio propicio para ocultarse, al menos por el momento. Recorrió un camino algo sinuoso hasta que pudo encontrar los mausoleos. Allí, derribó una puerta y entró. La cerró y la trabó desde adentro. Suspiró y se volteó para mirar a Ziel. Una suave sonrisa emergió de sus labios. Su semblante parecía cansado. La confusión estaba latente en sus ojos. En su interior, sabía que aquella sonrisa era sólo un gesto para borrar las palabras dichas con anterioridad, pues para ser sincero, él no tenía hambre. Al menos, no tenía hambre ahora mismo. Simplemente, tuvo que decir algo, tuvo que actuar con su faceta más macabra una vez más, y aún así creyó que fue una pésima actuación. Solo esperaba que Vladimir lo creyese. ¿Qué haría si él supiese que uno de sus Hijos siente un extraño afecto hacia un humano? Ni siquiera comprendía qué hacía allí y por qué se había dejado herir. No obstante, este no era el momento oportuno para dedicarse a hacer conclusiones.

    - ¿Estás bien? -preguntó sin más. La seriedad volvía a su cuerpo, pero no quería que Ziel pensara que estaba allí para torturarlo. No en este día. En verdad quería saber cómo había estado en su "ausencia", o lo que sería mejor decir, cómo había estado durante el tiempo en que no estuvieron juntos.

    Marcus suspiró otra vez y se dirigió hacia un ataúd. Sobre él había un candelabro. Por más que sus ojos vampíricos pudieran ver a la perfección, los ojos humanos de Ziel no verían nada más que oscuridad allí dentro. Por un lado, le consolaba el saber que el chico no había podido ver la sonrisa que él le dedicó. Era mejor así. Del mismo modo que agradecía que no hubiese podido ver su confusión.

    Encendió la vela con unas cerillas que había encontrado tiradas sobre el suelo. Mientras le daba la espalda a Ziel, lo miró de reojo.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Dom Jun 09, 2013 7:33 pm

    Todo había acabado. Bien en este caso. Y daba gracias de ello. Mis músculos se relajaron después de que Marcus me tuviera entre sus brazos. Nada malo podía pasar entre ellos. Era un caparazón de protección. Mi protección. Aunque todavía seguía sin hacerme gracia que me cargara de aquella forma tan sumamente femenina, desde mi punto de vista, menos cuando mi estatura había estirado. Quedaba extraño. En cambio, no le di importancia por esta vez.
    Había sido un imbécil pensando que Marcus ya no se preocupaba de mí. Aunque estuviera equivocado, este era el momento de saber todo con pelos y señales.

    Y de todos los sitios donde podríamos haber ido, era el más macabro, fúnebre y tranquilo de todos. No tenía el mismo gusto que Marcus, pero al menos a nadie se le ocurriría ir mirando panteón por panteón. Mis ojos seguían desbordando el agua que no entraba en la cuenca, pese a que uno de ellos estuviera tapado. Lo bueno es que igual que yo no podía ver a Marcus, esperaba que su visión tampoco viera tal escena. Limpié con la manga las lágrimas, intentando aclarar la garganta. Según él dijo, tenía sed, de modo que no negaría en ofrecerle mi sangre si gustaba. A fin de cuentas, otra vez me había salvado. A veces pensaba por qué lo hacía, si podía buscarse a otro humano incopetente como yo
    .

    -Sí... - Asentí con la cabeza a su pregunta. Creía que se refería a luego del enfrentamiento, no para todos estos meses. Del enfrentamiento, en realidad no había heridas en ningún lado de mi cuerpo, salvo raspones sin importancia. Ni siquiera sangraban; nada preocupante. - Tú... ¿estás bien? - Pregunté preocupado. Di un paso al frente sin saber en cuál de las cuatro esquinas podría estar. Otra vez mis ojos empezaron a llorar. Él había estado herido y aún así... Tomé aire, dando otro paso. Con el brazo iba buscándole, pero no llegaba a tocarle. Este sitio me recordaba a mis días de inconsciencia, a los que perdía el control de mí mismo, o a los que la soledad cegaba mi pecho.
    En cuanto se hizo la luz, me di cuenta de que no la necesitaba. Con ver esos ojos rojos brillar en la oscuridad y saber que seguía allí dentro, era suficiente para mí. No dije ni hice nada, salvo mirarlo. Parecía que no había cambiado en absoluto, pese a que muchas cosas hubieran cambiado entre los dos. Y aunque quería saber todo, y decir muchas cosas, no podía más. No podía tenerlo allí y no tenerle cerca. Hacía unos instantes, tuve el miedo de perderle. Había resultado doloroso ver cómo luchaba por mi liberación y se llevaba los golpes que me pertenecían. No podía más. Si no lo hacía ahora, iba a perder este lazo para siempre.

