~ Vampire Knight: Academia Cross ~
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    Mensaje por Yuuki Cross Jue Jul 25, 2013 2:29 pm

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    Mensaje por Shima Sugimura Lun Jul 29, 2013 6:56 pm

    Aún con Natsuki en la espalda, llegó hasta el pueblo, subió las escaleras hasta el último piso y abrió la puerta. El silencio recorrió todo el camino, pues era lo mejor para hallar la calma. También le ayudaba a pensar y a concentrarse, cosa que no hacía demasiado a menudo. Y nada más entrar, sonrió y la bajó. Cerró la puerta y alzó un brazo, mostrándole la cocina abierta junto con el salón.
    - Bienvenida a mi pequeña morada. - Dijo orgulloso. No cualquier universitario podía estudiar, trabajar y mantener este nivel medio de vida. Aunque muchos días estuviera comiendo fideos instantáneos y apenas variara su menú por pura pereza.

    Puso una mano sobre la cabeza de su hermana.
    - Ya. - Musitó. Tenía que aprender a mantener su tranquilidad y no dejar que los nervios le controlaran en exceso. Al menos así no se convertiría en alguien débil y fácil de manipular. Pese a que él tampoco pudiera convencerla en un futuro. Puso ambas manos sobre sus hombros, quitando su chaqueta como buen anfitrión. La colgó en el perchero y fue directamente a la cocina, abriendo armarios y alacenas. - Ves y date un baño, Natsuki. Está al fondo a la derecha. - Hizo la señal del camino mientras sacaba un vaso de fideos instantáneos. - Pero tendrás que usar mi toalla. ¿Te importa? - Advirtió. Tampoco recibía muchas visitas salvo de algún compañero, amigo o mujer. Aunque normalmente él era quien se desplazaba, de ahí la causa que no tuviera nada más que dos meras toallas. Sin embargo, Shima aprendió que las mujeres siempre usaban dos. - Mientras haré fideos. ¿Te parece bien? ¿Tienes hambre? - Preguntó, agitando los fideos y mostrándoselos, antes de calentar el agua. Quizá su hermana supiera cocinar, pero él era de los que se apañaban con muy poco. Tampoco iba a poner a su hermana a cocinar y fregar platos. Ella era la invitada. Y sin darse cuenta, ese poco, no era igual ofrecimiento que un lujoso plato.

    - Si quieres puedo encargar sushi. - Comentó, abriendo la nevera, buscando algo más. Apenas había muchas cosas más que ofrecer salvo simple verdura. Cerró y sonrió, guardando los botes de fideos. Cerró los ojos unos segundos, haciendo cuentas. - Decidido. Encargaremos sushi. - Habló para sí, tomando el teléfono y llamando de inmediato.

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    Mensaje por Natsuki Sugimura Mar Jul 30, 2013 3:36 am

    Cuando quiso darse cuenta, fue raptada cual Europa al ser llevada por Zeus. Solo que, a diferencia de aquel mito, no era un toro quien la había arrastrado lejos de la Academia, sino un delincuente llamado Shima Sugimura que se hacía pasar por caballo. Delincuente, sí. Natsuki siempre le había llamado así desde la infancia. ¿Cómo olvidar cuando le robaba algunos billetes a su padre para fugarse con sus amigos a comprar stickers para completar los álbumes de sus series favoritas? ¿Y cómo olvidar la cantidad de veces que no podían localizarlo por ninguna parte? Siempre fue un prófugo, incluso en su propia casa.

    Las palabras que él le había dicho hace un rato aún daban vuelta en su mente. Asimismo, sus cálidos gestos. No siempre apreciaba aquellas maneras en él, pues siempre había sido muy frío y calculador, ensimismado en su mente retorcida. Cuando la dejó en el suelo, sonrió y cerró los ojos cuando su mano cayó sobre su cabeza. Se quedó observando la cocina desde lejos. Hacía mucho que no venía, y casi pensó que él se había mudado. Sí que había remodelado su departamento. Antes era más... oscuro. Más oscuro que ahora.

    Cuando escuchó sus palabras, lo miró algo sorprendida. No tenía problema en utilizar su toalla. Al fin y al cabo, él era su hermano, y era uno de los muchachos más limpios que conocía. No creía que fuera a llevarse alguna sorpresa al secar su cuerpo con ella.
    - Pero no he traído nada de ropa. No tengo ni siquiera mi pijama. ¿Tendrás algo para prestarme? Porque estar con el uniforme todo el día de por sí es incómodo.. imagínate, entonces, lo incómodo que será dormir con él -se encogió de hombros y sonrió levemente.

    Al cabo de unos segundos, mientras esperaba la respuesta de Shima, comenzó a revolver en su pequeña cartera, la cual siempre llevaba consigo. Su móvil había comenzado a sonar. Era Sakamoto. La joven puso los ojos en blanco y cortó. Que le den. Escuchó la voz de su hermano, y asintió.
    - Has lo que quieras. Por mi está bien cualquier cosa. No gastes dinero si tienes fideos -aclaró, mirándolo inquisitivamente, pero él ya estaba al teléfono. Natsuki negó con la cabeza y se volteó, dirigiéndose hacia el baño. Al entrar en él, estiró sus brazos y bostezó. En verdad estaba cansada. Había sido un día estresante. Comenzó a quitarse sus zapatos y luego se deshizo del uniforme. Quedó en ropa interior frente al espejo. A veces no le gustaba lo que allí veía. Moretones por todas partes, "decorando" el paisaje.

    - Ya, Natsuki -se dijo a sí misma. Desabrochó su sostén y se quitó las bragas. Al cabo de unos segundos, ya estaba bajo la ducha, disfrutando de la cálida agua cayendo por su cuerpo. Era agradable tomar un baño en un lugar que no fuera la Academia, ya que aquí no le dirían que se apresure porque hay otras chicas más esperando su turno.
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    Mensaje por Shima Sugimura Mar Jul 30, 2013 11:14 pm

    Cuando colgó el teléfono escuchó a su hermana. Ciertamente, no llevaba más ropa que la que traía consigo. Las acciones precoces de su mente le habían llevado a lo más rápido y sencillo. En este caso, llevar a Natsuki a su casa. Asintió conforme a su idea y pregunta. Claro que tenía ropa. Aquí tenía todas sus pertenencias; tanto las que había traído de la mansión, como las que había conseguido por sus propios méritos.
    - Voy a ver qué encuentro. - Dijo. Empezó a andar y se introdujo hacia su habitación. Su hermana entró al baño y entre tanto haría tiempo para que trajeran el sushi.

    Nada más llegar empezó a abrir cajones, pensando en la comodidad de cada prenda. Debía ofrecer lo mejor como hermano mayor que era. Encontró una camiseta de manga corta y un chándal apenas usado. ¿Qué era más cómodo que aquello? Sonrió sin darse cuenta y volvió al salón de nuevo. Al pasar, se quedó parado frente a la puerta del baño. Su mente divagó. Natsuki estaba al otro lado, completamente desnuda con sus encantos de mujer. Sin duda, Shima no se había dado cuenta de que su hermana ya no parecía tan pequeña como creía. Ya era toda una mujercita.

    - Natsuk, voy a abrir. Te dejo la ropa. -
    Avisó, mirando hacia otro lado y abriendo la puerta lo suficiente como para introducir la ropa por la rendija. En unos segundos, su pulso dudó. El sudor se acumuló en sus manos, resbalando el pomo. Las gotas caían por la ducha, empañando los cristales. Sus instintos humanos llamaban a su cuerpo y lo tentaban a echar una pequeña ojeada. Aunque en el fondo fuera su hermana, seguía siendo una mujer. Y no sería la primera que viera desnuda. Sin embargo, la curiosidad y lo prohibido le carcomía. Tragó saliva y finalmente, negó con la cabeza una vez logrado raciocinio. ¿En qué estaba pensando? ¿Desde cuándo le interesó a él ver a Natsuki? Tenía a sus pies a toda mujer que deseara. Cerró con un portazo y marchó hacia la cocina. ¿Por qué estaba comportándose como un maldito depravado? ¡Ella era su hermana!

    Sonó el timbre. El sushi había llegado. Lo colocó en la mesa y sacó los platos y los palillos para cenar.

