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Entrada de los dormitorios Sol
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Entrada de los dormitorios Sol
Recuerdo del primer mensaje :
Aquí está la entrada de los dormitorios Sol, es la maxima proximidad a la que pueden estar los alumnos de la clase nocturna
Aquí está la entrada de los dormitorios Sol, es la maxima proximidad a la que pueden estar los alumnos de la clase nocturna
- Kaien Cross
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Cobarde. Él era un pequeño cobarde como todos los demás. "Dime con quién andas y te diré quién eres". Definitivamente, él jamás se atrevería a apretar el gatillo. Marcus le había otorgado su cabeza casi servida en bandeja. ¿Pero en verdad pensaría Ziel que él era un estúpido al igual que los amigos que pretendían protegerle? Por supuesto que no. Marcus sabía hacer uso de cada una de sus facultades, y sumándole a estas las otorgadas por Padre. Él y sus hermanos conformaban un grupo indestructible, y si uno de ellos murió, fue por ser un rebelde e imperfecto prototipo. Si Yami seguía los mismos pasos que Mark Gregor, acabaría como él. Pobres imbéciles. Eso les ocurría por separarse de la minoría triunfante.
- Sería demasiado injusto para los humanos que fuera más difícil -murmuró, permitiendo que un brillo sagaz cubriera sus colmillos. Francamente, Ziel no podría acabar con él con una simple bala. Necesitaría mucho más que eso. Por esa misma razón, la balanza siempre estaría del lado de Marcus. Y, como si fuera poco, cada vez se inclinaba aún más a su favor. El joven alumno de la prestigiosa Academia Cross proclamaba a los cuatro vientos no ser un asesino. Nada más divertido e interesante. Si continuaba siguiendo los pasos de su patético Director, seguramente acabaría asesinado por iluso e ingenuo. Marcus, desde luego, no tendría problema alguno en acabar con su vida. Pero cierto es que las situaciones fáciles no le agradaban. Era palpable a simple vista que la joven que mató Chie en la fiesta acabaría muerta de una manera u otra, por eso Marcus no se esforzó en ella. En cambio Ziel, era diferente. Era un humano peculiar. Su aroma se lo transmitía. Y, además, ahora pretendía hacerle una propuesta.
Sonrió y soltó el arma en cuanto Ziel titubeó y dio indecisos pasos hacia atrás. El cuerpo del vampiro volvió a erguirse, pues estaba a la altura de la pequeña estatura del humano hace unos momentos. Le llevaba alrededor de una cabeza. Era adorable, una pena que terminara muerto. Pero, no podía matarlo antes de escuchar qué deliciosa oferta le propondría. Marcus puso sus manos en los bolsillos y clavó sus ojos en todo el cuerpo del chico.
- Te escucho -dijo con simpática determinación. No sabía por qué perdía así el tiempo, siendo que podría otorgarle una dulce muerte en un instante. Sin embargo, no quería perderse la oportunidad de oír sus palabras y apreciar cuán lejos puede viajar su inteligencia.
- Sería demasiado injusto para los humanos que fuera más difícil -murmuró, permitiendo que un brillo sagaz cubriera sus colmillos. Francamente, Ziel no podría acabar con él con una simple bala. Necesitaría mucho más que eso. Por esa misma razón, la balanza siempre estaría del lado de Marcus. Y, como si fuera poco, cada vez se inclinaba aún más a su favor. El joven alumno de la prestigiosa Academia Cross proclamaba a los cuatro vientos no ser un asesino. Nada más divertido e interesante. Si continuaba siguiendo los pasos de su patético Director, seguramente acabaría asesinado por iluso e ingenuo. Marcus, desde luego, no tendría problema alguno en acabar con su vida. Pero cierto es que las situaciones fáciles no le agradaban. Era palpable a simple vista que la joven que mató Chie en la fiesta acabaría muerta de una manera u otra, por eso Marcus no se esforzó en ella. En cambio Ziel, era diferente. Era un humano peculiar. Su aroma se lo transmitía. Y, además, ahora pretendía hacerle una propuesta.
Sonrió y soltó el arma en cuanto Ziel titubeó y dio indecisos pasos hacia atrás. El cuerpo del vampiro volvió a erguirse, pues estaba a la altura de la pequeña estatura del humano hace unos momentos. Le llevaba alrededor de una cabeza. Era adorable, una pena que terminara muerto. Pero, no podía matarlo antes de escuchar qué deliciosa oferta le propondría. Marcus puso sus manos en los bolsillos y clavó sus ojos en todo el cuerpo del chico.
- Te escucho -dijo con simpática determinación. No sabía por qué perdía así el tiempo, siendo que podría otorgarle una dulce muerte en un instante. Sin embargo, no quería perderse la oportunidad de oír sus palabras y apreciar cuán lejos puede viajar su inteligencia.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Él volvió a erguirse. Humedecí mis labios, mirando cuan alto era comparando con mi estatura. Seguramente podría duplicarme e incluso triplicarme en edad realmente, aunque aparentara tan poco. Tragué saliva para aclararme la voz. Podía llegar a conseguir mi propósito, o por el contrario, acabar igual de muerto como si se le hubiera dado la gana arrebatarme la vida al principio de la tarde. Total, todos algún día teníamos que morir. No quería aquella repudiable eternidad.
Bajé el arma, girando la cabeza, para que no siguiera leyendo en mis ojos. Sabía que no le daría de igual forma el mensaje, que si lo miraba directamente. Estaba prácticamente firmando mi sentencia de muerte con aquello, pero al menos lo intentaría. "Solamente... perdóname Bella", pensó para sus adentros. Empezó a hablar.
-Sugiero un intercambio. Me ofrezco. Ofrezco mi sangre a cambio de algo, si realmente la codicias. Quiero que jamás toques tú o alguno de los tuyos a Bella. No quiero que ella se meta en esto, no lo merece. - Me acordé de la herida que surcaba la espalda de la chica, desde el hombro hacia la cintura. No quería que volvieran a hacerle aquello, como protegido suyo que era. Ahora me tocaba a mí mover la ficha por ella. Era además la única que podía salvarnos a todos de una muerte lenta. Su don curativo podía salvar a los demás en más de alguna ocasión. Había decidido esto desde que me contó lo sucedido, y la catástrofe de la fiesta.
- Si juras esto por tu sangre, te entrego, solamente a ti, mi servidumbre el tiempo que sea. - Lo miré directamente a los ojos, con decisión en la mirada. Tomé aire. - Si aceptas y quebrantas esto, seré yo mismo el que aprete el gatillo. - Volví a poner el arma entre ambos ojos, en su frente. - Y no me importará volverme un asesino. - Pese a que apoyaba los ideales del director. Me daba igual, lo mataría con mis propias manos. Entonces no tendría nada que ofrecer, ni nada que se me ofrezca, de modo que no dudaría una tercera vez. Apretaría el gatillo y lo mataría. Aunque diera mi vida en el intento.
Volví a bajar el arma, y a ocultarla del vampiro. Tendí mi mano al aire, entre ambos. - ¿Trato hecho? - Sonreí infantilmente, dejando que volviera por un momento esa expresión tan sumamente ignorante. Cerré los ojos, sintiéndome miserable. Alguna parte de mí decía que no aceptaría el trato. Simplemente acabaría por tomar mi sangre igualmente.
Bajé el arma, girando la cabeza, para que no siguiera leyendo en mis ojos. Sabía que no le daría de igual forma el mensaje, que si lo miraba directamente. Estaba prácticamente firmando mi sentencia de muerte con aquello, pero al menos lo intentaría. "Solamente... perdóname Bella", pensó para sus adentros. Empezó a hablar.
-Sugiero un intercambio. Me ofrezco. Ofrezco mi sangre a cambio de algo, si realmente la codicias. Quiero que jamás toques tú o alguno de los tuyos a Bella. No quiero que ella se meta en esto, no lo merece. - Me acordé de la herida que surcaba la espalda de la chica, desde el hombro hacia la cintura. No quería que volvieran a hacerle aquello, como protegido suyo que era. Ahora me tocaba a mí mover la ficha por ella. Era además la única que podía salvarnos a todos de una muerte lenta. Su don curativo podía salvar a los demás en más de alguna ocasión. Había decidido esto desde que me contó lo sucedido, y la catástrofe de la fiesta.
- Si juras esto por tu sangre, te entrego, solamente a ti, mi servidumbre el tiempo que sea. - Lo miré directamente a los ojos, con decisión en la mirada. Tomé aire. - Si aceptas y quebrantas esto, seré yo mismo el que aprete el gatillo. - Volví a poner el arma entre ambos ojos, en su frente. - Y no me importará volverme un asesino. - Pese a que apoyaba los ideales del director. Me daba igual, lo mataría con mis propias manos. Entonces no tendría nada que ofrecer, ni nada que se me ofrezca, de modo que no dudaría una tercera vez. Apretaría el gatillo y lo mataría. Aunque diera mi vida en el intento.
Volví a bajar el arma, y a ocultarla del vampiro. Tendí mi mano al aire, entre ambos. - ¿Trato hecho? - Sonreí infantilmente, dejando que volviera por un momento esa expresión tan sumamente ignorante. Cerré los ojos, sintiéndome miserable. Alguna parte de mí decía que no aceptaría el trato. Simplemente acabaría por tomar mi sangre igualmente.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Se deleitaba en ello. Por supuesto que lo hacía. Su cuerpo, cada ínfima parte de este, transmitía impulsos que ordenaban lanzarse sobre el humano y dejarlo seco en apenas dos segundos. Dos miserables segundos que, sin embargo, brindó a sus palabras de humano indefenso y mártir. Cómo detestaba a los tipos como él. ¿A dónde quería llegar con ello? La cuestión era que fuera a donde fuese, Marcus saldría sin duda privilegiado. Él era demasiado voluble, extremadamente manipulable. ¿Aún no se daba cuenta de que había otras formas de proteger a los suyos y lograr defenderse? De todos modos, mejor para él que siguiera siendo un completo ignorante.
