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Bienvenidos a Vampire Knight: Academia Cross. Esperamos realmente que los usuarios y también los personajes, disfruten la estadía en el foro y sobre todo, participen en esta comunidad. ¡Diviértanse por encima de todo!
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Es un amplio pasillo con columnas alrededor
- Kaien Cross
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450
Localización : En mi despacho
Empleo /Ocio : Director de la academia Cross
Humor : Maravilloso~
Re: Entrada
Llegó a toda velocidad con Katrina en brazos. Allí la bajó con cuidado y depositó sus manos en sus mejillas. La miró preocupado. El médico no tendría que tardar en llegar, sino lo despedazaría él mismo con sus propias manos.
- ¿Te sientes bien? -preguntó suavemente-. ¿Tienes idea de dónde queda el consultorio de este tipo?
- ¿Te sientes bien? -preguntó suavemente-. ¿Tienes idea de dónde queda el consultorio de este tipo?
- Adam Blade
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1337
Localización : Matando inútiles por ahí..
Empleo /Ocio : Me verás en el Consejo, salvándole el culo a todos nuestros vampiros problemáticos.
Humor : Ácido y negro.
Re: Entrada
Llegaron bastante rápido al consejo, cosa que agradeció de nuevo. El la bajo y ella aguanto el dolor lo mejor que pudo, pero ya estaban rodeados por una decena de vampiros dispuestos a ayudar. Muchachos, ocupaos de que nadie moleste y de que mi hermano llegue bien, rápido. miro a Adam. Arriba a la derecha musito señalando una puerta grande y blanca.
- Spoiler:
- Katrina Darent
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3098
Localización : Si no estoy muerta aun.... en cualquier parte
Empleo /Ocio : Lider del Consejo de Ancianos.
Humor : Cambiante
Re: Entrada
Adam vio a todos esos vampiros. Le importaba un bledo que fueran parte del Consejo. Mejor que no se atrevieran a tocar a Katrina más de lo permitido por él, es decir, nada.
Escuchó sus indicaciones y la sujetó otra vez en brazos. Se dirigió con rapidez a donde indicaba.
Escuchó sus indicaciones y la sujetó otra vez en brazos. Se dirigió con rapidez a donde indicaba.
- Adam Blade
Cantidad de envíos :
1337
Localización : Matando inútiles por ahí..
Empleo /Ocio : Me verás en el Consejo, salvándole el culo a todos nuestros vampiros problemáticos.
Humor : Ácido y negro.
Re: Entrada
Si el tiempo ya transcurría con lentitud normalmente durante las largas horas que pasaba allí hoy iba a ser aún peor.
No hacía más que varios minutos desde que había recibido la orden de esperar allí afuera, uno de los miembros del consejo requería de su ayuda para solucionar cierto problema -que Souji aún desconocía, lo cual no era en absoluto de su agrado- su día a día era así, por lo que no parecía haber nada extraordinario en aquel mandado, nada que pareciera ser la causa de que esperara ligeramente malhumorado. Pero lo había. La persona a la que esperaba Souji se colaba entre los primeros puestos de su lista de personas non-gratas, un tipo al que el vampiro no soportaba, la idea de tener que ayudarlo y estar, en cierto modo, a sus órdenes, no le hacía la más mínima gracia, es más, se dejaría patear por toda la asociación de cazadores antes de tener que aguantarle. Desgraciadamente, el trabajo es el trabajo y a sus superiores no les haría gracia alguna que rechazara una orden, por muchos años que llevara trabajando para ellos, él no era más que un simple peón, peón que se largaría de allí en cuanto alguien se ofreciera a pagarle más, pues no estaba allí precisamente por devoción al consejo, pero peón al fin y al cabo.
Su oscura mirada se dirigió al edificio que había a su espalda, aguardando a que la puerta se abriera, retirándose al instante en el momento en que vio que seguía inmovil, no escuchaba a nadie cerca, todo estaba sumido en un pesado silencio. ¿Por qué tardaba tanto Ichinose? Llevaba ya un buen rato esperando, la paciencia del moreno era grande, pero aquel condenado conseguía agotarla incluso sin estar presente.Por suerte para Souji, poca gente conseguía irritarle de aquel modo, de no ser así, los muchos años que llevaba a su espalda habrían sido un auténtico suplicio. Escuchó pasos en el interior y a continuación a la pesada puerta abrirse con lentitud. Él no se movió ni un ápice.
