Cafeteria

Seguía con la mirada clavada en los zapatos, sin llegar a mirarlos, ni siquiera a verlos; más bien mis ojos se perdían en el vacío, sin llegar a fijarse en nada. Por desgracia, no podía decir lo mismo de mis recuerdos. Todos ellos seguían vagando alrededor de un solo tema, atormentándome. Seguía con las manos agarradas por delante, en un gesto nervioso, notando que me temblaban un poco. Las apreté para que aquello no se notase, pero el temblor no solo recorría mis manos, sino ya se había esparcido por todo el cuerpo. Sin que me lo esperase, noté la mano del cazador sobre mi cabeza. Alcé la mirada y lo miré, sorprendida por aquel gesto repentino, volviéndome a sonrojar ligeramente. Observé sorprendida la sonrisa que esbozó, acostumbrada a que siempre que le veía sonreír fuera de manera o más enérgica o irónica, no de aquella manera tan suave. Asentí ante sus palabras, dándole interiormente la razón.- No podía quedarme quieta después de ver lo que hizo...- Dije, recordando el estado en el que habían quedado tanto Jack como Dante. No pude evitar sonreír cuando dijo lo de convertirme en una chica ruda, no me imaginaba siéndolo. Sí, era agresiva cuando la ocasión lo exigía, incluso podía tener mi vena borde, pero imaginarme siendo ruda hizo que me acabase riendo con suavidad.

No me importó que se llevase un par de mechones de mi pelo enganchados, estaba acostumbrada a tener el pelo constantemente revuelto, por mucho que tratase de que no fuera así. Los dejé tal y como cayeron, sonriendo de manera que indicase que no tenía importancia. Escuché atentamente la explicación sobre los entrenamientos, alegrándome de que fueran en el bosque. Tampoco me importó que nos fuéramos hacia las zonas más oscuras. Me gustaba ese tipo de ambientes alejados de todo. No me sorprendí al escucharle hablar sobre los Niveles E, después de todo era el Vicepresidente y cumplía bien con su cargo, pero lo que sí me llamó la atención fue de que mencionase que había varios. Fruncí levemente el entrecejo.- ¿Vampiros?- Le dirigí una mirada confusa.- Recibí el informe y tan solo mencionaba que había uno.- Comenté, algo preocupada. ¿Sería una simple errata? Quizás un error de organización, el que lo había escrito estaba despistado en aquel momento, habían confundido los datos... Prefería pensar en eso. No puse pegas en usar a los Niveles E como blancos. Eran dos pájaros de un tiro. Después de todo, lo mejor que se podía hacer por esos desdichados era darles una muerte rápida, además, prefería blancos en movimiento que una aburrida diana. Negué con la cabeza, sonriendo.- No, no hay problemas. Además, de todas formas, tenía que estar en el bosque por lo de los Niveles E.- Añadí, un poco más animada. Volví a negar con la cabeza cuando mencionó los exámenes.- No tengo por costumbre suspender las asignaturas.- ''Menos si hablamos de matemáticas...'' -Procuraré no darle más trabajo, ¡no se preocupe!- Dije sonriendo. Gracias a que el tema se había desviado un poco, conseguí ir recuperando la alegría.

