Cafeteria

estaba un poco hambrienta, tome una taza de café y un pastelillo... encontré un buen lugar donde sentarme y poder disfrutar de mis aperitivos. acerque la taza de café hacia mi rostro para poder disfrutar el olor... le di un pequeño sorbo
- ojala hubiera un poco de vodka para acompañarlo- pensé en voz alta.
saque un cuaderno que me regalaron al abrirlo
- valla un sudoku!- pensé... no tenia mas que hacer así que me puse a contestarlo...
mi pastelillo estaba delicioso...

Había sido contratada en la cafetería de la Academia por una semana. La mujer que siempre se encargaba de cocinar y servir a los estudiantes, había caído enferma y en la institución no contaban con el personal suficiente como para suplantarla. Debido a eso, contrataron a una camarera de la cafetería del pueblo, acerca de la cual también corría la fama de sus buenas manos para la cocina, en especial los platillos dulces. Esta joven era, ni nada más ni nada menos, que la misteriosa Helena.

Con un atuendo elegante y típico de su profesión, Helena se acercó a una joven que se encontraba en una mesa. Al parecer, había hecho su pedido mientras ella estaba ocupada atendiendo a otro alumno, por lo cual no se había percatado acerca de que la muchacha ya se encontraba degustando su café y su pastelillo. Helena se acercó a ella y se quedó de pie a su lado. Sus curiosos y enigmáticos ojos se posaron sobre la joven, sin prestar atención, siquiera, a que estaba comiendo.
- ¿Qué va a pedir? -preguntó, como si nada ocurriera, como si en verdad sobre la mesa nada existiera. Y lo cierto es que ella estaba a punto de pasar un momento vergonzoso, pues no había ningún pedido que tomar allí. Pero.. ¿acaso Helena se daría cuenta a tiempo? ¿Acaso le importarían las consecuencias vergonzosas de su descuido?

Entré a la cafetería detrás de Shima. Miré hacia todos lados, curiosa... era un sitio acogedor. Observé momentáneamente a la camarera que se acercó, pero no le presté demasiada atención. Seguí al chico, con cuidado de no tropezarme con nadie por el camino. Agradecí que eligiese una mesa retirada de las demás, no me gustaba estar metida dentro de toda la multitud. Le agradecí con una sonrisa el gesto que tuvo. Vaya, sí que era educado. Tomé asiento y esperé a que él lo hiciera, mientras soltaba mi pesada carpeta en una esquina de la mesa. Me sorprendí cuando colocó la mano sobre mi cabeza, sonrojándome levemente. Coloqué mis manos sobre mis piernas, mientras esperaba que la camarera viniese. Los miré a ambos, dudosa.-Un té, sin es tan amable.-Le pedí. No me gustaba el café. Había estado a punto de pedirme un chocolate caliente y algo de comer, pero siempre me daba corte comer delante de personas con las que no tenía confianza.

Paseé la mirada por la gente que había en la cafetería, la mayoría alumnos. Mis ojos se detuvieron un momento en una chica que me sonaba... Sí, era una cazadora. Recordaba haberla visto alguna vez. Retiré la vista de ella antes de se diera cuenta, y miré mi carpeta, de la cual sobresalían algunos folios en un alegre desorden. Uno de ellos era de un papel bastante más amarillento, para ser precisos, no era una hoja de apuntes. Había dejado el informe de un nivel E ,que parecía estar merodeando últimamente por allí, olvidado dentro de la carpeta. Mis intenciones eran ir aquella noche a revisar los terrenos, en busca de alguna pista. Estreché los párpados, disgustada con mi propio descuido. No sabía cómo se me había pasado el sacar el informe de allí.

Con disimulo, atraje la carpeta hacia mí y remetí el folio para dejarlo fuera de vista. Le sonreí a Shima, algo nerviosa. No hacía falta ser muy avispada para darse cuenta de que el chico era realmente listo, y seguramente se habría dado cuenta de mi gesto. Intenté retirarme el mechón de pelo que siempre atravesaba mi cara, pero por mucho que lo intentase siempre volvía a su sitio. Jugué con el elástico de la carpeta distraídamente.- Umm... Shima... ¿Qué es lo que estás estudiando?-Dije, tratando de no caer en el incómodo silencio. No me gustaba aburrir a la gente, y aquel chico había sido muy amable conmigo desde el principio, aunque tuviese mis dudas de que su interés fuera completamente sano. Había dicho que su padre se encargaba de los vampiros, pero en ningún momento había afirmado que fuese cazador... ¿Sería su padre, pues, uno de los desertores? Si era así, sería una situación bastante desagradable. Aparté aquellos pensamientos de mi mente, mientras volvía la mirada hacia el chico, esperando su respuesta.

