|
Bienvenidos a Vampire Knight: Academia Cross. Esperamos realmente que los usuarios y también los personajes, disfruten la estadía en el foro y sobre todo, participen en esta comunidad. ¡Diviértanse por encima de todo!
|
|
Conectarse
Últimos temas
Anuncios
No hay anuncios disponibles.
Piscina municipal
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Piscina municipal
Esta es la piscina, podeis venir a refrescaros aquí, esta cubierta por lo que tambien en invierno abre
- Kaien Cross
Cantidad de envíos :
450
Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Piscina municipal
(después de un descanso y de olvidar al niño ,voy a por mi siguiente victima ...era el socorrista de la piscina ,el de turno de tarde ,entre por los vestuarios y llege donde los socorristas se cambian ,alli estaba el calentando el cuerpo antes de cambiarse ,era el tipico hombre formido pero nada del otro mundo entre por la puerta queria que me viera bien antes de morir ,el sombrero me tapaba los ojos ,de la manga saco una mano con un kunai ......la escondo detras de mi y sonrio)
-elige mano ,esa sera la forma de librarte...
(el señor sonrio no le daba miedo y eso era un erro grande , pero se atrevió y eligió la izquierda ...se la mostre no habia nada o eso el creia cuando el kunai atraveso su garganta ,desapareci de alli mientras el hombre agonizaba )
-elige mano ,esa sera la forma de librarte...
(el señor sonrio no le daba miedo y eso era un erro grande , pero se atrevió y eligió la izquierda ...se la mostre no habia nada o eso el creia cuando el kunai atraveso su garganta ,desapareci de alli mientras el hombre agonizaba )
- Black "alma"
Cantidad de envíos :
838
Re: Piscina municipal
*bonito lugar , pensó al ver la piscina cerrada a cal y canto por la policia ,se habia cometido un crimen hace mucho tiempo,ahora lo usaban vampiros para traficar con armas anti humano , no sabia para que esa clase de arma pero supuse para los cazadores que eran mucho mas duros que los humanos normales ... todo lo que habia alli era una mafia bien formada cual cabeza de pirámide era un vampiro al que los cazadores de la zona le dominaban tiburón , pero aunque black iba tras el nadie se acercaba a el ,miedicas , tras ir pasando asta llegar donde se suponía que era el despacho del tiburoncillo todos los vampiros me miraban mal ,normal el había acabado con alguno de ellos ,una vez delante de el le pregunto sobre donde estaba su jefe ...pero el no contesto , asi que no le quedo mas remedio que acabar con todos ellos ,dos leones de fuego son lo único que vieron algunos otros solo su mandoble *
-esto era todo????
*fue su ultima frase antes de desaparecer del lugar en llamas*
-esto era todo????
*fue su ultima frase antes de desaparecer del lugar en llamas*
- Crash
Cantidad de envíos :
2595
Localización : En busca de la tranquilidad.
Humor : Según este el tiempo.
Re: Piscina municipal
Marcus llegó con Ziel a la piscina municipal. A esa hora, nadie estaba trabajando en la zona, por lo cual ideó un plan para ingresar sin problemas: tiró la puerta abajo. Sí, quizá los modos delicados se los reserva solo para Ziel y Bella. Caminó lentamente ingresando en el lugar. Probablemente Ziel no comprendiera qué diablos hacían allí, pero pronto se enteraría.
- He oído que hay unos baños termales en el fondo del edificio, porque conecta con un pequeño bosquecillo a las afueras de la ciudad -comentó. A decir verdad, las piscinas municipales quedaban bastante lejos del centro del pueblo, y casi se hallaban en las afueras si no fuera por unos pocos kilómetros. Miró a Ziel a los ojos-. Tomaremos un baño. Necesitas asearte y relajarte -determinó, abriendo otra puerta con el mismo método.
Al llegar, un cálido y húmedo vapor los invadió a ambos. Dejó a Ziel en el suelo y cerró la puerta. El joven no iría a ninguna parte con Marcus allí. Aunque cayera preso de la desesperación y la sed, no sería capaz de escapar de allí. Marcus se lo impediría, y aunque Ziel sabía perfectamente que el vampiro le quería, tenía un no muy grato recuerdo de lo que Marcus es capaz de hacer si alguien lo desobedece.
El vampiro comenzó a desabrocharse la camisa, para dejar su torso al descubierto. Mientras iba pasando sus manos botón por botón, miró a Ziel seriamente.
- Desnúdate -ordenó. El pequeño detalle de todo esto es que capaz él le había dicho que también tomaría un baño. Estaba comenzando a ser más rudo con él, porque esto era lo que necesitaba. Ziel debía despertar todas sus emociones y llegar al límite de sentirlas con intensidad ensordecedora. De lo contrario, no las conocería y no sabría cómo actuar ante ellas. Y él, dulce e inocente, jamás querría hacerle daño a un humano... Jamás querría herir a alguien que aprecia.
- He oído que hay unos baños termales en el fondo del edificio, porque conecta con un pequeño bosquecillo a las afueras de la ciudad -comentó. A decir verdad, las piscinas municipales quedaban bastante lejos del centro del pueblo, y casi se hallaban en las afueras si no fuera por unos pocos kilómetros. Miró a Ziel a los ojos-. Tomaremos un baño. Necesitas asearte y relajarte -determinó, abriendo otra puerta con el mismo método.
Al llegar, un cálido y húmedo vapor los invadió a ambos. Dejó a Ziel en el suelo y cerró la puerta. El joven no iría a ninguna parte con Marcus allí. Aunque cayera preso de la desesperación y la sed, no sería capaz de escapar de allí. Marcus se lo impediría, y aunque Ziel sabía perfectamente que el vampiro le quería, tenía un no muy grato recuerdo de lo que Marcus es capaz de hacer si alguien lo desobedece.
El vampiro comenzó a desabrocharse la camisa, para dejar su torso al descubierto. Mientras iba pasando sus manos botón por botón, miró a Ziel seriamente.
- Desnúdate -ordenó. El pequeño detalle de todo esto es que capaz él le había dicho que también tomaría un baño. Estaba comenzando a ser más rudo con él, porque esto era lo que necesitaba. Ziel debía despertar todas sus emociones y llegar al límite de sentirlas con intensidad ensordecedora. De lo contrario, no las conocería y no sabría cómo actuar ante ellas. Y él, dulce e inocente, jamás querría hacerle daño a un humano... Jamás querría herir a alguien que aprecia.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
Sin saber muy bien a dónde íbamos, la larga visión llegó antes de que lo hiciera Marcus. Esto era hasta divertido, a decir verdad. Podía ver absolutamente todo lo que se escondía en la oscuridad, a diferencia de antes. Sonreí, encantado. Esto comenzaba a gustarme más de lo normal. Hasta prácticamente olvidé que había rozado la muerte con los dedos.
Asentí efusivamente, ilusionado con la idea de ir a unos baños termales. Después lo pensé mejor y deseché la propuesta, negando con la cabeza. Allí seguramente habría humanos y estaba demasiado "tierno" como neófito, por así decirlo. No era para nada estable en estos instantes. Y no deseaba morder a ningún humano, la verdad. Menos aún acabar con su vida en cuestión de segundos. Miré a Marcus. Él nunca decía lo que le dolía, y quizá la mordedura sí que estuviera sembrándole estragos. Pero por suerte, los baños termales estaban vacíos de cualquier humano presente. Sus olores todavía llegaban hasta mi nariz, como si estuvieran grabados en las mismas paredes, en los mismos muebles u objetos. Arrugué el ceño, intentando no perder los estribos. Sin embargo, era tan embriagador, tan dulce y cálido...
Antes de que me diera cuenta, estaba bajando los párpados y caminando, cual ente, hacia dicha procedencia de aroma.
Desnúdate.
Me giré de repente, rompiendo la burbuja anestesiante en la que estaba nadando. Los ojos se percataron de la puerta cerraba. ¿Estaba hablando en serio? Bajé la cabeza, sin querer mirar cómo él procedía a hacerlo. Una mano fue a la nuca, mirando hacia una de las esquinas.
-Ves... Ves metiéndote tú, ahora voy yo. - Dije con una sonrisa, levantando la cabeza. Ah, mierda. Sin ser consciente, ya tenía los ojos clavados en su pecho. Esto era una tortura cruel, demasiado. Incluso el olor a humano todavía seguía en la sala. De seguro, él quería probarme. Quería salir de allí, cuanto antes. No quería que Marcus viera cómo me quitaba la ropa y se detenía a observar aun habiendo luz. Esto era demasiado vergonzoso y sobre todo, bochornoso. Sin embargo, me reservé mis propios comentarios, mordiéndome la lengua.
Al menos, la estrategia estaba bien planteada. Cuando Marcus se metiera en el agua, aprovecharía para escapar e ir a tomar un baño a otra de las salas. Y lo haría solo, sin nadie que estuviera mirando mi blanquecino cuerpo.
Asentí efusivamente, ilusionado con la idea de ir a unos baños termales. Después lo pensé mejor y deseché la propuesta, negando con la cabeza. Allí seguramente habría humanos y estaba demasiado "tierno" como neófito, por así decirlo. No era para nada estable en estos instantes. Y no deseaba morder a ningún humano, la verdad. Menos aún acabar con su vida en cuestión de segundos. Miré a Marcus. Él nunca decía lo que le dolía, y quizá la mordedura sí que estuviera sembrándole estragos. Pero por suerte, los baños termales estaban vacíos de cualquier humano presente. Sus olores todavía llegaban hasta mi nariz, como si estuvieran grabados en las mismas paredes, en los mismos muebles u objetos. Arrugué el ceño, intentando no perder los estribos. Sin embargo, era tan embriagador, tan dulce y cálido...
Antes de que me diera cuenta, estaba bajando los párpados y caminando, cual ente, hacia dicha procedencia de aroma.
Desnúdate.
Me giré de repente, rompiendo la burbuja anestesiante en la que estaba nadando. Los ojos se percataron de la puerta cerraba. ¿Estaba hablando en serio? Bajé la cabeza, sin querer mirar cómo él procedía a hacerlo. Una mano fue a la nuca, mirando hacia una de las esquinas.
-Ves... Ves metiéndote tú, ahora voy yo. - Dije con una sonrisa, levantando la cabeza. Ah, mierda. Sin ser consciente, ya tenía los ojos clavados en su pecho. Esto era una tortura cruel, demasiado. Incluso el olor a humano todavía seguía en la sala. De seguro, él quería probarme. Quería salir de allí, cuanto antes. No quería que Marcus viera cómo me quitaba la ropa y se detenía a observar aun habiendo luz. Esto era demasiado vergonzoso y sobre todo, bochornoso. Sin embargo, me reservé mis propios comentarios, mordiéndome la lengua.
Al menos, la estrategia estaba bien planteada. Cuando Marcus se metiera en el agua, aprovecharía para escapar e ir a tomar un baño a otra de las salas. Y lo haría solo, sin nadie que estuviera mirando mi blanquecino cuerpo.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
La camisa cayó a sus espaldas, decorando aquel claro suelo de mármol. Marcus observó a Ziel. Parecía un cachorro recién nacido. ¿Acaso no lo era? Sonrió levemente, pero no debía perder la concentración. Ziel se volteó en cuanto Marcus dijo aquello. Lo observó a los ojos y alzó ambas cejas. ¿Qué era aquel ligero nerviosismo que emitía su cuerpo? Las hormonas de Ziel comenzaban a actuar. Las primeras emociones emergían.
- ¿Por qué tanta sorpresa? Desnúdate -ordenó, dando un paso al frente y señalando el agua cálida. Su mirada oscura y severa no dejaba lugar a dudas: Marcus hablaba enserio. Escuchó sus palabras y ladeó un poco la cabeza. La herida quedó a la luz y su cabello se meció hacia un costado. Una fina gota de sangre recorría su pecho cándido.
- Te he dado una orden -aclaró, por si no había quedado claro desde un principio.
Bajó la mirada a sus pantalones negros. Comenzó a desabrochar su cinturón lentamente, hasta que éste cayó al suelo también. El cuerpo de Marcus se ubicaba entre Ziel y la puerta. No había forma de que él pudiera huir. Además, no tenía oportunidad contra Marcus por más neófito que fuera. Por más que su energía y fuerza estuviera al cien por cien, no podría abatir fácilmente un vampiro de doscientos años e hijo de Vladimir D'Shaitis.
- ¿Por qué tanta sorpresa? Desnúdate -ordenó, dando un paso al frente y señalando el agua cálida. Su mirada oscura y severa no dejaba lugar a dudas: Marcus hablaba enserio. Escuchó sus palabras y ladeó un poco la cabeza. La herida quedó a la luz y su cabello se meció hacia un costado. Una fina gota de sangre recorría su pecho cándido.
- Te he dado una orden -aclaró, por si no había quedado claro desde un principio.
Bajó la mirada a sus pantalones negros. Comenzó a desabrochar su cinturón lentamente, hasta que éste cayó al suelo también. El cuerpo de Marcus se ubicaba entre Ziel y la puerta. No había forma de que él pudiera huir. Además, no tenía oportunidad contra Marcus por más neófito que fuera. Por más que su energía y fuerza estuviera al cien por cien, no podría abatir fácilmente un vampiro de doscientos años e hijo de Vladimir D'Shaitis.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
A cada segundo que lo pensaba, más nervioso me ponía. La puerta seguía cerrada y él parecía el can que la custodiaba. Aleteaba con las manos, sin saber bien qué hacer con ellas. ¿Cómo que por qué tanta sorpresa? ¿Acaso no era obvio? Cerré las cejas, frunciendo el ceño. Una mano se posó en la cintura y la otra, le señaló directamente.
-Marcus O'Conell, ¡eres un pervertido! - Lo acusé. No entendí bien por qué, de repente, solté aquello. Estaba viendo perfectamente por dónde quería llevar el tema, y desde luego, no iba a colar por el aro. Si al menos no estuviera la luz encendida... Mordí la lengua. No era que no quisiera volver a rozar su torso desnudo, que me tocara, abrazara y besara, o memorizar de nuevo su adictivo olor; sino que esto era algo extraño y quizá demasiado "forzado" a comparación del resto de veces. De pensarlo, bajé la cabeza hacia un lado, sonrojándome levemente. Estaba poniéndome tonto y comportándome como un crío, pero no quería desnudarme delante de él. Me sentía como un animal a punto de cazar, siendo observado desde cualquier ángulo.
Fue todo lo contrario lo que Marcus, obtuvo. Obstinado, cerré la apertura del yukata, sin dejar que un rastro blanquecino apareciera de nuevo. Ahora sí que no iba a ver nada.
-No voy a hacerlo. - Musité, cerrando la boca. Los ojos se clavaban posesivamente sobre esa gota de sangre que caía por su pecho. Quería recogerla. Quería volver a tomar su sangre. Sin embargo, esto se volvería una obsesión si seguía así. Debía calmarme y aprender a mantener la compostura. No iba a convertirme en una sanguijuela que estuviera todo el día agarrado a Marcus. Respiré hondo, pero cuánto más respiraba, más llegaba el olor hasta mi nariz. Paré de respirar, agitado. Ziel, tranquilízate; me convencí.
Con esfuerzo, aparté la mirada y di media vuelta para sentarme en el borde del enorme baño, metiendo las piernas en el agua termal. Sonreí inmediatamente por lo agradable que era. El agua se encontraba tibia, pero para nosotros pareciera algo más caliente.
Con una mano, tapé mi nariz. No quería seguir respirando porque se avecinaba lo peor.
-Me da igual. No voy a bañarme. - Seguí rehusándome. Giré la cabeza y en qué momento preciso lo hice. Sus pantalones ya se esparcían por el suelo. Rápidamente, volví al frente, y por puro agobio, tanto de sangre como del propio Marcus, metí la cara en el agua. Se suponía que dentro no iba a poder oler nada, ni tampoco conseguir verle. Total, los vampiros podíamos parar de respirar, ¿no? Se anulaba el riesgo de ahogarme. En cambio, el calor de ésta aplomaba mi piel, cerrando los ojos. ¿Pero qué demonios hacía?
-Marcus O'Conell, ¡eres un pervertido! - Lo acusé. No entendí bien por qué, de repente, solté aquello. Estaba viendo perfectamente por dónde quería llevar el tema, y desde luego, no iba a colar por el aro. Si al menos no estuviera la luz encendida... Mordí la lengua. No era que no quisiera volver a rozar su torso desnudo, que me tocara, abrazara y besara, o memorizar de nuevo su adictivo olor; sino que esto era algo extraño y quizá demasiado "forzado" a comparación del resto de veces. De pensarlo, bajé la cabeza hacia un lado, sonrojándome levemente. Estaba poniéndome tonto y comportándome como un crío, pero no quería desnudarme delante de él. Me sentía como un animal a punto de cazar, siendo observado desde cualquier ángulo.
Fue todo lo contrario lo que Marcus, obtuvo. Obstinado, cerré la apertura del yukata, sin dejar que un rastro blanquecino apareciera de nuevo. Ahora sí que no iba a ver nada.
-No voy a hacerlo. - Musité, cerrando la boca. Los ojos se clavaban posesivamente sobre esa gota de sangre que caía por su pecho. Quería recogerla. Quería volver a tomar su sangre. Sin embargo, esto se volvería una obsesión si seguía así. Debía calmarme y aprender a mantener la compostura. No iba a convertirme en una sanguijuela que estuviera todo el día agarrado a Marcus. Respiré hondo, pero cuánto más respiraba, más llegaba el olor hasta mi nariz. Paré de respirar, agitado. Ziel, tranquilízate; me convencí.
Con esfuerzo, aparté la mirada y di media vuelta para sentarme en el borde del enorme baño, metiendo las piernas en el agua termal. Sonreí inmediatamente por lo agradable que era. El agua se encontraba tibia, pero para nosotros pareciera algo más caliente.
Con una mano, tapé mi nariz. No quería seguir respirando porque se avecinaba lo peor.
-Me da igual. No voy a bañarme. - Seguí rehusándome. Giré la cabeza y en qué momento preciso lo hice. Sus pantalones ya se esparcían por el suelo. Rápidamente, volví al frente, y por puro agobio, tanto de sangre como del propio Marcus, metí la cara en el agua. Se suponía que dentro no iba a poder oler nada, ni tampoco conseguir verle. Total, los vampiros podíamos parar de respirar, ¿no? Se anulaba el riesgo de ahogarme. En cambio, el calor de ésta aplomaba mi piel, cerrando los ojos. ¿Pero qué demonios hacía?
