Issei Chrane

Si de algo se puede dudar en Issei, es su personalidad. Su rostro pocas veces indica sus pensamientos o su próximo movimiento. Inexpresivo en la mayoría de las veces, no se encuentra humor alguno en sus facciones. Normalmente adquiere un aspecto jovial, educado y algo torpe; sin borrar esa estúpida e ignorante sonrisa de su pulcro rostro celestial. En cambio, esto solamente es un invento para atraer a sus mujeres, pues dicho queda que Issei es un gran seductor de señoritas. Su voz aterciopelada logra conseguir a aquella que primero haya pasado por sus ojos. Como no, le encantan las mujeres jóvenes, igual que su sangre fresca, esperando por él. Se divierte bastante en encantar a sus damiselas, verdaderamente tal y como un príncipe para ellas. Del mismo modo en el que utiliza la ironía y la lógica como sus grandes armas de expresión. Sin embargo, toda esta actuación dista bastante de la realidad. Issei resulta ser uno de los más sanguinarios vampiros de su raza y no dudaría en matar a su más preciado familiar por conseguir lo que quiere. No acepta nunca un "no" por respuesta. Caprichoso de por sí, no hay nada que se le resista.

El pasado de Issei es turbio, muy turbio. Empezando por sus orígenes, hasta el final de sus décadas. En un principio, el joven Issei creía en la completa y pacífica convivencia entre vampiros y humanos. Pero cierto día, su padre y hermano mayor, fueron asesinados por un clan enemigo de la familia. Los rumores del fallecimiento se extendieron, junto con la masacre de aquel día. De ello, su bella y amorosa madre fue condenada injustamente a morir en la hoguera, por asesinato de humanos. Y así quedaría manchado de sangre el apellido Chrane.

Junto a su pequeña hermana Kotomi, Issei quedó en el mundo huérfano. El odio fue creciendo, equilibradamente para ambas razas, en tan joven corazón. Escapó con su hermana hasta los confines del mundo, evitando todo cazador y todo vampiro. Pero el fin del mundo no es suficiente para huir. Ambos quedaron escondidos, rodeados por los cazadores. ¿Qué alternativa les quedaba? Con tal de evitar el mismo sufrimiento de su madre, Issei sacrificó a Kotomi entre sus brazos, bajo unos fieros colmillos que no dudaron en acabar con su vida. El propio Issei había matado a su propia hermana pequeña. Sin esperanzas en las que creer, y sorprendentemente, sobrevivió de aquel encuentro.

Desde entonces, no ha vuelto a ser el mismo.

Ahora, Issei solamente vive por y para hacer daño; para cumplir sus más estrictos y pecaminosos deseos. No encuentra otro placer, ni otra sensación tan placentera como el dolor y el sufrimiento tras la tortura. Gozoso o no, desde hace lustros vive en la penumbra, sin rumbo alguno; a la sombra de los cazadores y vampiros que lo persiguen.