Como era evidente, Helena era distraída, pero no idiota. Se percató de que la joven a la cual esperaba oír para anotar el pedido ya estaba degustando lo solicitado. Entonces, sin decirle nada siquiera, se apartó de ella, como una especie de sombra; como una presencia que estaba pero no estaba allí a la vez. Después de todo, así era ella, tan volátil, tan versátil, tan ajena y tan atenta a la vez. Sus pies parecían deslizarse por el suelo en vez de andar paso a paso. Su presencia parecía, en sí, efímera y utópica, pero ella estaba allí, sin embargo; Helena se encontraba en aquel lugar, aunque su mente viajaba lejos, muy lejos...

Al regresar a la barra, llegó otra camarera con un nuevo pedido. Excelente. Que estuviera la otra chica disponible significaba que su turno había acabado y, por ende, también la suplencia por el día de hoy. Sin embargo, cuando estaba por dirigirse al cambiador, le ordenaron que llevase el pedido a los jóvenes que recién habían llegado. Helena, sin inmutarse, accedió y tomó la bandeja con el café y el té entre sus manos. Rápida pero delicadamente, se dirigió hacia la mesa y, sin sonreír siquiera, comenzó a depositar allí ambos pedidos.

- ¿El té es para usted? -preguntó, observando a la joven perteneciente a la clase diurna. A pesar de su inexpresividad, los ojos de Helena se mostraban amables y puros, por más secretos oscuros que encerrasen. Clavó sus pupilas negras en la muchacha, ignorando por completo al hombre, aguardando por su respuesta antes de colocar la taza frente a ella.

Miré de nuevo de reojo a la cazadora que había unas cuantas mesas más allá. La mujer parecía absorta en sus pensamientos, y no creía que un desertor entrase tan tranquilamente a la academia Cross, pero... Desde la fiesta de Navidad había cogido la manía de recelar de todo cazador que no conociese, fuera a sacar de un momento a otro las ramas y a liarla de nuevo. Hacía tiempo que había escuchado los rumores sobre la muerte del antiguo jefe, además, se notaba la desorganización... En cierta manera comprendí que, debido a la conmoción, hubieran personas que comenzasen a pensar de otra manera, pero... Aquello no era excusa para atacar civiles de forma indiscriminada. Hasta aquel momento no había tenido nada personal en contra de los desertores, pero una vez que vi de lo que eran capaces... Ahí ya cambiaba todo.

Volví mi mirada hacia Shima cuando éste me contestó. Sonreí divertida cuando dijo que estaba haciendo criminología, era lo que yo tenía pensado. Abrí los ojos con horror cuando dijo que también estaba haciendo física cuántica.-¡¿L-las dos a la vez?!- Dije, sorprendida. Parpadeé varias veces, denotando mi sorpresa. Por un momento me volví a replantear si aquel chico era humano. ¿Hacer física cuántica a la vez que otra carrera? Lo miré aparentando estar pensativa.- ¿Seguro que tu cerebro está sano y salvo?- Bromeé, aunque lo cierto era que, si a mí me diese por intentar hacer dos carreras a la vez, mi cabeza no duraría mucho. Y mucho menos si se trataba de física cuántica, cosa que ya me intimidaba nada más que de escucharla. Di un pequeño rebote cuando se echó hacia delante y clavó sus ojos en los míos. Sí, me sobresaltaba fácilmente.- Criminología también.- Respondí con una sonrisa.- Hace tiempo que me había planteado hacer medicina, pero... No creo que fuese capaz de soportarlo...-Comenté, algo seria. No me refería a los estudios, si por algo me destacaba era por ser constante (o más bien tener la cabeza increíblemente dura), pero dudaba que sirviese como médico. No podría soportar el ver a personas sufrir delante mía y no poder hacer nada por ellos, tan solo lo que estuviese a mi alcance.