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Llegué al lugar después de un rato pensando en lo que había pasado anteriormente. Había sido todo muy extraño, pero a la par, muy feliz. Aunque Marcus me haya dicho que me quedara allí no le iba a hacer ningún caso igualmente, asi que.
No había nadie alli y la puerta estaba en el suelo. Si, estaban aquí. Como no, Marcus y sus modales. Seguí su rastro hasta llegar a los baños termales. Vaya.. Que genial. Fui a la zona femenina y dejé mis pertenencias a un lado. Me quité la ropa, la doblé y la dejé cerca de la mochila.
Me vendría bien un baño, hacía tiempo que no me relajaba, me hace falta. Metí primero y pie y después el otro. Que bien esta. Dije abriendo los ojos y sonriendo. Me metí entera y me dejé llevar por los vapores y el agua caliente. Por suerte no había nadie allí mas que yo.
Sabía que Ziel y Marcus estaban en la otra sala, espero que les vaya bien.
No había nadie alli y la puerta estaba en el suelo. Si, estaban aquí. Como no, Marcus y sus modales. Seguí su rastro hasta llegar a los baños termales. Vaya.. Que genial. Fui a la zona femenina y dejé mis pertenencias a un lado. Me quité la ropa, la doblé y la dejé cerca de la mochila.
Me vendría bien un baño, hacía tiempo que no me relajaba, me hace falta. Metí primero y pie y después el otro. Que bien esta. Dije abriendo los ojos y sonriendo. Me metí entera y me dejé llevar por los vapores y el agua caliente. Por suerte no había nadie allí mas que yo.
Sabía que Ziel y Marcus estaban en la otra sala, espero que les vaya bien.
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
Sus pantalones cayeron. Otro adorno más en el suelo. Marcus estaba en ropa interior. Su blanquecino cuerpo se movilizó hasta uno de los percheros, y recogió de allí una toalla. Se la enrolló alrededor de la cintura, a modo de falta larga. Volvió hasta su posición de espaldas a la puerta y revolvió un poco su cabello. Ah, él también deseaba un baño. La sangre se había secado y la herida ya casi estaba cerrada. Además, ¿cuánto tiempo pasaba desde que se relajó por última vez? Décadas.
En cuanto había optado por la relajación total en esta noche algo fría, Ziel dijo aquellas palabras. Marcus abrió los ojos, sorprendido, y luego enarcó una ceja. ¿Había oído bien?
- ¿Pervertido? ¿Yo? Oh, por favor. Si hemos hecho cosas peores. ¿Qué hay de pervertido en un baño? -inquirió, a modo de sentencia. Pues era la verdad. Habían hecho cosas peores... Mucho peores.
Y, de repente, observó el comportamiento de Ziel. Oh, vamos, ¿hablaba enserio? Marcus puso los ojos en blanco, y luego rodó la mirada.
- Como quieras. Me da igual. Yo me daré un baño con o sin ti -determinó. Dio un paso al frente, justo a punto de dejar caer la toalla, pero entonces Ziel metió la cabeza en el agua cual avestruz. Marcus retrocedió un poco. ¿Qué demonios estaba haciendo? Suspiró-. De acuerdo, de acuerdo. Báñate aquí tú solo. Yo estaré en el cuarto aledaño. ¿Feliz? -dijo irónicamente. Caminó hacia la puerta y la abrió suavemente. Miró a Ziel de reojo-. Y ni se te ocurra huir, porque te encontraré... Y cuando te encuentre, no te gustará lo que te haga -siseó, relamiendo sus labios.
Abrió la puerta y salió.
Al caminar por el sitio desierto, sintió una presencia vampírica. Cerró los ojos y aspiró el dulce aroma: Bella. La mirada de Marcus se agudizó. Comenzó a caminar hasta llegar al cuarto femenino. Dio unos pequeños golpes en la puerta, pero luego entró descaradamente.
- ¡Qué grata visita! -vociferó. Estaba seguro que Ziel escucharía, pues sus sentidos eran mucho más agudos-. ¿Te molesta si te hago compañía? Ya sabes, niños vergonzosos... -dijo a medida que se acercaba a ella. Bella ya estaba dentro de la cálida agua, y entonces Marcus se situó a sus espaldas, dejando caer la toalla tras de sí. Flexionó sus rodillas-. Prometo no tocarte... mucho -susurró justo en su oído. Acto seguido, tras dejar atrás su ropa interior, caminó lentamente movilizando su cuerpo marmóreo y perfecto. Ingresó en aquella calidez y se sentó frente a Bella. Su expresión era severa, pero acabó por dedicarle una encantadora y dulce sonrisa a Bella. Tan encantadora como seductora. Sus ojos estaban fijos en el contorno del cuerpo de la chica en el agua.
- A ti también te sienta muy bien la inmortalidad -masculló, alzando ambas cejas de forma insinuante.
En cuanto había optado por la relajación total en esta noche algo fría, Ziel dijo aquellas palabras. Marcus abrió los ojos, sorprendido, y luego enarcó una ceja. ¿Había oído bien?
- ¿Pervertido? ¿Yo? Oh, por favor. Si hemos hecho cosas peores. ¿Qué hay de pervertido en un baño? -inquirió, a modo de sentencia. Pues era la verdad. Habían hecho cosas peores... Mucho peores.
Y, de repente, observó el comportamiento de Ziel. Oh, vamos, ¿hablaba enserio? Marcus puso los ojos en blanco, y luego rodó la mirada.
- Como quieras. Me da igual. Yo me daré un baño con o sin ti -determinó. Dio un paso al frente, justo a punto de dejar caer la toalla, pero entonces Ziel metió la cabeza en el agua cual avestruz. Marcus retrocedió un poco. ¿Qué demonios estaba haciendo? Suspiró-. De acuerdo, de acuerdo. Báñate aquí tú solo. Yo estaré en el cuarto aledaño. ¿Feliz? -dijo irónicamente. Caminó hacia la puerta y la abrió suavemente. Miró a Ziel de reojo-. Y ni se te ocurra huir, porque te encontraré... Y cuando te encuentre, no te gustará lo que te haga -siseó, relamiendo sus labios.
Abrió la puerta y salió.
Al caminar por el sitio desierto, sintió una presencia vampírica. Cerró los ojos y aspiró el dulce aroma: Bella. La mirada de Marcus se agudizó. Comenzó a caminar hasta llegar al cuarto femenino. Dio unos pequeños golpes en la puerta, pero luego entró descaradamente.
- ¡Qué grata visita! -vociferó. Estaba seguro que Ziel escucharía, pues sus sentidos eran mucho más agudos-. ¿Te molesta si te hago compañía? Ya sabes, niños vergonzosos... -dijo a medida que se acercaba a ella. Bella ya estaba dentro de la cálida agua, y entonces Marcus se situó a sus espaldas, dejando caer la toalla tras de sí. Flexionó sus rodillas-. Prometo no tocarte... mucho -susurró justo en su oído. Acto seguido, tras dejar atrás su ropa interior, caminó lentamente movilizando su cuerpo marmóreo y perfecto. Ingresó en aquella calidez y se sentó frente a Bella. Su expresión era severa, pero acabó por dedicarle una encantadora y dulce sonrisa a Bella. Tan encantadora como seductora. Sus ojos estaban fijos en el contorno del cuerpo de la chica en el agua.
- A ti también te sienta muy bien la inmortalidad -masculló, alzando ambas cejas de forma insinuante.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
Ah, maldita sea. No me lo recuerdes, porque me siento peor. Marcus, eres lo peor. Realmente le daba la razón. Hubo cosas peores, pero seguía avergonzándome. Porque a veces, aún seguía pensando que ambos éramos hombres y paralizaba cualquier pensamiento o acción. Pero un baño no tenía nada malo. En la Academia practicábamos natación y sin embargo, no me ponía tan insoportable. Aunque entre el resto de alumnos casi resultaba diferente. Marcus significaba mucho para mí y esto era algo que me parecía importante.
Saqué la cabeza del baño, mareado de tanta agua caliente. Sacudí el pelo cual perro, quitando las gotas de agua. ¿En serio? ¿Tan poco duró su insistencia? Creía que no cedería por nada, y al final hubo buen final. Sonreí, aunque por otra parte no me gustaba el hecho. En el fondo sí que quería bañarme con él. Lo único que no entendía era el apuro que me daba desnudarme delante de sus ojos y además, con la luz encendida.
-Aceptaré las consecuencias. - Siseé socarrón. Eché hacia atrás la cabeza y saqué la lengua afilada. ¿Acaso estaba tentándome de nuevo? En cuanto Marcus salió del baño, cerré los ojos con fuerza. Maldije por dentro. ¿Por qué finalmente siempre montábamos una montaña de un granito de arena?
La puerta quedó abierta, dejando que otro aroma familiar entrara por mi nariz. Inmediatamente, un escalofrío recorrió mi espalda. Relamí los labios, degustando aquel dulce, atractivo y placentero olor. Bella. Me levanté rápidamente y asomé la cabeza por la puerta con una sonrisa. Marcus no andaba al acecho, ni sembraba ninguna trampa. Y cuando su voz sonó en el pasillo, temí lo peor. El pulso empezó a desestabilizarse en mi mano. Oh, no. Arrugué el entrecejo y cerré los ojos por instinto. Así sería más fácil detectar la procedencia del olor.
Tampoco tardé demasiado, pues sólo eran unas puertas más allá. Realicé la misma operación y asomé la cabeza por la puerta, silencioso. Sí, ahí estaban ambos, disfrutando de un cómodo baño mientras me iba pudriendo de envidia. Yo también quería darme un baño de termas. Sin embargo, todavía esperé un poco más, escuchando.
No tardé demasiado en ingresar en la sala. No toleraría que Marcus le hablara así a Bella, ni que se insinuara para ponerme celoso; cosa que conseguía plenamente. Y menos dejaría que la tocara y manoseara su cuerpo. Pues ni siquiera yo lo había hecho y llevábamos más tiempo juntos. Me acerqué al borde del agua, justo entre Marcus y Bella. Miré a la chica con dulzura y ladeé la cabeza con una sonrisa.
-¿Te importa? - Pregunté. Claramente, no pensé en negativa. Después, giré la cabeza hacia Marcus. Los ojos azules desafiaron desde altura a la rojez de los suyos. Un brillo rojizo apareció momentáneamente. Que le quedara claro: Bella era mía también. Lo debería tener más presente. Y sin dejar de mirarle, acepté su anterior propuesta. Abrí el yukata y me lo quité, quedando en ropa interior. Todo claro, con un esfuerzo de no ponerme nervioso y superando cualquier timidez. Desde luego, no perdería contra él. Bella estaba en medio de esta disputa.
Con delicadeza, también entré en el agua. Y, seguidamente, nadé hasta el extremo donde Bella se encontraba. Llegué a su lado y sonreí. De reojo, miré a Marcus y me relamí los labios, insinuante. Él sabía que habría aceptado si hubiera insistido un poco más. Pero estando Bella, como comprendería, no iba a descuidarla. Puse una mano debajo del mentón de Bella y la besé, dejándola un trozo de distancia. Me incliné un poco más hasta su estatura, intensificándolo y deslicé la mano por su pelo, enredándola en él. Si antes ella tuvo que soportar ver los tratos con Marcus, ahora sería él quien los viera. Lo malo, es que el olor de Bella, empezaba a cegarme cada vez más. Separé nuestros labios, rozando los míos por su rostro hasta su cuello, adivinando la trayectoria por instinto. A cada segundo, su corazón se oía más profundo. Sonreí, besando finalmente su cuello.
De repente, observé su ropa fuera del agua. Quedé perplejo, incrédulo, dejándome simplemente con la sed a punto de saciar. La garganta volvió a palpitar de necesidad. Entrecerré el ceño y la miré. Esta vez los ojos ya se habían convertido en rojos, víctimas del depredador en el que había despertado. ¿Estaba...? Puse la mano sobre la boca y la nariz, tratando de controlarme y no abalanzarme sobre su carne y morderla.
"Bella, aléjate un poco, por favor..." Sugerí mentalmente para que ella lo escuchara. Retrocedí, mirando hacia otro lado, sin querer mirar sus encantos.
Acabé en una de las esquinas del baño por pura precaución, y deposité la frente contra el suelo. No, Ziel, no lo hagas. Es Bella. Como te dejes, vas a hacerle la misma carnicería. Contrólate. Tomé aire, nervioso, apretando la mano en un puño. El olor de Marcus regresaba también, drogándome entre los dos. La sed se volvía más insoportable, a medida que el tiempo contaba. Puse una mano en la garganta, intentando controlarme, aun sabiendo que no podía.
-Marcus... marchémonos. - Pedí. Por una parte, ninguno deberíamos ver los encantos de Bella y ver su tierna y excitante desnudez. Por la otra, los tres sabíamos que no aguantaría demasiado sin morderla, o en su caso, morderle a él de nuevo.
Saqué la cabeza del baño, mareado de tanta agua caliente. Sacudí el pelo cual perro, quitando las gotas de agua. ¿En serio? ¿Tan poco duró su insistencia? Creía que no cedería por nada, y al final hubo buen final. Sonreí, aunque por otra parte no me gustaba el hecho. En el fondo sí que quería bañarme con él. Lo único que no entendía era el apuro que me daba desnudarme delante de sus ojos y además, con la luz encendida.
-Aceptaré las consecuencias. - Siseé socarrón. Eché hacia atrás la cabeza y saqué la lengua afilada. ¿Acaso estaba tentándome de nuevo? En cuanto Marcus salió del baño, cerré los ojos con fuerza. Maldije por dentro. ¿Por qué finalmente siempre montábamos una montaña de un granito de arena?
La puerta quedó abierta, dejando que otro aroma familiar entrara por mi nariz. Inmediatamente, un escalofrío recorrió mi espalda. Relamí los labios, degustando aquel dulce, atractivo y placentero olor. Bella. Me levanté rápidamente y asomé la cabeza por la puerta con una sonrisa. Marcus no andaba al acecho, ni sembraba ninguna trampa. Y cuando su voz sonó en el pasillo, temí lo peor. El pulso empezó a desestabilizarse en mi mano. Oh, no. Arrugué el entrecejo y cerré los ojos por instinto. Así sería más fácil detectar la procedencia del olor.
Tampoco tardé demasiado, pues sólo eran unas puertas más allá. Realicé la misma operación y asomé la cabeza por la puerta, silencioso. Sí, ahí estaban ambos, disfrutando de un cómodo baño mientras me iba pudriendo de envidia. Yo también quería darme un baño de termas. Sin embargo, todavía esperé un poco más, escuchando.
No tardé demasiado en ingresar en la sala. No toleraría que Marcus le hablara así a Bella, ni que se insinuara para ponerme celoso; cosa que conseguía plenamente. Y menos dejaría que la tocara y manoseara su cuerpo. Pues ni siquiera yo lo había hecho y llevábamos más tiempo juntos. Me acerqué al borde del agua, justo entre Marcus y Bella. Miré a la chica con dulzura y ladeé la cabeza con una sonrisa.
-¿Te importa? - Pregunté. Claramente, no pensé en negativa. Después, giré la cabeza hacia Marcus. Los ojos azules desafiaron desde altura a la rojez de los suyos. Un brillo rojizo apareció momentáneamente. Que le quedara claro: Bella era mía también. Lo debería tener más presente. Y sin dejar de mirarle, acepté su anterior propuesta. Abrí el yukata y me lo quité, quedando en ropa interior. Todo claro, con un esfuerzo de no ponerme nervioso y superando cualquier timidez. Desde luego, no perdería contra él. Bella estaba en medio de esta disputa.
Con delicadeza, también entré en el agua. Y, seguidamente, nadé hasta el extremo donde Bella se encontraba. Llegué a su lado y sonreí. De reojo, miré a Marcus y me relamí los labios, insinuante. Él sabía que habría aceptado si hubiera insistido un poco más. Pero estando Bella, como comprendería, no iba a descuidarla. Puse una mano debajo del mentón de Bella y la besé, dejándola un trozo de distancia. Me incliné un poco más hasta su estatura, intensificándolo y deslicé la mano por su pelo, enredándola en él. Si antes ella tuvo que soportar ver los tratos con Marcus, ahora sería él quien los viera. Lo malo, es que el olor de Bella, empezaba a cegarme cada vez más. Separé nuestros labios, rozando los míos por su rostro hasta su cuello, adivinando la trayectoria por instinto. A cada segundo, su corazón se oía más profundo. Sonreí, besando finalmente su cuello.
De repente, observé su ropa fuera del agua. Quedé perplejo, incrédulo, dejándome simplemente con la sed a punto de saciar. La garganta volvió a palpitar de necesidad. Entrecerré el ceño y la miré. Esta vez los ojos ya se habían convertido en rojos, víctimas del depredador en el que había despertado. ¿Estaba...? Puse la mano sobre la boca y la nariz, tratando de controlarme y no abalanzarme sobre su carne y morderla.
"Bella, aléjate un poco, por favor..." Sugerí mentalmente para que ella lo escuchara. Retrocedí, mirando hacia otro lado, sin querer mirar sus encantos.
Acabé en una de las esquinas del baño por pura precaución, y deposité la frente contra el suelo. No, Ziel, no lo hagas. Es Bella. Como te dejes, vas a hacerle la misma carnicería. Contrólate. Tomé aire, nervioso, apretando la mano en un puño. El olor de Marcus regresaba también, drogándome entre los dos. La sed se volvía más insoportable, a medida que el tiempo contaba. Puse una mano en la garganta, intentando controlarme, aun sabiendo que no podía.
-Marcus... marchémonos. - Pedí. Por una parte, ninguno deberíamos ver los encantos de Bella y ver su tierna y excitante desnudez. Por la otra, los tres sabíamos que no aguantaría demasiado sin morderla, o en su caso, morderle a él de nuevo.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Aquí se estaba demasiado a gusto y tranquilo. Podía decir que estaba relajada por primera vez. El vapor llenaba la sala y el agua estaba a una temperatura excelente. Agudicé el oído y pude llegar a escuchar a Marcus y a Ziel a varias salas de aquí, hasta que escuché que alguno de ellos salía de la estancia y daba unos golpecitos en mi puerta para después entrar como si estuviera en su casa.