Cuando mencionó a la viuda de Damaru, una idea saltó en mi mente como si se tratase de un resorte. ¿Hermanos? -Yagari-senpai... ¿Acaso la señora Eslin es una Sangre Pura...?- Pregunté, extrañada. Me había parecido completamente humana cuando la había visto en la fiesta. Asentí cuando dijo de apartar el tema para otra ocasión y le devolví la sonrisa, aunque la curiosidad me carcomía. Pensándolo bien, tal vez la vuida de Damaru había sido acogida por la familia Blade, aunque aquello me sonaba bastante fuera de lo común. Evité volver a mirar a Kurofuji, tratando de no recaer de nuevo, a pesar de que la primera impresión ya había pasado. Volví a centrar mi atención en Yagari, escuchando lo que me decía. Agité las manos, sonriendo, negando la posibilidad de cualquier problema.- Allí estaré.- Aseguré. Tampoco puse objeciones ante el que fuese la única chica, estaba acostumbrada a pasar la mayor parte del tiempo o sola o, si era algo referente a la Asociación, con Shinji, quien no era precisamente muy femenino. Estreché los párpados y lo miré seria cuando comentó lo de las mujeres de la Asociación. ¿Para qué las querían? Me costaba admitir que sí, posiblemente éramos una de las partes más vulnerables, pero tampoco estábamos indefensas. -No es necesario que se moleste en acompañarme, estaré bien.- Repuse, sonriendo. No quería ser una carga. Seguí dándole vueltas al tema de para qué querrían los de la 'Nueva Asociación' a humanos. Tuve un oscuro presentimiento, y más tras recordar de lo que habían sido capaces en la fiesta. Habían caído tanto vampiros como humanos, y, si mal no recordaba, una bala antivampiros no le debería de hacer daño a un ser humano. Había ayudado a un profesor que precisamente tenía un disparo en la pierna, y no me había parecido que fuese un vampiro.

Sonreí con un poco de tristeza cuando dijo que a veces no podía evitar el desconfiar de sus hombres. -Por desgracia, la cosa está así.- Comenté. Desde pequeña me habían dicho eso de que 'no me fiase ni de mi sombra'. Siempre había sido desconfiada, por lo que no me había costado seguir al pie de la letra aquel dicho, sin embargo, había personas de las que sí me fiaba más o menos. Pero, tal y como andaban las cosas por la Asociación, no se sabía quién podía estar esperándote a la vuelta de la esquina para meterte una bala en el cráneo. Negué con una sonrisa.- No creo que haya muchas personas que duden de usted.- Dije con sinceridad. Al menos por mi parte, él estaba fuera de toda duda, incluyendo también a Dante y a Jack, además de Shinji. No, de ellos no dudaba. Me apenaba el hecho de poder confiar en mis compañeros, pero, tal y como bien había dicho Yagari, más valía resultar algo hostil antes que no poder volver a ser amable nunca más. Sonreí cuando aclaró que no estaba disculpando su forma de ser. -No tengo ningún problema con su modo de vida.- Le respondí sonriente. Era buena persona y, si se mostraba así, sus razones tendría.

Estreché levemente los párpados cuando vi aquella sombra cruzar por sus ojos al aconsejarme de que tratara de que no me matasen. Asentí lentamente con la cabeza, mientras mi expresión se tornaba algo seria ante aquellas palabras.- Lo intentaré.- Dije, sin querer dar nada por sentado. ¿Quién me decía que no podía morir aquella misma noche? Nadie, absolutamente nadie. Normalmente trataba de tomarme ese tema con calma, incluso bromear de vez en cuando para tratar de quitarle peso, pero no podía negar que había tenido mis momentos de puro terror. Recordé la primera vez que había sido consciente de que mi vida pendía de un fino hilo que podía ser cortado en cualquier momento; la muerte de Ichigo me había presentado a la muerte de su manera más fría y traicionera, justo la que le esperaba a la mayoría de los de nuestra profesión. Me había pasado varias noches sin poder dormir, con la cara, bañada por las lágrimas, tapada con las manos en un gesto de horror y dolor a la vez. Un día te levantas tan tranquilo, vas al trabajo a lo de siempre... y no regresas. No vuelves a ver el sol, ni tampoco la luna... Ya no puedes lamentarte de no haber rechazado el encargo, porque ya no puedes hacer nada. Ya no hay nada. Y todo, simplemente, por tomar una decisión errónea, o estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Sin embargo, hacía ya tiempo que esa cuestión no me quitaba el sueño. Lo había acabado aceptando, asimilándolo como algo más de la vida. Todos teníamos que morir de una manera u otra, tarde o temprano. Dejé escapar un suspiro de alivio cuando dijo que sí, que la información que me había llegado era correcta. -Así que cambios de última hora...-Murmuré para mí misma, algo más tranquila... Hasta escuchar la razón del aumento del número de Niveles E. Palidecí considerablemente al escuchar que lo más seguro era que hubiese un Sangre Pura detrás de todo aquello. No pude evitar imaginarme a un ser parecido a Rido detrás de todo aquello, lo que provocó que un escalofrío recorriese mi espalda. Una cosa era un grupo de Niveles E, salvajes y descontrolados, bastante peligrosos, pero con los cuales podía lidiar sin problema alguno. Incluso contra un vampiro normal podría apañarme, con mucha más dificultad, pero tenía posibilidades. Pero algo tan terrible como un Sangre Pura... Jamás llegué a pensar que pudiese existir una criatura así. Asentí, aceptando su explicación. Reí ante su comentario, lo que hizo que mi semblante se relajase.