Miré sorprendida a Shima cuando le contestó a la camarera de aquella manera. Era algo que no me había esperado viniendo de él, pero no le dije absolutamente nada. No era quien como para meterme en como actuaban los demás, además de que no sabía si aquellos dos se conocían y había algún asunto incómodo entre ellos. Le dirigí una sonrisa cálida a la camarera y tomé la taza de té de sus manos con cuidado.-Muchas gracias.- Le respondí a la chica. Coloqué la taza sobre la mesa, dispuesta a seguir con la conversación, pero una mano se posó en mi hombro haciendo que me volviese. El propietario de esa mano sonrió divertido ante mi sorpresa.- Cuánto tiempo, Rangiku-chan. Si no me equivoco deberías estar en clase, ¿no?- Comentó, tratando de mostrar una seriedad que no iba con él. A aquel cazador le importaba un carajo mi trayectoria académica. Lo observé con una sonrisa por el rabillo del ojo. No había cambiado absolutamente nada: pelo corto y castaño, piel curtida por el tiempo y una vida dura, mirada viva y una vestimenta que dejaba claro que no cuidaba mucho de su fondo de armario. Pasé por alto lo de las clases y le contesté con una sonrisa amable.- Espero que esa sea tu forma de decir que te alegras de verme, Shinji.- El hombre rió estruendosamente y plantó una de sus manazas sobre mi cabeza, revolviendo mi pelo. No, no había cambiado nada, ni en apariencia ni en costumbres. Me peiné el pelo con los dedos lo mejor que pude, dirigiéndole una mirada acusadora por haberme despeinado.

Tras dirigirle una mirada desconfiada y bastante poco disimulada a Shima, se volvió hacia mí. No hacía falta que me aclarase que también estaba allí por el Nivel E, y tampoco creía que fuese tan descuidado como para comentarlo. Sabía que no me dejarían encargarme del vampiro sola, y me alegré de que fuera él quien me fuese a acompañar. Aun así, ya habría tiempo después para hablar. Carraspeé incómoda, mientras Shinji encendía un cigarro. El hombre me dirigió una sonrisa y me apretó el hombro.- Nos veremos después.- Dijo, y tras dirigirle de nuevo una mirada mal disimulada a Shima, se volteó y se fue, alzando la mano como despedida. Lo observé momentáneamente mientras sus ojos seguían los pasos de una de las camareras y, finalmente, salía de la cafetería. Me volví a sentar hacia delante, con un suspiro cansado. Miré a Shima algo nerviosa.- Perdona la interrupción.- Le dije con una sonrisa culpable, tratando de disculparme.

Aun sentía reciente su ingreso a esta academia, un sentimiento extraño la acompañaba cada tanto, sabia los problemas y ocupaciones fuertes que tenia la asociación de cazadores y admitía sentirse impotente  ante su inactividad en todo ese proceso, por otro lado aun no estaba de acuerdo con las ideas de la academia, ¿vampiros y humanos juntos algún día? ¡Puaj! la sola idea le repugnaba en demasía,  negó levemente moviendo su cabeza a ambos lados, sacudiendo un poco su blanquecina cabellera  mientras ingresaba a la cafetería luego de haberse "Salido para ir al baño"  o mejor dicho "escapado" de alguna de las clases que le tocaban ese día, cual fue su sorpresa  tan solo entrar  cuando  se topo con un cazador de un tanto renombre de la asociación,alguna vez lo había visto de lejos pero encontrárselo aquí,  entrecerró los ojos y su sonrisa se amplio un poco, mientras un hilo de pensamiento se formaba.

"No soy la única en este "Acogedor" lugar, que posee el oficio de matar vampiros

Sin disimular ni un poco solté una fuerte carcajada y decidida di los últimos pasos hacia el interior de la cafetería, la observe rápido y con mucho cuidado, analíticamente, buscando mesas y lugares vacíos, divisando a algunas camareras, la barra para pedir la comida o lo que desease  tomar, todo simplemente en orden, cerré los ojos y dejando que mis pies me llevaran, camine hasta una mesa vacía y sacando una silla tome asiento en ella, tan solo hacer eso  y gracias a que no traía mi uniforme puesto un camarero de la cafetería se acerco a atenderme, le sonreí y con amabilidad le dije

-Por favor, tráigame una taza de café bien cargado.