    - El sushi está listo. - Vociferó, sentándose. Luego que no se quejara de que no le quedaba comida, pues siempre fue de gran estómago. Cocina/Salón comedor Frans185

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    Mensaje por Natsuki Sugimura Dom Ago 04, 2013 12:52 am

    Su piel aún estaba cubierta de la espuma blanca del jabón cuando escuchó el sonido brusco que su hermano hacía al abrir y cerrar los cajones de su armario. Natsuki hizo una mueca. No le sorprendía. Él siempre había sido un bruto aunque se esmerase en ocultarlo. Sonrió para sí misma ante sus pensamientos, y prosiguió a cerrar los ojos y quitar la espuma de su cabello.

    Unos segundos más tarde, ya había quitado todo rastro de jabón sobre su cuerpo. Suspiró aliviada por el gratificante baño de media hora. Para ser sincera, esto no tenía ninguna comparación con las duchas de diez minutos en la Academia. En ese momento, escuchó la puerta y la voz de Shima. Sonrió y cerró la perilla, de modo que el agua dejara de emanar empapando su cuerpo.
    - Gracias -murmuró-. Oye, me tomaré más enserio el hecho de venir a visitarte, solo por tu ducha -agregó, soltando una breve y pícara risa. Cuando la puerta se cerró y Shima se quedó del otro lado, Natsuki se dispuso a salir de la bañera. Estiró sus brazos y recogió la toalla, comenzando a secar su cuerpo. Observó la ropa y se encogió de hombros. Es lo que podía esperar proviniendo de Shima. Aunque no fuera femenino, al menos sería cómodo. Tampoco era cuestión de que Shima tuviese un vestido.

    Salió del baño tras oír su grito. Estaba recogiendo su cabello en un rodete alto.
    - Ya, ya.. -dijo mientras avanzaba por el pasillo algo perezosa. El sueño ya había atacado cada uno de sus párpados. Bostezó y se sentó en la mesa frente a él. La ropa le quedaba demasiado holgada, por lo cual sentía la esponjosidad de los pantalones al sentarse.
    - Creo que te llevaré de compras para que tengas ropa para mí aquí. Nuca se sabe cuándo será necesaria -comentó sujetando los palillos y comenzando a comer.
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    Mensaje por Shima Sugimura Dom Ago 04, 2013 7:32 pm

    Deslizó una mano por su cabello, revolviéndolo. Ahora él también quería tomar un baño caliente, pues era de los que preferían irse con el pelo mojado al futón. Sin importarle en exceso que su hermana viniera después, seguía comiendo sushi. Ya la avisó, luego sería problema suyo si se demoraba tanto en la ducha. Por lo tanto, no era su culpa. Además, hacía tiempo que no se deleitaba con tan delicioso manjar. Esto era cosa de ricos, y su sueldo apenas daba para comer sushi. Sin embargo, hoy había sido una excepción para ambos.

    En cuanto Natsuki apareció por la puerta, miró su reloj y lo señaló insistentemente.
    - Hace quince minutos que te he llamado. - Rió. Con la cabeza indicó la bandeja de sushi. Astuto, había dejado aquellos que no le gustaban. Sus ojos verdosos se fijaron en Natsuki y encogió los hombros. - Es lo que tiene ser el último. - El chándal que le prestó, quedaba demasiado ancho en el cuerpo de su hermana. Volvió a reír. Conociendo el carácter y su personalidad, se veía... demasiado masculina. Para dejar la risa aparte, se levantó a por algo de beber. Alcanzó dos vasos y los llenó de agua, regresándolos a la mesa. Dio un trago al suyo, sentándose.

    - Por cierto, ¿cómo es eso de que sólo vendrás para ducharte? - Cruzó los brazos, mirándola. - ¿Ni siquiera te importa venir a verme? - Preguntó, alzando las cejas, incrédulo. Tampoco era que no se lo esperara, porque de hecho ya lo pensó. Sólo resultaba una estratagema para conocer su opinión en cuanto quedarse en su casa durante los fines de semana. Sonrió maléfico, volviendo a comer. Masticó brevemente y se levantó, ajetreando de nuevo su pelo. - Creo que también me voy a dar una ducha. - Cogió su vaso y terminó lo que quedaba, cogiendo los palillos inclusive. Los dejó en la pila para fregarlos más tarde.

    Se encaminó al baño y al cabo de un rato, apareció de nuevo por el salón con el torso al aire y el uniforme de Natsuki y su propia camiseta entre los brazos.
    - Imagino que será para lavar... - Dijo malicioso levantando su sostén en alto de entre el montón de ropa. Negó con la cabeza, suspirando y lo introdujo a la lavadora. La programó y volvió a pasearse por el pasillo que conducía al baño.
    Al igual que su hermana, se mantuvo bajo el agua caliente un largo tiempo. Necesitaba pensar y no había mejor manera que encontrar la relajación con una ducha después de cenar. Chasqueó la lengua, cerrando los ojos y plantando la palma de sus manos en la pared. ¿Qué es lo que estaba haciendo? Esto era absurdo.

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    Mensaje por Natsuki Sugimura Mar Ago 06, 2013 4:45 am

    Comía sin parar. Cerró los ojos para anular uno de sus sentidos y, así, deleitar aún más su paladar. Cuánto quisiera anular también el oído, así no debería oír la sarta de tonterías que su hermano sería capaz de decirle, ni sus bromas o insultos "tiernos". Cosa de hermanos. Ese cariño odioso está siempre presente en este tipo de relaciones. Continuó ingiriendo bocado. Abrió un ojo mientras oía aquellas palabras: "es lo que tiene ser el último". La joven hizo un gesto desinteresado.
    - Gracias. Son mis favoritos -mencionó. Al cabo de un momento, sonrió levemente y se inclinó hacia delante, de modo que pudo picar la nariz de su hermano con los palillos.

    Ya casi había terminado de comer. Estiró las piernas y bostezó. La modorra era aún peor luego de la cena. Se puso de pie y llevó su plato y su vaso a la pila de mugrosas vajillas que tenía Shima allí. La chica arrugó la nariz y señaló el desorden. Al menos él podría limpiar más seguido. ¿Cómo podría pretender, luego, tener visitas seguido? En ese momento, su pensamiento se vio interrumpido por sus palabras. Natsuki miró a su hermano fijamente.
    - No lo sé -respondió acercándose a él. Se inclinó un poco, mirándolo a los ojos-. ¿A ti te importa que tu hermana venga a verte? -preguntó, apartándose y viéndolo marchar hacia el baño. Sonrió por lo bajo, orgullosa de su propio orgullo. Mientras él no estaba, ella se dispuso a lavar los platos.

    Pasaron unos minutos. Natsuki ya estaba acabando con su tarea cuando se oye que alguien llama al timbre. La chica, extrañada por el hecho de que alguien llegue al departamento a esa hora, decide acercarse a la puerta. Sujeta el portero eléctrico y habla.
    - ¿Hola? -musitó. Nadie respondía del otro lado-. Hola, ¿quién es? -insistió, pero nada se oía. Tragó saliva, algo asustada. Lo primero que se le pasó por la mente fue la idea de que fuera algún ladrón. Colgó y caminó por el pasillo. Golpeó la puerta del baño.
    - Shima -susurró-. Alguien llama a la puerta, pero no me responden por el portero. ¿Esperas a alguien? -preguntó con algo de inseguridad. Se quedó del otro lado de la puerta del baño, con una mano apoyada sobre la oscura madera. No iba a ingresar, pero esperaba que él escuchara su voz.
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    Mensaje por Shima Sugimura Vie Ago 09, 2013 5:39 pm

    Aún en la ducha, frotó su nariz con una sonrisa. El agua seguía cayendo hasta abajo, haciendo gorgoteo al golpear contra el suelo. Suspiró, borrando inmediatamente el gesto amable. Basta de debilidades. Lo que tenía que hacer era mantenerse firme y sereno, impasible como una roca, igual que siempre. Sin embargo, estar con su hermana, verla comer con tanta felicidad y tenerla llorando entre sus brazos, le llenaba de una extraña amargura y un pequeño énfasis.

    "¿A ti te importa que tu hermana venga a verte?", repitió mentalmente. Claro que lo importaba. ¿Esperaba Natsuki que pasara de largo como si fuera un objeto de decoración? Por supuesto que no. Qué pregunta tan inútil. Hacía mucho desde que le importaba. Seguramente desde aquella extraña excursión. Negó con la cabeza, sacudiendo las pequeñas gotas de agua de sus mechones.

