~ Vampire Knight: Academia Cross ~
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    Mensaje por Kaien Cross Jue Dic 26, 2013 7:03 pm

    Recuerdo del primer mensaje :

    Fiesta de Navidad (26/12-6/1) - Página 3 Destac9

    La enorme sala está decorada con motivos navideños, el centro está preparado a modo de pista de baile, al fondo de la sala hay un pequeño escenario donde una banda de música ameniza la noche, a los lados hay mesas con comida.

    ¡Poneos vuestras mejores galas y preparaos para pasar una buena noche!
    Recordad, la fiesta estará abierta desde hoy, día 26 hasta el día 6
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    Mensaje por Jack Wintersnow Mar Ene 07, 2014 1:36 pm

    Poco a poco nuestros golpes fueron rompiendo la dura capa de cristal que rodeaba el cuerpo de Rido, lo estábamos consiguiendo. Y entonces en su cuello apareció cortado, una fina linea roja recorría su piel ¿Qué había pasado? ¿Cómo era aquello posible? Enfadado, Rido creo un círculo de fuego negro a su alrededor. Retrocedí al instante y pude comprobar que entre las llamas el Pura Sangre se encogía de dolor. Algo le pasaba, pero no podía adivinar exactamente lo que era. Al parecer alguien nos estaba ayudando con una habilidad de lo más intrigante. ¿Cómo habían atravesado esos ataques la barrera de Rido? Bueno, no había tiempo para explicaciones, solo podía esperar a que él saliese de su escondrijo. Pero entre las llamas pude entrever algo nuevo, Rido se estaba transformando. Sus extremidades crecieron y su envergadura aumentó, parecía una bestia. Literalmente parecía Bestia, con ese traje y con esas proporciones. Las llamas se deshicieron y la expresión del Pura Sangre parecía haber cambiado completamente. Ya no parecía pasivo, como antes, estaba furioso y cabreado.
    Unos desertores comenzaron a dispararle por la retaguardia, pero las balas rebotaron de nuevo contra su cuerpo. El animal gruño y saltó hacia ellos, les agarró de la cabeza y absorbió sus vidas en unos instantes. Sus heridas sanaron completamente y una sonrisa se dibujó en su rostro antes de que comenzara a hablar con aquella monstruosa voz. ¿A qué se refería con el mismo objetivo? ¿Estaba acaso también detrás de los traidores? Entonces había posibilidades para nosotros, solo teníamos que hablar para solucionar el malentendido, pero entonces la bestia terminó con mis esperanzas. No quería hablar, al menos por el momento ¿Entonces teníamos que matarlo? ¿Teníamos que matar a ese aliado potencial? Si, había acabado con la vida de varios de mis hombres y tenía que pagarlo, no iba a dejar que sus muertes fueran en vano.
    Rido volvió a saltar hasta nuestra posición, era muy grande, seguramente no podría hacer mucho con un cuerpo como ese. Fui a descargar el filo de mi katana sobre su brazo pero resultó ser que el tipo era endemoniádamente rápido, mucho más que antes. Agarró el filo de mi espada con la mano recubierta de cristal y entonces lo vi. El puñetazo, quería esquivarlo, tenía que esquivarlo. Pero esa velocidad era completamente inhumana, igual que aquella vez en la cafetería. Me golpeó el abdomen con tal potencia que me desmayé en el momento del puñetazo. Bajo la inercia de mi cuerpo y la fuerza con la que me propulsó el vampiro salí despedido hacia atrás unos cuantos metros. No podía soltar mis armas, pues si lo hacía podría perder fácilmente mi vida, por eso incluso desmayado seguía agarrándolas con fuerza. Pero eso no duró demasiado, me estrellé contra una columna que había cerca. El choque fue tan rápido y seco que reboté contra la pared sin que el fuego pudiera dañarme, pero de la conmoción del impacto mis manos soltaron las katanas, dejando que sus filos rebotaran contra las baldosas del suelo haciendo un sonido agudo. Odiaba ese sonido, lo odiaba sinceramente, cada vez que escuchaba como una katana rebotaba violentamente contra el suelo nada bueno pasaba, y generalmente el que recibía la parte mala de esa premonición era yo. Me caí al suelo y me quedé tendido allí, bocabajo unos segundos. No podía escuchar nada, no podía ver nada, no podía sentir nada, sabía que estaba allí, tirado en el suelo, pero ni siquiera podía sentir el frió suelo bajo las palmas de mis manos. Era como si me hubieran sedado, pero poco a poco comencé a recuperar los sentidos. No estaba bien, nada bien. Casi prefería seguir semi inconsciente. Al recuperar los sentidos comencé a sentir un dolor grave e intenso en todo mi tronco. Me había roto algo, o me había reventado algo, no se, solo sabía que dolía mucho. Era como si me estuvieran dando continuas patadas en la boca del estómago. Quise gritar, quejarme, pero pronto me dí cuenta de que tampoco podía respirar, ni articular palabra, mis pulmones estaban atrapados por mi diafragma, que había sido contraído en contra de mi voluntad ante tal secuencia de golpes y choques. Intenté no ponerme nervioso, pero joder, me estaba ahogando. Sentí como un líquido espeso salía por la comisura de mis labios, era sangre, mientras mis ojos lloraban por no poder tragar aire y mi boca exhalaba una expresión de intenso dolor. Pude oir la voz de Matsumoto gritar mi nombre y apreté los dientes, tenía que aguantar, tenía que seguir hacia delante.
    Finalmente mi diafragma se destensó y mis pulmones, ansiosos, pudieron tragar de nuevo aire. Respiré desesperadamente durante dos segundos y después intenté levantarme, tenía que ayudar a mis chicos. Cuando estaba incorporándome me caí de nuevo al suelo con un grito ahogado de dolor. Me habían destrozado con un solo ataque ¿Tan patético era? ¿Tan débil?

    Ví como Rangiku corría por la espalda de Rido y luego se lanzaba a por él. Quería detenerla, quería alejarla de él. Intenté llamarla, alargué la mano hacia ellos como si fuera a evitar algo y después volví a retorcerme de dolor. "No, joder, otra vez no. LEVANTATE eres inútil, eres un líder inútil" Mis pensamientos me hostigaban al tiempo que me incorporaba, apretando la mandíbula con todas mis fuerzas, aguantando el dolor. Había conseguido ponerme en pie, pero... ¿y entonces qué? Si caminaba me caería de nuevo, prácticamente no podía mantenerme erguido.  La sangre de mi boca se resbaló hasta mi cuello y se fundió con mi chaqueta, magullada y maltratada. Miré con furia a Rido mientras pensaba lo que hacer. No podía gritar, no tendría las fuerzas suficiente, y tampoco podía hacer gestos bruscos, era solo eso, un estorbo, un inútil.
    "Y entonces... ¿Cómo piensas volver a ver a Fraiah" Pensé mientras notaba que algo dentro de mi cambiaba, un fuerte sentimiento que se despertaba, perezoso pero apasionado, dentro de mi pecho. No, no iba a ser más un inútil.
    Jack Wintersnow
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    Mensaje por Nathan Hawthorne Mar Ene 07, 2014 3:23 pm

    Nathan estaba absorto. Su mirada, oscura y perdida, demostraba un muchacho aterrorizado. Sin embargo, algo dentro de él, había algo que le indicaba que esa inutilidad no era parte de su cuerpo. Pero, ¿cómo advertirlo? Al fin y al cabo, él era un simple humano; un simple profesor de literatura que había intentado salvar a alguien y no lo había logrado. Casi ya no podía sentir el dolor en su pierna ni la sangre abandonando su cuerpo. Por momentos, era como si no pudiese sentir nada. Y entonces esa joven apareció. Llamó la atención de Nathan con sus palabras y este giró su rostro hacia ella. Clavó sus ojos en los redondos iris de ella. ¿Intentaba ayudarlo? ¿Por qué una chica tan menuda y joven como ella tenía... esas armas? Nathan se quedó prendido de su aspecto, pero jamás negó su ayuda. Mientras la observaba vendando su herida, le hizo caso y presionó donde indicó. Una extraña sonris surcó el rostro de Nathan. ¿Acaso esa chica no era alumna suya? Y, entonces, ¿por qué demonios no la estaba ayudando él a ella?

    Pasaron unos segundos y, cuando levantó la vista, observó la orden inminente que ella le dio. Nathan frunció levemente el ceño. ¿Por qué no podía mover su cuerpo? ¿Por qué estaba permitiendo que el miedo lo paralizara? Pero entonces ella le tendió un arma. El joven profesor la sujetó y, nuevamente, observó sus manos bañadas en sangre. Era horrible. Era horrible el aspecto que tenía en ese momento. Tenía el aspecto de un asqueroso asesino, por no decir que además de un inútil. Miró a la chica de nuevo, pero entonces ella fue directamente al ataque de esa bestia, a la cual Nathan no quería ni ver. Sin embargo, de repente su expresión cambió: el miedo ya no se encontró en ella, tampoco la sorpresa, ni nada. Su semblante adoptó una expresión grisácea e ida. Como si dentro de Nathan ya no habitase nada. Y, entonces, se puso de pie. A duras penas, cobrando valentía, sujetó el cuerpo de la joven vampireza y luchó por salir del lugar. La ventana estaba a escasos centímetros y lo lograría.

    ¿Quién diría que el mismísimo y sanguinario Vladimir D'Shaitis estaría ayudando a alguien? ¿Quién diría, mas aun, que estaba en esa fiesta, siendo herido y acorralado como un simple cachorro? Allí estaba lleno de cazadores que lo odiaban por haber asesinado a Damaru, pero también había desertores que lo anhelaban por ser capaz de experimentar en búsqueda de la raza perfecta, y por haber obtenido resultados demasiado favorables. ¿Quién diría que él estaba tan cerca y, a su vez, tan lejos?