Un intercambio. Él finalmente habló y propuso su cuerpo a cambio de otro. Esto comenzaba a cobrar forma en una dimensión impredecible. Un brillo lascivo envolvió la mirada carmesí del vampiro. No podía creer lo que sus oídos habían escuchado. ¿Se estaba ofreciendo, casi como un sacrificio? Simplemente no podía asombrarlo y deleitarlo más. Cerró los ojos un momento e imaginó sus colmillos atravesando la suave piel; extrayendo gota a gota su sangre, su esencia misma. Respiró profundamente el aire que los rodeaba, inhalando todo el aroma del humano que le era posible acaparar. Entonces, al abrir los ojos, la Bloody Rose volvía a señalarlo.
- Si vas a hacer un trato conmigo, serán mis condiciones, no las tuyas -sentenció abriendo sus ojos de par en par, dejando ver lo resplandeciente de sus iris. El humano aseguraba matarlo si él no cumplía con lo dicho. Lo cierto es que no le funcionaría todo como él pretendía. Nadie le decía a Marcus lo que debía hacer, excepto Padre. El humano comenzaría a percatarse de ello, si es que ya no lo ha hecho. Cuando él apartó el arma y vio su mano extendida, Marcus la sujetó con cierta violencia contenida. Atrajo a Ziel hacia sí y lo sujetó por la cintura. Su rostro estaba demasiado cerca del suyo, lo suficiente para que él pudiese sentir la innecesaria respiración del vampiro; lo suficiente para que pudiese respirar su gélido aliento al hablar.
- Mis condiciones, no lo olvides. Ya has ofrecido tu vida, aunque no lo hayas mencionado con las propias palabras. Tú serás mío, pero yo jamás acataré ninguna orden tuya. En cuanto has dicho que lo jure por mi sangre, en verdad lo has jurado por la tuya. No juegues, joven Ziel, pues las cosas no pueden salirte tal y como las has planeado. Quieras o no, este es un trato en el que manda el más fuerte -murmuró las palabras son solemne entonación. Sus ojos, fijos en los de él, declaraban que ya no había vuelta atrás. Sus manos, entrelazadas, determinaban que la propuesta había sido aceptada y que el pacto comenzaba a rodar en el tiempo. Sólo sería deshecho cuando uno de los dos muera. La pregunta sería "¿quién?". Marcus ya tenía una leve idea.
Un intercambio. Él finalmente habló y propuso su cuerpo a cambio de otro. Esto comenzaba a cobrar forma en una dimensión impredecible. Un brillo lascivo envolvió la mirada carmesí del vampiro. No podía creer lo que sus oídos habían escuchado. ¿Se estaba ofreciendo, casi como un sacrificio? Simplemente no podía asombrarlo y deleitarlo más. Cerró los ojos un momento e imaginó sus colmillos atravesando la suave piel; extrayendo gota a gota su sangre, su esencia misma. Respiró profundamente el aire que los rodeaba, inhalando todo el aroma del humano que le era posible acaparar. Entonces, al abrir los ojos, la Bloody Rose volvía a señalarlo.
- Si vas a hacer un trato conmigo, serán mis condiciones, no las tuyas -sentenció abriendo sus ojos de par en par, dejando ver lo resplandeciente de sus iris. El humano aseguraba matarlo si él no cumplía con lo dicho. Lo cierto es que no le funcionaría todo como él pretendía. Nadie le decía a Marcus lo que debía hacer, excepto Padre. El humano comenzaría a percatarse de ello, si es que ya no lo ha hecho. Cuando él apartó el arma y vio su mano extendida, Marcus la sujetó con cierta violencia contenida. Atrajo a Ziel hacia sí y lo sujetó por la cintura. Su rostro estaba demasiado cerca del suyo, lo suficiente para que él pudiese sentir la innecesaria respiración del vampiro; lo suficiente para que pudiese respirar su gélido aliento al hablar.
- Mis condiciones, no lo olvides. Ya has ofrecido tu vida, aunque no lo hayas mencionado con las propias palabras. Tú serás mío, pero yo jamás acataré ninguna orden tuya. En cuanto has dicho que lo jure por mi sangre, en verdad lo has jurado por la tuya. No juegues, joven Ziel, pues las cosas no pueden salirte tal y como las has planeado. Quieras o no, este es un trato en el que manda el más fuerte -murmuró las palabras son solemne entonación. Sus ojos, fijos en los de él, declaraban que ya no había vuelta atrás. Sus manos, entrelazadas, determinaban que la propuesta había sido aceptada y que el pacto comenzaba a rodar en el tiempo. Sólo sería deshecho cuando uno de los dos muera. La pregunta sería "¿quién?". Marcus ya tenía una leve idea.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Esperé a que me matara en ese instante. Pero mi suerte brilló de otra manera. Tragué saliva, aún desconfiado de que realmente llegara a aceptar el trato. Lo miraba a los ojos, viendo cómo iban cambiando a medida que iba hablando. Seguramente estaría disfrutando cada palabra que había dicho. Lo miré, intentando adquirir esa habilidad de poder adivinar en qué estaría pensando. Pero sabía que simplemente era un humano y él era un ser inmortal, bajo la locura de la sangre.
No opuse resistencia en ningún momento cuando tiró de mi cuerpo hacia él. El corazón parecía que iba a salirse de mi pecho, provocado por la incertidumbre y el nerviosismo. Si él... mordía mi cuello, ¿me convertiría? Era una leyenda que contaban acerca de los vampiros, qué sabía yo. Igualmente. Aunque no quedara ni una gota de mi sangre, esperaba que al menos no tocaran a Bella. Sabía que al final él iba a imponer su voluntad en esto. Solamente quería eso, no pedía más. Le había entregado mi servidumbre, mi sangre, puede que incluso mi mortalidad. ¿Qué más podría ansiar si no?
Respiré el mismo aire que él. Pude incluso percibir "su olor", como ellos decían. Pero no podía llegar a descifrar con ello sus emociones o sus pensamientos, en verdad. Su gélidez daba en mi cara cuando hablaba. Cerré los ojos en algunas ocasiones. Me sentía como si fuera una frágil muñeca, tan fácil de romper como la porcelana. Odiaba esto. Aunque hubiera sido quien lo hubiera propuesto. Esperaba que algún día Bella llegara a perdonar lo que había hecho, o puede que comprenderme algún día. Tampoco sabía cómo miraría a Kai, o a Nokku la próxima vez que los viera.
Agarré su pecho con las manos, de pura rabia e impotencia. Ahora mi vida dependía solamente de él, lo sabía. No sabía si con esto volvería a ver a Bella. -Lo sé. No tengo la fuerza para doblegarte si quiera a mi voluntad. Pero aun así... - Ladeé la cabeza, dispuesto a dejar que consiguiera al fin su deseo. El pacto estaba practicamente cerrado. Me acerqué a su hombro, para llegar a su oído. Continué hablando. - ... solamente fue esa mi petición. ¿Lo harás? - Solamente pedía que la protegiera. Que no la hiciera nada con sus manos. Con eso bastaba, aunque tuviera que aceptar el precio más alto de todos. Puse la otra mano en sus labios, como si quisiera con ese tonto gesto que no mordiera aún. Quería que primero respondiera, y estaría a su servicio el resto de mi vida.
No opuse resistencia en ningún momento cuando tiró de mi cuerpo hacia él. El corazón parecía que iba a salirse de mi pecho, provocado por la incertidumbre y el nerviosismo. Si él... mordía mi cuello, ¿me convertiría? Era una leyenda que contaban acerca de los vampiros, qué sabía yo. Igualmente. Aunque no quedara ni una gota de mi sangre, esperaba que al menos no tocaran a Bella. Sabía que al final él iba a imponer su voluntad en esto. Solamente quería eso, no pedía más. Le había entregado mi servidumbre, mi sangre, puede que incluso mi mortalidad. ¿Qué más podría ansiar si no?
Respiré el mismo aire que él. Pude incluso percibir "su olor", como ellos decían. Pero no podía llegar a descifrar con ello sus emociones o sus pensamientos, en verdad. Su gélidez daba en mi cara cuando hablaba. Cerré los ojos en algunas ocasiones. Me sentía como si fuera una frágil muñeca, tan fácil de romper como la porcelana. Odiaba esto. Aunque hubiera sido quien lo hubiera propuesto. Esperaba que algún día Bella llegara a perdonar lo que había hecho, o puede que comprenderme algún día. Tampoco sabía cómo miraría a Kai, o a Nokku la próxima vez que los viera.
Agarré su pecho con las manos, de pura rabia e impotencia. Ahora mi vida dependía solamente de él, lo sabía. No sabía si con esto volvería a ver a Bella. -Lo sé. No tengo la fuerza para doblegarte si quiera a mi voluntad. Pero aun así... - Ladeé la cabeza, dispuesto a dejar que consiguiera al fin su deseo. El pacto estaba practicamente cerrado. Me acerqué a su hombro, para llegar a su oído. Continué hablando. - ... solamente fue esa mi petición. ¿Lo harás? - Solamente pedía que la protegiera. Que no la hiciera nada con sus manos. Con eso bastaba, aunque tuviera que aceptar el precio más alto de todos. Puse la otra mano en sus labios, como si quisiera con ese tonto gesto que no mordiera aún. Quería que primero respondiera, y estaría a su servicio el resto de mi vida.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Su aroma lo embriagaba lentamente. Se preguntaba cuánto tiempo transcurriría hasta que el humano consiguiese sacarle de sus casillas. Y, con "sacarle de sus casillas", acudía a los múltiples sentidos de la frase. Aquella expresión transmitida en apenas cuatro palabras, ejemplificaba la tendencia de Marcus a matarlo como también a hacerlo suyo, dejando en él la marca más perversa del pecado; aquella yaga abierta de cada humano que se atreve a acercarse a los vampiros más de la cuenta. ¿Acaso no les ha advertido Kaien lo que les ocurre a las criaturas mortales cuando deciden tomarle la mano a un inmortal como él? ¿Acaso la Princesa Kuran no les ha transmitido, como prefecta que es, que los humanos nunca deben acercarse a un vampiro, porque serán atrapados por esos ojos?