    Sin preveerlo, la puerta sonó y con ello, la voz de Natsuki al otro lado.

    - Que yo sepa no. -
    Vociferó para que su hermana escuchara. Arqueó una ceja, ¿quién podría ser a estas horas? - Ya mismo salgo. - El grifó cortó toda afluencia de agua y salió de la ducha. Cogió una toalla rápidamente y la ató en su cintura. Apresuradamente salió del baño hacia su habitación. Y segundos después regresaba y recorría de nuevo el pasillo vestido, secándose aún el pelo mojado. - Quédate aquí, ahora mismo vengo. - Avisó a su hermana, levantando la mano para impedir que continuara.

    Descolgó de nuevo el portero:
    - ¿Sí? ¿Quién eres? - Preguntó ariscamente, dispuesto a lo peor. No era la primera vez que el equipo de fútbol se plantaba en su casa para darle una paliza o advertirle sobre robar a las novias de los integrantes. Apretó el puño y tras escuchar la voz que provenía del otro lado de la puerta, abrió sin más.

    Cuando la luz iluminó la zona desconocida, una mujer apareció de ella con una botella de vino en la mano.

    - Shiiima... ¡cuánto tiempo! - Se abalanzó sobre él, desprendiendo un tremendo olor a alcohol. La mirada de Shima se volvió turbia y amenazante. Aquella mujer no era bienvenida en esta casa. - Hace mucho que no nos vemos. ¿Qué te parece si paso aquí la noche? - La sonrisa de ella se volvió más ácida y con sabor a victoria. Con lentitud y atrevimiento, lo agarró por la camiseta y sin descubrir la presencia de Natsuki, acabó besándole. - Como en los viejos tiempos, Prefecto Sugimura. - Dijo burlonamente, moviendo al aire la botella.
    Rápidamente, los fuertes brazos de él la apartaron de su cuerpo, sembrando las distancias. Con cierto asco se limpió los labios y a punto estuvo de abofetearla. Bajó la cabeza y revolvió su propio pelo castaño. ¿Iba a golpear a una mujer indefensa y ebria? Por supuesto que no. Él no era de ese tipo de hombres. Y si alguna vez lo hizo, ya no era así.

    - Márchate Harada. Apestas a alcohol. -
    Contestó fríamente. - Tú ya no eres bienvenida en esta casa, ¿no lo recuerdas? No, no lo creo. Estás borracha. Márchate, por favor. O llamaré a... - Su frase fue inmediatamente irrumpida por la mujer. Sus ojos ambarinos se clavaron en la figura de Natsuki. Sonrió perversamente.

    - ¿Así que ahora está ella? - La señaló con la botella de vino, arrugando los labios en una mueca de desprecio. - Veo que no tardas en buscarte una sustituta. - Su mano cruzó la cara de Shima, pero él ni se movió. Simplemente sus nervios de acero lo estaba volviendo severo, determinante y calculador. Sujetó las muñecas de la inesperada visita y la llevó fuera, cerrando la puerta.
    - Ella no es la sustituta de nadie. Es mi hermana pequeña. -
    Los ojos verdes de Shima brillaban con advertencia y regulada ira. En cambio, no parecía inspirar lo mismo en el ámbar.
    - ¿Tu h
    ermana? Y dime, ¿es buena? - Rió a carcajadas, tambaleándose. - ¿Ahora te gusta más jugar a las muñecas? Esto que estás haciendo es incesto, Sugimura. Recuérdalo. - Dio varias veces en la mejilla del chico y empezó a andar hacia las escaleras. - Igualmente, llámame si me necesitas. Siempre está bien que los antiguos compañeros de reúnan, ¿no? - Rió de nuevo, desapareciendo.

    Finalmente, suspiró y pasó la mano por su húmeda cabeza. ¿Cómo que incesto? Harada siempre estuvo loca, veía novias donde no estaban. Por algo habían roto su relación de cuajo. Sus celos no encontraban límite alguno. Cerró los ojos y apoyó los brazos en la barandilla, dejando que el pequeño aire despeinara su cabello. Aunque no lo quisiera así, esta era la única vida que podía ofrecerle a Natsuki. Él había sembrado mal y ahora le tocaba recoger la mala cosecha.

    Abrió el pomo de la puerta y de reojo miró a su hermana, perpleja todavía. Se sentó de nuevo donde había cenado anteriormente, metiéndose debajo de la manta y tumbándose en el suelo con las manos tras la nuca.

    - No la hagas caso, estaba borracha. - Sentenció amenazadoramente cerrando los ojos.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Vie Ago 09, 2013 6:15 pm

    Era extraño que alguien llamar a la puerta a semejante hora. Y Natsuki siempre había sido algo asustadiza con esas cosas. Desde aquella excursión, donde los chicos la amenazaron con aparecerse en su casa a la noche, había quedado algo influenciada por esa broma. A veces quería ser menos temerosa, pero no podía conseguirlo. Entonces, cuando su hermano dijo que ya salía, sintió la tranquilidad surcando sus venas. Ella, definitivamente, no podría vivir sola. Creía que por eso disfrutaba de pasar las noches en la Academia.

    Vio pasar a su hermano hasta su habitación. Cuando regresó, le indicó que no lo siguiera. Lo observó desde lejos. Observó cada uno de sus movimientos. Juntó las manos sobre su pecho y frunció ligeramente el ceño. Cuando Shima, finalmente, abrió la puerta, se relajó un poco. Si abría, era porque se trataba de alguien conocido para él. Suspiró suavemente, hasta que aquellos gritos de mujerzuela la despistaron. Levantó el semblante con rudeza y velocidad. Se aproximó hacia la puerta y tuvo que ver esa escena.

    Una prostituta de barrio estaba besando a su hermano.

    Los labios de Natsuki se entreabrieron. ¿Qué era todo aquello? El aroma a vino barato estaba inundando lentamente todo el departamento. Un fuerza extraña se apoderó del pecho de Natsuki: no sabía si era odio, asco, frustración o celos. No entendía lo que sentía en ese momento. Incluso al ver el gesto de su hermano, alejándola, se puso inquieta y nerviosa. Pudo divisar cómo Shima quiso arremeter contra la mejilla de la mujer, pero no lo hizo. ¿Quién era esa? Dio unos pasos hacia atrás cuando se refirió a ella. No soportaba su aliento a alcohólica sin remedio. Shima, finalmente, salió afuera. Y ella, simplemente, se quedó allí de pie. Pero, no pudo con su genio y se acercó a la puerta para oír.

    Cuando Shima regresó, se apartó con velocidad. Lo vio entrar y acostarse a un lado de la mesa. Natsuki clavó sus indignados ojos en él.
    - Claro, que no le haga caso. De acuerdo -murmuró, asintiendo con la cabeza, pero aún no había acabado de hablar-. No haré caso a que no le pegas a una puta pero sí a tu hermana, no haré caso a que me llamó "sustituta" e incluso dijo cosas horribles allí afuera... No haré caso a que me trate de una cualquiera cuando la cualquiera es ella. ¿Quieres que no le haga caso a todo ello? -gritó, cerrando sus puños con fuerza-. Me voy a la Academia -sentenció. Comenzó a caminar hacia la habitación. Recogería su bolso y se marcharía de allí. Parecía que no podía pasar un solo día en paz con su hermano, intentando conocerlo un poco más, pues siempre algo tenía que arruinarlo. A fin de cuentas, Natsuki no era capaz de encontrar paz en ningún sitio.

    Una vez en el cuerto, guardó dentro de su bolso algunos libros que había sacado para estudiar un poco.
    - Si quiere estar con su "lo que sea que era eso", solo tiene que decírmelo. ¿Quién se cree que es? -negó con la cabeza. Estaba tan enojada... Y lo peor es que no sabía muy bien por qué. No sabía qué la enojaba más de todo lo ocurrido, y eso la frustraba aún más.
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    Mensaje por Shima Sugimura Vie Ago 09, 2013 7:33 pm

    Levantó el tronco, molesto por todas las acusaciones de su hermana. ¿Por qué tenía que seguir metiendo el dedo en la yaga? Lo único que buscaban las mujeres eran odiosas comparaciones con otras y traer dolores de cabeza. Como ahora mismo le estaba pasando a él. Llevó una mano a su sien y se levantó. Maldijo entre dientes, viendo marchar a su hermana hacia el cuarto. ¿Tenía que explicar todo para que se quedara completamente tranquila y dejara de comportarse como una repudiable niña malcriada?

