Kioto

por **Jack Wintersnow** Vie Nov 28, 2014 1:50 pm

Aparecí cubierto por una oscura capucha. La luz de las escasas farolas emitía una tenue sobra sobre mi rostro. La lluvia resbalaba por las hendiduras de mi abrigo y algunas gotas salían rebotadas de este como si fueran balas. Mi mirada penetraba entre los diferentes paisajes de Kioto, en busca de algo, algo que llevaba buscando ya un tiempo.

Pasee tranquilamente por las calles, evitando la mirada de la gente escondiéndome bajo mi capucha, escondiendo mi identidad que parecía ser ya de conocimiento público. No tenía intención de matar a nadie en ese momento. Si alguno de los rebeldes me identificara seguro que iría a por mi cabeza, un error fatal cometido por muchos en los últimos días.

¿Qué había estado haciendo? ¿Por qué había desaparecido durante todo el verano y parte del otoño? Bueno... no es una pregunta que mereciera la pena responder, después de todo ya todo el mundo debería estar más que acostumbrado a las desapariciones de su anterior presidente. Necesitaba un tiempo, necesitaba establecer unos criterios y principios, el caos de ese pequeño pueblo de Japón en el que yo residía era demasiado para mi ordenada cabeza. Demasiados sentimientos, demasiados...roces. No podía volver a caer en las zarzas de esa "vampiresa" nunca más. Soy un hombre tajante. Un líder, no un amante. No estoy aquí para hacerme querer, estoy aquí por la seguridad de toda la gente que rodea este país, me tengo que hacer respetar por mis compañeros y temer por mis enemigos. Soy una inaplacable espada que desgarra la noche en la que sucumben todas las personas inocentes que habitan en este antro infestado de chupasangres.
¿Entrenamiento, misiones? ¿Quién sabe? Yo no iba a desaparecer por esas estupideces, nunca abandonaría a mis compañeros por algo tan... superficial como eso. Solo me estaba preparando para ser el hombre que todos necesitaban que fuera. El Presidente de la Asociación de Cazadores.

Mis pies golpeaban la acera y el agua salpicaba el suelo con un característico sonido cuando la suela de mis zapatos avanzaba en la oscuridad. ¿Encontraría a alguien en mi camino? ¿Algún compañero, algún enemigo?

por **Natsuki Sugimura** Sáb Nov 29, 2014 6:10 pm

Caminaba aceleradamente. Había faltado a clases, llevaba el móvil apagado y se había tomado un tren hacia Kioto sin avisar siquiera a su hermano. Pero así era Natsuki, después de todo. Su espíritu de rebeldía la guiaba hacia cualquier parte, persiguiendo sus sueños, siguiendo sus impulsos, y haciendo lo que se le viniese en gana. Después de todo, en el único sitio donde era realmente libre, era su mente. Allí ideaba todo lo que deseaba para su futuro, para su porvenir, el cual, lamentablemente, en cuanto alcanzase la mayoría de edad, estaría ligado a las decisiones de alguien más, por no decir que ya lo estaba, y que ella, en vano, intentaba librarse.

Había decidido un cambio para su vida. ¿Y qué mejor que comenzar con su cabello? Ahora lo llevaba corto, abandonando aquel largo habitual que casi finalizaba donde lo hacía su columna. Se dice que cuando uno quiere cambiar algo dentro suyo, lo primero que hace es modificar algún aspecto de su apariencia. Natsuki, por su parte, deseaba cambiar muchas cosas, pero empezó por algo fundamental: desligarse de los vínculos familiares que la herían y lastimaban por sobremanera. Por eso, cortó al ras aquello que le recordaba constantemente a las manías de su familia: su cabello. Su aspecto femenino pareció disiparse, así como su apariencia débil y frágil. Aunque lo siguiese siendo en el fondo, el cabello corto le daba más personalidad; más presencia e imponencia. Y eso, sumado a su habitual mal carácter, era todo un combo digno de ser premiado.