Para luego quitar mi atención de el en el momento en el que escuche de su parte un "Enseguida", cerré los ojos y mientras esperaba el café comencé a murmurar una canción que cuando niña me cantaban, recitando algunos básicos deberes de un cazador de vampiro, dejándolo solo como un cuento de hadas

La expresión del chico volvió a tornarse amable, tal y como se había mostrado hasta el momento. Parecía impensable que hacía apenas unos instantes hubiera reaccionado de aquella forma tan brusca. Cogí la taza y me la llevé a los labios, mientras le dirigía una larga mirada. En fin, cosas suyas. Di un pequeño sorbo al té y solté de nuevo, con cuidado, la taza sobre la mesa. Sonreí divertida ante la seguridad que mostró Shima cuando aseguró que su cerebro estaba completamente a salvo. ''Solo es acostumbrarse con hábitos de estudio...'' Si fuera tan fácil... Por mucho que tratase de quitarle importancia, aquello tenía mucho mérito. No cabía duda de que el chico tenía una mente privilegiada, además de tener que dedicarle mucho tiempo a los estudios. O al menos eso era lo que me imaginaba.

Volví a sonreír cuando comentó que seguramente fuera mi sempai dentro de unos años.''Si sigo viva'' pensé, pero aquel lóbrego pensamiento no se reflejó en mi rostro. Sabía que me jugaba el cuello con mi trabajo, lo tenía asumido. Me hizo gracia aquello de 'dentro de unos años', ¿cuántos me echaba? -Con suerte para el año que viene.- Comenté sonriente. Estaba acostumbrada a que todo el mundo se confundiese y me echase mucha menos edad de la que tenía. No era algo que me molestase, todo lo contrario: me hacía gracia ver la reacción de algunas personas. Apoyé la espalda en el respaldo de la silla, con las manos de nuevo sobre la falda, mientras escuchaba lo que me decía Shima. Reí con suavidad, acercándome una mano a la boca, cuando me preguntó si le tenía miedo a la sangre.- No, no le tengo miedo a la sangre.- Mi sonrisa se hizo más amplia.- Si lo tuviese, sería un problema bastante gordo.- Me imaginé durante un momento qué sería de mí si le tuviese miedo a la sangre. No podría seguir como cazadora, ¿qué haría cuando me hirieran? ¿Y si herían a algún compañero? Al principio impresionaba un poco cuando se veía en grandes cantidades, pero no me había costado mucho adaptarme. De todas formas, nunca había sido una persona a la que le afectase eso.

Reconsideré lo que dijo sobre mi trayectoria académica. Ciertamente, con las responsabilidades como cazadora y el tiempo que invertía en ello, no podía dedicarme completamente a una carrera como medicina. Pero no todo era eso. Sonreí amablemente ante su insistencia. Bajé la mirada y me quedé observando la taza de té.-  Me decanté por no hacer medicina porque no soportaría ver a nadie sufrir y morir sin que pudiese hacer nada.- Mi tono de voz se suavizó considerablemente.- ¿Cómo enfrentaría la mirada de alguien a quien tuviese que decirle que él mismo o un ser querido no tenía cura? ¿Cómo podría soportar ver a alguien a punto de expirar y que lo único que pudiese hacer fuera tratar de aliviar su agonía?- Negué con suavidad con la cabeza, notando cómo se zarandeaba levemente mi pelo, con la mirada perdida. Me sentía egoísta por aquello, egoísta y cobarde. Tratando de quitarle tensión al asunto, levanté la cabeza y le dirigí una sonrisa.- Seguramente pondría el hospital patas arriba como una histérica tratando de buscar una solución.-Bromeé, llevándome una mano detrás de la cabeza.

Volví a coger la taza de té y le di un largo trago. Aquello quemaba un poco, pero considerando el frío que hacía fuera no me vendría mal. Volví a colocar la taza sobre la mesa y sonreí cuando me preguntó si Shinji era un familiar mío.- Más o menos.- Respondí, mirándole con una sonrisa. No estaba mintiendo del todo; Shinji era para mí algo así como un tío lejano, y era una de las personas fuera de mi familia que mejor me conocía. Observé al chico atentamente, preguntándome qué se habría pasado por su cabeza en aquel instante. No había olvidado el interés que había mostrado antes, y sin lugar a dudas se había dado cuenta de que aquel hombre no era un profesor. Traté de hacer como si nada, dejando que mi mirada vagase por la mesa.