-Ya pensé que no vendrías, Ichinose ¿tan difícil es eso que tienes que hacer que requieres de mi ayuda? -su tono de voz era seco, con un deje burlón que se hacía notar a medida que hablaba- Si me lo pides por favor puede que colabore.-las comisuras de sus labios se elevaron, al tiempo que miraba al recién llegado.
No hacía más que varios minutos desde que había recibido la orden de esperar allí afuera, uno de los miembros del consejo requería de su ayuda para solucionar cierto problema -que Souji aún desconocía, lo cual no era en absoluto de su agrado- su día a día era así, por lo que no parecía haber nada extraordinario en aquel mandado, nada que pareciera ser la causa de que esperara ligeramente malhumorado. Pero lo había. La persona a la que esperaba Souji se colaba entre los primeros puestos de su lista de personas non-gratas, un tipo al que el vampiro no soportaba, la idea de tener que ayudarlo y estar, en cierto modo, a sus órdenes, no le hacía la más mínima gracia, es más, se dejaría patear por toda la asociación de cazadores antes de tener que aguantarle. Desgraciadamente, el trabajo es el trabajo y a sus superiores no les haría gracia alguna que rechazara una orden, por muchos años que llevara trabajando para ellos, él no era más que un simple peón, peón que se largaría de allí en cuanto alguien se ofreciera a pagarle más, pues no estaba allí precisamente por devoción al consejo, pero peón al fin y al cabo.
Su oscura mirada se dirigió al edificio que había a su espalda, aguardando a que la puerta se abriera, retirándose al instante en el momento en que vio que seguía inmovil, no escuchaba a nadie cerca, todo estaba sumido en un pesado silencio. ¿Por qué tardaba tanto Ichinose? Llevaba ya un buen rato esperando, la paciencia del moreno era grande, pero aquel condenado conseguía agotarla incluso sin estar presente.Por suerte para Souji, poca gente conseguía irritarle de aquel modo, de no ser así, los muchos años que llevaba a su espalda habrían sido un auténtico suplicio. Escuchó pasos en el interior y a continuación a la pesada puerta abrirse con lentitud. Él no se movió ni un ápice.
-Ya pensé que no vendrías, Ichinose ¿tan difícil es eso que tienes que hacer que requieres de mi ayuda? -su tono de voz era seco, con un deje burlón que se hacía notar a medida que hablaba- Si me lo pides por favor puede que colabore.-las comisuras de sus labios se elevaron, al tiempo que miraba al recién llegado.
- Souji Ikeda
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Re: Entrada
Se peinó el pelo con los dedos hacia atrás otra vez; era una costumbre que tenía cada vez que tenía trabajo. Con el cabello revuelto le molestaba en la cara y, vamos, no se veía muy profesional, aunque lo último era más algo relativo. No tenía intenciones de parecer nada frente a nadie; con su cara estaba bien.
Mientras caminaba con paso calmado hacia la entrada de la sede del Consejo, jugaba con el teléfono de Cordelia en sus manos. Ciertamente el que la vampireza tuviera interés en este tipo de mensajes anónimos de crío tenía algo grande de por medio; debía haber algo. ¿Qué? Era casi seguro que tenía algo que ver con la NA y el caos que se ha venido formando desde hace ya unas semanas. No conocía a Fraiah Eslin más que de cara, y porque su familia estaba inmiscuida en altos cargos del consejo. Adam Blade, por ejemplo, era la pareja del líder del Consejo de Ancianos. O al menos lo fue; Katrina Darent se las dio de perra y se mandó a cambiar a quién sabe dónde. Había vuelto, decían, pero drama, drama y más drama.
A Daichi no podía importarle menos. El punto iba en la niña Eslin que había pasado a ser humana en circunstancias extrañas. Hasta lo que sabía, Fraiah había tenido una “relación” con Nokku Damaru antes de su muerte; era escándalo en el Consejo, y también era la principal sospechosa de la muerte del ex presidente para la Asociación de Cazadores debido a ese detalle.