    La cadena que me ataba a Marcus, volvió a tensarse, tirando directamente desde dentro. Directamente, fui a abrazar su espalda, escondiendo la cabeza en la parte alta de su chaqueta.

    -Imbécil. Te dije que te fueras de allí. Toda mi reputación ha quedado por los suelos. - Dije contra la tela, haciendo una pequeña risa nerviosa al final, restando importancia a mi nerviosismo. - Todo... Todo habría estado bien. - Aseguré, sin tenerlo claro al cien por cien; limpiando las lágrimas con mis hombros. Él tenía que haberse ido. Algunas de sus heridas habían sido provocadas por mi culpa. Otra vez culpable. Mis manos se aferraron a su camisa ensangrentada sin poder evitarlo, estrechándole un poco más. En el fondo no, no todo hubiera estado bien. Tal vez ese hombre hubiera cortado mi cuello sin importale demasiado tener un cadáver más en el suelo. Tampoco quería que se volviera a ir y me dejara solo nuevamente. Le necesitaba. Más que nunca.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Lun Jun 10, 2013 2:10 am

    Podía oír sus lágrimas aunque él intentara ocultarlas. Podía oírlas, así como verlas y sentirlas. Cuando la luz por fin iluminó el lugar, hubiera deseado ver otra expresión en su rostro, y no aquella que se encontraba tan bañada por la infinita pena. Cuando escuchó que se encontraba bien, asintió sin más y volvió a lo suyo, buscando otro candelabro que encender. Pero Ziel no había concluido allí, ya que tenía planeado continuar soltando palabras. Esta vez, preguntó si Marcus se encontraba bien. El vampiro, que estaba a punto de encender otra vela, se quedó quieto, sin hacer ni un movimiento. ¿Acaso le importaba el bienestar de alguien que le estaba haciendo la vida imposible?

    - Sí -musitó secamente. Lo miró de reojo. No sabía por qué razón se encontraba nervioso. Aunque probablemente no se había borrado aquel sabor amargo que Padre le había dejado. ¿Qué planeaba? ¿Por qué utilizaba aquella apariencia? ¿Por qué nadie se percataba de que era él, ni siquiera Marcus mismo? Había demasiadas cosas que quería comprender, pero parecía que no era la hora ni el lugar indicado.

    En cuanto iba a voltear para ver a Ziel, éste lo sorprendió abrazándolo por la espalda. Marcus dejó caer las cerillas, las cuales se encontraban algo manchadas de sangre. ¿Sangre suya, sangre de Padre? No se podía deducir con facilidad.
    - Ziel -susurró arrastrando las palabras. Él le estaba tratando de imbécil. ¿Desde cuándo se habían intercambiado así los roles? ¿Desde cuándo él aceptaba que le dijera groserías sin siquiera levantarle la mano? Ah, ya recordaba, aquel día cuando todo ocurrió con Bella allí presente.. Recordó inmediatamente el hotel y las suaves caricias; los cuidados y los frágiles y efímeros besos...

    ¿Por qué Marcus no tenía el don de otorgar la inmortalidad?

    Cuando aquel pensamiento surcó su mente, abrió los ojos con brusquedad. ¿En qué estaba pensando?

    Soltó el candelabro y lo dejó sobre un ataúd cercano. Dejó caer su mentón hacia adelante y llevó una de sus manos a su propio rostro, cubriéndolo. No sabía por qué, pero ahora mismo sentía un inmenso dolor recorriéndole el alma. ¿Quería llorar? No podía, pero al menos podía hacerlo en su interior.

    La tenue luz se balanceaba con la suave brisa mortuoria.
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Lun Jun 10, 2013 4:41 pm

    [♫]

    La humedad de su sangre llegaba a los brazos que le rodeaban. La camisa me daba exactamente igual. Otra más para la basura, porque no saldría en limpio y tampoco levantaría sospechas. Aflojé el abrazo, relajándome un poco después de escuchar que estaba bien. ¿De verdad lo estaba? ¿No le dolía esa herida que no dejaba de sangrar? ¿No había sentido angustia viendo cómo casi perdía la vida? ¿Por qué no quería beber mi sangre? Cerré los ojos, haciéndome millones de preguntas como esa.

    Besé con suavidad su oscura chaqueta; apoyando sucesivamente la frente y bajando completamente los brazos. Cuando escuché mi nombre abrí los ojos, despacio, separándome unos centímetros.

    -Dime. - Dije, esperando que sus fuertes palabras taladraran mis oídos por no hacerle caso antes. Y no sabía si este abrazo le habría molestado, ya fuera en la herida como a su orgullo. Sé que antes no me he comportado con él demasiado bien, pero estaba pensando más en mi dolor que en el que Marcus pudiera estar llevando. Me había comportado como un egoísta pensando sola y únicamente en mí. Ni siquiera esperé a que él se expresara y me dijera la razón de su partida. Ni siquiera me había dado cuenta de su propio dolor. Le colgué el yugo directamente. Tanto que hablaba de la justicia y por una vez que hago de juez, lo condeno con la pena más alta. No era justo. Bajé la cabeza, arrepentido. Pensaba a disculparme otra vez, en cambio, el silencio era tan tranquilo y gratificante que creía que estaba hablando por los dos.