    Sin prisa alguna y sin intención alguna de llegar a detenerla, apareció por el marco de la puerta y se apoyó de costado sobre uno de los laterales. Sus ojos veloces, iban a la misma velocidad que Natsuki recogiendo todas y cada una de sus cosas. Incluso se olvidaba de alguna pertenencia y se lo recordó.
    - El uniforme está en la lavadora. Mañana te lo regreso a la Academia. Ah, te olvidas el cepillo de dientes también. - Murmuró desinteresado. Cuando Natsuki fue a salir por el dormitorio, alzó la pierna, obstruyendo el paso. - Espera un segundo. - Calmó sus tremendo nerviosismo y su fuera de sí.

    - Le golpeo a mi hermana porque no quiero que se convierta en un ser tan ruin y repugnante como el que acabas de ver por la puerta. O para que no se vaya con cualquier hombre que se le ofrezca y sea una fresca. - Con una mano levantó el mentón de su hermana y clavó sus fríos ojos verdosos. - Esa mujer ya no tiene remedio, pero tú sí. Además, estaba borracha. ¿Estaba bien que la golpeara cuando apenas puede mantenerse en una línea recta? - Comentó libremente, sin detener las afiladas palabras que salían de su boca. - Otra cosa que añadir. Lo que Harada venía buscando, sí, es lo que supones. Pero a mí no me interesa desde hace mucho. No me gustan las mujeres tan "usadas". - Escupió lentamente, saboreando amargamente lo último dicho. - Le hierve la sangre cada vez que me ve con una amiga. Es tremendamente celosa y para ella todas las mujeres que puedan existir en mi vida son unas "sustitutas" de su presencia. En el instituto tuvimos un noviazgo pero no pude seguir encerrándome con su envidia. Y hoy en día sigue de la misma forma que antes. De haber sabido que cambiaría, claro que la habría golpeado. - Asintió, cerrando los ojos en el gesto. - Eres una imbécil comparándote con una persona así y atendiendo a cada una de sus incoherentes palabras. - Concluyó. En cambio, aún dijo algo más. - ¿Crees que el día que tengas un novio, no habrá mujeres de este tipo arrojando millones de palabras en tu contra y a las espaldas? Si dejas que todo te afecta, te hundirás más rápidamente en el barro. En cambio, si piensas con claridad y le quitas importancia a las limaduras, las arenas movidizas te irán tragando más lentamente. Y, de todas formas, ¿quién mejor para pasar la noche y reventarle las venas a una borracha adultera que mi hermana?

    La sonrisa de Shima se estrechó maquiabélicamente. Ahí quedaban sus explicaciones precisas y rotundas, más al pareces, una prueba de madurez para su pequeña hermana Natsuki. Quitó la pierna del medio y puso el brazo para que siguiera el camino.
    - Ahora, si todavía es menester para su Majestad, ahí tiene la puerta.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Vie Ago 09, 2013 8:06 pm

    No podía explicar el nudo que tenía en la garganta. Lo único que estaba haciendo era guardar sus pertenencias, cuando él obstruyó la puerta con aquella postura desinteresada y soberbia de siempre. Natsuki lo observó. Le daban ganas de escupirlo. No podía ni imaginarlo con esa... mujer. Le daba asco de solo pensarlo. No quería ni mirarlo a los ojos, pero lo hacía igualmente para hacerle frente. Escuchó su gran montón de explicaciones. ¿Ahora iba a creer que ya estaba? ¿Que todo estaba bien? Pues no.

    - No me toques con esas sucias manos. Mejor ve a tocarle el culo -dijo brúscamente, apartándose de él cuando sujetó su mentón. Miró hacia un lado. ¿Acaso nunca acabaría de conocer nuevas facetas de su hermano? ¿Qué faltaba ahora? Cuando ella fuera a la universidad... ¿conocería gente despreciable también? Mordió su labio inferior. Más que la afilada y satírica lengua de su hermano, lo que más le molestaba era no saber por qué tanto escándalo por una puta buena para nada.

    - Como sea. Soy tu hermana, no tu novia, así que no debería decir ni pensar esas cosas. Sin embargo, tú también estás muy usado Shima. No te creas un santo. Y no seas machista. ¿Con cuántas te has acostado ya? Probablemente perdiste la cuenta -dijo mientras cruzaba el marco de la puerta. Comenzó a caminar por el estrecho pasillo hasta llegar a la cocina. En un pequeño cuarto estaba la lavadora. Detuvo el proceso de lavado y lo sacó del interior, al igual que su sostén. Lo escurrió un poco. Se lo pondría así. No le importaba pescar un resfriado. Se vestiría y se marcharía.

    Al cabo de unos segundos, asomó su cabeza por el pasillo.
    - Tal vez pase ahora mismo por ese bar al que vas a veces. Quiero ver qué tan divertido es. Qué tantas cosas maravillosas suceden y tal vez, si tengo suerte, algún motoquero se presente a mi puerta para llevarme a dar una vuelta. -siseó-. ¿Me abrirás la puerta cuando sea yo quien aparezca con una botella de vino al otro día? -inquirió, sonriendo fríamente. Nuevamente, tal y como ocurrió en la Academia, comenzaba aquel ir y venir de comentarios hirientes. Tanto de un lado como de otro, aquello ocurría sin remedio. Sin embargo, Natsuki parecía ser experta en saber cómo cabrear a su hermano y tocarle las narices, aunque realmente no se diera cuenta de las incoherencias que decía. Solo lo hacía para molestarlo. A veces necesitaba simplemente llamar la atención y que alguien se preocupara un poco por su bienestar. Por momentos ardía en deseos de meterse en problemas, solo para ver si él iría a buscarla como aquel día en aquella excursión escolar.
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    Mensaje por Shima Sugimura Vie Ago 09, 2013 8:36 pm

    "Mejor ve a tocarle el culo". Y mejores palabras no podía haber escogido su hermana, la verdad. Sin evitarlo, empezó a reír descaradamente en su propia cara. Incluso dramatizó y se llevó una mano al vientre. Sin embargo, su tono burlón no desapareció. Todo lo contrario, se rebozó en lo mismo que dijo su hermana.
    - Oh, ¿y crees que no lo hice cuando era mi novia? - Rió. Tenía una desfachatez fuera de cualquier límite, pero era ciertamente verdad. ¿Por qué debería ocultar que le había tocado el culo a una borracha cuando tenía quince años? Total, su hermana debía curarse de espanto si algún día quería tener novio. Y pensando de novios... - ¿Crees que tu novio no fardará de que te manosea delante de sus amigos? No me digas Natsuki: crees que todos los hombres somos unos santos. - Dijo entre carcajada y carcajada. En el fondo, era como planeaba sus reacciones y sabía cómo escurrirse de sus afilados cuchillos. - O... no me digas que estás celosa de que a ti no te toco. - Sugirió bufón.

    - Las mujeres siempre estáis pensando en lo peor, y si es más dramático, aún mejor. - Encogió los hombros. ¿Qué esperaba? Si ella misma era la presidenta del club de Teatro; sabía de qué hablaba. La siguió divertido, fardando y apostando mentalmente por sus nuevos comentarios o alteraciones. Suspiró, negando con la cabeza y finalmente, asintió. - No soy machista, es verdad. Está mejor visto que un hombre esté usado, a que una mujer lo esté. Un hombre es un héroe, en cambio, una mujer es una furcia. - Humedeció sus labios, dejando sus codos encima de la encimera de la cocina, observándola con interés. - Prefiero que mi hermana sea una monja a una cualquiera. Y sí, llevas razón: no soy un Santo. Perdí la cuenta. - Aclaró sin tapujos, riéndose. Tampoco se imaginaba a Natsuki vistiendo hábitos, pero sería gracioso verla aunque fuera disfrazada de religiosa.