Y ahora la pequeña mocosa de los Blade estaba desaparecida. Incluso la gran princesa vampiro Kuran no había dado señales de nada estos últimos días.
Sí, todo era un revuelo.
Y teníamos a Z.C. Era una persona claramente, pero no tenía registros en su memoria de nadie con esas siglas. Los mensajes le daban la sensación de ser un secuestro o algo, sin embargo, no era un punto muy fiable; últimamente había muchas personas que desaparecían del mapa.
¿El muchacho desaparecido de la Clase Nocturna? Era una posibilidad.
Y estaba la NA con sus ambiciones raras.
Se rascó la cabeza, suspirando, mientras cruzaba por la puerta de entrada del Consejo de Ancianos hacia el exterior. En cuanto tuvo un pie fuera, una voz bastante familiar e irritante le recibió amablemente.
Souji Ikeda; generalmente uno de sus compañeros en su itinerario haciendo el trabajo sucio. Daichi había solicitado su presencia.
Atisbó a Souji con el mentón ligeramente alzado; una sonrisa autosuficiente se perfiló en su rostro.
—Vaya, de verdad eres un perrito. ¿No? Puntual como siempre, Ikeda-kun. —dijo, sonriendo. —Y no, no es lo suficientemente difícil como para necesitar estrictamente tus servicios. Pero qué puedo decir, me siento un poquito solo sin ti, Souji-sama. —Ironizó Daichi, posando una mano sobre su pecho. Drama queen; Daichi Ichinose gustaba de jugar ese papel.
Terminó por peinarse el cabello con los dedos hacia atrás, y metió las manos al interior de los bolsillos de su pantalón. Sus ojos amatista burlones se posaron sobre el hombre.
—Si te lo pido por favor, lo harás. Si te lo pido con la espada en el cuello, también lo harás. Es trabajo, no tienes alternativa.
Carraspeó y comenzó a caminar, pasando a un lado de Souji y alejándose de las grandes puertas de la sede del Consejo de Ancianos. Iba a ser discreto con esto, y eso no incluía andar parloteando sobre su pequeño trabajito fuera del consejo.
—Las reglas, Souji, repasémoslas. —Comenzó, haciéndole señas a Ikeda con los dedos para que le siguiera.—Regla número uno: Sin preguntas. Somos perritos que mueven la cola. Ellos ordenan, nosotros obedecemos. Nada de cuestionamientos. Regla número dos: El jefe soy yo en esta oportunidad; lo que digo se hace. Regla número tres: Vamos a mi departamento; allá te explicaré de qué va todo esto.
Y tomó rumbo hacia El Residencial.
Mientras caminaba con paso calmado hacia la entrada de la sede del Consejo, jugaba con el teléfono de Cordelia en sus manos. Ciertamente el que la vampireza tuviera interés en este tipo de mensajes anónimos de crío tenía algo grande de por medio; debía haber algo. ¿Qué? Era casi seguro que tenía algo que ver con la NA y el caos que se ha venido formando desde hace ya unas semanas. No conocía a Fraiah Eslin más que de cara, y porque su familia estaba inmiscuida en altos cargos del consejo. Adam Blade, por ejemplo, era la pareja del líder del Consejo de Ancianos. O al menos lo fue; Katrina Darent se las dio de perra y se mandó a cambiar a quién sabe dónde. Había vuelto, decían, pero drama, drama y más drama.
A Daichi no podía importarle menos. El punto iba en la niña Eslin que había pasado a ser humana en circunstancias extrañas. Hasta lo que sabía, Fraiah había tenido una “relación” con Nokku Damaru antes de su muerte; era escándalo en el Consejo, y también era la principal sospechosa de la muerte del ex presidente para la Asociación de Cazadores debido a ese detalle.
Y ahora la pequeña mocosa de los Blade estaba desaparecida. Incluso la gran princesa vampiro Kuran no había dado señales de nada estos últimos días.
Sí, todo era un revuelo.
Y teníamos a Z.C. Era una persona claramente, pero no tenía registros en su memoria de nadie con esas siglas. Los mensajes le daban la sensación de ser un secuestro o algo, sin embargo, no era un punto muy fiable; últimamente había muchas personas que desaparecían del mapa.