La vida de Ziel pendía ahora en sus manos, fuerte y certeras. Los roles se había invertido y ahora era él el cazador, mientras que el joven muchacho la presa más deliciosa con la cual un ser de la oscuridad puede deleitarse. Su corazón latía con furia y emitía cada onda de cada latida hacia el pecho de Marcus, que rosaba el del humano con precisión asesina. El chico se aferró a la tela de su camisa, la cual cubría su pecho. Marcus se vio obligado a poner atención en cada gesto suyo. Sus ojos lo escrutaban con deseo promiscuo. Cuando él se acercó a su oído, sonrió de placer. Parecía que el mordido en verdad sería Marcus. Curiosa e imposible escena. Al escuchar su cálido aliento chocando con sus tímpanos, el vampiro acercó sus labios al lóbulo de la oreja de su víctima. En ese momento, los suaves y gráciles dedos de Ziel se posaron sobre los fríos labios del vampiro. Éste se alejó un poco para mirarlo a los ojos. Sujetó su mentón obligándole a mirarlo fijamente.
- No tocaré a esa vampiresa -susurró con lentitud-. Pero no me interpondré ante mis hermanos si ellos deciden hacerlo -aclaró quitando toda pizca de esperanza que Ziel podría guardar en su interior, rogando que Bella estuviera por siempre a salvo. Marcus tenía muy claros los objetivos de Padre y jamás ofuscaría su realización. Al fin y al cabo, que él y Ziel se encontrasen en semejante situación de dependencia y esclavitud, se lo debía única y exclusivamente a Vladimir D'Shaitis.
La vida de Ziel pendía ahora en sus manos, fuerte y certeras. Los roles se había invertido y ahora era él el cazador, mientras que el joven muchacho la presa más deliciosa con la cual un ser de la oscuridad puede deleitarse. Su corazón latía con furia y emitía cada onda de cada latida hacia el pecho de Marcus, que rosaba el del humano con precisión asesina. El chico se aferró a la tela de su camisa, la cual cubría su pecho. Marcus se vio obligado a poner atención en cada gesto suyo. Sus ojos lo escrutaban con deseo promiscuo. Cuando él se acercó a su oído, sonrió de placer. Parecía que el mordido en verdad sería Marcus. Curiosa e imposible escena. Al escuchar su cálido aliento chocando con sus tímpanos, el vampiro acercó sus labios al lóbulo de la oreja de su víctima. En ese momento, los suaves y gráciles dedos de Ziel se posaron sobre los fríos labios del vampiro. Éste se alejó un poco para mirarlo a los ojos. Sujetó su mentón obligándole a mirarlo fijamente.
- No tocaré a esa vampiresa -susurró con lentitud-. Pero no me interpondré ante mis hermanos si ellos deciden hacerlo -aclaró quitando toda pizca de esperanza que Ziel podría guardar en su interior, rogando que Bella estuviera por siempre a salvo. Marcus tenía muy claros los objetivos de Padre y jamás ofuscaría su realización. Al fin y al cabo, que él y Ziel se encontrasen en semejante situación de dependencia y esclavitud, se lo debía única y exclusivamente a Vladimir D'Shaitis.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Podía notar la falta de humanidad que albergaba su cuerpo. Simplemente el frío de su piel, dejaba claro lo que verdaderamente era. Un vampiro. Y justamente acababa de ofrecer mi vida a uno de ellos. Ni si quiera había reparado en el lugar donde estaba ocurriendo dichos acontecimientos. Era un lugar público y cualquier otro humano podría verlo. Tal vez pensarían que estaban "haciendo manitas" dos hombres. Me dio risa ese pensamiento. Tal vez porque ya ni si quiera me parecía importante la vida misma o la humanidad en sí. Ahora tenía otras cosas en la cabeza y eran esas mismas las que ocupaban la importancia de mis actos.
Me rendí. Me rendí ante sus ojos, aquellos ensangrentados de las vidas que había tomado antes que yo. Bajé la cabeza, y miré una vez más esos ojos rojos que lucían codiciosos por el manjar rosado. Me entraron ganas de llorar, a decir verdad. Pero me aguanté las ganas. Era lo que había decidido y ahora no podía rehusar mis palabras. Ya estaba todo hecho y dicho.
Al menos... escuchar que no tocaría a Bella, era lo más preciado que podía llegar a decir un ser como él. Tomaba su palabra, y las grabé en mi memoria. Asentí a que todavía conocía como "Matt", y bajé la mano de su boca llegando incluso a notar lo afilados que estaban sus colmillos. "No dolerá", intenté convencerme de ello. Aunque no sabía cómo era aquello, pese a que una vez uno casi lo consiguió.
-De acuerdo. - Susurré aún acobardado, temeroso por la mordida. Agarré la otra mano también a su vestimenta, practicamente sumido en la desesperación. - Pacto cerrado entonces. - Dije rápidamente. Pegué mi frente a su pecho, con el temblor en el cuerpo aún en mis huesos. Tenía miedo, no lo negaría. Alguna lágrima rodó por mi mejilla, pese a que intentaba aguantar todo lo que podía. Me di cuenta entonces, que simplemente era un humano que no tenía ni voz ni voto en aquel enfrentamiento. "Demasiado débil", pensé. Ese pensamiento se relacionó con las palabras de Nokku. Sonreí para mis adentros. Realmente no lo hacía por gusto, si no... por ella. Esa imagen quedaría grabada en mi mente para siempre.
Me rendí. Me rendí ante sus ojos, aquellos ensangrentados de las vidas que había tomado antes que yo. Bajé la cabeza, y miré una vez más esos ojos rojos que lucían codiciosos por el manjar rosado. Me entraron ganas de llorar, a decir verdad. Pero me aguanté las ganas. Era lo que había decidido y ahora no podía rehusar mis palabras. Ya estaba todo hecho y dicho.
Al menos... escuchar que no tocaría a Bella, era lo más preciado que podía llegar a decir un ser como él. Tomaba su palabra, y las grabé en mi memoria. Asentí a que todavía conocía como "Matt", y bajé la mano de su boca llegando incluso a notar lo afilados que estaban sus colmillos. "No dolerá", intenté convencerme de ello. Aunque no sabía cómo era aquello, pese a que una vez uno casi lo consiguió.
-De acuerdo. - Susurré aún acobardado, temeroso por la mordida. Agarré la otra mano también a su vestimenta, practicamente sumido en la desesperación. - Pacto cerrado entonces. - Dije rápidamente. Pegué mi frente a su pecho, con el temblor en el cuerpo aún en mis huesos. Tenía miedo, no lo negaría. Alguna lágrima rodó por mi mejilla, pese a que intentaba aguantar todo lo que podía. Me di cuenta entonces, que simplemente era un humano que no tenía ni voz ni voto en aquel enfrentamiento. "Demasiado débil", pensé. Ese pensamiento se relacionó con las palabras de Nokku. Sonreí para mis adentros. Realmente no lo hacía por gusto, si no... por ella. Esa imagen quedaría grabada en mi mente para siempre.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
"Pacto cerrado". Allí, al atardecer, confluían todos los puntos que otorgaron este grato encuentro. Grato para Marcus, claro. O tal vez para ambos. En este día, había sido declarado un trato que no podría romperse. Ambas partes estaban unidas por la sangre, por la sed; por la demencia y el horror. La brisa los envolvió a ambos en aquella posición decisiva. El temblor del cuerpo del humano generó que Marcus se sorprendiera más de lo debido, y se deleitó con eso. Él estaba a su merced; lo sabía y eso le encantaba. Ziel no podía escapar. Ya no lo haría jamás.
El humano recargó su frente contra su pecho mientras aferraba con nerviosismo su camisa. Marcus, que lo envolvía entre sus brazos en un mortífero gesto, bajó la mirada para observarlo. Se percataba del temblor de su boca, de la congoja en su garganta. No necesitaba ver los ojos brillantes e hinchados para percatarse de lo mucho que deseaba llorar y gritar como un niño perdido en medio de la noche. Sujetó su mentón y lo obligó, como minutos antes, a mirarlo. Una cristalina lágrima marcaba un recorrido a través de su mejilla. La noche no tardaría en caer y la pesadilla más profunda e interminable acaecería sobre la vida de Ziel, quien esperaba lo peor aquí y ahora.
Marcus acercó su boca al rostro del muchacho, recorriendo con sus fríos labios las rebosantes mejillas rosadas, en plena juventud. Se dirigió con elegancia y extraña delicadeza al contorno donde terminaba su rostro y comenzaba su cuello. Allí, su lengua se asomó entre los colmillos. Lentamente, lamió con suavidad la lágrima que estaba a punto de caer al suelo. No permitiría que nada de él se desperdiciase en ese momento. Hasta sus lágrimas eran suyas. Y así, en aquella acción, deslizó su lengua por la mejilla hasta llegar al pómulo. Allí se detuvo y lo miró a los ojos. Estaban muy cerca de los suyos.