''¿O al menos lo era?'' Aquellas palabras hicieron que frunciese levemente el ceño, confusa, pero no volví a mencionar nada más. Tuve que acabar riéndome con ganas cuando comentó lo de las historias de aquel pueblo.- No creo que huyese.- Comenté entre risas. Lo cierto era que no había visto ni tenido noticia de un pueblo con una actividad... vampírica tan constante.- Es como si se tratase de un pueblo maldito.- Dije, quedándome durante un instante pensativa, replanteando mi propia idea. ¿Podría haber algo así? Ya había visto vampiros creando fuego y cristal a su antojo, sin contar a mi propia sombra tratando de estrangularme, ¿podía permitirme dudar ya de cosas tales como las maldiciones? Si alguien me lo asegurase, casi que le creería. Pasé el peso del cuerpo de un pie a otro, mirando distraídamente hacia el vacío. Alcé de nuevo la vista hacia Yagari cuando dijo que no era una molestia. Le sonreí, agradecida. Reconocí que tenía razón; viendo su forma de ser, si realmente le supusiese un problema el acompañarme, no se ofrecería. Si algo tenía el Vicepresidente, por lo que había podido comprobar, era aquella sinceridad extremadamente directa. Alcé los párpados, sorprendida ante sus palabras.- ¡Muchas gracias!- Le contesté, algo cortada, llevándome una mano detrás de la cabeza. No estaba acostumbrada a que nadie me mostrara su preocupación tan abiertamente, y más de una manera amable. Los que solían mirarme preocupados ante lo que me podía deparar, lo hacían detrás de una expresión de desaprobación, haciendo que me sintiera totalmente fuera de lugar. Negué enérgiamente con la cabeza cuando dijo que si me sentía incómoda, haciendo que varios mechones de pelo se alborotasen.- Todo lo contrario, se lo agradezco.- Repuse.

La mirada de Yagari se endureció al mirarme tras aquel comentario, pero le sostuve la mirada, convencida de lo que había dicho.- Completamente.- Respondí con sinceridad, sin apartar mis ojos negros. Siendo tan desconfiada, había aprendido a observar a las personas con cuidado y a saber diferenciar unos de otros. Lo miré entre extrañada y sorprendida cuando me llamó utilizando mi nombre en vez de mi apellido. Ya me había acostumbrado a que me llamasen por 'Matsumoto' que a veces pensaba que llegaría el día que me olvidaría que me llamaba Rangiku, cosa que no me agradaría, ya que me gustaba bastante mi nombre. Me sentía orgullosa de su significado. Sonreí con algo de tristeza cuando dijo que más de uno podría defraudarme. Por desgracia, me sentía defraudada por el mundo día a día, así que aquello no era nada nuevo.- No creo que me equivoque.- Sonreí ampliamente al contestarte. La sonrisa se borró de mi rostro cuando dijo de despedirme, haciendo que abriese completamente los ojos.- ¡¿Eeh?! ¿Despedirme?- Exclamé, horrorizada. Al ver su expresión me relajé, comprendiendo que estaba bromeando, pero no pude evitar llevarme una mano al pecho.- Qué menos que un aumento para compensar los problemas cardíacos que me voy a buscar...- Medio bromeé, aun con el corazón desbocado. Durante un instante me lo había creído.