¿El muchacho desaparecido de la Clase Nocturna? Era una posibilidad.
Y estaba la NA con sus ambiciones raras.
Se rascó la cabeza, suspirando, mientras cruzaba por la puerta de entrada del Consejo de Ancianos hacia el exterior. En cuanto tuvo un pie fuera, una voz bastante familiar e irritante le recibió amablemente.
Souji Ikeda; generalmente uno de sus compañeros en su itinerario haciendo el trabajo sucio. Daichi había solicitado su presencia.
Atisbó a Souji con el mentón ligeramente alzado; una sonrisa autosuficiente se perfiló en su rostro.
—Vaya, de verdad eres un perrito. ¿No? Puntual como siempre, Ikeda-kun. —dijo, sonriendo. —Y no, no es lo suficientemente difícil como para necesitar estrictamente tus servicios. Pero qué puedo decir, me siento un poquito solo sin ti, Souji-sama. —Ironizó Daichi, posando una mano sobre su pecho. Drama queen; Daichi Ichinose gustaba de jugar ese papel.
Terminó por peinarse el cabello con los dedos hacia atrás, y metió las manos al interior de los bolsillos de su pantalón. Sus ojos amatista burlones se posaron sobre el hombre.
—Si te lo pido por favor, lo harás. Si te lo pido con la espada en el cuello, también lo harás. Es trabajo, no tienes alternativa.
Carraspeó y comenzó a caminar, pasando a un lado de Souji y alejándose de las grandes puertas de la sede del Consejo de Ancianos. Iba a ser discreto con esto, y eso no incluía andar parloteando sobre su pequeño trabajito fuera del consejo.
—Las reglas, Souji, repasémoslas. —Comenzó, haciéndole señas a Ikeda con los dedos para que le siguiera.—Regla número uno: Sin preguntas. Somos perritos que mueven la cola. Ellos ordenan, nosotros obedecemos. Nada de cuestionamientos. Regla número dos: El jefe soy yo en esta oportunidad; lo que digo se hace. Regla número tres: Vamos a mi departamento; allá te explicaré de qué va todo esto.
Y tomó rumbo hacia El Residencial.
- Daichi Ichinose
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Localización : Educando a Akio.
Empleo /Ocio : Miembro del Consejo de Ancianos. Padre/Dios de Akio Ichinose. Licenciado en "Patadas locas Ichinose".
Humor : Mocoso, no.
Re: Entrada
Ni siquiera el hecho de que lo llamara perro fue capaz de borrar la sonrisa burlona de su rostro, se habían dirigido a él de formas peores, además estaba más que acostumbrado a aquel apelativo, llevaba escuchándolo desde sus tiempos de samurai, "perro de tal", "perro de cual", casi lo sentía más suyo que su propio nombre.
-La puntualidad es una cualidad de la que nadie respetable debería carecer, Ichinose, pero queda claro que tú no eres de esos -replicó antes de rodar los ojos ante sus gestos dramáticos, prefería mil veces que se refiriera a él como perro que utilizando su nombre, sonaba desagradable- Si lo deseas, puedo clavar la lanza en tu pecho y ahorrarte el sufrimiento, me siento tan mal por dejarte solo que lo haría gratis, y ya sabes que mis servicios no son precisamente baratos, es una buena oferta.
"No tienes alternativa" Aquellas palabras le hicieron chasquear la lengua, clavó su oscura mirada en los árboles que adornaban el lugar, desgraciadamente era cierto, por mucho que le desagradara la idea tenía que hacerlo, estaba totalmente convencido de que había pedido su ayuda solo para molestarle, no sería la primera vez.
Observó como echaba a andar y tardó unos instantes en seguirle el paso, manteniéndose a cierta distancia de él, lo suficiente para poder escuchar lo que le decía a continuación. Lo de no hacer preguntas era lo normal, había que ser muy malo en esto para cuestionar lo que le ordenaban, no era necesario recordarselo. La segunda parte no resultaba nada alentadora, tal y como pensaba no iban a mandarle en colaboración, no, volvían a ponerle a las órdenes de Ichinose, en fin, esperaba que no requiriera mucho tiempo o que le tocara realizar trabajo de campo, que era algo más llevadero. Su expresión cambió al escuchar lo último, sus cejas se alzaron ligeramente ¿no sólo tenía que obedecerle que además ahora tenía que ir a su casa? Resopló, maldiciendo interiormente, pero no dijo nada, se limitó a asentir con brusquedad y a seguir sus pasos en dirección a su apartamento.
