Integra F. W. Hellsing

Astuta, fría y calculadora: así podría definirse en pocas palabras la personalidad de Integra. Se trata de una mujer con grandes dotes de liderazgo, quien piensa que cualquier circunstancia desfavorable que pueda presentarse en su camino es perfectamente abordable por sus propios medios y que tiene la convicción de que puede conseguir todo lo que quiera si así se lo propone. Si su lengua es cínica, borde y con gran propensión al uso de los sarcasmos, su mente posee triplicados esos adjetivos, aunque sabe controlar su afilada labia cuando las circunstancias lo requieren. Aun llevando años trabajando mano a mano con otra persona, nunca jamás llegará a confiar en ella; se trata de alguien sumamente desconfiado, alguien que piensa que el ser humano no es una criatura, precisamente, desbordante de buenos propósitos y admirable por su altruismo, siendo el ejemplo perfecto para eso ella misma. Nunca da nada si no obtiene nada a cambio. Nadie nunca le ha facilitado nada, no le han prestado ayuda alguna de forma gratuita... ¿Por qué tendría ella que hacerlo? Tan solo busca su propio beneficio y el de su apellido; no le importa nada más. No siente aprecio ninguno por los que le rodean, y no sentiría para nada la muerte de alguno de ellos. ¿Acaso habría alguien en el mundo que lamentara la suya? Los vampiros le dan completamente igual; solo son dianas a las cuales apuntar y disparar, simplemente con la intención de distraerse un poco. Y si tiene que utilizar a otra persona para salvarse a sí misma, está claro que no dudará en hacerlo. Total, los demás solo son peones en el juego de Integra Hellsing; así lo ve ella, o así le enseñaron a verlo. Siente poca preocupación hacia su imagen, y lo cierto es que es muy poco femenina tanto por dentro como por fuera.

Integra pudo haber tenido un futuro más o menos tranquilo y agradable como hija de una familia de clase alta. Pudo haber sido criada y mimada como una niña más; podría haber podido dormirse cada noche antes de escuchar el final del cuento de hadas que su padre iba inventándose por el camino; podría incluso haber dejado algo de lado sus deberes con y para la familia Hellsing, encontrando un buen esposo y haciendo de sus padres unos abuelos felices y orgullosos. Integra podría haber sido realmente feliz de no haber sido por las circunstancias que acompañaron a su nacimiento.
Integra nació un minuto antes que su gemelo, el que debería ser su hermano y el que, por ende, seguramente se encargaría de ser el sucesor de su padre. Pero justo aquel minuto de diferencia dentro del cuerpo de la madre supuso la muerte del hermano por falta de oxígeno, pues sus pulmones reclamaban aquello tan esencial para seguir viviendo y que no podía continuar obteniendo del cuerpo de su madre, pero no podía acceder a él porque su hermana, sin ser consciente, se lo impedía; Integra había conseguido vivir gracias a haber salido primero, pues si hubieran nacido con el orden contrario, sería ella quien no hubiera sobrevivido. Por añadidura, la madre sufrió una hemorragia que no pudieron contener debido a la brutalidad del parto, por lo que tampoco salió viva de aquel fatídico día. Los Hellsing nunca fueron supersticiosos, pero ahí comenzaron a tomarse algo más en serio aquello de que las parejas de cazadores que tenían gemelos estaban malditas.

La pequeña fue criada desde aquel día como una niña de la desgracia. Toda la familia y la organización de Hellsing estaban disgustados y apenados por lo sucedido, y quien más, su padre; el hombre, quien al principio se había sentido dichoso de que en el primer embarazo de su mujer se le concediesen dos hermosos hijos, el futuro nuevo cabecilla (ya que quería continuar con la tradición de que el título pasara de padre a hijo) y la que debería de ser la niña de sus ojos, se encontró con sus planes destrozados, y con su hijo y su mujer muertos. Y la única que había sobrevivido y la culpable de toda aquella desgracia (al menos, así lo consideraban todos) era aquella niña que lo miraba con la mirada inocente de quien aun no ha vivido lo suficiente como para que se corrompa su alma. Sir Arthur Hellsing renegó de su hija durante meses después de su nacimiento, cayendo en una profunda depresión. No consideró el casarse de nuevo, el tratar de rehacer su vida. Tan solo cuando halló la fuerza de voluntad y el odio necesarios, fue capaz de levantar la cabeza y hacerse cargo de la educación de su hija, a quien tendría que educar para que, en un futuro, se hiciera cargo de la organización. Después de todo, seguía siendo sangre de su sangre, y debería asumir el cargo que le correspondiese.

La joven fue criada sin cariño ninguno y con una estricta disciplina. No hubieron cuentos antes de dormir, no hubieron peluches ni muñecos en su dormitorio. Nadie se acercaba por las noches a arroparla y a darle las buenas noches. Una vez terminaba la cena, se retiraba a su dormitorio y allí de quedaba estudiando, preparándose para algo que no había elegido ella. Apenas salía de la mansión; tan solo podía hacerse conjeturas sobre cómo sería el mundo exterior por todo lo que leía y estudiaba por órdenes de su padre, quien no cesaba en su odio a pesar de que, en el fondo de su corazón, sintiese pena por todo aquello. En el momento en el que recibía algún trato algo cariñoso por parte de algún criado, el susodicho recibía una severa reprimenda por parte del padre. Una niña de la desgracia no se merecía ningún trato especial, no se merecía encontrar la felicidad que ella misma arrebató con su simple existencia.