Terminé de borrar todas la maldita basura que había guardado en mi reproductor de música, ya había descansado lo suficiente, quería empezar a cazar vampiros. Me levanté de mi sitio y vi a un hombre de pelo oscuro dirigirse hacia la puerta, tenía pinta de ser caza vampiros, nunca cacé vampiros con otra persona que no fuese mi maestro pero debía admitir que él ya no se encontraba conmigo... Aunque aún lo hecho de menos, espero que algún día pueda reencontrarme con él cazando o haciendo cualquier otra cosa. Suspiré y entonces hablé en voz alta. "¿Dónde hay vampiros para matar?" Sinceramente aceptaría cualquier invitación a la eliminación de esos parásitos. Debían pagar por todo lo que hicieron, esperaba que hubiese algún tío que quisiese matarlos o mejor aún, algún vampiro al que rajar el cuello y vaciarle cada gota de sangre. Los vampiros únicamente tienen sangre de gente inocente. Su sangre es ponzoña que deben aliviar matando a los inocentes. Miré hacia todos lados para ver quién me respondía a la pregunta que lancé al aire.

Me alegraba que la conversación hubiese tomado un rumbo más agradable. No tenía ganas de seguir removiendo las cenizas del pasado, fuera a ser que algún ascua se prendiese de nuevo. Le devolví una sonrisa insegura a Yagari cuando trató de tranquilizarme, dejando escapar una suave risa cuando comentó lo de saltar como una suicida. Sin embargo, no le iba a prometer que no lo haría; si tenía que hacerlo no pensaba dudar. Por supuesto, ya contando con la experiencia, no de manera tan arriesgada, pero tampoco me quedaría parada. Me alivió que todavía no fuese seguro lo del Sangre Pura.-Casi preferiría eso a tener que presenciar otra vez lo mismo que en Navidad.- Respondí cuando comentó lo de que podían estar reproduciéndose. ¿Podrían llegar a hacerlo? Lo cierto era que no estaba muy metida en el tema. Me interesaba más cómo hacer para acabar rápido con ellos y cómo hacer para que mis compañeros no resultasen heridos. Como había dicho antes, lo mejor que se podía hacer con un Nivel E era darle una muerte rápida. Ahora que mencionaba a los Niveles E... Me había dejado la carpeta junto con el informe de la misión abandonada en la mesa en la que estaba Shima. Palidecí levemente al pensarlo, ¿y si había aprovechado mi ausencia y le había echado un vistazo? Sabía que no se le había pasado por alto aquel papel, y me inquietaba la idea de que pudiera enterarse de algo.

¿Una tarde de cotilleo? Me hacía gracia escuchar eso de él, siempre tan serio. Bueno, sería interesante enterarse de todo aquel tema tan extraño. De todas formas, ¿había algo en aquel pueblo que no lo fuera? No pude evitar volver a sonreír cuando me dio la razón con lo de que aquel pueblo estaba maldito. Enrojecí un poco cuando varias personas miraron hacia la mesa cuando me sorprendí. ¿Qué? ¿No tenía derecho a hacerlo? Ni que la mayoría de ellos no alzaran la voz, y hasta por cosas aun más tontas. Cuando Yagari se levantó, noté un brillo burlón en su mirada cuando la diferencia de altura entre él y yo fue tan notable. Estreché un poco los párpados; no era mi culpa ser tan bajita, y no le veía la gracia por ningún lado. A pesar de eso, acabé sonriendo cuando me llamó exagerada. Asentí levemente con la cabeza cuando dijo de que nos veríamos esta tarde, inclinándome un poco a modo de despedida.- Igualmente, ¡cuídese!- Le respondí, notando el matiz con el que había dicho aquel 'cuídate'. Me incorporé a tiempo de verlo alzar una mano para despedirse de nuevo. En fin, aquella tarde tocaba ponerse en marcha antes de lo que tenía previsto.