    La imagen de Nathan se alejó del escenario de combate, llevando a aquella chica lejos. Aún portaba el arma que la cazadora le había dado en una de sus manos. Tal vez la necesitase. Finalmente, llegó a un grupo de cazadores que seguían la orden de Damaru, y allí obtuvo asistencia. Nathan se volteó y dio un último vistazo a aquella fiesta, justo cuando el filo de una katana dio contra el suelo. Solo esperaba que aquella joven cazadora estuviera bien y, en otra oportunidad, poder devolverle el arma y darle las gracias.
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    Mensaje por Yagari Touga Mar Ene 07, 2014 3:55 pm

    Tras efectuar los cortes, Yagari sostuvo con más fuerza a Miku. No vaya a ser cosa que, de repente, se arrepintiese y pretendiese cambiar de bando y atacarlos a ellos. El cazador quitó del cuerpo de Miku el cuchillo, pero entonces, cuando creía que la victoria sería más sencilla, los indicios de la derrota aparecieron. La pupila de Yagari se hizo ínfima, resaltando aún más el celeste pálido de su iris. ¿Qué demonios...? ¿Acaso en este maldito pueblo los vampiros no sabían hacer otra cosa que ser mutantes? Yagari maldijo y apretó la mandíbula, furioso. En medio de la ira, levantó el brazo que contenía el cuchillo y, con gran fuerza y determinación, lo lanzó justo a la espalda del Pura Sangre. Por más que no le hiciera una mierda, al menos podría desquitarse un poco. Necesitaba arrojárselo y punto, por maldita basura toca pelotas.

    Las heridas de Rido se regeneraron al instante, brindándole a esa expresión monstruosa mayor energía y velocidad. Touga ya estaba pensando en su próximo movimiento, y había mirado a Miku fugazmente, creyendo que quizás aún hubiera alguna oportunidad con ella, pero temía que la vampireza acabase peor de lo que estaba a causa de la magia anti-vampiros. No es que a Yagari le importase su vida, pero en esta ocasión los había ayudado, y él era un hombre de honor. Por más que quiso matarlo una vez, ya había saldado el problema con esas dos heridas. El dolor que debería sentir Miku era suficiente. Por lo tanto, no pondría en riesgo su vida. Sin embargo, en cuanto se descuidó un momento, escuchó un grito de guerra que lo desconcertó. Al elevar la vista, divisó a Matsumoto saltando temerariamente hacia aquella bestia. No obstante, no tuvo pensamientos negativos al respecto. Una sonrisa ladina surcó sus labios y el escenario que se mostraba ante sus ojos le provocaron más ganas aun de encender un cigarro. Esa era la clase de personas que necesitaba la Asociación: personas que lo dieran todo, incluso su debilidad.

    Yagari, entonces, se colocó en cuclillas y obligó a Miku a descender junto a él. La hizo sentarse en el suelo mientras él cargaba la escopeta otra vez.
    - Muy bien pedazo de mierda, ya me he cansado, estés o no contra nosotros -siseó, más para él que otra cosa. Aunque las balas no funsionaran lo suficiente contra él, acabaría lo que Rangiku empezó. Yagari apuntó, jaló el gatillo, y disparó. Una, dos, tres, cuatro veces. Luego otras más. Todas las balas iban con excelente puntería directo a sus ojos. Si Rangiku había logrado quebrantar su barrera y su defensa, Yagari contribuiría a ello en buena parte. Pero, entonces, Jack fue enviado por los aires. Yagari dejó de disparar para seguir el recorrido del cuerpo del Presidente y ver, posteriormente, sus vanos intentos por ponerse de pie. El experimentado cazador miró otra vez al frente y tensó la mandíbula. Esto se ponía peor de lo que creía. Volvió a disparar, confiando en que Jack se levantaría tarde o temprano, pero nada. Aquel muchacho seguía besando el suelo como si fuese lo último que haría en la vida. Yagari dejó de disparar porque no podía concentrarse. No podía tolerar aquella actitud.

    - Maldita sea, Jack Wintersnow -siseó y sujetó a Miku en brazos. Comenzó a correr con ella hasta donde se encontraba el Presidente. Justo a unos escasos metros de él, había una mesa que Rangiku había utilizado para proteger a unos humanos. Yagari la pateó y la acercó hacia Jack, cubriéndolo. Inmediatamente, ingresó detrás de la mesa junto a él y dejó a Miku en el suelo-. No te muevas. Quédate aquí y luego recibirás asistencia. ¿Entendido? -ordenó. Si ella quería conservarse en una pieza, sería mejor que le hiciese caso. Y, entonces, se giró a Jack-. ¿Qué demonios se supone que haces abrazando la derrota de esa manera? ¿Así pretendes ser el Presidente? -gruñó, alcanzando el pecho de Jack con sus dos manos y elevándolo un poco. Lo sarandeó, buscando que reaccionase-. No vas a morir, Wintersnow, ¿me estás escuchando? ¡NO VAS A MORIR SIN HABER LUCHADO! ¿Qué crees que hubiera hecho Damaru en este momento, eh? ¿CREES QUE SE HUBIERA QUEDADO AQUÍ, RENDIDO, MIENTRAS VEÍA A SUS COMPAÑEROS ARRIESGARLO TODO Y MORIR POR LA CAUSA? -gritó. Observó los rastros de sangre que recorrían la comisura de sus labios. Ya había visto eso muchas veces. Reconocía que el chico podría estar asustado, pero este no era momento para dejarse vencer por los miedos-. Sé fuerte y afróntalo, ¡LEVÁNTATE, MALDITA SEA! ¡PONTE EN PIE Y LE PATEAREMOS EL TRASERO A ESE SANGRE PURA! ¿ME OYES? ¡Levántate y hazte respetar, no simplemente como Jack Wintersnow, sino como el Presidente de la Asociación de Cazadores! -ordenó. Sí, Yagari Touga le estaba ordenando a su Jefe a que se pusiese en pie y cumpliese con su deber. Pero esas palabras no iban dirigidas hacia Jack solo como un camarada, sino también como un ser humano. No podía rendirse, no podía haber llegado hasta este punto y darse el lujo de morir por tan pequeña cosa. Si había sobrevivido al hijo mutante de D'Shaitis, ¿cómo no iba a poder enfrentarse a un Sangre Pura? Era poderoso, pero ellos, trabajando juntos, lo serían aún más.

    - Las personas pueden ser débiles, pero lo importante es que comprendan que la verdadera fortaleza reside en aceptar esa debilidad y afrontarla -murmuró, poniéndose de pie y permitiendo que su cuerpo se dejarse ver detrás de aquella mesa. El torso de Yagari emergió y estaba listo para avanzar, con o sin Jack. Lo miró de reojo, pues no había tiempo que perder. Iban a dejar a ese vampiro fuera de juego a como dé lugar.
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    Mensaje por Break Atsushi Mar Ene 07, 2014 4:22 pm

    Now i'm my own master....


    Desde que Break salió del edificio de la Asociación no hizo más que dar vueltas por el pueblo pensando una forma con la que atacar y ayudar a los presos a salir de allí. Por lo menos a los que sobrevivieran a aquellas torturas y matar a todos esos cazadores. Solo pensaba en eso desde lo que sucedió aquel día. No pudo olvidar la sonrisa de su madre antes de salir corriendo como le dijo, y tampoco pudo olvidar la mirada de su padre, tranquilizadora mientras decía adiós para siempre.

    No pudo evitar escuchar los gritos que provenían de un edificio cercano. No le resultaría extraño que fuera por la típica fiesta que hacía todos los años la Academia Cross, nunca terminaba bien. No sabía ni como la seguían haciendo.
    Se acercó al edificio, despacio, sin hacer ruido. Todas las puertas estaban bloqueadas. Psche.. Como no.. Parte del edificio comenzaba a arder. Una forma fácil de entrar. Disparó a una de las ventanas haciéndola añicos y saltó por ésta inmediatamente para caer en un lateral de la sala. Rido..Rido..Rido..¿No te ha enseñado tu mamá modales? O por lo menos un poco de respeto... Sonrió ámpliamente mirando a los demás cazadores de la sala, haciéndoles entender que estaba de su parte. Una de las cazadoras en ese momento se abalanzó sobre Rido con una katana. La verdad no sabría que decir...Esperaba que funcionara.

    Echó un vistazo más, Yagari, el hermano de Nokku... Genial. Él ahora estaría a cargo de la Asociación. Y la pequeña vampira Miku. De los demás no sabía nada, pero ya habría tiempo de conocerlos.
    Volvió clavar los ojos en los de Rido. No hace falta que te pongas así.. ¿Qué es lo que buscas? ¿Qué te han hecho ellos para que hagas todo esto? Sacó un cigarrillo de su chaqueta y lo encendió para luego darle una calada. Mira, puedes parar y decirnos que es lo que pasa o no habrá más remedio que acabar contigo, tu verás. Volvió a darle otra calada sin apartar los ojos de Rido. Poco a poco comenzó a usar su don en Rido, paralizando sus músculos sin darle posibilidad de moverse. Ahora vas a estar un rato así... ¿Te parece? Comenzó a caminar hacia donde estaban los demás cazadores, poniéndome frente a Yagari y Jack.

    Dio un par de caladas y tiró el cigarrillo en su dirección. Había ya varios heridos. Estoy de vuestra parte. Parece que Break había llegado en un buen momento. Hacía tiempo que no se divertía tanto. Incluso le tomaba el pelo a Rido aun sabiendo lo poderoso que era.
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    Mensaje por Dante Miér Ene 08, 2014 12:20 am

    La capa cristalina se había desvanecido y no precisamente gracias a mí y Jack. Fue por aquella chica. Ella había logrado hacerlo, no se me ocurría como, pero lo había hecho. Toma ya... pensé. Pero cuando creíamos que nuestro enemigo esta a nuestra merced, este continuó con sus ataques. Esta vez creaba fuego negro como el de antes y lo lanzaba en forma circular. Eso podría carbonizar lo que fuera, resultaba más intimidante que el fuego normal y solo podíamos alejarnos. En ese momento, clavé la espada en el suelo, agrietando el suelo embaldosado y desenfundé las pistolas. Iba a dejarlo lleno de agujeritos de los cuales solo saliera sangre, pero lo siguiente mi desconcertó.

    Rido estaba cambiando de forma. Resultaba... aterrador no, pero si sorprendente. Había aumentado de tamaño, le habían aparecido garras y encima, su fuerza y velocidad habían aumentado considerablemente. Y por si eso fuera poco, se había recubierto de una capa de cristalina como la anterior. Vamos, que lo que hubiera hecho la cría esa se había ido a la mierda. Espero que hubiera merecido la pena.
    El... bicho este hizo una prueba de su fuerza, con unos desertores que saltaron a atacarlo. Idiotas, no he saltado yo, ¿cómo iban a hacerlo ellos? Y como no podía ser de otra manera, acabaron con los cuerpos estrujados y demacrados. Ciertamente, había que destacar que había exterminado a unos desertores, los cuales yo creía que eran sus aliados, pero... entonces dos casos: o le suda lo que tenga ahí colgando, si es que tiene, o realmente eran sus enemigos...  interesante... o más bien me daba igual, pues iba a darle lo suyo.