Suspiré con cansancio al pensar en que tendría que buscar de nuevo el aula. No me gustaba la idea de perder clases, pero tampoco tenía muchas ganas de irme de allí. Miré con disimulo hacia el lado cuando escuché a una voz femenina de cantar en voz baja y murmurar algo... ¿estaba hablando de cazadores? Estreché los párpados, desconfiada. No tenía ni idea de si Shima se habría dado cuenta o no; en aquel instante no estaba muy atenta al chico. Mis ojos seguían los movimientos de aquella extraña chica de pelo blanco que seguía absorta en sus pensamientos. Chasqueé la lengua, preocupada. ¿Quién era y qué hacía diciendo aquello en voz alta? La chica no llevaba uniforme, lo que hacía que la descartase como alumna. ¿Sería una cazadora o simplemente había escuchado eso en alguna parte y ahora le había dado por decirlo? Traté de relajarme, intentando quitarle importancia a aquello. Tal vez me había vuelto demasiado desconfiada. Volví a mirar al chico y le sonreí, disimulando.

Pero, sin poder evitarlo, volví a dirigirle otra mirada disimulada a la chica. Paseé la vista por la cafetería, que seguía llenándose alegremente.- La Academia parece estar siempre muy animada, ¿verdad?- Comenté sonriendo, sintiéndome reconfortada al alejar mis sospechas durante un momento de mi mente. Tal fue mi sorpresa al ver a Yagari Touga sentado allí. ¿Qué hacía el cazador allí? ¿Habría pasado algo? No lo había vuelto a ver desde la fiesta de Navidad, ni a él ni a Dante ni a Jack. Tampoco había vuelto a saber nada de aquel profesor al que habían disparado, ni de la chica a la que había mordido Rido. Los detalles de aquel día seguían vivos en mi memoria, todos y cada uno de ellos, ¿cómo los iba a olvidar? Había llegado a mi casa más temprano que nunca, para ser concretos, poco más tarde del amanecer. Me había dejado caer en el sofá y allí me había quedado dormida, totalmente agotada. ¿Cómo no iba a estarlo después de lo que me había hecho el Sangre Pura? No sabía exactamente de qué se trataba, pero tenía absoluta certeza de que hubiera muerto si no me hubiesen ayudado en el último instante.- Discúlpame un momento.- Le dije a Shima. Me levanté retirando la silla con cuidado.

Me acerqué al cazador sin atreverme del todo, no quería importunar. Durante un instante me arrepentí y quise dar la vuelta, pero ya era muy tarde. Di otro par de pasos hacia él, con las manos agarradas por delante.-Yagari-senpai...- Quería preguntarle por cómo se encontraban Dante y el sucesor de Damaru, por la situación de la Asociación tras la fiesta... Tenía cientos de dudas. Acabé sonriendo de manera amable, pensando que mejor me ahorraba el interrogatorio.-Me alegro de verle.- Dije con sinceridad, sonriendo. Lo cierto era que me alegraba ver un rostro conocido, y también me alegraba saber que estaba bien. Mi expresión se tornó algo más seria.- ¿Cómo usted por aquí? ¿Ha... ha ocurrido algo?- Pregunté, notablemente preocupada. No se me ocurría otra razón por la que el cazador estuviese allí. ¿Estaría siendo impertinente? Seguramente se estaría planteando el por qué de aquellas confianzas. Bajé la cabeza, algo avergonzada.- Siento molestar.

Había llegado extenuado de mi viaje. Tardé tres horas sin descanso en llegar a la Academia a la que mi maestro me encomendó, aún recuerdo sus palabras. "Esta será la última vez que nos veamos, ya te he enseñado todo lo que sé y es el momento de que conozcas el mundo por tu propio pie." Me dolió despedirme de él, al fin y al cabo fue quien me salvó la vida y se convirtió en un padre para mí.