Vi a Yagari marcharse a grandes zancadas de la cafetería, y una vez que salió de ella me di la vuelta, dispuesta a regresar a la mesa en la que me esperaba Shima. No había sido mucho rato, pero le agradecía que hubiese esperado. Mientras trataba de recolocarme el mechón que siempre se cruzaba por mi cara, escuché unas palabras que me dejaron clavada en el sitio. Me volví hacia el culpable y me encontré con el cazavampiros de antes, el que me había recordado tanto a Ichigo. Estreché los párpados y le dirigí una mirada desconfiada, mientras tanteaba la chaqueta del uniforme. Oh vamos, siempre tenía uno encima... básicamente porque siempre se me olvidaba volver a meterlo en el estuche. ''¡Aquí está!'' Saqué el bolígrafo con una mirada triunfante y me escribí algo sobre la palma de la mano. Me dirigí con paso enérgico hacia el chico. ¿Cómo había dicho Yagari que se llamaba? Kuro... ¿Kurosaki? No, no era así. ¿Kurofuji? Sí, creo que era ese. Me iba a costar dirigirme a alguien que no conocía, pero traté de tragarme la vergüenza. Si iba con aquella inseguridad, la cosa no saldría bien. Y no podía dejar que aquel insensato siguiera gritando aquello en mitad de una cafetería llena de humanos, los cuales se suponían que no debían saber nada. Llegué hasta el chico y le dirigí una sonrisa amistosa.-¡Oh, Kurofuji-kun! ¡Cuánto tiempo!- Le tendí la mano, aparentando un saludo, como si quisiera que me la estrechase; pero mi intención era que viese lo que había escrito sobre la palma:
''Sigue montando el numerito y te mato.''

Le dirigí otra sonrisa fingida a Haru, pero clavé mis ojos en los suyos de manera significativa. Cómo iba a reaccionar era algo que desconocía, pero, ¿qué cazador con un poco de cabeza entraba en un lugar así y soltaba aquello en voz alta? ¿Tantas ganas tenía de matar? Que no se preocupase, aquel pueblo estaba plagado de vampiros. Pero, al igual que reconocía de mí misma, aquella impulsividad y aquella agresividad le iban a traer problemas. Fingí un poco de risa.- Kurofuji-kun, ¡tú siempre tan bromista!- Dios, que alguien me matara por tener que estar actuando así. Odiaba hablar como una imbécil, no soportaba escucharme a mí misma fingiendo de aquella manera. Aquel tipo se iba a enterar, ya lo creía que sí. Además, no sabía de qué bando podía estar... Bueno, si era de los traidores, ya tenía una excusa para darle una buena tunda. ¿Estaría también aquella tarde en el bosque? Lo agarré del brazo y tiré de él hasta la mesa donde estaba Shima y le hice sentarse. ¿Cómo me las había apañado para tirar de un tío que era dos veces yo? Puro nervio y mucho genio.