- Hoy te dejaré llorar en paz -susurró, soltando al joven y dejándolo libre en la oscuridad que comenzaba a caer sobre ambos. Se alejó unos pasos y sonrió con elegancia y demencia oculta tras su mirar-. Volveré para saborear la parte del trato que quedó latente -agregó relamiéndose los labios. Alzó su dedo índice y, colocándolo sobre estos, le indicó a Ziel que guardase silencio. Eso le convenía tanto a él como a Marcus.
Sin mediar palabra más, su silueta se alejó con parsimonia hasta que la oscuridad la consumió por completo. Esta noche, Ziel A. Carphatia había encontrado a su dueño.
El humano recargó su frente contra su pecho mientras aferraba con nerviosismo su camisa. Marcus, que lo envolvía entre sus brazos en un mortífero gesto, bajó la mirada para observarlo. Se percataba del temblor de su boca, de la congoja en su garganta. No necesitaba ver los ojos brillantes e hinchados para percatarse de lo mucho que deseaba llorar y gritar como un niño perdido en medio de la noche. Sujetó su mentón y lo obligó, como minutos antes, a mirarlo. Una cristalina lágrima marcaba un recorrido a través de su mejilla. La noche no tardaría en caer y la pesadilla más profunda e interminable acaecería sobre la vida de Ziel, quien esperaba lo peor aquí y ahora.
Marcus acercó su boca al rostro del muchacho, recorriendo con sus fríos labios las rebosantes mejillas rosadas, en plena juventud. Se dirigió con elegancia y extraña delicadeza al contorno donde terminaba su rostro y comenzaba su cuello. Allí, su lengua se asomó entre los colmillos. Lentamente, lamió con suavidad la lágrima que estaba a punto de caer al suelo. No permitiría que nada de él se desperdiciase en ese momento. Hasta sus lágrimas eran suyas. Y así, en aquella acción, deslizó su lengua por la mejilla hasta llegar al pómulo. Allí se detuvo y lo miró a los ojos. Estaban muy cerca de los suyos.
- Hoy te dejaré llorar en paz -susurró, soltando al joven y dejándolo libre en la oscuridad que comenzaba a caer sobre ambos. Se alejó unos pasos y sonrió con elegancia y demencia oculta tras su mirar-. Volveré para saborear la parte del trato que quedó latente -agregó relamiéndose los labios. Alzó su dedo índice y, colocándolo sobre estos, le indicó a Ziel que guardase silencio. Eso le convenía tanto a él como a Marcus.
Sin mediar palabra más, su silueta se alejó con parsimonia hasta que la oscuridad la consumió por completo. Esta noche, Ziel A. Carphatia había encontrado a su dueño.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
A partir de aquí, sabía que mi vida cambiaría 360º para siempre. Puede que no fuera radical, pero a la larga, sería un cambio importante. Pero esa imagen de mi cabeza, me daba fuerzas para seguir luchando cuando las necesidad de rendirse acudía. Aunque ya me había rendido a Marcus entregándole mi vida y mi servidumbre para el resto de mi vida. Al menos hasta que uno de los dos muriera. Pese a que por una vez no quería que el enemigo muriera. No sabía lo que traería luego deparado el destino si eso ocurría. Seguramente los hermanos de él, estarían buscándo mi cabeza.
Una sonrisa amarga se contaminó a aquella tan dulce que tenía un pequeño humano de diecisiete años. Sus brazos me rodearon, pero esos no eran los brazos en los que buscaba consuelo. Ni si quiera podía generame ningún buen sentimiento ni idea, de aquel gesto por su parte. Alcé la cabeza, sin demasiado entusiasmo en la idea. Desvié la mirada de la suya, para que no leyera más por los ojos. Además, era vergonzoso llorar. Había afectado a mi orgullo, y eso que en raras ocasiones me daba cuenta de que estaba ahí.
Estuve tentado en sacar de nuevo el arma y meterle ahora un tiro con la Bloody Rose, entre ceja y ceja. Ahora, desprevenido, rompiendo el contrario que ambos habíamos firmado con sangre. Aunque sabía que antes de que consiguiera llevarla a su frente, me habría matado. Y aun ahora, no pensaba en morir tan rápido; pese a que ésta estuviera más cerca de lo que pensaba. Cerré los ojos cuando su bífida lengua paseaba a su gusto por mi rostro. Me repudiaba ese gesto tan grosero de su parte. El asco podía llegarse a palpar en el entrecejo, el cual que arrugué a disgusto. Llegaba a arrepentirme de no haberle metido el balazo cuando tuve la oportunidad. Pero me había vendido, y sabía bien que ahora no podía revelarme si no quería desperdiciar mi vida; y cumplir un año más con un poco de suerte.
Volví a clavar mi mirada en la suya. Me daba asco pensar que alguien como él se alimentaba de la sangre humana. Me daba arcadas y más con lo que había hecho antes. Pero, después de la tormenta viene la calma. La restricción de sus brazos terminó, al igual que su chantaje, mi pesadilla y su abuso de poder. Era libre por el momento, hasta que él decidiera cobrarse su cuenta pendiente. Retrocedí algunos pasos, alejándome del que ahora era "mi dueño". Giré la cabeza, desconforme por sus palabras, aunque vi el gesto que hizo sobre sus labios. Más les valía a ambos que esto quedara en la oscuridad, y al día siguiente no hubiera ni rastro de aquello. Dudaba aún si podría volver a mirar a Bella a los ojos al día siguiente.
Quise dejar que mis rodillas tocaran el suelo, pero esta vez el orgullo crecido me lo impidió. Me sentía tan... humillado, que ni si quiera había suficientes palabras para describirlo. Maldije a Marcus, a su padre y a toda su estirpe. Alcé la cabeza viendo una de las cristaleras de los dormitorios y cómo alguna chica se escondía entre las cortinas. Sonreí, dejando la fachada como siempre; dejando incluso que pensaran en un "amor entre hombres". No había nada de amor entre ambos. Simplemente desgracia y posesión. Sangre y eternindad. Ojalá aún tuviera la suficiente ignorancia para hacer como si nada hubiera pasado, o ni si quiera enterarme del tema como ellas. Así, bajo esa decepción y desesperación, ofendido además, pero de alguna forma "conforme", entré en los dormitorios para desaparecer del lugar.
Una sonrisa amarga se contaminó a aquella tan dulce que tenía un pequeño humano de diecisiete años. Sus brazos me rodearon, pero esos no eran los brazos en los que buscaba consuelo. Ni si quiera podía generame ningún buen sentimiento ni idea, de aquel gesto por su parte. Alcé la cabeza, sin demasiado entusiasmo en la idea. Desvié la mirada de la suya, para que no leyera más por los ojos. Además, era vergonzoso llorar. Había afectado a mi orgullo, y eso que en raras ocasiones me daba cuenta de que estaba ahí.
Estuve tentado en sacar de nuevo el arma y meterle ahora un tiro con la Bloody Rose, entre ceja y ceja. Ahora, desprevenido, rompiendo el contrario que ambos habíamos firmado con sangre. Aunque sabía que antes de que consiguiera llevarla a su frente, me habría matado. Y aun ahora, no pensaba en morir tan rápido; pese a que ésta estuviera más cerca de lo que pensaba. Cerré los ojos cuando su bífida lengua paseaba a su gusto por mi rostro. Me repudiaba ese gesto tan grosero de su parte. El asco podía llegarse a palpar en el entrecejo, el cual que arrugué a disgusto. Llegaba a arrepentirme de no haberle metido el balazo cuando tuve la oportunidad. Pero me había vendido, y sabía bien que ahora no podía revelarme si no quería desperdiciar mi vida; y cumplir un año más con un poco de suerte.
Volví a clavar mi mirada en la suya. Me daba asco pensar que alguien como él se alimentaba de la sangre humana. Me daba arcadas y más con lo que había hecho antes. Pero, después de la tormenta viene la calma. La restricción de sus brazos terminó, al igual que su chantaje, mi pesadilla y su abuso de poder. Era libre por el momento, hasta que él decidiera cobrarse su cuenta pendiente. Retrocedí algunos pasos, alejándome del que ahora era "mi dueño". Giré la cabeza, desconforme por sus palabras, aunque vi el gesto que hizo sobre sus labios. Más les valía a ambos que esto quedara en la oscuridad, y al día siguiente no hubiera ni rastro de aquello. Dudaba aún si podría volver a mirar a Bella a los ojos al día siguiente.
Quise dejar que mis rodillas tocaran el suelo, pero esta vez el orgullo crecido me lo impidió. Me sentía tan... humillado, que ni si quiera había suficientes palabras para describirlo. Maldije a Marcus, a su padre y a toda su estirpe. Alcé la cabeza viendo una de las cristaleras de los dormitorios y cómo alguna chica se escondía entre las cortinas. Sonreí, dejando la fachada como siempre; dejando incluso que pensaran en un "amor entre hombres". No había nada de amor entre ambos. Simplemente desgracia y posesión. Sangre y eternindad. Ojalá aún tuviera la suficiente ignorancia para hacer como si nada hubiera pasado, o ni si quiera enterarme del tema como ellas. Así, bajo esa decepción y desesperación, ofendido además, pero de alguna forma "conforme", entré en los dormitorios para desaparecer del lugar.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Llegué corriendo aunque sigilosamente a la entrada de los dormitorios sol. Yo no debería de estar aquí, pero no he tenido noticias de Ziel desde que lo dejé para que viniera aquí. No sé por qué pero tenía un mal presentimiento, es como si algo hubiera oprimido mi pecho y no me dejara respirar. Si le hubiera pasado algo yo me muero, me derrumbaría. Malditas normas de la academia, si pudiera me quedaría pegada a Ziel como una lapa, pero las normas no me lo permiten y tengo que ir a clases por la noche.