    Cuando vi su gesto, volví a preocuparme.

    -¿De verdad estás bien? Dime la verdad. - Si se encontraba mal, que dijera "No". Tampoco era tan difícil. Me agaché servicial a recoger la caja de cerillas. Y al levantarme y mirarlo para intentar ver sus ojos, no creí ver así a Marcus jamás. Jamás de los jamases. El corazón se me encogió de verlo. No pensé en absoluto lo que hice después. Rápidamente mis pies se alzaron de puntillas para quedar prácticamente frente con frente, y lo rodeé nuevamente; atrayéndolo un poco hacia abajo, a esta nueva estatura que había alcanzado en los últimos meses.
    Puede que no fuera bueno a la hora de decir muchas cosas, pero había gestos que aprendí de mi difunta madre. Gestos como aquél, que intentaban quitar la pena y sustituirla por esa calidez reconfortante. Esperaba que él entendiera mi apoyo y lo que quería decir con aquél abrazo. Besé la sien de Marcus, acariciando su espalda para tranquilizarle. Estaba aquí, por él. Solamente por y para él. Para lo que quisiera. Ya me había golpeado y humillado. Ya le había entregado todo lo que tenía, aunque quedara vacío; y pese a todo, había vuelto. ¿Quería más pruebas de la confianza que había dispuesto en él? ¿Tenía dudas de lo que no podía decir con palabras? Él era mi locura y mi razón. Era mi infierno y mi cielo, mi esclavitud y mi libertad.

    El halo de luz que se dibujaba en las paredes, amenazaba con apagarse.

    Con cariño besé su pelo, consolándole. Siseé silencio en su oído dulcemente, pasando una mano por el negro azabache cabello. No pasaba nada, no hacía falta que hablara. Si necesitaba llorar, que lo hiciera; si quería desahogarse con el mundo o los cazadores, que me utilizara para calmarse; si quería quedarse así para siempre, estaba dispuesto a entregarle todo mi tiempo. En todo esta espera, reconocía que consideraba la opción de convertirme. ¿Por qué? Para no irme de su lado. Ni del suyo, ni el de Bella. No quería irme de este mundo todavía. No quería ver sus perfectos rostros de mármol, mientras las arrugas y las canas salen en el mío. No quería. Anhelaba quedarme así, por y para siempre, entre los brazos que tanto estimé. Deseaba que nos cubrieran ahora de cemento y quedáramos enterrados así.

    Ya que, como ya había prometido, lo protegería. Llevaría toda su carga si así quería. Yo curaría todos sus males como fuera. Me enfrentaría a quién sea, ya fuera si ese tal Padre era el causante. Jamás iba a volver dejar que se marchara, ni tampoco volvería a dudar de él. Lo estreché más entre mis brazos, cerrando los ojos, dejando que la gelidez de su cuerpo traspasara mis huesos como antes, tal y como la última vez. ¿Cuánto hacía que había deseado abrazarlo así? ¿Cuánto hacía que no olía su pelo, que no tocaba su rostro, que no sentía su frío y no rozaba sus labios?

    -... Te quiero. - Susurré casi inaudible y sin darme cuenta. ¿Desde cuándo había querido decirle aquéllo? Nadie salvo el corazón sabía de esto.

    A partir de hoy, a Marcus O'Conell le acompañaban el destino, mis latidos, mis secretos e ilusión.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Mar Jun 11, 2013 2:50 am

    Click~


    "Dime". ¿Qué podía decir, en realidad? ¿Que esta bestia sangrienta que estuvo alimentando hace años estaba a punto de romperse en pedazos delante de sus ojos? Imposible. No sabía cómo reaccionar, cómo actuar. Lo único que podía hacer era aguantar el peso de su cuerpo sobre sus insensibles piernas. Ahora Ziel estaba rodeándolo con sus frágiles brazos, aunque había crecido en todo este tiempo. Sin embargo, para él seguiría siendo aquel muchacho inocente y temerario que puso su cabeza en juego a cambio de proteger a quienes apreciaba.

    Ojalá Marcus pudiese haber hecho aquello alguna vez. Aunque aún estaba a tiempo, ¿verdad?