Como no, tan educado como siempre. Reí. La verdad es que no me importaba su compañía, era mejor que estar sola. No me importa que estés aquí pero no te acerques mucho Le dije mientras me apoyaba en una de las escaleras. Cuando se puso detrás de mi y me dijo aquellas palabras comencé a reír, aunque por mi cuerpo recorrió un escalofrío. Yo me hagas reír Marcus Negué con la cabeza. ¿Tocarme a mi? Ja. No se lo creía ni él. Yo a él no le gustaba, solamente estaba intentando poner celoso a Ziel. Ya sabía por donde iban los tiros.
Vaya gracias, a ti tampoco te sienta nada mal. Hacía tiempo que no recibía un piropo, ni me decían cosas bonitas. Me gustaba, aunque por otro lado la miraba que había puesto Marcus me inquietaba. Oye, ¿por qué Ziel no quiere meterse en el agua? ¿En serio le da vergüenza? pregunté mientras daba vueltas sobre mi misma en el agua.
Acto seguido llegó Ziel y sonreí. Bueno, al parecer la táctica de Marcus funcionaba.
Le observé detenidamente, viendo como se quitaba la ropa y se quedaba en ropa interior. Vaya.. Si que es hermoso. Si que le sentaba muy bien la inmortalidad. Asentí con una sonrisa a su petición. Entró en el agua con ropa interior incluida y se puso a mi lado. Y cómo decirle que aquí se entraba sin nada... Por lo menos entró, que eso es lo que cuenta.
Sin esperarmelo siquiera, Ziel comenzó a besarme. Le correspondí con la misma intensidad, besando de nuevo sus labios ahora inmortales, mientras con una mano acariciaba su pecho desnudo. Recorrió mi mejilla y cuello con sus dulces labios. Es como si le besara por primera vez.
Observé su reacción, sus ojos volvían a estar rojos e intentaba controlarse. No me moví de donde estaba. Tranquilo Ziel... No hace falta que te vayas así. No te asustes. Sabía que la sed era algo duro de controlar, pero estaría mejor si aprendía a controlarla así. No vale con huir siempre. Ziel, estamos aquí Marcus y yo, no siempre podrás irte para controlarla, no va a servirte toda la vida. Dije tajante. Era la verdad. No iba a servirle para nada.
Como no, tan educado como siempre. Reí. La verdad es que no me importaba su compañía, era mejor que estar sola. No me importa que estés aquí pero no te acerques mucho Le dije mientras me apoyaba en una de las escaleras. Cuando se puso detrás de mi y me dijo aquellas palabras comencé a reír, aunque por mi cuerpo recorrió un escalofrío. Yo me hagas reír Marcus Negué con la cabeza. ¿Tocarme a mi? Ja. No se lo creía ni él. Yo a él no le gustaba, solamente estaba intentando poner celoso a Ziel. Ya sabía por donde iban los tiros.
Vaya gracias, a ti tampoco te sienta nada mal. Hacía tiempo que no recibía un piropo, ni me decían cosas bonitas. Me gustaba, aunque por otro lado la miraba que había puesto Marcus me inquietaba. Oye, ¿por qué Ziel no quiere meterse en el agua? ¿En serio le da vergüenza? pregunté mientras daba vueltas sobre mi misma en el agua.
Acto seguido llegó Ziel y sonreí. Bueno, al parecer la táctica de Marcus funcionaba.
Le observé detenidamente, viendo como se quitaba la ropa y se quedaba en ropa interior. Vaya.. Si que es hermoso. Si que le sentaba muy bien la inmortalidad. Asentí con una sonrisa a su petición. Entró en el agua con ropa interior incluida y se puso a mi lado. Y cómo decirle que aquí se entraba sin nada... Por lo menos entró, que eso es lo que cuenta.
Sin esperarmelo siquiera, Ziel comenzó a besarme. Le correspondí con la misma intensidad, besando de nuevo sus labios ahora inmortales, mientras con una mano acariciaba su pecho desnudo. Recorrió mi mejilla y cuello con sus dulces labios. Es como si le besara por primera vez.
Observé su reacción, sus ojos volvían a estar rojos e intentaba controlarse. No me moví de donde estaba. Tranquilo Ziel... No hace falta que te vayas así. No te asustes. Sabía que la sed era algo duro de controlar, pero estaría mejor si aprendía a controlarla así. No vale con huir siempre. Ziel, estamos aquí Marcus y yo, no siempre podrás irte para controlarla, no va a servirte toda la vida. Dije tajante. Era la verdad. No iba a servirle para nada.
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
Se encontraba frente a Bella y a juzgar por su expresión y comentarios, consideró que ella no se creía ni la mitad de sus palabras elogiosas. El vampiro ladeó la cabeza con suavidad y se relajó aún más en el agua. Sus pectorales estaban al descubierto, pues al ser más alto que ella la calidez de las termas no llegaba a cubrir completamente su cuerpo. Sus ojos rojos la observaron otra vez.
- Tan educado y elegante como siempre -insinuó, sonriéndole con tranquilidad. Sin embargo, sus comentarios le indignaron un poco-. ¿Que no me acerque mucho? No voy a violarte. A menos que quieras -siseó, adelantando un poco su cuerpo, pero conservando la distancia-. No bromeaba aquel día cuando dije que me hubiera gustado haberte conocido en otro tiempo. ¿Por qué parece como que no quieres aceptar tu belleza? No estoy mintiendo -agregó. Su expresión se había tornado más seria y regresó su espalda contra el mármol termal. Suspiró suavemente. Su olfato detectaba a cierto vampiro encantador cerca.
La puerta se abrió y su mirada se clavó en ambos. Marcus apartó sus ojos y lo ignoró completamente. Ah, dulce e inocente ser. Había caído ante otras de sus emociones. Con una mano, echó su cabello aún seco hacia atrás, y cuando Ziel ingresó en el agua cálida, Marcus se sumergió en ella. Al salir a la superficie, observó aquella escena un tanto escalofriante; escalofriante para él, pues lograba ponerle la piel de gallina. Entrecerró los ojos mientras sus pupilas se perdían en aquel contacto de pieles. Está bien, era lo que le tocaba. Bella ya lo había padecido antes. Esta vez no entraría en sinrazón y se llevaría a Ziel de allí. Esta vez soportaría, como hombre que es.
Al cabo de unos segundos, Ziel no pudo con la tentación y la sed. Se apartó y se acorraló a él mismo en una esquina. Marcus miró a Bella con complicidad. Sus palabras eran totalmente acertadas.
- No huyas, Ziel. Porque si lo haces, tus peores miedos acabarán por encontrarte -sentenció. Claramente, sus peores pesadillas, como dañar a Bella, emergerían si continuaba evitándolo. Debía saciarse de una vez. Debía beber de ambos si tanto le torturaba la presencia de ellos, porque de ese modo lograría calmarse de una buena vez. Y sus emociones encontrarían rumbo.
- Tan educado y elegante como siempre -insinuó, sonriéndole con tranquilidad. Sin embargo, sus comentarios le indignaron un poco-. ¿Que no me acerque mucho? No voy a violarte. A menos que quieras -siseó, adelantando un poco su cuerpo, pero conservando la distancia-. No bromeaba aquel día cuando dije que me hubiera gustado haberte conocido en otro tiempo. ¿Por qué parece como que no quieres aceptar tu belleza? No estoy mintiendo -agregó. Su expresión se había tornado más seria y regresó su espalda contra el mármol termal. Suspiró suavemente. Su olfato detectaba a cierto vampiro encantador cerca.
La puerta se abrió y su mirada se clavó en ambos. Marcus apartó sus ojos y lo ignoró completamente. Ah, dulce e inocente ser. Había caído ante otras de sus emociones. Con una mano, echó su cabello aún seco hacia atrás, y cuando Ziel ingresó en el agua cálida, Marcus se sumergió en ella. Al salir a la superficie, observó aquella escena un tanto escalofriante; escalofriante para él, pues lograba ponerle la piel de gallina. Entrecerró los ojos mientras sus pupilas se perdían en aquel contacto de pieles. Está bien, era lo que le tocaba. Bella ya lo había padecido antes. Esta vez no entraría en sinrazón y se llevaría a Ziel de allí. Esta vez soportaría, como hombre que es.
Al cabo de unos segundos, Ziel no pudo con la tentación y la sed. Se apartó y se acorraló a él mismo en una esquina. Marcus miró a Bella con complicidad. Sus palabras eran totalmente acertadas.
- No huyas, Ziel. Porque si lo haces, tus peores miedos acabarán por encontrarte -sentenció. Claramente, sus peores pesadillas, como dañar a Bella, emergerían si continuaba evitándolo. Debía saciarse de una vez. Debía beber de ambos si tanto le torturaba la presencia de ellos, porque de ese modo lograría calmarse de una buena vez. Y sus emociones encontrarían rumbo.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
No debía de huir, pero no creía poder hacer otra cosa. Miré a Bella desde la esquina, aún con la frente apoyada fuera, respirando forzosamente. Curiosamente, el cuerpo neófito alteró el agua termal, provocando alguna onda de su plano equilibrio. Tranquilidad. Sí, eso era fácil decirlo cuando se nace vampiro y se aprende desde pequeño, no cuando eres humano y te conviertes en un neófito ciego de sed. Y no era una sed fácil de liberar, pues dos personas se implicaban en ella. Estiré un brazo lo más lejos que pude, cerrando los ojos con fuerza. "No estoy asustado", hablé mentalmente para mí solo, aunque el mensaje apareció también en Marcus y Bella. Ni siquiera sabía que había conseguido traspasarse, ni que el extraño movimiento del agua era también por mi culpa.
Neófito aquel que encuentra su don.
De nada me servía controlarla, porque realmente no era capaz de ahogar el sentimiento de desear sangre.
-Bella... No puedo más. - Reconocí, bajando el tono hasta llegar al silencio. Por más que lo intentaba, no había manera. Todavía estaba demasiado reciente la conversión. Y ambos sugerían que no huyera de lo inevitable. Avancé de rodillas en el agua, cual penintente. Pues no me sentía de otra manera salvo como un esclavo y un pecador. Otra razón era, que no quería salir del agua, ni mostrar mi cuerpo. En mi cabeza rondaban los recuerdos de las horrendas cicatrices, ahora simples destellos de luz en el mármol. Nada comparable. Por eso no quería desnudarme y me daba vergüenza darme un baño. Además, era la primera vez que lo tomaba acompañado. Normalmente siempre lo hacía solo, ya que no tenía tampoco un padre con el que entrar a los baños masculinos. Pero ellos solamente veían un niño tímido de mostrar su físico.
A cierta distancia, estiré el brazo en dirección a Bella y la atraje para mí. No podía más. No podía tenerla y no desear su sangre. No podía imaginarme su cuerpo desnudo y no querer acariciar su piel.
La miré desde mi estatura y besé su vientre con delicadeza. Estiré una rodilla y luego la otra, regresando a mi primacía en altura. Eché un vistazo a Marcus. Odiaba hacer esto delante suya, pero ambos sabíamos que se había dado así la situación. Los ojos carmín se clavaron en los de Bella, tomando su rostro con ambas manos. Dentro del ser depredador muerto de sed, estaba un brillo azulado y nocturno. Cerré los ojos un segundo. "Perdóname", pensé para que Bella lo leyera. Esta vez, por suerte no ocurrió que Marcus lo escuchara también. Tal vez lo anterior fue simple casualidad.
Acaricié el rostro impoluto de Bella y besé sus labios de nuevo. Tomé una de sus manos y la llevé al pecho húmedo y descubierto. El corazón iba a toda velocidad, impaciente. Con delicadeza, bajé hasta su cuello y retiré su pelo de la zona. Respiré su aroma con necesidad. Era completamente un drogaticto de ella.
Abrí la boca, mostrando los colmillos. Lamí la zona e incidí suavemente en su piel. La sangre empezó a caer. Intentaría no dejar que el nerviosismo y la sed me llevaran a hacerle una carnicería como a Marcus. Tenía miedo de hacer cicatrices en la hermosa curvatura de su cuello. Sin embargo, la emoción provocó que la atara con un brazo por la cintura, pegándola contra mí; sin dejar que escapara. Bebí su sangre, deleitándome de tan exquisito manjar, de lo profundo que podía ser el sabor de una mujer en comparación con la sangre de un hombre. Eran gustos diferentes, pero ambos atractivos en su fuerte.
Después de un tiempo bebiendo, la sed se apagó definitivamente. Debido al profundo estado de éxtasis, la sensación de sopor y cansancio parecía adormecer mi cuerpo. Recogí con la lengua los últimos vestigios, limpiando además su cuello de todo crimen. A veces pensaba que los vampiros tenían rasgos de felinos. Teníamos, mejor dicho. Finalmente, besé en la zona y subí los labios un poco más arriba. Ahí también la besé. El brazo de su cintura se relajó, y los ojos volvieron a ser azules de nuevo. Suspiré, reposando la cabeza en su hombro. Pero no tardó mucho. Las rodillas vencieron y acabé de nuevo frente a su viente.
"Abrázame", supliqué, derrotado, sin saber que este mensaje aparecía de nuevo en ambas mentes. ¿Podría hablarse de casualidades ahora?
Neófito aquel que encuentra su don.
De nada me servía controlarla, porque realmente no era capaz de ahogar el sentimiento de desear sangre.
-Bella... No puedo más. - Reconocí, bajando el tono hasta llegar al silencio. Por más que lo intentaba, no había manera. Todavía estaba demasiado reciente la conversión. Y ambos sugerían que no huyera de lo inevitable. Avancé de rodillas en el agua, cual penintente. Pues no me sentía de otra manera salvo como un esclavo y un pecador. Otra razón era, que no quería salir del agua, ni mostrar mi cuerpo. En mi cabeza rondaban los recuerdos de las horrendas cicatrices, ahora simples destellos de luz en el mármol. Nada comparable. Por eso no quería desnudarme y me daba vergüenza darme un baño. Además, era la primera vez que lo tomaba acompañado. Normalmente siempre lo hacía solo, ya que no tenía tampoco un padre con el que entrar a los baños masculinos. Pero ellos solamente veían un niño tímido de mostrar su físico.
A cierta distancia, estiré el brazo en dirección a Bella y la atraje para mí. No podía más. No podía tenerla y no desear su sangre. No podía imaginarme su cuerpo desnudo y no querer acariciar su piel.
La miré desde mi estatura y besé su vientre con delicadeza. Estiré una rodilla y luego la otra, regresando a mi primacía en altura. Eché un vistazo a Marcus. Odiaba hacer esto delante suya, pero ambos sabíamos que se había dado así la situación. Los ojos carmín se clavaron en los de Bella, tomando su rostro con ambas manos. Dentro del ser depredador muerto de sed, estaba un brillo azulado y nocturno. Cerré los ojos un segundo. "Perdóname", pensé para que Bella lo leyera. Esta vez, por suerte no ocurrió que Marcus lo escuchara también. Tal vez lo anterior fue simple casualidad.
Acaricié el rostro impoluto de Bella y besé sus labios de nuevo. Tomé una de sus manos y la llevé al pecho húmedo y descubierto. El corazón iba a toda velocidad, impaciente. Con delicadeza, bajé hasta su cuello y retiré su pelo de la zona. Respiré su aroma con necesidad. Era completamente un drogaticto de ella.
Abrí la boca, mostrando los colmillos. Lamí la zona e incidí suavemente en su piel. La sangre empezó a caer. Intentaría no dejar que el nerviosismo y la sed me llevaran a hacerle una carnicería como a Marcus. Tenía miedo de hacer cicatrices en la hermosa curvatura de su cuello. Sin embargo, la emoción provocó que la atara con un brazo por la cintura, pegándola contra mí; sin dejar que escapara. Bebí su sangre, deleitándome de tan exquisito manjar, de lo profundo que podía ser el sabor de una mujer en comparación con la sangre de un hombre. Eran gustos diferentes, pero ambos atractivos en su fuerte.
Después de un tiempo bebiendo, la sed se apagó definitivamente. Debido al profundo estado de éxtasis, la sensación de sopor y cansancio parecía adormecer mi cuerpo. Recogí con la lengua los últimos vestigios, limpiando además su cuello de todo crimen. A veces pensaba que los vampiros tenían rasgos de felinos. Teníamos, mejor dicho. Finalmente, besé en la zona y subí los labios un poco más arriba. Ahí también la besé. El brazo de su cintura se relajó, y los ojos volvieron a ser azules de nuevo. Suspiré, reposando la cabeza en su hombro. Pero no tardó mucho. Las rodillas vencieron y acabé de nuevo frente a su viente.
"Abrázame", supliqué, derrotado, sin saber que este mensaje aparecía de nuevo en ambas mentes. ¿Podría hablarse de casualidades ahora?
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
A juzgar por la expresión de Marcus parecía un poco indignado por las contestaciones que le había dado. Me encogí de hombros. Me agaché más, haciendo que el agua me cubriera hasta el cuello. Perdona mis comentarios.. Dije en un susurro. No es que no me crea lo que estés diciendo, es solo que nunca me entrará en la cabeza. Cuando era niña, mi padre me decía todo lo contrario. Que no serviría para nada, que los hombres me mirarían con asco... Miré hacia otro lado. Me incorporé, tapándome los pechos con uno de los brazos. Me di la vuelta para que observara la cicatriz que tenía en toda la espalda. Llegaba desde el hombro derecho hasta el final de la espalda en diagonal. Volví a girarme y a sumergirme en el agua. Me hizo eso con un arma antivampiros. ¿Eso te parece bonito? Suspiré. Nunca se me olvidaría aquello. De todas formas, muchas gracias Marcus. Nunca viene mal que una dama se sienta guapa. Dije con una sonrisa.
Observé a Ziel, como su cuerpo se resistía ante la sed. Ante la tentación. De repente el agua comenzó a reaccionar de una forma extraña. ¿Era Ziel el que hacía eso?
"Bella... No puedo más." Esas fueron las palabras que hicieron que reaccionase. Tranquilo.. La sed no es algo que se pueda soportar tan fácilmente. Se acercó hasta mi de rodillas, cubriendo su cuerpo con el agua hasta el cuello. Dejé que me arrastrara hasta él. Cuando besó mi vientre un escalofrío recorrió mi columna. Impaciente. Me dejé hacer. Dejé que Ziel tuviera el control total sobre mi cuerpo. Simplemente sentía sus besos, sus caricias. Su cuerpo atrapando el mío con fuerza. No hay nada que perdonar Ziel.. tu tranquilo. Le dije en su pequeña cabezita. Mi corazón iba a mil por hora.