Ziel..Ziel..Ziel... dónde estas.. Susurré.
Le he estado buscando por toda la academia y no hay rastro alguno, solamente puede estar aquí.
Miré desde lo lejos hacia las ventanas de los dormitorios, había humanos levantándose ya, pero no había ni rastro de Ziel. Estoy a punto de entrar en un ataque de pánico. Me llevé la mano al pecho preocupada y mirando, buscando como una loca, pero nada. No sé donde se ha podido meter.
Mmm...Me llevé la mano a la cabeza, pensando si gritar su nombre sería lo más adecuado. Sí, que más da si los humanos se asoman y miran, a mi no me importa, quien de verdad importa es Ziel y es a quien estoy buscando.
¡ZIEL! ¡ZIEL! Grité efusivamente. Espero que este aquí o por lo menos que aparezca en algún sitio. ¿Estará bien?
Ziel..Ziel..Ziel... dónde estas.. Susurré.
Le he estado buscando por toda la academia y no hay rastro alguno, solamente puede estar aquí.
Miré desde lo lejos hacia las ventanas de los dormitorios, había humanos levantándose ya, pero no había ni rastro de Ziel. Estoy a punto de entrar en un ataque de pánico. Me llevé la mano al pecho preocupada y mirando, buscando como una loca, pero nada. No sé donde se ha podido meter.
Mmm...Me llevé la mano a la cabeza, pensando si gritar su nombre sería lo más adecuado. Sí, que más da si los humanos se asoman y miran, a mi no me importa, quien de verdad importa es Ziel y es a quien estoy buscando.
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- Bella.N.Gring
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Estaba tumbado en la cama. Aun no podía conciliar el sueño demasiado bien. Más aún con lo que había sucedido la noche anterior. Oía pasos fuera de la habitación, de los alumnos que comenzaban a levantarse. Me incorporé en la cama, sentado. Tenía un fuerte dolor de cabeza, seguramente del insomnio. Un alumno tocó en la puerta y pasó sin si quiera darle permiso; con un "Ziel te están buscando. Es esa chica de la clase nocturna". Hizo que me levantara de un salto.
Cambié mi ropa por la del uniforme de la clase diurna, dispuesto a salir. Pero antes decidí tomarme alguna pastilla para la jaqueca. Fue entonces cuando lo vi. Esa forma en mi ojo, sello del pacto de la noche anterior. Toqué mi ojo derecho sin creer que cosas así existieran. Pensaba que todo eran leyendas urbanas. No había otra explicación de la marca, salvo el trato firmado con Marcus. Tragué saliva. Era algo que no podría esconder a simple vista. Una risa frenética llegaba a mi cuerpo. Maldije entre dientes. Otro alumno pasó por mi puerta y tocó para llamarme de que Bella estaba abajo esperándome.
Decidí que lo mejor sería optar como si nada, al menos hasta que ya no pudiera ocultárselo más. Se lo contaría en su debido momento. Tenía esa intención, al menos. Contárselo. Intenté calmar el frenesí de mi risa, para ocultar mi ojo con un pequeño parche y el pelo. Tampoco se notaría tanto, había veces que dejaba crecer demasiado el cabello; así que podría ser -dentro de lo que cabe- algo natural. Cogí la chaqueta del uniforme y bajé a toda prisa, no sin antes, volver a mirar el aspecto que tenía.
Llegué abajo, donde Bella estaba gritando como si una catástrofe hubiera sucedido. Moví los brazos a medida que avanzaba, para que se tranquilizara. Sonreí a mi protectora de manera dulce, al fin y al cabo ella era la única que podía devolverme aquello que Marcus quería robarme. - Bella, Bella, cálmate. ¿Qué ha sucedido? - Pregunté, haciendo un bostezo, como si acabara de levantarme.
Cambié mi ropa por la del uniforme de la clase diurna, dispuesto a salir. Pero antes decidí tomarme alguna pastilla para la jaqueca. Fue entonces cuando lo vi. Esa forma en mi ojo, sello del pacto de la noche anterior. Toqué mi ojo derecho sin creer que cosas así existieran. Pensaba que todo eran leyendas urbanas. No había otra explicación de la marca, salvo el trato firmado con Marcus. Tragué saliva. Era algo que no podría esconder a simple vista. Una risa frenética llegaba a mi cuerpo. Maldije entre dientes. Otro alumno pasó por mi puerta y tocó para llamarme de que Bella estaba abajo esperándome.
Decidí que lo mejor sería optar como si nada, al menos hasta que ya no pudiera ocultárselo más. Se lo contaría en su debido momento. Tenía esa intención, al menos. Contárselo. Intenté calmar el frenesí de mi risa, para ocultar mi ojo con un pequeño parche y el pelo. Tampoco se notaría tanto, había veces que dejaba crecer demasiado el cabello; así que podría ser -dentro de lo que cabe- algo natural. Cogí la chaqueta del uniforme y bajé a toda prisa, no sin antes, volver a mirar el aspecto que tenía.
Llegué abajo, donde Bella estaba gritando como si una catástrofe hubiera sucedido. Moví los brazos a medida que avanzaba, para que se tranquilizara. Sonreí a mi protectora de manera dulce, al fin y al cabo ella era la única que podía devolverme aquello que Marcus quería robarme. - Bella, Bella, cálmate. ¿Qué ha sucedido? - Pregunté, haciendo un bostezo, como si acabara de levantarme.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
No vi ningún movimiento por ningún lado hasta que le vi a lo lejos pidiendome que me calmara. Si, ahora podía tranquilizarme sabiendo que estaba aquí. Le abracé en cuanto llegó hasta a mi. Siento haberte despertado... Estaba bostezando asi que supongo que estaba durmiendo aún. Estaba preocupada.. Es que mm.. bueno... No sabía que decir ahora. Me sentía avergonzada. Le he despertado simple y llanamente para saber si estaba bien, si no le había pasado nada. Le miré a los ojos, bueno al que no tenía tapado por el pelo, lo tenía algo enmarañado y dudo mucho que haya podido dormir algo.. ¿Le habrá pasado algo o simplemente a sido una pesadilla?
Tuve un mal presentimiento.. Pensaba que te había pasado algo. Sí, no soportaba la idea de dejarle solo.
Odio ir a clase ¿sabes? Quiero estar contigo siempre que pueda. Creo que debería de dejar de ir a clase durante un tiempo, total, tengo siglos de vida por delante... Siglos. Es un pensamiento bastante amargo, una vida demasiado larga viendo como tus seres queridos mueren. No me gustaba la idea de vivir durante tanto tiempo, pero ahora lo que mas me importaba en este momento era Ziel y su bienestar.
Tuve un mal presentimiento.. Pensaba que te había pasado algo. Sí, no soportaba la idea de dejarle solo.
Odio ir a clase ¿sabes? Quiero estar contigo siempre que pueda. Creo que debería de dejar de ir a clase durante un tiempo, total, tengo siglos de vida por delante... Siglos. Es un pensamiento bastante amargo, una vida demasiado larga viendo como tus seres queridos mueren. No me gustaba la idea de vivir durante tanto tiempo, pero ahora lo que mas me importaba en este momento era Ziel y su bienestar.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Sonreí grácilmente a mi protectora, dejando que me abrazara. Realmente no hizo falta pedirla que me abrazara, pues ella lo hizo antes. La rodeé con los brazos, terminando el abrazo por mi parte. Algunos alumnos de la clase diurna nos estaban viendo, pero me daba un poco igual, la verdad. Ellos ni si quiera entenderían por qué conocí a Bella, ni las desgracias que habían ocurrido a lo largo de la academia. Sus mentes habían sido borradas. Así que no presté si quiera atención a las risas y rumores que estaban comenzando a esparcirse por los pasillos.
-No te preocupes. Igualmente me habrían venido a despertar. - Dije con una risa. Sí, los alumnos de la diurna parecían no conocer o comprender el silencio, igual que la nocturna. Cerré los ojos, bajando los brazos de nuevo; dejando que ella siguiera abrazándome. ¿Acaso podía pedir más? Simplemente ese gesto suyo me haría pactar mil veces con Marcus y los suyos, por salvaguardarla. Apoyé la cabeza en su hombro, como si de un niño se tratara. Como si fuera su hermano pequeño. - Pues ya ves que aquí todo sigue igual. Te preocupas demasiado por un simple humano, Bella. - Sonreí. Podía ver cómo ella como protectora podía llegar a oler a kilómetros lo que había sucedido la noche anterior, en ese mismo lugar.
-Pero las normas impiden que entres en los dormitorios, o que incluso vengas a visitarme por el día. - Si algún prefecto nos viera, seguramente iríamos hasta el director. Pese a que Bella era mi protectora y le fue dado el cargo por el líder de los cazadores. Asentí con lentitud. - Yo también, Bella. Yo también. - Susurré.
-No te preocupes. Igualmente me habrían venido a despertar. - Dije con una risa. Sí, los alumnos de la diurna parecían no conocer o comprender el silencio, igual que la nocturna. Cerré los ojos, bajando los brazos de nuevo; dejando que ella siguiera abrazándome. ¿Acaso podía pedir más? Simplemente ese gesto suyo me haría pactar mil veces con Marcus y los suyos, por salvaguardarla. Apoyé la cabeza en su hombro, como si de un niño se tratara. Como si fuera su hermano pequeño. - Pues ya ves que aquí todo sigue igual. Te preocupas demasiado por un simple humano, Bella. - Sonreí. Podía ver cómo ella como protectora podía llegar a oler a kilómetros lo que había sucedido la noche anterior, en ese mismo lugar.