    Los dejó caer y se dirigió hacia Jack y a mí. Esta vez se acercaba a nosotros, parecía lento pero sus ataques no decían lo mismo. Golpeó a Jack y lo mandó lejos, muy lejos. Fue un golpe contundente en el estomago que lo dejó tira'o en el suelo. Me asusté un poco, parecía que había sido derrotado. Maldita sea, esto se estaba poniendo serio. Había alcanzado tal tensión, que las voces que había alrededor se apagaron, alguien había pulsado el botón "mute"... lo que fuera, pero no oía nada, solo mi respiracion y mis palpitaciones, y lo que me decía a mi mismo.

    Miré como salía volando por los aires y me distraí, tanto que los pinchos de cristal que surgieron del suelo me rozaron el costado al intentar esquivarlo. Me había rebanado un trozo del cuerpo y ahora sangraba. Había dejado una media circunferencia  perfecta. Me quejé y me quedé agachado por la herida. Realmente dolía. Normalmente sería algo... normal y no habría pasado nada, pero esta vez... dolía mucho. La sangre se había desparramado por todas partes. Aah... espero que esto... ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!... Seguí combatiendo, aunque inutilmente, pues mis vales solo salían rebotadas. ¡Mierda!

    Tenía que contenerlo o... y Rangiku lo atacó por detrás. Atrajo su atención y le rajó en los ojos. ¿Qué estaba haciendo? Sino se iba la iba a destrozar. En ese momento, me preparé para lo peor, guardé una de mis pistolas y empuñé la espada.

    Joder, espero que no pasé nada.

    Mientras, no presté atención a mi alrededor. ¿Jack se habría levantado? ¿Los demás seguían bien? Solo tenía los ojos puestos en ese Rido... y en que no provocase más daño. Cabrón... te voy a reventar como a ese hijoputa de Berlín. Si, a ese grande con cuernos que le pasaba lo mismo que a ti, se convertía en otra cosa más feroz, aunque... más apetitosa...
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    Mensaje por Rido Blood Lun Ene 13, 2014 4:05 pm

    El joven Wintersnow no pudo parar el poderoso golpe del Pura Sangre. Su cuerpo traspasó gran parte de la sala antes de estrellarse en una de las columnas. Rido levantó la cabeza y sonrió ligeramente, macabro, mientras realizaba su siguiente ataque, para alejar a Dante. Los cristales rugieron bajo sus pies y cortaron su torso como si fuera de mantequilla. Un tono tenue de rojo baño el traje del caza vampiros. Por otro lado, Jack intentaba incorporarse mientras comprobaba que tendría, seguramente, varios huesos rotos y alguna hemorragia interna pues un hilo de deliciosa sangre comenzó a dibujarse en sus labios. Por el momento los cazadores no podían hacer nada para parar a la bestia. Mientra Rido se regocijaba en su temprana victoria una voz sonó. Era soberbia, desafiante, la voz de otro vampiro. Hizo referencia a su madre. El Pura Sangre casi quiso reírse ¿Su madre? Esa era una broma de muy mal gusto. Una de las razones de su desestabilizad emocional era principalmente gracias a sus "padres". Rido ni siquiera se molestó en contestar, ni se giró hacia la figura de ese vampiro.
    El Pura Sangre pudo escuchar la voz de una muchacha que se dirigía rauda hacia él. Portando su katana en alto. La imagen de aquella chica saltando encima de aquel monstruo era realmente impresionante. La cazadora sesgó los ojos de Rido con un corte limpio pero superficial y se retiró, antes de que pudiera agarrarla para acabar con su vida. La verdad es que no comprendía muy bien porqué había atacado sus ojos en vez de su pecho o su cabeza. Tal vez pensaba que de esa manera Rido se vería temporalmente inutilizado, pero... al parecer había olvidado una cosa muy importante que le deberían de haber enseñado en la academia, y es que los vampiros tienen un olfato excelente. Aquella dulce muchacha se había hecho un corte en su brazo, y la sangre era muy fresca, a Rido no le resultaría muy difícil volver a dar con ella incluso si no podía ver. Pero justo después de eso sus músculos comenzaron a sentirse pesados, presos. No podía moverse. Era ese estúpido vampiro, Break. Esa habilidad suya era realmente molesta. Rido suspiró cansado. Pero ¿De verdad pensaban que iban a poder pararle? No iban a conseguir nada, sus sentimientos eran más fuertes, su devoción más pesada, sus manos estaban ya completamente manchadas de sangre, no, su cuerpo entero estaba bañado en ese delirante y pecaminoso líquido carmesí. No había perdón para él, no había nada de lo que arrepentirse, solo podía seguir drenando la vida de los demás para que la sangre que recorre su piel no se secara, no se gangrenase. Rido resopló, molesto. Eso no iba a pararlo. Un vampiro no podía parar a un Pura Sangre.  Rido se liberó con un chasquido de sus huesos de esa prisión que le ataba mental y físicamente. Pudo moverse por fin.
    La chica aún no se había alejado lo suficiente, podía oler perfectamente su joven y virgen sangre. Al igual que podía oír la conversación de Yagari con su nuevo líder y las palabras de sumisión de Break hacia esos humanos. Ellos no podían comprender nada. El corazón de ese joven chico de cabellos castaños siempre estuvo parado, pero siempre latía con una fuerza descomunal. Los sentimientos de Rido siempre habían sido intensos, apasionados. Y al igual que podría haber sido el hombre más amable de la tierra se pudo convertir en el ser más despiadado sobre la faz de esta misma. Ese había sido su destino, así habían ocurrido las cosas y la crueldad de la vida lo había golpeado con una fuerza demasiado grande como para que sus descontroladas sensaciones pudieran aguantarlo. Como un tren que arrolla a un niño despistado en medio de una lluviosa noche. Al igual que un lobo despedaza la carne de un moribundo conejo después de hallarle paseando lejos de su madriguera.

    El Pura Sangre podía olerla, podía escuchar el frenético sonido de su corazón golpeando contra las paredes de su pequeño cuerpo. Humanos... que no son capaces de valorar todo la vida que surge dentro de ellos. La sombra que emitía Matsumoto se levantó del suelo y agarró a la chica, envolviéndola entera, como una manta, como una alfombra, como una pitón que atrapa a su presa para luego engullirla. Rido había cerrado sus ojos y unas gotas de su sangre se deslizaban tenebrosamente por sus mejillas como si fueran lágrimas de fuego. El Pura Sangre se desplazó todo lo rápido que pudo hacia ella. Varios cazadores le dispararon por la espalda pero las balas de nuevo no le hicieron nada, y de todas maneras, cuando tenía a Rangiku a su altura no podían disparar pues también le darían a ella. O eso pensaba antes de descubrir que a algunos de esos cazadores, los traidores, poco les importaba la vida de los que no fueran suyos. La mano de Rido agarró a la cazadora de la cabeza, como si fuera una pelota, y la levantó del suelo, liberándola al mismo tiempo de esa sombra que la oprimía. Ese simple contacto de la piel de Rido contra la de la chica podría significar el fin para ella, pues pronto sus energías comenzaron a ser drenadas. ¿Quién sería el héroe que la salvara? ¿O acaso dejarían morir a aquella valiente pero débil mujer? Su destino ya no pendía de sus manos pues resultaría incluso sorprendente que pudiera moverse en ese estado ya que si incluso sus compañeros dejaban que pasaran unos segundos más ella no volvería a abrir los ojos.
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    Mensaje por Christian Blade Lun Ene 13, 2014 8:55 pm

    Había pasado bastante tiempo. Habían pasado meses desde que Christian Blade hizo su última aparición en el pueblo. Había pasado ya un tiempo, también, desde que el Consejo lo atrapó y torturó, provocando que él casi asesinase a Kairi Donovan. Eso era algo que tenía pendiente y que jamás le perdonaría a Katrina Darent ni a su propio hermano, Adam. Esa era una cuenta pendiente, pero que se vio obligado a postergar a causa del gran secreto que acarriaba a sus espaldas y que ninguno de sus hermanos sabía; ninguno de sus hermanos vivos sabía: Fraiah y Adam. Él había hecho aquel desastre, pero la única que lo sabía era Kairi, y ella le había prometido guardar su secreto y no juzgarlo. Ella le había asegurado que su secreto estaba a salvo, al menos hasta que él decidiera enfrentar sus propios demonios, los cuales eran muchos, y de lo más pesados.

    Hacía unos días que Christian deambulaba por el pueblo. Había vuelto porque los rumores de la muerte de Damaru lo alcanzaron, así como también la inestabilidad que recorría los muros de la Asociación. A decir verdad, no hubiera tenido motivos para volver si no fuera porque su hermana estaba metida en todo ese embrollo y su vida peligraba. Él le había dado sus bendiciones a Nokku para que la protegiera, pero al parecer había hecho tan bien su trabajo que no dudó en entregar su vida a cambio. Además, la presencia de Kairi debería seguir allí. Hacía tiempo que le había perdido el rastro tras aquel último encuentro. Él se había ido porque cada día sentía que representaba un peligro inminente para cualquiera que estuviese cerca, incluso para ella. Y eso era algo que no podía tolerar. La echaba de menos, demasiado, pero no podía ponerla en peligro. Sin embargo, el no encontrarla era algo que le carcomía por dentro y le hacía pensar en lo peor.

    Una noche, precisamente la noche de Navidad, Christian se encontraba caminando tranquilamente por las calles, pensando sobre su vida, sobre qué hacer con todo eso que le atormenta. En un momento, frenó su andar para encender un cigarro, pero entonces sus sentidos detectaron aquella presencia tan conocida que lo había salvado de consumirse una vez. El olfato no lo engañaba y estaba seguro de que se trataba de aquel Pura Sangre, Rido Blood, uno de sus amigos, por no decir el único en este maldito pueblo. A él también lo había dejado atrás, pero mas bien cabría decir que ambos se habían dejado de frecuentar por diversas situaciones de la vida. Hasta donde él conocía, Rido había convertido a una cazadora y se encontraba muy a gusto en su compañía. Sin embargo... ¿por qué ahora se sentía el aire tan pesado? Algo andaba mal, sin duda.