Cuando clavó sus colmillos en mi cuello sentí un leve pinchazo. Comenzó a fluir la sangre y llegar hasta su boca, derramando un poco por el cuello. Muchas veces he intentado trasmitirle a Ziel lo que sentía. Y ahora podrá saberlo con certeza. Ahora sabrá lo que siento de verdad. Recorrí su pecho con mi mano, acariciando cada rincón de él.
Después de un tiempo, comenzó a limpiar los restos de sangre que quedaban en mi cuello para después poder besarle. Enredé mi mano en su pelo, saboreando aquel beso. En unos instantes volvió a estar a la altura de mi vientre, y sin querer dejando mis pechos al descubierto. Ya me daba un poco igual, ya me habían visto hace un rato. Me agaché para estar a su altura. Volví a mirar a Marcus, haciéndole un gesto para que se acercara y pudieramos abrazarle juntos.
¿Mejor? le dije a Ziel en un susurro mientras le abrazaba.
Observé a Ziel, como su cuerpo se resistía ante la sed. Ante la tentación. De repente el agua comenzó a reaccionar de una forma extraña. ¿Era Ziel el que hacía eso?
"Bella... No puedo más." Esas fueron las palabras que hicieron que reaccionase. Tranquilo.. La sed no es algo que se pueda soportar tan fácilmente. Se acercó hasta mi de rodillas, cubriendo su cuerpo con el agua hasta el cuello. Dejé que me arrastrara hasta él. Cuando besó mi vientre un escalofrío recorrió mi columna. Impaciente. Me dejé hacer. Dejé que Ziel tuviera el control total sobre mi cuerpo. Simplemente sentía sus besos, sus caricias. Su cuerpo atrapando el mío con fuerza. No hay nada que perdonar Ziel.. tu tranquilo. Le dije en su pequeña cabezita. Mi corazón iba a mil por hora.
Cuando clavó sus colmillos en mi cuello sentí un leve pinchazo. Comenzó a fluir la sangre y llegar hasta su boca, derramando un poco por el cuello. Muchas veces he intentado trasmitirle a Ziel lo que sentía. Y ahora podrá saberlo con certeza. Ahora sabrá lo que siento de verdad. Recorrí su pecho con mi mano, acariciando cada rincón de él.
Después de un tiempo, comenzó a limpiar los restos de sangre que quedaban en mi cuello para después poder besarle. Enredé mi mano en su pelo, saboreando aquel beso. En unos instantes volvió a estar a la altura de mi vientre, y sin querer dejando mis pechos al descubierto. Ya me daba un poco igual, ya me habían visto hace un rato. Me agaché para estar a su altura. Volví a mirar a Marcus, haciéndole un gesto para que se acercara y pudieramos abrazarle juntos.
¿Mejor? le dije a Ziel en un susurro mientras le abrazaba.
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
Escuchó las palabras de Bella y casi quiso reír ante la incongruencia de cada sílaba. ¿Que ella no serviría para nada? ¿Que los hombres la mirarían con asco? En ese caso, ¿qué clase de hombre sería aquel? No debería tener ni siquiera el valor de proclamarse como tal. El vampiro, indignado, avanzó en el agua hasta llegar a ella. Se puso de pie y por suerte el agua llegaba a cubrir sus partes nobles. Apoyó sus frías y grandes manos sobre los hombros de Bella y apreció de cerca aquella enorme cicatriz. Posteriormente, acercó sus labios al oído de la chica, observándola por el rabillo del ojo.
- Si ese hombre aún tiene la desgracia de vivir, otórgame el derecho de borrarlo de este mundo -susurró, cual canto de sirena. Él no iba a permitir que alguien la mancillara de aquel modo. Y ese sujeto, padre o no, pagaría lo que hizo, quiera o no.
Tras retroceder y volver a su sitio, los ojos del vampiro se posaron en Ziel. El agua había hecho una extraña ola. ¿Acaso Ziel...? Entrecerró los ojos y lo examinó con cuidado. La sed lo estaba consumiendo. Necesitaba saciar aquel deseo incontrolable, porque si creía que esto era malo, pues si continuaba reprimiéndose, se volvería aún peor. Entonces, en medio de sus propios pensamientos, la voz de Ziel apareció: "No estoy asustado". Marcus lo observó, sorprendido e intrigado. ¿Qué había sido aquello? Sin embargo, no continuó indagando en el asunto, pues el joven muchacho se acercó a Bella de forma casi desesperada -por no decir que era desesperada del todo- y comenzó a percibir el éxtasis de un cuerpo deseado. En medio de aquel acto, los ojos de Marcus apreciaron la clara piel de sus firmes senos. Apartó la mirada, algo sonrojado. Ziel la deseaba... quizá entendía el por qué.
Él también la deseaba.
Se puso de pie y el agua se deslizó por su marmóreo cuerpo. Se dio la vuelta y recogió una toalla, colocándola alrededor de su cadera. Sus pies, mojados, dejaron un sendero de huellas. Marcus estaba a punto de abrir aquella puerta cuando en su mente emergió la voz de Ziel otra vez: "Abrázame". Los miró de reojo, pero regresó su vista al frente y abrió la puerta. Suspiró suavemente. Ellos necesitaban un poco de privacidad. Nunca habían podido estar solos desde que Marcus había aparecido en sus vidas, para bien o para mal. Además, él mismo necesitaba también algo de soledad. Nunca creyó que el aroma de la sangre de Bella fuera tan sofocante e intenso.
Se oyó un portazo, y Marcus ya no se encontraba en la habitación.
El vampiro, temerario y sigiloso, se sentó en una banca que había allí fuera. Observó cómo el agua de la piscina municipal ondeaba lentamente. ¿Qué era lo que le estaba ocurriendo? Parece que no era Ziel el único que sucumbía ante sus emociones.
- Si ese hombre aún tiene la desgracia de vivir, otórgame el derecho de borrarlo de este mundo -susurró, cual canto de sirena. Él no iba a permitir que alguien la mancillara de aquel modo. Y ese sujeto, padre o no, pagaría lo que hizo, quiera o no.
Tras retroceder y volver a su sitio, los ojos del vampiro se posaron en Ziel. El agua había hecho una extraña ola. ¿Acaso Ziel...? Entrecerró los ojos y lo examinó con cuidado. La sed lo estaba consumiendo. Necesitaba saciar aquel deseo incontrolable, porque si creía que esto era malo, pues si continuaba reprimiéndose, se volvería aún peor. Entonces, en medio de sus propios pensamientos, la voz de Ziel apareció: "No estoy asustado". Marcus lo observó, sorprendido e intrigado. ¿Qué había sido aquello? Sin embargo, no continuó indagando en el asunto, pues el joven muchacho se acercó a Bella de forma casi desesperada -por no decir que era desesperada del todo- y comenzó a percibir el éxtasis de un cuerpo deseado. En medio de aquel acto, los ojos de Marcus apreciaron la clara piel de sus firmes senos. Apartó la mirada, algo sonrojado. Ziel la deseaba... quizá entendía el por qué.
Él también la deseaba.
Se puso de pie y el agua se deslizó por su marmóreo cuerpo. Se dio la vuelta y recogió una toalla, colocándola alrededor de su cadera. Sus pies, mojados, dejaron un sendero de huellas. Marcus estaba a punto de abrir aquella puerta cuando en su mente emergió la voz de Ziel otra vez: "Abrázame". Los miró de reojo, pero regresó su vista al frente y abrió la puerta. Suspiró suavemente. Ellos necesitaban un poco de privacidad. Nunca habían podido estar solos desde que Marcus había aparecido en sus vidas, para bien o para mal. Además, él mismo necesitaba también algo de soledad. Nunca creyó que el aroma de la sangre de Bella fuera tan sofocante e intenso.
Se oyó un portazo, y Marcus ya no se encontraba en la habitación.
El vampiro, temerario y sigiloso, se sentó en una banca que había allí fuera. Observó cómo el agua de la piscina municipal ondeaba lentamente. ¿Qué era lo que le estaba ocurriendo? Parece que no era Ziel el único que sucumbía ante sus emociones.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
La sed terminó, nadie predecía bien hasta cuándo. Aunque no necesitábamos pensar en futuros ahora mismo. El presente era más importante. Cerré los ojos más tranquilo, dejando la mejilla en el vientre de Bella. Sentía que esta vez había conseguido mantenerme mejor, sin perder demasiado el razocinio. El cuello de la chica sanaría pronto y eso me alegraba. A los vampiros se les otorgó la gracia de regerarse. Sonreí inevitablemente. En aquel traspaso de sangre, no sólo concedía calmar el arduo fuego de mi garganta, sino que además había comprobado los sentimientos de Bella. Y no encontraba más felicidad que ésta.
-Mejor. Gracias, Bella. - Susurré cerca de su oído. Escuché el agua moverse y abrí los ojos, irguiéndome un poco de sus brazos. En ese momento Marcus abandonaba el agua y más tarde la sala. Entendía que quizá no soportara ver el cariño que profesábamos Bella y yo, respectivamente. Bajé la cabeza, incómodo. Por más que lo intentara no podía dividirme en dos y ofrecerle una a cada uno. Sin embargo, tenía la perspectiva de que uno de ellos acababa sufriendo por mirar el roce con la otra persona. Negué con la cabeza a Bella.
-Creo que será mejor que lo dejemos tranquilo. A veces necesita exluirse y pensar. - Besé la mejilla de la chica y el brazo volvió a su cintura.
Sonreí de nuevo, acercándome a su oído.
-Bella, cierra los ojos. - Musité en su oído, dejando los labios unos segundos. Tomé una de sus manos y esperé a que se dejara hacer. Retrocedí con los pies y suavemente, la fui girando en el agua, observando la naturalidad y elegancia con la que se movía. Reí un poco y finalmente, me incliné un poco, deteniendo los giros. Miré a la puerta, acertando en la intimidad que Marcus concedió. La mano de su cintura subía por su abdomen, al mismo tiempo que la besaba. ¿Cuánto hacía que no teníamos un momento para nosotros solos? Demasiado tiempo. Y eso provocaba estragos en mi estómago nervioso, haciéndose un nudo en él.
Quería hacerla mía. Posesivo de mí, no quería que fuera de nadie más. Impediría que otro hombre más la roce siquiera. Sólo y únicamente para mí. Pues ahora podíamos pasar el resto de la eternidad juntos.
La mano que terminó subiendo hasta su cuello, se deslizó acariciándola hasta el hombro y ahí, volvió a bajar hasta su mano. Con la otra, la acerqué de nuevo.
-Bella te amo. - Junté de nuevo nuestros labios, entreabriendo los suyos para buscar su lengua con estima. La enredé, jugando un poco con sus emociones carnales. Y al cabo de un rato, continué donde me quedé. - Te deseo. - Subí hasta su oído y bajé el tono de voz. - Quiero que seas mía. - Reconocí. ¿Qué atracción tan sincera podían sentir hombre y mujer sino esta?
La hice dar más giros, hasta que completó una vuelta y la abracé fuertemente por detrás. Puse los labios sobre su pelo mojado y aspiré su aroma de manera controlada. Y una vez agarrada y en mis dominios, retrocedí de nuevo hasta encontrar la pared. Retiré su melena rojiza hacia delante y besé su hombro. Besé a escasos centímetros de nuevo. Y la misma operación se realizó de nuevo hasta llegar a su mentón. Lamí detrás de su cuello y miré de reojo la herida de su espalda. Ella podía comprender lo que fue para mí tener aquellas cicatrices que se habían ocultado tras reflejos brillantes y niveles irregulares. Regresé a la punta de su hombro y empecé a bajar por su herida, dejando algún que otro beso más. Nunca antes había tocado su herida de esta forma. Sin embargo, fue por entregarle privacidad y no incomodidad. Pero amaba aquella cicatriz, pues de otra forma no sería la Bella de quién estaba enamorado. Las manos mientras tanto dibujaban formas en su vientre y contoneaban su cintura hasta medio muslo.
Tras dibujar su espalda, volví a erguirme. Acaricié su contorno, subiendo por sus pechos, besando su mejilla con dulce placer. Bella no merecía menos, como Diosa Afrodita que era. Y el deseo por su cuerpo se hacía cada vez más intenso. De un momento a otro, las tornas giraron. Ella era la que estaba acorralada contra la pared y mi cuerpo. Sonreí maliciosamente, enseñando la lengua como un cachorro. Lamí su mejilla y finalmente, regresé a la droga de sus labios.
-Mejor. Gracias, Bella. - Susurré cerca de su oído. Escuché el agua moverse y abrí los ojos, irguiéndome un poco de sus brazos. En ese momento Marcus abandonaba el agua y más tarde la sala. Entendía que quizá no soportara ver el cariño que profesábamos Bella y yo, respectivamente. Bajé la cabeza, incómodo. Por más que lo intentara no podía dividirme en dos y ofrecerle una a cada uno. Sin embargo, tenía la perspectiva de que uno de ellos acababa sufriendo por mirar el roce con la otra persona. Negué con la cabeza a Bella.
-Creo que será mejor que lo dejemos tranquilo. A veces necesita exluirse y pensar. - Besé la mejilla de la chica y el brazo volvió a su cintura.
Sonreí de nuevo, acercándome a su oído.
-Bella, cierra los ojos. - Musité en su oído, dejando los labios unos segundos. Tomé una de sus manos y esperé a que se dejara hacer. Retrocedí con los pies y suavemente, la fui girando en el agua, observando la naturalidad y elegancia con la que se movía. Reí un poco y finalmente, me incliné un poco, deteniendo los giros. Miré a la puerta, acertando en la intimidad que Marcus concedió. La mano de su cintura subía por su abdomen, al mismo tiempo que la besaba. ¿Cuánto hacía que no teníamos un momento para nosotros solos? Demasiado tiempo. Y eso provocaba estragos en mi estómago nervioso, haciéndose un nudo en él.
Quería hacerla mía. Posesivo de mí, no quería que fuera de nadie más. Impediría que otro hombre más la roce siquiera. Sólo y únicamente para mí. Pues ahora podíamos pasar el resto de la eternidad juntos.
La mano que terminó subiendo hasta su cuello, se deslizó acariciándola hasta el hombro y ahí, volvió a bajar hasta su mano. Con la otra, la acerqué de nuevo.
-Bella te amo. - Junté de nuevo nuestros labios, entreabriendo los suyos para buscar su lengua con estima. La enredé, jugando un poco con sus emociones carnales. Y al cabo de un rato, continué donde me quedé. - Te deseo. - Subí hasta su oído y bajé el tono de voz. - Quiero que seas mía. - Reconocí. ¿Qué atracción tan sincera podían sentir hombre y mujer sino esta?
La hice dar más giros, hasta que completó una vuelta y la abracé fuertemente por detrás. Puse los labios sobre su pelo mojado y aspiré su aroma de manera controlada. Y una vez agarrada y en mis dominios, retrocedí de nuevo hasta encontrar la pared. Retiré su melena rojiza hacia delante y besé su hombro. Besé a escasos centímetros de nuevo. Y la misma operación se realizó de nuevo hasta llegar a su mentón. Lamí detrás de su cuello y miré de reojo la herida de su espalda. Ella podía comprender lo que fue para mí tener aquellas cicatrices que se habían ocultado tras reflejos brillantes y niveles irregulares. Regresé a la punta de su hombro y empecé a bajar por su herida, dejando algún que otro beso más. Nunca antes había tocado su herida de esta forma. Sin embargo, fue por entregarle privacidad y no incomodidad. Pero amaba aquella cicatriz, pues de otra forma no sería la Bella de quién estaba enamorado. Las manos mientras tanto dibujaban formas en su vientre y contoneaban su cintura hasta medio muslo.
Tras dibujar su espalda, volví a erguirme. Acaricié su contorno, subiendo por sus pechos, besando su mejilla con dulce placer. Bella no merecía menos, como Diosa Afrodita que era. Y el deseo por su cuerpo se hacía cada vez más intenso. De un momento a otro, las tornas giraron. Ella era la que estaba acorralada contra la pared y mi cuerpo. Sonreí maliciosamente, enseñando la lengua como un cachorro. Lamí su mejilla y finalmente, regresé a la droga de sus labios.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Miré a Marcus acercarse, sorprendida por este nuevo trato. ¿Desde cuándo se interesaba por mi bienestar del mismo modo que Ziel? Cada día me daba más cuenta lo que había cambiado por Ziel. Un escalofrío recorrió mi columna. Escuché sus palabras, sin creérmelo del todo. ¿De verdad Marcus iba a matar a mi padre? ¿Por qué? Me quedé impactada, sin saber qué contestarle, viendo cómo retrocedía de nuevo hacia su sitio.
La sed de Ziel se había calmado del todo. Sonreí aliviada, abrazándole. Ya está Ziel, ya pasó. No es nada. Besé su mejilla y acaricié su pelo con dulzura, mirando a Marcus. Sus palabras no me hacían dudar de que realmente fuera capaz de algo así. Desvié la mirada hacia otro lado, sonrojada de ver saliendo a Marcus desnudo. Él no quería venir para abrazarlo juntos como le había propuesto, pero lo aceptaba. Mis manos se enredaban en el pelo de Ziel, relajándolo después de calmar su sed. Y finalmente, acabamos Ziel y yo solos en el baño. Asentí a lo que dijo, algo preocupada. Él lo conocía mejor, aunque no podía evitar preocuparme un poco.
Cerré los ojos como me pidió. Tenía dudas de lo que fuera a hacer, pero estar con él me daba seguridad. Agarré su mano, guiada por sus movimientos y me relajé. De repente, empecé a girar en el agua. Sonreí. Era una sensación agradable y divertida. Abrí los ojos cuando se paró, mirando a Ziel. Y sin esperármelo, acabó besándome. Respondí a su beso, acariciando su cuerpo. Hacía tiempo que no teníamos un momento a solas y a veces lo echaba de menos. Te amo. Dije también antes de que volvieran nuestros labios. El corazón me iba a mil por hora. "Te deseo. Quiero que seas mía". Mis mejillas se sonrojaron automáticamente. Era la primera vez que Ziel me decía algo así. Bajé la cabeza y acabé por asentir.