-Pero las normas impiden que entres en los dormitorios, o que incluso vengas a visitarme por el día. - Si algún prefecto nos viera, seguramente iríamos hasta el director. Pese a que Bella era mi protectora y le fue dado el cargo por el líder de los cazadores. Asentí con lentitud. - Yo también, Bella. Yo también. - Susurré.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Seguí abrazandole. Siento como si en algún momento fuera a desaparecer y no volver nunca más. No me gusta sentir esto, es algo que nunca me había pasado. Y en verdad, no quiero que desaparezca, quiero que esta sensación que tengo sean simplemente imaginaciones mías, alguna obsesión, pero que no suceda de verdad. Sino, no sabría qué hacer. Sonreí levemente.
Bueno, pero aun asi perdón por la intromisión de sus sueños señor Ziel... Le hablé de usted para que se riera un poco. A mi por lo menos me hacía gracia. Era algo que no solía hacer.
En un momento me puse seria al escucharle decir algo que no me gustó. Esa frase rebotó en mi mente... "Te preocupas demasiado por un simple humano". Puse mis manos en sus mejillas, acercándome un poco más a él.
Tú no eres un simple humano... Dije negando con la cabeza. Odio que diga eso de si mismo, yo soy un simple vampiro, y nunca me he menospreciado. No quiero que vuelvas a decir eso... Le volví a abrazar, esta vez mientras le acariciaba el pelo.
¿Sabes? Esta vez me dan igual las normas, me da igual que me pillen aquí, me da absolutamente igual... Dije con un hilo de voz.
Bueno, pero aun asi perdón por la intromisión de sus sueños señor Ziel... Le hablé de usted para que se riera un poco. A mi por lo menos me hacía gracia. Era algo que no solía hacer.
En un momento me puse seria al escucharle decir algo que no me gustó. Esa frase rebotó en mi mente... "Te preocupas demasiado por un simple humano". Puse mis manos en sus mejillas, acercándome un poco más a él.
Tú no eres un simple humano... Dije negando con la cabeza. Odio que diga eso de si mismo, yo soy un simple vampiro, y nunca me he menospreciado. No quiero que vuelvas a decir eso... Le volví a abrazar, esta vez mientras le acariciaba el pelo.
¿Sabes? Esta vez me dan igual las normas, me da igual que me pillen aquí, me da absolutamente igual... Dije con un hilo de voz.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Sentía como si fuera a desaparecer, aunque al mismo tiempo me daba las fuerzas para seguir de pie. Parecía como si ella fuera llenando poco a poco el vacío que ahora tenía en el pecho. Me hacía sentir mal conmigo mismo, por ocultarle la verdad a mi protectora. Reí al mismo tiempo que ella, por aquello que me dijo. Erguí la cabeza para ponerme delante suya y poner los brazos en jarras. - Deberás pagármelo de algún mono, ¿no crees? - Dije poniendo una voz graciosa. En verdad no tenía que pagármelo con nada, simplemente era una forma de hablar.
Llevé una mano a la suya, en mi mejilla. Desvié la mirada. Bella por favor, no me hagas esto. Basta. No puedo, no quiero... Pero no me quedaba otra cosa que aparentar que todo marchara bien, aunque estuviera rompiéndome por dentro con el simple contacto de su piel. No me afectaba de la misma manera que lo hacía con el resto de vampiros. Esas descargas que dejaban en mi piel, ella las hacía caricias. Ni si quiera podía odiarla por ello. - De acuerdo, no lo haré. - Dejé una de esas sonrisas infantiles en los labios, aceptando sus palabras; quitándole un mechón rojizo de su cara. Acepté al igual, su abrazo. Parecía una drogadicción. Pude notar como si me faltara el aire en ese intervalo de tiempo que no estaba abrazándome, como si estuviera conectado a ella más de lo que pensaba. Asentí a sus palabras. Que se acabara el mundo si quería, o que viniera Marcus a quitarme ahora la vida que le pertenecía. Pero no la dejaría ir. Al menos sabía que no había desperdiciado mi tiempo. Agradecí desde el fondo que acariciara mi pelo. Me volvía demasiado blando con ella, pero... era algo que no podía evitar.
Llevé una mano a la suya, en mi mejilla. Desvié la mirada. Bella por favor, no me hagas esto. Basta. No puedo, no quiero... Pero no me quedaba otra cosa que aparentar que todo marchara bien, aunque estuviera rompiéndome por dentro con el simple contacto de su piel. No me afectaba de la misma manera que lo hacía con el resto de vampiros. Esas descargas que dejaban en mi piel, ella las hacía caricias. Ni si quiera podía odiarla por ello. - De acuerdo, no lo haré. - Dejé una de esas sonrisas infantiles en los labios, aceptando sus palabras; quitándole un mechón rojizo de su cara. Acepté al igual, su abrazo. Parecía una drogadicción. Pude notar como si me faltara el aire en ese intervalo de tiempo que no estaba abrazándome, como si estuviera conectado a ella más de lo que pensaba. Asentí a sus palabras. Que se acabara el mundo si quería, o que viniera Marcus a quitarme ahora la vida que le pertenecía. Pero no la dejaría ir. Al menos sabía que no había desperdiciado mi tiempo. Agradecí desde el fondo que acariciara mi pelo. Me volvía demasiado blando con ella, pero... era algo que no podía evitar.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Reí cuando se enfurruñó bromeando y puso los brazos en jarras.
Mmm.. Me llevé la mano a la barbilla, pensativa. Sí, yo creo que si. ¿Cómo quiere que se lo pague señor Carphatia? Le saqué la lengua. Este momento estaba disfrutando de la situación. Nunca había estado tan relajada, sin preocupaciones... Bueno, sin alguna que otra preocupación, pero ahora mismo estaba siendo feliz. Es como si el tiempo se parara, como si no nos pudiera suceder nada en absoluto. No quería que esto se terminara.
Me separé un poco de él para poder observarle mejor. Parecía tan vulnerable... Podría estar mirándote durante horas y no cansarme... No sabía el por qué, pero con él podía ser yo, podía reir en medio de una catástrofe con solo mirarle. Le seguí acariciado el pelo, me gustaba esta sensación. No quiero separarme de él, no quiero que se vaya... Simplemente daría mi vida por él si hacía falta.
Mmm.. Me llevé la mano a la barbilla, pensativa. Sí, yo creo que si. ¿Cómo quiere que se lo pague señor Carphatia? Le saqué la lengua. Este momento estaba disfrutando de la situación. Nunca había estado tan relajada, sin preocupaciones... Bueno, sin alguna que otra preocupación, pero ahora mismo estaba siendo feliz. Es como si el tiempo se parara, como si no nos pudiera suceder nada en absoluto. No quería que esto se terminara.
Me separé un poco de él para poder observarle mejor. Parecía tan vulnerable... Podría estar mirándote durante horas y no cansarme... No sabía el por qué, pero con él podía ser yo, podía reir en medio de una catástrofe con solo mirarle. Le seguí acariciado el pelo, me gustaba esta sensación. No quiero separarme de él, no quiero que se vaya... Simplemente daría mi vida por él si hacía falta.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Me llevé la mano a la barbilla, pensando aún sobre con qué debería pagarme, riéndome de la situación. Tenía algunas ideas en mente, pero no terminaba por decidirme ninguna. Ya lo pensaría si no. - No sé... tengo que pensar una forma de torturarte. - Dije maliciosamente, sin la intención segunda. Jamás le pondría más peso a su vida. No, definitivamente.
Tenía la felicidad en la cara, incluso pude olvidarme del tema de Marcus durante un buen rato. Era la única que podía hacerme olvidar el tema. La miré a los ojos cuando me separó de ella. Alcé un brazo para tocar su mejilla y rozar la terminación de uno de sus párpados. - Eso es porque me miras con buenos ojos, Bella. - "En el fondo no sabes lo que he hecho", pensé. Seguramente no podría estar con ella así otra vez, y tampoco podía ilusionarme con volver a ver su sonrisa, o dejarla a ella con la decepción con la noticia tras un "yo tampoco puedo". Era mejor dejarlo así, que ambos nos mantuviéramos al margen, aunque tuviera que soñar con ella todas las noches para salvarme. Ella era mi protectora y yo su protegido aparentemente. Aunque hubiera cambiado mi vida porque Marcus no tocara su fina y blanca piel. Además, ella viviría tres veces más la vida que ni si quiera yo puedo aspirar a vivir. No la culpaba, sin embargo.
Tenía la felicidad en la cara, incluso pude olvidarme del tema de Marcus durante un buen rato. Era la única que podía hacerme olvidar el tema. La miré a los ojos cuando me separó de ella. Alcé un brazo para tocar su mejilla y rozar la terminación de uno de sus párpados. - Eso es porque me miras con buenos ojos, Bella. - "En el fondo no sabes lo que he hecho", pensé. Seguramente no podría estar con ella así otra vez, y tampoco podía ilusionarme con volver a ver su sonrisa, o dejarla a ella con la decepción con la noticia tras un "yo tampoco puedo". Era mejor dejarlo así, que ambos nos mantuviéramos al margen, aunque tuviera que soñar con ella todas las noches para salvarme. Ella era mi protectora y yo su protegido aparentemente. Aunque hubiera cambiado mi vida porque Marcus no tocara su fina y blanca piel. Además, ella viviría tres veces más la vida que ni si quiera yo puedo aspirar a vivir. No la culpaba, sin embargo.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Abrí mucho los ojos, sorprendia, pero riendome a la vez. ¿Una tortura señor Carphatia? Jum.. No me parece mala idea. Le dije pícara. Volví a reír.
El hecho de que me mirara a los ojos de esa manera y el tacto de su mano contra mi mejilla me hizo sonrojar levemente. Dejé que el peso de mi cabeza recayera sobre su mano, mirándole de lado. Al poco tiempo negué con la cabeza ante lo que había dicho.