-La puntualidad es una cualidad de la que nadie respetable debería carecer, Ichinose, pero queda claro que tú no eres de esos -replicó antes de rodar los ojos ante sus gestos dramáticos, prefería mil veces que se refiriera a él como perro que utilizando su nombre, sonaba desagradable- Si lo deseas, puedo clavar la lanza en tu pecho y ahorrarte el sufrimiento, me siento tan mal por dejarte solo que lo haría gratis, y ya sabes que mis servicios no son precisamente baratos, es una buena oferta.
"No tienes alternativa" Aquellas palabras le hicieron chasquear la lengua, clavó su oscura mirada en los árboles que adornaban el lugar, desgraciadamente era cierto, por mucho que le desagradara la idea tenía que hacerlo, estaba totalmente convencido de que había pedido su ayuda solo para molestarle, no sería la primera vez.
Observó como echaba a andar y tardó unos instantes en seguirle el paso, manteniéndose a cierta distancia de él, lo suficiente para poder escuchar lo que le decía a continuación. Lo de no hacer preguntas era lo normal, había que ser muy malo en esto para cuestionar lo que le ordenaban, no era necesario recordarselo. La segunda parte no resultaba nada alentadora, tal y como pensaba no iban a mandarle en colaboración, no, volvían a ponerle a las órdenes de Ichinose, en fin, esperaba que no requiriera mucho tiempo o que le tocara realizar trabajo de campo, que era algo más llevadero. Su expresión cambió al escuchar lo último, sus cejas se alzaron ligeramente ¿no sólo tenía que obedecerle que además ahora tenía que ir a su casa? Resopló, maldiciendo interiormente, pero no dijo nada, se limitó a asentir con brusquedad y a seguir sus pasos en dirección a su apartamento.
- Souji Ikeda
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Re: Entrada
Se iniciaba una nueva tarea, una encomienda de su legado que debía cumplir, aquella vampiresa noble de cabellos negros como el carbón y ojos púrpura se adentraba al consejo de ancianos como un miembro más... había decidido iniciar en este sitio antes de adentrarse a la Academia Cross para iniciar sus clases formalmente en las lecciones nocturnas.
Vestía casual (entendiendo que para ella vestir de forma casual es un vestido negro entallado con escote en el pecho y las piernas, zapatillas a juego un collar y una pulsera a tono), siempre caminando tranquilamente por aquel amplio pasillo contemplando los pilares que se levantaban a los lados de ella.
Celest era su nombre, un nombre apropiado para una mujer cuya belleza era notoria, y aunque no lo demostrara, la dama era vanidosa y se enorgullecía de sí misma, tal vez por ese orgullo de vampiro que los caracteriza a los de su raza. Deseaba poder encontrar a alguien que pudiese orientarle en los últimos acontecimientos del lugar, aunque, las paredes tienen oídos y la mujer había escuchado ya ciertos rumores sobre un asesinato y más detalles que deseaba aclarar o corroborar.
Vestía casual (entendiendo que para ella vestir de forma casual es un vestido negro entallado con escote en el pecho y las piernas, zapatillas a juego un collar y una pulsera a tono), siempre caminando tranquilamente por aquel amplio pasillo contemplando los pilares que se levantaban a los lados de ella.
Celest era su nombre, un nombre apropiado para una mujer cuya belleza era notoria, y aunque no lo demostrara, la dama era vanidosa y se enorgullecía de sí misma, tal vez por ese orgullo de vampiro que los caracteriza a los de su raza. Deseaba poder encontrar a alguien que pudiese orientarle en los últimos acontecimientos del lugar, aunque, las paredes tienen oídos y la mujer había escuchado ya ciertos rumores sobre un asesinato y más detalles que deseaba aclarar o corroborar.
- Celest Blaze
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