Di unas cuantas vueltas más y finalmente, me dejé hacer por sus labios, por sus caricias. Enredé la mano en su pelo, acariciándole la mejilla. Su rostro blanquecino de ahora, era más hermoso que antes. Cuando besó la cicatriz de mi espalda, un escalofrío regresó a mi columna, recorriendo el resto de mi cuerpo. Agradable, cálido. Aparté con las manos mi pelo, echándolo hacia delante, peinándolo con los dedos. En un instante, mi espalda se pegó contra la pared, pegándose a su cuerpo. Rodeé el cuello de Ziel y sonreí. Parecía un cachorro con esa expresión. Besé sus labios, correspondiendo a sus besos; entregándome.
La sed de Ziel se había calmado del todo. Sonreí aliviada, abrazándole. Ya está Ziel, ya pasó. No es nada. Besé su mejilla y acaricié su pelo con dulzura, mirando a Marcus. Sus palabras no me hacían dudar de que realmente fuera capaz de algo así. Desvié la mirada hacia otro lado, sonrojada de ver saliendo a Marcus desnudo. Él no quería venir para abrazarlo juntos como le había propuesto, pero lo aceptaba. Mis manos se enredaban en el pelo de Ziel, relajándolo después de calmar su sed. Y finalmente, acabamos Ziel y yo solos en el baño. Asentí a lo que dijo, algo preocupada. Él lo conocía mejor, aunque no podía evitar preocuparme un poco.
Cerré los ojos como me pidió. Tenía dudas de lo que fuera a hacer, pero estar con él me daba seguridad. Agarré su mano, guiada por sus movimientos y me relajé. De repente, empecé a girar en el agua. Sonreí. Era una sensación agradable y divertida. Abrí los ojos cuando se paró, mirando a Ziel. Y sin esperármelo, acabó besándome. Respondí a su beso, acariciando su cuerpo. Hacía tiempo que no teníamos un momento a solas y a veces lo echaba de menos. Te amo. Dije también antes de que volvieran nuestros labios. El corazón me iba a mil por hora. "Te deseo. Quiero que seas mía". Mis mejillas se sonrojaron automáticamente. Era la primera vez que Ziel me decía algo así. Bajé la cabeza y acabé por asentir.
Di unas cuantas vueltas más y finalmente, me dejé hacer por sus labios, por sus caricias. Enredé la mano en su pelo, acariciándole la mejilla. Su rostro blanquecino de ahora, era más hermoso que antes. Cuando besó la cicatriz de mi espalda, un escalofrío regresó a mi columna, recorriendo el resto de mi cuerpo. Agradable, cálido. Aparté con las manos mi pelo, echándolo hacia delante, peinándolo con los dedos. En un instante, mi espalda se pegó contra la pared, pegándose a su cuerpo. Rodeé el cuello de Ziel y sonreí. Parecía un cachorro con esa expresión. Besé sus labios, correspondiendo a sus besos; entregándome.
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
Acabé por hacerla mía.
La espalda encontró de nuevo la pared, teniéndola entre mis brazos. Besé su pelo con cariño, jugando con sus manos a enredarlas y sumerjirlas en el agua. Ciertamente, el vínculo entre Bella y yo se estrechó aún más. Y no podía sentirme orgulloso de que ella me perteneciera. Me volvía loco con sólo mirarla. Y quizá no era el único que se sintiera así.
-¿A que no sabes una cosa? - Pregunté a Bella, divertido. - El año que viene vamos a ir a la misma clase. Ya no tendremos que escaparnos para vernos, porque ahora ya no hace falta escondernos. - Asomé la cabeza por su hombro, besando su cuello. - Aunque podemos saltarnos algunas clases... - Sugerí remolón. Daba igual dónde ir, mientras fuera con ella. - Y por fin podré presumir de novia todo lo que quiera. - Aunque seguramente, más de la mitad de gente de nuestras clases, sabía lo nuestro. Al menos mis compañeras siempre andaban curioseando nuestro romance, no entendía para qué. Pero no tenía por qué evadirlas cuando volviéramos a la Academia. Porque no teníamos normas de que no pudiéramos estar juntos. Ya no.
Miré la puerta un segundo. Marcus seguía fuera. También comenzaba a preocuparme, igual que Bella. Él quizá estuviera esperando, concediendo tiempo para nosotros. Pero creo que ambos nos habíamos acostumbrado a que Marcus estuviera presente en todo momento. Tampoco era que la intimidad de ambos se viera por él, porque resultaría un poco incómodo. Posé los labios encima de Bella, pensando. ¿Y si iba a cercionar que no pasaba nada?
-Voy un momento a hablar con Marcus. Lleva un buen rato fuera. Bella, si quieres, quédate un rato más. - Comenté, levantándome. Miré la ropa interior fuera del agua y salí del baño, cogiendo también dos toalla y ajustando una a la cintura. Salí del baño, sonriendo a Bella antes de salir.
Nada más abandonar el baño, ya estaba oliendo dónde estaba Marcus. No tardé en localizarlo. Avancé hasta encontrarlo sentado. Con la otra toalla secaba mientras tanto mi pelo, sacudiéndolo de vez en cuando. Sonreí de verle de nuevo, pese a que la timidez hiciera que me sonrojara. Ambos estábamos en las mismas condiciones, con el pecho descubierto y la toalla en la cintura. Algunas escenas prohibidas se asentaron en mi cabeza irremediablemente, mirando hacia otro lado. Ah, Ziel, malpensado. Pervertido. Tienes la mente calenturienta hoy. Puse una mano sobre la boca, sin saber qué decir a continuación.
-¡Hoh!... - Dije a modo de saludo, vergonzoso. Dejé de nuevo la toalla húmeda sobre la cabeza, ocultando el rubor, y me acerqué hasta él cual encapuchado.
Acaricié su pelo, inclinándome hacia delante y besando su sien, asomando entre ambos lados de la toalla. Este era un mejor saludo que antes.
-Gracias por lo de antes. - Musité, cerrando la boca un poco. Había sido agradable estar con Bella a solas durante un tiempo. Sin embargo, la preocupación aumentó por su repentina marcha. Me senté en una de sus piernas, sin dejar de revolver su pelo y enredar los dedos en las puntas azabaches. - Marcus, ¿ocurre algo? - Pregunté. Quería que me contara lo que pasaba por su cabeza y así comprenderlo más; que tuviera completa confianza conmigo, al igual que yo la tenía con él. Por ejemplo, que me pidiera sangre cuando tuviera sed. No parecía ser el Marcus de siempre, podía notarlo. Como si él fuera una parte de mi cuerpo, una extensión más.
El colorado de las mejillas desapareció, aunque no quité la toalla de la cabeza. Sequé un poco más el pelo y finalmente, me la quité y la puse sobre la cabeza de Marcus, tapando su rostro también.
-S-siento lo de antes. - Dije, algo orgulloso y nervioso. No me había comportado bien anteriormente en el baño y tenía la necesidad de disculparme. - Es que... - No terminé la frase, porque regresó el calor a mi cabeza, aturdiéndola. ¿Cómo iba a decirle que pensaba que él iba a tocarme y que no quería que me observara desnudo? Pero si no se lo decía, ¿y luego lo interpretaba todo mal? No quería volver a ofenderle, ni que se enfadara de nuevo. Debía superar esta tontería y hacerla a un lado. Esta absurdez no tenía sentido de ser así.
Tragué saliva, mirando hacia otro lado.
- Es que creía que íbamos a hacerlo con la luz encendida. - Murmuré rápidamente para que casi no lo entendiera. Se me erizó la piel y los músculos se tensionaron levemente. Con Bella no ocurrió eso, en cambio. Porque ella tenía también esa cicatriz de la espalda y a fin de cuentas, no me sentía tan marcado por los cazadores. No tenía miedo de enseñar mi cuerpo a la luz, porque ella lo entendía más que nadie. Marcus, a nuestra diferencia, no albergaba cicatrices; al menos que conociera. Su cuerpo, era perfecto. Cada línea de su mentón, de su cintura, el ancho de sus manos eran perfección pura. Podía ser un demonio, pero en cada milímetro de su piel era igual de puro y transparente como un ángel. Y me sentía intimidado por su estatura y su belleza. Adoraba su cuerpo desnudo aunque él no lo supiera.
Oculté los ojos con una mano, tímido después de todo.
-Me da "cosa" que me veas señalado como un animal. Pero... si tú quieres, está bien. - Musité por lo bajo, receloso. No me importaría si volviera a pedírmelo, porque yo siempre estuve exigiéndole de más. Acabaría por acostumbrarme finalmente. Lo abracé y enterré la cara contra él y su cuerpo, igual que un niño. Por fin le había confesado todo, pero nadie me quitaba el bochorno que había pasado al decirlo. - ¿Me perdonas, Marcus? - Pregunté contra su piel.
La espalda encontró de nuevo la pared, teniéndola entre mis brazos. Besé su pelo con cariño, jugando con sus manos a enredarlas y sumerjirlas en el agua. Ciertamente, el vínculo entre Bella y yo se estrechó aún más. Y no podía sentirme orgulloso de que ella me perteneciera. Me volvía loco con sólo mirarla. Y quizá no era el único que se sintiera así.
-¿A que no sabes una cosa? - Pregunté a Bella, divertido. - El año que viene vamos a ir a la misma clase. Ya no tendremos que escaparnos para vernos, porque ahora ya no hace falta escondernos. - Asomé la cabeza por su hombro, besando su cuello. - Aunque podemos saltarnos algunas clases... - Sugerí remolón. Daba igual dónde ir, mientras fuera con ella. - Y por fin podré presumir de novia todo lo que quiera. - Aunque seguramente, más de la mitad de gente de nuestras clases, sabía lo nuestro. Al menos mis compañeras siempre andaban curioseando nuestro romance, no entendía para qué. Pero no tenía por qué evadirlas cuando volviéramos a la Academia. Porque no teníamos normas de que no pudiéramos estar juntos. Ya no.
Miré la puerta un segundo. Marcus seguía fuera. También comenzaba a preocuparme, igual que Bella. Él quizá estuviera esperando, concediendo tiempo para nosotros. Pero creo que ambos nos habíamos acostumbrado a que Marcus estuviera presente en todo momento. Tampoco era que la intimidad de ambos se viera por él, porque resultaría un poco incómodo. Posé los labios encima de Bella, pensando. ¿Y si iba a cercionar que no pasaba nada?
-Voy un momento a hablar con Marcus. Lleva un buen rato fuera. Bella, si quieres, quédate un rato más. - Comenté, levantándome. Miré la ropa interior fuera del agua y salí del baño, cogiendo también dos toalla y ajustando una a la cintura. Salí del baño, sonriendo a Bella antes de salir.
Nada más abandonar el baño, ya estaba oliendo dónde estaba Marcus. No tardé en localizarlo. Avancé hasta encontrarlo sentado. Con la otra toalla secaba mientras tanto mi pelo, sacudiéndolo de vez en cuando. Sonreí de verle de nuevo, pese a que la timidez hiciera que me sonrojara. Ambos estábamos en las mismas condiciones, con el pecho descubierto y la toalla en la cintura. Algunas escenas prohibidas se asentaron en mi cabeza irremediablemente, mirando hacia otro lado. Ah, Ziel, malpensado. Pervertido. Tienes la mente calenturienta hoy. Puse una mano sobre la boca, sin saber qué decir a continuación.
-¡Hoh!... - Dije a modo de saludo, vergonzoso. Dejé de nuevo la toalla húmeda sobre la cabeza, ocultando el rubor, y me acerqué hasta él cual encapuchado.
Acaricié su pelo, inclinándome hacia delante y besando su sien, asomando entre ambos lados de la toalla. Este era un mejor saludo que antes.
-Gracias por lo de antes. - Musité, cerrando la boca un poco. Había sido agradable estar con Bella a solas durante un tiempo. Sin embargo, la preocupación aumentó por su repentina marcha. Me senté en una de sus piernas, sin dejar de revolver su pelo y enredar los dedos en las puntas azabaches. - Marcus, ¿ocurre algo? - Pregunté. Quería que me contara lo que pasaba por su cabeza y así comprenderlo más; que tuviera completa confianza conmigo, al igual que yo la tenía con él. Por ejemplo, que me pidiera sangre cuando tuviera sed. No parecía ser el Marcus de siempre, podía notarlo. Como si él fuera una parte de mi cuerpo, una extensión más.
El colorado de las mejillas desapareció, aunque no quité la toalla de la cabeza. Sequé un poco más el pelo y finalmente, me la quité y la puse sobre la cabeza de Marcus, tapando su rostro también.
-S-siento lo de antes. - Dije, algo orgulloso y nervioso. No me había comportado bien anteriormente en el baño y tenía la necesidad de disculparme. - Es que... - No terminé la frase, porque regresó el calor a mi cabeza, aturdiéndola. ¿Cómo iba a decirle que pensaba que él iba a tocarme y que no quería que me observara desnudo? Pero si no se lo decía, ¿y luego lo interpretaba todo mal? No quería volver a ofenderle, ni que se enfadara de nuevo. Debía superar esta tontería y hacerla a un lado. Esta absurdez no tenía sentido de ser así.
Tragué saliva, mirando hacia otro lado.
- Es que creía que íbamos a hacerlo con la luz encendida. - Murmuré rápidamente para que casi no lo entendiera. Se me erizó la piel y los músculos se tensionaron levemente. Con Bella no ocurrió eso, en cambio. Porque ella tenía también esa cicatriz de la espalda y a fin de cuentas, no me sentía tan marcado por los cazadores. No tenía miedo de enseñar mi cuerpo a la luz, porque ella lo entendía más que nadie. Marcus, a nuestra diferencia, no albergaba cicatrices; al menos que conociera. Su cuerpo, era perfecto. Cada línea de su mentón, de su cintura, el ancho de sus manos eran perfección pura. Podía ser un demonio, pero en cada milímetro de su piel era igual de puro y transparente como un ángel. Y me sentía intimidado por su estatura y su belleza. Adoraba su cuerpo desnudo aunque él no lo supiera.
Oculté los ojos con una mano, tímido después de todo.
-Me da "cosa" que me veas señalado como un animal. Pero... si tú quieres, está bien. - Musité por lo bajo, receloso. No me importaría si volviera a pedírmelo, porque yo siempre estuve exigiéndole de más. Acabaría por acostumbrarme finalmente. Lo abracé y enterré la cara contra él y su cuerpo, igual que un niño. Por fin le había confesado todo, pero nadie me quitaba el bochorno que había pasado al decirlo. - ¿Me perdonas, Marcus? - Pregunté contra su piel.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Estaba sentado, fuera. Por un momento pensó que sería conveniente tener un atado de cigarrillos allí. De ese modo, se despojaría de los nervios y la incomodidad. Hacía tiempo que había abandonado aquel vicio. ¿Por qué? Ni él lo sabía. Después de todo, es un vampiro, ¿y qué mal podría hacerle a un ser inmortal un simple cilindro de tabaco? Marcus suspiró en medio de estas inútiles meditaciones y echó la cabeza hacia atrás. Estiró sus piernas y la toalla que cubría la mitad de su cuerpo se tensó. Cerró los ojos. Sus sentidos vampíricos podían sentir a la perfección lo que sucedía allí dentro, aunque estuviese a unos cuantos metros de la puerta. Simplemente, intentaba no prestar atención, desviar su mente, apartar sus pensamientos...
Y alguien lo sorprendió. Estaba a punto de desligarse de todo aquel sinfín de pensamientos, cuando una voz conocida cautivó sus oídos y despistó su distracción.
Los ojos de Marcus se clavaron en la figura masculina. El profundo de sus iris contorneó el cuerpo de quien una vez fue humano. Parecía sorprendido, pero más que eso parecía nervioso.
- ¿Ya han concluido? -preguntó, con el doble sentido que infería la frase-. Porque creo que sería conveniente irnos. Alguien puede darse cuenta pronto de la intromisión, y sería mucho mejor evitar nuevos problemas -comentó seriamente, apartando su mirada y regresando al frente.
El agua cristalina de la piscina se divisaba a la lejanía.
No ocurría nada. ¿Qué podía ocurrir? Allí solo había un vampiro pensativo. Nada más. Sin embargo, el precio por no responder fue aquella toalla en su cabeza, frustrando su visión. En ese momento, Ziel comenzó a arrojar palabras al aire. ¿Intentaba disculparse? ¿De qué? ¿De ser un mal pensado y creer que él todo el tiempo pretende profanar su cuerpo? Marcus no es una bestia insaciable. Quizá lo fue una vez, pero ya había abandonado ese antiguo "yo". Suspiró irremediablemente, estaba por decir que ya pare con aquello, que no ocurría nada. Pero, en cuanto quiso darse cuenta, se encontraba allí sentado, con un pequeño Ziel sobre una de sus piernas y con aquella sombra fugaz de un húmedo beso en su sien.
- No debes disculparte ni debes excusarte. Ya está. No estoy enfadado -murmuró, serio, sin mirarlo a los ojos aún, pese a que se encontraba frente a él. Y, justo en ese instante, la explicación fue dada de un modo conciso y certero. Marcus frunció el ceño y lo miró. Sí, esta vez lo miró. Negó suavemente con la cabeza. ¿Cómo podía ser capaz de pensar aquello? Al fin y al cabo, lo que el supuso era cierto: Ziel temía que él quisiera aprovecharse de su cuerpo a plena luz, como si tuviera el derecho de poseerlo cuando quisiera. Ya no había un pacto determinante y mortal entre ambos. Ziel no tenía que temer por eso.
- Jamás te haré algo que no quieras. Ya nunca más -susurró, observándolo fijamente y hundiéndose inevitablemente en aquel mar azul de sus ojos. Suspiró otra vez, oyendo sus palabras-. Ya basta, ¿de acuerdo? -apoyó su pesada mano sobre la mejilla del muchacho, y la deslizó hasta su nuca, atrayendo su pequeña cabeza hasta su pecho. Besó su cabello húmedo y cerró los ojos...
Y la ilusión no demoró en romperse en mil pedazos.
Se oyó un portazo. Luego, gritos. Luego, el gatillo de un arma cazavampiros. Maldito sean ellos y maldito sea Marcus por predecir lo ineludible.
- Ve a buscar a Bella. Vístanse -siseó cual depredador-. ¡Ahora! -ordenó, poniéndose de pie y empujando a Ziel para que se apresurara-. Y no salgan hasta que yo lo diga -concluyó. Después de todo, aquellos cazadores todavía creían en el Pacto y no tenían ni idea de que el muchacho ya no era humano. Marcus podía divertirse... y fingir muy bien.