    Tras unos momentos de meditación y análisis buscando el paradero y detectando todas las presencias dentro de aquel salón, Christian se dirigió allí. Sus pasos se detuvieron frente a la puerta que se encontraba sellada por dentro. Su serio semblante se posó sobre esta y una masa oscura multiforme comenzó a apoderarse de cada ranura, hasta que la puerta acabó por estallar y, junto con ella, dos cazadores traidores que estaban dentro intentando mantenerla así para que nadie más pudiese huir.

    Christian se introdujo en el salón haciendo su aparición luego de tanto tiempo. Su cabello azabache estaba algo crecido, pero continuaba conservando aquel toque elegante que solo él sabía darle. Al fin y la cabo, así era el Pura Sangre, totalmente preocupado por la limpieza y por su aspecto, siempre buscando ser elegante y respetuoso. Incluso podría haber entrado por alguna ventana, pero no, él prefirió la puerta, como todo caballero, aunque para eso haya tenido que volarla en mil pedazos. Y, una vez allí, sus ojos color ámbar visualizaron a quien estaba ocasionando todos aquellos destrozos. Ahora lo comprendía todo: Rido estaba utilizando una extensión de su poder, aquel que le había quitado para salvar su vida en aquel entonces. La propia esencia de su temerario don había llamado a Christian, perturbándole y haciéndole acudir allí, por pura inercia. Y qué buen momento para llamarlo, pues no podía creerlo. ¿Por qué Rido estaba tan fuera de control? No había dudas de que era él pero... ¿Por qué demonios estaba matando a toda esa gente? Christian se había quedado petrificado durante unos momentos, observando cómo su amigo era consumido por la inmensa tristeza y el gran rencor que lo consumían por dentro. Él conocía esa sensación, y por eso podía sentirla. Él podía oler su arrepentimiento tras aquel manto de violencia. Podía ver la melancolía de la bestia.

    Rido elevó a aquella frágil cazadora y estaba consumiendo su energía. Notaba como el palpitar del corazón de la chica se volvía, a cada segundo, más lento e inestable. No, no iba a permitir que asesinase a esa cazadora; no iba a permitir que él cargase con otra muerte inocente que él, con su comportamiento habitual, no aceptaría. Christian tensó sus músculos y mostró los colmillos, tensando a su vez su mandíbula. No, no iba a permitirlo, y él como Pura Sangre estaba en su deber no solo de enfrentarlo por tener el mismo nivel, sino también de proteger a los suyos de un final inminente. Quizás si fuera otro, no le importaría tanto. Pero conocía a Rido lo suficiente como para saber que sus intenciones jamás buscaron algo así. Y ojalá no estuviese equivocado.

    Christian Blade, entonces, salió a gran velocidad justo por la espalda de su objetivo. Era una pena, su traje se echaría a perder, pero siempre podría reemplazarlo. Dudaba que pudiese reemplazar, en cambio, a un amigo; al único amigo que tenía. Le debía el continuar con vida, y ahora iba a pagárselo.
    - ¡Rido Blood! ¿Qué se supone que haces? -gruñó a la vez que elevaba sus pies del suelo en un gran salto, directo a la espalda del Pura Sangre con apariencia monstruosa. Se colgó de él y rodeó su cuello con ambos brazos, dejando relucir sus guantes blancos justo debajo del mentón de Rido, trabando sus manos y ejerciendo fuerza alrededor de sus huesos, apresando su nuca y perturbando el inicio de su columna. Christian continuó ejerciendo fuerza, hasta que pudo sentir cómo debajo de sus fuertes brazos una zona del cristal que lo recubría comenzaba a crujir. Si bien los cazadores no podían acercarse a semejante bestia -ya sea por temor, por debilidad o simplemente porque era imposible- Christian sí lo haría. No importaba cuánto tuviese que arriesgar, pues sus nobles sentimientos no le indicaban otra cosa, y no podría vivir consigo mismo si no hacía lo que creía correcto. Entonces, mientras apresaba su cuello y lo desconcentraba y, a la vez, desconcertaba, clavó sus dorados ojos en la joven cazadora. No aguantaría mucho tiempo bajo las manos de Rido, pues aunque estuviera apresándolo no parecía tener intenciones de soltarla. Todo indicaba que era momento de tomar una nueva decisión: salvar a la chica o seguir forcejeando con la bestia en la cual su amigo se había convertido. Ni siquiera estaba seguro de que Rido lo reconociera en el estado en que se encontraba, por lo cual sería muy peligroso continuar cerca. Si él, que había llegado de repente, quería colaborar y ayudar a todos allí, no debía quedarse fuera de juego a la primera. Maldición, pensó mientras miraba a su alrededor fugazmente. Entonces, aflojó el agarre alrededor de su cuello y, colocando sus manos sobre sus hombros, ejerció fuerza hacia arriba y elevó sus piernas y, luego, su cadera, pasando sobre la cabeza de Rido y comenzando a caer, de espaldas, delante del Sangre Pura. Sin embargo, su brazo se interponía entre Christian y la cazadora. Él suponía que en aquella forma, si bien era más poderoso y letal, al tener su tamaño duplicado y tanta masa muscular, se volvería consecuentemente más lento que un vampiro normal en su esbelto cuerpo habitual. Christian pensaba rápido mientras sus movimientos ágiles se lo permitían, y entonces lo decidió. Si no actuaba, Rido probablemente no dudaría atacarlo por la espalda. Christian miró a su amigo y, ahora, contrincante por encima de su hombro, de reojo, y entonces preparó su único golpe para intentar alejarlo.
    - Lo siento, amigo -susurró justo en el momento en que elevó su rodilla derecha hasta la altura de su abdomen y, mediante la velocidad y fuerza que le había proporcionado su anterior movimiento, giró su cuerpo y dirigió una veloz y explosiva patada justo al rostro del vampiro. Si bien sabía que eso no iba a frenarlo, al menos tenía la esperanza de que le golpeara y alejara por unos instantes o, en el caso de que pudiese esquivarlo, sabía que al menos así había llamado su atención y la vida de la cazadora se había extendido unos segundos más. Entonces, aprovechando esa oportunidad, Christian volvió a actuar rápidamente y sujetó a la chica por la cintura, pasando uno de sus brazos por su abdomen y alejándola de Rido con rapidez. A su vez, él mismo se alejaba del vampiro, cayendo unos metros más adelante.

    Christian se encontraba de pie con la chica en brazos. Observó su estado y pudo percibir que había drenado buena parte de su energía, pero se recuperaría pronto en cuanto se alimentase bien y descansara como es debido. Mientras tanto, no estaba seguro de si podría volver a luchar. Christian flexionó sus rodillas y apoyó una sobre el suelo, mientras aún rodeaba con sus brazos a la joven y le otorgaba su protección. Ah, Christan Blade, nunca cambiaría. Su debilidad eran las doncellas en peligro, y no podía quedarse de brazos cruzados si veía una acción semejante. Sea cazadora, anciana, niña o, simplemente, una pequeña cachorra extraviada en busca de sus amos, Christian se interpondría, como hombre noble y de honor que era, para sacarla de apuros. Y mientras sus ojos se posicionaban firmemente en Rido, analizaba la apariencia de su amigo y la ferocidad que recorría sus venas. ¿Qué le había ocurrido para terminar así? ¿Por qué? Frució el ceño y cerró los ojos, molesto con la desgraciada coincidencia de encontrar en tal estado al vampiro, y desvió su vista en dirección a la joven cazadora. Observó que su brazo sangraba. Bueno era que se había alimentado antes de acabar aquí.

    - ¿Te encuentras bien? -preguntó suavemente, amable, mientras sus dorados iris adquirían un peculiar brillo carmesí, amenazante pero inofensivo a la vez. Respiró suavemente, permitiendo que el aire gélido que despedían sus pulmones meciera un mechón rebelde de su cabello que se cernía sobre su rostro-. ¡Rido, detén esta masacre! -gritó al vampiro, intentando catar su atención, aunque probablemente ya lo hubiese hecho con su ataque-. ¿Qué diablos ocurre contigo? -gruñó, confuso y decepcionado, pero sin poder evitar sentirse molesto y a su vez triste. Pero, a pesar de que fuera su amigo, se enfrentaría a él si fuera necesario. No iba a permitir que hubiera más víctimas. Y, entonces, una flecha proveniente de una ballesta viajó hasta él, pretendiendo incrustarse en la herida cazadora. Christian elevó una mano y la sujetó al vuelo, partiéndola en dos. Clavó sus ojos en aquel cazador. ¿Así que los rumores eran ciertos? ¿Aquel cazador estaba aprovechando la distracción de ambos vampiros y la debilidad de la cazadora para acabar con ella? ¿En verdad eran tan ingenuos como para creerse capaces de engañarlo y poder efectuar tan burdo ataque? Si algo había hecho en todo este tiempo, era haber entrenado duramente y aprendido a manejar y doblegar esta fuerza oscuro que lo consumía por dentro. Y, ahora, no dudaría en implementarla. Rápidamente, la propia sombra del cazador se extendió por su cuerpo, elevándose del suelo, del mismo modo que Rido había hecho antes con la joven. La única diferencia era que esta sombra comenzó a devorar al cazador, asfixiándolo y despedazádolo. Rido, al poseer solo una extención del poder de Christian, no podía hacer tal cosa, pero eso no quitaba que no fuera igual de peligroso. La única diferencia era que Christian podía asesinar sin ensuciarse las manos ni malgastar su tiempo en atraer a su víctima hacia él. Y lo apenaba, a decir verdad. No le agradaba tener que matar humanos, pero cuando estos son corruptos, son solo una parte más de la escoria de este mundo, y él no haría diferencia alguna.
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    Mensaje por Rangiku Matsumoto Lun Ene 13, 2014 10:40 pm

    Sujeté la katana con fuerza, alzándola delante mía, intentando no distraerme de aquel ser. Por lo que pude ver, Dante había salido herido, pero al menos no lo habían dejado atravesado como a los cadáveres que ahora reposaban en el suelo, inertes. Estaba vivo y eso era lo que importaba. Vi que Yagari se había dado cuenta de mis intenciones y comenzaba a disparar contra Rido, apuntando a los ojos. Con suerte, aquello tal vez pudiese terminar de una vez por todas. Me permití el lujo de girarme al escuchar que alguien entraba en la sala, un vampiro por lo que parecía, pero no se trataba de un Sangre Pura en aquella ocasión. Paralizó a Rido, lo que hizo que el alivio creciese en mi pecho. Con una nueva resolución, me preparé para atacar en cuanto hubiese una apertura, no podíamos perder más tiempo. Muchos de mis compañeros estaban heridos, y Jack parecía realmente grave. Noté que Yagari había usado la misma mesa que había volcado instantes antes para proteger a aquel profesor... El que no estuviese allí significaba que había salido sano y salvo. ''Menos mal...'' pensé, aliviada. Fuera de allí podrían tratarle la herida mucho mejor de como yo se lo podía haber hecho, aun habiendo tenido tiempo.