Como siempre andaba en mi mundo, tenía los cascos puestos y escuchaba música. Al llegar a la Academia pude ver que era bastante grande, la miré de lejos y entré a ella, caminé por los pasillos, veía a muchos alumnos, en mi andada vi una cafetería, no me vendría mal descansar un poco y tomar algo. Tenía la boca seca. Se escuchaba a gente charlar. Entré en la cafetería y pedí un refresco frío, lo abrí y me lo tomé de un sorbo, mi garganta se relajó, me senté y cerré los ojos. Fue como si hubiese probado el cáliz de los dioses. ¿Cuánto tiempo hacía que no me tomaba un refresco? Quizás años...
Siempre tomaba café hecho por mi maestro, que por cierto estaba delicioso. Miré a mi alrededor, luego agaché la vista y saqué mi reproductor de música, empecé a buscar canciones. Recordé que debía borrar muchas canciones ya que no escuchaba ni la mitad de ellas... - Menuda mierda... - Susurré, una de mis canciones favoritas estaba casi al final de la lista, delante de ellas solo había canciones desfasadas o simplemente ruido comercial que ni siquiera sabía qué me había fumado para descargarme semejante basura, empecé a borrar canciones mientras me preguntaba cuándo podría empezar a volar cabezas de los que consideraba seres inferiores y descontrolados. El último vampiro que maté fue hace unos días y duró poco para mi gusto... Quería hacerle sufrir cada gota de sangre que chupó de sus víctimas... Quería escuchar sus gritos pidiendo piedad y perdón cuando él ni se dignó a escuchar a esos inocentes... Mi rostro dejó ver cierta furia pero rápidamente relajé mis facciones. No debía pensar en aquellos seres, estaba allí para matar a más monstruos no a que me jodiese mi descanso. Respiré hondo y volví a concentrarme en pensar en mi música.

Me alivió el no haber importunado al cazador, detestaba molestar. Sonreí nerviosa cuando dijo que se alegraba de verme entera y con todas las partes en su sitio. Ciertamente, con mi manía de lanzarme directamente a por el objetivo si la cosa se ponía fea, era un milagro que aun no me faltase nada del cuerpo. Aquella impulsividad algún día me traería consecuencias. Por ahora me había estado librando porque era rápida de reflejos, y, en la última ocasión, había recibido una ayuda que podría considerar prácticamente un milagro. Pero sabía que la suerte era algo de lo que una no podía abusar. Le dirigí una sonrisa de disculpa cuando me reprochó si un profesor no podía tomarse un café. Fui a responderle que por supuesto que no era eso, pero... ¿Había dicho profesor? ¿Yagari Touga un profesor? -¿Eh?- Solté casi sin darme cuenta. ¿Habría escuchado mal? No, no lo había hecho. Asentí levemente cuando dijo que veía que tenía muchas preguntas. Enrojecí cuando dijo que parecía ocupada saltándome las clases- ¿Eh? ¡¿Eeh?! ¡No no no!- Agité las manos y comencé a hablar atropelladamente, con las mejillas ardiendo.- ¡No me las estoy saltando! Me perdí por los pasillos...-Reconocí, desviando la mirada.- Me encontré a Shima por casualidad y me ha estado ayudando...- dejé de hablar finalmente, ¿para qué seguir dando explicaciones? Todo lo que dijese sonaría a excusa, pero me fastidiaba el quedar mal justo el primer día de clase. Además, no era mi culpa si con la matrícula no daban también un mapa de la Academia. Pasé el peso del cuerpo de un pie a otro, incómoda.- No lo haré.- Prometí, e iba en serio.

Aproveché al ver una de las camareras y le di el dinero de la cuenta, indicándole con el dedo la mesa. Le sonreí a Shima desde allí; espero que no pensase que no iba a pagar yo. Había dicho que invitaría y lo haría. Me volví de nuevo hacia Yagari, sorprendida por su pregunta. Mi expresión se ensombreció un poco al recordar aquel día.- He estado... bien.- Dije, mirando hacia el suelo con el semblante serio. No sabía cómo había llegado a mi casa después de aquello, ni siquiera sabía con certeza cuánto tiempo había estado durmiendo luego. Lo único que tenía seguro era que, al despertarme, me dolía todo el cuerpo y había bastantes llamadas perdidas en el teléfono. Pero aquellos eran detalles que prefería omitir. No me había convertido en cazadora para irme quejando de las consecuencias que me traía mi trabajo.- Hace ya tiempo que estoy de nuevo en forma.- Dije sonriendo, tratando de quitarle seriedad al asunto. Y sí, a pesar del ataque del sangre Pura, volvía a estar lista de nuevo. No obstante, tendría que estarlo si aquella noche quería volver a las andadas. Me acordé de que me había tratado de sacar de allí pasándome a otro cazador, así que, con una sonrisa pícara, aproveché para echarle en cara un poco el haberme estado pasando como si fuera un saco de patatas.- Le agradezco que tratara de alejarme de allí, pero si la próxima vez pasara algo parecido... Preferiría no tener que sentirme como si fuera un saco.- Solté, colocando los brazos en jarras, con una sonrisa bromista. Por supuesto, aquello no iba con maldad.- Bromas a parte, muchas gracias por eso.- Le agradecía mucho que me hubiese tratado de alejar del alcance de Rido, y más en aquel estado. Por muy tozuda que fuese, reconocía que no habría podido defenderme. Mi expresión se suavizó y crucé los brazos por delante.- ¿Usted estuvo bien?- Le pregunté. Él había sido, si no recordaba mal, uno de los que había acabado mejor parados, pero no sabía que había pasado después.