Y alguien lo sorprendió. Estaba a punto de desligarse de todo aquel sinfín de pensamientos, cuando una voz conocida cautivó sus oídos y despistó su distracción.
Los ojos de Marcus se clavaron en la figura masculina. El profundo de sus iris contorneó el cuerpo de quien una vez fue humano. Parecía sorprendido, pero más que eso parecía nervioso.
- ¿Ya han concluido? -preguntó, con el doble sentido que infería la frase-. Porque creo que sería conveniente irnos. Alguien puede darse cuenta pronto de la intromisión, y sería mucho mejor evitar nuevos problemas -comentó seriamente, apartando su mirada y regresando al frente.
El agua cristalina de la piscina se divisaba a la lejanía.
No ocurría nada. ¿Qué podía ocurrir? Allí solo había un vampiro pensativo. Nada más. Sin embargo, el precio por no responder fue aquella toalla en su cabeza, frustrando su visión. En ese momento, Ziel comenzó a arrojar palabras al aire. ¿Intentaba disculparse? ¿De qué? ¿De ser un mal pensado y creer que él todo el tiempo pretende profanar su cuerpo? Marcus no es una bestia insaciable. Quizá lo fue una vez, pero ya había abandonado ese antiguo "yo". Suspiró irremediablemente, estaba por decir que ya pare con aquello, que no ocurría nada. Pero, en cuanto quiso darse cuenta, se encontraba allí sentado, con un pequeño Ziel sobre una de sus piernas y con aquella sombra fugaz de un húmedo beso en su sien.
- No debes disculparte ni debes excusarte. Ya está. No estoy enfadado -murmuró, serio, sin mirarlo a los ojos aún, pese a que se encontraba frente a él. Y, justo en ese instante, la explicación fue dada de un modo conciso y certero. Marcus frunció el ceño y lo miró. Sí, esta vez lo miró. Negó suavemente con la cabeza. ¿Cómo podía ser capaz de pensar aquello? Al fin y al cabo, lo que el supuso era cierto: Ziel temía que él quisiera aprovecharse de su cuerpo a plena luz, como si tuviera el derecho de poseerlo cuando quisiera. Ya no había un pacto determinante y mortal entre ambos. Ziel no tenía que temer por eso.
- Jamás te haré algo que no quieras. Ya nunca más -susurró, observándolo fijamente y hundiéndose inevitablemente en aquel mar azul de sus ojos. Suspiró otra vez, oyendo sus palabras-. Ya basta, ¿de acuerdo? -apoyó su pesada mano sobre la mejilla del muchacho, y la deslizó hasta su nuca, atrayendo su pequeña cabeza hasta su pecho. Besó su cabello húmedo y cerró los ojos...
Y la ilusión no demoró en romperse en mil pedazos.
Se oyó un portazo. Luego, gritos. Luego, el gatillo de un arma cazavampiros. Maldito sean ellos y maldito sea Marcus por predecir lo ineludible.
- Ve a buscar a Bella. Vístanse -siseó cual depredador-. ¡Ahora! -ordenó, poniéndose de pie y empujando a Ziel para que se apresurara-. Y no salgan hasta que yo lo diga -concluyó. Después de todo, aquellos cazadores todavía creían en el Pacto y no tenían ni idea de que el muchacho ya no era humano. Marcus podía divertirse... y fingir muy bien.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
Mordí el labio inferior. "¿Ya han concluído?". Aquella pregunta sembraba más de un interrogante, al que dudaba de responder. ¿Qué se supone que debía decir a algo así? Miré hacia otro lado, callándome y dando por obvio la pregunta. Mi cuerpo se marcó con el aroma de Bella durante el tiempo que tuvimos juntos, tampoco hacía falta más. Era incómodo hablar de este tema con él, porque normalmente siempre fuimos nosotros y Bella y yo; por separado, no juntos. Pero sí, habíamos "concluído", como Marcus lo llamaba. Asentí a su advertencia, tomando cualquier precaución sobre los cazadores.
Clavé los ojos en Marcus. ¿De verdad no me diría qué le ocurría? ¿Tan poca confianza tenía conmigo? Para él puede que no importara demasiado y quisiera quitarle interés, pero para mí era algo importante. Y tampoco sabía el motivo ni cómo arreglarlo. Por más sincero que fuera, por más empeño y esfuerzo que le pusiera, parecía no llegar nunca a Marcus. Nunca sabía qué andaba pensando su cabeza. Quería saberlo todo de él, igual que lo conocía todo de Bella. Sin embargo, era imposible adivinar sus pensamientos. Suspiré, pasando una mano por el pelo. Comenzaba nuevamente a obstaculizar mi mente con una tontería. Aunque quizá no fuera tan infantil como pensaba.
¿Marcus no confiaba en mí?
Puse la frente en su pecho, rozando con la nariz su piel. Puede que ahora no estuviera enfadado, pero quizá con el tiempo acabara por reprochándome el hecho. Mejor aclarar toda duda, y así, dejar la conciencia tranquila de un: "tenía que habérselo dicho". Jamás te haré algo que no quieras. Ya nunca más. Sus palabras se clavaron y rápidamente encontraron hueco para tatuarse debajo de la piel. Nunca más. Cerré los ojos, esbozando una pequeña sonrisa de satisfacción. El sentido que le otorgaba Marcus era diferente al que le concedía yo. Para mí eso signifcaba que aceptaba mis limitaciones, que no fomentaría la presión de nuevo y que aceptaba las señales cicatrizadas de mi cuerpo. Asentí levemente, dejando un beso sobre su marmóleo hombro como respuesta. Puede que aún pareciera una relación de Señor y Esclavo, pero hacía mucho que ya se transformó en una relación de iguales. Seguía tratándolo como antes, aunque fuera más por puro aprecio y cariño, que por vasallaje.
Bajé los ojos levemente, sumiéndome en el sopor plenamente humano. La relajación entró después de esta infinita noche llena de sucesos. Sin embargo, los vampiros no dormían. Habría sido fascinante si hubiera podido hacerlo.
Alcé la cabeza rápidamente al oír el golpazo. No sólo eso, un olor especial y llamativo llegaba hasta mi nariz, mientras que empezaba a escuchar pequeñas voces en mi cabeza. Eché la cabeza levemente hacia atrás, analizando lo que percibía. Ahora todos los aromas eran nuevos y debía aprenderlos. Miré a Marcus, curioso. ¿Él conocería...? El sonido de un disparó recorrió los tímpanos, haciendo que temblara de horror. Regresé la cabeza y miré la puerta, temiendo lo que pudiera aparecer. Asentí rápido y efusivo, poniéndome de pie.
-¿Y tú qué vas a hacer? - Pregunté nervioso. La voz de Marcus estalló. Sin dar oportunidad a que hablara más, salí corriendo hacia Bella. ¿Por qué tanta prisa y precaución?
Apresurado, llegué hasta el baño y cerré la puerta. Las voces de mi cabeza cada vez se hacían más y más altas. En cambio, no entendía lo que decían, pues todas hablaban al mismo tiempo. Diferentes voces y volúmenes se esparcían completamente. Los pensamientos de los cazadores fluían a través de un neófito prematuro. Miré a Bella, nervioso.
-Bella, corre, sal de agua. Vístete. - También aproveché para coger un kimono de los baños termales y cambiarme, pues el yukata estaba destrozado. Por lo menos era varonil. - Corre. Algo no marcha bien, ¡vamos! - Urgí.
Una nueva voz grave se oyó a las espaldas, destacando entre el resto.
-Vaya, vaya, vaya... Carphatia-kun... - Habló lentamente el hombre, sonriendo con lentitud y al tiempo que cerraba la puerta de nuevo silenciosamente. Tres cazadores más entraron detrás de él y otros cinco se quedaron fuera, vigilando. El resto del equipo iba directamente hacia la sala principal de la piscina, justo donde permanecía Marcus. En cuanto me giré y lo encontré, las facciones cambiaron radicalmente; se tensaron inmediatamente. Quedé totalmente paralizado en el sitio. Él. Otra vez. El Destino reencontró el azul y marrón nuevamente.
-Me alegra verte de nuevo.
Clavé los ojos en Marcus. ¿De verdad no me diría qué le ocurría? ¿Tan poca confianza tenía conmigo? Para él puede que no importara demasiado y quisiera quitarle interés, pero para mí era algo importante. Y tampoco sabía el motivo ni cómo arreglarlo. Por más sincero que fuera, por más empeño y esfuerzo que le pusiera, parecía no llegar nunca a Marcus. Nunca sabía qué andaba pensando su cabeza. Quería saberlo todo de él, igual que lo conocía todo de Bella. Sin embargo, era imposible adivinar sus pensamientos. Suspiré, pasando una mano por el pelo. Comenzaba nuevamente a obstaculizar mi mente con una tontería. Aunque quizá no fuera tan infantil como pensaba.
¿Marcus no confiaba en mí?
Puse la frente en su pecho, rozando con la nariz su piel. Puede que ahora no estuviera enfadado, pero quizá con el tiempo acabara por reprochándome el hecho. Mejor aclarar toda duda, y así, dejar la conciencia tranquila de un: "tenía que habérselo dicho". Jamás te haré algo que no quieras. Ya nunca más. Sus palabras se clavaron y rápidamente encontraron hueco para tatuarse debajo de la piel. Nunca más. Cerré los ojos, esbozando una pequeña sonrisa de satisfacción. El sentido que le otorgaba Marcus era diferente al que le concedía yo. Para mí eso signifcaba que aceptaba mis limitaciones, que no fomentaría la presión de nuevo y que aceptaba las señales cicatrizadas de mi cuerpo. Asentí levemente, dejando un beso sobre su marmóleo hombro como respuesta. Puede que aún pareciera una relación de Señor y Esclavo, pero hacía mucho que ya se transformó en una relación de iguales. Seguía tratándolo como antes, aunque fuera más por puro aprecio y cariño, que por vasallaje.
Bajé los ojos levemente, sumiéndome en el sopor plenamente humano. La relajación entró después de esta infinita noche llena de sucesos. Sin embargo, los vampiros no dormían. Habría sido fascinante si hubiera podido hacerlo.
Alcé la cabeza rápidamente al oír el golpazo. No sólo eso, un olor especial y llamativo llegaba hasta mi nariz, mientras que empezaba a escuchar pequeñas voces en mi cabeza. Eché la cabeza levemente hacia atrás, analizando lo que percibía. Ahora todos los aromas eran nuevos y debía aprenderlos. Miré a Marcus, curioso. ¿Él conocería...? El sonido de un disparó recorrió los tímpanos, haciendo que temblara de horror. Regresé la cabeza y miré la puerta, temiendo lo que pudiera aparecer. Asentí rápido y efusivo, poniéndome de pie.
-¿Y tú qué vas a hacer? - Pregunté nervioso. La voz de Marcus estalló. Sin dar oportunidad a que hablara más, salí corriendo hacia Bella. ¿Por qué tanta prisa y precaución?
Apresurado, llegué hasta el baño y cerré la puerta. Las voces de mi cabeza cada vez se hacían más y más altas. En cambio, no entendía lo que decían, pues todas hablaban al mismo tiempo. Diferentes voces y volúmenes se esparcían completamente. Los pensamientos de los cazadores fluían a través de un neófito prematuro. Miré a Bella, nervioso.
-Bella, corre, sal de agua. Vístete. - También aproveché para coger un kimono de los baños termales y cambiarme, pues el yukata estaba destrozado. Por lo menos era varonil. - Corre. Algo no marcha bien, ¡vamos! - Urgí.
Una nueva voz grave se oyó a las espaldas, destacando entre el resto.
-Vaya, vaya, vaya... Carphatia-kun... - Habló lentamente el hombre, sonriendo con lentitud y al tiempo que cerraba la puerta de nuevo silenciosamente. Tres cazadores más entraron detrás de él y otros cinco se quedaron fuera, vigilando. El resto del equipo iba directamente hacia la sala principal de la piscina, justo donde permanecía Marcus. En cuanto me giré y lo encontré, las facciones cambiaron radicalmente; se tensaron inmediatamente. Quedé totalmente paralizado en el sitio. Él. Otra vez. El Destino reencontró el azul y marrón nuevamente.
-Me alegra verte de nuevo.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Jugueteaba con las manos de Ziel, feliz de volver a estar juntos después de tanto tiempo. Ahora estábamos unidos por muchos más lazos que antes, pues nos pertenecíamos el uno al otro. Besé la palma de sus manos y eché la cabeza hacia atrás, descansándola sobre su hombro. Negué con la cabeza a Ziel. No, dime. Dije con una sonrisa. Cerré los ojos, descansando tranquila. Ziel llevaba razón. Ambos iríamos a la misma clase ahora que se convirtió. Ya no teníamos restricciones porque él fuera humano. Podíamos estar juntos el tiempo que quisiéramos. La eternidad nos esperaba a ambos. Asentí levemente, feliz por la idea; aunque sería un poco extraño al principio. Antes deberíamos enseñar a Ziel a controlarse con humanos. Era un riesgo que apareciera sin lograr hacerlo.
Le di un codazo. ¿Cómo que escaparnos de clase? Eso tendríamos que verlo. Dije bromeando a su indecente propuesta. Eso solamente lo hacíamos antes cuando no podíamos vernos. Ya no era necesario. Aunque nadie decía que no asistiéramos a clase de vez en cuando. Y supongo que yo también podré presumir de novio todo lo que quiera. Besé su mejilla, sonriendo. Llamarle "novio" resultaba demasiado raro, pero sonaba bien. No era la primera vez que nos llamaban así. Casi todo el mundo sabía lo nuestro.
Sí, estaría bien que fueras a verlo. Comenté a su favor. Me retiré, dejándole hueco y sentándome encima de uno de los escalones. Lo despedí con la mano y una sonrisa, viendo cómo desaparecía por detrás de la puerta. Finalmente encogí los hombros. Estaría un rato más en el baño, aprovechando y dejándoles un poco de tiempo para que lo hablaran. Entendía que Marcus no quisiera confesar lo que le ocurría delante de mí. Con Ziel tenía más confianza y seguramente lo hiciera. Me quedé un poco más en el agua, haciendo caso a Ziel. Di una vuelta en el agua, nadando un poco mientras estaba sola. Era bastante relajante. Marcus había tenido una magnífica idea de traernos hasta aquí.
Al cabo de un rato decidí salir del agua y vestirme. Comenzaban a tardar demasiado, me preocupaban. ¿Qué le ocurriría a Marcus? Iría a ver qué pasaba y así me aseguraba de que no era nada. Y entonces, hubo un disparo. Gritos. Temí lo peor. ¡Ziel! Grité alterada. Al mismo tiempo, Ziel entró en el baño metiendo prisa. Suspiré aliviada de que estuviera bien. Ziel, ¿qué ocurre? Ha sonado un disparo. ¿Dónde está Marcus? Pregunté rápidamente. ¿Por qué él no había venido con Ziel?
La voz de un hombre a nuestra espalda, nos sorprendió a ambos. Miré a Ziel y después al hombre, sin entender. ¿Lo conocía? ¿De qué? ¿Y cómo sabía el apellido de Ziel? Todo esto era extraño. Aunque no era el momento adecuado para preguntar detalles. Nada más ver al resto de cazadores entrar tras él, me puse a la defensiva, creando un campo de fuerza para protegernos. Ziel, retrocede. Este hombre puede ser peligroso. Son cazadores. Hablé en su mente. Si era lo que pensaba, vendrían a por él nuevamente. Pero ninguno sabía que Ziel se había convertido y el pacto había dejado de existir. Debía tener cuidado y escapar cuanto antes. Además, ¿cómo habían llegado hasta allí y nos habían descubierto?
Le di un codazo. ¿Cómo que escaparnos de clase? Eso tendríamos que verlo. Dije bromeando a su indecente propuesta. Eso solamente lo hacíamos antes cuando no podíamos vernos. Ya no era necesario. Aunque nadie decía que no asistiéramos a clase de vez en cuando. Y supongo que yo también podré presumir de novio todo lo que quiera. Besé su mejilla, sonriendo. Llamarle "novio" resultaba demasiado raro, pero sonaba bien. No era la primera vez que nos llamaban así. Casi todo el mundo sabía lo nuestro.
Sí, estaría bien que fueras a verlo. Comenté a su favor. Me retiré, dejándole hueco y sentándome encima de uno de los escalones. Lo despedí con la mano y una sonrisa, viendo cómo desaparecía por detrás de la puerta. Finalmente encogí los hombros. Estaría un rato más en el baño, aprovechando y dejándoles un poco de tiempo para que lo hablaran. Entendía que Marcus no quisiera confesar lo que le ocurría delante de mí. Con Ziel tenía más confianza y seguramente lo hiciera. Me quedé un poco más en el agua, haciendo caso a Ziel. Di una vuelta en el agua, nadando un poco mientras estaba sola. Era bastante relajante. Marcus había tenido una magnífica idea de traernos hasta aquí.
Al cabo de un rato decidí salir del agua y vestirme. Comenzaban a tardar demasiado, me preocupaban. ¿Qué le ocurriría a Marcus? Iría a ver qué pasaba y así me aseguraba de que no era nada. Y entonces, hubo un disparo. Gritos. Temí lo peor. ¡Ziel! Grité alterada. Al mismo tiempo, Ziel entró en el baño metiendo prisa. Suspiré aliviada de que estuviera bien. Ziel, ¿qué ocurre? Ha sonado un disparo. ¿Dónde está Marcus? Pregunté rápidamente. ¿Por qué él no había venido con Ziel?
La voz de un hombre a nuestra espalda, nos sorprendió a ambos. Miré a Ziel y después al hombre, sin entender. ¿Lo conocía? ¿De qué? ¿Y cómo sabía el apellido de Ziel? Todo esto era extraño. Aunque no era el momento adecuado para preguntar detalles. Nada más ver al resto de cazadores entrar tras él, me puse a la defensiva, creando un campo de fuerza para protegernos. Ziel, retrocede. Este hombre puede ser peligroso. Son cazadores. Hablé en su mente. Si era lo que pensaba, vendrían a por él nuevamente. Pero ninguno sabía que Ziel se había convertido y el pacto había dejado de existir. Debía tener cuidado y escapar cuanto antes. Además, ¿cómo habían llegado hasta allí y nos habían descubierto?