    Entonces noté que algo me agarraba e intenté moverme, pero me tenía atrapada. Los ojos se me abrieron de par en par al ver a mi propia sombra atrapándome.-¿Qué...?-murmuré, conmocionada. Intenté zafarme de la sombra, pero me resultó imposible. Con rabia, apreté la empuñadura de la katana para no soltarla y seguí forcejeando con mi propia sombra. Antes de que me envolviese por completo, pude ver a Rido acercarse a mí, con los ojos cerrados, de los cuales corrían hilos de sangre. Aun en aquel estado... Aun habiendo recibido disparos de un arma preparada para luchar contra vampiros... Aun así... ¿Podía seguir luchando? Aquello debía de tratarse de una broma de mal gusto, era imposible. Escuché disparos, pero pronto pararon. Noté una mano enorme agarrando mi cráneo con fuerza. ''No puede ser''. Al apartarse la sombra, pude ver el rostro de Rido y confirmar que, efectivamente, era él quien me estaba sujetando. Estaba muerta. Se acabó. No tenía fuerza suficiente como para plantarle cara, y poco a poco comencé a sentirme rara... ¿qué era aquello? La mano de Rido apretaba mi cabeza con fuerza...dolía... Cerré los ojos con fuerza, forzándome a no gritar... No iba a darle ese gusto. Noté que mis fuerzas menguaban poco a poco. Alcé el brazo débilmente, intentando atacar al Pura Sangre, pero para mi sorpresa y por primera vez, pude notar el peso del acero. Mi mano no pudo seguir sosteniendo la katana por mucho más tiempo, y con horror vi como se resbalaba entre mis dedos y caía al suelo. Alcé la vista de nuevo hacia el rostro de Rido, que sonreía de manera siniestra.

    Me estaba matando. Estaba consumiéndome, lentamente. Noté que mis brazos caían a ambos lados, sin fuerzas, y los contornos comenzaban a volverse borrosos. No, no podía morir allí. Encajé la mandíbula, con rabia. Si no fuese porque la vida se me escapaba, si tuviera fuerzas... Maldita sea, si pudiera, aunque no sirviese de nada, seguiría dándole estocadas. No podía soportar la idea de estar allí, colgada de su mano como si fuera una muñeca de trapo. Inútil. Incapaz de defenderme. ''Demasiado débil'' aquellas palabras retumbaron en mi mente, como un eco lejano. Poco a poco comencé a perder la conciencia de mí misma. Mi respiración se volvía trabajosa, mis oídos zumbaban, y el corazón parecía más lento de lo normal... Casi no sentía los dedos de Rido clavados en mi cabeza. No veía a penas nada, tan solo formas borrosas...

    Noté un débil zarandeo, pero no podía reaccionar. Parecía haber alguien forcejeando con el Sangre Pura, pero a penas podía verlo ya. Cerré los ojos, sintiendo cómo la muerte se cernía sobre mí. De repente, noté que alguien me alejaba de aquel vampiro, y a la vez desaparecía la opresión que sentía mi cuerpo. La respiración se me cortó durante un instante, y sentí que la cabeza me daba vueltas. Parpadeé varias veces, mientras poco a poco comenzaba a recuperar la vista y el resto de los sentidos. Mi corazón volvía a latir con normalidad. Sentí que alguien me estaba sosteniendo en brazos. Con dificultad alcé la vista hacia el rostro de aquel hombre. Al poco pude ver con nitidez unos extraños ojos dorados que me miraban, preocupados. Intenté incorporarme un poco, a la vez que miraba con curiosidad a mi salvador.-¿Quién... eres...?- Pregunté con dificultad. A pesar de estar fuera del alcance de Rido, aun no había recuperado las fuerzas. Asentí suavemente cuando me preguntó si estaba bien, y pasé por alto el leve destello rojizo que pasó por su mirada. Era un vampiro, y si había conseguido plantarle cara a Rido de aquella manera, sin duda alguna era un Sangre Pura. En otro momento hubiese reaccionado, me hubiese incorporado alarmada, pero no tenía fuerzas para aquello. Sonreí levemente, agradecida. Abrí la boca para darle las gracias, pero en aquel momento noté un silbido, y vi la mano de aquel hombre parando una flecha que iba dirigida hacia mí. Miré la flecha partida en dos, con los ojos desencajados.-G-gracias...-murmuré, viendo cómo una sombra parecida a la que me había atacado acababa con la vida del cazador responsable.-Siento las molestias.- Dije, con la voz un poco más enérgica, sonriendo.
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    Mensaje por Rido Blood Mar Ene 14, 2014 3:04 pm


    Human Legacy

    La desesperación es todo aquello que puede acompañar al fracaso o incluso a la muerte, pero yo no estoy totalmente descuerdo con eso. La desesperación es simplemente la falta de esperanza, la sensación de que ya no puedes hacer nada, y entonces ¿No es la desesperación el único escalón que separa a los humanos de la dichada esperanza que todos tanto ansían para poder seguir luchando contra la oscuridad que nosotros: los vampiros, brindamos sobre ellos con nuestras amenazantes y sangrientas sombras ¿Cómo puede alguien hablar siquiera de esperanza cuando no se ha bañado de pies a cabeza en ese líquido espeso y oscuro de desesperación? No pueden, no pueden hacer nada si primero no son golpeados contra el suelo. Así funcionan los humanos. Desde su nacimiento deben de ser golpeados, deben aprender a sufrir para poder vivir y comprender que no hay placer sin dolor. Si un humano no sufre lo suficiente antes de empezar a disfrutar simplemente estará muerto antes incluso de entrar en su temprana tumba.

    Y eso era lo que Rido le estaba enseñando a todos esos pequeños cervatillos. La desesperación nubló la vista de la pequeña Rangiku y pronto la rodeo con sus emplumados brazos para llevársela lejos, lejos de la vida. Pero esa fue la única razón por la que la luz que llegó corriendo a rescatarla tomó importancia. Y es paradójico decir que Christian era una luz pues todo su ser era oscuridad. Describámoslo entonces como la tenue luz que brinda una vieja farola bajo el amparo de la noche y la lluvia en frente al "boulebar de lo sueños rotos". Y bueno, en cierto modo su presencia no solo brindaba la salvación de Matsumoto si no que también debería de ser una pieza clave para acabar con el desastre que Rido estaba llevando a cabo.

    La sonrisa del Pura Sangre era placentera, macabra, poderosa, mientras comprobaba como la vida se escapaba de las manos de la cazadora. Nada podía hacer ella para salvarse. Poco a poco, mientras aún recibía balazos y balazos fue recuperando su vista. Alguien había estado intentando dispararlo a los ojos, pero ya había aprendido la lección, el vampiro creo una fina capa de cristal llena de agujeros del tamaño de un alfiler a su alrededor que empezó a moverse por todo su cuero, incluso alrededor de sus ojos, brindándole esta vez una defensa aun mejor programada que la anterior pues no encerraba a Rido dentro de esa armadura por completo pero tampoco dejaba que ningún ataque pudiese tocar su carne. Al drenar parte de la vida de Rangiku Rido consiguió recuperar el sentido de la vista, pero mucho antes de eso había escuchado una voz familiar, tranquilizadora, pero amenazante el mismo tiempo. Era la voz de Christian ¿Qué hacía él allí?

    Cuando Rido finalmente pudo mirarle vio la ira reflejada en sus pupilas. Estaba enfadado, claro que lo estaba, Rido LO había hecho de nuevo. Había dejado que la bestia sobrepasase al vampiro. Pero aun no podía contener toda su rabia, Rido no iba a parar incluso si Christian estaba allí. Era peligroso y difícil intentar parar un tren que se ha salido de los raíles y avanza raudo hacia el inocente pueblo que descansa inocentemente a la espera de que algo interesante pase. Christan saltó sobre la espalda de Rido. Pura Sangre contra Pura Sangre, no era algo que se viese todos los días. Blade presionó y resquebrajó los cristales del cuello de Rido, pero no acabó la faena, pues no le quedaba tiempo para salvar a la chica. En lugar de terminar su trabajo saltó de nuevo y separó a la bestia de su presa, haciendo que Rido soltara a la cazadora. Rido quiso lanzarse sobre ellos como un tigre pero consciente de ello Christian descargó todo el peso y la fuerza de su rodilla en el abdomen del animal, para después golpear su rostro con el pie. Rido retrocedió mientras las balas seguían lloviendo a su alrededor.

    Lo cierto es que estaba tan descontrolado como desconcertado, seguramente si no fuera por el hecho de que Christian era su amigo no habría dudado en atravesarlo con centenares de estacas de cristal en cuanto se acercase a el, pero no, no le hizo nada. Ahora Rido se veía más torpe, estaba más indeciso. Y esto se debía a que su lado elegante, sensible, apacible intentaba tomar de nuevo las riendas de su cuerpo. No es como si tuviera doble personalidad ni nada por el estilo. La situación que atravesaba el Pura Sangre era fácil de comparar con escenas de la vida cotidiana ¿Alguna vez os habéis sentido tan frustrados y llenos de ira que incluso queriendo no habéis podido reprimir un grito de rabia, un golpe sobre la mesa, un puñetazo sobre la pared? ¿Verdad que os ha pasado? Pues imaginar esa sensación multiplicada por diez, en una persona que ha tenido que reprimir constantemente sus sentimientos para no volverse loco y sucumbir ante la demencia. El problema residía en que el poder que descansaba sobre las zarpas de Rido era mucho más pesado que las de cualquier otro humano, porque cuando un humano se descontrola y no puede aguantar más su ira es fácil controlarle, se le puede inmovilizar, noquear e incluso matar en casos extremos donde pone en peligro la vida de sus compañeros, pero ¿Que hacer con un ser que es tan difícil de frenar, que se vuelve tan irracional que ningún diálogo llega a profundizar lo suficiente en su cerebro como para hacerle reflexionar sobre su comportamiento? Pero Rido se esforzaba al máximo dentro de si para parar aquello y buscar explicaciones más razonables para solucionar sus problemas.

