Kol Solberg {ID}

De carácter risueño y despreocupado, Kol sabe ver el lado bueno de la vida y es de los que piensan que todo mal trae consigo una consecuencia positiva, por eso afronta todo lo que se le pone sin perder la sonrisa, cosa que saca de quicio a más de uno ¿qué clase de persona no muestra ningún tipo de enfado o sentimiento contrariado aunque se le queme la casa delante de sus narices? Cualquiera diría que todo le da igual, pero no es así, las cosas le duelen igualmente, pero para él, dejarse llevar por esos sentimientos es sinónimo de perder el tiempo y piensa que en el momento en el que lo haga, se desmoronará todo el optimismo y la calma que ha tardado años en construir. Es constante y se toma en serio las cosas que hace, no escucharás un mal comentario salir de su boca, pues prefiere ahorrarse los problemas innecesarios. Daría todo por aquellas personas que le importan.

Pero toda moneda tiene cara y cruz, Kol no es una excepción. Nunca saca a relucir su faceta más oscura, no le gusta, es más, detesta haberse aprovechado de ese lado suyo en el pasado. Es un buen mentiroso y está dotado de una gran labia, sería capaz de convencer a alguien cualquiera en la calle para que le diera su cartera por voluntad propia. Tiene un "don" para saber cuando alguien está mintiendo, que es lo único que se permite emplear para su propio beneficio.

Nació en Noruega en el seno de una familia de cazadores, de esa época no recuerda demasiado, solo la nieve y el hielo cubriendo por completo la ciudad en la que vivía y las largas caminatas para ver el fiordo helado que tanto le gustaba. Sus padres Gunnar e Ida fueron trasladados a Japón cuando el tenía cinco años. Dos años después de su llegada nació su hermana menor, a la que Kol adoraba. Se pasó gran parte de su infancia yendo y viniendo de la Asociación de cazadores y entrenando allí con su padre, se sentía muy feliz con todo aquello, le gustaba pensar que el esfuerzo que le suponían los entrenamientos le llevaría a un futuro en el que sería lo suficientemente fuerte para proteger a su familia.

Pero algo tuvo que cambiar para que Kol no quisiera formar parte de la asociación y terminara entrando a regañadientes años más tarde. Sus padres perecieron durante una de las misiones que les encargaron, dejando a un crío de quince años a cargo de una de ocho, cuando fue a pedir ayuda a la sede se la negaron, pues en aquel momento había muchos asuntos que requerían la atención total. A punto de sumirse en la desesperación trataba de encontrar algo bueno a todo aquello, necesitaba que la pequeña no viera el estado de impotencia en el que se encontraba, así que empezó a dejar de hablar de lo malo para centrarse en lo bueno.

"Al menos nos ha quedado la casa" le dijo la primera noche esforzándose por sonreir.

A aquel día le sucedieron muchos otros en los que Kol tuvo que hacer de todo para conseguir dinero y así poder alimentar a la niña a la que mantenía ajena a todo el esfuerzo que le suponía, aunque el sabía que ella era consciente. Poco a poco y usando su entrenamiento como cazador para hacer el trabajo sucio de otros cazadores y algún que otro vampiro, todo se fue estabilizando. Al final por necesidad y por querer conseguir que su calidad de vida mejorara, terminó aceptando el puesto que le ofrecieron en la Asociación, por rencor que les guardara.

~Adora a su hermana, la tiene muy consentida.
~No se fía de la Asociación, trabaja para ellos por pura necesidad.
~Aprendió varios idiomas por insistencia de sus padres.