No.. Dije sin más. Porque le miraba con buenos ojos.. Sí, claro que sí. ¿Cómo es posible mirar con malos ojos a Ziel? Es demasiado adorable. Aunque, he de decir, que al principio cuando le conocí era bastante arisco. Creo que el hecho de que estemos casi todo el tiempo juntos a hecho que confíe en mí.
Notaba a Ziel extraño, como ausente. No sé si eran cosas mías, que yo estoy loca o algo por el estilo... Solo sé que es como si estuviera ocultándome algo, como si en breves pudiera desaparecer, irse lejos.
Em.... Iba a decir algo, pero decidí callarme. Creo que será mejor no decir nada de nada. Me separé un poco de él procurando que no me vieran los de la clase diurna y extendí una de mis manos, en ella apareció una rosa de cristal. Para tí. Dije sonriente. No se puede romper así la podrás tener siempre. Sí, siempre que él quisiera.
El hecho de que me mirara a los ojos de esa manera y el tacto de su mano contra mi mejilla me hizo sonrojar levemente. Dejé que el peso de mi cabeza recayera sobre su mano, mirándole de lado. Al poco tiempo negué con la cabeza ante lo que había dicho.
No.. Dije sin más. Porque le miraba con buenos ojos.. Sí, claro que sí. ¿Cómo es posible mirar con malos ojos a Ziel? Es demasiado adorable. Aunque, he de decir, que al principio cuando le conocí era bastante arisco. Creo que el hecho de que estemos casi todo el tiempo juntos a hecho que confíe en mí.
Notaba a Ziel extraño, como ausente. No sé si eran cosas mías, que yo estoy loca o algo por el estilo... Solo sé que es como si estuviera ocultándome algo, como si en breves pudiera desaparecer, irse lejos.
Em.... Iba a decir algo, pero decidí callarme. Creo que será mejor no decir nada de nada. Me separé un poco de él procurando que no me vieran los de la clase diurna y extendí una de mis manos, en ella apareció una rosa de cristal. Para tí. Dije sonriente. No se puede romper así la podrás tener siempre. Sí, siempre que él quisiera.
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Volví a asentir. Claro, una tortura para que supiera lo que era despertarme. Una idea desembarcó en mi cabeza. - Ya lo tengo. Estarás un tiempo bajo mis estrictas órdenes. Si te digo que hagas veinte flexiones, las harás. Si te digo que tengo hambre, me invitarás a comer. Si te digo que me abraces, lo harás. Si te digo que corras, que lo hagas. Si... te digo que me olvides, no te negarás a ello. - Sonreí ignorante, como si no tuviera consciencia de lo que decía. Todavía usaba ese tono gracioso para hablar, aunque a medida que iba acabando la frase; mi tono iba apagándose. Moví los brazos a toda prisa, para que la chica no pensara en el mal mensaje - Aunque espero no llegar a eso último. - Dije riéndo. Sí... eso esperaba algún día. No tener que decirle aquéllo. Tal vez incluso... podía utilizar esto a mi favor si Marcus volviera por mí. Pese a que este juró no tocarla bajo ningún concepto. Pero no quería que interfiriera si venía a por lo que ahora era suyo.
-Sí que lo haces. Diría incluso que me consientes demasiado. - Negué con la cabeza, con esa sonrisa entre los labios. Le acaricié el pelo cuando vi sus mejillas encendidas. Como si en realidad fuera un hermano mayor. Al igual que lo era Kai para mí. En el fondo me dolía el pecho no poder decirla el aprecio que la había cogido. Encima, me comportaba así con ella porque no quería que me cogiera tanto aprecio. Veía por donde estábamos llegando y no quería que ella sufriera si algún día dejaba este mundo. Así que por eso, quería hacer como si en verdad no estuviera pensando en ella a cada minuto que pasa. Hasta el punto en que llegara a creer y hacerlo por mí mismo. Aunque no quería verla sufrir, no veía otro modo de alejarla.
Ladeé la cabeza cuando parecía que iba a empezar a hablar, pese a que finalmente quedara todo en el aire. Miré su mano alzando una ceja, sin ver nada. Iba a preguntarla por qué había estirado de esa manera el brazo, pero vi aparecer la rosa de cristal. Empecé a reírme, cogiendo la rosa para mirar lo cristalina que era.
- Creía que éramos los chicos los que teníamos que regalaros rosas. No al revés. La guardaré a buen recaudo, entonces. - sonreí, volviendo a tocar su cabeza; al igual que ella hacía conmigo. - Gracias, Bella. - Por supuesto que no olvidé agradecerla por el regalo. La di un abrazo, y entonces mi pecho volvió a recuperar lo que parecía vaciarse por segundos.
-Sí que lo haces. Diría incluso que me consientes demasiado. - Negué con la cabeza, con esa sonrisa entre los labios. Le acaricié el pelo cuando vi sus mejillas encendidas. Como si en realidad fuera un hermano mayor. Al igual que lo era Kai para mí. En el fondo me dolía el pecho no poder decirla el aprecio que la había cogido. Encima, me comportaba así con ella porque no quería que me cogiera tanto aprecio. Veía por donde estábamos llegando y no quería que ella sufriera si algún día dejaba este mundo. Así que por eso, quería hacer como si en verdad no estuviera pensando en ella a cada minuto que pasa. Hasta el punto en que llegara a creer y hacerlo por mí mismo. Aunque no quería verla sufrir, no veía otro modo de alejarla.
Ladeé la cabeza cuando parecía que iba a empezar a hablar, pese a que finalmente quedara todo en el aire. Miré su mano alzando una ceja, sin ver nada. Iba a preguntarla por qué había estirado de esa manera el brazo, pero vi aparecer la rosa de cristal. Empecé a reírme, cogiendo la rosa para mirar lo cristalina que era.
- Creía que éramos los chicos los que teníamos que regalaros rosas. No al revés. La guardaré a buen recaudo, entonces. - sonreí, volviendo a tocar su cabeza; al igual que ella hacía conmigo. - Gracias, Bella. - Por supuesto que no olvidé agradecerla por el regalo. La di un abrazo, y entonces mi pecho volvió a recuperar lo que parecía vaciarse por segundos.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Marcus había permaneciedo rondando los alrededores toda la noche. No permitiría que otro se acercase a su sirviente. Mucho menos una vampiresa. Y menos aún una vampiresa como ella. Sin embargo, por un breve descuido -intencional, tal vez- ella estaba ante su muñequita de porcelana con forma de humano frágil. ¿A esa mujer él quería proteger tan fervientemente? ¿Por qué? Sin duda sería interesante averigurarlo o, en su defecto, repugnante.
Apareció caminando con lentitud detrás de Bella. Esbozó una fina sonrisa y cerró los ojos por un momento, para luego abrirlos y clavarlos en Ziel.
- No es justo que sólo aceptes rosas de ella -comentó. La marca de Padre brillaba en su mano izquierda, pero sus guantes blancos la tapaban. ¿Así que este era uno de sus usos? ¿Los humanos que él eligiera también la llevarían? Podía sentir su presencia en un ojo del muchacho. Estaba allí, latente, aunque no se viera.
Caminó unos pasos más, hasta poder sujetar los finos hombros de la muchacha. El rostro de Marcus emergió a un lado, mirando fijamente a Ziel, mientras su boca estaba cerca de la mejilla de Bella. Él le había prometido que no le haría daño, entonces, sería mejor que coopere.
- Estás molestándome ahora mismo, preciosa -susurró-. Ziel, ¿por qué no le haces un favor y vienes conmigo un momento? -preguntó. Pero aquello, más que una sugerencia, era una orden. Apretó un poco sus manos contra los hombros de Bella. Ella olía bastante bien, a decir verdad.
Apareció caminando con lentitud detrás de Bella. Esbozó una fina sonrisa y cerró los ojos por un momento, para luego abrirlos y clavarlos en Ziel.
- No es justo que sólo aceptes rosas de ella -comentó. La marca de Padre brillaba en su mano izquierda, pero sus guantes blancos la tapaban. ¿Así que este era uno de sus usos? ¿Los humanos que él eligiera también la llevarían? Podía sentir su presencia en un ojo del muchacho. Estaba allí, latente, aunque no se viera.
Caminó unos pasos más, hasta poder sujetar los finos hombros de la muchacha. El rostro de Marcus emergió a un lado, mirando fijamente a Ziel, mientras su boca estaba cerca de la mejilla de Bella. Él le había prometido que no le haría daño, entonces, sería mejor que coopere.
- Estás molestándome ahora mismo, preciosa -susurró-. Ziel, ¿por qué no le haces un favor y vienes conmigo un momento? -preguntó. Pero aquello, más que una sugerencia, era una orden. Apretó un poco sus manos contra los hombros de Bella. Ella olía bastante bien, a decir verdad.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Todavía le dolía la cabeza. Algo no marchaba demasiado bien, aunque estar con mi protectora quitara la mayoría de mis males. Y cuando parecía que el dolor se hacía más intenso, su figura empezó a emerger de la nada. Aquel mayordomo vestido de traje, dueño de mi cuerpo y sangre. El ojo derecho me dolía bajo el parche. Si no estuviera tapado, podría verse cómo recibía la presencia del sello de Marcus. ¿Sería así cada vez que lo viera? ¿Mitigaría el dolor algún día? Parecía además que mi cuerpo estaba reconociendo a su dueño, porque mi pecho quedó de nuevo vacío de lo que Bella me aportaba.