Miré de reojo a otro alumno que había entrado en la cafetería. Me parecía que aquel día las clases iban a estar un poco vacías, porque con todos los alumnos rondando por la Academia... No pude evitar sentir una punzada de nostalgia al notar su parecido con alguien a quien echaba muchísimo de menos. El pelo de un extraño color naranja, alto y ojos marrones; la única diferencia que veían entre ellos dos era que, mientras Ichigo siempre había tenido un buen humor y se había mostrado siempre amable, aquel chico no tenía pinta de estar de buenas. Por mis ojos pasó una sombra de tristeza al recordar aquello, pero traté de disimularla.

Seguí observando al cazador, con las manos sujetas una con la otra por delante de la falda y mi habitual aire algo ausente, aunque realmente no lo estuviera. Me sorprendió que se refiriese hacia el director como 'el maldito de Cross'. No lo conocía en persona, pero por lo que tenía oído parecía ser una persona amigable. Reí ante su comentario sobre los exámenes, acordándome de ciertas anécdotas. Muchos de los mejores momentos con los compañeros de clase se vivían durante los exámenes. Nunca había copiado en uno, pero sí había sido testigo de muchos de los intentos de mis compañeros y más de uno era digno de haberlo grabado. Mi risa paró cuando comentó que no iba a comerme por lo de las clases. Parecía ser que se me iba a quedar aquello ¿eh? Quise reiterar que no me la había saltado a posta, pero acabé decidiendo que era mejor no insistir en el tema, tratando de no darle interiormente más importancia. Si todos los problemas que la vida traía fueran cosas como aquella, bienvenidas sean. Parecía ser que el que me hubiese dado vergüenza que me pillasen en aquella situación le había hecho gracia, pues mientras yo trataba de explicarme, él sonreía ante mi expresión.

Durante los segundos en silencio mantuve mi mirada clavada en mis zapatos. Alcé la cabeza con expresión de sorpresa cuando me preguntó que por qué dudaba al responder que había estado bien. Sonreí levemente; sin duda alguna se trataba de una persona muy sagaz. Sin embargo, a pesar de mi sonrisa, mi mirada se tornó algo sombría. Asentí lentamente con la cabeza cuando dijo que aquella había sido la primera vez que me enfrentaba a un Sangre Pura, y más aun que sentía que mi vida pendía de un hilo.- Así es.- Reconocí, volviendo a bajar la mirada. Hasta aquel momento, nunca me había enfrentado a ningún vampiro directamente. Sí había sido testigo de algunos enfrentamientos, pero mi labor siempre había sido de apoyo; nunca en la primera línea de batalla, cosa que me había molestado muchísimo siempre. No soportaba las miradas que me dirigían muchos cazadores, entre una mezcla de desaprobación y lástima. ¿Demasiado joven para morir? ¿Acaso había algo que indicase cuánto debía vivir una persona? Había perdido a una de las personas más importantes de mi vida cuando ésta solo contaba con trece años; si yo decidía poner en riesgo la mía para que otras personas no tuvieran que pasar por mi mismo dolor, era algo de mi incumbencia, y por lo tanto era una decisión que deberían respetar. -¿Esta tarde?- Exclamé levemente, sorprendida. No me habían informado de nada, y encima aquella noche debería de estar puntual y en plena forma, pero... En fin, el deber era el deber.- Estaré allí sin falta.- Dije sonriente, un poco más animada al alejar los oscuros recuerdos de antes.- Pero... ¿dónde será?- Pregunté, temiendo perderme de nuevo. Si era aquella tarde, tendría tiempo suficiente para averiguar cómo llegar al lugar. Le dirigí una mirada algo seria cuando bromeó con que si pensaba saltármelo también, pero acabé riéndome con suavidad.

