Yato Noragami

Impulsivo, solitario, tozudo. Si ya de por si tiene la apariencia de un animal por su forma de moverse y actuar Yato refuerza aún más con su actitud. No le cuesta hacer amigos pero es capaz de desaparecer de la vida de la gente igual de rápido que aparecio, es muy independiente, prefiere no asociarse demasiado con nadie, por eso no trabaja para la asociación a pesar de que podría tener una vida más cómoda. Pero comodidad no es lo que busca Yato, su espíritu beligerante y su ideología rebelde no le permite estar bajo las ordenes directas de nadie, y tampoco es especialmente buen líder, por lo que el chico nunca se ha juntado con ninguna manada.
Por otro lado, y sin tener esto en cuenta, Yato no es para nada  asocial. Es muy cómico y no le disgusta disfrutar de algunas compañias de vez en cuando, pero él no se ata a nadie, por eso a veces puede llegar a hacer daño con sus repentinas desapariciones. Pero dada el resto de su personalidad es mucho mejor para todos que así sea. Yato no tendrá rencor en matar a alguien que le molesta.

Realmente Yato Noragami no tiene un historia que contar, no se acuerda de quienes eran sus padres o que hizo en su tierna infancia. Todos sus recuerdos se remontan a la caza y a los pocos contactos que ha tenido con la gente civilizada. Su manera de divertirse y de demostrarse a si mismo que valía para algo era la de cazar vampiros. Si, antes me refería a cazar animales, no se puede vivir solo de matar niveles E, además de que no dan comida.
Pero hay un episodio que puede ser digno de contar a pesar de que Yato nunca se lo mencionará a nadie por pura vergüenza. Una vez tuvo un enfrentamiento con un Pura Sangre. El chico no sabía lo que estaba haciendo, estaba seguro de que le sería fácil ganarle, pero cuando su contrincante lo dejó malherido tras tan solo unos segundos, el chico no tuvo más remedio que escapar, habría sido una total estupidez seguir luchando. Desde entonces Noragami evita a los Pura Sangre por obvias razones.
Actualmente Yato solo se dedica a vagabundear y a sobrevivir, a la espera de algún trabajo digno de su altura.