    Su respiración era calma. Con su rostro oculto tras su mano, apenas la brisa suave de su aliento escapada entre sus dedos. Abrió los ojos con lentitud. ¿Que si estaba bien? No. No lo estaba. No lo estaba desde hace unos cuantos meses atrás. Una controversia inevitable se batía a duelo en su interior. ¿Quién ganaría? Imposible saberlo. Y si se trataba de decir la verdad ahora mismo... ¿Por cuál verdad quería Ziel que Marcus empezase? ¿Quería, acaso, que le dijera por qué terminó siendo de este modo? ¿Quería que le explicaba dónde estuvo todo este tiempo? ¿Quería saber acerca de su pasado y su actual estado?

    ¿Quería saber lo mucho que significaba para él su efímera existencia?

    Antes de emitir cualquier sonido, allí, en medio de aquel tacto suave que proporcionaban sus brazos y sus finos labios posados sobre su sien, Marcus se dejó caer. Deslizando sus manos por el torso y abdomen de Ziel, acabó de rodillas frente a él. Sus rótulas, clavadas en el suelo como dos estacas, parecían padecer el peso de su alma corroída y corrompida por la oscuridad y el dolor. Una sonrisa melancólica surgió en sus labios, y aferró sus manos a la chaqueta de Ziel.

    "No, no estoy bien."

    Y, sin embargo, en lugar de emitir aquellas palabras tan claras y precisas, eligió otro método:
    - Nunca te he hablado de Ella, ¿verdad? No sabes lo bella que se veía en su vestido de novia -susurró lentamente. Su voz no amenazaba con quebrarse, ¿pero por qué lo haría su voz si su cuerpo ya se había resquebrajado hacía ya largo rato? ¿Y por qué le contaba esto a Ziel? Bueno, había decidido comenzar a decir la Verdad. ¿Y por qué a él? Aún no se respondía aquella pregunta. Pues, claramente, por una única razón: Él era todo lo que tenía en este mundo.

    - ¿Otra vez se repetirá la historia? -susurró nuevamente. Esta vez, el comentario no estaba dirigido al muchacho, sino mas bien a su propio Yo interior. Aferró aún más la chaqueta de Ziel. Cerró los ojos y apretó los labios, controlando el desborde de sentimientos que provocaría su indomable corazón desorbitado. Y en cuanto oyó aquellas dos palabras... En cuanto escuchó de sus labios aquel "te quiero", no pudo más que abrir los ojos nuevamente, totalmente sorprendido y sin comprender cómo debería sentirse. Su mirar, que ya no conservaba aquel carmesí refulgente de antes, sino uno más pálido y apacible, transmitía una calidez jamás concebida para tan terrible ser.

    Sonrió.

    Nuevamente, ¿qué responder a eso? Ziel poseía un corazón enorme, y aún así Marcus no se permitía ingresar en él. ¿Cómo podía quererle con todo lo que había hecho y continuaba haciendo? Él, por su egoísmo y altanería, por su malicia y soberbia, por su maldad y lujuria, había alejado al joven de todas las personas que amaba, incluso de su propio hermano... Incluso de su propia novia. ¿Cómo podía concebir aquellas sinceras palabras?

    - Eres demasiado para mí.

    Aquello fue lo único que pudo decir. Justamente, Ziel era demasiado para él, tanto como una parte muy importante de su inmortal vida; tanto como un milagro del Destino que no merecía. Pues, ¿cómo podría merecer algo tan puro un ser tan sucio como él?
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Mar Jun 11, 2013 2:12 pm

    Torres más altas han caído. Babilonia, por ejemplo.

    Con cuidado, acaricié su pelo, como si fuera cristal. Marcus ahora parecía que iba a resquebrajarse por cada centímetro de su piel. Sentía que se iba a deshacer entre mis brazos como un muñeco de barro, que se iba a deshojar como las rosas en invierno. Nunca dejaría que se desvaneciera. Lo protegería como fuera, a dentelledas si es preciso. Estreché más a Marcus entre mis brazos aun cuando sus rodillas encontraron el suelo. No hacía falta que respondiera. Aquellos gestos eran toda nuestra conversación.
    Y sin darme cuenta, se me olvidó completamente dónde estaba. Se me olvidó completamente el miedo a aquél claustrofóbico panteón, a aquellos ataúdes y esas fúnebres velas. Todo se fue. Ahora mi prioridad era Él.

    Incluso se me olvidó quién era.