    Miró el uniforme de agua y silbó.
    - Como te pongas eso, te congelarás. Además, vas a llamar la atención como "Miss camiseta mojada". - Otra vez, volvió a reír, sin resistirse siquiera. Pero aunque su fachada fuera burlona e irónica, por dentro pensaba en la idea de que su hermana se atreviera a salir con el frío que hacía con la ropa húmeda y llamando la atención con sus curvas empapadas, le alteraba la sangre. Nadie diría que le estaba pateando donde más le rabiaba. Apretó levemente el puño por debajo de la mesa, y sonrió igual que su hermana, copiándose los rasgos entre hermanos. - Oh, bien. Eres insistente. Entonces me dejas dos opciones: atarte a la pata de la cama y no dejarte salir hasta el lunes al mediodía o abofetearte de nuevo y que te vayas con tu querido motero. - Sentenció amenazadoramente. - En el segundo caso, luego no me llames por el móvil porque están abusando de ti. Odio que me despierten de madrugada. - Negó con la cabeza rotundamente. - Claro que te la abriré Natsuki, y al final te la cerraré en la cara como a esa mujer. - Finalizó. Aunque se le olvidó decir algo más. - O puede que también me aproveche de ti por estar ebria. - Supuso, desvergonzado. Su hermana, hermana o no, seguía siendo una mujer que podía saciar sus más oscuros placeres. Pero no era de esa clase de tipos, pese a que se diera la faceta de actuar como tal. Él jamás tocaría a su hermana por nada del mundo.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Vie Ago 09, 2013 9:20 pm

    Continuaba escuchando sus insolencias. Llegó un punto en que el enojo de Natsuki se transformaba en puro talento para hacerlo rabiar. Su mente fría y retorcida hizo uso de sus artimañas. La joven miró fijamente a su hermano mientras apretaba su uniforme con sus manos por última vez, para que se le quitase el resto de agua. La verdad es que ella no creía que los hombres fueran unos santos y trataran a sus mujeres como princesas. Eso había quedado para la literatura, no para la vida real. Sin embargo, ella jamás estaría con un hombre así. Quizás tuviera que pasar toda su vida sola como un perro callejero, pero prefería eso a ser deshonrada.
    - No imaginas lo celosa que estoy, Shima. Muero de ganas por que tus manos me toquen -susurró, mirándolo fijamente. El sarcasmo era tan notable como la enorme luna en el cielo durante la medianoche-. Antes muerta, sucio gusano.

    - Un hombre es un idiota que se cree héroe -sentenció sin más. ¿Por qué los hombres se esmeraban tanto en ser como los verdaderos héroes de la mitología? En cuanto una hidra venenosa o un cíclope se les apareciera, se mearían encima. Además, ni que las muchachas de hoy día pidieran tanto. No eran tan exquisitas. Solamente querían un buen novio que las cuide y las respete. ¿Eso es mucho pedir a los grandes "héroes" contemporáneos?
    - Algún día me avisas y retomamos la cuenta juntos. Si quieres, espera a que sea monja para poder darte la bendición -agregó al cabo de unos instantes, guiñándole un ojo.

    Natsuki se volteó y, descaradamente, se quitó la remera. Puso su fría mente en blanco. Esto sería otra escena más a representar. Él era su hermano, pero ahora mismo sería un muy mal actor de teatro. La joven arrojó lejos la ropa de su hermano que se había quitado. Pronto, comenzó a cubrir su torso con el húmedo uniforme. Ignoró su comentario acerca de "Miss Camiseta Mojada". ¿Qué chiste malo era ese? Ah, su hermano y su escasa imaginación.

    La chica acabó por deslizar su uniforme hasta cubrir sus muslos. Y, recién cuando tuvo la certeza de que sus partes íntimas estaban ocultas, se quitó los pantalones. Los arrojó también. Una sonrisa oscura y turbia se formó en su rostro. ¿Por qué hacer esto? ¿Por qué arriesgarse solo para molestarlo? Natsuki estaba haciendo cosas que jamás haría en su vida. Estaba actuando como una atrevida sin límites, y eso tan solo para enfermarle la paciencia a Shima. En su interior, cada palabra que él decía le provocaban náuseas y ganas de golpearlo como nadie jamás lo golpearía en su vida. Pero, exteriormente, Natsuki era la mejor actriz, la mejor mentirosa de todas.

    - Dime, Shima. ¿Crees que les gustaré a los chicos así? -preguntó, deslizando un poco hacia arriba la falda de su uniforme. Rió entre dientes y caminó hasta la puerta. Sujetó el pomo-. Iré a probar suerte. Si a nadie le gusto, entonces vendré aquí a probar suerte contigo, asquerosa rata de alcantarilla -murmuró clavando sus violáceos ojos en él. Sin embargo, su último comentario generó la total repulsión en su interior. Pero no debía perder los estribos. No obstante, no era capaz de retener el veneno que emanaba por su boca:
    - Cuando llegue ese día, me aseguraré de que me dejes embarazada y tu reputación se vaya a la mierda, al igual que tus días de universitario popular y aclamado por las chicas. ¿Qué pensarán de un hermano tan sucio? Todos dirán "pobre Natsuki, mira lo que le ha hecho ese monstruo bastardo..." -teatralizó-. A fin de cuentas, parece que tu amiga ebria tenía razón acerca de tus gustos ocultos. Shima incestuoso... ya has probado con tantas que ahora buscas algo nuevo y novedoso. ¿Por qué no vas y rejuveneces a nuestra madre? -concluyó entre risas blasfemas e hirientes.

    El silencio permaneció presente por unos instantes.

    - Oye, Shima. ¿Serías tan amable de traerme mis zapatos? Pescaré un resfriado si voy descalza -dijo con elocuencia, pero al instante echó a reír con la misma desfachatez en que lo hacía su hermano.
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    Mensaje por Shima Sugimura Vie Ago 09, 2013 10:00 pm

    Sonrió macabramente, sin más. Observaba sus movimientos, sus gestos, la expresión de su rostro y cómo pesteañeaba cada cinco o seis segundos. Cada una de sus acciones era escrutada por unos ojos vidriosos llenos de curiosidad. Debía de aprender a reconocer con facilidad los dotes interpretativos de Natsuki, o de otra manera, acabaría por acostumbrarse a cómo actuaba y le colaría todas las mentiras que quisiera. Por eso seguía manteniéndose en su lado, manteniendo la respiración en constante elevación y descenso, al igual que trataba de no agitarse en exceso. Si su hermana era toda una experta fingiendo, él lo era en controlar todas y cada una de sus emociones.

    Frío y calculador, guardó todas y cada una de las palabras de su hermana. En el momento que apareciera de nuevo por la puerta, se las reprocharía una a una. Era su especialidad.
    - Mira lo que le dice a su hermano: sucio gusano. Deberías lavarte la boca con lejía, señorita. - Rió levemente, apartándose un tanto de la mesa de la cocina. ¿Retomar la cuenta juntos? ¿A qué se refería con ello? ¿Se ofrecía incluso, voluntaria de ser un número al azar y continuar a partir de ahí? Él era demasiado metódico como para poner un número a cada mujer. Luego le molestaba no recordarlos. Lo que tenía almacenar tantas cosas juntas en la cabeza. - Me parece bien. Resérvame un día en el monasterio, que quiero hacerte una visita. Y por supuesto, hacerte una foto. - Guiñó un ojo también. Quizá ligara inconscientemente con alguna novicia, a saber. Ya era ahora y las compañeras de Natsuki se iban fijando en alguien tan perverso y solitario como él.

    La camiseta se estrelló en su cara y cayó al suelo. Shima ni siquiera se molestó en recogerla. Si lo hacía se perdería toda diversión posible y le facilitaria las cosas a su hermana. Natsuki quería ser actriz algún día. Y estas debían saber desvergonzarse delante de la cámara. Alzó una ceja, sugerente.
    - ¡Qué desfachatez! Desnudarse así como así. - Comentó, volviendo a apoyarse sobre la mesa, haciéndose el pervertido y mosquearla más. - ¡Ahla! Ya te las he visto, Natsuki. No te molestes más. - Aguantó la risa como pudo. Se dio un poco la vuelta, fingiendo que ya no le mostraba interés verlas, pues ya había visto todo. Realmente sus ojos no alcanzaron nada, pero la treta seguía en pie. Tampoco se interesaba demasiado en ver los pechos de su hermana; ya había visto varias veces aquellas cosas. Un par más, no lo enloquecería como a un novato. En cambio, lo que no esperó fue la siguiente prueba de acero. En sus propias narices se cambió y terminó por vestir su uniforme del todo. Arrugó el entreceño, sin encontrar la verdad que Natsuki trataba de esconder: si marcharse o planear para que fuera a buscarla más tarde.