Ese día llovía. Llevaba un gorro negro y un abrigo claro. Mientras andaba, observaba todo a su alrededor. No podía evitar estar paranoica. Sentía que en cualquier momento su padre aparecería para llevársela lejos, y así obligarla a cumplir con obligaciones familiares que jamás quiso tomar en cuenta. Además, ¿por qué ella? ¿Por qué no Shima? La respuesta era sencilla: ella era más fácil de manipular y manejar cual títere. Con Shima lo habían intentado un centenar de veces, pero el muchacho siempre fue reacio a todo, independiente, y básicamente imposible de retener. Cuando Natsuki se detenía a pensar en ello, deseaba ser como él. Pero al pensar en esto último, se odiaba a sí misma. ¿Por qué buscar ser como alguien más? ¿Por qué intentar ver su reflejo en su hermano? No. Ella tenía que obtener esa libertad por sus propios medios. Tenía que demostrarle al mundo quién era y cómo podía llevárselo por delante. Por nada era la Presidente del Club de Teatro de la Academia. Por nada la Encargada de Dormitorios. Ella tenía actitud, tenía carisma y tenía carácter. Entonces, ¿por qué se sentía tan ínfima delante de sus padres? ¿Por qué sentía que jamás podría decirles lo que pensaba, lo que quería para ella..

¿Lo que la haría realmente feliz?

Sacudió la cabeza y suspiró, escondiendo sus labios bajo una delicada bufanda. Al alzar la vista, se percató de la cantidad de gente que andaba por allí a pesar de la lluvia. Y, en ese instante, un auto pasó a su lado a suma velocidad, rasgando un profundo charco de agua en la acera, y desviando toda esta hacia su cuerpo. Natsuki se quedó helada por un momento, mientras todo su abrigo era presa del barro y la suciedad. Los mechones de su cabello que quedaron libres, sin la protección del gorro, goteaban sin cesar. La chica, enfurecida, se giró hacia el maldito que no tuvo precaución al pasar.
- ¡¿Eres imbécil o qué!? ¡Idiota! -gritó, frunciendo el ceño y apretando un puño a un lado de su cuerpo. El auto se alejó a gran velocidad, claramente desinteresado de lo que había hecho, y quizás ni se hubiera dado cuenta de que la había empapado más de lo que estaba. La joven bufó y mordió su labio inferior. Esa era la actitud. Ese era el modo de proceder. ¿Por qué no podía proliferar esos mismos insultos a sus padres, quienes eran, de seguro, el doble de imbéciles e idiotas que el conductor de ese auto?

por **Jack Wintersnow** Dom Nov 30, 2014 10:31 pm

Llevaba un rato ya caminando. No era capaz de encontrarme con nada ni nadie. Parece ser que Kioto no era uno de sus objetivos principales. No podía oler a la escoria, solo había humedad y frío en el ambiente.
Pasados unos minutos una chica que paseaba en frente de mi fue salpicada por un coche. Que maleducado, alguien debería enseñarle a conducir, y más a respetar a los peatones, pero ese no iba a ser yo, no iba a llamar la atención por esa tontería.

No sabía quién era ni tampoco me interesaba saber nada de esa chica, no parecía tener nada interesante para mi. Tokio era un desperdicio de tiempo. Pero era bonito, eso no podía negarlo, muy bonito.

Tenía que darme prisa si quería hacer algo al respecto de la situación actual, antes de que nadie se diese cuenta e hiciera nada en consecuencia.

Pase al lado de la chica, ocultándome por la capa, una sensación extraña recorrió mis brazos, como si ya hubiera visto a esa muchacha anteriormente. No importa, incluso si la hubiera visto antes no tenía relevancia. Quizás fuera en la academia o quizás en el baile de carnaval, seguía sin importar en absoluto. Sesgué una débil sonrisa cuando recordé la escena del coche y seguí mi camino, alejándome de Tokio.

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