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
La situación con Ziel se había vuelto incómoda y tensa. ¿Por qué se comportaban ambos de aquel modo? Quizá fuera porque no eran simples hombres; no eran simples amigos tampoco. Eran algo más, y ese "algo más" implicaba muchas cosas. La relación de ambos encerraba en su círculo tanto emociones como sentimientos dispares y, a su vez, sofocantes. La pasión, los celos, la gracia y la tristeza. El vampiro suspiró, queriendo evitar su mirada. Pero ahora tenía cosas más importantes que atender: su seguridad.
- ¿No me has oído, joder? -gritó mirándolo de reojo. ¿Por qué daba tanto rodeo? Le había dicho que se marche de una vez, o acabarían en una situación poco deseada. Aunque Marcus, a decir verdad, la deseaba bastante. Hacía unos cuantos días que la sangre fresca de un enemigo no descendía por su garganta cruel. Poco a poco, las víctimas comenzaron a aflorar. Sí, "víctimas", porque no durarían mucho tiempo allí dentro. Marcus desapareció de la escena y, cuando ellos llegaron, no había nadie allí: la entrada al cuarto termal estaba libre. Los cazadores rieron de placer y se introdujeron allí.
Ah, ingenuos.
Uno de ellos habló. Parecía estar muy satisfecho con la situación. Qué bien por él, que lo disfrutase mientras durase, pues en cuanto quisiera hacer algo en contra de alguno de los dos, se llevaría una grata sorpresa. Marcus había calculado sus movimientos y tácticas. Probablemente, Ziel y Bella pensaran que lo habían atrapado, herido, o algo por el estilo. Quizá llegasen a pensar, incluso, que los había abandonado a su suerte por puro despecho. Otros ingenuos más a la fiesta. Nada más interesante como aquello para comenzar una batalla. Sorprender era una de las armas secretas de Marcus O' Conell.
Paciente, aguardó oculto hasta que todos los cazadores entraron. Mientras los imbéciles alardeaban acerca de su competencia y arrojaban palabras obscenas a Bella, el vampiro se controlaba listo para efectuar sus movimientos. Los cazadores no tenían ni idea de qué les deparaba allí dentro. No conocían la nueva naturaleza de Ziel, pero en cuanto se enterasen, ya sería demasiado tarde.
Varios cazadores sacaron a relucir sus armas anti-vampiros. Uno de ellos, señaló a Ziel y tartamudeó un poco antes de hablar.
- Él es.. él ya es un..
Se oyó un golpe seco y el hombre cayó muerto al suelo. Un charco de sangre se formó alrededor de su cabeza.
- Sí, sí. Ziel Carphatia es un vampiro. Eso ya lo sabemos. Ahora, ¿cuáles son las nuevas noticias? ¿Alguna novedad que deseen compartir con nosotros?
La voz de Marcus fue tan clara y relajada, así como sagaz y diabólica, que logró acaparar la atención de los presentes. Casi desnudo, caminando entre ellos, cazador que se interponía en su camino, cazador que acababa muerto en el suelo. Con rápidos movimientos, acabó con dos más de ellos, desgarrando sus cuellos. Relamió sus labios y suspiró de placer, al igual que varios cazadores habían hecho antes. No tenía sentido que los que quedaban allí quisieran escapar, pues la puerta había sido trabada por dentro, y el único que poseía la llave era él. Miró a Bella y a Ziel. Guiñó un ojo y se volteó hacia los cazadores, dejando a sus protegidos tras él.
- ¿Qué? ¿Acaso nunca vieron a un hombre en paños menores? Seguramente se asombran de la grandeza, ya que dudo que algo igual se halle entre sus piernas -siseó, desafiante, y una sutil carcajada sangrienta emergió entre sus labios.
Que comience la cacería.
- ¿No me has oído, joder? -gritó mirándolo de reojo. ¿Por qué daba tanto rodeo? Le había dicho que se marche de una vez, o acabarían en una situación poco deseada. Aunque Marcus, a decir verdad, la deseaba bastante. Hacía unos cuantos días que la sangre fresca de un enemigo no descendía por su garganta cruel. Poco a poco, las víctimas comenzaron a aflorar. Sí, "víctimas", porque no durarían mucho tiempo allí dentro. Marcus desapareció de la escena y, cuando ellos llegaron, no había nadie allí: la entrada al cuarto termal estaba libre. Los cazadores rieron de placer y se introdujeron allí.
Ah, ingenuos.
Uno de ellos habló. Parecía estar muy satisfecho con la situación. Qué bien por él, que lo disfrutase mientras durase, pues en cuanto quisiera hacer algo en contra de alguno de los dos, se llevaría una grata sorpresa. Marcus había calculado sus movimientos y tácticas. Probablemente, Ziel y Bella pensaran que lo habían atrapado, herido, o algo por el estilo. Quizá llegasen a pensar, incluso, que los había abandonado a su suerte por puro despecho. Otros ingenuos más a la fiesta. Nada más interesante como aquello para comenzar una batalla. Sorprender era una de las armas secretas de Marcus O' Conell.
Paciente, aguardó oculto hasta que todos los cazadores entraron. Mientras los imbéciles alardeaban acerca de su competencia y arrojaban palabras obscenas a Bella, el vampiro se controlaba listo para efectuar sus movimientos. Los cazadores no tenían ni idea de qué les deparaba allí dentro. No conocían la nueva naturaleza de Ziel, pero en cuanto se enterasen, ya sería demasiado tarde.
Varios cazadores sacaron a relucir sus armas anti-vampiros. Uno de ellos, señaló a Ziel y tartamudeó un poco antes de hablar.
- Él es.. él ya es un..
Se oyó un golpe seco y el hombre cayó muerto al suelo. Un charco de sangre se formó alrededor de su cabeza.
- Sí, sí. Ziel Carphatia es un vampiro. Eso ya lo sabemos. Ahora, ¿cuáles son las nuevas noticias? ¿Alguna novedad que deseen compartir con nosotros?
La voz de Marcus fue tan clara y relajada, así como sagaz y diabólica, que logró acaparar la atención de los presentes. Casi desnudo, caminando entre ellos, cazador que se interponía en su camino, cazador que acababa muerto en el suelo. Con rápidos movimientos, acabó con dos más de ellos, desgarrando sus cuellos. Relamió sus labios y suspiró de placer, al igual que varios cazadores habían hecho antes. No tenía sentido que los que quedaban allí quisieran escapar, pues la puerta había sido trabada por dentro, y el único que poseía la llave era él. Miró a Bella y a Ziel. Guiñó un ojo y se volteó hacia los cazadores, dejando a sus protegidos tras él.
- ¿Qué? ¿Acaso nunca vieron a un hombre en paños menores? Seguramente se asombran de la grandeza, ya que dudo que algo igual se halle entre sus piernas -siseó, desafiante, y una sutil carcajada sangrienta emergió entre sus labios.
Que comience la cacería.
- Marcus O'Conell
Cantidad de envíos :
437
Re: Piscina municipal
Tenía los nervios a flor de piel. El hecho de los gritos de Marcus me cabreaba en el fondo, aunque pudiera llegar a tener razón en un primer momento. Odiaba que siempre estuviera gritándome. Y por si fuera poco, aquel hombre de pelo y ojos castaños, me sacaba completamente de mis casillas. Quería acabar con su vida en un segundo, sin embargo, la sensibilidad de mis oídos llegaba más allá de la puerta. Marcus estaba fuera. Podría haber dudado de su estado, pero con sólo oír los sucesivos golpes de los cuerpos de los cazadores, cercionaba que estaba en plenas condiciones.
-No lo sé, Bella. No lo sé. Estará bien, no te preocupes. - Respondí rápidamente, quizá algo borde por el enfado.
-Ciertamente no me sorprende que te hayas convertido. Estabas condenado, Carphatia. - Rió el cazador, cortando de inmediato el tema de conversación; mientras su detestable grupo se hacía al unísono de su risa. Apreté los puños, conteniéndome. Si aún no había saltado a por ese tipo, era por Bella. Sé perfectamente que son cazadores, contesté a Bella. ¿Acaso era tan ingenuo como para no saberlo? Algunos de ellos gritaban indecencias a Bella y eso estaba consumiéndome de ira. Di un paso al frente, manteniéndome en la barrera que ella formaba, pero implatándome por delante.
Conocía perfectamente a ese hombre y sabía de lo que era capaz. Numerables recuerdos corrían por la cabeza para tenerlo más presente. Me cobraría venganza. Ahora no tenía por qué temer de sus palabras, ni de sus armas. Era un vampiro. Mostré los colmillos, amenazante. Que tuviera presente que probarían su piel por todos aquellos malos tratos.
El azul cambió por un rojo depredador.
-¡Qué amenazador! ¿Me retas Carphatia? - Preguntó irónico, apuntando con el arma anti-vampiros. Otro cuerpo más. Aquel que se atrevía a decir "vampiro" caía. Miré a la puerta al tiempo que Marcus aparecía y se abría un pasillo entre los cazadores muertos. Esta vez quien rió fui yo. Les quedaban los días contados, sobre todo a dicho cazador. Aunque no por eso, debíamos confirmar victoria hasta el final. Pobres ellos, me apiadaba de algunas de sus vidas. Ahora que conocían este secreto, pues debía de seguir el rumor de que aún era humano. - Entonces con gusto aceptaré tu reto, Ziel.
El cazador miró a Marcus brevemente y sonrió maliciosamente.
- Así que... ¿este es el famoso Marcus al que gritabas ayuda, Ziel? El temeroso vampiro de fuerza sobrenatural que ha matado a varios de mis hombres... - Se llevó una mano a su pequeña barba, restregándola. La expresión de mi rostro cambió radicalmente. - Y ella... supongo que ella también, ¿verdad? - Preguntó fanfarrón observando a Bella posesivamente. Clavó la mirada en sus senos. - Mi enhorabuena, Ziel. Tienes a dos vampiros comiendo de tu mano. O quién sabe si de la mano... - Rió a carcajadas irremediablemente, haciendo doble sentido a su frase, uno de ellos precisamente no demasiado decente. - No sabía de tus preferencias. Dime, ¿qué se siente con cada uno? - Inquirió curioso. Sus ojos gráciles pararon de nuevo en el vampiro. - Fue una pena que no pudieras oír sus gritos desesperados de terror. "¡Socorro! ¡Marcus, por favor! ¡Ayúdenme!" - Imitaba con sorna. Comenzó a temblarme el pulso. ¿Por qué se entretenía en decir todo aquello y más tener la desfachatez de contarlo delante suya? Debería meterse la lengua donde le cupiera. - Era fasninante verle llorar como una chica y revolverse igual que un pez. En verdad, una lástima. Te perdiste ver físicamente la escena y toda su dolorida cara. - Su aspecto villano brilló con orgullo, al tiempo que el resto de cazadores presentes reían a carcajadas recordando el momento. Él no había sido el único que había profanado un cuerpo humano. - Puede que usted tenga un milagro, aunque tampoco veo fardar de flacidez en público. Es de mala educación. Además, si nosotros nos lo pasamos extraordinariamente bien, ¿verdad Carphatia? - Lamió los dedos de la mano que no sujetaba el arma. - Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Qué bien olías aquella vez. Mm... Me excito de recordarlo. Deberíamos repetirlo más a menudo. Mis hombres desean desfogarse. - Sugirió.
El marrón se volvió inquisidor, mirando a los tres vampiros presentes; aferrando con dureza su arma y apuntando a la cabeza del más peligroso: Marcus O'Conell.
-Jamás deberías haber escapado. ¡Nos lo pasábamos bien! Sin duda, tuviste suerte encontrar ayuda. De no ser así, habrías muerto desangrado por ignorar las advertencias. Y nosotros no estaríamos aquí claramente. Y ellos seguramente tampoco. Todavía seguirían buscándote. - Paró un segundo, sin quitar esa sonrisa burlona de sus labios. - Ah, no, me equivoco. Que te abandonaron durante meses. Corrijo: no, no estarían buscándote, sino revolcándose a tus espaldas. Dudo que te echaran de menos. - Humedeció sus labios y continuó; no únicamente con sus palabras, también sembrando miles de dudas interiores. Miré a ambos, imaginando la idea. ¿Ellos... serían capaces? - Sí, Ziel, no los mires; creételo. En cambio nosotros te acogimos y así nos lo agradeces, volviendo al lado de tus Dueños, como un buen perro. Puede que alguna vez se nos fuera la mano, pero te teníamos bajo techo y comida. - Torció el gesto. - ¡Qué bien amaestrado lo tenéis ambos! - Exclamó charlatán.
Los ojos se volvieron más rojos y refulgentes. La respiración más agitada y prolongada. Todo mi cuerpo temblaba de ira, de miedo y de recuerdos que desearía olvidar.
-¡CÁLLATE! - Grité con todas mis fuerzas. Silencio. Calla, calla, calla. No quiero oír más. No quiero que ellos sigan escuchando todo aquello. - ¡Calla tu maldita boca! Y métele la lengua a alguno de tus soldados a ver si te la untas de tu propias heces. - Dije entre dientes, apretándolos con fuerza. Di otro paso más y escupí en medio de ambos, mostrándole ese pequeño "amor" que conservaba. Los cazadores seguían divulgando sus fantasías con Bella y sus deseos más fervientes. Y aquellas que pensaban, casualmente también llegaban hasta mi cabeza en forma de voces.
Llevé ambas manos al pelo, enloquecido. Ya no pude aguantar más. Estaba cansado de escuchar sus palabras, de escuchar el resto de pensamientos referidos a Bella. Esta vez me daba igual Marcus, me daban igual los cazadores. Solamente quería apagar esta maldita sed que florecía de nuevo, corroída de venganza. Los instintos más asesinos se abrían paso y el deseo de arrancar su lengua de cuajo se hacía más vivo a cada segundo.
-Ziel, espera. Si todavía queda lo... - No llegó a terminar la frase.
Se oyó un rápido siseo y de repente, un disparo.
Tras él, cientos de disparos más.
Me lancé corriendo hacia él. Iba a callar esa maldita boca de una santa vez con mis propias manos. Ya no hacía falta que me defendieran más, podía yo solo. E iba a demostrarlo con ese sujeto. Rugí de ira y el primer cazador se plantó. Ni siquiera presté atención, pues de un golpe fue lanzado contra la pared. Otro acabó con la garganta cortada en tres profundas incisiones de las garras. Se oían disparos y miles de voces por toda la sala. En cambio, había silenciado mis oídos para centrar toda la atención en esos ojos marrones que me tentaban. No le tendría miedo nunca más.
Esquivé algun disparo, pero otros cuantos hicieron blanco sobre la piel. En seguida, el color rubí empezó a pintar el blanco inmortal. Sin embargo, no existía dolor cuando sólo quieres venganza.
Un cuerpo nuevo salió despedido hacia atrás, dejando el plato servido a Marcus. Sin esperarlo, un cazador se interpuso en mi camino, venciendo ambos hacia el suelo. Llevé las manos hacia su cuello, haciendo presión para asfixiarlo. En cuanto el aire comenzó a faltarle, abrí la boca, luciendo unos colmillos afilados. Mordí varias veces violentamente, manchándome completamente de sangre. Y de repente, algo se posó en la nuca.
-Muérdele de nuevo y te vuelo la cabeza. - Sentenció, al unísono que otros cazadores señalaban amenazadoramente al vampiro neófito.
Había entrado en la boca del lobo.
-No lo sé, Bella. No lo sé. Estará bien, no te preocupes. - Respondí rápidamente, quizá algo borde por el enfado.
-Ciertamente no me sorprende que te hayas convertido. Estabas condenado, Carphatia. - Rió el cazador, cortando de inmediato el tema de conversación; mientras su detestable grupo se hacía al unísono de su risa. Apreté los puños, conteniéndome. Si aún no había saltado a por ese tipo, era por Bella. Sé perfectamente que son cazadores, contesté a Bella. ¿Acaso era tan ingenuo como para no saberlo? Algunos de ellos gritaban indecencias a Bella y eso estaba consumiéndome de ira. Di un paso al frente, manteniéndome en la barrera que ella formaba, pero implatándome por delante.
Conocía perfectamente a ese hombre y sabía de lo que era capaz. Numerables recuerdos corrían por la cabeza para tenerlo más presente. Me cobraría venganza. Ahora no tenía por qué temer de sus palabras, ni de sus armas. Era un vampiro. Mostré los colmillos, amenazante. Que tuviera presente que probarían su piel por todos aquellos malos tratos.
El azul cambió por un rojo depredador.
-¡Qué amenazador! ¿Me retas Carphatia? - Preguntó irónico, apuntando con el arma anti-vampiros. Otro cuerpo más. Aquel que se atrevía a decir "vampiro" caía. Miré a la puerta al tiempo que Marcus aparecía y se abría un pasillo entre los cazadores muertos. Esta vez quien rió fui yo. Les quedaban los días contados, sobre todo a dicho cazador. Aunque no por eso, debíamos confirmar victoria hasta el final. Pobres ellos, me apiadaba de algunas de sus vidas. Ahora que conocían este secreto, pues debía de seguir el rumor de que aún era humano. - Entonces con gusto aceptaré tu reto, Ziel.
El cazador miró a Marcus brevemente y sonrió maliciosamente.
- Así que... ¿este es el famoso Marcus al que gritabas ayuda, Ziel? El temeroso vampiro de fuerza sobrenatural que ha matado a varios de mis hombres... - Se llevó una mano a su pequeña barba, restregándola. La expresión de mi rostro cambió radicalmente. - Y ella... supongo que ella también, ¿verdad? - Preguntó fanfarrón observando a Bella posesivamente. Clavó la mirada en sus senos. - Mi enhorabuena, Ziel. Tienes a dos vampiros comiendo de tu mano. O quién sabe si de la mano... - Rió a carcajadas irremediablemente, haciendo doble sentido a su frase, uno de ellos precisamente no demasiado decente. - No sabía de tus preferencias. Dime, ¿qué se siente con cada uno? - Inquirió curioso. Sus ojos gráciles pararon de nuevo en el vampiro. - Fue una pena que no pudieras oír sus gritos desesperados de terror. "¡Socorro! ¡Marcus, por favor! ¡Ayúdenme!" - Imitaba con sorna. Comenzó a temblarme el pulso. ¿Por qué se entretenía en decir todo aquello y más tener la desfachatez de contarlo delante suya? Debería meterse la lengua donde le cupiera. - Era fasninante verle llorar como una chica y revolverse igual que un pez. En verdad, una lástima. Te perdiste ver físicamente la escena y toda su dolorida cara. - Su aspecto villano brilló con orgullo, al tiempo que el resto de cazadores presentes reían a carcajadas recordando el momento. Él no había sido el único que había profanado un cuerpo humano. - Puede que usted tenga un milagro, aunque tampoco veo fardar de flacidez en público. Es de mala educación. Además, si nosotros nos lo pasamos extraordinariamente bien, ¿verdad Carphatia? - Lamió los dedos de la mano que no sujetaba el arma. - Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Qué bien olías aquella vez. Mm... Me excito de recordarlo. Deberíamos repetirlo más a menudo. Mis hombres desean desfogarse. - Sugirió.