    Ya había olvidado prácticamente cómo era Marcus cuando lo conocí. Borré todas mis espectativas de cruel, asesino y sanguinario después de conocer su más profundo ser. Todo Goliat tiene su David. Todo Aquiles, tiene su talón. Y yo había encontrado el suyo. Aunque reconocía que había muertes que no podía borrar de mi memoria. La de Alexa, por ejemplo. Suspiré levemente. Marcus había tenido que ver y sin embargo... Era algo que quedaba grabado, pese a que muchas veces no lo recordara. Pero todo el mundo podía hallar perdón y arrepentirse de sus pecados, ¿no? ¿Podría encontrar alguien como él el perdón y la redención? No era quién para decidirlo. Pues yo mismo había pecado. Al igual que lo habría hecho si él o Bella fueran asesinados por alguien. Habría perdido la cordura y me convertiría justamente en lo que más odiaba: un asesino. Llenaría del mismo caos a los inocentes, sin importarme. Por eso, en el fondo, mi comprensión llegaba hasta Marcus, hasta el dolor de su antigua pérdida.
    E igual que había olvidado el comienzo, también había olvidado cómo era al principio de este pacto. No recordaba casi cómo era mi "yo" cuando todo comenzó. Un iluso, un incompetente, un conejo indefenso. Sonreí sin poder evitarlo. En todo este tiempo, Marcus me había enseñado mucho de esta vida. Los dos habíamos aprendido, en verdad. Él me había enseñado a valorar las cosas, a comprender, a defenderme, a confiar...

    O, a querer lo desconocido.

    Agaché un poco en tronco, lo suficiente para llegar hasta su pelo y volver a besarlo. Siseé de nuevo silencio. No quería que siguiera clavándose lanzas en el pecho mientras hablaba. Todo estaba bien, no pasaba nada. La Verdad podía ser revelada cuando su alma encontrara la paz y serenidad de la que estaba falta ahora.
    En el fondo, me consideraba un privilegiado de que Marcus se mostrara tal y como en verdad era. Él sabía perfectamente que estaría ahí para acunarlo entre mis brazos, como ahora. Velaría su sueño esta noche, y eleminaría cualquier mal que pudiera entrar por esa puerta atrancada.

    Negué con la cabeza a su pregunta. La única información que conocía de Ella, era su falta en este mundo. Y tampoco necesitaba más, a decir verdad. En cambio, lo escuché como una madre escucha a su hijo.

    -Seguro que sí. - Sonreí, mirando hacia abajo, rozando su cabello con la punta de los dedos. Marcus hablaba siempre de ella como El Paraíso. En verdad confiaba en su hermosura. Y ojalá pudiera haber visto también esa feliz imagen, aunque estuviera en su segunda prioridad, más como un hijo que como un amante. Sin embargo, prefería su felicidad al lado de esa mujer. Por mí estaba bien, Bella también estaba a mi lado.

    Sin duda, de haber sido así, otro gallo cantaría ahora.

    Nuevamente, negué con la cabeza.

    - No, no se repetirá. Siempre se aprende de las piedras del camino. Y la historia siempre está cambiando. - Susurré cual hijo que perdona a su padre, pasando una mano por su espalda, tranquilizando sus pesares. Solamente tenía que recordar cómo empezamos nosotros. Al principio era algo posesivo, jerárquico. Ahora era un nivel de iguales, de personas. Falto de razas, de distinción entre Amo y Siervo, entre vampiro y humano; lleno de una calidez que creímos inexistente en un pacto se sangre. Todo cambiaba, la historia, la vida, los sentimientos, los cuerpos, las formas de expresar... todo. Y claramente su Destino también cambiaría. Jamás lo entregaría a los cazadores, por muchos golpes que recibiera a cambio. Pondría mi mano en el fuego a que así sería. Así es como debía ser.

    Otra vez, mi cabeza se movió en negación. Levanté su mentón hacia arriba, para que me mirara. Sorprendentemente encontré el color apaciguado de sus ojos y esa pequeña sonrisa que por primera vez se dibujaba en su rostro, que consiguió contagiarse al mío.

    -Te equivocas. Solamente soy un cordero indómito. - Reí, mencionando alguna de sus palabras. - Ni tú eres más, ni yo soy menos. Ni yo soy más, ni tú eres menos... - Contesté, sin terminar la frase aún. No iba a sentirme superior por esto, ni siquiera entraba en mis pensamientos. Desde el principio siempre le vi como un igual. Muchas veces pasaba por alto si era un vampiro, un cazador o un humano. Si le he tenido que abofetear, lo he hecho. Si le he tenido que pedir perdón, también. Tenía un respeto hacia Marcus, pero no lo veía como un ser divino, si no como un ser en un escalón más elevado en fuerza, corpulencia y longevidad.

    Imposible borrar la sonrisa de mi cara. Me satisfacía pensar que me había ganado un trozo del corazón de Marcus, que realmente podía hacer que cambiara del todo y olvidara toda esta mala vida. Aunque fuera en un rinconcito, hacía que no pudiera dejar de sonreír. Pese a que ese lugar fuera más grande, me conformaba con tan sólo una esquina.
    Lo miré fascinado, orgulloso y embelesado en el color de sus ojos; rozando con las yemas de los dedos su rostro. El suave tacto investigaba danzando, mientras dibujaba figuras indescifrables en su frente, sien, sus cejas, sus párpados, pestañas, pómulos, nariz, las comisuras de su boca... sus labios o su mentón; como si fuera la primera vez que viera un ser del más puro y preciado mármol.