    Hacia unos minutos el Pura Sangre no tenía miedo de matar a nadie, no tenía nada que perder, había dado por hecho que tampoco iba a ver a su amigo en mucho mucho tiempo y que estaba solo, pero eso había cambiado. No estaba solo. No estoy solo. Sus pensamientos comenzaron a afectarle mientras se llevaba las manos a la cabeza, como si de repente esta le doliera mucho.

    Rido incó una rodilla en el suelo, derrotado mientras su cuerpo volvía poco a poco a la normalidad. Gruño hacia sí al mismo tiempo que las proporciones de su cuerpo se volvieron completamente humanos. Salvo por la heterocromía, eso siempre le acompañaría como la marca de su maldición y su desdicha. Las palabras de Christian resonaban en su cabeza como latigazos, la culpa lo corroía y le costaba aguantar las lágrimas. Un gran nudo se formó en su garganta, sus sentimientos se volvieron turbios, se sentía como un remolino que arrancaba las paredes de su pecho. La sangre con la que había manchado sus manos manchaban ahora su corazón, haciendo que los remordimientos por la seria consecutiva de asesinatos fueran cada vez mayores. No quería seguir con aquello, no tenía que haber hecho nada desde el principio. Rido no era un asesino, eso fue lo que Chiara le había enseñado. Pero la había perdido, y eso también dolía tanto, alguien tenía que pagarlo, alguien tenía que pagar por el dolor del vampiro, y este, cegado por su sed de venganza se tomó una jarra de agua salada al intentar asesinar a todos los cazadores. Por suerte para ellos, podía ofrecerles una información que seguramente valía bastante más que la vida de unos pocos cazadores inútiles, porque realmente Rido había matado muchos más desertores que cazadores cieles a Damaru, pues de estos escaseaban. Hablando de proporciones podríamos deducir que el acto bandálico del Pura Sangre había salvado más vidas de las que había tomado, porque si los desertores estaban en la fiesta habrían atacado tarde o temprano y las victimas serían mucho mayores. Pero... ¿Cómo se iba a tomar todo aquello el Presidente moribundo que a penas se mantenía de pie al lado de Yagari? Nada de eso importaba por el momento, todo lo que necesitaba Rido era la ayuda de su amigo, si Christian no le ayudaba nadie lo haría y si los cazadores volvían a cebarse con Rido todos ellos podían estar seguros de ese lugar pronto sería la tumba de todos.


    Christian...ayudame.

    El fuego de las columnas cedió y estas crugieron ligeramente, mostrando su inestabilidad, pero todavía podían aguantar el edificio, no había exceso peligro de derrumbamiento. Rido finalmente clavó su otra rodilla en el suelo y agachó la cabeza, sumiso, derrotado como dije antes. Pero los estúpidos traidores solo vieron eso como una excelente oportunidad para acabar con él. Un disparo furtivo de un arma antivampiros impactó en el hombre del Pura Sangre. Rido rugió de dolor y se giró hacia el lugar del que provenía el disparo. Mientras la sangre comenzaba a emanar desde su hombro derecho Rido alzó su mano izquierda y unas sombras agarraron los pies de ese cabronazo y el de sus tres compañeros. Como si fuera un látigo, la sombra agitó los cuerpos de esos hombres y los lanzó hacia Rido, impactando sus débiles cuerpos en frente de la figura del Pura Sangre. Con un movimiento ágil Rido agarró la cara del cazador más cercado, sin moverse de su sitio, al mismo tiempo que los cuerpos del resto de ese escuadrón de traidores se prendía fuego y se calcinaban. El cuerpo que Rido sostenía con su mano fue deshaciéndose hasta convertirse en polvo y el Pura Sangre pudo sentir como la carne de su hombro sanaba poco a poco aunque no dejaba de sangrar y doler. Ese había sido el último desertor con vida. Ese debía de ser el comienzo del final de la fiesta pues el sol pronto comenzaría a levantarse sobre las cabezas de los ahí presentes. Si los chicos jugaban bien sus cartas pronto podrían descubrir donde se hallaban esas personas que permanecían encarceladas. A menos que en realidad ya lo supieran y el Pura Sangre no tuviera nada que ofrecerles.
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    Mensaje por Christian Blade Mar Ene 14, 2014 5:58 pm

    Christian había llegado justo a tiempo. Sin pensar jamás en que se encontraría con su viejo amigo, acabó por enfrentarse a él cara a cara,  luchando por defender una efímera vida frente a la bestia en la que el Pura Sangre se había convertido. Y es que la vida de la cazadora eso era, efímera, suave y delicada como el vuelo de una pluma. ¿Qué era esa pequeña alma en comparación a la bestialidad que la sostenía? Nada y todo a la vez. Esa era la particularidad de los humanos: podían significar algo tan mínimo como, a su vez, algo tan importante. La mortalidad era un arma de doble filo en estas circunstancias; un tesoro y una condena. ¿Pero acaso no conllevaba mayor maldición poseer esa eternidad prolongada y poderosa? Basta tan solo mirar de lo que a veces son capaces los vampiros para asegurarse de ello. Incluso Christian, viendo ahora mismo su propio reflejo en Rido, era consciente de que más de una vez se ha visto tentado de aplastar una flor, si no es que llegó a hacerlo. Y ahora mismo tenía, entre sus brazos, una de esas frágiles flores que uno encuentra, por casualidad, en pleno invierno, manteniéndose firme ante la gélida nevada y las crudas temperaturas. Aquella cazadora le había hecho frente a Rido sin pensar en las consecuencias, y casi acaba con su vida debido a ello. Christian no iba a permitir que eso sucediera; no iba a permitir que las manos de Rido se manchasen de sangre innecesariamente. Hasta aquí había llegado.

    La voz de la cazadora había llamado su atención en un determinado momento. El vampiro se sorprendió de que pudiese hablar. Le preguntó quién era y los iris ámbar del Sangre Pura fueron a parar directamente a los de la chica. De no ser porque ahora mismo tenía una flecha entre sus dedos y debía prestar suma atención a lo que le rodeaba, le hubiese dicho quién era con gusto. Sin embargo, sólo se limitó a pronunciar unas simples pero sensatas palabras:
    - No se esfuerce, no hable ahora -respondió de forma cortés. Aunque su expresión era seria y, en cierta medida, amenazante, la amabilidad de su voz quitaba todo riesgo de que ella fuese atacada por segunda vez por uno de su especie. Christian había soltado la flecha -que yacía en el suelo hecha añicos- y con aquella mano enguantada había cubierto la boca de la cazadora, delicadamente, en clara señal de que no dijera una palabra más. Estaba débil y debía reservar sus energías para estar alerta. Más adelante, tal vez, habría tiempo para agradecer.

    Christian observó, entonces nuevamente a Rido, el cual parecía confuso e inestable, pero ya no para el maleficio de todos, sino para cierto beneficio. Rido parecía, a su vez, horrorizado por lo que estaba haciendo, y Christian podía percibir su energía hecha un caos. No tardó demasiado tiempo en caer de rodillas al suelo, recuperando su forma humana otra vez. ¿Pero a qué se debía tan repentino cambio? ¿Acaso Christian había logrado redimir a su amigo con simplemente aparecer frente a él y regañarlo un poco? ¿Acaso había logrado hacerlo entrar en razón? El joven Blade se mantuvo, no obstante, en su posición, inspeccionando lo que ocurría y estando alerta por cualquier cosa que pudiese ocurrir de repente. Sin embargo, la voz de Rido se hizo oír al mismo tiempo que el fuego que invadía el edificio desapareció y la estructura bajo la cual estaban amenazaba con caerse y aplastarlos a todos. Y, justo en ese mismo instante, un cazador atacó al vampiro, aprovechándose de esa debilidad emocional que crecía en su interior. Christian se alarmó al mismo tiempo que se enfureció. Detestaba a los oportunistas. Sin embargo, más allá de la furia que creció en su interior debido a eso, yacía el recuerdo latente de sus palabras. Rido le estaba pidiendo ayuda. Le estaba suplicando que lo socorriese. El semblante de Christian se frunció, adquiriendo una increíble fuerza en la mirada. Así era, lo iba a ayudar, cueste lo que cueste. Iba a devolverle el favor que él una vez le hizo, pero sobre todo, lo haría porque Rido era su amigo, y comprendía su dolor como si lo viviese en carne propia, y es que tal vez ambos Pura Sangres no fueran diferentes en el fondo.