    - Mmm... No, un poco más arriba. - Levantó la mano, haciendo referencia a que la subiera. - Un poco más. Más... Ahí estaría bien. Así se te ven las vergüenzas cuando andas. - Rió a carcajadas. ¿Acaso él no lo había comprobado ya? Era viejo en esto, y eso parecía desquiciar más a su hermana. - Me parece bien, asegúrate de traer dinero a casa. Ya que vas a pillar, hazlo bien, hermanita. Quiero que el sobrino que tenga, sea igual de guapo que su tío. - Comentó sarcástico y con humor negro. El verde y el violeta empezaron a luchar en el aire, intentando declararse vencedor de aquella batalla. En cambio, no lograron nada respectivamente. - Hay a gente que le gusta las ratas. Mira a tus compañeras cómo babean por las alcantarillas. - Le sacó la lengua y se sentó en una de las sillas de la cocina. Por dentro le corría veneno, en vez de sangre. Sin embargo, ambos no cedían ni lo más mínimo.

    - Me lo apunto. Pero tu teoría tiene un fallo. ¿Y si a la primera no te quedas encinta? ¿Volverás otra vez hasta que lo consigas? Porque entonces tendré razones suficientes para decir que mi hermana me acosaba porque quería acostarse conmigo, y que claramente, como hombre, cedí a mis instintos naturales. - Encogió los hombros. La verdad, es que con eso podría jugar poco Natsuki, pues él nunca fue persona que se deja influir por las miradas y las críticas de los demás. Simplemente hacía su vida como le diera la gana. - No lo sabes bien Natsuki. - Asintió, dándole la razón. Estaba más turbio y contaminado de ponzoña, que una serpiente venenosa. - Y de hecho, llegaría a la idea de rejuvenecer a nuestra madre. Dicen que alcanzada una edad tienen más experiencia. Pero hay una pega demasiado grande: me da asco esa mujer. De pensarlo quiero vomitar. - Hizo el gesto de querer hacerlo.

    Se levantó de la silla y servicial, fue a la habitación a por sus zapatos. En cuanto apareció por el pasillo, ya iba apretando la mandíbula y hablando de nuevo.
    - No sé para qué los necesitarás. Entre tu novio el motero y lo que planeas hacer, tampoco te van a servir para mucho. - Decidió agacharse y dejó a su lado los zapatos. Tomó el pie de la chica y puso uno de ellos. Seguidamente, hizo lo mismo con el otro. Alzó la cabeza y sonrió. - "No imaginas lo celosa que estoy. Muero de ganas por que tus manos me toquen." - Repitió imitándola, levantándose lentamente. - Tus deseos son órdenes. - Su mano comenzó a rozar su rodilla y a subir con astucia por su muslo. Se detuvo en su falda y dio un paso más hacia delante, cerrando con la otra mano la puerta. La ropa del chico acabó por empaparse también, aunque poco le importaba. - ¿De verdad te vas a ir? - Preguntó cual niño pequeño, sonriendo perversamente al final, al tiempo que sus manos continuaron su recorrido hasta llegar a la cintura.
    Era cruel, perverso, indecente y maquiabélico. Pero la diversión de Shima Sugimura no tenía fronteras.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Sáb Ago 10, 2013 6:48 am

    Su hermano pretendía jugar con fuego, de acuerdo, pero ella no se haría responsable si luego se quemaba. Natsuki, al igual que Shima, planeaba cada palabra utilizada con suma precisión. Ahora mismo se encontraba sonriendo libremente. Incluso caminaba de forma descarada, como si pretendiese "impresionar" a alguien con sus curvas. Ella era una muchacha mas bien delgada, no tenía demasiado que mostrar, pero lo poco que tenía era muy simpático.

    Alzó ambos brazos y deshizo su rodete. El cabello cayó sobre su espalda y algunos mechones se pegaron a la tela húmeda.
    - Mis compañeras son idiotas. Porque prefieren ratas como tú antes que el vasto mar de peces coloridos que hay allí fuera. Qué se le va a hacer. Por algo no son mis amigas -dijo desinteresadamente, encogiéndose de hombros y pasando una de sus manos por su cabello.

    Al continuar escuchando sus palabras, no sabía si lazarse contra él y otorgarle una "bella" patada entre sus piernas o, al contrario, continuar controlando sus impulsos y disfrutar de este perverso e inmundo juego. Aún no entendía cómo les daba la cara para decirse semejante cantidad de obscenidades.
    - Mi teoría no tiene fallos. Porque una mujer sabe perfectamente cuando es su tiempo de fertilidad. Además, como bien dices, caerías ante mis encantos. ¿Y crees que te creerán a ti? Por favor, ambos sabemos que estarán las cartas a mi favor cuando me vean llorar, asustada, y no quiera salir de mi casa ni acercarme a ningún otro hombre. No tienes oportunidad Shima, así que piensa muy bien lo que pretendes hacer conmigo -dijo con astucia, guiñándole un ojo y sacándole la lengua. Lentamente, incluso, sentía como el enojo se esfumaba y solo había lugar para la diversión que le generaba actuar de aquel modo.
    - Qué bien. Entonces debo pensar que yo no te doy asco -sonrió y se volteó hacia la puerta otra vez, dispuesta a salir. Vio marchar a su hermano por el pasillo, y cuando volvió con sus zapatos, sonrió con suficiencia.
    - Gracias, esclavo -murmuró mientras él la calzaba. Y, cuando ya creía estar lista para marcharse, Shima acabó por sorprenderla.

    Su mano se deslizaba peligrosamente sobre su muslo.

    Natsuki abrió los ojos, pero mantuvo la compostura. Antes que todo, estaba el papel que debía interpretar. Y, como bien se sabe, la función siempre debe continuar. Su hermano, con aquel brillo perverso en los ojos, acariciaba descaradamente la piel que comenzaba a esconderse tras la falda. Natsuki se mantuvo firme, con el mentón en alto y sus ojos clavados en él. Cuando su palma se detuvo en su cintura, interiormente suspiró. Por fin había acabado esa tortura. Pero ahora era su turno. Debía sorpender a su hermano del mismo modo.

    - ¿Así tocas a una mujer? No entiendo qué es lo que ven en ti entonces como para que caigan rendidas a tus pies -rió brúscamente en su rostro. Con una mano, sujetó la mano de Shima y, sin quitarla de su cintura, se inclinó hacia él-. No lo sé. ¿En verdad me voy a ir? -susurró, muy cerca de su rostro. Podía sentir perfectamente la respiración de su hermano. Varios centímentros separaban sus rostros, de todos modos, pero aquella cercanía era lo máximo que había habido entre ambos a lo largo de sus cortas vidas.

    Lo miró a los ojos unos instantes más, hasta que rió y se separó de él, abriendo la puerta.
    - Sí, me iré -dijo sin más, saliendo al exterior y cerrando la puerta tras de sí. La brisa rápidamente le caló los huesos. Se abrazó a sí misma. Comenzó a descender las escaleras.
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    Mensaje por Shima Sugimura Sáb Ago 10, 2013 8:48 pm

    Casi incrédulo, Shima asintió. La razón siempre iba para el que no la tenía, en este caso, quizá fuera Natsuki. Al menos, desde la perspectiva del chico. Sonrió encantadoramente. A él no le engañaría en cuanto a gustos femeninos se tratase. Aunque, tal vez su hermana distara mucho de su generalización y sobresaliera entre el resto. Así fue siempre la familia Sugimura: una entre un millón. Extraña como la vida misma. No era de sorprender, que sus miembros también lo fueran.

    - ¡Ves y péscalos, hermanita! ¡Tu hermano te apoya! Estaré aquí esperando por ver todos esos "colores" que tú dices. - Volvió a asentir, burlón. Claramente, si su hermana tenía la intención de ir a por todos esos hombres que decoraban el océano, que fuera y los trajera frente a sus ojos. Pese a que luego no hiciera caso de ninguno de ellos, pues esos temas, eran inservibles con tan sólo imaginarlos. - O será que tú eres la rara. - Comentó sincero, copiando el mismo gesto que Natsuki. Encogió los hombros.