    El más vivo y perfecto alado de Miguel Ángel.

    Con la otra mano, quité el parche de mi ojo, el cual resbaló hasta caer al suelo. Brillaba de un color diferente al izquierdo, pero incluso su tono rosado y diabólico, se debilitó frente al oceánico y verdadero color de iris. Quería verlo con ambos ojos y grabar esta imagen en mi memoria. Para que ni siquiera el tiempo pudiera borrarla.

    Mis rodillas vencieron voluntariamente hacia delante, encontrando el suelo también.

    -... Los dos estamos parejos, Marcus. - Concluí.

    Y si te arrodillas, haré que el mundo sea más bajo, a tu medida.
    Pues, a veces, para seguir creciendo, hay que agacharse.
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    Mensaje por Marcus O'Conell Jue Jun 13, 2013 3:54 am

    Un suave tacto, una apacible caricia para la bestia condenada.

    El silencio flotaba en aquella noche sepulcral. Entre varios ataúdes, dos seres completamente diferentes se sinceraban el uno con el otro. Por un lado, el vampiro inmortal y hambriento de pasión. Por el otro, el débil humano capaz de perdonarlo todo. ¿Por qué? ¿Por qué semejante amabilidad hacia alguien que arruinó su vida? Quizá valga la pena decir que así son esos seres destinados a vivir una efímera felicidad. Y es que esta es preferible a una eternidad de martirio y dolor; a una eternidad en perfecta agonía silenciosa y solitaria. 

    La ternura de los labios de Ziel volvió a posarse sobre el cabello azabache de Marcus. El muchacho le indicaba que hiciera silencio. Un simple siseo parecía bastar para ello. Sin embargo, el vampiro no podía. Necesitaba hablar. Necesitaba quitar todo ese peso de su interior. Ansiaba desagotar su asfixiada alma. No podía más consigo mismo. No podía respirar siquiera por la presión que los recuerdos y la melancolía ejercían en su pecho.

    No podía continuar viviendo y haciendo las cosas de esta manera.

    "Seguro que sí", oyó. Pero Ziel no podía ni imaginar lo celestial que era verla danzar. Marcus negó con la cabeza, sonriendo levemente. Aquella sonrisa que expresaba redención, también expresaba que ya no había remedio para curar el pasado y reconstruir la vida que siempre hubiera querido poseer. Ahora la oportunidad parecía presentarse ante sus ojos, pero de un modo un tanto diverso. Quiso alzar la vista para observar a Ziel, pero solo pudo dejar caer sus manos por completo, arrastrándolas por las prendas del joven hasta situarse en el suelo, justo delante de sus propias rodillas.

    - Sí, sí se repetirá. Porque ella jamás fue mía... -susurró mientras que sus labios quedaban entreabiertos, pues una parte de la frase aún no había sido pronunciada. Marcus alzó la vista y miró a Ziel a los ojos, justo en el momento en que el joven mortal tomó su mentón con una de sus blancas manos.
    - Se repetirá... -retomó-, porque ella nunca fue mía, y tú nunca serás mío -concluyó.

    ¿Era necesario aclarar algo luego de aquellas palabras? No; claramente, no. La sonrisa que Marcus poseía, lentamente se fue desdibujando. ¿Cómo podía él esperar que Ziel fuera suyo para siempre? ¿Cómo podría creer, incluso, en aquella traidora quimera que lo invitaba a soñar los más inimaginables paraísos jamás pensados por el Hombre? Imposible. Aquello no tenía ninguna razón de ser, pues...
    - Ella, desde un comienzo, le perteneció a la Muerte.

    ¿Era necesario, entonces, aclarar el destino que le esperaba a Ziel Carphatia? 

    Siempre lejos. Las personas que amaba siempre se iban lejos, de la mano de aquella blanca y pacífica mujer. Porque así era la Muerte ante los ojos de Marcus, pues era un ángel que llevaba consigo a los seres dignos de tan inmaculado descanso.

    Las palabras de Ziel comenzaron a resonar en sus oídos. No, él no estaba a la altura de un vampiro siniestro y sucio. ¿Cómo podía compararse con tan pérfido ser? Marcus negó con la cabeza otra vez. Hubiese querido liberarse de sus caricias, pero su voluntad escasa lo impedía. No quería alejarse, porque se sentía por fin nuevamente en su camino. No quería abandonar aquella calidez, pues si lo hacía, inevitablemente, volvería a caer, a descender, cada vez más profundo. 

    Miradas fueron, miradas llegaron. Y entre aquel juego danzante de pupilas y colores, el rojo y el azul se hicieron uno.