    Al cabo de unos segundos, miró a la cazadora y se puso de pie con rapidez. Avanzó hasta la zona donde se encontraba Yagari Touga, el único cazador de los presentes al cual conocía. ¿Dónde estaría Kasha? Y ahora que miraba mejor a su alrededor, ¿por qué Fraiah no estaba en la fiesta? Quería creer que eso era bueno y no malo, como lamentablemente se enteraría luego. Sin embargo, no había tiempo para pensar. Christian llegó hasta Yagari y, tras echarle una mirada más a la cazadora, se la tendió a él, dejándola a su cuidado. Clavó sus intensos ojos en aquel cazador rubio que yacía bastante malherido y, tras entrecerrar los ojos un momento, se volteó para ver a Rido.
    - El edificio va a derrumbarse. Será mejor que evacúen a los suyos -sugirió con clara advertencia a los cazadores que se encontraban, ahora, tras sus espaldas. Y tras decir esas palabras, avanzó hacia Rido, agradecido de que ya ningún cazador los atacase. No demoró en situarse frente a él, hincando una rodilla en el suelo y elevando sus brazos para sujetar los hombros de su compañero-. Estoy aquí, Rido, estoy aquí, tranquilo -murmuró con prisa, observando el estado del vampiro e intentando calmar su espíritu tormentoso-. Debemos irnos. El edificio está a punto de derrumbarse -aclaró. Primero debía poner su vida a salvo; luego habría tiempo para dialogar y que le explicase qué demonios pasó por su mente cuando decidió hacer semejante cosa. Tuvo suerte de efectuar más bajas en los desertores, ¿pero qué si era al revés? Todo estaría, probablemente, perdido-. Vamos, levántate -ordenó amablemente, mientras pasaba uno de sus brazos por encima de sus hombros, logrando sostenerlo y comenzando a ponerlo de pie.
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    Mensaje por Jack Wintersnow Mar Ene 14, 2014 10:04 pm

    Voces lejanas, rostros difusos que se dibujan en el aire como halos de luces. El dolor era insoportable, tenía ganas de vomitar, de vomitar sangre, quería rendirme, lo deseaba con todo mi alma, pero sabía que no podía, me tenía que levantar. No podía mantenerme en pie, mis músculos no respondían, fue mi cuerpo el que dijo " Ya Basta" mientras mi mente y mi corazón gritaban "Todavía no estoy acabado" Apreté la mandíbula y rugí dolorosamente una vez más, elevando mi voz por encima del ruido de aquella pagana fiesta. Unas manos me agarraron, me zarandearon y me permitieron estar de pie unos momentos más. Era Yagari, me estaba regañando, me ordenaba que no me rendiera. Tsk, por favor ¿Quién era él? ¿Mi padre o algo así? Yo no tenía familia, no necesitaba que nadie me cuidase como a un cachorro, yo no era Damaru. Y yo no iba a morir por nadie, los muertos no pueden proteger a sus seres queridos, si quieres a alguien debes permanecer junto a él, no puedes abandonarlo entregando tu vida sin más. Fraiah había conseguido que tuviera algo por lo que luchar, algo de verdad por lo que mantenerme con vida. Tosí algo de sangre, manchando mi precioso traje y aparté con un torpe manotazo a Yagari, mientras le miraba con solo un ojo. Un ojo esmeralda lleno de ira y dolor.

    Puedo seguir. Ciñete al plan....

    Dije entrecortádamente mientras daba unos débiles pasos hacia mis espadas. Me agaché con dificultad, mientras la periferia de mi campo de visión se ponía de nuevo borrosa, para empuñar mis preciadas armas. Pude apreciar, sin embargo, como los cristales de mi hermano atravesaban el torso de Dante. Pero el aguantaría sin problemas, de eso no había duda. Estaba preocupado, claro que lo estaba, todos corríamos peligro, pero eso no me iba a detener, tenía que pararle los pies a ese demonio. Tensé todos los malditos músculos de mi débil cuerpo y mostré fortaleza de una vez por todas. Inhalé aire, realzando mi pecho y levanté la barbilla, mientras escupía otro pequeño borbotón de sangre por la boca, manchando todavía más aquel traje que tanto apreciaba. Luego tendría que ir de compras. Ya podía respirar casi con normalidad, me sentía pesado y me dolía uno de los pulmones una barbaridad cada vez que aspiraba aire, pero resistí. Supuse que me había roto una costilla y esta había perforado el pulmón, pero había tenido suerte, en el peor de los casos la costilla se me habría clavado en el corazón y nadie habría podido levantarme jamas del suelo.

    Mis ojos se encendieron de pasión cuando levanté el brazo hacia el cielo para dar las nuevas ordenes, el Presidente no estaba acabado. En ese momento un par de nuevas figuras entraron en acción. Un vampiro que decía estar de nuestra parte y otro Pura Sangre, solo esperaba que no fuera compañero de Rido, no quería tener que lidiar con otro Pura Sangre. El vampiro paralizó a Rido durante unos segundos, pero después de eso la ciega bestia se lanzó hacia Rangiku, agarrándola de la cabeza, iba a matarla. No bajé el brazo, quería dar la orden de disparo, pero mataría a Rangiku también, y si no lo hacía ella moriría bajo las manos de Rido. Cruzé en diagonal ambos brazos anulando inmediatamente la orden y señalé rápidamente a Yagari y a Dante sin girarme para que rodearan a Rido, teníamos que actuar rápido.

    Quise correr hacia el vampiro, pero no podía, así que comencé a caminar torpemente hasta su posición con la intención de salvar a mi subordinada, pero el otro Pura Sangre se me adelantó. Saltó por encima de la bestia, agarrándola del cuello, rompiendo su barrera solo con la fuerza de sus músculos, para después terminar por arrebatarle a Matsumoto. Se la llevó lejos de Rido, a un sitio seguro mientras todavía seguía viva. "Bien, esta de nuestra parte" Pensé mientras seguía caminando hacia Rido ¿Por qué aquel tipo no había atacado al otro pura sangre? ¿Por qué dudaba? ¿Por qué no se movía? ¿Por qué?


    Rido se agarró la cabeza, dolorido, después calló arrodillado al suelo y pidió ayuda al otro vampiro, Christian. Se conocían. Christian y Rido eran efectivamente compañeros. Eso no era difícil de deducir gracias al tono de voz empleado por ambos al entablar aquella confusa conversación. Si se conocían y eran amigos pero se veían obligados a combatir era porque algo no andaba bien, en ese caso Rido. Si tenemos en cuenta que Christian estaba de nuestra parte y era compañero del otro Pura Sangre podemos deducir entonces que realmente ninguno de los dos tiene malas intenciones. Lo que estaba ocurriendo era que el otro Pura Sangre estaba siendo manipulado de alguna manera, ya sea por sus propios sentimientos o bien por alguna idea que había arraigado en su mente. Hacía unos momentos Rido había dicho que ambos perseguían el mismo objetivo, eso aclaraba que realmente los únicos cazadores con los que Rido había venido a acabar era con los traidores, pero desconociendo él el hecho de que la Asociación no era partidaria de las acciones de los desertores nos había atacado también a nosotros. Pero para cuando se había dado cuenta era demasiado tarde, estaba controlado por su ira. Era una sensación que yo también conocía, y recién la había experimentado, en la cafetería. De hecho, después de haber drenado la energía de varios de los desertores Rido se había centrado en atacar más al bando de los rebeldes. Todo había sido un gran y macabro malentendido.


    Tsk...maldito bastardo.

    En realidad él había minimizado las bajas de la Asociación, si nos hubiéramos enfrentado a los desertores en un refriega de seguro habrían muerto muchas más personas bajo la lluvia de balas, pero al haberse centrado casi todos los ataques en una sola persona había habido realmente pocas víctimas. Él era como un mártir anónimo y ciego que se lanza furioso a por los enemigos. Poco a poco el Pura Sangre comenzó a volver a su forma humana y Christian se acercó a él para ayudarlo. Parecía que su relación de amistad era bastante fuerte. Se podría decir que eran como dos hombres que se apoyan el uno en el otro más que en nadie cuando ya nada les queda ¿Acaso la razón del ataque de Rido se debía a una gran perdida que había sufrido él por culpa de los desertores? Pues no me extrañaría. Pero si ese era el caso casi podía estarles agradecidos, porque estaba seguro de que gracias al sacrificio de las vidas de mis hombres y algunos huesos míos íbamos a conseguir dos aliados potenciales.

    Las llamas de las columnas se habían apagado, no había pasado el tiempo suficiente como para que estas se calcinaran lo suficiente, al fin y al cabo eran de mármol. Haría falta algo más de poder para derretirlas, lo que me hacía sospechar que los dones de ese tal Rido no eran realmente suyos, de hecho, ningún vampiro tiene tantos dones, solo poseen uno, Dios mio! Pero ese Pura Sangre poseía, hasta donde había podido contar: cuatro en total. Uno drenaba la energía, otro era idéntico al poder de manipular la materia en su estructura cristalina de Nokku, pero era a menos escala, el tercero era la manipulación de sombras, el mismo truco que había usado Christian, pero de forma más eficiente en uno de los traidores, y por último estaba el fuego negro, que seguramente habría sido copiado como el resto de los poderes. No podía usar las habilidades copiadas con la misma fuerza con la que lo haría el dueño original, pues para eso hacen falta décadas de práctica, fue por eso que ni las columnas se quemaron ni los cristales tenían la envergadura de los que podía crear Nokku con un solo chasquido de sus dedos.

    Esperó hasta que Dante y Yagari hubieron rodeado a los dos sujetos Pura Sangre, no quería problemas con ellos pero tampoco iba a dejar que se fueran de rositas. Christian bien podía haber salvado la vida de Rangiku, pero eso no le daba el derecho de llevarse a Rido de allí hasta que yo lo considerara, había matado a mis hombres, y puede que todo hubiera sido un malentendido, pero sin duda habrían muerto muchos más hombres de no ser por mi intervención en la fiesta. Incluso aquel animal desesperado me había empujado hasta el borde de la muerte, había asesinado a sangre fría a una joven alumna y había provocado que aquella vampiresa de coletas azules estuviera medio desangrándose detrás de una cobertura. Todo eso era razón suficiente para ejecutar a aquel hombre, si es que se le podía llamar hombre, en ese mismo instante.


    Christian-dono, le agradezco su coloboracion.... soy el actual Presidente de lo que queda de la Asociación. Tu amigo no se puede ir todavía - me dirigí entonces a Rido- No hemos terminado de hablar... y ahora que ya has terminado con los cazadores a los que has venido a matar es hora de que nos des explicaciones Rido Blood. Se que has sacado buena información de esos hombres. Dámela o te mataré aquí mismo, delante de todos.