El marrón se volvió inquisidor, mirando a los tres vampiros presentes; aferrando con dureza su arma y apuntando a la cabeza del más peligroso: Marcus O'Conell.
-Jamás deberías haber escapado. ¡Nos lo pasábamos bien! Sin duda, tuviste suerte encontrar ayuda. De no ser así, habrías muerto desangrado por ignorar las advertencias. Y nosotros no estaríamos aquí claramente. Y ellos seguramente tampoco. Todavía seguirían buscándote. - Paró un segundo, sin quitar esa sonrisa burlona de sus labios. - Ah, no, me equivoco. Que te abandonaron durante meses. Corrijo: no, no estarían buscándote, sino revolcándose a tus espaldas. Dudo que te echaran de menos. - Humedeció sus labios y continuó; no únicamente con sus palabras, también sembrando miles de dudas interiores. Miré a ambos, imaginando la idea. ¿Ellos... serían capaces? - Sí, Ziel, no los mires; creételo. En cambio nosotros te acogimos y así nos lo agradeces, volviendo al lado de tus Dueños, como un buen perro. Puede que alguna vez se nos fuera la mano, pero te teníamos bajo techo y comida. - Torció el gesto. - ¡Qué bien amaestrado lo tenéis ambos! - Exclamó charlatán.
Los ojos se volvieron más rojos y refulgentes. La respiración más agitada y prolongada. Todo mi cuerpo temblaba de ira, de miedo y de recuerdos que desearía olvidar.
-¡CÁLLATE! - Grité con todas mis fuerzas. Silencio. Calla, calla, calla. No quiero oír más. No quiero que ellos sigan escuchando todo aquello. - ¡Calla tu maldita boca! Y métele la lengua a alguno de tus soldados a ver si te la untas de tu propias heces. - Dije entre dientes, apretándolos con fuerza. Di otro paso más y escupí en medio de ambos, mostrándole ese pequeño "amor" que conservaba. Los cazadores seguían divulgando sus fantasías con Bella y sus deseos más fervientes. Y aquellas que pensaban, casualmente también llegaban hasta mi cabeza en forma de voces.
Llevé ambas manos al pelo, enloquecido. Ya no pude aguantar más. Estaba cansado de escuchar sus palabras, de escuchar el resto de pensamientos referidos a Bella. Esta vez me daba igual Marcus, me daban igual los cazadores. Solamente quería apagar esta maldita sed que florecía de nuevo, corroída de venganza. Los instintos más asesinos se abrían paso y el deseo de arrancar su lengua de cuajo se hacía más vivo a cada segundo.
-Ziel, espera. Si todavía queda lo... - No llegó a terminar la frase.
Se oyó un rápido siseo y de repente, un disparo.
Tras él, cientos de disparos más.
Me lancé corriendo hacia él. Iba a callar esa maldita boca de una santa vez con mis propias manos. Ya no hacía falta que me defendieran más, podía yo solo. E iba a demostrarlo con ese sujeto. Rugí de ira y el primer cazador se plantó. Ni siquiera presté atención, pues de un golpe fue lanzado contra la pared. Otro acabó con la garganta cortada en tres profundas incisiones de las garras. Se oían disparos y miles de voces por toda la sala. En cambio, había silenciado mis oídos para centrar toda la atención en esos ojos marrones que me tentaban. No le tendría miedo nunca más.
Esquivé algun disparo, pero otros cuantos hicieron blanco sobre la piel. En seguida, el color rubí empezó a pintar el blanco inmortal. Sin embargo, no existía dolor cuando sólo quieres venganza.
Un cuerpo nuevo salió despedido hacia atrás, dejando el plato servido a Marcus. Sin esperarlo, un cazador se interpuso en mi camino, venciendo ambos hacia el suelo. Llevé las manos hacia su cuello, haciendo presión para asfixiarlo. En cuanto el aire comenzó a faltarle, abrí la boca, luciendo unos colmillos afilados. Mordí varias veces violentamente, manchándome completamente de sangre. Y de repente, algo se posó en la nuca.
-Muérdele de nuevo y te vuelo la cabeza. - Sentenció, al unísono que otros cazadores señalaban amenazadoramente al vampiro neófito.
Había entrado en la boca del lobo.
- Ziel A. Carphatia
Cantidad de envíos :
1180
Localización : Quién sabe.
Empleo /Ocio : Alumno a tiempo parcial y zorro el resto del día (?)
Humor : No te acerques por si acaso...
Re: Piscina municipal
Miré a Ziel preocupada. Antes no estaba tan alterado. ¿Qué habría pasado entre ellos dos? Mordí el labio inferior, pasando la mano por el pelo y reteniéndolo detrás de la oreja. Tampoco quería entrar en el tema, por si la cosa se volvía peor al preguntar. Algo me sacó de la cabeza: "Estabas condenado, Carphatia". ¿Ese cazador también sabía de la enfermedad de Ziel? Cada palabra que escuchaba de aquel cazador, menos entendía lo que sucedía. Agarré el brazo a Ziel, haciendo que retrocediera. No era bueno acercarse tanto, aunque estuviera manteniendo con la otra la barrera. Puede que ahora fuera un vampiro, pero no debía confiarse tanto de sus habilidades. Aún no aprendió a controlarse y sería fácil perder los nervios. En cambio, ellos eran cazadores y sería mejor mantener las distancias.
Ziel, por favor, retrocede. No entres en su juego. Solamente busca provocarte, no le hagas caso. Ziel, escúchame... Hablé en su cabeza, preocupada. Él cada vez estaba poniéndose más y más tenso, haciendo caso del cazador. Y lo que menos tenía que hacer era seguir escuchándolo. Agarré su mano, inspirándole tranquilidad. Cometería una tontería a este paso. Y le podía costar la vida. Ya había sentido que lo perdía una vez, no iba a volver a perderle dos veces. Ziel, por favor, no le escuches. Repetí de nuevo.
Sorprendida, vi a Marcus entrar al baño. Algunos cazadores caían muertos a ambos lados. Suspiré aliviada. Él también estaba bien. Y si él estaba aquí, podría controlar mejor a Ziel. Siempre tuvo el doble de fuerza que un vampiro normal. Marcus, controla a Ziel por favor. Está perdiendo el control por ese cazador. No dejes que cometa una tontería. Hablé en su cabeza preocupada.
Miré al cazador, oyendo sus palabras y provocaciones, al igual que el resto reía diciendo barbaridades. Cerré los ojos, emitiendo un suspiro. No iba a escucharles más. Tiré más fuerte de su mano, haciendo que volviera a retroceder. Marcus podría encargarse perfectamente de ellos tras la barrera. Ziel, ignóralos. Tranquilo. No les hagas caso. Hablaba en su mente de nuevo. Y a medida que el cazador seguía hablando, mis ojos se empañaron, imaginando las barbaridades que pudo pasar Ziel. Lo miré, apretando más su mano. Basta. ¡Déjalo en paz! Dije enfurecida. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Por qué aún redactaba lo que ocurrió en esos meses de ausencia? Nada más que hacía culpabilizarme a mí misma por abandonarle. No le contestes, Ziel. Para de escucharle, por favor. Suplicaba en su cabeza.
Notaba el aumento del temblor de su mano. Las armas de los cazadores nos apuntaban, pero estaba la barrera. No pasaría nada si disparaban. Aunque cada vez era más difícil llegar hasta Ziel y hacerle entrar en razón. Por más que lo intentaba, él seguía obsesionado. Temía por él. Acabaría por perder los nervios. En cambio, a este paso todos parecíamos perderlos. ¡No es verdad! Negué con la cabeza entre lágrimas mirando a Ziel. No le hagas caso, no es verdad lo que dice. Sólo quiere confundirte. Sabes que yo te quiero Ziel. Acaricié su mejilla con dulzura. Él sabía por qué me fui y que jamás lo había abandonado. Cada día me arrepentía más de alejarme de él. Pero desde ese día prometí que iba a estar a su lado para siempre, tenía que conocerlo. No podía seguir escuchando a ese cazador. Le llenaba la cabeza de palabrerías tontas. Estaba desesperada, no sabía qué hacer. Ziel ya no reaccionaba a lo que le estaba diciendo.
Como esperábamos, acabó perdiendo los nervios. Cerré los ojos, escuchando sus gritos desesperados. Ziel, tranquilízate. Estás con nosotros. No pasará nada. Da igual lo que digan, ignora lo que dicen. No los escuches, por favor, Ziel. Le recordaba mentalmente. Mientras estuviera con ambos, no tendría por qué temer de nuevo. Puse una mano sobre una de las suyas, acariciando su pelo y calmándolo. Pero no funcionó demasiado.
De repente, Ziel salió corriendo a por el cazador. ¡Ziel no! ¡No lo hagas! ¡Ziel! Grité, intentando retenerlo, pero ya era tarde. Los disparos se oían y sólo podía seguirle con los ojos. Su cuerpo empezó a sangrar y las lágrimas no cesaban de mis ojos. Ziel estaba... Él... ¡Ziel! Volví a llamarle, sin conseguir nada.
El cazador lo apuntó con el arma y tampoco lo pensé. Salí corriendo tras Ziel, hasta llegar hasta él. Déjalo, por favor. Pedí entre lágrimas al cazador, intercediendo entre ambos y creando un campo para protegerle. No iba a dejar que le volviera a suceder nada malo.
Ziel, por favor, retrocede. No entres en su juego. Solamente busca provocarte, no le hagas caso. Ziel, escúchame... Hablé en su cabeza, preocupada. Él cada vez estaba poniéndose más y más tenso, haciendo caso del cazador. Y lo que menos tenía que hacer era seguir escuchándolo. Agarré su mano, inspirándole tranquilidad. Cometería una tontería a este paso. Y le podía costar la vida. Ya había sentido que lo perdía una vez, no iba a volver a perderle dos veces. Ziel, por favor, no le escuches. Repetí de nuevo.
Sorprendida, vi a Marcus entrar al baño. Algunos cazadores caían muertos a ambos lados. Suspiré aliviada. Él también estaba bien. Y si él estaba aquí, podría controlar mejor a Ziel. Siempre tuvo el doble de fuerza que un vampiro normal. Marcus, controla a Ziel por favor. Está perdiendo el control por ese cazador. No dejes que cometa una tontería. Hablé en su cabeza preocupada.
Miré al cazador, oyendo sus palabras y provocaciones, al igual que el resto reía diciendo barbaridades. Cerré los ojos, emitiendo un suspiro. No iba a escucharles más. Tiré más fuerte de su mano, haciendo que volviera a retroceder. Marcus podría encargarse perfectamente de ellos tras la barrera. Ziel, ignóralos. Tranquilo. No les hagas caso. Hablaba en su mente de nuevo. Y a medida que el cazador seguía hablando, mis ojos se empañaron, imaginando las barbaridades que pudo pasar Ziel. Lo miré, apretando más su mano. Basta. ¡Déjalo en paz! Dije enfurecida. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Por qué aún redactaba lo que ocurrió en esos meses de ausencia? Nada más que hacía culpabilizarme a mí misma por abandonarle. No le contestes, Ziel. Para de escucharle, por favor. Suplicaba en su cabeza.
Notaba el aumento del temblor de su mano. Las armas de los cazadores nos apuntaban, pero estaba la barrera. No pasaría nada si disparaban. Aunque cada vez era más difícil llegar hasta Ziel y hacerle entrar en razón. Por más que lo intentaba, él seguía obsesionado. Temía por él. Acabaría por perder los nervios. En cambio, a este paso todos parecíamos perderlos. ¡No es verdad! Negué con la cabeza entre lágrimas mirando a Ziel. No le hagas caso, no es verdad lo que dice. Sólo quiere confundirte. Sabes que yo te quiero Ziel. Acaricié su mejilla con dulzura. Él sabía por qué me fui y que jamás lo había abandonado. Cada día me arrepentía más de alejarme de él. Pero desde ese día prometí que iba a estar a su lado para siempre, tenía que conocerlo. No podía seguir escuchando a ese cazador. Le llenaba la cabeza de palabrerías tontas. Estaba desesperada, no sabía qué hacer. Ziel ya no reaccionaba a lo que le estaba diciendo.
Como esperábamos, acabó perdiendo los nervios. Cerré los ojos, escuchando sus gritos desesperados. Ziel, tranquilízate. Estás con nosotros. No pasará nada. Da igual lo que digan, ignora lo que dicen. No los escuches, por favor, Ziel. Le recordaba mentalmente. Mientras estuviera con ambos, no tendría por qué temer de nuevo. Puse una mano sobre una de las suyas, acariciando su pelo y calmándolo. Pero no funcionó demasiado.
De repente, Ziel salió corriendo a por el cazador. ¡Ziel no! ¡No lo hagas! ¡Ziel! Grité, intentando retenerlo, pero ya era tarde. Los disparos se oían y sólo podía seguirle con los ojos. Su cuerpo empezó a sangrar y las lágrimas no cesaban de mis ojos. Ziel estaba... Él... ¡Ziel! Volví a llamarle, sin conseguir nada.
El cazador lo apuntó con el arma y tampoco lo pensé. Salí corriendo tras Ziel, hasta llegar hasta él. Déjalo, por favor. Pedí entre lágrimas al cazador, intercediendo entre ambos y creando un campo para protegerle. No iba a dejar que le volviera a suceder nada malo.
- Bella.N.Gring
Cantidad de envíos :
2550
Edad : 29
Re: Piscina municipal
Despues del ultimatum de Nokku, no podia alargar mas tiempo mi caza, si lo hacia me buscaria mas problemas de los que ya tenia, segui el rasto de Marcus hasta la piscina.
Alli me encontre con varias imagenes que no me sorprendian, los cazadores que tanto rencor me tenian y que si me vieran el pelo, me matarian, por proteger a ese mocoso, que sin sorprenderme, olia a vampiro, y no porque estuviera rodeado de vampiros, pero me daban igual, ahora mi objetivo estaba ahi delante, y si esos cazadores se interponian en mi camino, correrian esa misma suerte que Marcus, en el momento en el que se habian acercado a Ziel, habian desobedecido una orden. Ahora para mi no eran mas que una escoria, pero lo ocurrido, le informaria a Nokku de los cazadores traidores, el se lo pasaria mejor que yo desaciendose de ellos.
De momento, para mi, era el mejor entretenimiento para Bella y Ziel, mientras que ellos se defienden, yo me encargaria de Marcus.
Apareci delante de el entre todo aquel caos y le mire a los ojos, hoy no llevaba la mascara de la asociacion secreta puesta, la llevaba a un lado de la cabeza, pero si llevaba una mascara negra que dejaba ver solamente mis ojos, por lo que se veian esa oscuridad manchada de calaveras.
En tan solo un instante, saque mi cadena de puas y deje resvalar la cadena poco a poco hasta que casi toco el suelo.
- No te lo tomes a mal Marcus, yo solo estoy aprovechando una oportunidad para cumplir mi mision, si no lo hago, tendre serios problemas y con Ziel asi, seria mas complicado acercarme a ti- yo no tenia nada que ver con esos cazadores, pero que estuviera alli, seguramente, a todos les sentaria mal y pensarian lo que no es, pero la mision va primero, lo que piensen de mi es algo secundario y por mi trabajo, era algo habitual que pasara.
Alli me encontre con varias imagenes que no me sorprendian, los cazadores que tanto rencor me tenian y que si me vieran el pelo, me matarian, por proteger a ese mocoso, que sin sorprenderme, olia a vampiro, y no porque estuviera rodeado de vampiros, pero me daban igual, ahora mi objetivo estaba ahi delante, y si esos cazadores se interponian en mi camino, correrian esa misma suerte que Marcus, en el momento en el que se habian acercado a Ziel, habian desobedecido una orden. Ahora para mi no eran mas que una escoria, pero lo ocurrido, le informaria a Nokku de los cazadores traidores, el se lo pasaria mejor que yo desaciendose de ellos.
De momento, para mi, era el mejor entretenimiento para Bella y Ziel, mientras que ellos se defienden, yo me encargaria de Marcus.
Apareci delante de el entre todo aquel caos y le mire a los ojos, hoy no llevaba la mascara de la asociacion secreta puesta, la llevaba a un lado de la cabeza, pero si llevaba una mascara negra que dejaba ver solamente mis ojos, por lo que se veian esa oscuridad manchada de calaveras.
En tan solo un instante, saque mi cadena de puas y deje resvalar la cadena poco a poco hasta que casi toco el suelo.
- No te lo tomes a mal Marcus, yo solo estoy aprovechando una oportunidad para cumplir mi mision, si no lo hago, tendre serios problemas y con Ziel asi, seria mas complicado acercarme a ti- yo no tenia nada que ver con esos cazadores, pero que estuviera alli, seguramente, a todos les sentaria mal y pensarian lo que no es, pero la mision va primero, lo que piensen de mi es algo secundario y por mi trabajo, era algo habitual que pasara.
- Kasha Oskan
Cantidad de envíos :
4032
Edad : 32
Localización : en el infierno
Página 1 de 2. • 1, 2
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Ene 01, 2024 11:07 pm por Ichihara Yuuko
» Plaza del pueblo
Miér Jul 01, 2020 3:36 pm por Issei Chrane
» Define en una palabra.
Sáb Oct 12, 2019 3:06 pm por Fraiah B. Eslin
» Que harias con el de arriba si se quedaran en cerrados en un habitación.
Jue Oct 10, 2019 9:42 pm por Ziel A. Carphatia
» Edificios abandonados
Dom Abr 22, 2018 9:41 pm por Ryu Olivier
» Calles
Dom Mayo 21, 2017 7:11 pm por Lisbeth C.
» El que llegue a 100 gana
Sáb Ene 21, 2017 9:21 pm por Nathan Von Kleist
» ¿Roleas?
Miér Ene 04, 2017 12:52 am por Celest Blaze
» ¿Qué estás escuchando?
Lun Dic 19, 2016 1:56 am por Rangiku Matsumoto