El semblante de mi rostro cambió. No me hacía gracia que apareciera y más con Bella delante, pero dejé que la chica viera la tranquilidad que no poseía aún. Guardé la rosa en uno de los bolsillos del uniforme, ignorando lo que había dicho sobre ésta. Observé cómo se acercaba por detrás de Bella y cogía sus hombros. Quise abalanzarme sobre él en ese instante, pero lo dejé. En el fondo sabía que no la haría nada, por sus propias palabras de la noche anterior. Pero la duda me albergaba dentro.
Agaché la cabeza, como si otra vez estuviera Yagari regañándome. Aunque no quería dejar a Bella con la duda de Marcus y todo el rollo en la cabeza; pero no tenía otra. - Sí, claro. - Caminé hacia Marcus, dejando la tranquilidad en mi protectora con esa sonrisa encantadora, como siempre. - No pasa nada, Bella. - Aseguré. Ni yo mismo llegaba a creerlo, sabía por qué había venido él.. Alcé uno de los brazos para que retirara sus manos de los hombros de Bella, y di un paso más, interponiéndome entre "mi amo" y mi protectora.
El semblante de mi rostro cambió. No me hacía gracia que apareciera y más con Bella delante, pero dejé que la chica viera la tranquilidad que no poseía aún. Guardé la rosa en uno de los bolsillos del uniforme, ignorando lo que había dicho sobre ésta. Observé cómo se acercaba por detrás de Bella y cogía sus hombros. Quise abalanzarme sobre él en ese instante, pero lo dejé. En el fondo sabía que no la haría nada, por sus propias palabras de la noche anterior. Pero la duda me albergaba dentro.
Agaché la cabeza, como si otra vez estuviera Yagari regañándome. Aunque no quería dejar a Bella con la duda de Marcus y todo el rollo en la cabeza; pero no tenía otra. - Sí, claro. - Caminé hacia Marcus, dejando la tranquilidad en mi protectora con esa sonrisa encantadora, como siempre. - No pasa nada, Bella. - Aseguré. Ni yo mismo llegaba a creerlo, sabía por qué había venido él.. Alcé uno de los brazos para que retirara sus manos de los hombros de Bella, y di un paso más, interponiéndome entre "mi amo" y mi protectora.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
El chico era prudente. Sabía lo que le convenía, tanto a él como a su bella vampiresa predilecta. Marcus lo observó mientras se encaminaba hacia el sitio donde estaba. Sintió el contacto de su mano cálida rozándole el guante. Apartó las manos de los hombros de la joven y miró a Ziel profundamente. Éste se había interpuesto entre ambos. Marcus extendió su mano en su dirección, esperando que la sujetase. En cuanto lo hiciese, ambos se habrían ido en dirección a las zonas más profundas del bosque. Sólo esperaría unos segundos antes de encaminarse hacia allí. Sólo bastaba una fracción de tiempo para que Ziel A. Carphatia tomara la mano de la muerte y desapareciese de allí.
- Marcus O'Conell
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Miré a Marcus y la mano que me tendía. Puede que esta vez sí que fuera la última que veía a Bella. Al fin y al cabo, él había cumplido con "dejarme llorar solo"; aunque no llegara a hacerlo. Y aunque estuviera tan cerca de mi dueño, me acerqué a la chica para darle un beso en la frente. A modo protector. Sonreí y acaricié su pelo con ternura. Quise darle explicaciones de todo aquéllo, pero sabía que eran en vano. Además "Matt" podía decir cosas que tal vez no quería confesarla, la verdad. La despedí con un gesto de mano y dejé caer la mano en la de mi "captor". Lo miré a los ojos, con el único que todavía me quedaba libre, y asentí como buen servidor que ahora era. Ambos desaparecieron de allí como una corriente de aire.
- Ziel A. Carphatia
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Escuché atentamente el tipo de tortura que había planeado para mí. Al principio reí. ¿Flexiones? ¿Una señorita como yo haciendo flexiones? Me enfurruñé bromeando, pero a medida que Ziel iba hablando su voz de iba apagando paulatinamente... ¿Olvidarle? ¿Hacer que le olvide y esperar que no me niegue? Negué con la cabeza, sorprendida. Al final dijo "espero no llegar a eso último"... ¿Espera? ¿Por qué querrá que le olvide asi como asi?
Me encogí de hombros levantando algo los brazos. No te consiento demasiado, o eso creo. Volví a negar con la cabeza. Yo le protegía, no le consentía de ningún modo.
Reí cuando cogió la rosa y dijo que eran ellos los que nos tenían que regalar rosas. Eso no está estipulado, además, no es una rosa normal. Dije sonriente recibiendo el abrazo de Ziel.
Mi sonrisa se borró al instante al escuchar la voz de Matt... ¿No nos puede dejar en paz? Me fijé en Ziel, parecía bastante tranquilo... ¿Por qué?
Estaba de espaldas a él, se iba acercando poco a poco y se paró detrás de mí, poniendo sus manos en mis hombros y hablando demasiado cerca. No podía moverme, me llevé tal sorpresa que no sabía como reaccionar. El bicho ese me estaba tocando. Y además, ¿acabo de oir que yo le estaba molestando? ¿Qué? Le pidió a Ziel que fuera con él y este no se negó. ¿Ziel? ¿Cómo que no pasa nada? Grité. Tenía que hacer algo. Matt le tendió la mano y la aceptó no sin antes darme un beso en la frente. Me quedé petrificada... ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué Ziel no me ha dicho nada?
Miles de preguntas surcaban mi cabeza viendo como Matt se llevaba a mi protegido.
Grité y grité de rabia y me puse en marcha lo más rápido posible tras ellos.
Me encogí de hombros levantando algo los brazos. No te consiento demasiado, o eso creo. Volví a negar con la cabeza. Yo le protegía, no le consentía de ningún modo.
Reí cuando cogió la rosa y dijo que eran ellos los que nos tenían que regalar rosas. Eso no está estipulado, además, no es una rosa normal. Dije sonriente recibiendo el abrazo de Ziel.
Mi sonrisa se borró al instante al escuchar la voz de Matt... ¿No nos puede dejar en paz? Me fijé en Ziel, parecía bastante tranquilo... ¿Por qué?
Estaba de espaldas a él, se iba acercando poco a poco y se paró detrás de mí, poniendo sus manos en mis hombros y hablando demasiado cerca. No podía moverme, me llevé tal sorpresa que no sabía como reaccionar. El bicho ese me estaba tocando. Y además, ¿acabo de oir que yo le estaba molestando? ¿Qué? Le pidió a Ziel que fuera con él y este no se negó. ¿Ziel? ¿Cómo que no pasa nada? Grité. Tenía que hacer algo. Matt le tendió la mano y la aceptó no sin antes darme un beso en la frente. Me quedé petrificada... ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué Ziel no me ha dicho nada?
Miles de preguntas surcaban mi cabeza viendo como Matt se llevaba a mi protegido.
Grité y grité de rabia y me puse en marcha lo más rápido posible tras ellos.
- Bella.N.Gring
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Alucard llegó a la entrada y casi se choca con Bella. La chica estaba rabiosa, se le notaba bastante en la cara. Que situación más rara. Alucard primero miró a Bella y luego a Ziel, que estaba debajo de su capa. Con rápido y ágil movimiento Alucard liberó el cuerpo del chico del calor que le proporcionaba su gabardina y se lo presentó a Bella, como si de un cuerpo asesinado se tratara, y la verdad es que aunque no estuviera muerto para Alucard el chico desearía estarlo tarde o temprano, lo que había echo era casi peor que la misma muerte en sí.
Alucard no sabía por donde empezar a explicar y dada la situación del momento penó que todavía era algo pronto para contárselo a Bella, de echo, debería de explicárselo el propio Ziel.
Marcus...
Sentenció simplemente para resumir la situación antes de meterle a Bella prisa con la mirada, Alucard no poseía muchos poderes curativos y la chica era la que debería de sanar al muchacho, o mejor dicho, simplemente necesitaba sangre y Alucard no estaba dispuesto a pasarle la suya, aunque hubiera podido.
Alucard no sabía por donde empezar a explicar y dada la situación del momento penó que todavía era algo pronto para contárselo a Bella, de echo, debería de explicárselo el propio Ziel.
Marcus...
Sentenció simplemente para resumir la situación antes de meterle a Bella prisa con la mirada, Alucard no poseía muchos poderes curativos y la chica era la que debería de sanar al muchacho, o mejor dicho, simplemente necesitaba sangre y Alucard no estaba dispuesto a pasarle la suya, aunque hubiera podido.
- Alucard
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Re: Entrada de los dormitorios Sol
Llena de rabia seguí corriendo hasta de repente casi me choco contra alguien. Frené en seco y miré mientras agitaba la cabeza. ¿Qué hacía aquí Alucard?
En cuanto apartó su capa le vi a él, casi sin vida. Me acerqué más. Estaba pálido y el látido de su corazón era débil. ¿Pero qué había hecho?
Ziel... Contuve las ganas de llorar y miré a Alucard. Tenemos que llevarlo a la enfermería, aqui no podemos curarlo directamente Dije mientras miraba en dirección a los dormitorios de los humanos. Déjame cogerlo... Me acerqué a él y cogí en brazos a Ziel mientras me ponía en marcha rumbo a la enfermería.
En cuanto apartó su capa le vi a él, casi sin vida. Me acerqué más. Estaba pálido y el látido de su corazón era débil. ¿Pero qué había hecho?
Ziel... Contuve las ganas de llorar y miré a Alucard. Tenemos que llevarlo a la enfermería, aqui no podemos curarlo directamente Dije mientras miraba en dirección a los dormitorios de los humanos. Déjame cogerlo... Me acerqué a él y cogí en brazos a Ziel mientras me ponía en marcha rumbo a la enfermería.
- Bella.N.Gring
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