    - Sin embargo, no siempre que pones cebo, hay pez. - Dijo razonadamente. Shima y sus metáforas. Al final siempre encontraba una situación similar y llevarla hasta la moraleja. - Entonces morirás virgen. - Sentenció. Pues, de otra forma, él se encargaría de matar y exterminar a todo aquel que quisiera tocarla. Sería una venganza por su parte. Su cara tornó seria. Casi parecía que era un carcelero y le impidiera a la chica alguna obscenidad. Para Shima, era algo así como su concubina. - De todos modos, suponiendo el caso. Repito: ¿crees que me importaría lo más mínimo? Yo no vivo de lo que la gente diga de mí. La sociedad es un burdo rebaño de ovejas que se guían de chismes y rumores que mujeres como tú, inventan. - Ay, Natsuki. Cuánto te queda por aprender, pensó para sí. Negó con la cabeza, sonriendo de nuevo.

    Sorprendido, ladeó hacia un lado la cabeza. Sí que tenía agallas para soportar todo aquel roce promiscuo. Natsuki debería seguir igual de fría e insensible si algún día quería ser actriz. Y por supuesto, él se sentía orgulloso de ser partícipe de esa fortaleza. Consciente ahora, se encargaría de "formar" a su linda y atrevida hermana. Suponía que se daría cuenta y quizá, llegará a darle las gracias el día de mañana. Aunque viniendo de Natsuki, "gracias" parecía ser tabú.
    - Bueno, no es cómo las toque, es lo que les hago. - Shima no tenía escrúpulos en hablar de ello. Todo lo contrario, se enorgullecía. Su sonrisa se desvió hacia un lado, perverso. ¿Quería una demostración gratuita?

    - Hasta luego. - Y finalmente, su hermana acabó marchándose. Encogió los hombros y cerró la puerta. Y como no, inseguro y lógico, cerró con llave. Había ladrones y muchas lagartas por la zona. Si Natsuki tenía tantas ganas de volverse una borracha y una adultera como Harada, él ya no iba a detenerla. La insistencia de Shima se acababa mucho más pronto que su diversión. Y tampoco era de los que privaban a la gente de sus derechos. Que hiciera lo que le diera la gana, estaba cansado de estarle diciendo el buen camino. Creía que ya tenía juicio para decidir lo que quería hacer con su vida. Allá ella. Luego que no viniera llorando a sus brazos por tan tremenda equivocación. Él ya pasó por la misma edad y sabía qué locuras se hacían. Era hora de que su hermana aprendiera a tropezarse con las piedras y caerse. Aunque para ella habría que poner una maldita viga y que se abriera la cabeza para que entrara en razón. De todos modos, pensaba lo que de seguro, su hermana estaría diciendo. Tsé, incrédula ella por no creer sus palabras. ¿Esperaba acaso que fuera siempre detrás de ella como un perro? No, el "esclavo" como ella decía, había completado su jornada. Y en ese momento, se disponía en el suelo de nuevo, incorporando las piernas debajo del futón y sacando uno de sus múltiples cuadernos del bolsillo. No había nada más agradable que el silencio. Empezó a escribir, cronometrando mentalmente lo que tardaría en volver.

    Suponiendo que volviera.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Dom Ago 11, 2013 5:33 pm

    Ya estaba fuera, con el frívolo frío calándole los huesos. Se abrazó a sí misma y miró hacia atrás. Escuchó el ruido de la llave al cerrar la puerta. Parece que poco le importaba a Shima que ella estuviera afuera a estas altas horas. Comenzó a bajar las escaleras.

    Él era un descarado. Un monstruo lascivo oculto en el cuerpo de su hermano. Ella prefería morir virgen a terminar con un tipo como él, claramente. Y le molestaba en demasía ese machismo estúpido. Si él entendía que así era la sociedad, ¿entonces por qué lo implementaba? Mientras recapacitaba en cada una de sus palabras, vio pasar a esa muchacha de antes, Harada, por la acera. Natsuki frunció el ceño. La mujer se balanceaba de un lado a otro con una botella. En ese momento, acudieron a "su ayuda" dos hombres. Ella rió y les ofreció vino. Los tres salieron caminando e ingresaron en un auto.

    Qué escena tan sospechosa.

    La joven frunció el ceño y continuó bajando los escalones. El automóvil marchó y se alejó. En verdad hacía frío allí abajo. Miró hacia todas partes. ¿Valía la pena seguir con esto? Ya había pasado el enojo, ya había pasado el chiste y la diversión. Fin. Suspiró, pensando en que podría ser temeraria y arriesgarse a ir a algún bar cercano de aquel modo, simplemente por desafiar a su hermano. Pero, por otro lado, consideraba que no era ya parte de ella hacer semejantes estupideces para llamar la atención.

    Ya todo había acabado.

    Volvió a subir los escalones y abrió la puerta. Ella tenía una llave. La había tomado del llavero que se encntraba en la pared justo antes de comenzar la "lucha de egos". Natsuki, astuta, sabía en qué iba a terminar todo eso antes de empezar. Entonces, abrió la puerta y entró. Vio a su hermano y cerró dando un portazo.

    - Me voy a la cama -dijo sécamente, mientras recogía del suelo la ropa que se había quitado-. Muy divertida la función de hoy, Shima Sugimura -agregó mientras avanzaba por el pasillo. Se metió dentro de la habitación de él y se quitó el uniforme empapado. Agarró la ropa seca y comenzó a cambiarse. Había sido un día largo.
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    Mensaje por Shima Sugimura Vie Ago 16, 2013 8:02 pm

    Shima seguía en su ambiente, en ese perfecto silencio que se había formado. Y dio gracias a ello, pues comenzaba a cansarse del juego de su hermana. ¿A dónde esperaba llegar en la vida con su actitud? A veces pensaba que la Natsuki que vio en la fuente de la academia no se parecía en nada a la que acababa de salir por la puerta. Suspiró, negando con la cabeza. Luego se quejaba de que le llamaba inmadura. Pero no podía decir otro apelativo.

    Sonrió, siguiendo en su tarea de escribir las anotaciones necesarias y que rápidamente surgían en su mente. No lograría olvidarlas tan fácilmente, pero las más importantes las apuntaba en uno de sus múltiples cuadernos. Aunque en ellos no se lograba entender nada salvo rallajos y extraños dibujos que simplificaban cada de sus ideas en cuestión de segundos. Y así, fue pasando el tiempo.
    Al cabo de un rato, miró su reloj y encogió los hombros. Él estaba seguro de que Natsuki volvería para la casa. Y de no ser así, era preocupación de ella con quién estaba y a quién se entregaba. Pero él ya le avisó de lo que hay al salir de aquella casa. E incluso debería tener el claro ejemplo de sus propios padres. Sin embargo, el ego de su hermana, no parecía bajar por el momento. Bien, él tampoco movería un solo dedo.

    Tampoco tardó mucho en oírse la puerta. Alzó la cabeza en la misma dirección, parando de escribir. Sonó la llave introduciéndose en la cerradura. Sonrió maliciosamente y volvió a lo que estaba haciendo. Natsuki, has perdido; pensó interiormente cuando la chica entró calada hasta los huesos.
    - Vuelve a dar otro portazo y no entras aquí en la vida. - Comentó molesto. Aquella era su casa y ella no era quién para ir dando portazos por culpa de su mala cabeza y sus cabreos infantiles. Era su responsabilidad, pues ella misma quiso salir así a la calle. La miró de reojo, sin borrar esa sonrisa burlona de su cara. Su plan había fallado, catastrófico diría. Él ya calculó cada uno de sus movimientos en el momento que salió por esa puerta. - Me alegro que te haya gustado, "Doña Drama". - Mencionó irónico. - Espero que ya tenga cuñado. Aunque... en media hora no sé si te ha dado tiempo. - Rió finalmente.

