Guarida Damaru

Había despertado... de alguna forma aliviado, al menos más aliviado. La gran herida que surcaba mi pecho se había cicatrizado pero sentía un ligero dolor en la linea de la cicatriz. Era molesto, pero soportable.
Traté de recordar todo lo ocurrido. Había pasado como unos días tirado en el suelo, desangrándome. Después, me levanté y traté de ir a un lugar seguro, cosa que no conseguí. Luego, aquel vampiro me cogió y en ese momento me desmayé aunque... recordaba algo más. Y aquel nombre resonó en todo mi cuerpo:
Fraiah
Tras eso, me levanté rápidamente.
-¡Fraiah!-grité con los ojos abiertos como platos.
Había luchado por mí contra ese imbécil... esperaba que no la hubiera pasado nada. En ese momento, observé donde me encontraba. Un lugar oscuro y muy tenebroso y en frente... él.
-Tú... -dije mostrando mis dientes.-¿¡Qué le has hecho a Fraiah!?-grité con todas mis fuerzas.
Salté de la cama en la que me encontraba y traté de cogerle del cuello de su chaqueta, pero me fue costoso porque me quedaban muy pocas fuerzas. Casi me costaba hablar...
-Como le haya pasado algo a ella... te juro que... ¡te mataré!-gritando de nuevo
Le miraba a sus ojos infernales como si le desafiara. Con un odio inmenso...

-¿A que te refieres estúpido?-dije violentamente y al instante supe a que se refería...
Me callé antes de terminar la frase.
-¡Jamás me volverás a sacar a mi alma oscura!
En el fondo tenía miedo... porque lo veía capaz...

¿Te crees que soy tonto? Con eso no me das ningún miedo.-mentira a más no poder.- Y que sepas que nunca sacaré al ser inmundo de mi ser. ¡Qué lo sepas!-dije con todas mis fuerzas.
Además, ``él´´ había desaparecido con su última aparición... o al menos eso creía...
Noté que había desaparecido de alguna manera y eso hacía que me sintiera como más libre y menos presionado.
Luego pensé, que tal vez si le decía eso podría hacerle cambiar de opinión, sin que yo le sirviera de nada aunque... me arriesgaba a que después me matara. Cualquier de los dos caminos era penoso y mortal.
Pero necesitaba guardar fuerzas... si esperaba y me recuperaba, podría utilizar mi último as en la manga... y tal vez huir o derrotarle...

Cuando me cogió de los hombros, pensé que se había vuelto loco (tal vez ya lo estaba) pero... deseaba que me dejase en paz. Que me mata pensé, aunque ese parecía mi final, la muerte... pero en realidad no era el final.
-¡Déjame en paz, imbécil!-grité tratando de apartarlo
Al final me dejó en paz y me tranquilicé. En ese momento se alejó y pensé en lo que tenía en el bolsillo de la gabardina. Traté de no mirar directamente. El único problema que podría tener es que este tipo me leyera la mente. Espero que no.
Después, se fue al casi al instante apareció con una jeringuilla.
-¿Pero... que coño...?-pensé está to' pinzao.
En ese momento, el instinto me apareció y me moví con rapidez hacia él y de una patada el di en la mano, haciendo que su jeringuilla se fuera lejos.
-¡He dicho que no vas a sacarme a mi alma oscura!

Mi rostro se sumió en desesperación al ver que mi supuesto ataque solo daba más problemas. Esta vez se picó de verdad y se lanzó a mi con su mano hacia mi cuello haciendo que me desmayara completamente.
Decía que no era mi fin... lo era...

Del interior de Astrid volvió a emanar la llama oscura. La llama del alma malévola y destructora. ¿Significaba que el verdadero Astrid había muerto? No del todo... aunque no lo iba parecer, puesto que su lado opuesto reluciría como el verdadero Astrid pero... con sentimientos completamente diferentes.

Todo oscuro y sin nada que observar... detenido en el espacio, esperando una luz... que me sacara de aquí... ... ... ... ... ... ... ... ... ... y ahí estaba.

... me moví hacia esa luz y ... desperté.
Abrí los ojos lentamente y el estaba delante mía: Taito. Sonreía macabramente y me miraba directamente.
-¿Has sido tú... quien me ha despertado?-dije como dormido.
Todo me resultaba confuso, estaba controlando a Astrid como si el estuviera encerrado en su propio cuerpo. Además, notaba su presencia escasamente. No parecía vivo dentro de mí, es más... parecía muerto.
-¿Has sido tú... ¿quién ha matado a Astrid?-pregunté incorporandome en la camilla en la que me encontraba.

No dije ni una palabra a sus comentarios pero... su idea de salir a matar... me encantaba...
El ya había salido de este lugar. Pasaron diez segundos sin moverme de la cama. Todo carecía de sentido. ¿por qué de repente estoy ``vivo´´? ¿Qué ha pasado mientras estaba dormido? No tengo ni idea. Pero... era maravilloso. No sentía la presión de Astrid y eso... me motivaba. Se me ocurrían muchas formas de causar el caos. Sus amigos Nokku, Fraiah, Tedsuya... todos ellos no saben quien soy y eso me gustaba. No debía preocuparme. Era el momento de ser yo. No Astrid, si no yo... Evan... Evan Darkness.
Salí de allí siguiendo el rastro de Taito.

No se ni para que había venido aquí, pero tenía claro que la existencia de este lugar no podía ser bueno. Era posible que si alguien la encontraba descubriera alguno de mis puntos débiles. Debía destruirla. Extendí mi brazo al frente e hilos de energía oscura acudían a mi mano. Una bola de energía se formaba en mi mano del tamaño de la misma y la lanzaba contra la sala. Todo al cabo de segundos se destrozaba. Las paredes, las mesas, las camillas... todo.

Ahora era imposible que nadie encontrara nada de mí. Ahora, mi siguiente plan era encontrar y crear mi propia guarida.

Me marché de allí antes de que los escombros me sucumbieran.