    No iba a ser blando con Rido, y esperaba que él comprendiera la razón. De hecho, estoy seguro de que si el Presidente hubiera sido cualquier otra persona ni siquiera le hubiera preguntado antes de ordenar el ataque combinado de toda la asociación sobre él, pero yo no era ningún estúpido, ese vampiro me servía más con vida. Además, si le atacaba también me enemistaría con Christian y ese hombre parecía tener una voluntad demasiado buena como para desperdiciarla luchando contra nosotros. Ya solo quedaban cadáveres en el recinto, aparte de mis hombres y algunos vampiros, claro, ya no había desertores, los que habían sobrevivido huyeron al comprobar que morirían en vano si no se retiraban. Sucias y deshonradas lagartijas.
    Apunté con la temblorosa punta de mi katana hacia Rido mientras luchaba por mantenerme consciente. Estaba claro que yo ya no era un oponente para él, pero el resto de mis amigos si lo eran. Espera... ¿Qué? ¿Había dicho amigos? Oh, al diablo con esto, al diablo contigo Nokku. Tosí sangre tapándome la boca, pero mantuve una mirada fría y devastadora sobre la figura del vampiro, ya era hora de enfrentar el destino y de hablar como hombres.
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    Mensaje por Yagari Touga Mar Ene 14, 2014 11:13 pm

    Yagari había ido donde estaba Jack y había utilizado aquella mesa para protegerlos tanto a él como a esa vampiresa llamada Miku. Sin embargo, tras toda esa sarta de palabras, Jack no parecía reaccionar. ¿Es que acaso ya se había rendido? ¿Acaso no tenía nada que lo motivase? Si bien Yagari era un perro solitario, su deber con los humanos y su tremenda repulsión hacia los vampiros lograba ser motivo suficiente como para no rendirse y dar lo mejor de sí con tal de no fallar en perseguir su objetivo y lograrlo. Hacía tiempo, luego de aquella terrible pérdida, le había jurado a Kaien que jamás se echaría atrás y que nunca dudaría en arrancarle la cabeza a un ser tan despiadado e impío como lo es un vampiro. Y ahora no sería la excepción. Él ya estaba de pie, delante de Jack, listo para batallar, con o sin él. Sin embargo, la voz del Presidente se hizo oír y Yagari sonrió de lado, cerrando los ojos un momento. Se volteó para verlo por encima de su hombre y admiró aquel iris lleno de ira y dolor. El coraje de ese crío era, en ocasiones, admirable.

    Jack había comenzado a indicar la estrategia de ataque, cuando Rangiku se vio apresada por las garras corruptas de aquel vampiro. Yagari se quedó rígido por unos momentos mientras sentía cómo la sangre le hervía por dentro. No podía ser posible. El cazador mostró los dientes, en signo de enfado y odio.
    - Cabrón -siseó. Su mente iba a mil mientras intentaba idear algo, pues tal como Jack indicó, aquella orden de ataque debió ser anulada. Sin embargo, todo apuntaba a que Rangiku moriría de todos modos. Si no eran los disparos, sería ese sucio vampiro. ¿Cómo se atrevía, siquiera, a ponerle las manos encima? ¿Pero qué podía esperar de seres como él? Ya había asesinado a una alumna delante de sus narices cuando decidió iniciar "su fiesta" particular e instaurar una nueva Navidad sangrienta.

    Pero entonces, de un momento a otro, pareció llegar el milagro. En primer lugar, había llegado hacía unos minutos un vampiro que decía estar de su lado, pero.. ¿por qué querría de estarlo? Yagari no dejaba de sospechar, pero ahora mismo no podía pensar en otra cosa que la vida de una cazadora a punto de ser exterminada. Sin embargo, la puerta sellada por los traidores estalló y una nueva figura emergió: un Pura Sangre. Yagari tensó sus músculos creyendo que todo se iba a ir terriblemente al diablo, pero entonces pudo reconocer a aquel vampiro. Sí, lo recordaba. Se trataba del hermano de Eslin, la novia de Damaru. Había tenido oportunidad de verlo en alguna que otra ocasión, y justamente hace un año, en la anterior fiesta de Navidad, también había contribuido a ayudar a la Asociación. Es más, en este preciso instante lo estaba haciendo de nuevo. Y entonces Yagari consideró que era el momento de actuar, pues Matsumoto se encontró de pronto a salvo gracias a aquel inmortal. Yagari miró a Jack, que comenzaba a avanzar en su dirección. El cazador pensó al instante en ir tras él, pero antes que pudiese hacerlo, Christian se había acercado con el cuerpo de Matsumoto. Yagari colgó su escopeta en su hombro y tomó a la chica en brazos, recostándola contra su pecho. ¿Por qué se sentía tan fría? El ojo azul de Touga fue a parar sobre la figura de Rido. Ese bastardo... No podía creer que ahora pidiese ayuda como un simple crío. ¿Acaso no se percataba de todo lo que había hecho? Le importaba una mierda que hubieran muerto más desertores que nobles cazadores, pues ¿qué ocurría si hubiese sido al revés a causa de su descuido? Atacó sin preguntar, se llevó vidas inocentes, como la de aquella alumna, sin tener noción de lo que estaba haciendo. La impotencia y la ira provocaron que Yagari presionara un poco sobre el cuerpo de Matsumoto, pero sin llegar a hacerle daño. Instantáneamente, la voz de Wintersnow llegó a sus oídos, por lo que el cazador comenzó a avanzar mientras cargaba a la cazadora con él.

    Tras unos momentos, se posicionó detrás del Presidente, clavando sus ojos en ambos vampiros. Tenía razón. Ese vampiro loco no iría a ninguna parte. Yagari miró hacia un lado y mediante una seña llamó a un cazador que se encontraba cerca de una de las columnas de mármol. Cuando se acercó, le tendió a Matsumoto. Por un lado, le daba pena la chica, debería sentirse una mochila que era cargada una y otra vez por alguien nuevo, pero Yagari solo lo hacía con la intención de poder tener las manos libres frente a cualquier eventualidad. Mientras tanto, ella estaría a salvo más atrás, lejos del centro de atención y, a su vez, lejos de aquellos dos Sangre Pura. Al mismo tiempo, le ordenó que comenzaran a desalojar el lugar, pues había peligro de derrumbe.

    Touga levantó del suelo la katana que Matsumoto había dejado caer, y el sonido metálico resplandeció en aquel silencioso salón lleno de cadáveres.
    - Ya lo has oído, vampiro. Habla o te haremos hablar -sentenció, reforzando las educadas palabras del Presidente con su sagacidad y hostilidad característica. Ahora verían qué tenía aquel ser para decir, y sería mejor para él que su información fuera provechosa. Las muertes de sus hombres no iban a ser en vano, por un simple ataque de demencia sin sentido alguno.
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    Mensaje por Rangiku Matsumoto Miér Ene 15, 2014 10:34 pm

    La mano del Pura Sangre se posó sobre mi boca, y asentí con suavidad cuando dijo que no hablara. Tenía frío, y me sentía incómoda siendo llevada de aquella manera. A pesar de eso, no me moví. Sabía que, seguramente, si intentaba andar en aquel estado acabaría en el suelo. Además, visto lo visto, prefería observar un poco antes de volver a actuar si es que se daba el caso, y si mi condición lo permitía. Giré los ojos hacia Rido, estrechando los párpados mientras lo miraba desconfiada. De repente se mostraba sumiso, como si no le quedasen fuerzas... ¿Qué significaba aquello? Aquel vampiro se presentaba en mitad de la fiesta, se cargaba a la mitad de los que estábamos y luego se comportaba como si fuera una víctima. Estreché aun más los párpados al escucharle pedir ayuda. ¿Qué pasaba por la mente de Rido? ¿Qué había detrás de toda aquella masacre? En aquel instante parecía que lo había hecho llevándose por un impulso, por un acto desesperado... Espera, ¿acaso eso era una buena excusa para matar gente inocente? Acabé retirando la mirada del vampiro, molesta.

    Iba a pedirle al Sangre Pura que me sostenía que me bajase, pero entonces comenzó a caminar. Bajé la cabeza, decidiendo una vez más no hacer nada. Cerré los ojos, sintiéndome terriblemente furiosa conmigo misma. Había dejado que la habilidad de Rido me atrapase, no había podido evitarla. Si no sabía cuidar de mí misma, ¿cómo se suponía que cuidaría de los demás? Abrí los ojos al sentir que pasaba de manos y miré a quien me sostenía en aquel momento. Alcé la mirada hacia el rostro de Yagari y abrí la boca para decir algo, pero finalmente bajé la cabeza, dejando que los mechones de pelo negro cubriesen mi cara. Mi rostro se tornó sombrío, serio, distante. Hacía bastante tiempo que no me sentía de aquella manera. Apreté levemente los párpados, aguantando una punzada que me había dado el brazo herido al apretarme Yagari contra sí mismo. Me volví a dejar cargar, como si fuese una muñeca. Al estar cerca de Jack pude ver que estaba tosiendo sangre. Abrí mucho los ojos, asustada. Aquel hombre necesitaba atención, y rápido. Le dirigí de nuevo una fría mirada a Rido, seguía sin creerlo.

    Yagari me tendió hacia otro cazador, pero aquella vez no pensaba volver a ser cargada. Cuando fue a soltarme me dejé caer con cuidado hacia delante, cayendo de pie. Me sostuve en pie durante unos instantes algo insegura, apoyándome un instante en el brazo de Yagari para no caerme, pero al poco recobré el equilibrio. Sí, me sentía débil para caminar, pero no me gustaba estar pasando de unas manos a otras. Además, sería débil, pero tenía la cabeza más dura que una piedra, y si se me metía que aguantaría, lo haría. Comprendía la situación, sabía que allí sería una carga. En silencio, comencé a andar con pasos poco  estables, pero si vacilar ni un instante. En aquel momento no era de ayuda mi presencia allí, todo lo contrario. Pero, en vez de dirigirme hacia la puerta, me dispuse a encontrar al desertor al que le había lanzado la daga al inicio de todo aquello. Al poco lo encontré y me agaché para retirarla de su pecho. La hoja salió bañada en sangre. Miré con seriedad el brillo carmesí que tenía. Tras un breve instante, limpié la hoja en la falda de mi propio vestido y la guardé en su lugar, sujeta contra mi pierna. Me di la vuelta y me alejé del lugar, de nuevo armada.

    Caminé hasta donde pude y me apoyé en una columna, cansada. Respiraba con dificultad y notaba que no aguantaría demasiado en pie, pero mientras mis superiores siguieran delante de los Pura Sangre, yo también. El sucesor de Damaru no paraba de toser sangre, y a pesar de eso, seguía plantando cara a Rido. Dante tenía un enorme agujero en su costado, y aun así, seguía allí. Me dejé resbalar por la columna hasta el suelo, sentándome sobre el frío mármol, sintiendo un escalofrío. Reprimí una mueca de dolor. No, mientras ellos siguieran allí no pensaba moverme. No me encontraba muy lejos de la salida y sí lo suficientemente alejada de Rido, así que no tendrían que preocuparse. Volví mi mirada de nuevo, un poco más serena que antes, hacia el vampiro, esperando su reacción.
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