Una vez que se hubo sentado, me senté en frente suya y de Shima.- Shima, te presento a Kurofuji-kun.- ¿Se daría cuenta Shima de que estaba fingiendo? No hacía falta ser muy avispado para ver que no estaba siendo yo misma. Además, me había demostrado antes una rapidez mental asombrosa, así que seguramente lo habría hecho. Y, de la misma manera que esperaba que me siguiera la corriente, también temía que le hubiese echado un vistazo a mi carpeta olvidada. ¿Y si había leído el informe? Se habría enterado absolutamente de todo. Mientras que mi pie se movía frenéticamente bajo la mesa, observaba a Haru con desconfianza. No lo había sentado allí por nada; prefería tenerlo cerca y así poder controlarlo. Además, si decidía comentar algo más, que no fuese delante de todo el mundo. Hubiese preferido sacarlo de la cafetería, pero entonces habría tenido que dejar tirado a Shima, cosa que me parecía de muy mal gusto. Tenía que encontrar una excusa, pero, ¿cuál? El timbre que indicaba el cambio de hora resonó en mis oídos mientras seguía pensando en silencio. ¡Pues claro! Recogí mi carpeta y me levanté con cuidado de la silla.- Shima, muchas gracias por haberme ayudado. Espero que nos volvamos a ver.- Le dije con mi tono normal, sonriendo de forma amable. Había sido todo un detalle que me acompañase aun sin conocerme siquiera.- Muchísimas gracias por todo.- Reiteré. Con menos delicadeza, agarré el brazo de Kurofuji y tiré de él- Vamos, Kurofuji-kun.- Le hice levantarse.- Vamos a llegar tarde a este ritmo.- Comenté con toda naturalidad. Aquel tipo me la iba a pagar cara, pero que muy cara.

Cuando lo hube sacado de la cafetería, miré hacia todos lados comprobando que no había nadie cerca. -¿Se puede saber qué hacías gritando eso en medio de la cafetería?- Lo miré, cabreada. No era normal verme así, y menos con alguien que no conocía, pero aquel genio lo había heredado de mi madre y me salía en aquel tipo de situaciones. Que fuera tímida no significaba que no tuviese coraje cuando tenía que tenerlo.- Si tienes ganas de que te maten, vete a pasarte por los dormitorios de la clase nocturna o lo que mejor te parezca. Pero no metas en estos asuntos a gente que no tiene nada que ver, ¿entendido?- Crucé los brazos, sujetando la carpeta contra mi pecho.- Los demás alumnos de la Academia no deben saber nada, y es algo difícil de conseguir. Así que ahórrate esos comentarios.- ¿Cuánto tiempo hacía que no me alteraba así? Ni idea, pero el pensar en que aquel chico fuera a echarlo todo a perder me había sacado de quicio. Sin decir una palabra más, me di la vuelta y eché a andar por los pasillos.

Una chica vino con una amenaza escrita en su mano, por lo que dijo comprobé que los humanos que había en aquella academia no sabían de la existencia de los vampiros. Eran sangre fresca para aquellos monstruos y sinceramente me molestó. Me presentó a una especie de amigos suyos y luego me llevó al exterior de la cafetería. La miré arqueando mis cejas, de arriba-abajo, era una chica que ni siquiera rozaba mi hombro. Se fue resignada, sinceramente no me tomé sus palabras muy enserio, una risita se escapó de entre mis labios, no podía imaginar que esa chica fuese una caza-vampiros, ni siquiera debería tener un litro de sangre en ese cuerpecillo. La seguí riéndome por lo bajo. Al menos podría matar a algún vampiro y aliviar mi necesidad de eliminar un poco más aquella plaga.

Después de descansar un poco, me duché y me cambié el maldito uniforme por unos simples shorts y una blusa. Recogí mi cabello en una coleta y salí de la habitación. Había mejorado notablemente en el poco tiempo que había descansado, pero aún seguía bastante pálida.

Cuando llegué a la cafetería divisé a Crash y me acerqué a él.
-¡Hola! - me senté en una de las sillas y le sonreí - Siento haber tardado tanto]

- Emm... no. Ya comí esta mañana y me llenó bastante para todo el día - sonreí

- Deja de ser tan pesado - le miré enfadada - Dame un trozo de chocolate - dije resignada sabiendo que luego me iba a arrepentir - Luego iré al establo, a leer - dije mientras miraba a un punto fijo de aquella cafetería - Dejé un libro allí y como se rompa o algo lo pagaré muy caro