Detrás de todo aquello, había alguien que se había beneficiado de una forma que jamás esperó: el hermano menor se Sir Arthur, James. Cuando Integra tenía doce años, su padre acabó enfermando gravemente del corazón. Aquella circunstancia era perfecta para James, pues una vez muerto su hermano, sería pan comido deshacerse de una simple niña y hacerse con el control de la organización. Pero su plan tuvo un fallo: aquella niña había sido criada de la manera más dura y estricta posible, haciendo de su joven corazón una piedra aun más dura que un diamante; había adquirido el carácter fuerte y déspota con el que todo el mundo la había tratado, y había aprendido a que su sangre fuese más fría que el mismísimo hielo. Le daba igual todo: la organización, la ''familia'', el mantener el prestigio que tenía ante la corona inglesa... Nada significaba algo para ella. Mientras su padre agonizaba día tras día, su tío se encargaba de endulzar sus oídos y tratar de convencerla de que le dejase a él el control de Hellsing; si evitaba tener que mancharse las manos matando a la pequeña, mejor que mejor. Integra hubiese accedido si no fuese porque, en el lecho de muerte de su padre, al cual acudió por petición del mismo, pudo apreciar la primera y última muestra de cariño por parte de su progenitor. Tantas veces había llorado odiándolo, pensando que qué había hecho ella para merecer tal desaprobación de su parte; tanto se había esforzado por aprender toda la historia que se le encomenzaba, por tratar de dominar los idiomas que se le ordenaban... Y ella nunca recibía un mísero halago de él, un abrazo, un ''bien hecho''. Sin embargo, en aquel momento, la mano de su padre buscó la suya, apretándola con las pocas fuerzas que le quedaban. Le habló de su madre, de la cual la joven Integra apenas había visto en algunas fotografías, y de lo parecida que era a ella; le habló de cuánto sentía, de cuánto se arrepentía de haberla arrojado de esa manera a una niñez tan llena de sentimientos que no deberían estar presentes... Y ella tan solo pudo llorar y prometerle que haría lo que se esperaba de ella, que se encargaría de liderar la organización tal y como se esperaba de ella. Que haría que, desde el cielo, él, su madre y su hermano se sintieran orgullosos de ella.

Aquella última muestra de debilidad frustró la influencia que podría tener James sobre Integra. La joven le dijo, al terminar el funeral, que no podría dejar el titulo en sus manos, que ella misma se encargaría de la organización; a su vez, James se decía para él mismo que, al final, tendría que encargarse de aquella impertinente niña. Fueron varios los intentos de asesinato que sufrió. Conseguía escapar gracias a su agilidad y al conocimiento que tenía sobre la mansión y los puntos claves por donde escurrirse sin ser vista, por no mencionar que no le suponía ningún problema utilizar las armas de su padre, para las cuales estaba entrenada de sobra. ¿Quién le diría que con solo doce años sería tal experta francotiradora? Y es que no iba dejar que aquel que pensó que le tenía algo de aprecio, el único familiar que le quedaba, aquel que la había traicionado, saliese indemne. Por eso, cuando la paciencia de James se colmó y él mismo decidió hacerse cargo del trabajo sucio, se encontró con una trampa perfectamente planificada por su sobrina. James utilizaba una semiautomática igual que la que había poseído Arthur. Integra sabía de aquello y de muchos otros detalles. Huyó por toda la casa, llevando a cada uno de los hombres que acompañaban a James a donde ella quería y disparando hacia ellos en cuanto se hallaba en la posición adecuada; hombres que, supuestamente, debían encargarse de su seguridad. James disparaba como un loco, completamente harto. Finalmente, cuando solo quedaban él y ella, llegaron las fuerzas de seguridad, las cuales se encontraron a una niña pequeña aterrorizada que había disparado hacia aquel hombre que pretendía matarla, quien no solo había atentado contra su vida, sino que había acabado con todos los demás que trataban de impedírselo. ¿Y cómo iban a pensar otra cosa? La pistola del hombre había sido utilizada, y las balas del resto de los cuerpos eran las mismas que aquel arma usaba. ¿Quién pensaría que una niña había sido capaz de deshacerse de todos aquellos hombres?

No hubieron más atentados contra su vida, al menos que ella supiese. Integra se encargó tal y como se esperaba que hiciese de la organización Hellsing, manteniendo su prestigio y manteniendo a raya a los vampiros que allí habitaban. Desde el exterior, Hellsing era un cuerpo de seguridad más; tan solo los que pertenecían a su mismo mundo, sabían a qué oscuros asuntos se dedicaban, con qué seres trataban. Nunca se preocupó por casarse, por procurarle un sucesor a la organización para cuando ella estuviera; ya tendría tiempo más adelante. En aquellos momentos le preocupaba más el mantener las buenas relaciones con los proveedores de armas, con la corona inglesa y con que la organización siguiese cumpliendo con su deber. De todas formas, Hellsing es lo único que tiene.

-Es dada a la bebida, y tiene muchísimo aguante; muchos se preguntan cómo lo hace. Lo que tampoco se sabe es cómo tendrá el hígado.
-Tan solo fuma puros; nunca aceptará un cigarrillo, no le gustan.
-Es experta en chantajes, podría decirse que hasta disfruta.
-De pequeña le gustaba mucho pasar todo el tiempo que podía leyendo. Muchas veces echa de menos el poder tener un buen libro entre las manos y despedirse durante un rato de la realidad que la acompaña, aunque sabe que eso no es posible. Eso sí, odia los libros de historia; ya vio demasiados de pequeña.
-Domina, además de su idioma materno (inglés), el francés, un español básico, el alemán y el japonés.