    Ziel cayó de rodillas frente a él. A su lado, cayó el parche que cubría uno de sus ojos. Marcus, entonces, levantó la mirada finalmente. Otra vez, sus ojos se cruzaron con los suyos. El vampiro acercó una de sus marmóreas manos al rostro del muchacho y la depositó sobre su mejilla. Ascendió con cuidado y delicadeza hasta el contorno de su ojo marcado por el pecado. Sus labios se entreabrieron ante el milagro de aquel corazón cálido que no cesaba de latir.

    "Los dos estamos parejos, Marcus". Como quisiera haber creído esas palabras. Pero a su edad, no podía concederse el privilegio de ser un iluso enamorado. Ambos sabían que la felicidad era efímera, y que era imposible un equilibrio entre la Eternidad y la Mortalidad en lo que al amor confiere. Pero, ¿por qué arrojar tan bellas y sinceras palabras a la desdicha? Marcus no quería mancillar su esperanza ni su emoción. Ahora mismo, sólo quería regocijarse en la virtud de aquel muchacho.

    Acercó su otra mano al rostro suave, la depositó sobre su tersa nuca y lo atrajo hacia sí en un silencioso y profundo abrazo cómplice y pecador. Y, en medio de aquel gesto cariñoso y entregado, del bolsillo de la chaqueta de Marcus, a causa de la fricción de los cuerpos entrelazados, una Fotografía de una joven mujer cayó al suelo, junto al parche. 


    "En ti está la belleza del mundo en que la Muerte me hizo un artista." 
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    Mensaje por Ziel A. Carphatia Jue Jun 13, 2013 12:05 pm

    ¿Por qué renunciaba tan fácilmente?

    Sorprendido, miré a Marcus. La sonrisa se borró de mi rostro. ¿Por qué negaba a recuperar la vida que antes tuvo, si ya le perteneció una vez? ¿Por qué se rendía sin siquiera intentar cambiar su actual presente? ¿Por qué no quería aceptar lo que estaba ofreciéndole? ¿Por qué Marcus no intentaba al menos perdonarse a sí mismo? No quería verlo sufrir de ese modo. "Ziel, la debilidad de Marcus eres tú; al igual que él es tu debilidad ahora". Las palabras de Kasha volvieron a mi cabeza como un suspiro. Clavé ambos ojos sobre Marcus, preocupado. Entonces, ¿todo esto lo había ocasionado yo?

    ¿Era el culpable de devolverle tan doloroso pasado?

    Yo sólo había intentado que recapacitara, que cambiara y dejara de asesinar gente. No quería regresar a Marcus su historia y que eso agotara su alma de pena. Tomé su rostro entre ambas manos. Lo único que quería era que él regresara a una vida normal, como un vampiro más; que los cazadores perdonaran su vida. Que lograra reconstruir su felicidad. Sin embargo, después de recordar esas palabras de la cazadora, veía las cosas de diferente forma. Había estado escarvando tanto dentro de su corazón, queriendo tantas veces que se apiadara de mí, que al final conseguí que dicho órgano sangrara. Me había vuelto su punto más flaco de todos, el ladrillo deshecho que arruina todo muro y toda fortaleza. Toda la fortaleza que había mantenido Marcus durante todo este tiempo para no derrumbarse por sus memorias. Mi mirada acabó por perderse en la culpabilidad de una de las paredes del panteón. Si yo no hubiera aparecido, él...

    ¿Qué sería de él si yo no hubiese tocado esa herida sin cicatrizar?

    Su voz me trajo de nuevo. Mis manos bajaron de su rostro. Volví a mirarlo, absorto; sin saber qué decir, sin saber qué pensar. A cada palabra suya, menos lo entendía. Menos entendía su historia. Menos me entendía a mí mismo. Tenía una convergencia entre orgullo y culpabilidad por descubrir al verdadero Marcus. No quería que él estuviera así. Prefería que estuviera humillándome y gritando millones de barbaridades. Sentía que el pecho se me iba a arrancar en cualquier momento. Y ni podía imaginar cómo sería el de Marcus ahora mismo. 

    El silencio se comió mi voz.

    "Tú nunca serás mío". Sus palabras ocuparon toda mi atención. El ritmo cardiaco se empezó a accelerar. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué ahora lo decía? Si muchas veces había gritado: "Tú eres mío, Ziel. Tú eres mío". Entonces, ¿por qué ahora se rehusaba de esa propiedad? ¡Yo le había entregado todo en este pacto! ¿Por qué lo tiraba a la basura? Era suyo, se viera por donde se viera. ¿Por eso ahora no quería beber mi sangre y aceptaba la Sed? ¿Por eso se había marchado y me había abandonado? ¿Quería Marcus cortar esta raíz antes de que se enredara en él? 