Mi risa volvió a pararse cuando advertí la seriedad de su expresión. Tal vez no debería de haber hecho aquella broma. Bajé la cabeza ante sus palabras. No, aquello no había estado bien. Aquella noche habían muerto muchas personas ante nuestros ojos, tanto desertores como aliados. Quise disculparme de nuevo; no había sido mi intención que se sintiese ofendido. Acabé guardándome la disculpa cuando dijo que a quien debería darle las gracias era a Blade. -¿Blade...?- Repetí, cayendo al poco de que hablaba del Pura Sangre. El milagro de la noche. ''Así que es así como se llamaba...'' Le había preguntado por su nombre, pero me había hecho guardar silencio ante mi estado. No había tenido más oportunidades para agradecerle el que me hubiese rescatado de las garras de Rido; no lo había vuelto a ver. Alcé la mirada al ver la reacción de Yagari cuando le pregunté por cómo había estado él. ¿Qué pasaba? ¿Había vuelto a decir algo malo? Le dirigí una mirada interrogante, preocupada ante su expresión. Acabé sonriendo ante su aparente indiferencia, pero no se me escapó que, detrás de aquello, había una historia muy larga y, sin duda alguna, dolorosa. Volví a bajar la mirada hacia el suelo. El buen humor con el que me había levantado parecía irse esfumando poco a poco.

¿Acaso la felicidad era algo prohibido? Parecía que, cuanto más cerca estaba de ella, un muro caía cortando el camino. El silencio volvió a caer, y con él mis ánimos. Pero por un muro más no iba a venirme abajo, ¿verdad? Tenía que pasar por cosas peores en lo que me quedaba de vida, y por una conversación, por muchos recuerdos dolorosos que sacase a flote, no podía dejar que minase mi estado de ánimo. Alcé de nuevo mis ojos negros hacia el cazador cuando me preguntó que si me ocurría algo. Durante un instante me planteé el negarlo, como siempre. Decir que estaba bien, que no pasaba nada. Pero ya había visto que a Yagari poco se le escapaba, ¿para qué tratar de ocultar nada? Abrí la boca para explicárselo, pero él fue más rápido; acepté el informe que me daba y lo miré con detenimiento mientras le escuchaba. Una sonrisa triste se dibujó en mi rostro a la vez que sentía como si el estómago se me anudase. Tal vez me había sentido decepcionada al ver que el expediente que me tendía pertenecía a otra persona diferente a la que me hubiese gustado, aunque supiese que aquello era imposible. Los muertos no podían volver a la vida.- Kurofuji...- Repetí para mí misma, leyendo detenidamente sus datos, tratando de no fijarme en la foto. Demasiado parecido, ¿alguna broma de mal gusto del destino? ¿Otra más?

Tratando de alejar aquellos pensamientos me fijé en su edad... ¿No era algo mayor para estar en la clase diurna? Tal vez la que estaba mal informada era yo, y allí se podían cursar cursos superiores. O tal vez aquel muchacho había repetido curso varias veces. Sonreí levemente cuando comentó que aquel parecía ser su día de suerte. Pero, a pesar de aquello, la expresión triste no desapareció de mi mirada. Había removido demasiado el pasado en solo unos pocos minutos como para poder regresar a la normalidad tan rápido. Le tendí el informe con una suave sonrisa.- Gracias...- Le dije simplemente. Por mi mente pasaban imágenes que pensaba que, aunque no estuviesen encerradas bajo llave en algún rincón de mi alma, al menos permanecían dormidas, tratando de no atormentarme. Pero no, los recuerdos habían despertado y traían con ellos todos aquellos devastadores sentimientos. Maldita sea, aquel día no podía permitirme estar ausente. Al menos contaba con que Shinji me daría una buena colleja en cuanto me viese despistada, aunque me doliese. Irónicamente, era uno de sus gestos que solía agradecer. Hablando de él, ¿a dónde habría ido? -El entrenamiento no será muy tarde, ¿verdad?-  Pregunté, preocupada por si los horarios interferían.