    Una vez ella fue hacia la habitación, cerró su cuaderno, lo guardó y se levantó. Llegó hasta la puerta y dio un par de golpecitos con los nudillos.
    - Natsuki... - La llamó, aguantando reírse de nuevo en su propia cara. Mantuvo la calma, en cambio. - ¿Quién te ha dicho que voy a dejarte dormir en mi cama? ¿Acaso lo escuchaste de mi boca? - Preguntó curioso. Aquella era su casa, sus normas, su cama. Aunque en un primer momento iba a dejar que durmiera en ella, ahora tenía otros planes en mente. Puede que con ello, su hermana le odiara para toda la vida. Sin embargo, la única que perdería sería ella, porque su vida ya estaba resuelta por el momento. - Aunque... bueno, si quieres dormir, hay sitio para dos. Pero antes, deberás de reconocer en voz alta tu mala cabeza y reconocer tu derrota. - Lo que tenía una cama de matrimonio y un hermano demasiado estricto.

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    Mensaje por Natsuki Sugimura Lun Ago 19, 2013 6:37 pm

    - Vuelve a dar otro portazo y no entras aquí en la vida -repitió, burlándose de su hermano. La expresión de Natsuki era severa. Estaba terminando de cambiarse de ropa. Cuando por fin concluyó, suspiró y se sentó en la acolchonada cama. Miró a su alrededor y buscó su pequeña mochila. Había algunos papeles sueltos que quería guardar. En ese momento, Shima aparece en la puerta. Otra vez, él y su prepotencia. Ya había terminado la diversión, así que podía callarse la boca y no molestarla más.

    La joven lo observó cuando dijo aquello. Frunció ligeramente el ceño, pero regresó su expresión a la normalidad. ¿Dónde pretendía que durmiese si no fuera allí? Ah, aquí vamos de nuevo. Natsuki se dejó caer en la cama y estiró los brazos y piernas. Bostezó y luego se hizo una pequeña bola, llevando sus rodillas al pecho. Abrazó sus piernas y miró de reojo hacia la puerta, escuchando lo que decía. Definitivamente, a su hermano se le había ido la pinza. La joven se puso de pie de un salto.

    - ¡Estás loco! -gritó, apuntándolo con un dedo-. No voy a reconocer nada, sucio pervertido de cuarta. No dormiré contigo. Si tan poco caballero eres, de acuerdo, me voy a dormir a la cocina -agregó, caminando firmemente hacia la entrada de la habitación. Sin embargo, se detuvo. Regresó sus pasos y agarró la almohada. Luego, emprendió la marcha otra vez. Pasó a un lado de su hermano, apartándolo de un empujón, y caminó por el pasillo. Llegó a la cocina y arrojó la almohada sobre el futón.

    - Me quedaré aquí, y mejor que ni te acerques. Que disfrutes de tu cómoda y amplia cama -ironizó, frunciendo el ceño. Natsuki observó su improvisada cama e infló los mofletes. Él siempre quería salirse con la suya, pero no lo haría esta vez. La joven, sin decir ni una palabra más, recostó su cuerpo y hundió su cabeza en la almohada. No creía que a él le molestase no tenerla, pues tenía toda una cama para él solo. No le hacía ningún mal otorgar la almohada a su pequeña y adorable hermana. Natsuki cerró los ojos y suspiró. Ya era tarde. Debía madrugar para ir a la Academia y su hermano lo único que hacía era frustrarle la vida. No sabía ni para qué había decidido venir con él. Y, automáticamente, recordó cómo se echó a llorar en sus brazos por la tarde. Las mejillas de Natsuki se volvieron de un rosado intenso y hundió el rostro un poco más en la almohada. No, esa no era ella.

    Finalmente, comenzó su lucha para lograr conciliar el sueño. Dio unas vueltas hacia un lado, luego hacia el otro, hasta que encontró una posición medianamente cómoda. Dio otro suspiro y, por fin, se dispuso a dormir, intentando no pensar en el frío que torturaba su espalda y sus pies.
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    Mensaje por Shima Sugimura Sáb Sep 07, 2013 6:45 pm

    Shima apretó el puño y tensó su mandíbula. ¿Estaba su hermana vacilándole? Sonrió perversamente. Que no le buscara, porque le iba a encontrar tarde o temprano. Y después se arrepentiría de lo que ha hecho y lo llamaría cruel como excusa. Encogió los hombros, dejándolo pasar y guardándolo en "pendientes para Natsuki". Ya vería ya. Mientras tanto, él se quedó simplemente esperando en el marco de la puerta a que decidiera su hermana marcharse de allí. De otra forma, lo haría a la fuerza y el resultado sería el mismo: Shima Sugimura sería el vencedor.

    - ¿Ahora te das cuenta? - Preguntó, ladeando la cabeza. - Muy bien. Gracias, Natsuki. - Inclinó el cuerpo hacia delante, desinteresado de dónde durmiera su hermana, mirándose los pies. Ese efecto estaban produciendo todos los adjetivos de su hermana: aburrimiento. Espera. Y Shima estaba cansado. Le había tocado trabajar por la mañana y al día siguiente también debía acudir a la universidad más el trabajo. Levantó la cabeza al tiempo que ella retrocedía para ir a por la almohada. Arrugó el ceño y levantó una ceja. ¿Por qué diablos se llevaba lo mejor? No, no. La cama consistía en toda la cama. Almohada incluída. Y si no, que Natsuki se lo hubiera pensado mejor a la hora de vacilarle, mentirle y fingir delante suya. Ahora iba a recoger lo que había estado sembrando.

    La siguió hasta el salón y puso los brazos en jarras, mirándola cual inquisidor. Este era su territorio y aquí eran sus normas, ya se lo dijo anteriormente.
    - Para disfrutar mi cama, necesito mi almohada. - Dio con el pie en la misma, haciendo que la chica se moviera. ¿Le apetecía dormir? Pues que se adaptara de una maldita vez a sus dictados. Y si no, que se fuera a casa de su tan querida amiga Sakamoto, y comprobaría qué tan buenos tratos tenía en esta casa. - Natsuki, mi almohada. - Repitió incansable. Él podía aguantar sin dormir lo que hiciera falta. En cambio, dudaba que a ella le gustara fomentar los chimes en la Academia debido a unas tremendas ojeras. Y no sólo eso, con el tiempo le saldrían arrugas. Era la peor pesadilla para su adorable hermana. Su sonrisa se ensanchó, maliciosa. - Natsuki. Natsuki. - Dijo de nuevo. Su pie tampoco paraba de golpear la almohada para que se la entregara.

    Puso una rodilla en el suelo y se agachó al oído de su hermana.
    - Natsuki... la almohada... - Susurró tétricamente, cual ente. Después, se echó a reír solo. Tomó con ambas manos los extremos de la almohada y cuando se levantó, tiró de ella hacia arriba. Le daba igual su hermana. Ella se lo buscó. Y él ahora mismo lo que buscaba era su cama, camino de la habitación nuevamente.


    PD: Perdón por la tardanza. Creí que había posteado. Y no sé ya desde cuándo te lo debía.
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    Mensaje por Natsuki Sugimura Dom Sep 08, 2013 4:32 pm

    Acabó dormida en unos minutos. Por más que Natsuki se quejara de la incomodidad o el frío, con lo perezosa que solía ser esa muchacha acababa dormida en cualquier lado. Poco importaba si era el suelo o un colchón de plumas. A veces, Natsuki se hacía la exquisita por puro gusto por el arte. Ahora mismo se encontraba hecha una pequeña bolita. Abrazaba la almohada con ambas manos y respiraba de forma tenue. En ella confluían todos los síntomas de que se encontraba dormida y cansada. Cuando su hermano llegó entre gritos y reclamos por su almohada, la chica no podía escucharle.

    La pateó una vez. La pateó dos, tres. Natsuki apenas se removió en su improvisada cama. Su cabello se alborotó y le otorgó un aspecto un tanto descuidado y monstruoso. Muchas veces estuvo a punto de ahorcarse con las finas hebras, por eso solía dormir con una coleta. Sin embargo, hoy no tenía una. Vaya a saber dónde quedó luego de aquella actuación teatral entre ambos hermanos. Shima continuaba insistiendo y, en cuanto se agachó a su lado para murmurar aquellas palabras, Natsuki le echó un brazo encima, golpeando su cabeza. Entonces, el muy traicionero, le quitó la almohada de un tirón. Sin embargo, cuando se disponía a marchar a su habitación nuevamente, Natsuki estiró los brazos y se aferró a su pierna.

    ¿Así que le quitaba su objeto esponjoso abrazable? De acuerdo, conseguiría otro.


    Off: No te preocupes, no hay problema ni apuro :3 Y siento lo cutre del post D:
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