    Luego de tanto tiempo, había esperado tanto para oír eso, tanto esperando una libertad, que ahora no la quería. Necesitaba amarrarme a alguien, dependiente de mí. Si no estaba al lado de Marcus, o de Bella, ¿qué me quedaba? ¿qué quedó durante estos meses de atrás? Soledad. Justamente eso. 
    "Ella desde un principio, le perteneció a la Muerte". Mis ojos preguntaron a los suyos la incógnita de esto. ¿También yo le pertenecía? Sí, también. También me robaría de los brazos de Marcus tarde o temprano. Más bien temprano. Lo sabía perfectamente. Y tras que yo me vaya, a él no le quedaría absolutamente nada. A Bella tampoco. Iba a condenarles a la más sufrida eternidad. Otra vez culpable.

    Un ruido sordo cortó cada gota de silencio, oyéndose por todo el panteón. 

    Una bofetada cayó sobre el rostro de Marcus. Y no solamente le dolió a él.
    -Eres un cobarde... ¡Marcus, cobarde! - Grité furioso. Puse una mano en mi rostro, soltando una pequeña risa irónica. Los ojos empezaron a empañarse al mismo tiempo. - La escondiste en tus recuerdos para no tener un punto débil. Culpas a la Muerte de su pérdida. Y ahora, en cambio, no luchas en un pulso contra ella. Te rindes sin intentarlo. Dejas que te aleje poco a poco. Volverá a ganarte. Esta, la siguiente y la otra. - Hice una pequeña pausa, tomando aire. Me temblaba el pulso del nerviosismo. Tragué saliva para aguantar las ganas de abofetearlo otra vez y de no ponerme a llorar. No conocía el resto de la historia de Marcus, pero él ya se estaba rindiéndo a que algún día yo también me fuera con dicha Dama.

    Sin darme cuenta, incluso el color rosado volvía a latir en mi ojo; queriendo despertar al Leviatán que tenía.
    -Y volverás a condenarte tú solo. Te condenaste aquella vez sin otorgarte perdón alguno. Y ahora que el tiempo te concede una segunda oportunidad, la rechazas alejándote otra vez. ¡Eres un cobarde! Si tanto quieres alejarte, entonces ¡véte! ¡Largo de aquí! ¡Ves a donde quiera que hayas estado todo este tiempo! - Elevé otra vez la voz, hasta el punto de acabar gritando. Cerré los ojos con fuerza. - Si no quieres perdón, ¡¿por qué te arrodillas?! - Pregunté finalmente a voces. Levanté la mirada, envidriada, y golpeé su hombro con toda la fuerza que tenía. Si no quieres consuelo, ¿por qué me abrazas? Si no te importo nada, ¿por qué me besas? Si no quieres involucrarte, ¿por qué sigues buscándome? ¿Por qué sigues defendiéndome de cualquiera? Marcus, ¿por qué no me dejas entrar en tu vida y calmar tu venganza? Además, ¿para qué quería arrepentirse? Si cuando le estoy dando mi redención, cuando le estoy perdonando lo que hizo, no la quiere. Era algo que no entendía.

    ¿Marcus solamente quería culpabilizarse de todo, clavarse la estaca y seguir sufriendo de este modo?

    Una de sus manos se posó en mi rostro, tranquilizando la ira y el nerviosismo que tenía. Apaciguando las dudas que rodeaban mi cabeza. Giré la cabeza hacia un lado, cerrando los ojos. 
    -¿Por qué haces esto? - Otra vez quería saber respuestas. Quería saber por qué Marcus no quería cariño, por qué no aceptaba perdón. El hielo de su mano llegó hasta este ojo maldito. Se abrió repentinamente, depredador, encontrando la Inmortalidad a través de sus ojos. 
    Una nueva sensación fría y repetida, tomó el resto de mi rostro. Cerré el ojo de nuevo. Y antes de que quisiera interrogarle una vez más, me encerró entre sus brazos repentinamente. Al final, él siempre evitaba las respuestas y nunca olvidaba cómo volver mansa a esta personalidad descontrolada.

    Apoyé la cabeza en su hombro, dejando que me abrazara. Las pulsaciones fueron marchitándose de su velocidad, hasta un ritmo normal. Algo cayó de su bolsillo. Estiré un poco el brazo para cogerlo, poniendo los labios en su chaqueta; mirando dicho objeto por encima de su hombro. Una fotografía. En el tacto se comprobaba su antigüedad. En su color se encontraban los años de cuidado. Seguramente esa mujer que aparecía en ésta, sería Ella. La Afrodita de Marcus, su gran amor. Alguien a quién no llegaba ni a la punta de los zapatos. Cerré un momento los ojos, ocultando la fotografía de la atención de Marcus. No iba a enseñársela, ni tampoco quería devolvérsela. 

    -Marcus, me voy a convertir. - Pronuncié completamente serio, rompiendo de nuevo el silencio. Nunca lo iba a abandonar; mucho menos en estos tiempos que corren. Desde ahora, renunciaba a mi humanidad. No la quería ya.


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